Los medios de EE.UU. suelen llamar “violentas” las manifestaciones vinculadas a los afroamericanos y “alteraciones” las de otros grupos. Esas etiquetas han modelado la opinión pública, pero el asesinato de George Floyd y los hechos del Capitolio han hecho que las principales cadenas revisen sus coberturas.
Las imágenes del asedio al Capitolio han entrado con fuerza en los libros de Historia y suponen una pésima noticia, porque las democracias necesitan procedimientos y valores que están siendo cuestionados.
Ni el ‘impeachment’ ni la enmienda XXV (por incapacidad mental o física del presidente) parecen opciones viables para destituir a Trump antes del fin natural de su mandato el 20 de enero.
Mientras Donald Trump seguía alimentando con falsas acusaciones su teoría de una elección “amañada”, la violencia en el Capitolio muestra que Estados Unidos se ha convertido en un estado frágil.