tag:theconversation.com,2011:/us/topics/glucosa-88289/articlesglucosa – The Conversation2024-03-04T11:47:06Ztag:theconversation.com,2011:article/2180822024-03-04T11:47:06Z2024-03-04T11:47:06Z¿Tiene alguna ventaja hacer ejercicio en ayunas?<p>Seguro que ya saben que la vida sedentaria es enemiga de la salud. Probablemente también crean que, a la hora de hacer ejercicio, primero hay que comer –“rellenar” los depósitos de energía– y luego moverse. Y no andan desencaminados, porque es lo que suele recomendarse. </p>
<p>Sin embargo, realizar una actividad física con el estómago vacío podría presentar algunas ventajas en personas aparentemente sanas cuyo metabolismo está empezando a cambiar por culpa de un estilo de vida sedentario. Moverse en ayunas es una tendencia en boga que analizaremos en este artículo desde el punto de vista de la salud, no con un enfoque de rendimiento deportivo.</p>
<p>Pero antes de entrar en materia, puntualicemos que esta práctica sólo debe contemplarse si vamos a realizar ejercicios físicos moderados como caminar, hacer las tareas domésticas, practicar yoga o cualquier otra actividad de poca intensidad. En cuanto al ayuno, se sugiere llevar a cabo el ejercicio unas horas después de haber comido (por la mañana, antes del desayuno) o justo antes de la siguiente ingesta. </p>
<h2>Diseñados para cazar con el estómago vacío</h2>
<p>La modalidad de ejercitarse sin probar bocado se apoya científicamente en el ciclo fisiológico de acción-recompensa-descanso. Según la <a href="https://books.google.es/books?hl=es&lr=&id=D5zQEAAAQBAJ&oi=fnd&pg=PA1971&dq=medicina+evolutiva+ayuno&ots=_Hjr82E8_m&sig=hiPmZR6ylKLj-WVHl1yPYcpkxtk#v=onepage&q=medicina%20evolutiva%20ayuno&f=false">medicina evolutiva</a>, el ser humano está diseñado para moverse (cazar) en ayunas. O, dicho de otro modo, para caminar largas distancias con el estómago vacío en busca del alimento. </p>
<p>Las ganas de comer generan <a href="https://pubmed.ncbi.nlm.nih.gov/35023323/">orexina</a>, un neuropéptido que nos mantiene despiertos y estimula el movimiento. Además, se ha descubierto que las orexinas están relacionadas con ciertas regiones del cerebro, lo que explica la famosa frase “eres más listo que el hambre”. Es decir, el cuerpo está preparado para permanecer alerta y moverse en busca de comida con un ligero estado de hambre. En cambio, cuando comemos y obtenemos la recompensa, nos entra sueño: el organismo pide descansar, hacer la digestión y aprovechar todos los nutrientes. </p>
<p>Este ritmo fisiológico de acción-recompensa-descanso fue definido hace años por los investigadores <a href="https://pubmed.ncbi.nlm.nih.gov/14660491/">Manu Chakravarthy</a> y <a href="https://pubmed.ncbi.nlm.nih.gov/16614361/">Frank Boothy</a>, y hoy está considerado como una posible vía de intervención para mejorar la salud.</p>
<h2>La plaga del síndrome metabólico</h2>
<p>Para explicar sus beneficios potenciales, hay que comenzar explicando qué es el síndrome metabólico. Este se caracteriza por cambios progresivos en el metabolismo relacionados con <a href="http://scielo.sld.cu/scielo.php?pid=S0138-65572010000100003&script=sci_arttext">hábitos de vida</a> como el estrés, el sedentarismo y la ingesta de comida ultraprocesada, aunque también puede existir una predisposición genética. </p>
<p>Con el tiempo, esos malos hábitos pueden generar obesidad, hipertensión, dislipemias (colesterol alto) o diabetes tipo 2, <a href="https://www.who.int/es/news-room/fact-sheets/detail/noncommunicable-diseases">factores de riesgo</a> de muerte prematura en el mundo desarrollado. Según la <a href="https://www.who.int/es/news-room/fact-sheets/detail/noncommunicable-diseases">Organización Mundial de la Salud</a>, unos 40 millones de personas fallecen al año por estas causas.</p>
<p>El síndrome metabólico comienza a desarrollarse mucho antes de la aparición de los síntomas clínicos; cuando éstos se manifiestan, los cambios ya son difíciles de revertir. Por tanto, lo que hagamos hoy determinará nuestra salud del mañana.</p>
<h2>Potencia la flexibilidad metabólica</h2>
<p>La primera ventaja del ejercicio en ayunas es que puede mejorar la <a href="https://mundoentrenamiento.com/flexibilidad-metabolica-y-ejercicio/">flexibilidad metabólica</a>, nombre que recibe nuestra capacidad para producir energía a través de diferentes vías. Porque dependiendo de la intensidad del ejercicio, el cuerpo puede utilizar grasa o glucosa como fuente energética, aunque este proceso es bastante complejo. </p>
<p>El sedentarismo y la mala alimentación pueden provocar una pérdida de esta flexibilidad, lo que dificulta el uso de las grasas como fuente de energía. Las personas con enfermedades metabólicas suelen tener problemas para realizar la beta-oxidación de los depósitos grasos y tienden a depender principalmente de la glucosa. </p>
<p>Pues bien, moverse a intensidades moderadas o bajas con el estómago vacío obligaría al cuerpo a movilizar las reservas grasas, lo que favorece el mantenimiento de esta vía energética. Así, el ejercicio en ayunas puede mejorar progresivamente el estado general de salud, promoviendo la flexibilidad metabólica y generando, además, procesos <a href="https://www.ncbi.nlm.nih.gov/pmc/articles/PMC5903989/">antiinflamatorios</a>.</p>
<h2>Ayuda a mejorar la sensibilidad a la insulina</h2>
<p>En segundo lugar, es importante considerar el papel de la insulina, hormona responsable de almacenar la glucosa sanguínea en los depósitos del cuerpo. Un aumento prolongado de la insulina puede dificultar la obtención de energía a partir de las grasas, ya que puede bloquear esta vía metabólica. </p>
<p>Así, cuando tomamos mucha glucosa, el cuerpo tiende a adaptarse, priorizando su uso sobre las grasas. El estilo de vida sedentario y el consumo frecuente de alimentos ricos en grasas saturadas e hidratos de carbono incrementan gradualmente los niveles de la insulina, lo que puede conducir a la resistencia a la hormona y al desarrollo de enfermedades como la <a href="http://ve.scielo.org/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S1690-31102012000400006">diabetes tipo 2</a>, entre otras.</p>
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Leer más:
<a href="https://theconversation.com/si-tomamos-cafeina-cuando-hacemos-ejercicio-fisico-rendimos-mas-221641">Si tomamos cafeína cuando hacemos ejercicio físico, ¿rendimos más?</a>
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<p>Moverse con el estómago vacío puede ser una estrategia beneficiosa para reducir los niveles de azúcar en sangre, ya que la contracción muscular durante el ayuno activa la proteína <a href="https://www.scielo.cl/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S0717-75182015000200005">GLUT-4</a>, que facilita la captación de glucosa sin necesidad de insulina. Además, al reducirse la disponibilidad de glucosa después de un período de ayuno, la práctica de actividad física fomenta el uso de grasas como sustrato energético, lo que puede contribuir a la mejora del metabolismo lipídico y la salud en general.</p>
<h2>Puede disminuir la inflamación</h2>
<p>Aquí conviene recordar que el tejido adiposo, o grasa, es un generador de inflamación, por lo que es necesario movilizarla.</p>
<p>En muchas enfermedades metabólicas subyacen procesos de inflamación de bajo grado; <a href="https://pubmed.ncbi.nlm.nih.gov/31808043/">la propia obesidad</a> la genera. Además, dicha inflamación puede llegar <a href="https://www.ncbi.nlm.nih.gov/pmc/articles/PMC5903989/">al cerebro</a>, produciendo un estado de neuroinflamación que aumenta la fatiga percibida y disminuye los niveles de <a href="https://www.ncbi.nlm.nih.gov/pmc/articles/PMC5428685/">dopamina</a>, la hormona que nos motiva a hacer cosas. </p>
<p>Se sabe que el ejercicio moderado ayuda a reducir la inflamación sistémica, pero realizarlo justo antes o poco después de comer contribuye, adicionalmente, a modular la <a href="https://pubmed.ncbi.nlm.nih.gov/28255731/">inflamación postprandial</a>, que se produce como respuesta a la ingesta de alimentos.</p>
<h2>¿Quién puede hacerlo?</h2>
<p>Considerando todo lo anterior, ¿cuándo es beneficioso realizar actividad física en ayunas? De momento, no parece ofrecer ventajas extra en aquellos individuos que llevan una vida activa, hacen ejercicio regularmente y mantienen una dieta saludable. Sin embargo, sí podría ser útil de manera ocasional para quienes empiezan a experimentar desajustes metabólicos. </p>
<p>Las personas con problemas de salud subyacentes deben llevar a cabo esta práctica únicamente bajo supervisión médica, y no se recomienda para aquellos individuos que sufren <a href="https://pubmed.ncbi.nlm.nih.gov/30683819/">diabetes</a>, hipoglucemia o hipertensión.</p>
<p>En definitiva, no se puede descartar esta herramienta, pero la base de la salud sigue siendo una alimentación sana y variada y mantenernos activos.</p><img src="https://counter.theconversation.com/content/218082/count.gif" alt="The Conversation" width="1" height="1" />
<p class="fine-print"><em><span>Beatriz Carpallo Porcar no recibe salario, ni ejerce labores de consultoría, ni posee acciones, ni recibe financiación de ninguna compañía u organización que pueda obtener beneficio de este artículo, y ha declarado carecer de vínculos relevantes más allá del cargo académico citado.</span></em></p>Normalmente, lo mejor es hacer ejercicio con el estómago lleno, pero la actividad física leve o moderada en ayunas podría reportar beneficios a quienes sufren algún tipo de desajuste metabólico.Beatriz Carpallo Porcar, Docente en los grados de Fisioterapia y Enfermería, Universidad San JorgeLicensed as Creative Commons – attribution, no derivatives.tag:theconversation.com,2011:article/2170492023-11-08T10:06:22Z2023-11-08T10:06:22ZLos análisis de sangre de los centenarios dan pistas sobre los secretos de la longevidad<figure><img src="https://images.theconversation.com/files/557526/original/file-20231009-28-ftpqy8.jpg?ixlib=rb-1.1.0&rect=103%2C17%2C3725%2C2132&q=45&auto=format&w=496&fit=clip" /><figcaption><span class="caption">
</span> <span class="attribution"><a class="source" href="https://www.shutterstock.com/image-photo/portrait-hundred-years-old-woman-centenarian-1022974105">Dan Negureanu/Shutterstock</a></span></figcaption></figure><p>Las personas centenarias, antes consideradas una rareza, se han convertido en el <a href="https://www.weforum.org/agenda/2021/02/living-to-one-hundred-life-expectancy/">grupo demográfico de más rápido crecimiento</a> de la población mundial. Su número se duplica aproximadamente cada diez años desde la década de 1970.</p>
<p>Cuánto pueden vivir los seres humanos y qué determina una vida larga y saludable han sido temas de interés desde que tenemos constancia. Platón y Aristóteles debatieron y <a href="https://pubmed.ncbi.nlm.nih.gov/12092789/">escribieron sobre el proceso de envejecimiento</a> hace más de 2 300 años. </p>
<p>Sin embargo, comprender los secretos de una longevidad excepcional no es fácil. Implica <a href="https://www.ncbi.nlm.nih.gov/pmc/articles/PMC7105197/">desentrañar la compleja interacción</a> de la predisposición genética y los factores del estilo de vida y cómo interactúan a lo largo de la vida de una persona. </p>
<p>Ahora, nuestro reciente estudio, <a href="https://link.springer.com/article/10.1007/s11357-023-00936-w">publicado en <em>GeroScience</em></a>, ha desvelado algunos biomarcadores comunes, como los niveles de colesterol y glucosa, en personas que viven más allá de los 90 años.</p>
<p>Los nonagenarios y los centenarios son desde hace tiempo objeto de gran interés para los científicos, ya que pueden ayudarnos a comprender cómo vivir más tiempo y, quizá también, cómo envejecer con mejor salud. Hasta ahora, los estudios sobre centenarios han sido a menudo a pequeña escala y se han centrado en un grupo seleccionado, por ejemplo, excluyendo a los centenarios que viven en residencias. </p>
<h2>Enorme conjunto de datos</h2>
<p>El nuestro es el mayor estudio realizado hasta la fecha en el que se comparan los perfiles de biomarcadores medidos a lo largo de la vida entre personas excepcionalmente longevas y sus coetáneos menos longevos. </p>
<p>Comparamos los perfiles de biomarcadores de personas que llegaron a vivir más de 100 años con los de sus homólogos menos longevos, e investigamos la relación entre los perfiles y la probabilidad de convertirse en centenario. </p>
<p>Nuestra investigación incluyó datos de 44 000 suecos que se sometieron a evaluaciones de salud entre los 64 y los 99 años: eran una muestra de <a href="https://pubmed.ncbi.nlm.nih.gov/28158674/">la llamada cohorte Amoris</a>. A continuación, se realizó un seguimiento de estos participantes a través de los datos de los registros suecos durante 35 años. De estas personas, 1 224, es decir, el 2,7 %, vivieron hasta los 100 años. La gran mayoría (85 %) de los centenarios eran mujeres. </p>
<p>Se incluyeron doce biomarcadores sanguíneos relacionados con la inflamación, el metabolismo, la función hepática y renal, así como la posible desnutrición y anemia. Todos ellos <a href="https://www.nature.com/articles/s41591-019-0719-5">se han asociado</a> con el envejecimiento o la mortalidad en estudios anteriores.</p>
<p>El biomarcador relacionado con la inflamación era el ácido úrico, un producto de desecho del organismo provocado por la digestión de ciertos alimentos. También se analizaron marcadores relacionados con el estado y la función metabólicos, como el colesterol total y la glucosa, y otros relacionados con la función hepática, como la alanina aminotransferasa (Alat), la aspartato aminotransferasa (Asat), la albúmina, la gamma-glutamil transferasa (GGT), la fosfatasa alcalina (Alp) y la lactato deshidrogenasa (LD). </p>
<p>También analizamos la creatinina, relacionada con la función renal, y el hierro y la capacidad total de fijación del hierro (TIBC), relacionados con la anemia. Por último, también investigamos la albúmina, un biomarcador asociado a la nutrición. </p>
<h2>Conclusiones</h2>
<p>Descubrimos que, en general, los que llegaban a los cien años tendían a tener niveles más bajos de glucosa, creatinina y ácido úrico a partir de los sesenta. Aunque los valores medios no diferían significativamente entre centenarios y no centenarios para la mayoría de los biomarcadores, los primeros rara vez mostraban valores extremadamente altos o bajos.</p>
<p>Por ejemplo, muy pocos de los centenarios tenían un nivel de glucosa superior a 6,5 al principio de su vida, o un nivel de creatinina superior a 125.</p>
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<a href="https://images.theconversation.com/files/552719/original/file-20231009-27-cn0vqz.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=1000&fit=clip"><img alt="Imagen de Villagrande Strisaili, en la provincia de Ogliastra (Cerdeña, Italia), que cuenta con la mayor población mundial de hombres centenarios." src="https://images.theconversation.com/files/552719/original/file-20231009-27-cn0vqz.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=754&fit=clip" srcset="https://images.theconversation.com/files/552719/original/file-20231009-27-cn0vqz.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=600&h=400&fit=crop&dpr=1 600w, https://images.theconversation.com/files/552719/original/file-20231009-27-cn0vqz.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=30&auto=format&w=600&h=400&fit=crop&dpr=2 1200w, https://images.theconversation.com/files/552719/original/file-20231009-27-cn0vqz.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=15&auto=format&w=600&h=400&fit=crop&dpr=3 1800w, https://images.theconversation.com/files/552719/original/file-20231009-27-cn0vqz.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=754&h=503&fit=crop&dpr=1 754w, https://images.theconversation.com/files/552719/original/file-20231009-27-cn0vqz.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=30&auto=format&w=754&h=503&fit=crop&dpr=2 1508w, https://images.theconversation.com/files/552719/original/file-20231009-27-cn0vqz.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=15&auto=format&w=754&h=503&fit=crop&dpr=3 2262w" sizes="(min-width: 1466px) 754px, (max-width: 599px) 100vw, (min-width: 600px) 600px, 237px"></a>
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<span class="caption">Villagrande Strisaili, en la provincia de Ogliastra (Cerdeña, Italia), que cuenta con la mayor población mundial de hombres centenarios.</span>
<span class="attribution"><a class="source" href="https://www.shutterstock.com/image-photo/villagrande-strisaili-italy-october-2019-scenic-1543489556">Sabino Parente/Shutterstock</a></span>
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<p>Para muchos de los biomarcadores, tanto centenarios como no centenarios tenían valores fuera del rango considerado normal en las directrices clínicas. Esto se debe probablemente a que estas directrices se establecen sobre la base de una población más joven y sana. </p>
<p>Al explorar qué biomarcadores estaban relacionados con la probabilidad de llegar a los 100 años, descubrimos que todos menos dos (alat y albúmina) mostraban una conexión con esa posibilidad. Y ello incluso después de tener en cuenta la edad, el sexo y la carga de morbilidad. </p>
<p>Las personas que se encontraban en el grupo más bajo de los cinco en cuanto a niveles de colesterol total y hierro tenían menos probabilidades de llegar a los 100 años en comparación con las que tenían niveles más altos. Mientras tanto, las personas con niveles más altos de glucosa, creatinina, ácido úrico y marcadores de la función hepática también disminuían la probabilidad de convertirse en centenarios. </p>
<p>En términos absolutos, las diferencias eran bastante pequeñas para algunos de los biomarcadores, mientras que para otros las diferencias eran algo más sustanciales.</p>
<p>En el caso del ácido úrico, por ejemplo, la diferencia absoluta fue de 2,5 puntos porcentuales. Esto significa que las personas del grupo con los niveles más bajos de ácido úrico tenían un 4 % de probabilidades de cumplir 100 años, mientras que en el grupo con los niveles más altos sólo el 1,5 % llegaba a esa edad.</p>
<p>Aunque las diferencias descubiertas fueron en conjunto bastante pequeñas, sugieren un posible vínculo entre la salud metabólica, la nutrición y una longevidad excepcional. </p>
<p>El estudio, sin embargo, no permite sacar conclusiones sobre qué factores del estilo de vida o genes son responsables de los valores de los biomarcadores. Sin embargo, es razonable pensar que factores como la nutrición y la ingesta de alcohol desempeñan un papel. Llevar un control de los valores renales y hepáticos, así como de la glucosa y el ácido úrico a medida que se envejece, probablemente no sea una mala idea.</p>
<p>Dicho esto, es probable que el azar influya en algún momento a la hora de alcanzar una edad excepcional. Pero el hecho de que pudieran observarse diferencias en los biomarcadores mucho tiempo antes de la muerte sugiere que los genes y el estilo de vida también pueden desempeñar un papel.</p><img src="https://counter.theconversation.com/content/217049/count.gif" alt="The Conversation" width="1" height="1" />
<p class="fine-print"><em><span>Karin Modig recibe financiación del Consejo Sueco de Investigación y del Consejo Sueco de Investigación para la Salud, la Vida Laboral y el Bienestar.</span></em></p>Los centenarios tienden a tener niveles más bajos de glucosa, creatinina y ácido úrico a partir de los sesenta años.Karin Modig, Associate Professor, Epidemiology, Karolinska InstitutetLicensed as Creative Commons – attribution, no derivatives.tag:theconversation.com,2011:article/2147602023-11-03T08:32:06Z2023-11-03T08:32:06Z¿Es realmente necesario ayunar para un análisis de sangre?<figure><img src="https://images.theconversation.com/files/557615/original/file-20231105-23-qw6vud.jpg?ixlib=rb-1.1.0&rect=116%2C48%2C2380%2C1605&q=45&auto=format&w=496&fit=clip" /><figcaption><span class="caption">
</span> <span class="attribution"><a class="source" href="https://www.shutterstock.com/es/image-photo/hand-doctor-holding-bottle-blood-sample-319451999">Csaba Deli/Shutterstock</a></span></figcaption></figure><p>Sale del médico con un volante para una analítica, va al mostrador y le dan cita para las 8 de la mañana, advirtiéndole que debe acudir en ayunas. Se presenta el día de la cita con el estómago vacío y gran amodorramiento (por no tomar, no ha tomado ni café). Y se encuentra con una cola kilométrica de personas con sus respectivos volantes en la mano. Tras media hora de espera, uno no sabe ni como se llama: lo único que quiere es salir de ahí y desayunar de una vez. </p>
<p>Pero ¿es todo esto realmente necesario? Los análisis en ayunas eran la norma hace un tiempo, cuando siempre se medían la glucosa, los lípidos y se hacía recuento de células sanguíneas, pero poco más. Claro está, si uno se comía un trozo de bizcocho justo antes del pinchazo, la glucosa se disparaba. </p>
<p>Sin embargo, en los últimos tiempos los análisis se han diversificado, y la información que se extrae de una muestra de sangre no siempre depende de lo que hayamos comido en las horas previas. </p>
<h2>¿Medir la glucosa y el colesterol sin ayunar?</h2>
<p>Que los tipos de análisis de sangre hayan aumentado en los últimos tiempos es una buena noticia, ya que significa que los facultativos pueden extraer más información de una muestra. Eso nos puede ahorrar otras pruebas más invasivas (como las biopsias) o más pesadas y costosas (como las endoscopias o las resonancias magnéticas). La contrapartida es que crea confusión respecto a la necesidad de ayunar. </p>
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<a href="https://images.theconversation.com/files/555679/original/file-20231024-31-tsa0bo.png?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=1000&fit=clip"><img alt="" src="https://images.theconversation.com/files/555679/original/file-20231024-31-tsa0bo.png?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=754&fit=clip" srcset="https://images.theconversation.com/files/555679/original/file-20231024-31-tsa0bo.png?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=600&h=364&fit=crop&dpr=1 600w, https://images.theconversation.com/files/555679/original/file-20231024-31-tsa0bo.png?ixlib=rb-1.1.0&q=30&auto=format&w=600&h=364&fit=crop&dpr=2 1200w, https://images.theconversation.com/files/555679/original/file-20231024-31-tsa0bo.png?ixlib=rb-1.1.0&q=15&auto=format&w=600&h=364&fit=crop&dpr=3 1800w, https://images.theconversation.com/files/555679/original/file-20231024-31-tsa0bo.png?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=754&h=457&fit=crop&dpr=1 754w, https://images.theconversation.com/files/555679/original/file-20231024-31-tsa0bo.png?ixlib=rb-1.1.0&q=30&auto=format&w=754&h=457&fit=crop&dpr=2 1508w, https://images.theconversation.com/files/555679/original/file-20231024-31-tsa0bo.png?ixlib=rb-1.1.0&q=15&auto=format&w=754&h=457&fit=crop&dpr=3 2262w" sizes="(min-width: 1466px) 754px, (max-width: 599px) 100vw, (min-width: 600px) 600px, 237px"></a>
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<span class="caption">Tipos de análisis de sangre.</span>
<span class="attribution"><span class="source">Matilde Cañelles</span></span>
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<p>Si analizamos uno a uno los distintos tipos de análisis de sangre, nos encontramos con que la mayoría siguen <a href="https://www.walkinlab.com/blog/fasting-before-blood-tests-importance-necessity-and-consequences/">requiriendo ayuno</a>, aunque con el avance de las técnicas de diagnóstico poco a poco se van descubriendo nuevos marcadores que no se alteran con la ingesta de alimentos. </p>
<p>Uno de ellos es la Hemoglobina A1c (HbA1c), que sirve como indicador del nivel de glucosa en sangre durante los tres últimos meses. En 2001, la OMS <a href="https://www.squarehealth.com/innovation-lab/forgetfasting">concluyó</a> que la HbA1c podía utilizarse para diagnosticar la diabetes de tipo II. ¿Pero cómo funciona? Resulta que la glucosa que circula en la sangre se une a la hemoglobina de los glóbulos rojos, generando, precisamente, la HbA1c. Como los glóbulos rojos tienen una vida media de 2 a 3 meses, altos niveles de este tipo de hemoglobina indican que la persona ha tenido niveles altos de glucosa en la sangre por un tiempo prolongado. Y eso es mucho más significativo que una medición puntual. </p>
<p>En cuanto al colesterol, se ha encontrado un <a href="https://www.ncbi.nlm.nih.gov/pmc/articles/PMC6232011/">nuevo método</a> para calcular la cantidad de LDL (colesterol malo) que no depende tanto de lo que uno haya ingerido en las horas previas. </p>
<p>En otros casos, la información que ofrecen hospitales y universidades de prestigio es contradictoria. Por ejemplo, en el caso de los análisis de función renal, hepática y tiroidea, algunas fuentes <a href="https://health.clevelandclinic.org/fasting-before-blood-test/">apuestan por el ayuno</a>, mientras que otras igualmente serias afirman que éste <a href="https://www.health.harvard.edu/staying-healthy/ask-the-doctor-what-blood-tests-require-fasting">no es necesario</a>. </p>
<h2>Muchos proveedores médicos, a favor de eliminar el ayuno</h2>
<p>En Estados Unidos, el Departamento de Asuntos de los Veteranos regula, entre otras cosas, los servicios médicos de todos los veteranos de guerra. Y recientemente ha decidido <a href="https://www.va.gov/louisville-health-care/stories/va-no-longer-requires-fasting-for-most-blood-tests/">prescindir del ayuno</a> en la mayoría de los análisis de sangre. </p>
<p>Las razones que esgrime tienen que ver con los avances en técnicas de diagnóstico y con las posibles hipoglucemias que se pueden causar a personas con diabetes, además de la saturación de las unidades de extracción de sangre por las mañanas. Sólo se requerirá el ayuno para algunos tipos de análisis. </p>
<p>Otros proveedores de servicios médicos también se están inclinando hacia esta tendencia. Por ejemplo, la cadena australiana de laboratorios de análisis clínico <em>Clinical Labs</em> <a href="https://www.clinicallabs.com.au/about-us/doctor-media-releases/fasting-blood-tests-for-lipids-not-anymore/">aboga</a> por descartar el ayuno en todos los análisis de lípidos. </p>
<h2>Pero ¿qué opinan los médicos?</h2>
<p>Hemos visto que los intereses de los pacientes y los de los proveedores de servicios médicos están alineados a favor de eliminar el ayuno para los análisis. Pero, al fin y al cabo, quien solicita el análisis y lo debe interpretar y traducir en una acción concreta –como un tratamiento o una intervención– es el médico especialista. Por tanto, es fundamental conocer su opinión sobre estas nuevas tendencias. </p>
<p>Por desgracia, hay evidencia científica que lleva a los profesionales de la salud a ser cautos y seguir recomendando el ayuno en muchos casos. Esa evidencia consiste, en primer lugar, en que muchos de los marcadores que se obtienen en los análisis de sangre sufren <a href="https://www.degruyter.com/document/doi/10.1515/cclm-2014-1013/html">variaciones importantes</a> en las 4 horas siguientes a la ingesta de un desayuno ligero. </p>
<p>Es lo que se conoce como “sesgo de laboratorio” y afecta especialmente a medidas como recuento total de células sanguíneas, albúmina, bilirrubina, fosfato, calcio, magnesio, potasio, etc.</p>
<figure class="align-center zoomable">
<a href="https://images.theconversation.com/files/555681/original/file-20231024-17-32mfa1.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=1000&fit=clip"><img alt="" src="https://images.theconversation.com/files/555681/original/file-20231024-17-32mfa1.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=754&fit=clip" srcset="https://images.theconversation.com/files/555681/original/file-20231024-17-32mfa1.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=600&h=922&fit=crop&dpr=1 600w, https://images.theconversation.com/files/555681/original/file-20231024-17-32mfa1.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=30&auto=format&w=600&h=922&fit=crop&dpr=2 1200w, https://images.theconversation.com/files/555681/original/file-20231024-17-32mfa1.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=15&auto=format&w=600&h=922&fit=crop&dpr=3 1800w, https://images.theconversation.com/files/555681/original/file-20231024-17-32mfa1.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=754&h=1159&fit=crop&dpr=1 754w, https://images.theconversation.com/files/555681/original/file-20231024-17-32mfa1.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=30&auto=format&w=754&h=1159&fit=crop&dpr=2 1508w, https://images.theconversation.com/files/555681/original/file-20231024-17-32mfa1.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=15&auto=format&w=754&h=1159&fit=crop&dpr=3 2262w" sizes="(min-width: 1466px) 754px, (max-width: 599px) 100vw, (min-width: 600px) 600px, 237px"></a>
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<span class="caption">Variación de los marcadores sanguíneos tras el desayuno.</span>
<span class="attribution"><span class="source">Adapatada por Matilde Cañelles</span></span>
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<p>Tiene sentido que la comida afecte mucho a los análisis de sangre. Al fin y al cabo, consumir alimentos y bebidas distintas al agua hace que nuestro cuerpo libere hormonas y metabolitos que alteran ciertas sustancias de nuestra sangre, lo que cambia su composición.</p>
<h2>Los análisis, ¿mejor por la mañana?</h2>
<p>Otra preocupación, si no se regula la hora en que uno puede acudir a realizarse una analítica, son las variaciones a lo largo del día de los parámetros a medir. Según un meticuloso <a href="https://www.tandfonline.com/doi/abs/10.3109/00365513.2012.662281">estudio</a> realizado con 24 hombres sanos, extrayéndoles sangre cada 3 horas durante un ciclo completo de 24 horas, se observaron oscilaciones importantes en varios parámetros que se suelen solicitar en un análisis de sangre. </p>
<p>Así, se observó que el potasio, el sodio, la creatin-quinasa, la bilirrubina, la lactato-dehidrogenasa, el ácido úrico y otros oscilan significativamente a lo largo del intervalo de 24 horas. Sólo unos pocos, como el magnesio o la creatinina, no varían significativamente.</p>
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<a href="https://images.theconversation.com/files/555682/original/file-20231024-29-t3id4a.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=1000&fit=clip"><img alt="" src="https://images.theconversation.com/files/555682/original/file-20231024-29-t3id4a.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=754&fit=clip" srcset="https://images.theconversation.com/files/555682/original/file-20231024-29-t3id4a.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=600&h=770&fit=crop&dpr=1 600w, https://images.theconversation.com/files/555682/original/file-20231024-29-t3id4a.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=30&auto=format&w=600&h=770&fit=crop&dpr=2 1200w, https://images.theconversation.com/files/555682/original/file-20231024-29-t3id4a.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=15&auto=format&w=600&h=770&fit=crop&dpr=3 1800w, https://images.theconversation.com/files/555682/original/file-20231024-29-t3id4a.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=754&h=968&fit=crop&dpr=1 754w, https://images.theconversation.com/files/555682/original/file-20231024-29-t3id4a.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=30&auto=format&w=754&h=968&fit=crop&dpr=2 1508w, https://images.theconversation.com/files/555682/original/file-20231024-29-t3id4a.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=15&auto=format&w=754&h=968&fit=crop&dpr=3 2262w" sizes="(min-width: 1466px) 754px, (max-width: 599px) 100vw, (min-width: 600px) 600px, 237px"></a>
<figcaption>
<span class="caption">Variación a lo largo del día de los marcadores sanguíneos.</span>
<span class="attribution"><span class="source">Adaptada por Matilde Cañelles</span></span>
</figcaption>
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<p>Visto lo anterior, factores como no saber cuánto tiempo hace que la persona ha ingerido alimentos, o incluso no extraer la sangre siempre a la misma hora del día, pueden dar lugar a errores al diagnosticar y recetar medicamentos. </p>
<p>Por lo tanto, de momento hay razones serias para seguir acudiendo en ayunas – aunque <a href="https://www.nhs.uk/common-health-questions/operations-tests-and-procedures/can-i-eat-and-drink-before-having-a-blood-test/">bien hidratados</a>– a la mayoría de los análisis, y realizarlos siempre en un mismo intervalo horario. </p>
<p>Quién sabe si, en un futuro no tan lejano, podremos prescindir del ayuno y, con suerte, hasta del desplazamiento al hospital, para realizarnos las pruebas diagnósticas más comunes.</p><img src="https://counter.theconversation.com/content/214760/count.gif" alt="The Conversation" width="1" height="1" />
<p class="fine-print"><em><span>Matilde Cañelles López recibe fondos del Ministerio de Ciencia e Innovación a través del proyecto INconRES (PID2020-117219GB-I00).</span></em></p>La información que se extrae de una muestra de sangre no siempre depende de lo que hayamos comido en las horas previas. ¿Cómo saber cuándo ayunar?Matilde Cañelles López, Investigadora Científica. Ciencia, Tecnología y Sociedad, Instituto de Filosofía (IFS-CSIC)Licensed as Creative Commons – attribution, no derivatives.tag:theconversation.com,2011:article/2075312023-10-01T20:09:14Z2023-10-01T20:09:14Z¿Ha probado los cálices de Jamaica? Por qué deberíamos consumir esta flor<figure><img src="https://images.theconversation.com/files/534673/original/file-20230628-17-onqul6.jpg?ixlib=rb-1.1.0&rect=0%2C26%2C5799%2C3828&q=45&auto=format&w=496&fit=clip" /><figcaption><span class="caption">Té de hibisco frío con hojas de albahaca y hielo.</span> <span class="attribution"><a class="source" href="https://www.freepik.com/free-photo/cold-brew-hibiscus-tea-with-ice-basil-leaves_11891577.htm#page=3&query=C%C3%A1lices%20de%20jamaica&position=48&from_view=search&track=ais">Image by azerbaijan_stockers on Freepik</a>, <a class="license" href="http://artlibre.org/licence/lal/en">FAL</a></span></figcaption></figure><p>Quizá nunca haya oído hablar de los <a href="https://www.scielo.org.mx/scielo.php?pid=S1027-152X2012000300012&script=sci_abstract&tlng=pt">cálices de Jamaica</a> (<em>Hibiscus sabdariffa</em>), una planta arbustiva que recibe otros nombres como roselle, karkade y jamaica. Aunque su origen está en África, ha sido adoptada en la gastronomía de todo el mundo, desde México a Senegal.</p>
<p>Los cálices de Jamaica son de color rojo y se consumen en platillos y bebidas frías o calientes. Son fáciles de conseguir en mercados locales y su precio es muy accesible.</p>
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<figcaption><span class="caption">Receta cálices de Jamaica.</span></figcaption>
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<p>Además, los cálices de Jamaica son una buena fuente de vitaminas, minerales, fibra y compuestos naturales y fitoquímicos.</p>
<p>¿Alguna vez ha tomado agua o té con cálices de Jamaica? El agua de jamaica es una bebida refrescante ideal para combatir el calor y la sed muy popular en México. Se le conoce como “agua fresca de jamaica”, su sabor es ligeramente ácido y muy aromático, y casi siempre se toma fría en comidas y fiestas.</p>
<p>Es una bebida muy fácil de preparar. Para ello, ponga a hervir una cantidad de cálices en agua entre cinco y diez minutos. Recomendamos usar cincuenta gramos de cálices por cada litro de agua. Después, el extracto concentrado se diluye con más agua y se endulza al gusto. Además, puede combinarse con jugo de limón y canela para potenciar su sabor.</p>
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<iframe width="440" height="260" src="https://www.youtube.com/embed/fKo7rkvuwuo?wmode=transparent&start=0" frameborder="0" allowfullscreen=""></iframe>
<figcaption><span class="caption">Receta agua fresca de jamaica.</span></figcaption>
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<p>El “té de Jamaica” o “té de hibisco” es una bebida perfecta para una tarde fría. Se toma caliente y es muy fácil de preparar. En una taza con agua caliente añada entre uno y cuatro gramos de cálices y deje reposar cinco minutos.</p>
<h2>¿Qué ventajas tiene consumir cálices de Jamaica?</h2>
<p>Además de su delicioso sabor, algunos estudios sugieren que las bebidas de cálices de Jamaica tienen efectos positivos sobre la salud. Estos son <a href="https://www.mdpi.com/1424-8247/15/4/464">algunos de sus posibles beneficios</a>.</p>
<p><strong>Previene o controla la anemia</strong></p>
<p>El consumo de té y agua de Jamaica podría ayudar a prevenir la anemia, ya que aportan hierro y vitamina C. Por ejemplo, se recomienda tomar medio litro de agua preparada con <a href="https://www.scirp.org/html/5-2701839_66187.htm">35 gramos de cálices por litro de agua</a>, dos veces al día, al menos durante 14 días.</p>
<p><strong>Disminuye el colesterol</strong></p>
<p>Tanto el té como el agua de Jamaica tienen <a href="http://ve.scielo.org/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S0004-06222010000100012">fibras solubles y compuestos naturales</a> que podrían ayudar a disminuir el colesterol malo y a aumentar el bueno en la sangre. </p>
<p>Por ejemplo, <a href="https://pubmed.ncbi.nlm.nih.gov/19678781/">se recomienda tomar té de Jamaica después de comer</a>, dos veces al día durante 21 días.</p>
<p><strong>Reduce la presión arterial</strong></p>
<p>El agua y té de Jamaica tienen compuestos llamados <a href="http://200.11.218.106/index.php/agrollania/article/view/961">antocianinas</a>, que son los que le dan su color rojo. Por ello, el consumo frecuente de estas bebidas podría ayudar a reducir la presión sanguínea. Pero ¿cómo lo hace?</p>
<p>Las antocianinas de la jamaica <a href="https://pubmed.ncbi.nlm.nih.gov/19808084/">tienen la capacidad de inhibir una enzima llamada enzima convertidora de angiotensina</a>, que es la responsable del aumento de la presión de la sangre en el cuerpo.
Para esto, se recomienda <a href="https://www.ncbi.nlm.nih.gov/pmc/articles/PMC6621350/">tomar una taza de té de Jamaica</a> antes del desayuno y otra antes de la cena durante un mes. </p>
<p><a href="https://www.imedpub.com/articles/investigation-of-antihypertensiveeffectiveness-and-tolerability-of-hibiscussabdariffa-in-mild-to-moderatehypertensive-subjects-in.pdf">Si es agua fresca</a> se sugiere prepararla con veinte gramos de cálices en un litro de agua y tomarla durante el día por al menos veintiocho días.</p>
<p><strong>Reduce o controla el azúcar en la sangre</strong></p>
<p>El consumo de té y agua de Jamaica podría ayudar a disminuir o regular los niveles de azúcar en la sangre.</p>
<p>La jamaica tiene antocianinas y otros compuestos naturales llamados polifenoles que pueden inhibir algunas enzimas que se encargan de la digestión de los carbohidratos o azúcares que comemos.</p>
<p>Para obtener estos beneficios se recomienda <a href="https://www.hindawi.com/journals/ecam/2020/5351318/">tomar una taza de té de jamaica dos veces al día</a> al menos durante veintiún días.</p>
<p><strong>Diurético natural</strong></p>
<p>El consumo de té y agua de Jamaica podría ayudar a eliminar toxinas de nuestro cuerpo por la orina y a no retener líquidos. También <a href="https://www.sciencedirect.com/science/article/abs/pii/S0378874108001505">podría proteger a nuestros riñones</a> de la aparición de cálculos renales y piedras.</p>
<p>Para lograr estos beneficios se recomienda tomar una taza de té de jamaica dos veces al día habitualmente.</p>
<p><strong>Aumenta las defensas del cuerpo</strong></p>
<p>Debido a la variedad de compuestos naturales con propiedades antioxidantes, <a href="http://www.sciepub.com/JFNR/abstract/12950">el té y agua de Jamaica podrían ayudar a fortalecer el sistema inmunitario</a> de nuestro cuerpo. Además, varios de los compuestos que tienen los cálices de Jamaica podrían ayudar a <a href="https://www.sciencedirect.com/science/article/abs/pii/S0944711309002037">reducir procesos de inflamación de las células</a>, los cuales se vinculan a varias enfermedades.</p>
<h2>Un alimento seguro, pero que no es un medicamento</h2>
<p>Tal como lo hemos mencionado antes, el consumo de agua y té de Jamaica es una buena opción para refrescarse. Además, los estudios mencionan que es seguro su consumo y no hacen daño a la salud. </p>
<p>Pero es importante tener en cuenta que:</p>
<ol>
<li><p>Si bien es cierto que el consumo de té y agua de Jamaica ofrece varios beneficios a la salud, no sustituye ningún tratamiento médico.</p></li>
<li><p>No se debe exceder el consumo recomendado, ya que el té y agua de Jamaica son diuréticos y pudieran provocar problemas de deshidratación.</p></li>
<li><p>Si tiene problemas de hígado o riñón, consulte a su médico antes de consumir bebidas de jamaica.</p></li>
<li><p>No se recomienda agregar azúcar en la preparación de la bebidas para aprovechar al máximo sus propiedades y disminuir los riesgos que conlleva el consumo excesivo de azúcar.</p></li>
<li><p>Las recomendaciones hechas se basan en estudios científicos realizados con personas sanas y enfermas.</p></li>
</ol><img src="https://counter.theconversation.com/content/207531/count.gif" alt="The Conversation" width="1" height="1" />
<p class="fine-print"><em><span>Artículo realizado en colaboración con el Dr. Miguel Ángel Solano Cornejo adscrito a la Escuela de Ingeniería Agroindustrial y Comercio Exterior de la Universidad Señor de Sipán, Perú.</span></em></p><p class="fine-print"><em><span>Zuami Villagrán no recibe salario, ni ejerce labores de consultoría, ni posee acciones, ni recibe financiación de ninguna compañía u organización que pueda obtener beneficio de este artículo, y ha declarado carecer de vínculos relevantes más allá del cargo académico citado.</span></em></p>Estas plantas se consumen en buena parte del mundo, sobre todo en forma de agua o té. Además de ser baratas, podrían resultar beneficiosas para nuestro cuerpo.Luis Miguel Anaya Esparza, Research Professor at the University of Guadalajara - Centro Universitario de Los Altos, Universidad de Guadalajara, Universidad de GuadalajaraZuami Villagrán, Research Professor at the University of Guadalajara - Centro Universitario de Los Altos, Universidad de GuadalajaraLicensed as Creative Commons – attribution, no derivatives.tag:theconversation.com,2011:article/2090962023-07-10T20:07:10Z2023-07-10T20:07:10Z¿Son los edulcorantes nocivos para la salud?<figure><img src="https://images.theconversation.com/files/536250/original/file-20230707-15-x62shn.jpg?ixlib=rb-1.1.0&rect=0%2C41%2C4000%2C2616&q=45&auto=format&w=496&fit=clip" /><figcaption><span class="caption">
</span> <span class="attribution"><a class="source" href="https://www.shutterstock.com/es/image-photo/choice-sweetener-tablets-regular-sugar-alternative-1015372144">ADragan / Shutterstock</a></span></figcaption></figure><p>Las últimas publicaciones científicas sobre el <a href="https://www.nature.com/articles/s41591-023-02223-9">peligro del eritritol</a> y el <a href="https://pubmed.ncbi.nlm.nih.gov/37323037/">aspartamo</a>, así como la <a href="https://www.who.int/news/item/15-05-2023-who-advises-not-to-use-non-sugar-sweeteners-for-weight-control-in-newly-released-guideline">ineficacia de los edulcorantes sobre el control de peso</a>, han generado cierta alarma en la sociedad sobre el consumo de estos productos.</p>
<p>El mensaje principal de la Organización Mundial de la Salud (OMS) y de la comunidad médica y científica es que debemos acostumbrarnos a reducir el dulzor de nuestra dieta para evitar desarrollar problemas cardiovasculares, caries y sobrepeso. </p>
<p>Las <a href="https://www.who.int/publications/i/item/9789241549028">recomendaciones actuales</a> abogan por no superar el 10 % de energía diaria de azúcares libres e, idealmente, el 5 %. Esto implica consumir no más de 200 kcal –o 50 gramos por cada 2 000 kcal diarias– de azúcares añadidos a alimentos y bebidas, así como de azúcares naturalmente presentes en siropes, miel, zumos y purés de fruta.</p>
<h2>¿Es segura la ingesta de edulcorantes artificiales?</h2>
<p>Cualquier edulcorante, tanto de origen natural como artificial, que hoy se usa en alimentación ha sido aprobado por la <a href="http://www.efsa.europa.eu/en/topics/topic/sweeteners">Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA)</a>. Esto garantiza que es seguro, siempre y cuando no se sobrepasen los límites tolerables. </p>
<p>Sin embargo, varias investigaciones han hecho dudar sobre sus riesgos para la salud en las últimas décadas. Algunos de estos <a href="https://journals.sagepub.com/doi/10.1177/0394632015586134">estudios</a> reportaron un aumento significativo de cáncer de vejiga en ratas tras la ingesta de altas dosis de sacarina. Tiempo después se comprobó que el metabolismo de ese producto es específico de la especie y que los tumores se debían a un mecanismo no aplicable en humanos.</p>
<p>Otros <a href="https://www.who.int/publications/i/item/9789240046429">trabajos</a> realizados en personas concluyen que no existe asociación entre diversos tipos de cáncer y el consumo de edulcorantes artificiales como el aspartamo, el acesulfamo potásico o el ciclamato de sodio. Actualmente están aprobados en las dosis recomendadas por las agencias de seguridad alimentaria europea y estadounidense. </p>
<p>Este uso incluye su adición como ingrediente en medicamentos y productos de higiene bucal o alimentarios, excepto los que ingieren bebés y niños pequeños. No obstante, basándose en nuevas evidencias, la OMS está reevaluando el caso del <a href="https://www.reuters.com/business/healthcare-pharmaceuticals/whos-cancer-research-agency-say-aspartame-sweetener-possible-carcinogen-sources-2023-06-29/">aspartamo</a>.</p>
<p>Aunque hay nuevos edulcorantes sobre los que tenemos menos información, podemos confiar en que, en las dosis adecuadas y en ausencia de enfermedades metabólicas específicas, tomar los productos aprobados para el consumo humano no implica riesgos para la salud.</p>
<h2>¿Pueden ayudar a controlar la diabetes, el apetito y el peso?</h2>
<p>Por otra parte, los edulcorantes han ido ganando terreno en el ámbito de las dietas para perder peso y para la diabetes, ya que no aportan calorías y poseen un mayor poder endulzante que la sacarosa (azúcar).</p>
<p>Hasta la reciente opinión de la <a href="https://www.who.int/news/item/15-05-2023-who-advises-not-to-use-non-sugar-sweeteners-for-weight-control-in-newly-released-guideline">Organización Mundial de la Salud</a>, donde se afirma que no ayudan a controlar el peso corporal, otras publicaciones científicas concluían que, en general, <a href="https://pubmed.ncbi.nlm.nih.gov/31928558/">sí pueden resultar una buena estrategia nutricional</a> en este tipo de dietas, aunque no todas las personas responden por igual. En concreto, su éxito depende de que se consuman como parte de una dieta equilibrada y un estilo de vida saludables.</p>
<p>Esto podría explicar los resultados incongruentes citados en la <a href="https://www.who.int/publications/i/item/9789240046429">revisión de la OMS</a> entre los ensayos clínicos controlados y los estudios observacionales. En estos últimos, los sujetos de investigación no están condicionados a seguir una dieta de sustitución completa del azúcar, cosa que sí sucede en muchos de los ensayos clínicos. </p>
<p>Otro factor podría ser que en los estudios poblacionales suelen incluirse personas que ya padecen una patología de base. Eso hace difícil dilucidar el efecto propio de los edulcorantes frente al de las enfermedades subyacentes.</p>
<h2>Nuevos resultados e investigaciones en marcha</h2>
<p>La Unión Europea ha financiado, dentro del programa Horizonte 2020, el <a href="https://sweetproject.eu/">estudio SWEET</a>, cuyo objetivo es revisar la evidencia sobre beneficios y riesgos del uso de edulcorantes. </p>
<p>El consorcio europeo SWEET, que está coordinado por la Universidad de Liverpool y cuenta con 29 socios entre universidades, hospitales, centros tecnológicos y empresas, ha investigado durante los últimos años algunos edulcorantes y potenciadores del dulzor (EyPD) más allá de la sacarina y el aspartamo.</p>
<p>Ahora se comienzan a publicar los primeros resultados, como los del <a href="https://www.sciencedirect.com/science/article/pii/S0195666323000685">estudio Bebidas</a>, liderado por la Universidad de Navarra. Este examinaba el impacto agudo de tres mezclas de EyPD sobre la respuesta glucémica, el consumo de comida y las sensaciones de apetito y seguridad después de tomar un desayuno rico en hidratos de carbono.</p>
<p>Comparado con un grupo de control de sacarosa, todas las mezclas de EyPD consiguieron reducir el pico de insulina tras el consumo del desayuno. Además, dos de ellas (estevia Reb A-taumatina y sucralosa-Ace-K) también redujeron el pico de glucosa, lo que supone un beneficio para la salud. Así pues, el estudio concluyó que las respuestas a una comida rica en carbohidratos después de consumir bebidas edulcoradas con estevia o sucralosa mejoraron frente a la sacarosa. </p>
<p>Actualmente, el consorcio SWEET está llevando a cabo la segunda fase de ensayos clínicos a corto y medio plazo, donde se examina el efecto de mezclas de EyPD en productos sólidos. Como parte de estos ensayos, la Universidad de Navarra lidera el estudio Yogures para dilucidar el impacto de dos EyPD incorporados a un yogur tipo griego sobre marcadores de salud, sensaciones corporales y aceptación entre el público. Este estudio continuará abierto hasta septiembre del 2023. Seguiremos informando.</p><img src="https://counter.theconversation.com/content/209096/count.gif" alt="The Conversation" width="1" height="1" />
<p class="fine-print"><em><span>Santiago Navas Carretero recibe fondos de Gobierno de Navarra y del programa Europeo Horizon 2020. </span></em></p><p class="fine-print"><em><span>Eva Almirón Roig recibe fondos del Gobierno de Navarra y del programa Europeo Horizon 2020. Ha colaborado como miembro experto del International Life Sciences Institute, entre 2018-2020. </span></em></p>Existe cierto desconcierto sobre los verdaderos efectos de edulcorantes como el eritritol, la estevia o el aspartamo, y si realmente ayudan a perder peso o controlar la diabetes. Esto es lo que se sabe hasta el momento.Santiago Navas Carretero, Associate research scientist. Miembro del CIBERobn (Fisiopatología de la Obesidad y Nutrición), Universidad de NavarraEva Almirón Roig, Investigadora en Conducta Alimentaria, Universidad de NavarraLicensed as Creative Commons – attribution, no derivatives.tag:theconversation.com,2011:article/1944672022-11-14T10:26:14Z2022-11-14T10:26:14ZAsí me ayuda la inteligencia artificial (y la natural) a superar la diabetes<figure><img src="https://images.theconversation.com/files/494865/original/file-20221111-12-xsyr1s.jpg?ixlib=rb-1.1.0&rect=0%2C0%2C5982%2C3988&q=45&auto=format&w=496&fit=clip" /><figcaption><span class="caption">A la izquierda una bomba de insulina que incluye inteligencia artificial. En el centro un teléfono móvil con la aplicación de visualización. A la derecha un glucómetro de calibración.</span> <span class="attribution"><a class="source" href="https://commons.wikimedia.org/wiki/File:Medtronic_MiniMed_780G_insulinpump.jpg">MailariX / Wikimedia</a>, <a class="license" href="http://creativecommons.org/licenses/by-sa/4.0/">CC BY-SA</a></span></figcaption></figure><p>En estos últimos años he sido testigo en primera persona de la evolución de la tecnología en la medicina. Desde 2021 soy usuario de un sistema de bomba de insulina con inteligencia artificial.</p>
<p>Mi historia arranca hace ocho años, cuando comencé a sentirme excepcionalmente cansado. Por entonces pensé: “Es normal con la carga de trabajo que tengo últimamente”. También me di cuenta de que mi sed y necesidad de orinar fueron aumentando alarmantemente. Pedí consulta a mi médico de familia, y un simple pinchazo en una yema de un dedo bastó para detectar un nivel de azúcar en sangre 4 veces por encima del de una persona sana. </p>
<p>Tras el correspondiente ingreso hospitalario, me llegó la confirmación: la endocrinóloga me diagnosticaba diabetes mellitus <a href="https://www.idf.org/aboutdiabetes/type-1-diabetes.html?article=548_es-ES">tipo 1</a>. Esta enfermedad es popularmente conocida como “diabetes juvenil”, porque la mayoría de los casos se dan en niños y jóvenes. Sin embargo, a mí me apareció con 44 años. Las causas pueden ser genéticas (no parecía mi caso) o de otro tipo, y todavía se están investigando.</p>
<h2>422 millones de diabéticos</h2>
<p><a href="https://www.paho.org/es/temas/diabetes">Aproximadamente, 422 millones de personas en todo el mundo</a> (62 millones en América) son diabéticos. En España, por ejemplo, afecta a un <a href="https://www.sediabetes.org/comunicacion/sala-de-prensa/espana-es-el-segundo-pais-con-mayor-prevalencia-de-diabetes-de-europa/">15 % de la población</a>. </p>
<p>Solo un 10 % de los diabéticos es tipo 1, su páncreas no produce insulina; el resto de diabéticos es <a href="https://www.idf.org/aboutdiabetes/type-2-diabetes.html?article=549_es-ES">tipo 2</a>. En este segundo caso, el páncreas del paciente sí genera insulina, pero su cuerpo se resiste a asimilarla correctamente. Las dos causas principales de esta modalidad de la dolencia son la obesidad y el envejecimiento.</p>
<p>A diferencia de la tipo 1, la diabetes tipo 2 es reversible, y los pacientes son tratados farmacológicamente mediante una pastilla diaria para reducir esa resistencia a la insulina.</p>
<h2>De la jeringuilla al lector continuo de glucosa</h2>
<p>Antes del <a href="https://theconversation.com/un-siglo-de-insulina-cuando-la-diabetes-dejo-de-ser-necesariamente-mortal-160025">descubrimiento de la insulina artificial en 1921</a>, la diabetes tipo 1 era equivalente a una sentencia de muerte. En el último cuarto de siglo hemos vivido un gran número de avances, que han hecho que los afectados hayamos mejorado nuestra calidad de vida. Por ejemplo, de las jeringuillas de insulina, a finales del siglo pasado, se pasó a unas <em>plumas</em> de inyección mucho más cómodas. </p>
<p>En el siglo XXI, gracias a los avances de la electrónica, se extendió el uso de medidores de glucosa. Estos <a href="https://es.wikipedia.org/wiki/Gluc%C3%B3metro">glucómetros</a>, del tamaño de una pequeña billetera, permitían registrar el nivel de glucosa en sangre varias veces al día mediante pinchazos en las yemas de los dedos. </p>
<p>Desde 2017, los medidores se han visto sustituidos por un <a href="https://professional.diabetes.org/sites/professional.diabetes.org/files/media/db201811.pdf">lector continuo de glucosa</a> sobre un brazo. Estos sensores permiten el registro constante de glucosa, y su visualización en un dispositivo lector o en el teléfono móvil, evitando las dolorosas punciones en las yemas de los dedos a lo largo del día.</p>
<figure class="align-center zoomable">
<a href="https://images.theconversation.com/files/494928/original/file-20221112-14-ua9kh1.JPG?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=1000&fit=clip"><img alt="" src="https://images.theconversation.com/files/494928/original/file-20221112-14-ua9kh1.JPG?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=754&fit=clip" srcset="https://images.theconversation.com/files/494928/original/file-20221112-14-ua9kh1.JPG?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=600&h=450&fit=crop&dpr=1 600w, https://images.theconversation.com/files/494928/original/file-20221112-14-ua9kh1.JPG?ixlib=rb-1.1.0&q=30&auto=format&w=600&h=450&fit=crop&dpr=2 1200w, https://images.theconversation.com/files/494928/original/file-20221112-14-ua9kh1.JPG?ixlib=rb-1.1.0&q=15&auto=format&w=600&h=450&fit=crop&dpr=3 1800w, https://images.theconversation.com/files/494928/original/file-20221112-14-ua9kh1.JPG?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=754&h=566&fit=crop&dpr=1 754w, https://images.theconversation.com/files/494928/original/file-20221112-14-ua9kh1.JPG?ixlib=rb-1.1.0&q=30&auto=format&w=754&h=566&fit=crop&dpr=2 1508w, https://images.theconversation.com/files/494928/original/file-20221112-14-ua9kh1.JPG?ixlib=rb-1.1.0&q=15&auto=format&w=754&h=566&fit=crop&dpr=3 2262w" sizes="(min-width: 1466px) 754px, (max-width: 599px) 100vw, (min-width: 600px) 600px, 237px"></a>
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<span class="caption">Sensor continuo de glucosa sobre brazo. Los valores pueden ser leídos con un lector específico o con un teléfono móvil.</span>
<span class="attribution"><span class="source">Sjö / Wikimedia</span></span>
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</figure>
<h2>Queda mucho camino por recorrer</h2>
<p>Los avances médicos en la sanidad pública han sido evidentes en el último cuarto de siglo. Sin embargo, según datos de <a href="https://www.ine.es/dyngs/INEbase/es/operacion.htm?c=Estadistica_C&cid=1254736176780&menu=ultiDatos&idp=1254735573175">Instituto Nacional de Estadística</a>, en el caso concreto de España, desde 1996 a 2019 se han reducido las muertes por diabetes <a href="https://theconversation.com/por-que-es-tan-dificil-curar-la-diabetes-174912">únicamente en un 9 %</a>. El motivo solo puede estar asociado a la causa principal de la enfermedad: los niveles de glucosa en sangre. </p>
<p>Las <a href="https://www.idf.org/aboutdiabetes/complications.html?article=452_es-ES">complicaciones</a> asociadas a niveles elevados de glucosa en sangre tienen consecuencias drásticas. Un paciente del tipo 2 ve reducida su <a href="https://www.ncbi.nlm.nih.gov/pmc/articles/PMC7673790/">esperanza de vida</a> una media de 2 años. En el caso de un diabético tipo 1, las expectativas son peores: dicha esperanza se recorta una media de 8 años.</p>
<h2>Lo que aporta la inteligencia artificial</h2>
<p>Para conocer los niveles de glucosa en sangre, los dispositivos electrónicos a disposición de un diabético tipo 1 pueden ser:</p>
<ul>
<li><p>Un sensor continuo de glucosa para el brazo, con su lector correspondiente. También se dispone de una pluma de insulina en la mayoría de casos o una bomba de insulina pero sin conexión con el sensor. La mayoría de diabéticos tipo 1 tratados disponen de estos sistemas.</p></li>
<li><p>Una bomba de insulina con un medidor continuo de glucosa enlazado. Este último caso es más inusual, dado su mayor coste económico y la mayor complejidad de configuración y uso. En sus últimas versiones incluyen algoritmos de inteligencia artificial.</p></li>
</ul>
<p>¿Qué aporta una bomba de insulina con algoritmos de <a href="https://www.sciencedirect.com/science/article/abs/pii/S0026049521001724">inteligencia artificial</a>? Estos sistemas, que comenzaron a aparecer en 2020, aprenden el comportamiento de la glucosa del paciente y aplican algoritmos de <a href="https://es.wikipedia.org/wiki/L%C3%B3gica_difusa#L%C3%B3gica_difusa_en_inteligencia_artificial">lógica difusa</a> que buscan replicar las acciones del personal sanitario.</p>
<p>En caso de una <em>hiperglucemia</em> (valores excesivos de glucosa en sangre), el algoritmo es capaz de inyectar insulina adicional de manera autónoma cuando es necesario. También puede alertar con antelación al paciente sobre la posibilidad de que vaya a entrar en <em>hipoglucemia</em>, es decir, en valores de glucosa en sangre por debajo de los recomendados.</p>
<h2>Algoritmos que velan mi sueño</h2>
<p>Personalmente, la sanidad pública me dotó de uno de estos sistemas por evitar los riesgos de una bajada mortal de glucosa nocturna, una hipoglucemia nocturna grave. Esta circunstancia puede producir un coma e, incluso, la muerte, dado que los <em>combustibles</em> principales del cerebro y de todo el cuerpo son el oxígeno y la glucosa.</p>
<p>Gracias a la inteligencia artificial, puedo acostarme sin miedo, sabiendo que sus algoritmos detectarán cualquier anomalía. Además, me alertarán, y entonces podré actuar para corregir la situación. Y no solo evitan hipoglucemias: si mis niveles de glucosa en sangre durante durante el día o la noche se elevan más de lo esperado, por hiperglucemia, el sistema realiza correcciones automáticas para hacerlos regresar a la normalidad.</p>
<h2>El paciente debe poner de su parte</h2>
<p>En mi caso, han sido la dieta, el ejercicio y la inteligencia artificial de mi bomba de insulina (por este orden) los que afortunadamente me han permitido alcanzar la normoglucemia.</p>
<p>A pesar de sus indudables beneficios, un sistema con inteligencia artificial no tiene influencia en las decisiones del paciente diabético sobre su dieta y nivel de ejercicio físico. Y estos son los dos factores claves para poder acercarse a la <em>normoglucemia</em>, es decir, los valores de glucosa de una persona sana.</p>
<h2>En busca del verdadero páncreas artificial</h2>
<p>Mi sistema puede corregir hiperglucemias, pero no las hipoglucemias; me avisa de ellas, y yo como paciente debo tomar algún alimento que me eleve los niveles de glucosa en sangre. </p>
<p>Se está investigando en sistemas que, además de inyectar insulina, sean capaces de proporcionar <a href="https://www.solucionesparaladiabetes.com/magazine-diabetes/que-es-el-glucagon-y-por-que-es-importante-para-las-personas-con-diabetes/">glucagón</a>. Esta hormona, que también genera un páncreas sano, permite elevar los niveles de glucosa en sangre. Un sistema para el diabético tipo 1 capaz de inyectar glucagón en hipoglucemias o insulina en hiperglucemias sería lo más cercano a un verdadero páncreas artificial.</p>
<p>La potencia de los microprocesadores no deja de aumentar año tras año, permitiendo cada vez algoritmos de inteligencia artificial más exactos y precisos. Además, se espera que los próximos sistemas permitan también integrar sensores de movimiento que aporten a los algoritmos información del nivel de actividad física.</p>
<p>La inteligencia artificial nos ayudará indudablemente en la lucha por conseguir la normoglucemia en la diabetes tipo 1 y tipo 2. Sin embargo, queda todavía muy lejos el día que pueda sustituirse por la <em>inteligencia natural</em> del paciente, quien debe diariamente ejercitar su voluntad para mantener unos hábitos sanos de alimentación y ejercicio.</p><img src="https://counter.theconversation.com/content/194467/count.gif" alt="The Conversation" width="1" height="1" />
<p class="fine-print"><em><span>Miguel Ángel Cabeza Rodríguez no recibe salario, ni ejerce labores de consultoría, ni posee acciones, ni recibe financiación de ninguna compañía u organización que pueda obtener beneficio de este artículo, y ha declarado carecer de vínculos relevantes más allá del cargo académico citado.</span></em></p>Los avances de la inteligencia artificial han mejorado el tratamiento de la diabetes, pero aún es necesario que el paciente siga controlando su dieta y su actividad física.Miguel Ángel Cabeza Rodríguez, Profesor del grado en Física, UNIR - Universidad Internacional de La Rioja Licensed as Creative Commons – attribution, no derivatives.tag:theconversation.com,2011:article/1757632022-03-09T22:15:56Z2022-03-09T22:15:56Z¿Pasa algo si no desayunamos hoy?<figure><img src="https://images.theconversation.com/files/450653/original/file-20220308-27-1xl4615.jpg?ixlib=rb-1.1.0&rect=0%2C8%2C5991%2C3979&q=45&auto=format&w=496&fit=clip" /><figcaption><span class="caption">
</span> <span class="attribution"><a class="source" href="https://www.shutterstock.com/es/image-photo/cup-coffe-milk-two-slices-toasted-1726083601">Shutterstock / Basilio Dovgun</a></span></figcaption></figure><p>Desayuno, comida y cena, a lo que deberíamos añadir otra ingesta a media mañana y una merienda. Son las tres (o raramente cinco) comidas diarias en la dieta humana. Pero ¿son todas igual de importantes?</p>
<p>El debate aquí se suele centrar en el desayuno. Porque hay quien se lo salta, pero también quien lo considera la comida más importante del día. ¿Quién tiene razón? ¿Puede ser el desayuno un factor determinante en el desarrollo físico y mental a lo largo del día?</p>
<h2>Tras el ayuno</h2>
<p>Nada más abrir los ojos, nos encontramos en un estado fisiológico que se denomina ayuno. Nuestra última comida ha sido la cena y durante la noche lo normal es que no hayamos ingerido ningún alimento en un periodo de al menos 6/8 horas. </p>
<p>Mientras descansábamos, la última ingesta se ha ido procesando y los nutrientes han sido distribuidos por todo el cuerpo, rellenando los depósitos (el hígado y los músculos). En el torrente sanguíneo aún queda algo de glucosa disponible (poca) por si nuestros órganos necesitan energía. Si después de todo esto sobran nutrientes, se almacenarán en el panículo adiposo en forma de grasa. </p>
<p>En consecuencia, la glucosa está en niveles basales cuando nos levantamos y también mientras nos esmeramos en el aseo personal matutino, o cuando preparamos el bolso, el maletín o la mochila del día. Eso se traduce en debilidad física y en un cierto letargo. Por eso, desayunar (que significa “interrumpir el ayuno”) no es un “extra” matutino opcional del que podemos prescindir: que lo hagamos o no va a definir nuestro día, <a href="https://doi.org/10.3390/nu10101540">nuestra energía, concentración y productividad</a>. Y en época de estudio, <a href="https://doi.org/10.3389/fnut.2022.797415.">también el rendimiento académico</a> </p>
<p>Son numerosos los datos recogidos en la literatura sobre <a href="https://doi.org/10.3390/nu13010272">los beneficios de desayunar</a>. Para empezar, hay evidencias de que un desayuno copioso ayuda a <a href="https://academic.oup.com/jcem/article-abstract/105/3/e211/5740411?redirectedFrom=fulltext">prevenir la obesidad</a> y reduce las enfermedades metabólicas, sobre todo si el contenido de la primera comida del día es saludable. </p>
<p>Si hacemos ejercicio, ingerir previamente un buen desayuno nos hace <a href="https://journals.physiology.org/doi/full/10.1152/ajpendo.00163.2018">quemar más carbohidratos</a>, además de que en la siguiente comida digerimos y metabolizamos mejor los nutrientes. Por el contrario, saltarse el desayuno <a href="https://www.sciencedirect.com/science/article/pii/S0735109717393178?via%3Dihub">fomenta la aterosclerosis</a> (el engrosamiento patológico de las arterias). Y se ha demostrado también que desayunando <a href="https://nutritionj.biomedcentral.com/articles/10.1186/1475-2891-13-97">nos resistimos más al “picoteo” el resto de la jornada</a> y, en general, comemos más sano. </p>
<p>Todo esto tiene sentido si tenemos en cuenta que los humanos seguimos un ritmo circadiano, que se traduce en <a href="http://dx.doi.org/10.4067/s0717-75182018000400285">una mejor utilización de los recursos nutricionales durante el día</a>. Hemos optimizado nuestro metabolismo para que funcione mejor mientras brilla el sol. Gracias a este ritmo tenemos interiorizadas las horas de más hambre; cuándo tenemos que desayunar, comer o cenar; cuándo descansar; o cómo y cuándo movilizar las grasas libres. </p>
<h2>Neuronas desabastecidas y mal humor</h2>
<p>Uno de los principales beneficios del desayuno es el aporte de glucosa al cerebro, un órgano que solo consume este nutriente. La ausencia de glucosa afecta a nuestro sistema nervioso pudiendo incluso <a href="https://doi.org/10.1016/j.tins.2013.07.001">dañar neuronas, en ocasiones de forma irreversible</a>. ¿Estamos dispuestos a pagar esta tasa por saltarnos el desayuno? </p>
<p>La carencia de glucosa además origina mal humor, afecta a la capacidad de concentración, de resolver problemas de forma efectiva, genera ansiedad y estrés, que a su vez <a href="https://doi.org/10.1073/pnas.1400619111">empeora la concentración</a>. </p>
<p>La cosa cambia radicalmente tras el desayuno y la ingesta de nutrientes. Para empezar, porque se ponen en marcha las vías neuronales que se encargan de activar todos los sistemas esenciales como son la memoria y los procesos de concentración y menor irritabilidad. Lo ideal es que sea un desayuno saludable y saciante que aporte nutrientes, especialmente alimentos ricos en hidratos de carbono complejos, grasas saludable y proteínas (quesos o cualquier otro lácteo, por ejemplo). </p>
<p>Optar por un desayuno con productos con un índice glucémico muy alto no es una buena opción. Originará altas tasas de glucosa en sangre de forma muy rápida, lo que implica que también la insulina se apresurará a dar la orden de que se elimine de la sangre. Eso irá seguido de una rápida hipoglucemia o bajada de glucosa en sangre, que abrirá el apetito de nuevo haciendo que a media mañana tengamos otra vez necesidad de comer. </p>
<p>El tiempo que nos ha llevado leer este artículo es el mismo tiempo que necesitamos para preparar un desayuno saludable. Todos los especialistas siguen <a href="https://pubmed.ncbi.nlm.nih.gov/33094802/">recomendando cinco comidas al día</a>, empezando por el desayuno. ¿Está seguro de saltárselo hoy?</p><img src="https://counter.theconversation.com/content/175763/count.gif" alt="The Conversation" width="1" height="1" />
<p class="fine-print"><em><span>Las personas firmantes no son asalariadas, ni consultoras, ni poseen acciones, ni reciben financiación de ninguna compañía u organización que pueda obtener beneficio de este artículo, y han declarado carecer de vínculos relevantes más allá del cargo académico citado anteriormente.</span></em></p>Hay quien se salta el desayuno pero también quien lo considera la comida más importante del día. ¿Quién tiene razón? ¿Puede ser el desayuno un factor determinante en el desarrollo físico y mental a lo largo del día?Antonio Viñuela Sánchez, Prof. Contratado Doctor, Universidad de Castilla-La ManchaAlicia Mohedano, Profesor Titular, Universidad de Castilla-La ManchaLicensed as Creative Commons – attribution, no derivatives.tag:theconversation.com,2011:article/1757942022-02-07T18:57:12Z2022-02-07T18:57:12Z¿Por qué el cáncer de páncreas es todavía uno de los de peor pronóstico?<figure><img src="https://images.theconversation.com/files/444574/original/file-20220204-23-1vo80c9.jpg?ixlib=rb-1.1.0&rect=0%2C845%2C6720%2C3349&q=45&auto=format&w=496&fit=clip" /><figcaption><span class="caption">
</span> <span class="attribution"><a class="source" href="https://www.shutterstock.com/es/image-photo/digital-composite-highlighted-red-pancreas-woman-1381662893">Shutterstock / mi_viri</a></span></figcaption></figure><p>En 1882 el médico alemán Friederich Trendelemburg conseguía llevar a cabo con éxito la primera extirpación de un tumor de páncreas. Pero no fue hasta 1940 cuando el estadounidense <a href="https://es.wikipedia.org/wiki/Allen_Whipple">Allen Whipple</a> consiguió realizar por primera vez una pancreatoduodenectomía en una única etapa. Se trata de una cirugía muy compleja que consiste en extirpar, junto con el tumor, la porción de estómago, intestino y otros órganos cercanos invadidos por las células tumorales, reconectando el sistema digestivo. Esta cirugía se conoce también como procedimiento de Whipple, en su honor, y ha supuesto un hito en el tratamiento del cáncer de páncreas.</p>
<p>En la actualidad, la extirpación del tumor sigue siendo el tratamiento de referencia y el más eficaz, siempre y cuando el tumor no esté en una fase muy avanzada y la cirugía no suponga un riesgo. </p>
<p>El problema es que solo un 20 % de los tumores son diagnosticados en estadios (etapas) tempranos. Si el tumor ya no se puede extirpar (en los estadios más avanzados), se puede llevar a cabo una cirugía paliativa para aliviar los síntomas o evitar complicaciones como la obstrucción del intestino. Pero en este caso hay que recurrir a otras alternativas terapéuticas, como la quimioterapia o la radioterapia, para intentar reducir el tamaño y el avance del tumor. La quimioterapia y la radioterapia se pueden utilizar también antes y después de la cirugía en tumores que se pueden extirpar.</p>
<p>El principal problema en el cáncer de páncreas es que la eficacia de estos tratamientos es muy limitada y la tasa supervivencia a 5 años no supera el 10 %. Por tanto, el cáncer de páncreas sigue siendo uno de los más letales en la actualidad que afecta principalmente a los países desarrollados. En Europa y EE.UU. supone la <a href="https://pubmed.ncbi.nlm.nih.gov/33626377/">tercera causa de muerte</a> por cáncer y a nivel mundial ocupa el séptimo puesto.</p>
<p>Se necesitan urgentemente nuevas terapias que permitan convertir este tumor tan agresivo en un tumor “farmacológicamente accesible”. La buena noticia es que dichas terapias podrían llegar en los próximos años gracias a las numerosas investigaciones que se están llevando a cabo en la actualidad.</p>
<h2>El páncreas y el adenocarcinoma ductal pancreático</h2>
<p>El páncreas está compuesto por dos tipos de células. Las células endocrinas, que segregan hormonas al torrente sanguíneo como la insulina o el glucagón, esenciales para el metabolismo de los hidratos de carbono (azúcares). </p>
<p>Y las células exocrinas, que segregan enzimas digestivas, que ayudan a la digestión, y el jugo pancreático que contiene sales, como el bicarbonato, que neutralizan el ácido procedente estómago. Estos compuestos se segregan en el conducto pancreático y de ahí pasan al intestino. Podemos verlo ilustrado en el siguiente vídeo. </p>
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<iframe width="440" height="260" src="https://www.youtube.com/embed/OAIBH5H5_qg?wmode=transparent&start=9" frameborder="0" allowfullscreen=""></iframe>
</figure>
<p>Aproximadamente, el 90 % de los tumores de páncreas afectan a las células exocrinas. La gran mayoría se localizan en las células que segregan el jugo pancreático. Esto da lugar a un adenocarcinoma ductal pancreático (ACDP), el tumor más frecuente y agresivo y sobre el que hablaremos aquí. </p>
<p>El carcinoma de células acinares es otro tumor exocrino que afecta a las células que producen las enzimas, o células acinares, pero supone un porcentaje muy pequeño de los tumores pancreáticos exocrinos. Por otro lado, los tumores de células endocrinas suelen tener un mejor pronóstico y son mucho más fáciles de tratar. Un ejemplo es el tumor neuroendrocrino pancreático, que afecta a las células donde se producen las hormonas.</p>
<p>Hay determinados factores que confieren riesgo a padecer cáncer de páncreas, como fumar, la obesidad, la diabetes, pancreatitis crónica, predisposición genética, antecedentes familiares de cáncer de páncreas o consumo elevado de alcohol.</p>
<p>Además, el riesgo de padecer ACPD aumenta con la edad y es mayor en hombres que en mujeres. </p>
<h2>Dificultades para tratar este tipo de cáncer</h2>
<p>Hay tres principales motivos por los que el ACDP es un cáncer tan agresivo. El primero es su dificultad para diagnosticarlo en fases tempranas. El segundo, el rápido avance del tumor y metástasis. El tercero, la resistencia a la quimioterapia.</p>
<p>Es habitual que este cáncer se detecte en <a href="https://www.cancer.org/es/cancer/cancer-de-pancreas/deteccion-diagnostico-clasificacion-por-etapas/clasificacion-por-etapas.html">fases avanzadas</a> debido a la falta de síntomas o la aparición de síntomas poco específicos al inicio de la enfermedad que pueden confundirse con otras patologías. Los síntomas habituales son náuseas, cambios en los hábitos intestinales, dolor abdominal o de espalda, pérdida de peso sin explicación aparente, ictericia.</p>
<p>Cuando se encuentra en una fase muy avanzada y el tumor no es extirpable, la quimioterapia pasa a ser la alternativa terapéutica. Pero el ACDP ha desarrollado complejos mecanismos moleculares que le permiten adquirir resistencia a los fármacos quimioterapéuticos y evadir el sistema inmunitario, el cual tiene un papel muy relevante en el reconocimiento de células tumorales y en su eliminación. </p>
<p>Aunque el proceso tumoral se inicia por mutaciones en un pequeño grupo de genes, las células tumorales sufren también una serie de <a href="https://www.cancer.gov/espanol/publicaciones/diccionarios/diccionario-cancer/def/epigenetica">cambios epigenéticos</a> y la activación de diversas <a href="https://www.cancer.gov/espanol/publicaciones/diccionarios/diccionario-cancer/def/via-de-senalizacion">rutas de señalización celular</a> que hacen que puedan proliferar, adquirir resistencia a fármacos y mantener un ambiente inmunosupresor. </p>
<p>Además, también desarrollan un tejido que rodea y sostiene a las células (estroma) muy denso, que dificulta la llegada de los fármacos al tumor, y favorecen la diseminación a los tejidos, órganos y ganglios linfáticos cercanos (metástasis temprana). </p>
<p>Por estos motivos, aunque los tratamientos convencionales son capaces de producir un incremento modesto en la supervivencia de los pacientes, no consigue una supervivencia a largo plazo y mucho menos la curación completa.</p>
<h2>¿Qué hay de nuevo para este viejo enemigo?</h2>
<p>Hay nuevas terapias dirigidas a interferir con mecanismos moleculares propios del tumor. Estas ya se están empleando en pacientes y podemos <a href="https://www.frontiersin.org/articles/10.3389/fonc.2021.688377/full">encontrar varias diferentes</a>.</p>
<p>Un ejemplo de estas terapias es un tratamiento que inhibe las proteínas implicadas en la reparación del ADN. Estas proteínas reparan “roturas” del ADN y, cuando esas roturas no son reparadas porque las proteínas están inhibidas, las células tumorales se mueren.</p>
<p>Otro ejemplo son los inhibidores de puntos de control. Las células tumorales expresan una proteína en su superficie que actúa como “freno” de los linfocitos T cuando estos intentan atacarlas. De esta manera las células tumorales consiguen evadir al sistema inmunitario. </p>
<p>Para inhibir esas proteínas protectoras que actúan como “puntos de control”, se emplean anticuerpos que se unen a ellas e impiden que las células tumorales puedan unirse. </p>
<p>De esta forma los linfocitos T pueden activarse y desarrollar una respuesta inmunitaria contra el tumor (anticuerpos y linfocitos T citotóxicos). Este tipo de terapias dirigidas a activar el sistema inmunitario para eliminar las células tumorales se denomina inmunoterapia.</p>
<p>Estos fármacos solo benefician a un porcentaje muy reducido de pacientes y en muchos casos el beneficio es todavía muy limitado. Pero existen <a href="https://www.nature.com/articles/s41571-019-0281-6">numerosas investigaciones para desarrollar otras aproximaciones terapéuticas</a> que buscan “desarmar” a las células tumorales atacando otros mecanismos moleculares que las hacen tan resistentes. </p>
<p>Estas estrategias terapéuticas están dirigidas a inhibir rutas de activación implicadas en resistencia y proliferación; interferir en el metabolismo; modificar el microambiente tumoral; e inmunoterapia (vacunas, células CART, etc.).</p>
<p>Todos estos avances en terapia, junto el futuro desarrollo de métodos que permitan un diagnóstico más temprano del tumor, podrían incluir al cáncer de páncreas en la lista de los tumores curables en los próximos años.</p><img src="https://counter.theconversation.com/content/175794/count.gif" alt="The Conversation" width="1" height="1" />
<p class="fine-print"><em><span>Rosana Simón Vázquez no recibe salario, ni ejerce labores de consultoría, ni posee acciones, ni recibe financiación de ninguna compañía u organización que pueda obtener beneficio de este artículo, y ha declarado carecer de vínculos relevantes más allá del cargo académico citado.</span></em></p>Los tratamientos convencionales aumentan la supervivencia de personas con cáncer de páncreas pero no a largo plazo. ¿Por qué? ¿Cuáles son las nuevas terapias ya en marcha?Rosana Simón Vázquez, Doctora en Bioquímica y Biología Molecular. Investigadora en Nanomedicina e Inmunología, Universidade de VigoLicensed as Creative Commons – attribution, no derivatives.tag:theconversation.com,2011:article/1609452021-05-26T21:37:32Z2021-05-26T21:37:32ZQué hidratos de carbono debemos consumir y cuáles no (y cuándo)<figure><img src="https://images.theconversation.com/files/402559/original/file-20210525-21-ig4irc.jpg?ixlib=rb-1.1.0&rect=0%2C0%2C6000%2C1994&q=45&auto=format&w=496&fit=clip" /><figcaption><span class="caption">
</span> <span class="attribution"><a class="source" href="https://www.shutterstock.com/es/image-photo/collage-foods-high-carbohydrates-vegan-dietary-1945231342">Shutterstock / Tatjana Baibakova</a></span></figcaption></figure><p>Los hidratos de carbono (también denominados glúcidos, carbohidratos o hidratos) son nutrientes que se encuentran en los alimentos, junto con los otros dos macronutrientes: las proteínas y las grasas (lípidos). </p>
<p>Representan una parte fundamental de la alimentación humana. Para que nos situemos, algunos de los alimentos ricos en carbohidratos son los cereales y derivados (pan, pasta, arroz), tubérculos (patata), legumbres, fruta y verdura, leche y otros azúcares como miel o azúcar blanco.</p>
<h2>¿Son necesarios en nuestra dieta?</h2>
<p>La función principal de los <a href="https://www.nature.com/articles/1602937">hidratos de carbono</a> es energética. Abastecen de energía a todos los órganos del cuerpo, desde el propio cerebro hasta los músculos. Funcionan como un combustible rápido y fácil de obtener por parte del cuerpo humano. </p>
<p>Por otro lado, desempeñan en el organismo otras funciones estructurales y regulan los niveles de azúcar en sangre. También intervienen en la disminución de la fatiga y en la recuperación muscular tras realizar <a href="https://scielo.isciii.es/pdf/nh/v28s4/06articulo06.pdf">actividad física</a>. </p>
<p>Asimismo, participan en la síntesis de material genético (ADN, ARN), ayuda en el metabolismo de proteínas y grasa e impulsa la creación de tejidos musculares, entre otras funciones. En otras palabras, los hidratos de carbono son para nuestro organismo lo que la gasolina es para el coche. </p>
<h2>¿Son todos los carbohidratos iguales?</h2>
<p>Dependiendo de la estructura de los carbohidratos, encontramos dos tipos: los hidratos de carbono complejos o de absorción lenta (son almidones y fibra) y los sencillos o de absorción rápida, también denominados azúcares libres o simples (glucosa, fructosa y lactosa). </p>
<p>Seguramente alguna vez se ha dispuesto a leer la <a href="https://eur-lex.europa.eu/LexUriServ/LexUriServ.do?uri=OJ:L:2011:304:0018:0063:ES:PDF">etiqueta de un producto alimenticio </a> y ha encontrado nombres raros como dextrosa, jarabe de maíz, almíbar, almidón, maltosa… Ante tal cantidad de información quizás se haya preguntado: ¿Qué es todo eso? Lo cierto es que existen muchos tipos de azúcar diferentes y la propia estructura química de cada uno de ellos determina si un tipo de azúcar concreto es saludable o no. </p>
<p>Es decir, el azúcar puede encontrarse de manera intrínseca en el alimento (como sucede con la fruta y los cereales), puede ser <a href="https://www.ncbi.nlm.nih.gov/pmc/articles/PMC5916434/">liberada en el procesado</a> (zumo) o ser añadida por la industria alimentaria o el consumidor (bollería industrial, yogur azucarado). </p>
<p>Debemos priorizar los que se encuentran de manera intrínseca en el alimento porque el resto de nutrientes que conforman ese producto hacen que el organismo utilice el nutriente de una manera <a href="https://www.ncbi.nlm.nih.gov/pmc/articles/PMC6617395/">óptima para la salud humana</a>.</p>
<h2>¿Cuanto menos azúcares mejor?</h2>
<p>La Organización Mundial de la Salud (OMS) establece que <a href="https://apps.who.int/iris/bitstream/handle/10665/154587/WHO_NMH_NHD_15.2_spa.pdf">se debe consumir menos del 10 % de la ingesta energética diaria (kilocalorías) de azúcares simples al día</a>. Además, según la OMS, “una reducción por debajo del 5 % de la ingesta calórica total produciría beneficios adicionales para la salud”. </p>
<p>Teniendo en cuenta que la dieta de un adulto estándar es de aproximadamente 2 000 kilocalorías, se deberían consumir menos de 25 gramos al día de azúcares libres. Pero estos son solo una parte de los carbohidratos, por lo que deberíamos pararnos a pensar cómo gestionar la ingesta de los demás tipos.</p>
<p>Sin embargo, hay muchas dietas que restringen o eliminan los hidratos de carbono. Los consumidores lo conocen como la “carbofobia”. Seguro que alguna vez ha escuchado la expresión: “Los hidratos por la noche engordan”.</p>
<p>Lo cierto es que no hay que tener miedo a los carbohidratos. Las estanterías de los supermercados cada vez están más llenas de productos que indican <a href="http://www.aesan.gob.es/AECOSAN/docs/documentos/seguridad_alimentaria/gestion_riesgos/declaracion_sin_azucar.pdf">“O % azúcares añadidos” o “Sin azúcar añadido”</a>. </p>
<h2>Cómo identificar azúcares saludables</h2>
<p>¿Esto significa que son más saludables? En estos casos, hay que valorar el alimento o producto. Si se trata de un alimento al que le han quitado el azúcar para hacer una versión más saludable pero, a cambio, le han añadido otros aditivos de mala calidad, lo mejor es descartarlo del carro de la compra. Algunos ejemplos son el maltitol, xilitol o eritritol. Por el contrario, si no tiene azúcares añadidos ni edulcorantes en la etiqueta, lo podríamos considerar un producto alimenticio saludable.</p>
<p>También es necesario hacer referencia a los edulcorantes (también denominados polialcoholes), que son <a href="https://www.aditivos-alimentarios.com/">aditivos alimentarios</a>, sustancias derivadas de los propios carbohidratos, con sabor dulce y muy bajo aporte calórico.</p>
<p>Aunque los beneficios y riesgos de su consumo están aún en <a href="https://www.ncbi.nlm.nih.gov/pmc/articles/PMC5912158/">estudio</a>, las investigaciones apuntan a que los edulcorantes no nutritivos pueden ser posibles desencadenantes de adicción a los alimentos porque su ingesta se asocia a mayor preferencia y antojo por alimentos dulces, aumento del umbral del dulzor al que acostumbramos al paladar y, con ello, aumento de peso. </p>
<h2>Carbohidratos de absorción lenta</h2>
<p>Las <a href="https://pubmed.ncbi.nlm.nih.gov/17992187/">dos características principales</a> de los hidratos de carbono de absorción lenta son que son complejos (están compuestos por moléculas de azúcar que conforman juntas largas cadenas) y tienen bajo índice glucémico (elevan los niveles de azúcar en sangre de manera gradual, no picos de glucemia exagerados). </p>
<p>Los <a href="https://www.ncbi.nlm.nih.gov/pmc/articles/PMC6985762/">beneficios</a> de este tipo de carbohidratos son los siguientes:</p>
<ul>
<li><p><strong>Mejor control de la glucemia.</strong> A diferencia de los hidratos de carbono de absorción rápida, estos permiten un mejor control de la glucemia (no se producen picos bruscos de glucemia después de comer). Esto es interesante en personas con diabetes.</p></li>
<li><p><strong>Saciedad.</strong> Al ser complejos, permanecen más tiempo en el sistema digestivo en contacto con las paredes del mismo y, por tanto, mandan una señal de saciedad al cerebro.</p></li>
<li><p>Mejoran la <strong>composición de la microbiota</strong> intestinal.</p></li>
<li><p><strong>Regulación.</strong> En el caso concreto de la fibra, puede actuar regulando niveles de colesterol plasmático, interesante en el manejo de enfermedades cardiovasculares. Llevando lo nutricional al terreno de la alimentación, podemos encontrarlos en cereales integrales (arroz, pan, pasta), legumbres (lentejas, alubias, garbanzos), fruta y verdura, frutos secos (naturales) y semillas, entre otros. </p></li>
</ul>
<p>Por tanto, es importante consumir hidratos de carbono de absorción lenta en el día a día y limitar el consumo de hidratos de carbono de absorción rápida. No solo para regular la glucemia en caso de tener diabetes o controlar la saciedad en caso de querer perder peso, sino para la prevención de otras enfermedades metabólicas. </p>
<p>Un mal control de la glucemia <a href="https://www.ncbi.nlm.nih.gov/pmc/articles/PMC5790325/">puede desencadenar resistencia</a> a la insulina por parte del organismo. Es decir, que el cuerpo no reconozca los azúcares y no sepa cómo actuar ante su presencia. </p>
<p>También es necesario considerar que, en determinadas situaciones, como en deportes de larga duración, es necesario e interesante para el buen rendimiento incluir hidratos de carbono de absorción rápida.</p>
<h2>La importancia de los picos de glucemia</h2>
<p>El correcto funcionamiento de la glucemia es la clave en este tipo de carbohidratos. El mantenimiento de una glucemia elevada mantenida en el tiempo (por consumo de alimentos procesados de mala calidad) pone en marcha mecanismos metabólicos de lipogénesis que hacen que el <a href="https://www.ncbi.nlm.nih.gov/pmc/articles/PMC5999353/">organismo almacene grasa</a>.</p>
<p>Esto, unido al aumento del apetito cuando vuelve a caer la glucemia y el gran aporte calórico de los alimentos con azúcar añadido, aumentan el riesgo de desarrollar sobrepeso (y sus patologías asociadas) derivado de un consumo excesivo de azúcares o grasas de mala calidad nutricional. </p>
<p>Por eso, se desaconseja el consumo de azúcares simples añadidos: azúcar blanco, bollería industria, refrescos azucarados, etc. Además, es necesario destacar que la versión en la que consumimos un determinado alimento influye en el aporte nutricional. </p>
<p>Cuando consumimos azúcares presentes en la matriz del alimento (fruta y verdura, por ejemplo), nuestro cuerpo la recibe y la procesa de manera mucho más beneficiosa para la salud que cuando consumimos esos mismos azúcares, pero añadidos de manera externa en industria alimentaria o por parte del consumidor. Cuando hablamos de azúcar simple intrínseco, no tenemos que hacer grandes esfuerzos por limitarlos, ya que el alimento en conjunto (fibra, polifenoles y otras sustancias) es de buena calidad nutricional.</p>
<p>Por ejemplo, una patata frita industrial puede aportar menor cantidad de azúcares de absorción lenta que una patata con piel cocida. Unas tortitas de arroz inflado producen mayor pico de glucemia que un arroz integral cocido y salteado con verduras.</p>
<p>En definitiva, necesitaremos más carbohidratos cuanto mayor sea el grado de actividad física que realicemos. Al igual que sucede con los coches y la gasolina.</p>
<p>Es importante incluir hidratos de carbono de calidad en nuestra dieta y tener en cuenta nuestra actividad física para realizar un aporte proporcional y adecuado.</p><img src="https://counter.theconversation.com/content/160945/count.gif" alt="The Conversation" width="1" height="1" />
<p class="fine-print"><em><span>Luis J. Morán Fagúndez es miembro de Junta de Gobierno del Colegio Profesional de Dietistas-Nutricionistas de Andalucía</span></em></p>Los carbohidratos son nuestra fuente principal de energía y no hay que tener miedo a incluirlos en la dieta. Sin embargo, es importante identificar los más saludables para nuestro organismo.Luis J. Morán Fagúndez, Decano del Colegio Profesional de Dietistas-Nutricionistas de Andalucía, Universidad Pablo de OlavideLicensed as Creative Commons – attribution, no derivatives.tag:theconversation.com,2011:article/1561462021-04-27T18:02:37Z2021-04-27T18:02:37Z¿Es relevante el índice glucémico de los alimentos?<figure><img src="https://images.theconversation.com/files/393844/original/file-20210407-17-jba99o.jpg?ixlib=rb-1.1.0&rect=0%2C689%2C5760%2C3138&q=45&auto=format&w=496&fit=clip" /><figcaption><span class="caption">
</span> <span class="attribution"><a class="source" href="https://www.shutterstock.com/es/image-photo/blood-sugar-monitoring-equipment-diabetics-monitor-1869360667">Shutterstock / marilyn barbone</a></span></figcaption></figure><p>En nuestra dieta, el 50-60% de la energía debe ser aportado por los hidratos de carbono. Es decir, se recomienda que estos sean los macronutrientes más abundantes de la dieta, por delante de los lípidos y las proteínas. </p>
<p>Concretamente, el reparto se debería dar de la siguiente manera:</p>
<ul>
<li><p>Como máximo, un 10% de la energía en forma de hidratos de carbono simples o azúcares</p></li>
<li><p>40-50% de la energía en forma de hidratos de carbono complejos.</p></li>
</ul>
<p>Los hidratos de carbono complejos los encontramos en cereales, pasta, pan, tubérculos, frutos secos y legumbres, mientras que los hidratos de carbono simples se encuentran en las frutas y verduras y en todo el azúcar añadido presente en los alimentos. </p>
<h2>Más azúcar del que imaginamos</h2>
<p>A la hora de intentar cumplir con las recomendaciones, el problema es que, por regla general, no somos conscientes de la cantidad de azúcar añadido que hay en los alimentos ultraprocesados. Además del azúcar que nosotros mismos añadimos a los alimentos que consumimos, debemos tener en cuenta el alto contenido de azúcar que podemos encontrar en productos como natillas (20 g por unidad), galletas tipo maría (1,5 g por galleta), cacao en polvo procesado (19 g por taza) o refrescos (35 g por lata), por mencionar <a href="https://es.openfoodfacts.org/">algunos</a>. De hecho, estudios recientes indican que consumimos hasta <a href="https://www.nature.com/articles/482027a.pdf">tres veces más azúcar que la recomendación actual de 25 gramos diarios</a>, que no es poco.</p>
<p>Si se recomienda reducir el consumo de azúcar añadido (ojo, no el que aparece de forma natural en frutas o verduras), no es por capricho. Esto se debe a que es una forma eficaz de prevenir algunos problemas de salud como las caries, la obesidad, la diabetes tipo II y el hígado graso.</p>
<p>Un término que en los últimos años se ha puesto de moda es el índice glucémico (IG). Se trata de un indicador que clasifica a los alimentos en función del poder que tienen para aumentar la glucemia (glucosa en sangre), valorando el nivel de ese aumento y la velocidad a la que lo hace. Las personas con diabetes y los deportistas lo suelen tener más que controlado. Pero, ¿y el resto de los mortales? </p>
<p>Vayamos por partes. Lo primero es entender cómo se calcula. A una persona en ayunas se le dan 50 gramos del alimento y se mide su glucemia a diferentes tiempos. El área bajo la curva (AUC, siglas del término anglosajón <em>area under the curve</em>) de la gráfica resultante se compara con la que se crea tras la ingesta de 50 gramos de glucosa (Figura 1). Multiplicando ese valor por 100, se obtiene un valor más fácil de interpretar, ya que va de 0 a 100. A este último valor es al que se denomina IG.</p>
<figure class="align-center ">
<img alt="" src="https://images.theconversation.com/files/392007/original/file-20210326-15-kw04hg.png?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=754&fit=clip" srcset="https://images.theconversation.com/files/392007/original/file-20210326-15-kw04hg.png?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=600&h=388&fit=crop&dpr=1 600w, https://images.theconversation.com/files/392007/original/file-20210326-15-kw04hg.png?ixlib=rb-1.1.0&q=30&auto=format&w=600&h=388&fit=crop&dpr=2 1200w, https://images.theconversation.com/files/392007/original/file-20210326-15-kw04hg.png?ixlib=rb-1.1.0&q=15&auto=format&w=600&h=388&fit=crop&dpr=3 1800w, https://images.theconversation.com/files/392007/original/file-20210326-15-kw04hg.png?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=754&h=488&fit=crop&dpr=1 754w, https://images.theconversation.com/files/392007/original/file-20210326-15-kw04hg.png?ixlib=rb-1.1.0&q=30&auto=format&w=754&h=488&fit=crop&dpr=2 1508w, https://images.theconversation.com/files/392007/original/file-20210326-15-kw04hg.png?ixlib=rb-1.1.0&q=15&auto=format&w=754&h=488&fit=crop&dpr=3 2262w" sizes="(min-width: 1466px) 754px, (max-width: 599px) 100vw, (min-width: 600px) 600px, 237px">
<figcaption>
<span class="caption">Figura 1. Gráfica representativa de las curvas de glucemia tras la ingesta de glucosa (referencia), un alimento de índice glucémico bajo y otro de índice glucémico alto.</span>
</figcaption>
</figure>
<h2>¿Debemos evitar todos los alimentos con índice glucémico alto?</h2>
<p>Pero entonces, ¿debemos evitar todos los alimentos de IG alto? Ni mucho menos. Lo primero que hay que tener en cuenta es que el hecho de que un alimento tenga un IG alto no significa que tenga un efecto perjudicial para nuestra salud. Lo veremos más adelante con ejemplos. </p>
<p>Además del IG, la cantidad de hidratos de carbono presente en la ración del alimento es fundamental. Por eso, para tener una visión más realista, surgió el concepto de carga glucémica (CG), valor resultante de multiplicar el IG por la cantidad de hidratos de carbono de la ración del alimento y dividido entre 100 (Figura 2). </p>
<p>Este concepto es importante, ya que aunque un alimento tenga un IG alto, puede que el pico de glucemia no sea en realidad tan pronunciado. Un ejemplo es lo que ocurre con algunas frutas: pese a que <a href="https://www.fundaciondiabetes.org/upload/publicaciones_ficheros/71/TABLAHC.pdf">la sandía sea un alimento con IG alto</a>, su contenido en hidratos de carbono es bajo <a href="https://www.bedca.net/bdpub/index.php">(5 gramos por cada 100 gramos de sandía)</a>, lo que hace que, a fin de cuentas, su CG sea baja. En otras palabras, la sandía es un alimento totalmente saludable y recomendable aunque su IG sea alto.</p>
<figure class="align-center ">
<img alt="" src="https://images.theconversation.com/files/391907/original/file-20210326-25-1kgtwqd.png?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=754&fit=clip" srcset="https://images.theconversation.com/files/391907/original/file-20210326-25-1kgtwqd.png?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=600&h=232&fit=crop&dpr=1 600w, https://images.theconversation.com/files/391907/original/file-20210326-25-1kgtwqd.png?ixlib=rb-1.1.0&q=30&auto=format&w=600&h=232&fit=crop&dpr=2 1200w, https://images.theconversation.com/files/391907/original/file-20210326-25-1kgtwqd.png?ixlib=rb-1.1.0&q=15&auto=format&w=600&h=232&fit=crop&dpr=3 1800w, https://images.theconversation.com/files/391907/original/file-20210326-25-1kgtwqd.png?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=754&h=292&fit=crop&dpr=1 754w, https://images.theconversation.com/files/391907/original/file-20210326-25-1kgtwqd.png?ixlib=rb-1.1.0&q=30&auto=format&w=754&h=292&fit=crop&dpr=2 1508w, https://images.theconversation.com/files/391907/original/file-20210326-25-1kgtwqd.png?ixlib=rb-1.1.0&q=15&auto=format&w=754&h=292&fit=crop&dpr=3 2262w" sizes="(min-width: 1466px) 754px, (max-width: 599px) 100vw, (min-width: 600px) 600px, 237px">
<figcaption>
<span class="caption">Figura 2 Fórmulas y rangos para el cálculo del índice glucémico y la carga glucémica.
AUC: área bajo la curva; HdeC: hidratos de carbono.</span>
</figcaption>
</figure>
<p>En general, todas las personas deberíamos cuidar la CG de los alimentos que ingerimos. Si consumimos alimentos con CG baja, mantendremos los niveles de glucosa estables durante más tiempo. Por lo tanto, la sensación de hambre tardará más en volver. Por el contrario, si consumimos un alimento con una CG alta, la glucemia se dispara. El exceso de glucosa en sangre repentino hace que el metabolismo de los lípidos de active. Por lo tanto, acumulamos grasa.</p>
<h2>Diabéticos, deportistas y carga glucémica</h2>
<p>Si a todos nos incumben el IG y la CG, hay dos colectivos para los que son fundamentales. Por un lado, las personas con diabetes tipo I o insulinodependientes; los diabéticos tienen que controlar que su glucemia no aumente mucho, ya que no producen insulina y tienen que dosificársela ellos mismos. Por lo tanto, les interesa consumir alimentos que tengan un IG bajo. </p>
<p>Por otro lado, estos cálculos resultan muy valiosos para los deportistas. Antes de hacer deporte, les interesa consumir alimentos ricos en hidratos de carbono y con IG bajo. De esta manera, la glucemia no aumenta rápidamente, y se mantiene la disponibilidad de glucosa durante más tiempo. </p>
<p>Esto permite que puedan seguir realizando ejercicios de alta intensidad de manera más prolongada, antes de evitar una hipoglucemia (popularmente conocida como “pájara”). </p>
<p>Sin embargo, durante la práctica deportiva, los deportistas suelen consumir alimentos con IG alto para evitar hipoglucemias, al igual que lo hacen después del ejercicio para recuperar rápidamente las reservas de glucosa gastadas.</p>
<p>Como referencia, podemos decir que el IG varía según el tipo de hidrato de carbono que consumamos. En el caso de los hidratos de carbono simples o azúcares, el IG es mayor, ya que son moléculas que se digieren rápidamente o se pueden absorber directamente. En el caso de los hidratos de carbono complejos, el IG es menor por que necesitan ser digeridos antes de ser absorbidos. Esto hace que la absorción sea más escalonada y, por tanto, se produzca un aumento de la glucemia menor.</p>
<h2>Los azúcares, mejor con fibra</h2>
<p>Cuando en nuestra comida, aparte de hidratos de carbono también hay grasas y proteínas, el vaciamiento gástrico es más lento. Por lo tanto, se dará una digestión más lenta que resultará en un IG menor.</p>
<p>Lo mismo ocurre cuando el contenido de fibra en la comida es alto. La fibra se encuentra en alimentos de origen vegetal y nuestro organismo no es capaz de digerirla. Al no digerirla, no la podemos absorber, además de ralentizar la digestión del resto de los nutrientes. Si digerimos más lentamente los hidratos de carbono, como se ha comentado previamente, los absorberemos de forma más lenta y el aumento de la glucemia será menor. Por ello, los alimentos con alto contenido en fibra, poseen IG más bajos.</p>
<figure class="align-center zoomable">
<a href="https://images.theconversation.com/files/393843/original/file-20210407-21-vjojwj.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=1000&fit=clip"><img alt="" src="https://images.theconversation.com/files/393843/original/file-20210407-21-vjojwj.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=754&fit=clip" srcset="https://images.theconversation.com/files/393843/original/file-20210407-21-vjojwj.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=600&h=399&fit=crop&dpr=1 600w, https://images.theconversation.com/files/393843/original/file-20210407-21-vjojwj.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=30&auto=format&w=600&h=399&fit=crop&dpr=2 1200w, https://images.theconversation.com/files/393843/original/file-20210407-21-vjojwj.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=15&auto=format&w=600&h=399&fit=crop&dpr=3 1800w, https://images.theconversation.com/files/393843/original/file-20210407-21-vjojwj.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=754&h=501&fit=crop&dpr=1 754w, https://images.theconversation.com/files/393843/original/file-20210407-21-vjojwj.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=30&auto=format&w=754&h=501&fit=crop&dpr=2 1508w, https://images.theconversation.com/files/393843/original/file-20210407-21-vjojwj.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=15&auto=format&w=754&h=501&fit=crop&dpr=3 2262w" sizes="(min-width: 1466px) 754px, (max-width: 599px) 100vw, (min-width: 600px) 600px, 237px"></a>
<figcaption>
<span class="caption">Patatas y zanahorias tienen bajo contenido en amilosa, lo que hace que el índice glucémico aumente</span>
<span class="attribution"><a class="source" href="https://www.shutterstock.com/es/image-photo/young-potatoes-carrots-on-wooden-background-225627859">Shutterstock / Adriana Marteva</a></span>
</figcaption>
</figure>
<h2>Configuración de los hidratos de carbono</h2>
<p>Los hidratos de carbono están formados por amilosa, que es lineal, y amilopectina, que es la parte ramificada y más irregular de los hidratos de carbono. La amilopectina se digiere más rápido que la amilosa. En el caso de los tubérculos (patata, boniato o zanahoria), el contenido en amilosa es bajo. Debido a ello, su IG aumenta. </p>
<p>Por el contrario, en el caso de las legumbres, el contenido en amilosa es mayor además de ser ricos en fibra. Por ello, son alimentos con un IG bajo.</p>
<h2>Grado de maduración de las frutas</h2>
<p>Según su grado de maduración, las frutas tienen un IG más alto o más bajo. Cuando la fruta está verde, el contenido de azúcares libres es menor (por eso sabe menos dulce), y su IG es también menor. </p>
<p>Cuando esa fruta va madurando se produce la hidrólisis (rotura) del almidón y se van liberando azucares, por lo que aumenta el IG. Evidentemente, el contenido de hidratos de carbono no varía, pero sí su disponibilidad y su IG. </p>
<p>De todas formas, no hay que olvidar que la CG de las frutas suele ser baja y, por lo tanto, el consumo de fruta, ya sea verde o madura, no supone un problema.</p>
<p>Eso sí, consumir un zumo de naranja o la naranja entera no es lo mismo. Cuando hacemos un zumo se rompen las células y se elimina parte de la fibra, haciendo que, aunque el contenido en azúcares no varíe, sí lo haga el IG. </p>
<figure class="align-center zoomable">
<a href="https://images.theconversation.com/files/393842/original/file-20210407-21-1jz87a.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=1000&fit=clip"><img alt="" src="https://images.theconversation.com/files/393842/original/file-20210407-21-1jz87a.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=754&fit=clip" srcset="https://images.theconversation.com/files/393842/original/file-20210407-21-1jz87a.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=600&h=400&fit=crop&dpr=1 600w, https://images.theconversation.com/files/393842/original/file-20210407-21-1jz87a.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=30&auto=format&w=600&h=400&fit=crop&dpr=2 1200w, https://images.theconversation.com/files/393842/original/file-20210407-21-1jz87a.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=15&auto=format&w=600&h=400&fit=crop&dpr=3 1800w, https://images.theconversation.com/files/393842/original/file-20210407-21-1jz87a.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=754&h=503&fit=crop&dpr=1 754w, https://images.theconversation.com/files/393842/original/file-20210407-21-1jz87a.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=30&auto=format&w=754&h=503&fit=crop&dpr=2 1508w, https://images.theconversation.com/files/393842/original/file-20210407-21-1jz87a.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=15&auto=format&w=754&h=503&fit=crop&dpr=3 2262w" sizes="(min-width: 1466px) 754px, (max-width: 599px) 100vw, (min-width: 600px) 600px, 237px"></a>
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<span class="caption">Cuando hacemos un zumo de naranja se rompen las células y se elimina parte de la fibra, haciendo que, aunque el contenido en azúcares no varíe, sí lo haga el Índice Glucémico.</span>
<span class="attribution"><a class="source" href="https://www.shutterstock.com/es/image-photo/squeezed-orange-juice-fresh-oranges-fruits-1197699043">Shutterstock / Narong Khueankaew</a></span>
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<h2>Cocinar los alimentos modifica el indice glucémico</h2>
<p>Cuando cocinamos los alimentos se produce una pequeña hidrólisis de los nutrientes que, en el caso de los hidratos de carbono, supone la liberación de algunas glucosas procedentes del almidón, haciendo que el IG varíe.</p>
<p>Unas zanahorias crudas tienen un IG de 30 (IG bajo), mientras que, una vez cocidas, el IG sube hasta 85 (IG alto). De nuevo, cabe recordar que además del IG hay que tener en consideración la CG, y que una zanahoria no es, ni mucho menos, un alimento cuyo contenido en hidratos de carbono o IG deba preocuparnos. </p>
<p>Otro ejemplo en el que nuestra manera de cocinar los alimentos modifica el IG es la duración del cocinado. Si cocemos la pasta lo que los italianos llaman “al dente”, el IG es de 40 (IG bajo), mientras que si la cocemos mucho sube hasta 55 (IG medio).</p>
<p>Si, una vez entendido que el concepto de IG es más complejo de lo que parece a simple vista, decidimos utilizarlo, conviene tener presente que no lo es todo. Es decir, también hay que tener en cuenta la cantidad de azúcares de los alimentos o la ración de alimento que consumimos. Además, en ningún caso hay que pensar que el punto de maduración de la fruta o el cocinado de los alimentos sea un factor determinante a tener en cuenta a la hora de configurar nuestra dieta.</p><img src="https://counter.theconversation.com/content/156146/count.gif" alt="The Conversation" width="1" height="1" />
<p class="fine-print"><em><span>Las personas firmantes no son asalariadas, ni consultoras, ni poseen acciones, ni reciben financiación de ninguna compañía u organización que pueda obtener beneficio de este artículo, y han declarado carecer de vínculos relevantes más allá del cargo académico citado anteriormente.</span></em></p>El índice glucémico es un indicador que clasifica los alimentos en función del poder que tienen para aumentar la glucemia (glucosa en sangre). ¿Significa eso que debemos evitar todos los alimentos de índice glucémico alto?Leixuri Aguirre, Profesora e investigadora en la UPV/EHU. Investigadora del CIBERObn del Instituto de Salud Carlos III y del Instituto de Investigación Biosanitaria Bioaraba, Universidad del País Vasco / Euskal Herriko UnibertsitateaHelen Carr-Ugarte, Universidad del País Vasco / Euskal Herriko UnibertsitateaItziar Eseberri Barace, Doctora en Nutrigenómica y Nutrición Personalizada. Profesora e investigadora en la UPV/EHU. Investigadora del CiberObn del Instituto de Salud Carlos III y el Instituto de Investigación Biosanitaria Bioaraba, Universidad del País Vasco / Euskal Herriko UnibertsitateaMaitane González Arceo, Universidad del País Vasco / Euskal Herriko UnibertsitateaLicensed as Creative Commons – attribution, no derivatives.tag:theconversation.com,2011:article/1517722021-01-28T20:49:23Z2021-01-28T20:49:23Z¿Somos lo que comemos? El impacto de la dieta en el cerebro<figure><img src="https://images.theconversation.com/files/380938/original/file-20210127-21-105oi5c.jpg?ixlib=rb-1.1.0&rect=7%2C0%2C4985%2C2881&q=45&auto=format&w=496&fit=clip" /><figcaption><span class="caption">
</span> <span class="attribution"><a class="source" href="https://www.shutterstock.com/es/image-photo/health-your-brain-fresh-vegetables-woman-1513976642">Shutterstock / Prostock-studio</a></span></figcaption></figure><p>El trepidante ritmo de vida de las ciudades nos está alejando de la cocina de nuestros ancestros, la dieta mediterránea. La falta de tiempo nos lleva a consumir comida rápida y productos precocinados con mayor frecuencia. Por tanto, nuestros hábitos alimenticios son cada vez menos saludables. Estos cambios nos afectan negativamente, facilitando el desarrollo de enfermedades metabólicas.</p>
<p>La obesidad y la diabetes son dos ejemplos muy claros de estas patologías. Su incidencia no para de crecer en las sociedades occidentales. De hecho, el número de casos a nivel mundial se ha triplicado en los últimos 30 años. Se estima que actualmente hay 711 millones de personas <a href="https://www.who.int/es/news-room/fact-sheets/detail/obesity-and-overweight">obesas</a> y 422 millones de pacientes con <a href="https://www.who.int/es/news-room/fact-sheets/detail/diabetes">diabetes</a>. </p>
<h2>Obesidad, diabetes y alzhéimer</h2>
<p>La obesidad se define como un aumento excesivo de grasa corporal. Por su parte, la diabetes es una enfermedad asociada a altos niveles de azúcar en sangre. Cuando el páncreas no es capaz de producir insulina (la hormona que controla la cantidad de glucosa en sangre) se denomina diabetes de tipo 1. </p>
<p>La diabetes de tipo 2 suele aparecer en pacientes con sobrepeso u obesidad y está relacionada con el tipo de dieta. Aunque estas personas sí producen insulina, su cuerpo se ha vuelto resistente a ella y es incapaz de usarla correctamente. En cualquier caso, el exceso de azúcar y de grasas en nuestro cuerpo resulta perjudicial para la salud.</p>
<p>Ambas enfermedades son factores de riesgo de patologías cardiovasculares o neurodegenerativas. De hecho, hoy en día sabemos que la obesidad y la diabetes duplican la probabilidad de padecer <a href="https://pubmed.ncbi.nlm.nih.gov/31075308/">alzhéimer</a>. </p>
<p>Esta enfermedad se caracteriza por el acúmulo de proteínas en el cerebro, la muerte neuronal y una pérdida progresiva de memoria. Finalmente, la persona pierde su identidad y depende totalmente de sus cuidadores. </p>
<p>Ya en los años 90, estudios liderados por la Dra. De la Monte describieron que muchos cambios patológicos en el cerebro de pacientes con alzhéimer eran similares a los de personas obesas o diabéticas. </p>
<p>Estas patologías comparten la resistencia a la insulina, la intolerancia a la glucosa y daños celulares asociados a radicales libres. Por este motivo, el término <a href="https://pubmed.ncbi.nlm.nih.gov/29562538/">diabetes tipo 3</a> también se emplea para definir este tipo de demencia. </p>
<h2>El impacto de la microbiota en la salud</h2>
<p>Otro factor que parece estar relacionado con estas enfermedades son los cambios en la <a href="https://theconversation.com/la-conexion-entre-la-microbiota-y-la-depresion-150910">microbiota</a>. Es decir, en la comunidad de microbios que reside en nuestro organismo. </p>
<p>Y es que, en los últimos años, el concepto que nos define como seres vivos ha cambiado: se estima que los microorganismos que albergamos en nuestro cuerpo constituyen aproximadamente la mitad de nuestras células. </p>
<p>Pocas dudas quedan ya sobre la importancia de la flora intestinal para un envejecimiento saludable. Estos microbios producen muchas sustancias beneficiosas que llegan a nuestro cerebro a través de la sangre. Por ejemplo, neurotransmisores necesarios para la comunicación entre neuronas, como serotonina y dopamina.</p>
<p>La microbiota “buena” también libera vitaminas y ácidos grasos con funciones neuroprotectoras, como el butirato. De hecho, en la última década se está demostrando la importancia del eje intestino-microbiota-cerebro para el correcto funcionamiento de nuestro órgano pensante. </p>
<h2>¿Qué relación existe entre la dieta y la microbiota?</h2>
<p>Curiosamente, la microbiota de cada individuo es única, como una huella dactilar. En los adultos, esta comunidad es relativamente estable, aunque su composición y actividad pueden variar con la edad, la <a href="https://pubmed.ncbi.nlm.nih.gov/32199342/">dieta</a> o el nivel de ejercicio físico, entre otros factores. </p>
<p>Es importante destacar que tanto las enfermedades metabólicas como una alimentación rica en azúcares y grasas saturadas pueden modificar la composición de la flora intestinal en relativamente poco tiempo. </p>
<p>Esta alteración nociva de las especies que componen la microbiota se conoce como disbiosis. Además, cada vez son más los estudios que relacionan la <a href="https://pubmed.ncbi.nlm.nih.gov/32791113/">disbiosis</a> con el alzhéimer y otras enfermedades del sistema nervioso central.</p>
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<img alt="" src="https://images.theconversation.com/files/375848/original/file-20201218-21-5qlkrd.png?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=754&fit=clip" srcset="https://images.theconversation.com/files/375848/original/file-20201218-21-5qlkrd.png?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=600&h=450&fit=crop&dpr=1 600w, https://images.theconversation.com/files/375848/original/file-20201218-21-5qlkrd.png?ixlib=rb-1.1.0&q=30&auto=format&w=600&h=450&fit=crop&dpr=2 1200w, https://images.theconversation.com/files/375848/original/file-20201218-21-5qlkrd.png?ixlib=rb-1.1.0&q=15&auto=format&w=600&h=450&fit=crop&dpr=3 1800w, https://images.theconversation.com/files/375848/original/file-20201218-21-5qlkrd.png?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=754&h=566&fit=crop&dpr=1 754w, https://images.theconversation.com/files/375848/original/file-20201218-21-5qlkrd.png?ixlib=rb-1.1.0&q=30&auto=format&w=754&h=566&fit=crop&dpr=2 1508w, https://images.theconversation.com/files/375848/original/file-20201218-21-5qlkrd.png?ixlib=rb-1.1.0&q=15&auto=format&w=754&h=566&fit=crop&dpr=3 2262w" sizes="(min-width: 1466px) 754px, (max-width: 599px) 100vw, (min-width: 600px) 600px, 237px">
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<span class="caption">Esquema de la conexión entre los malos hábitos alimentarios, las enfermedades metabólicas, la disbiosis y patologías neurodegenerativas. / Raquel Sánchez y David Baglietto.</span>
<span class="attribution"><span class="source">Mindthegraph.com</span>, <span class="license">Author provided</span></span>
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<p>Y no es un tema para tomarse a la ligera. El número de <a href="https://www.alzint.org/about/dementia-facts-figures/dementia-statistics/">enfermos de alzhéimer</a> rondará los 150 millones de personas para el año 2050. Mientras, la obesidad y la diabetes acaban con la vida de más de 4 millones de personas cada año en nuestro planeta. En España, la cifra se encuentra en torno a 10 000 personas cada año. Por tanto, se trata de un problema social de gran calado y supone un importante sobrecoste para nuestro sistema sanitario.</p>
<p>Para rizar el rizo, parece ser que los nuevos vecinos microbianos intentarían mantener un <a href="https://pubmed.ncbi.nlm.nih.gov/32199342/">ambiente</a> que les favorezca, aunque este sea perjudicial para el individuo. Por ejemplo, se ha demostrado que el transplante de flora intestinal procedente de personas obesas provoca <a href="https://pubmed.ncbi.nlm.nih.gov/24009397/">obesidad</a> en los animales receptores. </p>
<p>Si bien los estudios indican que algunos cambios concretos en la microbiota son perjudiciales, también sugieren que habría varias mezclas de microbios adecuadas al perfil de cada persona. Lo que sí parece evidente es la conexión entre los malos hábitos alimentarios, las enfermedades metabólicas y un envejecimiento cerebral acelerado. </p>
<p>En este sentido, la pandemia se puede volver un gran enemigo. Desde su inicio, los españoles hemos ganado de media <a href="https://www.ipsos.com/es-es/global-weight-and-actions">casi seis kilos</a>. En algunos casos, la ansiedad y el estrés por el confinamiento han contribuido a un aumento en el consumo de productos azucarados e hipercalóricos. La reducción de la movilidad, el teletrabajo y menos actividad física han sido otros de los ingredientes añadidos a este cóctel.</p>
<p>Por supuesto, no se trata de olvidarnos de nuestros platos preferidos, ni de convertir las comidas familiares en una sucesión de ensaladas. La <a href="https://theconversation.com/como-evitar-que-el-cerebro-envejezca-demasiado-rapido-142008">solución</a> más bien pasa por abandonar el sedentarismo, e incorporar en nuestra rutina diaria una dieta basada en alimentos frescos. Y si son ricos en fibra como frutas, verduras y legumbres, nuestra microbiota y nuestro cerebro nos lo agradecerán.</p><img src="https://counter.theconversation.com/content/151772/count.gif" alt="The Conversation" width="1" height="1" />
<p class="fine-print"><em><span>David Baglietto Vargas recibe fondos como Investigador Principal de proyectos de investigación del Ministerio de Ciencia e Innovación.</span></em></p><p class="fine-print"><em><span>Raquel Sánchez Varo no recibe salario, ni ejerce labores de consultoría, ni posee acciones, ni recibe financiación de ninguna compañía u organización que pueda obtener beneficio de este artículo, y ha declarado carecer de vínculos relevantes más allá del cargo académico citado.</span></em></p>La falta de tiempo nos lleva a adoptar hábitos de vida poco saludables. Nuestra alimentación es clave para mantener la estabilidad entre el intestino, la microbiota y el cerebro.David Baglietto Vargas, Investigador Distinguido Senior Beatriz Galindo. Investigador del Centro de Investigación Biomédica en Red en Enfermedades Neurodegenerativas (CIBERNED) y del Instituto de Investigación Biomédica de Málaga (IBIMA), Universidad de MálagaRaquel Sánchez Varo, Profesora Ayudante Doctor del Área de Histología de la Facultad de Medicina. Investigadora del Centro de Investigación Biomédica en Red en Enfermedades Neurodegenerativas (CIBERNED) y del Instituto de Investigación Biomédica de Málaga (IBIMA), Universidad de MálagaLicensed as Creative Commons – attribution, no derivatives.tag:theconversation.com,2011:article/1402062020-06-16T18:42:18Z2020-06-16T18:42:18ZObesidad y diabetes: el ying y el yang de la glucosa<figure><img src="https://images.theconversation.com/files/341293/original/file-20200611-80789-u5z153.jpg?ixlib=rb-1.1.0&rect=46%2C0%2C5184%2C3430&q=45&auto=format&w=496&fit=clip" /><figcaption><span class="caption">
</span> <span class="attribution"><a class="source" href="https://www.shutterstock.com/es/image-photo/team-investigates-sugar-cubes-on-blue-588660044"> ADragan / Shutterstock</a></span></figcaption></figure><p>Cuando comemos un pedazo de pan o un simple caramelo y vemos qué ocurre en nuestra sangre resulta que, a los pocos minutos, nuestros niveles de glucosa (comúnmente denominada “azúcar”) han subido. ¿Qué es lo que ha ocurrido mientras? Acompañemos a la comida en su recorrido para averiguarlo. </p>
<p>A los pocos minutos de tragarnos ese pedazo de pan, éste llega ya digerido (por el estómago) al intestino delgado. Las células intestinales absorben los nutrientes que contenía, entre los que se encuentra la glucosa. Y dado que estas células están en contacto directo con el sistema circulatorio, inmediatamente se vierten a la sangre y se dirigen al hígado. Como consecuencia la concentración sanguínea de glucosa (glucemia) se dispara. </p>
<p>Lo que viene a continuación es fácil de deducir. La sangre transporta la glucosa hacia los órganos que la necesitan como “combustible”. De este modo, pueden obtener la energía necesaria (ATP) para llevar a cabo todas sus funciones. </p>
<p>El problema surge cuando un exceso o un déficit de glucosa en el organismo conduce al desarrollo de patologías. De ahí la importancia de mantener su equilibrio. Es el <em>ying</em> y el <em>yang</em> de la glucosa.</p>
<h2>El hígado y el páncreas controlan el suministro</h2>
<p>Las células requieren un suministro permanente de glucosa para realizar sus funciones vitales. Sin embargo, su aporte es discontinuo, limitado a las comidas. ¿Cómo resolverlo para garantizar que las células reciben constantemente azúcar sin comer a todas horas? </p>
<p>Existen detectores celulares en distintos órganos (<a href="https://doi.org/10.1007/s00018-013-1505-z">hígado</a>, <a href="https://doi.org/10.2337/diabetes.50.1.1">páncreas</a> e <a href="https://doi.org/10.1046/j.1471-4159.2003.02269.x">hipotálamo</a>, entre otros) que vigilan la disponibilidad de glucosa. Cuando es alta (por ejemplo, inmediatamente después de comer), el hígado puede almacenar parte en forma de glucógeno para “después”, esto es, para cuando la glucosa escasee. Como ocurre durante el ayuno entre comidas o mientras dormimos. Entonces lo degrada y vuelve a obtener glucosa, que es liberada a la sangre para ser utilizada por otros órganos. </p>
<p>No acaba ahí su misión. El hígado también convierte el exceso de azúcares en triglicéridos (grasa) y promueve su almacenaje en el tejido adiposo como reserva energética. En momentos de ayuno prolongado, estos triglicéridos son hidrolizados y convertidos en ácidos grasos, que viajan donde se les necesita a través de la sangre para ser oxidados o degradados por las mitocondrias de las células y así producir energía.</p>
<p>Por su parte, el páncreas juega un papel importantísimo en el equilibrio de los niveles de glucosa (homeostasis de la glucemia, en la jerga científica). Se ocupa de detectar el exceso o déficit de glucosa, y responde en consecuencia fabricando y secretando hormonas que intentan restaurar el equilibrio. La más conocida es la insulina, que se libera a la sangre cuando sube la glucemia y manda una orden contundente a las células: “captad glucosa sanguínea, que hay demasiada, y gastadla o almacenadla”. Como consecuencia, el azúcar en sangre disminuye.</p>
<h2>Hambre, saciedad y obesidad</h2>
<p>Entretanto, en el cerebro, el <a href="https://doi.org/10.1016/j.tem.2018.05.001">hipotálamo</a> permanece ojo avizor a los niveles de glucosa. Este área del cerebro tiene asignada la importante misión de regular la ingesta controlando las sensaciones de hambre y saciedad. Después de comer, su mensaje es: “hay mucha glucosa, así que necesitamos parar de comer; voy a activar la señal de saciedad”. </p>
<p>A la vista de todo lo que hemos expuesto, es fácil deducir lo que ocurre si ingerimos más comida (nutrientes) de la que “quemamos” (gasto energético). El equilibrio se descompensa, retiramos hasta donde podemos la glucosa sobrante de la circulación y fabricamos grasa. La consecuencia inmediata es que desarrollamos sobrepeso. Y, si la situación se mantiene, obesidad. </p>
<p>En ocasiones, el equilibro se puede descompensar porque alguno de los pasos que hemos explicado está alterado. Por otro lado, si los niveles de glucosa en sangre se mantienen altos incluso en periodos de ayuno (hiperglucemia), hablaremos de la existencia de diabetes.</p>
<h2>Controladores moleculares del desarrollo de obesidad y diabetes</h2>
<p>Existen dos puntos clave a nivel molecular para controlar el desarrollo de obesidad o de diabetes. De un lado los sensores, esto es, dispositivos moleculares dispuestos en las células que detectan los niveles de glucosa o el estado energético de la célula (niveles de ATP), respectivamente. Ejemplos de éstos son las proteínas <a href="https://www.intechopen.com/books/update-on-mechanisms-of-hormone-action-focus-on-metabolism-growth-and-reproduction/glucokinase-as-a-glucose-sensor-in-hypothalamus-regulation-by-orexigenic-and-anorexigenic-peptides">glucoquinasa (GCK)</a>, el <a href="https://link.springer.com/article/10.1007/s00125-014-3451-1">transportador de glucosa 2 (GLUT2)</a>, la <a href="https://www.nature.com/articles/nrendo.2016.67?proof=true19">quinasa activada por AMP (AMPK)</a>, <a href="https://link.springer.com/article/10.1007/s12035-013-8630-4">la quinasa con dominios PAS (PASK) o la diana de rapamicina en células de mamífero (mTOR)</a>. De otro lado, debe generarse una correcta respuesta a la insulina, es decir, que las células sean capaces de identificar y responder a esta hormona adecuadamente. </p>
<p>De que respondamos adecuadamente a la insulina se encargan una serie de receptores de la membrana de las células, así como un conjunto de proteínas intracelulares (<a href="https://www.ncbi.nlm.nih.gov/pmc/articles/PMC3640267/">IR, IRS, PI3K, AKT, etc</a>). Si el mecanismo falla en algún punto, las células no responden a la insulina, y el azúcar sanguíneo sobrante no se elimina. Es lo que se conoce como resistencia a la insulina. La consecuencia es que la glucosa en sangre permanece alta y se desarrolla diabetes (diabetes tipo 2). </p>
<h2>Diabetes tipo 2, compañera de la vejez</h2>
<p>A lo largo de los años, las células envejecen, los mecanismos moleculares de respuesta a la insulina se deterioran y van perdiendo su funcionalidad, por lo que es frecuente <a href="https://www.aging-us.com/article/102745/text">desarrollar resistencia a la insulina y diabetes tipo 2</a>. Por eso es una enfermedad habitual de la tercera edad. </p>
<p>Incluso se puede adelantar en personas obesas. En estos casos, lo que sucede es que el tejido adiposo, obligado a almacenar un exceso de grasa por encima de su capacidad, está hipertrofiado y alterado. Como consecuencia, la respuesta a la insulina se ve mermada. Para colmo, los tejidos son menos eficientes captando y gastando glucosa, lo que conduce a un aumento del azúcar en sangre (hiperglucemia) y, en consecuencia, diabetes tipo 2.</p>
<p>No es baladí, sobre todo si tenemos en cuenta que una de cada cuatro personas mayores padece diabetes tipo 2. Es más, <a href="https://www.segg.es/institucional/2016/04/06/la-mitad-de-las-personas-mayores-con-diabetes-desconoce-su-enfermedad">según la Sociedad Española de Geriatría y Gerontología</a> el 40% de personas mayores de 65 años padecen diabetes (2,12 millones). Esto supone un problema de salud grave dadas las numerosas complicaciones asociadas a esta enfermedad: problemas cardiovasculares, retinopatía diabética, nefropatías, neuropatía diabética, etc.</p>
<h2>Investigación para dar luz al futuro</h2>
<p>Cada año aparecen alrededor de <a href="https://www.nature.com/articles/s41598-020-59643-7">386 000 nuevos casos de diabetes</a> en la población adulta española. De ahí la importancia de llevar a cabo estudios encaminados tanto a conocer sus mecanismos moleculares como a diseñar fármacos dirigidos a controlar los sensores de glucosa y nutrientes. </p>
<p>A eso precisamente lleva años dedicándose <a href="https://www.ucm.es/grupos/grupo/102">nuestro grupo de investigación,</a> en la Universidad Complutense. Concretamente estudiamos sensores y nutrientes a nivel del hipotálamo, el hígado y el tejido adiposo que ayuden a atajar una enfermedad responsable de una gran mortalidad y morbilidad en el mundo. </p>
<p>En los tiempos actuales, se ha añadido una nueva enfermedad infecciosa que, cuando afecta a enfermos de diabetes, produce <a href="https://www.nature.com/articles/s41430-020-0652-1">un incremento en su severidad y mortalidad</a>. Nos referimos, claro está, a la COVID-19. La investigación de la interrelación entre ambas enfermedades se hace necesaria y urgente.</p><img src="https://counter.theconversation.com/content/140206/count.gif" alt="The Conversation" width="1" height="1" />
<p class="fine-print"><em><span>María del Carmen Sanz Miguel recibe fondos de Universidad Complutense</span></em></p><p class="fine-print"><em><span>Ana Pérez García trabaja para Imdea Alimentación con un contrato de garantía juvenil financiado por la Comunidad de Madrid</span></em></p><p class="fine-print"><em><span>Elvira Alvarez García recibe fondos de Universidad Complutense. </span></em></p><p class="fine-print"><em><span>Verónica Hurtado Carneiro Trabaja para la Universidad Complutense de Madrid</span></em></p>Si el equilibrio de la glucosa en sangre se descompensa, por exceso o por defecto, se desarrollan patologías, como la obesidad y la diabetes, responsables de una gran mortalidad y morbilidad.María del Carmen Sanz Miguel, Profesora del Departamento de Biología Celular, Universidad Complutense de MadridAna Pérez García, Investigadora Postdoctoral, IMDEA ALIMENTACIÓNElvira Alvarez García, Profesor honorífico e investigadora en la UCM, Universidad Complutense de MadridVerónica Hurtado Carneiro, Profesora Asociada Departamento de Fisiología, Facultad de Medicina, UCM, Universidad Complutense de MadridLicensed as Creative Commons – attribution, no derivatives.