La pandemia de covid-19 está dando a las empresas farmacéuticas la oportunidad de restaurar su imagen. Pero, ¿cómo han llegado a ser tan grandes y su credibilidad se ha hundido tanto?
Los liposomas, minúsculas burbujas de grasa, fueron descubiertas por casualidad y ahora tienen múltiples utilidades en la investigación. Con ellos podemos conocer mucho mejor nuestras células.
Este medicamento parece un avance bastante relevante en la lucha contra la covid-19, lo que, junto a la eficacia preventiva ya demostrada de las vacunas, nos permite ver más cerca la luz al final del túnel.
Nos encontramos frente a una nueva alternativa terapéutica para el abordaje de la pandemia, que abre vías diferentes para afrontarla, pero su uso podría estar más lejos de lo que parece.
El desarrollo de la tecnología y la biología estructural ha hecho que los fármacos cada vez tarden menos en salir al mercado. Ahora, una nueva metodología ha conseguido acelerar el proceso aún más.
El número de muertes a causa del alzhéimer ha aumentado casi en un 150 %. En el mismo tiempo, más de 200 fármacos candidatos han fracasado. ¿Qué está fallando?
Una vez aprobados, los fármacos pueden producir reacciones adversas. Entre otras cosas porque las condiciones reales en las que se va a usar un fármaco son distintas de las condiciones controladas en las que se ha llevado a cabo el ensayo clínico.
Todavía no hay evidencia de que los eventos trombóticos que han provocado la suspensión de la vacuna de AstraZeneca en algunos países hayan sido provocados por ella. ¿Cómo se analiza cada caso?
El Carvativir, un fármaco basado en extractos del tomillo, es seguro y se conoce desde tiempos ancestrales, pero no existe prueba alguna de que funcione contra el coronavirus.
Los costes de poner un nuevo medicamento en el mercado con estrategia tradicional son tremendos. Una alternativa útil con enfermedades emergentes como la covid-19 es recurrir a viejos conocidos.
Hasta que fármacos y vacunas llegan a las farmacias y hospitales tiene lugar una larga carrera de obstáculos. Es un proceso caro que puede necesitar más de una década.
Científica del CSIC. Bioquímica de Sistemas de la división bacteriana. Comunicadora científica, Centro de Investigaciones Biológicas Margarita Salas (CIB - CSIC)
Catedrática Biología Celular. Investigadora Principal del Centro de Investigación Biomédica en Red en Enfermedades Neurodegenerativas (CIBERNED) y del Instituto de Investigación Biomédica de Málaga (IBIMA), Universidad de Málaga