Los economistas que describieron los sesgos que influyen en las decisiones humanas recibieron un premio Nobel. Hoy esta disciplina que combina economía y psicología tiene muchas utilidades.
El homo economicus no es tan racional como lo pinta la teoría económica clásica: más bien toma decisiones razonablemente óptimas y muchas veces se deja llevar por las opiniones del grupo.
La resistencia al cumplimiento de las medidas necesarias para frenar la pandemia puede explicarse desde la óptica de los sesgos cognitivos descritos por la economía conductual.