Los mecanismos que “desconectan” el cerebro cuando nos sometemos a una anestesia siguen sin conocerse con exactitud, aunque nuevas investigaciones arrojan luz sobre el misterio.
La búsqueda de remedios contra el dolor ha sido constante desde los albores de la humanidad. El primer gas anestésico, sin embargo, no llegaría hasta finales del siglo XVIII.
Las plantas reaccionan a los anestésicos como los animales, un indicio de que pueden convertirse en organismos ideales para profundizar en cómo actúan los anestésicos en vertebrados.