tag:theconversation.com,2011:/nz/topics/pantallas-67532/articlespantallas – The Conversation2024-02-12T22:03:46Ztag:theconversation.com,2011:article/2222192024-02-12T22:03:46Z2024-02-12T22:03:46ZProhibir el móvil en centros de enseñanza: argumentos científicos<figure><img src="https://images.theconversation.com/files/573513/original/file-20240205-23-9c6nmr.jpg?ixlib=rb-1.1.0&rect=0%2C0%2C6699%2C4456&q=45&auto=format&w=496&fit=clip" /><figcaption><span class="caption"></span> <span class="attribution"><a class="source" href="https://www.shutterstock.com/es/image-photo/top-view-closeup-diverse-group-teenagers-1967011792">SeventyFour / Shutterstock</a></span></figcaption></figure><p>Rosa es profesora de Matemáticas en un instituto de secundaria. Un estudiante le pide salir al aseo. Tras observar que ha pasado un largo rato, sale preocupada a buscar a su alumno. Cuando se asoma, le ve apoyado en los lavabos manejando su teléfono móvil. Al levantar la cabeza y verse sorprendido, el alumno se defiende con tono culpable argumentando que “tenía una notificación de Instagram”. </p>
<p>Conocimos la historia de Rosa en uno de los grupos de discusión con profesionales de <a href="http://proyectoemochild.org">EMOChild</a>, un proyecto que toma el pulso de la salud mental infantil indagando entre quienes están en contacto diario con escolares. La sensación general de los docentes es que la experiencia de Rosa es la norma y no la excepción. Los docentes se quejan de que el uso de los teléfonos móviles con fines recreativos en el horario lectivo es un problema en aumento.</p>
<p>¿Pero <a href="https://pubmed.ncbi.nlm.nih.gov/31846653/">qué tienen los teléfonos móviles</a> para generar esta dificultad en los adolescentes para controlar su uso? </p>
<p>Dan acceso a un sinfín de información, a redes sociales, juegos, vídeos… y eso supone una estimulación positiva muy reforzante. Existe además el miedo a perderse algo, lo que genera preocupación, especialmente en unas edades en las que estar integrado en el grupo y contar con la aprobación de los iguales es muy relevante.</p>
<h2>Escapar en lugar de afrontar la realidad</h2>
<p>Conviene plantearse en qué momento un menor está preparado para gestionarse bien con una herramienta tan potente, sabiendo que un uso inadecuado genera efectos adversos, especialmente en etapas vulnerables como la infancia y adolescencia. <a href="https://journals.copmadrid.org/clysa/art/clysa2023a14">Un estudio</a> con más de mil adolescentes concluyó que 1 de cada 3 utiliza internet cuando se siente mal o para escapar de estados emocionales negativos. </p>
<p>El teléfono móvil puede funcionar por tanto como un escape de la realidad y de las emociones relacionadas con ella, lo que supone una estrategia de regulación emocional poco adaptativa que puede interferir en el desarrollo de otras estrategias más adecuadas. </p>
<p>Tener el móvil a mano reduce el tiempo de atención efectivo o funciona en muchas ocasiones como una forma de escape a estados de aburrimiento o cansancio: no solo afecta al funcionamiento académico y social del estudiante, sino que tiene implicaciones en el ajuste emocional y conductual.</p>
<hr>
<p>
<em>
<strong>
Leer más:
<a href="https://theconversation.com/razones-para-retrasar-el-uso-del-movil-la-perdida-de-la-atencion-217053">Razones para retrasar el uso del móvil: la pérdida de la atención</a>
</strong>
</em>
</p>
<hr>
<h2>Imposibilidad de autocontrol</h2>
<p>La capacidad que tiene el teléfono móvil para proporcionar refuerzo positivo en forma de estimulación novedosa, unida a la dificultad de regular estados emocionales negativos en los adolescentes, complica enormemente su uso controlado y supone todo un desafío para las familias y el contexto educativo. </p>
<p><a href="https://pubmed.ncbi.nlm.nih.gov/31545100/">Algunos estudios</a> han analizado las estrategias de autocontrol en el uso de las nuevas tecnologías que los jóvenes llevan a cabo. Un 52 % de los jóvenes pone en práctica estrategias de prevención parcial del uso, como por ejemplo “alejar” el teléfono metiéndolo en un cajón o en la mochila, mientras que un 46 % aplica estrategias de prevención total, eliminando cualquier posibilidad de utilizar el teléfono, por ejemplo, dejando el móvil en casa de un amigo o yendo a sitios en los que no haya conexión a internet. </p>
<p>Las estrategias preventivas son más eficaces que las reactivas: prohibir el teléfono en el centro supondría una estrategia proactiva y preventiva que sería más efectiva que intervenir para penalizar el uso. Es una política consecuente con los <a href="https://www.ncbi.nlm.nih.gov/pmc/articles/PMC4856169/">datos</a>, que indican que la interferencia de los dispositivos móviles en la atención y el aprendizaje se produce incluso sin utilizarlos, simplemente al tenerlos accesibles o cerca.</p>
<h2>La postura de UNESCO y PISA</h2>
<p>Distintos organismos internacionales alertan sobre los peligros de usar el teléfono móvil en los centros educativos y la conveniencia de prohibirlos. Por ejemplo, la <a href="https://www.euronews.com/next/2023/07/26/unesco-calls-for-schools-around-the-world-to-ban-smartphones-in-the-classroom">UNESCO</a> ha hecho un llamamiento a los gobiernos de todo el mundo para restringir el uso del teléfono móvil en las aulas. También el <a href="https://www.bbc.com/news/articles/cz9q6weg00ro">informe PISA</a> ha encontrado relación entre el uso inadecuado del móvil y un peor desempeño escolar </p>
<p>Países como Francia, Italia, Portugal, Suecia y <a href="https://www.gov.uk/government/news/mobile-phone-use-to-be-banned-in-schools-in-england">Reino Unido</a> ya han tomado medidas para regular el uso del móvil en las aulas y otros tienen previsto hacerlo pronto, como Finlandia y Países Bajos. </p>
<p>Este tipo de medidas han mostrado efectos positivos en <a href="https://www.sciencedirect.com/science/article/pii/S0927537116300136">estudios</a> realizados en Reino Unido y Australia, encontrando una mejora en el rendimiento de los estudiantes tras la prohibición de los teléfonos móviles en los centros educativos.</p>
<h2>¿Existe el término medio?</h2>
<p>Las pantallas y el móvil tienen mucho que aportar como tecnologías emergentes y como recursos educativos. Pero nos encontramos en un escenario en el que los educadores necesitan una regulación al respecto. Y esta regulación no sirve si se queda a medio camino. </p>
<p>Dejando por un momento al margen el debate actual sobre la <a href="https://theconversation.com/la-mayoria-de-los-adolescentes-no-tienen-normas-para-usar-el-movil-y-las-necesitan-218053">edad mínima</a> para tener un móvil, si algo tenemos claro es que el uso de teléfonos móviles en centros de educación primaria y secundaria no es conveniente por no ser necesario ni estar justificado. Ni por la maduración cognitiva de los escolares, que no están preparados para un uso controlado, ni por los efectos negativos en forma de distracciones, mayor riesgo de futuro abuso cuando hay un inicio temprano, acceso pese a los controles a contenidos inapropiados o implicación en actividades con desconocidos. </p>
<p>Sería normal preguntarse si es posible un término medio: permitir el móvil en la escuela a partir de cierta edad, con supervisión, como herramienta para la enseñanza o como forma de contacto con sus familias. Y la respuesta es no. Las razones han quedado arriba expuestas, y se resumen en que las desventajas de tener el móvil en clase superan con creces a los potenciales beneficios. </p>
<p>Siempre es preferible no limitarnos a prohibir y apostar por enseñar buenos hábitos. Por eso las familias necesitan más información sobre los riesgos y habilidades para educar en el buen uso de las pantallas. ¡Perdón! Tenemos que dejarle, nos está sonando el móvil.</p><img src="https://counter.theconversation.com/content/222219/count.gif" alt="The Conversation" width="1" height="1" />
<p class="fine-print"><em><span>Las personas firmantes no son asalariadas, ni consultoras, ni poseen acciones, ni reciben financiación de ninguna compañía u organización que pueda obtener beneficio de este artículo, y han declarado carecer de vínculos relevantes más allá del cargo académico citado anteriormente.</span></em></p>Cada vez más estudios apuntan a que tener el móvil a mano repercute no solo en la capacidad de atención de los estudiantes, sino en su ajuste emocional y conductual.José Pedro Espada, Catedrático de Psicología. Director del Centro de Investigación de la Infancia, Universidad Miguel HernándezJonatan Molina Torres, Doctor en Psicología. Experto en Terapia Psicológica Infanto-Juvenil, Universidad Miguel HernándezMarta Labrador Mendez, University Professor, Universidad Complutense de MadridMireia Orgilés, Catedrática de Universidad. Experta en Tratamiento Psicológico Infantil, Universidad Miguel HernándezLicensed as Creative Commons – attribution, no derivatives.tag:theconversation.com,2011:article/2206842024-01-29T22:09:24Z2024-01-29T22:09:24ZCómo divulgar ciencia con éxito y rigor en YouTube y TikTok<p>En la nueva era digital, la información es un constante flujo de interacciones e intercambios de conocimientos. El conocimiento ha pasado de estar cerrado en espacios físicos a estar abierto en línea: es más libre, pero menos controlado, y, por tanto, <a href="https://theconversation.com/esta-cambiando-la-pandemia-la-ciencia-y-la-manera-de-comunicarla-172713">mucho más expuesto a la manipulación</a>, a generar “ruido” y a la desinformación, bulos, medias verdades y otras formas de manipulación informativa que vuelan por el ciberespacio.</p>
<p>La divulgación de la ciencia se enfrenta al gran reto de lidiar con estas dinámicas en plataformas saturadas con información –y desinformación– y aprovecharse, al mismo tiempo, de la nueva cultura digital en redes sociales para dar a conocer los resultados de investigación en un lenguaje sencillo. La divulgación de la ciencia en redes sociales, por ejemplo, no solo es un antídoto contra la desinformación, es también un medio para fomentar una sociedad informada.</p>
<h2>Divulgación en vídeo</h2>
<p>Uno de los formatos más utilizados para divulgar y consumir información de todo tipo son los vídeos. Permiten <a href="https://psycnet.apa.org/record/2011-11269-010">adquirir los contenidos de forma eficaz</a> a través de la combinación de información visual y auditiva, en un único formato de presentación. La facilidad de compartirlos en internet a través de las redes sociales amplifica su potencial.</p>
<p>El objetivo de este artículo es presentar un conjunto de recomendaciones a la hora de divulgar ciencia en vídeo. En estos tiempos de posverdad o de cuestionamiento de la ciencia, urge la necesidad de acercar al público general los resultados de la investigación.</p>
<h2>No por estar en vídeo es divulgativo</h2>
<p>Los vídeos, si están bien elaborados, tienen un gran potencial para conectar con nuestra audiencia de una manera rápida, directa e incluso emocional, y para transmitir información de una forma clara, sencilla y original.</p>
<p>El problema es que, como es habitual con todo lo que se pone de moda, la divulgación de la ciencia en vídeo está siendo utilizada con una asiduidad excesiva, incluyendo algunos errores propios del desconocimiento de reglas básicas, tales como mensajes de texto enrevesados, sonidos de fondo o un profesor o profesora que expone contenidos con poca capacidad de motivar al alumnado.</p>
<p>Por ello, a menudo nos encontramos con vídeos de divulgación que parece más un guirigay caótico de opiniones improvisadas.</p>
<h2>Vídeos analizados</h2>
<p>Para identificar buenas prácticas a la hora de divulgar ciencia en vídeo, analizamos seis videos de YouTube y cinco de TikTok como caso de estudio en el campo de la sociología. Se clasificaron en tres categorías:</p>
<ol>
<li><p>Vídeos académicos dirigidos a estudiantes.</p></li>
<li><p>Vídeos académicos que tienen como público objetivo a la audiencia general realizados por la institución académica o asociación científica.</p></li>
<li><p>Vídeos no académicos realizados de forma independiente por profesionales de la sociología.</p></li>
</ol>
<p>De cada uno de ellos, analizamos 49 indicadores relacionados con las imágenes, el sonido, la música, el número de protagonistas y coprotagonistas, sus habilidades de comunicación, el contenido de los mensajes y los textos que aparecen en pantalla, las interacciones y los comentarios que tiene cada uno de ellos.</p>
<p><iframe id="ROMMk" class="tc-infographic-datawrapper" src="https://datawrapper.dwcdn.net/ROMMk/1/" height="400px" width="100%" style="border: none" frameborder="0"></iframe></p>
<h2>Consejos para divulgar en vídeo</h2>
<p>El análisis de los indicadores propuestos permite identificar qué estrategias de comunicación y qué tipo de contenidos funcionan mejor a la hora de divulgar ciencia en vídeo.</p>
<ol>
<li><p>La narración: una buena habilidad a la hora de comunicar con voz clara, bien articulada, en un tono cercano y un equilibrio en la intensidad de la música de fondo son excelentes estrategias para transmitir mensajes y contenidos sobre ciencia. En algunos vídeos analizados se utiliza una voz artificial generada por una herramienta de TikTok. Aunque esta herramienta preserva el anonimato, en ocasiones puede carecer de intensidad y personalidad al transmitir los mensajes.</p></li>
<li><p>El lenguaje: la primera fase es la de adaptar los términos y conceptos complejos <a href="https://centracs.es/revista/article/view/45/58">a un lenguaje sencillo y accesible</a>. Es decir, no adornar la acción <a href="https://dialnet.unirioja.es/servlet/libro?codigo=726450">con más jerga ni palabras de las necesarias, ni con largas frases, ni con artificios que la hagan oscura o incomprensible</a>. Si brilla o para que sea brillante, que sea por su contenido innovador y, a ser posible, que sea esto último lo que la haga grata.</p></li>
<li><p>Utilizar imágenes, caricaturas, infografías, ilustraciones o textos superpuestos en la pantalla. Estos elementos deben entrelazarse de manera eficiente, con cortes claros y transiciones entre escenas, potenciando y complementando así el contenido visual, lo que resulta en una experiencia audiovisual dinámica y cautivadora.</p></li>
<li><p>Subtítulos: los vídeos que los tienen tienen mayor número de visualizaciones.</p></li>
<li><p>Estructura narrativa: el vídeo debe contar una historia en sí misma, mezclando audio, intervenciones de protagonistas, música, imágenes, infografías. Debe tener un inicio, un nudo y un desenlace. </p></li>
<li><p>En cada parte del vídeo, una idea clave. Empezando por el título, que debe ser claro y llamativo. Por ejemplo, es mejor <em>Enfrentarse a la cárcel. La visión de los presos sobre su vida en prisión</em>, que <em>Presentación de una investigación sobre la vida en prisión</em>. Esta estrategia se puede seguir con cada capítulo o sección de la historia.</p></li>
<li><p>El uso analogías cuando se hable de grandes números o magnitudes pude facilitar el grado de entendimiento de los mensajes: por ejemplo, si decimos que hay 60 000 personas en paro, podríamos aclararlo diciendo que es un número que equivale al aforo del estadio de fútbol Benito Villamarín.</p></li>
</ol>
<h2>¿TikTok o Youtube? Cuál elegir</h2>
<p>La plataforma TikTok es el gigante en el ámbito de la brevedad visual. Sus videos cortos son ideales para captar la atención, pero este formato puede resultar insuficiente para abordar temas con detalle. TikTok se destaca como el epicentro del contenido viral, facilitando la interacción a través de comentarios y <em>likes</em>.</p>
<p><a href="https://www.rtve.es/noticias/20220925/como-se-informan-jovenes-tik-tok/2402820.shtml">Quienes utilizan TikTok son jóvenes que buscan consumir información de manera rápida y concisa</a>. Esta inmediatez y capacidad de capturar su atención en un corto período de tiempo son dos factores clave a tener en cuenta entre quienes les interese hacer divulgación por este medio. Sin duda, es el mejor medio para enganchar a futuros estudiantes.</p>
<p>YouTube se posiciona como el rey de vídeos más extensos y detallados. No obstante, surge el desafío de mantener la atención del espectador. La elección entre TikTok y YouTube dependerá de nuestro estilo y el público al que nos dirigimos.</p>
<p>Las dos plataformas ofrecen excelentes oportunidades para acercar la ciencia en vídeo al público general y hacer frente a las falsas noticias, bulos, medias verdades y otras formas de manipulación informativa.</p>
<hr>
<p><em>En la redacción de este artículo ha colaborado Jose Vicent, alumno de máster.</em></p><img src="https://counter.theconversation.com/content/220684/count.gif" alt="The Conversation" width="1" height="1" />
<p class="fine-print"><em><span>Luis Navarro Ardoy es miembro de la Federación Española de Sociología y del Colegio Profesional de Ciencia Política, Sociología, Relaciones Internacionales y Administración Pública de la Comunidad de Madrid. Participa en diferentes proyectos de investigación financiados por instituciones públicas. </span></em></p>No todo vale para divulgar en vídeo: hay que tener en cuenta unas reglas básicas para contribuir a que la ciencia se entienda y conozca mejor y evitar los bulos y las confusiones.Luis Navarro Ardoy, Profesor Titular de Sociología, Universidad Pablo de OlavideLicensed as Creative Commons – attribution, no derivatives.tag:theconversation.com,2011:article/2203772024-01-23T11:38:47Z2024-01-23T11:38:47ZAnte la saturación tecnológica, ayunos digitales intermitentes<figure><img src="https://images.theconversation.com/files/569246/original/file-20240115-45156-jnhont.jpg?ixlib=rb-1.1.0&rect=206%2C62%2C5784%2C3925&q=45&auto=format&w=496&fit=clip" /><figcaption><span class="caption">
</span> <span class="attribution"><a class="source" href="https://www.shutterstock.com/es/image-photo/millennial-girl-home-refuse-using-phone-1898016691">Troyan/Shutterstock</a></span></figcaption></figure><p>¿Tecnología sí o tecnología no? Esa es la gran cuestión. </p>
<p>En nuestro día a día, y a menudo a través de los propios dispositivos móviles, recibimos un aluvión de mensajes que contribuyen a una <a href="https://joseluisserrano.net/podcast/tecnologia-si-o-no/">visión polarizada de la tecnología</a>. Por un lado, algunos <a href="https://doi.org/10.20882/adicciones.806">estudios</a> alertan sobre sus efectos negativos como la <a href="https://doi.org/10.1016/j.chb.2020.106616">depresión</a>, la <a href="https://doi.org/10.1016/j.chb.2023.107760">ansiedad</a>, el <a href="https://doi.org/10.1108/IntR-06-2015-0181">estrés</a>, el <a href="https://doi.org/10.1016/j.chb.2020.106530">agotamiento emocional</a>, el <a href="https://doi.org/10.1016/j.techsoc.2020.101406">sedentarismo</a> o <a href="https://link.springer.com/article/10.1007/s10964-014-0176-x">peor calidad de sueño</a>. Pero a la vez hay otros que reconocen su importancia para la <a href="https://doi.org/10.1016/j.chb.2020.106511">comunicación</a>, la <a href="https://doi.org/10.1016/j.chb.2020.106511">formación de relaciones</a>, la <a href="https://doi.org/10.1016/j.chb.2020.106511">autoexpresión</a>, la <a href="https://doi.org/10.7821/naer.2022.1.734">gestión de la información</a>, la enseñanza o el aprendizaje. Aunque también <a href="https://doi.org/10.1038/s41562-023-01712-8">reconocen que, por el momento, se desconoce</a> la influencia real que las pantallas tienen en la salud o en la educación. </p>
<p>Tanto internet como las redes sociales (y los dispositivos que utilizamos para acceder a ellos) pueden resultar saludables o insanos según el uso que les demos. Ejemplos de lo segundo son el <em>zombie scrolling</em> (deslizar hacia abajo la pantalla sin apenas enterarnos de lo que vemos), la <a href="https://es.wikipedia.org/wiki/Ciberpereza">ciberpereza</a>, la multitarea y las interrupciones constantes. Por eso, cuando usamos estos dispositivos conviene hacer pausas frecuentes, incorporar <a href="https://theconversation.com/aperitivos-de-actividad-fisica-para-combatir-el-sedentarismo-en-el-trabajo-209813">aperitivos de actividad física</a> y controlar el tiempo que pasamos frente a pantallas. </p>
<p>Un concepto relativamente novedoso que ha surgido a raíz de estos problemas es el de <a href="https://theconversation.com/internet-los-beneficios-de-la-desconexion-106591"><em>detox</em> digitales</a>, una estrategia que nació con la promesa de hacer desaparecer los efectos de su uso excesivo.</p>
<h2>El mito del ‘detox’ digital</h2>
<p>El <em>detox</em> digital consiste en una pausa voluntaria de uso de la tecnología. Puede ser de 24 horas o de una semana, y tiene como propósito disminuir el tiempo de conexión, y con ello el estrés, la ansiedad, la depresión, la adicción o la sobrecarga cognitiva que nos puede estar provocando el uso continuado del móvil, tableta u ordenador.</p>
<p>Un <a href="https://doi.org/10.1016/j.chb.2023.107977">estudio</a> reciente con 850 participantes alemanes (entre 18 y 65 años) no encontró que utilizar el móvil de manera más continuada o intermitente tenga un impacto en el bienestar mental. En cambio, variables como el tipo de actividad, el momento del día y rasgos de personalidad como la extroversión o la introversión juegan un papel más significativo, según otra <a href="https://doi.org/10.24989/dp.v1i1.1821">investigación</a>.</p>
<p>En una <a href="https://doi.org/10.1177/20501579211028647">revisión sistemática</a> se concluyó que una desconexión puntual no tiene relación directa con el bienestar, el autocontrol o la salud general.</p>
<h2>24 horas sin medios para tomar conciencia</h2>
<p>Alejarnos de manera drástica de la tecnología con restricciones y sin modificar hábitos no provocará cambios efectivos. Podemos huir del mundo digital de manera temporal pero nuestros hábitos nos seguirán esperando. </p>
<p>Hacer desconexiones puntuales, por el contrario, sí nos puede ser útil para iniciar procesos de reflexión y tomar conciencia del uso que hacemos de la tecnología. A esta conclusión se llegó en uno de los primeros <a href="https://doi.org/10.3916/C39-2012-02-04">estudios</a> sobre desconexión digital publicado en 2012. Participaron 1 000 estudiantes universitarios de diez países diferentes y trataron de estar 24 horas sin medios tecnológicos.</p>
<p>En 2017, replicamos el <a href="https://doi.org/10.3916/C39-2012-02-04">estudio</a> anterior. Hasta la fecha, 539 estudiantes de la Universidad Murcia han tratado de pasar 24 horas desconectados de TV, tableta, ordenador y móvil. Solo un tercio lo ha logrado, pero lo más importante fue el autoconocimiento adquirido. </p>
<p>Los estudiantes tomaron conciencia del uso abusivo que suelen hacer de las tecnologías. También de la influencia de los medios digitales en sus rutinas diarias. Notaron su dependencia tecnológica, una mejora en la concentración y una disminución en las interrupciones durante el tiempo de desconexión. </p>
<p>Sin embargo, experimentaron dificultades para realizar tareas académicas o comunicarse con los demás. Algunos estudiantes manifestaron sentirse aislados y ansiosos por falta de información.</p>
<figure class="align-center zoomable">
<a href="https://images.theconversation.com/files/569119/original/file-20240112-29-v3b063.png?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=1000&fit=clip"><img alt="" src="https://images.theconversation.com/files/569119/original/file-20240112-29-v3b063.png?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=754&fit=clip" srcset="https://images.theconversation.com/files/569119/original/file-20240112-29-v3b063.png?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=600&h=450&fit=crop&dpr=1 600w, https://images.theconversation.com/files/569119/original/file-20240112-29-v3b063.png?ixlib=rb-1.1.0&q=30&auto=format&w=600&h=450&fit=crop&dpr=2 1200w, https://images.theconversation.com/files/569119/original/file-20240112-29-v3b063.png?ixlib=rb-1.1.0&q=15&auto=format&w=600&h=450&fit=crop&dpr=3 1800w, https://images.theconversation.com/files/569119/original/file-20240112-29-v3b063.png?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=754&h=566&fit=crop&dpr=1 754w, https://images.theconversation.com/files/569119/original/file-20240112-29-v3b063.png?ixlib=rb-1.1.0&q=30&auto=format&w=754&h=566&fit=crop&dpr=2 1508w, https://images.theconversation.com/files/569119/original/file-20240112-29-v3b063.png?ixlib=rb-1.1.0&q=15&auto=format&w=754&h=566&fit=crop&dpr=3 2262w" sizes="(min-width: 1466px) 754px, (max-width: 599px) 100vw, (min-width: 600px) 600px, 237px"></a>
<figcaption>
<span class="caption">Para que la desconexión digital sirva es necesario tener claros los objetivos.</span>
<span class="attribution"><span class="source">Elaboración propia.</span></span>
</figcaption>
</figure>
<h2>Asumir el control</h2>
<p>Si realmente queremos disfrutar del mundo digital, una desconexión puntual ayudará a tomar conciencia del uso que hacemos de la tecnología. Pero si realmente queremos ser efectivos, es pertinente estar atentos y pasar a la acción creando una red de <a href="https://joseluisserrano.net/podcast/habitos-duraderos/">hábitos duraderos</a> que modifique nuestros comportamientos en entornos digitales.</p>
<p>Necesitamos considerar cómo nuestra vida cotidiana, marcada por el estrés, el aislamiento social, el sedentarismo o la falta de sueño, disminuye nuestra capacidad de autocontrol. Esto provoca que estemos menos atentos y tomemos peores decisiones. </p>
<p>Solemos culpar a los <a href="https://theconversation.com/debemos-temer-a-los-algoritmos-198895">algoritmos</a> de las redes sociales por atrapar nuestra atención. Sin embargo, <a href="https://doi.org/10.1016/j.chb.2020.106637">recientemente se ha demostrado</a> que son las interrupciones internas de las personas las que provocan las distracciones. </p>
<h2>Compromiso del usuario</h2>
<p>Según la neurocientífica <a href="http://tinyurl.com/yt8ulutu">Nazaret Castellanos</a>, “el 80 % de las distracciones que nos secuestran surgen en casa, no fuera”. Este tipo de interrupciones suelen ser impulsadas por nuestra necesidad de búsqueda de información nueva, reconocimiento social y miedo a perdernos algo importante. </p>
<p>La propia tecnología nos puede proteger de sí misma siempre que haya un compromiso del usuario. Por ejemplo, con la adopción de aplicaciones digitales de bienestar digital. Un <a href="https://doi.org/10.1016/j.chb.2022.107542">estudio</a> llegó a la conclusión de que el éxito de estas se da en personas con un alto nivel de conciencia del papel que el móvil tiene en sus vidas. </p>
<h2>Planificar ayunos digitales intermitentes</h2>
<p>Es poco probable que la tecnología digital nos intoxique, lo que subraya una limitación del concepto de <em>detox</em> digital. En su lugar, proponemos la estrategia del ayuno digital intermitente, en el que planificamos periodos concretos de uso consciente de la tecnología.</p>
<p>La investigación reciente no establece relación directa entre el tiempo de uso y el bienestar. Pero cada persona debe identificar dónde está su línea roja de carga mental. Después podrá limitar la duración de uso y elegir el momento más adecuado para utilizar los medios digitales.</p>
<p>Un ejemplo que ilustra la anterior idea: 15 minutos de uso de una pantalla antes de dormir puede perjudicar más nuestra salud general que estar conectados una hora por la tarde. La luz azul emitida por los LED suprime la producción de la hormona melatonina. Esto altera la regulación de los <a href="https://joseluisserrano.net/podcast/sueno-tiempos-aprendizaje/">ritmos circadianos</a>, el estado de alerta y el rendimiento cognitivo durante el día, según esta <a href="https://doi.org/10.1111/gcb.13927">revisión</a>. Es decir, que esos 15 minutos antes de apagar la luz pueden hacer que descansemos peor y esto tiene peores consecuencias a medio plazo que la hora de consumo digital de la tarde. </p>
<figure class="align-center zoomable">
<a href="https://images.theconversation.com/files/569120/original/file-20240112-22293-4pfozr.png?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=1000&fit=clip"><img alt="" src="https://images.theconversation.com/files/569120/original/file-20240112-22293-4pfozr.png?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=754&fit=clip" srcset="https://images.theconversation.com/files/569120/original/file-20240112-22293-4pfozr.png?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=600&h=450&fit=crop&dpr=1 600w, https://images.theconversation.com/files/569120/original/file-20240112-22293-4pfozr.png?ixlib=rb-1.1.0&q=30&auto=format&w=600&h=450&fit=crop&dpr=2 1200w, https://images.theconversation.com/files/569120/original/file-20240112-22293-4pfozr.png?ixlib=rb-1.1.0&q=15&auto=format&w=600&h=450&fit=crop&dpr=3 1800w, https://images.theconversation.com/files/569120/original/file-20240112-22293-4pfozr.png?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=754&h=566&fit=crop&dpr=1 754w, https://images.theconversation.com/files/569120/original/file-20240112-22293-4pfozr.png?ixlib=rb-1.1.0&q=30&auto=format&w=754&h=566&fit=crop&dpr=2 1508w, https://images.theconversation.com/files/569120/original/file-20240112-22293-4pfozr.png?ixlib=rb-1.1.0&q=15&auto=format&w=754&h=566&fit=crop&dpr=3 2262w" sizes="(min-width: 1466px) 754px, (max-width: 599px) 100vw, (min-width: 600px) 600px, 237px"></a>
<figcaption>
<span class="caption">Los seis principios del método ADI (Ayuno Digital Intermitente).</span>
<span class="attribution"><span class="source">Elaboración propia.</span></span>
</figcaption>
</figure>
<h2>Tomar el control</h2>
<p>En conclusión, la relación entre el uso de la tecnología y el bienestar depende de muchas variables y de la interacción entre estas. Factores culturales o rasgos de personalidad influirán en las estrategias que son más efectivas para cada persona.</p>
<p>El objetivo no es desintoxicarnos de lo digital, sino aprender a controlar su uso para vivir lo mejor de cada mundo. El psicólogo <a href="http://tinyurl.com/yucbtfmq">Luis Muiño</a> lo expresa así: </p>
<blockquote>
<p>“Saber que estamos escapando temporalmente del mundo real y tener el control para poder regresar a él es una parte fundamental de nuestra relación con el mundo de las máquinas”.</p>
</blockquote>
<hr>
<p><em>En la redacción de este artículo ha participado Diana López Conesa, docente de Formación Profesional y estudiante del Máster en Tecnología Educativa de la Universidad de Murcia.</em></p><img src="https://counter.theconversation.com/content/220377/count.gif" alt="The Conversation" width="1" height="1" />
<p class="fine-print"><em><span>José Luis Serrano no recibe salario, ni ejerce labores de consultoría, ni posee acciones, ni recibe financiación de ninguna compañía u organización que pueda obtener beneficio de este artículo, y ha declarado carecer de vínculos relevantes más allá del cargo académico citado.</span></em></p>Abstenerse de pantallas de manera puntual no provocará cambios duraderos que mejoren el bienestar general. Es más eficaz ser conscientes del uso que hacemos y controlarlo deliberadamente.José Luis Serrano, Profesor Titular de Tecnología Educativa, Universidad de MurciaLicensed as Creative Commons – attribution, no derivatives.tag:theconversation.com,2011:article/2211682024-01-16T18:59:14Z2024-01-16T18:59:14Z¿Por qué es tan urgente que el Gobierno español regule el acceso de los menores a la pornografía?<figure><img src="https://images.theconversation.com/files/569624/original/file-20240116-23-6p7hof.jpg?ixlib=rb-1.1.0&rect=0%2C23%2C5232%2C3454&q=45&auto=format&w=496&fit=clip" /><figcaption><span class="caption">
</span> <span class="attribution"><a class="source" href="https://www.shutterstock.com/es/image-photo/teenage-students-using-digital-devices-on-774179677">Monkey Business Images / Shutterstock</a></span></figcaption></figure><p>El inicio del consumo de pornografía, <a href="https://www.inmujeres.gob.es/publicacioneselectronicas/documentacion/Revistas/ANALITICAS/DEA0326.pdf">según los estudios más recientes</a>, se produce a edades cada vez más tempranas, concretamente a los ocho años. Uno de los términos más buscados en los portales de pornografía es “<em>how to</em>”, es decir, “cómo hacer”, lo que puede indicar también que muchos niños, niñas y adolescentes utilizan la pornografía para aprender sobre sexualidad. </p>
<p>Lo que estos menores encuentran en las páginas de pornografía son <a href="https://violenciagenero.igualdad.gob.es/violenciaEnCifras/estudios/Tesis/estudios/Tesis_10_Reproduccion_violencia_pornografia.htm">todo tipo de actos de violencia sexual</a> representados como “sexo”, donde se normaliza, legitima y banaliza la violencia contra las mujeres. </p>
<p>Son <a href="https://dspace.uib.es/xmlui/bitstream/handle/11201/159975/563117.pdf?sequence=1&isAllowed=y">numerosos los estudios</a> sobre el consumo de pornografía y <a href="https://www.observatoriodelainfancia.es/oia/esp/documentos_ficha.aspx?id=7544">su impacto a nivel psicológico y social</a>. Estas <a href="https://onlinelibrary.wiley.com/doi/abs/10.1111/jcom.12201">investigaciones</a> han revelado claras asociaciones entre consumo de pornografía y desigualdad de género, sexismo y violencia sexual contra las mujeres, lo que pone claramente de manifiesto la necesidad de regular el acceso de los menores a este tipo de contenido. </p>
<p>El consumo frecuente y continuado de pornografía puede tener consecuencias especialmente graves para los más jóvenes, ya que cuanto más temprana es la edad de exposición a esta, mayor es su impacto en el comportamiento y los hábitos sexuales al llegar a la edad adulta. <a href="https://www.academia.edu/38815358/Nueva_pornograf%C3%ADa_y_cambios_en_las_relaciones_interpersonales_de_adolescentes_y_j%C3%B3venes">Los expertos señalan</a> que uno de los peores efectos del consumo de pornografía en adolescentes y jóvenes es la distorsión perceptiva, la formación o deformación de actitudes ya que, debido a la etapa evolutiva en la que se encuentran, no tienen la madurez emocional para comprender lo que ven.</p>
<h2>Relación entre porno y violencia</h2>
<p><a href="https://www.researchgate.net/publication/47662480_X-Rated_Material_and_Perpetration_of_Sexually_Aggressive_Behavior_Among_Children_and_Adolescents_Is_There_a_Link">Un estudio</a> examinó los vínculos entre la exposición intencional a material pornográfico y la conducta sexualmente agresiva entre adolescentes de 10 a 15 años en Estados Unidos. Se descubrió que a la exposición intencional a material pornográfico violento a lo largo del tiempo le predecía un aumento de casi seis veces en las probabilidades de comportamiento sexualmente agresivo.</p>
<p><a href="https://onlinelibrary.wiley.com/doi/abs/10.1111/jcom.12201">Un metaanálisis realizado por el investigador Paul J. Wright en 2015</a> encontró asociaciones entre visionado de pornografía y comportamiento violento. Según él, los hombres que consumen pornografía son más propensos a practicar o desear prácticas dominantes y degradantes. También descubrió que las mujeres que consumen pornografía son más propensas a llevar a cabo o desear prácticas sumisas.</p>
<p>Teniendo en cuenta estos hallazgos y el significativo incremento de casos de violencia sexual entre adolescentes, la regulación del acceso de los y las menores a la pornografía se justifica en la necesidad de proteger su desarrollo emocional, psicológico y sexual. En el caso de Reino Unido, la última <a href="https://diariolaley.laleynext.es/dll/2023/12/20/el-reino-unido-aprueba-su-ley-de-seguridad-en-internet">Ley de Seguridad en Línea</a>, aprobada en noviembre de 2023 y cuya implementación está prevista para 2025, contempla métodos de inteligencia artificial (IA) como la identificación facial para poder acceder a páginas de pornografía. </p>
<p>Esta misma semana, el Gobierno español, junto a la Agencia Española de Protección de Datos (AEPD), <a href="https://www.businessinsider.es/gobierno-anuncia-ley-limitar-acceso-menores-porno-1356644">ha anunciado medidas</a> –entre otras, la creación de una aplicación que acredite la edad real de los usuarios– para la regulación del acceso a páginas de pornografía por parte de menores de edad, puesto que dichas webs no exigen en la actualidad verificación de edad más allá de la mera aceptación o autodeclaración de ser mayor de 18 años por parte del usuario.</p>
<p>Si bien la medida es absolutamente necesaria, estos controles deberían extenderse a todo tipo de redes sociales y plataformas digitales, puesto que la pornografía ha transgredido los límites de las plataformas exclusivas para tal fin, colonizando las redes sociales más utilizadas por la juventud. En la actualidad, es común encontrarse con contenido sexual explícito en redes sociales –sobre todo en Twitter– y plataformas de mensajería instantánea como WhatsApp.</p>
<h2>La facilidad para registrarse en redes sociales</h2>
<p>Las personas menores de 16 años en la Unión Europea (UE) necesitan el consentimiento de los padres, madres o tutores legales para utilizar redes sociales, pero no existen hoy por hoy filtros efectivos para que los y las menores de dicha edad no accedan a estas plataformas. Hoy en día, cualquier persona puede registrarse en WhatsApp, Twitter, TikTok o Facebook a través de un número de teléfono móvil, puesto que el único filtro que establece la plataforma para certificar la edad es una pregunta al inicio del registro. </p>
<p>En redes sociales como Instagram, donde la desnudez es estrictamente perseguida –las cuentas que infringen las normas pueden ser suspendidas en cuestión de horas–, se sigue permitiendo que <em>bots</em> inunden de comentarios con enlaces a páginas porno los perfiles de los <em>influencers</em> más seguidos por los jóvenes. </p>
<p>Asimismo, en plataformas como TikTok e Instagram son cada vez más comunes las campañas de captación de jóvenes –sobre todo, chicas– para que accedan a la industria de la pornografía o plataformas como OnlyFans. </p>
<p>Así pues, además de la regulación, es manifiesta la urgencia de implantar un modelo de educación sexual integral adaptado desde edades tempranas, cuyo objetivo debe ser proporcionar no solo conocimientos, sino también herramientas que permitan a los jóvenes detectar la violencia más normalizada en sus relaciones afectivo-sexuales. </p>
<p>Esta visión debe ir más allá de la transmisión de información básica sobre anatomía y métodos anticonceptivos y debe fomentar una comprensión profunda de las dinámicas de poder, el consentimiento y la importancia de las relaciones saludables basadas en el respeto mutuo. De lo contrario, sin una adecuada formación afectivo-sexual, será difícil que las personas jóvenes puedan ser conscientes de los efectos que el consumo de pornografía tiene en el desarrollo de su deseo y, por consiguiente, de sus prácticas sexuales.</p><img src="https://counter.theconversation.com/content/221168/count.gif" alt="The Conversation" width="1" height="1" />
<p class="fine-print"><em><span>Las personas firmantes no son asalariadas, ni consultoras, ni poseen acciones, ni reciben financiación de ninguna compañía u organización que pueda obtener beneficio de este artículo, y han declarado carecer de vínculos relevantes más allá del cargo académico citado anteriormente.</span></em></p>El aumento del consumo de pornografía desde edades tempranas plantea preocupaciones sobre el impacto en el desarrollo sexual y psicológico de los jóvenes. Estudios sugieren vínculos entre el consumo de pornografía y la desigualdad de género, el sexismo y la violencia sexual. La regulación del acceso de menores a contenidos pornográficos es esencial.Itsaso Biota Piñeiro, Profesora e Investigadora en la Facultad de Educación y Deporte (UPV/EHU), Universidad del País Vasco / Euskal Herriko UnibertsitateaMaría Dosil-Santamaría, Profesora en el Departamento de Ciencias de la Educación en el área de Métodos de Investigación y Diagnóstico en Educación, Universidad del País Vasco / Euskal Herriko UnibertsitateaLicensed as Creative Commons – attribution, no derivatives.tag:theconversation.com,2011:article/2200772024-01-01T20:25:47Z2024-01-01T20:25:47ZEl uso (y abuso) de pantallas puede resecar seriamente su vista: qué hacer para evitarlo<figure><img src="https://images.theconversation.com/files/567093/original/file-20231221-23-qgtp3u.jpg?ixlib=rb-1.1.0&rect=59%2C25%2C5651%2C3776&q=45&auto=format&w=496&fit=clip" /><figcaption><span class="caption">
</span> <span class="attribution"><a class="source" href="https://www.shutterstock.com/es/image-photo/tired-overworked-young-business-man-taking-1859997670">Ground Picture/Shutterstock</a></span></figcaption></figure><p>Cada día acuden más pacientes a las consultas de los profesionales con molestias oculares tras intensas jornadas de trabajo en el ordenador. Los síntomas más habituales son la irritación ocular, el picor de ojos y las sensaciones de sequedad y de tener arenilla en la superficie del ojo. </p>
<p>Así se manifiesta <a href="https://theconversation.com/cuando-las-lagrimas-no-hacen-su-trabajo-que-es-el-ojo-seco-y-como-puede-tratarse-190073">la enfermedad de ojo seco</a>, que afecta a entre el <a href="https://www.sciencedirect.com/science/article/pii/S154201241730109X?via%3Dihub">5 % y el 50 % de la población mundial </a>. El origen del trastorno puede deberse a múltiples causas, pero el estilo de vida juega un papel importante. Y entre los principales factores de riesgo encontramos el uso (y abuso) de las pantallas.</p>
<p>El tiempo que pasamos delante de ordenadores, teléfonos móviles o tabletas reduce el número de parpadeos y aumenta la cantidad de parpadeos incompletos, lo que impide un reparto adecuado de la lágrima por la superficie del ojo. Además, las pantallas son una fuente de luz proyectada que eleva la temperatura de la superficie ocular e incrementa la evaporación de la lágrima.</p>
<p>Por ejemplo, en la Universidade de Santiago de Compostela llevamos a cabo <a href="https://link.springer.com/article/10.1007/s10792-023-02632-2">un estudio</a> con estudiantes universitarios que se vieron obligados a recibir docencia mixta durante la pandemia de covid: el 50 % de las clases eran presenciales y el 50 %, telemáticas. Según los datos que recabamos, el aumento del tiempo frente a las pantallas estaba relacionado con síntomas de sequedad más severos. Los usuarios que empleaban pantallas para otras actividades además de para las clases (o sea, más de 8 horas) mostraron valores de sintomatología más altos.</p>
<figure class="align-center zoomable">
<a href="https://images.theconversation.com/files/566696/original/file-20231219-17-isgdeu.png?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=1000&fit=clip"><img alt="" src="https://images.theconversation.com/files/566696/original/file-20231219-17-isgdeu.png?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=754&fit=clip" srcset="https://images.theconversation.com/files/566696/original/file-20231219-17-isgdeu.png?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=600&h=374&fit=crop&dpr=1 600w, https://images.theconversation.com/files/566696/original/file-20231219-17-isgdeu.png?ixlib=rb-1.1.0&q=30&auto=format&w=600&h=374&fit=crop&dpr=2 1200w, https://images.theconversation.com/files/566696/original/file-20231219-17-isgdeu.png?ixlib=rb-1.1.0&q=15&auto=format&w=600&h=374&fit=crop&dpr=3 1800w, https://images.theconversation.com/files/566696/original/file-20231219-17-isgdeu.png?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=754&h=471&fit=crop&dpr=1 754w, https://images.theconversation.com/files/566696/original/file-20231219-17-isgdeu.png?ixlib=rb-1.1.0&q=30&auto=format&w=754&h=471&fit=crop&dpr=2 1508w, https://images.theconversation.com/files/566696/original/file-20231219-17-isgdeu.png?ixlib=rb-1.1.0&q=15&auto=format&w=754&h=471&fit=crop&dpr=3 2262w" sizes="(min-width: 1466px) 754px, (max-width: 599px) 100vw, (min-width: 600px) 600px, 237px"></a>
<figcaption>
<span class="caption">Relación entre horas de uso de pantallas y síntomas de sequedad ocular.</span>
</figcaption>
</figure>
<p>Aunque en ciertos trabajos es imposible reducir las horas que pasamos pegados a estos dispositivos, es posible disminuir las molestias siguiendo ciertas recomendaciones. Pero antes hay que tener claros unos conceptos básicos. </p>
<h2>De lágrimas y parpadeos</h2>
<p>La superficie ocular está formada por los párpados, la lágrima, la córnea y la conjuntiva, tejidos cuya salud está ligada a su buen funcionamiento. Si alguno se ve alterado, puede desencadenarse una serie de anomalías que provocarán las molestias oculares.</p>
<p>La lágrima que cubre la superficie del ojo está compuesta por dos capas, una formada por agua y proteínas y otra por grasa. La primera es la responsable de hidratar el ojo, mientras que la segunda evita que la lágrima se evapore rápidamente. Una alteración en cualquiera de las dos desajustará las propiedades de la lágrima, lo cual impedirá que se distribuya bien en la superficie ocular y comiencen las molestias.</p>
<hr>
<p>
<em>
<strong>
Leer más:
<a href="https://theconversation.com/vivimos-una-pandemia-galopante-de-miopia-que-consecuencias-puede-tener-208317">Vivimos una pandemia galopante de miopía: ¿qué consecuencias puede tener?</a>
</strong>
</em>
</p>
<hr>
<p>Por último, los párpados son los encargados de distribuir la lágrima por la superficie ocular, además de protegerla de agentes externos. Parpadear poco, como cuando utilizamos el ordenador, contribuye a que la lágrima no se reparta adecuadamente sobre el ojo.</p>
<h2>¿Padezco ojo seco?</h2>
<p>Ante todo no hay que alarmarse: manifestar síntomas de sequedad ocular no quiere decir que estemos sufriendo esta dolencia. La guía elaborada por la <a href="https://www.tearfilm.org/dettnews-tfos_dews_ii_patient_summary/6814_5519/eng/">Tear Film & Ocular Surface Society</a> deja claro que, además de manifestar síntomas, los pacientes deben presentar signos de daño en la superficie ocular. Es el profesional de la visión quien debe determinar si existe ese daño y qué medidas tienen que tomarse.</p>
<p>Hay una serie de señales que deben ponernos en guardia. Entre estos síntomas se encuentran la sensación de sequedad, picor, quemazón, irritación ocular y ojos llorosos. Aunque los investigadores han identificado que tras el uso de pantallas el síntoma más habitual es el de <a href="https://www.tandfonline.com/doi/full/10.1080/08164622.2021.1945411">irritación</a>.</p>
<h2>¿Qué puedo hacer para disminuir estas molestias?</h2>
<p>Si seguimos una serie de precauciones, nuestra relación con las pantallas puede ser más amigable.</p>
<ul>
<li><p><strong>Disposición y altura de la pantalla.</strong> Es recomendable que se encuentre siempre por debajo de la posición primaria de mirada. Esto ayuda a que la apertura de los párpados sea menor y, por lo tanto, el ojo esté menos expuesto.</p></li>
<li><p><strong>Posición de la pantalla en relación a la iluminación</strong>. Debemos evitar que haya lámparas sobre la pantalla o ventanas detrás del usuario. También se puede solucionar poniendo filtros antireflejos, ya que estos nos obligan a concentrarnos más, y por consiguiente, reducen nuestra tasa de parpadeo.</p></li>
<li><p><strong>Descansos</strong>. Van a ser nuestros grandes aliados. Una norma que se recomienda habitualmente es la regla 20-20-20. Es decir, que por cada 20 minutos de trabajo miremos objetos alejados a más de 20 pies (unos seis metros) durante 20 segundos. <a href="https://www.sciencedirect.com/science/article/pii/S1367048422001990?via%3Dihub">Aplicar esta técnica va a reducir notablemente los síntomas de de sequedad</a>. Dejar de mirar a la pantalla durante ese tiempo restablecerá nuestro parpadeo normal.</p></li>
<li><p><strong>Condiciones ambientales poco propicias.</strong> La humedad baja, las altas temperaturas, las corrientes de aire –ya provengan de ventanas abiertas o aires acondicionados–, el humo del tabaco y el exceso de ambientadores perjudican a la salud ocular.</p></li>
<li><p><strong>Hidratación de ojos</strong>. Puede ser la mejor opción en días de intenso trabajo. Hay que evitar los sueros salinos, ya que su composición no es igual a la de la lágrima. Al carecer de grasa y proteínas, pueden desestabilizar la película lagrimal. La mejor opción son las lágrimas artificiales en versión monodosis, que carecen de conservantes y no dañan los tejidos oculares.</p></li>
</ul>
<p>En definitiva, presentar síntomas de sequedad ocular es habitual en los tiempos que vivimos. Si les hacemos frente con las estrategias adecuadas, eso repercutirá positivamente en nuestra calidad de vida.</p><img src="https://counter.theconversation.com/content/220077/count.gif" alt="The Conversation" width="1" height="1" />
<p class="fine-print"><em><span>Las personas firmantes no son asalariadas, ni consultoras, ni poseen acciones, ni reciben financiación de ninguna compañía u organización que pueda obtener beneficio de este artículo, y han declarado carecer de vínculos relevantes más allá del cargo académico citado anteriormente.</span></em></p>Estar pegados a una pantalla es una condición casi inesquivable de la vida moderna que dificulta la adecuada lubricación de nuestros ojos. He aquí algunas recomendaciones para que la estrecha relación pantallas-vista sea más amigable.Jacobo García Queiruga, Profesor Interino en el Área de Optometría (OD, MSc, PhD), Universidade de Santiago de CompostelaBelen Sabucedo Villamarín, Investigador predoctoral en Medicina Molecular del GI-2092 en Optometría, Universidade de Santiago de Compostela, Universidade de Santiago de CompostelaLicensed as Creative Commons – attribution, no derivatives.tag:theconversation.com,2011:article/2197302023-12-26T20:39:56Z2023-12-26T20:39:56ZAdultos distraídos con el móvil: su efecto en la conducta infantil y juvenil<figure><img src="https://images.theconversation.com/files/567220/original/file-20231222-25-4wh73q.jpg?ixlib=rb-1.1.0&rect=229%2C28%2C4509%2C3127&q=45&auto=format&w=496&fit=clip" /><figcaption><span class="caption">
</span> <span class="attribution"><a class="source" href="https://www.shutterstock.com/es/image-photo/technology-distracting-family-child-small-parents-1702042216">Just dance/shutterstock</a></span></figcaption></figure><p>Acaban de cenar, se sientan en el sofá y la hija preadolescente le está contando a su madre que ha recibido un mensaje ofensivo en Instagram, quizás es una tontería, pero le ha hecho sentir mal… Sin embargo, su madre está absorta en su propio móvil contestando los <em>whatsapps</em> que no ha podido leer durante el día. La niña se calla y coge su <em>smartphone</em> para mirar Tik Tok… ¿Les suena esta imagen?</p>
<p>El acoso en la red o <em>cyberbullying</em> es una realidad preocupante que afecta, en mayor o menor medida, a <a href="https://www.savethechildren.es/sites/default/files/imce/docs/yo_a_eso_no_juego.pdf">uno de cada tres menores</a> en España. En el mundo, según la OCDE, <a href="https://www.oecd-ilibrary.org/docserver/f60b492b-en.pdf?expires=1703138021&id=id&accname=guest&checksum=7456879A51CFE12118E569351021F726">el 23 % de los estudiantes de Secundaria</a> afirma haber sufrido acoso en internet al menos varias veces al mes. Dada la relevancia que tiene el entorno familiar en su facilitación o prevención, hemos investigado qué papel tiene la supervisión familiar y el propio uso del móvil de los adultos responsables en la aparición de estas conductas. </p>
<p>El <em>phubbing</em> parental es un fenómeno reciente que consiste en estar distraído o distraída con el móvil y no prestar atención a un hijo o hija durante una interacción. La palabra, de uso coloquial en inglés, surge de la suma de snub (ignorar) y phone (teléfono); por lo que en español algunos lo han traducido como “ningufoneo”. </p>
<p>En nuestro análisis, nos hemos centrado en explorar cuál podría ser la relación de esta falta de atención con la aparición de conductas de riesgo en niños, niñas y adolescentes. Además, nos hemos planteado si existían posibles diferencias por género o edad.</p>
<p>Para dar respuesta a estas preguntas, entre otras, realizamos un estudio en Aragón con 1 554 estudiantes de Primaria y Secundaria entre 10 y 18 años mediante la técnica de encuesta. </p>
<h2>Ignorar tiene consecuencias</h2>
<p>Hemos podido confirmar que la supervisión familiar del uso de internet por parte de los menores, y de sus comunicaciones en redes sociales es un factor protector ante el hecho de convertirse en agresor o víctima del ciberacoso. </p>
<p>También que cuando los padres tienden a concentrarse en el móvil mientras comparten tiempo de conversación con los menores hay más posibilidades de que estos incurran en roles de agresor o víctima en sus interacciones en internet.</p>
<p>Uno de cada cuatro de estos estudiantes preguntados reportaban ser ignorados por parte de su padre o de su madre al estar estos mirando su móvil (el 23 % de las chicas y 25 % de los chicos decían que recibían <em>phubbing</em> por parte de su madre, y 28,1 % de las chicas y 28,9 % de los chicos por parte de su padre).</p>
<p>Si separamos los resultados por sexos, encontramos que el <em>phubbing</em> tiene más consecuencias entre los chicos, que son agresores con mayor probabilidad, mientras que la supervisión familiar resulta más efectiva para la prevención de la ciberviolencia en el caso de las chicas.</p>
<h2>Las edades críticas</h2>
<p>En cuanto a la edad, la supervisión parental disminuye mucho en adolescentes a partir de 15 años. Sin embargo, su efecto positivo en esa etapa es similar a los otros grupos de edad, por lo que sería ideal mantener la supervisión. </p>
<p>Por otro lado, aunque el <em>phubbing</em> parental afecta negativamente a todos los grupos de edad, es especialmente preocupante entre los menores de 10 a 12 años a la hora de convertirse en ciberagresores.</p>
<hr>
<p>
<em>
<strong>
Leer más:
<a href="https://theconversation.com/que-nos-define-como-seres-humanos-sobre-bromas-crueles-y-ciberacoso-144515">¿Qué nos define como seres humanos? Sobre bromas crueles y ciberacoso</a>
</strong>
</em>
</p>
<hr>
<h2>Estar presente, supervisar, y no prohibir</h2>
<p>Estos resultados sugieren que la supervisión familiar de los adolescentes en su uso de las redes sociales e internet les ayuda a desenvolverse de forma sana y segura en el mundo virtual. </p>
<p>No se trata, por tanto, de la prohibición del uso de los dispositivos móviles, que los menores pueden considerar como una vulneración de su independencia, sino de una supervisión consciente y constructiva de cómo se usan para prevenir conductas de riesgo, tales como el ciberacoso. Y esta debería ser continuada en el tiempo, dado el efecto positivo que tiene incluso en el grupo de mayor edad.</p>
<hr>
<p>
<em>
<strong>
Leer más:
<a href="https://theconversation.com/adultos-a-la-caza-de-menores-en-internet-cuatro-reglas-basicas-para-no-caer-en-la-trampa-196500">Adultos 'a la caza' de menores en internet: cuatro reglas básicas para no caer en la trampa</a>
</strong>
</em>
</p>
<hr>
<h2>Y dar ejemplo</h2>
<p>Sin embargo, la educación digital proporcionada por la familia no es el único elemento necesario para lograr ese desarrollo personal saludable. La forma en que los padres y madres utilizan sus dispositivos electrónicos actúa como un modelo negativo para niños y adolescentes. Y el hecho de que los hijos puedan percibir que son ignorados cuando sus familiares están utilizando sus teléfonos móviles puede promover aún más marcadamente un “comportamiento de exclusión” que interfiere en las relaciones entre los progenitores y sus hijos, y puede conducir a conductas de riesgo en línea como el ciberacoso. </p>
<p>La prevención del ciberacoso por lo tanto debe incluir la sensibilización de las familias hacia estrategias de parentalidad positiva que incluyan la supervisión y dar un buen ejemplo. </p>
<p>El uso responsable de las redes sociales e internet supone enseñar a nuestros hijos e hijas la importancia del respeto en internet, lo que se conocer como “netiqueta” (acrónimo de <em>net</em> –red, en inglés– y etiqueta, que hace referencia a las normas de conducta socialmente aceptables en internet). </p>
<p>Las reglas de la netiqueta incluyen, entre otras, el respetar la privacidad del otro (no compartir imágenes o datos de otros sin permiso), interactuar con los demás con respeto, verificar siempre las fuentes o ayudar si alguien es acosado. En definitiva, comportarse con los demás en la red como nos gustaría que se comportaran con nosotros. </p>
<p>Pero, además de la netiqueta, enseñar un uso responsable supone también que todos aprendamos una nueva manera de convivir con los móviles en familia. En este nuevo panorama en el que dispositivos y redes sociales ejercen tanta atracción sobre nuestra atención, es importante priorizar la comunicación en persona.</p><img src="https://counter.theconversation.com/content/219730/count.gif" alt="The Conversation" width="1" height="1" />
<p class="fine-print"><em><span>Las personas firmantes no son asalariadas, ni consultoras, ni poseen acciones, ni reciben financiación de ninguna compañía u organización que pueda obtener beneficio de este artículo, y han declarado carecer de vínculos relevantes más allá del cargo académico citado anteriormente.</span></em></p>Más a menudo de lo que nos imaginamos, nos concentramos en la pantalla del móvil más que en quienes están a nuestro lado. En la familia, esto tiene consecuencias.Tatiana Íñiguez Berrozpe, Profesora Titular del área de Sociología, Universidad de ZaragozaAna Cebollero Salinas, Profesora Facultad de Educación Universidad de Zaragoza, Universidad de ZaragozaCarmen Elboj, Full Professor, Universidad de ZaragozaPablo Bautista Alcaine, Profesor Interino, Universidad de ZaragozaLicensed as Creative Commons – attribution, no derivatives.tag:theconversation.com,2011:article/2185312023-12-19T17:44:42Z2023-12-19T17:44:42ZMenores e internet: cómo pueden actuar las familias a la luz de la ciencia<figure><img src="https://images.theconversation.com/files/562940/original/file-20231201-22-vvtlqh.jpg?ixlib=rb-1.1.0&rect=66%2C41%2C5492%2C3642&q=45&auto=format&w=496&fit=clip" /><figcaption><span class="caption">Fabio Principe/Shutterstock</span> </figcaption></figure><p>En los últimos años hemos asistido a una creciente concienciación sobre el uso y abuso de las pantallas por los menores. Ciertos <a href="https://www.losrecursoshumanos.com/the-new-york-times-la-educacion-digital-es-para-los-pobres-y-los-estupidos">medios</a> han difundido la idea de que la tecnología digital debería ser eliminada de la vida de los adolescentes, con iniciativas <a href="https://www.bbc.com/mundo/articles/cldxr742rk0o">legales</a> para desenmascarar su poder adictivo. <a href="https://efe.com/espana/2023-11-30/movil-menores-firmas-congreso/">Otros</a> se han hecho eco de la reclamación de padres que solicitan su prohibición. Y a pesar de la notoriedad mediática, no parece haber un consenso claro sobre este asunto a nivel educativo, sanitario o social.</p>
<p>De todos modos, la tecnología digital no puede ser considerada únicamente como mala o perjudicial. Evidencias publicadas en <a href="https://www.jmir.org/">revistas de primer nivel</a> avalan que la digitalización ha conducido a un importante avance y perfeccionamiento del entorno sanitario. Y tampoco son desdeñables sus beneficios en el <a href="https://www.nature.com/articles/s41562-023-01712-8">ámbito educativo</a>.</p>
<h2>La importancia de escuchar a los expertos</h2>
<p>En este debate es imprescindible escuchar la voz de los investigadores del comportamiento. Son ellos los que deben contrastar empíricamente las teorías existentes sobre este tema, siguiendo una rigurosa metodología. Después, los resultados se transmitirán a la comunidad científica y a la sociedad para que los distintos agentes implicados tomen las medidas pertinentes.</p>
<p>En el <a href="https://iea.ceu.es/">Instituto de Estudio de las Adicciones (IEA-CEU)</a> estamos trabajando en esa línea mediante una iniciativa liderada por el grupo de investigación <a href="https://www.uspceu.com/investigacion/grupos-investigacion/id/psy-tech">Psycho-Technology</a>, perteneciente a la Facultad de Medicina de la Universidad San Pablo CEU (Madrid).</p>
<hr>
<p>
<em>
<strong>
Leer más:
<a href="https://theconversation.com/razones-para-retrasar-el-uso-del-movil-la-perdida-de-la-atencion-217053">Razones para retrasar el uso del móvil: la pérdida de la atención</a>
</strong>
</em>
</p>
<hr>
<p>Basándose en investigaciones propias y otras muchas evidencias científicas, el equipo interdisciplinar de Psycho-Technology puede contribuir a que las familias tengan una visión más certera de la realidad a la que se enfrentan a diario en sus hogares digitalizados. Para ello, se han diseñado talleres de formación y se publicarán guías de ayuda con información práctica y veraz.</p>
<h2>Últimos estudios sobre hogares digitales y estilos de crianza</h2>
<p>He aquí algunos de los más recientes argumentos científicos sobre el papel que pueden desempeñar las familias en este asunto:</p>
<ul>
<li><p>Un <a href="https://www.ncbi.nlm.nih.gov/pmc/articles/PMC10562819/pdf/jba-12-652.pdf">metaanálisis</a> publicado en octubre de 2023 concluye que el estilo parental (o de crianza) era un factor decisivo en el uso de internet por parte de los hijos. Los estilos de crianza más apropiados –los llamados “democráticos”, que establecen límites claros y consecuencias a su trasgresión pero nunca de forma impuesta, sino consensuada– se relacionaban con un menor uso problemático de la red en menores de entre 12 y 19 años.</p></li>
<li><p>Los investigadores también ponían de manifiesto la importancia de los progenitores a la hora de compartir con sus hijos adolescentes los potenciales riesgos del entorno web (por ejemplo, comunicar información personal o acceder a contenidos inapropiados para su edad). Así fomentan que los niños y adolescentes tomen conciencia de dichos riesgos.</p></li>
<li><p>El estudio revelaba así mismo que los estilos parentales más autoritarios o punitivos estaban directamente asociados con un consumo excesivo de internet en los adolescentes. Probablemente, esto obedece a estrategias de compensación o evasión.</p></li>
<li><p>En <a href="https://pubmed.ncbi.nlm.nih.gov/35933287">otro metaanálisis</a> de 2022 se señaló la conveniencia de que los progenitores adapten sus estrategias de crianza según el sexo, la edad y la actividad específica de pantalla –si los menores consumen redes sociales, internet en general o videojuegos–. </p></li>
<li><p>Un <a href="https://www.nature.com/articles/s41562-023-01712-8">amplio estudio</a> publicado el 13 de noviembre de 2023, que revisó los resultados de 217 metaanálisis, ha arrojado resultados reveladores: la clave no está tanto en limitar el tiempo de uso de las pantallas, sino en poner atención al contenido que se consume. Se enfatizó, nuevamente, el papel de los progenitores a la hora de filtrar ese contenido y acompañar a los menores en su visionado, subrayando la peligrosidad de ciertos elementos, como la información facilitada en redes sociales. Y para muestra, un botón: gracias a la <a href="https://efe.com/espana/2023-11-22/chats-menores-pornografia-homofobo-machista/">intervención de una madre</a>, se destapó que miles de menores españoles habían tenido acceso a contenido pornográfico, homófobo y machista sin que ni los progenitores ni los educadores tuviesen constancia de ello.</p></li>
</ul>
<p>El camino que transitan las familias debe ser revisado, sostenido y regulado, porque no cuentan con respuestas claras y accesibles sobre lo que verdaderamente deben hacer, ni sobre cómo ni cuándo hacerlo. Y su papel, como demuestra la ciencia y la propia sociedad, es fundamental.</p>
<h2>En busca del término medio</h2>
<p>Teniendo esto en cuenta, sería conveniente proveer a las familias de unas pautas claras y basadas en la evidencia científica. Y garantizar que dichos protocolos (ya sean <a href="https://www.telemadrid.es/noticias/madrid/Ayuso-anuncia-un-protocolo-pionero-en-Espana-para-prevenir-las-adicciones-a-las-pantallas-de-los-alumnos-0-2617238268--20231121112848.html">regionales</a>, <a href="https://www.incibe.es/incibe/informacion-corporativa/con-quien-trabajamos/proyectos-europeos/sic-spain2">nacionales</a> o <a href="https://www.betterinternetforkids.eu/">europeos</a>) lleguen efectivamente a la sociedad. Porque prohibir el uso del teléfono móvil a los menores de 16 años no va a impedir necesariamente que accedan a este tipo de contenidos por otras vías.</p>
<p>Tal vez sea más recomendable “sembrar” para después “recoger”. Hemos facilitado tecnología de última generación a los menores con escasa o nula supervisión, y ahora muchos se plantean una prohibición férrea. Establecer pautas de educación dirigidas a todos los agentes involucrados en el bienestar de la infancia puede ayudar a encontrar un “término medio” aristotélico. </p>
<hr>
<p>
<em>
<strong>
Leer más:
<a href="https://theconversation.com/el-abuso-del-porno-afecta-seriamente-la-salud-y-dana-el-aprendizaje-afectivo-de-los-jovenes-183302">El abuso del porno afecta seriamente la salud y daña el aprendizaje afectivo de los jóvenes</a>
</strong>
</em>
</p>
<hr>
<p>Un ejemplo es la prohibición del teléfono móvil en los recintos educativos para reducir el ciberacoso. Según algunos <a href="https://www.emerald.com/insight/content/doi/10.1108/AEA-05-2021-0112/full/html#sec006">estudios</a>, la medida ha funcionado. Pero quizás no sea suficiente. Sería además conveniente profundizar en las razones de por qué casi <a href="https://dilotodocontraelbullying.es/wp-content/uploads/2021/04/Presentacio%CC%81n-DiloTodoContraElBullying-2021_Compress2.pdf">un 80 % de los menores</a> afirma haber sido testigo de casos de acoso en sus centros educativos. </p>
<p>Es como si quisiésemos evitar la adicción a la heroína prohibiendo el uso de las jeringuillas. El teléfono móvil o internet no es más que un medio, un canal; el origen se halla en algo mucho más profundo. Quizás habría que hablar, de nuevo, y en más de un contexto, de valores. Podríamos llamarlo “civismo tecnológico”. </p>
<p>Urge que las instituciones competentes garanticen una estrategia común que abarque un plan de educación y difusión basado en argumentos científicos. Este debe ir dirigido a todos los garantes de un óptimo desarrollo de los futuros ciudadanos del siglo XXI: las familias, el entorno educativo y el ámbito sanitario.</p><img src="https://counter.theconversation.com/content/218531/count.gif" alt="The Conversation" width="1" height="1" />
<p class="fine-print"><em><span>Esther Rincón no recibe salario, ni ejerce labores de consultoría, ni posee acciones, ni recibe financiación de ninguna compañía u organización que pueda obtener beneficio de este artículo, y ha declarado carecer de vínculos relevantes más allá del cargo académico citado.</span></em></p>Las investigaciones en la ciencia del comportamiento abogan por un término medio entre la prohibición de las pantallas y la libertad absoluta. En esta estrategia, la supervisión de las familias resulta decisiva.Esther Rincón, Adjunct professor, Universidad CEU San PabloLicensed as Creative Commons – attribution, no derivatives.tag:theconversation.com,2011:article/2170542023-12-18T19:43:43Z2023-12-18T19:43:43ZRazones para retrasar el uso del móvil: la ruptura del proceso de socialización<figure><img src="https://images.theconversation.com/files/566274/original/file-20231218-21-qx13c9.jpg?ixlib=rb-1.1.0&rect=0%2C14%2C4995%2C3295&q=45&auto=format&w=496&fit=clip" /><figcaption><span class="caption">
</span> <span class="attribution"><a class="source" href="https://www.shutterstock.com/es/image-photo/curious-cute-preschool-small-girl-using-1309145011">Fizkes / Shutterstock</a></span></figcaption></figure><p>En anteriores entregas, analizamos por qué conviene retrasar el uso de los móviles y tabletas en menores para evitar que <a href="https://theconversation.com/razones-para-retrasar-el-uso-del-movil-la-perdida-de-la-atencion-217053">pierdan su capacidad de atención</a> y que queden atrapados en mecanismos que están diseñados para <a href="https://theconversation.com/razones-para-retrasar-el-uso-del-movil-proteger-la-salud-mental-217048">generar adicción</a>. </p>
<p>Completamos esta trilogía con un elemento perturbador: el impacto de las nuevas tecnologías utilizadas por los menores en su proceso de socialización, es decir, en el proceso por el que van adquiriendo conocimientos, competencias, destrezas y habilidades para desenvolverse en el mundo adulto. </p>
<h2>La socialización: un camino largo</h2>
<p>El camino a la socialización empieza desde la cuna. Los niños van aprendiendo los usos y costumbres del entorno en el que viven, descubren cómo manejar objetos, mantienen conversaciones, resuelven problemas y solucionan conflictos. </p>
<p>La mayor parte de este aprendizaje procede de los dos agentes fundamentales que participan en su desarrollo: <a href="https://dialnet.unirioja.es/descarga/articulo/5852323.pdf">la familia y la escuela</a>. Pero no son las únicas fuentes de conocimiento a las que se enfrentan los niños y adolescentes. </p>
<p>También tienen la realidad en la que conviven y el contenido que les ofrecen los medios de comunicación. Ese contenido, inabarcable, diverso, sin filtrar, lo tienen a su alcance en cualquier momento, en cualquier lugar, encerrado en un dispositivo que cabe en la palma de su mano. Son las consecuencias del llamado <a href="https://nuevaepoca.revistalatinacs.org/index.php/revista/article/view/32/40">entorno multipantalla</a> que se ha consolidado en prácticamente todos los hogares: por cada miembro de la familia, un móvil. </p>
<h2>Aprendizajes controlados</h2>
<p>¿Por qué es tan importante tener en cuenta el riesgo que entraña esta ventana al mundo que supone la tecnología? En el proceso de crecimiento de los menores que los lleva desde la infancia hasta la vida adulta, unos aprendizajes se producen por ensayo y error, otros por imitación de lo que ven en su entorno, y algunos por las indicaciones dadas por sus adultos de referencia en el hogar o en el centro educativo. </p>
<p>Los menores se mueven en entornos normalmente protegidos y vigilados por adultos que procuran su bien. Funcionan como una suerte de burbuja en la que no aparecen muchos de los problemas que jalonan la vida de los adultos. Eso que en los hogares se llamaba “cosas de mayores”.</p>
<h2>Una entrada paulatina en el mundo adulto</h2>
<p>Esta burbuja protectora no era totalmente estanca antes de la llegada de los móviles. En el mundo analógico, los medios de comunicación, a través de la información y el entretenimiento, funcionaban como válvulas que permitían una entrada controlada de contenidos que, si bien no estaban preparados para los niños, suponían una buena ocasión para que los adultos ayudaran a trasladar el mensaje de qué es lo correcto y lo incorrecto. </p>
<hr>
<p>
<em>
<strong>
Leer más:
<a href="https://theconversation.com/razones-para-retrasar-el-uso-del-movil-proteger-la-salud-mental-217048">Razones para retrasar el uso del móvil: proteger la salud mental</a>
</strong>
</em>
</p>
<hr>
<p>Así funcionaba el tradicional proceso de socialización mediática en un mundo con muy pocas pantallas, previo a la explosión tecnológica. Los niños y adolescentes iban comprendiendo, junto a sus padres, a través de las historias que les llegaban por la televisión y el cine, cómo afrontar diversas situaciones del mundo adulto y cómo desarrollar su pensamiento crítico para estar preparados para la toma de decisiones en situaciones complejas. </p>
<p>Era un proceso paulatino (la entrada de información del exterior no era masiva), controlado (los adultos decidían cuándo se usaba la pantalla y para qué) e interpretado correctamente (padres y profesores pueden indicar qué está bien y qué está mal de eso que aparece en pantalla).</p>
<h2>Sin burbuja protectora</h2>
<p>Con los teléfonos móviles, la burbuja protectora ha saltado por los aires. El proceso de socialización mediática se ha desvirtuado por el inmenso volumen de contenido no descodificado. Niños y adolescentes se enfrentan solos a un torrente de información, sin un adulto que les ayude a comprenderla, puesto que no están a su lado cuando les están llegando los numerosos mensajes que no son capaces de interpretar. </p>
<p>La consecuencia es que los menores, <a href="https://theconversation.com/huerfanos-digitales-diez-riesgos-de-crecer-en-internet-174722">incapaces de determinar una escala de valores clara</a>, dudan constantemente de qué es lo correcto y lo incorrecto, y sustituyen el necesario pensamiento crítico por un peligroso relativismo que tiende a validar la opción más viralizada, la que acumula más “me gusta”, aunque no sea la más justa ni la moralmente adecuada.</p>
<p>Encerrados en su habitación, consumiendo horas y horas de contenido audiovisual sin filtrar, sin contacto con los adultos de referencia que les pueden ayudar a entender lo que están viendo, las redes los bombardean con mensajes audiovisuales sin filtrar. Puede que no sean malos, puede que simplemente no tengan el tono adecuado, quizá abusan del humor y la ironía y no son fáciles de entender. Puede que sean realmente perniciosos, pero ellos no lo saben o, si lo saben, desconocen la trascendencia. </p>
<hr>
<p>
<em>
<strong>
Leer más:
<a href="https://theconversation.com/razones-para-retrasar-el-uso-del-movil-la-perdida-de-la-atencion-217053">Razones para retrasar el uso del móvil: la pérdida de la atención</a>
</strong>
</em>
</p>
<hr>
<p>Sin adultos al lado para interpretarlos, el proceso de socialización mediática se produce incorrectamente. Por eso es tan importante educar en el criterio, para que sepan elegir qué ver y qué no ver, y tengan <a href="https://www.palabra.es/adolescentes-hiperconectados-felices-digital-2206.html">la confianza de preguntar</a>.</p>
<h2>¿A qué edad hay que dar un móvil?</h2>
<p>Si sumamos algunos de los riesgos más peligrosos para los menores, como la <a href="https://theconversation.com/razones-para-retrasar-el-uso-del-movil-proteger-la-salud-mental-217048">salud mental</a>, el peligro de adicción, el problema del <a href="https://theconversation.com/razones-para-retrasar-el-uso-del-movil-la-perdida-de-la-atencion-217053">déficit de atención</a> y la pérdida del proceso de socialización mediática, es evidente el beneficio de retrasar el momento en que les entregamos un teléfono inteligente. </p>
<p>En el seno de cada familia tendrán que plantearse cómo es cada niño, si tiene tendencia a “engancharse” fácilmente a las pantallas, si tiene suficiente sentido crítico, si su voluntad es fuerte y organiza bien su tiempo, si tiene habitualmente a adultos alrededor que le van a ayudar a interpretar el mundo, si mantiene una relación fluida con ellos para preguntar aquello que no ha comprendido, y, sobre todo, si el beneficio que aporta tener el móvil será significativo para el menor. </p>
<p>Pero esto es un debate que daría para otro artículo.</p><img src="https://counter.theconversation.com/content/217054/count.gif" alt="The Conversation" width="1" height="1" />
<p class="fine-print"><em><span>Las personas firmantes no son asalariadas, ni consultoras, ni poseen acciones, ni reciben financiación de ninguna compañía u organización que pueda obtener beneficio de este artículo, y han declarado carecer de vínculos relevantes más allá del cargo académico citado anteriormente.</span></em></p>Los niños no aprenden a socializar solamente a través de su entorno real. Los contenidos digitales son tan abundantes, inmediatos y sin filtros que rompen el proceso natural de comprensión del mundo.María Solano Altaba, Profesora de la Facultad de Humanidades y CC. Comunicación Universidad CEU San Pablo, Universidad CEU San PabloIgnacio Blanco-Alfonso, Catedrático de Periodismo de la Universidad CEU San Pablo (Madrid, España), Universidad CEU San PabloLicensed as Creative Commons – attribution, no derivatives.tag:theconversation.com,2011:article/2180532023-12-14T18:30:21Z2023-12-14T18:30:21ZLa mayoría de los adolescentes no tienen normas para usar el móvil y las necesitan<p>Siete de cada diez niños y adolescentes de entre 10 y 15 años tienen teléfono móvil en España, según los últimos datos del <a href="https://www.ine.es/jaxi/Datos.htm?tpx=55135">Instituto de Estadística español (INE)</a>.
Nuestro reciente <a href="https://journals.sagepub.com/toc/jfia/44/7">estudio</a> muestra que un 60% de ellos no tiene normas en casa para su uso. </p>
<p>Ambas realidades (niños y adolescentes con móvil desde una edad temprana con una ausencia de normas claras en cuanto a su uso) son factores de riesgo para caer en un uso problemático de las pantallas, junto con la presencia de modelos parentales de elevado consumo de pantallas.</p>
<h2>¿Prohibir el móvil hasta los 16 años?</h2>
<p>La iniciativa <a href="https://www.change.org/p/solicitar-al-parlamento-espa%C3%B1ol-que-proh%C3%ADba-uso-de-tel%C3%A9fono-m%C3%B3vil-a-menores-de-16-a%C3%B1os">“Adolescencia sin móviles”</a> está reuniendo a miles de padres y madres en torno a una idea y un objetivo: un “pacto social entre familias” para retrasar la entrega de un móvil a sus hijos. Las familias buscan el apoyo mutuo para tomar una decisión que, en solitario, es prácticamente imposible o les preocupa que condene al niño o niña que no tiene el móvil a cierto ostracismo social. </p>
<hr>
<p>
<em>
<strong>
Leer más:
<a href="https://theconversation.com/razones-para-retrasar-el-uso-del-movil-proteger-la-salud-mental-217048">Razones para retrasar el uso del móvil: proteger la salud mental</a>
</strong>
</em>
</p>
<hr>
<p>Sin embargo, y a pesar de la importancia de la edad de inicio en el uso del móvil, retrasarlo o posponerlo no hace desaparecer el problema principal. Y este es cómo, una vez entregado, nos aseguramos de que los adolescentes lo usan con responsabilidad y moderación.</p>
<p>En este sentido, como padres, madres, educadores, debemos preguntarnos no sólo a qué edad queremos que nuestros hijos empiecen a moverse en el mundo digital, sino sobre todo: ¿estamos preparados a acompañarlos en un uso responsable? ¿Actuamos como modelos de consumo saludables? ¿Estamos dispuestos a hablar sobre redes sociales?</p>
<h2>Las prohibiciones en el cerebro adolescente</h2>
<p>La búsqueda de sensaciones, la baja percepción de riesgo y la falta de autocontrol son rasgos comunes y esperables en la población adolescente. Por ello, es importante acompañarlos en un uso responsable del móvil y de todas sus posibilidades. Determinadas normas son obvias y deben marcarse: pactar límites horarios y momentos de desconexión. Sin embargo, si somos muy autoritarios esto además de discusiones no va a conducirnos al éxito.</p>
<hr>
<p>
<em>
<strong>
Leer más:
<a href="https://theconversation.com/quien-entiende-a-los-adolescentes-187486">¿Quién entiende a los adolescentes?</a>
</strong>
</em>
</p>
<hr>
<p>Así, es mucho más efectivo llegar a acuerdos conjuntos que imponer un decálogo de normas. Se trata de promover una mediación parental activa: supervisar, orientar y acompañar el uso de las tecnologías. Tal y como propone el <a href="https://www.incibe.es/menores/familias/mediacion-parental#:%7E:text=Mediaci%C3%B3n%20activa%3A%20supervisi%C3%B3n%2C%20acompa%C3%B1amiento%20y,menores%20utilicen%20las%20tecnolog%C3%ADas%20digitales.">Instituto Nacional de Ciberseguridad</a>: dar ejemplo al utilizar las nuevas tecnologías, hablarles sobre los riesgos reales de internet e interesarnos sobre su comportamiento online son actitudes educativas que requieren ser parte activa de su desarrollo. </p>
<h2>Asumir responsabilidades y acompañar</h2>
<p>El miedo a lo desconocido provoca una respuesta primitiva de evitación y huida.
El desconocimiento de determinadas redes y del funcionamiento de ciertas aplicaciones digitales hace que hablar de tecnologías sea un tema tabú entre padres, madres e hijos. Muchas veces, se prohíbe por miedo a lo desconocido. En este sentido, es importante asumir responsabilidades y afrontar la nueva realidad digital como un reto y no como un problema.</p>
<p>En internet también somos padres y madres, y por ello es importante acordar con nuestros hijos un acompañamiento en el que decidamos qué tipo de supervisión haremos. Es importante evitar el acceso ilimitado sin olvidar que es necesario también respetar su intimidad. Algunos consejos podrían ser:</p>
<ol>
<li><p><strong>Interesarnos por qué hacen y a qué contenidos acceden.</strong> Desde la confianza es más fácil que nos expliquen posibles problemáticas y que podamos detectar si hay presencia de determinados contenidos o comportamientos inadecuados como interacciones con desconocidos. Será muy importante mostrarnos receptivos y no juzgar.</p></li>
<li><p><strong>Regular el uso del móvil creando un contrato familiar de uso de pantallas.</strong> Es importante implicar a los adolescentes en la creación de límites ya que de esta manera es más probable que las cumplan. Se recomienda negociar las normas: podemos flexibilizar el uso para que sientan que pueden seguir con la interacción social y, a la vez, definir límites horarios claros de uso.</p></li>
<li><p><strong>La ansiedad que puede generar el miedo a no estar disponible, conocido como FOMO (de las siglas Fear Of Missing Out en inglés: miedo a perderse algo) puede gestionarse ayudándolos a darse cuenta de cómo pueden disfrutar de espacios libres de pantallas.</strong> Realizar las comidas sin pantallas y disfrutar de una conversación, o bien dar un paseo sin compañía del móvil y prestar atención a los elementos del entorno, pueden ser ejemplos de una “dieta digital” sana. </p></li>
<li><p><strong>Predicar con el ejemplo.</strong> Los adolescentes que perciben a sus padres como elevados consumidores digitales tienen más riesgo de practicar también consumos elevados. Por ello, convertirnos en modelos de uso responsable puede ser un factor de protección. No debemos olvidar que somos los principales referentes y actuamos de modelos para nuestros hijos. </p></li>
</ol>
<p>El hecho de que hayan nacido con un móvil bajo el brazo no es sinónimo de que sean competentes a nivel digital. Recae sobre los adultos una educación en valores tanto en el mundo terrenal como en el digital. Por ello, en el mundo digital también es necesario cuidar la privacidad y respetar el derecho a la intimidad y los límites de la libertad de expresión. También, será necesario educar y promover el pensamiento crítico: para que detecten informaciones falsas, discursos de odio y los contenidos que pueden perjudicarlos.</p>
<h2>Comunicación y más comunicación</h2>
<p>La comunicación es la base de la confianza. De la misma manera que es necesario que se pacten normas de uso, también lo es abrir el canal de comunicación con nuestros hijos sobre el uso de las tecnologías y las redes sociales. </p>
<p>Interesémonos por conocer sus gustos y sus inquietudes. Mantengamos siempre las vías de comunicación abiertas, generemos espacios de confianza y acompañémosles en esta etapa de descubrimiento digital.</p><img src="https://counter.theconversation.com/content/218053/count.gif" alt="The Conversation" width="1" height="1" />
<p class="fine-print"><em><span>Maria de las Mercedes Martín Perpiñá no recibe salario, ni ejerce labores de consultoría, ni posee acciones, ni recibe financiación de ninguna compañía u organización que pueda obtener beneficio de este artículo, y ha declarado carecer de vínculos relevantes más allá del cargo académico citado.</span></em></p>En internet también somos padres y madres: acordar con nuestros hijos qué tipo de supervisión haremos, evitar el acceso ilimitado a las redes e internet y respetar su intimidad son las claves.Maria de las Mercedes Martín Perpiñá, Profesora Ámbito Personalidad, Evaluación y Tratamiento Psicológico , UOC - Universitat Oberta de CatalunyaLicensed as Creative Commons – attribution, no derivatives.tag:theconversation.com,2011:article/2131572023-12-11T20:14:49Z2023-12-11T20:14:49ZLos adolescentes no duermen lo suficiente, y estas son las consecuencias<figure><img src="https://images.theconversation.com/files/564835/original/file-20231211-15-epo8oe.jpg?ixlib=rb-1.1.0&rect=38%2C31%2C4195%2C2792&q=45&auto=format&w=496&fit=clip" /><figcaption><span class="caption">
</span> <span class="attribution"><a class="source" href="https://www.shutterstock.com/es/image-photo/depressed-teenager-browsing-internet-on-his-1239771991">mooremedia/Shutterstock</a></span></figcaption></figure><blockquote>
<p>Cumplió don Quijote con la naturaleza durmiendo el primer sueño, sin dar lugar al segundo; bien al revés de Sancho, que nunca tuvo segundo, porque le duraba el sueño desde la noche hasta la mañana, en que se mostraba su buena complexión y pocos cuidados. Los de don Quijote le desvelaron de manera que despertó a Sancho…</p>
</blockquote>
<p>Este fragmento del Quijote pone de manifiesto que en el siglo XVII el sueño era bifásico, es decir, se dividía en dos fases separadas por un periodo de vigilia.</p>
<p>La primera parte ocurría entre las diez de la noche y la una de la madrugada. Luego le seguía un paréntesis de vigilia (conocido como “reloj”), con aproximadamente tres horas de duración. La segunda etapa era el sueño mañanero, que se prolongaba otras cuatro horas.</p>
<figure class="align-right zoomable">
<a href="https://images.theconversation.com/files/562985/original/file-20231201-21-4uysi5.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=1000&fit=clip"><img alt="" src="https://images.theconversation.com/files/562985/original/file-20231201-21-4uysi5.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=237&fit=clip" srcset="https://images.theconversation.com/files/562985/original/file-20231201-21-4uysi5.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=600&h=750&fit=crop&dpr=1 600w, https://images.theconversation.com/files/562985/original/file-20231201-21-4uysi5.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=30&auto=format&w=600&h=750&fit=crop&dpr=2 1200w, https://images.theconversation.com/files/562985/original/file-20231201-21-4uysi5.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=15&auto=format&w=600&h=750&fit=crop&dpr=3 1800w, https://images.theconversation.com/files/562985/original/file-20231201-21-4uysi5.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=754&h=943&fit=crop&dpr=1 754w, https://images.theconversation.com/files/562985/original/file-20231201-21-4uysi5.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=30&auto=format&w=754&h=943&fit=crop&dpr=2 1508w, https://images.theconversation.com/files/562985/original/file-20231201-21-4uysi5.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=15&auto=format&w=754&h=943&fit=crop&dpr=3 2262w" sizes="(min-width: 1466px) 754px, (max-width: 599px) 100vw, (min-width: 600px) 600px, 237px"></a>
<figcaption>
<span class="caption">Ilustración del Quijote de Luis Tasso (siglo XIX).</span>
<span class="attribution"><a class="source" href="https://www.flickr.com/people/37667416@N04">Fondo Antiguo de la Biblioteca de la Universidad de Sevilla</a>, <a class="license" href="http://creativecommons.org/licenses/by/4.0/">CC BY</a></span>
</figcaption>
</figure>
<p>La fase de vigilia era muy útil: la gente la dedicaba a tareas ordinarias, como echar leña al fuego, tomar remedios u orinar. Para los campesinos, despertarse significaba volver al trabajo, ya fuera para vigilar a los animales de la granja o realizar tareas domésticas. También era un tiempo de oración, filosofía, socialización y sexo. </p>
<p>El sueño bifásico llegó a ser marginal en el núcleo urbanizado e iluminado del noroeste de Europa en el siglo XVIII, pasando a ser monofásico y con un retraso en la hora de dormir. </p>
<p><a href="https://es.wikipedia.org/wiki/Thomas_Alva_Edison">Thomas Alva Edison</a>, considerado el padre de la bombilla eléctrica (inventada en 1879), opinaba que el sueño “es un vestigio de nuestro pasado cavernícola”. Quizá por ello no sorprende que el desprestigio del descanso nocturno se iniciara con el descubrimiento de la luz eléctrica, que permitió iluminar la noche. Y los adolescentes fueron, probablemente, los más perjudicados. </p>
<h2>Cambios que alteran el descanso nocturno</h2>
<p>Durante la adolescencia, las personas vivimos un tiempo de independencia y de emergencia de nuevos papeles sociales. Todo ello provoca cambios en la conducta, y el sueño no es una excepción. </p>
<p>La principal modificación en la fisiología del sueño en esta etapa de la vida <a href="https://pubmed.ncbi.nlm.nih.gov/27531236/">es un retraso en el tiempo del reloj circadiano</a>, situado en el hipotálamo y encargado de sincronizar ritmos como el propio sueño, la temperatura corporal, la alimentación o la actividad física. Eso conduce a un retraso en la hora de conciliar el sueño.</p>
<p>Para colmo, también se produce más tolerancia a la presión homeostática de sueño, o sea, una mayor resistencia a la privación de este. </p>
<p>Como consecuencia de todo esto, la hora de ir a dormir es cada vez más tardía, mientras que la de despertarse cambia poco, ya que está determinada por el inicio de las clases. Esta circunstancia hace que el promedio del sueño en los adolescentes descienda drásticamente.</p>
<h2>El sueño, escultor del cerebro</h2>
<p>Y no es algo baladí, ya que el descanso nocturno contribuye a esculpir su cerebro. Sabemos que durante la adolescencia disminuye el sueño lento profundo (fase N3 de sueño no REM), debido a la reducción del volumen de la sustancia gris cerebral. Por contra, se incrementa el volumen de la sustancia blanca, es decir, las conexiones que se establecen dentro del cerebro y fuera de él. </p>
<p>También <a href="https://pubmed.ncbi.nlm.nih.gov/25506322/">existe una correlación</a> entre el cociente intelectual y la amplitud y densidad de los denominados husos de sueño (<em>spindles</em>), característicos del sueño lento superficial (fase N2 de sueño no REM) y que se expresan mucho más intensamente en la adolescencia que en la niñez.</p>
<p>No es de extrañar, pues, que el sueño insuficiente <a href="https://pubmed.ncbi.nlm.nih.gov/15015676/">impacte en el estado de ánimo de los adolescentes</a>, aumentando los síntomas depresivos, la ansiedad y la reactividad emocional. De hecho, <a href="https://pubmed.ncbi.nlm.nih.gov/37029099/">el sueño se encuentra alterado</a> en el 95 % de los trastornos psiquiátricos, como depresión, TDAH, trastorno por control de impulsos, ansiedad y trastorno bipolar.</p>
<p>Además, se ha visto que su privación <a href="https://www.researchgate.net/publication/260760446_The_behavioral_and_health_consequences_of_sleep_deprivation_among_US_high_school_students_Relative_deprivation_matters">incrementa las conductas nocivas entre los estudiantes de instituto</a>: conducción bajo los efectos del alcohol, peleas, ideación o intento de suicidio, consumo de tabaco, alcohol y marihuana y conducta sexual arriesgada. Y por si fuera poco, favorece la obesidad.</p>
<h2>Pantallas electrónicas: el impacto de la luz azul</h2>
<p>La era digital que nos ha tocado vivir no contribuye precisamente a solucionar el problema. Tabletas, ordenadores o móviles emiten una luz azul enriquecida que bloquea la secreción de <a href="https://theconversation.com/es/topics/melatonina-79222">melatonina</a>, hormona clave para inducir sueño y sincronizar los ritmos circadianos. </p>
<p>La Academia Americana de Pediatría recomienda que los menores se expongan a este tipo de pantallas <a href="https://www.scientificamerican.com/article/pediatricians-no-more-than-2-hour-screen-time-kids/">menos de dos horas al día</a>. Está claro que no se cumple en casi ningún país del mundo.</p>
<hr>
<p>
<em>
<strong>
Leer más:
<a href="https://theconversation.com/la-siesta-instrucciones-de-uso-196883">La siesta: instrucciones de uso</a>
</strong>
</em>
</p>
<hr>
<p>Los efectos nocivos de estos dispositivos en el sueño del adolescente <a href="https://pubmed.ncbi.nlm.nih.gov/28487255/">han sido publicados ampliamente</a>. No obstante, el retraso de fase característico de este rango de edad, con hora de dormir y de despertarse por la mañana más tardías, no parece depender de una mayor sensibilidad a la luz por la noche, sino del retardo en el tiempo de su reloj circadiano.</p>
<p>Es <a href="https://pubmed.ncbi.nlm.nih.gov/29499467/">un círculo vicioso</a>: a menor duración del sueño, mayor exposición a pantallas el día después por culpa de la fatiga creciente, que aboca a la conducta sedentaria. Y por otro lado, disminuye el tiempo de actividad física, beneficiosa para el sueño.</p>
<p>En conclusión, el sueño es fundamental en la maduración cerebral de los adolescentes y desempeña un papel clave para apoyar su bienestar mental y sus funciones cognitivas. Intervenciones en salud pública como retrasar una hora el inicio de las clases mejoraría su atención en el aula, provocaría menos retrasos y, en definitiva, reduciría la tasa de fracaso escolar.</p><img src="https://counter.theconversation.com/content/213157/count.gif" alt="The Conversation" width="1" height="1" />
<p class="fine-print"><em><span>Juan José Ortega Albas no recibe salario, ni ejerce labores de consultoría, ni posee acciones, ni recibe financiación de ninguna compañía u organización que pueda obtener beneficio de este artículo, y ha declarado carecer de vínculos relevantes más allá del cargo académico citado.</span></em></p>La adolescencia es una etapa clave para el desarrollo del cerebro, que necesita sus horas de sueño para moldearse adecuadamente. El uso excesivo de pantallas agrava la alteración de ese descanso nocturno.Juan José Ortega Albas, Somnólogo, FisabioLicensed as Creative Commons – attribution, no derivatives.tag:theconversation.com,2011:article/2173822023-12-04T21:57:21Z2023-12-04T21:57:21ZSí hay relación entre el uso de pantallas y el autismo, pero no es la que pensábamos<p>En los tiempos que corren, la adicción a la tecnología en la infancia y la adolescencia se ha convertido en un problema muy común, con consecuencias negativas que afectan no solo al bienestar físico, sino también al psicológico y social de los jóvenes.</p>
<p>La adicción a la tecnología en la infancia se manifiesta como un patrón de comportamiento compulsivo que surge cuando los niños y niñas no pueden controlar el uso de los dispositivos electrónicos. Experimentan una necesidad constante de estar en línea, jugar a videojuegos o ver televisión que llega a interferir con sus responsabilidades escolares, familiares y sociales.</p>
<h2>¿Qué nos dice la ciencia?</h2>
<p>El paradigma tradicional ha sostenido que el tiempo prolongado frente a las pantallas puede representar un factor de riesgo para el <a href="https://scielo.isciii.es/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S0211-57352007000200006">desarrollo del trastorno del espectro autista (TEA)</a>. </p>
<p>Uno de los <a href="https://jamanetwork.com/journals/jamapediatrics/fullarticle/2788488">últimos trabajos en este sentido</a> contó con la participación de más de 84 000 madres e hijos. En él se examinaron datos recopilados mediante cuestionarios que midieron el tiempo de exposición a las pantallas y la presencia de TEA a los tres años. Los resultados de esta investigación indicaron la existencia de una relación significativa entre el tiempo prolongado de exposición a pantallas y una mayor probabilidad de diagnóstico de TEA a los tres años de edad. Esta prevalencia fue mayor en niños en comparación con las niñas. </p>
<p>Del mismo modo, en <a href="https://nortonchildrens.com/news/autism-and-screen-time/">otro estudio que investigó</a> la conexión entre el autismo y el tiempo de exposición a pantallas se detectó un impacto negativo de su uso excesivo en el desarrollo infantil. Según concluía Gregory N. Barnes, director del Centro de Autismo de Norton Children, el exceso de tiempo frente a pantallas afecta al habla, al bienestar físico y al desarrollo emocional de los niños. Además de que al reducir las oportunidades de juego e interacción, perjudica la adquisición del lenguaje oral.</p>
<p>Por su parte, la <a href="https://nortonchildrens.com/news/autism-and-screen-time/">Academia Americana de Pediatría</a> recomienda limitar el tiempo de pantalla para menores de 5 años a una hora diaria. Y, entre otros argumentos, asegura que la exposición excesiva a las pantallas impacta negativamente en las habilidades sociales y del lenguaje en las personas con TEA.</p>
<h2>No es una causa sino un indicador temprano</h2>
<p>Recientemente, otra investigación nipona, liderada por la Escuela de Medicina de la Universidad de Nagoya, ha identificado la existencia de una <a href="https://www.sciencedirect.com/science/article/pii/S0165178123003451">relación significativa entre el tiempo de exposición a pantallas y la predisposición genética al TEA</a>. Pero no es exactamente la que pensábamos: los investigadores concluyen que lo que realmente ocurre es que los niños con una predisposición genética más acentuada al TEA tienden a utilizar dispositivos durante períodos más extensos desde etapas muy tempranas. Dicho de otro modo, la predisposición genética al autismo se acompañaría de una tendencia a abusar a las pantallas.</p>
<p>Para llegar a estas conclusiones, se realizó un exhaustivo análisis de 6,5 millones de polimorfismos en el ADN de 437 niños. Este estudio permitió a los investigadores evaluar la susceptibilidad genética al TEA para crear un índice de riesgo genético denominado “puntuación de riesgo poligénico”. Este índice se comparó con el tiempo de uso de dispositivos electrónicos en niños de diferentes edades: 18, 32 y 40 meses.</p>
<p>Según Nagahide Takahashi, de la Universidad de Nagoya, el 27.9% de los niños genéticamente susceptibles al diagnóstico de TEA fueron propensos a exponerse menos de 1 hora diaria. El 39,3% de los participantes tendían a tener una exposición a las pantallas con intervalos de tiempo entre 1 y 4 horas. Y en el 32,8% se observó predisposición para el uso de las pantallas más de 4 horas diarias.</p>
<p>En comparación con la población general, aquellos con riesgo genético de TEA tenían 1,5 veces más probabilidades de pertenecer al grupo con unas tres horas de pantalla al día, y 2,1 veces más probabilidades de estar en el grupo que pasaba más de cuatro horas frente a la pantalla.</p>
<h2>¿Qué fue primero, el huevo o la gallina?</h2>
<p>Contrariamente a la percepción convencional de que el tiempo prolongado frente a las pantallas puede ser un factor de riesgo directo para el desarrollo del autismo, el nuevo estudio sugiere que el tiempo de pantalla no actúa necesariamente como una causa directa, sino más bien como un indicador temprano del TEA. Es decir, las personas con TEA, <a href="https://www.who.int/es/news-room/fact-sheets/detail/autism-spectrum-disorders">caracterizadas por un mayor interés en objetos que en interacciones sociales</a>, pueden sentirse naturalmente atraídas por dispositivos con pantallas. </p>
<p>Este enfoque es esencial para evitar conclusiones simplistas que no reflejan la complejidad de esta condición. No obstante, se necesita aumentar el número de estudios para entender y abordar todos los matices existentes entre el tiempo que pasan nuestros hijos delante de una pantalla y la posible existencia de TEA, ya que su relación no está lo suficientemente clara.</p>
<p>Comprender la interrelación entre la genética y el entorno digital <a href="https://www.scielo.org.mx/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S0026-17422022000100007">no solo es relevante desde el punto de vista científico</a>: también puede fomentar una conexión más profunda y una comunicación más efectiva por parte de los padres y cuidadores de niños con TEA. Y ayudarnos a todos a abordar con tino los desafíos únicos que enfrentan estos niños y adolescentes en la era digital.</p><img src="https://counter.theconversation.com/content/217382/count.gif" alt="The Conversation" width="1" height="1" />
<p class="fine-print"><em><span>Las personas firmantes no son asalariadas, ni consultoras, ni poseen acciones, ni reciben financiación de ninguna compañía u organización que pueda obtener beneficio de este artículo, y han declarado carecer de vínculos relevantes más allá del cargo académico citado anteriormente.</span></em></p>Una nueva investigación revela que los niños con una predisposición genética más acentuada al TEA tienden a utilizar dispositivos durante períodos más extensos desde etapas muy tempranas.Alejandro Cano Villagrasa, Coordinador de Título del Grado en Logopedia, Universidad Internacional de ValenciaNadia Porcar Gozalbo, Profesional Docente Investigador, Universidad Internacional de ValenciaLicensed as Creative Commons – attribution, no derivatives.tag:theconversation.com,2011:article/2135062023-10-25T20:07:00Z2023-10-25T20:07:00ZLa ‘generación pandemia’ comienza la escuela: a qué debemos estar atentos<figure><img src="https://images.theconversation.com/files/555560/original/file-20231024-21-1zfghi.jpg?ixlib=rb-1.1.0&rect=0%2C0%2C6548%2C4184&q=45&auto=format&w=496&fit=clip" /><figcaption><span class="caption">
</span> <span class="attribution"><a class="source" href="https://www.shutterstock.com/es/image-photo/young-father-taking-his-child-school-1097662502">New Africa/Shutterstock</a></span></figcaption></figure><p>La vuelta al cole de septiembre del 2020, y el curso 2020–2021, estuvieron marcados por los termómetros, las mascarillas, los grupos burbuja, medidas estrictas para las entradas y las salidas, recorridos marcados dentro de los centros educativos, ausencia de salidas y excursiones, y distancias de seguridad en todo y para todo. </p>
<p>Una situación que, aunque fue algo más tranquila el curso 2021–2022, <a href="https://theconversation.com/el-enorme-esfuerzo-de-dar-y-recibir-clases-con-mascarilla-ha-marcado-el-curso-escolar-163065">supuso un gran esfuerzo</a> para toda la comunidad educativa. </p>
<p>Han pasado ya (o sólo) tres años, y parece que el nuevo curso iniciado en septiembre se asemeja a los anteriores a la pandemia. Pero hay algo diferente: inicia su escolarización la “generación pandemia”, los niños y niñas nacidos durante el confinamiento. </p>
<h2>Cómo ha afectado a los más pequeños</h2>
<p>Hemos podido observar a lo largo de estos años cómo la pandemia y, sobre todo, su gestión han condicionado el aprendizaje de los alumnos, independientemente de su edad y estudios. El observatorio de los derechos humanos (<a href="https://www.hrw.org/es/news/2021/05/16/el-grave-impacto-de-la-pandemia-en-la-educacion-mundial">Human Rights Watch</a>) ya recogió en 2021 el impacto mundial que podía tener la pandemia en la educación. </p>
<p>Aunque ahora parece que la situación está normalizada, no debemos olvidar que un solo año en la vida de los niños más pequeños es mucho. Y esto se observa de manera especial en el curso que arranca este año. </p>
<p>Cuando nacieron los niños y niñas que en 2023 tienen 3 años, lo hicieron en una situación no sólo de pandemia, sino de un confinamiento extremo que supuso un gran aislamiento de los demás. </p>
<p>Cierto que permitió que, en la mayoría de casos, los primeros meses de crianza fueran de un acompañamiento más intenso que el que permite una baja de maternidad o paternidad. Pero también supuso que el contacto con otros familiares y amigos se produjera a través de unas pantallas y una conexión a internet. </p>
<p>Aparte del imprescindible contacto con sus padres y madres, no hubo miradas, interacciones, roces, caricias, el sabor salado del llanto, la vibración de la sonrisa y las voces, ni contacto con otros cuerpos, más allá del que ofrecían las pantallas. </p>
<p>Para colmo, en las guarderías y educación infantil se observaba ya desde hacía unos años un retraso globalizado en la adquisición del habla y en todos aquellos aspectos vinculados con la comunicación, como corrobora un <a href="https://www.ncbi.nlm.nih.gov/pmc/articles/PMC10295008/">estudio sobre los efectos de la pandemia sobre el desarrollo del lenguaje en los dos primeros años de vida</a>. La <a href="https://dialnet.unirioja.es/servlet/articulo?codigo=6224936">creciente falta de autonomía de los niños y niñas</a> empezaba a ser preocupante. Y se empezó a insistir en la necesidad de crear espacios compartidos entre el adulto y el niño. De pasar tiempo juntos.</p>
<h2>El apego y otros hitos</h2>
<p>La construcción del apego, alrededor de los 7 meses, es un hito importantísimo en el desarrollo de cualquier ser humano. Ese momento en el que el bebé llora cuando se separa de sus adultos de referencia es necesario para el correcto desarrollo, y se regula cuando comprende que no es abandonado, que el adulto volverá. </p>
<p>Un apego desorganizado es una de las causas de un mal funcionamiento posterior del niño con la sociedad. Durante la pandemia los padres pudieron compartir más tiempo en el mismo espacio físico que sus hijos: pero esto no garantiza que existiera la interacción necesaria con los niños para el desarrollo de este vínculo de forma segura y positiva; sobre todo cuando hubo que compaginar trabajo remoto, estrés y preocupación por otros familiares o la situación en general. </p>
<p>El estar juntos no asegura el vínculo si este “estar” se delega a un objeto como un ordenador, móvil o tableta. Y la generación pandemia nació, precisamente, en un momento en el que la invasión de la pantalla como sustituto del vínculo a las personas se estaba gestando. </p>
<p>No hay que olvidar tampoco que quien proporciona el contenido audiovisual y facilita su acceso en un inicio siempre es el adulto. Es importante ser conscientes de la responsabilidad que implica. </p>
<h2>Recuperar la conversación</h2>
<p>¿Estamos diciendo entonces que el acceso a las pantallas es dañino en sí mismo? No. Pero debemos tener en cuenta a <a href="https://www.mspbs.gov.py/portal/27094/oms-recomienda-evitar-exponer-a-nintildeos-menores-de-dos-antildeos-de-vida-a-pantallas.html">qué edades</a> se usan y cuáles son <a href="https://www.who.int/es/news/item/24-04-2019-to-grow-up-healthy-children-need-to-sit-less-and-play-more">las recomendaciones de la Organización Mundial de la Salud</a>] a este respecto. Para niños menores de 2 años nada de exposición a las pantallas; de 2 a 4 años, propone que el tiempo dedicado a actividades sedentarias frente a una pantalla no exceda de una hora, y a partir de los 5 años no pasar de las dos horas. </p>
<p>El niño, y después el adolescente, precisa de presencia acompañada de atención. La pandemia arrasó con todo en el 2020 y ha dejado <a href="https://espanol.cdc.gov/coronavirus/2019-ncov/long-term-effects/index.html">innumerables secuelas en muchas personas</a>. Pero una de ellas es corregible, “curable”: recuperar el tiempo dedicado a la conversación.</p>
<p>La pantalla y su uso durante la pandemia permitió el acceso a la información, acercó distancias y personas, y se adaptaron a las necesidades individuales, aliviando la situación de confinamiento… Pero requiere de la mediación de un adulto que intervenga en las interacciones del niño o niña con ella. </p>
<p>La realidad de los más pequeños se ha vuelto simultáneamente <a href="https://www.casadellibro.com/libro-el-mundo-pos-covid-entre-la-presencia-y-lo-virtual/9788418273193/12173225">física y virtual</a> y
<a href="https://theconversation.com/como-afectan-las-pantallas-a-la-construccion-de-la-identidad-de-los-menores-186942">necesitan de manera imperiosa</a> que los adultos expliquen, hablen, presten atención, interpreten lo que ellos ven… Mirar pantallas no debería ser una actividad solitaria.</p>
<h2>Alerta y prevención</h2>
<p>La generación pandemia y sus predecesoras (actualmente con dos y tres años) requieren de ayuda especial para poder superar unas dificultades contextuales que les sobrevinieron. La escolarización en la pequeña infancia, a partir de los dos años, les ayuda a conseguir crecer autónomos en compañía y en convivencia con los demás. </p>
<p>Todo nos invita a estar alerta con esta nueva generación. Una alerta que nos mueva a la prevención, al refuerzo de aquellos aspectos que fomenten la autonomía, la intención comunicativa, el lenguaje y el completo e integral desarrollo de futuros adolescentes que serán adultos. </p>
<p>Ser conscientes de las dificultades contextuales con las que se han incorporado al mundo es crucial para acompañarles en su crecimiento.</p><img src="https://counter.theconversation.com/content/213506/count.gif" alt="The Conversation" width="1" height="1" />
<p class="fine-print"><em><span>Sylvie Pérez Lima no recibe salario, ni ejerce labores de consultoría, ni posee acciones, ni recibe financiación de ninguna compañía u organización que pueda obtener beneficio de este artículo, y ha declarado carecer de vínculos relevantes más allá del cargo académico citado.</span></em></p>Los niños que nacieron durante la pandemia o que eran muy pequeños cuando estuvimso confinados pueden sufrir retraso en el desarrollo del lenguaje y un desorden en la construcción del apego.Sylvie Pérez Lima, Psicopedagoga. COPC 29739. Profesora y tutora de los Estudios de Psicología y Educación de la UOC., UOC - Universitat Oberta de CatalunyaLicensed as Creative Commons – attribution, no derivatives.tag:theconversation.com,2011:article/2119222023-09-10T21:53:19Z2023-09-10T21:53:19ZLo que el teclado se llevó: ¿qué hemos perdido al dejar de escribir a mano?<figure><img src="https://images.theconversation.com/files/547369/original/file-20230910-152774-othbu7.jpg?ixlib=rb-1.1.0&rect=101%2C93%2C5106%2C3373&q=45&auto=format&w=496&fit=clip" /><figcaption><span class="caption">
</span> <span class="attribution"><a class="source" href="https://www.shutterstock.com/es/image-photo/girls-hands-pen-writing-on-notebook-435712027">Ivan Kruk/Shutterstock</a></span></figcaption></figure><p>A principios 1882, el filósofo Friedrich Nietzsche recibió una máquina denominada “esfera de escribir Mallin-Hansen”, un ingenioso artefacto con teclas. La visión del pensador había ido empeorando hasta imposibilitarle la escritura manual. En marzo de ese mismo año pudo continuar escribiendo, ahora con un nuevo instrumento. </p>
<p>Su amigo, el compositor Heinrich Köselitz, hizo notar cierto cambio de estilo en sus textos a partir de ese momento. Su prosa se había vuelto más escueta y telegráfica. Al parecer, <a href="https://psycnet.apa.org/record/2011-11288-000">también se vieron afectados algunos contenidos de su filosofía</a>.</p>
<figure class="align-center ">
<img alt="Esfera de escribir de Mallin-Hansen, como la utilizada por F. Nietzsche tras su pérdida de visión. El teclado tiene forma ovalada y el rollo que sujeta el papel se coloca debajo." src="https://images.theconversation.com/files/545950/original/file-20230901-19-tifmah.jpg?ixlib=rb-1.1.0&rect=5%2C20%2C3391%2C2261&q=45&auto=format&w=754&fit=clip" srcset="https://images.theconversation.com/files/545950/original/file-20230901-19-tifmah.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=600&h=404&fit=crop&dpr=1 600w, https://images.theconversation.com/files/545950/original/file-20230901-19-tifmah.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=30&auto=format&w=600&h=404&fit=crop&dpr=2 1200w, https://images.theconversation.com/files/545950/original/file-20230901-19-tifmah.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=15&auto=format&w=600&h=404&fit=crop&dpr=3 1800w, https://images.theconversation.com/files/545950/original/file-20230901-19-tifmah.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=754&h=507&fit=crop&dpr=1 754w, https://images.theconversation.com/files/545950/original/file-20230901-19-tifmah.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=30&auto=format&w=754&h=507&fit=crop&dpr=2 1508w, https://images.theconversation.com/files/545950/original/file-20230901-19-tifmah.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=15&auto=format&w=754&h=507&fit=crop&dpr=3 2262w" sizes="(min-width: 1466px) 754px, (max-width: 599px) 100vw, (min-width: 600px) 600px, 237px">
<figcaption>
<span class="caption">Esfera de escribir de Mallin-Hansen, como la utilizada por F. Nietzsche tras su pérdida de visión.</span>
<span class="attribution"><a class="source" href="https://commons.wikimedia.org/wiki/File:Writing_ball,_Rasmus_Malling-Hansen,_1870s,_TM8438,_view_2_-_Tekniska_museet_-_Stockholm,_Sweden_-_DSC01586.JPG">Wikicommons Media /Tekniska museet, Estocolmo, Suecia.</a>, <a class="license" href="http://creativecommons.org/licenses/by-sa/4.0/">CC BY-SA</a></span>
</figcaption>
</figure>
<h2>Cognición corporeizada</h2>
<p>Ese hecho, que nos hace evocar la expresión: “<a href="https://doi.org/10.4324/9781315512211">el medio es el mensaje</a>”, podría encontrar su explicación en las nuevas teorías de la cognición corporeizada (<a href="https://doi.org/10.3758/BF03196322"><em>embodied cognition</em></a>). La ciencia cognitiva moderna nos indica que los aspectos motores y sensoriales de nuestra conducta tienen consecuencias más allá de lo sospechado. </p>
<p>Nuestra mente no es un mundo de ideas incorpóreas. Es necesario tener en cuenta nuestro cuerpo y nuestras sensaciones para explicar fenómenos que, de otro modo, resultan inexplicables. </p>
<p>En <a href="https://www.jstor.org/stable/40064064">un estudio</a> realizado hace un par de décadas se presentaron palabras que podían tener un contenido positivo (i.e. “pastel”) o negativo (i.e. “basura”). Los participantes debían indicar si la palabra era “buena” o “mala” moviendo un <em>joystick</em>. A la mitad de la muestra se le dijo que “bueno” se indicaba moviendo la palanca hacia su cuerpo y a la otra mitad, que “bueno” se indicaba con un movimiento de alejamiento. </p>
<p>La respuesta “malo” para cada mitad se estableció con el movimiento contrario a la respuesta “bueno”. Se observó un fenómeno de compatibilidad significado-movimiento: las respuestas más rápidas se producían en los casos compatibles, en los que “bueno” se contestaba acercando la palanca y “malo” alejándola. </p>
<p>Esta participación del cuerpo y las sensaciones físicas en los procesos mentales explica que la escritura manual facilite el aprendizaje de letras y palabras, frente a otros tipos de escritura, como la que usa un teclado, según los resultados de varios estudios que explicamos a continuación.</p>
<h2>Capacidad de recordar</h2>
<p>Por ejemplo, <a href="https://doi.org/10.1007/s11145-021-10137-6">un estudio de 2021</a> comparaba el recuerdo a corto y medio plazo de palabras aprendidas tecleándolas o escribiéndolas de forma manual. El recuerdo era mejor cuando se aprendía con el lápiz y el papel.</p>
<p>En <a href="https://doi.org/10.1016/j.humov.2006.07.007">otro estudio</a>, unos adultos aprendieron nuevos caracteres (de origen asiático) que debían reproducir con un lápiz o con un teclado. En el momento de acabar el entrenamiento no había diferencias de recuerdo para los dos métodos, pero los aprendices del teclado olvidaron gran parte del material con el paso del tiempo. </p>
<p><a href="https://doi.org/10.17239/jowr-2015.07.02.1">Algunos expertos</a> justifican la ventaja de usar el lápiz postulando que está más “<em>embodied</em>” (un adjetivo que podríamos traducir como más “integrado en el cuerpo”); esto es, implica un conjunto de procesos sensomotores más complejos y particulares para cada letra. Esta complejidad generará una huella de memoria más distintiva y, en consecuencia, su memorización y recuerdo vendrán facilitados, de la misma manera que es más fácil recordar a un albino de dos metros de altura que a alguien con rasgos promedio.</p>
<h2>Recursos mentales</h2>
<p>Otra ventaja de la escritura manual es que la mecanografía es más costosa en consumo de recursos mentales. Esto provocará escasez para ejecutar las operaciones de memorización de palabras. El aumento en consumo de recursos se debe a la mayor velocidad a la que se teclean las palabras. Esto, a su vez, supone un mayor número de elementos a procesar por unidad de tiempo.</p>
<p>La idea de complejidad aparece en otros estudios para explicar igualmente diferencias en la escritura en una segunda lengua. <a href="https://doi.org/10.3390/languages7030195">Otros autores</a> sugieren que el mayor consumo de recursos también es debido que la tarea de escritura es más compleja cuando se realiza por teclado. </p>
<h2>Planificación y composición</h2>
<p>El instrumento de escritura puede afectar igualmente a los niveles superiores del procesamiento escritor. Se piensa que el tipo de escritura marca el ritmo temporal del procesamiento cognitivo. Si la transcripción es lenta y dificultosa interferirá con los procesos superiores de los que depende, provocando el olvido de ideas y de información relevante. </p>
<p>En varios experimentos se ha comprobado una mejora en las habilidades de composición escrita (calidad, longitud y fluidez del texto) tras el entrenamiento en habilidades de escritura manual. En este mismo sentido, <a href="https://doi.org/10.1177/105065190101500402">un estudio</a> muestra que los estudiantes planifican mejor sus textos cuando usan lápiz y papel que cuando usan el teclado.</p>
<h2>Textos más largos y de mejor calidad</h2>
<p>Por otra parte, es preciso reconocer que los teclados también nos han traído muchas ventajas. Por ejemplo, algunas <a href="https://doi.org/10.1007/s11145-010-9292-5">revisiones de estudios</a> que comparan los textos manuscritos frente a los escritos en ordenador afirman que los últimos suelen ser más largos y con mayor calidad en la composición. </p>
<p>Además, las <a href="https://doi.org/10.1007/s11145-010-9292-5">personas con problemas de aprendizaje lecto-escritor son los que más acusan estos beneficios</a>. No obstante, estos <a href="https://ejournals.bc.edu/index.php/jtla/article/view/1661">estudios</a> en ocasiones adolecen de cierto rigor experimental que provoca ciertas dudas sobre su interpretación y generalidad.</p>
<h2>Una mente sin cuerpo</h2>
<p>La tetralogía cinematográfica de <em>Matrix</em> presenta la idea de una mente sin cuerpo. Pero una mente incorpórea que solo existe en el mundo virtual es como una vuelta a la caverna de Platón. Las antorchas que proyectaban sombras sobre la pared son reemplazadas por sistemas de simulación informática. En la vida real, la mente realiza sus operaciones vinculada al funcionamiento de todo nuestro cuerpo.</p>
<p>La idea de una mente puramente simbólica, sin cuerpo, se acerca más a nuestra mente cuando escribimos con el teclado (un mecanismo que funciona con una implicación sensorial mínima), que cuando escribimos a mano, ya que nuestro sistema cognitivo reacciona de manera diferente en función de los esquemas motores y sensoriales de la experiencia.</p>
<h2>Repercusiones educativas</h2>
<p>Estos resultados apuntan a que eliminar la escritura manual en la escuela, como parece estar sucediendo en sistemas educativos como el de <a href="https://www.bbc.com/future/article/20171108-the-uncertain-future-of-handwriting">Finlandia</a>, no es buena idea. </p>
<p>Obviamente, no se trata de no usar teclados, ni siquiera durante la infancia: pero debemos estar atentos a los estudios futuros sobre este tema para llevar sus conclusiones lo antes posible al mundo educativo.</p><img src="https://counter.theconversation.com/content/211922/count.gif" alt="The Conversation" width="1" height="1" />
<p class="fine-print"><em><span>Javier Marín Serrano recibe fondos de Ministerio de Ciencia e Innovación y Universidad de Murcia</span></em></p><p class="fine-print"><em><span>Miguel Ángel Pérez-Sánchez recibe fondos del Ministerio de Ciencia e Innovación.</span></em></p><p class="fine-print"><em><span>Olena Vasylets no recibe salario, ni ejerce labores de consultoría, ni posee acciones, ni recibe financiación de ninguna compañía u organización que pueda obtener beneficio de este artículo, y ha declarado carecer de vínculos relevantes más allá del cargo académico citado.</span></em></p>¿Qué implicaciones tiene el uso del teclado para el procesamiento de lo que escribimos? ¿Y qué consecuencias puede tener abandonar la escritura manual durante la etapa escolar?Javier Marín Serrano, Profesor Titular de Universidad. Psicología del Lenguaje. Psicología del Pensamiento, Universidad de MurciaMiguel Ángel Pérez-Sánchez, Profesor Titular del Dpto. de Psicología Básica y Metodología, Universidad de MurciaOlena Vasylets, Profesora asociada, Facultad de Filología y Comunicación, Universitat de BarcelonaLicensed as Creative Commons – attribution, no derivatives.tag:theconversation.com,2011:article/1825762023-08-29T18:19:40Z2023-08-29T18:19:40ZSocializar a través de internet: pros y contras<p>La sociedad actual ha sufrido, en las últimas dos décadas, una auténtica revolución en cuanto al modo de comunicarse y relacionarse a través de las nuevas tecnologías. Las redes sociales han experimentado un crecimiento exponencial y se han convertido en una parte integral de la mayoría de las personas. Estas plataformas digitales, como Facebook, Instagram, Twitter y Snapchat, han transformado la forma en que nos comunicamos y socializamos.</p>
<p>Si hay un sector de la población en el que el uso de las nuevas tecnologías ha calado con especial profundidad, éste es el de los jóvenes. Ahora bien, ¿qué costes puede producir a nivel personal esta nueva forma de relacionarnos? ¿Ha cambiado la dinámica de la interacción social? Esta cuestión cobra especial relevancia cuando se constata que el uso de las redes sociales llega a absorber otras esferas fundamentales de la vida de los adolescentes como el estudio, la familia e incluso el ocio.</p>
<h2>Conexión y ocio</h2>
<p>En un <a href="https://www.injuve.es/sites/default/files/adjuntos/2021/03/informe_juventud_espana_2020.pdf">estudio</a> del Instituto Nacional de la Juventud (Injuve) de 2020 se constata que la juventud, de forma general, utiliza internet para llevar a cabo tres actividades destacadas: la conexión a redes sociales (Instagram, TikTok, etc), escuchar música y ver series y películas <em>online</em>. Esto resulta interesante porque implica que tanto actividades tradicionalmente realizadas fuera de internet como nuevas formas de relación por internet están interiorizadas como hábitos cotidianos de ocio. </p>
<p>Las redes sociales han brindado a los jóvenes una serie de medios novedosos para conectarse con amigos, familiares y desconocidos de manera virtual. A través de estas plataformas interactivas, pueden compartir fotos, vídeos, pensamientos y emociones de manera instantánea y global. Esta capacidad de conectarse de manera inmediata, unida a la sensación de anonimato, ha roto las barreras geográficas y ha permitido que los jóvenes se relacionen más fácilmente con personas de todo el mundo. </p>
<p>Sin embargo, esta conexión virtual también ha llevado a cambios negativos en la forma en la que los jóvenes interactúan. En lugar de conversaciones cara a cara, las interacciones a menudo se producen a través de mensajes de texto, comentarios o publicaciones en línea. Esto produce un impacto en la calidad y la profundidad de las relaciones, ya que la comunicación no verbal y las señales contextuales pueden perderse en el mundo digital. Además, la falta de restricciones de tiempo y espacio en las redes sociales lleva con facilidad a una sensación de desconexión con la realidad y una tendencia a pasar más tiempo en el mundo virtual que en el mundo real.</p>
<h2>El desarrollo de la identidad digital</h2>
<p>Otro aspecto importante del impacto de las redes sociales en la manera de socializar de los jóvenes consiste en <a href="https://theconversation.com/como-afectan-las-pantallas-a-la-construccion-de-la-identidad-de-los-menores-186942">el desarrollo de una identidad digital</a>. </p>
<p>A través de las plataformas sociales, los jóvenes pueden construir y presentar una versión idealizada de sí mismos. Pueden seleccionar cuidadosamente las fotos y los mensajes que publican para proyectar una imagen que consideran atractiva o deseable. Esta práctica suele generar presión social debido a la diferencia existente entre la identidad real y la editada, así como una búsqueda constante de validación y aprobación en línea.</p>
<p>Por los mismos motivos, la cultura de las redes sociales conduce con frecuencia a la comparación constante con los demás. Al contemplar en internet las vidas aparentemente perfectas de otros, es fácil que los jóvenes desarrollen sentimientos de envidia, inseguridad y baja autoestima. Esto puede afectar negativamente a su bienestar emocional y su capacidad para establecer relaciones saludables fuera del mundo virtual. Además, la obsesión por mantener una determinada imagen puede llevar tanto a una falta de autenticidad como a la dificultad para mostrarse vulnerables en las interacciones cara a cara.</p>
<h2>El poder de las comunidades en línea</h2>
<p>A pesar de estos desafíos y las preocupaciones asociadas con las redes sociales, también es importante reconocer su potencial positivo para crear comunidades en línea. Las redes sociales suponen una manera fantástica de conectar a personas con intereses similares, ya sea en deportes, música, arte, activismo o cualquier otro tema. </p>
<p>Así, estas comunidades en línea brindan un espacio seguro y de apoyo donde los jóvenes pueden compartir sus pasiones, encontrar inspiración y establecer relaciones significativas.</p>
<p>Por otra parte, las redes sociales han proporcionado una plataforma para que los jóvenes se expresen y promuevan cambios sociales. De hecho, han sido una herramienta clave en movimientos como el activismo por el cambio climático, los derechos LGBTQ+ y la justicia racial y social. La capacidad de conectarse y movilizarse a través de las redes sociales ha demostrado ser una fuerza poderosa para el cambio social y la creación de una conciencia unitaria en la juventud. </p>
<p>Igualmente, se ha constituido en un vector clave para el pensamiento crítico y la reflexión al generar diversos cauces de participación que ayudan a acercar la cultura a todas las personas, promoviendo de paso valores como el pluralismo, la libertad, la democracia cultural, la participación social, la autonomía personal y las relaciones humanas.</p>
<h2>Equilibrio y consciencia</h2>
<p>Innegablemente, las redes sociales han tenido un impacto significativo en la manera de socializar de los jóvenes, abriendo nuevas oportunidades de conexión y comunicación, y la vez generando nuevos desafíos. Es importante, por ello mismo, enseñar a que los jóvenes aprendan a equilibrar su vida virtual con la real, así como a ser conscientes del impacto que las redes sociales pueden tener en su bienestar emocional. Además, es esencial fomentar una cultura de autenticidad y respeto en las plataformas sociales, promoviendo la empatía y la comprensión en línea.</p>
<p>En última instancia, las redes sociales son una herramienta poderosa que puede facilitar la interacción y la conexión, pero también pueden distorsionar fácilmente la forma en la que nos relacionamos y percibimos a nosotros mismos y a los demás. Como sociedad, debemos fomentar un uso saludable y responsable de las redes sociales, reconociendo su potencial para el desarrollo humano, pero adoptando, al mismo tiempo, y tomando medidas para mitigar los efectos negativos. </p>
<p>Y es que sólo a través de un enfoque equilibrado y reflexivo podremos aprovechar al máximo el potencial de las redes sociales y su impacto en la manera de socializar de nuestros jóvenes.</p><img src="https://counter.theconversation.com/content/182576/count.gif" alt="The Conversation" width="1" height="1" />
<p class="fine-print"><em><span>Marcos García-Vidal no recibe salario, ni ejerce labores de consultoría, ni posee acciones, ni recibe financiación de ninguna compañía u organización que pueda obtener beneficio de este artículo, y ha declarado carecer de vínculos relevantes más allá del cargo académico citado.</span></em></p>Internet y las redes sociales han transformado el modo de relacionarse y existir en el mundo, especialmente de los jóvenes. Sin ser necesariamente malo, sí es importante ser conscientes de los riesgos.Marcos García-Vidal, Profesor Adjunto, Universidad Internacional de ValenciaLicensed as Creative Commons – attribution, no derivatives.tag:theconversation.com,2011:article/2094072023-08-22T17:26:10Z2023-08-22T17:26:10ZEl debate sobre pantallas en las escuelas: de la prohibición a la educación<figure><img src="https://images.theconversation.com/files/541520/original/file-20230807-29-446lql.jpg?ixlib=rb-1.1.0&rect=7%2C7%2C2477%2C1654&q=45&auto=format&w=496&fit=clip" /><figcaption><span class="caption">
</span> <span class="attribution"><a class="source" href="https://www.shutterstock.com/es/image-photo/elementary-school-class-using-tablet-computers-1177740673">Monkey Business Images/Shutterstock</a></span></figcaption></figure><p>La presencia de las pantallas en nuestras vidas ha venido acompañada de múltiples preocupaciones sobre sus posibles efectos, especialmente en lo que se refiere a los jóvenes y niños que crecen con ellas. Al mismo tiempo, en los centros educativos se han hecho esfuerzos por incorporarlas y evitar perder el tren de la innovación tecnológica. </p>
<p><a href="https://www.educaciontrespuntocero.com/noticias/pantallas-aula-suecia/">Noticias recientes</a> sobre las decisiones políticas adoptadas en algunos países parecen hacernos entender que el uso de la tecnología en las escuelas podría ser perjudicial y responsable de algunos problemas cognitivos que afectan al aprendizaje. ¿Pero es así realmente?</p>
<h2>Miedo a la tecnología</h2>
<p>Los temores ante el desarrollo tecnológico no son nuevos. Siempre que una nueva tecnología ha irrumpido en las vidas de las personas, ha habido quienes han temido por sus efectos en nuestras funciones cognitivas. Sin ir más lejos, <a href="https://www.academia.edu/25921014/El_regalo_de_Teuth_o_el_erudito_ignorante">Platón</a> alertó sobre los efectos devastadores que la escritura podría tener sobre la memoria de las personas, por el hecho de apoyarse en ella como alternativa a recordar información. </p>
<p>Sin embargo, la investigación sugiere que la arquitectura cognitiva básica de las personas no cambia porque el entorno cambie. Nuestra <a href="https://www.frontiersin.org/articles/10.3389/fpsyg.2017.00605/full">mente</a> sigue operando de la misma manera. </p>
<h2>Distracciones y supervivencia</h2>
<p>En efecto, las pantallas nos resultan muy atractivas porque nuestro cerebro ha evolucionado de forma que nos atraen las promesas de una nueva información que puede ser relevante para nuestros propósitos. Esto resultó esencial para la supervivencia de nuestra especie. </p>
<p>Lo que ha cambiado hoy con las pantallas es la posibilidad de acceder a este tipo de información en cualquier momento y lugar. Esto puede hacer que parezca que tenemos menos capacidad de atender, cuando en realidad lo que tenemos son más <a href="https://mitpress.mit.edu/9780262534437/the-distracted-mind/">distracciones</a>. </p>
<h2>Epidemia de miopía</h2>
<p>La tecnología también ha sido culpada de problemas de <a href="https://www.nature.com/articles/519276a">salud</a> como la miopía, que afecta a cuatro de cada cinco <a href="https://www.nature.com/articles/s41598-020-65130-w">universitarios</a> en España. Sin embargo, la miopía es más un problema de salud pública relacionado con <a href="https://theconversation.com/la-verdadera-relacion-entre-las-pantallas-los-libros-y-la-miopia-171756">la falta de exposición</a> a luz <a href="https://www.aaojournal.org/article/S0161-6420(07)01364-4/fulltext">intensa</a> y el exceso de trabajo de <a href="https://pubmed.ncbi.nlm.nih.gov/34142457/">cerca</a> que con el uso de la tecnología en sí. </p>
<p>Realizar actividades al <a href="https://jamanetwork.com/journals/jamaophthalmology/fullarticle/420394">aire libre</a> reduce la incidencia de la miopía infantil, pero la normativa europea sobre iluminación de espacios interiores establece niveles de confort visual que son demasiado bajos. ¿Tenemos en cuenta estos aspectos en el <a href="https://journals.plos.org/plosone/article?id=10.1371/journal.pone.0181772">diseño</a> de las escuelas y los espacios educativos?</p>
<h2>Pantallas y menores de tres años</h2>
<p>De las pantallas también se ha dicho que provocan déficits lingüísticos en los más pequeños. Sin embargo, esto sería una simplificación. Lo que realmente podría provocar estos <a href="https://jamanetwork.com/journals/jamapediatrics/fullarticle/2762864">déficits</a> es el hecho de que reemplacemos por pantallas (o cualquier otra cosa) los estímulos que los bebés necesitan para desarrollar el lenguaje: interactuar y hablar con ellos, leerles cuentos, dejarles escuchar nuestras conversaciones, etc. </p>
<p>Los <a href="https://onlinelibrary.wiley.com/doi/abs/10.1111/desc.12430">investigadores</a> coinciden en que las interacciones personales son la mejor forma de ayudar a los menores de tres años a desarrollar sus destrezas lingüísticas. Por lo tanto, cualquier alternativa que reduzca el tiempo dedicado a interactuar con ellos puede poner en <a href="https://theconversation.com/afectan-las-pantallas-al-desarrollo-del-lenguaje-infantil-209350">riesgo su desarrollo</a> en este aspecto.</p>
<h2>Salud mental adolescente</h2>
<p>También se culpabiliza a las tecnologías de problemas de salud mental entre los jóvenes. Sin embargo, parece que <a href="https://www.nature.com/articles/s44220-023-00063-7#:%7E:text=Generally,%2520our%2520findings%2520indicate%2520that,health,%2520functioning%2520and%2520social%2520life">influye</a> más la falta de apoyo familiar o la desmotivación escolar. </p>
<p>En este sentido, la Asociación Americana de Psicología <a href="https://www.apa.org/topics/social-media-internet/health-advisory-adolescent-social-media-use">indica</a> que, por ejemplo, el uso de las redes sociales no es intrínsecamente beneficioso o perjudicial para los adolescentes y que son sus circunstancias sociales las que más les afectan.</p>
<h2>Una digitalización desigual</h2>
<p>El proceso de transformación digital de las escuelas en España es muy desigual. Así, encontramos centros en los que apenas se ha iniciado y otros que llevan años trabajando en esta línea. Los procesos de digitalización son diferentes también en cada <a href="https://education-profiles.org/es/temas/%7Etecnologia">país</a>, existiendo diversidad e incluso brecha digital de acceso en algunos.</p>
<p>En realidad, el uso del libro de texto impreso sigue siendo mayoritario en el sistema educativo español, como reflejan los 736,67 millones de euros de <a href="https://editoresmadrid.org/wp-content/uploads/2022/09/ANELE-El-libro-educativo-en-Espana-22-23.pdf">facturación</a> alcanzados en el curso 2021-2022. En España la digitalización escolar se ha producido principalmente en aspectos <a href="https://publications.jrc.ec.europa.eu/repository/handle/JRC110359">administrativos</a> y no tanto didácticos.</p>
<h2>Un enfoque erróneo</h2>
<p>En los centros en los que se ha incorporado la tecnología en las aulas, a menudo se ha abordado desde un enfoque erróneo. Por ejemplo, sustituir libros de texto impresos por sus equivalentes digitales para usarlos del mismo modo y con las mismas metodologías, algo que no aporta ningún valor didáctico. </p>
<p>Es importante que sepamos seleccionar las herramientas que aportan valor añadido y emplearlas en el marco de estrategias metodológicas con sentido. De lo contrario, estaremos propiciando una <a href="https://theconversation.com/en-educacion-no-es-innovacion-todo-lo-que-reluce-172075">innovación vacía</a>.</p>
<p>Resulta importante, por lo tanto, tener una postura crítica ante las noticias que nos llegan en torno a la prohibición de la tecnología en las aulas. En algunos casos, la información es mal entendida y difundida y, como en el caso del reciente informe de la UNESCO, la propia institución tiene que salir a <a href="https://www.unesco.org/en/articles/smartphones-school-only-when-they-clearly-support-learning">aclarar</a> que no está hablando de prohibir todo uso de la tecnología, sino de que ésta se use cuando apoye el proceso de enseñanza–aprendizaje.</p>
<h2>Las necesidades verdaderas</h2>
<p>En definitiva, más allá de una postura “antipantallas” necesitamos buscar soluciones complejas a problemas complejos y abordar las verdaderas necesidades actuales, como la formación docente y la mejor gestión de los recursos en la educación. </p>
<p>La <a href="https://www.unesco.org/gem-report/en">tecnología</a> debe apoyar los <a href="https://revistas.um.es/riite/article/view/258131">procesos</a> educativos, y para hacerlo así necesitamos regular y educar a los jóvenes en el uso que hacen de la tecnología. </p>
<p>Es fundamental encontrar soluciones eficaces y plantear cómo ponemos la tecnología al servicio de la educación (y no al revés) y cómo logramos una buena alfabetización digital de nuestros jóvenes para un mundo eminentemente tecnológico. </p>
<hr>
<p><em>En la elaboración de este artículo ha participado Héctor Ruiz, neurobiólogo y director de la <a href="https://science-teaching.org/es/"><em>International Science Teaching Foundation</em></a>.</em></p><img src="https://counter.theconversation.com/content/209407/count.gif" alt="The Conversation" width="1" height="1" />
<p class="fine-print"><em><span>Antonio Benito Galindo es investigador del Laboratorio de Óptica de la Universidad de Murcia. Entre 2021 y 2023 fue concejal de Educación, Agenda urbana y Gobierno abierto del Ayuntamiento de Murcia.</span></em></p><p class="fine-print"><em><span>María del Mar Sánchez Vera no recibe salario, ni ejerce labores de consultoría, ni posee acciones, ni recibe financiación de ninguna compañía u organización que pueda obtener beneficio de este artículo, y ha declarado carecer de vínculos relevantes más allá del cargo académico citado.</span></em></p>Existe una corriente ‘antipantallas’ que achaca muchos de los actuales males de la educación a su uso en las escuelas. Analizamos y desmontamos algunas de estas creencias.María del Mar Sánchez Vera, Profesora Titular del Departamento de Didáctica y Organización Escolar. Miembro del Grupo de Investigación de Tecnología Educativa, Universidad de MurciaAntonio Benito Galindo, Profesor Titular de Física, área de Óptica, Universidad de MurciaLicensed as Creative Commons – attribution, no derivatives.tag:theconversation.com,2011:article/2093502023-07-19T18:11:40Z2023-07-19T18:11:40Z¿Afectan las pantallas al desarrollo del lenguaje infantil?<figure><img src="https://images.theconversation.com/files/538034/original/file-20230718-9911-q8zypn.jpg?ixlib=rb-1.1.0&rect=7%2C28%2C4713%2C2555&q=45&auto=format&w=496&fit=clip" /><figcaption><span class="caption">
</span> <span class="attribution"><a class="source" href="https://www.shutterstock.com/es/image-photo/three-children-playing-electronic-devices-tablet-504325807">Shutterstock</a></span></figcaption></figure><p>Aprender a hablar es un hito evolutivo fundamental para los seres humanos. Como bien dijo <a href="https://es.wikipedia.org/wiki/Jerome_Bruner">Jerome Bruner</a>, prominente psicólogo del lenguaje del siglo XX, las prácticas lingüísticas que se desarrollan en el seno de la cultura son esenciales para el desarrollo del lenguaje. </p>
<p>La competencia lingüística se construye a través de una compleja red de interacciones basadas en palabras, gestos, miradas y movimientos corporales que las figuras de crianza tejemos alrededor de los niños. Ahora bien, ¿qué sucede cuando las pantallas, como la televisión y los dispositivos móviles, se vuelven parte integral de esas interacciones?</p>
<h2>Cuando era solo la televisión</h2>
<p>Desde los años 80 del pasado siglo, la proliferación de estudios acerca de la influencia de la televisión en el desarrollo del lenguaje refleja su impacto potencial. Sin embargo, estos estudios han arrojado conclusiones divergentes. <a href="https://books.google.sm/books?id=LPfEu3fjV18C&printsec=frontcover&hl=it&source=gbs_vpt_reviews#v=onepage&q&f=false">Algunos</a> sugieren que la televisión puede ser un obstáculo para el desarrollo del lenguaje, al primar los estímulos visuales frente a los lingüísticos, limitar la diversidad de vocabulario y provocar una disminución de interacciones lingüísticas naturales. </p>
<p>Por otro lado, <a href="https://www.sciencedirect.com/science/article/abs/pii/0273229783900308">hay quienes argumentan</a> que la televisión puede ser una herramienta valiosa para el aprendizaje del lenguaje, al proporcionar nuevo vocabulario, captar la atención y facilitar conversaciones basadas en el contenido audiovisual con los adultos.</p>
<h2>¿A partir de qué edad?</h2>
<p>La <a href="https://journals.sagepub.com/doi/pdf/10.1177/0002764204271506?casa_token=sLvqiVbZfyMAAAAA:irWqVEGTIXVZsPfT-K9LLVwjA0Csgj-YU9CluqZSXqBSaUGHPf08O4Nvl4cmp6tfdk0nJ-ZkfbuHNQ">Academia Americana de Pediatría</a> aconseja no permitir la exposición a pantallas antes de los dos años. La exposición temprana a la televisión ha mostrado correlaciones preocupantes con el desarrollo cognitivo y lingüístico. </p>
<p>En este sentido, un estudio longitudinal de <a href="https://www.jpeds.com/article/S0022-3476(07)00447-7/fulltext">Zimmerman y Christakis</a> halló que esta exposición en niños menores de dos años podría tener efectos negativos. Sin embargo, <a href="https://psycnet.apa.org/doiLanding?doi=10.1037%2Fa0033628">una revisión de los datos de este estudio</a> mostró que estos efectos eran de magnitud insignificante, e incluso había algunos casos en los que la ausencia total de exposición a medios resultó en niveles inferiores de desarrollo lingüístico. </p>
<h2>Cada vez más pantallas</h2>
<p>Con el auge de teléfonos inteligentes, tabletas y videoconsolas en el siglo XXI, los niños tienen a su disposición una cantidad cada vez mayor de pantallas. Estos dispositivos no solo se han integrado en las prácticas humanas, sino que han transformado las formas de interacción, aprendizaje y enseñanza. </p>
<p>Es esencial considerar cómo se integran estas pantallas en las prácticas cotidianas de las familias y la escuela y determinar cuáles de estas prácticas pueden tener efectos positivos o negativos en el desarrollo lingüístico.</p>
<h2>Menos interacción social</h2>
<p>Existen <a href="https://jamanetwork.com/journals/jamapediatrics/fullarticle/2762864?resultClick=1">datos que sustentan</a> que un uso excesivo de pantallas puede impactar en las habilidades lingüísticas. Esto podría deberse a una disminución de la interacción social y la sustitución de estímulos de alta calidad por otros de menor valor para el desarrollo cognitivo y lingüístico. </p>
<p>Sin embargo, el efecto es pequeño y, además, no podemos determinar si estos resultados son debidos a que los niños con propensión a dificultades del lenguaje son expuestos con más frecuencia a las pantallas por la dificultad que supone la gestión de la comunicación con ellos o si estas dificultades son causadas por el tiempo de uso de los dispositivos móviles. </p>
<h2>Nivel socioeconómico</h2>
<p>Por otra parte, la calidad de la interacción entre adultos y niños también está condicionada por el <a href="https://www.annualreviews.org/doi/10.1146/annurev-linguistics-011516-034226">nivel socioeconómico</a>: los niños de hogares con un nivel socioeconómico inferior suelen mostrar habilidades lingüísticas y comunicativas menos desarrolladas en comparación con sus coetáneos de hogares de mayor nivel socioeconómico.</p>
<p>Este es un <a href="https://www.jstor.org/stable/1169520">fenómeno que precede</a> la era de las pantallas digitales. Asimismo, <a href="https://bmcpublichealth.biomedcentral.com/articles/10.1186/s12889-020-09026-4">existen investigaciones</a> que evidencian una mayor exposición a las pantallas en niños de niveles socioeconómicos más bajos. </p>
<p>En consecuencia, es relevante reflexionar si los retrasos en el desarrollo del lenguaje observados en ciertas poblaciones están asociados a la exposición a las pantallas o si se relacionan más con deficiencias en la interacción social que los dispositivos intentan compensar.</p>
<h2>Potencial de aprendizaje</h2>
<p>En contraste con las voces que se alzan sobre los efectos negativos de las pantallas, también existen estudios que han mostrado el potencial de los medios digitales para fomentar el aprendizaje. Por ejemplo, se ha demostrado que los <a href="https://www.frontiersin.org/articles/10.3389/fnhum.2017.00295/full">robots sociales de asistencia</a> pueden tener un efecto favorable en el desarrollo del lenguaje cuando emulan la lectura de cuentos dialógica, una de las actividades lingüísticas <a href="https://journals.sagepub.com/doi/pdf/10.1177/02656590211019449?casa_token=-TcQR-ta624AAAAA:ktL2eh6BdFLAEtV_C6IwvJUdODhdhLd44gTWZFBJlJv9KYaChwastg1fwv5hjZeopiGyGWB1r-8xKA">que se han mostrado</a> más beneficiosas de manera natural. </p>
<p>Igualmente, <a href="https://www.frontiersin.org/articles/10.3389/fnhum.2017.00095/full">los videojuegos de rol multijugador masivos en línea </a>(MMORPG), como pueden ser <em>Valorant</em>, <em>Pubg</em>, <em>LoL</em> o <em>Minecraft</em>, han demostrado mejorar el dominio general del lenguaje y algunas habilidades lingüísticas específicas, como habilidades colaborativas y facilidad para la adquisición de una segunda lengua. </p>
<h2>Maximizar beneficios</h2>
<p>Por lo tanto, es crucial destacar que el impacto de las pantallas en el desarrollo del lenguaje infantil no es unidimensional, sino complejo y en él influyen multitud de factores como la cantidad de tiempo de exposición, la calidad del contenido y el nivel sociocultural de las familias. </p>
<p>El aprendizaje del lenguaje en la era digital se transforma como fenómeno cultural. El papel de las pantallas en este proceso es indudablemente significativo y merece ser estudiado de manera integral y crítica, con el fin de maximizar sus beneficios y minimizar sus posibles efectos adversos.</p><img src="https://counter.theconversation.com/content/209350/count.gif" alt="The Conversation" width="1" height="1" />
<p class="fine-print"><em><span>Beatriz Martín del Campo no recibe salario, ni ejerce labores de consultoría, ni posee acciones, ni recibe financiación de ninguna compañía u organización que pueda obtener beneficio de este artículo, y ha declarado carecer de vínculos relevantes más allá del cargo académico citado.</span></em></p>Nuestra competencia lingüística se construye sobre todo en los primeros años de vida. Durante esa etapa, el uso de pantallas puede tener repercusiones buenas y malas que se están estudiando.Beatriz Martín del Campo, Profesora Titular de Universidad. Psicología Evolutiva y de la Educación., Universidad de Castilla-La ManchaLicensed as Creative Commons – attribution, no derivatives.tag:theconversation.com,2011:article/2035102023-04-23T19:29:50Z2023-04-23T19:29:50ZProcrastinación y redes sociales, la pareja perfecta<figure><img src="https://images.theconversation.com/files/520788/original/file-20230413-26-uf07vn.jpg?ixlib=rb-1.1.0&rect=74%2C12%2C8169%2C5475&q=45&auto=format&w=496&fit=clip" /><figcaption><span class="caption">
</span> <span class="attribution"><a class="source" href="https://www.shutterstock.com/es/image-photo/young-teenage-girl-studying-scrolling-smartphone-2287781777">Shutterstock</a></span></figcaption></figure><p>Cada vez más personas cuentan con <a href="https://es.statista.com/estadisticas/635987/porcentaje-de-internautas-usuarios-de-redes-sociales-en-el-mundo/">al menos una red social</a>. Los jóvenes en su etapa universitaria son los que dedican mayor número de horas a <a href="https://doi.org/10.1371/journal.pone.0233655">ver publicaciones y a enviar mensajes desde diferentes aplicaciones</a> utilizando su teléfono inteligente.</p>
<p>Los estudiantes universitarios son el grupo más activo en la nueva era de internet. En <a href="https://www.inegi.org.mx/contenidos/saladeprensa/boletines/2022/OtrTemEcon/ENDUTIH_21.pdf">México</a>, los jóvenes entre 18 a 24 años presentan el mayor promedio de uso de internet con 6,3 horas al día, muy por encima del promedio nacional de 4,8 horas. Este grupo de población las usa sobre todo para ver <a href="https://irp.cdn-website.com/81280eda/files/uploaded/18%C2%B0%20Estudio%20sobre%20los%20Habitos%20de%20Personas%20Usuarias%20de%20Internet%20en%20Mexico%202022%20%28Socios%29%20v2.pdf">publicaciones, vídeos cortos y contenido gracioso</a>.</p>
<p>Son datos que coinciden con otros países, como <a href="https://theconversation.com/los-jovenes-dedican-siete-horas-diarias-al-ocio-digital-y-quieren-ser-influencers-182482">España</a>.</p>
<h2>Procrastinación y redes sociales</h2>
<p>Utilizar nuestro teléfono inteligente nos permite llenar vacíos de tiempo, es un escape de nuestros pensamientos y nos facilita interactuar con personas o realidades alternativas. Nada de ello debiera resultar negativo, a no ser que nos lleve a la <a href="https://theconversation.com/si-no-procrastinas-viviras-mas-anos-183254">procrastinación</a> de nuestras actividades personales o académicas. </p>
<p>La procrastinación académica se caracteriza por una tendencia irrazonable al retraso en el inicio o en la finalización de tareas académicas que sabemos debemos realizar, como escribir un ensayo, estudiar para un examen, realizar una lectura, etc.</p>
<p>Se <a href="https://doi.org/10.3389/fpsyg.2021.758303">ha demostrado</a> que el uso excesivo del teléfono móvil se asocia a <a href="https://doi.org/10.18502/ijph.v50i11.7582">mayor procrastinación académica</a>. Esto conlleva a un bajo rendimiento escolar y puede acarrear <a href="https://theconversation.com/el-lado-oscuro-de-las-pantallas-147383">alteraciones psicológicas</a>, como autoculpa y baja autoestima, además de producir ansiedad por dependencia del teléfono móvil. </p>
<h2>Parte del día a día</h2>
<p>Para los nativos digitales, jóvenes nacidos después de 1990, la tecnología y el uso de teléfonos móviles es parte de su día a día. La mayoría de ellos lo utiliza para navegar en redes sociales, donde la oferta es ilimitada, variada y tramposamente atractiva. </p>
<p>No es casualidad que el contenido con el que nos atrapan las redes sociales nos resulte tan cautivador, pues utilizan algoritmos de programación basados en nuestros “me gusta” y tiempos de interacción para elegir qué mostrarnos, cómo presentarlo y cuándo hacerlo.</p>
<p>Nuestro procesamiento de la información se ha transformado y tendemos a cambiar nuestro foco de atención rápidamente, convirtiéndonos en personas multitarea. Esto afecta nuestra capacidad de atención y concentración, eleva nuestro nivel de ansiedad y perjudica nuestra productividad, ya sea escolar o laboral.</p>
<h2>Herramienta útil y elemento de distracción</h2>
<p>Para los jóvenes estudiantes, Internet y los <em>smartphones</em> pueden significar una herramienta útil para realizar sus actividades académicas, pero también un elemento de distracción en clase. </p>
<p>Su uso inadecuado y excesivo interfiere en los procesos de atención, reduce la memoria de trabajo y afecta el rendimiento en tareas cognitivas, por lo que aumenta su tendencia a procrastinar. Esto además, tiene impacto en el aprendizaje y productividad, y eleva el riesgo de presentar comportamientos problemáticos, relacionados con la pérdida del autocontrol, la ansiedad y la depresión.</p>
<p>El uso excesivo de internet y de las redes sociales por lo tanto puede afectar negativamente la salud mental de los jóvenes, disminuir sus interacciones sociales cara a cara y relacionarse con mala calidad del sueño y deficiente gestión del tiempo.</p>
<h2>Mejorar los hábitos de navegación</h2>
<p>La capacidad de autocontrol y de <a href="https://doi.org/10.18502/ijph.v50i11.7582">gestión del tiempo</a> permite mayor rendimiento académico y una menor tendencia a la procrastinación. </p>
<p>Para mejorar nuestra tendencia al uso excesivo del teléfono móvil y de las redes sociales podemos: </p>
<ol>
<li><p>Identificar cuántas horas utilizamos diariamente el teléfono y en qué aplicaciones pasamos mayor tiempo. </p></li>
<li><p>Establecer límites de tiempo de uso y reflexionar sobre qué cosas nos hacen querer utilizarlo sin necesidad; por ejemplo, cuando estamos aburridos, cuando recibimos una notificación o cuando nos sentimos estresados. </p></li>
<li><p>Para evitar experimentar ansiedad por la separación del teléfono, resulta de mucha utilidad desactivar las notificaciones y alejarnos del teléfono siempre que estemos interactuando con alguien en persona, por ejemplo, en reuniones con amigos y principalmente durante las clases. </p></li>
</ol>
<h2>Alternativas para el tiempo libre</h2>
<p>Diversificar las actividades durante el tiempo libre también puede resultar de utilidad para disminuir los periodos que pasamos en redes sociales. Por ejemplo: leer un libro, meditar, escuchar música o salir a caminar o practicar algún deporte. </p>
<p>Es importante tener en cuenta que pasar más de cinco horas al día navegando en internet puede ser un factor de riesgo a tener conductas relacionadas con su uso problemático, como podría ser una adicción al internet, un bajo rendimiento académico y una tendencia mayor a la procrastinación. </p>
<p>Pero en está ardua tarea, los jóvenes universitarios no deben ir solos. Las instituciones deben visibilizar el problema y ayudar al desarrollo de habilidades asociadas a la gestión del tiempo, el autocontrol y los hábitos saludables, para fomentar el uso adecuado de los teléfonos y regular la interacción en redes sociales.</p><img src="https://counter.theconversation.com/content/203510/count.gif" alt="The Conversation" width="1" height="1" />
<p class="fine-print"><em><span>María Fernanda Ortega Morfin no recibe salario, ni ejerce labores de consultoría, ni posee acciones, ni recibe financiación de ninguna compañía u organización que pueda obtener beneficio de este artículo, y ha declarado carecer de vínculos relevantes más allá del cargo académico citado.</span></em></p>Los jóvenes usan el móvil unas seis horas al día. Es importante que aprendan a evaluar cómo y para qué lo hacen. Que sean ellos los que lo controlen, y no a la inversa, evitará caer en la procrastinación.María Fernanda Ortega Morfin, Profesora de Psicología, Universidad de GuadalajaraLicensed as Creative Commons – attribution, no derivatives.tag:theconversation.com,2011:article/2013182023-03-08T18:05:34Z2023-03-08T18:05:34ZCómo las pantallas obligan a los padres a replantearse su papel<figure><img src="https://images.theconversation.com/files/513945/original/file-20230307-20-2yjqa2.jpg?ixlib=rb-1.1.0&rect=17%2C8%2C1979%2C1041&q=45&auto=format&w=496&fit=clip" /><figcaption><span class="caption">Las condiciones de la paternidad son cada vez más complejas con la llegada de la tecnología digital.</span> <span class="attribution"><a class="source" href="https://www.shutterstock.com/fr/image-photo/portrait-happy-family-having-fun-using-1256128645">Kitreel / Shutterstock</a></span></figcaption></figure><p>Cuando se suman las horas dedicadas a ver la televisión, jugar a videojuegos o navegar por internet, parece que los niños pasan más <a href="https://caralingroup.com/wp-content/uploads/2019/10/presentacio%CC%81n-estudio-Qustodio.pdf">tiempo en pantallas</a> que en la escuela. En Francia, por ejemplo, en el grupo de edad entre 1 y 6 años, el <a href="https://www.dunod.com/connectes-et-heureux-du-stress-digital-au-bien-etre-numerique-du-stress-digital-au-bien-etre">consumo digital</a> se ha triplicado desde 2011, pasando de 2 horas a más de 6 horas semanales.
También <a href="https://www.researchgate.net/publication/270583255_0-8_Young_children's_Internet_use">aumenta</a> en el <a href="https://www.unicef.org/eca/press-releases/more-175000-children-go-online-first-time-every-day-tapping-great-opportunities">resto del mundo</a>. </p>
<p>Ante esta situación, la mayoría de los padres y madres <a href="https://www.pewresearch.org/internet/2020/07/28/parenting-children-in-the-age-of-screens/">están preocupados</a>. La presencia invasiva de pantallas en el hogar se ha convertido en una importante fuente de tensión en la <a href="https://theconversation.com/como-ser-buenos-padres-digitales-128877">relación entre padres e hijos</a>. Ávidos de consejos sobre cómo <a href="https://theconversation.com/como-diferenciar-entre-adiccion-a-las-pantallas-y-uso-abusivo-en-ninos-y-adolescentes-126789">limitar el tiempo de pantalla</a>, que consideran excesivo, los padres se enfrentan, sin embargo, a contradicciones difíciles de superar: ellos mismos pasan una media de cuatro horas y media al día leyendo sus correos electrónicos, navegando por las noticias de sus redes sociales y viendo series.</p>
<h2>No sólo cantidad, también calidad</h2>
<p>A esta gestión del tiempo de pantalla se unen dudas y profundas preocupaciones sobre la naturaleza de los contenidos digitales consultados por sus hijos. En términos más generales, los padres tienen un sentimiento de pérdida de autoridad a medida que los modelos de transmisión de conocimientos cambian con la tecnología digital; los adolescentes se muestran a menudo más competentes que sus padres en el uso de los bienes virtuales.</p>
<p>Sin embargo, los efectos nocivos de las pantallas en los niños están <a href="https://theconversation.com/huerfanos-digitales-diez-riesgos-de-crecer-en-internet-174722">ampliamente documentados</a> en la literatura académica: <a href="https://digibuo.uniovi.es/dspace/bitstream/handle/10651/62871/TFG_JenniferMartinezDias.pdf?sequence=6">impactos en la salud física y mental</a> (pérdida de sueño, sobrepeso, dificultad de concentración, etc.), en el rendimiento escolar y en las relaciones interpersonales. En cambio, sus consecuencias sobre los padres están más bien ocultas, aunque generan estrés, baja autoestima y pérdida de confianza en su eficacia personal como educadores, responsables del bienestar y del futuro de sus hijos.</p>
<h2>Los retos del bienestar de los padres</h2>
<p>Inicialmente centrada en el ámbito médico, la <a href="https://www.cairn.info/revue-decisions-marketing-2018-4-page-77.htm">noción de bienestar</a> se ha extendido a ámbitos enteros de la existencia humana, incluidas actividades como el deporte, el ocio y la alimentación. Sin embargo, definir qué es el bienestar es relativamente complejo.</p>
<p>En concreto, los trabajos académicos en economía y psicología positiva distinguen dos enfoques del bienestar. El bienestar objetivo se centra en la calidad de vida. Se mide con indicadores como la tasa de pobreza, el nivel de educación o los riesgos para la salud. El bienestar subjetivo se refiere a la evaluación de la propia existencia por cada individuo y se expresa como “sentirse feliz”. El bienestar subjetivo articula un <a href="https://internationaljournalofwellbeing.org/index.php/ijow/article/view/429">bienestar hedónico</a> y otro eudemónico:</p>
<p>El primero fluctúa en función de experiencias concretas generadoras de placer y tiene tres dimensiones: la satisfacción que experimenta el individuo con su vida, los sentimientos emocionales positivos, como el placer, y la ausencia de sentimientos negativos.</p>
<p>El segundo es más profundo y duradero, y se basa en la participación en actividades significativas que favorecen el desarrollo de habilidades, la autoestima y las conexiones sociales.</p>
<p>En el ámbito doméstico, el bienestar se investiga poco, a pesar de que la familia es percibida por los jóvenes como una <a href="https://arenes.fr/livre/la-fracture/">fuente de realización</a> y de tranquilidad. Al mismo tiempo, los medios de comunicación retransmiten esta dificultad para ser “buen padre” y señalan la creciente complejidad de las condiciones para ejercer la paternidad dentro del hogar con la llegada de la tecnología digital, legitimando sin duda la necesidad de repensar esta paternidad a través del bienestar.</p>
<h2>Fomentar la comunicación</h2>
<p>Para garantizar su bienestar, los padres y las madres utilizan herramientas tecnológicas: <em>software</em> de control parental, almacenamiento automático de las actividades en línea de los niños, protección de datos personales. Estos dispositivos pretenden proteger a sus hijos de forma automatizada sin tener la sensación de tener que convertirse en espías o guardaespaldas.</p>
<p>Estas soluciones son relevantes para el bienestar de los padres porque tienden a borrar los sentimientos negativos de los adultos, pero a menudo desembocan en ultimátums, negociaciones e incluso conflictos. Al sentirse observados en su espacio privado, los adolescentes adoptan estrategias de evitación que establecen relaciones de desconfianza y, en última instancia, afectan a la relación entre padres e hijos.</p>
<p>Por lo tanto, parece esencial comunicarse en un proceso de dos fases. En primer lugar, hay que animar a los hijos a compartir sus conocimientos y habilidades para <a href="https://theconversation.com/les-ecrans-atouts-ou-freins-du-dialogue-familial-132722">crear un vínculo en torno a las pantallas</a>. Para promover una convivencia armoniosa con las pantallas en el hogar, los padres no tienen más remedio que revisar los modelos convencionales de transmisión. Sobre todo, aceptar que la transmisión de competencias puede ser ascendente, con niños capaces de explicarles las funcionalidades de las herramientas digitales.</p>
<p>Una vez superada la barrera tecnológica, los padres deben asumir la responsabilidad de educar a sus hijos en las reglas del mundo digital y en el uso de las distintas pantallas, en particular controlando los contenidos visualizados. Este intercambio de información y de conocimientos sobre la tecnología digital debería contribuir a su bienestar hedónico.</p>
<p>En segundo lugar, se trata de comunicar para regular las prácticas aplicables a todos los miembros de la familia. La <a href="https://theconversation.com/guia-practica-para-uso-de-redes-por-menores-195264">introducción de normas precisas</a> (como prohibir el uso de pantallas en la mesa o en el dormitorio) y la limitación de los tiempos de conexión pueden debatirse en familia para lograr un uso equilibrado y adaptado a cada edad.</p>
<p>Se invita así a los padres –a menudo excesivamente conectados– a reflexionar sobre sus propias prácticas y los modelos de conducta que representan a los ojos de sus hijos. Poner en marcha estas medidas educativas aceptadas tanto por los padres como por los hijos es, sin duda, una forma de promover el bienestar.</p>
<h2>Actividades fuera de la pantalla</h2>
<p>La omnipresencia de las pantallas en el hogar se traduce en un exceso de actividades digitales más bien individuales y poco propicias al intercambio y a la puesta en común. Por lo tanto, se trata de reforzar el bienestar eudemónico de los padres fomentando actividades conjuntas en torno a las pantallas para reducir las tensiones y reinstaurar lo digital en su papel de mediador de los vínculos sociales.</p>
<p>Otra posibilidad es <a href="https://www.ted.com/talks/molly_wright_how_every_child_can_thrive_by_five">pasar tiempo fuera de la pantalla</a> realizando actividades que garanticen el bienestar. La crisis sanitaria nos ha enseñado mucho sobre la capacidad de las familias para reinventar las relaciones en el hogar y construir una burbuja armoniosa entre padres e hijos. Los periodos de reclusión resultantes incitaron a la mayoría de las familias a retomar las actividades dentro del hogar.</p>
<p>Retirados a la esfera doméstica, que se convirtió temporalmente en el único espacio de sociabilidad, padres e hijos (re)aprendieron a pasar tiempo de calidad juntos. <a href="https://theconversation.com/diez-reglas-sencillas-para-pasarlo-bien-jugando-con-nuestros-hijos-182352">Juegos de mesa</a>, <a href="https://theconversation.com/alimentation-le-retour-en-grace-du-gouter-158986">hacer pasteles</a>, deportes o actividades manuales, todas ellas propicias para compartir, para la transmisión de habilidades y fuente de emociones positivas y de un sentimiento de eficacia personal.</p>
<p>Conciliar bienestar y paternidad es un verdadero reto hoy en día, dadas las numerosas presiones y contradicciones sociales. Sin embargo, existen muchas soluciones y el bienestar parece pasar por recuperar el control de la crianza, pero también por encontrar un equilibrio entre las actividades digitales y no digitales para evitar multiplicar placeres muy efímeros que, a largo plazo, no hacen necesariamente felices a las personas.</p><img src="https://counter.theconversation.com/content/201318/count.gif" alt="The Conversation" width="1" height="1" />
<p class="fine-print"><em><span>Les auteurs ne travaillent pas, ne conseillent pas, ne possèdent pas de parts, ne reçoivent pas de fonds d'une organisation qui pourrait tirer profit de cet article, et n'ont déclaré aucune autre affiliation que leur organisme de recherche.</span></em></p>La tensión sobre el tiempo de uso y el contenido de las pantallas puede llevar a los padres a perder la confianza en su eficacia como educadores. He aquí algunas claves para evitar el callejón sin salida.Caroline Rouen-Mallet, Enseignant-chercheur en marketing, IAE Rouen Normandie - Université de Rouen NormandiePascale Ezan, professeur des universités - comportements de consommation - alimentation - réseaux sociaux, Université Le Havre NormandieStéphane Mallet, Enseignant-chercheur en marketing, IAE Rouen Normandie - Université de Rouen NormandieLicensed as Creative Commons – attribution, no derivatives.tag:theconversation.com,2011:article/1824822022-05-19T18:02:26Z2022-05-19T18:02:26ZLos jóvenes dedican siete horas diarias al ocio digital y quieren ser ‘influencers’<figure><img src="https://images.theconversation.com/files/464047/original/file-20220518-19-83qqs4.jpg?ixlib=rb-1.1.0&rect=17%2C0%2C5973%2C3889&q=45&auto=format&w=496&fit=clip" /><figcaption><span class="caption">
</span> <span class="attribution"><a class="source" href="https://www.shutterstock.com/es/image-photo/young-people-having-fun-outdoor-making-335381858">Khorzhevska / Shutterstock</a></span></figcaption></figure><p>Las tecnologías digitales tienen un profundo arraigo en adolescentes y jóvenes, quienes conviven en un ecosistema tecnológico múltiple, multimediado y diversificado, dominado por el teléfono inteligente –el 86,4 % de jóvenes entre 15 y 29 años en España dispone de uno–. Esto se desprende del informe <a href="https://www.adolescenciayjuventud.org/publicacion/investigacion_ocio_digital/"><em>Consumir, crear, jugar</em></a>, del <a href="https://www.adolescenciayjuventud.org/">Centro Reina Sofía sobre Adolescencia y Juventud</a> de <a href="https://www.fad.es/">FAD</a>. También pone de manifiesto la enorme importancia del ocio digital: el 79,9 % utiliza las tecnologías digitales para actividades de ocio digital todos los días, con una media de casi siete horas diarias.</p>
<p>La juventud ha ido construyendo una relación íntima y duradera con las tecnologías, trasladando un gran número de prácticas y vivencias al mundo digital. En este marco, el ocio, en tanto que valor fundamental de la juventud por su importancia en el desarrollo social, educativo y psicológico, se erige como uno de los aspectos más atravesados por las tecnologías digitales. De hecho, <a href="http://www.injuve.es/observatorio/demografia-e-informacion-general/informe-juventud-en-espana-2020">internet es un elemento primordial en las prácticas de ocio, individualización y socialización de la juventud</a>.</p>
<h2>Redes sociales virtuales como forma de vida</h2>
<p>Las redes sociales virtuales acaparan la mayor parte del tiempo de ocio juvenil: el 82,8 % afirma que consume contenidos digitales en redes sociales a diario y el 82,4 % crea contenido propio que comparte en alguna plataforma digital –destacando especialmente Instagram–. </p>
<p>Aunque es un fenómeno que afecta a prácticamente toda la población, es evidente que la necesidad de compartir la propia vida en plataformas digitales sociales constituye uno de los fundamentos básicos de la sociabilidad juvenil. Como defiende la autora <a href="https://www.fcede.es/site/es/libros/detalles.aspx?id_libro=6974">Paula Sibilia</a>, si con el auge de la modernidad se produjo una profundización en el desarrollo de la individualidad a partir de la densificación de la intimidad, en el caso de la posmodernidad nos encontramos una necesidad de exteriorizar y compartir vivencias, como si lo vivido no fuera lo suficientemente real si no es refrendado y validado por los demás. </p>
<p>De manera exhaustiva y constante, se comparten fragmentos seleccionados de la intimidad. Esta necesidad de mostrarse ante los demás constituye uno de los mecanismos de estabilización de la propia identidad, de sentir la tranquilidad de que nuestras vivencias no son exclusivamente personales sino compartidas con una comunidad que nos desborda, lo que denomina <a href="https://www.redalyc.org/journal/5644/564464798003/html/">extimidad</a>. </p>
<p>La industria cultural contemporánea ha conseguido que en la actualidad los usuarios no sean meros consumidores sino prosumidores activos y que el contenido e información que crean constituya la base sobre la que se sustenta la economía digital. </p>
<p>Así, en las últimas décadas, las plataformas y redes sociales han pasado de ser entornos en los que se compartía contenido como entretenimiento a convertirse en auténticos escaparates en los que emprendedores de la sociedad digital venden el contenido que generan como mercancía bajo el auspicio de la industria de la publicidad, que ha encontrado en los y las <em>influencers</em> la figura ideal para hacer llegar sus productos y servicios a nuevos nichos de mercado.</p>
<h2>Los contenidos digitales en el centro</h2>
<p>Es destacable que el consumo de contenido audiovisual constituye la segunda forma de ocio digital juvenil más frecuente, solo por detrás del uso de redes sociales, con una enorme presencia de plataformas de suscripción, lo que muestra la penetración revolucionaria que este tipo de plataformas han conseguido en estos grupos generacionales en poco tiempo: 3 de cada 4 jóvenes tiene alguna suscripción de pago a contenidos digitales. </p>
<p>Por tanto, en el patrón de consumo audiovisual de las generaciones jóvenes podemos identificar un cambio en lo que <a href="https://journals.sagepub.com/doi/10.1177/1749602019834554">Turner</a> denomina “culturas de uso”, que en la era digital no están tan centrada en los productos en sí, sino en los servicios de suscripción, que permiten el acceso a las novedades que van apareciendo en el mercado.</p>
<h2>La importancia de ser <em>influencer</em></h2>
<p>Dentro de este ecosistema de ocio digital dominado por los contenidos que se suben y se bajan en redes sociales y plataformas digitales, junto con la importancia de las suscripciones, hay una figura que resalta por encima del resto: los y las <em>influencers</em> –<em>youtubers</em>, <em>streamers</em>, creadores y creadoras, etc.–. Se trata de las estrellas de internet, personas famosas y reconocidas, seguidas de forma masiva, que influyen y crean opinión. </p>
<p>Según el diagnóstico presentado en <a href="https://www.adolescenciayjuventud.org/publicacion/investigacion_ocio_digital/"><em>Consumir, crear, jugar</em></a>, prácticamente la totalidad de jóvenes sigue a alguna persona que crea contenido digital –del tipo que sea–, y 1 de cada 3 gasta dinero mensualmente apoyando a estas personas –a través de donaciones o suscripciones en plataformas como Twitch, OnlyFans, donaciones en <a href="https://www.patreon.com/es-ES">Patreon</a>, etc.–.</p>
<p>Queda patente cómo la creación de contenido está enormemente generalizada entre la juventud y que el anhelo de profesionalización de esta actividad es enorme. Prácticamente 1 de cada 3 jóvenes declara que le gustaría dedicarse profesionalmente a la creación y 1 de cada 10 señala estar dedicándose a ello en la actualidad, con cifras significativamente mayores en la adolescencia. </p>
<p>No solamente hay un gran deseo de dedicarse a ello, sino que aparece como una profesión asentada y socialmente valorada entre la población joven, entre quienes hay un fuerte consenso en cuanto a que las plataformas en línea son buenos canales de sensibilizacióbn y activismo social, que es una profesión con gran futuro o que estos medios fomentan la creatividad y la libertad en mayor medida que los medios tradicionales. </p>
<p>Además, a diferencia de lo que puede ocurrir en otros grupos de edad, entre la juventud se tiene una visión positiva, en líneas generales, de los creadores de contenido, sobre todo entre los grupos menores de 25 años, delineándose una cierta brecha generacional dentro de los propios jóvenes: un 47,1 % de jóvenes entre 25 y 29 años considera que la mayor parte de los creadores viven del cuento, frente al 31,9 % de jóvenes entre 15 y 24 años. </p>
<p>Esta brecha generacional se ensancha en el caso de la población adulta. Alrededor de la mitad de los jóvenes considera que la profesión de creador de contenido está muy poco valorada socialmente. Estos datos apuntan a que adolescentes y jóvenes abanderan la profesionalización de la creación de contenidos, una profesión eminentemente joven, tanto porque son estas generaciones quienes más consumen como porque son quienes más se dedican a la propia creación.</p>
<p>Este anhelo y defensa de la creación de contenido, sin embargo, no es un sueño ingenuo juvenil, sino que reconocen que dedicarse a ello es muy complicado por la enorme competitividad del sector. Son conscientes de que, pese a la gigantesca cantidad de jóvenes que lo intentan, muy pocas personas pueden triunfar. El hecho de que el 7,8 % haya intentado ganarse la vida creando contenido durante el último año (2021) y haya desistido –6 puntos porcentuales más que en el año anterior–, ejemplifica el gran atractivo que tiene esta profesión y da pistas sobre la frustración y presión a la que están sometidos quienes no consiguen triunfar en un medio en el que solo unos pocos pueden destacar. </p>
<p>Más que una expectativa irreal por parte de los y las jóvenes, sería más pertinente hablar de un sistema mediático que promueve la creación de contenido como una profesión de futuro, como muestra la gran cantidad de artículos en prensa en los que suele pasarse por alto las pocas posibilidades de éxito real entre quienes lo intentan. </p>
<h2>El creador de contenido como autoemprendedor</h2>
<p>El modelo del creador de contenido encaja perfectamente con la <a href="http://teocripsi.com/ojs/index.php/TCP/article/view/82">lógica del autoemprendedor hecho a sí mismo</a> que triunfa a partir de sus méritos individuales, en una nueva iteración del modelo autárquico de individuo que promueve la ortodoxia neoliberal.</p>
<p>Por tanto, ganarse la vida como <em>influencer</em> –o cualquiera de sus múltiples denominaciones– aparece en el imaginario juvenil como un anhelo difícil de alcanzar, pero al que dedican gran parte de sus esfuerzos y energías. </p>
<p>Además, en un contexto de incertidumbre sobre el futuro y de elevado paro juvenil, la posibilidad de poder dedicarse profesionalmente a una práctica que ya está inextricablemente ligada con la vida cotidiana, aunque sea como mero entretenimiento, resuena con mayor fuerza entre la juventud. No obstante, se trata de una ventana de oportunidad tan pequeña y dependiente de tantos factores extrapersonales que puede conducir a la frustración entre la inmensa mayoría de quienes lo intentan pero no pueden conseguirlo.</p><img src="https://counter.theconversation.com/content/182482/count.gif" alt="The Conversation" width="1" height="1" />
<p class="fine-print"><em><span>Alejandro Gómez Miguel no recibe salario, ni ejerce labores de consultoría, ni posee acciones, ni recibe financiación de ninguna compañía u organización que pueda obtener beneficio de este artículo, y ha declarado carecer de vínculos relevantes más allá del cargo académico citado.</span></em></p>Muchos jóvenes y adolescentes confían en que ser ‘influencers’ les pueda sacar del desempleo, pero se frustran al ver que su conocimiento y su uso del medio no se lo facilita.Alejandro Gómez Miguel, Técnico de investigación, Centro Reina Sofía sobre Adolescencia y JuventudLicensed as Creative Commons – attribution, no derivatives.tag:theconversation.com,2011:article/1717562021-12-15T21:07:38Z2021-12-15T21:07:38ZLa verdadera relación entre las pantallas, los libros y la miopía<figure><img src="https://images.theconversation.com/files/437548/original/file-20211214-19-18edr6o.jpg?ixlib=rb-1.1.0&rect=0%2C11%2C2501%2C1651&q=45&auto=format&w=496&fit=clip" /><figcaption><span class="caption">
</span> <span class="attribution"><a class="source" href="https://www.shutterstock.com/es/image-photo/kids-reading-book-under-blanket-elder-1071593237">Shutterstock / EvgeniiAnd</a></span></figcaption></figure><p>Seguro que en alguna ocasión hemos oído o leído que el uso excesivo de pantallas está provocando un incremento de los casos de miopía. Y que esta relación es directa, es decir, que las pantallas son las responsables de que cada vez haya más personas miopes en el mundo. No en vano, hay estudios que concluyen que <a href="https://www.nature.com/articles/519276a">aquellos niños que pasan más tiempo delante de libros o pantallas desarrollan más miopía que los que pasan un tiempo limitado</a>. </p>
<p>No solo eso. Desde siempre hemos asumido que la miopía y el uso de gafas está directamente relacionado con la ejecución de tareas que necesitan un especial esfuerzo visual. O con gente muy estudiosa, o ávida lectora de libros durante toda su vida. </p>
<p>Como últimamente hemos sustituido muchas de estas tareas de lectura en papel por las pantallas electrónicas, hemos trasladado la responsabilidad de un culpable a otro.</p>
<p>Sin embargo, esta relación directa asumida desde hace tiempo no se ha comprobado científicamente. Aunque se da por hecho por la hipótesis de correlación/causalidad, hay que tener cuidado con estos paralelismos, ya que no siempre correlación implica causalidad. </p>
<p>Esto lo explica muy bien Tyler Vigen, un abogado de Harvard. En su página web <a href="https://www.tylervigen.com/spurious-correlations"><em>Spurious Correlations</em></a> (o Correlaciones Espurias), mantiene desde hace años un experimento estadístico con datos arbitrarios que obtiene de diferentes fuentes y que, al solaparlos en gráficas, generan unas correlaciones de lo más disparatadas. Por ejemplo, de sus datos se puede deducir que entre 2000 y 2009 hubo una correlación entre el incremento de consumo de queso per cápita y las muertes por enredarse con las sábanas. Absurdo, ¿verdad? </p>
<figure class="align-center zoomable">
<a href="https://images.theconversation.com/files/437541/original/file-20211214-13-sf4m87.png?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=1000&fit=clip"><img alt="" src="https://images.theconversation.com/files/437541/original/file-20211214-13-sf4m87.png?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=754&fit=clip" srcset="https://images.theconversation.com/files/437541/original/file-20211214-13-sf4m87.png?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=600&h=237&fit=crop&dpr=1 600w, https://images.theconversation.com/files/437541/original/file-20211214-13-sf4m87.png?ixlib=rb-1.1.0&q=30&auto=format&w=600&h=237&fit=crop&dpr=2 1200w, https://images.theconversation.com/files/437541/original/file-20211214-13-sf4m87.png?ixlib=rb-1.1.0&q=15&auto=format&w=600&h=237&fit=crop&dpr=3 1800w, https://images.theconversation.com/files/437541/original/file-20211214-13-sf4m87.png?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=754&h=297&fit=crop&dpr=1 754w, https://images.theconversation.com/files/437541/original/file-20211214-13-sf4m87.png?ixlib=rb-1.1.0&q=30&auto=format&w=754&h=297&fit=crop&dpr=2 1508w, https://images.theconversation.com/files/437541/original/file-20211214-13-sf4m87.png?ixlib=rb-1.1.0&q=15&auto=format&w=754&h=297&fit=crop&dpr=3 2262w" sizes="(min-width: 1466px) 754px, (max-width: 599px) 100vw, (min-width: 600px) 600px, 237px"></a>
<figcaption>
<span class="caption">Correlación entre el consumo de queso per cápita y muertes por enredarse con las sábanas.</span>
<span class="attribution"><a class="source" href="https://www.tylervigen.com/spurious-correlations">Tyler Vigen / Spurious Correlations</a>, <a class="license" href="http://creativecommons.org/licenses/by/4.0/">CC BY</a></span>
</figcaption>
</figure>
<p>Lo que sí es cierto es que el incremento en casos de miopía es real y que no se puede explicar del todo basándonos en los factores genéticos. Por lo tanto, hay que buscar entre los factores ambientales. </p>
<h2>Cómplices pero no culpables</h2>
<p>¿Son las pantallas –o más bien su uso excesivo– el origen del problema de la miopía? Los últimos estudios sugieren que <strong>las pantallas son solo cómplices de esta realidad</strong>, pero no los culpables directos. </p>
<p>La miopía, que se traduce en la dificultad para enfocar los objetos lejanos, se debe a que el globo ocular es demasiado largo en relación con el poder de enfoque de la córnea y el cristalino del ojo. Esto provoca que los rayos de luz se dirijan a un punto anterior a la retina. </p>
<p>También somos miopes cuando la córnea, el cristalino o ambos son demasiado curvos para la longitud de nuestro globo ocular. Y en algunos casos, concurren simultáneamente <a href="https://www.mayoclinic.org/es-es/diseases-conditions/nearsightedness/symptoms-causes/syc-20375556">todos estos factores</a>. </p>
<p>Estas anomalías se corrigen con lentes que conducen la información luminosa al fondo de nuestro ojo. </p>
<p>El proceso por el cual un ojo desarrolla miopía no es del todo conocido, pero lo que sí se sabe es que para que nuestra visión se desarrolle correctamente necesitamos fomentar y <a href="https://iovs.arvojournals.org/article.aspx?articleid=2772538">practicar tanto la visión de cerca como la de lejos</a>. </p>
<p>En ese sentido, parece lógico sospechar que la continua exposición desde una temprana edad a las pantallas en un momento en el que el ojo está aún madurando pueda favorecer el desarrollo de la visión de objetos cercanos, en perjuicio de la visión a larga distancia. Sin embargo, no hay datos suficientes para concluir que este factor esté detrás del desarrollo de la miopía.</p>
<h2>Fatiga ocular</h2>
<p>Lo que nadie discute es que el <a href="https://pubmed.ncbi.nlm.nih.gov/30663136/">uso excesivo de pantallas</a> provoca “fatiga ocular”, también conocida como “síndrome del informático”, que se traduce en enrojecimiento, escozor y picor del ojos, sequedad ocular (o lo contrario, lagrimeo constante), dolor de cabeza, etc. Se debe a que cuando miramos una pantalla parpadeamos menos (de forma inconsciente), miramos fijamente un punto concreto durante mucho tiempo o desde un ángulo inadecuado, nos exponemos al excesivo brillo de estos dispositivos, etc. </p>
<p>¿Cómo se combate? Nada de <a href="https://onlinelibrary.wiley.com/doi/10.1111/opo.12738">filtros que bloqueen la luz azul</a> –a la que se hace injustamente responsable de este mal–. La mejor recomendación para reducir los signos de fatiga ocular es parpadear frecuentemente y tomarse descansos <a href="https://www.optometrytimes.com/view/deconstructing-20-20-20-rule-digital-eye-strain">siguiendo la regla del 20/20/20</a>. Es decir, cada 20 minutos tomarse 20 segundos de descanso y mirar (y tratar de enfocar) un objeto a 20 pies de distancia (6 metros). </p>
<p>Si es mirando por una ventana y con luz, mejor. ¿Por qué con luz? Porque se sospecha que uno de los posibles culpables del desarrollo de la miopía es la falta de luz.</p>
<h2>El verdadero problema es la falta de luz</h2>
<p>En efecto, se ha comprobado que lo que tienen en común los niños con mucha actividad lectora, ya sea en papel o en pantalla digital, es que <a href="https://pubmed.ncbi.nlm.nih.gov/26497977/">están menos expuestos a la luz solar durante el día</a>. De hecho, se ha <a href="https://iovs.arvojournals.org/article.aspx?articleid=2466239">demostrado recientemente</a> que, efectivamente, hay <strong>una relación entre miopía y la ausencia de luz solar</strong>. </p>
<p>Al parecer, la radiación solar (especialmente la radiación de alta energía, como la de la luz azul y <a href="https://pubmed.ncbi.nlm.nih.gov/28063778/">violeta</a>) estimularía la <a href="https://www.pnas.org/content/118/22/e2018840118">liberación de dopamina por las células amacrinas de la retina</a> (otro tipo celular diferente a los fotorreceptores). Eso inhibiría el crecimiento del ojo, evitando el alargamiento típico que da lugar a la miopía.</p>
<p>Existen, además, evidencias experimentales que demuestran que en distintas especies animales, entre ellas el mono, la exposición a luz violeta de alta energía podría <a href="https://pubmed.ncbi.nlm.nih.gov/22169102/">proteger de la miopía</a>.</p>
<p>En suma, todo apunta a que ni los libros ni los dispositivos electrónicos son los culpables directos del incremento de miopía en el mundo. Solo se han convertido en los cómplices de este fenómeno al mantener apartados a los niños de la luz del sol. </p>
<p>¿Cómo lo solucionamos, entonces? Realizando más actividades al aire libre, sencillamente.</p><img src="https://counter.theconversation.com/content/171756/count.gif" alt="The Conversation" width="1" height="1" />
<p class="fine-print"><em><span>Conchi Lillo no recibe salario, ni ejerce labores de consultoría, ni posee acciones, ni recibe financiación de ninguna compañía u organización que pueda obtener beneficio de este artículo, y ha declarado carecer de vínculos relevantes más allá del cargo académico citado.</span></em></p>La evidencia apunta a que ni los libros ni los dispositivos electrónicos son culpables directos del incremento de miopía en el mundo. Más bien potencian este fenómeno al mantener apartados a los niños de la luz del sol.Conchi Lillo, Profesora titular de la Facultad de Biología, investigadora de patologías visuales, Universidad de SalamancaLicensed as Creative Commons – attribution, no derivatives.tag:theconversation.com,2011:article/1708032021-11-21T18:35:54Z2021-11-21T18:35:54ZLos filtros de luz azul para pantallas ni cuidan la vista ni ayudan a descansar<figure><img src="https://images.theconversation.com/files/432812/original/file-20211119-13-1akl6ye.jpg?ixlib=rb-1.1.0&rect=12%2C6%2C4181%2C2785&q=45&auto=format&w=496&fit=clip" /><figcaption><span class="caption">
</span> <span class="attribution"><a class="source" href="https://www.shutterstock.com/es/image-photo/little-girl-bed-under-blanket-looking-1108870625">Shutterstock / De Visu</a></span></figcaption></figure><p>Continuamente nos bombardean con mensajes que alertan de que estamos haciendo un uso excesivo de las pantallas que afecta directamente a nuestra visión. Son muchos los anuncios publicitarios que nos instan a usar filtros para bloquear la luz azul de estas pantallas antes de que sea demasiado tarde. “Mejorará su descanso”, “Disminuirá el cansancio visual provocado por los dispositivos electrónicos”, “Prevendrá enfermedades oculares”, son algunas de sus promesas.</p>
<p>¿Hasta qué punto es cierto? ¿Cuánto daño hacen realmente las pantallas digitales? Y sobre todo, ¿es verdad que estamos dañando nuestra vista y nuestro descanso con la luz azul que emiten? </p>
<h2>Entender la luz azul</h2>
<p>La iluminación artificial ha sido una bendición para el ser humano, porque nos ha permitido extender la duración de los días y realizar muchas más actividades con ella. Últimamente, gran parte de ese “tiempo extra” lo dedicamos a mirar pantallas de dispositivos electrónicos, que se sabe que tienen un componente de luz azul importante, más fría que la de las clásicas bombillas de tungsteno o los fluorescentes.</p>
<p>Concretando, se conoce como luz azul al rango del espectro de luz visible que tiene una longitud de onda entre 400-495 nanómetros. Es un tipo de luz de alta energía como lo son el violeta y el índigo. Este tipo de luz se produce de forma natural por el sol, que también contiene, de forma proporcional, otras formas de luz visible e invisible para el ojo humano, como las radiaciones ultravioleta e infrarrojas. </p>
<p>¿Tiene alguna implicación fisiológica que la luz que usemos de forma más frecuente de día y de noche sea de color azul? Para responder, hay que tener en cuenta que la luz del sol es uno de los diversos factores que ayuda a regular nuestro reloj biológico central, el ciclo circadiano. Cuando la luz llega a nuestra retina interacciona con los fotorreceptores, que son los que nos permiten ver, pero también con otras células fotosensibles de nuestra retina. Nos referimos a un grupo de células ganglionares que contienen melanopsina, que permiten regular este ciclo circadiano. </p>
<p>La señal de la luz azul impide que secreten melatonina, la hormona del sueño (aunque no se descarta que toda la luz que llega a la retina influya en este proceso). En contraposición, cuando no llega luz azul a la retina, nuestro organismo secreta melatonina, <a href="https://analesranf.com/articulo/8501_rev02/">facilitando la somnolencia</a>. De ahí se deduce que si durante ese periodo en el que nos preparamos para descansar nos exponemos a la luz azul, estaremos bloqueando esa secreción de melatonina y produciendo una <a href="https://www.ncbi.nlm.nih.gov/pmc/articles/PMC7065627/">desregulación del ciclo</a>. </p>
<p>Sin embargo, la mayoría de los trabajos realizados en humanos en este campo no han sido representativos de la forma en que la persona media está expuesta a la luz azul. Es decir, la mayoría de las condiciones experimentales no se corresponden con el día a día de una persona media. E incluso en estos experimentos se produjeron cambios mínimos en la calidad del sueño (diferencias de 10 minutos a la hora de quedarse dormido). Además, en general son estudios con un bajo número de participantes, en la mayoría de los casos menos de 20 y casi siempre hombres jóvenes.</p>
<p>En cualquier caso ¿son los filtros la solución al problema? Investigaciones recientes indican que <a href="https://pubmed.ncbi.nlm.nih.gov/29044670/">bloquear la luz azul con filtros no garantiza una mejor calidad del sueño</a>. Hay que reconocer que resulta sencillo buscar un culpable, la luz azul, ponerle un remedio, un filtro y convencernos de que estamos haciendo lo mejor para nuestro descanso mientras seguimos utilizando nuestros dispositivos electrónicos. Pero lo que tenemos que hacer es apagarlos e irnos a dormir.</p>
<p>Al fin y al cabo, lo que nos impide conciliar el sueño no es tanto el exceso de luz azul (que según todos los organismos acreditados no es lo suficientemente potente para causar una alteración importante de nuestro ciclo circadiano) como lo que estamos haciendo con el dispositivo electrónico.</p>
<h2>Anuncios engañosos</h2>
<p>Pero aún hay más. Si nos fijamos en las indicaciones de para qué son necesarios estos filtros, resulta que muchos fabricantes afirman que lo son para todo lo que hacemos en nuestro día a día. Incluso hay filtros que alertan de que la luz azul daña nuestra retina y contribuye al desarrollo de la degeneración macular asociada a la edad, por lo que deberíamos evitarla del todo y todo el tiempo. Pero la realidad es que no hay evidencias científicas que demuestren esa afirmación. Todo lo contrario, los estudios indican que bloquear la luz azul <a href="https://www.aaojournal.org/article/S0161-6420(20)30727-2/fulltext">no impide ni retrasa el desarrollo de estas patologías</a>). </p>
<p>Tanta es la desinformación que recibimos que la Sociedad Española de Oftalmología se ha manifestado varias veces contra estos anuncios engañosos, publicando en su página web diversos comunicados para informar de que <a href="https://www.oftalmoseo.com/la-luz-azul-de-las-pantallas-no-afecta-a-los-ojos-ni-provoca-ceguera/">la luz azul no daña nuestras retinas</a>). </p>
<p>Conviene asimismo tener en cuenta que la mayoría de los trabajos que relacionan la luz azul con daños en la retina (o incluso las neuronas del cerebro) se han realizado <a href="https://www.nature.com/articles/s41514-019-0038-6">bien en células en cultivo o bien usando animales de experimentación como las moscas de la fruta</a>. Estas condiciones y modelos experimentales no se asemejan a las características y protección de los ojos humanos. </p>
<p>Además, la intensidad lumínica o el tiempo de exposición utilizados en ellos son muy diferentes y superiores a los que tienen nuestros dispositivos electrónicos. Por lo tanto, hay que tener cuidado con la extrapolación de este tipo de resultados a la fisiología humana. Y, sobre todo, evitar los titulares sensacionalistas. </p>
<h2>Los filtros pueden llegar a ser contraproducentes</h2>
<p>A pesar de todo lo que hemos contado, muchas empresas siguen alertando de la exposición a la luz azul de nuestras pantallas sin fundamento, aprovechándose del miedo infundado para tratar de vender dispositivos y filtros. Lo cual no solo es innecesario sino contraproducente, ya que durante el día necesitamos percibir la luz azul para regular nuestro ciclo circadiano. Tanto que para tratar de paliar la desregulación de este ciclo por falta de luz diurna, ¿cuál es el mejor tratamiento? Exacto: <a href="https://www.ncbi.nlm.nih.gov/pmc/articles/PMC3020104/">exposición a la luz</a>.</p>
<p>Usando filtros, la información que recibe el cerebro es confusa. Por una parte, los estímulos externos le dicen a nuestro reloj biológico que todavía hay que estar despiertos. Pero al eliminar por completo la información de la luz azul, el ciclo de la melatonina se activa como si estuviéramos dormidos. Y eso sí puede trastocar nuestro ritmo circadiano. Además, eliminar la información de la luz azul sin necesitarlo empobrece nuestra visión.</p>
<p>Conclusión: si alguien anda preocupado por la calidad de su sueño, lo mejor que puede hacer es dejar a un lado el móvil, la tableta o el ordenador un tiempo antes de dormir. La luz azul no tiene la culpa de nuestro insomnio.</p><img src="https://counter.theconversation.com/content/170803/count.gif" alt="The Conversation" width="1" height="1" />
<p class="fine-print"><em><span>Conchi Lillo no recibe salario, ni ejerce labores de consultoría, ni posee acciones, ni recibe financiación de ninguna compañía u organización que pueda obtener beneficio de este artículo, y ha declarado carecer de vínculos relevantes más allá del cargo académico citado.</span></em></p>Que no nos engañen. Usar filtros para bloquear la luz azul de las pantallas no protege la vista ni ayuda a dormir mejor. Para que las pantallas no nos espabilen lo mejor que podemos hacer es apagarlas e irnos a dormir.Conchi Lillo, Profesora titular de la Facultad de Biología, investigadora de patologías visuales, Universidad de SalamancaLicensed as Creative Commons – attribution, no derivatives.tag:theconversation.com,2011:article/1675752021-09-15T18:28:23Z2021-09-15T18:28:23ZDieta mediterránea: importa qué comemos pero también cómo y con quién<figure><img src="https://images.theconversation.com/files/420736/original/file-20210913-21-16f9jk7.jpg?ixlib=rb-1.1.0&rect=11%2C11%2C7927%2C4165&q=45&auto=format&w=496&fit=clip" /><figcaption><span class="caption">
</span> <span class="attribution"><a class="source" href="https://www.shutterstock.com/es/image-photo/couple-enjoying-romantic-dinner-restaurant-terrace-1757431925">Shutterstock / ImYanis</a></span></figcaption></figure><p>Nos preguntamos poco sobre qué es la dieta mediterránea. Asumimos que está relacionada con aquello que comemos los mediterráneos y que, además, es buena para nuestra salud. </p>
<p>Sin embargo, después de mucho más de medio siglo de investigaciones diversas, las discusiones y desacuerdos sobre su realidad siguen vivos. También aspectos aún tan importantes como el concepto en sí mismo, su esencia y su desarrollo, continúan provocando airadas discusiones entre expertos y profesionales de distintas disciplinas. </p>
<h2>Qué debe tener su dieta para considerarla mediterránea</h2>
<p>En este contexto nos preguntamos qué es la dieta mediterránea. Desde una perspectiva muy básica de carácter médico, podríamos decir que la dieta mediterránea es un patrón dietético recomendado por los especialistas y considerado como saludable. </p>
<p>Está <a href="https://scielo.isciii.es/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S0212-16112018000700017">basado principalmente en vegetales</a>, con una importante presencia del aceite de oliva, e incluye cantidades moderadas o bajas de alimentos de origen animal. </p>
<p>Desde el punto de vista de la nutrición, es decir, de los efectos de determinados alimentos sobre el organismo después de su ingesta, no hay mucho más que decir. Esta definición nos sirve. </p>
<h2>La dieta mediterránea no es una solo lista de ingredientes</h2>
<p>Sin embargo, hay cosas importantes sobre las que deberíamos extendernos un poco más. Por un lado, el hecho de que la noción de dieta mediterránea haya experimentado una evolución importante y progresiva durante el último de medio siglo. </p>
<p>Nos ha ido llevando desde lo que en un inicio era únicamente un patrón dietético saludable para el corazón hasta visiones más actuales que la plantean hoy como un modelo de dieta local y sostenible que <a href="https://www.medfoodcultures.org/files/download/the%20icaf%20mediterranean%20diet%20book%202021.pdf">forma parte de nuestras culturas</a> y de nuestro patrimonio.</p>
<p>Lo que nos interesa destacar aquí es que esta evolución ha transformado el concepto de dieta mediterránea, llevándola desde posiciones estrictamente médicas y nutricionales hasta visiones más vinculadas con la sociedad, la cultura, los estilos de vida y el medio ambiente. </p>
<p>Todo ello es consecuencia, muy particularmente, de su <a href="https://ich.unesco.org/es/RL/la-dieta-mediterranea-00884">inscripción</a> como Patrimonio cultural inmaterial de la humanidad por parte de UNESCO en el año 2010. Desde entonces, se entiende la dieta mediterránea como un sistema alimentario patrimonial que va mucho más allá de aquello que ingerimos y que incluye toda la cultura material e inmaterial que rodea nuestra alimentación (utensilios, espacios, rituales, fiestas y celebraciones…).</p>
<p>Sin embargo, es difícil huir de perspectivas bien establecidas, como las relacionadas con la salud. Pocas cosas nos importan más que la salud en esta vida (y la pandemia de covid-19 nos lo ha hecho, una vez más, evidente). </p>
<h2>Una alimentación llena de cultura</h2>
<p>Así, no es extraño observar aún hoy visiones frecuentes de la dieta mediterránea ancladas en el tiempo. Estas, en virtud de las recomendaciones médicas, predican una alimentación más basada en aquello que se comía en los años sesenta del siglo pasado que en nuestra alimentación actual. </p>
<p>Nos estamos perdiendo bastantes cosas en el camino. Por una parte, que nuestra alimentación forma parte de <a href="https://www.researchgate.net/publication/26750621_Mediterranean_diet_culture_and_heritage_Challenges_for_a_new_conception">nuestra cultura</a>. Así, la dieta mediterránea debe ser vista como un sistema alimentario vivo y en continua evolución. </p>
<p>Dicho sistema recorre todos los eslabones de la cadena, que van desde la producción hasta el consumo, del campo hasta la mesa (e incluso más allá, con el reciclaje y el compostaje y el retorno a la producción). Hoy no comemos como hace cien años, ni dentro de cien años comeremos como lo hacemos hoy. Parece obvio, pero no lo es. </p>
<p>Estas premisas, sin embargo, chocan con visiones centradas fundamentalmente en la salud, en las que la dieta mediterránea se observa más como una lista de ingredientes saludables que hay que consumir diaria o semanalmente, medidos en unidades, en gramos o en centilitros, que como un sistema alimentario y culinario con una amplia base cultural. </p>
<p>No comemos nutrientes, comemos alimentos, y estos son inseparables de su carga cultural inherente. Así, tendemos a enfocar nuestros esfuerzos y quejas en relación con la adherencia o no a los patrones de una dieta idealizada.</p>
<h2>Un sistema alimentario complejo e interdependiente</h2>
<p>Recordemos que la pirámide de la dieta mediterránea es una recomendación. Si es necesario recomendarla desde un punto de vista médico y nutricional, es muy posible que sea porque no estamos comiendo de la manera que se reivindica. O que lo estamos haciendo con un mayor o menor consumo de alimentos específicos (como el aceite de oliva, por ejemplo). </p>
<p>Sin embargo, los productos no solamente actúan sobre nuestro organismo. Lo hacen también sobre nuestra vida cotidiana, sobre nuestra economía… Que un producto como el aceite de oliva, por ejemplo, suba o baje de precio influye en que su consumo aumente o disminuya. Y eso, a la larga, puede influir también sobre nuestra salud.</p>
<p>No estamos atendiendo al hecho básico de que si no nos preocupamos por aquellos eslabones que se encuentran en el inicio de la cadena alimentaria (una producción protegida y bien pagada, una distribución adecuada y no situada en unas pocas manos, precios asequibles en relación con la compra y el consumo…), poco podremos hacer por los <a href="https://pubmed.ncbi.nlm.nih.gov/22166194/">eslabones finales</a> (el consumo, las repercusiones sobre la salud…) de manera aislada.</p>
<h2>Cómo adaptar la dieta mediterránea a la era del móvil</h2>
<p>Por otro lado, no podemos olvidar cuestiones como cuándo comemos, con quién comemos y cuánto tiempo utilizamos para comer. Comer es un acto social y habitualmente buscamos hacerlo en compañía. </p>
<p>Incluso el hecho de fotografiar aquello que comemos y enviarlo a través de las redes sociales es una forma de comunicarnos, una manera de compartir ese momento con los demás, incluso con aquellas personas que no nos acompañan físicamente en ese momento.</p>
<p>Aspectos tales como el hecho de comer solos o <a href="https://www.springer.com/gp/book/9780834216419">acompañados</a> afectan en la elección de aquello que comemos, en el tiempo que empleamos en comer, en las cantidades que ingerimos… Y todo esto tiene consecuencias directas en nuestra salud que van más allá de los nutrientes. </p>
<p>Sin embargo, comer en compañía no siempre es posible. La jornada laboral y nuestro tipo de trabajo, sin ir más lejos, ordenan tanto nuestros horarios como las posibilidades de coincidir con otras personas para comer en compañía. El cambio en los sistemas familiares ha llevado también a que hoy en día un mayor número de personas vivan solas, muy especialmente personas mayores. </p>
<p>Todos estos aspectos forman parte de la evolución de nuestra dieta, de la transformación continua de nuestros estilos de vida. Moldean nuestros hábitos alimentarios, nuestras relaciones sociales y, evidentemente, aquello que acabamos ingiriendo.</p>
<p>En definitiva, la dieta mediterránea sigue viva. Es lo que comemos (que seguimos comiendo) los mediterráneos, y <a href="https://www.nature.com/articles/s43016-020-0035-8?proof=t">evoluciona</a> a lo largo del tiempo, incorporando y eliminando constantemente productos, maneras e instrumentos de cocción o de preparación, momentos y lugares, formas de consumo…</p>
<p>No cabe duda de que puede ser una dieta saludable. Sin embargo, hemos de observarla desde la perspectiva de aquello que realmente comemos hoy en día (y no solo del qué, sino también del cómo, cuándo, por qué o con quién…) y trabajar a partir de ahí. </p>
<p>Quizás sea necesario “repensar” la dieta mediterránea. Hay que trabajar en toda la cadena alimentaria, intentando observar la transversalidad y la omnipresencia de la alimentación. Y, sobre todo, no olvidar que la sociedad no es un laboratorio sobre el cual se puede actuar de manera aislada. Desde este punto de vista, todavía queda mucho por hacer y por discutir.</p><img src="https://counter.theconversation.com/content/167575/count.gif" alt="The Conversation" width="1" height="1" />
<p class="fine-print"><em><span>F. Xavier Medina no recibe salario, ni ejerce labores de consultoría, ni posee acciones, ni recibe financiación de ninguna compañía u organización que pueda obtener beneficio de este artículo, y ha declarado carecer de vínculos relevantes más allá del cargo académico citado.</span></em></p>Observar la dieta mediterránea desde un mero punto de vista nutricional es un error. Detrás hay una cultura que evoluciona con el paso del tiempo y a la que dicha dieta debe adaptarse.F. Xavier Medina, Catedrático, Estudios de Ciencias de la Salud, UOC - Universitat Oberta de CatalunyaLicensed as Creative Commons – attribution, no derivatives.tag:theconversation.com,2011:article/1639562021-08-02T17:55:14Z2021-08-02T17:55:14Z¿Engordan los niños por culpa de las pantallas?<figure><img src="https://images.theconversation.com/files/414125/original/file-20210802-16-r8vq9d.jpg?ixlib=rb-1.1.0&rect=44%2C22%2C5000%2C3300&q=45&auto=format&w=496&fit=clip" /><figcaption><span class="caption">
</span> <span class="attribution"><a class="source" href="https://www.shutterstock.com/es/image-photo/obese-schoolboy-lying-wearing-headphones-learn-1790272289">Kwanchai.c/Shutterstock</a></span></figcaption></figure><p>En las últimas décadas, los diferentes estilos de vida a nivel global han sufrido grandes modificaciones. El tiempo diario que invertimos en estar sentados <a href="https://pubmed.ncbi.nlm.nih.gov/31012934/">ha aumentado exponencialmente</a>, especialmente en los países occidentales e industrializados. Lo mismo sucede con otros comportamientos sedentarios similares, como ver la televisión y practicar ocio a través de dispositivos con pantalla.</p>
<p>Estos cambios han ido de la mano de un aumento de la incidencia y prevalencia de la obesidad, enfermedades cardiovasculares, cáncer, diabetes y, en general, con más comorbilidades, <a href="https://www.mdpi.com/1660-4601/14/10/1282">gastos sanitarios y mortalidad prematura</a>.</p>
<p>De hecho, se espera que en 2030 la cantidad de niños de cinco años con sobrepeso u obesidad <a href="https://www.thelancet.com/journals/lanchi/article/PIIS2352-4642(18)30070-1/fulltext">alcance los 41 millones</a>. Este dato es de especial relevancia porque cuando la afección se instaura durante la infancia es más probable que persista hasta el final de la vida del individuo, en comparación con la <a href="https://pubmed.ncbi.nlm.nih.gov/30169293/">obesidad adquirida en la etapa adulta</a>.</p>
<p>Con estas cifras, la promoción de estilos de vida activos y saludables en la población general, y especialmente en los niños, se ha convertido en una <a href="https://apps.who.int/iris/handle/10665/272722">prioridad</a> de instituciones sanitarias y de salud pública. </p>
<h2>¿Por qué es importante que los niños hagan deporte?</h2>
<p>Recordemos que la práctica de actividad física durante la niñez tiene múltiples consecuencias beneficiosas. Una de las más relevantes es la secreción de neurotransmisores y hormonas que favorecen el desarrollo intelectual y cognitivo. </p>
<p>Durante este proceso, se generan nuevas neuronas y se multiplican y fortalecen las conexiones neuronales que existen entre las áreas cerebrales <a href="https://www.ncbi.nlm.nih.gov/pmc/articles/PMC3951958/">relacionadas con la memoria y el aprendizaje</a> . </p>
<p>En realidad, estos mecanismos son consecuencia de la práctica de ejercicio independientemente de la edad. Pero se vuelven especialmente relevantes durante el crecimiento. </p>
<p>Es más destacado en este periodo porque la actividad física mejora las capacidades intelectuales básicas como el control emocional, la memoria y la capacidad de adaptación a diferentes tareas y entornos, que son fundamentales para un <a href="https://www.sciencedirect.com/science/article/abs/pii/S2211949316300023">óptimo desarrollo integral como individuos</a>. </p>
<h2>La llegada de las pantallas, ¿un obstáculo para el crecimiento?</h2>
<p>Sin embargo, los dispositivos electrónicos y las pantallas de televisiones, ordenadores, tabletas y teléfonos móviles promueven comportamientos sedentarios. Además, están vinculados a la mayor incidencia de problemas emocionales, como ansiedad, depresión y <a href="https://www.nature.com/articles/s41398-020-0810-1">menor autocontrol en los niños</a>.</p>
<p>Por eso, en un <a href="https://revistas.udc.es/index.php/SPORTIS/article/view/sportis.2020.6.2.6160">reciente estudio</a>, realizado por un grupo de investigadores españoles del que formo parte, hemos analizado el grado de exposición a pantallas de todo tipo (televisiones, ordenadores, tabletas, móviles y videojuegos) de los menores de edad y su relación con la práctica de actividad física y el descanso. Además, también hemos determinado si alguno de estos comportamientos influye en su salud mental.</p>
<p>En primer lugar, en lo relacionado con los hábitos de actividad física fue donde encontramos los resultados más controvertidos. Los datos reflejaban que, a mayor práctica de ejercicio, más frecuencia de uso de pantallas, sobre todo durante el fin de semana. </p>
<p>Dicha asociación, especialmente fuerte en el subgrupo de niños, puede deberse a que el uso de dispositivos con pantalla se emplee en el hogar como recompensa positiva o de refuerzo ante el cumplimiento de ciertas conductas positivas, como realizar deporte. </p>
<p>Además, también hay que destacar que esta investigación ha revelado que la exposición a pantallas de los niños españoles es mucho menor que la detectada <a href="https://journals.sagepub.com/doi/abs/10.1177/0192513X16646595">en otras poblaciones</a>. </p>
<h2>¿El uso de pantallas empeora el descanso de los niños?</h2>
<p>Por otra parte, en la población de niños y niñas españoles no se detectó que hubiera una asociación entre el tiempo dedicado al ocio mediante dispositivos con pantalla y el tiempo dedicado al descanso nocturno.</p>
<p>Esto puede resultar raro dado que los últimos estudios aconsejaban evitar las pantallas para <a href="https://pubmed.ncbi.nlm.nih.gov/30639033/">facilitar el descanso</a>. Pero hay que señalar que dicha recomendación se ha establecido en base a menores que tenían pantallas en su habitación (es decir, con libre acceso y disponibilidad de estos dispositivos). </p>
<p>Así que puede ser que la clave para asegurar el buen descanso de niños y adolescentes sea evitar las pantallas en sus habitaciones de descanso. </p>
<p>Además, la asociación entre el uso de pantallas y menos horas de descanso nocturno tiene su origen en un estudio en el que el uso promedio de dispositivos con pantalla era <a href="https://pubmed.ncbi.nlm.nih.gov/30373557/">superior a las 30 horas semanales</a>. Pero el promedio de uso en la infancia y adolescencia en España es de 15 horas semanales. Es decir, dedican, de media, algo más de dos horas diarias al ocio con dispositivos con pantalla.</p>
<p>En general, el estilo de vida de los menores españoles, aunque mejorable, entra dentro de los estándares de salud en cuanto a horas de <a href="https://apps.who.int/iris/handle/10665/272722">descanso nocturno y hábitos de actividad física</a>.</p>
<h2>Salud mental</h2>
<p>Por último, el estudio mostró peores resultados en variables relacionadas con los hábitos de descanso nocturno y la salud mental: a menos horas de sueño, más incidencia de problemas conductuales, hiperactividad y de problemas con otros niños.</p>
<p>Particularmente, los niños mostraron peores resultados en salud mental que las niñas. Esto concuerda con que, en el análisis diferenciado por sexos, los niños mostraron una mayor exposición a pantallas que las niñas en todas las franjas de edad estudiadas. Aunque la diferencia entre sexos se fue reduciendo conforme avanzó la edad de los participantes. </p>
<p>Concretamente, los niños son más sensibles al desarrollo de <a href="https://www.sciencedirect.com/science/article/pii/S0006322317318103?casa_token=jhXRjWFhEOUAAAAA:poqji_R0hVOdiZQQHLajVHp-HA6oqZeNIdVYm5MeIuKwgOUBeVB-uy8gi8ZWXUUl1oWnbpF1dA">problemas conductuales y de hiperactividad</a>, sobre todo cuando son más pequeños (menores de siete años). Sin embargo, no se halló relación entre alteración de la salud mental y menor práctica de actividad física.</p>
<p>Finalmente, tras todo lo aquí expuesto, es importante destacar que, aunque la oferta de ocio con dispositivos con pantalla como recompensa a conductas positivas o hábitos saludables como puede ser, por ejemplo, practicar deporte, puede ser una estrategia válida, es importante inculcar estilos de vida positivos en la infancia con la recompensa de promover la salud y prevenir enfermedades como finalidad fundamental.</p><img src="https://counter.theconversation.com/content/163956/count.gif" alt="The Conversation" width="1" height="1" />
<p class="fine-print"><em><span>Raquel Leirós Rodríguez no recibe salario, ni ejerce labores de consultoría, ni posee acciones, ni recibe financiación de ninguna compañía u organización que pueda obtener beneficio de este artículo, y ha declarado carecer de vínculos relevantes más allá del cargo académico citado.</span></em></p>El uso de pantallas promueve comportamientos sedentarios en un contexto en el que se estima que la obesidad aumenta considerablemente. ¿Están ambas variables relacionadas?Raquel Leirós Rodríguez, Profesora Ayudante Doctor en Fisioterapia, Universidad de LeónLicensed as Creative Commons – attribution, no derivatives.tag:theconversation.com,2011:article/1620982021-06-29T21:48:36Z2021-06-29T21:48:36ZDesde que empezó la pandemia dormimos peor<figure><img src="https://images.theconversation.com/files/408879/original/file-20210629-16-12v2rw3.jpg?ixlib=rb-1.1.0&rect=0%2C0%2C7469%2C4975&q=45&auto=format&w=496&fit=clip" /><figcaption><span class="caption">
</span> <span class="attribution"><a class="source" href="https://www.shutterstock.com/es/image-photo/young-girl-tries-recover-observing-bed-1716950593">Shutterstock / EverGrump</a></span></figcaption></figure><p>Desde que comenzó la pandemia dormimos, en general, más horas que antes. No parece que se haya retrasado la hora de acostarnos, pero sí nos levantamos más tarde, probablemente debido a una <a href="https://academic.oup.com/sleep/advance-article/doi/10.1093/sleep/zsab080/6270772">mayor flexibilidad en los horarios laborales y al teletrabajo</a>. Ganamos (en sueño) el tiempo que tardaríamos en “llegar” a nuestro puesto de trabajo. Una buena noticia, sobre todo para los cronotipos más vespertinos; es decir, para aquellas personas con mayor tendencia a acostarse y levantarse tarde y con <a href="https://theconversation.com/diga-que-edad-tiene-y-le-dire-si-trasnocha-o-madruga-130423">más dificultad para madrugar</a>.</p>
<p>También se ha reducido el denominado <em>jet-lag</em> social, que aparece cuando existe una diferencia de más de dos horas entre la hora central del periodo de sueño entre semana y <a href="https://theconversation.com/consejos-para-tener-un-sueno-reparador-151545">en fin de semana o días libres</a>.</p>
<p>Menor <em>jet-lag</em> social y más tiempo de sueño, en condiciones normales, debería haber resultado positivo para nuestros ritmos, en general, y para nuestro sueño, en particular. Sin embargo, todo apunta a que <a href="https://www.ncbi.nlm.nih.gov/pmc/articles/PMC7284244/">desde que comenzó la pandemia estamos durmiendo peor</a>. ¿Cómo es posible? </p>
<h2>El hogar ya no es sinónimo de relax</h2>
<p>A pesar de que algunas rutinas de nuestro día a día podrían haber mejorado nuestros ritmos circadianos, lo cierto es que han entrado en juego algunos factores que pueden contribuir a reducir la calidad de nuestro sueño y también la sincronización de nuestros ritmos.</p>
<p>Por un lado, ha aumentado la sensación de sobrecarga. Nuestro bienestar físico y mental se han resentido: nos sentimos, en general, peor. Factores como la preocupación por enfermar (nosotros o nuestros familiares), las dificultades económicas por la crisis asociada a la pandemia, o la mera incertidumbre sobre el futuro de esta excepcional situación sanitaria afectan a nuestro día a día. </p>
<p>Todo ello nos ha pasado factura. Acumular preocupaciones, estrés y ansiedad ha contribuido a que durmamos peor. Tanto es así, que algunos autores sugieren que hemos <a href="https://onlinelibrary.wiley.com/doi/10.1111/jsr.13052">dejado de asociar nuestro hogar con el relax y el descanso</a>. El estrés del trabajo ya no queda, para muchas personas, fuera de casa. </p>
<p>A esa tensión se añade que, en muchos casos, actividades que antes hacíamos a horas concretas se han vuelto más irregulares. Hemos dejado de lado rutinas diarias que contribuían a sincronizar nuestra fisiología y nuestro sueño. No hay que olvidar que nuestro reloj biológico requiere de señales que lo pongan en hora cada día como si de un reloj antiguo de cuerda se tratara, compensando su tendencia natural a retrasar. </p>
<h2>¿Quién nos pone en hora?</h2>
<p>Para sincronizar nuestros ritmos y que nuestro sueño no solo dure lo necesario, sino que también ocurra a las horas adecuadas, es necesario que nos expongamos de forma apropiada y regular a <a href="https://theconversation.com/consejos-para-tener-un-sueno-reparador-151545">distintos sincronizadores</a>. El más importante de ellos es el ciclo de luz y oscuridad. Por ello, cuanto mayor contraste tenga esta alternancia (días brillantes y noches oscuras), más fácil será poner en hora nuestro reloj biológico cada día.</p>
<p>Sin embargo, en esta época de pandemia y aumento del teletrabajo, sobre todo en los periodos en los que hemos estado confinados, la luz natural que recibimos durante el día disminuyó drásticamente. Muchos trabajadores dejaron de salir a la calle por la mañana para ir al trabajo. Para colmo, los interiores no siempre tienen acceso a la luz natural ni están adecuadamente iluminados durante el día.</p>
<p>A ello se suma la disminución en los contactos sociales. Las recomendaciones (totalmente fundamentadas y justificadas) de aumentar la distancia física entre personas, limitar las reuniones de no convivientes o el toque de queda han condicionado que irremediablemente nos relacionemos menos. Aunque no es el sincronizador fundamental para nuestro sistema circadiano, el patrón diario de contactos sociales también puede contribuir a ajustar los ritmos, además de los efectos positivos que tiene sobre el bienestar psíquico.</p>
<h2>Desvelados por las pantallas</h2>
<p>El confinamiento también ha afectado a otros hábitos como es el uso de dispositivos electrónicos. Recientemente, un <a href="https://academic.oup.com/sleep/advance-article/doi/10.1093/sleep/zsab080/6270772">grupo de investigadores ha demostrado en Italia</a> que aquellas personas que utilizaron más los dispositivos con pantalla retroiluminada durante la tarde-noche en el confinamiento también presentaban menor calidad y duración del sueño, un aumento de los síntomas de insomnio y del tiempo que tardaban en dormirse (latencia) y un retraso tanto en la hora de acostarse como de levantarse. </p>
<p>Quienes utilizaron menos estas pantallas, por el contrario, mejoraron la calidad de sueño y experimentaron menos síntomas de insomnio. Por otro lado, los encuestados que no modificaron sus hábitos de exposición a pantallas durante la noche durmieron de forma similar durante el confinamiento y antes de la pandemia.</p>
<p>Estos resultados apoyan la importancia de no utilizar dispositivos con pantalla retroiluminada durante la noche para no alterar nuestro sueño y confirman lo que ya sabíamos: exponernos a la luz durante las horas cercanas al sueño no nos ayudará a dormir. Para dormir, mejor un buen libro en papel o electrónico (pero sin pantalla retroiluminada). </p>
<p>El sueño es un bien preciado para la salud. Más nos vale cuidarlo para que, cuando acabe la pandemia, esperemos que lo antes posible, nuestro reloj siga estando en hora.</p><img src="https://counter.theconversation.com/content/162098/count.gif" alt="The Conversation" width="1" height="1" />
<p class="fine-print"><em><span>María de los Ángeles Rol de Lama recibe fondos del Ministerio de Ciencia Innovación y Universidades y la Agencia Estatal de Investigación (RTI2018-093528-B-I00), de la Unión Europea (Call H2020-sc1-BHC-2018-2020, Grant agreement 825546, Diabfrail-Latam), y el Ministerio de Economía y Competitividad, mediante el Instituto de Salud Carlos III (CIBERFES, CB16/10/00239), todos ellos cofinanciados con Fondos FEDER, y la Fundación Séneca (19899/GERM/15).</span></em></p><p class="fine-print"><em><span>Juan Antonio Madrid Perez recibe fondos del Ministerio de Ciencia e Innovación y Universidades y la Agencia Estatal de Investigación (RTI2018-093528-B-100), de la Unión Europea (Call H2020-cs1-BHC-2018-2020, Grant agreement 825546, Diabfrail-Latam), y el Ministerio de Economía y Competitividad, mediante el Instituto de Salud Carlos III (CIBERFES, CB16/10/00239), todos ellos cofinanciados con Fondos FEDER, y la Fundación Séneca (19899/GERM/15).</span></em></p><p class="fine-print"><em><span>María Ángeles Bonmatí Carrión recibe fondos de la Fundación Séneca (20401/SF/17).</span></em></p>A pesar de que hay evidencias de que desde que comenzó la pandemia dormimos más horas, paradójicamente también dormimos peor. Porque se ha reducido la calidad de nuestro sueño y se han desincronizado nuestros ritmos.María de los Ángeles Rol de Lama, Profesora Titular de Universidad. Codirectora del Laboratorio de Cronobiología de la Universidad de Murcia, Universidad de MurciaJuan Antonio Madrid Perez, Catedrático de Universidad, Laboratorio de Cronobiología, Universidad de Murcia, Universidad de MurciaMaría Ángeles Bonmatí Carrión, Investigadora postdoctoral Saavedra Fajardo en Fisiología, Universidad de MurciaLicensed as Creative Commons – attribution, no derivatives.tag:theconversation.com,2011:article/1561362021-04-04T20:02:08Z2021-04-04T20:02:08ZPor qué sentimos fatiga ocular y cómo podemos evitarla<figure><img src="https://images.theconversation.com/files/392634/original/file-20210330-23-14k9l7e.jpg?ixlib=rb-1.1.0&rect=9%2C0%2C6341%2C4227&q=45&auto=format&w=496&fit=clip" /><figcaption><span class="caption">
</span> <span class="attribution"><a class="source" href="https://www.shutterstock.com/es/image-photo/frustrated-young-biracial-guy-taking-off-1660489834">Shutterstock / fizkes</a></span></figcaption></figure><p>Durante la pandemia de covid-19 el trabajo y las relaciones familiares y sociales han pasado a ser fundamentalmente a distancia. Utilizamos a menudo dispositivos como el ordenador o el móvil. Dado que se entiende que estos dispositivos electrónicos producen “fatiga ocular”, podemos sentir que este problema ha aumentado en los últimos meses. </p>
<p>La fatiga ocular se manifiesta como sensación de malestar, sequedad o picazón de los ojos. Además, da lugar a una visión borrosa y puede producir intensos dolores de cabeza.</p>
<p>Pero, ¿realmente se “fatigan” nuestros ojos? ¿A qué llamamos fatiga ocular? Actualmente, ya se habla del <a href="https://web.archive.org/web/20070425232303/http://www.aoa.org/x5374.xml">“síndrome visual informático”</a>. Este último término parece adecuarse más a la problemática de la que hablaremos en este artículo, pues realmente no es cansancio lo que se produce en nuestros ojos. Es una suma de diferentes problemas oculares y visuales.</p>
<h2>¿Qué parte del ojo se fatiga?</h2>
<p>Los músculos encargados de mover nuestros ojos son algunos de los más rápidos de nuestro organismo. Su forma y su metabolismo están preparados para contraerse y relajarse de manera continua. Los ojos se mueven para que enfoquemos los objetos de nuestro interés en la zona de la retina que mejor ve, la fóvea. </p>
<p>A diferencia de otros músculos de nuestro cuerpo, estos están dotados de determinados mecanismos que permiten realizar continuamente esa tarea. Tienen abundantes mitocondrias, los orgánulos intracelulares donde se produce la energía necesaria para realizar la contracción. Precisamente por esa alta capacidad metabólica, estos músculos no se fatigan ni provocan agujetas.</p>
<p>Tampoco se produce fatiga en nuestra retina, una estructura capaz de realizar constantemente el proceso de transducción sensorial (la transformación de la luz en señales eléctricas) durante horas y horas, día tras día. Para ello, está dotada de mecanismos que regeneran las moléculas que se “consumen” durante el proceso que pone en marcha la visión.</p>
<h2>La falta de parpadeo puede dañar el ojo</h2>
<p>Mientras prestamos atención a una tarea visual (trabajar con dispositivos electrónicos o leer un libro), nuestra frecuencia de parpadeo disminuye para que no perdamos nada de vista. </p>
<p>El parpadeo tiene como función proteger el ojo, pero también renovar y distribuir la película lagrimal que hidrata y nutre la superficie ocular. Por tanto, si nuestra frecuencia de parpadeo disminuye, nuestros ojos se secan, provocando <a href="https://www.sciencedirect.com/science/article/abs/pii/S001448359890656X?via%3Dihub">irritación y en algunos casos extremos, dolor</a>. </p>
<p>Si, además, tenemos baja producción <a href="https://www.sciencedirect.com/science/article/pii/S1542012417300721?via%3Dihub">de lágrimas</a> (enfermedades generales u oculares que causan ojo seco, menopausia, etc.) o trabajamos en un ambiente seco (con aire acondicionado), el problema se agrava. Por supuesto, el uso de lentes de contacto complica esta situación, ya que dificultan el paso del oxígeno y la distribución de la película lagrimal sobre la superficie ocular.</p>
<p>Como consecuencia de la sequedad de la superficie de nuestros ojos, las células más externas <a href="https://www.sciencedirect.com/science/article/pii/S1542012417301155?via%3Dihub">quedan poco protegidas y pueden lesionarse</a>. Esto provocaría una ligera inflamación local que hace que los ojos enrojezcan y que aparezcan las sensaciones de malestar. En ocasiones, estos síntomas van acompañados de dolor de ojos o de cabeza. </p>
<p>Este problema se podría evitar, si fuese necesario, aumentando voluntariamente nuestra frecuencia de parpadeo o usando lágrimas artificiales para compensar la sequedad ocular.</p>
<h2>Colocar la pantalla adecuadamente</h2>
<p>Otro factor a considerar es la altura y la distancia a la que colocamos la pantalla que utilizamos. Cuanto más alta esté, más abiertos tendremos los ojos, lo que contribuirá a evaporar esa película de lágrimas que cubre la superficie del ojo, aumentando el problema. </p>
<p>Por tanto, debemos siempre regular la altura de la pantalla para que no esté alta pero tampoco tan baja que nos obligue a flexionar demasiado el cuello. En general, bastará con que el marco superior de la pantalla quede a la altura de nuestros ojos o nuestra nariz. En cuanto a la distancia entre nuestros ojos y la pantalla, se recomienda que sea de entre 50 y 60 cm.</p>
<h2>Enfoque cercano: acomodación</h2>
<p>Nuestros ojos, están preparados para ver objetos de cerca y de lejos, cambiando el enfoque continuamente. Sin embargo, cuando estamos trabajando con pantallas, pasamos muchas horas seguidas enfocando solo a un objeto cercano (a menos de 60 cm). </p>
<p>Esto también va a provocar que cuando cambiemos de un plano cercano a uno lejano, tengamos problemas de enfoque y visión borrosa que pueden dar lugar a <a href="https://www.ncbi.nlm.nih.gov/pmc/articles/PMC6020759/">dolores de cabeza</a>. Este fenómeno se puede <a href="https://medlineplus.gov/spanish/ency/article/001026.htm">apreciar aún más a partir de los 45 años</a>, con la aparición de la vista “cansada” o presbicia. En este sentido, es muy importante que si llevamos lentes correctoras, estén bien graduadas.</p>
<h2>Iluminación de las pantallas: el problema de la “luz azul”</h2>
<p>Se ha extendido la creencia de que la luz azul de las pantallas de los dispositivos producen “fatiga” e incluso daño ocular. Sin embargo, <a href="https://www.nature.com/articles/nrn2094.pdf">nuestro ojo está preparado</a> para “trabajar” con esta y otras longitudes de onda (el denominado espectro visible, la pequeña franja de longitudes de onda del espectro electromagnético que el ojo humano es capaz de percibir). </p>
<p>Las de la luz azul (entre 400 y 500 nm aproximadamente) forman parte de la luz blanca con la que nos ilumina el sol durante el día. Si realmente la luz azul fuera dañina para nuestros ojos, también lo sería, por ejemplo, contemplar el mar, cuyo color percibimos porque envía hacia nuestros ojos precisamente esas longitudes de onda.</p>
<p>Sin embargo, el uso de esta “luz azul” durante la noche activaría una serie de neuronas de nuestra retina que conectan directamente con los centros del cerebro que <a href="https://theconversation.com/cenar-tarde-hacer-vida-nocturna-y-usar-el-movil-antes-de-dormir-engorda-155716">regulan los ritmos circadianos</a>, marcando el momento de dormir y el momento de activarse para comenzar la actividad diaria. </p>
<p>Si utilizamos pantallas por la noche, la luz que emiten engañará a nuestro cerebro. Este percibe que sigue siendo de día y no pone en marcha los mecanismos que nos ayudan a conciliar el sueño reparador que todos necesitamos al final de una larga jornada de trabajo. </p>
<p>Muchos dispositivos electrónicos permiten reducir el nivel de luminosidad e, incluso, vuelven más amarillo el tono de luz que emiten en las horas nocturnas. Esto nos ayuda a reducir la intensidad de la luz que incide sobre nuestra retina. No obstante, deberíamos reducir al máximo su uso en las horas del crepúsculo, con el objetivo de ayudar a nuestro organismo a conciliar el sueño.</p>
<p>En definitiva, lo que comúnmente llamamos “fatiga ocular” es una suma de sensaciones de malestar e irritación derivadas de la sequedad ocular (que se produce por mantener los ojos abiertos durante mucho tiempo) y de una visión ligeramente borrosa debida, en parte, a la sequedad y a problemas de enfoque. </p>
<p>Para evitarla deberemos, por tanto, aumentar nuestra frecuencia de parpadeo (y, eventualmente, utilizar lágrimas artificiales). Además, es importante realizar descansos en los que realicemos actividades que no requieran atención continua y permita cambios de enfoque (mirar a lo lejos). Por último, tenemos que asegurarnos de que la climatización, la iluminación y tanto nuestra posición como la de las pantallas (ergonomía) sean las adecuadas.</p><img src="https://counter.theconversation.com/content/156136/count.gif" alt="The Conversation" width="1" height="1" />
<p class="fine-print"><em><span>Juana Gallar Martínez recibe fondos de la Agencia Estatal de Investigación-Ministerio de Ciencia e Innovación, de la Generalitat Valenciana y de la Comisión Europea.</span></em></p><p class="fine-print"><em><span>María del Carmen Acosta Boj recibe fondos de Agencia Estatal de Investigación-Ministerio de Ciencia e Innovación. </span></em></p>Pasar demasiado tiempo delante de las pantallas puede crear sensación de cansancio en los ojos. Hay que tener en cuenta una serie de factores, como parpadear y enfocar, que ayudan a prevenirla.Juana Gallar Martínez, Catedrática de Fisiología en el Instituto de Neurociencias, Universidad Miguel HernándezMaría del Carmen Acosta Boj, Catedrática de Fisiología, en el Instituto de Neurociencias, Universidad Miguel HernándezLicensed as Creative Commons – attribution, no derivatives.