tag:theconversation.com,2011:/us/topics/bienestar-emocional-85638/articlesbienestar emocional – The Conversation2022-04-07T15:17:20Ztag:theconversation.com,2011:article/1805142022-04-07T15:17:20Z2022-04-07T15:17:20Z¿Volverán los besos, los abrazos y las caricias con el fin de las mascarillas?<figure><img src="https://images.theconversation.com/files/456931/original/file-20220407-25-ul8962.jpg?ixlib=rb-1.1.0&rect=0%2C11%2C7348%2C4891&q=45&auto=format&w=496&fit=clip" /><figcaption><span class="caption">
</span> <span class="attribution"><a class="source" href="https://www.shutterstock.com/es/image-photo/little-boy-sitting-on-arms-his-640616341">Shutterstock / Koltsov</a></span></figcaption></figure><p>Los seres humanos somos seres sociales. Tenemos necesidad de compañía y de sentirnos vinculados, queridos y valorados. Nos gusta comunicar y compartir emociones y experiencias, dar y recibir afecto. Y apreciamos mucho los besos, abrazos, apretones de manos, etc.</p>
<p>O al menos así era hasta que llegó la pandemia de covid-19 y lo cambió todo. Incluidas las manifestaciones de afecto y el contacto físico. Cuando el SARS-CoV-2 irrumpió, para prevenir y evitar contagios, se dictaron medidas restrictivas como reducir el número de participantes en reuniones sociales, evitar y minimizar el contacto físico, guardar distancia de interacción y utilizar mascarilla. De un plumazo, se acabaron los besos y los abrazos.</p>
<p>Como consecuencia, nuestro bienestar socioemocional se vió perturbado. Con la pandemia, las emociones desagradables inundaron nuestra vida de incertidumbre, <a href="https://pubmed.ncbi.nlm.nih.gov/34706409/">tristeza, miedo, enfado</a>, apatía, frustración, angustia, preocupación, desesperanza, inquietud… Y emociones agradables como la <a href="https://www.ine.es/ss/Satellite?L=es_ES&c=INECifrasINE_C&cid=1259953225445&p=1254735116567&pagename=ProductosYServicios%2FINECifrasINE_C%2FPYSDetalleCifrasINE">alegría</a>, la calma o el entusiasmo se volvieron más infrecuentes.</p>
<p>Y no solo eso. Mantener la distancia social ha tenido consecuencias sobre nuestro cerebro. Se ha demostrado que la falta de interacción social <a href="https://www.sciencedirect.com/science/article/pii/S1364661320301406">afecta al razonamiento y a la memoria</a>, a la vez que reduce la conectividad de la materia blanca y la materia gris del cerebro.</p>
<p>Ahora que se anuncia una nueva <a href="https://www.sanidad.gob.es/profesionales/saludPublica/ccayes/alertasActual/nCov/documentos/Nueva_estrategia_vigilancia_y_control.pdf">Estrategia de vigilancia y control frente a la enfermedad</a> que aligera esas medidas restrictivas de interacción, puede ser buen momento para tomar conciencia de la trascendencia que el contacto físico tiene en nuestra salud mental, física y social. </p>
<h2>“Hambre de piel”</h2>
<p>En los dos últimos años hemos vivido dolorosas situaciones como hospitalizaciones, aislamiento social, muertes en soledad de seres queridos, duelos sin abrazos. Pero también falta de encuentros familiares y amistosos. </p>
<p>Estas circunstancias han propiciado que todos, en alguna medida, hayamos experimentado lo que se etiqueta como <em>“hambre de piel”</em>, que no es otra cosa que la necesidad de contacto físico interpersonal. Incluso hemos sufrido sentimientos de carencia afectiva y episodios puntuales de <a href="https://theconversation.com/no-es-lo-mismo-estar-solo-que-sentirse-solo-176049">soledad no deseada, emocional y social</a>.</p>
<p>Además, <a href="https://www.infocop.es/view_article.asp?id=19731&cat=44&fbclid=IwAR10xpf22C4ogA8PC-TSilq_uobbcChd4VDYkskPFqr3uMqI0lDc458_Lhs">la pandemia ha pasado factura al bienestar mental</a> y ha tenido un importante <a href="https://doi.org/10.5944/rppc.27569">impacto psicológico</a> en toda la población. Ha crecido, <a href="https://www.ine.es/ss/Satellite?L=es_ES&c=INECifrasINE_C&cid=1259953225445&p=1254735116567&pagename=ProductosYServicios%2FINECifrasINE_C%2FPYSDetalleCifrasINE">dicen las estadísticas</a>, el porcentaje de población que experimentó sensación de estar decaído o deprimido, con problemas para dormir y con poco interés o alegría por hacer las cosas. Simultáneamente, se han disparado la ansiedad, el estrés y las conductas suicidas.</p>
<h2>El contacto físico y el cuarteto de la felicidad</h2>
<p>El contacto físico es vital <a href="https://www.sciencedirect.com/science/article/pii/S1878929317301962?via%3Dihub">desde que nacemos</a> (contacto piel con piel con la madre) hasta el día en que morimos (abrazo de despedida, caricias…). Las personas tenemos la capacidad de enviar, recibir e interpretar señales emocionales <a href="https://www.sciencedirect.com/science/article/abs/pii/S0149763408001723?via%3Dihub">a través del tacto</a>. </p>
<p>Necesitamos tocarnos, porque es un modo excelente de dar y recibir afectos de forma reciproca. No nos referimos a conductas sensuales o sexuales, sino a las que se producen en las relaciones con personas de la red social de convivencia, en las relaciones interpersonales cotidianas.</p>
<p>Durante la pandemia de covid-19, la mayoría de las personas se han visto privadas de los apretones de manos, los abrazos amistosos o las palmadas en la espalda, lo que puede provocar sentimientos de aislamiento y exclusión. Y se han sustituido por chocarse los codos o los puños, ponerse la mano en el corazón o juntar las palmas de la mano del saludo indio (namasté). Que, evidentemente, no tienen el mismo impacto emocional.</p>
<p>Y es que cada vez hay mayor evidencia de los efectos beneficiosos del tacto en distintos aspectos:</p>
<ul>
<li><p><strong>Físicos:</strong> <a href="https://www.sciencedirect.com/science/article/pii/S2666497621000655">reduce el cortisol</a> –la hormona del estrés–, nos relaja, mejora el sueño, mejora la <a href="https://www.cmu.edu/news/stories/archives/2014/december/december17_hugsprotect.html">respuesta inmune</a>, aminora el dolor, calma la frecuencia cardíaca y disminuye la presión arterial, entre otros beneficios.</p></li>
<li><p><strong>Emocionales:</strong> produce placer, reconforta, anima, consuela, genera alegría y <a href="https://www.psychologicalscience.org/news/releases/touch-may-alleviate-existential-fears-for-people-with-low-self-esteem.html">fortalece la autoestima</a>. También <a href="https://www.nature.com/articles/s41598-017-13355-7">disminuye la ansiedad, la tristeza y el miedo</a>.</p></li>
<li><p><strong>Sociales:</strong> enriquece la comunicación interpersonal, favorece la empatía y las conductas prosociales, <a href="https://psycnet.apa.org/doiLanding?doi=10.1037%2Fa0016108">propicia la expresión de afectos</a>, consolida lazos sociales y genera buen clima.</p></li>
</ul>
<p>Biológicamente, estos beneficios tienen que ver con la producción de ciertas <a href="https://pubmed.ncbi.nlm.nih.gov/34837776/">hormonas y neurotransmisores</a> a las que se denomina “el cuarteto de la felicidad”. A saber: la endorfina (analgésico natural), la serotonina (estado de ánimo), la dopamina (mediadora del placer) y, especialmente, la oxitocina (hormona del amor, del abrazo y de los vínculos).</p>
<p>Tal es el provecho de los abrazos que reconfortan también los “abrazos altruistas” de personas desconocidas, como puede apreciarse en los abrazos a ucranianos por parte de voluntarios. De hecho es la base de la iniciativa solidaria de <a href="https://www.freehugscampaign.org/">“Abrazos Gratis” (<em>Free Hugs</em>)</a></p>
<figure class="align-center zoomable">
<a href="https://images.theconversation.com/files/456924/original/file-20220407-15-lavbhq.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=1000&fit=clip"><img alt="" src="https://images.theconversation.com/files/456924/original/file-20220407-15-lavbhq.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=754&fit=clip" srcset="https://images.theconversation.com/files/456924/original/file-20220407-15-lavbhq.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=600&h=400&fit=crop&dpr=1 600w, https://images.theconversation.com/files/456924/original/file-20220407-15-lavbhq.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=30&auto=format&w=600&h=400&fit=crop&dpr=2 1200w, https://images.theconversation.com/files/456924/original/file-20220407-15-lavbhq.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=15&auto=format&w=600&h=400&fit=crop&dpr=3 1800w, https://images.theconversation.com/files/456924/original/file-20220407-15-lavbhq.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=754&h=503&fit=crop&dpr=1 754w, https://images.theconversation.com/files/456924/original/file-20220407-15-lavbhq.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=30&auto=format&w=754&h=503&fit=crop&dpr=2 1508w, https://images.theconversation.com/files/456924/original/file-20220407-15-lavbhq.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=15&auto=format&w=754&h=503&fit=crop&dpr=3 2262w" sizes="(min-width: 1466px) 754px, (max-width: 599px) 100vw, (min-width: 600px) 600px, 237px"></a>
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<span class="attribution"><a class="source" href="https://www.shutterstock.com/es/image-photo/barcelona-spain-14-january-2018-action-1048857842">Shutterstock / Lestertair</a></span>
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<h2>El espacio virtual no es equiparable con el encuentro físico</h2>
<p>Aunque paralelamente a las restricciones directas y presenciales se ha producido un remarcable incremento de las ciberrelaciones y de los vínculos <em>online</em>, de momento el espacio virtual no es comparable con la presencia física. </p>
<p>La tecnología y la realidad virtual avanzan con humanoides, avatares, y la inmersividad en tres dimensiones, por lo que será preciso estar atentos a lo que nos depare el <a href="https://mobileworldcapital.com/metaverso-realidad-virtual/">metaverso</a>.</p>
<p>Entretanto, con la relajación de las restricciones de interacción que se anuncian en España a partir del día 19 de abril, tendremos oportunidad de recuperar el contacto físico perdido. Es cierto que, a raíz de lo vivido, algunas personas tienen todavía reparos a salir de casa y socializar, lo que se ha etiquetado como “síndrome de la cabaña”. Incluso hay quienes han desarrollado miedo irracional o fobia a ser tocados (<a href="https://theconversation.com/la-hafefobia-y-el-dilema-de-tocarnos-o-no-tocarnos-151878">hafefobia</a>).</p>
<p>Por suerte, parece que la mayoría hemos salido “ilesos” en este sentido y estamos deseando socializar con nuestra gente. </p>
<p>Sería estupendo si, tras la crisis vivida y habiendo tomado conciencia de la importancia que el contacto físico tiene en nuestro bienestar, ponemos especial cuidado en apreciar, saborear y agradecer estas manifestaciones. Si, desde ahora, nos tocamos siendo conscientes de lo beneficioso que es para la salud un abrazo sentido, un cálido apretón de manos, unos cariñosos besos o una leve caricia.</p>
<p>Más nos vale no dejar para mañana los abrazos, besos y caricias que podamos dar o recibir hoy.</p><img src="https://counter.theconversation.com/content/180514/count.gif" alt="The Conversation" width="1" height="1" />
<p class="fine-print"><em><span>Inés Monjas Casares no recibe salario, ni ejerce labores de consultoría, ni posee acciones, ni recibe financiación de ninguna compañía u organización que pueda obtener beneficio de este artículo, y ha declarado carecer de vínculos relevantes más allá del cargo académico citado.</span></em></p>La pandemia de covid-19 nos ha privado de muchas cosas, entre ellas de las manifestaciones de afecto y el contacto físico, que tantos beneficios para la salud física y mental tienen. Ahora que parece que las mascarillas dejarán de ser obligatorias, quizás podamos recuperarlos.Inés Monjas Casares, Profesora colaboradora honorífica en el Departamento de Psicología e investigadora sobre Psicología de la Educación., Universidad de ValladolidLicensed as Creative Commons – attribution, no derivatives.tag:theconversation.com,2011:article/1739662022-01-12T21:29:44Z2022-01-12T21:29:44ZLos fisioterapeutas que confían en la ciencia tienen menos riesgo de acabar quemados en su trabajo<figure><img src="https://images.theconversation.com/files/440501/original/file-20220112-23-1mo2kz2.jpg?ixlib=rb-1.1.0&rect=7%2C0%2C4913%2C3253&q=45&auto=format&w=496&fit=clip" /><figcaption><span class="caption">
</span> <span class="attribution"><a class="source" href="https://www.shutterstock.com/es/image-photo/physiotherapist-chiropractor-doing-cranial-sacral-therapy-1035337501">Shutterstock / sunlight19</a></span></figcaption></figure><p>El síndrome de estar quemado es un importante problema psicosocial producido en entornos de trabajo en los que la persona percibe gran estrés y falta de apoyos y recursos adecuados. Es especialmente <a href="https://pubmed.ncbi.nlm.nih.gov/22911330/">prevalente en las profesiones sanitarias</a> que están en primera línea de atención a pacientes. </p>
<p>Entre sus <a href="https://pubmed.ncbi.nlm.nih.gov/30295048/">características destacan</a> el cansancio emocional, la despersonalización y una baja realización personal. Provoca distanciamiento emocional y una menor respuesta ante las necesidades del paciente. Todo ello <a href="https://onlinelibrary.wiley.com/doi/full/10.1002/capr.12245">disminuye la eficacia de los tratamientos aplicados</a>.</p>
<p>En profesionales sanitarios, este proceso se ha relacionado con un <a href="https://pubmed.ncbi.nlm.nih.gov/25823633/">mayor consumo de alcohol</a> y una menor satisfacción laboral, aumentando la intención de <a href="https://ascopubs.org/doi/10.1200/JCO.2013.53.4560">dejar el trabajo o jubilarse anticipadamente</a>. </p>
<p>Evidentemente, todo ello conduce a una <a href="https://pubmed.ncbi.nlm.nih.gov/25066375/">disminución de la productividad</a>, que afecta a la comunicación y a la satisfacción del paciente, además de aumentar los errores médicos.</p>
<h2>A mayor nivel de estudios, más cansancio</h2>
<p>Según un nuevo estudio llevado a cabo por investigadores del área de Fisioterapia y del <a href="https://www.salbis.es/">grupo de investigación SALBIS</a> de la Universidad de León, el colectivo de fisioterapeutas españoles sufre de manera importante este sóndrome. Los resultados parciales han sido publicados en la <a href="https://www.mdpi.com/2075-4426/11/8/805">Journal of Personalized Medicine</a>.</p>
<p>En dicho estudio se revela que más del 70 % de los fisioterapeutas padece cansancio emocional. Además, más del 85 % sufre despersonalización y más del 80 % tiene un nivel de satisfacción personal en el trabajo deficiente. Particularmente, los que se dedican al ámbito privado experimentan este síndrome aún más. </p>
<p>Sin embargo, la variable que más influyó en el empeoramiento fue el nivel de estudios de los profesionales. Es decir, a más nivel de estudios (postgrado, máster o doctorado), más cansancio emocional se percibía. Esto podría deberse a tener que combinar estudios y trabajo.</p>
<p>Además, una elevada cualificación profesional unida a la imposibilidad de aplicar los conocimientos obtenidos (por limitaciones del puesto de trabajo o falta de tiempo) podría llevar a los fisioterapeutas al aburrimiento. Todo ello ocasionaría un descontento con la empresa, <a href="https://pubmed.ncbi.nlm.nih.gov/27313121/">una de las fuentes principales del síndrome de estar quemado</a>.</p>
<h2>¿Cómo repercute en los pacientes?</h2>
<p>La empatía es una de las emociones que <a href="https://pubmed.ncbi.nlm.nih.gov/9847826/">movilizan el deseo de ayudar a los otros</a>. Es necesaria para construir relaciones satisfactorias en contextos de salud. </p>
<p>Sin embargo, los niveles de cansancio emocional y despersonalización que conlleva este síndrome en los fisioterapeutas provocan dificultad para comprender las emociones del paciente. Esto genera <a href="https://bmcfampract.biomedcentral.com/articles/10.1186/1471-2296-15-15">un distanciamiento emocional entre ambos</a>.</p>
<p>Por otro lado, esta situación también genera estrés y angustia personal, que condicionan al profesional a <a href="https://pubmed.ncbi.nlm.nih.gov/25706827/">tomar decisiones rápidas</a> sin tiempo para la reflexión. Esto provoca acciones terapéuticas equivocadas. </p>
<p>Por último, la baja realización personal implica en el profesional una visión negativa de sí mismo. Esto tiene consecuencias tanto en las tareas intrínsecas de los fisioterapeutas como en su <a href="https://books.google.es/books/about/Burnout.html?id=Pigg1p-hJhgC&redir_esc=y">relación con los pacientes</a>. </p>
<p>La confianza en uno mismo es requisito previo o un condicionante importante <a href="https://pubmed.ncbi.nlm.nih.gov/29705228/">para generar confianza en el paciente</a>. Un profesional sanitario que no cuente con tal cualidad podría tener dificultades para generar un vínculo adecuado.</p>
<h2>Papel del conocimiento científico en esta situación</h2>
<p>Una de las acciones que ayuda a disminuir el riesgo de sufrir este síndrome es practicar tratamientos basados en evidencia científica. Los pacientes perciben estos métodos como efectivos y ventajosos y, paralelamente, el sanitario experimenta con ellos mayor <a href="https://www.ncbi.nlm.nih.gov/pmc/articles/PMC6475442/">sensación de dominio y autoeficacia</a>. </p>
<p>Esto podría suceder porque, según muestran diversos estudios, los médicos con mayores niveles de estrés debido a la incertidumbre tienen un mayor <a href="https://pubmed.ncbi.nlm.nih.gov/28178917/">riesgo de quemarse</a>. Pero con el aumento de actuaciones y cuidados basados en la evidencia, el profesional disminuye la sensación de <a href="https://pubmed.ncbi.nlm.nih.gov/29444179/">incertidumbre que conllevan gran parte de los tratamientos de salud</a>.</p>
<p>Por otro lado, la actitud de los profesionales sanitarios hacia la práctica basada en la evidencia también mejora el vínculo con el paciente. Estos perciben que los fisioterapeutas están abiertos a explorar nuevos tratamientos, al diálogo y al cambio. Estos profesionales evitarían realizar juicios ante las críticas de sus acciones y tratarían de integrar nuevas opiniones. </p>
<p>Todos estos factores se han reconocido como importantes condicionantes que facilitan la relación terapéutica, ya que los profesionales que llegan a acuerdos sobre el tratamiento con sus pacientes <a href="https://www.ncbi.nlm.nih.gov/pmc/articles/PMC6475442/">son los que llevan a la práctica</a> un mayor número de tratamientos basados en la evidencia. </p>
<p>Por lo tanto, una mayor actitud hacia la práctica basada en evidencia no solo mejora la satisfacción personal, sino que también provoca mejores relaciones terapéuticas.</p>
<p>En definitiva, los estudios muestran que los fisioterapeutas españoles sufren un elevado nivel de desgaste profesional. Este fenómeno reduce su capacidad de empatizar con sus pacientes y dificulta la instauración de una relación terapéutica de calidad. </p>
<p>Para evitar todo esto, la actitud positiva hacia los tratamientos basados en el conocimiento científico y la puesta en práctica de acciones basadas en la evidencia podrían disminuirlo y mejorar las relaciones entre los fisioterapeutas y sus pacientes.</p><img src="https://counter.theconversation.com/content/173966/count.gif" alt="The Conversation" width="1" height="1" />
<p class="fine-print"><em><span>Las personas firmantes no son asalariadas, ni consultoras, ni poseen acciones, ni reciben financiación de ninguna compañía u organización que pueda obtener beneficio de este artículo, y han declarado carecer de vínculos relevantes más allá del cargo académico citado anteriormente.</span></em></p>Nuevos estudios indican que los fisioterapeutas que aplican tratamientos basados en evidencia tienen menos riesgos de acabar quemados en el trabajo al disminuir el factor de incertidumbre.Raquel Leirós Rodríguez, Profesora Ayudante Doctor en Fisioterapia, Universidad de LeónAntonio R. Moreno Poyato, Profesor lector de Enfermería de salud mental, Universitat de BarcelonaArrate Pinto-Carral, Profesora de Fisioterapia, Universidad de LeónMaría José Álvarez-Álvarez, Profesora del Área de Fisioterapia. Miembro del grupo de investigación SALBIS., Universidad de LeónOscar Rodríguez Nogueira, Profesor área fisioterapia, Universidad de LeónLicensed as Creative Commons – attribution, no derivatives.tag:theconversation.com,2011:article/1653692021-08-10T19:03:23Z2021-08-10T19:03:23ZDesgranando ‘mindfulness’ y su práctica: ¿son útiles las aplicaciones móviles?<figure><img src="https://images.theconversation.com/files/413931/original/file-20210730-17-1imoijb.jpg?ixlib=rb-1.1.0&rect=57%2C0%2C6452%2C4288&q=45&auto=format&w=496&fit=clip" /><figcaption><span class="caption">
</span> <span class="attribution"><a class="source" href="https://www.shutterstock.com/es/image-photo/calm-happy-middle-aged-old-woman-1537671356">Shutterstock / fizkes</a></span></figcaption></figure><p>Mario y unos amigos estaban viajando en coche cuando, de pronto, el conductor comenzó a trastear su teléfono para poner música. Su compañero, de copiloto, le indicó: “¡Mario! ¡A la carretera! Ya pongo yo la música”. Entonces soltó el teléfono y volvió a dirigir ambas manos al volante y los ojos a la carretera.</p>
<p>Este ejemplo tan cotidiano representa un proceso que nos permite sobrevivir: poner la conducta bajo control o al servicio de estímulos que simbolizan lo relevante para el individuo en el momento. Si Mario no sitúa su conducta bajo control del coche y de la carretera, tanto él como sus amigos podrían tener un accidente y morir. </p>
<p>A lo largo de la historia de la humanidad (y, dentro de esta, de la ciencia) se mira, analiza y aborda un mismo proceso de distintos modos, desde ángulos diferentes. Sin embargo, el proceso sigue siendo uno. Con <em>mindfulness</em> sucede algo similar. ¿Qué es <em>mindfulness</em>? ¿Qué no es? Establecer un consenso que otorgue una definición precisa ha sido difícil por varias razones. </p>
<h2>Diferentes acepciones para una misma habilidad</h2>
<p>Se ha definido con <a href="https://psycnet.apa.org/record/2018-11984-026">múltiples acepciones</a> sin aclarar si significan lo mismo entre ellas: conciencia, atención o concentración al momento presente, aceptación o actitud no evaluadora, meditación…</p>
<p>Algunas veces se indica que se trata de la habilidad de atender y notar experiencias internas (pensamientos, sensaciones, emociones). Otras, darse cuenta de qué hacemos cuando nos surgen emociones. Y, a veces, también se indica que <em>mindfulness</em> es ambas cosas.</p>
<p>En cuanto a su función, a veces se dice que sirve para modificar estados de ánimo como estrés y ansiedad. Otras, para reducir comportamientos problemáticas o potenciar otros más beneficiosos. Asimismo, también hay quien confirma que su objetivo es lograr ambas cosas. </p>
<p>Según los objetivos que persiga, la práctica de <em>mindfulness</em> es eficaz, pero sus beneficios son objeto de controversia y no están del todo delimitados. Además, se utiliza prácticamente en todos los ámbitos en los que se desenvuelve el ser humano (y por ende su conducta): clínico, laboral, educativo, deportivo, etcétera. Su expansión se ha dilatado tanto como confusión e imprecisión hay en su definición técnica y mecanismos de cambio. En conjunto, la confusión teórico-práctica producto de este escenario ha promovido que, en general, se haya investigado con falta de rigurosidad, como veremos más adelante.</p>
<h2>Una mirada científica a la práctica de <em>mindfulness</em></h2>
<p>Entonces, ¿qué es <em>mindfulness</em>? La <a href="https://doi.org/10.1080/14639947.2011.564815">mayoría de los métodos</a> hunden sus raíces en las enseñanzas budistas, que lo centran en la conciencia, atención o meditación del momento presente. Esta definición se ha ido abordando bajo diferentes conceptos y para diferentes objetivos, como indicábamos.</p>
<p>Sin embargo, los últimos años han visto nacer un análisis científico en el que, entre otros, se ha tratado de desgranar e indagar en los procesos psicológicos que están en la base de esta práctica.</p>
<p>En esa línea, una definición más técnica y precisa podemos encontrarla en la terapia contextual o <a href="https://contextualscience.org/publications/terapia_de_aceptaci_n_y_compromiso_un_tratamiento_conductual_orientado_a_lo">Terapia de Aceptación y Compromiso</a>, la más representativa de las llamadas terapias de tercera generación de <a href="https://contextualscience.org/publications/hayes_strosahl_wilson_1999">intervención</a> psicológica. La terapia contextual ajusta sus herramientas al conocimiento científico de los procesos y mecanismos de cambio psicológico que se <a href="https://contextualscience.org/publications/hayes_barnesholmes_roche_2001">investigan</a> desde hace más de dos décadas mediante la teoría de la cognición y lenguaje (teoría en la que la terapia se sustenta). Los avances en la investigación han permitido abordar las emociones y cómo estas pueden impactar en lo que hacemos. </p>
<p>En ese sentido, al servicio de la intervención psicológica se han ido desgranando los procesos y mecanismos que fomentan el cambio terapéutico. Para ello, una de las estrategias centrales que se utiliza en la terapia contextual es ‘defusion’, que abarca el procedimiento de <em>mindfulness</em> desde el punto de vista científico en el análisis y manejo de los procesos y mecanismos psicológicos.</p>
<p>Bajo dicho ángulo técnico, <em>mindfulness</em> (o defusion) es la habilidad de situar la atención en notar qué pensamientos o sensaciones (reunidos en emociones) emergen en el momento y si invitan o piden hacer algo, identificar quién nota todo eso, y qué sería lo más relevante que podríamos hacer en ese momento. </p>
<p>Lo crucial de este movimiento es esto último: ¿Qué nos demanda cada presente, en términos de qué hacer? El objetivo final es hacer lo conectado a nuestros valores personales, a aquello que más nos importa y que redundará en nuestro bienestar emocional. </p>
<h2>Cómo practicar <em>mindfulness</em> adecuadamente</h2>
<p>Los estudios experimentales nos indican que, cuando se entrena hacia dicho objetivo, de este modo, y de forma sistemática y consistente, se potencian repertorios de <a href="https://doi.org/10.1007/s40732-017-0250-3">comportamientos</a> mucho más flexibles. Con ello, a medio o largo plazo, también mejora el bienestar emocional.</p>
<p>No obstante, si únicamente se entrena al individuo a “notar” pensamientos y emociones, sin fomentar que actúe a continuación de un modo que sea el que le beneficie acorde a lo relevante, los resultados son contraproducentes. Por ejemplo, aprendemos a estar en excesiva “alerta” ante aquello que pensamos y sentimos, o a rumiar en exceso, entre otros problemas.</p>
<p>Como cualquier habilidad, esta necesita práctica constante para convertirse en hábito. Es un modo general de funcionamiento en la vida, especialmente en aquellos momentos en los que surgen pensamientos, sensaciones y emociones que nos invitan a poner en marcha comportamientos contraproducentes.</p>
<h2>Aprender <em>mindfulness</em> a través de aplicaciones móviles</h2>
<p>Precisamente en el ánimo de convertir habilidad en hábito, la incorporación de los dispositivos móviles en nuestro día a día ha impulsado la creación de múltiples aplicaciones de entrenamiento para esta práctica. </p>
<p>La ventaja parece clara: es un dispositivo que acompaña a la persona las veinticuatro horas del día, permitiéndole practicar en cualquier instante, bajo casi cualquier circunstancia. </p>
<p>No obstante, las aplicaciones desarrolladas construyen el entrenamiento en base a la concepción que cada una tiene del <em>mindfulness</em>. Aquí, el problema anteriormente expuesto se manifiesta de nuevo. </p>
<p>Algunas, como Meditopia o Gurumind, parecen centrarse en disminuir el malestar emocional (ansiedad y estrés). Mientras, otras como Headspace, Petit Bambou, Meyo o Aire Fresco, parecen además incidir en la modificación de comportamientos problemáticos ante el malestar emocional. De nuevo, como hemos visto, aquellas aplicaciones que incluyan en el entrenamiento que la persona identifique y modifique conductas problemáticas serían más eficaces en la mejora de su bienestar emocional. </p>
<p>Aire Fresco, por ejemplo, es una aplicación española sometida a <a href="https://www.mdpi.com/1660-4601/18/2/802/htm">estudio</a> cuyo impacto parece ser beneficioso en la mejora de la satisfacción vital (rendimiento laboral, logro de metas o relacionales sociales) y características de la personalidad (autocontrol, creatividad, etcétera). No obstante, más allá de medir este impacto a través de cuestionarios sería recomendable utilizar medidas conductuales.</p>
<p>En definitiva, aquellos entrenamientos que contengan los pasos científicamente validados y que estén disponibles para la persona de modo constante a través de dispositivos es una promesa que dará resultados muy demandados en todos los ámbitos de actuación humana.</p><img src="https://counter.theconversation.com/content/165369/count.gif" alt="The Conversation" width="1" height="1" />
<p class="fine-print"><em><span>Bárbara Gil-Luciano no recibe salario, ni ejerce labores de consultoría, ni posee acciones, ni recibe financiación de ninguna compañía u organización que pueda obtener beneficio de este artículo, y ha declarado carecer de vínculos relevantes más allá del cargo académico citado.</span></em></p>Las aplicaciones de ‘mindfulness’ construyen el entrenamiento en base a la concepción que cada una tiene de esta práctica y de ello dependerá su eficacia. Analizamos algunas de ellas.Bárbara Gil-Luciano, Profesora de Psicología Clínica, Universidad NebrijaLicensed as Creative Commons – attribution, no derivatives.tag:theconversation.com,2011:article/1637072021-07-13T19:29:25Z2021-07-13T19:29:25ZLa vida a través del cristal: el relato de una madre describe cómo arrastran las familias las consecuencias de la pandemia<figure><img src="https://images.theconversation.com/files/411005/original/file-20210713-17-xrgtem.jpg?ixlib=rb-1.1.0&rect=0%2C0%2C7928%2C5297&q=45&auto=format&w=496&fit=clip" /><figcaption><span class="caption">
</span> <span class="attribution"><a class="source" href="https://www.shutterstock.com/es/image-photo/young-ill-boy-looking-sad-protective-1699246051">Shutterstock / Great Pics - Ben Heine</a></span></figcaption></figure><p>La pandemia mundial de la Covid-19 que sufrimos se originó fuera del sistema familiar, pero la novedad e incertidumbre que conlleva esta crisis hacen probable que se perciba como un factor estresante importante para muchos menores y sus familias. </p>
<p>Hay estudios que han analizado cómo el impacto percibido por los progenitores a raíz de la crisis sanitaria <a href="https://link.springer.com/article/10.1007/s10896-020-00200-1">se asocia con un mayor estrés en la crianza de los hijos y, a su vez, con un mayor riesgo de una crianza severa</a>. </p>
<p>A estos factores hay que sumar la incertidumbre económica por la que pasan y pasarán muchas familias, lo que contribuye a una <a href="https://www.nejm.org/doi/10.1056/NEJMp2008017">angustia emocional y a un mayor riesgo de problemas psicológicos</a> en un plazo corto.</p>
<p>Los niños han protagonizado los debates más acalorados en torno a la crisis sanitaria generada por la Covid-19. Las dudas sobre si se contagian tanto como los adultos, si son los principales transmisores de la enfermedad, si está su sistema inmunológico más preparado que el de los adultos para superar la enfermedad o si había que reabrir cuanto antes los centros educativos, entre otros, acarrean una evidente incertidumbre sobre la que no es sencillo tomar decisiones. </p>
<h2>Los primeros en abandonar sus rutinas</h2>
<p>Así, desde el comienzo de la pandemia se afirmó que los niños transmitían más fácilmente la enfermedad, que eran una franja vulnerable y se entró en una espiral de culpabilización de los más pequeños. Los menores fueron los primeros en tener que abandonar sus rutinas y, posiblemente, sean los últimos en recuperarlas una vez volvamos a una situación de cierta normalidad, viendo sus derechos más mermados que otras franjas de la ciudadanía. </p>
<p>Aunque las medidas adoptadas por los diferentes países en torno al confinamiento pueden considerarse necesarias, hay motivos de preocupación porque el confinamiento prolongado en el hogar y el cierre de las escuelas y los parques, entre otros, <a href="https://www.thelancet.com/journals/lanpsy/article/PIIS2215-0366(20)30077-8/fulltext">podrían tener efectos negativos sobre la salud física y mental de los menores</a>.</p>
<h2>Cómo ha visto una madre a sus hijos</h2>
<p><a href="https://journals.sagepub.com/doi/10.1177/0192513X211024989">El estudio que hemos llevado a cabo</a> tiene como objetivo explorar cómo los menores de 7 y 8 años han experimentado y vivido el tiempo de confinamiento, analizado desde la perspectiva de sus progenitores. </p>
<p>Hasta donde conocemos, este trabajo es el primero de su tipo en investigar cómo la pandemia de Covid-19 ha influido en la manera de ser y pensar de los menores, vista a ojos de sus familiares más cercanos. </p>
<p>Los resultados del estudio se organizan en torno a una historia que toma como referencia el periodo de confinamiento de una madre trabajadora en tiempos de encierro.</p>
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<p>“La profunda voz de Pedro Sánchez resonó en la pantalla mientras conteníamos la respiración, sin mirarnos. Ajenos al anuncio, los niños seguían jugando tranquilamente en otro rincón de la sala. Cuando terminó el discurso, recuerdo que pensé: ¿y ahora qué?… Apenas unos minutos después de que se hiciera oficial el estado de alarma y de que el presidente emitiera una larga lista de prohibiciones, las cosas empezaban a cambiar… De nuevo, miré por la ventana. No había nadie en la calle. Ese era nuestro mundo ahora. Un mundo a través del cristal.”</p>
<p>“Ya era la hora de cenar. Como si nos hubiéramos puesto de acuerdo previamente, mi marido y yo iniciamos una sobreactuación de bromas, historias y payasadas en ese tono autoprotector de "aquí no pasa nada” para hacer creer a nuestros dos hijos, quuienes seguramente aún no eran conscientes de lo que acababa de ocurrir, que se trataba de una noche de sábado cualquiera… ‘Yo sí tengo que salir a trabajar’, dijo mi marido, ‘y, en tu caso, si el teletrabajo es un reto, puedes tomarlo como algo de lo que aprender’. En principio, solo serán 15 días. Lo importante es que los niños estén bien’“. </p>
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<p>La constatación más inmediata es la confirmación de que el confinamiento de los menores en los hogares y el distanciamiento social de sus seres queridos (amigos y familiares cercanos) han despertado miedos e inquietudes entre madres y padres y, consecuentemente, entre los menores.</p>
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<p>"Con el paso de los días, me sorprendió la madurez de mis hijos para asimilar, naturalizar y comprender lo que estaba sucediendo. Pronto aceptaron que no podían salir por el coronavirus, excepto papá, que era un ‘trabajador imprescindible’, algo así como un superhéroe en sus cabezas.”</p>
<p>“En general, no hubo quejas, ni miedos, ni excesivas preguntas. A veces el pequeño dejaba entrever sus pequeñas inquietudes. "¿Podemos celebrar Halloween, mamá?”, preguntaba. “¿Y si los Reyes Magos no pueden venir por el coronavirus?”. Sus temores se reflejaban en esos terribles terrores nocturnos que se habían hecho más frecuentes. El mayor también empezó a colarse de nuevo en nuestra cama, lo que automáticamente envió a mi marido a otra habitación libre. Solo allí conseguía tener un sueño tranquilo. Salvo esa especie de catarsis nocturna que revelaba que no todo “iba de maravilla”, los días transcurrían para ellos entre la alegría y la diversión".</p>
<p>“Las peleas eran frecuentes, pero también parecían haber desarrollado sus propios mecanismos para resolver los pequeños conflictos. Mi marido y yo nos esforzamos por proporcionarles actividades que les mantuvieran entretenidos. Me tranquilizó saber que el nerviosismo que me generaba ese estrés, que a veces se traducía en una incontrolable pérdida de paciencia con los niños, no era percibido por ellos como una incomprensible transformación de su madre en un monstruo”.</p>
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<h2>Ansiedad y fobia social</h2>
<p>Las inquietudes, las inseguridades, las muertes atribuidas al virus, entre otras causas, han despertado en las familias unos sentimientos de ansiedad y fobia social de los que desconocemos el alcance. Asimismo, procuran afrontar el futuro próximo con esperanza y optimismo, con la ilusión de que la situación será tal y como la recuerdan antes de que el virus entrara a formar parte de sus vidas. </p>
<p>Las ganas de vivir, de volver a los parques sin miedo, de abrazar a los amigos, de jugar en grupo y de estar en la escuela se encuentran entre sus principales deseos y necesidades.</p>
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<p>“Finalmente, llegó el día en que nos dejaron salir. Atrás quedaron aquellas breves ocasiones de catarsis, que ahora recuerdo como entrañables, en las que cantábamos al unísono el famoso "Resistiré” mientras los niños nos acompañaban aporreando sus instrumentos musicales de juguete y haciendo música con el ruido. Salir de casa era un pequeño rayo de luz al final del túnel. Se volvió pálido cuando nos dimos cuenta de las condiciones en las que era posible esta pequeña libertad. Encontrarse con amigos y vecinos en la calle y no poder acercarse a jugar o verlos sin una máscara era duro para los niños". </p>
<p>“El pequeño echaba de menos especialmente a sus mejores amigos, a algunos de los cuales no veía en los paseos porque, según sus padres, estaban ‘tan cómodos y felices en casa con sus hermanos y hermanas que no querían salir’. Otros no salían en absoluto. Todavía es demasiado pronto para determinar qué huella dejará todo esto en nosotros, especialmente en los más pequeños”.</p>
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<p>Queremos señalar la importancia que tiene nuestro estudio en tanto que favorece la escucha atenta de aquellos a los que normalmente se deja sin voz: madres y padres como “altavoz” de los más pequeños. Saber escuchar sus inquietudes, sus vivencias, sus temores y expectativas en torno a una situación de crisis sanitaria –o cualquier otra– es importante para poder ser comprensivos con ellos y ayudarles a superar el duro proceso de adaptarse a una nueva vida. </p>
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<p>“Las medidas que están tomando los políticos están muy alejadas de los intereses de los niños. La clase política, arraigada en su reino particular sin nadie que se le oponga, ha reducido sus horizontes sociales hasta tal punto que ha llegado a creer que lo sabe todo sobre el mundo y los niños. Se aferran a la idea de seguir dictando las pautas haciendo oídos sordos a las necesidades de los niños. Se han conformado con la indiferencia, la rutina y la tozudez de quienes no saben qué hacer pero dicen a los demás lo que tienen que hacer. Las leyes están hechas con un solo propósito: mantenernos a raya cuando nuestros deseos se vuelven excesivos. Pero los deseos de los pequeños no son en absoluto inmoderados, y no se necesita ninguna ley para limitar sus necesidades más básicas”.</p>
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<h2>Voces que ayudarán a la reconstrucción social</h2>
<p>Además, <a href="https://jamanetwork.com/journals/jamapediatrics/article-abstract/2522754">en la base de una escucha cercana y activa se encuentran el bienestar emocional, físico y social de las personas</a>. Las voces de estos participantes, así entendidas, pueden aportar elementos clave para la reconstrucción social, cultural y educativa tras la crisis del Covid-19. </p>
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<p>“Me viene a la mente el caso de un perro guardián que ha sido criado con cariño y a la vez confinado durante toda su vida. Cuando se escapa de su celda, el mundo le parece tan extraño que empieza a gruñir y a volverse agresivo, de modo que a partir de entonces se le tacha de agresivo y pasa el resto de sus días encadenado. A los niños les puede pasar lo mismo: la situación antinatural de estar confinados en sus casas sin poder salir ni ver a sus amigos y familiares puede hacer que pierdan ese impulso amoroso y solidario que debe caracterizar a los seres humanos.”.</p>
<p>Lo veo en los adultos, esa desconfianza hacia los demás como si fueran el enemigo, el infectado. Los niños también lo ven y aprenden de lo que están viendo. Quizá sea necesario cultivar una cierta ignorancia, una cierta ceguera que permita el gesto del amigo sin tapujos, sin miedo. Sin esta ceguera, la vida en sociedad puede resultar insoportable".</p>
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<p><em>Este estudio ha sido desarrollado en colaboración con Marta Arias-Carballal, profesora del Departamento de Inglés del Instituto de Enseñanza Secundaria “José Jiménez Lozano” de Valladolid.</em></p>
<hr><img src="https://counter.theconversation.com/content/163707/count.gif" alt="The Conversation" width="1" height="1" />
<p class="fine-print"><em><span>Gustavo González Calvo no recibe salario, ni ejerce labores de consultoría, ni posee acciones, ni recibe financiación de ninguna compañía u organización que pueda obtener beneficio de este artículo, y ha declarado carecer de vínculos relevantes más allá del cargo académico citado.</span></em></p>Un estudio (el primero de este tipo realizado hasta la fecha) explora cómo los menores y sus progenitores han vivido la pandemia y las consecuencias psicológicas y emocionales que ha dejado en sus vidas.Gustavo González Calvo, Didáctica de la Expresión Corporal, Universidad de ValladolidLicensed as Creative Commons – attribution, no derivatives.tag:theconversation.com,2011:article/1588902021-05-18T19:42:21Z2021-05-18T19:42:21ZPara qué sirve la inteligencia emocional frente a la pandemia de covid-19<figure><img src="https://images.theconversation.com/files/401229/original/file-20210518-13-92n976.jpg?ixlib=rb-1.1.0&rect=0%2C11%2C3868%2C2538&q=45&auto=format&w=496&fit=clip" /><figcaption><span class="caption">
</span> <span class="attribution"><a class="source" href="https://www.shutterstock.com/es/image-photo/elderly-woman-protective-mask-sniffs-baked-1741338464">Shutterstock / Alonafoto</a></span></figcaption></figure><p>Son muchas las situaciones que nos generan emociones en nuestro día a día. La canción que sonaba de fondo en aquella velada inolvidable. La escena de la película en la que empatizamos con el protagonista. El recuerdo del lugar donde jugábamos en la infancia…</p>
<p>En todo caso, emocionarnos nos recuerda que estamos vivos. Las emociones dejan huella en nuestro camino. Cualquiera de nosotros podría poner ejemplos de experiencias, situaciones o estímulos que elicitan una emoción. Las emociones están ahí, para ser vividas, comprendidas, expresadas. En la medida en que seamos capaces de gestionar nuestra vida emocional, podemos charlar sobre inteligencia emocional.</p>
<p>La inteligencia emocional no es algo nuevo, aunque tendamos a pensar que sí. Le ocurre también a otros términos aparentemente “novedosos”, como la resiliencia. Presentes desde hace mucho en familias que no llegan a final de mes y, aun así, nunca se rinden. </p>
<p>Desde el principio de los tiempos, venimos afrontando situaciones que requieren de un manejo efectivo de nuestras emociones. Solo que ahora se le asigna un nombre para estar seguros de que hablamos todos de lo mismo. Además de que nos da pie a medirlo y proponer intervenciones orientadas a su mejora.</p>
<h2>Inteligencia emocional, ¿cueces o enriqueces?</h2>
<p>Imaginemos que estamos preparando un guiso y que le echamos ingredientes como la alegría, la tristeza, o la ira, emociones que experimentamos a diario de manera casi automática. El guiso se está cociendo y resulta aceptable. Ahora bien, ¿podemos mejorar la receta? </p>
<p>La respuesta de nuestras abuelas, expertas cocineras, sería que el secreto no está en los ingredientes, sino en la calidad del proceso. De manera que podríamos mejorar el guiso si atendemos al modo en que tratamos los ingredientes. </p>
<p>Traducido a las emociones, significa que no basta con sentir alegría, hay que saber reconocerla. Que no basta con sentir tristeza, sino ser capaces de detectar que está presente en otros. Tampoco basta con experimentar la ira, sino expresarla de manera controlada con los oportunos ajustes circunstanciales.</p>
<p>Bien, sigamos con nuestro guiso. Disponemos de ingredientes de todo tipo. A priori, degustamos como dulces, salados, amargos, picantes, etc. a sabiendas de que el sabor se mantiene agradable mientras se administre con buena medida. </p>
<p>Porque, ojo, a nadie le gusta un postre excesivamente dulce. Tampoco un aderezo que se rinda al fuego del picante. Las emociones, al igual que los sabores, pueden enriquecer nuestra vida. Pero lo hacen, independientemente de su valencia positiva o negativa, siempre y cuando su disposición contribuya a <a href="https://revistas.usb.edu.co/index.php/IJPR/article/view/4765">la homeostasis (equilibrio) emocional</a>.</p>
<h2>¿Emociones confinadas o confitadas?</h2>
<p>Y entonces, la pandemia de covid-19 llegó y nos sorprendió cocinando… Cuando parecía que lo teníamos todo bajo control, se acabaron los contactos familiares, los abrazos, las conversaciones cara a cara… Ahora debemos sonreír bajo una mascarilla. ¿Acaso las emociones también deben guardar confinamiento? </p>
<p>Con esta especie de cambio de las reglas del juego, no resulta tan fácil sentir y expresar emociones en un contexto social limitado. Durante las primeras semanas de confinamiento las emociones pasaron desapercibidas. Confinadas por la situación de encierro, la incertidumbre y la propia enfermedad. </p>
<p>Sin embargo, ahí estaban los sentimientos de tristeza-depresión, ira-hostilidad y ansiedad, <a href="https://www.frontiersin.org/articles/10.3389/fpsyt.2021.606621/full">los más frecuentes entre la población</a>. Además, los datos apuntan a un perfil de riesgo o mayor vulnerabilidad en <a href="https://www.mdpi.com/2077-0383/10/4/692">mujeres jóvenes con hijos menores a su cargo</a>. </p>
<p>Igualmente, hay que tener en cuenta el posible efecto protector de la inteligencia emocional ante la percepción de amenaza por la covid-19. Es decir, nos enfrentamos a circunstancias que parecen ir en contra de nuestra salud (en su concepción más amplia) y bienestar. Pero no vamos a la trinchera sin luchar: vamos cargados de recursos emocionales que nunca se debieron confinar. </p>
<p>Volviendo a la jerga culinaria, la RAE define el término “confitar” como “endulzar o suavizar”. Es decir, cubrir con un baño de azúcar para hacer algo más agradable al paladar. Jugando con ese concepto, podríamos pensar en confitar nuestra vida emocional. Tomando las emociones positivas como aderezo principal para que la (di)gestión de emociones negativas sea más fácil.</p>
<p>Viviendo una pandemia hemos aprendido algunas cosas: </p>
<ul>
<li><p>Que, al igual que la buena cocina, la gestión o el manejo de nuestras emociones requiere de tiempo (a fuego lento) y equilibrio (armonía entre los ingredientes).</p></li>
<li><p>Que un cambio en las circunstancias conlleva necesarias adaptaciones en nuestro modo de pensar, pero también de sentir, de experimentar…</p></li>
<li><p>Que cualquier cambio ha de ser visto desde la oportunidad, un reto personal para poner a prueba las fortalezas del ser humano. </p></li>
</ul>
<p>¡Buen provecho emocional!</p><img src="https://counter.theconversation.com/content/158890/count.gif" alt="The Conversation" width="1" height="1" />
<p class="fine-print"><em><span>Las personas firmantes no son asalariadas, ni consultoras, ni poseen acciones, ni reciben financiación de ninguna compañía u organización que pueda obtener beneficio de este artículo, y han declarado carecer de vínculos relevantes más allá del cargo académico citado anteriormente.</span></em></p>La pandemia nos ha enseñado que, al igual que la buena cocina, la gestión o el manejo de nuestras emociones requiere de tiempo (a fuego lento) y equilibrio (armonía entre los ingredientes).María del Carmen Pérez-Fuentes, Profesora Titular de Universidad, Universidad de AlmeríaJosé Jesús Gázquez Linares, Catedrático de Psicología Evolutiva, Universidad de AlmeríaMaría del Mar Molero Jurado, Profesora Titular en el Departamento de Psicología, Universidad de AlmeríaLicensed as Creative Commons – attribution, no derivatives.tag:theconversation.com,2011:article/1585852021-05-11T20:02:27Z2021-05-11T20:02:27Z¿Han enfermado menos los niños en este año de pandemia?<figure><img src="https://images.theconversation.com/files/397008/original/file-20210426-13-11inhkc.jpg?ixlib=rb-1.1.0&rect=5%2C5%2C3988%2C2634&q=45&auto=format&w=496&fit=clip" /><figcaption><span class="caption">
</span> <span class="attribution"><a class="source" href="https://www.shutterstock.com/es/image-photo/pediatrician-doctor-examining-sick-child-face-1718116297">Shutterstock / FamVeld</a></span></figcaption></figure><p>En los últimos meses, hemos vivido una crisis sanitaria sin precedentes. Un microorganismo desconocido apareció entre nosotros y nos vimos obligados a tomar medidas drásticas para combatirlo. La situación nos ha llevado a adoptar una nueva forma de vida de la que todavía estamos aprendiendo. </p>
<p>A pesar de la gravedad de los cuadros provocados en los adultos y la elevada contagiosidad de la COVID-19, los niños, uno de los focos de preocupación durante esta pandemia, tienen menos tendencia a contagiarse y padecen formas menos graves de la enfermedad. </p>
<p>Sin embargo, la situación generada por la pandemia no les ha dejado indiferentes en lo que a la salud se refiere.</p>
<h2>Menos bronquiolitis y más miedo</h2>
<p>Diversos estudios indican que durante estos meses de pandemia se ha observado una disminución de la actividad asistencial en los servicios hospitalarios de Pediatría. En nuestro centro, el Hospital Universitario Central de Asturias, el número de niños atendidos en Urgencias se redujo en un 46% entre los años 2019 (prepandemia) y 2020 (pandemia). Lo mismo ocurrió con el número de ingresos en planta, que pasaron de 1 113 en 2019 a 699 en 2020. </p>
<p>Otros datos reflejan también menor actividad asistencial pediátrica en otros hospitales españoles, como el <a href="https://www.analesdepediatria.org/es-impacto-pandemia-por-sars-cov-2-asistencia-articulo-S1695403320304562">Hospital Son Espases de Palma de Mallorca</a> o el <a href="https://www.analesdepediatria.org/es-estadisticas-S1695403320302435">Hospital Universitario La Paz de Madrid</a>. Y extranjeros, por ejemplo, en <a href="https://bmcpediatr.biomedcentral.com/articles/10.1186/s12887-020-02303-6">Alemania</a>, <a href="https://www.thelancet.com/journals/lanchi/article/PIIS2352-4642(20)30108-5/fulltext">Italia</a> o <a href="https://pediatrics.aappublications.org/content/147/4/e2020039628">Estados Unidos</a>.</p>
<p>Esta reducción de la asistencia sanitaria en pediatría puede atribuirse a diversas causas. Por un lado, las medidas dirigidas a controlar la expansión de la COVID-19 (uso de mascarilla, lavado de manos y distanciamiento social) han reducido también el contagio de otras enfermedades infecciosas que tradicionalmente afectan a los niños, como pueden ser la gripe o la <a href="https://isanidad.com/180253/ni-rastro-de-bronquiolitis-en-ninos-de-370-ingresos-pediatricos-otras-temporadas-cero-este-ano/">bronquiolitis</a>. Por otro lado, con el confinamiento domiciliario se ha reducido la posibilidad de traumatismos y accidentes en la infancia. </p>
<p>Pero no todo son buenas noticias. La baja disponibilidad de los servicios de atención sanitaria durante la pandemia, unida a una tendencia a evitar visitas a centros sanitarios por miedo al contagio, también podrían haber influido. Estas dos circunstancias, lejos de ser positivas, suponen factores de riesgo para la salud de los niños. Especialmente de aquellos con necesidades especiales. </p>
<h2>La salud mental de los niños</h2>
<p>El temor al contagio, la incertidumbre económica y la falta de relaciones sociales han provocado un incremento de la ansiedad y estrés en la población. La situación aumenta el riesgo de maltrato infantil y de <a href="https://pediatrics.aappublications.org/content/147/4/e2020038489">negligencia en el cuidado de los más pequeños</a>. Con el agravante de que, por el confinamiento, cuesta más identificar los casos por la ausencia de relación con otros familiares o amigos y la limitación del contacto directo con profesionales educativos o incluso sanitarios.</p>
<p>Los factores señalados también pueden ejercer efectos negativos sobre la salud mental de los niños. En unos casos empeorando problemas psicológicos previos y en otros dando origen a trastornos emocionales en niños previamente sanos. Sin ir más lejos, se ha demostrado un aumento de <a href="https://www.aepnya.eu/index.php/revistaaepnya/article/view/355">síntomas depresivos y ansiosos en niños</a> en relación con la reducción de interacción social y la menor realización de actividades fuera de domicilio durante la pandemia. </p>
<p>Por otro lado, el <a href="https://theconversation.com/por-que-es-necesario-cerrar-colegios-y-universidades-para-frenar-el-covid-19-133416">cierre de las escuelas</a> ha impactado notablemente en el rendimiento académico de <a href="https://theconversation.com/por-que-es-tan-importante-que-los-alumnos-de-infantil-vuelvan-a-la-escuela-137774">la población pediátrica</a>. No hay que olvidar que el aprendizaje, especialmente en los primeros años de vida, se basa sobre todo en la imitación, que precisa interacción interpersonal. </p>
<p>Con los métodos educativos a distancia se han perdido también otros aspectos importantes de la formación. Concretamente la <a href="https://theconversation.com/la-pandemia-puede-asestar-un-duro-golpe-a-la-educacion-infantil-153670">regulación emocional</a>, la convivencia con normas y reglas, y el desarrollo de habilidades sociales. </p>
<h2>La obesidad infantil, una preocupación</h2>
<p>Es conocida la mayor tendencia de los niños que permanecen en las ciudades a <a href="https://www.ncbi.nlm.nih.gov/pmc/articles/PMC6857933/">ganar peso durante las vacaciones de verano</a>. Se atribuye a la adopción de un estilo de vida menos saludable con reducción de ejercicio físico, aumento de consumo de alimentos procesados o altamente calóricos, más tiempo de videojuegos y pantallas, ruptura de rutinas, alteraciones de ciclo de sueño, etc. </p>
<p>Estos factores adversos se han reproducido en el confinamiento, lo que ha provocado un <a href="https://www.ncbi.nlm.nih.gov/pmc/articles/PMC7644278/">aumento de la prevalencia de obesidad entre la población infantil</a>, demostrada en varios estudios. </p>
<p>Otros impactos negativos de esta pandemia en la población pediátrica vienen derivados de la separación de los niños de sus seres queridos por medidas de aislamiento domiciliario o ingreso hospitalario. Se observó que confinar a los padres y separarlos de los niños generaba en éstos reacciones ansiosas, tristeza e irritabilidad. </p>
<p>Entre los niños que sufrieron confinamiento, <a href="http://www.revenfermeria.sld.cu/index.php/enf/article/view/3830">uno de cada 4 presentó síntomas depresivos o de ansiedad</a>. Es más, un 30% cumplieron criterios de estrés postraumático. Los niños que se confinaron junto con sus familiares tuvieron menor repercusión psicológica que aquellos que fueron separados de sus padres. </p>
<p>Una encuesta sobre el efecto del confinamiento en los niños reveló que lo que mayoritariamente echaban más de menos era jugar en espacios abiertos y pasar tiempo <a href="https://www.researchgate.net/publication/341184016_LAS_VOCES_DE_LOS_NINOS_Y_DE_LAS_NINAS_EN_SITUACION_DE_CONFINAMIENTO_POR_EL_COVID-19_">con sus amigos y otros familiares</a>. </p>
<p>Asimismo, se mostraron nerviosos y preocupados por la posibilidad de infectar a sus abuelos, con sentimientos de culpa. Se sentían tranquilos y seguros en sus casas pero añoraban pasar tiempo en el exterior y convivir con otros seres queridos. </p>
<p>Podemos concluir que los niños han enfermado de la COVID-19 menos frecuentemente y con formas menos graves que los adultos. Asimismo, las medidas preventivas tomadas para minimizar la propagación del virus han causado secundariamente una disminución de las enfermedades infecciosas pediátricas. </p>
<p>Pero estos datos positivos no deben de hacer olvidar el profundo impacto adverso de la pandemia sobre la salud y el bienestar de los más pequeños.</p><img src="https://counter.theconversation.com/content/158585/count.gif" alt="The Conversation" width="1" height="1" />
<p class="fine-print"><em><span>Las personas firmantes no son asalariadas, ni consultoras, ni poseen acciones, ni reciben financiación de ninguna compañía u organización que pueda obtener beneficio de este artículo, y han declarado carecer de vínculos relevantes más allá del cargo académico citado anteriormente.</span></em></p>Las medidas destinadas a frenar la expansión de la covid-19 redujeron el contagio de enfermedades infecciosas que suelen afectar a los niños, como la bronquiolitis. Pero también han tenido un impacto negativo sobre el bienestar de los más pequeños.Fernando Santos Rodríguez, Catedrático Vinculado de Pediatría, Universidad de OviedoAlicia Pérez Pérez, MIR, Servicio de Salud del Principado de Asturias (SESPA)Sara Delgado Nicolás, Invited User, Servicio de Salud del Principado de Asturias (SESPA)Licensed as Creative Commons – attribution, no derivatives.tag:theconversation.com,2011:article/1588242021-05-04T18:32:13Z2021-05-04T18:32:13ZEs bueno que la pandemia nos haga sentir inseguros<figure><img src="https://images.theconversation.com/files/397035/original/file-20210426-15-1x5tyxr.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=496&fit=clip" /><figcaption><span class="caption">brain</span> <span class="attribution"><a class="license" href="http://creativecommons.org/licenses/by-nc/4.0/">CC BY-NC</a></span></figcaption></figure><p>Solemos vivir como si nada pudiera perturbar nuestras apacibles rutinas. Casi como si tuviéramos el timón de nuestra existencia agarrado con las dos manos. Todo bien, todo tranquilo… hasta que un acontecimiento nos sorprende. ¿Cómo? Con algo que nos quita el sueño: cambios. El mejor ejemplo lo tenemos muy reciente: una pandemia. </p>
<p>Mucho se ha hablado sobre la zona de confort, con especial insistencia de terceros en que salgamos de ahí. Y no es que estuviéramos distraídos por el bienestar, ni mucho menos. Más bien andábamos controlando el timón con una sola mano. Cómodos, despreocupados, en ocasiones egocéntricos. En cierto modo, indolentes ante cualquier oportunidad de evolucionar, de transformar. Más si cabe cuando es necesario un cambio en nuestros hábitos. Cambiar un patrón que hasta el momento, al menos subjetivamente, nos había funcionado tan bien.</p>
<h2>¿Para qué cambiar si me va bien?</h2>
<p>Vamos a expresarlo a modo de titular: el ser humano, en ocasiones, se comporta como un kamikaze de su propia evolución. Lejos de atentar contra la visión positiva de la motivación humana, parece que optamos por quitarle importancia a los beneficios que nos puede aportar afrontar el cambio como una oportunidad de mejora (ganancia), sobrestimando el esfuerzo que puede llevar asociado tal cometido (gasto). </p>
<p>De esto saben mucho los estudiosos del razonamiento humano, plagado de sesgos que lo alejan de los límites de la lógica más formal. Nos envuelven con sentimientos de miedo, porque los cambios no siempre son para mejor. </p>
<p>Volviendo a la cuestión del cambio, imaginemos una conversación de café con Einstein (en una terraza, con mascarilla y distancia de seguridad). Le planteamos nuestra inquietud al respecto: ¿para qué cambiar si me va bien? A lo que nos responde con una de sus frases míticas: “Debes estar dispuesto a renunciar a lo que eres con el fin de convertirte en lo que serás”. </p>
<p>En otras palabras, se trata de apostar por la ganancia, a sabiendas de que el coste no es una pérdida. Es más bien un proceso, una transformación, un aprendizaje. </p>
<h2>Vale, supongamos que decido afrontar el cambio ¿ahora qué?</h2>
<p>De acuerdo, ahora estamos ante una de esas preguntas que no conducen a una respuesta, sino a otros tantos interrogantes. Entonces, ¿tenemos un problema? En realidad, no. Lo más difícil lo hemos superado. Nos quedan solo los límites que nosotros mismos ponemos. Véase al kamikaze que continúa en la dirección contraria o aquel que, embriagado de confort, controla el timón con una sola mano.</p>
<p>Pero, ¿qué ocurre cuando el cambio obedece a circunstancias que escapan de nuestro control? Pongamos que hablamos de una pandemia… En estos casos, se ha observado que es la percepción de amenaza lo que se anticipa, <a href="https://www.mdpi.com/2077-0383/9/4/1196">a modo de avanzadilla</a>). De ese modo, va minando nuestra seguridad, incluso nuestra salud mental. </p>
<p>Recientemente, se han obtenido datos científicos que estudian la percepción de amenaza <a href="https://journals.plos.org/plosone/article?id=10.1371/journal.pone.0235305">ante la COVID-19</a>). Concretamente, se ha visto que tiene <a href="https://onlinelibrary.wiley.com/doi/full/10.1111/inm.12841">efectos sobre síntomas somáticos, ansiedad e insomnio, disfunción social y depresión</a>. Entonces, antes de plantar el olivo, ¿estaríamos preparando la aceitera? Quizás, simplemente, nos afanamos en arar la tierra oportunamente para la siembra.</p>
<p>Como seres humanos, necesitamos digerir las cosas que nos pasan. Esto es un proceso inherente al cambio. Cuántas veces habremos oído decir eso de “Tienes que ser positivo”. Que, como discurso motivacional al uso, está bien. Pero, por favor, huyamos del optimismo ingenuo e ilusorio, porque adormece la alerta. Una alerta necesaria para reajustar, tomar decisiones y dar respuestas adaptativas ante los cambios.</p>
<h2>Emocional o cognitivo-conductual</h2>
<p>No somos el protagonista de una conocida serie, que lanza una moneda al aire cuando debe tomar una decisión. Aunque tampoco sería el caso. Porque en la capacidad de adaptación al cambio necesitamos echar mano de ambas caras de la moneda. </p>
<p>Una cara es emocional, relacionada con la angustia y el malestar que pueden aparecer ante los cambios. Y una cara cognitivo-conductual, relacionada con la capacidad para <a href="https://www.mdpi.com/1660-4601/17/15/5612">controlar, gestionar y actuar ante distintas situaciones</a>). </p>
<p>Las emociones nos acompañan y forman parte del proceso cuando tomamos decisiones. Por tanto, influyen en las acciones que finalmente llevamos a cabo. </p>
<p>Así, a falta de receta universal, hacemos algunas sugerencias para una adaptación saludable: </p>
<ol>
<li><p>Aceptar lo desconocido como una oportunidad. Un reto para mejorar.</p></li>
<li><p>Enfrentar los cambios de frente, sin miedo. Manejar el timón con ambas manos.</p></li>
<li><p>Saber reconocer las emociones y cómo nos pueden ayudar.</p></li>
<li><p>Pensar de forma abierta. Dejar hueco libre a nuevas alternativas. </p></li>
<li><p>Mantener el estado de alerta. Tener claro qué es lo que podemos controlar y lo que no. Aquello que no controlamos, no debería preocuparnos.</p></li>
</ol>
<p>Por tanto, ¿qué tal si nos saltamos el lanzamiento de moneda? En su lugar, ¡podemos hacerla girar! Que nos muestre todas las opciones posibles. Nuestras virtudes y fortalezas, pero también las debilidades. De ese modo, podemos afrontar el cambio con un optimismo realista.</p><img src="https://counter.theconversation.com/content/158824/count.gif" alt="The Conversation" width="1" height="1" />
<p class="fine-print"><em><span>Las personas firmantes no son asalariadas, ni consultoras, ni poseen acciones, ni reciben financiación de ninguna compañía u organización que pueda obtener beneficio de este artículo, y han declarado carecer de vínculos relevantes más allá del cargo académico citado anteriormente.</span></em></p>En una pandemia como la que vivimos, inevitablemete percibimos los cambios como amenaza. Cierto nivel de alerta, lejos de ser contraproducente, puede ayudarnos a reajustar, tomar decisiones y dar respuestas adaptativas.María del Carmen Pérez-Fuentes, Profesora Titular de Universidad, Universidad de AlmeríaJosé Jesús Gázquez Linares, Catedrático de Psicología Evolutiva, Universidad de AlmeríaMaría del Mar Molero Jurado, Profesora Titular en el Departamento de Psicología, Universidad de AlmeríaLicensed as Creative Commons – attribution, no derivatives.tag:theconversation.com,2011:article/1539352021-03-04T21:57:59Z2021-03-04T21:57:59Z¿Qué personas requieren más apoyo social en esta situación de crisis sanitaria?<figure><img src="https://images.theconversation.com/files/385670/original/file-20210222-21-pspyt9.jpg?ixlib=rb-1.1.0&rect=7%2C14%2C4985%2C3308&q=45&auto=format&w=496&fit=clip" /><figcaption><span class="caption">
</span> <span class="attribution"><a class="source" href="https://www.shutterstock.com/editor/image/help-concept-hands-reaching-out-each-1698491380">Shutterstock / Bignai</a></span></figcaption></figure><p>La actual crisis asociada al coronavirus ha impuesto en todas las sociedades un forzoso distanciamiento social, con el <a href="https://www.researchgate.net/publication/340476408_COVID-19_and_Importance_of_Social_Distancing">propósito de atajar la progresión de la infección</a>. </p>
<p>El término consensuado para acuñar esta medida de seguridad sanitaria alberga connotaciones profundas. <a href="https://www.ncbi.nlm.nih.gov/pmc/articles/PMC7213540/">Sugiere algo más que una simple separación física</a>. Subraya, implícitamente, la ruptura entre el individuo y sus relaciones interpersonales.</p>
<p>La soledad es un sentimiento muy complejo. No se reduce al número de personas que nos rodean, sino que depende del <a href="https://www.researchgate.net/publication/257664378_The_Relationship_Between_Social_Support_Loneliness_and_Subjective_Well-Being_in_a_Spanish_Sample_from_a_Multidimensional_Perspective">tamiz de la percepción subjetiva</a>. Su impacto potencial sobre la vida emocional <a href="https://www.researchgate.net/publication/337272497_Social_Anxiety_Loneliness_and_the_Moderating_Role_of_Emotion_Regulation">puede ser demoledor</a>. De hecho, constituye uno de los resortes explicativos más importantes para entender el <a href="https://www.researchgate.net/publication/341047521_Social_isolation_in_Covid-19_The_impact_of_loneliness">creciente sufrimiento psicológico que se aprecia en la población</a>.</p>
<p>Existe abundante información sobre la íntima asociación entre la <a href="https://www.researchgate.net/publication/338344539_Problems_of_Loneliness_and_Its_Impact_on_Health_and_Well-_Being">soledad y el bienestar</a>, así como sobre su contribución a la aparición de <a href="https://jaacap.org/article/S0890-8567(20)30337-3/pdf">trastornos de ansiedad</a> y del <a href="https://www.researchgate.net/publication/15992650_Relation_between_loneliness_and_depression_A_structural_equation_analysis">estado de ánimo</a>. </p>
<p>También empiezan a brotar investigaciones que postulan su papel en el <a href="https://www.researchgate.net/publication/49852657_Does_loneliness_mediate_the_stress-sleep_quality_relation_The_Hordaland_Health_Study">insomnio</a>, la <a href="https://www.researchgate.net/publication/344612897_Mental_Well-Being_Depression_Loneliness_Insomnia_Daily_Life_Fatigue_during_COVID-19_Related_Home-Confinement-A_Study_from_Poland">fatiga</a> y la <a href="https://journals.sagepub.com/doi/full/10.1177/0020764020922269">violencia relacional</a> durante este periodo crítico.</p>
<p>Por eso, ante una situación tan demandante como la actual, el apoyo social se alza como un elemento clave, pues es bien conocido <a href="https://www.researchgate.net/publication/7494668_Coping_in_Context_The_Role_of_Stress_Social_Support_and_Personality_in_Coping">su efecto como mediador entre el estrés y numerosos problemas psicológicos</a>. En este artículo exploraremos por qué ciertas personas pueden requerir más apoyo que otras en el contexto en que vivimos.</p>
<h2>La necesidad de apoyo social durante la crisis</h2>
<p>Existen una serie de grupos sociales particularmente vulnerables ante las imposiciones de la crisis sanitaria. En todos los casos que se indicarán, disponer de una buena red de apoyo social puede impactar positivamente en la salud física y emocional, minimizando cualquier riesgo inherente a la soledad indeseada.</p>
<p>Destacan, en primer lugar, quienes padecen enfermedades graves o crónicas, <a href="https://www.researchgate.net/publication/340752977_The_Impact_of_the_COVID-19_Pandemic_on_Cancer_Patients">físicas</a> o <a href="https://www.researchgate.net/publication/340044242_Patients_with_mental_health_disorders_in_the_COVID-19_epidemic">mentales</a>, y que durante estos últimos meses han visto acentuada la incertidumbre sobre su salud. </p>
<p>También los cuidadores informales de personas dependientes <a href="https://www.researchgate.net/publication/346205616_Care_in_times_of_COVID-19_The_impact_of_the_pandemic_on_informal_caregiving_in_Austria">evidencian necesidades adicionales de soporte</a>. Estas se suman a las que se desprenden de sus ya arduas responsabilidades en condiciones ordinarias. </p>
<p>Además, los <a href="https://www.revistapcna.com/sites/default/files/010_0.pdf">adolescentes </a>y las <a href="https://www.researchgate.net/publication/344249254_Impact_of_COVID-19_on_the_elderly">personas mayores</a> pueden padecer más intensamente el impacto del aislamiento. Este último colectivo es probablemente el que requiere más apoyo del entorno. De hecho, existen sólidas evidencias de que tal situación acentúa su <a href="https://www.researchgate.net/publication/340635052_The_effects_of_isolation_on_the_physical_and_mental_health_of_older_adults">declive físico y cognitivo</a> (o que incluso puede <a href="https://www.researchgate.net/publication/328674577_The_relation_between_social_isolation_and_increasing_suicide_rates_in_the_elderly">contribuir a la irrupción de ideas suicidas</a>).</p>
<p>Asimismo, es esencial destacar que el aislamiento <a href="https://www.researchgate.net/publication/341809085_Domestic_violence_in_the_COVID-19_pandemic_a_forensic_psychiatric_perspective">ha incrementado los niveles de violencia interpersonal</a>. Esto facilita la aparición de conflictos relacionales de diferente naturaleza y magnitud. De tal forma, quienes en este contexto han padecido agresiones en cualquiera de sus formas, precisan un especial apoyo social. El objetivo es minimizar sus resonancias futuras sobre la salud.</p>
<p>Por último, no debemos olvidar a los <a href="https://www.researchgate.net/publication/341750609_Social_support_and_mental_health_among_health_care_workers_during_Coronavirus_Disease_2019_outbreak_A_moderated_mediation_model">profesionales sanitarios</a> y a las <a href="https://www.researchgate.net/publication/339881070_COVID-19_a_potential_public_health_problem_for_homeless_populations">personas que viven en situación de exclusión social</a>, pues hoy más que nunca requieren el apoyo de todos.</p>
<h2>No todos necesitamos apoyo social en igual medida</h2>
<p>Una vez reseñados los grupos que requieren mayor apoyo social, es prioritario señalar que no todos los individuos lo necesitan de igual manera (con independencia de que pertenezcan o no a los citados colectivos). </p>
<p>Existen una serie de dimensiones de personalidad, estilos cognitivos y estrategias de afrontamiento que modulan nuestras necesidades sociales. Algunos de los ellos serán abordados en esta sección. En líneas generales, la confluencia de dimensiones estructurales y de factores individuales articularía el eje sobre el cual orbitarán las necesidades de apoyo social en estos momentos de crisis.</p>
<p>En primer lugar, las personas con dificultad para regular sus emociones <a href="https://www.researchgate.net/publication/344769724_Emotion_Regulation_and_Wellbeing_A_Cross-Cultural_Study_During_the_COVID-19_Outbreak">tienen una mayor necesidad de apoyo social</a>. Sobre todo, de tipo afectivo. Esta problemática (<a href="https://www.researchgate.net/publication/221763565_Emotion_regulation_and_mental_health_Recent_findings_current_challenges_and_future_directions">compartida por numerosos trastornos mentales</a>) se expresa en forma de intolerancia a los sentimientos que se juzgan subjetivamente como difíciles. Además, suele acompañarse de intentos por evitar las situaciones asociadas a ellos. </p>
<p>Dado que la soledad de esta crisis es difícilmente eludible, existe el riesgo de que evolucione hacia una <a href="https://www.researchgate.net/publication/340298620_Hopelessness_helplessness_and_resilience_The_importance_of_safeguarding_our_trainees'_mental_wellbeing_during_the_COVID-19_pandemic">nociva sensación de indefensión</a>.</p>
<p>En la literatura científica también se describen determinados estilos de procesamiento cognitivo que precipitan una mayor necesidad de apoyo. El que ha recibido más atención es la <a href="https://core.ac.uk/download/pdf/38902703.pdf">dependencia de campo</a>. Esta se atribuye a quienes analizan la información del ambiente de una manera general u holística (no deteniéndose en los detalles que componen el estímulo perceptivo). Se considera que quienes lo ostentan tienden a <a href="https://onlinelibrary.wiley.com/doi/pdf/10.1002/j.2333-8504.1976.tb01098.x">buscar ayuda social con más ahínco que los independientes de campo</a>.</p>
<p>En lo relativo a la personalidad, se sabe que los sujetos con elevada extraversión (uno de los rasgos con mayor respaldo empírico) <a href="https://www.researchgate.net/publication/267396388_Extraversion_and_Agreeableness_Divergent_Routes_to_Daily_Satisfaction_With_Social_Relationships">tienden a socializar en mayor medida que quienes son más introvertidos</a>. </p>
<p>Esta dinámica de aproximación social <a href="https://www.researchgate.net/publication/224286053_Neuroticism_extraversion_emotion_regulation_negative_Affect_and_positive_affect_The_mediating_roles_of_reappraisal_and_suppression">se vincula con emociones agradables</a> en condiciones normales. Sin embargo, puede revertirse tal efecto <a href="https://www.researchgate.net/publication/343192246_Did_Social_Connection_Decline_During_the_First_Wave_of_COVID-19_The_Role_of_Extraversion">cuando las relaciones personales se hallan profundamente restringidas</a>. </p>
<p>Respecto a las estrategias de afrontamiento, destaca fundamentalmente la que se conoce como actitud <a href="https://theconversation.com/la-resiliencia-una-esperanza-de-futuro-152866">resiliente</a>. Se trata de una forma general de afrontar la adversidad existencial, una fortaleza humana que <a href="https://www.researchgate.net/publication/343765606_Resilience_COVID-19-related_stress_anxiety_and_depression_during_the_pandemic_in_a_large_population_enriched_for_healthcare_providers">permite extraer aprendizajes significativos</a> en los momentos de mayor dificultad. </p>
<p>Cuando la resiliencia es deficiente existe un riesgo acentuado de padecer trastornos derivados del estrés. Ello supone un factor de vulnerabilidad que <a href="https://bmcpsychiatry.biomedcentral.com/articles/10.1186/s12888-020-03012-1">puede suavizarse con apoyo social</a>. </p>
<p>Por último, el desconocimiento sobre el uso de las nuevas tecnologías (redes sociales, sistemas de mensajería, videoconferencias, etc.), como estrategias de afrontamiento dirigidas a compensar la ausencia de contacto “cara a cara”, <a href="https://www.researchgate.net/publication/343330514_How_communication_technology_helps_mitigating_the_impact_of_COVID-19_pandemic_on_individual_and_social_wellbeing_Preliminary_support_for_a_compensatory_social_interaction_model">puede ser también una variable muy importante a considerar</a>.</p>
<p>En conclusión, todas las personas necesitamos la cercanía de otros, en mayor o menor medida, y especialmente el apoyo emocional que los demás nos pueden brindar. No obstante, es esencial ser más sensibles a las necesidades individuales de quienes pudieran precisarlo considerablemente, con el objetivo de tender puentes que minimicen las resonancias psicológicas del actual distanciamiento social.</p><img src="https://counter.theconversation.com/content/153935/count.gif" alt="The Conversation" width="1" height="1" />
<p class="fine-print"><em><span>Joaquín Mateu Mollá no recibe salario, ni ejerce labores de consultoría, ni posee acciones, ni recibe financiación de ninguna compañía u organización que pueda obtener beneficio de este artículo, y ha declarado carecer de vínculos relevantes más allá del cargo académico citado.</span></em></p>Existen grupos que son especialmente vulnerables a situaciones de crisis. Pero hay, también, una serie de dimensiones de personalidad, estilos cognitivos y estrategias de afrontamiento que son clave.Joaquín Mateu Mollá, Profesor Adjunto en Universidad Internacional de Valencia, Doctor en Psicología Clínica, Universidad Internacional de ValenciaLicensed as Creative Commons – attribution, no derivatives.tag:theconversation.com,2011:article/1518542020-12-28T19:15:50Z2020-12-28T19:15:50ZTécnicas de relajación para hacer frente a la pandemia<figure><img src="https://images.theconversation.com/files/376605/original/file-20201224-23-mdtda4.jpg?ixlib=rb-1.1.0&rect=0%2C0%2C4187%2C2791&q=45&auto=format&w=496&fit=clip" /><figcaption><span class="caption">
</span> <span class="attribution"><a class="source" href="https://www.shutterstock.com/es/image-photo/ecofriendly-sustainable-face-mask-woman-wearing-1802583382">Shutterstock / Maridav</a></span></figcaption></figure><p>Desde que el virus covid-19 empezó a expandirse por todo el mundo, <a href="https://globalizationandhealth.biomedcentral.com/articles/10.1186/s12992-020-00589-w">varios estudios internacionales</a> han descrito la ansiedad que vive la población, tanto por el temor a la infección como por el confinamiento, el distanciamiento social y la incertidumbre. </p>
<p>Según la Asociación Americana de Trastornos de Ansiedad y la Sociedad Española para el Estudio de la Ansiedad y el Estrés, la relajación es una intervención no farmacológica que ayuda a combatir la ansiedad. </p>
<p>Las técnicas de relajación producen sentimientos de tranquilidad y bienestar, mejoran la higiene del sueño, combaten el insomnio, fortalecen el sistema inmune y aumentan la <a href="https://www.cochranelibrary.com/cdsr/doi/10.1002/14651858.CD009514.pub2/full">capacidad de hacer frente al estrés</a>. Además, aumentan el nivel de energía, los pensamientos positivos y la creatividad y ayudan a crear una imagen positiva de sí mismo. </p>
<h2>¿Qué técnica utilizo?</h2>
<p>Las técnicas de relajación más conocidas son la relajación progresiva de Jacobson, las técnicas de respiración, las visualizaciones y el entrenamiento autógeno de Schultz.</p>
<p>Mediante la <a href="http://revistas.unife.edu.pe/index.php/avancesenpsicologia/article/view/1795">relajación progresiva de Jacobson</a> consiste en tensar y a relajar diferentes grupos musculares del cuerpo. Con ella, se logra un estado de relajación muscular que se extiende a todo el cuerpo y se convierte pronto en psicológica.</p>
<p>La <a href="https://www.intechopen.com/books/effects-of-stress-on-human-health/deep-diaphragmatic-breathing-a-portable-intervention-for-stress-reduction-among-university-students">respiración abdominal o diafragmática</a> consiste en aprovechar el espacio vacío que deja el abdomen al expandirse hacia delante para ensanchar los pulmones, ya que el diafragma tiende a ir hacia abajo en esa expansión. </p>
<p>Los beneficios de este método son múltiples: proporciona más energía, mejora la digestión y el aspecto de la piel, ayuda a controlar las emociones, reduce la fatiga y mejora los síntomas de ansiedad.</p>
<p>Las técnicas de visualización consisten en la formación de imágenes mentales relacionadas con emociones positivas, que acaban llevando el cuerpo y la mente a un estado profundo de relajación. </p>
<p>El entrenamiento autógeno de Schultz consiste en seis ejercicios de concentración pasiva en las sensaciones naturalmente producidas por el propio cuerpo. Este método de “auto relajación concentrativa”, clásico de la medicina psicosomática y la psicología clínica europea, disminuye la reactividad al estrés, mejora la estabilidad emocional, reduce la ansiedad tanto de rasgo como de estado y aumenta la sensación de control personal. </p>
<p>Actualmente se considera un método de meditación o <em>mindfulness</em> no budista, capaz de facilitar el desarrollo personal y de aumentar la resistencia al estrés y la firmeza ante las crisis emocionales. </p>
<p>Es fundamental tener en mente estas técnicas de relajación durante el periodo de pandemia, dado que los datos demuestran que la salud mental se está viendo alterada en todos los grupos de población, con características especificas dependiendo su etapa evolutiva.</p>
<h2>La nueva normalidad en la infancia y la adolescencia</h2>
<p>Los niños y niñas se han topado con las nuevas medidas de seguridad, con muchos cambios, como el confinamiento y el cierre de las escuelas, y han tenido que hacer frente a la presión creada por la pandemia. Muchos de ellos han mostrado emociones negativas como ansiedad o miedo. </p>
<p>La población <a href="https://theconversation.com/como-afecta-emocionalmente-a-los-adolescentes-la-crisis-del-coronavirus-149770">adolescentes</a> también han demostrado ser una de las poblaciones más vulnerables debido a la edad. Se encuentran en una etapa evolutiva donde los compañeros y las compañeras se vuelven más importantes. </p>
<p>Han sufrido cambios en la rutina y altos niveles de estrés y ansiedad caracterizada por sentimientos de catástrofe o inminente peligro, sentimientos de riesgo, tensión, inseguridad y sufrimiento.</p>
<p>Por eso, es importante implantar en las escuelas e institutos métodos que les ayuden a hacer frente a esta situación que podría crear emociones negativas e incertidumbre. </p>
<p>Los <a href="https://luisderivera.com/wp-content/uploads/2020/12/at-school-children.pdf">efectos de la relajación autógena</a>, han sido demostrados en niños y niñas de 6 a 16 años. Los menores que la practican no sólo mejoran su rendimiento académico sino también su autonomía, concentración, habilidades de aprendizaje y creatividad. </p>
<p>Además, es una herramienta exitosa para la medicina preventiva. Por ello, es importante entrenar al profesorado en la aplicación de este método u otros de relajación para implantarlo en las escuelas. </p>
<p>Las técnicas de relajación pueden ayudar a que los niños y niñas sufran menos el impacto emocional que está causando la pandemia. Los colegios e institutos pueden ser lugares adecuados para realizar esta práctica. No se debe olvidar que la escuela no debe sólo promocionar educación académica, sino que también es esencial la educación emocional para el desarrollo adecuado en la infancia y en la adolescencia. </p>
<h2>La vida universitaria</h2>
<p>El alumnado universitario también ha sufrido sintomatología psicológica durante la pandemia. Esta situación se ha podido agravar por el estrés al que están sometidos por los propios estudios, vinculados a las nuevas metodologías de recepción de clases y tecnologías de la información y la comunicación. </p>
<p>En un <a href="https://www.frontiersin.org/articles/10.3389/fpsyg.2020.02038/full">estudio experimental</a> realizado por las autoras del presente artículo se probó la eficacia de las técnicas de relajación, incluido el entrenamiento autógeno, para aliviar la ansiedad relacionada con la covid-19 en jóvenes estudiantes universitarios del País Vasco. </p>
<p>En las universidades también es esencial promocionar ayuda emocional al alumnado puesto que están mostrando alta sintomatología psicológica. La enseñanza de técnicas de relajación pueden ser eficaces para amortiguar el impacto emocional que están sufriendo.</p>
<h2>La relajación en la edad adulta</h2>
<p>Nuestro equipo también ha realizado un estudio con personas adultas que practican regularmente la relajación autógena para estudiar su respuesta ante la pandemia. </p>
<p>Las personas encuestadas muestran baja ansiedad ante el riesgo de infección por covid-19 y consideran que la práctica el entrenamiento autógeno, cuyas técnicas están recogidas en el <a href="https://luisderivera.com/autogenics-3-0-la-nueva-via-al-mindfulness-y-la-meditacion/">libro</a> <em>Autogenics 3.0. La Nueva Via al Mindfulness y la Meditación</em>, les ayuda grandemente a mantener el equilibrio emocional y la salud física. </p>
<p>Además, <a href="http://www.cucs.udg.mx/noticias/archivos-de-noticias/es-empleada-la-tecnica-de-meditacion-modificada-autogenics-para">mejora su capacidad empática</a> para entender y relacionarse con los demás, una cualidad muy necesaria en estos tiempos de ansiedad generalizada. </p>
<p>Por lo tanto, en estos tiempos en los que la prisa y la productividad priman sobre la serenidad y el cultivo de sí mismo, no debemos olvidar que es esencial cuidar la salud mental. </p>
<p>La práctica de relajación diaria ayudará a prevenir no sólo problemas mentales sino también físicos, incluso a prevenir un mal pronóstico de enfermedad por la covid-19, gracias a la disminución de la reactividad al estrés y la consiguiente potenciación de las defensas inmunológicas.</p>
<p>Actualmente, el estudio sigue en marcha con población general y <a href="https://docs.google.com/forms/d/e/1FAIpQLSd02K9yO3cXT1-Hqjld7-S_T6j0i87X5v8qZWbVj6hZh9CtVQ/viewform?usp=sf_link">se puede participar</a> en él.</p><img src="https://counter.theconversation.com/content/151854/count.gif" alt="The Conversation" width="1" height="1" />
<p class="fine-print"><em><span>Amaia Eiguren Munitis es miembro del grupo de investigación consolidado KideOn (EHU/UPV)</span></em></p><p class="fine-print"><em><span>Maitane Picaza es miembro del grupo de investigación consolidado KideOn (EHU/UPV)</span></em></p><p class="fine-print"><em><span>Leonor de Rivera Monterrey, Luis de Rivera, María Dosil-Santamaría y Naiara Ozamiz Etxebarria no reciben salarios, ni ejercen labores de consultoría, ni poseen acciones, ni reciben financiación de ninguna compañía u organización que pueda obtener beneficio de este artículo, y han declarado carecer de vínculos relevantes más allá del puesto académico citado.</span></em></p>Muchos estudios han descrito la ansiedad que está viviendo la población durante la pandemia. Las técnicas de relajación aquí descritas pueden ayudar a reducir la ansiedad y a cuidar la salud mental.Naiara Ozamiz Etxebarria, Profesora adjunta en el Departamento de Psicología Evolutiva y de la Educación de la Facultad de Educación, Universidad del País Vasco / Euskal Herriko UnibertsitateaAmaia Eiguren Munitis, Docente asociada del Departamento de Teoría e Historia de la Educación de la Facultad de Educación, Universidad del País Vasco / Euskal Herriko UnibertsitateaLeonor de Rivera Monterrey, Psicóloga, Universidad Complutense de MadridLuis de Rivera, Prof. de investigación, departamento de psiquiatria, Universidad Autónoma de Madrid, Universidad Autónoma de MadridMaitane Picaza Gorrotxategi, Doctora en educación, Departamento de Didáctica y Organización Escolar, Universidad del País Vasco / Euskal Herriko UnibertsitateaMaría Dosil-Santamaría, profesora laboral interina en el Departamento de Métodos de investigación y diagnóstico de educación, Universidad del País Vasco / Euskal Herriko UnibertsitateaLicensed as Creative Commons – attribution, no derivatives.tag:theconversation.com,2011:article/1415012020-07-01T19:33:29Z2020-07-01T19:33:29Z¿Nos deja secuelas el confinamiento?<figure><img src="https://images.theconversation.com/files/344517/original/file-20200629-155353-c72lw3.jpg?ixlib=rb-1.1.0&rect=0%2C0%2C4891%2C3253&q=45&auto=format&w=496&fit=clip" /><figcaption><span class="caption">
</span> <span class="attribution"><a class="source" href="https://www.shutterstock.com/es/image-photo/worried-woman-looking-through-window-home-1679138221">Shutterstock / Pearl PhotoPix</a></span></figcaption></figure><p>El pasado 11 de marzo de 2020, ante los elevados casos de contagio del nuevo coronavirus SARS-CoV-2, causante de la COVID-19, la Organización Mundial de la Salud (OMS) declaró una pandemia mundial. Arrancaba así el reto más importante al que se ha enfrentado nuestra sociedad en los últimos 75 años. Después de todo, desde la Segunda Guerra Mundial no se vivía una situación dramática como esta que afectara a todos los países del mundo.</p>
<p>Para poder evaluar cómo ha afectado a nivel psicológico el confinamiento al que hemos sido sometidos para controlar el contagio, un grupo de 80 investigadores internacionales de más de 40 universidades de todo el mundo hemos puesto en marcha PSY-COVID. Se trata de un estudio de investigación para conocer los <a href="https://theconversation.com/afecta-el-aislamiento-a-nuestro-cerebro-136027">efectos psicosociales</a> de la pandemia de COVID-19 y mejorar la prevención de su contagio ante futuros rebrotes. Y supone un esfuerzo de colaboración científica extraordinario, como corresponde a una situación extraordinaria.</p>
<p>Según el primer análisis de los resultados, en torno al 35% de la población española estaría en riesgo de sufrir o habría presentado síntomas de ansiedad o depresión, siendo las mujeres y las personas más jóvenes las más afectadas.</p>
<h2>Una base de datos mundial y abierta</h2>
<p>Los objetivos de PSY-COVID se pueden resumir brevemente. Para empezar, nos proponemos crear una gran base de datos mundial sobre los efectos psicológicos y el comportamiento de las personas durante la pandemia de COVID-19. Y lo que es más importante: una vez elaborada, esa base de datos se pondrá a disposición de toda la comunidad científica y de las autoridades sanitarias. El fin no es otro que facilitar un mejor foco de intervención y acompañamiento, tanto a la población en general como grupos de riesgo, ante futuras crisis similares en cualquier lugar del mundo.</p>
<p>Nuestra base de datos en abierto permitirá a equipos de investigación y autoridades sanitarias de todo el mundo analizar con una métrica común internacional los efectos psicológicos de las medidas de restricción de movilidad que han adoptado la gran mayoría de países para intentar controlar el contagio del coronavirus SARS-CoV-2. </p>
<h2>El problema de usar métricas diferentes</h2>
<p>Usar una métrica común es importante porque existe una gran disparidad aparente en la prevalencia de trastornos de ansiedad o depresión por países. En algunos, las cifras oficiales hablan de que se supera el <a href="https://www.theworldofchinese.com/2020/02/counseling-during-coronavirus/">40% en trastorno de ansiedad y el 10% en el trastorno de depresión</a>, como es el caso de la región china de Wuhan (epicentro del contagio). En otros países, por el contrario, apenas se han apreciado cambios en la salud mental de la población en relación a estudios previos a la pandemia, como es el caso del Reino Unido. </p>
<p>Países como Argentina y <a href="https://tribuna.ucm.es/revcul/tribunacomplutense/doc24997.pdf">España</a> quedarían en un lugar intermedio, con un 10% al 20% de incidencia de trastornos de ansiedad. Estas cifras suponen un aumento significativo en relación a los estudios previos a la pandemia, pero sin llegar a las tasas extraordinarias de China. </p>
<p>No está claro si esta disparidad se debe a un efecto diferencial de las distintas medidas de restricción de movilidad a las que ha estado sometida la población de cada país (más duras y súbitas en China que en Argentina o España, o más laxas y progresivas como en el caso del Reino Unido). O si, más bien, se trata de que en cada país se está empleando una metodología de evaluación diferente. Uno de los objetivos del estudio PSY- COVID es, precisamente, despejar esas dudas. </p>
<p>Asimismo, el estudio pretende identificar los colectivos que han padecido los efectos con más dureza, entre los que estudios preliminares <a href="https://jamanetwork.com/journals/jamanetworkopen/fullarticle/2763229">sitúan al personal sanitario y las personas con patologías previas</a> y <a href="https://www.thelancet.com/journals/lanpsy/article/PIIS2215-0366(20)30090-0/fulltext">cuadros psiquiátricos</a> con cuadros más severos de la enfermedad. En ambos parece haber un aumento de prevalencia de trastorno por estrés agudo o de trastorno por estrés postraumático. También son de interés el personal docente, las personas con diversidad funcional, <a href="https://blog.scielo.org/wp-content/uploads/2020/04/1678-4464-csp-36-04-e00054020.pdf">las personas con enfermedades crónicas</a>, población migrante, población desplazada y víctimas de violencia de género.</p>
<p>Con el objetivo de que se pueda hacer un seguimiento de los datos del estudio en <em>streaming</em>, el equipo de investigación ha desarrollado <a href="https://docs.google.com/spreadsheets/d/1GIy4o7LSYiNo1i-tszitC1i8UTzYoRFFIMlBCdh9K4k/edit?usp=sharing">un contador mundial</a> donde se puede consultar el número de respuestas a tiempo real por idiomas y por países que participan en el estudio. </p>
<h2>Primeros resultados</h2>
<p>Los resultados obtenidos tras la primera evaluación (mayo 2020), que se derivan de una muestra de más 7.000 personas que han residido en España durante los dos meses que han durado las medidas más restrictivas de movilidad, muestran que la pandemia ha tenido un impacto psicosocial considerable en buena parte de la población.</p>
<p>Como ya adelantábamos, el primer análisis de los resultados indica que en torno al 35% de la población española estaría en riesgo de sufrir o habría presentado síntomas de ansiedad o depresión (lo cual no quiere decir que hayan desarrollado necesariamente el trastorno). Las mujeres y las personas más jóvenes serían las más afectadas. </p>
<p>Del estudio se desprende asimismo que tener unos hábitos de sueño estables se asocia con niveles más bajos de ansiedad y depresión, y con una mayor capacidad de adaptación a los cambios. </p>
<p>Por otro lado, se ha observado que alrededor del 40% de las personas encuestadas ha obtenidos altos valores en <a href="https://www.sciencedirect.com/science/article/pii/S0924977X20301322">resiliencia (resistencia ante las adversidades de la vida)</a>. Estos resultados dan pie a pensar que, aunque la pandemia esté afectando negativamente a la salud mental en algunas personas, buena parte de la población se está adaptando a la situación de manera satisfactoria y ha salido fortalecida.</p>
<p>En suma, los resultados preliminares ya permiten empezar a identificar algunos de los grupos de población (mujeres jóvenes) en los cuales el impacto psicosocial ha sido más intenso, así como cuáles son los factores individuales y del contexto que juegan un papel más relevante en la vulnerabilidad ante trastornos mentales, o bien aquellos que protegen y mejoran la adaptación a circunstancias adversas.</p>
<h2>¿Nos ha afectado la pandemia de forma homogénea o desigual?</h2>
<p>Cuando el estudio concluya y proporcione información acerca del impacto psicosocial de COVID-19 en más de 20 países –obtenidos con un mismo modelo de encuesta–, será posible determinar si la pandemia está afectando de forma homogénea o desigual a personas de distintas partes del mundo. Algo que no es posible en la mayoría de estudios actuales, que emplean instrumentos de evaluación psicológica diferentes difíciles de comparar. </p>
<p>Esto permitirá analizar cómo han afectado las medidas adoptadas por cada gobierno o administración pública. Pero también el impacto las diferencias socioculturales de cada país a la capacidad de las personas para adaptarse y afrontar la situación actual. Dos aspectos clave para prevenir situaciones similares en futuras pandemias.</p><img src="https://counter.theconversation.com/content/141501/count.gif" alt="The Conversation" width="1" height="1" />
<p class="fine-print"><em><span>Las personas firmantes no son asalariadas, ni consultoras, ni poseen acciones, ni reciben financiación de ninguna compañía u organización que pueda obtener beneficio de este artículo, y han declarado carecer de vínculos relevantes más allá del cargo académico citado anteriormente.</span></em></p>Según los primeros resultados del estudio PSY-COVID, el 35% de la población española estaría en riesgo de sufrir o habría presentado síntomas de ansiedad o depresión como consecuencia de la pandemia.Daniel López Fernández, Associate Professor. Facultad de Ciencias de la Salud. Grupo de Investigación en Rendimiento Humano, Ejercicio Físico y Salud, Universidad de Las Palmas de Gran CanariaAntoni Sanz, Profesor Agregado en Psicología Básica y en Psicología de la Salud. Grupo de Investigación en Estrés y Salud (GIES), Universitat Autònoma de BarcelonaLicensed as Creative Commons – attribution, no derivatives.tag:theconversation.com,2011:article/1367012020-04-19T20:08:41Z2020-04-19T20:08:41ZCOVID-19: ¿Es la promoción de curso un regalo o una solución emocional?<figure><img src="https://images.theconversation.com/files/328948/original/file-20200419-152607-s702r9.jpg?ixlib=rb-1.1.0&rect=0%2C426%2C4962%2C2896&q=45&auto=format&w=496&fit=clip" /><figcaption><span class="caption">
</span> <span class="attribution"><a class="source" href="https://www.shutterstock.com/es/image-photo/three-kids-two-school-boys-toddler-1692422644"> Romrodphoto / Shutterstock</a></span></figcaption></figure><p>Ante la crisis sanitaria, social, económica y emocional que ha generado el coronavirus, las autoridades de los países más afectados como Italia y España han puesto encima de la mesa <a href="https://www.educacionyfp.gob.es/prensa/actualidad/2020/04/20200415-sectorial.html">la propuesta del aprobado general</a>. </p>
<p>En Italia, el Consejo de Ministros lo concedió el pasado 6 de abril a través de un decreto <a href="http://www.trovanorme.salute.gov.it/norme/dettaglioAtto?id=73835">publicado dos días después</a> que garantiza que todos los estudiantes pasarán de curso con el fin de terminar con éxito el año escolar 2019-2020.</p>
<p>En España, <a href="https://www.europapress.es/sociedad/educacion-00468/noticia-sindicato-estudiantes-exige-aprobado-general-cancelacion-todos-examenes-curso-20200406130835.html">el sindicato de estudiantes CANAE pidió al Consejo Escolar el aprobado general</a> el mismo 6 de abril, apelando a causas de igualdad. Desde entonces, se ha generado bastante confusión con lo que significa el concepto “aprobado general”. </p>
<h2>¿Aprobado general o paso de curso?</h2>
<p>Por ejemplo, el 15 de abril la prensa titulaba en la primera noticia publicada al respecto: “El Gobierno acuerda con las autonomías el aprobado general, salvo casos excepcionales”. Aproximadamente un par de horas después, el titular había cambiado a “El Gobierno acuerda con las autonomías que todos los alumnos pasen de curso, salvo casos muy excepcionales”.</p>
<p>En España, como a menudo sucede en el mundo de la educación, en lugar de guiarnos por la investigación, los discordantes puntos de vista suelen devenir de opiniones personales. </p>
<p>Estas oscilan desde el extremo de considerar el aprobado como un regalo a presentarlo como una solución adecuada a un momento excepcional de crisis que puede poner el foco de atención en el bienestar emocional de los alumnos, dotar a las escuelas de unas cadencias más calmadas y adecuadas a un aprendizaje en profundidad, y atender de forma justa a las diferencias sociales.</p>
<h2>A favor y en contra de repetir</h2>
<p>Esta diferencia de opiniones también se encuentra en el gremio. Los maestros y profesores normalmente <a href="https://www.researchgate.net/profile/Mieke_Goos/publication/236008016_How_Can_Cross-Country_Differences_in_the_Practice_of_Grade_Retention_Be_Explained_A_Closer_Look_at_National_Educational_Policy_Factors/links/5696543c08ae34f3cf1d91d5.pdf">suelen estar a favor de la repetición</a> y en esta crisis, <a href="https://www.ideal.es/miugr/universidad-granada-estudio-aprobado-general-investigacion-evidencia-mayoria-20200415181634-nt.html">un estudio preliminar basado en encuestas recientes también parece indicar que así es</a>. </p>
<p>Sin embargo, los alumnos suelen estar en contra de la repetición y, en este caso, a favor del aprobado general, como muestra otro <a href="http://www.izquierdadiario.es/Encuesta-en-la-UVigo-La-mayoria-de-los-estudiantes-esta-a-favor-el-aprobado-general-y-exige-el">estudio preliminar realizado por un estudiante universitario gallego</a>.</p>
<p>Aunque no hay ninguna investigación sobre los aprobados generales, pues no es una situación que históricamente se haya dado antes y que haya sido estudiada, sí podemos tomar como punto de partida los trabajos que se han hecho sobre la repetición. Esta ha sido, históricamente, más alta en España que en los demás países de la Unión Europea. </p>
<p>En los últimos años, la tasa se ha reducido de un 34 % en 2012 a un 29 % en 2018. Aún con esta mejora de 5 puntos porcentuales, debido a las altas cuotas históricas y a las tendencias alcistas de años anteriores, <a href="https://www.observatoriodelainfancia.es/ficherosoia/documentos/5943_d_InformePISA2018-Espana1.pdf">las cifras siguen siendo alarmantes y muy superiores a las del promedio de la OCDE</a> (11 % o una diferencia de 18 puntos porcentuales) y de la UE (13 % o una diferencia de 16 puntos porcentuales).</p>
<h2>Alta tasa de repetidores</h2>
<p>Aún reconociendo las <a href="https://discovery.ucl.ac.uk/id/eprint/1473441/1/Jerrim-J_PISA%20in%20guiding%20policy%20reform_Spain.pdf">limitaciones de este tipo de datos</a>, la alta tasa de repetición en España y su relación con el fracaso y abandono escolar y el número de alumnos que continúan la educación superior no obligatoria comparado con el resto de Europa debería ser una prioridad.</p>
<p>Desgraciadamente, el debate se ha mantenido en la esfera de las creencias personales, incluso en <a href="https://doi.org/10.14507/epaa.24.2357">el discurso político que contempla el fracaso escolar como un producto</a>, certificando de este modo una desigualdad que acusa como responsables tanto a alumnos como a padres, profesores, partidos políticos, etc. Esta postura omite, sin embargo, los procesos y dinámicas que conducen a las situaciones de desigualdad, que precisamente son las que suelen resaltar las investigaciones en este área.</p>
<p><a href="http://www.sociedadyeducacion.org/site/wp-content/uploads/Indicadores-comentados-2019.pdf">La clave del proceso</a> se puede y suele estudiar en torno a dos factores: los coyunturales y los estructurales.</p>
<p>Los resultados negativos de la repetición en la Etapa Secundaria han sido documentados en la literatura científica internacional y se han replicado en varios estudios realizados a nivel nacional. </p>
<h2>Fracaso y abandono escolar</h2>
<p>La repetición, como hemos indicado antes, no sólo se asocia con el fracaso y abandono escolar, también tiene efectos negativos en la <a href="https://doi.org/10.22550/REP76-2-2018-02">autoestima</a>, en el <a href="https://www.researchgate.net/publication/227617199_Winning_the_battle_and_losing_the_war_Examining_the_relation_between_grade_retention_and_dropping_out_of_high_school">ajuste personal y social</a>, <a href="https://www.researchgate.net/profile/Shane_Jimerson/publication/232445916_A_longitudinal_study_of_grade_retention_Academic_and_behavioral_outcomes_of_retained_students_through_adolescence/links/543405b10cf2dc341daf2db9/A-longitudinal-study-of-grade-retention-Academic-and-behavioral-outcomes-of-retained-students-through-adolescence.pdf">problemas de comportamiento</a> y <a href="http://web2016.ivie.es/wp-content/uploads/2017/06/Informe_Abandono_Educativo_Temprano.pdf">dificultades en el ámbito laboral</a> (dificultades para encontrar empleo y tendencia a percibir un salario más bajo).</p>
<p>Las características personales, familiares y educativas conllevan varios factores condicionantes. La OCDE indica que la probabilidad de repetir aumenta cuando se tiene un menor nivel socioeconómico familiar, un estatus de inmigrante y se es varón (excepto en ciencias y matemáticas). </p>
<p>La escolaridad temprana, por el contrario, se relaciona con una menor tasa de repetición. Estos estudios, que se suelen hacer desde un punto de vista económico, se han ampliado con <a href="https://www.researchgate.net/profile/Delia_Arroyo/publication/332407930_LA_REPETICION_DE_CURSO_A_DEBATE_UN_ESTUDIO_EMPIRICO_A_PARTIR_DE_PISA_2015_DEBATE_ON_GRADE_REPETITION_AN_EMPIRICAL_STUDY_FROM_PISA_2015/links/5ce830a4299bf14d95b76355/LA-REPETICION-DE-CURSO-A-DEBATE-UN-ESTUDIO-EMPIRICO-A-PARTIR-DE-PISA-2015-DEBATE-ON-GRADE-REPETITION-AN-EMPIRICAL-STUDY-FROM-PISA-2015.pdf">estudios pedagógicos</a> que miden variables como las aspiraciones educativas y la trayectoria curricular del alumno (haber cursado ciencias, carga lectiva de ciencias, asignaturas de Ciencias Aplicadas y Tecnología, etc.).</p>
<p>Presentar el fracaso escolar como un producto en vez de como un proceso deriva en un modelo reduccionista que individualiza las problemáticas y atribuye la culpa al fracasado, todo lo contrario de lo sugerido por la investigación. Sin embargo, <a href="https://www.researchgate.net/publication/28174800_La_LOE_ante_el_fracaso_la_repeticion_y_el_abandono_escolar">nuestras políticas educativas no han sabido atacar el problema de forma eficaz, ya que se sigue perpetuando con el paso de una ley educativa a otra</a>.</p>
<h2>Mejoras necesarias</h2>
<p>De todo lo dicho anteriormente entendemos que un sistema educativo y una ley que realmente pudieran reducir el fracaso escolar tendrían las siguientes <a href="https://www.nodo50.org/movicaliedu/fracasoescolarespana.pdf">mejoras</a>:</p>
<ol>
<li><p><strong>Socioeconómica:</strong> reducir las faltas de equidad del sistema, como las causadas por la segregación escolar, y mejorar la relación y colaboración familia-escuela.</p></li>
<li><p><strong>Curricular:</strong> plantearnos el pasar de un enfoque academicista a otro más socioconstructivista.</p></li>
<li><p><strong>Docente:</strong> optimizar la selección de candidatos a docente, la formación inicial y continua del profesorado, su selección y los criterios utilizados para asignarlos a los centros. Debe mejorar de forma muy significativa en la educación secundaria.</p></li>
<li><p><strong>Lectura:</strong> integrarla en el sistema educativo como parte del proceso de aprendizaje, no meramente como parte de la literatura. Los problemas de lectura están relacionados con el bajo rendimiento académico, que a su vez tiende a repercutir en la repetición de curso.</p></li>
<li><p><strong>Intervención y apoyo:</strong> implementar estrategias de intervención que dan buenos resultados en la recuperación de los alumnos: identificación para la prevención e intervención temprana, programas de apoyo y programas escolares de salud mental.</p></li>
<li><p><strong>Evaluación:</strong> continua y variada, incluyendo diversos tipos de evaluaciones y centrándose más en las capacidades diagnósticas y el <em>feedback</em> que en la calificación.</p></li>
</ol>
<p>En estos momentos, el aula ha pasado de ser un espacio común y que compensa las desigualdades a ser un ente abstracto y desdibujado que perfila las múltiples diferencias socioeconómicas, culturales, de recursos, etc. de cada hogar, que hace lo que puede para seguir adelante con la educación de sus hijos e hijas. </p>
<h2>Centrarse en el bienestar emocional del estudiante</h2>
<p>La falta de equidad del sistema se ha demostrado claramente en cuanto a la repetición, y eso es algo a tener en cuenta en todo momento, pero ahora más que nunca. Por eso, varios gobiernos han propuesto que nos centremos en el bienestar emocional y social de los niños y niñas (y yo lo extendería al de sus progenitores) e indica que la repetición debe ser una estrategia realmente excepcional.</p>
<p>Algunos rebatirán esta propuesta argumentando que tanto la ley vigente como los centros ya contemplan la repetición como una medida excepcional. Sin embargo, el porcentaje de repeticiones de nuestro país respecto a nuestros vecinos europeos refuta este punto de forma indiscutible. </p>
<p>Este es, pues, nuestro momento para quizás lograr un avance significativo a la hora de equiparar nuestra tasa de repetición (junto con las asociadas tasas de fracaso y abandono escolar) a la del resto de la UE. Para ello, sería necesario un pacto de educación que asegure que la ley educativa será una que atienda a la investigación y se centre en el bienestar de los alumnos, perdurando en el tiempo y sin vaivenes extremos por cambios de gobierno. ¿Estaremos a la altura del reto?</p><img src="https://counter.theconversation.com/content/136701/count.gif" alt="The Conversation" width="1" height="1" />
<p class="fine-print"><em><span>Eva Ponte no recibe salario, ni ejerce labores de consultoría, ni posee acciones, ni recibe financiación de ninguna compañía u organización que pueda obtener beneficio de este artículo, y ha declarado carecer de vínculos relevantes más allá del cargo académico citado.</span></em></p>El Ministerio de Educación ha acordado con las comunidades autónomas terminar el curso en junio y que todos los alumnos, salvo excepciones muy puntuales, pasen de curso. Se intenta así evitar el fracaso y el abandono escolar y favorecer el bienestar social y emocional de los estudiantes.Eva Ponte, Profesora del Departamento de Educación y Coordinadora Académica de Prácticum de Máster Universitario de Formación del Profesorado, Universidad NebrijaLicensed as Creative Commons – attribution, no derivatives.