Este artículo presenta el ensayo con una inteligencia artificial para desentrañar un dilema matemático cuya resolución podría ganar la prestigiosa medalla Fields de matemáticas.
Un algoritmo automatiza tareas para solucionar problemas. La automatización mal empleada puede llevarnos a inhibir procesos de innovación, reflexión y provocar hasta miedo.
¿Qué tiene la inteligencia artificial que no tenga la inteligencia humana? Tal vez es más oportuno preguntarse qué no tiene. Para empezar no tiene las cosas claras.
Algunos algoritmos son capaces de determinar el sexo a partir de datos cerebrales con más de un 90% de precisión. ¿Significa esto que existen cerebros “masculinos” y cerebros “femeninos”?
La inteligencia artificial puede tener un rol creciente en la asignación de recursos sanitarios escasos, como los órganos para trasplante. Aunque los beneficios potenciales sean importantes, surgen problemas éticos y de equidad cuando el funcionamiento de los algoritmos es inexplicable.
Para evitar que las máquinas muestren los mismos sesgos que las personas, es necesario mejorar todo el proceso de creación y aprendizaje de los algoritmos e involucrar a profesionales que puedan detectar los fallos.
Este año se afianzará el concepto de oficina como lugar de encuentro, las ciudades ganarán en sostenibilidad y los mundos digitales tendrán cada vez más presencia.
El uso de datos y algoritmos de aprendizaje automático permite predecir la evolución de la pandemia y evaluar los posibles resultados de la aplicación de medidas restrictivas antes de implementarlas.
Pere Simón, UNIR - Universidad Internacional de La Rioja
Crece el debate acerca de la oportunidad de introducir la inteligencia artificial en la justicia para mejorar su eficacia y objetivar la toma de decisiones judiciales difíciles.
Los algoritmos suele emplearse en matemática e informática, pero también los aplicamos en muchas tareas cotidianas, como montar un mueble o hacer una receta.
El acuerdo firmado entre los sindicatos y una plataforma digital en España contempla informar a los trabajadores cómo se organiza la gestión del trabajo mediante el uso de algoritmos. Esta es una ‘reivindicación bandera’ de los riders de todo el mundo.
Al elegir a quién seguir en las redes sociales o los contenidos personalizados de determinados medios creamos burbujas de información que producen un aislamiento intelectual de los puntos de vista contrarios. Estas “cámaras de eco” refuerzan las visiones personales y, por ello, nuestra interpretación del mundo.
El empleo de inteligencia artificial para la manipulación de imágenes, señala la autora en este artículo original de Telos, supone un nuevo reto para el mundo de la comunicación: su mal uso puede llevar a una confusión sin precedentes entre las audiencias.
Las tecnologías emocionales permiten desarrollar coches inteligentes capaces de detectar si el conductor se ha dormido y pueden ayudar a las empresas a saber el estado de ánimo de un comprador en internet.
Algoritmos de inteligencia artificial pueden detectar personas en una imagen y comprobar si mantienen la distancia adecuada.
Un dron equipado con una cámara y con un programa para contar personas y medir distancias permite controlar el aforo en playas, conciertos y otros eventos multitudinarios.
Catedrática de Universidad, profesora de Estadística. Modelos dinámicos bajo incertidumbre., Universidad del País Vasco / Euskal Herriko Unibertsitatea