tag:theconversation.com,2011:/us/topics/hannah-arendt-61389/articlesHannah Arendt – The Conversation2023-06-06T16:58:08Ztag:theconversation.com,2011:article/2036112023-06-06T16:58:08Z2023-06-06T16:58:08ZHannah Arendt, una voz que sigue resonando con fuerza<figure><img src="https://images.theconversation.com/files/527737/original/file-20230523-25-p03nte.jpg?ixlib=rb-1.1.0&rect=0%2C80%2C1993%2C1265&q=45&auto=format&w=496&fit=clip" /><figcaption><span class="caption">Hannah Arendt fotografiada por
Barbara Niggl Radloff en 1958.</span> <span class="attribution"><a class="source" href="https://commons.wikimedia.org/wiki/File:FM-2019-1-5-9-17-Niggl-Radloff-B-Hannah-Arendt.jpg">Münchner Stadtmuseum, Sammlung Fotografie</a>, <a class="license" href="http://creativecommons.org/licenses/by-sa/4.0/">CC BY-SA</a></span></figcaption></figure><p>Nacida en Hannover (Alemania) en 1906, Hannah Arendt, hija de comerciantes judíos acomodados y secularizados, fue capaz de pensar su época examinándola con entera libertad, sin renunciar a un insobornable espíritu crítico. A pesar de tener que exilarse por el ascenso del nacionalsocialismo, se convirtió en una de las teóricas políticas más relevantes del siglo XX. </p>
<p>Siendo adolescente, ya con 14 años había leído obras de Immanuel Kant. Su biografía, tan procelosa como apasionada, nos permite saber que en 1924 inició los estudios universitarios en Marburgo donde conoció a Martin Heidegger. Con él mantuvo una estrecha relación intelectual y sentimental. Después siguió estudiando filosofía en Friburgo, y obtuvo el doctorado en Heidelberg en 1928 con la tesis <a href="https://edicionesencuentro.com/libro/el-concepto-de-amor-en-san-agustin/"><em>El concepto del amor en San Agustín</em></a>. </p>
<p>Sin embargo, la persecución de los judíos impulsada por Adolf Hitler a partir de 1933, nada más llegar al poder, la obligó a trasladarse a París, donde trabajó activamente para ayudar a jóvenes judíos que aspiraban emigrar a Palestina. Cuatro años después, el régimen nazi le retiró la nacionalidad y vivió como apátrida hasta que obtuvo la nacionalidad estadounidense en 1951, gracias a la cual pudo desarrollar una intensa actividad profesional. </p>
<h2>Periodista, profesora, intelectual</h2>
<p>Además de ejercer como periodista sobre temas políticos y sociales en diversos medios de comunicación, Arendt fue profesora en las universidades de Nueva York, Chicago, Columbia y Berkeley. <a href="https://princetoniana.princeton.edu/history/women">En 1959 se convirtió en la primera mujer que impartió docencia en la Universidad de Princeton</a>. En todo momento defendió públicamente que “no hay pensamientos peligrosos. Pensar, en sí mismo, es peligroso”. </p>
<p>A este respecto, el filósofo Hans Jonas, amigo personal y autor de la célebre obra <a href="https://es.wikipedia.org/wiki/El_principio_de_responsabilidad"><em>El principio de responsabilidad</em></a>, en la que criticaba abiertamente la evolución seguida por la ciencia moderna y los riesgos que conlleva el uso de la tecnología, <a href="https://blogs.deusto.es/ethics/hannah-arendt/">se refería a ella afirmando</a>: “Pensar era su pasión, y para ella pensar era una actividad moral”.</p>
<p>Su condición de testigo de una época histórica, caracterizada por la violencia de las dos guerras mundiales durante la primera mitad del siglo XX, motivó que Arendt fuera muy consciente de la fragilidad de los derechos y de la vulnerabilidad a la que se veían sometidos permanentemente los ciudadanos. Los enemigos de la libertad cambian, pero no desaparecen, insistía una y otra vez. De ahí su determinación y compromiso intelectual con su tiempo.</p>
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<a href="https://images.theconversation.com/files/527795/original/file-20230523-17-euctnh.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=1000&fit=clip"><img alt="Una mujer joven vestida de negro y fumando mira a cámara en una foto en blanco y negro." src="https://images.theconversation.com/files/527795/original/file-20230523-17-euctnh.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=237&fit=clip" srcset="https://images.theconversation.com/files/527795/original/file-20230523-17-euctnh.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=600&h=849&fit=crop&dpr=1 600w, https://images.theconversation.com/files/527795/original/file-20230523-17-euctnh.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=30&auto=format&w=600&h=849&fit=crop&dpr=2 1200w, https://images.theconversation.com/files/527795/original/file-20230523-17-euctnh.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=15&auto=format&w=600&h=849&fit=crop&dpr=3 1800w, https://images.theconversation.com/files/527795/original/file-20230523-17-euctnh.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=754&h=1067&fit=crop&dpr=1 754w, https://images.theconversation.com/files/527795/original/file-20230523-17-euctnh.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=30&auto=format&w=754&h=1067&fit=crop&dpr=2 1508w, https://images.theconversation.com/files/527795/original/file-20230523-17-euctnh.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=15&auto=format&w=754&h=1067&fit=crop&dpr=3 2262w" sizes="(min-width: 1466px) 754px, (max-width: 599px) 100vw, (min-width: 600px) 600px, 237px"></a>
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<span class="caption">Fotografía de Hannah Arendt en 1933.</span>
<span class="attribution"><a class="source" href="https://commons.wikimedia.org/wiki/File:Hannah_Arendt_1933.jpg">Wikimedia Commons</a></span>
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<p>Con la destreza propia de un cirujano, utilizaba su capacidad de análisis como si fuera un bisturí certero y preciso con el objetivo de diseccionar la realidad que la circundaba. Celosa de su integridad e independencia, Arendt no cedió a las presiones de su entorno cultural. Siempre rechazó identificarse con cualquier ideología, incluida la sionista. </p>
<p>Tanto sus palabras aceradas, que se convertían en dardos dirigidos a una diana siempre en movimiento, como sus frases incisivas parecían destellos que surgían a modo de “relámpagos de pensamiento”. No es de extrañar que, con motivo de la fundación del Estado de Israel, <a href="https://www.planetadelibros.com/libro-una-revision-de-la-historia-judia-y-otros-ensayos/201617">afirmase sin ambages</a>: “Nunca en mi vida he ‘amado’ a ningún pueblo o colectivo, ni al pueblo alemán, ni al francés, ni al norteamericano, ni a la clase obrera, ni a nada semejante. En efecto, solo ‘amo’ a mis amigos y el único género de amor que conozco y en el que creo es el amor a las personas”. </p>
<p>Trabajadora infatigable, amén de escritora de pluma ágil, publicaba artículos semanales en <a href="https://www.newyorker.com/contributors/hannah-arendt"><em>The New Yorker</em></a> a través de los cuales insistía en la relevancia de defender “el derecho a tener derechos”. Entre sus obras principales destacan: <a href="https://es.wikipedia.org/wiki/Hannah_Arendt#La_condici%C3%B3n_humana_(Vita_activa)"><em>La condición humana</em></a>, <a href="https://es.wikipedia.org/wiki/Eichmann_en_Jerusal%C3%A9n"><em>Eichmann en Jerusalén: Un estudio sobre la banalidad del mal</em></a> y <a href="https://www.gedisa.com/gacetillas/893005.pdf"><em>Hombres en tiempos de oscuridad</em></a>. </p>
<h2>El totalitarismo de ayer y hoy</h2>
<p>En 1951 publicó <a href="https://es.wikipedia.org/wiki/Hannah_Arendt#Los_or%C3%ADgenes_del_totalitarismo"><em>Los orígenes del totalitarismo</em></a>, un estudio exhaustivo en el que exponía tanto la génesis como el desarrollo histórico del antisemitismo, el imperialismo y los totalitarismos. A través de sus páginas evidenciaba la estrategia y argucias que habían seguido entonces los líderes de masas para conseguir la adhesión de acólitos con el fin de convertirlos en súbditos pasivos y silentes. </p>
<p>Era una estrategia nada distinta, por otra parte, de la que practican ahora numerosos dirigentes políticos, con frecuencia populistas, que tratan de seducir a los votantes con estratagemas y falsedades continuas. Como precisaba la pensadora alemana, antes de acceder al poder para “encajar la realidad en sus mentiras, su propaganda se halla caracterizada por su extremado desprecio por los hechos como tales”.</p>
<p>En la actualidad, a pesar de haber transcurrido casi medio siglo desde su muerte, la voz de Arendt sigue resonando con fuerza. No es de extrañar que la profesora de Ética de la UNED, Amelia Valcárcel, <a href="https://www.elindependiente.com/tendencias/2020/12/04/hannah-arendt-vive/">considere que en los últimos años</a> “nuestro mundo está siendo interpretado y entendido con sus categorías e ideas”. De hecho, la mayor parte de los grandes temas objeto de estudio por parte del pensamiento político de nuestra época están presentes en la obra de Arendt. </p>
<p>Entre ellos cabe mencionar las propuestas que planteaba en <a href="https://www.paginaindomita.com/verdad-y-mentira-en-la-politica/"><em>Verdad y mentira en la política</em></a> con el fin de evitar que los ciudadanos se vieran reducidos tan solo a la condición de empleados y consumidores, al tiempo que una especie de apatía moral se extendiera cada vez más entre la población. </p>
<h2>Adelantada a su tiempo</h2>
<p>Podría decirse que Arendt fue, en palabras de Friedrich Nietzsche, una especie de “parto prematuro”. Y, sin embargo, a pesar de los avatares y adversidades que tuvo que afrontar a lo largo de su vida, hizo gala permanente de una impecable autonomía a la hora de defender sus principios morales. De ahí que ni su criterio personal ni el espíritu crítico que regían sus decisiones palidecieran en ningún momento. </p>
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<a href="https://images.theconversation.com/files/527798/original/file-20230523-23-1e0x7w.png?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=1000&fit=clip"><img alt="Dibujo en blanco y negro de Hannah Arendt." src="https://images.theconversation.com/files/527798/original/file-20230523-23-1e0x7w.png?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=237&fit=clip" srcset="https://images.theconversation.com/files/527798/original/file-20230523-23-1e0x7w.png?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=600&h=613&fit=crop&dpr=1 600w, https://images.theconversation.com/files/527798/original/file-20230523-23-1e0x7w.png?ixlib=rb-1.1.0&q=30&auto=format&w=600&h=613&fit=crop&dpr=2 1200w, https://images.theconversation.com/files/527798/original/file-20230523-23-1e0x7w.png?ixlib=rb-1.1.0&q=15&auto=format&w=600&h=613&fit=crop&dpr=3 1800w, https://images.theconversation.com/files/527798/original/file-20230523-23-1e0x7w.png?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=754&h=770&fit=crop&dpr=1 754w, https://images.theconversation.com/files/527798/original/file-20230523-23-1e0x7w.png?ixlib=rb-1.1.0&q=30&auto=format&w=754&h=770&fit=crop&dpr=2 1508w, https://images.theconversation.com/files/527798/original/file-20230523-23-1e0x7w.png?ixlib=rb-1.1.0&q=15&auto=format&w=754&h=770&fit=crop&dpr=3 2262w" sizes="(min-width: 1466px) 754px, (max-width: 599px) 100vw, (min-width: 600px) 600px, 237px"></a>
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<span class="caption">Dibujo de Hannah Arendt.</span>
<span class="attribution"><a class="source" href="https://commons.wikimedia.org/wiki/File:Hannah_Arendt_-_Retrato.png">Albarluque / Art&Design School</a>, <a class="license" href="http://creativecommons.org/licenses/by-sa/4.0/">CC BY-SA</a></span>
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<p>De hecho, a pesar de recibir con el paso del tiempo diversos premios y homenajes por el rigor y profundidad de sus obras de teoría política, tanto en varios países europeos como en Estados Unidos, <a href="https://www.elindependiente.com/tendencias/2020/12/04/hannah-arendt-vive/">fue consciente de que</a> “nada es más transitorio en nuestro mundo, menos estable y sólido, que esa clase de éxito que trae consigo fama; nada acontece más deprisa y más rápidamente que el éxito”. </p>
<p>Cuando el actual presidente de EE. UU., Joe Biden, comenzó su primer mandato como senador, escribió a Hannah Arendt el 28 de mayo de 1975 para pedirle una copia de <em>Verdad y mentira en la política</em>. Ahí la escritora analizaba las mentiras que generaba la maquinaria de la publicidad, así como la influencia del <em>marketing</em> en la manipulación de la vida política. El ensayo también anticipaba la eclosión y proliferación indiscriminada de las <em>fake news</em>.</p>
<p>Una muestra elocuente de su lucidez quedó reflejada <a href="https://herdereditorial.com/diario-filosofico-1950-1973-9788425440823">en uno de sus últimos diarios</a>, donde la pensadora alemana escribió: “La muerte es el precio que pagamos por la vida que hemos vivido. Es de miserables no querer pagar ese precio”.</p><img src="https://counter.theconversation.com/content/203611/count.gif" alt="The Conversation" width="1" height="1" />
<p class="fine-print"><em><span>Francisco Javier Blázquez Ruiz no recibe salario, ni ejerce labores de consultoría, ni posee acciones, ni recibe financiación de ninguna compañía u organización que pueda obtener beneficio de este artículo, y ha declarado carecer de vínculos relevantes más allá del cargo académico citado.</span></em></p>Hannah Arendt es una de las pensadoras imprescindibles del siglo XX, por su lucidez, compromiso y espíritu crítico.Francisco Javier Blázquez Ruiz, Catedrático de Filosofía el derecho. Bioética e Inteligencia artificial., Universidad Pública de NavarraLicensed as Creative Commons – attribution, no derivatives.tag:theconversation.com,2011:article/1833262022-05-31T18:02:01Z2022-05-31T18:02:01ZLas claves del Holocausto en la Wannseekonferenz<figure><img src="https://images.theconversation.com/files/464269/original/file-20220519-11-8fkuw0.jpg?ixlib=rb-1.1.0&rect=0%2C0%2C4900%2C2446&q=45&auto=format&w=496&fit=clip" /><figcaption><span class="caption">Mansión en Berlín-Wannsee, Alemania, también conocida como la Casa de la Conferencia de Wannsee.</span> <span class="attribution"><a class="source" href="https://commons.wikimedia.org/wiki/File:Haus_der_Wannsee-Konferenz_02-2014.jpg">A. Savin / Wikimedia Commons</a>, <a class="license" href="http://creativecommons.org/licenses/by-sa/4.0/">CC BY-SA</a></span></figcaption></figure><p>Hace ochenta años, el 20 de enero de 1942, <a href="https://es.wikipedia.org/wiki/Reinhard_Heydrich">Reinhard Heydrich</a>, el lugarteniente de <a href="https://es.wikipedia.org/wiki/Heinrich_Himmler">Heinrich Himmler</a> y jefe de la seguridad del <a href="https://encyclopedia.ushmm.org/content/es/article/third-reich-an-overview">tercer Reich</a>, convocó a unos cuantos jerarcas del nazismo para tratar la cuestión de cómo “terminar” con la cuestión judía. Ese día se consensuaron los operativos del <a href="https://es.wikipedia.org/wiki/Holocausto">holocausto judío</a>, que acabó con el asesinato industrializado de seis millones de judíos. La reunión se conoce como la <em><a href="https://de.wikipedia.org/wiki/Wannseekonferenz">Wanseekonferenz</a></em>.</p>
<p>Recientemente, <a href="https://www.filmaffinity.com/es/film772620.html">el film alemán <em>La conferencia</em></a> ha vuelto a tratar el tema de la <a href="https://es.wikipedia.org/wiki/Conferencia_de_Wannsee">Conferencia del Wannsee</a> (ya filmada en <a href="https://fr.wikipedia.org/wiki/Conspiration_(t%C3%A9l%C3%A9film)">otra cinta protagonizada por Kenneth Branagh</a>), y lo hace a partir de la fidedigna transcripción de las actas del encuentro.</p>
<p>Una estrecha colaboradora de <a href="https://es.wikipedia.org/wiki/Adolf_Eichmann">Adolf Eichmann</a>, la única mujer presente en la reunión, tomó notas taquigráficas de lo dicho aquel día y de ahí salieron las treinta copias secretas que se hicieron del acta original. Junto a figuras clave del partido y militares de alta graduación con grandes responsabilidades, también participaron eminentes juristas y cargos ministeriales. Al margen de sus diferentes edades y caracteres, ninguno discutía la tesis principal. </p>
<h2>La solución final</h2>
<p>Conforme a lo proclamado por Hitler en <a href="https://es.wikipedia.org/wiki/Mi_lucha"><em>Mi lucha</em></a>, había que suprimir al pueblo judío, origen de todos los males sociales y un peligro para la raza aria. El comunismo y las consecuencias del abusivo <a href="https://es.wikipedia.org/wiki/Tratado_de_Versalles_(1919)">Tratado de Versalles</a>, el paro, la usura, cualquier queja que se tuviera, se le imputaban a los judíos. <a href="https://encyclopedia.ushmm.org/content/es/article/antisemitic-legislation-1933-1939">Primero se les hizo la vida imposible</a>, impidiéndoles acceder a puestos públicos y obligándoles a vender sus negocios a precio de saldo. Luego se requisaron sus viviendas y finalmente se les arrebató la vida, aprovechando incluso el oro de sus dentaduras.</p>
<p>Algunos asistentes a la Conferencia de Wannsee todavía eran partidarios de provocar un éxodo masivo del pueblo judío a <a href="https://www.elconfidencial.com/alma-corazon-vida/2021-06-24/plan-madagascar-hitler-judios-isla-exilio_3142823/">Madagascar</a> o a las estepas siberianas. Pero resultaba mucho más sencillo en términos operacionales trasladarles a centros de exterminio, aprovechando el retorno de trenes que habían transportado armas o avituallamientos al frente del este. La eficacia fue una de las claves de la <a href="https://es.wikipedia.org/wiki/Soluci%C3%B3n_final"><em>Endlösung</em></a> (“solución final”). </p>
<p>Para coronar con éxito este descomunal operativo contaron con un probo funcionario, Adolf Eichmann, quien fue apresado en Argentina en 1960 gracias a que un magistrado alemán de origen judío, <a href="https://es.wikipedia.org/wiki/Fritz_Bauer">Fritz Bauer</a>, le dio el chivatazo al <a href="https://es.wikipedia.org/wiki/Mosad">Mossad</a>, tras comprobar <a href="https://fr.wikipedia.org/wiki/Fritz_Bauer,_un_h%C3%A9ros_allemand">el escaso interés de la República Federal de Alemania</a> por capturar a ese criminal nazi. <a href="https://es.wikipedia.org/wiki/Operaci%C3%B3n_Antropoide">El atentado de la resistencia checa contra Heydrich</a> dejó en manos de Eichmann engrasar la maquinaria de la solución final y este lo hizo con una frialdad de cálculo digna de un algoritmo.</p>
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<a href="https://images.theconversation.com/files/464272/original/file-20220519-9568-5oapo9.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=1000&fit=clip"><img alt="" src="https://images.theconversation.com/files/464272/original/file-20220519-9568-5oapo9.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=237&fit=clip" srcset="https://images.theconversation.com/files/464272/original/file-20220519-9568-5oapo9.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=600&h=800&fit=crop&dpr=1 600w, https://images.theconversation.com/files/464272/original/file-20220519-9568-5oapo9.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=30&auto=format&w=600&h=800&fit=crop&dpr=2 1200w, https://images.theconversation.com/files/464272/original/file-20220519-9568-5oapo9.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=15&auto=format&w=600&h=800&fit=crop&dpr=3 1800w, https://images.theconversation.com/files/464272/original/file-20220519-9568-5oapo9.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=754&h=1005&fit=crop&dpr=1 754w, https://images.theconversation.com/files/464272/original/file-20220519-9568-5oapo9.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=30&auto=format&w=754&h=1005&fit=crop&dpr=2 1508w, https://images.theconversation.com/files/464272/original/file-20220519-9568-5oapo9.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=15&auto=format&w=754&h=1005&fit=crop&dpr=3 2262w" sizes="(min-width: 1466px) 754px, (max-width: 599px) 100vw, (min-width: 600px) 600px, 237px"></a>
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<span class="caption">Adolf Eichmann en el juicio en Jerusalén en 1961.</span>
<span class="attribution"><a class="source" href="https://commons.wikimedia.org/wiki/File:Adolf_Eichmann_at_Trial1961.jpg">Israel Government Press Office</a></span>
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<p>Al cubrir como periodista el juicio celebrado contra <a href="https://es.wikipedia.org/wiki/Eichmann_en_Jerusal%C3%A9n">Eichmann en Jerusalen</a>, la filósofa <a href="https://www.urv.cat/es/vida-campus/universidad-responsable/observatorio-igualdad/ano-mujeres-ciencias/dones-i-ciencies/dones-filosofes/hannaharendt/">Hannah Arendt</a> acuñó la expresión <a href="https://www.alianzaeditorial.es/libro/filosofia/hannah-arendt-la-filosofia-frente-al-mal-nuria-sanchez-madrid-9788413622439/">“banalidad del mal”</a>. Así expresaba su desazón porque el genocidio había sido perpetrado no sólo por monstruosos psicópatas sino por funcionarios convertidos en cooperadores necesarios de una masacre monumental. Eichmann llegó a invocar el <a href="https://es.wikipedia.org/wiki/Imperativo_categ%C3%B3rico">imperativo categórico kantiano</a> para respaldar que se había limitado a cumplir con las ordenes recibidas. Lo que hace ver con claridad las limitaciones de la obediencia debida denunciadas por <a href="http://diccionariofilosoficocovid19.org/disenso/">Javier Muguerza con su imperativo de la disidencia</a>.</p>
<h2>Banalidad del mal</h2>
<p>Uno de los juristas que habían redactado las <a href="https://es.wikipedia.org/wiki/Leyes_de_N%C3%BAremberg">Leyes de Nürenberg</a> se queja de que no se atienen a la legalidad vigente al pretender tratar igual a un judío puro que a quienes sólo son judíos a medias o en menor porcentaje. Tampoco ve apropiado que no se tenga en cuenta el estar casado con una persona de raza aria. Sin embargo, no tiene nada en contra de que se extermine al pueblo en su conjunto, manteniendo las debidas excepciones que habían estipulado sus tortuosos razonamientos jurídicos.</p>
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<a href="https://images.theconversation.com/files/464271/original/file-20220519-16-qbj736.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=1000&fit=clip"><img alt="" src="https://images.theconversation.com/files/464271/original/file-20220519-16-qbj736.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=754&fit=clip" srcset="https://images.theconversation.com/files/464271/original/file-20220519-16-qbj736.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=600&h=420&fit=crop&dpr=1 600w, https://images.theconversation.com/files/464271/original/file-20220519-16-qbj736.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=30&auto=format&w=600&h=420&fit=crop&dpr=2 1200w, https://images.theconversation.com/files/464271/original/file-20220519-16-qbj736.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=15&auto=format&w=600&h=420&fit=crop&dpr=3 1800w, https://images.theconversation.com/files/464271/original/file-20220519-16-qbj736.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=754&h=528&fit=crop&dpr=1 754w, https://images.theconversation.com/files/464271/original/file-20220519-16-qbj736.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=30&auto=format&w=754&h=528&fit=crop&dpr=2 1508w, https://images.theconversation.com/files/464271/original/file-20220519-16-qbj736.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=15&auto=format&w=754&h=528&fit=crop&dpr=3 2262w" sizes="(min-width: 1466px) 754px, (max-width: 599px) 100vw, (min-width: 600px) 600px, 237px"></a>
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<span class="caption">Gráfico para describir las Leyes de Núremberg del 15 de septiembre de 1935 y el respectivo reglamento del 14 de noviembre de 1935. Las ‘Leyes de Núremberg’ establecieron una base legal para la identificación racial. Sólo las personas con cuatro abuelos alemanes no judíos (cuatro círculos blancos en la fila superior izquierda) eran de ‘sangre alemana’. Los nazis definían a un judío como alguien que descendía de tres o cuatro abuelos judíos (círculos negros en la fila superior derecha). En el medio estaban las personas de ‘sangre mixta’ de ‘primer o segundo grado’.</span>
<span class="attribution"><a class="source" href="https://commons.wikimedia.org/wiki/File:Nuremberg_laws_Racial_Chart.jpg">United States Holocaust Memorial Museum Collection</a></span>
</figcaption>
</figure>
<p>El más veterano de los asistentes reconoce haber combatido en la Primera Guerra Mundial y en un momento dado aduce razones humanitarias. Pero rápidamente aclara que sólo le interesa evitar sufrimiento a los verdugos. Le preocupa que los soldados hayan tenido que fusilar a quemarropa a muchos judíos en un solo día, por el trauma psicológico que pudiese causarles eso al reintegrarse a la vida civil y tener que educar a su prole.</p>
<p>A todos les parece maravillosa la solución de las <a href="https://es.wikipedia.org/wiki/C%C3%A1mara_de_gas">cámaras de gas</a>, porque su impacto psicológico en quienes deben llevar a cabo el exterminio es mínimo. Sobre todo porque cuentan con encargar ciertas faenas a prisioneros bien dispuestos a ello y a los que se ejecutará en último lugar. </p>
<h2>El judaísmo y los mitos políticos modernos</h2>
<p>Antes de redactar <a href="https://books.google.es/books/about/El_mito_del_estado.html?hl=es&id=4PdpMwEACAAJ&redir_esc=y"><em>El mito del Estado</em></a>, <a href="https://es.wikipedia.org/wiki/Ernst_Cassirer">Ernst Cassirer</a>, <a href="https://www.plazayvaldes.es/libro/cassirer-y-su-neo-ilustracion">prestigioso pensador alemán</a> de familia judía que hubo de partir al exilio, dio algunas conferencias en <a href="https://www.fcede.es/site/es/libros/detalles.aspx?id_libro=6776">su lucha contra el nazismo desde la historia de las ideas</a>. Una de ellas se titulaba <a href="https://isegoria.revistas.csic.es/index.php/isegoria/article/view/1030"><em>Judaísmo y los mitos políticos modernos</em></a> y resulta interesante leer sus <a href="https://isegoria.revistas.csic.es/index.php/isegoria/article/view/1029">análisis de sesgo kantiano</a> para comprender mejor lo contado por la película recién estrenada:</p>
<blockquote>
<p>“En su nueva mitología política los líderes de Alemania eligen lo judío como chivo expiatorio sobre el que cargar todos los pecados y males imaginables. Lo que temían los inventores del mito de la raza superior alemana no es la resistencia física, sino la resistencia moral de los judíos. Tras la expulsión y asesinato de cientos de miles de judíos, todavía no quedaron satisfechos con su trabajo. Seguían obsesionados con la idea de considerar lo judío como el espíritu del mal, la encarnación del diablo. A pesar del despliegue de todo su poderío militar, pese a su incomparable organización técnica y bélica, el coloso alemán era, después de todo, un coloso con los pies de barro. En cuanto se destruyó su fundación mítica, su colapso fue inevitable”.</p>
</blockquote>
<p>Berlín es un lugar plagado de lugares históricos. Uno de ellos es una villa burguesa en las orillas del Wannsee donde tuvo lugar esta terrible conferencia y que hoy alberga <a href="https://www.visitberlin.de/es/casa-de-la-conferencia-wannsee">un museo conmemorativo</a>. </p>
<p>Curiosamente al lado nos encontramos con la residencia de <a href="https://es.wikipedia.org/wiki/Max_Liebermann">Max Libermann</a>, un pintor impresionista judeo-alemán, cuya <a href="https://en.wikipedia.org/wiki/Liebermann_Villa">villa es otro museo</a> complementario del anterior. Ver ambas es como visitar <a href="https://es.wikipedia.org/wiki/Weimar">Weimar</a>, tan identificada con <a href="https://fr.wikipedia.org/wiki/Friedrich_von_Schiller">Schiller</a> y <a href="https://es.wikipedia.org/wiki/Johann_Wolfgang_von_Goethe">Goethe</a>, ciudad que colinda con el campo de concentración de <a href="https://es.wikipedia.org/wiki/Campo_de_concentraci%C3%B3n_de_Buchenwald">Buchenwald</a>. Impresiona ver esta cercanía entre lo siniestro y lo sublime.</p><img src="https://counter.theconversation.com/content/183326/count.gif" alt="The Conversation" width="1" height="1" />
<p class="fine-print"><em><span>Roberto R. Aramayo no recibe salario, ni ejerce labores de consultoría, ni posee acciones, ni recibe financiación de ninguna compañía u organización que pueda obtener beneficio de este artículo, y ha declarado carecer de vínculos relevantes más allá del cargo académico citado.</span></em></p>En una villa del barrio berlinés de Wannsee se reunieron hace 80 años jararcas nazis para programar lo que dieron en llamar la “solución final” o exterminio del pueblo judío. Una reciente película testimonia las actas de tan macabra reunión.Roberto R. Aramayo, Profesor de Investigación IFS-CSIC (GI TcP Etica, Epistemología y Sociedad). Historiador de las ideas morales y políticas, Instituto de Filosofía (IFS-CSIC)Licensed as Creative Commons – attribution, no derivatives.tag:theconversation.com,2011:article/1742152021-12-30T11:01:38Z2021-12-30T11:01:38ZFilosofía 2021: enfrentarse a la maldad<figure><img src="https://images.theconversation.com/files/439001/original/file-20211225-37443-j103eb.jpg?ixlib=rb-1.1.0&rect=0%2C0%2C4814%2C3674&q=45&auto=format&w=496&fit=clip" /><figcaption><span class="caption">
</span> <span class="attribution"><a class="source" href="https://www.shutterstock.com/es/image-photo/practicing-big-fight-314916284">Shutterstock / Everett Collection</a></span></figcaption></figure><p>Ha sido un año raro y un año largo. El año en el que pensábamos que íbamos a dejar atrás la tristeza de 2020 pero nos vimos envueltos no solo en hechos y pensamientos recurrentes sino también confrontados con nuevas amenazas. A pesar de todo, las colaboraciones en el ámbito de la filosofía nos han ofrecido reflexiones sobre la amplitud del mundo que nos rodea y nos invitan a cuestionarlo todo con esperanza pero con rigor.</p>
<p>El 11 de noviembre de 2021 se conmemoraron los 200 años del nacimiento de uno de los grandes escritores de la literatura universal: Fiódor Dostoievski. A propósito del aniversario, <a href="https://theconversation.com/profiles/antonio-fernandez-vicente-531274">Antonio Fernández Vicente</a>, de la <a href="https://theconversation.com/institutions/universidad-de-castilla-la-mancha-3661">Universidad de Castilla-La Mancha</a>, <a href="https://theconversation.com/la-maldad-segun-dostoievski-169194">analizaba</a> la visión que el ruso tenía, y había ofrecido en su obra, de la maldad inherente al ser humano. </p>
<p>Fernández Vicente repasaba personajes y tramas para ofrecer un mosaico de las oscuridades que pueblan el alma humana, destacando que el autor escribía en su novela <em>Memorias del subsuelo</em> que “hay secretos que confesamos a unas pocas personas, otros que no confesamos a nadie y nos atormentan en la clandestinidad, y aquellos que, como la maldad, pueblan las profundidades más recónditas y escondidas del alma”.</p>
<p>Sin embargo, a pesar de que, precisamente por el exhaustivo retrato de las profundidades del alma humana, leer a Dostoievski y asomarse a esos abismos de perversidad y deshumanización no es fácil, Fernández Vicente concluye en una nota positiva, mencionando un cuento, <em>El sueño de un hombre ridículo</em>, en el que el autor afirma “No quiero ni puedo creer que el mal sea una condición normal en las personas”. </p>
<p>Y quién mejor para hablar del mal que otra de las autoras más leídas de la filosofía del siglo XX: Hannah Arendt. <a href="https://theconversation.com/profiles/santiago-iniguez-de-onzono-675749">Santiago Iñiguez de Onzoño</a>, de <a href="https://theconversation.com/institutions/ie-university-2149">IE University</a>, <a href="https://theconversation.com/la-vigencia-de-hannah-arendt-y-su-pensamiento-critico-165643">destacaba la vigencia de su pensamiento</a> y el afán de la autora por dedicarse precisamente a esa actividad, a darle vueltas a las cosas. </p>
<h2>Volvemos a Goebbels</h2>
<p>Otro tema que nos preocupa, y mucho a juzgar por la cantidad de lecturas que ha tenido, es la relación que tenemos con los medios de comunicación y cómo estos sirven de altavoz a según qué voces. <a href="https://theconversation.com/profiles/roberto-r-aramayo-875223">Roberto R. Aramayo</a>, del <a href="https://theconversation.com/institutions/instituto-de-filosofia-ifs-csic-3867">Instituto de Filosofía (IFS-CSIC)</a>, echaba la vista atrás <a href="https://theconversation.com/seguimos-viviendo-bajo-los-principios-de-propaganda-de-goebbels-171977">para analizar</a> cómo los preceptos por los que se regía la propaganda nazi pueden seguir vigentes hoy en día. </p>
<p>Aramayo destacaba no solo los mensajes que se transmitían desde el poder sino el contexto en el que llegaban esos mensajes para alertar del peligro que nos acecha si no tenemos un pensamiento y una actitud crítica ante la información que recibimos. Cuanto más se polarizan la sociedad y los debates, más fácil es que alguien nos cuele un eslogan con el que, en el fondo, no comulgaríamos. </p>
<p>Frente a los blancos y negros o el ruido mediático, el pensamiento crítico desarrollado gracias a la filosofía es nuestra mejor arma.</p>
<h2>La filosofía y la educación</h2>
<p>Hablando de armas… Llevamos años arrastrando el mismo problema: la constante reducción de horas lectivas de filosofía y ética en Secundaria y Bachillerato. Hace tres años, los partidos políticos acordaron reforzar la asignatura de filosofía, pero la nueva Ley de educación (LOMLOE) no lo contempla. Paradójicamente, como comenta <a href="https://theconversation.com/profiles/ekai-txapartegi-607761">Ekai Txapartegi</a>, de la <a href="https://theconversation.com/institutions/universidad-del-pais-vasco-euskal-herriko-unibertsitatea-3422">Universidad del País Vasco / Euskal Herriko Unibertsitatea</a>, algunas de las competencias que se requieren en esa misma ley de los alumnos vienen esencialmente dadas por el conocimiento filosófico. ¿Cómo conjugar ambas realidades? </p>
<p>Txapartegi <a href="https://theconversation.com/menos-blablabla-y-mas-filosofia-171126">reflexiona</a> sobre el mundo al que se enfrentan, y se enfrentarán, los adolescentes de hoy en día y los retos que van a tener que asumir. Se ven dominados por el ruido, el cual rechazan, y también angustiados por el futuro tecnológico en un planeta que estamos destrozando. Si Platón se refugió en la filosofía para intentar entender por qué su ciudad, Atenas, había matado a Sócrates, es justo creer que los jóvenes de hoy en día querrán unos brazos filosóficos en los que guarecerse. ¿Qué sentido tiene recortarles horas de la asignatura de filosofía a aquellos que han identificado que el mayor problema al que se van a enfrentar es el blablabla que les rodea?</p>
<h2>Soñar despiertos</h2>
<p>Desde la <a href="https://theconversation.com/institutions/universidad-complutense-de-madrid-2383">Universidad Complutense de Madrid</a>, <a href="https://theconversation.com/profiles/eva-aladro-vico-1231421">Eva Aladro Vico</a> utilizaba la figura de otro sabio ruso, Pavel Florenski, para <a href="https://theconversation.com/en-los-suenos-el-futuro-y-el-pasado-son-presente-167477">introducirnos en el mundo de los sueños</a>. </p>
<p>Aladro comenzaba su relato haciendo referencia a esas experiencias que todos tenemos en duermevela en las que el mundo onírico se mezcla con el real. Así, por ejemplo, en nuestra habitación una persona nos repite en voz alta que ya es de día y que debemos despertar y nosotros, mientras tanto, mentalmente estamos tumbados en la playa, con los ojos entrecerrados, preguntándonos qué es eso que nos está gritando otro bañista. </p>
<p>A partir de esta anécdota recurrente, que sucede a tanta velocidad que resulta asombroso que nuestro cerebro procese tan rápido esos estímulos, Florenski enuncia su teoría del tiempo invertido, en la que asume que la estructura de lo real puede organizarse de un modo que no sea lineal hacia el futuro, sino que cuanto ocurre es simplemente la huella de lo que sucede en el presente. </p>
<h2>Mentes vivas y despiertas</h2>
<p>Concluímos con otro aniversario, el 100 cumpleaños del filósofo clave del siglo XX, Edgar Morin. <a href="https://theconversation.com/profiles/manuel-angel-vazquez-medel-515218">Manuel Ángel Vázquez Medel</a>, de la <a href="https://theconversation.com/institutions/universidad-de-sevilla-3480">Universidad de Sevilla</a>, <a href="https://theconversation.com/edgar-morin-filosofo-clave-del-siglo-xx-cumple-100-anos-163638">nos explicaba la carrera</a> de un hombre que “proclama la esencial mixtura de la vida, la complejidad que rige el universo, la riqueza de la diversidad, la solidaridad que debe llevarnos a construir un mundo mejor, una nueva civilización planetaria”. </p>
<p>Vázquez Medel resalta que, de acuerdo con Morin, todos debemos asumir que, a corto plazo, necesitamos realizar una metamorfosis total, no parcial, de nuestra forma de vivir para que surja una nueva civilización, una civilización mejor. </p>
<p>Volviendo a las infinitas posibilidades que nos ofrece la filosofía, tomo prestada una frase de Ekai Txapartegi, sustituyendo “juventud” por “humanidad”: </p>
<blockquote>
<p>“La humanidad nos exige menos ruido y más música, necesita herramientas para pensar filosóficamente su realidad”.</p>
</blockquote>
<p>Porque sí, la filosofía es ritmo, es armonía, es música.</p><img src="https://counter.theconversation.com/content/174215/count.gif" alt="The Conversation" width="1" height="1" />
No solo de crisis vive la filosofía. La realidad muchas veces plantea retos que exigen ampararse en el pensamiento crítico para lograr entenderlos. Las lecturas filosóficas de este 2021 en The Conversation así lo indican.Claudia Lorenzo Rubiera, Cultura y The Conversation Europe, The Conversation EspañaLicensed as Creative Commons – attribution, no derivatives.tag:theconversation.com,2011:article/1691942021-11-10T20:42:57Z2021-11-10T20:42:57ZLa maldad según Dostoievski<figure><img src="https://images.theconversation.com/files/429066/original/file-20211028-25-lltrz7.jpg?ixlib=rb-1.1.0&rect=57%2C675%2C3137%2C3319&q=45&auto=format&w=496&fit=clip" /><figcaption><span class="caption">Fiódor Dostoyevski retratado por Vasili Perov en 1872.</span> <span class="attribution"><a class="source" href="https://es.wikipedia.org/wiki/Archivo:Vasily_Perov_-_%D0%9F%D0%BE%D1%80%D1%82%D1%80%D0%B5%D1%82_%D0%A4.%D0%9C.%D0%94%D0%BE%D1%81%D1%82%D0%BE%D0%B5%D0%B2%D1%81%D0%BA%D0%BE%D0%B3%D0%BE_-_Google_Art_Project.jpg">Wikimedia Commons</a></span></figcaption></figure><p>¿Por qué nos hacemos daño los unos a los otros? </p>
<p>Para Dostoievski, la maldad era un secreto inconfesable. Decía en <a href="https://es.wikipedia.org/wiki/Memorias_del_subsuelo"><em>Memorias del subsuelo</em></a> que hay secretos que confesamos a unas pocas personas, otros que no confesamos a nadie y nos atormentan en la clandestinidad, y aquellos que, como la maldad, pueblan las profundidades más recónditas y escondidas del alma. </p>
<h2>La humillación y el orgullo</h2>
<figure class="align-right zoomable">
<a href="https://images.theconversation.com/files/429058/original/file-20211028-26-1kbi363.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=1000&fit=clip"><img alt="" src="https://images.theconversation.com/files/429058/original/file-20211028-26-1kbi363.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=237&fit=clip" srcset="https://images.theconversation.com/files/429058/original/file-20211028-26-1kbi363.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=600&h=873&fit=crop&dpr=1 600w, https://images.theconversation.com/files/429058/original/file-20211028-26-1kbi363.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=30&auto=format&w=600&h=873&fit=crop&dpr=2 1200w, https://images.theconversation.com/files/429058/original/file-20211028-26-1kbi363.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=15&auto=format&w=600&h=873&fit=crop&dpr=3 1800w, https://images.theconversation.com/files/429058/original/file-20211028-26-1kbi363.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=754&h=1097&fit=crop&dpr=1 754w, https://images.theconversation.com/files/429058/original/file-20211028-26-1kbi363.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=30&auto=format&w=754&h=1097&fit=crop&dpr=2 1508w, https://images.theconversation.com/files/429058/original/file-20211028-26-1kbi363.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=15&auto=format&w=754&h=1097&fit=crop&dpr=3 2262w" sizes="(min-width: 1466px) 754px, (max-width: 599px) 100vw, (min-width: 600px) 600px, 237px"></a>
<figcaption>
<span class="caption">Fotografía de Dostoievski en 1876.</span>
<span class="attribution"><a class="source" href="https://commons.wikimedia.org/wiki/File:Dostoevskij_1876.jpg">Wikimedia Commons / Н. Досса</a></span>
</figcaption>
</figure>
<p>En gran medida, la maldad y el odio proceden de la ofensa y la humillación, de un orgullo herido. Al escribir sobre Dostoievski, el escritor <a href="https://edicionesdelsubsuelo.com/catalogo/andre-gide-dostoievski">André Gide</a> apreciaba que “la humildad abre las puertas del paraíso; la humillación las del infierno”. </p>
<p>El orgullo implica el ansia de superioridad y es el núcleo moral del narcisismo, del que brotan la indiferencia hacia el sufrimiento ajeno y el menosprecio. La herida en el orgullo desencadena frustraciones y resentimientos que roen la conciencia. </p>
<p>Sufrir vejaciones y ver arrebatada la dignidad pueden ser la antesala para el surgimiento de ignominias y ruindades. Una sociedad que humilla multiplica las maldades entre los humillados. El odio engendra odio y la miseria material puede conducir a la miseria moral, como leemos en <a href="https://es.wikipedia.org/wiki/Humillados_y_ofendidos"><em>Humillados y ofendidos</em></a>. </p>
<figure class="align-left zoomable">
<a href="https://images.theconversation.com/files/428239/original/file-20211025-15-12ehe7v.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=1000&fit=clip"><img alt="" src="https://images.theconversation.com/files/428239/original/file-20211025-15-12ehe7v.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=237&fit=clip" srcset="https://images.theconversation.com/files/428239/original/file-20211025-15-12ehe7v.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=600&h=879&fit=crop&dpr=1 600w, https://images.theconversation.com/files/428239/original/file-20211025-15-12ehe7v.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=30&auto=format&w=600&h=879&fit=crop&dpr=2 1200w, https://images.theconversation.com/files/428239/original/file-20211025-15-12ehe7v.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=15&auto=format&w=600&h=879&fit=crop&dpr=3 1800w, https://images.theconversation.com/files/428239/original/file-20211025-15-12ehe7v.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=754&h=1105&fit=crop&dpr=1 754w, https://images.theconversation.com/files/428239/original/file-20211025-15-12ehe7v.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=30&auto=format&w=754&h=1105&fit=crop&dpr=2 1508w, https://images.theconversation.com/files/428239/original/file-20211025-15-12ehe7v.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=15&auto=format&w=754&h=1105&fit=crop&dpr=3 2262w" sizes="(min-width: 1466px) 754px, (max-width: 599px) 100vw, (min-width: 600px) 600px, 237px"></a>
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<span class="caption">Fotografía de Giovanni Papini, 1921.</span>
<span class="attribution"><a class="source" href="https://commons.wikimedia.org/wiki/File:Picture_of_Giovanni_Papini.jpg">Wikimedia Commons</a></span>
</figcaption>
</figure>
<p>En <em>El diablo</em>, <a href="https://es.wikipedia.org/wiki/Giovanni_Papini">Giovanni Papini</a> observaba que “quien está más alto también está más sujeto a la soberbia”. Y si Lucifer fue castigado por su orgullo, “sepultado y confinado en las ilimitadas oscuridades de la soledad y del odio”, ¿qué pensar del deseo ilimitado de estar cada vez más arriba?, ¿de fundamentar nuestras vidas en el éxito, la parásita ambición y la envidia, y temer el fracaso más que nada? </p>
<h2>El desprecio</h2>
<p>En <a href="https://es.wikipedia.org/wiki/Crimen_y_castigo"><em>Crimen y castigo</em></a>, la altivez y el endiosamiento hacían que Raskolnikof no tuviese reparos a la hora de asesinar a una anciana por considerarla un obstáculo en su camino. </p>
<p>Para la maldad, los demás no son sino instrumentos que se oponen a sus fines, cosas que hay que sacrificar para alcanzar el éxito. Se les desprecia porque no se les reconoce como seres humanos, sino como objetos de los que servirnos. Y quien desprecia se siente superior, experimenta un placer voluptuoso al ejercer dominio.</p>
<figure class="align-right zoomable">
<a href="https://images.theconversation.com/files/428246/original/file-20211025-23-vi6qu7.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=1000&fit=clip"><img alt="" src="https://images.theconversation.com/files/428246/original/file-20211025-23-vi6qu7.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=237&fit=clip" srcset="https://images.theconversation.com/files/428246/original/file-20211025-23-vi6qu7.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=600&h=849&fit=crop&dpr=1 600w, https://images.theconversation.com/files/428246/original/file-20211025-23-vi6qu7.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=30&auto=format&w=600&h=849&fit=crop&dpr=2 1200w, https://images.theconversation.com/files/428246/original/file-20211025-23-vi6qu7.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=15&auto=format&w=600&h=849&fit=crop&dpr=3 1800w, https://images.theconversation.com/files/428246/original/file-20211025-23-vi6qu7.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=754&h=1067&fit=crop&dpr=1 754w, https://images.theconversation.com/files/428246/original/file-20211025-23-vi6qu7.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=30&auto=format&w=754&h=1067&fit=crop&dpr=2 1508w, https://images.theconversation.com/files/428246/original/file-20211025-23-vi6qu7.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=15&auto=format&w=754&h=1067&fit=crop&dpr=3 2262w" sizes="(min-width: 1466px) 754px, (max-width: 599px) 100vw, (min-width: 600px) 600px, 237px"></a>
<figcaption>
<span class="caption">Fotografía de Hannah Arendt en 1933.</span>
</figcaption>
</figure>
<p>Incluso la maldad y el desprecio absoluto de los demás pueden banalizarse y hacerse cotidianos. La maldad puede convertirse en una rutina a cumplir, como explicaba la filósofa <a href="https://es.wikipedia.org/wiki/Banalidad_del_mal">Hannah Arendt</a> a propósito del paroxismo del mal que fue el nazismo. </p>
<p>Y ese desprecio desmedido también era lo que, en el cuento <em>Vlas</em>, hacía que dos campesinos pugnaran por la hazaña de cometer la fechoría más vil. Lo que los impulsaba era “la necesidad de llegar al límite, de ansiar sensaciones fuertes que conduzcan al abismo”. </p>
<h2>El aburrimiento y la libertad</h2>
<p>Si no tuviésemos libertad para decidir cómo somos, no existiría la maldad, tampoco la virtud. En los personajes de Dostoievski se libra la cruenta lucha interior que nace de la capacidad de elegir nuestro destino. </p>
<p>Y en ocasiones se elige la infamia, aunque sea para salir de la rutina. Tal vez sea esa necesidad de romper con la monotonía lo que nos lleve a la lucha con los demás. Tal vez así se justifique esa tendencia nuestra al rechazo del reposo y la tranquilidad. Tal vez porque gran parte de las maldades nacen del aburrimiento, porque prefiramos la ocasión de hacer el mal a la de no hacer nada. Y tal vez por eso decía Blaise Pascal:</p>
<blockquote>
<p>“Todo el mal humano proviene de una sola causa, la incapacidad del hombre para quedarse quieto en una habitación”.</p>
</blockquote>
<p>Elegimos lo abyecto seducidos por la fascinación de la transgresión, de lo que contraviene la norma y la ley. Leemos en <em>Los hermanos Karamazov</em>: </p>
<blockquote>
<p>“No hay nada más seductor para el hombre que el libre albedrío, pero también nada más doloroso”.</p>
</blockquote>
<p>En este sentido, los personajes de Dostoievski se emparentan con la filosofía existencialista de <a href="https://es.wikipedia.org/wiki/Jean-Paul_Sartre">Jean Paul Sartre</a>: </p>
<blockquote>
<p>“Estamos condenados a ser libres”.</p>
</blockquote>
<h2>Amor y odio</h2>
<p>Los personajes de Dostoievski nunca son planos ni superficiales. Atisbamos en ellos la profunda y paradójica dualidad del ser humano, su compleja contradicción, porque confluyen en una sola persona dos caracteres opuestos e indisolubles: el bien y el mal. </p>
<p>Así es como, en <a href="https://www.albaeditorial.es/clasicos/alba-clasica-maior/los-demonios/"><em>Los demonios</em></a>, el personaje de Stavroguin señala que siente igual satisfacción al desear hacer una buena acción que al desear el mal. Los extremos se tocan y la belleza acaba por fundirse con lo grotesco.</p>
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<a href="https://images.theconversation.com/files/427538/original/file-20211020-18-15zhe9r.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=1000&fit=clip"><img alt="" src="https://images.theconversation.com/files/427538/original/file-20211020-18-15zhe9r.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=237&fit=clip" srcset="https://images.theconversation.com/files/427538/original/file-20211020-18-15zhe9r.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=600&h=903&fit=crop&dpr=1 600w, https://images.theconversation.com/files/427538/original/file-20211020-18-15zhe9r.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=30&auto=format&w=600&h=903&fit=crop&dpr=2 1200w, https://images.theconversation.com/files/427538/original/file-20211020-18-15zhe9r.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=15&auto=format&w=600&h=903&fit=crop&dpr=3 1800w, https://images.theconversation.com/files/427538/original/file-20211020-18-15zhe9r.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=754&h=1134&fit=crop&dpr=1 754w, https://images.theconversation.com/files/427538/original/file-20211020-18-15zhe9r.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=30&auto=format&w=754&h=1134&fit=crop&dpr=2 1508w, https://images.theconversation.com/files/427538/original/file-20211020-18-15zhe9r.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=15&auto=format&w=754&h=1134&fit=crop&dpr=3 2262w" sizes="(min-width: 1466px) 754px, (max-width: 599px) 100vw, (min-width: 600px) 600px, 237px"></a>
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<span class="caption">Ilustración de <em>El Doctor Jekyll y Mr. Hyde</em>, de Robert Louis Stevenson, por Charles Raymond Macauley (1871 - 1934).</span>
<span class="attribution"><a class="source" href="https://it.m.wikipedia.org/wiki/File:Jekyll.and.Hyde.Ch2.Drawing1.jpg">Wikimedia Commons</a></span>
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<p>En Dostoievski, la virtud y la maldad son simultáneas. Así lo leíamos en <em>Doctor Jekyll y Mr. Hyde</em>, de Robert Louis Stevenson: en una sola persona hallamos la contradicción del cielo y el infierno, la luz y la sombra de los claroscuros de Rembrandt. </p>
<p>Se trata de la oposición entre una inclinación a la unión y el ansia de destrucción. Es lo que <a href="https://es.wikipedia.org/wiki/Pulsi%C3%B3n_de_vida_y_pulsi%C3%B3n_de_muerte">Sigmund Freud</a> llamaba <em>Eros</em> y <em>Thanatos</em>: pulsión de vida y de muerte.</p>
<p>Antes que nada, Dostoievski buscaba la plenitud, la vida infinita. Por ello mismo le resultaba insoportable dejar de lado su dimensión perversa y envilecida. Habría sido algo así como despojarlo de una de sus partes fundamentales. Sus personajes se arrojan al precipicio moral, a la crueldad y al libertinaje de la maldad. Y así lo advertía el escritor <a href="https://es.wikipedia.org/wiki/Stefan_Zweig">Stefan Zweig</a>:</p>
<blockquote>
<p>“Vivir correctamente significa para él vivir intensamente y vivirlo todo, lo bueno y lo malo a la vez, y en sus formas más intensas y embriagadoras”.</p>
</blockquote>
<figure class="align-right zoomable">
<a href="https://images.theconversation.com/files/428242/original/file-20211025-25-1wcvnz8.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=1000&fit=clip"><img alt="" src="https://images.theconversation.com/files/428242/original/file-20211025-25-1wcvnz8.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=237&fit=clip" srcset="https://images.theconversation.com/files/428242/original/file-20211025-25-1wcvnz8.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=600&h=732&fit=crop&dpr=1 600w, https://images.theconversation.com/files/428242/original/file-20211025-25-1wcvnz8.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=30&auto=format&w=600&h=732&fit=crop&dpr=2 1200w, https://images.theconversation.com/files/428242/original/file-20211025-25-1wcvnz8.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=15&auto=format&w=600&h=732&fit=crop&dpr=3 1800w, https://images.theconversation.com/files/428242/original/file-20211025-25-1wcvnz8.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=754&h=920&fit=crop&dpr=1 754w, https://images.theconversation.com/files/428242/original/file-20211025-25-1wcvnz8.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=30&auto=format&w=754&h=920&fit=crop&dpr=2 1508w, https://images.theconversation.com/files/428242/original/file-20211025-25-1wcvnz8.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=15&auto=format&w=754&h=920&fit=crop&dpr=3 2262w" sizes="(min-width: 1466px) 754px, (max-width: 599px) 100vw, (min-width: 600px) 600px, 237px"></a>
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<span class="caption">Fotografía de Franz Kafka.</span>
<span class="attribution"><a class="source" href="https://commons.wikimedia.org/wiki/File:Kafka.jpg">Wikimedia Commons</a></span>
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<p>Dostoievski exploró esos abismos de la perversidad en toda su crudeza. Revelaba la verdad secreta de la maldad, ese lado que nadie quiere mirar cara a cara. Su lectura no resulta fácil ni cómoda, exige el compromiso afectivo del lector. Puede ser que lo que nos descubra no sea en efecto de nuestro agrado, que incluso nos repugne. Pero, como observaba Kafka, “un libro debe ser el hacha que rompa el mar helado dentro de nosotros”. Y, sin duda, Dostoievski provoca una turbación interior en quienes se atrevan a leerlo. </p>
<h2>Un sueño</h2>
<figure class="align-right zoomable">
<a href="https://images.theconversation.com/files/428238/original/file-20211025-19-1sh87hb.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=1000&fit=clip"><img alt="" src="https://images.theconversation.com/files/428238/original/file-20211025-19-1sh87hb.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=237&fit=clip" srcset="https://images.theconversation.com/files/428238/original/file-20211025-19-1sh87hb.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=600&h=695&fit=crop&dpr=1 600w, https://images.theconversation.com/files/428238/original/file-20211025-19-1sh87hb.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=30&auto=format&w=600&h=695&fit=crop&dpr=2 1200w, https://images.theconversation.com/files/428238/original/file-20211025-19-1sh87hb.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=15&auto=format&w=600&h=695&fit=crop&dpr=3 1800w, https://images.theconversation.com/files/428238/original/file-20211025-19-1sh87hb.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=754&h=873&fit=crop&dpr=1 754w, https://images.theconversation.com/files/428238/original/file-20211025-19-1sh87hb.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=30&auto=format&w=754&h=873&fit=crop&dpr=2 1508w, https://images.theconversation.com/files/428238/original/file-20211025-19-1sh87hb.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=15&auto=format&w=754&h=873&fit=crop&dpr=3 2262w" sizes="(min-width: 1466px) 754px, (max-width: 599px) 100vw, (min-width: 600px) 600px, 237px"></a>
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<span class="caption">Fotografía de Dostoievski en su lecho de muerte.</span>
<span class="attribution"><a class="source" href="https://es.wikipedia.org/wiki/Archivo:Dostoyevsky_on_his_Bier,_Kramskoy.jpg">Iván Kramskoi/Wikimedia Commons</a></span>
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<p>Leemos en su novela <a href="https://es.wikipedia.org/wiki/El_idiota"><em>El idiota</em></a> que hemos nacido para hacernos sufrir los unos a los otros. No obstante, en <em>El sueño de un hombre ridículo</em>, quizá el más bello de sus cuentos, un hombre al borde del suicidio sueña un mundo de armonía desprovisto de inhumanas bajezas. Y aunque sea una ilusión utópica, un paraíso inalcanzable dada nuestra naturaleza, ese “hombre ridículo” al que no le importaba nada ni nadie acaba por decir: </p>
<blockquote>
<p>“No quiero ni puedo creer que el mal sea una condición normal en las personas”.</p>
</blockquote><img src="https://counter.theconversation.com/content/169194/count.gif" alt="The Conversation" width="1" height="1" />
<p class="fine-print"><em><span>Antonio Fernández Vicente no recibe salario, ni ejerce labores de consultoría, ni posee acciones, ni recibe financiación de ninguna compañía u organización que pueda obtener beneficio de este artículo, y ha declarado carecer de vínculos relevantes más allá del cargo académico citado.</span></em></p>El 11 de noviembre se cumplen 200 años del nacimiento del escritor Fiódor Dostoievski, un autor que exploró, en sus obras, el funcionamiento de la maldad.Antonio Fernández Vicente, Profesor de teoría de la comunicación, Universidad de Castilla-La ManchaLicensed as Creative Commons – attribution, no derivatives.tag:theconversation.com,2011:article/1143222019-04-01T20:29:48Z2019-04-01T20:29:48Z¿Qué significa el antisemitismo hoy?<figure><img src="https://images.theconversation.com/files/266850/original/file-20190401-177181-uqtrx7.jpg?ixlib=rb-1.1.0&rect=9%2C0%2C5988%2C4007&q=45&auto=format&w=496&fit=clip" /><figcaption><span class="caption">Monumento dedicado en Berlín a las víctimas del Holocausto.
</span> <span class="attribution"><a class="source" href="https://www.shutterstock.com/es/image-photo/berlin-germany-june-13-2018-holocaust-1329243833"> Paolo Grassi / Shutterstock</a></span></figcaption></figure><p><a href="http://www.rtve.es/alacarta/audios/cinco-continentes/crece-antisemitismo-europa/4991391/">“Crece el antisemitismo”</a> es un titular frecuente en la prensa de estos días. Sólo falta precisar en qué país. Crece en países de una Europa que fue escenario de un antisemitismo genocida que pensaba haber conjurado definitivamente.</p>
<p><a href="http://ifs.csic.es/es/research-project/sufrimiento-social-condicion-victima-dimensiones-epistemicas-sociales-politicas">Explicar por qué vuelve</a> es asunto harto complicado porque el <a href="http://dej.rae.es/lema/antisemita">antisemitismo</a> se dice de muchas maneras. Están los viejos antisemitismos de origen religioso o laico y están otros nuevos, como el de origen árabe.</p>
<h2>Historia del antisemitismo</h2>
<p>El de origen religioso quedó bien resumido por el historiador Raul Hilberg en su aparición en el film <a href="https://es.wikipedia.org/wiki/Shoah_(pel%C3%ADcula)"><em>Shoah</em></a> de Claude Lanzmann. Hubo una primera expresión del mismo, acuñada en el siglo tercero, que decía “no podéis vivir entre nosotros como judíos”, es decir, los judíos sólo podían vivir en el Occidente cristiano si se convertían. A esta sigue otra, en los albores de la modernidad, que les dice “no podéis vivir entre nosotros”, es decir, había que expulsarles. Hitler remata el proceso con un definitivo “no podéis vivir”, y por eso fueron exterminados. <a href="https://issuu.com/anthropos-editorial/docs/el_desafio_nacionalista_issuu">Ese discurrir histórico</a> está movido por un antisemitismo de origen religioso.</p>
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<iframe width="440" height="260" src="https://www.youtube.com/embed/9MNUbt8HEaw?wmode=transparent&start=0" frameborder="0" allowfullscreen=""></iframe>
<figcaption><span class="caption">Tráiler del documental <em>Shoah</em>, de Claude Lanzmann.</span></figcaption>
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<p>El de origen laico que se impone al final es más sutil. La modernidad se presenta como una utopía de la igualdad. Todos iguales ante la ley. Fin de la discriminación del judío e inicio de su emancipación. Con esa igualdad formal, la modernidad se abría paso con una promesa de felicidad. Fin de la discriminación del diferente porque <a href="https://www.anthropos-editorial.com/DETALLE/RELIGION-Y-TOLERANCIA-PCPU-136">“antes que judíos, moros o cristianos somos hombres”</a>, decía el Natán de Lessing en su obra <a href="https://es.wikipedia.org/wiki/Nathan_el_Sabio"><em>Natán el Sabio</em></a>. Y, al tiempo, la modernidad también anuncia que, con una educación basada en la razón libre, el hombre tenía que realizarse.</p>
<p><a href="https://books.google.es/books?id=AUf8eLrqKq0C&printsec=frontcover&source=gbs_atb#v=onepage&q&f=false">Lo que se le pedía al judío era renunciar a ser diferente</a> y asimilarse al tipo medio del hombre ilustrado.</p>
<p>Aquella fórmula fracasó porque el judío, pese a su mejor disposición a asimilarse, no podía renunciar a sus diferencias. Había un “resto” o una reserva en él que era insuperable. Mahler acepta bautizarse para poder dirigir la Opera de Viena pero su música es inexplicable sin sus claves judías. Lo mismo Freud con su psicoanálisis o Benjamin con su filosofía. A esto habría que añadir la resistencia de la sociedad contra esa asimilación. No se lo creían. </p>
<p>El judío asimilado o convertido podía creer que el salvador era Jesús y no la ley de Moisés. Lo que le resultaba insuperable era tragar los viernes “duelos y quebrantos” que decía <em>El Quijote</em>. Y ésto –la comida o el vestido– era para el cristiano viejo, por ejemplo, más importante que todas las ideas o creencias.</p>
<p>La asimilación no parece que sea una respuesta eficaz al antisemitismo porque lo que ésta consigue (privatizar la religión y hacerla irrelevante políticamente) no llega al núcleo del problema. </p>
<h2>Antisemitismo y su final</h2>
<p>Hoy el cristianismo es mucho más tolerante y a la sociedad le tiene sin cuidado si el judío se asimila o no, pero el antisemitismo sigue o rebrota: ¿cómo explicárselo?</p>
<p>Hace años oí al Cardenal de París, <a href="https://es.wikipedia.org/wiki/Jean-Marie_Lustiger">Jean-Marie Lustiger</a>, de origen judío, llamar la atención sobre un nuevo tipo de antisemitismo, muy agudo entre jóvenes marginados de la <em>banlieu</em>, que expresaban su desesperación “dando donde más dolía”. Era un antisemitismo de origen social no del todo nuevo, pues enlazaba con el antisemitismo genocida, <a href="https://es.wikipedia.org/wiki/Dial%C3%A9ctica_de_la_Ilustraci%C3%B3n">según la interpretación de Adorno</a>.</p>
<p><a href="https://www.trotta.es/libros/la-piedra-desechada/9788498794588/">Adorno proponía</a> tratar el antisemitismo no sólo teniendo en cuenta su genealogía religiosa o laica, sino sobre todo su final. Esa relación entre antisemitismo y Auschwitz obliga a una nueva lectura de la modernidad. Según esta interpretación Auschwitz, no sería un momento de eclipse de la razón moderna sino de despliegue de la misma. Veamos cómo. </p>
<p>Ya he dicho que la modernidad se presenta como una promesa de felicidad basada en la utopía de la igualdad. Ahora bien, esa igualdad, tan bienvenida, tiene aspectos discutibles: supone, en primer lugar, un vaciamiento de la subjetividad, de esas diferencias que conforman la identidad personal. Esa pérdida facilita el paso al individuo-masa. </p>
<p>La modernidad capitalista supone, en segundo lugar, la destrucción de las relaciones personales feudales que, aunque fueran con frecuencia de dominación, también permitían la fraternidad y la solidaridad. En su lugar aparecen unas relaciones abstractas –el mercado– que dominan sin compasión. Este es un aspecto bien estudiado por <a href="https://es.wikipedia.org/wiki/Sobre_la_cuesti%C3%B3n_jud%C3%ADa">Marx</a> y <a href="https://es.wikipedia.org/wiki/Max_Weber#Sociolog%C3%ADa_de_la_religi%C3%B3n">Weber</a>.</p>
<p>En la medida en que esa sociedad moderna no realiza lo que promete, se produce una gran frustración del individuo que se traduce en una entrega incondicional a la masa, buscando en lo colectivo lo que no tiene en casa; y también, una búsqueda del culpable, alguien con rostro. Tiene que haber alguien de carne y hueso tras la abstracción del mercado.</p>
<p>Ese chivo expiatorio es el judío por tres razones: en cuanto comerciante o prestamista, es la terminal del sistema dominador. Cuando el obrero iba a comprar descargaba su ira contra quien le vendía el pan, no contra quien le pagaba el mísero salario. El comercio fue su fatal destino. Otra: en el imaginario del antisemita, el judío es el diferente, el que no se ha sometido a ese proceso de desubjetivación. Eso no lo tolera el no judío que ve cómo el que no ha pagado el precio de la modernidad es quien sale mejor parado. </p>
<p>Finalmente, nadie como el judío representa la odiada abstracción que le mata: su monoteísmo habla de un Dios invisible y él, en su vida profesional, siempre ha tenido con ver con lo inmaterial (el dinero o el saber). Esto explicaría que el judío fuera el chivo expiatorio que concitara el odio de sus contemporáneos.</p>
<h2>La tragedia del siglo XX</h2>
<p>Pero, ¿cómo explicar que ese odio acabara en genocidio precisamente en el pueblo menos antisemita de Europa? Hace falta otro elemento. </p>
<p>Aquello fue posible por la presencia de una patología colectiva del pueblo alemán que prefería la destrucción del otro a la propia curación. Aquí hay que hablar de filosofía alemana. Para Hegel la identidad de un pueblo se construye gracias a dos elementos: la naturaleza que nos da los medios de subsistencia y el otro que nos otorga su reconocimiento. Eso siempre ha sido así y ha valido para el tipo de ser humano que hemos querido ser.</p>
<p>Hitler se lo quiso saltar con su “hombre nuevo”. Él pensaba en un alemán que no debiera nada a nadie fuera de él y de los suyos. Tampoco tenía que respetar a la naturaleza a la que consideraba una cantera que explotar sin miramiento alguno. Pues bien, para visibilizar esa creación de un hombre nuevo que niega la sabiduría milenaria recogida en Hegel, había que sacrificar públicamente a quien simbolizara al hombre antiguo: alguien que reivindicara la diferencia y la naturaleza. Había muchos candidatos. Se eligió al judío, ¿por qué? </p>
<p>Primero, porque en esa cultura alemana se hablaba de superhombres y de infrahombres. Para Nietzsche y Hegel el superhombre era el ario; y, para ellos, el infrahombre era el semita. También porque el judío, en su empeño por ser diferente, simbolizaba bien lo extraño. Y, en su apego a la tradición, expresaba la resistencia a la novedad del hombre nuevo.</p>
<h2>Más allá del antijudaísmo</h2>
<p>¿Qué conclusiones se pueden sacar de esto? En este análisis hay una parte fija y otra variable. Lo fijo es la parte sistémica que exige, por un lado, el sacrificio de la subjetividad (y, por tanto, la renuncia a la diferencia) y, por otro, la presencia dominadora de un poder abstracto, que llamamos mercado o capitalismo, que es sordo a cualquier relación personal. Mientras dure eso, el antisemitismo está servido. Eso es lo que pone en marcha el mecanismo genocida que no tiene que ver con el judío sino con <a href="http://catalogo.rebiun.org/rebiun/doc?q=84-8164-728-4+%7C%7C+8481647284&start=0&rows=1&sort=score%20desc&fq=msstored_mlt172&fv=LIB&fo=and&redo_advanced=false">la frustración que provoca el sistema en el individuo moderno</a>.</p>
<p>Lo variable es el judío. “Las víctimas son intercambiables”, dijo Adorno. “Son la vanguardia de los pueblos”, <a href="https://books.google.es/books/about/Escritos_jud%C3%ADos.html?id=0TPmPJ8w-rUC&redir_esc=y">remachaba Arendt</a>. Tiene que ser alguien que represente, en el imaginario del antisemita, la amenaza a los de casa. De ahí que siempre sea alguien de fuera. Hoy podría ser el emigrante o el moro. No se trata de rebajar el antijudaísmo del antisemitismo sino de llamar la atención sobre su alcance. Nadie está a salvo.</p><img src="https://counter.theconversation.com/content/114322/count.gif" alt="The Conversation" width="1" height="1" />
<p class="fine-print"><em><span>Manuel-Reyes Mate Rupérez no recibe salario, ni ejerce labores de consultoría, ni posee acciones, ni recibe financiación de ninguna compañía u organización que pueda obtener beneficio de este artículo, y ha declarado carecer de vínculos relevantes más allá del cargo académico citado.</span></em></p>Explicar por qué vuelve el rechazo a los judíos en un continente que vivió la gran tragedia del siglo XX no es imposible, basta con echar la vista atrás y asumir que quien sufre dicho rechazo puede ser cualquiera.Manuel-Reyes Mate Rupérez, Profesor de Investigación del CSIC ad honorem, Centro de Ciencias Humanas y Sociales (CCHS - CSIC)Licensed as Creative Commons – attribution, no derivatives.tag:theconversation.com,2011:article/1045042018-10-28T21:58:06Z2018-10-28T21:58:06ZSobre la banalidad del mal en la parrilla televisiva<figure><img src="https://images.theconversation.com/files/241998/original/file-20181024-48709-fy7149.jpg?ixlib=rb-1.1.0&rect=17%2C0%2C5973%2C3988&q=45&auto=format&w=496&fit=clip" /><figcaption><span class="caption">
</span> <span class="attribution"><a class="source" href="https://www.shutterstock.com/es/image-photo/pattern-wall-pile-colorful-retro-television-461421244">Shutterstock / jakkapan</a></span></figcaption></figure><p>Poco después de la muerte de <a href="https://es.wikipedia.org/wiki/Adolf_Eichmann">Adolf Eichmann</a> en 1962, <a href="https://es.wikipedia.org/wiki/Hannah_Arendt">Hannah Arendt</a> publicó su libro <em>Eichmann en Jerusalén</em> (1963), en el cual la filósofa alemana de origen judío detalla el proceso judicial que culminó en la condena a muerte del que fuera coronel de las SS, por genocidio y crímenes contra la humanidad. En este ensayo, que hoy se ha convertido en texto de referencia para el estudio de la psicología nazi, Arendt intenta desentrañar las razones que pueden llevar a un ser humano corriente, aparentemente despojado de maldad innata (así define ella a Eichmann) a responsabilizarse de las atrocidades que se produjeron durante la época del Holocausto.</p>
<p>Las conclusiones de Arendt sembraron una considerable polémica: no se trataba de una cuestión moral. Para entender Ravensbrück, Mauthausen o Auschwitz, había que prescindir de los conceptos del bien y del mal, y aceptar que el motor del asesinato de seis millones de judíos era, simplemente, la fuerza de la fidelidad a una adscripción política. Así, Eichmann y los demás criminales de guerra no se llegaron a cuestionar (y esta es la clave) las implicaciones éticas de su participación en la Segunda Guerra Mundial. Actuaban motivados por un sentimiento de colectividad que les llevaba a dejar de lado cualquier reflexión moral. Los nazis no tenían que ser necesariamente “malas personas”. Y esto lo escribió una judía.</p>
<p>De esta manera, Arendt acuñó el concepto de “banalidad del mal”, que hoy por hoy puede ser aplicado (salvando las distancias) a multitud de fenómenos sociales. Es particularmente interesante analizar cómo el espectador de televisión, al incluirse a sí mismo dentro de la colectividad de la audiencia, pierde la perspectiva crítica de lo que ve y relativiza las categorías éticas.</p>
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<a href="https://images.theconversation.com/files/241936/original/file-20181023-169813-1mtxxn2.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=1000&fit=clip"><img alt="" src="https://images.theconversation.com/files/241936/original/file-20181023-169813-1mtxxn2.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=754&fit=clip" srcset="https://images.theconversation.com/files/241936/original/file-20181023-169813-1mtxxn2.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=600&h=709&fit=crop&dpr=1 600w, https://images.theconversation.com/files/241936/original/file-20181023-169813-1mtxxn2.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=30&auto=format&w=600&h=709&fit=crop&dpr=2 1200w, https://images.theconversation.com/files/241936/original/file-20181023-169813-1mtxxn2.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=15&auto=format&w=600&h=709&fit=crop&dpr=3 1800w, https://images.theconversation.com/files/241936/original/file-20181023-169813-1mtxxn2.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=754&h=890&fit=crop&dpr=1 754w, https://images.theconversation.com/files/241936/original/file-20181023-169813-1mtxxn2.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=30&auto=format&w=754&h=890&fit=crop&dpr=2 1508w, https://images.theconversation.com/files/241936/original/file-20181023-169813-1mtxxn2.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=15&auto=format&w=754&h=890&fit=crop&dpr=3 2262w" sizes="(min-width: 1466px) 754px, (max-width: 599px) 100vw, (min-width: 600px) 600px, 237px"></a>
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<span class="caption">La filósofa alemana de origen judío Hannah Arendt (1906-1975)</span>
<span class="attribution"><span class="source">Flickr</span></span>
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<p>Otros autores más modernos, como el sociólogo marroquí <a href="http://gerardimbert.blogspot.com/p/bio-gerard-imbert.html">Gérard Imbert</a>, añaden a la tesis de Arendt la posibilidad de que la violencia pueda funcionar como espectáculo. </p>
<p>Se conjugan dos perspectivas complementarias: por una parte, el espectador no reflexiona sobre las implicaciones morales de los contenidos que está consumiendo, y por otra, disfruta realmente viendo a otras personas sufrir. </p>
<p>Por poner un ejemplo, el escritor americano <a href="https://es.wikipedia.org/wiki/Don_DeLillo">Don DeLillo</a> es muy elocuente acerca de este hecho en su novela <em>White Noise</em> (1985): cuando vemos morir a alguien, nuestra posición de testigos nos tranquiliza de alguna manera, porque eso significa que nosotros seguimos vivos; le hemos ganado a la muerte, mientras otros han sucumbido a ella. </p>
<p>En la actualidad existe, según Imbert, una disolución de la categoría clásica “placer-dolor”, en la medida en que, como espectadores, reivindicamos el derecho colectivo del sadismo, de ver sufrir a otros desde nuestra cómoda posición de “individuos desindividualizados”. El espectador se convierte en testigo, y la maquinaria televisiva tiende a la producción del <em>performance</em>, porque la emoción del sufrimiento es real. El dolor, el tormento, se han erigido en <em>show</em>, en un espectáculo social al estilo del teatro sangriento de Séneca. </p>
<p>Todos recordamos dónde estábamos el 11 de septiembre de 2001, y en compañía de quién veíamos la televisión: una consecuencia directa de la ritualización del dolor, cuyos elementos coinciden con los elementos del espectáculo. De hecho, el cine ha reflexionado acerca de las características del espectador-testigo de la violencia en producciones como <em><a href="https://www.imdb.com/title/tt0808279/">Funny Games</a></em> (Michael Haneke, 1997) o la saga <em><a href="https://www.imdb.com/title/tt0387564/">Saw</a></em> (James Wan y otros, 2004-).</p>
<h2>Los límites del humor amarillo</h2>
<p>La banalidad del mal y el sadismo están detrás de una tradición de formatos televisivos más o menos inocentes o amables, encabezada por el concurso japonés <em><a href="https://es.wikipedia.org/wiki/F%C5%ABun!_Takeshi_J%C5%8D">Humor amarillo</a></em> (1986-1989) y que en España siguió su curso con <em><a href="https://es.wikipedia.org/wiki/El_Grand_Prix_del_verano">El Gran Prix del verano</a></em> (1995-2009). </p>
<p>Hoy en día encontramos otros concursos en los que el error del concursante es penado con castigos físicos leves o un simulacro de ellos (<em>Ahora caigo</em>, <em>Boom</em>, <em>Crush, la pasta te aplasta</em>) o de <em>reality shows</em> en los que los participantes son sometidos, al menos aparentemente, a condiciones más o menos extremas de supervivencia (<em>Supervivientes</em> o <em>La isla</em> son los más populares, pero existen otros formatos mucho más duros, como <em>Solos</em>, <em>Fear Factor</em> o <em>Kid Nation</em>, entre otros). </p>
<p>Desde luego, y aunque el éxito de estos formatos pueda venir en parte justificado por el sentimiento sádico de la audiencia, sus consecuencias a nivel de sufrimiento ocasionado no pueden compararse de ninguna forma con las atrocidades de Eichmann. Pero, probablemente, sí pueden ser estudiados desde los mismos paradigmas.</p>
<p>¿Dónde está el límite? Recordamos el polémico caso de aquel <em>reality show</em> de supervivencia preparado para filmarse en Siberia en torno a 2017, en el cual, teóricamente, estarían permitidos los asesinatos entre concursantes (así lo decía el contrato del programa, aunque, lógicamente, las autoridades rusas no lo habrían permitido). Un proyecto, llamado <a href="https://www.antena3.com/se-estrena/noticias/la-gran-estafa-detras-del-reality-show-al-estilo-de-los-juegos-del-hambre-que-iba-a-celebrarse-en-rusia_201706285953c18f0cf2a25c00ab189f.html"><em>Games 2 Winter</em></a> en clara alusión a <em><a href="https://es.wikipedia.org/wiki/Trilog%C3%ADa_de_Los_juegos_del_hambre">Los juegos del hambre</a></em>, que tuvo que dar marcha atrás después incluso de que los concursantes estuvieran ya seleccionados, y que hoy en día es justificado por su productor como una mera estrategia de marketing para darse a conocer a sí mismo (en realidad, seguimos sin saber si esto es cierto o si, realmente, el proyecto tuvo que suspenderse por cuestiones legales).</p>
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<a href="https://images.theconversation.com/files/241939/original/file-20181023-169813-ewhd3d.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=1000&fit=clip"><img alt="" src="https://images.theconversation.com/files/241939/original/file-20181023-169813-ewhd3d.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=754&fit=clip" srcset="https://images.theconversation.com/files/241939/original/file-20181023-169813-ewhd3d.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=600&h=376&fit=crop&dpr=1 600w, https://images.theconversation.com/files/241939/original/file-20181023-169813-ewhd3d.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=30&auto=format&w=600&h=376&fit=crop&dpr=2 1200w, https://images.theconversation.com/files/241939/original/file-20181023-169813-ewhd3d.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=15&auto=format&w=600&h=376&fit=crop&dpr=3 1800w, https://images.theconversation.com/files/241939/original/file-20181023-169813-ewhd3d.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=754&h=472&fit=crop&dpr=1 754w, https://images.theconversation.com/files/241939/original/file-20181023-169813-ewhd3d.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=30&auto=format&w=754&h=472&fit=crop&dpr=2 1508w, https://images.theconversation.com/files/241939/original/file-20181023-169813-ewhd3d.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=15&auto=format&w=754&h=472&fit=crop&dpr=3 2262w" sizes="(min-width: 1466px) 754px, (max-width: 599px) 100vw, (min-width: 600px) 600px, 237px"></a>
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<span class="caption">Imagen promocional del proyecto de reality show <em>Games 2 winter</em></span>
<span class="attribution"><span class="source">TICbeat</span></span>
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<p>En todo caso, no es descabellado pensar que parte de la producción televisiva de entretenimiento pueda ser analizada acogiéndose a las teorías de Arendt o Imbert. </p>
<p>Lo que sí está claro es que, cada día más, es necesario hacer una reflexión seria sobre los contenidos que demandamos como consumidores, y qué tipo de necesidades buscamos satisfacer con ellos.</p><img src="https://counter.theconversation.com/content/104504/count.gif" alt="The Conversation" width="1" height="1" />
<p class="fine-print"><em><span>David Navarro Martínez recibe fondos de Universidad de Valladolid y Junta de Castilla y León</span></em></p><p class="fine-print"><em><span>Carmen M. Méndez García receives funding from Ministerio de Ciencia, Innovación y Universidades and Universidad Complutense de Madrid. </span></em></p>El entretenimiento televisivo se nutre parcialmente de formatos en los que el malestar de los protagonistas es el principal reclamo publicitario. Esto podría tener una explicación sociológica.David Navarro Martínez, Doctorando en Estudios Literarios, Universidad Complutense de MadridLicensed as Creative Commons – attribution, no derivatives.