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¿Podrán la digitalización y la inteligencia colectiva salvar a la España vaciada?

El fenómeno de la España vacía(da) o despoblada constituye un verdadero quebradero de cabeza para numerosas personas e instituciones.

Esta situación heredada del pasado más cercano vincula en cierta manera a múltiples generaciones con experiencias vitales muy diversas.

Si la generación que vivió las consecuencias de la Guerra Civil española vio cómo el mundo rural se iba vaciando poco a poco (en beneficio de los espacios industriales, comerciales o turísticos), la generación de los baby boomers (1946-1964) soñó con la construcción de un país más próspero para todas las personas que conformaban aquella España.

La decadencia de una identidad histórica

La generación X (1965-1979) presenció una democratización (real) de la nación y de sus contextos. Pero el mundo rural seguía siendo el “patito feo” de la nueva sociedad “moderna, avanzada y democrática”. La década de los años ochenta parece haber marcado un antes y un después en la vida de la ciudadanía española.

La juventud milenial (generación Y, 1980-1999) y la llamada generación Z (personas nacidas a partir del año 2000) se convirtieron en la “generación quemada” situación que fue advertida en el año 1995 por el Informe Petras.

El mundo rural pasó (en términos generales) de ser una “reserva moral, de pan y de paisaje” a ser una identidad histórica en decadencia: actualmente no podemos hablar de ruralidad sino de ruralidades, ni de identidad rural sino de identidades diversas. Numerosos especialistas hablan ya de sociedad rurbana como un continuo social y humano, basada en la economía capitalista globalizada y de mercado, controlada por entidades supranacionales y que difícilmente puede ser controlada desde las bases sociales.

La digitalización en el mundo rural

En este contexto de evolución de la sociedad, la incorporación de nuevas tecnologías de la información y la comunicación (la digitalización) ha llegado a todos los espacios de nuestra existencia: desde el privado al público, del personal a cada una de las profesiones tan necesarias para el correcto desenvolvimiento de la sociedad.

Como no podría de ser de otra forma, la digitalización social ha llegado a la realidad-ruralidad española y europea. Y ha llegado para quedarse.

Durante el pasado mes de noviembre se celebró la Mobile Week de Ourense’21, un evento social que ha marcado un antes y un después en la cuestión a tratar: la digitalización de la sociedad rural.

La Fundación Mobile World Capital Barcelona, la Diputación de Ourense y el ecosistema innovador Red Mundo Atlántico –preocupados por la conexión del progreso tecnológico con la ciudadanía rural– provocaron una reflexión colectiva acerca del impacto social de la tecnología digital en las personas y en los espacios que ocupan.

La transparencia en la información existente, la creación de agendas públicas y privadas comprometidas, la digitalización social inclusiva, la experiencia del usuario en la conformación de las realidades así como la humanización y la ética en un mundo que evoluciona fueron los pilares del debate generado.

Instantánea de la mesa redonda sobre digitalización y despoblamiento rural organizada en la Mobile Week de Ourense ‘21. Author provided

Claves para la revitalización rural

El “espíritu Ourense” se podría resumir en tres ideas (vinculadas con la problemática rural española, portuguesa y europea):

1. La ciudadanía (rural) es una parte fundamental en la revolución tecnológica.

La tecnología existente y que se irá creando en un futuro cercano podrá hacernos la vida más fácil si tenemos en cuenta las necesidades de cada una de las comunidades locales y específicas. Debemos producir de manera sostenible y solidaria con la Tierra y con cada una de las especies que habitamos el planeta.

La tecnología nos puede permitir lograr la prosperidad para todas las personas solamente si aplicamos unos criterios humanísticos y éticos que pongan a la dignidad humana en el epicentro de la actividad pública y privada. La tecnología no es buena ni mala de por sí: sus efectos dependen de nuestras acciones y de nuestras decisiones.

Es hora de revertir las situaciones de desigualdad en el mundo rural: la digitalización planificada y correctamente conectada con la realidad puede lograr una “vuelta al mundo rural” digna. La Universidad, la sociedad civil, las Administraciones y las empresas deberán trabajar unidas.

2. Administraciones públicas y privadas deben llamar a la acción a la ciudadanía rural para escribir el presente y futuro social.

El maestro y filósofo Pietro Ubaldi afirmó que “el próximo gran salto evolutivo de la humanidad será el descubrimiento de que cooperar es mejor que competir”.

Solamente a través de la ayuda mutua entre las personas (cooperación y colaboración) podremos crear una realidad social más sostenible e inclusiva que refleje la tradición, pero que también incluya nuevos valores y realidades de las generaciones más jóvenes. Sin duda alguna, hablar de ruralidad es reflexionar acerca de la relación entre tradición y nuevas visiones y metas que aspiran a la innovación social colectiva.

3. Solamente a través de una visión comunitaria, humanista e integradora apoyada en el desarrollo tecnológico y científico se podrá salvar a la España vaciada, así como a la sociedad urbana, en la transición digital y ecológica.

La Agenda 2030 y los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) plantean la construcción de una sociedad más justa, solidaria, sostenible… en definitiva, más humana y más digna para todas las personas (con independencia de su origen, su condición económica, su identidad, etc.).

El acceso público y generalizado a internet y a las nuevas tecnologías debe ser considerado un derecho de la ciudadanía del siglo XXI. La brecha digital existente debe ser corregida a través de políticas públicas aliadas a acciones privadas, acompañando y trabajando con las personas que permanecen en el mundo rural.

La tecnología debe ser entendida como una herramienta facilitadora para la vida cotidiana y profesional, para la actividad social pública y privada, para formarnos y reinventarnos, para organizarnos y gobernarnos. En definitiva, para hacer una vida más saludable y digna para la ciudadanía.

La importancia de la financiación

De cara a la implementación territorial del “espíritu Ourense” se propuso una recuperación del tejido social rural a través de redes parroquiales (RuralCoopera) y la creación de laboratorios rurales ciudadanos (RuraLab) que se integrarían en la Asamblea Rural Ourensana. Se trata de asambleas locales, comarcales y regionales basadas en la autogestión ciudadana acompañada y apoyada por Administraciones, empresas, universidades y sociedad civil interesada.

Con el objetivo de lograr la transición digital y ecológica justa de nuestros territorios rurbanos, debemos valorar de manera positiva el apoyo de la Unión Europea con los fondos Next Generation.

Desde un punto de vista humanístico y ético debemos aprovechar toda financiación posible generando espacios humanos más modernos, más digitales y más inclusivos, sin dejar a nadie atrás. Reconociendo que las obras son la máxima expresión del compromiso humano con las demás personas y realidades, debemos defender la cooperación como metodología de trabajo de la nueva sociedad rurbana tecnológica.

La digitalización creará nuevos puestos de trabajo y hará transformar los ya existentes. Desde un punto de vista constructivo (y de cara a la repoblación rural) la creación de una “renta rural joven” (cuantía mensual fija condicionada a la permanencia en el medio y compatible con otros trabajos) podrá garantizar nuevos proyectos vitales en el medio rural.

A través de la digitalización y la cooperación, desde criterios humanísticos y éticos que defiendan la dignidad de la persona, la sostenibilidad y el bienestar de la comunidad podremos aspirar a la construcción de ciudades y comunidades sostenibles. En nuestra mano está “salvar” la España vacía(da).

El “espíritu Ourense” puede servir como faro para lograr la dignificación de toda la ciudadanía, especialmente la rural. Tal como defendió Mariano Gómez-Ulla, presidente de Red Mundo Atlántico, “no hay marcha atrás en la tecnología, y queremos que (la ciudadanía y la sociedad en su conjunto) suban a este carro para evolucionar”. Trabajemos desde, para y por lo rural sin miedo, pensando globalmente y actuando localmente.

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