Del funcionamiento de la comunicación digital de los candidatos a las presidenciales chilenas hemos aprendido el enorme valor de los directos, del contenido orgánico generado por el usuario por encima del pagado y la rápida condena pública a la desinformación.
¿Hay algún aire de familia entre los principios propagandísticos enunciados por Goebbels y las directrices de la infodemia que nos asola? De ser así ¿no convendría tomar nota y desintoxicar internet?
¿Qué criterios éticos básicos siguen los periodistas en tiempos de pandemia? La respuesta es tan desigual como los códigos de cada país. Los periodistas no tienen referencias claras.
La desinformación en internet apela a las emociones y la ideología para que el receptor extienda el mensaje. Esto deviene en un clima de polarización y falta de empatía que genera un contexto antidemocrático.
La mezcla agitada de una epidemia letal de consecuencias imprevisibles con una fuente inagotable de internautas adictos a las interpretaciones desenfrenadas se ha convertido en un cóctel explosivo.
A pesar de que las noticias falsas son un peligro para la sociedad, se han realizado muy pocas investigaciones sobre su capacidad para alterar lo que la gente piensa.
Los mensajes emocionales, los hechos alternativos, la preponderancia de la “percepción” sobre la realidad objetiva, han consolidado un discurso político en el que la mentira no suele penalizarse.
La posverdad actúa como una máscara: tras ella se ocultan las verdaderas intenciones de las personas que la usan. Convierten en metáfora su verdad para dar un nuevo sentido a sus argumentos.
Reforzar la producción profesional de noticias garantizando la viabilidad económica de las empresas que las producen es una pieza clave para combatir la desinformación.
Leer obras literarias, especialmente si es con la guía de un crítico o un experto, ayuda a expandir la mente, reflexionar y desmenuzar los mensajes, separando “las voces de los ecos”.
La manipulación en la difusión de información o la utilización de datos y argumentos tendenciosos ha alcanzado grandes dimensiones durante la pandemia. Aquí le ofrecemos algunos consejos para discernir entre una noticia fiable y una falsa.
Los medios de desinformación son aquellas webs que se disfrazan de medios serios para difundir contenidos falsos. El gobierno acaba de poner en marcha un mecanismo contra la desinformación aprobado por el Consejo de Seguridad Nacional. Pero, ¿cómo distinguirlos de un medio serio? Conozca algunas características que los ponen en evidencia de manera muy clara.
Las redes sociales han propagado bulos sobre el Covid-19. Ser conscientes de las vulnerabilidades de nuestro pensamiento fomenta el escepticismo y nos protege de posibles engaños y manipulaciones.
Los adultos de más de 50 años son responsables en un 80 % de la difusión de noticias falsas en Twitter y los mayores de 65 las ven en Facebook siete veces más que los usuarios de menos edad.
Parece que a mayor edad, más vulnerable se es a esta forma de engaño.
Las redes sociales fomentan una relatividad absoluta en la que la verdad puede ser personalizada a gusto de cada usuario. Contra esta interpretación excesivamente subjetiva de la verdad clamaba Umberto Eco en sus últimos escritos.
Inés Alegre, IESE Business School (Universidad de Navarra) and Josep Valor, IESE Business School (Universidad de Navarra)
El menor dogmatismo y la mayor capacidad de cuestionar las creencias de uno mismo, más acentuados en los liberales que en los conservadores, tiene una traducción directa en la capacidad de discernir noticias falsas de las verdaderas.
Organizaciones internacionales detectaron a mediados de junio más de 6 000 noticias falsas desde el inicio de la pandemia. En España, los bulos pasaron de un 32,5 % un mes antes de la crisis a un 67,5 % un mes después. Muy pocos autores han sido identificados.
Mientras centenares de científicos en todo el mundo se afanan por encontrar vacunas para la COVID-19, los movimientos antivacunas pueden poner en peligro su credibilidad.
Consumir noticias con más cautela y contrastar la información en distintas fuentes son dos principios básicos para distinguir entre verdad y mentira, una condición básica de la comunicación en democracia.
Profesor de Psicología Criminal, Psicología de la Delincuencia, Historia de la Psicología, Perfilación e investigador psicosocial. Experto en historia de la novela gráfica., Universidad Camilo José Cela
Profesor e investigador en el Máster de Comunicación y Educación en la Red y el Máster de Periodismo Transmedia, UNED - Universidad Nacional de Educación a Distancia