tag:theconversation.com,2011:/uk/topics/11-s-85195/articles11-S – The Conversation2023-09-11T20:54:06Ztag:theconversation.com,2011:article/2131902023-09-11T20:54:06Z2023-09-11T20:54:06ZEl 11-S y el renacer de la mirada crítica en Hollywood<p>En una mañana de septiembre, hace veintidós años, cuando dos aviones de pasajeros se estrellaron contra las Torres Gemelas de Manhattan y cuando, poco tiempo después, los edificios se desmoronaron en una nube de escombros y hormigón que inundó las calles, las mentes de millones de espectadores se apresuraron a establecer una conexión aparentemente trivial: “Parece sacado de una película”.</p>
<p>El cáustico director Robert Altman afirmó con amargura: “Hemos creado esta atmósfera y les hemos enseñado [a los terroristas] cómo hacerlo”. Verdaderamente, el cine de Hollywood había mostrado durante años una afición entusiasta por el espectáculo de la destrucción. Pero el 11-S, en su dimensión de tragedia humana y, al mismo tiempo, de trauma visual, causó inicialmente el efecto contrario. </p>
<p>Es conocida la anecdótica retirada de un tráiler de <em>Spider Man</em> (2002) en el que un grupo de atracadores que escapa en helicóptero se ve atrapado por una gigantesca telaraña tejida entre los rascacielos mellizos del World Trade Center (la escena se puede ver <a href="https://www.youtube.com/watch?v=Ozz8uxW733Q">en YouTube</a>). Esta cautelosa autocensura afectó a muchas otras películas, que fueron editadas o aplazadas, e incluso canceladas en fase de proyecto.</p>
<h2>Películas predictoras</h2>
<p>Fue menos frecuente, en cambio, la referencia a <a href="https://www.filmaffinity.com/es/film945580.html"><em>Domingo Negro</em></a>, un <em>thriller</em> de 1977 en el que el grupo terrorista palestino Septiembre Negro orquesta un escalofriante atentado durante la final de la Super Bowl, estrellando contra las gradas el emblemático dirigible de la marca Goodyear cargado de explosivos. </p>
<p>El director de la película, John Frankenheimer, fue precisamente quien había inaugurado quince años antes <a href="https://letterboxd.com/pabolec/list/history-of-the-american-political-thriller/">el género del thriller político</a> estadounidense con <em>El mensajero del miedo</em> (1962), en la que un candidato presidencial era asesinado por un veterano de guerra psicológicamente condicionado por sus captores. </p>
<p>Los espectadores de aquella película paranoide y desquiciada que culminaba con un disparo de rifle en un mitin electoral pudieron ser testigos y sentir cierta familiaridad, tan sólo unos meses después, del asesinato del presidente Kennedy. Precisamente, cuando <em>El mensajero del miedo</em> terminó su recorrido –no muy exitoso– en taquilla, se corrió el rumor de que había sido retirada por razones de sensibilidad, rumor que fue desmentido incluso por el propio Frank Sinatra, protagonista y productor de la película. Y de esa encrucijada nace una corriente cinematográfica que alcanzará su apogeo en los años setenta. </p>
<h2>El cine político de los 70</h2>
<p>La oposición a la guerra de Vietnam –que venía escalando desde 1965–, el movimiento por los derechos civiles, los asesinatos de Martin Luther King y Bobby Kennedy en el 68, y la sucesión de escándalos políticos que culminaría en el caso Watergate, todas estas fuerzas convulsas confluyeron en un período de efervescencia contracultural y agitación política que también se hizo sentir en Hollywood. </p>
<p>Aquellos años alumbraron joyas fílmicas como <a href="https://www.filmaffinity.com/es/film963644.html"><em>La conversación</em></a> (1974), <a href="https://www.filmaffinity.com/es/film172826.html"><em>El último testigo</em></a> (1974), <a href="https://www.filmaffinity.com/es/film759291.html"><em>Los tres días del cóndor</em></a> (1975), <a href="https://www.filmaffinity.com/es/film780126.html"><em>Todos los hombres del presidente</em></a>, <a href="https://www.filmaffinity.com/es/film560440.html"><em>Marathon Man</em></a> (1976) y <a href="https://www.filmaffinity.com/es/film791779.html"><em>El síndrome de China</em></a> (1979). </p>
<p>Eran películas oscuras, con protagonistas desorientados, envueltos en conspiraciones escurridizas, y amenazados por una maquinaria política aparentemente inexorable. Con cierta frecuencia, sus finales eran insatisfactorios o amargamente ambiguos. Y casi siempre ofrecían una imagen de la clase política profundamente marcada por la corrupción, el engaño y una mentalidad en la que fines espurios justificaban medios inmorales. </p>
<h2>El regreso del ‘thriller’ político</h2>
<p>Es significativo que, tras los trágicos ataques del 11 de septiembre de 2001, y tras un breve período de respetuoso (o temeroso) silencio creativo, Hollywood diera luz verde al <em>remake</em>, precisamente, de <a href="https://www.filmaffinity.com/es/film283224.html"><em>El mensajero del miedo</em></a> (2004). </p>
<p>Dirigida por Jonathan Demme (<em>El silencio de los corderos</em>), la película adaptaba el contexto político de la original –el temor rojo macartista– a un clima de extremismo análogo, que oscilaba entre los polos de la seguridad y la libertad. Más allá de su conspiración magnicida, la nueva versión retrataba a una sociedad estadounidense presa del miedo, inclinada a redoblar su empeño militarista, y viciada por los intereses de megacorporaciones habituadas a manipular políticos-títere. </p>
<p>Y así nacía una <a href="https://rowman.com/ISBN/9781793654700/History-and-Story-in-the-American-Political-Thriller-Film-Hollywood-in-the-Labyrinth">nueva época dorada para el <em>thriller</em> político de Hollywood</a>, armado de una mirada crítica y a veces francamente pesimista. </p>
<h2>Miradas diversas al terrorismo</h2>
<p>Solamente entre 2005 y 2011 se estrenaron veinticinco <em>thrillers</em> políticos, aunque con diversos grados de actitud contestataria y de calidad, desde luego. Entre los relatos más desesperanzados, <a href="https://www.filmaffinity.com/es/film953947.html"><em>Syriana</em></a> (2005) y <a href="https://www.filmaffinity.com/es/film581349.html"> <em>Expediente Anwar</em></a> (2007) atribuyen las causas del terrorismo islamista a las propias políticas económicas y de seguridad de los Estados Unidos, encarnando en tramas múltiples y de temporalidad enrevesada la noción de “<em>blowback</em>”, algo así como un efecto bumerán geoestratégico. </p>
<p><a href="https://www.filmaffinity.com/es/film861155.html"><em>La intérprete</em></a> (2005), dirigida por Sydney Pollack con no pocos guiños a su propia <em>Los tres días del cóndor</em>, también rodada principalmente en Nueva York, ilustra los perversos efectos de un cierto espíritu de venganza histórica, precisamente en la ciudad que todavía trataba de cerrar sus cicatrices. El mismo Pollack participó –con más éxito– en <a href="https://www.filmaffinity.com/es/film868254.html"><em>Michael Clayton</em></a> (2007), que tiene como antagonista una multinacional agroquímica y, de paso, el sistema legal que defiende sus cuestionables prácticas. </p>
<p>El delirante <em>thriller</em> de acción <a href="https://www.filmaffinity.com/es/film609118.html"><em>Shooter</em></a> (2007) escenifica la colusión de senadores americanos y compañías energéticas y cómo su mutuo enriquecimiento justifica atrocidades que, a su vez, deben ser silenciadas por todos los medios, empezando por los de comunicación pero contando también con las agencias de seguridad e inteligencia, llegando incluso al asesinato de Estado. </p>
<p><a href="https://www.filmaffinity.com/es/film600416.html"><em>La sombra del poder</em></a> (2009) denuncia la injerencia de intereses económicos privados en la legislación en materia de seguridad, entonando a su vez una nostálgica apología del cuarto poder. </p>
<p>Y la lista continúa en un mosaico de reflexiones críticas sobre el sistema bancario mundial (<a href="https://www.filmaffinity.com/es/film981527.html"><em>The International</em></a>, 2009), la falsa justificación de la invasión de Irak (<a href="https://www.filmaffinity.com/es/film776677.html"><em>Green Zone</em></a>, 2010), la corrupción de los procesos internos en los partidos políticos (<a href="https://www.filmaffinity.com/es/film932481.html"><em>Los idus de marzo</em></a>, 2011), el cuestionamiento del estatus moral de los Estados Unidos en la geopolítica global (<a href="https://www.filmaffinity.com/es/film961277.html"><em>La noche más oscura</em></a>, 2012) y la cultura de compenetración entre la empresa privada y los representantes públicos en Washington, D.C. (<a href="https://www.filmaffinity.com/es/film754477.html"><em>Miss Sloane</em></a>, 2016). </p>
<h2>Temas persistentes de fondo</h2>
<p>Aunque esta “nueva ola” del <em>thriller</em> político de Hollywood parece haberse aquietado en los últimos años –o quizá desplazado, en parte, al ámbito de las series–, los temas de fondo que han explorado persisten en el tiempo. </p>
<p>Pocos géneros han revivido con tanto acierto la honda preocupación kafkiana sobre la posibilidad de la acción efectiva del individuo en la sociedad moderna, burocratizada e hipermediatizada, a la que se añade el escepticismo acerca de la posibilidad de descubrir o revelar la verdad que organizaciones políticas y económicas tratan de oscurecer. </p>
<p>Los espectadores de <em>Syriana</em> recordarán sin duda la trágica impotencia y la punzante ironía de su final. En las pantallas de Hollywood tras el 11-S y la “guerra contra el terror”, como ya sucediera casi medio siglo antes, el viaje del héroe se torna un laberinto sin salida.</p><img src="https://counter.theconversation.com/content/213190/count.gif" alt="The Conversation" width="1" height="1" />
<p class="fine-print"><em><span>Pablo Castrillo Maortua no recibe salario, ni ejerce labores de consultoría, ni posee acciones, ni recibe financiación de ninguna compañía u organización que pueda obtener beneficio de este artículo, y ha declarado carecer de vínculos relevantes más allá del cargo académico citado.</span></em></p>Los atentados de 2001 reavivaron un género de suspense político abandonado. Entre 2005 y 2011, decenas de títulos exploran las tripas del poder en EE. UU.Pablo Castrillo Maortua, Profesor del Departamento de Cultura y Comunicación Audiovisual, Universidad de Navarra, Universidad de NavarraLicensed as Creative Commons – attribution, no derivatives.tag:theconversation.com,2011:article/1881012022-08-02T14:35:59Z2022-08-02T14:35:59Z¿Quién era Ayman al-Zawahri y en qué situación queda Al Qaeda tras su muerte?<figure><img src="https://images.theconversation.com/files/477177/original/file-20220802-17-1nv7fs.jpeg?ixlib=rb-1.1.0&rect=0%2C0%2C2995%2C2326&q=45&auto=format&w=496&fit=clip" /><figcaption><span class="caption">¿Quién sustituirá al hombre que sustituyó a Bin Laden?</span> <span class="attribution"><a class="source" href="https://www.gettyimages.com/detail/news-photo/osama-bin-laden-sits-with-his-adviser-ayman-al-zawahiri-an-news-photo/681898?adppopup=true">Visual News / Getty Images</a></span></figcaption></figure><p>Ayman al-Zawahri, líder de Al Qaeda y conspirador de los atentados terroristas del 11-S, <a href="https://apnews.com/article/ayman-al-zawahri-al-qaida-terrorism-biden-36e5f10256c9bc9972b252849eda91f2">fue eliminado en un ataque con un avión no tripulado</a> en la ciudad afgana de Kabul, casi un año después de que <a href="https://www.cnn.com/2021/08/30/politics/us-military-withdraws-afghanistan/index.html">las tropas estadounidenses salieran de Afganistán</a> tras décadas de lucha en este país. </p>
<p>Nacido en Egipto, Ayman al-Zawahri se convirtió en el máximo dirigente de Al Qaeda en 2011, después de que su predecesor, Osama bin Laden, fuera <a href="https://www.npr.org/series/135908383/osama-bin-laden-dead">asesinado en una operación ordenada por Barack Obama</a>. El ascenso de al-Zawahri se produjo tras años en los que el liderazgo de Al Qaeda se había visto minado por <a href="https://direct.mit.edu/isec/article-abstract/43/2/45/12208/What-Explains-Counterterrorism-Effectiveness?redirectedFrom=fulltext">los ataques estadounidenses con aviones no tripulados en Pakistán</a>. El propio Bin Laden había estado <a href="https://www.ctc.usma.edu/letters-from-abbottabad-bin-ladin-sidelined/">luchando</a> en los años anteriores a su muerte para ejercer el control y la unidad en toda la red global de afiliados de Al Qaeda. </p>
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<img alt="La pantalla de un ordenador portátil muestra a Ayman al-Zawahri hablando con la traducción al inglés debajo que dice 'Bush sabes dónde estoy. Estoy en medio'" src="https://images.theconversation.com/files/477151/original/file-20220802-14-ulv6x8.jpg?ixlib=rb-1.1.0&rect=14%2C11%2C1982%2C1341&q=45&auto=format&w=754&fit=clip" srcset="https://images.theconversation.com/files/477151/original/file-20220802-14-ulv6x8.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=600&h=407&fit=crop&dpr=1 600w, https://images.theconversation.com/files/477151/original/file-20220802-14-ulv6x8.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=30&auto=format&w=600&h=407&fit=crop&dpr=2 1200w, https://images.theconversation.com/files/477151/original/file-20220802-14-ulv6x8.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=15&auto=format&w=600&h=407&fit=crop&dpr=3 1800w, https://images.theconversation.com/files/477151/original/file-20220802-14-ulv6x8.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=754&h=511&fit=crop&dpr=1 754w, https://images.theconversation.com/files/477151/original/file-20220802-14-ulv6x8.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=30&auto=format&w=754&h=511&fit=crop&dpr=2 1508w, https://images.theconversation.com/files/477151/original/file-20220802-14-ulv6x8.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=15&auto=format&w=754&h=511&fit=crop&dpr=3 2262w" sizes="(min-width: 1466px) 754px, (max-width: 599px) 100vw, (min-width: 600px) 600px, 237px">
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<span class="caption">Ayman al-Zawahri desafiando al entonces presidente George W. Bush.</span>
<span class="attribution"><a class="source" href="https://newsroom.ap.org/detail/BidenAfghanistan/32481436d03047e8892fd3cef111ea9b/photo?Query=Zawahri&mediaType=photo&sortBy=arrivaldatetime:desc&dateRange=Anytime&totalCount=67&currentItemNo=23">AP Photo/B.K.Bangash</a></span>
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<p>Al-Zawahri sucedió a Bin Laden a pesar de tener una reputación dudosa. Aunque tenía un largo historial de participación en la lucha yihadista, muchos <a href="https://www.cnn.com/2018/09/08/opinions/where-is-bin-ladens-partner-in-crime-ayman-al-zawahiri">observadores</a> e incluso los yihadistas lo consideraban un lánguido orador sin credenciales religiosas formales ni reputación en el campo de batalla.</p>
<p>Al carecer del carisma de su predecesor, la <a href="https://www.universiteitleiden.nl/binaries/content/assets/customsites/perspectives-on-terrorism/2017/issue-1/0620171-deciphering-ayman-al-zawahiri-and-al-qaeda%E2%80%99s-strategic-and-ideological-imperatives-by-sajjan-m.-gohel.pdf">imagen</a> de al-Zawahri como líder no se vio favorecida por su tendencia a embarcarse en discursos largos, serpenteantes y a menudo desfasados. </p>
<p>Al-Zawahri también tuvo problemas para librarse de los rumores de que era un <a href="https://www.pulitzer.org/winners/lawrence-wright">informador de la prisión</a> mientras estaba detenido en Egipto.</p>
<p>La influencia de al-Zawahri se redujo aún más durante la serie de levantamientos populares conocidos como la <a href="https://www.aljazeera.com/news/2020/12/17/what-is-the-arab-spring-and-how-did-it-start">Primavera Árabe, que recorrió el norte de África y Oriente Medio</a>, cuando parecía que Al Qaeda había quedado al margen y era incapaz de aprovechar eficazmente el estallido de la guerra en Siria e Irak. Tanto para los analistas como para sus partidarios, al-Zawahri parecía el símbolo de una Al Qaeda anticuada y rápidamente eclipsada por otros grupos a los que había ayudado a entrar en la escena mundial. </p>
<p>Pero con el <a href="https://www.theguardian.com/world/2019/mar/23/the-rise-and-fall-of-the-isis-caliphate">colapso del califato del grupo Estado Islámico</a> en 2019, el regreso al poder en Afganistán de los aliados de Al Qaeda, los talibanes, y la persistencia de las filiales de Al Qaeda <a href="https://www.cfr.org/blog/islamic-state-and-al-qaeda-linked-african-insurgencies">especialmente en África</a>, algunos expertos <a href="https://warontherocks.com/2022/05/how-strong-is-al-qaeda-a-debate/">sostienen</a> que al-Zawahri guió a Al Qaeda durante su período más difícil y que el grupo sigue siendo una potente amenaza. De hecho, un alto funcionario de la administración Biden <a href="https://apnews.com/article/ayman-al-zawahri-al-qaida-terrorism-biden-36e5f10256c9bc9972b252849eda91f2">dijo a Associated Press</a> que, en el momento de su muerte, al-Zawahri seguía ejerciendo la “dirección estratégica” y se le consideraba una figura peligrosa.</p>
<h2>¿Dónde queda Al Qaeda tras su muerte?</h2>
<p>Matar o capturar a los principales líderes terroristas ha sido una herramienta clave de la lucha antiterrorista durante décadas. Este tipo de operaciones eliminan a los líderes terroristas del campo de batalla y obligan a <a href="https://cup.columbia.edu/book/terror-in-transition/9780231192255">luchas de sucesión</a> que perturban la cohesión del grupo y pueden exponer las vulnerabilidades de seguridad. A diferencia del Estado Islámico, que tiene unas claras <a href="https://theconversation.com/islamic-state-leader-killed-in-us-raid-where-does-this-leave-the-terrorist-group-176410">prácticas de sucesión de liderazgo</a> que ha exhibido en cuatro ocasiones desde la muerte en 2006 de su fundador Abu Musab al-Zarqawi, las de Al Qaeda son menos claras. El sucesor de al-Zawahri será sólo el tercer líder del movimiento <a href="https://archives.fbi.gov/archives/news/testimony/al-qaeda-international">desde su formación</a> en 1988.</p>
<p>El <a href="https://www.securitycouncilreport.org/atf/cf/%7B65BFCF9B-6D27-4E9C-8CD3-CF6E4FF96FF9%7D/S%202022%20547.pdf">principal aspirante</a> es otro egipcio. Antiguo coronel del ejército egipcio y, al igual que al-Zawahri, miembro de la Jihad Islámica Egipcia, afiliada a Al Qaeda, <a href="https://www.fbi.gov/wanted/wanted_terrorists/saif-al-adel">Saif al-Adel está relacionado con</a> los atentados de 1998 contra las embajadas de Estados Unidos en Tanzania y Kenia que lanzaron a Al Qaeda como una amenaza yihadista global. Su reputación como experto en explosivos y estratega militar le ha valido un gran prestigio dentro del movimiento de Al Qaeda. Detrás de al-Adel hay otras posibilidades, y un reciente <a href="https://www.securitycouncilreport.org/atf/cf/%7B65BFCF9B-6D27-4E9C-8CD3-CF6E4FF96FF9%7D/S%202022%20547.pdf">informe del Consejo de Seguridad de la ONU</a> identifica a varios posibles sucesores. </p>
<p>En cualquier caso, podríamos decir que Al Qaeda se encuentra en una encrucijada. Si el sucesor de al-Zawahri es ampliamente reconocido como legítimo tanto por el núcleo de Al Qaeda como por sus afiliados, podría ayudar a estabilizar el movimiento. Pero cualquier ambigüedad en torno al plan de sucesión de Al Qaeda podría poner en tela de juicio la autoridad del nuevo líder, lo que a su vez podría fracturar aún más el movimiento.</p>
<p>Las pruebas sugieren que la presencia de Al Qaeda como movimiento global sobrevivirá a la muerte de al-Zawahri, al igual que ocurrió con la de Bin Laden. La red ha visto <a href="https://warontherocks.com/2022/05/how-strong-is-al-qaeda-a-debate/">una serie de éxitos recientes</a>. Los talibanes, aliados desde hace mucho tiempo, se hicieron con el control de Afganistán con la ayuda de <a href="https://cisac.fsi.stanford.edu/mappingmilitants/profiles/al-qaeda-indian-subcontinent-aqis">Al Qaeda en el subcontinente indio</a>, una filial que ahora está <a href="https://warontherocks.com/2022/05/how-strong-is-al-qaeda-a-debate/">ampliando sus operaciones en Pakistán e India</a>. Mientras tanto, las filiales de todo el continente africano –desde Malí y la región del lago Chad hasta Somalia– siguen siendo una amenaza, y algunas de ellas <a href="https://www.securitycouncilreport.org/atf/cf/%7B65BFCF9B-6D27-4E9C-8CD3-CF6E4FF96FF9%7D/S%202022%20547.pdf">se están expandiendo más allá de sus áreas tradicionales de operación</a>.</p>
<p>Otros afiliados, como Al Qaeda en la Península Arábiga, con sede en Yemen, siguen siendo leales al núcleo y, según el equipo de vigilancia de la ONU, <a href="https://www.securitycouncilreport.org/atf/cf/%7B65BFCF9B-6D27-4E9C-8CD3-CF6E4FF96FF9%7D/S%202022%20547.pdf">están dispuestos a reavivar</a> los ataques en el extranjero contra Estados Unidos y sus aliados.</p>
<p>Ahora, el sucesor de al-Zawahri tratará de conservar la lealtad de los afiliados a Al Qaeda mientras ésta se esfuerza por seguir siendo una potente amenaza.</p>
<h2>¿Qué nos dice esto sobre las operaciones estadounidenses en Afganistán bajo los talibanes?</h2>
<p>La retirada estadounidense de Afganistán en agosto de 2021 suscitó preguntas sobre si Estados Unidos podría mantener la presión sobre Al Qaeda, <a href="https://theconversation.com/what-is-isis-k-two-terrorism-experts-on-the-group-behind-the-deadly-kabul-airport-attack-and-its-rivalry-with-the-taliban-166873">ISIS-K</a> y otros grupos armados en el país.</p>
<p><a href="https://www.nationaldefensemagazine.org/articles/2021/11/20/sof-leader-calls-over-the-horizon-ops-in-afghanistan-hard-but-doable">Los funcionarios estadounidenses explicaron</a> que una estrategia “por encima del horizonte” –lanzando ataques quirúrgicos e incursiones de operaciones especiales desde fuera– permitiría a Estados Unidos hacer frente a los problemas que surgieran, como los ataques terroristas y el resurgimiento de las redes terroristas.</p>
<p>Pero muchos expertos <a href="https://foreignpolicy.com/2022/01/05/over-the-horizon-biden-afghanistan-counter-terrorism/">no estaban de acuerdo</a>. Y cuando un <a href="https://apnews.com/article/afghanistan-kabul-taliban-strikes-islamic-state-group-b8bd9b0c805c610758bd1d3e20090c2c">ataque erróneo de un avión no tripulado estadounidense</a> mató a siete niños, a un trabajador humanitario empleado por Estados Unidos y a otros civiles el pasado otoño, esa estrategia se sometió a un fuerte escrutinio.</p>
<p>Para los que dudaban de que Estados Unidos siguiera teniendo el deseo de perseguir a los terroristas clave en Afganistán, el asesinato de al-Zawahri da una respuesta clara. Este ataque <a href="https://apnews.com/article/ayman-al-zawahri-al-qaida-terrorism-biden-36e5f10256c9bc9972b252849eda91f2">al parecer, implicó</a> una vigilancia a largo plazo de al-Zawahri y su familia y un intenso debate dentro del gobierno estadounidense antes de recibir la aprobación presidencial. El presidente Joe Biden afirmó que se llevó a cabo sin víctimas civiles.</p>
<p>Al mismo tiempo, Estados Unidos tardó 11 meses en atacar su primer objetivo de alto valor en Afganistán bajo los talibanes. Esto contrasta con los <a href="https://www.voanews.com/a/us-military-significantly-reduced-global-airstrikes-in-2021-/6392771.html">cientos de ataques aéreos</a> ejecutados en los años anteriores a la retirada de Estados Unidos.</p>
<p>El ataque se produjo en un barrio de Kabul poblado por altos cargos talibanes. <a href="https://apnews.com/article/ayman-al-zawahri-al-qaida-terrorism-biden-36e5f10256c9bc9972b252849eda91f2">El propio piso franco pertenecía</a> a un alto ayudante de Sirajuddin Haqqani, un terrorista <a href="https://www.fbi.gov/wanted/terrorinfo/sirajuddin-haqqani">buscado por Estados Unidos</a> y uno de los principales líderes talibanes. </p>
<p>Ayudar e instigar a al-Zawahri fue una violación del <a href="https://www.state.gov/wp-content/uploads/2020/02/Agreement-For-Bringing-Peace-to-Afghanistan-02.29.20.pdf">acuerdo de Doha</a>, según el cual los talibanes acordaron “no cooperar con grupos o individuos que amenazaran la seguridad de Estados Unidos y sus aliados”. Las circunstancias del ataque sugieren que si Estados Unidos quiere realizar operaciones eficaces en Afganistán, no puede <a href="https://foreignpolicy.com/2019/08/26/how-to-partner-with-the-taliban/">contar con</a> el apoyo de los talibanes. </p>
<p>El ataque contra al-Zawahri tampoco aclara si la estrategia estadounidense tras la retirada puede servir para contener a otros grupos yihadistas de la región como <a href="https://theconversation.com/what-is-isis-k-two-terrorism-experts-on-the-group-behind-the-deadly-kabul-airport-attack-and-its-rivalry-with-the-taliban-166873">ISIS-K</a>, que se opone vehementemente a los talibanes y <a href="https://ctc.usma.edu/the-islamic-state-threat-in-taliban-afghanistan-tracing-the-resurgence-of-islamic-state-khorasan/">se está expandiendo en Afganistán</a>. </p>
<p>De hecho, creemos que si más yihadistas perciben que los talibanes son demasiado débiles para proteger a los principales líderes de Al Qaeda y sus afiliados, y al mismo tiempo son incapaces de gobernar Afganistán sin la ayuda de Estados Unidos, muchos verán al <a href="https://warontherocks.com/2021/10/the-taliban-cant-take-on-the-islamic-state-alone/">ISIS-K como la mejor opción</a>.</p>
<p>Estas y otras dinámicas ponen de manifiesto los numerosos retos que plantea la lucha antiterrorista en Afganistán en la actualidad, y que probablemente no se resolverán con ataques ocasionales de drones y asesinatos de alto nivel.</p><img src="https://counter.theconversation.com/content/188101/count.gif" alt="The Conversation" width="1" height="1" />
<p class="fine-print"><em><span>Las personas firmantes no son asalariadas, ni consultoras, ni poseen acciones, ni reciben financiación de ninguna compañía u organización que pueda obtener beneficio de este artículo, y han declarado carecer de vínculos relevantes más allá del cargo académico citado anteriormente.</span></em></p>El golpe de Estados Unidos contra Ayman al-Zawahri deja el futuro de Al Qaeda en una encrucijada mientras el movimiento terrorista busca un nuevo líder.Haroro J. Ingram, Senior Research Fellow at the Program on Extremism, George Washington UniversityAndrew Mines, Research Fellow at the Program on Extremism, George Washington UniversityDaniel Milton, Director of Research, United States Military Academy West PointLicensed as Creative Commons – attribution, no derivatives.tag:theconversation.com,2011:article/1675082021-09-09T20:11:14Z2021-09-09T20:11:14ZEE. UU. y el mundo 20 años después del 11-S<figure><img src="https://images.theconversation.com/files/420191/original/file-20210909-15-1qmbern.jpg?ixlib=rb-1.1.0&rect=26%2C17%2C5964%2C3970&q=45&auto=format&w=496&fit=clip" /><figcaption><span class="caption">
</span> <span class="attribution"><a class="source" href="https://www.shutterstock.com/es/image-photo/memorial-ground-zero-manhattan-september-11-574569265">Shutterstock / Minghong Xia</a></span></figcaption></figure><p>Han pasado 20 años desde los atentados contra las Torres Gemelas y el Pentágono. Algunas de las preguntas principales de analistas y observadores en estos días son de qué manera ha cambiado el sistema internacional en las últimas dos décadas y cómo se ha visto afectada la política exterior de Estados Unidos. </p>
<p>Aunque los intereses nacionales de un país no suelen variar en tan solo dos décadas, es indudable que algo ha cambiado en el comportamiento internacional de Estados Unidos. Las razones han de encontrarse, sobre todo, en una serie de sucesos que han tenido lugar en el sistema internacional.</p>
<p>En una época de relativo éxito de las opciones populistas, es bastante natural relacionar el comportamiento de Estados Unidos con su situación política interna. Muchos análisis científicos y <a href="https://www.nytimes.com/es/2021/01/15/magazine/trump-fascismo-golpe.html">periodísticos</a> han descrito en detalle <a href="https://press.princeton.edu/books/hardcover/9780691188836/a-lot-of-people-are-saying">la presunta regresión democrática que estaría caracterizando la política nacional estadounidense</a>. </p>
<p><a href="http://www.ieee.es/Galerias/fichero/panoramas/Panorama_Estrategico_2021.pdf">Para explicar la actitud aislacionista y nacionalista de Estados Unidos en los últimos años</a> se suele mencionar la prevalencia de la política identitaria, el abuso de las cuestiones divisivas y polarizadoras (<em><a href="https://en.wikipedia.org/wiki/Wedge_issue">wedge issues</a></em>), el uso desproporcionado de la propaganda (y de las falsedades) en las redes sociales, el ascenso de líderes autoritarios y demagógicos, el choque entre extremistas y defensores del <em>statu quo</em> y la consecuente incapacidad de los dos mayores partidos, republicanos y demócratas, para consensuar reformas sensatas frente a problemas de interés nacional.</p>
<p>Sin embargo, hay una tendencia a exagerar el impacto de tales factores nacionales y no siempre se han tenido en debida cuenta los factores internacionales, menos atractivos desde el punto de vista mediático, pero de gran influencia a la hora de determinar la posición internacional de un país.</p>
<h2>Las transformaciones se aceleraron</h2>
<p>Los atentados del 11 de septiembre no hicieron más que acelerar el impacto de algunas de las grandes transformaciones internacionales que comenzaron con el fin de la Guerra Fría. En primer lugar, la desaparición de la Unión Soviética fue ciertamente una buena noticia desde el punto de vista del avance de los valores democráticos. Sin embargo, para los países de la OTAN supuso <a href="https://global.oup.com/academic/product/pax-transatlantica-9780190922160?cc=pl&lang=en&">la desaparición de una amenaza clara y fácilmente identificable que había permitido la definición de objetivos comunes</a>. </p>
<p>Hoy en día, las amenazas son más difusas, más difíciles de identificar en un estado o un territorio concreto. Su impacto puede variar mucho, lo cual cambia su manera de ser percibidas y el tipo de alarma que provocan. El ejemplo más evidente se dio con la intervención estadounidense en Irak en 2003, que reflejaba la existencia de enfoques diferentes entre europeos y estadounidenses sobre cómo combatir el terrorismo. Frente a este tipo de amenazas, es más difícil llegar a acuerdos, incluso entre aliados.</p>
<p>En segundo lugar, el fin de la Guerra Fría intensificó un proceso de globalización que, después de una primera fase, en los años noventa, de grandes promesas de bienestar para todos, <a href="https://www.gub.uy/sistema-nacional-emergencias/sites/sistema-nacional-emergencias/files/documentos/publicaciones/La%2Bsociedad%2Bdel%2Briesgo%2Bhacia%2Buna%2Bnueva%2Bmodernidad%20-BECK.pdf">empezó a mostrar su cara menos agradable</a>. </p>
<p>La libre circulación de bienes, personas y capitales no significaba solo oportunidades, sino también riesgos, por ejemplo, unas nuevas desigualdades, evidentes con la crisis de 2008, o unos nuevos desafíos en materia de acogida e integración de personas, evidentes con las frecuentes crisis migratorias. </p>
<h2>Populismo y globalización</h2>
<p>La globalización ha supuesto la aparición de nuevas inseguridades que favorecen la huida de muchos electores de los partidos centristas hacia soluciones más extremas y demagógicas. <a href="https://www.amazon.es/National-Populism-Pelican-Eatwell-Goodwin/dp/0241312000">En este sentido, son varios los analistas que explican el populismo como una consecuencia y una reacción contra la globalización</a>. No casualmente, desde el punto de vista internacional, el populismo se acompaña, a menudo, con un mensaje aislacionista y nacionalista, presentado como el único antídoto en un entorno internacional inseguro.</p>
<p>Por estas razones, cuando se analiza el aislacionismo de Estados Unidos en estos últimos tiempos no se puede recurrir solo a explicaciones nacionales. <a href="http://www.sfu.ca/%7Ekawasaki/Gourevitch.pdf">Como argumentó Peter Gourevitch hace más de 40 años</a>, la distribución internacional del poder político y económico puede tener efectos decisivos en la política interna de un país, incluso cuando se trata de una superpotencia como Estados Unidos. </p>
<p>Las presiones económicas y militares globales reducen el abanico de las opciones a disposición de un líder político. Es muy probable que en los próximos años la tendencia de Estados Unidos a enfocarse más en sus intereses nacionales continuará, sea quien sea el presidente o el partido en el poder. Es la consecuencia de <a href="https://www.newstatesman.com/politics/politics/2013/06/g8-g20-g-zero-why-no-one-wants-take-charge-new-global-order">un nuevo entorno multipolar, en el que varias potencias compiten entre sí, mientras que ninguna de ellas tiene la suficiente influencia política y económica para imponer las decisiones a las demás o para garantizar la seguridad internacional</a>. </p>
<h2>El liderazgo de EE UU se tambalea</h2>
<p>Es verdad que el sistema de relaciones internacionales que Estados Unidos construyó después de la Segunda Guerra Mundial para proporcionar seguridad a sus aliados y para contener a sus rivales sigue vigente, por ejemplo, en organizaciones internacionales como la ONU o la OTAN. </p>
<p>Sin embargo, es también cierto que la redistribución de poder a nivel internacional dificulta la posibilidad de que Estados Unidos siga jugando el papel de líder del sistema. Por un lado, escasean los recursos para poder hacerlo, por ejemplo, en Afganistán, mientras que, por el otro, su legitimidad se tambalea frente a potencias que exigen un papel protagónico.</p>
<p>Esto no significa que el orden internacional liberal esté destinado a desaparecer a corto plazo, y con ello las relaciones transatlánticas, el libre comercio o los valores democráticos. Cambios de esta envergadura pueden requerir mucho tiempo. </p>
<p>Lo que sí es cierto es que tanto sus aliados como sus adversarios tienen que prepararse para un mundo en el que Estados Unidos se dedicará cada vez más a sus intereses nacionales de una manera que podrá resultar, a veces, insolidaria y agresiva. Esto no será simplemente la consecuencia de un líder u otro, sino el efecto de unas transformaciones globales difíciles de parar.</p><img src="https://counter.theconversation.com/content/167508/count.gif" alt="The Conversation" width="1" height="1" />
<p class="fine-print"><em><span>Andrea Betti no recibe salario, ni ejerce labores de consultoría, ni posee acciones, ni recibe financiación de ninguna compañía u organización que pueda obtener beneficio de este artículo, y ha declarado carecer de vínculos relevantes más allá del cargo académico citado.</span></em></p>Dos décadas después de los atentados del 11-S el mundo ha cambiado, y EE UU lo ha hecho de manera notable. Ahora mira mucho más hacia dentro que entonces y muchos de sus aliados pueden ver en esto una actitud internacional insolidaria.Andrea Betti, Profesor Teoría de las Relaciones Internacionales, Universidad Pontificia Comillas, ICAI-ICADE, Universidad Pontificia ComillasLicensed as Creative Commons – attribution, no derivatives.tag:theconversation.com,2011:article/1675692021-09-09T20:10:34Z2021-09-09T20:10:34ZDerechos humanos tras el 11-S: cómo consentimos su violación<figure><img src="https://images.theconversation.com/files/420305/original/file-20210909-25-1rb9rte.jpeg?ixlib=rb-1.1.0&rect=2%2C2%2C1911%2C1423&q=45&auto=format&w=496&fit=clip" /><figcaption><span class="caption">Imagen de torturas en la prisión de Abu Ghraib (Irak, 2003).</span> <span class="attribution"><a class="source" href="https://commons.wikimedia.org/wiki/File:AbuGhraibAbuse-standing-on-box.jpg">Wikimedia Commons / U.S. Government</a></span></figcaption></figure><p>El 11 de septiembre de 2001, el presidente de los Estados Unidos de América George Bush Jr. tenía ante sí una apacible mañana en una escuela de Florida. Tal y como <a href="https://www.reuters.com/article/espectaculos-gente-libro-georgebush-idLTASIE6BM0TR20101223">narra en sus memorias</a>, tuvo que estrellarse el segundo avión para asimilar que estaban siendo atacados: </p>
<blockquote>
<p>“Mis pensamientos se aclararon. El primer avión podía haber sido un accidente. El segundo era claramente un ataque. El tercero era una declaración de guerra. Me hervía la sangre. Íbamos a encontrar a los que lo habían hecho y les íbamos a machacar (…) Habíamos sufrido el atentado por sorpresa más devastador desde Pearl Harbor. Un enemigo había atacado nuestra capital por primera vez desde la guerra de 1812”.</p>
</blockquote>
<p>Si, como señala <a href="https://www.letraslibres.com/mexico/politica/los-discursos-del-9-11-quince-anos-distancia">Meschoulam</a>, “la magnitud de un acto terrorista no está determinada por el tamaño del ataque, el monto de las víctimas o el daño material causado, sino por su impacto psicológico”, no cabe duda de que este fue devastador. </p>
<p>La tardanza en reaccionar del propio presidente evidencia lo impensable de esta amenaza para el imaginario colectivo. Súbitamente, la sociedad occidental tomó conciencia de su vulnerabilidad, al comprender que el enemigo ya no actuaba en conflictos lejanos a los que permanecía ajena e indiferente, sino que se movía con facilidad en sus propias estructuras, dispuesto a atacar aleatoriamente y atentar contra sus pilares. </p>
<p>Y ese miedo, esa ansiedad permitió a los Estados navegar con el viento a favor al diseñar su respuesta más allá del derecho penal nacional e internacional. Desde los primeros discursos de Bush, este cambio de retórica es evidente. Al hablar de guerra contra el terrorismo, al simplificar la realidad dividiéndola entre el eje del bien y el del mal, al apelar únicamente a la <a href="https://georgewbush-whitehouse.archives.gov/news/releases/2001/09/20010920-8.es.html">fortaleza del Estado</a> para responder al ataque, sin mencionar la comunidad internacional, se optó por una estrategia al margen del Derecho Internacional, y por tanto, de los estándares de protección establecidos por las normas de derechos humanos, llamados a proteger a las personas de los abusos cometidos por los Estados. Se afirmó sin pudor: “Se hará justicia, ya sea trayendo a nuestros enemigos ante la justicia, o llevando la justicia a nuestros enemigos”.</p>
<h2>Libertad o seguridad</h2>
<p>Las reglas del juego habían cambiado. Y los Estados eran muy conscientes de que sus ciudadanos estaban dispuestos a hacer concesiones antes impensables. Cuanto mayor su miedo, mayor la parcela de derechos a la que estaban dispuestos a renunciar. Se diseñó un dilema en términos absolutos: libertad o seguridad. </p>
<p>El orden y la seguridad pasaron a ser la prioridad, no solo para los Estados, sino también para una población que, puntual e intencionadamente informada de los altos niveles de alerta antiterrorista en que vivía, presionaba y reclamaba a su Estado la adopción de medidas que le permitiera volver a sentirse segura, dispuesta a perdonar excesos y sacrificar derechos fundamentales propios y ajenos, en base a una doble creencia: nada tiene que temer quien nada tiene que ocultar y un Estado fuerte es aquel que responde con rotundidad a quienes amenazan su forma de vida. </p>
<p>Un Estado garantista y escrupuloso fue percibido como débil, por lo que se otorgó carta blanca para actuar sin remilgos. Todo ello en el contexto de un llamamiento a la unidad nacional que identificaba como traición cualquier atisbo de crítica a posibles desmanes al dejar claro que “quien no está con nosotros está contra nosotros”.</p>
<h2>La respuesta a la amenaza desde o al margen del derecho</h2>
<p>Así, se emprendió una guerra contra el terrorismo que estratégicamente se tornó en lucha contra el extremismo violento, sin que existiese ninguna norma internacional que definiese con precisión estos conceptos y estableciera límites a respetar. </p>
<p>Se normalizaron ataques preventivos, detenciones arbitrarias, políticas discriminatorias de migración, ataques contra la libertad de expresión y el derecho a la intimidad. En definitiva, graves violaciones de derechos plasmados en instrumentos internacionales ratificados por los Estados que ahora los relativizaban con el beneplácito de sus ciudadanos. Nunca hubiese podido existir un Guantánamo sin esta complacencia.</p>
<p>A pesar de la tragedia y la complejidad de la situación, otra respuesta habría sido deseable. La definición del ataque como crimen contra la humanidad hubiese permitido situar la respuesta en el marco del <a href="https://www.redalyc.org/pdf/105/10503304.pdf">Derecho Internacional</a> y fortalecer una entonces incipiente y ahora denostada Corte Penal Internacional.</p>
<p>Existían herramientas jurídicas para responder a la amenaza desde el respeto a los derechos tan arduamente conquistados, para mitigar las declaraciones de guerra y odio, pero no existió la voluntad. Y cuando esta falla, el Derecho Internacional deviene en una quimera.</p>
<p>Aun así, las normas internacionales prevén mecanismos para la defensa de derechos humanos que posibilitan la crítica y la exigencia del cumplimiento de los compromisos adquiridos. <a href="https://www.corteidh.or.cr/tablas/r23459.pdf">Como señala Ignatieff</a>, “el lenguaje de los derechos humanos está ahí para recordarnos que algunos abusos son realmente intolerables y que algunas excusas por dichos abusos son realmente insoportables”. </p>
<p>En el seno de Naciones Unidas, por ejemplo, cuando son los órganos de protección de derechos humanos quienes se pronuncian, el discurso de la organización escapa sutilmente al control de un grupo de Estados y deviene más crítico, poniendo sobre la mesa la propia responsabilidad de quienes intentan protegerse en las acciones que llaman a combatir, recordando una realidad: la lucha contra el terrorismo y la protección de derechos humanos deben caminar de la mano, pues de lo contrario las infracciones cometidas en la represión alimentarán la respuesta exacerbada de quienes la sufren. </p>
<h2>Los derechos humanos como prevención contra el terrorismo</h2>
<p>Como señaló Kofi Annan en 2002, “todos deberíamos tener claro que no hay ninguna contradicción entre una acción eficaz contra el terrorismo y la protección de los derechos humanos. Por el contrario, creo que, a la larga, comprenderemos que los derechos humanos, junto con la democracia y la justicia social, constituyen la mejor profilaxis contra el terrorismo”.</p>
<p>Los discursos populistas, que simplifican ante la población una realidad compleja y cargada de matices, resultan tan inútiles como dañinos. Al igual que sucede con la pandemia actual, el mundo en que vivimos no nos permite protegernos aisladamente. Cuanta más pobreza, más desigualdad, cuanto mayor el abuso y la violación de derechos por el fin que sea, cuanta mayor nuestra permisividad e indiferencia, mayor será el sufrimiento que, cual perverso búmeran, nos terminará por golpear. Y si no, denle tiempo a Afganistán.</p><img src="https://counter.theconversation.com/content/167569/count.gif" alt="The Conversation" width="1" height="1" />
<p class="fine-print"><em><span>Carmen Rocío García Ruiz no recibe salario, ni ejerce labores de consultoría, ni posee acciones, ni recibe financiación de ninguna compañía u organización que pueda obtener beneficio de este artículo, y ha declarado carecer de vínculos relevantes más allá del cargo académico citado.</span></em></p>El terror de los ciudadanos tras los atentados del 11-S facilitó su complacencia hacia las violaciones de derechos por parte de sus países. Forzados a decidir entre libertad o seguridad, consintieron la cesión de derechos fundamentales propios y ajenos en aras de sentirse seguros. Y el abuso se normalizó.Carmen Rocío García Ruiz, Profesora Contratada Doctora. Derecho Internacional Público. Vicedecana de la Facultad de Ciencias Jurídicas y Políticas, Universidad Loyola AndalucíaLicensed as Creative Commons – attribution, no derivatives.tag:theconversation.com,2011:article/1671712021-09-09T20:09:35Z2021-09-09T20:09:35Z20 años de guerra contra el terror en 20 cifras<figure><img src="https://images.theconversation.com/files/419041/original/file-20210902-13-1waxpvf.jpeg?ixlib=rb-1.1.0&rect=0%2C0%2C4500%2C2977&q=45&auto=format&w=496&fit=clip" /><figcaption><span class="caption">Un miembro de la policía afgana y soldados estadounidenses cerca del aeródromo de Kandahar.</span> <span class="attribution"><a class="source" href="https://www.gettyimages.com/detail/news-photo/member-of-the-afghan-police-and-us-soldiers-leave-a-school-news-photo/495500609?adppopup=true">Brendan Smialowski/AFP via Getty Images</a></span></figcaption></figure><p>Estados Unidos invadió Afganistán a finales de 2001 para destruir a Al Qaeda, apartar a los talibanes del poder y rehacer la nación. El 30 de agosto de 2021, <a href="https://www.reuters.com/world/india/rockets-fired-kabul-airport-us-troops-race-complete-evacuation-2021-08-30/">Estados Unidos completó la retirada de sus tropas</a> de Afganistán, poniendo un incierto punto final a dos décadas de conflicto.</p>
<p>Durante los últimos 11 años he seguido de cerca los conflictos posteriores al 11-S para el <a href="https://watson.brown.edu/costsofwar/">Proyecto sobre los Costes de la Guerra</a>, una iniciativa que reúne a más de 50 académicos, médicos y expertos en derecho y derechos humanos para dar cuenta de los costes y consecuencias humanas, económicas, presupuestarias y políticas de las guerras de Irak y Afganistán.</p>
<p>Por supuesto, las cifras por sí solas nunca pueden dar una imagen completa de lo sucedido y lo que significa, pero pueden ayudar a poner esta guerra en perspectiva.</p>
<p>Las 20 cifras que se destacan a continuación ayudan a contar la historia de la guerra de Afganistán.</p>
<h2>De 2001 a 2021</h2>
<p>El 18 de septiembre de 2001, la Cámara de Representantes de Estados Unidos votó <strong><a href="https://www.govtrack.us/congress/votes/107-2001/h342">420-1</a></strong> y el Senado <strong><a href="https://www.senate.gov/legislative/LIS/roll_call_lists/roll_call_vote_cfm.cfm?congress=107&session=1&vote=00281">98-0</a></strong> para <a href="https://www.congress.gov/107/plaws/publ40/PLAW-107publ40.pdf">autorizar</a> que Estados Unidos entrara en guerra, no solo en Afganistán, sino en un compromiso abierto contra “los responsables de los recientes ataques lanzados contra Estados Unidos”. La diputada estadounidense Barbara Lee, de California, emitió el <a href="https://www.washingtonpost.com/history/2021/08/17/barbara-lee-afghanistan-vote/">único voto contrario</a> a la guerra.</p>
<p>En otras palabras, el Congreso estadounidense tardó <strong><a href="https://www.congress.gov/107/plaws/publ40/PLAW-107publ40.pdf">7 días</a></strong>, tras los atentados del 11-S, en deliberar y autorizar la guerra.</p>
<p>Con <strong><a href="https://www.timeanddate.com/date/durationresult.html?m1=10&d1=7&y1=2001&m2=08&d2=31&y2=2021">7 262 días</a></strong> desde el primer ataque a Afganistán hasta la retirada final de las tropas, se dice que esta es la guerra más larga de Estados Unidos. Pero no lo es: Estados Unidos no ha <a href="https://www.nationalgeographic.com/history/article/why-korean-war-never-technically-ended">terminado oficialmente la Guerra de Corea</a>. Y las operaciones estadounidenses en Vietnam, que comenzaron a mediados de la década de 1950 e incluyeron la guerra declarada de 1965 a 1975, también rivalizan con Afganistán en cuanto a longevidad.</p>
<p>El presidente de Estados Unidos <a href="https://www.washingtonpost.com/wp-srv/nation/specials/attacked/transcripts/bushaddress_092001.html">George W. Bush</a> dijo a los miembros del Congreso en una sesión conjunta el 20 de septiembre de 2001 que la guerra sería global, abierta y podría durar mucho tiempo:</p>
<blockquote>
<p>“Nuestra guerra contra el terror comienza con Al Qaeda, pero no termina ahí. No terminará hasta que cada grupo terrorista de alcance global haya sido encontrado, detenido y derrotado (…) Los estadounidenses no deben esperar una batalla, sino una larga campaña, como ninguna otra que hayamos visto”.</p>
</blockquote>
<figure class="align-center ">
<img alt="El presidente George W. Bush se dirige a las tropas estadounidenses" src="https://images.theconversation.com/files/418462/original/file-20210830-13-1wrt01x.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=754&fit=clip" srcset="https://images.theconversation.com/files/418462/original/file-20210830-13-1wrt01x.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=600&h=401&fit=crop&dpr=1 600w, https://images.theconversation.com/files/418462/original/file-20210830-13-1wrt01x.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=30&auto=format&w=600&h=401&fit=crop&dpr=2 1200w, https://images.theconversation.com/files/418462/original/file-20210830-13-1wrt01x.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=15&auto=format&w=600&h=401&fit=crop&dpr=3 1800w, https://images.theconversation.com/files/418462/original/file-20210830-13-1wrt01x.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=754&h=504&fit=crop&dpr=1 754w, https://images.theconversation.com/files/418462/original/file-20210830-13-1wrt01x.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=30&auto=format&w=754&h=504&fit=crop&dpr=2 1508w, https://images.theconversation.com/files/418462/original/file-20210830-13-1wrt01x.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=15&auto=format&w=754&h=504&fit=crop&dpr=3 2262w" sizes="(min-width: 1466px) 754px, (max-width: 599px) 100vw, (min-width: 600px) 600px, 237px">
<figcaption>
<span class="caption">El presidente George W. Bush se dirige a los soldados de la 10ª División de Montaña en Fort Drum.</span>
<span class="attribution"><a class="source" href="https://www.gettyimages.com/detail/news-photo/president-george-w-bush-speaks-to-soliders-from-the-10th-news-photo/525617790?adppopup=true">Brooks Kraft LLC/Corbis via Getty Images</a></span>
</figcaption>
</figure>
<p>Estados Unidos comenzó a bombardear Afganistán unas semanas después. Los talibanes se rindieron en Kandahar el 9 de diciembre de 2001. Estados Unidos comenzó a combatirlos de nuevo en serio en marzo de 2002. En abril de 2002, el presidente Bush prometió ayudar a traer “<a href="https://www.nytimes.com/2002/04/18/world/a-nation-challenged-the-president-bush-sets-role-for-us-in-afghan-rebuilding.html">la verdadera paz</a>” a Afganistán: </p>
<blockquote>
<p>“La paz se logrará ayudando a Afganistán a desarrollar su propio gobierno estable. La paz se logrará ayudando a Afganistán a entrenar y desarrollar su propio ejército nacional. Y la paz se logrará con un sistema de educación para niños y niñas que funcione”. </p>
</blockquote>
<p>La guerra global contra el terrorismo no se limita a las operaciones en Irak y Afganistán. Estados Unidos tiene ahora operaciones antiterroristas en <strong><a href="https://watson.brown.edu/costsofwar/papers/2021/USCounterterrorismOperations">85 países</a></strong>.</p>
<h2>El coste humano de la guerra</h2>
<p>La mayoría de los afganos que viven hoy en día no había nacido cuando comenzó la guerra de Estados Unidos. La edad media en Afganistán es de apenas <strong><a href="https://worldpopulationreview.com/countries/afghanistan-population">18,4 años</a></strong>. Incluyendo la guerra de su país con la Unión Soviética de 1979 a 1989 y la guerra civil de la década de 1990, la mayoría de los afganos han vivido bajo una guerra casi continua. </p>
<p>Hay, según la Oficina de Estadísticas Laborales de Estados Unidos, <strong><a href="https://www.bls.gov/news.release/vet.htm#cps_veterans.f.1.">980 000 veteranos de la guerra de Afganistán</a></strong>. De estos hombres y mujeres, <strong><a href="https://www.bls.gov/news.release/vet.htm#cps_veterans.f.1.">507 000 sirvieron tanto en Afganistán como en Irak</a></strong>.</p>
<p>A mediados de agosto de 2021, <strong><a href="https://www.defense.gov/casualty.pdf">20 722</a></strong> miembros del ejército estadounidense habían resultado heridos en acción en Afganistán, sin incluir a los <a href="https://www.washingtonpost.com/world/2021/08/26/afghanistan-kabul-taliban-live-updates/">18 que resultaron heridos</a> en el ataque del ISIS-K frente al aeropuerto de Kabul el 26 de agosto de 2021.</p>
<p>De los veteranos que resultaron heridos y mutilados en las guerras posteriores al 11-S, muchos perdieron <a href="https://pubmed.ncbi.nlm.nih.gov/23192067/">más de un miembro</a>. Entre el 40 % y el 60 % también sufrieron una lesión cerebral.</p>
<p>De hecho, gracias a los avances en la atención traumatológica, más del <a href="https://www.pennmedicine.org/news/news-releases/2020/july/us-military-has-improved-mortality-since-world-war-ii-but-there-have-been-some-alarming-exceptions"><strong>90 %</strong></a> de todos los soldados de Afganistán e Irak que resultaron heridos en el campo de batalla sobrevivieron. Muchos de los heridos graves <a href="https://jamanetwork.com/journals/jamasurgery/article-abstract/2729451">sobrevivieron a heridas</a> que en el pasado podrían haberlos matado.</p>
<p>En total, <strong><a href="https://www.defense.gov/casualty.pdf.">2 455 miembros del servicio estadounidense</a></strong> murieron en la guerra de Afganistán. La cifra incluye a 13 soldados estadounidenses que murieron a manos del ISIS-K en el ataque al aeropuerto de Kabul el 26 de agosto de 2021.</p>
<figure class="align-center ">
<img alt="El ataúd de un soldado estadounidense se ve a través de una puerta durante una ceremonia de entierro con todos los honores militares" src="https://images.theconversation.com/files/418458/original/file-20210830-26-k50cwk.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=754&fit=clip" srcset="https://images.theconversation.com/files/418458/original/file-20210830-26-k50cwk.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=600&h=403&fit=crop&dpr=1 600w, https://images.theconversation.com/files/418458/original/file-20210830-26-k50cwk.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=30&auto=format&w=600&h=403&fit=crop&dpr=2 1200w, https://images.theconversation.com/files/418458/original/file-20210830-26-k50cwk.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=15&auto=format&w=600&h=403&fit=crop&dpr=3 1800w, https://images.theconversation.com/files/418458/original/file-20210830-26-k50cwk.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=754&h=507&fit=crop&dpr=1 754w, https://images.theconversation.com/files/418458/original/file-20210830-26-k50cwk.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=30&auto=format&w=754&h=507&fit=crop&dpr=2 1508w, https://images.theconversation.com/files/418458/original/file-20210830-26-k50cwk.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=15&auto=format&w=754&h=507&fit=crop&dpr=3 2262w" sizes="(min-width: 1466px) 754px, (max-width: 599px) 100vw, (min-width: 600px) 600px, 237px">
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<span class="caption">Entierro de uno de los 2.455 soldados estadounidenses que murieron en
Afganistán.</span>
<span class="attribution"><span class="source">Olivier Douliery/AFP via Getty Images</span></span>
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<p>Entre los muertos estadounidenses en la Operación Libertad Duradera figuran también 130 miembros del servicio que murieron en otros lugares además de Afganistán, como la Bahía de Guantánamo en Cuba, Yibuti, Eritrea, Etiopía, Jordania, Kenia, Kirguistán, Pakistán, Filipinas, Seychelles, Sudán, Tayikistán, Turquía, Uzbekistán y Yemen.</p>
<p>Estados Unidos ha pagado <strong><a href="https://militarypay.defense.gov/Benefits/Death-Gratuity/#:%7E:text=El%20death%20gratuity%20programa%20provides,of%20the%20cause%20of%20death.">100 000 dólares en concepto de “gratificación por fallecimiento</a> ”</strong> a los familiares de cada uno de los miembros del servicio muertos en la guerra de Afganistán, por un total de <strong>245 500 millones de dólares</strong>. </p>
<p><strong>Más de <a href="https://watson.brown.edu/costsofwar/figures">46 000 civiles han sido asesinados</a></strong> por todos los bandos en el conflicto de Afganistán.
Fueron
muertes directas por bombas, balas, explosiones y fuego. <a href="https://unama.unmissions.org/protection-of-civilians-reports">Otros miles han resultado heridos</a>, según la Misión de Asistencia de las Naciones Unidas en Afganistán.</p>
<p>Y aunque el número de afganos que abandonan el país ha aumentado en <a href="https://theconversation.com/where-do-afghanistans-refugees-go-166316">las últimas semanas</a>, más de <strong><a href="https://www.bbc.com/news/world-asia-58283177">2,2 millones de afganos desplazados</a></strong> vivían en Irán y Pakistán a finales de 2020. La Agencia de las Naciones Unidas para los Refugiados informó a finales de agosto de 2021 que, desde el comienzo de ese año, <a href="https://data2.unhcr.org/en/documents/details/88385">más de 558 000</a> personas han sido desplazadas internamente, habiendo huido de sus hogares para escapar de la violencia. </p>
<p>Según las <a href="https://news.un.org/en/story/2021/07/1095922">Naciones Unidas</a>, en 2021 cerca de un tercio de las personas que permanecen en Afganistán están desnutridas. <strong><a href="https://news.un.org/en/story/2021/07/1095922">Cerca de la mitad de los niños menores de 5 años sufren desnutrición</a>.</strong></p>
<p>El número de víctimas también incluye a los cientos de civiles paquistaníes que murieron en <strong><a href="https://www.newamerica.org/international-security/reports/americas-counterterrorism-wars/the-drone-war-in-pakistan">más de 400 ataques estadounidenses con aviones no tripulados</a></strong> desde 2004. Esos ataques se produjeron cuando Estados Unidos trataba de matar a los líderes talibanes y de Al Qaeda que huyeron y se refugiaron allí a finales de 2001 tras la invasión estadounidense de Afganistán. También han muerto civiles pakistaníes en el fuego cruzado durante los combates entre los militantes y el ejército pakistaní.</p>
<h2>El coste financiero</h2>
<p>En términos del presupuesto federal, el Congreso ha asignado un poco más de <strong>1 billón de dólares</strong> al Departamento de Defensa para la guerra de Afganistán. Pero en conjunto, la guerra de Afganistán ha costado mucho más que eso. Incluyendo el gasto del Departamento de Defensa, hasta ahora se han gastado más de <a href="https://watson.brown.edu/costsofwar/figures/2021/BudgetaryCosts"><strong>2,3 billones de dólares</strong></a>, incluyendo los aumentos del presupuesto militar básico del Pentágono debido a los combates, el gasto del Departamento de Estado para reconstruir y democratizar Afganistán y entrenar a sus militares, los intereses de los préstamos para pagar la guerra y el gasto para los veteranos en el sistema de Asuntos de Veteranos.</p>
<p>Los costes totales hasta ahora de todos los costes de discapacidad y atención médica de los veteranos de guerra posteriores al 11-S son de unos <strong>465 000 millones de dólares</strong> hasta el año fiscal 2022. Y esto no incluye los costes futuros de toda la atención médica y de discapacidad de los veteranos posteriores al 11-S, que <a href="https://scholar.harvard.edu/lbilmes/home">la académica de la Universidad de Harvard Linda Bilmes</a> <a href="https://watson.brown.edu/costsofwar/papers/2021/CareforVeterans">estima</a> probablemente añadirá unos 2 billones de dólares al coste global de la atención a los veteranos de las guerras de Irak y Afganistán de aquí a 2050.</p>
<p>La guerra de Afganistán, al igual que muchas otras guerras anteriores, comenzó con evaluaciones optimistas de una victoria rápida y la promesa de reconstrucción al final de la guerra. A pesar de la advertencia de Bush de que sería una campaña larga, pocos pensaron entonces que eso significaría décadas. Pero 20 años después, Estados Unidos sigue contando las pérdidas.</p><img src="https://counter.theconversation.com/content/167171/count.gif" alt="The Conversation" width="1" height="1" />
<p class="fine-print"><em><span>Neta C. Crawford no recibe salario, ni ejerce labores de consultoría, ni posee acciones, ni recibe financiación de ninguna compañía u organización que pueda obtener beneficio de este artículo, y ha declarado carecer de vínculos relevantes más allá del cargo académico citado.</span></em></p>La guerra de Afganistán, al igual que muchas otras guerras anteriores, comenzó con evaluaciones optimistas de una victoria rápida. Dos décadas después, seguimos pagando la factura.Neta C. Crawford, Professor of Political Science and Department Chair, Boston UniversityLicensed as Creative Commons – attribution, no derivatives.tag:theconversation.com,2011:article/1357552020-04-09T19:37:27Z2020-04-09T19:37:27ZAsí fluctúa nuestro estado de ánimo hoy: sepamos cómo lo superaron las víctimas del 11-S<figure><img src="https://images.theconversation.com/files/326803/original/file-20200409-158177-198zoyw.jpg?ixlib=rb-1.1.0&rect=0%2C0%2C3354%2C2238&q=45&auto=format&w=496&fit=clip" /><figcaption><span class="caption">Los bomberos de Nueva York trabajan cerca de la Zona Cero tras el colapso de las Torres Gemelas el 11 de septiembre de 2001.</span> <span class="attribution"><a class="source" href="https://www.shutterstock.com/es/image-photo/new-york-september-11-city-firefighters-25159543"> Anthony Correia / Shutterstock</a></span></figcaption></figure><p>En este tiempo transcurrido desde que comenzó el confinamiento, todos hemos tratado de adaptarnos a esta crisis sanitaria del Covid-19, con independencia de nuestra situación personal particular. Como parte de dicho afrontamiento, resulta fundamental la disposición personal con la que se encara esta situación, que podríamos situar en un continuo entre ser optimista o pesimista.</p>
<p>Todos nos podríamos situar en ese continuo. Decimos continuo porque probablemente hayamos sido más o menos optimistas en función del mayor conocimiento e información que hayamos ido asimilando a medida que se han sucedido los acontecimientos y de las preguntas que nos hayamos planteado desde el principio: ¿cuánto durará el confinamiento? ¿será mejor o peor nuestra realidad social una vez finalice esta crisis? ¿ha empezado ya a aplanarse la curva del gráfico que reúne el número de contagiados? ¿se contagiarán personas a las que quiero? Si me contagio yo, ¿qué tipo de síntomas tendré?</p>
<h2>El principio de Pollyanna</h2>
<p>Cada pregunta genera algún tipo de expectativa hacia el futuro. Y no resulta trivial preguntarse si somos optimistas o pesimistas a la hora de gestionar una crisis como la que estamos viviendo. Basándose en el personaje de Pollyanna, protagonista de la novela <a href="https://es.wikipedia.org/wiki/Pollyanna"><em>Pollyanna</em></a>, de Eleanor Porter, a finales de los 70 se acuñó el término de “<a href="https://books.google.es/books?hl=es&lr=&id=0Ge3DAAAQBAJ&oi=fnd&pg=PA315&dq=pollyanna+principle&ots=icCGpxtMmv&sig=i5BRuFE3XU4VhsZj6hbyPWWEGsE&redir_esc=y#v=onepage&q=pollyanna%20principle&f=false">principio de Pollyanna</a>” para referirse a aquellas personas intrínsecamente optimistas, capaces de ver el lado positivo en toda situación.</p>
<p>Según hemos dicho al principio, tendemos a priorizar los eventos agradables frente a los desagradables. Pero más allá de esta tendencia general, la investigación sugiere que tener una disposición optimista o pesimista a la hora de interpretar las situaciones que vivimos tiene implicaciones importantes en el tipo de estrategias que llevamos a cabo a la hora de lidiar con situaciones vitales estresantes como esta. En otras palabras: responderemos mejor al estrés dependiendo de si somos <a href="https://psycnet.apa.org/record/1987-13163-001">optimistas o pesimistas</a>.</p>
<h2>No todas las estrategias son iguales</h2>
<p>Tradicionalmente, se han identificado dos grandes estrategias de <a href="https://www.redalyc.org/pdf/727/72718110.pdf">afrontamiento del estrés</a>: las centradas en la solución del problema, y las centradas en las emociones. Las primeras tratan ante todo de identificar y resolver la fuente que origina el estrés, sobre todo en aquellas situaciones controlables. Las segundas, por el contrario, tratan de disminuir o eliminar las emociones incómodas asociadas a la vivencia de situaciones estresantes. Algunas de estas estrategias son las siguientes:</p>
<p><strong>Negación.</strong> No creer que algo ha ocurrido o subestimar su importancia. Algo difícil de llevar a cabo actualmente, pero no tan improbable al comienzo de la crisis. Mantener a toda costa los mismos hábitos que teníamos antes de la crisis, como si nada pasara, sería un ejemplo de esto.</p>
<p><strong>Acercamiento centrado en el problema.</strong> Seguir un plan de acción que resuelva la situación o minimice sus consecuencias negativas. Por ejemplo, piense en todas las <a href="https://theconversation.com/confinamiento-12-consejos-para-la-infancia-y-sus-familias-134163">recomendaciones</a> planteadas últimamente acerca de llevar a cabo una rutina diaria de actividades, incluir ejercicio físico, hábitos de comida saludables, etc.</p>
<p><strong>Autoculparse.</strong> Echarse la culpa a uno mismo. Por ejemplo, si ha contagiado a alguien, o se ha contagiado usted mismo, si ha podido despedirse o no de algún ser querido.</p>
<p><strong>Aceptación/ Resignación.</strong> Si no hay nada que se pueda hacer, aceptar lo que ocurre.</p>
<p><strong>Reinterpretación positiva.</strong> Crecer como persona, aprender algo de la situación. Centrarse en qué podemos aprender o cómo vamos a cambiar tras esta crisis (sea creíble o no).</p>
<p><strong>Fantasear.</strong> Escapar de la situación mediante la imaginación o la fantasía. El incremento general de consumo de series, películas, videojuegos, literatura en general sería un buen ejemplo de esto.</p>
<p><strong>Apoyo social.</strong> Compartir tus sentimientos con alguien o buscar consejo por parte de alguien que se valore. Fácil de llevar a cabo por medio de videoconferencias, participación en redes sociales, estableciendo contacto con personas queridas con las que compartir esta experiencia.</p>
<p>Las personas optimistas suelen priorizar estrategias de afrontamiento centradas en resolver problemas, especialmente cuando dichos problemas son controlables. Por ejemplo, la reinterpretación positiva, la evitación de la negación, la búsqueda del apoyo social y, en caso de situaciones percibidas como fuera de control, una mayor tendencia a la aceptación sin condiciones de esa situación. Al contrario, los pesimistas tienen más tendencia a centrarse en sus emociones, amplificándolas, dando lugar a una rumiación negativa que se ha asociado con una peor adaptación futura.</p>
<h2>La importancia de la variedad emocional y el afrontamiento</h2>
<p>Gestionar las propias emociones no es fácil, mucho menos si se tiene que hacer en mitad de una crisis social tan importante como la actual. Centrarse en las propias emociones puede ser particularmente útil en fases iniciales de la gestión de una crisis, sobre todo cuando no se percibe mucho control de la situación. </p>
<p>No obstante, más allá de la percepción de control, resulta fundamental atender al tipo de emociones que se estén experimentando. Mucho más, teniendo en cuenta que existe la tendencia por los medios de comunicación de acentuar cierto tipo de emociones en situaciones de crisis, tales como la ansiedad, el estrés, la depresión e incluso hablar de trastornos como el estrés postraumático. </p>
<p>Aunque este tipo de emociones son habituales en momentos de crisis personal o social, es cierto que suelen convivir con otro tipo de emociones, igualmente relevantes.</p>
<h2>Rabia y gratitud tras el atentado a las Torres Gemelas</h2>
<p>El trabajo de <a href="https://psycnet.apa.org/buy/2003-01140-011">Barbara L. Fredrickson</a> tras las consecuencias del ataque terrorista del 11 de septiembre en EE UU resulta especialmente relevante. Después del atentado, varias encuestas mostraron que la mayor parte de las personas sentían toda una amalgama de emociones relacionadas sobre todo con la rabia, la tristeza, el miedo y la ansiedad. Pero junto a estas también aparecían emociones tales como gratitud (por la propia seguridad y la de otros seres queridos), interés (por tratar de comprender las razones que habían llevado a ese atentado, así como conocer sus consecuencias) y amor (hacia familiares, amigos e incluso personas de la comunidad con la que habían compartido el suceso). </p>
<p>Esas emociones más positivas incrementaban la capacidad de recuperación, una mayor apertura mental relacionada con ser más flexibles, creativos e incluso estar más abiertos a nueva información. Actuaron como un amortiguador ante posibles sentimientos depresivos. Experimentar este tipo de emociones positivas se ha vinculado a facilitar la probabilidad de encontrar un sentido a dicha situación estresante o de crisis y, de nuevo, a implicarse en planes y objetivos a medio y largo plazo.</p>
<p>Es de especial relevancia constatar que en muchos casos las emociones positivas facilitan la creación de un estilo de afrontamiento más expansivo y general, ligado a una perspectiva más creativa y preparada para afrontar mejor futuras crisis. Estas personas capaces de sentir emociones positivas estaban también en mejor disposición de promover este tipo de emociones en otros, generando un contexto de apoyo y cuidado mutuo.</p>
<h2>Es posible crecer tras una crisis vital</h2>
<p>Este afrontamiento más optimista está lejos de un optimismo como el descrito por el principio de Pollyanna. Sabemos que un sesgo positivo facilita una mejor adaptación a las adversidades de la vida, aunque no es suficiente. Un término que ha venido utilizándose en los últimos años es el del <a href="https://www.redalyc.org/pdf/778/77827106.pdf">crecimiento postraumático</a>: el cambio positivo que un individuo experimenta como resultado del afrontamiento de un suceso traumático. </p>
<p>Resulta fundamental saber que no todas las personas que pasan por una experiencia traumática encuentran beneficio y crecimiento personal en ella. Para ello tienen que producirse cambios en la propia percepción hacia uno mismo (hasta qué punto uno puede afrontar adversidades), cambios en las relaciones hacia los demás (incrementar la intimidad con otras personas queridas, sentirse más libre a la hora de expresar qué se siente, así como una mayor sensibilidad hacia el padecimiento de los demás) y cambios en la filosofía de vida (mayor interés y curiosidad hacia temas existenciales y espirituales). </p>
<p>Además, hay que tener en cuenta que las personas que experimentan crecimiento postraumático también experimentan emociones difíciles de manejar tales como dolor y estrés. Sin la presencia de estas emociones, el crecimiento postraumático no se produce.</p>
<p>La mejor manera de facilitar este tipo de crecimiento asociado a las crisis es promoviendo la búsqueda de sentido. Esta resulta fundamental. Por ejemplo, aceptar ayuda y al mismo tiempo reconocer que nadie más que uno mismo puede dar sentido a lo que pasa; reconocer que hay que superar esta situación, dejarla atrás pero tenerla en cuenta para construir nuestro futuro.</p>
<h2>Un optimista bien informado</h2>
<p>En momentos de crisis como la que estamos viviendo, cada uno hacemos lo que podemos. Y lo que hacemos no deja de ser una manifestación de nuestra disposición personal e incluso cultural hacia ser más optimistas o pesimistas. Ahora bien, más allá de esta dualidad, estaría bien seguir a Mario Benedetti, cuando decía que un pesimista es solo un optimista bien informado. </p>
<p>Así que ante esta situación compleja que estamos viviendo, ni optimistas ingenuos ni pesimistas recalcitrantes, seamos optimistas informados.</p><img src="https://counter.theconversation.com/content/135755/count.gif" alt="The Conversation" width="1" height="1" />
<p class="fine-print"><em><span>Las personas firmantes no son asalariadas, ni consultoras, ni poseen acciones, ni reciben financiación de ninguna compañía u organización que pueda obtener beneficio de este artículo, y han declarado carecer de vínculos relevantes más allá del cargo académico citado anteriormente.</span></em></p>En estos días nuestro estado de ánimo fluctúa entre el optimismo y el pesimismo con todos sus matices. Tras el atentado del 11-S, las personas sentían una mezcla de emociones relacionadas con la rabia y la tristeza, pero también con la gratitud y el amor hacia familiares. Así salieron de ello.Alejandro Iborra Cuéllar, Profesor Titular de Universidad. Psicología Evolutiva y de la Educación. Director del Instit. Univers. Mixto de Investigac. de Educación y Desarrollo Daisaku Ikeda (IEDDAI), Universidad de AlcaláLuana Bruno, Doctoranda FPU en el Departamento de Ciencias de la Educación, Área de Psicología Evolutiva y Educación, Universidad de AlcaláLicensed as Creative Commons – attribution, no derivatives.tag:theconversation.com,2011:article/1162322019-06-10T20:05:39Z2019-06-10T20:05:39ZEl americano antiamericano<figure><img src="https://images.theconversation.com/files/273356/original/file-20190508-183093-32djyp.jpg?ixlib=rb-1.1.0&rect=9%2C13%2C2994%2C1981&q=45&auto=format&w=496&fit=clip" /><figcaption><span class="caption">Visitante del Museo de Arte Moderno de Nueva York (MOMA) frente al cuadro 'Flag', de Jasper Johns.</span> <span class="attribution"><a class="source" href="https://commons.wikimedia.org/wiki/File:Ame02128_19.jpg">Gorup de Besanez / Wikimedia Commons</a>, <a class="license" href="http://creativecommons.org/licenses/by-sa/4.0/">CC BY-SA</a></span></figcaption></figure><p>Los europeos solemos mirar la historia de los Estados Unidos como la de un país que ha conquistado su identidad con precisa solvencia. Se interpreta que la historia de los Estados Unidos interfiere por lo general en el resto, de manera que la reacción habitual suele ser la suspicacia y el enfado: el antiamericanismo. </p>
<p>Pero hay otros antiamericanismos que se gestionan en el núcleo de lo estadounidense y que enraízan en el desasosiego de sus ciudadanos, en la desconfianza sistemática ante el gobierno o en la deriva autodestructiva de una sociedad que está acostumbrada a sentirse convaleciente. </p>
<p>Así, el ritmo íntimo de las cosas en los Estados Unidos está siempre lejos de la autocomplacencia: se reconoce más bien en el malestar inmutable. Cabe pensar que el sueño americano se fundamenta en un estado perpetuo de insatisfacción de la gente que, incapaz de lidiar con las condiciones vitales de cada presente, no tiene otro remedio que transmutarlas en ventanas de oportunidad. </p>
<h2>Autojustificando la nacionalidad</h2>
<p>En los Estados Unidos es frecuente toparse con ciudadanos que hacen pública ostentación de disgusto a propósito de su país (gobierno). De él critican las mismas cosas que dichas por un extranjero le convierten en antiamericano. </p>
<p>Este tipo de estadounidense viaja exhibiendo un gesto de rendida humildad, de autojustificación por el hecho de ser estadounidense. Este tipo de ciudadanos estadounidenses que recorren el mundo proclaman su malestar con la administración estadounidense vigente (la que sea) y su deseo de romper su pasaporte (algo que desde luego nunca harán). </p>
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<a href="https://images.theconversation.com/files/273358/original/file-20190508-183086-tmhlod.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=1000&fit=clip"><img alt="" src="https://images.theconversation.com/files/273358/original/file-20190508-183086-tmhlod.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=754&fit=clip" srcset="https://images.theconversation.com/files/273358/original/file-20190508-183086-tmhlod.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=600&h=365&fit=crop&dpr=1 600w, https://images.theconversation.com/files/273358/original/file-20190508-183086-tmhlod.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=30&auto=format&w=600&h=365&fit=crop&dpr=2 1200w, https://images.theconversation.com/files/273358/original/file-20190508-183086-tmhlod.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=15&auto=format&w=600&h=365&fit=crop&dpr=3 1800w, https://images.theconversation.com/files/273358/original/file-20190508-183086-tmhlod.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=754&h=458&fit=crop&dpr=1 754w, https://images.theconversation.com/files/273358/original/file-20190508-183086-tmhlod.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=30&auto=format&w=754&h=458&fit=crop&dpr=2 1508w, https://images.theconversation.com/files/273358/original/file-20190508-183086-tmhlod.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=15&auto=format&w=754&h=458&fit=crop&dpr=3 2262w" sizes="(min-width: 1466px) 754px, (max-width: 599px) 100vw, (min-width: 600px) 600px, 237px"></a>
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<span class="caption">Protestas en Teherán tras la decisión de EEUU de abandonar el acuerdo nuclear con Irán, mayo 2018.</span>
<span class="attribution"><a class="source" href="https://commons.wikimedia.org/wiki/File:Protests_after_US_decision_to_withdraw_from_JCPOA,_around_former_US_embassy,_Tehran_-_8_May_2018_26.jpg">Hossein Mersadi / Fars News Agency</a>, <a class="license" href="http://creativecommons.org/licenses/by/4.0/">CC BY</a></span>
</figcaption>
</figure>
<p>Por ejemplo: al ser preguntado sobre si ya había solicitado la nacionalidad española, a la que tiene acceso por ser hijo de brigadista, el sociólogo Richard Sennet <a href="https://elpais.com/elpais/2018/08/09/eps/1533824675_957329.html">echaba balones fuera</a>: “Ojalá”, decía. “Escriba eso: ojalá. La aceptaría enseguida. Soy americano y británico, pero también me gustaría ser español. Escríbalo”.</p>
<p>La historia americana ofrece un extenso recorrido por la senda del desaliento, pero también una enorme capacidad de autoanálisis. Los relatos (ficciones o ensayos) son testigos y memoria de una actitud continuada en el tiempo, que proporciona su centro a la identidad nacional y su durabilidad al fenómeno contemporáneo “de lo americano”. </p>
<h2>El estilo paranoico</h2>
<p>A mediados de los años sesenta la revista <em>Harper´s Magazine</em> publicaba un artículo de Richard Hofstadter con el sugerente título de “<a href="https://harpers.org/archive/1964/11/the-paranoid-style-in-american-politics/">The Paranoid Style in American Politics</a>”. </p>
<p>A estas alturas del siglo XXI resulta útil recuperar en él aspectos que en la época de su edición parecían secundarios y en cambio ahora adquieren relevancia. El autor destacaba que la política americana había sido siempre un escenario para mentes irritadas, sectores muy conservadores por ejemplo, que habrían llevado su enfado al extremo del estilo paranoico. La paranoia se sustentaría en tres ideas cruciales: a) me atacan, b) el enemigo no se deja ver, y c) este enemigo invisible quiere arrebatarme lo que es mío, a saber: el “modo de ser americano”. El enemigo siempre se cuela por las grietas del sistema desprotegido.</p>
<figure class="align-left zoomable">
<a href="https://images.theconversation.com/files/273357/original/file-20190508-183112-1jqf431.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=1000&fit=clip"><img alt="" src="https://images.theconversation.com/files/273357/original/file-20190508-183112-1jqf431.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=237&fit=clip" srcset="https://images.theconversation.com/files/273357/original/file-20190508-183112-1jqf431.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=600&h=575&fit=crop&dpr=1 600w, https://images.theconversation.com/files/273357/original/file-20190508-183112-1jqf431.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=30&auto=format&w=600&h=575&fit=crop&dpr=2 1200w, https://images.theconversation.com/files/273357/original/file-20190508-183112-1jqf431.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=15&auto=format&w=600&h=575&fit=crop&dpr=3 1800w, https://images.theconversation.com/files/273357/original/file-20190508-183112-1jqf431.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=754&h=723&fit=crop&dpr=1 754w, https://images.theconversation.com/files/273357/original/file-20190508-183112-1jqf431.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=30&auto=format&w=754&h=723&fit=crop&dpr=2 1508w, https://images.theconversation.com/files/273357/original/file-20190508-183112-1jqf431.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=15&auto=format&w=754&h=723&fit=crop&dpr=3 2262w" sizes="(min-width: 1466px) 754px, (max-width: 599px) 100vw, (min-width: 600px) 600px, 237px"></a>
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<span class="caption">Abuela con bebé enfermo en Arizona.</span>
<span class="attribution"><a class="source" href="https://commons.wikimedia.org/wiki/File:On_Arizona_Highway_87,_south_of_Chandler,_Arizona._Grandmother_and_sick_baby_of_migratory_family_ca_._._._-_NARA_-_522206.jpg">Dorothea Lange / Wikimedia Commons</a></span>
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<p>La detección y denuncia de los fallos del gobierno (el judicial, el empresarial, el social, el académico…) constituye parte ostensible de la crítica que acompaña a lo americano. El mejor estadounidense sería pues el que denuncia la podredumbre del sistema y lo desestabiliza. También es este el que mejor nos cae a los europeos. Las élites alternativas, los estudiantes, las mujeres pioneras, los grupos en minoría… han expresado su frustración y su ira, bien en el activismo de salón bien en la calle, por medio de la filantropía y el arte, con la voz y los gestos. </p>
<p>La percepción de esta constante lleva a Charles Duhing <a href="https://www.theatlantic.com/magazine/archive/2019/01/charles-duhigg-american-anger/576424/">en un reciente texto</a> a sostener que América ha sido siempre una nación enfadada, que la desazón y la rabia son un clásico de la historia de los Estados Unidos. Un ejemplo reciente ha sido el modo en que se desenvolvió la <a href="https://www.congress.gov/nomination/115th-congress/2259?r=11">designación del juez Brett Kavanaugh</a> como miembro de la Corte Suprema de Justicia. Durante todo el proceso fue visible la retórica histriónica de ambas partes: defensores y detractores del polémico juez. </p>
<p>El enfado popular se encarna a lo largo de la historia contemporánea estadounidense en grupos y partidos políticos cuya finalidad es depurar el sistema. En ocasiones populista, cuesta etiquetar al votante iracundo dentro del marasmo de opciones partidistas que no encajan en el todopoderoso binomio formado por los Republicanos y los Demócratas. </p>
<p>José María Lassalle <a href="https://www.lavanguardia.com/opinion/20190119/454199430391/vox-o-la-brutalidad-politica.html">sugiere que estos grupos</a> conforman una “derecha sociológica” que vive “atemorizada por los cambios culturales del siglo XXI”, incluso de “un apoliticismo trasversal que aglutina una multitud de malestares frente a la hegemonía intelectual de la izquierda”. Hoy comprobamos que el populismo y el “estilo paranoico” han colonizado los extremos de la política: los <em>Alt-right</em> y los <em>Alt-left</em>.</p>
<h2>La cultura del desencanto y de la ira</h2>
<p>Los <a href="https://es.wikipedia.org/wiki/Getty_Images">archivos Getty</a> guardan infinidad de imágenes en las que estadounidenses de toda etnia, género y condición han expresado su crítica profanando los emblemas de la patria. La libertad de expresión les ampara. El arte pop en los cincuenta –Jasper Johns– usaba la bandera a su antojo y mancillar los símbolos llegó al culmen de la extravagancia cuando en 1969, en el Festival de Woodstock, Jimi Hendrix violentó el himno nacional con los acordes de su guitarra hasta un irreverente caos auditivo. </p>
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<figcaption><span class="caption">Jimi Hendrix en Woodstock (1969).</span></figcaption>
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<p>Los estadounidenses tampoco se han privado de escribir sobre su desencanto, desesperanza y ansiedad. El pesimismo es una parte bien reconocible del legado cultural estadounidense: la desafección por la sociedad de referencia y la huida, el aire autodestructivo de los personajes, la traición, las conspiraciones y profecías, la figura del criminal solitario y el crimen organizado, los héroes muy a su pesar o las comunidades abúlicas que resisten y sobreviven. </p>
<p>El libro <em>Las uvas de la ira</em> de John Steinbeck (1939) empujaba al lector hasta la cotidianidad de asuntos universales como la guerra, el totalitarismo, el hambre, el desempleo, la desesperación… La ira de Steinbeck se rebajaba al sustrato de la experiencia con nombre propio. Steinbeck muestra que el dogma de la democracia americana es irrelevante (y hasta obsceno) cuando sus hijos caen en el camino muertos por el hambre. </p>
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<a href="https://images.theconversation.com/files/273355/original/file-20190508-183096-1pxf7ap.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=1000&fit=clip"><img alt="" src="https://images.theconversation.com/files/273355/original/file-20190508-183096-1pxf7ap.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=237&fit=clip" srcset="https://images.theconversation.com/files/273355/original/file-20190508-183096-1pxf7ap.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=600&h=632&fit=crop&dpr=1 600w, https://images.theconversation.com/files/273355/original/file-20190508-183096-1pxf7ap.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=30&auto=format&w=600&h=632&fit=crop&dpr=2 1200w, https://images.theconversation.com/files/273355/original/file-20190508-183096-1pxf7ap.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=15&auto=format&w=600&h=632&fit=crop&dpr=3 1800w, https://images.theconversation.com/files/273355/original/file-20190508-183096-1pxf7ap.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=754&h=794&fit=crop&dpr=1 754w, https://images.theconversation.com/files/273355/original/file-20190508-183096-1pxf7ap.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=30&auto=format&w=754&h=794&fit=crop&dpr=2 1508w, https://images.theconversation.com/files/273355/original/file-20190508-183096-1pxf7ap.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=15&auto=format&w=754&h=794&fit=crop&dpr=3 2262w" sizes="(min-width: 1466px) 754px, (max-width: 599px) 100vw, (min-width: 600px) 600px, 237px"></a>
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<span class="caption">Fotografía de una familia de Missouri con el camión estropeado en California.</span>
<span class="attribution"><a class="source" href="https://en.wikipedia.org/wiki/File:%22Broke,_baby_sick,_and_car_trouble!%22_-_Dorothea_Lange%27s_photo_of_a_Missouri_family_of_five_in_the_vicinity_of_Tracy,_California.jpg">Dorothea Lange / Wikimedia Commons</a></span>
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<p>Para llegar a la narración de la ira Steinbeck había cubierto la información, ayudado (o ayudando él) por el soberbio trabajo de la fotógrafa Dorothea Lange sobre la crisis de los granjeros camino a California como consecuencia del período de sequía extrema en las llanuras del centro del país conocido como <em>Dust Bowl</em> (1935 y 1936). De este viaje saldría a finales de los años treinta el libro <a href="http://www.librosdelasteroide.com/-los-vagabundos-de-la-cosecha"><em>Los vagabundos de la cosecha</em></a>. </p>
<p>¿Dónde queda el mítico optimismo de frontera de los estadounidenses? ¿Dónde la virtud que corresponde a la democracia y el sueño americano? </p>
<p>De igual manera que el estadounidense lame sus heridas, también es capaz de soportar –y contar– sus esfuerzos titánicos para salir del agujero. Tras la calamidad en que se siente atrapado, no hay otra opción que resistir y renacer. </p>
<p>En la interpretación del horror del 11 de septiembre de 2001 está la idea de un mundo inadecuado que ha colapsado, una hoguera de cuyas ascuas surgirá una América correctora, al menos de los excesos liquidados por la imprevisible acción terrorista. El ataque injustificable al corazón del Imperio ha de ser también una ocasión para enmendar las faltas del pasado. </p>
<p>Jay Mclnerney, en <a href="http://www.librosdelasteroide.com/-la-buena-vida"><em>La buena vida</em></a>, nos brinda los primeros días de la “limpieza” de Manhattan tras los atentados, lavado a fondo como autopurga, oportunidad para dar al traste con el estilo de vida despilfarrador de los años noventa. Pero esto no es todo, no es un punto y final. La historia y los relatos del desencanto estadounidense seguirán con nosotros por mucho tiempo.</p><img src="https://counter.theconversation.com/content/116232/count.gif" alt="The Conversation" width="1" height="1" />
<p class="fine-print"><em><span>Montserrat Huguet no recibe salario, ni ejerce labores de consultoría, ni posee acciones, ni recibe financiación de ninguna compañía u organización que pueda obtener beneficio de este artículo, y ha declarado carecer de vínculos relevantes más allá del cargo académico citado.</span></em></p>En EEUU es frecuente toparse con ciudadanos que hacen pública ostentación de su disgusto a propósito de su país (gobierno). De él critican las mismas cosas que dichas por un extranjero le convierten en antiamericano.Montserrat Huguet, Profesora Historia Contemporánea (Catedrática acreditada) Historia Internacional, Historia Actual, Estudios Culturales, Universidad Carlos IIILicensed as Creative Commons – attribution, no derivatives.tag:theconversation.com,2011:article/1029972018-09-11T22:26:58Z2018-09-11T22:26:58ZAeropuertos: aquellos fríos lugares de tránsito son ahora una plaza pública<figure><img src="https://images.theconversation.com/files/235763/original/file-20180911-144476-1nq2qcd.jpg?ixlib=rb-1.1.0&rect=30%2C0%2C5094%2C3411&q=45&auto=format&w=496&fit=clip" /><figcaption><span class="caption">Los aeropuertos de nueva construcción, como el de Mexico DF y Taipei, prometen ser lugares felices. </span> <span class="attribution"><span class="source">Photo by Riccardo Bresciani from Pexels</span></span></figcaption></figure><p>A principios de los años 90, el antropólogo francés <a href="https://elpais.com/ccaa/2013/10/06/valencia/1381050687_822387.html">Marc Augé</a> acuñó el término no lugar, para referirse a los lugares de transitoriedad, de flujo, a los espacios sin identidad, como las terminales de un aeropuerto.</p>
<p>Tras el <em>boom</em> aeroportuario iniciado en los años 60, todos los aeropuertos se parecían unos a otros, pero en los 90 y principios del siglo XXI, en plena globalización, los aeropuertos empezaron a despuntar como puertas de entrada a un modelo hiper-optimista inspirado por la rampante globalización que la tecnología dibujaba. </p>
<p>El académico John D. Kasarda desarrolló en 2011 la noción de la <a href="http://www.aerotropolis.com/">aerotrópolis</a>, una mega-región generada alrededor del aeropuerto <em>hub</em> inspirado en Dubai.</p>
<p>Bajo esta premisa, los aeropuertos se convirtieron en puertas de conexión entre ciudades en red para una clase global que siempre está y necesita estar conectada y precisa pasar rápidamente de lo local a lo global. A su alrededor se concentraban empresas de alta tecnología, hoteles, parques empresariales, palacios de congresos, centros comerciales y universidades. Es un modelo que inspira a aeropuertos que están en proceso de expansión como el de El Prat (Barcelona), puerta de entrada de personas, mercancías e información, y dinamizador económico de toda una subregión metropolitana.</p>
<p>Sin embargo, además de ser dinamizadores de una subregión, los aeropuertos pueden ser destinos en sí mismos, una entrada natural al país y al continente. Un lugar en el que uno puede sentir la experiencia del lugar al que llega.</p>
<h2>El 11-S</h2>
<p>En el año 2001, tras el 11-S, <a href="https://elpais.com/internacional/2016/09/11/actualidad/1473617735_075666.html">la seguridad se convirtió en una cuestión clave</a>, y los pasajeros en víctimas necesarias de un proceso de deshumanización y miedo. Los aeropuertos fueron los lugares donde se cocía el miedo. Todos podíamos ser sospechosos y víctimas a la vez. Los controles de seguridad se convirtieron en un trámite desagradable por el que había que pasar lo más rápidamente posible, a la vez que se contribuía a la experiencia de despersonalización y no-lugar que Augé definió. </p>
<p>Desde entonces, la tecnología, con sus sensores invisibles y el buen diseño, está obrando magia, y en la actualidad ya hay aeropuertos agradables, capaces, además, de trasladar un sentimiento de conexión física y social con el entorno, escaparate de la esencia local. </p>
<h2>Los aeropuertos destino</h2>
<p>¿Nos pueden llegar a gustar tanto los aeropuertos como para querer pasar tiempo en ellos? La respuesta es, ¡sí, totalmente!, y más cuando parece que para 2020 habrá 100 aeropuertos nuevos. Entonces, ¿dónde se está haciendo bien?</p>
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<img alt="" src="https://images.theconversation.com/files/235843/original/file-20180911-144464-xws876.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=754&fit=clip" srcset="https://images.theconversation.com/files/235843/original/file-20180911-144464-xws876.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=600&h=254&fit=crop&dpr=1 600w, https://images.theconversation.com/files/235843/original/file-20180911-144464-xws876.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=30&auto=format&w=600&h=254&fit=crop&dpr=2 1200w, https://images.theconversation.com/files/235843/original/file-20180911-144464-xws876.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=15&auto=format&w=600&h=254&fit=crop&dpr=3 1800w, https://images.theconversation.com/files/235843/original/file-20180911-144464-xws876.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=754&h=319&fit=crop&dpr=1 754w, https://images.theconversation.com/files/235843/original/file-20180911-144464-xws876.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=30&auto=format&w=754&h=319&fit=crop&dpr=2 1508w, https://images.theconversation.com/files/235843/original/file-20180911-144464-xws876.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=15&auto=format&w=754&h=319&fit=crop&dpr=3 2262w" sizes="(min-width: 1466px) 754px, (max-width: 599px) 100vw, (min-width: 600px) 600px, 237px">
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<span class="caption">Recreación del nuevo aeropuerto diseñado por Norman Foster en Ciudad de México.</span>
<span class="attribution"><a class="source" href="https://flic.kr/p/oLM5se">Presidencia de la República Mexicana CC-by-2.0</a>, <a class="license" href="http://creativecommons.org/licenses/by/4.0/">CC BY</a></span>
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<p>En la actualidad hay aeropuertos en construcción, como el de <a href="https://www.fosterandpartners.com/es/projects/new-international-airport-mexico-city/">Mexico DF</a> (Foster + Partners) – independientemente de que el presidente electo del país tal vez paralice el proyecto –, o el de Taoyuan T3, en <a href="https://www.rsh-p.com/projects/taoyuan-airport-t3/">Taipei</a> (Rogers, Stirk, Harbour + Partners), que reivindican ser destinos en sí mismos y consolidar la dualidad local-global, ayudando a generar contexto y comprensión a una experiencia a menudo deshumanizadora. </p>
<p>Porque los aeropuertos no son entidades abstractas que viven al margen de las modas, los usos y costumbres. Su constante evolución ha respondido, además de a cambios de demanda y seguridad, a las innovaciones tecnológicas. Los aeropuertos más punteros ya ofrecen algunos avances: desaparición del <em>check-in</em>; <a href="https://www.20minutos.es/noticia/2769018/0/robot-spencer-aeropuerto-klm/">robots guía como Spencer</a>, que está disponible para guiar a los pasajeros hasta las puertas de embarque en el aeropuerto internacional Schiphol de Amsterdam; disponibilidad de internet de alta velocidad; identificación biométrica para acelerar los controles de seguridad; y apps para entretenernos. </p>
<p>Definitivamente, los aeropuertos verdaderamente felices, aquellos a los que la gente quiere ir, son aquellos que proporcionan contexto y sensación de lugar. Nada peor que el despiste del desfase horario de la llegada, o del <em>place lag</em>: la sensación de desubicación cuando los espacios son intercambiables unos por otros. </p>
<p>Y en un intento de arraigarnos, de darnos contexto, sería deseable aclimatarnos al país de llegada a través del aroma de las especias en los zocos de Marrakech, por poner un ejemplo. Esto es algo que los aeropuertos mencionados logran, buscan que el pasajero se sienta como un invitado, y para ello contienen zonas diáfanas de tránsito, y asientos amplios en espacios con vegetación y luz natural. Están orientados al servicio y en ellos el pasajero es un visitante, un embajador potencial.</p>
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<img alt="" src="https://images.theconversation.com/files/235844/original/file-20180911-144476-vufa2s.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=754&fit=clip" srcset="https://images.theconversation.com/files/235844/original/file-20180911-144476-vufa2s.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=600&h=600&fit=crop&dpr=1 600w, https://images.theconversation.com/files/235844/original/file-20180911-144476-vufa2s.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=30&auto=format&w=600&h=600&fit=crop&dpr=2 1200w, https://images.theconversation.com/files/235844/original/file-20180911-144476-vufa2s.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=15&auto=format&w=600&h=600&fit=crop&dpr=3 1800w, https://images.theconversation.com/files/235844/original/file-20180911-144476-vufa2s.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=754&h=754&fit=crop&dpr=1 754w, https://images.theconversation.com/files/235844/original/file-20180911-144476-vufa2s.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=30&auto=format&w=754&h=754&fit=crop&dpr=2 1508w, https://images.theconversation.com/files/235844/original/file-20180911-144476-vufa2s.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=15&auto=format&w=754&h=754&fit=crop&dpr=3 2262w" sizes="(min-width: 1466px) 754px, (max-width: 599px) 100vw, (min-width: 600px) 600px, 237px">
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<span class="caption">Los códigos IATA asociados a cada aeropuerto (MAD, BCN) se han convertido en definitorios de sus ciudades de referencia.</span>
<span class="attribution"><a class="source" href="https://www.shutterstock.com/es/image-vector/set-vector-tags-world-airport-codes-358339439?src=VBdsEQUMQyDvUSs7vW3dWA-1-14">Savgraf / Shutterstock</a></span>
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<h2>Dinamización del territorio</h2>
<p>El futuro pinta bien para los aeropuertos, que se vislumbran como los nuevos zócalos del siglo XXI, ágoras en las que, además de saborear el territorio y marcarnos con referencias culturales, la oportunidad de interactuar y socializarse se precipita, y ocurre vertiginosamente, como en una versión acelerada de la vida, sin olvidar la capacidad del aeropuerto para dinamizar el territorio.</p>
<p>Cabe recordar que, cuando viajamos con equipaje, nuestras maletas van con un código asociado (MAD, BCN…) que se ha convertido en definitorio de las ciudades en las que los aeropuertos están. Esos <a href="https://es.wikipedia.org/wiki/C%C3%B3digo_de_aeropuertos_de_IATA">códigos IATA</a> (<em>International Air Transport Association</em>) de tres letras ayudan a identificar todo lo relacionado con lo que allí pasa, y confieren al espacio aeropuerto con un valor identitario que casi siempre pasa inadvertido. Es hora de reivindicarlo.</p><img src="https://counter.theconversation.com/content/102997/count.gif" alt="The Conversation" width="1" height="1" />
<p class="fine-print"><em><span>Cristina Mateo Rebollo no recibe salario, ni ejerce labores de consultoría, ni posee acciones, ni recibe financiación de ninguna compañía u organización que pueda obtener beneficio de este artículo, y ha declarado carecer de vínculos relevantes más allá del cargo académico citado.</span></em></p>Los atentados del 11-S propiciaron que en los aeropuertos prevalecieran la seguridad, la prisas y el miedo. Los que se construyen en la actualidad prometen ser lugares felices, las ágoras del siglo XXI.Cristina Mateo Rebollo, Executive Director IE School of Architecture and Design, IE UniversityLicensed as Creative Commons – attribution, no derivatives.