Los humanos hemos domesticado plantas (agricultura) y animales (ganadería). Pero también a los microorganismos (levaduras y bacterias) aprovechando su capacidad de fermentación alcohólica para fabricar cerveza o vino.
Las hojas de banano pueden emplearse como fuente de carbono sostenible en procesos biológicos, por ejemplo en la producción de bioenergía y de nanocelulosa bacteriana, un compuesto prometedor con una amplia variedad de aplicaciones.
La desecación, el envasado al vacio y la adición de ácidos retrasan la putrefacción de alimentos frescos como frutas y verduras y siguen siendo saludables.
Los microorganismos forman parte de nuestra rutina diaria, también en Navidad. De hecho, desempeñan su papel tanto al ayudar a crecer a los abetos que después adornaremos como en la elaboración de muchos de los manjares típicos de estas fechas.
Nuestra atracción por el queso y el yogur puede que nunca se hubiera visto satisfecha si no fuera porque hace seis mil años se produjo una relación sexual microbiana ilícita.