El resultado de la segunda vuelta de las elecciones legislativas en Francia frena a la ultraderecha de Le Pen, beneficiando al Nuevo Frente Popular y a Macron, pero crea un panorama político interno inestable.
París, Lyon, Marsella, Toulouse… Algunos suburbios de las grandes ciudades francesas sufren desde hace décadas la peor marginalización de Europa. La ira de la banlieue no encuentra soluciones políticas.
Un joven adolescente desarmado ha sido abatido en un barrio de París por un policía en el transcurso de un control rutinario. No es la primera vez, y el cine francés lleva años denunciándolo.
En plena crisis de la reforma de las pensiones, el constante debilitamiento de las instituciones y de los órganos de mediación plantea interrogantes sobre el ejercicio del poder de Emmanuel Macron.
No parece que la sociedad moderna esté preparada para la imperiosa necesidad de poner fin al abundante derroche de mercancías que ha caracterizado al sistema económico desde la Edad Moderna y que ha desembocado en un capitalismo furioso en el que las personas son trabajadores y mercancía (volátiles).
Recesión en 2008, pandemia en 2020, guerra en 2022, crisis climática y populismos, entre otros, generan una enorme incertidumbre. Hace 300 años el panorama parecía igual de sombrío pero la buena noticia es que, entonces, salimos adelante.
Los resultados de las elecciones legislativas francesas se han traducido en un récord histórico de escaños para la ultraderecha de Marine Le Pen y en una polarización aún mayor de la vida política dentro de la Asamblea Nacional.
¿Tendrá Emmanuel Macron vía libre para aplicar su programa? Parece que una gran mayoría de franceses espera que tenga una cohabitación con un Gobierno de oposición que le impida aplicarlo.
El éxito de Emmanuel Macron valida una estrategia destinada a hacerle aparecer como el campeón de los “progresistas”, pero sólo ha funcionado parcialmente.
Entre la escisión de los partidos tradicionales, la división de los votantes en tres polos y las complicadas transferencias de votos, el resultado de la segunda vuelta no es un pronóstico fácil para nadie.
Emmanuel Macron y Marine Le Pen repetirán en la segunda vuelta de las elecciones presidenciales francesas su duelo de 2017. Ambos se han beneficado de la dinámica del voto útil en la primera ronda electoral.
Mientras en Austria, Italia y Grecia se impone la vacunación obligatoria a toda o parte de la población, en España se ha optado por la vía de la recomendación, la voluntariedad y la corresponsabilidad.
Pese a ser uno de los países fundadores y de haber sido gobernada por firmes defensores de la idea de Europa (Macron incluido), Francia mantiene una relación ambigua con el proyecto europeo.
La agenda del presidente estadounidense, que presenta niveles muy bajos de aprobación en su propio país, ha resultado poco generosa con las expectativas europeas.
Como ya han hecho otros países, España ha iniciado el camino para formar un órgano para reforzar el diálogo y la participación ciudadana en materia de cambio climático.
Francia tiene una larga historia de canciones comprometidas: desde el letrista Béranger, dos veces encarcelado a principios del XIX, hasta los grupos de rap que han insultado a la república.
Profesora del Departamento de Filología Francesa en la Facultad de Filosofía y Letras. Doctora especialista en estudios culturales franceses y Análisis del Discurso, Universidad de Valladolid
Senior Research Fellow in Islamic Studies and Middle Eastern History, Institute for Culture and Society (ICS), Religion and Civil Society research group, Universidad de Navarra