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Médico toma notas mientras una mujer amamanta a su bebé.

Por qué es importante predecir si una madre va a amamantar a su bebé

El embarazo es una época única en la vida. Sentir cómo se mueve un pequeño ser humano en nuestro interior es una experiencia fascinante, pero también llena de incertidumbre.

Pongámonos por un momento en la piel de una embarazada: nos invaden las dudas e intentamos prepararnos para cuidar lo mejor posible a nuestro bebé. Es en este punto cuando muchas madres empiezan a informarse sobre la lactancia materna, y una de las cuestiones más recurrentes es: ¿podré hacerlo?

Un sinfín de beneficios

La historia de la lactancia materna es tan antigua como la humanidad. Las primeras referencias las encontramos en el Código de Hammurabi, escrito en el año 1 800 a. e. c. En él ya se habla de sus beneficios y se aconseja como modo de alimentación de los recién nacidos con una duración mínima de 2 años.

Hoy sabemos que estas recomendaciones eran acertadas. La leche materna goza de unas propiedades únicas que hacen que sea el mejor alimento para los recién nacidos. Posee todos los elementos que necesita un bebé para desarrollarse y es rica en defensas.

Esto supone una gran ventaja, ya que los recién nacidos amamantados tienen menos posibilidades de enfermar. Y por si fuera poco, también ofrece beneficios a nivel práctico, ya que siempre está lista, a la temperatura adecuada… ¡y es gratis!

Las virtudes de la lactancia no sólo están presentes mientras el bebé amamanta, sino que perduran con los años, pues reduce las papeletas de padecer afecciones respiratorias y gastrointestinales, o incluso diabetes.

La madre también se favorece de este tipo de alimentación nada más nacer el niño o la niña, ya que el inicio de la lactancia disminuye las probabilidades de sufrir un sangrado excesivo tras el parto. A largo plazo se ha asociado con menor riesgo de padecer cáncer de mama y ovario e, incluso, con efectos cardioprotectores.

Y pesar de esta abultada lista de ventajas, las bajas tasas de lactancia materna siguen siendo un problema en muchos países.

¿Por qué no todas las madres dan el pecho?

A nivel global se calcula que en torno a un 80 % de las madres inicia la lactancia durante el período posparto. En España, por ejemplo, los datos proporcionados por el Ministerio de Sanidad indican que un 81,1 % de los bebés han recibido leche materna en las primeras seis semanas tras el nacimiento.

Sin embargo, esas cifras caen rápidamente en las siguientes semanas. Aunque muchas mujeres deciden amamantar a sus hijos, a menudo encuentran dificultades o dudas que les hacen abandonar: no saben cuánta cantidad de leche toma el bebé o si se engancha bien, piensan que se queda con hambre… Las tomas frecuentes a menudo les generan inquietud y miedo por la salud de sus hijos.

Hay muchos factores que van a interferir en la decisión. Algunos de los más recurrentes son el número de hijos, la experiencia previa, si ha sido un parto vaginal o una cesárea, si al nacer el bebé ha estado en contacto piel con piel con su madre y si se ha iniciado la lactancia en la primera hora de vida.

Cómo predecir si una madre va a amamantar a su bebé

Uno de los mayores retos en salud es anticipar los problemas para poder evitarlos. En este sentido, diversos autores han intentado desarrollar modelos predictivos para determinar las posibilidades de que las mujeres adopten la lactancia.

Entre ellos, destaca el desarrollado por nuestro equipo de investigación, publicado en la revista International Journal Nursing studies. Basado en los datos de 5 081 mujeres, este estudio establece la probabilidad de que una mujer siga lactando después del alta hospitalaria.

Para determinarlo basta con responder a una pequeña lista de preguntas sencillas sobre cómo ha sido su parto y las características de la madre y de su recién nacido en el momento del nacimiento (peso, si el bebé ha sido prematuro, etc).

¿Y esta herramienta puede ser útil?

La respuesta es un rotundo sí. Como ya hemos visto, la lactancia está considerada por las principales instituciones sanitarias como una de las medidas de salud pública más relevantes. Por eso, cualquier estrategia o medida que pueda fomentar o reforzarla es de especial interés.

También reporta beneficios prácticos. Teóricamente, en la mayoría de los centros se da un apoyo continuo a las madres para que inicien el amamantamiento, pero la realidad es bien diferente. De hecho, la falta de estímulo para adoptar este tipo de alimentación es una de las grandes demandas de las mujeres.

Esta carencia es atribuible a menudo a la falta de personal. Si dispusiéramos de una herramienta como la descrita, sería posible priorizar el soporte a aquellas madres con alto riesgo de abandono de la lactancia o proporcionar un apoyo extra a esas familias.

Los profesionales de la salud, especialmente aquellos que tienen un contacto directo con las madres, tienen un papel vital en la educación sanitaria de la población, y la lactancia materna se presenta como oportunidad para mejorar el estado de salud de las madres y sus bebés, tanto a corto como a largo plazo.

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