‘Black mirror’, ‘El juego del calamar’, ‘El cuento de la criada’… Vivimos una proliferación de los relatos distópicos en la literatura, el cine y las series. ¿Desactiva la esperanza en estos tiempos de incertidumbre?
Para la pensadora Simone Weil el trabajo era filosofía, pensamiento, mística. Vale la pena revisar su ideario ahora que las nuevas tecnologías amenazan con cambiar el concepto de trabajo.
La colección de relatos ‘Crónicas marcianas’ de Ray Bradbury está de actualidad ante el riesgo de un nuevo accidente nuclear por el conflicto entre Rusia y Ucrania.
El filósofo húngaro György Lukács se preguntaba por qué la historia opera a nuestras espaldas e independientemente de nuestra voluntad, e intentó explicar que la alienación es algo superable.
Dieciséis años después de publicar la distopía ‘Un mundo feliz’, el novelista Aldous Huxley retrató un mundo posapocalíptico en ‘Mono y esencia’, un libro que no tuvo tanto éxito en su momento y que ahora está de plena actualidad.
Un análisis de las representaciones de la ciencia ficción permite encontrar un amplio abanico de futuros distópicos y apocalípticos, de futuros utópicos transfeministas, sostenibles, decoloniales e interraciales.
Las tecnologías digitales y la realidad extendida se han convertido en un medio imprescindible de acceso a la información. Ofrecen también posibilidades para la comunicación y divulgación científica.
La ciencia ficción presenta mundos distópicos dominados por grandes empresas donde los robots han sustituido a los humanos en el trabajo. ¿Qué tiene de real?
Si John Maynard Keynes levantara la cabeza sonreiría, pues con sus dotes de casi visionario leería hoy conceptos como ‘euroesclerosis’ y ‘microcrédito’ en la actualización 23.4 del Diccionario de la Real Academia.
El autor reflexiona sobre el significado del término utopía y sus implicaciones para la sociedad. Las utopías son inalcanzables, pero esto no es algo negativo; deja la puerta abierta a la mejora.
Nuestra mirada sobre la vejez forja nuestro modelo de sociedad. Venerar la senectud y sus enseñanzas nos hace más humanos. La pandemia y la escasez de ciertos recursos han revelado graves deficiencias
El mundo que plantean las películas futuristas ya está aquí: tenemos en nuestras manos la posibilidad de evitar que el desenlace sea tan catastrófico como en el cine.
Aunque no todas las ficciones son pesimistas o presentan un mundo desagradable, parece que la audiencia disfruta viendo mundos en los que resulta poco apetecible vivir. Tal vez porque consuela comprobar que el nuestro no es tan malo.
Hoy en día, la falsa protección que tenemos ante la cesión de datos y nuestra propia actitud ante estos hechos se asemejan cada vez más al mundo distópico de ‘1984’.
Profesora adjunta de la Facultad de Ciencias Humanas y Sociales, Departamento de Traducción e Interpretación y Comunicación Multilingüe, Universidad Pontificia Comillas