La pandemia de covid-19 nos ha privado de muchas cosas, entre ellas de las manifestaciones de afecto y el contacto físico, que tantos beneficios para la salud física y mental tienen. Ahora que parece que las mascarillas dejarán de ser obligatorias, quizás podamos recuperarlos.
No hay duda de que es imprescindible el aislamiento de personas infectadas por covid-19. Pero es discutible la respuesta que dimos al desgarro de quienes quedaron desconectados de sus seres queridos.
El miedo a ser tocado o hafefobia ha resurgido con fuerza en la sociedad tras el inicio de la pandemia. Las personas que la sufren perciben este contexto con un malestar más intenso que la población en general.
El distanciamiento social no supone lo mismo para todas las culturas. En la mediterránea estamos más acostumbrados a la proximidad física en nuestras relaciones. ¿Cambiará la pandemia nuestras costumbres?