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Trabajar con insectos en clase puede fomentar la actitud investigadora

¿Y si trabajamos en el aula con insectos, arácnidos, etc., más conocidos por los niños como bichos? Es muy interesante trabajar con artrópodos como modelo animal por la elevada diversidad de modelos anatómicos que presentan y por la facilidad de observarlos tanto en el aula como en su entorno.

Los insectos son excelentes instrumentos didácticos: permiten el desarrollo de destrezas propias del trabajo investigador. El alumnado se acerca así, en primera persona, al quehacer científico, un contenido transversal que se trabaja en todos los niveles educativos.

La ciencia tiene diferentes formas de explicar el mundo natural, y asomarse a ella de una manera práctica contribuye a las habilidades de pensamiento crítico. Además, también se trabajan actitudes como el cuidado y el respeto hacia estos pequeños animales, así como la necesidad de su conservación por la importancia que tienen en los ecosistemas.

Más que insectos

La palabra entomología proviene del griego éntomon –insecto– y lógos –tratado–, lo que equivaldría a “la ciencia que estudia los insectos”. Pero en realidad, esta disciplina abarca el estudio de todos los artrópodos: incluye a otros grupos como arácnidos, miriápodos y crustáceos, además de insectos.

Los artrópodos son animales invertebrados que presentan un esqueleto externo denominado exoesqueleto. Su cuerpo está formado por varios segmentos endurecidos que se agrupan en 2 o 3 partes diferenciadas según el grupo. La cabeza puede presentar antenas (1 o 2 pares) o no y ojos que pueden ser simples o compuestos. Pero lo que define a los artrópodos es que presentan patas articuladas, cuyo número es también variable según el grupo (la palabra proviene del griego árthron –articulación– y poús –pie–). La gran diversidad de medios colonizados por los artrópodos, unida a sus distintos modos de vida, determinan una gran variabilidad de modelos anatómicos.

Convivimos con los insectos

Hoy en día, vivimos en una sociedad alejada del entorno natural, lo que dificulta la comprensión de éste y sus componentes. Para suplir esa carencia se hace imprescindible trabajar en el aula con organismos reales, brindando oportunidades al alumnado para que puedan observarlos por sí mismos y aumentar así su interés y motivación.

Llevando a cabo actividades de este tipo en el aula despertamos en los niños esa curiosidad innata que poseen y que los docentes deben fomentar siempre. El uso de secuencias didácticas a partir de situaciones contextualizadas en las que prime la observación directa es crucial para mejorar la comprensión del medio natural. Esta comprensión se realiza a través de un aprendizaje significativo y transferible que ayuda a reconocer la necesidad de proteger el entorno y conservar la diversidad biológica.

Reivindicar a los bichos

Los animales invertebrados y, más concretamente, el grupo de los artrópodos, no suelen despertar, a priori, una gran atracción. Los insectos, a pesar de ser el grupo de animales más numeroso y diverso del planeta, apenas son abordados en el aula. Los docentes, sobre todo en niveles de infantil y primaria, pueden tener un sentimiento de rechazo hacia estos animales, factor que resulta fundamental para que no introduzcan en sus programaciones de aula actividades relacionadas con insectos, y sí lo hagan con otros animales que consideran más amigables.

Pero trabajar con animales cercanos al alumnado suscita un mayor grado de motivación e interés. Entre otras cosas, el estudio de estos pequeños animales ofrece la posibilidad de comprender de forma sencilla su ciclo vital introduciendo el concepto de metamorfosis a través de la observación de sus distintos estadios como en el proyecto “Apadrina una Reina”. Además, al tener algunos artrópodos interés en Salud Pública por su papel en la transmisión de enfermedades, se pueden diseñar actividades de investigación en las que participen estudiantes para incrementar el conocimiento de la comunidad científica a través de ciencia ciudadana como en el proyecto “Flebocollect”.

Por tanto, es fundamental que los docentes dejen a un lado su indiferencia o animadversión por este grupo animal. Al incorporar los artrópodos a las programaciones didácticas y aumentar el contacto con este grupo de animales se favorece el desarrollo de destrezas científicas y permite un cambio en las actitudes de los escolares respecto a estos pequeños animales. Como dice el refrán: “Lo que en la mocedad no se aprende, en la vejez mal se entiende”.

Un proyecto pionero

La Universidad Autónoma de Madrid, a través de su fundación, ha firmado con Insectalia, empresa dedicada a la cría de insectos, un acuerdo de colaboración para desarrollar un proyecto educativo que acerque los insectos a las aulas de educación infantil, primaria, secundaria y bachillerato. El convenio UAM–Insectalia denominado “El uso de los artrópodos como estrategia de aprendizaje experimental”, consiste en la instalación de diferentes especies de insectos en las aulas y el desarrollo de actividades orientadas a profundizar en el conocimiento del mundo de los insectos y el respeto al medio ambiente. El objetivo de este proyecto es aportar material didáctico original, así como las directrices metodológicas oportunas para implementar actividades relacionadas con los artrópodos y adaptables a todos los niveles educativos.

Es una buena noticia que se desarrollen proyectos educativos basados en la incorporación de los artrópodos como recurso educativo. Estos proyectos pueden mostrar más de cerca este grupo animal a niños y adolescentes, estrategia que permite enriquecer la forma de enseñar y aprender en el aula desde una mirada integral.

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