tag:theconversation.com,2011:/nz/topics/socrates-61707/articlesSócrates – The Conversation2023-04-09T18:18:15Ztag:theconversation.com,2011:article/2005892023-04-09T18:18:15Z2023-04-09T18:18:15ZSócrates, la muerte y la filosofía: sobre un diálogo de Platón<figure><img src="https://images.theconversation.com/files/516036/original/file-20230317-2270-7cc511.jpg?ixlib=rb-1.1.0&rect=102%2C60%2C2355%2C1771&q=45&auto=format&w=496&fit=clip" /><figcaption><span class="caption">La muerte de Sócrates según Taras Shevchenko.</span> <span class="attribution"><a class="source" href="https://commons.wikimedia.org/wiki/File:The_Death_of_Socrates_(Taras_Shevchenko).jpg">National Museum Taras Shevchenko</a></span></figcaption></figure><p>Fedón dice que sí. Él mismo estuvo presente en la cárcel el día en que Sócrates bebió la cicuta. </p>
<p>Ha pasado tiempo ya. Fue un día memorable. Los amigos se reunieron más temprano que de costumbre en las inmediaciones de la cárcel de Atenas. Era el alba del último día. El portero los invitó a pasar. Jantipa, la esposa de Sócrates, se encontraba a su lado sosteniendo al hijo de ambos en los brazos. </p>
<p>Fedón cuenta que Jantipa profirió entonces uno de <a href="https://www.laoficinaediciones.com/?product=el-llanto-y-la-polis">esos gritos típicamente femeninos</a>, un alarido de pena, y dijo unas pocas palabras verdaderas: “Por última vez ahora te hablarán tus amigos, Sócrates, y tú les hablarás a ellos”.</p>
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<a href="https://images.theconversation.com/files/515573/original/file-20230315-18-31qebj.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=1000&fit=clip"><img alt="Un bajorrelieve que muestra a un hombre despidiéndose de gente en la puerta." src="https://images.theconversation.com/files/515573/original/file-20230315-18-31qebj.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=754&fit=clip" srcset="https://images.theconversation.com/files/515573/original/file-20230315-18-31qebj.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=600&h=280&fit=crop&dpr=1 600w, https://images.theconversation.com/files/515573/original/file-20230315-18-31qebj.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=30&auto=format&w=600&h=280&fit=crop&dpr=2 1200w, https://images.theconversation.com/files/515573/original/file-20230315-18-31qebj.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=15&auto=format&w=600&h=280&fit=crop&dpr=3 1800w, https://images.theconversation.com/files/515573/original/file-20230315-18-31qebj.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=754&h=352&fit=crop&dpr=1 754w, https://images.theconversation.com/files/515573/original/file-20230315-18-31qebj.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=30&auto=format&w=754&h=352&fit=crop&dpr=2 1508w, https://images.theconversation.com/files/515573/original/file-20230315-18-31qebj.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=15&auto=format&w=754&h=352&fit=crop&dpr=3 2262w" sizes="(min-width: 1466px) 754px, (max-width: 599px) 100vw, (min-width: 600px) 600px, 237px"></a>
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<span class="caption">Bajorrelieve de Antonio Cánova en el que <em>Sócrates se despide de su familia</em>.</span>
<span class="attribution"><a class="source" href="https://commons.wikimedia.org/wiki/File:Artgate_Fondazione_Cariplo_-_Canova_Antonio,_Socrate_congeda_la_propria_famiglia.jpg">Artgate Fondazione Cariplo/Gallerie di Piazza Scala</a>, <a class="license" href="http://creativecommons.org/licenses/by-sa/4.0/">CC BY-SA</a></span>
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<h2>La forma del <em>Fedón</em></h2>
<p>Algunos diálogos de Platón recurren a la técnica literaria de las enmarcaciones o las “muñecas dentro de muñecas”: el diálogo no ocurre de manera directa, sino que se llega hasta él mediante la narración de uno de los personajes. A veces el narrador participó en el diálogo y cuenta su recuerdo. Otras veces no estuvo presente y se basa en el relato de alguien que sí lo estuvo.</p>
<p>Lejos de ser gratuita, esta técnica tiene un significado filosófico esencial para comprender <a href="https://academic.oup.com/edited-volume/41754/chapter-abstract/354199696?redirectedFrom=fulltext">el proyecto de escritura</a> que son los diálogos de Platón.</p>
<p>En el caso del <a href="https://archive.org/details/platonisoperaqua01plat/page/59/mode/1up"><em>Fedón</em></a>, <a href="https://es.wikisource.org/wiki/Fed%C3%B3n_(Roig_de_Lluis_tr.)">el cuerpo del diálogo</a> lo constituye el relato de Fedón acerca del último día de la vida de Sócrates. Es un diálogo indirecto, pues los discursos de Sócrates y sus amigos aparecen enmarcados en la conversación que Fedón sostiene con Equécrates, el interlocutor no informado que pregunta “qué dijo el varón frente a la muerte y cómo acabó” (el griego comprende el morir como acabar y terminar).</p>
<p>No solo el marco es parte esencial de la forma del diálogo, sino que el desdoblamiento de niveles permite efectos que no podrían darse de otro modo. Fundamentalmente, la observación desde fuera y el examen crítico, que resultan de la réplica interna de la relación externa entre el libro y sus receptores: la atención de los lectores es al diálogo <em>Fedón</em> lo que la atención de Equécrates es a la narración del propio Fedón.</p>
<h2>El sol se está poniendo</h2>
<p>El grito de pena de Jantipa debe escucharse: es la música fúnebre, peculiar de este diálogo, contra la que medir el peso y calibrar el mérito de lo que viene a continuación.</p>
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<a href="https://images.theconversation.com/files/515575/original/file-20230315-2150-c915gj.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=1000&fit=clip"><img alt="Un hombre en una cama habla con otro, de pie a su lado." src="https://images.theconversation.com/files/515575/original/file-20230315-2150-c915gj.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=237&fit=clip" srcset="https://images.theconversation.com/files/515575/original/file-20230315-2150-c915gj.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=600&h=456&fit=crop&dpr=1 600w, https://images.theconversation.com/files/515575/original/file-20230315-2150-c915gj.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=30&auto=format&w=600&h=456&fit=crop&dpr=2 1200w, https://images.theconversation.com/files/515575/original/file-20230315-2150-c915gj.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=15&auto=format&w=600&h=456&fit=crop&dpr=3 1800w, https://images.theconversation.com/files/515575/original/file-20230315-2150-c915gj.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=754&h=573&fit=crop&dpr=1 754w, https://images.theconversation.com/files/515575/original/file-20230315-2150-c915gj.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=30&auto=format&w=754&h=573&fit=crop&dpr=2 1508w, https://images.theconversation.com/files/515575/original/file-20230315-2150-c915gj.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=15&auto=format&w=754&h=573&fit=crop&dpr=3 2262w" sizes="(min-width: 1466px) 754px, (max-width: 599px) 100vw, (min-width: 600px) 600px, 237px"></a>
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<span class="caption"><em>La muerte de Sócrates</em> por José Maria de Medeiros.</span>
<span class="attribution"><a class="source" href="https://commons.wikimedia.org/wiki/File:Jos%C3%A9_Maria_de_Medeiros_-_A_morte_de_S%C3%B3crates,_1878.jpg">Museu Dom João VI</a></span>
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<p>Ni Sócrates ni sus amigos se abandonarán a las lágrimas, esas grandes enemigas del discurso que ciegan la visión y bloquean las palabras. Jantipa es despedida. Durante el último día en la cárcel, con la cicuta en la mesa, no reinará el silencio sino los decires (<em>lógoi</em>). Sócrates y sus amigos hablarán de en qué consiste estar muerto. Son las hazañas de la filosofía: domesticar la muerte no subyugando <a href="https://es.wikipedia.org/wiki/Cerbero">al monstruo que guarda el Hades</a>, como hizo Heracles, sino diciéndola.</p>
<p>Lo cual en este caso es tanto más significativo porque ahí está la cicuta, ahí está el sol, declinando en el cielo, y se hace más evidente que nunca la importancia de discernir lo valioso de lo superfluo y elegir siempre lo primero, nunca lo segundo.</p>
<p>Si al comienzo del recuerdo de Fedón el grito de Jantipa debía oírse para silenciarlo, al final el ruego iluso de <a href="https://es.wikipedia.org/wiki/Crit%C3%B3n_de_Atenas">Critón</a> es lo que, por contraste, permite percibir cuán difícil es asumir eso que Sócrates está asumiendo.</p>
<p>Critón dice: “Espera, Sócrates, todavía queda tiempo. No bebas el veneno todavía. Mira el cielo, el sol aún no se ha puesto”. </p>
<p>Es la actitud de la mayoría, aplazar la confrontación con la muerte.</p>
<p>Sócrates contesta: “Querido Critón, sentiría vergüenza ante mí mismo si demostrase ahora el apego al vivir contra el que he hablado siempre. Sería mezquino apurar el trago cuando ya no queda nada. No hay que engañarse. El sol ya se está poniendo. Es preciso pagar la deuda y morir con integridad”.</p>
<h2>¿Qué es el “alma”?</h2>
<p>Mientras vivimos, todo en nosotros y a nuestro alrededor (el color del cielo, el calor del aire, las sensaciones y los sentimientos) cambia sin cesar. Lo que le falta a la vida es la unidad, la congruencia, la estabilidad, el sentido. Preocuparse por la muerte es preocuparse por ese sentido. Sin esta inquietud, la vida no sería más que una secuencia disparatada de episodios incoherentes.</p>
<p>A la unidad de sentido de la vida un griego puede llamarla “alma” (<em>psykhé</em>). Quien filosofa se ocupa no de la vida y el “cuerpo” (lo que cambia, confunde y zarandea), sino de la muerte y el “alma”, nombre de la separación y el desprendimiento frente a lo primero. La filosofía, como el arte, se aparta de la vida para comprehenderla.</p>
<p>Fedón recuerda que en mitad de aquellos discursos tan valientes se hizo un largo silencio. Los cisnes, dijo Sócrates, cantan sus cantos más bellos en la antesala de la muerte. Y no son cantos de tristeza, como cree la mayoría, sino de gozo. </p>
<p>Fedón confiesa que nunca la admiración por Sócrates le sobrecogió tanto como en aquel momento. Los animaba a no desfallecer y mantener viva la llama de las conversaciones mientras acariciaba su cabeza y jugaba con su pelo: “Mañana, Fedón, te cortarás quizá esta bella melena. O tal vez no, si me haces caso”.</p>
<p>Es entonces cuando los discursos se hacen más que nunca ensalmos, hechizos, encantamientos; historias y cuentos capaces de consolar al niño lloroso que en nosotros sigue temiendo la muerte.</p>
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<a href="https://images.theconversation.com/files/515576/original/file-20230315-275-g79coc.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=1000&fit=clip"><img alt="Un hombre bebe de un vaso mientras otros hombres alrededor lo miran aterrorizados." src="https://images.theconversation.com/files/515576/original/file-20230315-275-g79coc.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=754&fit=clip" srcset="https://images.theconversation.com/files/515576/original/file-20230315-275-g79coc.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=600&h=398&fit=crop&dpr=1 600w, https://images.theconversation.com/files/515576/original/file-20230315-275-g79coc.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=30&auto=format&w=600&h=398&fit=crop&dpr=2 1200w, https://images.theconversation.com/files/515576/original/file-20230315-275-g79coc.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=15&auto=format&w=600&h=398&fit=crop&dpr=3 1800w, https://images.theconversation.com/files/515576/original/file-20230315-275-g79coc.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=754&h=500&fit=crop&dpr=1 754w, https://images.theconversation.com/files/515576/original/file-20230315-275-g79coc.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=30&auto=format&w=754&h=500&fit=crop&dpr=2 1508w, https://images.theconversation.com/files/515576/original/file-20230315-275-g79coc.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=15&auto=format&w=754&h=500&fit=crop&dpr=3 2262w" sizes="(min-width: 1466px) 754px, (max-width: 599px) 100vw, (min-width: 600px) 600px, 237px"></a>
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<span class="caption">Y Sócrates bebe la cicuta. Grabado de.</span>
<span class="attribution"><a class="source" href="https://commons.wikimedia.org/wiki/File:I_grandi_dell%E2%80%99umanit%C3%A0_Socrate.jpg">Wikimedia Commons</a></span>
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<h2>Decir lo indecible</h2>
<p>Es habitual que en Platón el mito substituya al argumento cuando se ha alcanzado un límite de comprensibilidad y expresabilidad. No hay conocimiento ni discurso sobre la muerte. Para lidiar con esta situación, el diálogo introduce historias que son deliberadamente disparatadas, inadecuadas, locas; precisamente por eso no pueden fracasar, porque ya han fracasado de antemano.</p>
<p>El <em>Fedón</em>, el <a href="https://es.wikipedia.org/wiki/Gorgias_(di%C3%A1logo)"><em>Gorgias</em></a> y la <a href="https://www.cambridge.org/core/books/abs/cambridge-companion-to-platos-republic/lifeanddeath-journey-of-the-soul-interpreting-the-myth-of-er/DD56A2A624BEB5ECD893A9C1FA85A1E0"><em>República</em></a> son diálogos que incluyen ciertos mitos llamados “escatológicos”, relatos fantásticos sobre la frontera más allá de la cual no hay nada. </p>
<p>Solo un decir inadecuado resulta adecuado cuando se trata de hablar del estado de no ser, no vivir, no ver, no saber que, sin embargo, es lo único imborrable e inmortal: qué he hecho en total, quién he sido en definitiva.</p><img src="https://counter.theconversation.com/content/200589/count.gif" alt="The Conversation" width="1" height="1" />
<p class="fine-print"><em><span>Aida Míguez Barciela no recibe salario, ni ejerce labores de consultoría, ni posee acciones, ni recibe financiación de ninguna compañía u organización que pueda obtener beneficio de este artículo, y ha declarado carecer de vínculos relevantes más allá del cargo académico citado.</span></em></p>La muerte de Sócrates le sirvió a Platón para analizar, en el ‘Fedón’, cómo debemos afrontar el final de la vida.Aida Míguez Barciela, Profesora de Filosofía, Universidad de ZaragozaLicensed as Creative Commons – attribution, no derivatives.tag:theconversation.com,2011:article/1946672022-11-16T17:56:22Z2022-11-16T17:56:22ZLa filosofía frente a la hegemonía cultural<figure><img src="https://images.theconversation.com/files/495393/original/file-20221115-19-wlev7z.jpg?ixlib=rb-1.1.0&rect=0%2C546%2C2392%2C1584&q=45&auto=format&w=496&fit=clip" /><figcaption><span class="caption">Michael Held / unsplash</span> </figcaption></figure><blockquote>
<p>“Recuerda que te perjudicarás si consideras libre y tuyo lo que por naturaleza es servil y ajeno”. </p>
</blockquote>
<p>El filósofo estoico <a href="https://es.wikipedia.org/wiki/Epicteto">Epicteto</a> invitaba a considerar en su <a href="https://es.wikipedia.org/wiki/Enquiridion"><em>Manual</em></a> que solo podemos ser libres si no nos vemos dominados por elementos externos. Apostaba por una libertad interior basada en la correcta interpretación de lo que nos ocurre. </p>
<p>Ahora bien, vivimos en un mundo en el que la manipulación y el control se despliegan a través de medios tecnológicos, objetos de consumo, propaganda masiva, narrativas disfrazadas y estímulos inmediatos. ¿Podemos ser libres si casi todo lo que sucede escapa a nuestro control y pretende dirigirnos en una determinada dirección?</p>
<h2>La civilización del deseo</h2>
<p>Señalaba Antonio Gramsci el papel que <a href="https://es.wikipedia.org/wiki/Hegemon%C3%ADa_cultural">la hegemonía cultural</a> tiene en la dominación por medios ideológicos o culturales. En un mundo de anuncios publicitarios, eslóganes y series de televisión se esconde muchas veces una cosmovisión de la clase dominante. Es una manera de entender el mundo y a nosotros mismos diseñada aparentemente para el beneficio de todos, cuando en realidad mantiene una estructura que beneficia a unos pocos. </p>
<p>Frente a esta hegemonía cultural, la filosofía se presenta como una forma de vida que busca indagar en lo que realmente merece la pena para nuestras vidas y hacernos libres frente al mundo.</p>
<p>Hemos construido una civilización del deseo, con diferentes formas de entretenimiento, gimnasios, restaurantes exóticos, series de televisión, alimentos sofisticados, vacaciones en la playa y experiencias de alto riesgo. Toda una estructura de mercado y capital pivota sobre el cultivo del deseo y su satisfacción, pero <a href="https://knowledge4policy.ec.europa.eu/projects-activities/loneliness-european-union_en">las estadísticas muestran</a> cada vez con mayor énfasis <a href="https://mcc.gse.harvard.edu/reports/loneliness-in-america">una profunda sensación de frustración y soledad</a>. ¿Hemos puesto bien los fundamentos, o acaso esta sociedad, en su afán por maximizar el placer, no terminará cansada y agotada, sin una satisfacción verdadera que llene nuestras vidas?</p>
<h2>La estrategia del deseo</h2>
<p><a href="https://es.wikipedia.org/wiki/Ernest_Dichter">Ernst Dichter</a> aprendió de Freud que detrás de nuestras decisiones aparentemente más banales operan motivaciones inconscientes. Igual que Freud trató de dar con los mecanismos básicos de la vida psíquica con el psicoanálisis, Dichter descubrió que mediante las terapias grupales podía llegar a descubrir a qué sentimientos asociamos ciertos productos de modo inconsciente y qué vacíos queremos llenar cuando compramos algo. </p>
<p>En su libro <a href="https://books.google.es/books/about/La_estrategia_del_deseo.html?id=mEGrPAAACAAJ&redir_esc=y"><em>La estragegia del deseo</em></a> sostenía que, si podemos conocer los resortes del deseo, seremos capaces de satisfacer nuestras necesidades vitales. Si logramos saber cómo funcionan las tendencias inconscientes y estimular a las personas para que consuman los productos que realmente desean, entonces viviríamos en una civilización de satisfacción material, crearíamos un cielo en la tierra. </p>
<p>Setenta años después, podemos afirmar que el programa de Dichter se ha realizado y, sin embargo, vivimos profundamente insatisfechos. Como señala Zygmunt Bauman en <a href="https://books.google.es/books/about/Vida_de_consumo.html?id=SbxhNQAACAAJ&redir_esc=y"><em>Vida de consumo</em></a>: “la sociedad de consumo medra en tanto y en cuanto logre que la no satisfacción de sus miembros sea perpetua”.</p>
<p>Ahora bien, frente a las cadenas psicológicas de la manipulación a través del placer o el miedo, la filosofía aparece como herramienta crítica para la comprensión del mundo y de nosotros mismos, una auténtica terapia del deseo que comienza con una toma de realidad. ¿Quiénes somos? ¿Cuál es nuestro papel en el cosmos?</p>
<h2>La respuesta de la filosofía</h2>
<p>Estas preguntas son precisamente las que plantea Platón en el <a href="https://es.wikipedia.org/wiki/Fed%C3%B3n"><em>Fedón</em></a>. Allí nos presenta a su maestro Sócrates en una actitud de tranquilidad ante la muerte. La filosofía –dirá Sócrates– es una preparación para la muerte. A eso ha dedicado su vida, y ahora puede vivir tranquilo. Pese a encontrarse en una prisión, se siente libre. </p>
<p>La toma de conciencia de la finitud de la vida nos sitúa ante una tarea: la de ser mejores para realizar una sociedad más justa. A través del examen racional logramos liberarnos de las cadenas que nos impone una sociedad de consumo. La filosofía es peligrosa, pero más peligrosa es todavía una sociedad sin filosofía.</p>
<p>Educar es lograr que las personas saquen lo mejor de sí mismos y se desarrollen en plenitud. Eso solo es posible mediante la actitud de asombro y la reflexión profunda. Leer textos clásicos, discutir, reflexionar, no es una tarea de mera erudición. El diálogo compartido con otros acerca de las grandes cuestiones de la vida humana permite encontrar respuestas a los problemas de la vida. Solo el llenarse de aquellas cosas que realmente merecen la pena (belleza, justicia, armonía) es lo que puede hacer dichosa una vida, y para eso está precisamente la filosofía.</p><img src="https://counter.theconversation.com/content/194667/count.gif" alt="The Conversation" width="1" height="1" />
<p class="fine-print"><em><span>Manuel Cruz Ortiz de Landázuri no recibe salario, ni ejerce labores de consultoría, ni posee acciones, ni recibe financiación de ninguna compañía u organización que pueda obtener beneficio de este artículo, y ha declarado carecer de vínculos relevantes más allá del cargo académico citado.</span></em></p>El 17 de noviembre es el Día Mundial de la Filosofía. ¿Qué significa para nosotros hoy en día?Manuel Cruz Ortiz de Landázuri, Profesor de Ética, Universidad de NavarraLicensed as Creative Commons – attribution, no derivatives.tag:theconversation.com,2011:article/1815162022-07-12T17:26:39Z2022-07-12T17:26:39Z¿Es el placer el bien último? Esto dice Platón<figure><img src="https://images.theconversation.com/files/472385/original/file-20220704-25-crgva7.jpg?ixlib=rb-1.1.0&rect=0%2C4%2C3195%2C1815&q=45&auto=format&w=496&fit=clip" /><figcaption><span class="caption">'Bacchanal', de Raffaello Sorbi.</span> <span class="attribution"><a class="source" href="https://commons.wikimedia.org/wiki/File:Sorbi_-_Bacchanal.jpg">Wikimedia Commons</a></span></figcaption></figure><p>Platón se ha enfrentado en sus diálogos a casi todas las grandes preguntas de la existencia humana. Entre ellas, a qué lugar ocupa el placer en nuestras vidas. Sus diálogos ofrecen reflexiones, imágenes y contraposiciones que nos ayudan a situarnos, a orientarnos en el laberinto de la existencia. </p>
<p>En un famoso pasaje de la <a href="https://es.wikipedia.org/wiki/Rep%C3%BAblica_(Plat%C3%B3n)"><em>República</em></a>, Sócrates afirma que la mayoría cree que el bien es el placer, y que solamente a algunos refinados les parece que el bien es la inteligencia. Este planteamiento, que no encuentra respuesta en ese diálogo concreto dedicado a la justicia, abre una puerta difícil de cerrar para la reflexión y la acción humanas, una puerta abierta ya con anterioridad al pensamiento de Platón y que permanece aún hoy en día abierta. </p>
<p>La relevancia del placer en la vida humana ha sido objeto de reflexión al menos desde <a href="https://es.wikipedia.org/wiki/Dem%C3%B3crito">Demócrito</a>, pasando por los sofistas <a href="https://es.wikipedia.org/wiki/Prot%C3%A1goras">Protágoras</a> y <a href="https://es.wikipedia.org/wiki/Gorgias">Gorgias</a>, el legado de Sócrates, la visión más sistemática de Platón y, junto con ellos, la <a href="https://es.wikipedia.org/wiki/Escuela_cirenaica">escuela cirenaica</a> (y sus enemigos antihedonistas, <a href="https://es.wikipedia.org/wiki/Escuela_c%C3%ADnica">los cínicos</a>). </p>
<p>Sin la escuela cirenaica no se puede entender el <a href="https://es.wikipedia.org/wiki/Epicure%C3%ADsmo">epicureísmo</a> y seguramente sin éste tampoco sean comprensibles algunos aspectos fundamentales de nuestra concepción del placer y del lugar que este ocupa en nuestra vida. </p>
<h2>El hedonismo y la vergüenza</h2>
<p>El hedonismo, expresión que proviene de la palabra griega <em>hedone</em> (placer), designa una respuesta contundente a la pregunta por el bien en la vida humana. Como decía <a href="https://es.wikipedia.org/wiki/Aristipo">Aristipo de Cirene</a>: “Da fe de que el placer es el fin el hecho de que nosotros desde niños irreflexivamente estamos habituados a buscarlo, y una vez que lo hemos alcanzado no buscamos nada más, y que nada rehuimos tanto como lo opuesto a él, el dolor. El placer es un bien, incluso si se origina de los hechos más vergonzosos…”.</p>
<p>Lo vergonzoso es un tema fundamental para Platón. En uno de los enfrentamientos dialécticos más contundentes, Platón escenifica un encuentro entre Sócrates y <a href="https://es.wikipedia.org/wiki/Calicles">Calicles</a>, personaje este último que recibirá los elogios Nietzsche por su anticonvencionalismo y su defensa del valor del más fuerte. Calicles defiende que la vida debe ser un constante llenarse de placeres sin cesar ni un instante; para él lo vergonzoso es no dejarse llevar por las pasiones, lo cual es propio de débiles y cobardes. </p>
<p>Para Sócrates, la vergonzoso y malo es no saber distinguir entre los buenos y los malos placeres. La vida del inmoderado, dirá, es como la vida de uno que intenta llenar un jarrón, pero que a causa de estar agujereado se vacía constantemente. Ese vaciarse provoca dolor, un dolor que solamente puede ser compensado por la generación del placer derivado de llenarnos de nuevo constantemente. Las almas de los moderados no tienen esos orificios y al llenarse conservan mejor, sin perderlo, aquello que han obtenido. </p>
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<a href="https://images.theconversation.com/files/472380/original/file-20220704-24-xjh15b.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=1000&fit=clip"><img alt="" src="https://images.theconversation.com/files/472380/original/file-20220704-24-xjh15b.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=237&fit=clip" srcset="https://images.theconversation.com/files/472380/original/file-20220704-24-xjh15b.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=600&h=850&fit=crop&dpr=1 600w, https://images.theconversation.com/files/472380/original/file-20220704-24-xjh15b.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=30&auto=format&w=600&h=850&fit=crop&dpr=2 1200w, https://images.theconversation.com/files/472380/original/file-20220704-24-xjh15b.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=15&auto=format&w=600&h=850&fit=crop&dpr=3 1800w, https://images.theconversation.com/files/472380/original/file-20220704-24-xjh15b.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=754&h=1068&fit=crop&dpr=1 754w, https://images.theconversation.com/files/472380/original/file-20220704-24-xjh15b.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=30&auto=format&w=754&h=1068&fit=crop&dpr=2 1508w, https://images.theconversation.com/files/472380/original/file-20220704-24-xjh15b.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=15&auto=format&w=754&h=1068&fit=crop&dpr=3 2262w" sizes="(min-width: 1466px) 754px, (max-width: 599px) 100vw, (min-width: 600px) 600px, 237px"></a>
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<span class="caption"><em>Las Danaides</em>, de John William Waterhouse.</span>
<span class="attribution"><a class="source" href="https://commons.wikimedia.org/wiki/File:Danaides_Waterhouse_1903.jpg">Wikimedia Commons</a></span>
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<p><a href="https://es.wikipedia.org/wiki/Jan_Pato%C4%8Dka">Jan Patočka</a>, el conocido como <em>Sócrates de Praga</em>, pensando en esta imagen, nos habla en <a href="https://dialnet.unirioja.es/servlet/libro?codigo=30104"><em>Platón y Europa</em></a> del cuidado del alma: solamente si nos ocupamos de cuidar nuestra alma (de dialogar con nosotros mismos, buscando la solidez en nuestro pensar) evitaremos la insaciable condición de estar siempre llenándonos y vaciándonos, situación derivada de la indeterminación que caracteriza a los placeres y los dolores. La imagen de <a href="https://es.wikipedia.org/wiki/Danaides">las Danaides</a>, condenadas a llenar eternamente un recipiente agujereado, sirve aquí como explicación de esta situación trágica propia de la condición humana. </p>
<p>Podemos intentar pensar el placer, procurar comprenderlo, pero nunca llegaremos a contenerlo en unos límites establecidos. Y eso es causado por su propia constitución ilimitada, indeterminada, como proceso que nunca parece tener fin (como muestra Platón en su <a href="https://es.wikipedia.org/wiki/Filebo"><em>Filebo</em></a>). El placer y su inseparable hermano, el dolor, son nuestros constantes compañeros de viaje, pero no conseguimos nunca plenamente entenderlos ni contenerlos, porque se ocultan y se mezclan entre ellos y con nuestras expectativas, nuestros deseos y nuestros recuerdos. </p>
<p>Esta idea, que según <a href="https://es.wikipedia.org/wiki/Jacques_Derrida">Derrida</a> se encuentra en la base del <em>Más allá del principio de placer</em> de Freud, sugiere hoy en día una lectura que va más allá de la individualidad y del poder del inconsciente sobre nuestras vidas, y que incumbe nuestra existencia misma en el planeta.</p>
<h2>¿Hacia un hedonismo sostenible?</h2>
<p>Orsolya Lelkes, en su libro <a href="https://bristoluniversitypress.co.uk/sustainable-hedonism"><em>Sustainable Hedonism</em></a>, ha advertido que, en un mundo cada vez más centrado en alcanzar el placer y la satisfacción de nuestras necesidades individuales, no solamente no conseguimos ser felices, sino que además en el camino estamos agotando los recursos y dañando de forma permanente un planeta que es nuestra única forma (actual) de preservación. </p>
<figure class="align-right zoomable">
<a href="https://images.theconversation.com/files/472381/original/file-20220704-21-ql257z.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=1000&fit=clip"><img alt="" src="https://images.theconversation.com/files/472381/original/file-20220704-21-ql257z.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=237&fit=clip" srcset="https://images.theconversation.com/files/472381/original/file-20220704-21-ql257z.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=600&h=750&fit=crop&dpr=1 600w, https://images.theconversation.com/files/472381/original/file-20220704-21-ql257z.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=30&auto=format&w=600&h=750&fit=crop&dpr=2 1200w, https://images.theconversation.com/files/472381/original/file-20220704-21-ql257z.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=15&auto=format&w=600&h=750&fit=crop&dpr=3 1800w, https://images.theconversation.com/files/472381/original/file-20220704-21-ql257z.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=754&h=943&fit=crop&dpr=1 754w, https://images.theconversation.com/files/472381/original/file-20220704-21-ql257z.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=30&auto=format&w=754&h=943&fit=crop&dpr=2 1508w, https://images.theconversation.com/files/472381/original/file-20220704-21-ql257z.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=15&auto=format&w=754&h=943&fit=crop&dpr=3 2262w" sizes="(min-width: 1466px) 754px, (max-width: 599px) 100vw, (min-width: 600px) 600px, 237px"></a>
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<span class="caption">Debemos encontrar el equilibrio entre el placer propio y el impacto positivo en el resto del mundo.</span>
<span class="attribution"><a class="source" href="https://unsplash.com/es/fotos/uXc6uqGInKk">Hamish Duncan / Unsplash</a></span>
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</figure>
<p>La comprensión de que hay alguna cosa, algún valor, que se encuentra por encima del placer y la satisfacción individual vincula de forma directa nuestra situación actual con aquella a la que Platón intentaba enfrentarse. La preservación del mundo, como han defendido autores como <a href="https://es.wikipedia.org/wiki/Hans_Jonas">Hans Jonas</a> o <a href="https://es.wikipedia.org/wiki/Yves_Charles_Zarka">Yves Charles-Zarka</a>, es una de las condiciones de posibilidad de nuestra existencia en la tierra y debería estar en la base de nuestra toma de decisiones. Platón no anticipó estas consecuencias potencialmente destructivas a nivel planetario de la persecución del placer como bien supremo, pero claramente vio los peligros de la identificación del placer con el bien; así como la imperiosa necesidad de mantener unidos hombre, ciudad y cosmos (como expone en su <a href="https://es.wikipedia.org/wiki/Timeo_(di%C3%A1logo)"><em>Timeo</em></a>). </p>
<p>En el mundo capitalista, la constante creación de oferta busca adecuarse a las necesidades, a los diversos placeres existentes, que son también constantemente generados por la misma industria, pero también por la ideología misma (como diría <a href="https://es.wikipedia.org/wiki/Slavoj_%C5%BDi%C5%BEek">Žižek</a>) en la que no podemos ya dejar de vivir. </p>
<p>Frente a estas consecuencias de lo ilimitado del placer, Platón nos movería posiblemente a sentir una sana vergüenza, a revisitar nuestras almas y a pensar cuál es nuestro lugar en el todo. Conocerse a uno mismo implica conocer y a aprender a situar el placer en su lugar adecuado, cerca del bien, pero no idéntico a él.</p><img src="https://counter.theconversation.com/content/181516/count.gif" alt="The Conversation" width="1" height="1" />
<p class="fine-print"><em><span>Bernat Torres Morales no recibe salario, ni ejerce labores de consultoría, ni posee acciones, ni recibe financiación de ninguna compañía u organización que pueda obtener beneficio de este artículo, y ha declarado carecer de vínculos relevantes más allá del cargo académico citado.</span></em></p>La relevancia del placer en la vida humana ha sido una reflexión constante a lo largo de la historia de la filosofía. ¿Debemos entregarnos a él sin medida o tiene que haber algún tipo de equilibrio?Bernat Torres Morales, Professor of Philosophy, Universitat Internacional de CatalunyaLicensed as Creative Commons – attribution, no derivatives.tag:theconversation.com,2011:article/1845102022-07-03T19:17:44Z2022-07-03T19:17:44ZLa filosofía y el ‘querido lector’ de Søren Kierkegaard<figure><img src="https://images.theconversation.com/files/467239/original/file-20220606-26-8lfq40.png?ixlib=rb-1.1.0&rect=7%2C0%2C2498%2C1874&q=45&auto=format&w=496&fit=clip" /><figcaption><span class="caption">Søren Kierkegaard (a la izquierda del todo) entrando en un salón en Copenhague. Obra de P.C. Klæstrup.</span> <span class="attribution"><a class="source" href="https://commons.wikimedia.org/wiki/File:Peter_Christian_Kl%C3%A6strup_-_S%C3%B8ren_Kierkegaard_i_en_salon_i_K%C3%B8benhavn.png">Bruun Rasmussen / Wikimedia Commons</a></span></figcaption></figure><p>Cualquier parecido entre lo que sea la filosofía en su ideal y lo que aparece en los medios y las redes sociales actualmente es mera coincidencia. </p>
<p>A algunos de los que nos dedicamos en cuerpo y alma a esto nos causa perplejidad que sólo esté en el foco mediático la filosofía que vende, la que es polémica o la que quiere ser demasiado radical sin aportar nada nuevo.</p>
<p>Una de las preguntas decisivas a la hora de ponerse a hacer filosofía es, junto con la convicción aguda de que uno llega siempre tarde, el plantearse cómo vivir filosóficamente. La filosofía, al menos <a href="http://www.sigueme.es/libros/la-defensa-de-socrates.html">la que nace de Sócrates</a>, es a la vez lo más necesario en la vida y, también, lo que viene siempre después de haber vivido, actuado, hablado mucho. </p>
<h2>¿Con qué temple hacer filosofía hoy?</h2>
<p>Martin Heidegger enfatizó la angustia como temple fundamental para poder vivir auténticamente en este mundo finito, una angustia ante la nada. Con independencia de saber si alguien ha podido vivirla, el filósofo danés Søren Kierkegaard desarrolla esa idea de manera diferente en <a href="https://www.alianzaeditorial.es/libro/humanidades/el-concepto-de-la-angustia-soren-kierkegaard-9788420674568/"><em>El concepto de la angustia</em></a>. Él habla más bien de ansia, porque trata un sentimiento de atracción y/o repulsión que se puede dar ante el bien y el mal, la muerte, el amor, pero no ante la nada. </p>
<p>El filósofo danés defiende que se puede vivir, y escribir, con temples variados. Es más, es muy difícil que haya uno principal. Para descubrir cómo entendía los estados de ánimo con los que hacer filosofía ayuda ver cómo escribió él su obra. </p>
<p>Si el que hace filosofía, es decir, el que escribe y habla con amigos y amigas en libertad, la entiende desde el diálogo, esa persona no puede olvidar nunca con quién habla. ¿Se debe escribir igual si hablas del amor a alguien enamorado, de la materia a un físico, de la libertad a un libertino, de la belleza a un pintor o de los números a un poeta? </p>
<p>Kierkegaard escribió libros de forma apasionada a un seductor empedernido, un lógico tremendo, un angustiado, una enamorada, un creyente deseoso de amar, un arrepentido o un niño. El temple con el que escribe incluye implícitamente una forma de comprender al lector. </p>
<h2>El querido lector</h2>
<p>Kierkegaard realizó casi toda su obra con respeto y amor a <em>su querido lector</em> (<em>Min kjære Læser</em>). Escribe dirigiéndose de manera directa a su lector, sin considerar su autoría como un nuevo sistema superior al anterior. </p>
<p>Por eso le dice a sus lectores que es una tontería que estén de acuerdo con él o sus ideas. Si algo es verdad, no lo es porque Kierkegaard lo diga o lo haya descubierto. Él no es creador de nada. No se puede leer su obra como quien acoge un edificio completo donde poder vivir, sino como una forma de obtener materiales para construir la casa donde uno puede existir en verdad. </p>
<p>Al final de su libro <a href="https://www.alianzaeditorial.es/libro/filosofia/la-repeticion-soren-kierkegaard-9788491810582/"><em>La repetición</em></a> se dirige así a <em>su</em> lector: </p>
<blockquote>
<p>“Mi querido lector: Perdona que te hable con tanta confianza, pero no te preocupes, que todo quedará entre nosotros. Porque a pesar de ser un personaje ficticio, no eres para mí una colectividad, una multitud indiferenciada, sino un individuo particular”.</p>
</blockquote>
<p>Según el pensador danés, algunos escriben libros de filosofía de tal manera que ya sólo hacen falta lectores. Así lo dice en <a href="https://www.trotta.es/libros/migajas-filosoficas-el-concepto-de-angustia-prologos/9788498796254/"><em>Prólogos</em></a>, un libro en el que ofrece prefacios correspondientes a libros inexistentes. </p>
<p>Aborda ahí ese tipo de filosofía que elabora un sistema, es decir, que es capaz de pensar toda la diversidad de la realidad bajo un último y único principio explicativo. A los que escriben libros así les dice: “En cuanto este haya salido, las posteriores generaciones no tendrán siquiera necesidad de aprender a escribir, pues no habrá ya nada más que escribir, sino solo que leer: el Sistema”. </p>
<p>Evidentemente no entiende así su propia escritura, el temple o su manera de hacer filosofía. Kierkegaard sabe que, antes que un escritor, él es un lector, también de su propia obra. Nunca sus libros están del todo terminados porque exigen, suplican, que el lector los haga suyos.</p>
<h2>Escribir es algo muy serio</h2>
<p>Sócrates, al que él considera su modelo como filósofo, no escribió nada y consideraba que hablar era una tarea muy noble. De ahí que criticara a los sofistas que hacían negocio enseñando a hablar para parecer y tener éxito. </p>
<p>Si Sócrates enseñó, a aquellos que quieren aprender con él, que el hecho de hablar era algo muy serio, Kierkegaard lo hace con el hecho de escribir, entendido por él como otra manera de hablar. </p>
<figure class="align-center zoomable">
<a href="https://images.theconversation.com/files/467237/original/file-20220606-20-iimscg.png?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=1000&fit=clip"><img alt="" src="https://images.theconversation.com/files/467237/original/file-20220606-20-iimscg.png?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=754&fit=clip" srcset="https://images.theconversation.com/files/467237/original/file-20220606-20-iimscg.png?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=600&h=502&fit=crop&dpr=1 600w, https://images.theconversation.com/files/467237/original/file-20220606-20-iimscg.png?ixlib=rb-1.1.0&q=30&auto=format&w=600&h=502&fit=crop&dpr=2 1200w, https://images.theconversation.com/files/467237/original/file-20220606-20-iimscg.png?ixlib=rb-1.1.0&q=15&auto=format&w=600&h=502&fit=crop&dpr=3 1800w, https://images.theconversation.com/files/467237/original/file-20220606-20-iimscg.png?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=754&h=631&fit=crop&dpr=1 754w, https://images.theconversation.com/files/467237/original/file-20220606-20-iimscg.png?ixlib=rb-1.1.0&q=30&auto=format&w=754&h=631&fit=crop&dpr=2 1508w, https://images.theconversation.com/files/467237/original/file-20220606-20-iimscg.png?ixlib=rb-1.1.0&q=15&auto=format&w=754&h=631&fit=crop&dpr=3 2262w" sizes="(min-width: 1466px) 754px, (max-width: 599px) 100vw, (min-width: 600px) 600px, 237px"></a>
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<span class="caption">Posible retrato de Kierkegaard en una cafetería, obra de Christian Olavius Zeuthen.</span>
<span class="attribution"><a class="source" href="https://commons.wikimedia.org/wiki/File:Christian_Olavius_Zeuthen_-_S%C3%B8ren_Kierkegaard_som_caf%C3%A9-g%C3%A6st_-_1843.png">The Museum of National History / Wikimedia Commons</a></span>
</figcaption>
</figure>
<p>Es serio porque lo que decimos crea realidad, pone en el espacio público ideales o mentiras, condena o edifica. La escritura es una tarea ardua no porque uno esté descubriendo la verdad a los ignorantes, sino porque uno es una partera, como la madre de Sócrates, que ayuda al lector a que, mediante el diálogo con el libro, pueda ser invitado a una vida apasionada por la verdad. </p>
<p>Termino con otro texto de Kierkegaard, del prólogo de <a href="https://www.trotta.es/libros/discursos-edificantes-tres-discursos-para-ocasiones-supuestas/9788498791136/"><em>Discursos edificantes</em></a> de 1843. En el libro podemos encontrar no sólo temática religiosa o explícitamente cristiana, que también, sino un acercamiento a los temas filosóficos por un método indirecto y provechoso. </p>
<p>¿Cómo comprendía, pues, Kierkegaard la relación entre sus escritos y el lector? Refiriéndose a su obra dijo esto: </p>
<blockquote>
<p>“Allí estaba, como una florecilla insignificante oculta en el gran bosque, que nadie busca ni en función de su ornato, ni de su aroma, ni como alimento. Pero entonces vi también, o creí ver, que ese pájaro que yo llamo mi lector puso de súbito los ojos en ella, se lanzó en vuelo, la recogió y se la llevó. Y, habiendo visto esto, ya no vi más”.</p>
</blockquote><img src="https://counter.theconversation.com/content/184510/count.gif" alt="The Conversation" width="1" height="1" />
<p class="fine-print"><em><span>Ángel Viñas Vera no recibe salario, ni ejerce labores de consultoría, ni posee acciones, ni recibe financiación de ninguna compañía u organización que pueda obtener beneficio de este artículo, y ha declarado carecer de vínculos relevantes más allá del cargo académico citado.</span></em></p>El filósofo danés Søren Kierkegaard defendía que había que escribir filosofía con variados temples. Si hay que tener en cuenta al interlocutor que tienes delante, no es lo mismo dirigirse a un tipo de lector que a otro.Ángel Viñas Vera, Profesor de Filosofía moral , Universidad Loyola AndalucíaLicensed as Creative Commons – attribution, no derivatives.tag:theconversation.com,2011:article/1711262021-11-15T21:09:14Z2021-11-15T21:09:14ZMenos blablablá y más filosofía<figure><img src="https://images.theconversation.com/files/431973/original/file-20211115-23-1mqm4ld.jpg?ixlib=rb-1.1.0&rect=0%2C0%2C6221%2C4138&q=45&auto=format&w=496&fit=clip" /><figcaption><span class="caption">Manifestación de estudiantes con motivo de la COP26 (Milán, 1 de octubre de 2021).</span> <span class="attribution"><a class="source" href="https://www.shutterstock.com/es/image-photo/milan-italy-october-1-2021-youth-2052319961">Shutterstock / r Gioele Mottarlini</a></span></figcaption></figure><p>Bla, bla, bla. A la juventud todo le suena a blablablá, a discurso vacío, interesado y, sobre todo, interminable. Detestan la <a href="https://es.wikipedia.org/wiki/Sofista">sofística</a> casi tanto como Platón, ese agotador ruido de palabras que solo trae división social y la parálisis política, ese lenguaje del gusano, el blablablá, les molesta especialmente porque pudre por dentro la sociedad y, ahora también, la propia tierra. </p>
<p>La juventud viene con sed de filosofía, pero el parlamento acaba de aprobar la ley <a href="https://www.boe.es/diario_boe/txt.php?id=BOE-A-2020-17264">LOMLOE</a>, que la degrada. ¿Cuál es el sentido de recortar la filosofía justo a la generación que ya ha identificado el blablabla como SU problema? </p>
<h2>¿Qué hizo filosofar al joven Platón?</h2>
<p>El primer enemigo conocido del blablablá fue Sócrates y, como sabemos, Atenas lo ejecutó. Para Platón, dedicarse a la filosofía era simplemente eso, una ayuda para comprender lo que había pasado: ¿por qué Atenas, la ciudad más justa, había matado a Sócrates, la persona más bondadosa? Su estimada ciudad, su gente más querida, tomó una decisión injusta y brutal. La naturalidad con la que Atenas mató a Sócrates condujo a Platón a la filosofía. </p>
<p>De igual manera, nuestra juventud necesitará grandes dosis de filosofía para comprender cómo, por ejemplo, la humanidad más científicamente preparada no es capaz de tomar las decisiones que sabe debe tomar para abordar la crisis climática. ¿No es razonable pensar que Greta Thunberg siente el mismo tipo de dolorosa perplejidad que Platón? </p>
<h2>La buena filosofía se enfrenta al blablablá</h2>
<p>La juventud nos exige menos ruido y más música, siente que necesita herramientas para pensar filosóficamente su realidad, pero es obvio que la enseñanza de la filosofía sigue perdiendo terreno. El último hachazo se lo dio la llamada <a href="https://www.boe.es/boe/dias/2015/01/03/pdfs/BOE-A-2015-37.pdf">Ley Wert</a> en 2015, eliminando prácticamente la asignatura Historia de la Filosofía de segundo de bachillerato. La nueva ley <a href="https://www.boe.es/diario_boe/txt.php?id=BOE-A-2020-17264">LOMLOE</a> recupera la asignatura, cierto, pero reduciéndola a la mitad, con tan solo dos horas a la semana.</p>
<p>La LOMLOE también elimina la optativa de Filosofía de cuarto de la ESO y hace desaparecer tres de las cuatro horas de la asignatura Valores Éticos. Una auténtica escabechina que desinfla la ESO de todo debate filosófico. Ahora el control de daños está en manos de las autonomías, que pueden decidir hasta el 50 % del currículum en algunos casos, pero es difícil ser optimista. </p>
<h2>De las intenciones a la realidad</h2>
<p>Hace tres años, <a href="https://www.efe.com/efe/espana/sociedad/el-congreso-se-muestra-a-favor-de-que-filosofia-sea-obligatoria-en-bachillerato/10004-3784184">todos los partidos políticos acordaron reforzar la asignatura de Filosofía</a>. </p>
<p>Ya con la LOMLOE en la mano, aquel acuerdo suena a <em>blablablá</em>. Esos grandes titulares hacen de condimento de otros excelentes textos, como el nuevo currículum de la ESO, que sigue agrandando la distancia entre esas buenas intenciones y la ley aprobada. El texto recoge ocho “<em>competencias clave</em>” tanto en el perfil de salida al término de la enseñanza básica como en el perfil competencial de Bachillerato, y dos de las ocho son filosóficas: “Competencia personal, social y de aprender a aprender” y “Competencia ciudadana”. </p>
<p>Pues bien, aunque el 25 % de las competencias clave sean filosóficas, tan solo suponen entre el 0.55 y el 0.83 % de las horas lectivas de la ESO. ¿Es posible impartir el 25 % de las competencias clave en menos del 1 % de las clases? ¿El currículum es blablablá? Otro dato: la religión cuenta con más horas lectivas en la ESO, con un 3.32 %. Defienden la filosofía como un discurso hecho, pero incluso en Bachillerato su presencia real se establece en un improductivo 5 %. </p>
<h2>Desdén hacia la filosofía</h2>
<p>Ese diseño curricular genera un problema docente: ¿cómo se trabajan esas dos competencias clave en tan poco tiempo? Es imposible. Pero el problema cultural es incluso peor, porque el alumnado no tardará en llegar a la conclusión contraria: la filosofía no es una competencia clave en nuestra sociedad.</p>
<p>Hasta los 18 años solo van a encontrársela en tres cursos y siempre como una asignatura <em>maría</em> de una o dos horas semanales. Su nota en la prueba de selectividad ni siquiera pondera en la mayoría de los grados universitarios. Ese diseño curricular tiene un efecto adicional que el alumnado capta inmediatamente: la filosofía no es una asignatura importante ni para la escuela, ni para la universidad ni, generalizando, para la sociedad. Sin pretenderlo, quizá, se fomentará un caldo cultural que mira a la filosofía desde la ignorancia y con desdén. </p>
<p>Si no se corrige, esta ley conseguirá lo contrario de lo que predica, pondrá al profesorado de filosofía en una tesitura docente imposible y confundirá al alumnado con mensajes estructuralmente incongruentes. </p>
<h2>Hay futuro</h2>
<p>Llevamos décadas escuchando sonar varias alarmas y apagándolas de manera negligente. Debido a nuestra falta de reacción, es probable que la generación que ahora entra a la ESO tenga que enfrentarse a problemas existenciales realmente gordos. No es solo la multiamenaza de la emergencia climática, piensen también en la robotización, la inteligencia artificial, los dilemas bioéticos o las desorbitadas desigualdades de capital y poder, en un contexto de crisis de representación democrática. ¿Es posible lidiar todas esas nuevas realidades sin una mínima formación filosófica?</p>
<p>La juventud nos reclama menos blablablá y más filosofía. Haríamos mejor si siguiéramos el ejemplo de otros países europeos y diéramos a nuestro futuro las herramientas filosóficas que seguro va a necesitar.</p><img src="https://counter.theconversation.com/content/171126/count.gif" alt="The Conversation" width="1" height="1" />
<p class="fine-print"><em><span>Ekai Txapartegi no recibe salario, ni ejerce labores de consultoría, ni posee acciones, ni recibe financiación de ninguna compañía u organización que pueda obtener beneficio de este artículo, y ha declarado carecer de vínculos relevantes más allá del cargo académico citado.</span></em></p>La LOMLOE le quita horas a la Filosofía al tiempo que establece su importancia en el curriculum. El 25% de las competencias clave son filosóficas, pero suponen menos del 1% de las horas lectivas.Ekai Txapartegi, Profesor de filosofía, Universidad del País Vasco / Euskal Herriko UnibertsitateaLicensed as Creative Commons – attribution, no derivatives.tag:theconversation.com,2011:article/1288922019-12-17T01:18:55Z2019-12-17T01:18:55Z¿Cómo cabe despedirse de la vida?<figure><img src="https://images.theconversation.com/files/306875/original/file-20191213-85428-aey5dn.jpg?ixlib=rb-1.1.0&rect=17%2C5%2C3976%2C2640&q=45&auto=format&w=496&fit=clip" /><figcaption><span class="caption">La muerte de Sócrates, (Jacques Louis David, 1787)</span> <span class="attribution"><a class="source" href="https://commons.wikimedia.org/wiki/File:Jacques-Louis_David_-_The_Death_of_Socrates_-_Google_Art_Project.jpg">Wikimedia Commons / Metropolitan Museum of Art</a></span></figcaption></figure><p>Obviamente no se nos puede preguntar por el inicio de nuestra vida para que demos nuestro permiso a la existencia, pero sí nos es posible reflexionar sobre su desenlace final y algunas de las peculiares circunstancias que pueden rodearlo, e incluso también cabe dejar algunas instrucciones al respecto, por si no podemos aportar nuestro parecer al advenir el trance de nuestra propia muerte, gracias al denominado <a href="https://es.wikipedia.org/wiki/Testamento_vital">testamento vital</a>.</p>
<p>Traspasar ese umbral hacia lo desconocido puede ser a veces muy doloroso y en muchas ocasiones no puede hacerse nada para evitarlo. Sin embargo, hay situaciones en que resulta cruel prolongar el sufrimiento propio y ajeno en un trance sin remedio alguno, bien acreditado por lo tanto como algo absolutamente irreversible.</p>
<p>En este contexto pocos temas resultan más polémicos y espinosos que la <a href="https://es.wikipedia.org/wiki/Eutanasia">eutanasia</a>, porque se trata ciertamente de una cuestión harto delicada, donde se concitan todo tipo de creencias e ideas absolutamente antagónicas, todo lo cual viene a convertir su tratamiento en un auténtico tabú implícitamente aceptado para evitar una ingrata controversia.</p>
<h2>Algunas respuestas religiosas y filosóficas ante la muerte</h2>
<p>Cómo afrontar nuestra mortalidad está en el origen de casi todas las religiones en general y de las monoteístas en particular, pero también es el motor por excelencia de la reflexión filosófica, cuando menos para un pensador como Schopenhauer, quien en <a href="https://www.unebook.es/es/libro/el-mundo-como-voluntad-y-representacion-1_135772"><em>El mundo como voluntad y representación</em></a> asegura que “difícilmente se filosofaría sin la muerte”, aserto que hace suyo por ejemplo Fernando Savater en <a href="https://www.unebook.es/es/libro/las-preguntas-de-la-vida_231362"><em>Las preguntas de la vida</em></a>.</p>
<p>Ciertas religiones nos prometen una inmortalidad en el más allá, donde tendremos una vida eterna paradisiaca tras recobrar el recubrimiento corporal del alma mediante una resurrección. Otras auguran una cadena interminable de reencarnaciones hasta que nuestro karma obtenga por fin el anhelado nirvana y la cancelación del insaciable desear.</p>
<p>Las recetas procuradas por la filosofía son de muy distinto tenor y suelen intentar hacernos ver que nuestro miedo a la muerte carecería de fundamento, si lo pensamos fríamente y aplicamos la lógica. </p>
<p><a href="https://www.academia.edu/37410967/Epicuro_epic%C3%BAreos_y_el_epicure%C3%ADsmo_en_Roma">Epicuro</a> nos dice que no debemos temer a la muerte, porque nunca vamos a coincidir con ella, dado que no comparece mientras estamos vivos y no estamos cuando adviene, por lo que sería imposible jugar esa singular partida de ajedrez que Bergman hace protagonizar a Max von Sidow en <a href="https://es.wikipedia.org/wiki/El_s%C3%A9ptimo_sello"><em>El séptimo sello</em></a>.</p>
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<figcaption><span class="caption">El séptimo sello (Ingmar Bergman, 1957).</span></figcaption>
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<p>Para <a href="https://www.alianzaeditorial.es/libro/filosofia/schopenhauer-la-lucidez-del-pesimismo-roberto-rodriguez-aramayo-9788491811053/">Schopenhauer</a> la muerte debe preocuparnos tan escasamente como el periodo anterior a nuestro nacimiento, ya que a su juicio “el punto final de la persona es tan real como su comienzo y tras la muerte no pasamos a ser sino lo que ya éramos antes de nacer”. </p>
<p>Eso mismo pensaba <a href="https://www.biblioteca.org.ar/libros/89401.pdf">Lucrecio</a>, para quien “entristecerse por el tiempo en que dejaremos de ser significa lo mismo que afligirse por aquel tiempo en el cual todavía no éramos”.</p>
<h2>El tabú en torno a la eutanasia</h2>
<p>Hasta la siempre viva polémica en torno al aborto suscita un mayor consenso, según testimonian las legislaciones vigentes en muchos países donde sin embargo se posterga continuamente abordar unas pautas regulativas de una “muerte digna”, como vino a calificarla Cicerón, en cuyo tratado <a href="https://www.unebook.es/es/libro/sobre-la-vejez-sobre-la-amistad_136550"><em>Sobre la senectud</em></a> cabe leer lo siguiente:</p>
<blockquote>
<p>Si no vamos a ser inmortales, es deseable, por lo menos, que el hombre deje de existir a su debido tiempo. Pues la naturaleza tiene un límite para la vida, como para todas las demás cosas.</p>
</blockquote>
<p>Comoquiera que sea, esa vida que nos ha dado tanto, por decirlo con las palabras de <a href="https://es.wikipedia.org/wiki/Gracias_a_la_vida">Mercedes Sosa</a>, que nos lo da todo en realidad, al ser la inexcusable condición de posibilidad para cualquier otra cosa, no se merece una despedida traumática para quienes nos han querido y tan atroz para con uno mismo. </p>
<h2>El respeto hacia las convicciones ajenas</h2>
<p>Los no partidarios de la eutanasia pasiva o activa propenden a imponer sus convicciones a los demás, como si estos debieran verse tutelados, al tiempo que demandan, muy asimétricamente por cierto, un inmaculado respeto hacia sus opciones vitales.</p>
<p>Algunos credos religiosos glorifican la vida mientras abogan por mantenerla bajo cualesquiera circunstancias, como muestra crudamente la película <a href="https://es.wikipedia.org/wiki/Camino_(pel%C3%ADcula)"><em>Camino</em></a>, mientras que otras perspectivas vitales consideran inasumible identificar la vida con un terrible sufrimiento agónico sin salida ni finalidad algunas.</p>
<h2>Tratamientos cinematográficos del adiós a la vida</h2>
<p>El cine no ha esquivado la cuestión y estas líneas no pueden cerrarse sin recordar algunos títulos, todos ellos fechados en los últimos veinte años. Los casos descritos en esas películas, ya sean reales o ficticios, hablan por sí mismos y sirven como testimonios favorables a este alegato en pro de una muerte apacible, cuando ello dependa de nuestra voluntad.</p>
<p>Recordemos el <a href="https://es.wikipedia.org/wiki/Mar_adentro"><em>Mar adentro</em></a> de Amenábar, la danesa <a href="http://www.elespectadorimaginario.com/corazon-silencioso/"><em>Corazón silencioso</em></a> y la emotiva <a href="http://www.elespectadorimaginario.com/pages/septiembre-2010/criticas/mi-vida-sin-mi.php"><em>Mi vida sin mi</em></a> de Isabel Coixet, pero sin olvidarnos de la ya citada <em>Camino</em>, donde una madre atormentada construye su patológico duelo dejándose manipular para que su adolescente hija sea tenida por santa.</p>
<p><a href="https://elpais.com/diario/2003/12/19/cine/1071788417_850215.html"><em>Las invasiones bárbaras</em></a> merece una mención especial, porque sus personajes habían protagonizado muchos años antes <em>El declive del imperio americano</em>, pasando del <em>Eros</em> al <em>Tanatos</em> en sólo dos décadas. Las cuitas por el sexo y el erotismo que presiden su treintena dan paso a cómo encarar una muerte anunciada.</p>
<p>Cada cual debería poder elegir su jugada final en esta postrera partida de ajedrez con el propio destino.</p>
<p>Permítaseme dedicar estas líneas a la memoria de Manuel R. Aramayo, <em>Lolín</em> para sus deudos.</p><img src="https://counter.theconversation.com/content/128892/count.gif" alt="The Conversation" width="1" height="1" />
<p class="fine-print"><em><span>Roberto R. Aramayo no recibe salario, ni ejerce labores de consultoría, ni posee acciones, ni recibe financiación de ninguna compañía u organización que pueda obtener beneficio de este artículo, y ha declarado carecer de vínculos relevantes más allá del cargo académico citado.</span></em></p>No se nos puede preguntar por el inicio de nuestra vida. Pero sí nos es posible reflexionar sobre nuestro desenlace final.Roberto R. Aramayo, Profesor de Investigación IFS-CSIC. Historiador de las ideas morales y políticas, Instituto de Filosofía (IFS-CSIC)Licensed as Creative Commons – attribution, no derivatives.tag:theconversation.com,2011:article/1047242018-10-31T23:25:41Z2018-10-31T23:25:41ZLa digestión es la cuestión, también en política<figure><img src="https://images.theconversation.com/files/243101/original/file-20181030-76416-1nauyj1.jpg?ixlib=rb-1.1.0&rect=0%2C0%2C3159%2C3879&q=45&auto=format&w=496&fit=clip" /><figcaption><span class="caption">Detalle del retrato de Rodolfo II del Sacro Imperio Romano Germánico obra de Guiseppe Arcimboldo.
</span> <span class="attribution"><a class="source" href="https://commons.wikimedia.org/wiki/File:Portr%C3%A4tt,_Rudolf_II_som_Vertumnus._Guiseppe_Arcimboldo_-_Skoklosters_slott_-_87582.jpg?uselang=es">Wikimedia Commons</a></span></figcaption></figure><p>“Tripas llevan corazón, que no corazón tripas”, decía Sancho con su particular forma de expresarse. Se atribuye a Thomas <a href="https://es.wikipedia.org/wiki/Thomas_Hobbes">Hobbes</a> haber dicho algo parecido, pero con menos estilo: “Primero comer, después filosofar”. Ambas frases señalan lo prioritario que resulta llenar el estómago. En cierto modo, son un recordatorio de nuestra condición biológica, terrenal, mundana y mortal. Podremos crear la más maravillosa obra del pensamiento, de arte, de arquitectura, pero en último término necesitamos un mendrugo de pan que llevarnos a la boca. Y es muy probable que renunciáramos, a trueco de conseguirlo, hasta a la más sublime producción intelectual humana.</p>
<p>No resultaría disparatado afirmar que nuestra necesidad de comer está en el origen de todo cuanto hacemos. De hecho, suele situarse en el estómago el origen de los apetitos, es decir, de los deseos. Y son precisamente nuestros deseos los que nos llevan a la acción. Sin deseos no hay acción: casi se puede decir que sin deseos no hay verdadera vida humana. </p>
<p>Puede parecer algo exagerado situar el origen de lo humano en las tripas. <a href="https://es.wikipedia.org/wiki/Arthur_Schopenhauer">Schopenhauer</a>, por ejemplo, pensaba que la voluntad de vivir radicaba en el deseo sexual. Tal vez no tuvo en cuenta que el hambre puede llegar a mitigarlo. Un ser humano puede vivir sin sexo, pero no puede estar sin comer. En mitad de la guerra de Troya, Aquiles le dice a su enemigo Príamo, poco antes de comer con él, que incluso en la mayor de las desgracias, como la muerte de los propios hijos, hay que cenar.</p>
<h2>La buena comida y la política</h2>
<p>Para Sócrates, tal y como nos cuenta Platón en su <a href="https://es.wikisource.org/wiki/P%C3%A1gina%3APlat%C3%B3n_-_La_Rep%C3%BAblica_(1805)%2C_Tomo_1.djvu/167">República</a>, el estado ideal era uno en el que los ciudadanos vivirían frugalmente. Se limitarían a comer, sobre hojas de plantas, harina de cebada o trigo amasadas y, a modo de acompañamiento, unas deliciosas cebollas y verduras hervidas. Como postre, habría higos y bellotas y poco más. Garantizaba así Sócrates que se evitaría la pobreza y se lograría la paz y una larga vida. Como esa vida no resultaba muy atrayente, Glaucón le pregunta si este tipo de alimentación no es el mismo que se da a los cerdos, y añade que sería mejor hablar de una sociedad en que la gente comiera recostada platos algo más elaborados. Sócrates se ve obligado, entonces, a describir la ciudad de lujo, “atacada de infección”, y ése es el origen de la teoría política que se desarrolla en la obra. En el origen de la política está la comida, al menos la comida algo elaborada.</p>
<p>El éxito del libro de <a href="https://en.wikipedia.org/wiki/Giulia_Enders">Giulia Enders</a>, al que han puesto en español el título “La digestión es la cuestión”, da muestra de que lo relacionado con la comida y nuestras tripas sigue ocupando un lugar preeminente entre nuestras preocupaciones. Ya no se trata sólo de no pasar hambre, también queremos comer bien, comer sano y, además, responsablemente, es decir, sin causar un daño innecesario a la naturaleza. Hoy que la salud es una ideología, es normal que existan debates sobre la conveniencia o no, sobre si es correcto o no, el uso de alimentos transgénicos, aceite de palma u otras grasas hidrogenadas, azúcar, levadura en lugar de masa madre, etc. Al englobar la política todo lo demás, éstos son también debates políticos. Más aún si hay algo de verdad en esa expresión tan corriente que afirma que “somos lo que comemos”.</p>
<h2>Votar con la comida</h2>
<p>Normalmente, estos debates giran en torno a cuestiones éticas que buscan la objetividad a través de descubrimientos científicos. Ocurre con la comida lo mismo que con temas que han ocupado tradicionalmente a la ética: se defienden posturas opuestas, cada una de ellas con pretensión de ser objetiva. Los partidarios de una y de otra nos hablan de investigaciones científicas, igualmente válidas pero contrarias, que ratifican sus afirmaciones.</p>
<p>Lo que ayer era sano consumir, hoy se ha vuelto nocivo. Se descubre cómo el desprestigio de un ingrediente ha sido el resultado de la interesada campaña propagandística de los fabricantes de su alternativa. La producción de algo que comemos habitualmente origina un sufrimiento intolerable a animales, la destrucción de entornos naturales valiosos o la explotación de otras personas. El <a href="https://www.slowfood.com"><em>slow food</em></a> toma el lugar del <em>fast food</em>, etc. Así, los alimentos con los que llenamos nuestros estómagos, cada bocado que ingerimos, se convierte en una especie de actividad ética. No pasará mucho tiempo antes de que haya quien acabe por relacionar el contenido de nuestro estómago con nuestra ideología, como se ha hecho ya con ciertas partes de nuestro <a href="http://www.nature.com/articles/nn1979">cerebro</a>. En cierto modo, comer es parecido a votar.</p>
<h2>Digestión y política</h2>
<p>Se preguntaba <a href="https://es.wikipedia.org/wiki/La_negaci%C3%B3n_de_la_muerte">Ernest Becker</a>, con realismo cruel, “qué podemos hacer en una creación en que la actividad rutinaria de los organismos es descuartizar a otros con los dientes, de todas las maneras posibles: mordiendo, triturando carne, tallos de plantas y huesos entre los molares, engullendo vorazmente la pulpa hacia el esófago con fruición, incorporando su esencia en nuestro propio organismo para defecar después los residuos con fetidez nauseabunda y ventosidades”. </p>
<p>Una posible respuesta es esta: Podemos hacer política. Una política a la que podríamos llamar <em>política de la digestión</em>. Empezaríamos por lo más evidente: todo el mundo ha de comer. Y no podemos hacernos ilusiones al respecto: comer implica la asimilación (ingesta) de otras formas de vida, vegetales o animales. Podríamos llamar a esto, la <em>ley de hierro de la digestión</em>. De este modo, queda de manifiesto la imposibilidad de las pretensiones de hallar una solución universal al problema de qué es correcto y qué es incorrecto comer, ya que no se atienen a lo concreto y real.</p>
<p>Los seres humanos comen en función de sus necesidades, de sus gustos y de una serie de causas, circunstancias, tradiciones y un sin fin de otros factores de todo tipo. Comer exige, por tanto, la prudencia. Primero, porque es necesario ser consciente de que lo que ingerimos puede dañarnos (llegado el caso, hasta matarnos) y es una actividad colectiva que tiene consecuencias para los demás y para el entorno (sin esa prudencia podemos llegar a quedarnos sin nada que llevarnos a la boca). Segundo, porque depende también del azar: desastres imprevistos que acaban con cosechas, descubrimiento de efectos nocivos de alimentos tradicionales, etc.</p>
<p>Igual que la política, comer pertenece por tanto al ámbito de la filosofía práctica y no al de la teorética. Es ilusorio pensar que pueda crearse un conjunto de normas que nos digan qué comer. La pregunta a la que hay que dar respuesta no es tanto ¿qué es correcto comer? La pregunta a la que habría que responder sería más bien ¿qué he de comer para ser lo que quiero ser? Y no hay una respuesta a esta pregunta que tenga validez universal, como tampoco existe una teoría política universal.</p>
<p>Al proceso digestivo se le ha prestado muy poca atención desde la reflexión política. Pero sería bueno tener presente, la próxima vez que, por ejemplo, vayamos a comer con amigos que siguen una dieta diferente a la nuestra, que hablar de la digestión y de la comida es hablar de la naturaleza humana y, al final, es como hablar de política.</p><img src="https://counter.theconversation.com/content/104724/count.gif" alt="The Conversation" width="1" height="1" />
<p class="fine-print"><em><span>Roberto Losada Maestre no recibe salario, ni ejerce labores de consultoría, ni posee acciones, ni recibe financiación de ninguna compañía u organización que pueda obtener beneficio de este artículo, y ha declarado carecer de vínculos relevantes más allá del cargo académico citado.</span></em></p>Hablar de la digestión y de la comida es hablar de la naturaleza humana y, al final, es como hablar de política.Roberto Losada Maestre, Profesor de Teoría Política, Universidad Carlos IIILicensed as Creative Commons – attribution, no derivatives.