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Pablo Picasso retratado en 1962. Wikimedia Commons / Revista Vea y Lea (Argentina).

Por qué Picasso siempre gana

Este 2023 se conmemora el cincuenta aniversario de la muerte de Pablo Picasso, artista referencial del siglo XX en virtud de su vital contribución a la radical transformación artística llevada a cabo por las vanguardias.

Este aniversario coincide con el punto álgido de la polémica entre quienes afirman que su despectiva, posesiva y cruel actitud hacia las mujeres invalida su aportación a la historia del arte y quienes, por el contrario, consideran que es posible poner tierra de por medio entre el artista y la persona.

En medio de este complejo e inagotable debate, en el que puede llegar a estar en juego, ni más ni menos, la condición de “artista más relevante e influyente de la historia”, existe un campo en el cual las emociones y preferencias individuales ceden ante la objetividad de unos datos cuantitativos que otorgan al malagueño el lugar más alto entre sus pares: el mercado del arte.

El más grande

Las cifras que año tras año registra el mercado de Pablo Picasso a nivel mundial –395 millones en ventas en 2022– apenas admiten comparación con las de cualquier otro artista, con independencia de la época. Desde 2000, año a partir del cual la base de datos Artprice ofrece información acerca del sector del arte, procedente de manera exclusiva de los datos del mercado secundario, es decir, de ventas en subastas, Picasso es el artista que más volumen de ventas ha alcanzado en el sistema del arte global.

Más aún, a lo largo de este casi cuarto de siglo, el español ha ocupado prácticamente cada año el lugar más alto del ranking de Artprice, cediendo dicho honor únicamente en siete ocasiones en las cuales Andy Warhol (2007, 2012, 2013, 2014 y 2022), Zhang Daqian (2011) y Qi Baishi (2016) fueron los artistas que registraron mayores ventas anuales.

Un sinfín de obras

Varios tomos del catálogo razonado de la obra de Pablo Picasso, elaborado por Christian Zervos. Wikimedia Commons / multichill, CC BY

Desde la perspectiva estrictamente cuantitativa, esto es, dejando de lado el valor cultural, social o artístico de la obra de Picasso, dos son los factores que permiten este distanciamiento comercial con respecto a otros grandes nombres de la historia del arte.

El primero, y más relevante de ellos, es el ingente volumen de obras producidas por el artista español a lo largo de sus 91 años de vida. De ello da buena cuenta el zervos, catálogo razonado de la obra de Picasso editado por Cahiers d’Art, cuyos 33 volúmenes recogen más de 16 000 pinturas y dibujos del artista.

Si a esa cifra se le suman las esculturas, así como las ediciones de cerámicas, grabados o ilustraciones, el corpus total de trabajo puede estimarse en un número aproximado de 140 000 piezas, muy por encima de cualquier otro artista. La consecuencia para el mercado es evidente: la cantidad de sus obras que anualmente cambian de propietario es también superior a las del resto.

Así, solo en 2022 se vendieron 3 252 piezas de Picasso frente a las 2 163 de Warhol, las 1 623 de Chagall, las 1 569 de Miró o las 999 de Banksy, sus inmediatos perseguidores en esta carrera.

El segundo factor, relacionado con el anterior, tiene que ver con la capacidad de sus obras para encontrar compradores con independencia de su calidad y su valor económico. A este respecto, Picasso es de nuevo el artista con mayor número de obras vendidas en prácticamente todos los niveles de precios.

Lo es para el tramo de entre 1 000 y 5 000 euros, típico de las ediciones en papel. También lo es para el comprendido entre los 10 000 y los 50 000 euros, donde es posible encontrar cerámicas, dibujos y acuarelas. Y lo es para las pinturas que superan el millón de euros. En este segmento se venden anualmente entre 40 y 50 obras de Picasso. Una vez más, en cada caso, sus cifras superan con creces las de otros artistas.

Gana Picasso

Por todos estos motivos Picasso siempre gana. Su mercado es, en una palabra, colosal. Mirando al futuro, el interrogante principal que se plantea es qué podría desbancar al artista español de su lugar privilegiado en lo más alto del mercado del arte.

Por una parte, la irrupción de una personalidad similar, capaz de producir obras de gran valor con un ritmo vertiginoso, y hacerlo de manera continuada durante varias décadas.

Por la otra, un cambio drástico en el gusto general, que derive en una devaluación superlativa de su obra. Eso presagian algunas voces en relación con su potencial caída en desgracia a los ojos de una sociedad que ha dejado de tolerar los abusos machistas, incluso con carácter retroactivo. Y de una historia del arte en la que el concepto romántico del genio, del cual Picasso fuera quizás el mayor exponente, ha pasado a mejor vida.

Como quiera que sea, ambas circunstancias se presumen ciertamente improbables en el corto plazo. Todo apunta a que el mercado del arte seguirá teniendo en la figura de Pablo Picasso, asentada sobre su descomunal corpus de trabajo y su condición de adalid de la vanguardia artística, uno de sus pilares fundamentales.

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