Australia acaba de aprobar el uso de drogas psicodélicas con fines terapéuticos. Es la culminación del interés creciente por las propiedades de estas sustancias, aunque solo han funcionado en entornos clínicos muy controlados.
Ahora que se estrena una nueva adaptación de la novela de Torcuato Luca de Tena, ‘Los renglones torcidos de Dios’, aprovechamos para analizar qué imagen se daba del tratamiento de la salud mental en plena Transición.
La pandemia nos ha hecho retroceder en solidaridad hacia aquellos con enfermedades mentales. Una educación sin paternalismos y que los convierta en miembros plenos de la comunidad es la mejor arma.
Aunque despertemos en mitad de la noche con ataques de ansiedad o apenas podamos ir a trabajar porque todo se nos hace cuesta arriba, hablar de ello y ponerle remedio aún es un tema tabú. Este domingo se celebra el Día Mundial de la Salud Mental.
Padecer enfermedades mentales sigue considerándose por buena parte de la sociedad un asunto vergonzoso. Incluso culpabilizamos a quienes las sufren. Nada que ver con lo que sucede ante cualquier otro tipo de padecimiento.
¿Cómo es posible que nuestro sofisticado cerebro sea capaz de engañarnos al percibir voces que no existen con la misma claridad con la que oímos las de quienes nos hablan? ¿Cómo puede hacernos sentir sin motivo tan miserables que deseemos no seguir viviendo? ¿O impedirnos apartar ideas que reconocemos como completamente inútiles?
El sábado 10 de octubre es el Día Mundial de la Salud Mental. Cientos de millones de personas tienen algún diagnóstico psiquiátrico ahora mismo en el mundo. La inmensa mayoría nunca ha protagonizado incidentes violentos y nunca lo hará.
En algún momento de sus vidas, el 20% de los individuos europeos han tenido deseos de muerte, el 9% alguna idea suicida, un 2% ha elaborado un plan para intentar suicidarse y el 3% lo ha intentado.
Una nueva investigación muestra que, además, los hombres que viven en las zonas más desfavorecidas tienen un 51% más de probabilidades de sufrir depresión que los que viven en zonas no desfavorecidas.
Los últimos avances nos permiten especular sobre cómo serán las posibilidades en el futuro inmediato, incluyendo comprensión y reparación antes impensables y una mayor integración con el mundo cibernético.
Existe una enorme presión sobre los jóvenes para que se esfuercen al máximo para alcanzar sus metas. Los datos indican que muchos están luchando para hacer frente a esta situación que puede poner en riesgo su salud mental.