Existe un riesgo sísmico nada despreciable en España. El último terremoto grande y destructor tuvo lugar en 1884, por lo que podría ocurrir otro relativamente pronto. ¿Estamos preparados?
No podemos predecir los terremotos, pero conocemos las zonas con mayor actividad sísmica. Esas áreas deben tomar medidas de prevención para evitar catástrofes.
El seísmo se produjo como consecuencia de un fenómeno geológico denominado “falla inversa”. Esto ocurre cuando las placas tectónicas chocan, provocando el engrosamiento de la corteza terrestre. Lo cuenta un experto geólogo que conoce la zona en profundidad.
La catástrofe que se genera tras un terremoto no depende de factores naturales, sino de decisiones humanas. La destrucción provocada por el terremoto de Marruecos se puede evitar si no dejamos que caiga en el olvido.
Cuando chocan dos continentes ocurre un cataclismo. La colisión continental mejor preservada en la Tierra hasta hoy tuvo como resultado la cordillera del Himalaya. En ese evento de ruptura y transformación, el magma del manto asciende, y hace que los continentes crezcan.
La memoria, la percepción del riesgo y las normas de construcción adecuadas nos permiten estar más preparados ante las amenazas de origen natural y evitar que acaben en tragedia.
En casos como la catástrofe de Siria y Turquía es fundamental coordinar adecuadamente los distintos organismos locales e internacionales que intervienen en las labores de rescate y asistencia a los damnificados.
Para terremotos recientes medimos el tamaño de un sismo con la magnitud (medida instrumental) y la intensidad (basada en daños). Un terremoto debería tener un único valor de magnitud, pero puede sentirse con diferente intensidad (fuerza) en diferentes puntos.
El límite entre las placas tectónicas de la región marca la existencia de zonas de alto riesgo sísmico que ya han registrado movimientos de gran magnitud en el pasado, como los ocurridos en Lorca (España), Orán (Argelia) y Fez (Marruecos).
Los geólogos conocen bien las fallas que van a producir seísmos importantes, pero no pueden determinar cuándo. Se trata de fenómenos dinámicos caóticos y, por lo tanto, muy difíciles de predecir.
Aún existen incógnitas, en términos sísmicos, de lo que sucedió durante el gran terremoto que destruyó Atacama. Todavía no se ha localizado el epicentro de este evento y su magnitud ha sido revisada y reevaluada multitud de veces.
Aunque los relojes de nuestros teléfonos indican que hay exactamente 24 horas en un día, el tiempo real que tarda la Tierra en completar una sola rotación varía ligeramente.
Investigador Facultad de Derecho/Centro de Estudios Históricos, Facultad de Ciencias Humanas, Universidad Bernardo O'Higgins, Chile, Universidad Bernardo O´Higgins
Profesor del área de Geodinámica externa, Geología, especialista en riesgos naturales, cambio global y patrimonio geológico, Universidad Rey Juan Carlos
Catedrática en el área de Mecánica de los Medios Continuos y Teoría de Estructuras de la ETSI Topografía, Geodesia y Cartografía, Universidad Politécnica de Madrid (UPM)