tag:theconversation.com,2011:/us/topics/enamoramiento-66411/articlesenamoramiento – The Conversation2024-02-13T18:20:49Ztag:theconversation.com,2011:article/2227662024-02-13T18:20:49Z2024-02-13T18:20:49ZLa filosofía y el amor en tiempos narcisistas<figure><img src="https://images.theconversation.com/files/574347/original/file-20240208-30-e98ncq.jpg?ixlib=rb-1.1.0&rect=8%2C4%2C2986%2C1989&q=45&auto=format&w=496&fit=clip" /><figcaption><span class="caption"></span> <span class="attribution"><a class="source" href="https://www.shutterstock.com/es/image-photo/lovely-happy-women-embracing-each-other-2028193322">Roman Chazov/Shutterstock</a></span></figcaption></figure><p>La forma en que nos relacionamos y enamoramos ha cambiado. Y no se debe solo a diferencias generacionales. También es consecuencia de cómo funciona nuestra sociedad. Vivimos en una época donde buscamos la máxima libertad y felicidad, pero, al mismo tiempo, nos mostramos escépticos frente a compromisos y sacrificios. </p>
<p>Ante esta situación, nos preguntamos: ¿puede la filosofía ofrecer una visión profunda del amor que nos ayude a entender mejor cómo nos relacionamos?</p>
<h2>El mito del amor platónico</h2>
<p>Es muy popular <a href="https://es.wikipedia.org/wiki/El_banquete">la historia que Platón nos dejó sobre el amor romántico</a>. Al principio, los seres humanos eran andróginos. Pero debido a un conflicto con Zeus fuimos divididos en dos: hombres y mujeres. Desde ese momento, nos sentimos desdichados e incompletos, pasando los días buscando a nuestra otra mitad, el ser que nos haría sentir completos de nuevo.</p>
<p>Este mito, que ha resonado a lo largo de la historia, acabó llevándose al extremo. Surgió la creencia de que los solteros no podían ser felices, y muchas personas se lanzaron a buscar relaciones estables y heterosexuales. Como resultado, a menudo las parejas infelices evitaban la ruptura, aferrándose al mito.</p>
<p>En la segunda mitad del siglo XX, a raíz del movimiento feminista y el movimiento LGTBI, se criticó el modelo platónico, acusándolo de ser responsable de muchas relaciones infelices. </p>
<p>Simultáneamente, se puso atención en la experiencia del enamoramiento, el inicio de la relación amorosa. El amor ya no implicaba una relación estable y duradera, sino placer momentáneo. </p>
<h2>La transformación del sujeto amoroso</h2>
<p><a href="https://es.wikipedia.org/wiki/Fragmentos_de_un_discurso_amoroso">Para el filósofo francés Roland Barthes</a> la persona enamorada no buscaba el mero disfrute: se entregaba totalmente a la experiencia amorosa. También sufría por exponerse demasiado. A cambio, era creativa y se expresaba a menudo artísticamente. Pero en la sociedad de Barthes, como en la nuestra, lo artístico se considera poco útil, poco rentable. </p>
<p>De hecho, a la persona enamorada se la menospreciaba por ser inestable emocionalmente. Era etiquetada como marginal e impulsiva, como si no pudiese controlar lo que le sucedía. </p>
<p>Pero para Barthes uno no puede controlar, ni saber, lo que es el amor: solo lo puede experimentar. Como escribió de manera brillante Julio Cortázar en <a href="https://es.wikipedia.org/wiki/Rayuela_(novela)"><em>Rayuela</em></a>: “Como si se pudiera elegir en el amor, como si no fuera un rayo que te parte los huesos”.</p>
<p>Hoy en día, en una sociedad altamente individualista, la búsqueda de relaciones se enfoca en el placer personal. Sin embargo, el amor no encaja con esa visión, pues es un encuentro auténtico con el otro. El amor implica exponerse y asumir un riesgo incontrolable, siempre sujeto a la posibilidad del fracaso. Y, al mismo tiempo, sugiere la promesa de un lugar mejor.</p>
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<a href="https://images.theconversation.com/files/574348/original/file-20240208-16-jxalc8.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=1000&fit=clip"><img alt="Una pareja observa el mar desde un acantilado." src="https://images.theconversation.com/files/574348/original/file-20240208-16-jxalc8.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=754&fit=clip" srcset="https://images.theconversation.com/files/574348/original/file-20240208-16-jxalc8.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=600&h=400&fit=crop&dpr=1 600w, https://images.theconversation.com/files/574348/original/file-20240208-16-jxalc8.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=30&auto=format&w=600&h=400&fit=crop&dpr=2 1200w, https://images.theconversation.com/files/574348/original/file-20240208-16-jxalc8.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=15&auto=format&w=600&h=400&fit=crop&dpr=3 1800w, https://images.theconversation.com/files/574348/original/file-20240208-16-jxalc8.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=754&h=503&fit=crop&dpr=1 754w, https://images.theconversation.com/files/574348/original/file-20240208-16-jxalc8.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=30&auto=format&w=754&h=503&fit=crop&dpr=2 1508w, https://images.theconversation.com/files/574348/original/file-20240208-16-jxalc8.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=15&auto=format&w=754&h=503&fit=crop&dpr=3 2262w" sizes="(min-width: 1466px) 754px, (max-width: 599px) 100vw, (min-width: 600px) 600px, 237px"></a>
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<span class="attribution"><a class="source" href="https://unsplash.com/es/fotos/dos-personas-sentadas-en-la-roca-mirando-fijamente-el-cuerpo-de-agua-durante-el-dia-sRAWQyoUiVQ">Katarzyna Grabowska / Unsplash</a></span>
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<h2>Una sociedad narcisista</h2>
<p><a href="https://herdereditorial.com/la-agonia-del-eros-9788425450839">El filósofo surcoreano Byung-Chul-Han plantea</a> que nuestra sociedad se ha vuelto narcisista, más preocupada por el interés individual que por un encuentro auténtico con el otro. Vemos a los demás como extensiones de nosotros mismos. </p>
<p>Sin embargo, esta forma de actuar no es liberadora, sino fuente de depresiones y melancolía. Tales son los sentimientos que surgen cuando no salimos de nuestro propio mundo. La consecuencia de no atreverse a asumir el riesgo es perder la posibilidad de encontrarnos genuinamente con los demás. </p>
<p>El punto álgido de esta manera de relacionarse se refleja en <a href="https://theconversation.com/que-es-la-nueva-pornografia-y-como-la-consumen-los-mas-jovenes-165154">el aumento del consumo de pornografía</a>, donde el otro es un simple cuerpo disponible. </p>
<p>Verlo como una mercancía de usar y tirar fomenta las relaciones superficiales e ignora las dimensiones profundas de los demás, que pueden enriquecernos como personas y sobre quienes, además, tenemos responsabilidad afectiva. El trato meramente mercantil con el otro puede provocar que se sienta utilizado, no valorado y, tal vez, no valorable por los demás, lo que acaba empujando hacia una espiral de conflictos internos.</p>
<p>Además, hoy en día tendemos a planificar meticulosamente nuestras vidas. Las relaciones compiten con una agenda repleta de actividades, y en muchos casos no estamos dispuestos a renunciar a nada. Esto favorece que los encuentros no se desarrollen cara a cara, sino virtualmente, arriesgando lo menos posible.</p>
<p>Esto ofrece un acceso casi ilimitado a posibles relaciones, pero también genera frustración e insatisfacción. La constante sensación de que nunca es suficiente, de estar perdiéndose algo, convierte cada posible relación en algo provisional. Asimismo, el modelo social y económico nos impulsa a ver a los demás como recursos de los que disfrutar temporalmente.</p>
<p>Pero, <a href="https://es.wikipedia.org/wiki/Fundamentaci%C3%B3n_de_la_metaf%C3%ADsica_de_las_costumbres">como decía Kant</a>, “el ser humano es un fin en sí mismo”, no un medio para conseguir otra cosa. Tal proceder atenta contra su dignidad. Y, además, el placer que esto puede ofrecer no es sino efímero.</p>
<h2>Filosofía y amor como encuentro auténtico</h2>
<p>La filosofía ayuda a pensar de forma crítica. Nos proporciona una perspectiva valiosa, al poner al descubierto los excesos de nuestra sociedad. También nos ayuda a pensar cómo actuar.</p>
<p>Una sociedad democrática debe apreciar lo diverso. Por tanto, debe considerar que vale la pena el compromiso de abrirse a los demás. Toda relación asume un riesgo. Pero no debemos dejar de relacionarnos por ello sino aprender cómo hacerlo. Por ello la educación es un pilar fundamental.</p>
<p>Por ejemplo, en el proyecto <a href="https://www.uvigo.gal/es/universidad/comunicacion/duvi/alumnado-traballo-social-desenvolve-propostas-que-promoven-perspectiva-xenero-bo-trato-fronte-acceso">HUMANIZA_TRICS</a>, en la Universidade de Vigo, establecemos un diálogo con el alumnado en el que nos preguntamos qué es lo deseable, qué es lo valioso y qué significa el cuidado, especialmente cuando se trata de nuestras relaciones y nuestro propio cuerpo.</p>
<p>La filosofía nos invita a construir una identidad menos narcisista y más integrada. Fomenta una forma de relacionarnos que valora más el disfrute compartido que el placer individual efímero. También nos invita a revisar nuestras relaciones y a abrazar la complejidad y la riqueza que surge de los demás. Considerar el amor como un encuentro auténtico con el otro nos encamina hacia una sociedad mejor.</p><img src="https://counter.theconversation.com/content/222766/count.gif" alt="The Conversation" width="1" height="1" />
<p class="fine-print"><em><span>Abraham Rubín Álvarez no recibe salario, ni ejerce labores de consultoría, ni posee acciones, ni recibe financiación de ninguna compañía u organización que pueda obtener beneficio de este artículo, y ha declarado carecer de vínculos relevantes más allá del cargo académico citado.</span></em></p>Las relaciones amorosas han cambiado a medida que lo hacía la sociedad.Abraham Rubín Álvarez, Profesor de Filosofía. Especialista en pensamiento contemporáneo, Universidade de VigoLicensed as Creative Commons – attribution, no derivatives.tag:theconversation.com,2011:article/1980052023-01-17T15:38:37Z2023-01-17T15:38:37ZShakira y la poesía grecolatina de despecho<figure><img src="https://images.theconversation.com/files/504874/original/file-20230117-3073-ii4eb5.png?ixlib=rb-1.1.0&rect=0%2C2%2C1910%2C1062&q=45&auto=format&w=496&fit=clip" /><figcaption><span class="caption">Fotograma de Shakira en el videoclip de 'La Monotonía'.</span> <span class="attribution"><a class="source" href="https://www.youtube.com/watch?v=j5y6xLpRwx4">Shakira / YouTube</a></span></figcaption></figure><p>La <a href="https://youtu.be/CocEMWdc7Ck">canción de Shakira y BZRP</a> ha alcanzado 100 millones de reproducciones en YouTube en tres días (y subiendo); ha sido portada en periódicos y ha abierto telediarios; ha roto récords en Spotify y se ha convertido en el tema de conversación omnipresente. El periodista Jordi Évole <a href="https://twitter.com/jordievole/status/1613481401952731139?s=20&t=wTxqzwkY2Rivga0V71bFMQ">reclamaba incluso</a> que el gobierno español declarase un día festivo para poder debatir la canción tranquilamente, sin tener que prestar atención al trabajo. </p>
<p><div data-react-class="Tweet" data-react-props="{"tweetId":"1613481401952731139"}"></div></p>
<p>Distintos medios de comunicación se han hecho eco de un gran número de canciones de despecho amoroso, cantadas tanto por hombres como por mujeres. Así, Shakira se une a nombres de tanta solera como Raffaella Carrà, Rocío Jurado, José Luis Perales, María Jiménez o Paquita la del Barrio. Sin embargo, esta larga tradición se remonta mucho tiempo atrás… hasta los antiguos griegos y romanos. </p>
<h2>De la ‘monotonía’ a Catulo</h2>
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<a href="https://images.theconversation.com/files/504885/original/file-20230117-3086-1buwv4.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=1000&fit=clip"><img alt="Pintura de una mujer observando a un gorrión negro." src="https://images.theconversation.com/files/504885/original/file-20230117-3086-1buwv4.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=237&fit=clip" srcset="https://images.theconversation.com/files/504885/original/file-20230117-3086-1buwv4.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=600&h=792&fit=crop&dpr=1 600w, https://images.theconversation.com/files/504885/original/file-20230117-3086-1buwv4.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=30&auto=format&w=600&h=792&fit=crop&dpr=2 1200w, https://images.theconversation.com/files/504885/original/file-20230117-3086-1buwv4.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=15&auto=format&w=600&h=792&fit=crop&dpr=3 1800w, https://images.theconversation.com/files/504885/original/file-20230117-3086-1buwv4.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=754&h=995&fit=crop&dpr=1 754w, https://images.theconversation.com/files/504885/original/file-20230117-3086-1buwv4.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=30&auto=format&w=754&h=995&fit=crop&dpr=2 1508w, https://images.theconversation.com/files/504885/original/file-20230117-3086-1buwv4.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=15&auto=format&w=754&h=995&fit=crop&dpr=3 2262w" sizes="(min-width: 1466px) 754px, (max-width: 599px) 100vw, (min-width: 600px) 600px, 237px"></a>
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<span class="caption"><em>Lesbia y su gorrión</em>, de Sir Edward John Poynter. 1907.</span>
<span class="attribution"><a class="source" href="https://commons.wikimedia.org/wiki/File:Sir_Edward_John_Poynter_lesbia_and_her_sparrow.jpg">Wikimedia Commons</a></span>
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<p>Shakira ha dedicado varias canciones con elementos autobiográficos al amor y a la ruptura. Es lo que podríamos denominar un ciclo. Algo parecido encontramos en la poesía amatoria de la Antigüedad. El poeta romano <a href="https://es.wikipedia.org/wiki/Catulo">Catulo</a> también reflejó en su poesía las distintas fases de su relación amorosa con Lesbia (pseudónimo de Clodia). Veamos algunos paralelismos. </p>
<p>La canción <em><a href="https://youtu.be/4I25nV9hXGA">Te felicito</a></em>, que incluye tópicos amatorios de origen clásico como la herida de amor (<em>vulnus amoris</em>) y la ceguera de amor (<em>caecus amor</em>), se centra en el desengaño amoroso, con el juego entre apariencia y realidad. En <a href="https://es.wikisource.org/wiki/Poemas_(Catulo)/69-116">su poema 72</a> Catulo también se refería al verdadero yo de su amada (<em>nunc te cognovi</em>, “ahora ya sé cómo eres”).</p>
<p><em><a href="https://youtu.be/j5y6xLpRwx4">Monotonía</a></em> es una auténtica <em>renuntiatio amoris</em> (un poema de ruptura amorosa), que recuerda al <a href="https://es.wikisource.org/wiki/Poemas_(Catulo)/1-60">poema 8 de Catulo</a>. Hay un contraste entre la felicidad pasada (“lo que un día fuimos”, en el caso de Shakira; “brillaron para ti un día soles luminosos”, en el caso del poeta romano) y el momento presente (“ya no hay na”/“ahora ella ya no quiere”). </p>
<p>En ese momento del ciclo amoroso de la ruptura todavía hay lucha interior entre el amor y la razón. El poeta se habla a sí mismo, animándose a mantenerse firme, y se despide de la amada (“adiós, muchacha, ya Catulo se mantiene firme”). En <em>Monotonía</em> también hay lucha entre amor y razón. La artista colombiana reconoce que aún sigue enamorada (“yo te quiero”), pero que es “un adiós necesario”. </p>
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<figcaption><span class="caption">Videoclip de ‘Monotonía’, de Shakira.</span></figcaption>
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<p>La última entrega de Shakira da un paso más: “Del amor al odio hay un paso”, dice la cantante. Pero ya lo dijo Catulo de forma más resumida en su memorable <a href="https://es.wikipedia.org/wiki/Odi_et_amo"><em>Odi et amo</em></a>:</p>
<blockquote>
<p>Odio y amo. Por qué hago esto, quizá preguntas.</p>
<p>No lo sé, pero siento que es así y me torturo.</p>
</blockquote>
<p>El poeta también se lanzó al ataque directo y virulento a su amada, acusándola de promiscuidad (<a href="https://es.wikisource.org/wiki/Poemas_(Catulo)/1-60">poemas 11 y 58</a>). </p>
<p>También el poeta <a href="https://es.wikipedia.org/wiki/Propercio">Propercio</a> se venga de la infidelidad de Cintia (de nuevo, un pseudónimo) en su <a href="https://archive.org/details/propercio-sexto-elegiae-elegias/page/76/mode/2up?view=theater">elegía II 5</a>. En <a href="https://archive.org/details/propercio-sexto-elegiae-elegias/page/142/mode/2up?view=theater">las elegías III 24 y 25</a> anuncia el fin de la relación. Otra vez encontramos el contraste entre el pasado y el presente; la despedida y la invectiva –es decir, el discurso violento contra ella– (esta vez en forma de advertencia sobre los estragos de la edad). Tampoco el rival se libra de los furibundos ataques del poeta a lo largo de su obra. </p>
<h2>Un hombre griego despechado</h2>
<p>Seis siglos antes de Catulo y Propercio vivió en Grecia <a href="https://es.wikipedia.org/wiki/Arqu%C3%ADloco">Arquíloco de Paros</a>. Lo más conocido de su obra, conservada muy fragmentariamente, son los versos que escribió contra Licambes y su familia. La tradición nos dice que Licambes prometió a Arquíloco la mano de su hija Neobula, pero rompió después este compromiso y, como consecuencia, Arquíloco compuso hirientes poemas contra Licambes y su familia. </p>
<p>El más conocido de todos ellos es el fragmento 196a, conocido como “Papiro de Colonia”. En él se narra un encuentro entre el poeta y una muchacha joven, hermana de Neobula, con un diálogo entre ambos. El poeta manifiesta su rechazo a Neobula y justifica su desprecio con las peores acusaciones contra una mujer: su edad, la pérdida de su virginidad, su apetito sexual descontrolado y su deslealtad. </p>
<p>No obstante, son evidentes las diferencias respecto a los últimos temas de Shakira: la voz poética es masculina, la ruptura se debió a la intervención del padre de la muchacha y sus acusaciones buscan la deshonra de la muchacha y de toda su familia. Con el ataque a Neobula el poeta pretendía, además, seducir a la joven con la que mantiene el diálogo, lo que finalmente consiguió.</p>
<p>Los nombres que aparecen en estas composiciones –Licambes, Neobula, Anfimedo– han sido interpretados como “nombres parlantes”, es decir, no serían los nombres reales de las personas mencionadas, sino nombres que significan cualidades (o defectos) de las mismas para evitar identificarlas por su nombre, si es que estas personas efectivamente existieron. Pero esta es otra cuestión. </p>
<p>Las canciones de Shakira, tanto <em>BZRP Session #53</em> como otras anteriores que forman parte de este mismo ciclo, son autobiográficas y contienen alusiones explícitas que permiten la identificación. En esta última canción, y aunque no se trate de nombres parlantes en sentido estricto, la cantante utiliza juegos de palabras (<a href="https://dle.rae.es/calambur?m=form">calambures</a>) para referirse a personas sin nombrarlas (“perdón que te sal-pique”, “clara-mente no es como suena”).</p>
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<figcaption><span class="caption">Videoclip de ‘BZTP Session #53’, de Shakira y BZRP.</span></figcaption>
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<h2>La Shakira romana</h2>
<p>Roma nos proporciona algo único en la Antigüedad clásica: la voz de una mujer despechada que critica a su antiguo amor. Ella se llamaba <a href="https://es.wikipedia.org/wiki/Sulpicia_la_Mayor">Sulpicia</a> y vivió hace más de dos mil años, en la segunda mitad del siglo I antes de nuestra era, durante la época del emperador <a href="https://es.wikipedia.org/wiki/Augusto">Augusto</a>. Pertenecía a una importantísima familia de la élite romana: su padre, <a href="https://es.wikipedia.org/wiki/Servio_Sulpicio_Rufo">Servio Sulpicio Rufo</a>, fue un gran jurista y senador romano que llegó a ser cónsul en el año 51. Sulpicia se quedó huérfana de padre a una edad temprana y fue criada por su tío, un notable comandante militar y patrón de las artes. </p>
<p>Lo más importante es que, tras la muerte de su padre, <a href="https://theconversation.com/eran-ciudadanas-las-mujeres-de-la-antigua-roma-194863">ella heredó su parte de la fortuna familiar y podía gestionarla ella misma</a>. Es decir, Sulpicia no necesitaba facturar. </p>
<p>En sus poemas, Sulpicia relata su relación amorosa con un tal Cerinto, otro de esos “nombres parlantes” cuya identidad desconocemos. En un momento dado, ella cree que él le ha sido infiel y le lanza sus dardos de un modo que recuerda a la canción de Shakira: ¿Vas a comparar a una cualquiera, dice Sulpicia, conmigo, que soy hija de un cónsul? </p>
<blockquote>
<p>Qué bueno que confíes tanto en mí que no concibas </p>
<p>que de pronto tropiece, inexperta, malamente. </p>
<p>¿Prefieres tú una toga y una puta manoseada, con canasto,</p>
<p>a Sulpicia, que es hija de Servio? </p>
<p>(<a href="https://www.planetadelibros.com/libro-grecorromanas-lirica-superviviente-de-la-antiguedad-clasica/310711"><em>Grecorromanas</em></a>, Sulpicia, poema 4. Traducción: Aurora Luque)</p>
</blockquote>
<p>El amor y el desamor han sido los grandes temas de la poesía y de la música a lo largo de la historia. Cuando hablamos de amor también somos grecorromanos: los <a href="http://rabida.uhu.es/dspace/handle/10272/14398">motivos amatorios</a> que ellos desarrollaron están por todas partes. Shakira ha actualizado estos motivos dándoles claramente su toque personal. Somos herederos de los clásicos, le pique a quien le pique.</p><img src="https://counter.theconversation.com/content/198005/count.gif" alt="The Conversation" width="1" height="1" />
<p class="fine-print"><em><span>Las personas firmantes no son asalariadas, ni consultoras, ni poseen acciones, ni reciben financiación de ninguna compañía u organización que pueda obtener beneficio de este artículo, y han declarado carecer de vínculos relevantes más allá del cargo académico citado anteriormente.</span></em></p>La última canción de Shakira y BZRP no solo ha roto récords sino que ha hecho que muchos hablen del uso de las rupturas amorosas como inspiración para el arte. Nada nuevo: los grecolatinos ya lo hacían.Cristina Rosillo López, Profesora titular de Historia Antigua, Universidad Pablo de OlavideRegla Fernández Garrido, Catedrática de Filología Griega, Universidad de HuelvaRosario Moreno Soldevila, Catedrática de Filología Latina, Universidad Pablo de OlavideLicensed as Creative Commons – attribution, no derivatives.tag:theconversation.com,2011:article/1799072022-06-20T18:02:03Z2022-06-20T18:02:03ZRecetas para desenamorarse: deseo, imaginación y nervios en el siglo XVIII<figure><img src="https://images.theconversation.com/files/574927/original/file-20240212-22-q4vhag.jpg?ixlib=rb-1.1.0&rect=0%2C2%2C1917%2C928&q=45&auto=format&w=496&fit=clip" /><figcaption><span class="caption">Fresco de la Villa Farnèse: Triunfo de Galatea, de Rafael.</span> <span class="attribution"><a class="source" href="https://commons.wikimedia.org/wiki/File:Raffael_012.jpg">Wikimedia Commons</a></span></figcaption></figure><p>En 1736, <a href="https://www.cervantesvirtual.com/portales/benito_jeronimo_feijoo/autor_biografia/">Benito Jerónimo Feijoo</a> (1676-1764) explicaba un secreto muy útil a sus numerosos seguidores: cómo desenamorarse.</p>
<p>Olviden los métodos tradicionales de sangrar y purgar, decía Feijoo, olviden los consejos de Ovidio (huye de la ciudad donde vive el amante, piensa intensamente en todos sus defectos, ocúpate de otra cosa, sacia tu deseo sexual con otra persona). El único remedio que de verdad funciona es contrarrestar la pasión amorosa con otra terrible agitación: piensa en algo espantoso al mismo tiempo que evocas la imagen de tu amado. </p>
<h2>Terror y espanto para el desamor</h2>
<p>Feijoo admitía que el tratamiento era difícil y aconsejaba sobre cómo elegir las imágenes más eficaces. Funcionan mejor si se trata de algo terrorífico que uno ha experimentado en sus propias carnes y aún mejor si se recuerdan sucesivas imágenes horribles mientras se piensa en el amante. Se requiere paciencia, ya que hay que acostumbrar a la imaginación a volar rápidamente de la imagen del amante a la espantosa. </p>
<p>El ensayo de Feijoo <a href="https://www.filosofia.org/bjf/bjft716.htm"><em>Remedios del amor</em></a> es una muestra típica de cómo funciona su método pedagógico. Utilizando el popular tema del amor (después de todo, ¿quién no ha conocido sus penas?), Feijoo nos arrastra hacia cuestiones filosóficas más profundas. </p>
<p>En este caso, nos invita a reflexionar sobre cómo se originan las emociones. O dicho de otra manera, cómo son las relaciones entre el cuerpo y el alma: cómo las percepciones de los sentidos son capaces de excitar sentimientos y cambios en el cuerpo (por ejemplo, palpitaciones, sonrojos, excitación sexual). Su remedio se basa en cómo entiende el origen de las emociones, o “la física del amor.”</p>
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<a href="https://images.theconversation.com/files/467507/original/file-20220607-24-xcomb1.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=1000&fit=clip"><img alt="" src="https://images.theconversation.com/files/467507/original/file-20220607-24-xcomb1.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=754&fit=clip" srcset="https://images.theconversation.com/files/467507/original/file-20220607-24-xcomb1.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=600&h=512&fit=crop&dpr=1 600w, https://images.theconversation.com/files/467507/original/file-20220607-24-xcomb1.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=30&auto=format&w=600&h=512&fit=crop&dpr=2 1200w, https://images.theconversation.com/files/467507/original/file-20220607-24-xcomb1.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=15&auto=format&w=600&h=512&fit=crop&dpr=3 1800w, https://images.theconversation.com/files/467507/original/file-20220607-24-xcomb1.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=754&h=643&fit=crop&dpr=1 754w, https://images.theconversation.com/files/467507/original/file-20220607-24-xcomb1.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=30&auto=format&w=754&h=643&fit=crop&dpr=2 1508w, https://images.theconversation.com/files/467507/original/file-20220607-24-xcomb1.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=15&auto=format&w=754&h=643&fit=crop&dpr=3 2262w" sizes="(min-width: 1466px) 754px, (max-width: 599px) 100vw, (min-width: 600px) 600px, 237px"></a>
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<span class="caption">Ejemplar del libro <em>La ciencia del amor o el arte del cortejo…</em>.</span>
<span class="attribution"><a class="source" href="https://digitalcollections.nypl.org/items/510d47e0-15dd-a3d9-e040-e00a18064a99">The New York Public Library Digital Collections</a></span>
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<h2>La física del amor</h2>
<p>Si sólo atendemos a que Feijoo era un monje benedictino que rara vez abandonaba su ciudad de Oviedo, este texto parecería extraño. </p>
<p>En realidad, Feijoo tenía una vida intelectual y social muy intensa. Recibía las últimas publicaciones, mantenía correspondencia con las élites intelectuales del momento y organizaba animadas tertulias en su celda del monasterio. A los cincuenta años alcanzó fama nacional e internacional gracias a sus escritos.</p>
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<span class="caption">Retrato de Benito Jerónimo Feijoo a sus 57 años (1733).</span>
<span class="attribution"><a class="source" href="https://es.wikipedia.org/wiki/Archivo:Benito_Jer%C3%B3nimo_Feijoo.jpg">BNE / Wikimedia Commons</a></span>
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<p>Con un gran conocimiento de la tradicional filosofía escolástica y de los nuevos desarrollos empíricos, sus breves ensayos para desmontar “creencias populares erróneas” e “ideas filosóficas equivocadas” hicieron las delicias de la sociedad española y del público europeo y americano. </p>
<p>Conocer las ideas de Feijoo sobre cómo se producen las emociones es importante, no sólo porque era extremadamente popular, y por tanto, podemos suponer que sus ideas circularon ampliamente. También porque su modelo fisiológico consideraba a hombres y mujeres iguales. </p>
<p>Feijoo defendía lo que podríamos llamar una “fisiología feminista.” Es decir, no consideraba que los cuerpos femeninos fueran copias inferiores o imperfectas de los masculinos, ni a las mujeres intelectual o emocionalmente inferiores a los hombres. Su “física del amor” es un modelo alternativo a otros que justificaban la supuesta labilidad emocional de las mujeres y su inferioridad intelectual. </p>
<h2>Sentir en el corazón</h2>
<p>Durante el siglo XVIII, los nervios adquieren un papel central en la fisiología del cuerpo porque conectan los sentidos con el alma y transmiten la respuesta del alma al resto del cuerpo. </p>
<p>Algunos médicos, como el famoso anatomista británico Thomas Willis, consideraban que a través de los nervios circulaban a gran velocidad los “espíritus animales” (considerados como líquidos “sutiles” o muy poco densos). Las distintas sensaciones se explicaban por la llegada o la huida de los espíritus animales a los distintos órganos.</p>
<p>En consonancia con los modelos médicos tradicionales, las “pasiones” se sentían en los órganos correspondientes. Del mismo modo que el hambriento sentía el hambre en el estómago y el lujurioso experimentaba la lujuria en “otra parte de su cuerpo”, el enamorado, el enfadado y el triste experimentaban estas sensaciones en el corazón. </p>
<p>Feijoo comparte esta opinión, pero para él no existen los espíritus animales, son los movimientos de los nervios los que codifican por las distintas emociones. </p>
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<a href="https://images.theconversation.com/files/467506/original/file-20220607-14-gryv1h.jpeg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=1000&fit=clip"><img alt="" src="https://images.theconversation.com/files/467506/original/file-20220607-14-gryv1h.jpeg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=754&fit=clip" srcset="https://images.theconversation.com/files/467506/original/file-20220607-14-gryv1h.jpeg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=600&h=410&fit=crop&dpr=1 600w, https://images.theconversation.com/files/467506/original/file-20220607-14-gryv1h.jpeg?ixlib=rb-1.1.0&q=30&auto=format&w=600&h=410&fit=crop&dpr=2 1200w, https://images.theconversation.com/files/467506/original/file-20220607-14-gryv1h.jpeg?ixlib=rb-1.1.0&q=15&auto=format&w=600&h=410&fit=crop&dpr=3 1800w, https://images.theconversation.com/files/467506/original/file-20220607-14-gryv1h.jpeg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=754&h=515&fit=crop&dpr=1 754w, https://images.theconversation.com/files/467506/original/file-20220607-14-gryv1h.jpeg?ixlib=rb-1.1.0&q=30&auto=format&w=754&h=515&fit=crop&dpr=2 1508w, https://images.theconversation.com/files/467506/original/file-20220607-14-gryv1h.jpeg?ixlib=rb-1.1.0&q=15&auto=format&w=754&h=515&fit=crop&dpr=3 2262w" sizes="(min-width: 1466px) 754px, (max-width: 599px) 100vw, (min-width: 600px) 600px, 237px"></a>
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<span class="caption">Representación esquemática de la fisiología del amor según Feijoo. La conocida representación del cerebro y el diagrama de los nervios simpáticos fueron grabados por Christopher Wren para Thomas Willis, <em>The Anatomy of the Brain and Nerves</em> (1664). El primero está visto desde abajo y muestra las conexiones con los nervios craneales; el segundo muestra el comienzo de los nervios espinales. https://www.journals.uchicago.edu/doi/10.1086/716879.</span>
<span class="attribution"><a class="source" href="https://archive.org/details/BIUSante_00238">T. Willis, Cerebri anatome, Wellcome Collection / Internet Archive</a>, <a class="license" href="http://creativecommons.org/licenses/by/4.0/">CC BY</a></span>
</figcaption>
</figure>
<p>Según Feijoo, <a href="https://www.filosofia.org/bjf/bjft715.htm">el amor se origina de la siguiente manera</a>:</p>
<ol>
<li><p>Supongamos que dos personas se encuentran. Las membranas de sus órganos sensoriales (la retina, la lengua y el paladar, las membranas de la nariz y del oido) registran las impresiones de las diferentes partículas: la luz que reflejan, las “partículas odoríferas” que desprenden, el aire que agitan sus susurros. </p></li>
<li><p>Las vibraciones de estas membranas mueven a su vez los nervios sensoriales. Éstos reaccionan de muy diversas maneras según el estímulo. Pueden “separarse, ondular, estirarse, comprimirse, aflojarse o volverse más flexibles o más rígidos”. </p></li>
<li><p>Los movimientos de los nervios llegan al sensorio común, donde reside el alma. La imaginación (una parte del alma) interpreta estas vibraciones y transmite las correspondientes vibraciones a los nervios que llegan a las diferentes vísceras (Feijoo admite su ignorancia sobre cómo se produce este contacto entre los nervios y el alma). </p>
<p>En el caso de estar codificadas para el amor, al corazón. Feijoo especula, quizá con ironía, que el movimiento que nos hace sentir amor podría ser ondulante, mientras que el miedo podría ser provocado por movimientos espasmódicos.</p></li>
<li><p>Además del corazón, las corrientes nerviosas que recorren el cuerpo de los enamorados también pueden afectar a otras partes, provocando, por ejemplo, suspiros, rubor e incluso lágrimas. Si el amor tiene una “parte concupiscente” las corrientes nerviosas llegan a los órganos sexuales. </p></li>
</ol>
<p>Todas estas vibraciones también pueden ser ocasionadas por la imaginación. Porque, argumenta Feijoo, de lo contrario los sentimientos sólo durarían mientras estamos físicamente con la persona. </p>
<p>Ahora queda claro su remedio para el mal de amores. Las corrientes amorosas de los nervios provocados por el recuerdo del amado se anulan con las corrientes de terror provocadas por la imagen horrible: “Una ola rompe el ímpetu de otra ola”.</p>
<h2>Como instrumentos tocados por la imaginación</h2>
<p>Los nervios se comportaban así como cuerdas musicales. El suyo no era un “modelo hidráulico”, donde las sensaciones, los deseos y las pasiones eran provocados porque los espíritus animales se aglomeraban en un órgano determinado o huían de otro. Por el contrario, el cuerpo para Feijoo era como un instrumento musical tocado por la imaginación, en el que los nervios tenían muchas formas de vibrar para transmitir diferentes sentimientos. </p>
<p>La naturaleza física de los nervios explicaba por qué un mismo objeto podía causar efectos diferentes en distintas personas: la “textura, posición, consistencia, flexibilidad o rigidez, sequedad, humedad, de las fibras son más o menos aptos para que el objeto terrible forme esa impresión que causa el miedo, o para que el melancólico excite la tristeza, o para que el ofensivo excite la ira”. </p>
<p>El modelo también explicaba por qué algunas personas se inclinaban por determinados sabores, más por el dulce o por el picante, por ejemplo, debido a la forma en que sus fibras reaccionaban enviando ondas de placer o de dolor. </p>
<p>Sin embargo, Feijoo no utilizó este modelo para justificar las diferencias de género. Al contrario, <a href="https://www.journals.uchicago.edu/doi/10.1086/716879">lo utilizó para reforzar la igualdad de los sexos</a>, ya que no había ningún indicio físico de que las fibras nerviosas de hombres y mujeres difirieran de forma consistente.</p><img src="https://counter.theconversation.com/content/179907/count.gif" alt="The Conversation" width="1" height="1" />
<p class="fine-print"><em><span>Elena Serrano no recibe salario, ni ejerce labores de consultoría, ni posee acciones, ni recibe financiación de ninguna compañía u organización que pueda obtener beneficio de este artículo, y ha declarado carecer de vínculos relevantes más allá del cargo académico citado.</span></em></p>Feijoo no solo intentó explicar cómo funcionaba el amor dentro del cuerpo humano, sino que dio consejos sobre cómo superar los corazones rotos sin diferenciar entre hombres y mujeres.Elena Serrano, Postdoctoral Researcher ERC-Project: Circulating Gender in the Global Enlightenment: Ideas, Networks, Agencies (CIRGEN) (Advanced Grant-787015). UV., Universitat de ValènciaLicensed as Creative Commons – attribution, no derivatives.tag:theconversation.com,2011:article/1678162021-10-11T19:09:10Z2021-10-11T19:09:10Z¡Estoy enamorado! ¿Estoy enfermo?<figure><img src="https://images.theconversation.com/files/425671/original/file-20211011-23-1r4e24c.jpg?ixlib=rb-1.1.0&rect=53%2C35%2C6000%2C3952&q=45&auto=format&w=496&fit=clip" /><figcaption><span class="caption">
</span> <span class="attribution"><a class="source" href="https://www.shutterstock.com/es/image-illustration/heart-inside-brain-smart-love-concept-735595351">AlexLMX / Shutterstock</a></span></figcaption></figure><p>Taquicardia, aumento de presión arterial, dilatación de las pupilas, sudoración excesiva, insomnio, euforia descontrolada, falta de atención en el trabajo, aparato digestivo trastornado…</p>
<p>Cualquiera que lea esta cascada de síntomas podría deducir que estamos a punto del colapso sistémico y/o bajo los efectos de psicotrópicos poco aconsejables. Sin embargo, si nos ve la cara de becerro hipnotizado que se nos pone cuando se nos acerca determinada persona, se dará cuenta de que, en realidad, lo que nos ocurre es algo mucho peor. ¡Estamos enamorados! </p>
<p>Y digo que peor porque las circunstancias que concurren son muy diferentes. En el caso de una crisis funcional relacionada con una patología concreta o un estrés malsano, somos conscientes de que estamos fatal y sabemos que, antes o después, tendríamos que pasar por urgencias si no queremos aumentar el listado de usuarios de las funerarias de nuestra ciudad. </p>
<p>En el caso del enamoramiento, ni tenemos consciencia de nada ni falta que nos hace. Vamos levitando en un estado de nirvana del que no queremos salir y desde el que nos traen al fresco los posibles efectos secundarios. Nunca nos hemos sentido mejor.</p>
<h2>Pero, ¿por qué?</h2>
<p>¿Cuál es la razón por la que este desequilibrio (que lo es) nos hace sentirnos tan bien, tan vivos y tan especiales? ¿Por qué queremos más y más, tanto que corremos el riesgo de engancharnos a esta vorágine de sensaciones como si de una droga se tratase?</p>
<p>Pues precisamente por eso, porque sus efectos se parecen mucho a los que producen las que comúnmente entendemos por drogas duras.</p>
<p>Cuando alcanzamos la pubertad, nuestras gónadas (ovarios y testículos) empiezan a segregar, respectivamente, estrógenos y andrógenos. Estas hormonas sexuales alcanzan (vía sanguínea) tres zonas clave del cerebro (el núcleo preóptico del hipotálamo, la amígdala y el sistema límbico) <em>abriendo la puerta</em>, fisiológicamente hablando, a un posible enamoramiento. </p>
<p>A partir de ese momento estamos vendidos. Es sólo cuestión de tiempo el que el candidato menos pensado nos haga entrar en una de las vorágines bioquímicas más complejas y fascinantes de nuestra fisiología.</p>
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<a href="https://images.theconversation.com/files/425672/original/file-20211011-17-hn192a.jpeg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=1000&fit=clip"><img alt="" src="https://images.theconversation.com/files/425672/original/file-20211011-17-hn192a.jpeg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=754&fit=clip" srcset="https://images.theconversation.com/files/425672/original/file-20211011-17-hn192a.jpeg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=600&h=522&fit=crop&dpr=1 600w, https://images.theconversation.com/files/425672/original/file-20211011-17-hn192a.jpeg?ixlib=rb-1.1.0&q=30&auto=format&w=600&h=522&fit=crop&dpr=2 1200w, https://images.theconversation.com/files/425672/original/file-20211011-17-hn192a.jpeg?ixlib=rb-1.1.0&q=15&auto=format&w=600&h=522&fit=crop&dpr=3 1800w, https://images.theconversation.com/files/425672/original/file-20211011-17-hn192a.jpeg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=754&h=657&fit=crop&dpr=1 754w, https://images.theconversation.com/files/425672/original/file-20211011-17-hn192a.jpeg?ixlib=rb-1.1.0&q=30&auto=format&w=754&h=657&fit=crop&dpr=2 1508w, https://images.theconversation.com/files/425672/original/file-20211011-17-hn192a.jpeg?ixlib=rb-1.1.0&q=15&auto=format&w=754&h=657&fit=crop&dpr=3 2262w" sizes="(min-width: 1466px) 754px, (max-width: 599px) 100vw, (min-width: 600px) 600px, 237px"></a>
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<span class="caption">‘Psique reanimada por el beso del amor’. Estatua de mármol realizadada finales del siglo XVIII por el artista italiano Antonio Canova, hoy conservada en el Louvre de París.</span>
<span class="attribution"><a class="source" href="https://commons.wikimedia.org/wiki/File:0_Psych%C3%A9_ranim%C3%A9e_par_le_baiser_de_l%27Amour_-_Canova_-_Louvre_1.JPG">Jean-Pol Grandmont / Wikimedia Commons</a>, <a class="license" href="http://creativecommons.org/licenses/by/4.0/">CC BY</a></span>
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<h2>La bioquímica del enamoramiento</h2>
<p><strong>1. Primer paso: el aceleramiento</strong></p>
<p>Donald F. Klein y Michael R. Liebowitz, del Instituto Psiquiátrico de Nueva York, descubrieron que era una molécula, la feniletilamida, la desencadenante de todo el proceso de locura, excitación y euforia que caracteriza estas primeras etapas del enamoramiento. </p>
<p>Un intercambio de miradas, un roce o una simple caricia por parte de <em>esa</em> persona elegida nos inunda el cerebro, literalmente, de este <a href="https://openlibrary.org/books/OL13249715M/Analytical_Profiles_of_Amphetamine_and_Related_Phenethylamines">neurotransmisor</a>. </p>
<p>Para entender un poco sus efectos, diremos que la estructura de esta sencilla amina aromática puede encontrarse también en el sistema ergolina del LSD. Es más, las anfetaminas no son más que el resultado de introducir un <a href="https://es.wikipedia.org/wiki/Feniletilamina#/media/Archivo:Phenethylamine_rests.svg">radical metilo (CH3) en el carbono alfa</a> de su molécula. </p>
<p>Así pues, exultantes como premiados con el gordo de la lotería, ruborizados como amapolas y acelerados como motos, empezamos a perder el raciocinio.</p>
<p><strong>2. Segundo paso: la ceguera</strong></p>
<p>La feniletilamida es un precursor de nuestra segunda protagonista: la dopamina. Esta molécula, segregada por el hipotálamo y de efímera vida media, altera el cerebro originando un inmenso placer. De hecho, los fármacos que reducen la actividad de la dopamina (como algunos antipsicóticos) <a href="https://pubmed.ncbi.nlm.nih.gov/14677077/">provocan <em>anhedonia</em> (incapacidad para experimentar placer)</a>. </p>
<p>Es precisamente este deleite el que nos ciega y el que caracteriza al proceso de enamoramiento desde el momento en que nos brinda una percepción irreal del contexto. La dopamina, responsable de la idealización del objeto de nuestro amor, es la que nos <em>nubla las entendederas</em> haciéndonos creer que hemos encontrado la reencarnación de Apolo o la versión postmoderna de Afrodita donde no hay más que un común mortal (con suerte, de buen ver). </p>
<p>Como la secreción de dopamina está acompañada de la liberación de norepinefrina (noradrenalina), se estimulan <a href="https://books.google.com.my/books?id=r2ArBgAAQBAJ&pg=PA39#v=onepage&q&f=false">los receptores adrenérgicos α1 y α2</a>. Los vasos sanguíneos se contraen y aumenta nuestra presión arterial. También actúa sobre nuestros receptores beta-1 adrenérgicos por lo que sube la frecuencia cardíaca. Por eso no nos afecta el frío. Tampoco tenemos hambre, ni sueño, ni cansancio. </p>
<p>Por si fuera poco, un tercer neurotransmisor monoamínico entra en acción, la <a href="https://pubmed.ncbi.nlm.nih.gov/9728669/">serotonina</a>, indolamina responsable del <a href="https://pubmed.ncbi.nlm.nih.gov/10219711/">aumento del bienestar, la felicidad y el estímulo sexual</a>. </p>
<p>Todo es absolutamente perfecto…</p>
<p><strong>3. Tercer paso: la habituación</strong></p>
<p>Nada es gratis. El paraíso tiene un precio. </p>
<p>Nuestro cerebro, que está recibiendo a borbotones estos neuroquímicos del enamoramiento, termina habituándose a ellos y haciendo que sus efectos disminuyan en intensidad. La hemos liado: <a href="http://phd.meghan-smith.com/wp-content/uploads/2015/09/MacDonald-2010-The-Peptide-that-Binds.pdf">estamos enganchados</a>.</p>
<p>Si queremos continuar sintiendo lo mismo, tendríamos que subir la dosis. Esto ocurre porque la dopamina es una catecolamina generadora de adicciones de una forma fisiológicamente muy parecida a la cocaína. El placer que genera es apoyado por los efectos de la noradrenalina, que nos pide seguir en el proceso más y más y recuperar el estado de <em>subidón</em> inicial. Y como no lo conseguimos, empiezan los reproches. </p>
<p>Es lo que comúnmente conocemos por el <em>ya no eres el mismo que al principio</em> o el <em>nada es igual que antes</em>. Responsabilizamos al otro sin saber que no hay más culpables que nuestros receptores neuronales, <em>ahítos</em> de neurotransmisores y saturados de mensajes químicos. </p>
<p>La serotonina, por su parte, que se había incrementado notablemente en las primeras fases del enamoramiento (y disparado puntualmente en comportamientos especialmente intensos), al disminuir, nos puede producir irritabilidad, insomnio, desánimo, tristeza y, en el peor de los casos, ser la responsable de auténticas obsesiones.</p>
<p>¡Qué desastre! ¡Tenemos <em>el mono</em>!</p>
<p><strong>4. Cuarto paso: la solución</strong></p>
<p>A diferencia de la drogadicción (que siempre acaba mal), esta bella historia puede, perfectamente, tener un final feliz. </p>
<p>De ello se encarga nuestro héroe el hipotálamo, que libera al torrente sanguíneo oxitocina, previo <a href="https://journals.plos.org/ploscompbiol/article?id=10.1371/journal.pcbi.1000123">paso a través de la neurohipófisis</a> gracias a la neurofisina. Es nuestra salvadora, la hormona responsable del apego y que aumenta su presencia en procesos conductuales como el parto, la lactancia, los orgasmos, los abrazos y, en general, en las manifestaciones de cariño y entrega al otro. </p>
<p>Para entendernos, es la oxitocina la responsable de los procesos afectivos a largo plazo. </p>
<p>Así, y con la participación de unas cuantas moléculas más, es como pasamos bioquímicamente del enamoramiento al amor, un fenómeno menos arrebatador pero más duradero y sosegado. </p>
<h2>No todo son moléculas</h2>
<p>Después de leer esto, usted pensará que no es más que un saco de neurotransmisores y hormonas sin el más mínimo resquicio para el romanticismo. </p>
<p>Si le sirve de consuelo, yo, que soy científica, cuando cuelgo la bata y salgo del laboratorio sé verles las alas a Cupido. Les aseguro que me he puesto en la diana para ser blanco de sus flechas. Y no me han dado en el hipotálamo, ni en la amígdala, ni en la hipófisis. Me han alcanzado, de pleno, en mitad del corazón.</p><img src="https://counter.theconversation.com/content/167816/count.gif" alt="The Conversation" width="1" height="1" />
<p class="fine-print"><em><span>A. Victoria de Andrés Fernández no recibe salario, ni ejerce labores de consultoría, ni posee acciones, ni recibe financiación de ninguna compañía u organización que pueda obtener beneficio de este artículo, y ha declarado carecer de vínculos relevantes más allá del cargo académico citado.</span></em></p>Taquicardia, aumento de presión arterial, dilatación de las pupilas, sudoración excesiva, insomnio, euforia descontrolada, aparato digestivo trastornado… No es una enfermedad, sino los síntomas fisiológicos del enamoramiento.A. Victoria de Andrés Fernández, Profesora Titular en el Departamento de Biología Animal, Universidad de MálagaLicensed as Creative Commons – attribution, no derivatives.tag:theconversation.com,2011:article/1588812021-04-20T20:42:33Z2021-04-20T20:42:33ZNeurociencia del enamoramiento… y de otras adicciones<figure><img src="https://images.theconversation.com/files/395790/original/file-20210419-19-1338ewb.jpg?ixlib=rb-1.1.0&rect=0%2C0%2C3195%2C1599&q=45&auto=format&w=496&fit=clip" /><figcaption><span class="caption">
</span> <span class="attribution"><a class="source" href="https://www.shutterstock.com/es/image-vector/vector-illustration-heart-beat-emotional-state-1869723205">Shutterstock / magic pictures</a></span></figcaption></figure><p>Desde los años 50 del siglo pasado, los avances en el conocimiento de las funciones del cerebro han trastocado más de un concepto cultural acerca de nuestra personalidad. Uno de ellos se refiere a la génesis y peculiaridades de las emociones y los sentimientos. </p>
<h2>El papel del cerebro en las emociones</h2>
<p>Es cierto que, desde los tiempos de Aristóteles, se asumía que estas sensaciones internas se generan y almacenan en el corazón. Sin embargo, hoy día se sabe con suficiente detalle que <a href="https://www.agapea.com/libros/Manual-de-Neurociencia-9788477386001-i.htm">los procesos emotivos se originan y controlan en el cerebro</a>. En concreto, en el sistema límbico: una parte evolutivamente antigua, ya presente en aves y mamíferos. </p>
<p>El sistema límbico recibe este nombre porque forma un limbo o círculo alrededor del tálamo, la parte central del encéfalo. Dentro de este sistema neuronal hay diferentes estructuras. Por ejemplo, las que están especializadas en el control de funciones motivacionales tanto positivas, como el núcleo accumbens, como negativas, en el caso de la amígdala y el septum. También relacionadas con las memorias, la rememoración y el olvido, como el hipocampo. </p>
<p>No es que las funciones emocionales y cognitivas estén fragmentadas por el cerebro. Más bien, lo que ocurre es que hay puntos nodales o sitios cerebrales <a href="https://neurology.mhmedical.com/book.aspx?bookID=1049">donde dichas funciones se ponen particularmente de manifiesto</a>.</p>
<h2>En el amor, más cerebro que corazón</h2>
<p>Entre las emociones más importantes en nuestra evolución personal está el amor romántico. Y con él, <a href="https://pubmed.ncbi.nlm.nih.gov/31371074/">la intensa conmoción psicofísica que nos sacude cuando nos enamoramos</a>. </p>
<p>El enamoramiento es, de alguna forma, una brusca caída en un “mundo mágico”. En ella transferimos al objeto de nuestro amor una serie de características físicas y de cualidades psíquicas más o menos imaginarias. </p>
<p>Puede ocurrir, como ya señalaba <a href="https://plato.stanford.edu/entries/pascal/">Blaise Pascal</a>, que nos guste vivir en la mente de los demás. En términos psicoanalíticos: si nuestro mayor anhelo es que los demás nos deseen, estas características funcionales de nuestra mente se agudizan en el enamoramiento. </p>
<p>Además, si las expectativas y deseos imaginariamente adscritos al <em>partenaire</em> están muy lejos de su realidad, pueden convertir todo el proceso emocional en una neurosis más o menos transitoria.</p>
<p>Desde el punto de vista cognitivo, la persona amada no cambia porque la amemos. Esto quiere decir que la percepción visual, auditiva y, en suma, sensorial que tengamos de ella en realidad es la misma. Lo que se modifica es la interpretación de esa información sensorial. Este fenómeno ocurre de modo decisivo en el lóbulo prefrontal, más que probable sede de nuestra interpretación cognitiva de la realidad. </p>
<p>Esta misma estructura contribuye a la génesis de respuestas comportamentales que acompañan al enamorado. ¿Cómo cuales? Desde las palpitaciones cardíacas al cambio de coloración de la piel (sonrojado, pálido). Desde el temblor o la flacidez muscular a la pérdida de apetito. </p>
<p>Estos fenómenos funcionales ocurren por la acción del lóbulo prefrontal sobre la amígdala y de ahí a las porciones inferiores del cerebro y de la médula espinal. También sobre el hipotálamo y de éste al complejo sistema endocrino y metabólico de nuestro organismo. </p>
<h2>Me quiere, no me quiere</h2>
<p>Aunque los estados emotivos se generan en el sistema límbico, hay un componente motivacional muy importante en el enamoramiento y es el nivel de satisfacción del deseo. Esto es la recompensa que se obtiene con la consecución del objeto deseado. </p>
<p>En este proceso interviene especialmente el sistema dopaminérgico, denominado así porque libera un comunicador molecular interneuronal llamado dopamina. Lo que hace es actuar en el núcleo accumbens induciendo la sensación interna de satisfacción cuando nos dan el ansiado “sí”. </p>
<p>En relaciones algo más duraderas intervienen también las neurohormonas oxitocina y vasopresina. Ambas se han relacionado recientemente con la generación de comportamientos sociales, como el apego que se establece entre los amantes. También los protocolos conductuales característicos del apareamiento y de la cría.</p>
<h2>Enamoramiento, drogadicción emocional y síndrome de abstinencia</h2>
<p>La dependencia excesiva del otro en un enamoramiento equivocado puede conducir a una suerte de drogadicción emocional. </p>
<p>Por otra parte, se asume que la adicción a una sustancia determinada (nicotina, cocaína, morfina, alcohol) sólo se diferencia de la situación del adicto emocional en el objeto con el que se pretende compensar (de forma equivocada, claro) un vacío o necesidad interior no bien identificada. </p>
<p>De hecho, la sintomatología que caracteriza el síndrome de abstinencia en algunas drogadicciones (cocaína o anfetaminas) <a href="https://pubmed.ncbi.nlm.nih.gov/28725282/">es similar a los síntomas del enamoramiento no correspondido</a>. </p>
<p>Recuerden a Lou Reed cuando canta:</p>
<blockquote>
<p>“… heroin: it’s my wife and it’s my life”.</p>
</blockquote>
<p>El síndrome de abstinencia que caracteriza a la mayor parte de las drogas tiene un componente de dependencia psicológica que suele ser común a todas ellas. También está presente en el enamorado frustrado. </p>
<p>Tanto el drogadicto como el enamorado no correspondido tienen una necesidad inmediata y exigente de reactivar sus centros nerviosos de recompensa. Sobre todo el núcleo accumbens. Es una necesidad imperiosa y compulsiva, acompañada de toda la cohorte de síntomas que caracterizan el síndrome de dependencia. </p>
<p>Por lo demás, es fácilmente observable (tanto por el que lo sufre como por el que lo observa) <a href="https://pubmed.ncbi.nlm.nih.gov/30026695/">la inmediata desaparición del síndrome de abstinencia cuando se consigue el esperado sí</a>. O cuando se administra una nueva dosis de droga. </p>
<p>En ambos casos se produce una activación del centro neural de recompensa (núcleo accumbens) con la importante contribución del sistema dopaminérgico. </p>
<p>Por último, el componente físico del síndrome de abstinencia ocurre por las adaptaciones fisiológicas y metabólicas que se producen tras el consumo repetido y abusivo de una droga determinada. Al final, su ausencia desequilibra la balanza. </p>
<p>Este componente físico depende en particular de las rutas metabólicas que sigue la droga de que se trate, así que en este particular hay evidentes diferencias de unas sustancias a otras. </p>
<p>Por ejemplo, heroína y morfina actúan sobre neuronas relacionadas con las endorfinas. Estas están a su vez relacionadas con la ausencia de dolor y la sensación de satisfacción y placer.</p>
<p>Sin embargo, la cocaína actúa sobre complejos grupos neuronales. En este caso, se relacionan con la serotonina (reguladora del estado de ánimo), la noradrenalina (estados de atención y alerta) y la dopamina ya mencionada.</p>
<p>En conclusión: entender cómo funciona su cerebro le ayudará a conocerse mejor… Y recuerde ¡que la medalla del amor que regale el próximo 14 de febrero tenga forma de sistema límbico!</p><img src="https://counter.theconversation.com/content/158881/count.gif" alt="The Conversation" width="1" height="1" />
<p class="fine-print"><em><span>José María Delgado Garcia no recibe salario, ni ejerce labores de consultoría, ni posee acciones, ni recibe financiación de ninguna compañía u organización que pueda obtener beneficio de este artículo, y ha declarado carecer de vínculos relevantes más allá del cargo académico citado.</span></em></p>Es el cerebro el encargado de elaborar la sensación amorosa. También el que responde al rechazo y genera adicción y dependencias emocionales.José María Delgado Garcia, Profesor Emérito de Neurociencia, Universidad Pablo de OlavideLicensed as Creative Commons – attribution, no derivatives.tag:theconversation.com,2011:article/1474882020-10-07T19:01:22Z2020-10-07T19:01:22ZBésame (cuando la COVID-19 lo permita)<figure><img src="https://images.theconversation.com/files/361899/original/file-20201006-24-13ad70k.jpg?ixlib=rb-1.1.0&rect=7%2C44%2C4910%2C3361&q=45&auto=format&w=496&fit=clip" /><figcaption><span class="caption">
</span> <span class="attribution"><a class="source" href="https://www.shutterstock.com/es/image-photo/close-view-beautiful-woman-lips-purple-666803620">Shutterstock / ldutko</a></span></figcaption></figure><p>A pocos actos humanos se le ha dedicado más poesía que al beso. La literatura está llena de ejemplos maravillosos. Aunque quizás ha sido otro arte, el cine, el que mejor haya sabido concentrar la emoción que encierra el beso en esa secuencia mítica que Giuseppe Tornatore nos regaló en el inigualable final de <em>Cinema Paradiso</em>.</p>
<p>Es, del todo, un homenaje merecido. </p>
<figure>
<iframe width="440" height="260" src="https://www.youtube.com/embed/n9ZMNQmESus?wmode=transparent&start=0" frameborder="0" allowfullscreen=""></iframe>
<figcaption><span class="caption">Final de la película <em>Cinema Paradiso</em> (Giuseppe Tornatore, 1988) .</span></figcaption>
</figure>
<h2>La complejidad comunicativa de los besos</h2>
<p>Desde mi punto de vista, el beso es la expresión afectiva más compleja y perfecta de nuestra actividad como especie social. Explico por qué:</p>
<p>• Es <strong>versátil</strong> en cuanto a destinatario. Tenemos besos para bebés, para amigos, para familia, para amantes o para recién conocidos. Cada uno tiene sus particularidades y pormenores que, curiosamente, nadie nos enseña. Es algo que nos preocupamos solitos de aprender rápido.</p>
<p>• Es <strong>modulable</strong>. Sea cual sea su destinatario, podemos graduar intensidad, localización, duración y objetivo en función del “grado de merecimiento” que nos suscite el receptor. Así, de la presión intensa con sonido estentóreo del beso de la abuela orgullosa al leve roce de mejillas (donde la participación de los labios es meramente simbólica) de un <em>hipocritilla</em> saludo de compromiso, tenemos un amplísimo abanico de situaciones intermedias adaptables a variopintas circunstancias (algunas tan retorcidas como la traición de Judas).</p>
<p>• Es <strong>el acto más emocionante del enamoramiento</strong>, mucho más que la cascada de comportamientos que suele desencadenar. En ese microinstante previo al beso es cuando se bajan las armas, se caen las caretas, se vencen los miedos, se renuncia a los prejuicios y se pone uno el mundo por montera. Cuando tus labios se encuentran con los del ser que deseas, no hay nada más ni en el espacio ni en el tiempo. Se caen los palos del sombrajo de manera absolutamente inevitable. Es este beso de amor el que ha hecho correr ríos de tinta, el que te anula la voluntad y el ser, el que te convierte en todo (porque el universo es tuyo) a la vez que en trapo de voluntad anulada (porque ya no eres nada, eres un drogadicto de besos para el resto de tu vida).</p>
<p>Bien, pues a partir de esta línea, se acabó el romanticismo. Aunque parezca mentira, la función fundamental de los labios no es besar sino algo mucho más trascendente para nuestra supervivencia: succionar.</p>
<h2>El origen de los besos</h2>
<p>Los mamíferos somos terápsidos, es decir, <a href="https://global.oup.com/academic/product/the-origin-and-evolution-of-mammals-9780198507611?cc=es&lang=en&">descendientes peludos de antecesores reptilianos ovíparos</a>. Esto significa que nuestras lejanas tatatatatarabuelas “llenaban la despensa” de sus descendientes mediante un óvulo enormemente enriquecido con sustancias de reserva: el huevo <em>telolecito</em> (para entendernos, del tipo que nos comemos frito). La energía química almacenada en el <em>vitelo</em> (la yema) posibilitaba el correcto desarrollo embrionario de la descendencia. </p>
<p>Sin embargo, las <em>mamíferas</em> (salvo las monotremas, las hembras de ornitorrincos y equidnas) no ponemos huevos y <a href="https://www.bookdepository.com/es/Biologia-del-Desarrollo-7b-Gilbert/9789500608695">nuestros óvulos carecen de vitelo (son huevos <em>alecitos</em>)</a>. Hemos perdido esta capacidad pero ha sido un efecto colateral a una conquista muy ventajosa. Me refiero a la posibilidad de realizar el desarrollo embrionario en el sitio más seguro del mundo: en el interior de otro ser. </p>
<p>La madre mamífera, en el hotel de lujo que le brinda al embrión (y, después, al feto), le ofrece todos los servicios intrauterinamente. En primer lugar, eso implica protección mecánica. Una vez asegurado que nada ni nadie va a aplastar o a comerse los huevos, el desarrollo embrionario intrauterino ofrece también protección térmica. Por mucho frío o calor que haga fuera, <em>mami</em> garantiza una confortable y constante temperatura óptima para la diferenciación de tejidos y su progresiva configuración en órganos, aparatos y sistemas. </p>
<p>No obstante, la protección más importante es el suministro de recursos. La placenta, esa estructura única en el reino animal formada al alimón por dos seres diferentes, se encarga de nutrir, de oxigenar y, por si fuera poco, de <a href="https://readwritesoar.com/principios-integrales-de-zoologia-hickman-pdf.html">retirar los desechos generados por el metabolismo embrionario y fetal</a>. Y todo lo hace a través del simple/complejo cordón umbilical. </p>
<h2>La leche y la succión</h2>
<p>A pesar de salir bastante desarrollados (con excepción de los marsupiales, que completan el equivalente a nuestra etapa fetal en el interior del marsupio), los mamíferos neonatos no son autosuficientes. Aún no son capaces de alimentarse por sí mismos. Sigue siendo la madre la que garantiza la supervivencia a través de la secreción de glándulas sudoríparas brillantemente transformadas en glándulas galactóforas secretoras de un sudor muy modificado: la leche. </p>
<p>Pero la admiración ante <a href="https://www.ncbi.nlm.nih.gov/pmc/articles/PMC2688910/">este milagro evolutivo</a> no para aquí. Repartidas las glándulas por una amplia superficie corporal, el neonato tenía que lamer el vientre materno para alimentarse y se perdía mucho de este nutritivo fluido. </p>
<p>La concentración de estas glándulas en mamas fue un paso muy significativo que aumentó la eficiencia del proceso de lactancia. Mucho más lo fue la concentración de los conductos galactóforos de las glándulas de una mama en ese prodigio evolutivo que es el pezón. No sólo tenemos una <em>fábrica</em> de leche sino que, además, la fábrica tiene <em>grifo</em>. El grifo se abre por efecto de dos presiones: una positiva, procurada por las células mioepiteliales (contráctiles) que rodean los lobulillos galactóforos; y una presión negativa, esto es, la succión de la cría. </p>
<p>Para que esta última sea posible, es necesario que el movimiento de lengua y mandíbula aumente el volumen de la cavidad bucal del lactante, lo que supone un efecto aspiradora sobre el pezón. Y llegamos al punto clave de este proceso: la succión es posible siempre y cuando el cierre del sistema sea hermético. Y de eso, precisamente, se encargan los labios. Su musculatura circular, al contraerse, se estrecha progresivamente sobre el pezón sellando el conjunto.</p>
<figure class="align-center zoomable">
<a href="https://images.theconversation.com/files/361904/original/file-20201006-16-10b8ay6.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=1000&fit=clip"><img alt="" src="https://images.theconversation.com/files/361904/original/file-20201006-16-10b8ay6.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=754&fit=clip" srcset="https://images.theconversation.com/files/361904/original/file-20201006-16-10b8ay6.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=600&h=400&fit=crop&dpr=1 600w, https://images.theconversation.com/files/361904/original/file-20201006-16-10b8ay6.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=30&auto=format&w=600&h=400&fit=crop&dpr=2 1200w, https://images.theconversation.com/files/361904/original/file-20201006-16-10b8ay6.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=15&auto=format&w=600&h=400&fit=crop&dpr=3 1800w, https://images.theconversation.com/files/361904/original/file-20201006-16-10b8ay6.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=754&h=503&fit=crop&dpr=1 754w, https://images.theconversation.com/files/361904/original/file-20201006-16-10b8ay6.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=30&auto=format&w=754&h=503&fit=crop&dpr=2 1508w, https://images.theconversation.com/files/361904/original/file-20201006-16-10b8ay6.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=15&auto=format&w=754&h=503&fit=crop&dpr=3 2262w" sizes="(min-width: 1466px) 754px, (max-width: 599px) 100vw, (min-width: 600px) 600px, 237px"></a>
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<span class="attribution"><a class="source" href="https://www.shutterstock.com/es/image-photo/breast-feeding-baby-310102478">Shutterstock / asph</a></span>
</figcaption>
</figure>
<p>Y ese ni más ni menos es el origen de los labios y la razón de su éxito evolutivo. Está claro que, como invento, es una genialidad aunque el partidazo que le hemos sacado los homínidos ha sido alucinante. Los chimpancés macho se besan en los labios para hacer las paces tras una trifulca mientras que los bonobos <em>afinan más la lengua</em> y hacen participar a este apéndice carnoso en unos besos mucho más sexualizados entre <a href="http://www.bbc.com/earth/story/20150714-why-do-we-kiss">machos y hembras</a>. Aunque algunas culturas humanas no ven con buenos ojos <a href="http://sites.oxy.edu/clint/evolution/articles/IstheRomanticSexualKissaNearHumanUniversal_Jankowiak_2015-American_Anthropologist.pdf">los besos</a>, la potencialidad comunicativa que la mayoría de los <em>Homo sapiens</em> hemos desarrollado al besar ha sido de un virtuosismo conductual para quitarse el sombrero. </p>
<p>Más de uno está desesperado con la COVID-19 no por el riesgo de contagio, ni por el confinamiento, ni tan siquiera por el desastre económico. Lo que nos impacienta a los más románticos es no poder disponer a voluntad de uno de los regalos más grandes concomitante a la evolución de los mamíferos. Como suplicaba <em>El Canto del Loco</em>: “Besos, eso es lo que quiero, besos (…)”.</p><img src="https://counter.theconversation.com/content/147488/count.gif" alt="The Conversation" width="1" height="1" />
<p class="fine-print"><em><span>A. Victoria de Andrés Fernández no recibe salario, ni ejerce labores de consultoría, ni posee acciones, ni recibe financiación de ninguna compañía u organización que pueda obtener beneficio de este artículo, y ha declarado carecer de vínculos relevantes más allá del cargo académico citado.</span></em></p>Pocos gestos humanos llevan más carga de ternura y romanticismo que los besos. Aunque el origen de esta posición de los labios es algo mucho más trascendente para nuestra supervivencia: succionar.A. Victoria de Andrés Fernández, Profesora Titular en el Departamento de Biología Animal, Universidad de MálagaLicensed as Creative Commons – attribution, no derivatives.tag:theconversation.com,2011:article/1118022019-02-13T22:01:37Z2019-02-13T22:01:37ZEl amor eterno… ¿es científicamente posible?<figure><img src="https://images.theconversation.com/files/258843/original/file-20190213-181619-18td2d9.jpg?ixlib=rb-1.1.0&rect=12%2C19%2C4300%2C3214&q=45&auto=format&w=496&fit=clip" /><figcaption><span class="caption">¿Cuánto esfuerzo es necesario para mantener una pareja feliz y duradera?</span> <span class="attribution"><a class="source" href="https://unsplash.com/photos/6D58t6uZT5M">James Hose jr / Unsplash </a></span></figcaption></figure><p>Nuestra experiencia del amor tiene lugar entre lo biológico, lo social y lo cultural. El amor según los neurobiólogos tiene una base química, y lo que funciona químicamente suele tener una función biológica o evolutiva. La neurobiología dice que el amor es un impulso, una motivación. </p>
<p>En la naturaleza también existe el impulso amoroso, que tiene una función reproductora, pero en general no implica estar juntos de por vida. En cambio, los seres humanos occidentales sí creemos en general en el amor para siempre –está en nuestro ADN cultural–. Cuando nos enamoramos de verdad queremos y confiamos –tenemos ya la idea <em>a priori</em>– que sea para siempre. </p>
<p>Es de celebrar con entusiasmo la sensación potente y sublimadora del enamoramiento –existen pocas experiencias similares–, pero hay que entender que <a href="https://theconversation.com/i-love-you-and-thats-not-the-dopamine-talking-5217">es un proceso bioquímico</a> que suele desaparecer al cabo de unos dieciocho meses. ¿Y después? Como resulta que queremos mantener el amor para siempre, que no tiene la misma lógica de la pasión amorosa, deberíamos comprender los mecanismos que sostienen las relaciones duraderas. </p>
<h2>Casarse y lanzar una moneda al aire</h2>
<p><a href="https://www.ine.es/prensa/ensd_2017.pdf">Al parecer no los comprendemos</a>. Las tasas de divorcio en <a href="https://ec.europa.eu/eurostat/statistics-explained/index.php/Marriage_and_divorce_statistics#Fewer_marriages.2C_more_divorces">Europa</a> y <a href="https://www.apa.org/topics/divorce/">Estados Unidos</a> son tremendamente altas. En Estados Unidos y la Unión Europea, los divorcios frente a los matrimonios están en una proporción muy próxima al 50%. Se puede decir que predecir el éxito de una pareja en Occidente es como adivinar cara al lanzar una moneda. Si se piensa que eso está condicionado por el formato de matrimonio, se acierta: los datos disponibles sobre cohabitaciones son peores. </p>
<p>Eso plantea una cuestión fundamental sobre la validez del modelo estandarizado de pareja en que creemos, que tiene evidentes implicaciones para la salud y la economía, no sólo de los individuos sino de la propia sociedad. Si pensamos en nuestra sociedad como una organización productora de un formato de relación diádica llamado matrimonio –o pareja estable–, con una tasa de fallo del 50% hace tiempo que habría quebrado en un mercado competitivo.</p>
<p>Un punto de partida razonable es pensar que tantas rupturas no se deben a una multiplicidad de causas, sino que quizá hay un mecanismo general que subyace detrás del fracaso de las parejas. A fin de cuentas somos todos mucho más parecidos de lo que creemos –obedecemos los mismos principios psicológicos, cognitivos y conductuales, y nos desenvolvemos en el mismo entorno socio-cultural–. </p>
<h2>¿Cuánto trabajo requiere el amor?</h2>
<p>Hay un principio general en la psicología del amor: para mantener una relación viva y sana es necesario aportar energía a la relación. Esto parece un lugar común, de acuerdo: con el amor no basta, es necesario poner esfuerzo. </p>
<p>Bien, hace falta esfuerzo, pero ¿cuánto? ¿Cuánto esfuerzo es necesario para mantener una pareja feliz y duradera? Visto así, el diseño de una vida feliz en común es un proyecto de ingeniería sentimental: se trataría de estimar el coste en forma de esfuerzo de un proyecto sostenible en términos emocionales. </p>
<p>En efecto, el proyecto se puede formular como un problema matemático, de <a href="https://journals.plos.org/plosone/article?id=10.1371/journal.pone.0009881">ingeniería de control óptimo</a>. Bajo hipótesis naturales de la psicología humana, el análisis del modelo revela que a una pareja ideal le resultará muy difícil mantener una relación exclusiva para siempre basada en el amor, porque el coste del proyecto es más alto del que a priori están dispuestos a realizar. </p>
<p>Es decir, el análisis sugiere que las parejas tienen que afrontar un <em>gap</em> o brecha de esfuerzo: independientemente de cuál sea nivel su esfuerzo preferido, el nivel requerido para conseguir una relación de éxito es superior. Además, resulta que la dinámica de esfuerzo no es resiliente, de modo que cuando se relaja el esfuerzo requerido –debido al <em>gap</em> de esfuerzo– la inercia es a relajarlo más, hasta niveles que no consiguen que la relación sea viable con el tiempo.</p>
<figure class="align-center ">
<img alt="" src="https://images.theconversation.com/files/258872/original/file-20190213-181593-1xm4i25.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=754&fit=clip" srcset="https://images.theconversation.com/files/258872/original/file-20190213-181593-1xm4i25.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=600&h=475&fit=crop&dpr=1 600w, https://images.theconversation.com/files/258872/original/file-20190213-181593-1xm4i25.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=30&auto=format&w=600&h=475&fit=crop&dpr=2 1200w, https://images.theconversation.com/files/258872/original/file-20190213-181593-1xm4i25.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=15&auto=format&w=600&h=475&fit=crop&dpr=3 1800w, https://images.theconversation.com/files/258872/original/file-20190213-181593-1xm4i25.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=754&h=598&fit=crop&dpr=1 754w, https://images.theconversation.com/files/258872/original/file-20190213-181593-1xm4i25.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=30&auto=format&w=754&h=598&fit=crop&dpr=2 1508w, https://images.theconversation.com/files/258872/original/file-20190213-181593-1xm4i25.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=15&auto=format&w=754&h=598&fit=crop&dpr=3 2262w" sizes="(min-width: 1466px) 754px, (max-width: 599px) 100vw, (min-width: 600px) 600px, 237px">
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<span class="caption">Evolución conjunta de la sensación amorosa y el esfuerzo. El éxito del amor duradero requiere un gap de esfuerzo, cuya dinámica no es resiliente.</span>
</figcaption>
</figure>
<p>Ese mecanismo refuerza la idea de que el modelo estándar de relación –la relación para siempre basada en el amor– típicamente no funciona. Es más bien una utopía –difícilmente realizable– que quizá debería ser revisada. </p>
<h2>Buscando soluciones</h2>
<p>Aunque hay un interés social incipiente en la no monogamia y el poliamor, parece que en todos los segmentos de edad la mayoría de los individuos siguen <a href="https://today.yougov.com/topics/lifestyle/articles-reports/2016/10/03/young-americans-less-wedded-monogamy">creyendo en la monogamia</a>. Sin salir de este formato, entonces, se trataría de corregir nuestro modelo estandarizado de pareja ideal. </p>
<p>Siempre está la posibilidad de aceptar el hecho de que una relación quizá tiene una vida natural –nace, crece, evoluciona y se acaba desinflando– y vivir las rupturas sin amargura, como un proceso natural de maduración. Pero no parece la opción más prometedora. </p>
<p>Otra posibilidad consiste en rebajar las expectativas de lo que una pareja debe proporcionar. La lista de necesidades y aspiraciones que la otra persona debe procurar resulta, a menudo, muy exigente: amante, amiga, compañera, confidente, cómplice, ayudante, acompañante, animadora,… Parece necesario disminuir tanta demanda, sin que eso suponga una disminución de bienestar. ¿Es posible?</p>
<p>Hay ya amplia evidencia de que las relaciones sociales están asociadas a <a href="https://theconversation.com/el-secreto-de-la-longevidad-en-las-zonas-azules-nueve-razones-para-vivir-mas-99552">una vida más sana, larga y satisfactoria</a>. Las relaciones sociales nos hacen más felices. Si se aligera peso de lo que uno espera de su pareja y se traslada a otras personas de su red social, se debería mejorar el bienestar de la pareja y de sus miembros. </p>
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<img alt="" src="https://images.theconversation.com/files/258844/original/file-20190213-181593-1pwgo18.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=754&fit=clip" srcset="https://images.theconversation.com/files/258844/original/file-20190213-181593-1pwgo18.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=600&h=400&fit=crop&dpr=1 600w, https://images.theconversation.com/files/258844/original/file-20190213-181593-1pwgo18.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=30&auto=format&w=600&h=400&fit=crop&dpr=2 1200w, https://images.theconversation.com/files/258844/original/file-20190213-181593-1pwgo18.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=15&auto=format&w=600&h=400&fit=crop&dpr=3 1800w, https://images.theconversation.com/files/258844/original/file-20190213-181593-1pwgo18.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=754&h=503&fit=crop&dpr=1 754w, https://images.theconversation.com/files/258844/original/file-20190213-181593-1pwgo18.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=30&auto=format&w=754&h=503&fit=crop&dpr=2 1508w, https://images.theconversation.com/files/258844/original/file-20190213-181593-1pwgo18.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=15&auto=format&w=754&h=503&fit=crop&dpr=3 2262w" sizes="(min-width: 1466px) 754px, (max-width: 599px) 100vw, (min-width: 600px) 600px, 237px">
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<span class="caption">Rebajar las expectativas y externalizar algunas demandas de la pareja o asumir que es probable que la relación acabará.</span>
<span class="attribution"><a class="source" href="https://unsplash.com/photos/IfGftNpTvAw">Stanley Dai / Unsplash</a></span>
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<p>Se trata de que ser más modesto en los requerimientos que debe satisfacer la pareja y externalizar –usando un término empresarial– otras necesidades o aspiraciones. De ese modo, se mejora el bienestar emocional (y físico) de cada persona y, además, se disminuye la presión sobre la pareja, se alivia el esfuerzo de sostener la relación y se mejora su expectativa de éxito.</p>
<p>Es lo que se denomina en ciencias sociales una <a href="https://es.wikipedia.org/wiki/Eficiencia_de_Pareto">mejora de Pareto</a>, una corrección en que mejoran todas las partes.</p><img src="https://counter.theconversation.com/content/111802/count.gif" alt="The Conversation" width="1" height="1" />
<p class="fine-print"><em><span>José-Manuel Rey no recibe salario, ni ejerce labores de consultoría, ni posee acciones, ni recibe financiación de ninguna compañía u organización que pueda obtener beneficio de este artículo, y ha declarado carecer de vínculos relevantes más allá del cargo académico citado.</span></em></p>Deberíamos comprender los mecanismos que sostienen las relaciones duraderas para mantenerlas una vez superada la fase del enamoramiento.José-Manuel Rey, Profesor de la facultad de Ciencias Económicas y Empresariales, Universidad Complutense de MadridLicensed as Creative Commons – attribution, no derivatives.