La educación ha vivido un año complejo, un año del que no sabemos si logrará recuperarse pronto. Fue azotada por las consecuencias de una pandemia y los alumnos, como si estuvieran en situación de guerra, volvieron a sus casas. Como colofón a estos meses tan convulsos se aprobó la octava ley educativa de la democracia española.
Fotografía de José Valdelomar tomada en el transcurso de las Misiones Pedagógicas en Las Hurdes (Cáceres) circa 1933.
Biblioteca Digital Hispánica - BNE / José Valdelomar
Después de hacer un recorrido por las distintas leyes educativas que ha habido en España desde el siglo XIX, se puede concluir que la LOMLOE es una de las que propone más claramente una mejora de la calidad en las escuelas rurales y un mayor apoyo a su funcionamiento.
La nueva Ley de Educación supone un paso más hacia la inclusión de las personas con discapacidad. Destaca el plazo limitado para que se incorporen a la escuela ordinaria con los recursos necesarios.
La promesa de la "ley Celaá" de integrar a los niños con necesidades especiales en los colegios ordinarios no parece posible sin dotar de recursos y poner en marcha políticas inclusivas que acaben con la marginación que aún sigue existiendo.
La nueva ley de educación (LOMLOE), la octava de la democracia, nace con vocación de adaptarse a la nueva sociedad en un tiempo de cambios profundos y tras haber vivido una crisis educativa causada la covid-19. Estos son sus objetivos y sus desafíos.
La reforma de la ley educativa propone eliminar la oligatoriedad de la asignatura de matemáticas en las modalidades de Ciencias y Ciencias Sociales. Esto llevará a que España siga en inferioridad de condiciones respecto a países que cuentan con profesionales mejor formados capaces de responder a las necesidades tecnológicas del siglo XXI.
Profesor Titular de Universidad de Matemática Aplicada. Área de interés: educación, divulgación y comunicación científica., Universidad Politécnica de Madrid (UPM)