La pseudoefedrina, un medicamento usado para la descongestión nasal, puede ser adictiva en ciertas personas si se utiliza más de 5 días consecutivos, incluso puede empeorar la congestión.
Una parte de los fármacos que consumimos es excretada, de forma que termina en el agua de riego y, por tanto, en los cultivos. Las depuradoras no pueden eliminar estos compuestos por completo.
Los efectos secundarios de los fármacos son uno de los grandes problemas de la medicina actual. Para solventarlo, la ciencia moderna está buscando respuestas en fármacos que se activan con luz.
Gimnasios, herbolarios, centros de dietética y farmacias ‘online’ son los lugares más habituales donde se venden medicamentos sin receta y con posologías sin ningún tipo de control.
No hay que desconfiar si en la farmacia nos ofrecen la alternativa sin marca y más barata: su eficacia y seguridad son idénticas a las del fármaco original.
Las autoridades sanitarias deben facilitar la entrada en el sistema a nuevos medicamentos que aporten mejoras a la salud de sus ciudadanos. Pero, ¿hasta qué punto un sistema público debe financiar todos los medicamentos seguros y eficaces?
Nuestra edad, sexo, situación médica y otras condiciones personales pueden determinar la eficacia y la seguridad de los fármacos que recibimos. Tener en cuenta quién es el paciente mejora el beneficio terapéutico.
Al menos una persona muere cada día por errores de medicación. Los profesionales de enfermería pasan casi el 40% de su jornada laboral manejando fármacos. De ahí la importancia de formarles con la seguridad como eje central de su aprendizaje.
En la actualidad se comercializan 17 fármacos procedentes de los océanos y otros 30 se encuentran en fase de estudios clínicos. Se dirigen, principalmente, al tratamiento del cáncer.
El mercado mundial de medicamentos creció un 8% anual en 2020.
Angela Weiss / AFP
Los gigantes de la industria farmacéutica se distinguen por sus márgenes, pero sus valoraciones bursátiles se mantienen en la media de las grandes empresas cotizadas. La crisis del coronavirus no ha hecho que cambie.
El desarrollo de la tecnología y la biología estructural ha hecho que los fármacos cada vez tarden menos en salir al mercado. Ahora, una nueva metodología ha conseguido acelerar el proceso aún más.
La vacunación contra la COVID-19 tiene el potencial de disminuir drásticamente la gravedad de la enfermedad. Pero eso no significa que haya que dejar de pelear por conseguir medicamentos para tratar la enfermedad una vez que hemos sido infectados.
Una vez aprobados, los fármacos pueden producir reacciones adversas. Entre otras cosas porque las condiciones reales en las que se va a usar un fármaco son distintas de las condiciones controladas en las que se ha llevado a cabo el ensayo clínico.
Los costes de poner un nuevo medicamento en el mercado con estrategia tradicional son tremendos. Una alternativa útil con enfermedades emergentes como la covid-19 es recurrir a viejos conocidos.
Hasta que fármacos y vacunas llegan a las farmacias y hospitales tiene lugar una larga carrera de obstáculos. Es un proceso caro que puede necesitar más de una década.
La edad avanzada va asociada a un aumento de enfermedades crónicas y al consumo de diferentes fármacos a la vez. Con el riesgo de sufrir sufrir reacciones adversas medicamentosas y empeorar la salud.
Farmacia con anuncio de Aspirina en la Adolf Hitler Strasse de Wermsdorf, (Sajonia, Alemania), en 1936.
Wikimedia Commons / Brück & Sohn Kunstverlag Meißen
Érase una vez un químico llamado Felix Hoffmann que para paliar el sufrimiento de su padre inventó el ácido aceitlsalicílico. O quizás no. La verdadera historia de la aspirina la ocultaron los nazis.
Investigadora y docente de postgrado en la Facultad de Medicina y Enfermería. Departamentos: Farmacología / Inmunología, Microbiología y Parasitología, Universidad del País Vasco / Euskal Herriko Unibertsitatea
Científica del CSIC. Bioquímica de Sistemas de la división bacteriana. Comunicadora científica, Centro de Investigaciones Biológicas Margarita Salas (CIB - CSIC)