tag:theconversation.com,2011:/us/topics/moral-58196/articlesmoral – The Conversation2023-12-12T19:02:35Ztag:theconversation.com,2011:article/2148092023-12-12T19:02:35Z2023-12-12T19:02:35Z¿Pueden los videojuegos ayudar a combatir actitudes sociales no deseadas?<p>El efecto de los videojuegos en el desarrollo social, afectivo y cognitivo de niños y adolescentes preocupa desde que estos se han convertido en una de las principales formas de entretenimiento a edades tempranas. Como caso extremo, el gobierno de China limita el acceso a los videojuegos de los menores de edad, <a href="https://www.newscientist.com/article/2387005-chinas-video-game-limits-havent-cut-heavy-gaming/">aunque con poco éxito</a>.</p>
<p>La <a href="https://theconversation.com/quiere-saber-si-su-hijo-es-adicto-a-los-videojuegos-118350">adicción de los jóvenes a los videojuegos</a> es sin duda preocupante. En España, <a href="https://www.gfk.com/es/prensa/radiografia-generacionZ-gfkdam">14 millones de personas los usan diariamente</a> y en la generación Z (aquellos nacidos entre finales de los 90 y la primera década de los 2000) el consumo diario sube hasta el 70 %. </p>
<p>Es por tanto uno de los entretenimientos favoritos de los jóvenes, hasta el punto de que <a href="https://theconversation.com/el-boom-del-videojuego-una-industria-que-factura-mas-que-el-cine-y-la-musica-juntos-131871">la industria de los videojuegos mueve ya más dinero que el cine y la música juntos</a>. Pero ¿son realmente nocivos? ¿Pueden llegar a ser beneficiosos?</p>
<h2>¿Nocivos para el desarrollo de los jóvenes?</h2>
<p>Sabemos que muchos videojuegos hacen que el jugador se implique en conductas <a href="https://theconversation.com/la-doble-moral-en-los-videojuegos-si-a-la-violencia-extrema-no-al-sexo-103602">violentas</a>, xenófobas o <a href="https://theconversation.com/videojuegos-entretenimiento-exclusivo-para-chicos-131824">machistas</a>. Por ejemplo, <a href="https://www.liebertpub.com/doi/10.1089/cyber.2019.0676">un estudio reciente</a> identificó que el uso del videojuego <em>Street Fighter II</em> promovía actitudes ligeramente más agresivas justo después de jugar que un videojuego como <em>Tetrix</em>.</p>
<p>Sin embargo, los estudios sobre los efectos que estos promueven en la conducta no son concluyentes. No hay investigaciones que hayan demostrado que los videojuegos promuevan conductas agresivas que perduren en el tiempo o que realmente se transfieran a contextos cotidianos. </p>
<p>En cualquier caso, para contrarrestar estos posibles comportamientos antisociales asociados al uso de videojuegos ha surgido un movimiento, llamado <a href="https://www.gamesforchange.org/"><em>Games for change</em></a> (“juegos para el cambio”, en español), que diseña videojuegos para promover actitudes prosociales entre los jóvenes, sin perder por ello <a href="https://www.sciencedirect.com/science/article/pii/S1875952121000100?casa_token=Ven-TS8LWY8AAAAA:0R1-UyENGsV-tXfKFzR9XWGpKx4iEVG25E0_bWsW1HZ1EiOOpPFusqoFBxkCbRlbQAiW_C_A">el componente lúdico que los caracteriza</a>. Un ejemplo, de triste actualidad, sería <em>PeaceMaker</em>, en el que los jugadores deben tomar decisiones para desescalar el conflicto bélico entre israelíes y palestinos. </p>
<h2>No basta con jugar sin más</h2>
<p><em>PeaceMaker</em> ha sido utilizado en <a href="https://doi.org/10.1111/insp.12076">investigaciones educativas con buenos resultados</a>. Sin embargo, estos efectos positivos no se producen por el mero hecho de jugar. Por ejemplo, jugar a <em>PeaceMaker</em> adoptando posiciones congruentes con la propia identidad incluso refuerza ligeramente, en vez de reducir, <a href="https://ijoc.org/index.php/ijoc/article/view/1056/710">las actitudes negativas hacia la otra comunidad</a>. </p>
<p>Sin embargo, cuando se juega en la posición contraria a las creencias del jugador, la distancia entre las partes implicadas en el conflicto se reduce. Por lo tanto, es el conflicto y la reflexión sobre las propias acciones lo que parece contribuir a moderar, si no cambiar, las propias actitudes y valores.</p>
<h2>Favorecer la socialización de los jóvenes</h2>
<p>Para favorecer aprendizajes sociales con videojuegos es necesario acompañar el juego con actividades educativas que promuevan la reflexión. Algo parecido sucede con <em>Papers, Please</em>, otro videojuego prosocial, cuyo propósito es <a href="https://doi.org/10.1007/s10676-016-9407-z">sensibilizar sobre los inmigrantes</a>. </p>
<p>En <em>Papers, Please</em> el jugador es un agente de aduanas que debe permitir o impedir el paso a inmigrantes siguiendo la normativa de un estado autoritario. Esos inmigrantes cuentan las difíciles circunstancias por las que necesitan cruzar la frontera, generando diversos dilemas morales entre el cumplimiento de las normas y la atención a las necesidades de esas personas. </p>
<p>Pero diversas investigaciones muestran que jugar a ser agente de aduanas en <em>Papers, Please</em> no cambia las actitudes de los jóvenes sobre la inmigración ni tampoco promueve una reflexión moral. En contra del propósito del juego, los jugadores se limitan a cumplir las normas para seguir así pasando pantallas.</p>
<figure class="align-center zoomable">
<a href="https://images.theconversation.com/files/556184/original/file-20231026-19-iyd08z.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=1000&fit=clip"><img alt="Diálogo que reproduce la petición de asilo de una mujer refugiada en la frontera." src="https://images.theconversation.com/files/556184/original/file-20231026-19-iyd08z.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=754&fit=clip" srcset="https://images.theconversation.com/files/556184/original/file-20231026-19-iyd08z.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=600&h=347&fit=crop&dpr=1 600w, https://images.theconversation.com/files/556184/original/file-20231026-19-iyd08z.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=30&auto=format&w=600&h=347&fit=crop&dpr=2 1200w, https://images.theconversation.com/files/556184/original/file-20231026-19-iyd08z.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=15&auto=format&w=600&h=347&fit=crop&dpr=3 1800w, https://images.theconversation.com/files/556184/original/file-20231026-19-iyd08z.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=754&h=437&fit=crop&dpr=1 754w, https://images.theconversation.com/files/556184/original/file-20231026-19-iyd08z.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=30&auto=format&w=754&h=437&fit=crop&dpr=2 1508w, https://images.theconversation.com/files/556184/original/file-20231026-19-iyd08z.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=15&auto=format&w=754&h=437&fit=crop&dpr=3 2262w" sizes="(min-width: 1466px) 754px, (max-width: 599px) 100vw, (min-width: 600px) 600px, 237px"></a>
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<span class="caption">Captura de pantalla de un momento del videojuego.</span>
<span class="attribution"><a class="source" href="https://papersplea.se/">Papers, Please.</a></span>
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<p>¿Cómo podemos convertir <em>Papers, Please</em> en un actividad educativa con contenido moral? Para lograrlo pedimos a estudiantes universitarios que jugaran en parejas y, tras un diálogo, tomaran decisiones conjuntas sobre determinados eventos <a href="https://www.mdpi.com/2475790">con consecuencias morales</a>.</p>
<p>Jugando así, las parejas explicitaron contenidos morales en un 44 % de sus diálogos, muy por encima del 5 % que encontramos en <a href="https://link.springer.com/article/10.1007/s10639-022-11072-x">un estudio previo </a> de juego espontáneo individual. </p>
<h2>Diálogos sobre dilemas morales</h2>
<p>La reflexión moral surgía sobre todo cuando el diálogo hacía explícito el conflicto entre las normas y la situación del inmigrante. También observamos una mayor activación moral cuando se interactuaba directamente con los inmigrantes, al aumentar la empatía con ellos y consecuentemente otras emociones como el miedo o la pena, que mediaban en sus discursos.</p>
<p>No obstante, debido a la propia dinámica del juego, que exige respetar las normas del Estado para mantenerse vivo, estas reflexiones morales no siempre conducían a acciones congruentes con esos valores morales, basados en la empatía y en el respeto de los derechos de los inmigrantes. </p>
<p>En algunas ocasiones cumplir con las normas del juego provocaba el sufrimiento tanto físico como psicológico de los inmigrantes. Por ejemplo, podemos señalar el caso de una refugiada que no tenía los papeles en regla pero indicaba que si no cruzaba la frontera sería ejecutada en su país. En este caso, es evidente que la decisión moral sería permitir el paso de esta persona, a pesar de obtener una sanción. Sin embargo, los jugadores a menudo preferían regirse por las normas y no hacer distinciones con las situaciones personales de los inmigrantes. </p>
<p>El contenido moral del juego reside precisamente en ese conflicto entre el respeto a unos valores, encarnados aquí por los inmigrantes, y el cumplimiento de las normas, un conflicto muy frecuente por poco que abramos los ojos a nuestro entorno.</p>
<p>Aun así, apreciamos una intención de tomar decisiones morales, incluso cuando esto implicaba una sanción en el marco del juego, como refleja este diálogo en el que dos
participantes asumen saltarse las normas por el bien de una inmigrante: </p>
<blockquote>
<p>– Entonces, ¿qué hacemos? Yo la dejaría entrar. </p>
<p>– A ver, si yo fuera “machine learning”, no la dejaría entrar, pero por eso es importante que en la aduana haya personas. </p>
</blockquote>
<h2>Jugar con conciencia</h2>
<p>Por tanto, además del contenido del juego es importante considerar cómo o para qué se juega. Como se ha señalado en estas líneas, el diálogo entre jugadores puede ser una herramienta útil para promover actitudes prosociales en videojuegos como <em>Papers, Please</em> que tratan dilemas morales pero que por sí mismos no son capaces de hacer reflexionar a la mayor parte de sus jugadores.</p>
<p>No obstante, hay que destacar que <em>Papers, Please</em> no es el único juego centrado en promover conflictos morales en los jugadores. Por ejemplo, <a href="https://journals.sagepub.com/doi/full/10.1177/1555412017725996"><em>This war of mine</em></a> es otro juego al que se puede hacer referencia. Este juego pone al jugador en la tesitura de enfrentarse a diversos conflictos morales mientras se actúa como un civil en medio de la guerra de los Balcanes. De este modo, de nuevo surge el dilema de tomar decisiones cuestionables o de actuar bien, aun arriesgándose a sufrir las consecuencias de las propias acciones. </p>
<p>Este hecho nos lleva a reflexionar que quizá las familias, docentes o instituciones no deberíamos pensar tanto en prohibir o restringir los videojuegos, sino en promover una mayor conciencia sobre su elección y uso a través de un diálogo, no solo entre jugadores sino entre todos nosotros, sobre los efectos de los videojuegos en nuestra sociedad.</p>
<p>Los videojuegos llegaron hace más de 30 años para quedarse, pero su componente lúdico no debe hacernos olvidar las posibilidades educativas que estos recursos tienen para hacernos pensar sobre las historias y sucesos que nos muestran.</p><img src="https://counter.theconversation.com/content/214809/count.gif" alt="The Conversation" width="1" height="1" />
<p class="fine-print"><em><span>Juan Ignacio Pozo ha recibido fondos del Ministerio de Ciencia e Innovación de España para diversos proyectos de investigación relacionados con temática de este artículo</span></em></p><p class="fine-print"><em><span>Beatriz Cabellos Elipe no recibe salario, ni ejerce labores de consultoría, ni posee acciones, ni recibe financiación de ninguna compañía u organización que pueda obtener beneficio de este artículo, y ha declarado carecer de vínculos relevantes más allá del cargo académico citado.</span></em></p>Un movimiento de videojuegos con contenido moral y basado en la realidad ofrece la posibilidad de emular situaciones que fomentan el diálogo sobre dilemas morales.Beatriz Cabellos Elipe, Investigadora en la Universidad Autónoma de Madrid, Universidad Autónoma de MadridJuan Ignacio Pozo, Catedrático de Psicología Básica, especializado en Psicología del Aprendizaje, Universidad Autónoma de MadridLicensed as Creative Commons – attribution, no derivatives.tag:theconversation.com,2011:article/1817472022-04-27T17:41:44Z2022-04-27T17:41:44ZCaso Piqué-Rubiales: ¿qué son los conflictos de interés?<figure><img src="https://images.theconversation.com/files/460027/original/file-20220427-20-mxbd1d.jpg?ixlib=rb-1.1.0&rect=0%2C0%2C5035%2C3354&q=45&auto=format&w=496&fit=clip" /><figcaption><span class="caption">Gerard Piqué, jugador de fútbol y empresario.</span> <span class="attribution"><a class="source" href="https://www.shutterstock.com/es/image-photo/kuala-lumpur-august-10-fc-barcelonas-150268838">Shutterstock / CHEN WS</a></span></figcaption></figure><p>Hablar de conflictos de interés está de plena actualidad tras <a href="https://www.rtve.es/play/videos/telediario/rubiales-pique-supercopa-comisiones/6496706/">conocerse los acuerdos</a> entre Luis Rubiales, presidente de la Federación Española de Fútbol, y el jugador del Barça Gerard Piqué, en su calidad de propietario de la empresa Kosmos, que participa en los acuerdos para llevar la Supercopa a Arabia Saudí. </p>
<p>Pero también hay otros campos donde los conflictos de interés son objeto de una atención relevante por parte de la opinión pública: altos cargos que toman decisiones que pueden favorecer a personas con las que tienen vínculos estrechos, médicos que reciben prebendas de la industria farmacéutica, jueces que vuelven a la magistratura después de una intensa actividad en la primera línea de la vida política… </p>
<figure class="align-right zoomable">
<a href="https://images.theconversation.com/files/460028/original/file-20220427-23-yfvzxy.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=1000&fit=clip"><img alt="" src="https://images.theconversation.com/files/460028/original/file-20220427-23-yfvzxy.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=237&fit=clip" srcset="https://images.theconversation.com/files/460028/original/file-20220427-23-yfvzxy.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=600&h=771&fit=crop&dpr=1 600w, https://images.theconversation.com/files/460028/original/file-20220427-23-yfvzxy.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=30&auto=format&w=600&h=771&fit=crop&dpr=2 1200w, https://images.theconversation.com/files/460028/original/file-20220427-23-yfvzxy.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=15&auto=format&w=600&h=771&fit=crop&dpr=3 1800w, https://images.theconversation.com/files/460028/original/file-20220427-23-yfvzxy.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=754&h=969&fit=crop&dpr=1 754w, https://images.theconversation.com/files/460028/original/file-20220427-23-yfvzxy.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=30&auto=format&w=754&h=969&fit=crop&dpr=2 1508w, https://images.theconversation.com/files/460028/original/file-20220427-23-yfvzxy.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=15&auto=format&w=754&h=969&fit=crop&dpr=3 2262w" sizes="(min-width: 1466px) 754px, (max-width: 599px) 100vw, (min-width: 600px) 600px, 237px"></a>
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<span class="caption">Luis Rubiales, presidente de la Real Federación Española de Fútbol.</span>
<span class="attribution"><a class="source" href="https://www.shutterstock.com/es/image-photo/new-york-ny-usa-july-15-678381979">Shutterstock / lev radin</a></span>
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</figure>
<p>El <a href="https://www.researchgate.net/publication/272973284_Conflict_of_Interest">conflicto de interés</a> es una figura moral que aparece en la conducta de quien tiene un deber u obligación (interés primario) que choca con un interés de carácter personal (interés secundario), que puede distorsionar su juicio profesional de un modo inaceptable, haciendo temer que la justicia sea lesionada.</p>
<p>El problema del acuerdo entre Piqué y Rubiales no está en que sea ilegal, sino en el riesgo de que el dinero de las comisiones que se van a embolsar (interés secundario) influya en el obligatorio rigor de sus actuaciones profesionales (interés primario), ya sea a la hora de elegir árbitros (Rubiales) ya sea en el grado de implicación en el campo de juego (Piqué). </p>
<p>Veamos ejemplos en otros ámbitos. </p>
<p>Un juez tendría un conflicto de interés si tuviera que juzgar una demanda donde se vea implicado un familiar. No estamos afirmando que vaya a dar una sentencia injusta, sino que tener lazos afectivos con una persona implicada genera una sospecha razonable. </p>
<p>Un médico que ha recibido donaciones de una compañía farmacéutica tiene un conflicto de interés porque podría sesgar los resultados de una investigación a favor de los intereses de la empresa en cuestión. Esto no significa que vaya a falsificar una publicación, sino que existe el riesgo de que sean enmascarados unos potenciales resultados negativos. </p>
<h2>Confusión entre dos términos</h2>
<p>Conviene precisar muy bien de qué estamos hablando. Con facilidad se confunden los términos y su significado, tanto en el ámbito coloquial como en los medios de comunicación, e incluso en las revistas académicas de lengua castellana, donde a menudo se utiliza de manera impropia (quizá por una inadecuada traducción de la expresión <em>conflict of interest</em>) la denominación <em>conflicto de intereses</em> (no <em>interés</em>). </p>
<p>Los conflictos de intereses se refieren a otra situación diferente que se da cuando hay un enfrentamiento entre los intereses de diferentes sujetos físicos o morales. Por ejemplo, dos empresas pueden tener un <em>conflicto de intereses</em> al optar a un contrato que ofrece una institución con unas determinadas condiciones. En este ejemplo, la persona encargada por la institución para evaluar la idoneidad de las ofertas es quien podría tener el genuino <em>conflicto de interés</em> si recientemente hubiera ocupado un cargo en una de las empresas que compiten por el contrato, porque existe el riesgo de que esta circunstancia introduzca un sesgo de parcialidad en su decisión.</p>
<p>También nos interesa diferenciar el auténtico <em>conflicto de interés</em> de la figura sobradamente conocida del <em>soborno</em> que, más allá de un riesgo, pasa a constituir directamente la comisión de un delito. Por ejemplo, cuando el responsable de la evaluación de ofertas recibe un regalo sustancioso a cambio de favorecer a una de las empresas que optan a la adjudicación de un contrato. Otro ejemplo de soborno sería que un médico recibiera una compensación a cambio de recetar un medicamento. </p>
<h2>¿Cómo afrontarlos?</h2>
<p>Se puede decir que un conflicto de interés es el equivalente a una tentación, que debe diferenciarse de su aceptación. Sin embargo, hay tentaciones que cuando se ignoran o se admiten conscientemente suponen asumir un exceso de riesgo que ya es en sí mismo moralmente inaceptable. </p>
<p>La gestión ética de los conflictos de interés en las instituciones se debe realizar mediante normativas explícitas y supervisión corporativa por sus órganos de gobierno o comisiones <em>ad hoc</em>. Con este fin se contemplan varias estrategias: transparencia, revisión con autorización, incompatibilidades y, por último, la inhibición.</p>
<ul>
<li><p><strong>La transparencia mediante declaración pública</strong> es considerada como la regla de oro ante los conflictos de interés. Es éticamente muy saludable poner de manifiesto los intereses secundarios que podrían afectar a la rectitud del juicio profesional. La pregunta decisiva en este punto es: ¿me sentiría cómodo si las personas relacionadas con mi actividad profesional conocieran mi interés secundario en esta materia? </p></li>
<li><p><strong>La revisión de los conflictos de interés para su posterior autorización</strong> por un comité es un sistema de control que algunas instituciones llevan a cabo. Además de la transparencia y la revisión previa a la autorización, también se puede establecer un régimen de incompatibilidades para ocupar determinados puestos directivos. </p></li>
<li><p><strong>La inhibición</strong> ante determinadas circunstancias es otra medida clásica para afrontar un conflicto de interés. Es el caso de la retirada, de forma voluntaria, de una comisión o tribunal cuando se va a evaluar a una persona con la que se tiene algún vínculo especial y que haría peligrar o poner bajo sospecha la justicia de la resolución.</p></li>
</ul>
<h2>Las instituciones necesitan transparencia</h2>
<p>El debate tras las conversaciones filtradas entre Rubiales y Piqué pone de manifiesto que la Federación Española de Fútbol necesita revisar su <a href="https://www.rfef.es/sites/default/files/pdf/codigo_etico_rfef_28_05_21_vf.pdf">código ético</a>, para que, al menos, se perfeccione la transparencia en la gestión de los conflictos de interés. De otro modo la sombra de la sospecha genera desconfianza social.</p><img src="https://counter.theconversation.com/content/181747/count.gif" alt="The Conversation" width="1" height="1" />
<p class="fine-print"><em><span>Rogelio Altisent Trota no recibe salario, ni ejerce labores de consultoría, ni posee acciones, ni recibe financiación de ninguna compañía u organización que pueda obtener beneficio de este artículo, y ha declarado carecer de vínculos relevantes más allá del cargo académico citado.</span></em></p>Los pactos entre el presidente de la Federación Española de Fútbol y el jugador y empresario Gerard Piqué han traído a la actualidad el conflicto de interés y las prácticas inmorales. Explicamos cómo deberían funcionar los códigos éticos de individuos, empresas e instituciones.Rogelio Altisent Trota, Profesor titular de Bioética. Cátedra de Profesionalismo y Ética Clínica, Universidad de ZaragozaLicensed as Creative Commons – attribution, no derivatives.tag:theconversation.com,2011:article/1557032021-06-06T19:05:15Z2021-06-06T19:05:15Z¿Señores o lacayos de la inteligencia artificial? Una fábula ético-filosófica<figure><img src="https://images.theconversation.com/files/404338/original/file-20210603-17-1wc20bq.jpg?ixlib=rb-1.1.0&rect=0%2C0%2C7500%2C4603&q=45&auto=format&w=496&fit=clip" /><figcaption><span class="caption">
</span> <span class="attribution"><a class="source" href="https://www.shutterstock.com/es/image-photo/robot-hand-making-contact-human-on-1379131412">Shutterstock / sdecoret</a></span></figcaption></figure><blockquote>
<p>“Conseguir crear una Inteligencia Artificial puede ser el mayor logro histórico de la humanidad. Pero también puede ser el último, si no acertamos a evitar sus riesgos.” (<a href="https://derecho.usmp.edu.pe/sapere/ediciones/edicion_8/cultura/Stephen_Hawking.pdf">Stephen Hawking</a>)</p>
</blockquote>
<p>¿Puede la <a href="https://www.arte.tv/de/videos/081590-000-A/ihuman/">Inteligencia Artificial</a> dotar de una nueva dimensión a la humanidad? ¿Esta poderosa herramienta nos convertirá en <a href="https://es.wikipedia.org/wiki/Homo_Deus:_Breve_historia_del_ma%C3%B1ana"><em>Homo Deus</em></a>? ¿O devendremos más bien siervos de una futura deidad que ya controla en buena medida nuestros afectos y preferencias?</p>
<p>Aunque se trate de un <a href="https://theconversation.com/nada-mas-humano-que-la-inteligencia-artificial-157347">invento humano</a>, conviene analizar los escenarios que pueden darse si alguna vez llega una <a href="https://blogs.elconfidencial.com/cultura/tribuna/2021-03-23/ia-inteligencia-artificial_3001116/">superinteligencia artificial</a>. Para ello utilizaremos una suerte de fábula filosófica con su moraleja ética. </p>
<h2>Deshumanización de nuestra relaciones personales</h2>
<figure class="align-right ">
<img alt="" src="https://images.theconversation.com/files/386550/original/file-20210225-21-14pw1sm.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=237&fit=clip" srcset="https://images.theconversation.com/files/386550/original/file-20210225-21-14pw1sm.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=600&h=327&fit=crop&dpr=1 600w, https://images.theconversation.com/files/386550/original/file-20210225-21-14pw1sm.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=30&auto=format&w=600&h=327&fit=crop&dpr=2 1200w, https://images.theconversation.com/files/386550/original/file-20210225-21-14pw1sm.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=15&auto=format&w=600&h=327&fit=crop&dpr=3 1800w, https://images.theconversation.com/files/386550/original/file-20210225-21-14pw1sm.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=754&h=411&fit=crop&dpr=1 754w, https://images.theconversation.com/files/386550/original/file-20210225-21-14pw1sm.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=30&auto=format&w=754&h=411&fit=crop&dpr=2 1508w, https://images.theconversation.com/files/386550/original/file-20210225-21-14pw1sm.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=15&auto=format&w=754&h=411&fit=crop&dpr=3 2262w" sizes="(min-width: 1466px) 754px, (max-width: 599px) 100vw, (min-width: 600px) 600px, 237px">
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<span class="caption">El protagonista de la película HER.</span>
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<p>Los hallazgos relativos a la Inteligencia Artificial pueden hacernos cobrar conciencia de cómo se van despersonalizando las relaciones humanas. La película <a href="https://www.youtube.com/watch?v=CoLsf8LvZNI"><em>Her</em></a> nos plantea que pudiéramos llegar a enamorarnos de un sofisticado sistema operativo muy superior a <a href="https://es.wikipedia.org/wiki/Siri">Siri</a>. </p>
<p>Al parecer, hoy en día no parece viable diseñar nada homologable a la Samantha de la película, pese a los progresos alcanzados en reconocimientos de voz e imágenes, aunque sí contemos con <a href="https://es.wikipedia.org/wiki/Scarlett_Johansson">Scarlett Johansson</a> para prestarle la calidez de una sugestiva voz humana. El protagonista ya depende sobremanera de sus dispositivos cibernéticos que mediatizan por completo su relación con otras personas y quizá por eso esté predispuesto a enamorarse de su dócil sistema operativo.</p>
<p>Algunos programas informáticos pueden afinar diagnósticos radiológicos, procesar variables en el ámbito judicial e intermediar en las intervenciones quirúrgicas. Pero dudamos de que la Inteligencia Artificial pueda suplir a un cocinero de vanguardia, <a href="https://theconversation.com/los-robots-periodistas-ya-estan-entre-nosotros-140265">periodistas acreditados</a> y mucho menos a nuestro psiquiatra de cabecera. Sin embargo, no se descarta el uso de una industria robótica para cuidar enfermos o ancianos. Cuesta creer que con eso paliemos nuestra creciente sensación de <a href="https://www.youtube.com/watch?v=j2Hc9FkrJFg">soledad</a>.</p>
<h2>¿Androides o dioses manufacturados?</h2>
<p>Al fabricar robots dotados de unas capacidades analíticas prácticamente ilimitadas, en realidad no estaríamos generando algo similar al ser humano, sino que se parecerían más bien a nuestra concepción de los dioses. Las cualidades que pretendemos atribuir a esos presuntos androides exceden nuestra finitud y falibilidad, al propender más bien a otorgarles omnisciencia, omnipotencia e inmortalidad, es decir, cuanto siempre hemos proyectado en una divinidad que imaginamos de modo excelso. </p>
<p>No sería muy difícil que, al poseer unas cualidades tan portentosas, dieran en despreciar a sus creadores por su <a href="https://theconversation.com/covid-19-nos-recuerda-que-no-somos-dioses-y-es-una-buena-noticia-137128">inexorable finitud e infinita torpeza</a>. </p>
<h2>Los múltiples desafíos de la Inteligencia Artificial</h2>
<p>Desde la noche de los tiempos, el ser humano ha concebido dioses a su imagen y semejanza, atribuyéndole sus propias cualidades pero en grado sumo. Ahora las cosas podrían ser diferentes y cobrar un giro totalmente inesperado. Como advierte <a href="https://es.wikipedia.org/wiki/Stephen_Hawking">Stephen Hawking</a>, la Inteligencia Artificial puede ser nuestro mayor hallazgo y quizá el último. </p>
<p>¿Podríamos vernos aniquilados por esta hazaña tecnológica? ¿Lograremos alumbrar <a href="https://www.rtve.es/alacarta/audios/no-es-un-dia-cualquiera/roberto-aramayo-ifs-csic-cafe-9/5799158/">una nueva divinidad materializada</a> en una red neuronal de silicio? Esta diosa tangible cobraría cuerpo en términos cuánticos y su existencia no sería cuestión de fe, al tener una materialidad física. </p>
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<img alt="" src="https://images.theconversation.com/files/386552/original/file-20210225-17-18tlz4s.jpeg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=237&fit=clip" srcset="https://images.theconversation.com/files/386552/original/file-20210225-17-18tlz4s.jpeg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=600&h=401&fit=crop&dpr=1 600w, https://images.theconversation.com/files/386552/original/file-20210225-17-18tlz4s.jpeg?ixlib=rb-1.1.0&q=30&auto=format&w=600&h=401&fit=crop&dpr=2 1200w, https://images.theconversation.com/files/386552/original/file-20210225-17-18tlz4s.jpeg?ixlib=rb-1.1.0&q=15&auto=format&w=600&h=401&fit=crop&dpr=3 1800w, https://images.theconversation.com/files/386552/original/file-20210225-17-18tlz4s.jpeg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=754&h=504&fit=crop&dpr=1 754w, https://images.theconversation.com/files/386552/original/file-20210225-17-18tlz4s.jpeg?ixlib=rb-1.1.0&q=30&auto=format&w=754&h=504&fit=crop&dpr=2 1508w, https://images.theconversation.com/files/386552/original/file-20210225-17-18tlz4s.jpeg?ixlib=rb-1.1.0&q=15&auto=format&w=754&h=504&fit=crop&dpr=3 2262w" sizes="(min-width: 1466px) 754px, (max-width: 599px) 100vw, (min-width: 600px) 600px, 237px">
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<span class="caption">El laberinto infinito de Borges.</span>
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<p>Tras <a href="https://es.wikipedia.org/wiki/Muerte_de_Dios">la muerte de Dios</a>, y más allá del <a href="http://isegoria.revistas.csic.es/index.php/isegoria/issue/view/63">transhumanismo posthumanista</a>, asistiríamos al nacimiento de una nueva deidad que sería un artefacto diseñado por el ser humano. Su procesamiento de los <a href="https://es.wikipedia.org/wiki/Macrodatos">macrodatos</a>, combinado con un <a href="https://es.wikipedia.org/wiki/Aprendizaje_autom%C3%A1tico">aprendizaje automatizado</a>, le harían finalmente materializar al hipotético lector capaz de abarcar esa biblioteca infinita que <a href="https://es.wikipedia.org/wiki/La_biblioteca_de_Babel">Borges</a> imagina en <em>El jardín de los senderos que se bifurcan</em>.</p>
<p>Este artefacto autodidacta alcanzaría una voluntad propia, capaz de evolucionar por su cuenta y adoptar decisiones autónomas, al margen de lo programado en los <a href="https://es.wikipedia.org/wiki/Algoritmo">algoritmos</a> iniciales y sin tener por qué acatar ninguna pauta humana, ni tampoco las tres <a href="https://es.wikipedia.org/wiki/Tres_leyes_de_la_rob%C3%B3tica">Leyes de la robótica</a> de <a href="https://es.wikipedia.org/wiki/Isaac_Asimov">Isaac Asimov</a> o las <a href="https://theconversation.com/la-septima-ley-de-la-robotica-como-hacer-de-los-robots-humanos-ejemplares-104725">enumeradas después</a>. Incluso los poderosos <a href="https://www.revistadelibros.com/articulos/senores-del-aire">Señores del Aire</a> devendrían sus vasallos a la postre.</p>
<h2>La insignificancia del diseñador</h2>
<p>¿Qué impresión causaríamos a una portentosa Inteligencia Artificial capaz de hacer cálculos ilimitados y tener una visión panorámica e instantánea de cuánto cabe hacer? El <a href="http://revistas.uned.es/index.php/endoxa/article/view/17108">dios de Leibniz</a>, al contemplar los infinitos mundos posibles, decide decantarse por el mejor. Pero su homólogo cibernético podría tener otro criterio. </p>
<p>Podremos implantarles simulaciones muy sofisticadas de nuestras emociones, pero siempre le faltará nuestro soporte biológico y aquello que llamamos “alma”, “corazón”, “entrañas”, “espíritu” o “conciencia moral”, por mucho que puedan remedar algo homologable a la <a href="https://theconversation.com/y-si-los-robots-pudieran-tener-conciencia-104783">consciencia</a>. Una implacable y siempre perfectible capacidad analítica terminaría por hacer primar la optimación utilitarista de los resultados, en la estela del desalmado prisma <a href="https://theconversation.com/ultraneoliberalismo-y-liberalismo-desde-la-fabula-de-las-abejas-149057">ultra-neoliberal</a>. </p>
<p>Bajo semejante mirada, los humanos seríamos considerados un resto irrelevante de cualquier ecuación y devendríamos una escoria desechable en esa nueva era presidida por una Inteligencia Artificial capaz de reproducirse a sí misma e incrementar incesantemente sus propias capacidades hasta límites insospechados.</p>
<p>Lo peor de esta fabulación es que ya vivimos un anticipo de semejante pesadilla. Somos cautivos de unos dispositivos digitales que nos fascinan e hipnotizan cada vez más, al imponernos paulatinamente una creciente servidumbre voluntaria y hacernos banalizar nuestra percepción del mal hasta hacernos creer que las atrocidades contempladas o perpetradas podrían ser tan reversibles como las de un videojuego. </p>
<p>Mientras nos empeñamos en dotar con rasgos humanos a los robots, nos vamos robotizando a nosotros mismos. La transición es paulatina e imperceptible, pero vamos entregando las informaciones personales que permiten predecir nuestros comportamientos. Alimentamos un conductismo que nos tiraniza y que hemos contribuido a modelar para esclavizarnos a nosotros mismos.</p>
<p>Una <a href="https://www.rtve.es/radio/20210217/desinformacion-redes-nueva-amenaza-para-democracia/2076437.shtml">desinformación personalizada en las redes</a> decide las contiendas electorales de nuestras democracias. Los Estados, al margen de su tamaño y mutuas alianzas, tienen escaso margen de maniobra frente a las grandes corporaciones empresariales y tecnológicas, cuyas reglas están por encima de unas constricciones legales cuya transgresión está garantizada. Es muy probable que <a href="https://es.wikipedia.org/wiki/Silicon_Valley">Silicon Valley</a> cuente ya con lugares muy similares en la emergente China o esa sibilina Rusia que no presume de logros porque se conforma con ponerlos en práctica.</p>
<p>Quizá lo mejor de la Inteligencia Artificial consista en hacernos reparar sobre todo aquello que nos deshumaniza cada vez más y acaba por <a href="https://www.almendron.com/tribuna/no-hay-etica-para-robots/">robotizarnos a nosotros mismos</a>.</p>
<p>Este sí podría ser el auténtico final de la historia humana. La herramienta con que aspiramos a resolver nuestros grandes problemas actuales: el cambio climático, las pandemias, la pobreza u otras cosas por el estilo, en realidad podría agravar nuestras desigualdades y amplificar la precariedad antes de rematarnos con su absoluto desprecio. Ojalá sea tiempo de recapacitar y poner bridas éticas a cuánto concierne al avance tecnológico. </p>
<p>Más nos valdría respetar nuestro entorno natural y la supervivencia de los organismos biológicos, en lugar de pretender enmendar nuestros abusos con una sofisticada herramienta que quizá no logremos controlar y bien pudiese agravar desigualdades e injusticias de índole social. Las consideraciones éticas deben guiar los avances tecnológicos y <a href="https://theconversation.com/banalizamos-la-etica-156393">no verse invocadas en vano</a> cuando ya es tarde. Potenciemos la inteligencia natural y controlemos ese mal uso de los algoritmos que puede originar tantos dislates.</p><img src="https://counter.theconversation.com/content/155703/count.gif" alt="The Conversation" width="1" height="1" />
<p class="fine-print"><em><span>Roberto R. Aramayo no recibe salario, ni ejerce labores de consultoría, ni posee acciones, ni recibe financiación de ninguna compañía u organización que pueda obtener beneficio de este artículo, y ha declarado carecer de vínculos relevantes más allá del cargo académico citado.</span></em></p>¿Nos convertirá la inteligencia artificial en Homo Deus o más bien podríamos crear una Dea Ex-Machina, una diosa material para cuyas complejas ecuaciones el ser humano supondría un factor desdeñable?Roberto R. Aramayo, Profesor de Investigación IFS-CSIC (GI TcP Etica, Epistemología y Sociedad). Historiador de las ideas morales y políticas. Proyectos PAIDESOC (FFI2017-82535), BIFISO (PIE-CSIC-CIV19-027), ON-TRUST CM (HUM5699) y PRECARITYLAB (PID2019-10), Instituto de Filosofía (IFS-CSIC)Licensed as Creative Commons – attribution, no derivatives.tag:theconversation.com,2011:article/1534302021-02-14T19:30:59Z2021-02-14T19:30:59Z¿De verdad queremos lo que creemos anhelar? Sobre tentaciones, prohibiciones y frustraciones<figure><img src="https://images.theconversation.com/files/381682/original/file-20210201-21-lim9mp.jpg?ixlib=rb-1.1.0&rect=4%2C2%2C1581%2C1305&q=45&auto=format&w=496&fit=clip" /><figcaption><span class="caption">_Ulises y las Sirenas_ ( Draper Herbert James, circa 1909).</span> <span class="attribution"><a class="source" href="https://commons.wikimedia.org/wiki/File:Draper_Herbert_James_Ulysses_and_the_Sirens.jpg">Wikimedia Commons</a></span></figcaption></figure><blockquote>
<p>“La única manera de librarse de la tentación es ceder ante ella. Si se resiste, el alma enferma, anhelando lo que ella misma se ha prohibido, deseando lo que sus leyes monstruosas han hecho monstruoso e ilegal”. </p>
<p>Oscar Wilde, <a href="https://www.biblioteca.org.ar/libros/130156.pdf?title=El+retrato+de+Dorian+Gray%253Ftitle%253DLeer+las+50+sombras+de+gray+en+PDF"><em>El retrato de Dorian Gray</em></a></p>
</blockquote>
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<a href="https://images.theconversation.com/files/381686/original/file-20210201-13-1ccq093.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=1000&fit=clip"><img alt="" src="https://images.theconversation.com/files/381686/original/file-20210201-13-1ccq093.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=237&fit=clip" srcset="https://images.theconversation.com/files/381686/original/file-20210201-13-1ccq093.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=600&h=388&fit=crop&dpr=1 600w, https://images.theconversation.com/files/381686/original/file-20210201-13-1ccq093.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=30&auto=format&w=600&h=388&fit=crop&dpr=2 1200w, https://images.theconversation.com/files/381686/original/file-20210201-13-1ccq093.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=15&auto=format&w=600&h=388&fit=crop&dpr=3 1800w, https://images.theconversation.com/files/381686/original/file-20210201-13-1ccq093.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=754&h=487&fit=crop&dpr=1 754w, https://images.theconversation.com/files/381686/original/file-20210201-13-1ccq093.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=30&auto=format&w=754&h=487&fit=crop&dpr=2 1508w, https://images.theconversation.com/files/381686/original/file-20210201-13-1ccq093.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=15&auto=format&w=754&h=487&fit=crop&dpr=3 2262w" sizes="(min-width: 1466px) 754px, (max-width: 599px) 100vw, (min-width: 600px) 600px, 237px"></a>
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<span class="caption">El Jardín del Edén (Jan Brueghel el Viejo, 1617).</span>
<span class="attribution"><a class="source" href="https://commons.wikimedia.org/wiki/File:Jan_Brueghel_de_Oude_en_Peter_Paul_Rubens_-_Het_aards_paradijs_met_de_zondeval_van_Adam_en_Eva.jpg">Wikimedia Commons</a></span>
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<p>Nuestros anhelos vienen a intensificarse con los obstáculos e incluso logran monopolizar el caudal de nuestros deseos difuminando al resto. El relato bíblico del fruto prohibido no puede ser más aleccionador. Había libre acceso a todo lo demás en el exuberante jardín del Edén, pero hasta en el paraíso había un coto vedado para uso privativo. </p>
<p>No estaba permitido acceder al árbol de <a href="https://elcultural.com/Ciencia-del-bien-y-del-mal">la ciencia del bien y del mal</a>, mas por eso mismo la tentación de catar ese conocimiento resultó absolutamente irresistible para quienes lo tenían prohibido. A pesar de que las consecuencias y penalidades aparejadas no podían ser más terribles, habida cuente de que, con ello, se renunciaba nada menos que a la <a href="https://theconversation.com/covid-19-nos-recuerda-que-no-somos-dioses-y-es-una-buena-noticia-137128">inmortalidad</a>.</p>
<h2>Ulises, un experto en tentaciones</h2>
<p><a href="https://es.wikipedia.org/wiki/Homero">Homero</a> viene a completar esta instructiva parábola bíblica en su <a href="https://es.wikipedia.org/wiki/Odisea">Odisea</a>. <a href="https://es.wikipedia.org/wiki/Odiseo">Ulises </a> también decide renunciar a la inmortalidad, para ser más exactos a esa eterna juventud que le ofrece la bellísima <a href="https://es.wikipedia.org/wiki/Calipso">Calipso</a>, aunque lo haga después de haberse tomado su tiempo para meditarlo. La cuestión es que opta por volver a su isla de <a href="https://www.itinari.com/es/a-trip-into-mythology-ithaca-and-homer-s-odyssey-4v5n">Ítaca</a> con <a href="https://es.wikipedia.org/wiki/Pen%C3%A9lope">Penélope</a> y
<a href="https://es.wikipedia.org/wiki/Tel%C3%A9maco">Telémaco</a>, para poner punto final a su legendario periplo tras verse rescatado del último naufragio por <a href="https://es.wikipedia.org/wiki/Naus%C3%ADcaa">Nausícaa</a>. A fin de cuentas, Ulises era todo un experto en materia de tentaciones y supo aprender cómo afrontarlas mejor perfeccionando sus técnicas.</p>
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<a href="https://images.theconversation.com/files/379108/original/file-20210116-21-nqk2jz.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=1000&fit=clip"><img alt="" src="https://images.theconversation.com/files/379108/original/file-20210116-21-nqk2jz.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=237&fit=clip" srcset="https://images.theconversation.com/files/379108/original/file-20210116-21-nqk2jz.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=600&h=872&fit=crop&dpr=1 600w, https://images.theconversation.com/files/379108/original/file-20210116-21-nqk2jz.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=30&auto=format&w=600&h=872&fit=crop&dpr=2 1200w, https://images.theconversation.com/files/379108/original/file-20210116-21-nqk2jz.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=15&auto=format&w=600&h=872&fit=crop&dpr=3 1800w, https://images.theconversation.com/files/379108/original/file-20210116-21-nqk2jz.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=754&h=1096&fit=crop&dpr=1 754w, https://images.theconversation.com/files/379108/original/file-20210116-21-nqk2jz.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=30&auto=format&w=754&h=1096&fit=crop&dpr=2 1508w, https://images.theconversation.com/files/379108/original/file-20210116-21-nqk2jz.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=15&auto=format&w=754&h=1096&fit=crop&dpr=3 2262w" sizes="(min-width: 1466px) 754px, (max-width: 599px) 100vw, (min-width: 600px) 600px, 237px"></a>
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<span class="caption"><em>Una Sirena</em> (John William Waterhouse, 1900).</span>
<span class="attribution"><a class="source" href="https://commons.wikimedia.org/wiki/File:John_William_Waterhouse_-_Mermaid.JPG">Wikimedia Commons</a></span>
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<p>En un momento dado sortea los hechizos de <a href="https://es.wikipedia.org/wiki/Circe">Circe</a> al no probar sus manjares. Más adelante pide que le aten al mástil para no ceder al seductor canto de las <a href="https://es.wikipedia.org/wiki/Sirena">Sirenas</a>, pese a escuchar sus encantadoras melodías, mientras instruye al resto de la tripulación para que se tapen los oídos. Pero luego decide dar un paso más y sucumbir a la tentación, aprestándose a disfrutar de Calipso y sus encantos durante varios años.</p>
<p>Quizá la experiencia le había dictado que no había mejor forma de manejar las tentaciones y exorcizar su embrujo que caer en ellas, como le hace decir <a href="https://es.wikipedia.org/wiki/Oscar_Wilde">Oscar Wilde</a> al sentencioso Lord Henry en <em><a href="https://es.wikipedia.org/wiki/El_retrato_de_Dorian_Gray">El retrato de Dorian Gray</a></em> </p>
<h2>La atracción de lo que no tenemos</h2>
<p>Sobre todo durante las primeras etapas de nuestro periplo vital, cuando rebosamos energía y nos creemos inmortales, no dejamos de anhelar con mucha mayor intensidad lo más inaccesible, al margen de lo que se trate: una comida suculenta, un lance sexual, visitar lugares recónditos, subir a la cima de una montaña o alcanzar una meta profesional soñada durante largo tiempo. Si no catamos el objeto de nuestro deseo, la tentación mantendrá todo su vigor e incluso lo incrementará. </p>
<p>En caso contrario normalmente mermará e incluso puede que desaparezca como por ensalmo su poder de seducción, como si fuera el mejor antídoto para neutralizar semejante hechizo. A decir verdad, la madurez consigue otro tanto, al comprobarse que <a href="http://poemacadadia.blogspot.com/2008/02/no-volver-ser-joven.html">la vida iba en serio</a> y decantarse paulatinamente nuestras elecciones. ¿Habría podido Ulises regresar a Ítaca sin alcanzar cierta madurez?</p>
<h2>El deseo satisfecho ya no es deseo</h2>
<p>Cuanto más imposible nos resulte conseguir algo, al margen de su índole y naturaleza, tanto más embellecerá sus contornos o cualidades, que se difuminan drásticamente al facilitarse nuestro acceso a la persona, lugar u objeto deseados con vehemencia y una pasión ardiente.</p>
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<img alt="" src="https://images.theconversation.com/files/379121/original/file-20210116-15-s78kxz.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=237&fit=clip" srcset="https://images.theconversation.com/files/379121/original/file-20210116-15-s78kxz.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=600&h=320&fit=crop&dpr=1 600w, https://images.theconversation.com/files/379121/original/file-20210116-15-s78kxz.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=30&auto=format&w=600&h=320&fit=crop&dpr=2 1200w, https://images.theconversation.com/files/379121/original/file-20210116-15-s78kxz.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=15&auto=format&w=600&h=320&fit=crop&dpr=3 1800w, https://images.theconversation.com/files/379121/original/file-20210116-15-s78kxz.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=754&h=402&fit=crop&dpr=1 754w, https://images.theconversation.com/files/379121/original/file-20210116-15-s78kxz.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=30&auto=format&w=754&h=402&fit=crop&dpr=2 1508w, https://images.theconversation.com/files/379121/original/file-20210116-15-s78kxz.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=15&auto=format&w=754&h=402&fit=crop&dpr=3 2262w" sizes="(min-width: 1466px) 754px, (max-width: 599px) 100vw, (min-width: 600px) 600px, 237px">
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<span class="caption">Secuencia de la película ‘El Perfume’, en la que una embrujadora fragancia irresistible causará furor entre los asistentes.</span>
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<p>La fuerza del deseo se desvanece al cumplirse lo deseado, aunque rápidamente su lugar sea ocupado por los resortes de otro anhelo insatisfecho, particularmente si se trata de algo vetado e ilícito. Lo prohibido tiene una fragancia tan irresistible como la descrita por Patrick Süskind en <em><a href="https://es.wikipedia.org/wiki/El_perfume">El perfume</a></em>.</p>
<p>Así las cosas, nuestros deseos pueden verse colmados en tan escasa medida como las desfondadas vasijas de las <a href="https://es.wikipedia.org/wiki/Danaides">Danaides</a>:</p>
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<a href="https://images.theconversation.com/files/379118/original/file-20210116-15-ntjgz3.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=1000&fit=clip"><img alt="" src="https://images.theconversation.com/files/379118/original/file-20210116-15-ntjgz3.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=237&fit=clip" srcset="https://images.theconversation.com/files/379118/original/file-20210116-15-ntjgz3.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=600&h=851&fit=crop&dpr=1 600w, https://images.theconversation.com/files/379118/original/file-20210116-15-ntjgz3.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=30&auto=format&w=600&h=851&fit=crop&dpr=2 1200w, https://images.theconversation.com/files/379118/original/file-20210116-15-ntjgz3.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=15&auto=format&w=600&h=851&fit=crop&dpr=3 1800w, https://images.theconversation.com/files/379118/original/file-20210116-15-ntjgz3.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=754&h=1069&fit=crop&dpr=1 754w, https://images.theconversation.com/files/379118/original/file-20210116-15-ntjgz3.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=30&auto=format&w=754&h=1069&fit=crop&dpr=2 1508w, https://images.theconversation.com/files/379118/original/file-20210116-15-ntjgz3.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=15&auto=format&w=754&h=1069&fit=crop&dpr=3 2262w" sizes="(min-width: 1466px) 754px, (max-width: 599px) 100vw, (min-width: 600px) 600px, 237px"></a>
<figcaption>
<span class="caption"><em>Las Danaides</em> (John William Waterhouse, 1903).</span>
<span class="attribution"><a class="source" href="https://commons.wikimedia.org/wiki/File:Danaides_Waterhouse_1903.jpg">Wikimedia Commons</a></span>
</figcaption>
</figure>
<h2>Prohibiciones contraproducentes</h2>
<p>En realidad, las prohibiciones acostumbran a conseguir lo contrario de cuanto pretenden evitar. La <a href="https://es.wikipedia.org/wiki/Ley_seca_en_Estados_Unidos">Ley Seca</a> sólo consiguió potenciar las mafias e incrementar el consumo de alcohol, tal como el execrable y harto lucrativo narcotráfico induce la captación de nuevos adictos a los que nadie tentaría sin mediar esos intereses.</p>
<p>Pocas cosas enardecen más el apetito sexual que los votos de castidad o las barrocas mistificaciones con que lo envuelven ciertas religiones o costumbres. Como señala Diderot en el <em><a href="https://fr.wikipedia.org/wiki/Suppl%C3%A9ment_au_Voyage_de_Bougainville">Suplemento al viaje de Bouganville</a></em>, las relaciones eróticas conciernen únicamente a quienes deciden protagonizarlas voluntariamente y en situación de igualdad, sin presiones de ningún tipo.</p>
<blockquote>
<p>“Si recorremos la historia de los siglos y de las naciones antiguas y modernas, veremos al ser humano sometido a tres códigos, el de la naturaleza, el civil y el religioso, forzado a infringir alternativamente esos tres códigos que jamás han estado de acuerdo. De considerarse necesario conservar los tres, es preciso que los dos últimos no sean sino el calco exacto del primero, que llevamos inscrito en el fondo de nuestro corazón y siempre será el más fuerte”.</p>
</blockquote>
<h2>El ser humano como animal volitivo</h2>
<p>Antes de que <a href="https://es.wikipedia.org/wiki/Gilles_Deleuze">Deleuze</a> nos describiera como <em>máquinas deseantes</em> o <a href="https://es.wikipedia.org/wiki/Sigmund_Freud">Freud</a> nos hiciera reparar en el papel de la <a href="https://es.wikipedia.org/wiki/Libido">libido</a>, <a href="https://www.alianzaeditorial.es/libro/filosofia/schopenhauer-la-lucidez-del-pesimismo-roberto-r-aramayo-9788491811053/">Schopenhauer</a> también destacó este aspecto de nuestra humana condición. A su juicio nada nos define mejor que la voluntad, por la sencilla razón de que siempre andamos queriendo algo. Antes que la definición aristotélica de <em>animal político</em>, al ser humano le cuadraría más la definición de <em>animal volitivo</em>, que viene a matizar y complementar la igualmente aristotélica de <em>animal racional</em>.</p>
<p>Para el autor de <em><a href="https://www.alianzaeditorial.es/libro/bibliotecas-de-autor/el-mundo-como-voluntad-y-representacion-1-arthur-schopenhauer-9788420674070/">El mundo como voluntad y representación</a></em>, una vez satisfechas nuestras necesidades más imperiosas pasamos a ser víctimas del aburrimiento, para volver enseguida de nuevo al comienzo del círculo vicioso y hacer girar la imparable <a href="https://es.wikipedia.org/wiki/Ixi%C3%B3n">rueda de Ixión</a>, cual <a href="https://es.wikipedia.org/wiki/T%C3%A1ntalo_(mitolog%C3%ADa)">Tántalos</a> condenados a vernos incapaces de alcanzar lo que nos tienta.</p>
<p>Lejos de limitarse a los dictados del instinto, nuestras voliciones alcanzan grandes cotas de complejidad. Porque tampoco dejamos de ser un <em>animal simbólico</em> que habita su propio universo cultural, como bien señala <a href="https://es.wikipedia.org/wiki/Ernst_Cassirer">Cassirer</a>. Nuestro querer no atiende únicamente a nuestras necesidades más elementales y se configura mediante nuestras elaboraciones míticas, lingüísticas, religiosas, artísticas o filosóficas.</p>
<h2>Querencias y autoengaños</h2>
<figure class="align-right zoomable">
<a href="https://images.theconversation.com/files/379117/original/file-20210116-15-1jqht7j.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=1000&fit=clip"><img alt="" src="https://images.theconversation.com/files/379117/original/file-20210116-15-1jqht7j.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=237&fit=clip" srcset="https://images.theconversation.com/files/379117/original/file-20210116-15-1jqht7j.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=600&h=715&fit=crop&dpr=1 600w, https://images.theconversation.com/files/379117/original/file-20210116-15-1jqht7j.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=30&auto=format&w=600&h=715&fit=crop&dpr=2 1200w, https://images.theconversation.com/files/379117/original/file-20210116-15-1jqht7j.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=15&auto=format&w=600&h=715&fit=crop&dpr=3 1800w, https://images.theconversation.com/files/379117/original/file-20210116-15-1jqht7j.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=754&h=899&fit=crop&dpr=1 754w, https://images.theconversation.com/files/379117/original/file-20210116-15-1jqht7j.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=30&auto=format&w=754&h=899&fit=crop&dpr=2 1508w, https://images.theconversation.com/files/379117/original/file-20210116-15-1jqht7j.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=15&auto=format&w=754&h=899&fit=crop&dpr=3 2262w" sizes="(min-width: 1466px) 754px, (max-width: 599px) 100vw, (min-width: 600px) 600px, 237px"></a>
<figcaption>
<span class="caption"><em>Retrato de Schopenhauer</em> (Jules Lunteschütz, 1855).</span>
<span class="attribution"><a class="source" href="https://es.wikipedia.org/wiki/Archivo:Schopenhauer_2.jpg">Wikimedia Commons</a></span>
</figcaption>
</figure>
<p>El propio Schopenhauer vivió en sus carnes una paradójica experiencia que dio pábulo a una de sus ideas medulares. Cuando su padre le confrontó con el mayor de sus anhelos y le planteó elegir entre estudiar conforme a su pretensión manifiesta o hacer un viaje por Europa aun renunciando a sus estudios, eligió viajar e hizo sus primeros pinitos literarios escribiendo diarios de viaje. Sólo el suicidio de su venerado padre y las rentas de su herencia le permitieron consagrarse finalmente al estudio. Como señala <a href="https://es.wikipedia.org/wiki/R%C3%BCdiger_Safranski">Safranski</a> en <a href="https://periodicooficial.jalisco.gob.mx/sites/periodicooficial.jalisco.gob.mx/files/schopenhauer_y_los_anos_salvajes_de_la_filosofia-rudiger_safranski.pdf"><em>Schopenhuaer y los años salvajes de la filosofía</em></a>):</p>
<blockquote>
<p>“El padre le fuerza a adoptar la postura existencial de la decisión: una cosa o la otra. Le pone en una situación que le obliga a ‘proyectarse’ a sí mismo. Cree saber lo que quiere y por tanto tiene que decidirse. Pero será precisamente en su decisión donde podrá leer lo que realmente quiere y es. En la elección no podemos sustraernos a nuestro propio ser y después de elegir sabemos quiénes somos”.</p>
</blockquote>
<p>Si esto es así, sólo podremos conocernos a nosotros mismos cuando hacemos elecciones vitales: al comprobar si nuestras decisiones desmienten o no lo que creemos querer muy de veras con suma intensidad. Observar esa eventual discrepancia puede ayudarnos a modificar nuestros anhelos, y evitar la frustración. Algo más fácilmente alcanzable, una vez más, con la madurez.</p><img src="https://counter.theconversation.com/content/153430/count.gif" alt="The Conversation" width="1" height="1" />
<p class="fine-print"><em><span>Roberto R. Aramayo no recibe salario, ni ejerce labores de consultoría, ni posee acciones, ni recibe financiación de ninguna compañía u organización que pueda obtener beneficio de este artículo, y ha declarado carecer de vínculos relevantes más allá del cargo académico citado.</span></em></p>¿Acaso sucumbir a la tentación es el único modo de conjurar su seductor hechizo? ¿Nos engañamos a nosotros mismos al pretender querer cosas por las que no apostamos cuando tenemos ocasión de hacerlo?Roberto R. Aramayo, Profesor de Investigación IFS-CSIC (GI TcP). Historiador de las ideas morales y políticas. Proyectos PAIDESOC (FFI2017-82535), BIFISO (PIE-CSIC-CIV19-027), ON-TRUST CM (HUM5699) y PRECARITYLAB (PID2019-10), Instituto de Filosofía (IFS-CSIC)Licensed as Creative Commons – attribution, no derivatives.tag:theconversation.com,2011:article/1484552020-10-22T20:22:00Z2020-10-22T20:22:00ZLo que significaba ser bueno o malo en el antiguo Egipto<figure><img src="https://images.theconversation.com/files/364725/original/file-20201021-17-1rxoro8.jpg?ixlib=rb-1.1.0&rect=0%2C0%2C2751%2C1328&q=45&auto=format&w=496&fit=clip" /><figcaption><span class="caption">Dioses del tribunal en el juicio final del difunto tocados e inspirados con la pluma de Maat (pap. funerario de época ptolemaica, 200 a. C.; Metropolitan Museum of Art, pieza cat. MMA 66.99.142)</span> <span class="attribution"><a class="source" href="https://www.metmuseum.org/art/collection/search/557657?searchField=All&amp;sortBy=Relevance&amp;ft=230-150&amp;offset=0&amp;rpp=20&amp;pos=1">Metropolitan Museum of Art</a></span></figcaption></figure><p>En el antiguo Egipto no había una sola palabra para definir el bien o el mal. Esta riqueza léxica es uno de los aspectos más importantes del estudio del comportamiento de esta civilización. </p>
<p>Las diversas conductas del individuo, en los ámbitos de la sociedad y la religión, podían ser definidas con un amplio elenco de vocablos. Aunque las distinciones de comportamiento que refleja esta riqueza léxica pueden ser universales, y comunes al hombre moderno, las implicaciones y manifestaciones de estas pautas en el antiguo Egipto sólo se entienden a través de los principios, costumbres y reglas de su particular sistema ideológico, intelectual y religioso. </p>
<h2>No es lo mismo bueno que correcto</h2>
<p>En la literatura egipcia abundan las descripciones del individuo de buen comportamiento (<em>remech-nefer</em>), correcto (<em>maaty</em>), sabio (<em>remech-rej</em>), discreto (<em>ger</em>), paciente (<em>uaj-ib</em>), generoso (<em>jeye-jer</em>), devoto (<em>remech-necher</em>) o heroico (<em>nejet</em>). </p>
<p>Estos calificativos proliferan en textos autobiográficos que elogian el comportamiento del difunto en vida, justifican sus acciones ante los dioses y propician la existencia eterna. También aparecen en los relatos de aventuras donde, a través de las acciones y palabras de sus personajes o por medio de encomios integrados en el relato, ensalzan sus virtudes y méritos, reforzando el topos del héroe. </p>
<p>Los calificativos arriba descritos abundan también en los textos sapienciales, cuyo objetivo era promover los parámetros de orden social de la época, y establecer las reglas éticas y morales para alcanzar la condición ejemplar de sabiduría y honorabilidad. </p>
<h2>Alborotador, insolente o malo</h2>
<p>A pesar de que la percepción mágico-somática de la escritura en el antiguo Egipto –la relación que entendían los egipcios entre la representación textual de una realidad y su efecto en la misma mediante la magia– no alentaba la descripciones de conductas o actos inmorales, el empleo de referencias indirectas al mal comportamiento también era común en los textos. Sobre todo, en aquellos que pretendían instruir al individuo sobre la corrección social y religiosa. </p>
<p>Encontramos las siguientes referencias al individuo de mala conducta: (<em>remech-bin</em>, <em>benat</em>), que actúa como un criminal (<em>isefety</em>, <em>iry bu-yu</em>), codicioso (<em>afy</em>), insolente (<em>yer-jer</em>), maligno (<em>yu-qed</em>), idiota (<em>sug</em>, <em>jene</em>), alborotador (<em>sejem-ib</em>, <em>kenes</em>), vago (<em>dema</em>), glotón (<em>jety</em>) o impío (<em>saba</em>).</p>
<p>El análisis lexicológico del repertorio empleado para expresar las virtudes y vilezas del individuo permite su relación con dos conceptos fundamentales y antagónicos de la cultura egipcia: <em>maat</em> “orden, justicia, verdad, bondad” e <em>isfet</em> “caos, falsedad, injusticia, maldad”. </p>
<h2>El bien: vara y pluma</h2>
<p>Etimológicamente, el primero de estos conceptos, <em>maat</em>, procede de la palabra <em>maa</em> “recto, genuino”, escrito con jeroglíficos que representan un bastón o vara y una pluma, símbolo de la diosa. El concepto de <em>maat</em> es fundamental en la cultura egipcia, ya que no sólo manifestaba el orden cósmico y la justicia divina sino también el equilibrio social y político preservado por el rey egipcio y la conducta íntegra de cada individuo hacia la familia, la comunidad y los dioses. </p>
<p>De ese modo, <em>maat</em> integraba elementos legales, religiosos, morales, éticos y de la sabiduría o conocimiento personal. Además, constituye uno de los ejemplos más tempranos de la deificación de un concepto abstracto. Desde el <a href="https://es.wikipedia.org/wiki/Imperio_Antiguo_de_Egipto">Reino Antiguo</a>, la palabra puede aparecer escrita con el jeroglífico del rollo de papiro atado, en referencia al conocimiento necesario para tener una actitud correcta, o con el de la diosa, para aludir a la divinidad del orden y la justicia. </p>
<figure class="align-center zoomable">
<a href="https://images.theconversation.com/files/364577/original/file-20201020-15-css2r3.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=1000&fit=clip"><img alt="" src="https://images.theconversation.com/files/364577/original/file-20201020-15-css2r3.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=754&fit=clip" srcset="https://images.theconversation.com/files/364577/original/file-20201020-15-css2r3.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=600&h=410&fit=crop&dpr=1 600w, https://images.theconversation.com/files/364577/original/file-20201020-15-css2r3.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=30&auto=format&w=600&h=410&fit=crop&dpr=2 1200w, https://images.theconversation.com/files/364577/original/file-20201020-15-css2r3.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=15&auto=format&w=600&h=410&fit=crop&dpr=3 1800w, https://images.theconversation.com/files/364577/original/file-20201020-15-css2r3.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=754&h=515&fit=crop&dpr=1 754w, https://images.theconversation.com/files/364577/original/file-20201020-15-css2r3.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=30&auto=format&w=754&h=515&fit=crop&dpr=2 1508w, https://images.theconversation.com/files/364577/original/file-20201020-15-css2r3.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=15&auto=format&w=754&h=515&fit=crop&dpr=3 2262w" sizes="(min-width: 1466px) 754px, (max-width: 599px) 100vw, (min-width: 600px) 600px, 237px"></a>
<figcaption>
<span class="caption">Balanza de Maat con el corazón del individuo y la pluma de la diosa (Libro de la Salida al Día de Nany, cantante del dios Amón, Dinastía XXI, ca. 1050 a. C.; Metropolitan Museum of Art, pieza cat. MMA 30.3.31)</span>
</figcaption>
</figure>
<p>Su papel justifica la presencia destacada de la deidad en el capítulo 125 del <a href="https://es.wikipedia.org/wiki/Libro_de_los_muertos"><em>Libro de la Salida al Día</em></a> (más comúnmente conocido como <em>Libro de los Muertos</em>), donde se juzga al difunto mediante el pesado de su corazón contra la pluma que alude al orden de <em>maat</em> (imagen de arriba) o en los relieves de los templos donde el monarca ofrece el equilibrio social y cósmico a los dioses (imagen de abajo). </p>
<figure class="align-center zoomable">
<a href="https://images.theconversation.com/files/364573/original/file-20201020-17-revqzn.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=1000&fit=clip"><img alt="" src="https://images.theconversation.com/files/364573/original/file-20201020-17-revqzn.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=754&fit=clip" srcset="https://images.theconversation.com/files/364573/original/file-20201020-17-revqzn.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=600&h=421&fit=crop&dpr=1 600w, https://images.theconversation.com/files/364573/original/file-20201020-17-revqzn.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=30&auto=format&w=600&h=421&fit=crop&dpr=2 1200w, https://images.theconversation.com/files/364573/original/file-20201020-17-revqzn.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=15&auto=format&w=600&h=421&fit=crop&dpr=3 1800w, https://images.theconversation.com/files/364573/original/file-20201020-17-revqzn.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=754&h=529&fit=crop&dpr=1 754w, https://images.theconversation.com/files/364573/original/file-20201020-17-revqzn.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=30&auto=format&w=754&h=529&fit=crop&dpr=2 1508w, https://images.theconversation.com/files/364573/original/file-20201020-17-revqzn.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=15&auto=format&w=754&h=529&fit=crop&dpr=3 2262w" sizes="(min-width: 1466px) 754px, (max-width: 599px) 100vw, (min-width: 600px) 600px, 237px"></a>
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<span class="caption">Ramsés IV realiza una ofrenda de Maat al dios Amón-Re (relieve del templo de Khonsu en el complejo de Karnak, Reino Nuevo, Luxor; imagen del autor)</span>
</figcaption>
</figure>
<p>A nivel individual, cada sujeto debía mantener una conducta adecuada que obedeciese las reglas de la <em>maat</em>, el orden divino y el código moral. Este compromiso se expresaba en los textos con acciones como “hacer maat” (<em>iri maat</em>) o “decir maat” (<em>yet maat</em>), es decir, hacer o decir “aquello que es correcto”. El buen comportamiento contribuía, además, a la definición del carácter e <a href="https://theconversation.com/los-egipcios-y-la-importancia-de-la-identidad-tras-la-muerte-142880">identidad del egipcio</a> tanto en vida como en el más allá.</p>
<h2>El mal: gorrión y ente sobrenatural</h2>
<p>La ausencia de las pautas sociales, religiosas y morales que debían prevalecer en el país y hacer florecer su sociedad resultaba en la manifestación del caos. Este desequilibrio cósmico afectaba a los dioses y traía la injusticia y el crimen a Egipto. </p>
<p>Este concepto también se conocía como <em>isfet</em> y fue motivo de atención en textos religiosos, literarios y sapienciales. Etimológicamente, <em>isfet</em> utilizaba normalmente el jeroglífico de “gorrión”, un tipo de signo vinculado semánticamente a nociones negativas, dañinas o catastróficas. Algunas veces aparecía con el de “deidad” o “ente sobrenatural”, lo que reflejaba la conceptualización del mal como un monstruo supernatural, independiente, nocivo y latente que debía ser aislado del mundo y derrotado. </p>
<p>En los textos funerarios, ciertos seres del inframundo encarnan dicha fuerza maligna y destructora, como es el caso de Rerek en los <a href="https://es.wikipedia.org/wiki/Textos_de_los_sarc%C3%B3fagos"><em>Textos de los Ataúdes</em></a> o Apep/Apofis en el <em>Libro de la Salida al Día</em> y otros libros del inframundo.</p>
<h2>Del mal individual al caos cósmico</h2>
<p><em>Isfet</em> representaba no sólo el caos cósmico y la desaparición del orden social y político, sino también la emergencia de injusticia e inmoralidad, de actos criminales y abusivos, así como de un comportamiento impío hacia los dioses y sus templos. </p>
<p>Por esa razón, la literatura egipcia condenaba reiteradamente la manifestación de vicios, abusos y crímenes desde el propio individuo, ya que estas flaquezas del espíritu eran consideradas el origen de un desequilibrio aún mayor de carácter social y cósmico que los dioses y el monarca aborrecían. En el <em>Diálogo de un Hombre con su Espíritu</em>, el hombre en disputa con su consciencia narra su desconsuelo por la ausencia de <em>maat</em>: </p>
<blockquote>
<p>¿A quien puedo dirigirme hoy? Cada uno estafa y todo hombre roba a su vecino. ¿A quien puedo dirigirme hoy? El criminal está seguro y el amigo se ha convertido en enemigo. ¿A quien puedo dirigirme hoy? Las mentes de los hombres son envidiosas y ya no existe el corazón de un hombre en el que se pueda confiar. ¿A quien puedo dirigirme hoy? No hay personas que hagan lo correcto y solamente quedan aquellas que hacen mal (Diál. 112-29).</p>
</blockquote>
<p>En la literatura egipcia la conducta de un individuo se podía definir comúnmente como adecuada, con el adjetivo <em>nefer</em> “bueno, bello”, o como inapropiada, mediante los adjetivos <em>bin</em> y <em>yu</em> “malo, lamentable”. Para el antiguo egipcio, el antagonismo entre la fuerza vital, dinámica y benéfica de <em>maat</em> y el poder latente y destructor de <em>isfet</em> era constante y susceptible de determinar el destino de la creación, los dioses y las personas.</p><img src="https://counter.theconversation.com/content/148455/count.gif" alt="The Conversation" width="1" height="1" />
<p class="fine-print"><em><span>Antonio J. Morales Rondán recibe fondos del Ministerio de Ciencia, Innovación y Universidades, Comunidad de Madrid, Junta de Castilla-La Mancha, Fundación Palarq y Asociación Española de Egiptología. </span></em></p>En el Antiguo Egipto existía un léxico amplio para definir y calificar los comportamientos de sus ciudadanos. Los jeroglíficos muestran una relación estrecha entre una mala conducta individual y el caos cósmico.Antonio J. Morales Rondán, Profesor de Egiptología, Universidad de AlcaláLicensed as Creative Commons – attribution, no derivatives.tag:theconversation.com,2011:article/1454692020-09-29T20:10:40Z2020-09-29T20:10:40ZLa moral es un producto de la evolución (y de la cultura)<figure><img src="https://images.theconversation.com/files/359573/original/file-20200923-20-1uq1feh.jpg?ixlib=rb-1.1.0&rect=0%2C0%2C6240%2C4156&q=45&auto=format&w=496&fit=clip" /><figcaption><span class="caption">
</span> <span class="attribution"><a class="source" href="https://unsplash.com/photos/dtfyRuKG7UY">Unsplash/Thomas Bonometti</a>, <a class="license" href="http://creativecommons.org/licenses/by-sa/4.0/">CC BY-SA</a></span></figcaption></figure><p>Es posible que el tema de este artículo le parezca chocante o incluso provocador. Tradicionalmente, la moral y la ética han sido una provincia exclusiva de la filosofía y la religión. Sin embargo, en los últimos años la biología ha empezado a ocuparse en serio de estos temas. Después de todo, los humanos somos producto de un largo proceso de evolución biológica, seguido de otro, menos largo, de coevolución biológica y cultural. </p>
<p>En este artículo revisaremos de forma muy breve las investigaciones recientes en torno a tres ideas:</p>
<ul>
<li><p>Primera: la moral es específicamente humana, aunque en otras especies (pocas) encontramos las emociones que constituyen el fundamento de la misma.</p></li>
<li><p>Segunda: la moral surgió en la evolución humana como un mecanismo útil para promover la cooperación dentro del grupo.</p></li>
<li><p>Tercera: existen estructuras en el cerebro implicadas en el pensamiento moral. Este campo está empezando a ser estudiado mediante las técnicas de la neurobiología y se ha visto que las emociones tienen un papel muy relevante.</p></li>
</ul>
<h2>La moral rudimentaria de la naturaleza</h2>
<p>Solo un número pequeño de especies sociales y con un nivel cognitivo alto son capaces de exhibir algunos rudimentos de moral. </p>
<p>Los lobos, por ejemplo, son cazadores sociales que viven en grupos muy cohesionados. Si dos animales del mismo grupo se pelean, el perdedor adopta una postura de “sumisión” que inhibe por completo la agresión del vencedor. En cambio, las peleas entre individuos de diferentes grupos suelen ser mortales. </p>
<p>Una condición necesaria para este proceso es la empatía: la capacidad de un animal para percibir el estado emocional de otro y reaccionar apropiadamente. Los científicos han encontrado evidencias de esta cualidad incluso en ratas y ratones, pero uno de los ejemplos más dramáticos está en cómo los elefantes reaccionan a la muerte de un miembro de la manada. </p>
<p>Más aún, algunas especies de primates parecen tener un concepto intuitivo de “justicia”, como los monos capuchinos. En un experimento, un investigador utilizó un trozo de pepino como recompensa por haber realizado correctamente una tarea. El pepino es aceptado hasta que el animal descubre que su compañero de la jaula contigua está recibiendo algo mucho mejor: una uva. Resulta conmovedor observar la frustración del pobre capuchino ante una injusticia tan flagrante.</p>
<h2>La evolución favorece la cooperación</h2>
<p>La vieja idea de que la selección natural favorece la competencia entre individuos, la “supervivencia del más fuerte”, es en parte errónea. En algunos casos, la cooperación es esencial para la supervivencia y, por tanto, favorecida por la evolución. </p>
<p>Los humanos somos ultrasociales y cooperativos por naturaleza. El modo de vida de los cazadores-recolectores, dominante durante más del 90 % de nuestra historia como especie, depende por completo de la cohesión del grupo. </p>
<p>Por supuesto, todas las colectividades se enfrentan al mismo dilema: la conducta altruista es esencial para el grupo, pero la conducta egoísta suele ser beneficiosa para el individuo. La moral fue el instrumento que permitió superar los egoísmos individuales en beneficio del grupo: una comunidad muy unida y con un alto grado de parentesco, con un máximo aproximado de 150 personas.</p>
<p>La cooperación ha sido uno de los pilares de nuestro éxito biológico pero, desgraciadamente, tiene límites y tiende a producirse entre los miembros del grupo. Fuera de este es mucho más rara: las mismas fuerzas que nos convirtieron en un animal moral crearon también el tribalismo, que constituye uno de los aspectos más oscuros de la naturaleza humana. </p>
<p>En cambio, emociones universales como la vergüenza y el remordimiento tienen la función de facilitar la conducta altruista. Por ejemplo, el acto de sonrojarse es una señal social que muestra autocrítica y arrepentimiento por una acción. El hecho de que sea involuntario lo hace mucho más creíble.</p>
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<iframe width="440" height="260" src="https://www.youtube.com/embed/emzgaCn_QEA?wmode=transparent&start=0" frameborder="0" allowfullscreen=""></iframe>
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<h2>La moral reside en el cerebro</h2>
<p>La resolución de dilemas morales constituye una forma especial de cognición que tiene su asiento en regiones especializadas del cerebro. Se encuentran ligadas a la corteza prefrontal, que es donde residen la mayor parte de las funciones superiores. </p>
<p>La (inusual) asociación entre filósofos y neurobiólogos ha permitido descubrir que los humanos tenemos básicamente <a href="https://theconversation.com/debemos-domar-el-instinto-y-aprender-a-pensar-129249">dos modos de tomar decisiones morales</a>: una es rápida, intuitiva, emocional y con un marcado carácter personal, y está mediada por el área ventro-medial de la mencionada corteza prefrontal. Pacientes con daños en esta área concreta tienden a tomar decisiones morales más imparciales. </p>
<p>El otro modo de pensamiento, más lento, racional y menos influido por cuestiones personales, parece situarse en el área dorso-lateral de la corteza. La neurobiología de la moral es un área de investigación que se encuentra en su infancia y probablemente nos traiga descubrimientos sorprendentes en los próximos años.</p>
<p>¿Toda esta aproximación biológica se opone a los trabajos de los filósofos de la ética? En absoluto, ya que tiene como objetivo contestar a determinadas preguntas: cómo surgieron los códigos morales, si constituyen una adaptación en el sentido biológico y cuáles son los procesos neurobiológicos implicados. </p>
<p>Para los filósofos que han contribuido a este campo, desde Kant a Peter Singer, el problema consiste en discernir qué códigos son mejores que otros y por qué. De hecho, el gran reto de la filosofía moral es encontrar fórmulas que permitan la coexistencia pacífica de grupos con sistemas morales muy diferentes. El enfoque biológico puede iluminar algunos aspectos, pero en ningún caso puede sustituir a la ética.</p><img src="https://counter.theconversation.com/content/145469/count.gif" alt="The Conversation" width="1" height="1" />
<p class="fine-print"><em><span>Pablo Rodríguez Palenzuela no recibe salario, ni ejerce labores de consultoría, ni posee acciones, ni recibe financiación de ninguna compañía u organización que pueda obtener beneficio de este artículo, y ha declarado carecer de vínculos relevantes más allá del cargo académico citado.</span></em></p>El enfoque biológico de la moral no puede sustituir a la ética, pero puede iluminar algunos aspectos de nuestra naturaleza.Pablo Rodríguez Palenzuela, Catedrático de Bioquímica y Biología Molecular, Universidad Politécnica de Madrid (UPM)Licensed as Creative Commons – attribution, no derivatives.tag:theconversation.com,2011:article/1424712020-07-29T19:07:48Z2020-07-29T19:07:48Z¿Qué es la estupidez?<figure><img src="https://images.theconversation.com/files/348182/original/file-20200717-25-19d90mz.jpg?ixlib=rb-1.1.0&rect=0%2C0%2C3663%2C3191&q=45&auto=format&w=496&fit=clip" /><figcaption><span class="caption">_Demócrito_ (Johannes Moreelse, 1630).</span> <span class="attribution"><a class="source" href="https://commons.wikimedia.org/wiki/File:Johannes_Moreelse_-_Democritus_-_Google_Art_Project.jpg">Wikimedia Commons / Centraal Museum de Utrecht</a></span></figcaption></figure><p>Digámoslo así: todos cometemos estupideces. Todos somos estúpidos en un grado mayor o menor. Una vida sin tonterías sería demasiado aburrida, al fin y al cabo. Quizás, discurrir sobre la estupidez sea también una soberana necedad. Pero…</p>
<h2>Un mundo estúpido</h2>
<p>Si la Humanidad se halla en un estado deplorable, repleto de penurias, miseria y desdichas es por causa de la estupidez generalizada, que conspira contra el bienestar y la felicidad. </p>
<p>La estupidez es la forma de ser más dañina. Es peor aún que la maldad, porque al menos el malvado obtiene algún beneficio para sí mismo, aunque sea a costa del perjuicio ajeno. Nos lo decía el historiador <a href="https://es.wikipedia.org/wiki/Allegro_ma_non_troppo">Carlo Cipolla</a> en la <em>Tercera ley fundamental (ley de oro)</em> de la estupidez:</p>
<blockquote>
<p>“Una persona estúpida es una persona que causa un daño a otra persona o grupo de personas sin obtener, al mismo tiempo, un provecho para sí, o incluso obteniendo un perjuicio”.</p>
</blockquote>
<h2>Llorar o reír</h2>
<p>Ante la estupidez, podríamos lamentarnos como hacía <a href="https://es.wikipedia.org/wiki/Her%C3%A1clito_y_Dem%C3%B3crito">Heráclito</a> respecto a la vana condición humana. Pero resulta sin duda más reconfortante una mirada humorística, como la de <a href="https://es.wikipedia.org/wiki/Dem%C3%B3crito">Demócrito de Abdera</a>. </p>
<p>El filósofo <a href="https://es.wikipedia.org/wiki/S%C3%A9neca">Séneca</a> precisaba en su tratado <em>De la ira</em>: “Uno reía nada más mover los pies y sacarlos de casa, el otro, por el contrario, lloraba”. Es lo que vemos reflejado en el lienzo del pintor <a href="https://es.wikipedia.org/wiki/Paulus_Moreelse">Johannes Paulus Moreelse</a>: Demócrito, el filósofo riente; Heráclito, el plañidero.</p>
<figure class="align-right zoomable">
<a href="https://images.theconversation.com/files/346848/original/file-20200710-18-mrcct8.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=1000&fit=clip"><img alt="" src="https://images.theconversation.com/files/346848/original/file-20200710-18-mrcct8.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=237&fit=clip" srcset="https://images.theconversation.com/files/346848/original/file-20200710-18-mrcct8.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=600&h=783&fit=crop&dpr=1 600w, https://images.theconversation.com/files/346848/original/file-20200710-18-mrcct8.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=30&auto=format&w=600&h=783&fit=crop&dpr=2 1200w, https://images.theconversation.com/files/346848/original/file-20200710-18-mrcct8.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=15&auto=format&w=600&h=783&fit=crop&dpr=3 1800w, https://images.theconversation.com/files/346848/original/file-20200710-18-mrcct8.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=754&h=984&fit=crop&dpr=1 754w, https://images.theconversation.com/files/346848/original/file-20200710-18-mrcct8.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=30&auto=format&w=754&h=984&fit=crop&dpr=2 1508w, https://images.theconversation.com/files/346848/original/file-20200710-18-mrcct8.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=15&auto=format&w=754&h=984&fit=crop&dpr=3 2262w" sizes="(min-width: 1466px) 754px, (max-width: 599px) 100vw, (min-width: 600px) 600px, 237px"></a>
<figcaption>
<span class="caption">El filósofo lloroso (Heráclito), atribuido a Johannes Moreelse.</span>
<span class="attribution"><a class="source" href="https://commons.wikimedia.org/wiki/File:Johannes_Moreelse_(after_1602-1634)_(attributed_to)_-_Heraclitus_(c.550%E2%80%93489_BC),_The_%27Weeping_Philosopher%27_-_129860_-_National_Trust.jpg">Wikimedia Commons / National Trust</a></span>
</figcaption>
</figure>
<p><a href="https://es.wikipedia.org/wiki/Michel_de_Montaigne">Michel de Montaigne</a> señalaba en sus <em>Ensayos</em> que prefería ese semblante risueño y burlón, “porque es más desdeñoso, y nos condena más que el otro, y me parece que jamás podemos sufrir tanto desprecio como merecemos”.</p>
<p>Ahora bien, ¿qué se puede entender por estupidez?</p>
<h2>La estrechez mental</h2>
<p>En 1866, el filósofo <a href="https://abadaeditores.com/prosa/sobre-la-estupidez-.html">Johann Erdmann</a> definió la “forma nuclear de la estupidez”. La estupidez se refiere a la estrechez de miras. De ahí la palabra <em>mentecato</em>, privado de mente. Estúpido es el que sólo tiene en cuenta un punto de vista: el suyo. Cuanto más se multipliquen los puntos de vista, menor será la estupidez y mayor la inteligencia.</p>
<p>Es por ello que los griegos inventaron la palabra <em>idiota</em>: el que considera todo desde su óptica personal. Juzga cualquier cosa como si su minúscula visión del mundo fuera universal, la única defendible, válida e indiscutible.</p>
<h2>El egoísmo intelectual</h2>
<p>El estúpido padece egoísmo intelectual. El estúpido es tosco y aun así fanfarrón. Niega la complejidad y difunde su simplicidad de forma dogmática. Opina sobre todo como si estuviese en posesión de la verdad absoluta. Es un ciego que se cree clarividente.</p>
<p>A través de la filosofía tratamos de valorar otros puntos de vista. Luchamos contra el embrutecimiento. Ampliamos horizontes y ponemos en cuestión nuestro comportamiento y manera de pensar. </p>
<p>De esta forma se intenta atenuar la estupidez: al ejercitar la duda y la autocrítica. Al dejar de enfrascarnos en nuestra propia imagen, como ocurría en el <a href="https://es.wikipedia.org/wiki/Narciso_(mitolog%C3%ADa)">mito de Narciso</a>. El estúpido está enamorado de sí mismo e ignora todo lo demás. Incluso lo desprecia con autosuficiencia.</p>
<figure class="align-center zoomable">
<a href="https://images.theconversation.com/files/346850/original/file-20200710-189208-e0nf2g.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=1000&fit=clip"><img alt="" src="https://images.theconversation.com/files/346850/original/file-20200710-189208-e0nf2g.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=754&fit=clip" srcset="https://images.theconversation.com/files/346850/original/file-20200710-189208-e0nf2g.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=600&h=728&fit=crop&dpr=1 600w, https://images.theconversation.com/files/346850/original/file-20200710-189208-e0nf2g.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=30&auto=format&w=600&h=728&fit=crop&dpr=2 1200w, https://images.theconversation.com/files/346850/original/file-20200710-189208-e0nf2g.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=15&auto=format&w=600&h=728&fit=crop&dpr=3 1800w, https://images.theconversation.com/files/346850/original/file-20200710-189208-e0nf2g.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=754&h=914&fit=crop&dpr=1 754w, https://images.theconversation.com/files/346850/original/file-20200710-189208-e0nf2g.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=30&auto=format&w=754&h=914&fit=crop&dpr=2 1508w, https://images.theconversation.com/files/346850/original/file-20200710-189208-e0nf2g.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=15&auto=format&w=754&h=914&fit=crop&dpr=3 2262w" sizes="(min-width: 1466px) 754px, (max-width: 599px) 100vw, (min-width: 600px) 600px, 237px"></a>
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<span class="caption">Narciso (Caravaggio, 1594-1596).</span>
<span class="attribution"><a class="source" href="https://commons.wikimedia.org/wiki/File:Michelangelo_Caravaggio_065.jpg">Wikimedia Commons / Galleria Nazionale d'Arte Antica, Roma.</a></span>
</figcaption>
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<h2>El totalitarismo de la estupidez</h2>
<p>En 1937, el poeta <a href="https://es.wikipedia.org/wiki/Robert_Musil">Robert Musil</a> retomó la cuestión sobre la estupidez. En pleno auge de corrientes totalitarias, nos recordaba “la barbarización de las naciones, Estados y grupos ideológicos”. </p>
<p>La estupidez se parece al progreso, a la civilización. Brota no sólo de un <em>Yo</em> exacerbado, sino de un <em>Nosotros</em> acrecentado y envanecido. La estulticia es altamente contagiosa y se alimenta de grandes ideales difusos, de lugares comunes, de proclamas simplistas: todo es negro o todo es blanco.</p>
<p>El único punto de vista legítimo es el de un grupo social determinado, el de una facción concreta: <em>la nuestra</em>. La estupidez se emparenta con la intolerancia y la ausencia de diálogo. Es un hermetismo mental y gregario. Se expande mediante consignas engreídas y sin fundamento, coreadas en un clamor colectivo esperpéntico.</p>
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<figcaption><span class="caption">Escena de <em>La vida de Brian</em> (Jones, 1979).</span></figcaption>
</figure>
<h2>La estupidez funcional</h2>
<p>Todos en algún momento podemos ser estúpidos ocasionales. Pero lo que distingue al obcecado funcional, según Musil, es la incapacidad permanente para apreciar lo significativo. ¿Qué es importante y qué no? </p>
<p>En su presunción, el estúpido se obstina con tozudez en lo baladí y accesorio. Es inepto a la hora de jerarquizar prioridades. Como sugería Nietzsche, la estupidez más común consiste en olvidar nuestro propósito.</p>
<p>Se trataría de discernir con rigor y exactitud las complejidades de la vida. Pero las majaderías se extienden con la rapidez del pánico. Podría decirse que hoy en día se <em>viralizan</em> como la pólvora. Adivine usted a qué me refiero…</p>
<p>Uno de los remedios contra la estupidez es la modestia. Así, es inteligente cuestionar lo que uno hace y piensa. Quien vive en el “quizás” en lugar de en las afirmaciones rotundas y contundentes, se aleja de las memeces. Quizás lo que creemos inteligente no sea más que una sandez. Era la duda que planteaba <a href="https://es.wikipedia.org/wiki/Elogio_de_la_locura">Erasmo de Rotterdam</a>.</p>
<p>Y una buena cura de humildad es la risa inteligente. De Aristófanes y Luciano de Samósata a Jonathan Swift, Mark Twain o Groucho Marx, satirizar la estupidez de nuestra vida siempre es un ejercicio de buen entendimiento. Nos hace ver que las convenciones sociales son en muchos casos absurdas y lerdas.</p>
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<figcaption><span class="caption">Escena de <em>El conflicto de los Marx</em> (Heerman, 1930).</span></figcaption>
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<h2>La pregunta fundamental</h2>
<p>Para concluir, quizás usted dirija sus invectivas hacia ciertos grupos sociales o personas. Pero piense que la estupidez puede afectar sin distinción a cualquier persona. </p>
<p>Hay estúpidos en la misma proporción en todos los estratos económicos y culturales, corrientes políticas y geografías. O incluso podría usted pensar que yo mismo adolezco de una estupidez envanecida. Y no le faltaría razón.</p>
<p>La cruzada contra la estupidez está perdida de antemano. Decía Albert Camus en <em>La peste</em> que “la estupidez siempre insiste”.</p>
<p>Puede ser que tuviésemos que formular cada cierto tiempo, como hacía el escritor <a href="https://es.wikipedia.org/wiki/Un_hombre_acabado">Giovanni Papini</a>, la pregunta fundamental para acabar de una vez con la estupidez (al menos funcional): <em>¿soy un imbécil?</em> </p>
<blockquote>
<p>“¿Y si estuviese equivocado? ¿Si fuese uno de aquellos necios que toman las sugerencias por inspiraciones, los deseos por hechos? […] Sé que soy un imbécil, advierto que soy un idiota, y esto me diferencia de los idiotas absolutos y satisfechos”.</p>
</blockquote><img src="https://counter.theconversation.com/content/142471/count.gif" alt="The Conversation" width="1" height="1" />
<p class="fine-print"><em><span>Antonio Fernández Vicente no recibe salario, ni ejerce labores de consultoría, ni posee acciones, ni recibe financiación de ninguna compañía u organización que pueda obtener beneficio de este artículo, y ha declarado carecer de vínculos relevantes más allá del cargo académico citado.</span></em></p>Filósofos de todas las épocas han intentado definir ese defecto humano. La mayoría lo caracterizan no tanto por la falta de inteligencia como por la estrechez de miras y la convicción de estar en posesión de la verdad.Antonio Fernández Vicente, Profesor de teoría de la comunicación, Universidad de Castilla-La ManchaLicensed as Creative Commons – attribution, no derivatives.tag:theconversation.com,2011:article/1278372019-12-04T20:25:58Z2019-12-04T20:25:58Z¿Es una quimera imaginar un político moral?<figure><img src="https://images.theconversation.com/files/304228/original/file-20191128-178101-vd1f3m.jpg?ixlib=rb-1.1.0&rect=11%2C61%2C1244%2C1536&q=45&auto=format&w=496&fit=clip" /><figcaption><span class="caption">Retrato de Nicolás Maquiavelo de Santi di Tito.</span> <span class="attribution"><a class="source" href="https://commons.wikimedia.org/wiki/File:Portrait_of_Niccol%C3%B2_Machiavelli_by_Santi_di_Tito.jpg">Wikimedia Commons </a></span></figcaption></figure><p>En un <a href="https://theconversation.com/dia-mundial-de-la-filosofia-por-que-necesitamos-mas-que-nunca-una-etica-para-la-politica-127277">reciente artículo</a> publicado en estas mismas páginas con motivo del día mundial de la filosofía, Txetxu Ausín –director de la revista <em><a href="https://www.dilemata.net/revista/index.php/dilemata">Dilemata</a></em>– y Lydia de Tienda Palop reivindican el papel de la ética como un instrumento pedagógico ineludible para formar ciudadanos que sepan luchar por sus derechos, al ser conscientes de unos valores democráticos que cimentan el bien común gracias a la empatía. </p>
<p>Su trabajo va desgranando los distintos frentes en que la ética puede rendir un fecundo servicio social y también plantea la cuestión de si es posible concebir una ética política, <a href="https://cadenaser.com/programa/hora_25/curso_de_etica_politica/">esa materia</a> que Manuela Carmena imparte cada lunes en la radio.</p>
<h2>Historia de la ética y la política</h2>
<p>Hace tiempo escribí un ensayo que versaba sobre las relaciones entre la ética y la política, publicado bajo el título de <em><a href="http://hdl.handle.net/10261/13646">La quimera del Rey Filósofo</a></em> y que acaba de traducirse al <a href="https://ctkebooks.net/hermeneutica/the-chimera-of-the-philosopher-king/">inglés</a>. Allí se rastreaba cómo le había ido a esa relación de la moral con lo político durante dos milenios y medio desde Platón hasta Max Weber. El balance no fue muy positivo.</p>
<p>Al pobre Platón casi lo vendieron como esclavo cuando quiso adoctrinar al tirano de Siracusa, Dionisio I, para que fuera mejor gobernante. Así es como Platón intentó aplicar en la práctica su teoría sobre que los filósofos debían llevar el timón de la nave del Estado con arreglo a sus conocimientos, para orientar mejores formas de gobierno.</p>
<p><a href="https://es.wikipedia.org/wiki/Nicol%C3%A1s_Maquiavelo">Maquiavelo</a> cobró mala fama por escribir <a href="https://es.wikipedia.org/wiki/El_pr%C3%ADncipe">un manual</a> sobre las ruindades que cabe hacer para conseguir o conservar el poder, aunque con ello se convirtiera en <a href="http://digital.csic.es/handle/10261/32165">el primer politólogo de la modernidad </a> y escindiera las consideraciones religiosas del ámbito estrictamente político, al describir sin cortapisas los resortes de la maquinaria política. Su experiencia como Secretario florentino le permitía complementar dos perspectivas diferentes, puesto que él había frecuentado la plaza con el pueblo y el palacio de los patricios, por lo que se hallaba familiarizado con ambos foros.</p>
<p><a href="https://es.wikipedia.org/wiki/Voltaire">Voltaire</a> se rebeló contra la <a href="http://ifs.csic.es/es/article/roberto-r-aramayo-ifs-publica-voltaire-ironia-fanatismo">intolerancia</a> y denunció sin descanso los desmanes del <a href="https://www.tecnos.es/ficha.php?id=4178228">fanatismo religioso</a> de su época, pero no dejó de adular a un monarca, Federico II de Prusia, con quien llegó a publicar conjuntamente una <a href="http://digital.csic.es/handle/10261/13644">refutación del maquiavelismo</a>, aun cuando ese rey defraudó las expectativas depositadas en él nada más acceder al trono.</p>
<p>A <a href="https://es.wikipedia.org/wiki/Federico_II_el_Grande">Federico el Grande</a> le gustaba verse como un rey filósofo, pero en realidad no habría pasado a la historia sin sus hazañas bélicas, dado que sus cualidades como ensayista y poeta sólo se dieron a conocer por ser el rey de Prusia.</p>
<p><a href="https://es.wikipedia.org/wiki/Denis_Diderot">Diderot</a> dialogó con Catalina la Grande y le aconsejó cómo llevar adelante algunas reformas en Rusia, pero también le vendió su biblioteca personal para obtener una dote con la que casar a su hija. Con todo, Diderot no dejó de criticar el absolutismo de Luis XVI y el <a href="http://www.plazayvaldes.es/libro/contra-el-colonialismo-y-las-tiranias">colonialismo</a> del nuevo mundo por parte de las potencias europeas.</p>
<figure class="align-left zoomable">
<a href="https://images.theconversation.com/files/304230/original/file-20191128-178089-7h0rd9.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=1000&fit=clip"><img alt="" src="https://images.theconversation.com/files/304230/original/file-20191128-178089-7h0rd9.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=237&fit=clip" srcset="https://images.theconversation.com/files/304230/original/file-20191128-178089-7h0rd9.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=600&h=352&fit=crop&dpr=1 600w, https://images.theconversation.com/files/304230/original/file-20191128-178089-7h0rd9.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=30&auto=format&w=600&h=352&fit=crop&dpr=2 1200w, https://images.theconversation.com/files/304230/original/file-20191128-178089-7h0rd9.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=15&auto=format&w=600&h=352&fit=crop&dpr=3 1800w, https://images.theconversation.com/files/304230/original/file-20191128-178089-7h0rd9.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=754&h=442&fit=crop&dpr=1 754w, https://images.theconversation.com/files/304230/original/file-20191128-178089-7h0rd9.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=30&auto=format&w=754&h=442&fit=crop&dpr=2 1508w, https://images.theconversation.com/files/304230/original/file-20191128-178089-7h0rd9.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=15&auto=format&w=754&h=442&fit=crop&dpr=3 2262w" sizes="(min-width: 1466px) 754px, (max-width: 599px) 100vw, (min-width: 600px) 600px, 237px"></a>
<figcaption>
<span class="caption">Max Weber, 1917.</span>
<span class="attribution"><a class="source" href="https://commons.wikimedia.org/wiki/File:Max_Weber_1917.jpg">Wikimedia Commons</a></span>
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</figure>
<p>Para <a href="https://es.wikipedia.org/wiki/Max_Weber">Weber</a> una cosa era vivir de la política y otra muy diferente vivir para la política. En su célebre conferencia sobre “<a href="http://www.copmadrid.es/webcopm/recursos/pol1.pdf">La política como vocación</a>” distinguió entre una ética de las convicciones y una ética de la responsabilidad, haciendo ver que la política demanda esta última, porque hay que saber aplicar cuanto piden los principios.</p>
<h2>Moralista político y político moral</h2>
<p>Aunque no se la toma en serio cuando es necesario hacerlo y se la obvia como una imprescindible asignatura transversal en todos los niveles educativos, la filosofía parece conservar algún prestigio, como muestra el hecho de que algún banco se sirva del término para publicitar sus productos con “digilosofía”.</p>
<p>Y eso mismo sucede con la ética, cuyo nombre se suele tomar en vano cada vez con más frecuencia. Se diría que su invocación constituye una especie de fórmula mágica y que su sola mención equivale a cambiar las cosas como por un ensalmo. De ahí que hayan intentado proliferar, por ejemplo, las bancas éticas y otras cosas por el estilo.</p>
<p>En su ensayo titulado <em><a href="https://ctkebooks.net/wp-content/uploads/2018/10/HACIA-LA-PAZ-PERPETUA.pdf">Hacia la paz perpetua</a></em>, Kant utiliza la ética para distinguir entre dos clases de políticos, aquellos que la utilizan como mero barniz para camuflar sus tropelías y esos otros que la toman como principio rector de sus decisiones. A Kant le cabe imaginar “un político moral para quien los principios de la prudencia política puedan ser compatibles con la moral, mas no un moralista político que se forja una moral según la encuentre adaptable al provecho del estadista”.</p>
<p>Dedicar unos años a la política es una de las cosas más dignas que cualquiera puede hacer, porque conlleva un sacrificio personal y profesional para quien tiene otro quehacer. Sin embargo, a veces parece seguir siendo válido este diagnóstico de Voltaire:</p>
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<blockquote>
<p>“La palabra político significa originariamente ciudadano, mientras que hoy viene a significar embaucador de los ciudadanos”.</p>
</blockquote>
</blockquote>
<p>Va siendo hora de que prevalezca el distingo kantiano y desaparezcan los moralistas políticos de la gestión pública, donde sólo debería haber sitio para políticos morales. En definitiva, los políticos de índole moral no son en absoluto algo quimérico y deberían proliferar cada vez más gracias a una presencia de la reflexión ética en las instituciones educativas y los medios de comunicación.</p><img src="https://counter.theconversation.com/content/127837/count.gif" alt="The Conversation" width="1" height="1" />
<p class="fine-print"><em><span>Roberto R. Aramayo no recibe salario, ni ejerce labores de consultoría, ni posee acciones, ni recibe financiación de ninguna compañía u organización que pueda obtener beneficio de este artículo, y ha declarado carecer de vínculos relevantes más allá del cargo académico citado.</span></em></p>¿Cómo le ha ido a la relación entre la moral con lo político en los últimos dos milenios y medio, desde Platón hasta Max Weber? El balance no es muy positivo.Roberto R. Aramayo, Profesor de Investigación IFS-CSIC. Historiador de las ideas morales y políticas, Instituto de Filosofía (IFS-CSIC)Licensed as Creative Commons – attribution, no derivatives.tag:theconversation.com,2011:article/1194842019-11-17T21:01:29Z2019-11-17T21:01:29ZAsí se perreaba en el Siglo de Oro<figure><img src="https://images.theconversation.com/files/300970/original/file-20191110-194646-1vdp0wl.jpg?ixlib=rb-1.1.0&rect=2009%2C285%2C1184%2C508&q=45&auto=format&w=496&fit=clip" /><figcaption><span class="caption">Fragmento de 'Hispalis' en _Civitates Orbis Terrarum_ (Georg Braun, 1572).</span> <span class="attribution"><a class="source" href="http://bdh.bne.es/bnesearch/detalle/bdh0000000735">Biblioteca Digital Hispánica - BNE</a>, <a class="license" href="http://creativecommons.org/licenses/by-nc-sa/4.0/">CC BY-NC-SA</a></span></figcaption></figure><p>De todos los males que asolaban a la monarquía hispánica alrededor de 1600, el peor era la capacidad que mostraban sus súbditos para la alegría y el desenfreno, para inventar y practicar un sinfín de bailes alegres y lascivos. </p>
<p>Las décadas de 1580 a 1620 fueron testigos de un florecimiento inusitado de bailes cantados, primero escondidos en tabernas y barrios marginales, más tarde creciendo en popularidad hasta llegar a palacios, iglesias y conventos. A diferencia de las danzas, que usaban de “movimientos más mesurados y graves, y en donde no se usa de los brazos, sino de los pies solos; los bailes admiten gestos mas libres de los brazos y de los pies juntamente”, escribió González de Salas en <em>Nueva idea de la tragedia antigua</em>, (1633, vol. I, p. 171).</p>
<figure class="align-right zoomable">
<a href="https://images.theconversation.com/files/302058/original/file-20191117-66917-1if1m4s.JPG?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=1000&fit=clip"><img alt="" src="https://images.theconversation.com/files/302058/original/file-20191117-66917-1if1m4s.JPG?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=237&fit=clip" srcset="https://images.theconversation.com/files/302058/original/file-20191117-66917-1if1m4s.JPG?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=600&h=964&fit=crop&dpr=1 600w, https://images.theconversation.com/files/302058/original/file-20191117-66917-1if1m4s.JPG?ixlib=rb-1.1.0&q=30&auto=format&w=600&h=964&fit=crop&dpr=2 1200w, https://images.theconversation.com/files/302058/original/file-20191117-66917-1if1m4s.JPG?ixlib=rb-1.1.0&q=15&auto=format&w=600&h=964&fit=crop&dpr=3 1800w, https://images.theconversation.com/files/302058/original/file-20191117-66917-1if1m4s.JPG?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=754&h=1211&fit=crop&dpr=1 754w, https://images.theconversation.com/files/302058/original/file-20191117-66917-1if1m4s.JPG?ixlib=rb-1.1.0&q=30&auto=format&w=754&h=1211&fit=crop&dpr=2 1508w, https://images.theconversation.com/files/302058/original/file-20191117-66917-1if1m4s.JPG?ixlib=rb-1.1.0&q=15&auto=format&w=754&h=1211&fit=crop&dpr=3 2262w" sizes="(min-width: 1466px) 754px, (max-width: 599px) 100vw, (min-width: 600px) 600px, 237px"></a>
<figcaption>
<span class="caption">Prohibición de la zarabanda por la Sala de Alcaldes de Madrid, 3 de agosto de 1583.</span>
<span class="attribution"><span class="source">Archivo Histórico Nacional, Sala de Alcaldes; Consejos, lib. I, f. 146</span></span>
</figcaption>
</figure>
<p>La magnitud del peligro se ilustra con los graves castigos que llevaba aparejada la práctica de estos bailes: en 1583 los alcaldes de Madrid prohibieron la zarabanda bajo pena de doscientos azotes y seis años de galeras. </p>
<h2>Censuras de los moralistas</h2>
<p>No parece que tuvieran mucho éxito ya que, pocos años después, el erudito <a href="http://dbe.rah.es/biografias/11507/juan-de-mariana">Juan de Mariana</a> escribió un extenso ensayo contra la zarabanda, censurando que “ha salido estos años un baile y cantar tan lascivo en las palabras, tan feo con los meneos, que basta para pegar fuego aún a las personas muy honestas” (<a href="http://bdh-rd.bne.es/pdf.raw?query=id:%220000080960%22&page=62&view=main&lang=es#view=FitH&toolbar=1&navpanes=0&statusbar=0&messages=0"><em>Tratado contra los juegos púbicos</em>, ca. 1590. f. 55</a>). Continúa Mariana criticando que en España “se representan, no sólo en secreto, sino en público, con extrema deshonestidad, con meneos y palabras a propósito, los actos más torpes y sucios que pasan y se hacen en los burdeles, representando abrazos y besos y todo lo demás con boca y brazos, lomos y con todo el cuerpo”. </p>
<figure class="align-center ">
<img alt="" src="https://images.theconversation.com/files/302059/original/file-20191117-66921-1h404p3.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=754&fit=clip" srcset="https://images.theconversation.com/files/302059/original/file-20191117-66921-1h404p3.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=600&h=438&fit=crop&dpr=1 600w, https://images.theconversation.com/files/302059/original/file-20191117-66921-1h404p3.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=30&auto=format&w=600&h=438&fit=crop&dpr=2 1200w, https://images.theconversation.com/files/302059/original/file-20191117-66921-1h404p3.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=15&auto=format&w=600&h=438&fit=crop&dpr=3 1800w, https://images.theconversation.com/files/302059/original/file-20191117-66921-1h404p3.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=754&h=550&fit=crop&dpr=1 754w, https://images.theconversation.com/files/302059/original/file-20191117-66921-1h404p3.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=30&auto=format&w=754&h=550&fit=crop&dpr=2 1508w, https://images.theconversation.com/files/302059/original/file-20191117-66921-1h404p3.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=15&auto=format&w=754&h=550&fit=crop&dpr=3 2262w" sizes="(min-width: 1466px) 754px, (max-width: 599px) 100vw, (min-width: 600px) 600px, 237px">
<figcaption>
<span class="caption">Juan de Mariana. ‘Del baile y cantar llamado zarabanda’, <em>Tratado contra los juegos públicos</em> (<em>ca</em>. 1590)</span>
<span class="attribution"><span class="source">Biblioteca Nacional de España, Mss. 5735</span></span>
</figcaption>
</figure>
<p>Por las mismas fechas, el canónigo de la Catedral de Toledo <a href="https://es.wikipedia.org/wiki/Pedro_S%C3%A1nchez_de_Acre">Pedro Sánchez</a> califica de auténtica locura esta pasión, preguntándose:</p>
<blockquote>
<p>¿Qué cordura puede haber en la mujer que, en estos diabólicos ejercicios, sale de la composición y mesura que debe a su honestidad, descubriendo con estos saltos los pechos y los pies, y aquellas cosas que la naturaleza o el arte ordenó que anduviesen cubiertas? ¿Qué diré del halconear con los ojos, del revolver las cervices y andar coleando los cabellos y dar vueltas a la redonda y hacer visajes, como acaece en la zarabanda y otras danzas, sino que todos estos son testimonios de locura y no están en su seso los danzantes? </p>
<p>(<a href="https://books.google.es/books?id=nXGM0UdINZMC&dq=sanchez%20historia%20moral%20y%20philosophica&hl=es&pg=PA102-IA1#v=snippet&q=cordura%20puede&f=false"><em>Historia moral y filosófica</em>, 1590, f. 102</a>)</p>
</blockquote>
<p>Las censuras se siguieron sucediendo en las décadas siguientes, lo que confirma que las prohibiciones no fueron demasiado efectivas. En 1598, el poeta <a href="http://dbe.rah.es/biografias/7833/lupercio-leonardo-de-argensola">Lupercio Leonardo de Argensola</a> llega a denunciar, en un memorial dirigido al rey Felipe II, que “veíamos a las niñas de cuatro años en los tablados bailando la zarabanda deshonestamente” (incluido en <a href="http://dbe.rah.es/biografias/22582/francisco-quiroga-arias">Francisco Quiroga</a>, <a href="https://books.google.es/books?id=Zez0bD5LZVsC&dq=Primera%20parte%20de%20las%20excelencias%20de%20la%20virtud%20de%20la%20castidad&hl=es&pg=RA2-PA47#v=snippet&q=a%C3%B1os%20en%20los%20tablados&f=false"><em>Primera parte de las excelencias de la virtud de la castidad</em>, p. 851</a>). </p>
<p>A partir de finales de siglo se fueron sumando otros bailes no menos lascivos, como critica en 1627 el teólogo de la Orden de los Mínimos <a href="http://dbe.rah.es/biografias/41827/lucas-montoya-de-la-cruz">Lucas Montoya</a>:</p>
<blockquote>
<p>Lo que se debe mucho reprender son estos bailes y cantares que el demonio ha inventado, y va aumentando en España de cuarenta año a esta parte, desde que por los de mil y quinientos y ochenta, poco más o menos, inventó la zarabanda, tras ella la chacona, luego las seguidillas, ahora el escarramán y el rastro, y cantares y bailes indignos de los que profesamos la religión cristiana, y nos preciamos de hijos católicos de la Santa Iglesia Romana. </p>
<p>(<a href="https://books.google.es/books?id=pZJU7krgKLgC&dq=Sentido%20metaf%C3%B3rico%20literal%20de%20todos%20los%20lugares%20de%20la%20Sagrada%20Escritura&hl=es&pg=PA184#v=onepage&q=chacona&f=false">Lucas Montoya, <em>Sentido metafórico literal de todos los lugares de la Sagrada Escritura</em>, 1627, f. 183v</a>).</p>
</blockquote>
<p>Según narra <a href="http://dbe.rah.es/biografias/11973/miguel-de-cervantes-saavedra">Cervantes</a> en una de sus <em>Novelas ejemplares</em>, “el endemoniado son de la zarabanda” cantado a la guitarra es la llave mágica que utiliza el galán Loaysa para abrir las puertas de la fortaleza de <em>El celoso extremeño</em> y seducir a su joven esposa Leonora (<em>Novelas ejemplares</em>, 1613, f. 146v).</p>
<p>No obstante, no parece que fuera precisamente la música la causa de tantos estragos. Más bien al contrario, eran los textos poéticos y la gestualidad los que producían mayor rechazo de los moralistas. Las críticas confirman que los bailarines realizaban gestos obscenos, probablemente representando distintas formas de acto sexual, llegando a mostrar los propios atributos de los danzantes “que la naturaleza o el arte ordenó que anduviesen cubiertas”. </p>
<p>Todo indica que el <a href="https://es.wikipedia.org/wiki/Perreo">perreo</a> existe desde mucho tiempo antes de lo que se pensaba.</p>
<h2>Poemas licenciosos</h2>
<p>Una de las principales consecuencias de tamaña persecución ha sido que pocos textos poéticos han llegado a nosotros, en su mayoría conservados fuera de España. Algunos ayudan a entender las reservas de los moralistas, ya que describen de manera bastante explicita distintos aspectos del juego amoroso. </p>
<p>Por ejemplo, en Italia y Francia se conservan varias copias de un poema que, a partir del estribillo “¿Cómo te pones, amores? / ¡Ay, vida!, ¿cómo te pones?”, va explicando las distintas posturas que adopta una mujer para solazarse con su enamorado, entre ellas la postura de la rana o la de la jineta: </p>
<pre class="highlight plaintext"><code>Póngome como rana
nel cantico de la cama
y cuando me viene la gana
lo hago con mis amores.
Póngome a la jineta
encima de su bragueta
y dígole: ¡meta, meta
el zumo de sus piñones!
</code></pre>
<p>No resulta difícil imaginar los gestos que podrían adoptar dos bailarines mientras cantaban esta zarabanda, tanto o más explícitos que los que hacen los modernos bailantes de <a href="https://es.wikipedia.org/wiki/Reguet%C3%B3n">reguetón</a>.</p>
<figure class="align-center zoomable">
<a href="https://images.theconversation.com/files/302039/original/file-20191116-66937-v6qums.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=1000&fit=clip"><img alt="" src="https://images.theconversation.com/files/302039/original/file-20191116-66937-v6qums.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=754&fit=clip" srcset="https://images.theconversation.com/files/302039/original/file-20191116-66937-v6qums.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=600&h=410&fit=crop&dpr=1 600w, https://images.theconversation.com/files/302039/original/file-20191116-66937-v6qums.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=30&auto=format&w=600&h=410&fit=crop&dpr=2 1200w, https://images.theconversation.com/files/302039/original/file-20191116-66937-v6qums.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=15&auto=format&w=600&h=410&fit=crop&dpr=3 1800w, https://images.theconversation.com/files/302039/original/file-20191116-66937-v6qums.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=754&h=515&fit=crop&dpr=1 754w, https://images.theconversation.com/files/302039/original/file-20191116-66937-v6qums.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=30&auto=format&w=754&h=515&fit=crop&dpr=2 1508w, https://images.theconversation.com/files/302039/original/file-20191116-66937-v6qums.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=15&auto=format&w=754&h=515&fit=crop&dpr=3 2262w" sizes="(min-width: 1466px) 754px, (max-width: 599px) 100vw, (min-width: 600px) 600px, 237px"></a>
<figcaption>
<span class="caption">Letra de la zarabanda ‘¿Cómo te pones, amores?’ con indicaciones armónicas.</span>
<span class="attribution"><span class="source">Verona, Biblioteca Civica, Ms. 1434, Classe Arti, Ubicazione 82.3</span></span>
</figcaption>
</figure>
<p>Todavía más directa es la zarabanda titulada <em>Una batalla de amor</em>, conservada en un manuscrito romano dedicado al príncipe Peretti, sobrino del papa <a href="https://es.wikipedia.org/wiki/Sixto_V">Sixto V</a>, cuyo papado se caracterizo por una persecución a ultranza de todo tipo de inmoralidades, especialmente de carácter sexual. </p>
<p>Este poema describe con un lenguaje ligeramente metafórico el encuentro carnal entre un galán y una dama, dos “valientes guerreros” que “salieron en cueros” armados con “un broquel” y “un puñal sin punta”. Las sucesivas estrofas van desgranando el acto amoroso, sin omitir detalle, hasta que alcanzan juntos el orgasmo y la relajación posterior.</p>
<pre class="highlight plaintext"><code>El puñal de aquel encuentro
se lo metió hasta el centro
y ella, que lo sintió dentro
con herida tan süave,
dice «¡Ay, cómo me sabe
un poquito antes que acabe!».
Y mirando su herida,
la mano al puñal asida
dice «¡Ay de mí!, dolorida,
¿cómo entraste aquí y por dónde?».
¿Ay, adónde, a dónde?
Por en casa del conde. […]
Ella, que se ve morir,
le comenzó a decir:
-Ya viene, ¿quieres venir?
Ven, mi vida, que te espero.
Madre, que me muero,
llámenme al barbero.
Que me muero, madre,
llamen la comadre. […]
Al fin se vieron a un punto,
ella muerta y él difunto,
y echaron el resto juntos
por no perder coyuntura.
Para su ventura,
zarabanda y dura.
</code></pre>
<h2>Zarabandas religiosas</h2>
<p>Paradójicamente, también se compusieron zarabandas “a lo divino”, esto es, canciones religiosas basadas en la melodía del baile y acompañadas por algún remedo de la gestualidad original. El poema más antiguo que se conserva es un villancico navideño basada en el tono de la zarabanda, escrita en México en 1569 por un tal Pedro del Trejo, que fue perseguido por la Inquisición, no por usar una melodía que entonces todavía no estaba prohibida, sino porque el poema contenía algunos conceptos teológicos considerados heréticos.</p>
<p>Pero uno de los ejemplos más sorprendentes son las <em>Coplas en alabanza de <a href="https://es.wikipedia.org/wiki/Virgen_de_la_Cabeza">Nuestra Señora de la Cabeza</a> contrahechas a la zarabanda vuelto de lo humano a lo divino</em>, un poema dedicado a esta devoción mariana de Andújar, impresa en 1594 en un pliego de cordel, probablemente para ser vendido por los ciegos durante la romería de la Virgen, que Cervantes evoca en su <a href="https://books.google.es/books?id=ILc2ML4Jx-wC&dq=cervantes%20persiles%201617%20%22domingo%20de%20abril%22&hl=es&pg=RA3-PA196-IA2#v=onepage&q=cervantes%20persiles%201617%20%22domingo%20de%20abril%22&f=false"><em>Persiles</em></a>. </p>
<p>Transformar un poema y cantar erótico en otro devocional exigía una cierta dosis de flexibilidad mental que era más común en el Siglo de Oro que en nuestros días. Un ejemplo muy ilustrativo es la mutación del estribillo “¿Cómo te pones, amores?”, en “Mi Dios, ¿y cómo te pones / a morir por los pecadores?”.</p>
<h2>Difusión por Europa</h2>
<p>A pesar de estos intentos de “normalización” de un baile prohibido, parece que la persecución triunfo frente al solaz popular y la zarabanda fue erradicada de la monarquía hispana. Eso no pudo evitar su progresiva difusión por el resto de Europa hasta acabar por convertirse en una de las principales danzas cortesanas en la bailarina Francia y un elemento indispensable de la <a href="https://es.wikipedia.org/wiki/Suite_(m%C3%BAsica)">suite barroca</a>.</p>
<p>El erotismo pudo haber sido una de las causas de su éxito, como ilustra la anécdota de un enamorado <a href="https://es.wikipedia.org/wiki/Cardenal_Richelieu">Cardenal Richelieu</a> que, en su afán por cortejar a la reina <a href="https://es.wikipedia.org/wiki/Ana_de_Austria_(reina_de_Francia)">Ana de Austria</a>, llegó a bailar la zarabanda en privado para ella, vestido de terciopelo verde, con cascabeles de plata en los tobillos y tocando las castañuelas, como narra en sus <a href="https://gallica.bnf.fr/ark:/12148/bpt6k205248s/f286.image">memorias el conde de Brienne</a>, que fue su Secretario de Estado.</p>
<p>Censuras y prohibiciones tuvieron otro daño colateral, ya que no se ha conservado ningún rastro de la primitiva zarabanda en partitura y muy pocas trazas de otros bailes contemporáneos. </p>
<p>Lo único que tenemos, además de un puñado de poemas, son los acordes de la guitarra y algunos <a href="https://gallica.bnf.fr/ark:/12148/btv1b10033575n/f32.item">esquemas rítmicos de rasgueado</a>. Combinando las distintas piezas en un proceso de restauración musical ha sido posible reconstruir muchas melodías perdidas. Algo parecido a lo que hicieron en <em>Jurassic Park</em> con los dinosaurios, pero en este caso el único peligro sería volver a arrastrar a los españoles a la alegría y el desenfreno, algo que no nos vendría mal en estos tiempos.</p>
<hr>
<p><em>Las reconstrucciones musicales de la zarabanda y otros bailes cantados del Siglo de Oro realizadas por el autor de este artículo han sido posibles gracias a una Beca Leonardo 2015 de la <a href="https://www.fbbva.es/">Fundación BBVA</a>, y se pueden escuchar en el disco ‘El baile perdido’, interpretado por <a href="https://es.wikipedia.org/wiki/Raquel_Andueza">Raquel Andueza</a> y <a href="https://www.lagalania.com/">La Galanía</a> y publicado por el sello <a href="https://www.animaecorpo.es/">Anima e Corpo</a>.</em></p>
<hr><img src="https://counter.theconversation.com/content/119484/count.gif" alt="The Conversation" width="1" height="1" />
<p class="fine-print"><em><span>Esta investigación se ha realizado gracias a una Beca Leonardo 2015 de la Fundación BBVA. Tanto el autor como el ICCMU podrían beneficiarse de los derechos generados por el disco 'El baile perdido', si los hubiere.</span></em></p>En la España del Siglo de Oro, bailes como la zarabanda o la chacona fueron prohibidos y perseguidos. No por su melodía, sino por las letras lascivas y el erotismo de los bailes.Álvaro Torrente, Catedrático de Musicología y director del Instituto Complutense de Ciencias Musicales, Universidad Complutense de MadridLicensed as Creative Commons – attribution, no derivatives.tag:theconversation.com,2011:article/1263272019-11-05T20:35:30Z2019-11-05T20:35:30ZEl ‘pin parental’ mina la confianza entre familia y escuela<figure><img src="https://images.theconversation.com/files/300060/original/file-20191104-88378-zy4v3n.jpg?ixlib=rb-1.1.0&rect=11%2C0%2C3822%2C2149&q=45&auto=format&w=496&fit=clip" /><figcaption><span class="caption">
</span> <span class="attribution"><a class="source" href="https://www.shutterstock.com/es/image-photo/distrustful-little-girl-sitting-dark-room-1412851073">Motortion Films / Shutterstock</a></span></figcaption></figure><p>La relación entre familia y escuela es una conexión entre individuos que comparten la responsabilidad del crecimiento y el desarrollo de niñas y niños. </p>
<p>En este sentido, Clarke, Sheridan y Woods defienden que <a href="https://www.semanticscholar.org/paper/ELEMENTS-OF-HEALTHY-FAMILY-SCHOOL-RELATIONSHIPS-Clarke-Sheridan/0b002d8a000f5030908fae0f265c49f30f4620b4">una relación entre familia y escuela es sana</a> y beneficiosa para los menores, las familias, los docentes y el colegio si se establece un vínculo positivo y constructivo entre ambos entornos. </p>
<p>Por el contrario, un marco de relación negativo y destructivo puede negar a los niños y niñas el acceso a experiencias beneficiosas. Y una de las claves de esta “relación sana” es la confianza.</p>
<h2>Una agresión a la relación de confianza</h2>
<p>Propuestas como el llamado “pin parental”, que en España defiende el partido ultraderechista Vox, representan una clara agresión por parte del macrosistema sobre el mesosistema, es decir, <a href="https://psycnet.apa.org/record/1978-06857-001">contra la interacción positiva</a> entre los microsistemas “familia” y “escuela”: desde la política y la ideología se intenta romper, con el “pin parental” y otras estrategias, la necesaria relación de confianza entre la familia y la escuela, sin considerar que sin esta relación la salud de la organización escolar se resiente y los resultados pueden empeorar.</p>
<p>La propuesta de Vox implica instaurar un mecanismo de autorización en las escuelas de tal modo que sea necesario consentimiento expreso de los padres “para cualquier actividad con contenidos de valores éticos, sociales, cívicos morales o sexuales”.</p>
<p>Sin embargo, <a href="https://onlinelibrary.wiley.com/doi/abs/10.1002/pits.21971">la confianza entre familia y escuela</a> supone la creencia de que ambas partes cumplirán con las expectativas asociadas a sus roles respectivos y que la relación será abierta, honesta y benevolente. </p>
<p>En este sentido, si la confianza está en la base de las relaciones familia y escuela, <a href="https://journals.sagepub.com/doi/10.1177/0741932508315648">se ha podido constatar</a> que se genera una alianza (<em>partnership</em>, según la <a href="https://www.tandfonline.com/doi/abs/10.1080/10476210.2013.786887">propuesta de Epstein</a>) efectiva y colaborativa entre docentes y familia que se convierte en un estímulo para la participación de las familias en la educación de sus hijos e hijas, así como para la sostenibilidad de la misma, con importantes vínculos con los resultados de aprendizaje y con la <a href="https://eric.ed.gov/?id=EJ634722">“salud organizativa”</a> del centro educativo.</p>
<h2>Buenas relaciones mejoran resultados académicos</h2>
<p>En esta línea, uno de los estudios más relevantes sobre la relación de confianza entre familias y escuelas es <a href="https://experts.umn.edu/en/publications/trust-and-the-family-school-relationship-examination-of-parent-te">la investigación de Adams y Christenson</a>. Con esta investigación, que contó con la participación de 1 234 padres y madres y 209 docentes, se logró demostrar una correlación significativa entre la confianza de las familias en la escuela y diversos indicadores de éxito en Educación Secundaria. </p>
<p>Los datos, además, parecen indicar que los padres con mayor nivel de confianza hacia el profesorado lanzan mensajes más positivos en relación con el valor del aprendizaje y la experiencia escolar, generando un mayor nivel de implicación y motivación en sus hijos e hijas. </p>
<p>Es más, estos autores constataron que la vía principal para mejorar la relación entre el hogar y la escuela es simple: la comunicación. Además, defienden que no es tan importante la frecuencia como la calidad de la información proporcionada: el mensaje es que no es necesario hacer más, sino <a href="https://revistas.ucm.es/index.php/RCED/article/view/56034">informar mejor</a>.</p>
<p>De esta manera, las sociólogas <a href="https://files.eric.ed.gov/fulltext/EJ1181889.pdf">Rogach, Frolova y Ryabova</a>, de la Russian State Social University, consideran que la “confianza interpersonal” que se genera entre las familias y los docentes es un elemento central de la “confianza institucional” entre familia y escuela. </p>
<h2>Depreciación de la figura del docente</h2>
<p>Por esta razón, observan que los procesos de depreciación de la figura del docente (acusaciones de falta de autoridad o de recursos, disminución del prestigio asociado al magisterio, etc.) minan la confianza interpersonal y, por consiguiente, la confianza institucional.</p>
<p>Así pues, no es una cuestión anecdótica lo que está en juego. Patrikakou <a href="https://www.sciencedirect.com/science/article/pii/S1877042815009350">lo resume</a> con claridad: la realización del potencial de los menores depende en buena medida de los contextos donde estos se desarrollan y aprenden y cuantas más interconexiones productivas existan entre estos contextos, mayor impacto tendrán en el aprendizaje académico, social y emocional de los menores. </p>
<p>No cabe la menor duda: el “pin parental” es un ataque frontal a la confianza que sustenta esas “interconexiones productivas” entre familia y escuela.</p><img src="https://counter.theconversation.com/content/126327/count.gif" alt="The Conversation" width="1" height="1" />
<p class="fine-print"><em><span>Fernando Trujillo Sáez no recibe salario, ni ejerce labores de consultoría, ni posee acciones, ni recibe financiación de ninguna compañía u organización que pueda obtener beneficio de este artículo, y ha declarado carecer de vínculos relevantes más allá del cargo académico citado.</span></em></p>El “pin parental” supone una clara agresión a la interacción positiva entre la familia y la escuela. Esta propuesta, lanzada por Vox, afectaría, además, a los resultados académicos de los estudiantes.Fernando Trujillo Sáez, Profesor titular de universidad en la Facultad de Educación, Economía y Tecnología de Ceuta, Universidad de GranadaLicensed as Creative Commons – attribution, no derivatives.tag:theconversation.com,2011:article/1189002019-07-24T21:33:08Z2019-07-24T21:33:08ZGandhi: 150 años después, sus teorías sociales y medioambientales aún siguen vigentes<figure><img src="https://images.theconversation.com/files/285104/original/file-20190722-11333-hgdpe6.jpg?ixlib=rb-1.1.0&rect=16%2C16%2C3751%2C3395&q=45&auto=format&w=496&fit=clip" /><figcaption><span class="caption">Mahatma Gandhi recibe una limosna en el interior de un tren en 1940.</span> <span class="attribution"><a class="source" href="https://commons.wikimedia.org/wiki/File:Mahatma_Gandhi_receives_a_donation_in_a_train_compartment.jpg">Wikimedia Commons</a></span></figcaption></figure><p>La India se encuentra este año sumida en la celebración del 150 aniversario del nacimiento del que es considerado como padre de la nación, Mahatma Gandhi (1869-1948). El gobierno indio ha desarrollado un <a href="https://gandhi.gov.in/index.html">programa</a> oficial de actividades de ámbito nacional e internacional, conscientes del valor de la figura de Gandhi para la imagen de esta potencia emergente. </p>
<p>En España, <a href="http://www.casadelaindia.org/">Casa de la India</a>, en colaboración con la embajada del país, ha organizado también un programa conmemorativo.</p>
<h2>Poco conocido en España</h2>
<p>La efeméride ofrece una buena oportunidad para examinar el valor de la visión de esta importante figura histórica. No en vano, Gandhi es un personaje muy reconocido, pero poco conocido en Occidente, y particularmente en España. Aquí, la imagen que tenemos de él es fundamentalmente orientalista, utilizando el concepto de <a href="https://es.wikipedia.org/wiki/Edward_Said">Edward Said</a>, ejemplificada en sus distintivas sandalias y dhoti, la túnica drapeada de uso muy común en la India, y su discurso espiritual y moralista. Sin embargo, como personaje histórico, Gandhi es mucho más que esa imagen simplificada y romántica que tenemos de él: se trata de un pensador y activista con una <a href="http://www.cepc.gob.es/publicaciones/libros/colecciones?IDP=2740">teoría sociopolítica moderna y radical</a>.</p>
<h2>Los cuatro pilares de su teoría</h2>
<p>La teoría sociopolítica de Gandhi tiene como pilares fundamentales cuatro conceptos: <em>swaraj</em> (autogobierno), <em>satyagraha</em> (acción no violenta), <em>swadeshi</em> (autosuficiencia) y <em>ramrajya</em> (sociedad moral).</p>
<p><em>Swaraj</em> era el término utilizado por el movimiento anticolonialista indio para referirse a la demanda de independencia de la India del Imperio británico. Como miembro destacado de dicho movimiento, Gandhi hizo uso del mismo, pero en su visión política; el significado de <em>swaraj</em> es más rico y complejo. Para él, una India verdaderamente libre no solo implicaba poner fin a la ocupación colonial, el autogobierno político, sino que requería también de la construcción de una sociedad formada por ciudadanos comprometidos cívicamente con el bienestar colectivo a través de la rectitud moral. </p>
<p>Gandhi establecía, por tanto, una interdependencia entre autogobierno político, la consecución de la soberanía nacional, y el autogobierno individual del ciudadano comprometido con la convivencia y el bienestar general.</p>
<h2>Así veía las sociedades occidentales</h2>
<p>Esta concepción de sociedad libre de Gandhi emana de su crítica al ideal occidental de sociedad libre. Para Gandhi, las sociedades modernas occidentales están construidas sobre los valores del materialismo y la competición, los cuales acaban por engendrar violencia, sea contra otras naciones –en forma de guerras o colonialismo–, contra sus propios ciudadanos –en forma de explotación laboral–, o contra el medioambiente –a través del crecimiento insostenible–.</p>
<figure class="align-center zoomable">
<a href="https://images.theconversation.com/files/285106/original/file-20190722-11343-15s008f.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=1000&fit=clip"><img alt="" src="https://images.theconversation.com/files/285106/original/file-20190722-11343-15s008f.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=754&fit=clip" srcset="https://images.theconversation.com/files/285106/original/file-20190722-11343-15s008f.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=600&h=434&fit=crop&dpr=1 600w, https://images.theconversation.com/files/285106/original/file-20190722-11343-15s008f.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=30&auto=format&w=600&h=434&fit=crop&dpr=2 1200w, https://images.theconversation.com/files/285106/original/file-20190722-11343-15s008f.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=15&auto=format&w=600&h=434&fit=crop&dpr=3 1800w, https://images.theconversation.com/files/285106/original/file-20190722-11343-15s008f.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=754&h=545&fit=crop&dpr=1 754w, https://images.theconversation.com/files/285106/original/file-20190722-11343-15s008f.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=30&auto=format&w=754&h=545&fit=crop&dpr=2 1508w, https://images.theconversation.com/files/285106/original/file-20190722-11343-15s008f.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=15&auto=format&w=754&h=545&fit=crop&dpr=3 2262w" sizes="(min-width: 1466px) 754px, (max-width: 599px) 100vw, (min-width: 600px) 600px, 237px"></a>
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<span class="caption">Mahatma Gandhi con trabajadoras textiles en Darwen, Lancashire, Inglaterra, el 26 de septiembre de 1931.</span>
<span class="attribution"><a class="source" href="https://commons.wikimedia.org/wiki/File:Mahatma_Gandhi_with_women_textile_workers_at_Darwen,_Lancashire.jpg">Wikimedia Commons</a></span>
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</figure>
<p>Frente a ese modelo de sociedad occidental cuyos valores fomentan la violencia y que, por tanto, acaban por denegar la libertad, Gandhi articula un modelo alternativo, <em>ramrajya</em> o sociedad moral, cimentada sobre los valores de la no violencia y la cooperación.</p>
<h2>Fuerza del alma contra violencia</h2>
<p><em>Satyagraha</em>, o la fuerza del alma, es la antítesis a la fuerza bruta o violencia; si la segunda es la fuerza del modelo de sociedad occidental, la primera lo es de su alternativa. </p>
<p>Para Gandhi, <em>satyagraha</em> es la capacidad del ser humano de sentir compasión y afecto hacia el adversario en un conflicto, lo que supone que frente a la fuerza bruta, que busca derrotarle, <em>satyagraha</em> ejercita el autocontrol, reprime cualquier deseo de ejercer la violencia y busca una solución pacífica al conflicto a través del entendimiento.</p>
<p><em>Satyagraha</em> es, por tanto, la disposición humana que permite la sociabilidad pacífica a través de la imposición moral de límites a nuestras ambiciones personales.</p>
<p><em>Swadeshi</em>, o autosuficiencia, es un principio que aboga por la cooperación como base del sistema económico y político. El principio ensalza la aldea como forma de asociación social ideal; un grupo limitado de personas que cooperan de manera íntima y constructiva para la mejora de su vida colectiva a través del uso sostenible de su entorno más inmediato. <em>Swadeshi</em>, lo local, es la única manera de asegurar una convivencia basada en el principio de la no violencia, sin explotación humana ni medioambiental.</p>
<h2>“Mi vida es mi mensaje”</h2>
<p>El legado de Gandhi no es solo importante porque articuló una visión alternativa a la concepción dominante de sociedad. Su activismo político también estuvo siempre orientado a cumplir en la práctica con los valores sociales que predicaba, sintetizado en su famosa máxima “mi vida es mi mensaje”. </p>
<figure class="align-right zoomable">
<a href="https://images.theconversation.com/files/285107/original/file-20190722-11364-1x5g5qq.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=1000&fit=clip"><img alt="" src="https://images.theconversation.com/files/285107/original/file-20190722-11364-1x5g5qq.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=237&fit=clip" srcset="https://images.theconversation.com/files/285107/original/file-20190722-11364-1x5g5qq.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=600&h=846&fit=crop&dpr=1 600w, https://images.theconversation.com/files/285107/original/file-20190722-11364-1x5g5qq.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=30&auto=format&w=600&h=846&fit=crop&dpr=2 1200w, https://images.theconversation.com/files/285107/original/file-20190722-11364-1x5g5qq.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=15&auto=format&w=600&h=846&fit=crop&dpr=3 1800w, https://images.theconversation.com/files/285107/original/file-20190722-11364-1x5g5qq.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=754&h=1063&fit=crop&dpr=1 754w, https://images.theconversation.com/files/285107/original/file-20190722-11364-1x5g5qq.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=30&auto=format&w=754&h=1063&fit=crop&dpr=2 1508w, https://images.theconversation.com/files/285107/original/file-20190722-11364-1x5g5qq.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=15&auto=format&w=754&h=1063&fit=crop&dpr=3 2262w" sizes="(min-width: 1466px) 754px, (max-width: 599px) 100vw, (min-width: 600px) 600px, 237px"></a>
<figcaption>
<span class="caption">Gandhi frente al 10 de Downing Street, Londres, el 3 de noviembre de 1931.</span>
<span class="attribution"><a class="source" href="https://commons.wikimedia.org/wiki/File:Gandhi_outside_10_Downing_Street,_London.jpg">Wikimedia Commons</a></span>
</figcaption>
</figure>
<p>Su vestimenta no era una cuestión de estilo. Él mismo tejía, y animaba a otros a tejer, su propia ropa para predicar con el ejemplo de <em>swadeshi</em>. Sus campañas de desobediencia civil contra los británicos siempre fueron pacíficas y no dudó en cancelar acciones cuando estas se tornaban violentas. </p>
<p>Para Gandhi, en la lucha por una sociedad libre, tan importante como la acción política contra el enemigo externo era la acción interna de educar a los ciudadanos en los valores de la no violencia y la cooperación.</p>
<p>Gandhi continúa hoy siendo un referente moral en la India, pero también su proyecto ético-político a nivel internacional ha servido de inspiración para un gran número de causas, como el movimiento por los derechos civiles de Martin Luther King, la lucha de Nelson Mandela contra el Apartheid o las campañas de grupos ecologistas como Greenpeace y, más recientemente, <a href="https://www.bbc.com/mundo/noticias-internacional-47978984">Extinction Rebellion</a>.</p>
<h2>Reexaminar una sociedad verdaderamente libre</h2>
<p>Las sociedades contemporáneas nos enfrentamos a un importante número de desafíos como la degradación medioambiental, las desigualdades económicas o la extrema individuación que erosionan la cohesión social, que dan lugar a diferentes formas de violencia. Ante estos desafíos <a href="https://gandhi.gov.in/gandhian-literature.html">las ideas de Gandhi</a>, 150 años después de su nacimiento, siguen ofreciendo una guía teórico práctica para reexaminar críticamente el significado de una sociedad verdaderamente libre.</p><img src="https://counter.theconversation.com/content/118900/count.gif" alt="The Conversation" width="1" height="1" />
<p class="fine-print"><em><span>Mario López Areu no recibe salario, ni ejerce labores de consultoría, ni posee acciones, ni recibe financiación de ninguna compañía u organización que pueda obtener beneficio de este artículo, y ha declarado carecer de vínculos relevantes más allá del cargo académico citado.</span></em></p>Ante los desafíos actuales de la sociedad y el medioambiente, las ideas de Gandhi, 150 años después de su nacimiento, siguen ofreciendo una guía teórica y práctica para reexaminar críticamente el significado de una sociedad verdaderamente libre.Mario López Areu, Profesor de Relaciones Internacionales, Universidad Pontificia ComillasLicensed as Creative Commons – attribution, no derivatives.tag:theconversation.com,2011:article/1179372019-06-12T19:19:59Z2019-06-12T19:19:59ZLo que el dinero no debería comprar según Michael Sandel, un Sócrates de la era digital<figure><img src="https://images.theconversation.com/files/278547/original/file-20190607-52753-lqyrc7.jpg?ixlib=rb-1.1.0&rect=1%2C0%2C1276%2C852&q=45&auto=format&w=496&fit=clip" /><figcaption><span class="caption">El filósofo Michael J. Sandel en el Paraninfo de la Facultad de Filosofía de la Universidad Complutense de Madrid.
</span> <span class="attribution"><a class="source" href="https://tribuna.ucm.es/revcul/tribunacomplutense/43/art3726.php#.XPqHK9MzaqB">Fotografía: Aída Cordero (DEIC)</a></span></figcaption></figure><p>El profesor de Harvard <a href="https://scholar.harvard.edu/sandel/home">Michael Sandel</a>, Premio Princesa de Asturias de Ciencias Sociales 2018, reivindica el papel del diálogo filosófico para revitalizar la democracia y frenar el poder del dinero.</p>
<p>El 24 de mayo pasado, unas cuatrocientas personas, entre estudiantes, profesores y público interesado, vivimos en directo una <a href="https://tribuna.ucm.es/revcul/tribunacomplutense/43/art3726.php#.XPkLJf5S9LN">experiencia filosófica genuina</a> en el Paraninfo de la Facultad de Filosofía de la Universidad Complutense de Madrid.</p>
<p>Tras ser distinguido por la <a href="http://redfilosofia.es/about/%5D(http://redfilosofia.es/about/">Red Española de Filosofía</a> por su ingente labor de dinamización, difusión y proyección global de la disciplina, Sandel desarrolló en diálogo abierto con el público, especialmente con los estudiantes, un ejercicio de razonamiento moral acerca de <a href="https://www.unebook.es/es/libro/lo-que-el-dinero-no-puede-comprar_114299"><em>Lo que el dinero no puede comprar</em></a>». </p>
<h2>Tres ejemplos con los que no mercantilizar</h2>
<p>Los tres ejemplos proporcionados por Sandel fueron la conservación de las especies animales en peligro de extinción, la acogida de refugiados y la subrogación comercial de úteros. </p>
<p>La audiencia se pronunció a favor o en contra de su mercantilización y a partir de ahí se desencadenó el debate. Una joven interviniente propuso, además, otro caso de análisis: el <a href="https://www.miteco.gob.es/es/cambio-climatico/temas/comercio-de-derechos-de-emision/que-es-el-comercio-de-derechos-de-emision/">mercadeo de las emisiones de CO2</a> entre países ricos y pobres con el fin de afrontar el cambio climático.</p>
<p>La advertencia de Sandel es que no es lo mismo la <a href="https://es.wikipedia.org/wiki/Econom%C3%ADa_de_mercado">economía de mercado</a>, entendida como un instrumento eficiente para la distribución de bienes y servicios, que la deriva actual en «sociedades de mercado» en las que se presupone que todo puede ser vendido y comprado al margen de su valor intrínseco y de su relevancia moral. </p>
<h2>Multas de guarderías a padres</h2>
<p>La mercantilización masiva es un cheque en blanco para que los ricos hagan valer sus prerrogativas y para que las desigualdades sociales y globales crezcan desmesuradamente. El ejemplo de cómo en determinadas guarderías de algunos países se hacía <a href="http://tomcopelandblog.com/what-to-do-when-parents-are-late-to-pick-up-their-child">pagar multas a los padres y madres</a> que se retrasaban al recoger a sus infantes mostró cómo el dinero corrompe las obligaciones morales: «Si pago la multa, compenso mi responsabilidad parental». La iniciativa tuvo que ser cancelada porque los padres, pagando, sentían justificados sus retrasos y desoían el deber de recoger a tiempo a sus pequeños.</p>
<h2>Rechazo a la gestación subrogada</h2>
<p>La tesis del filósofo Sandel, avalada por las analogías entre los casos expuestos, quedó claramente formulada: la mercantilización de determinados ámbitos regidos por normas morales los arruina y los corrompe. </p>
<p>Especialmente sensible a la mercantilización es el asunto de la reproducción humana. La mayoría de la audiencia manifestó su rechazo, a mano alzada, a la llamada <a href="https://www.dilemata.net/revista/index.php/dilemata/article/view/412000172">gestación subrogada</a>. Crear un mercado de bebés por encargo desvirtúa la lógica moral que rige la maternidad y la paternidad.</p>
<p>No es posible, en suma, cercenar la moralidad de la economía. En la tradición de negar la neutralidad valorativa de la ciencia, Sandel converge con la vieja tesis de <a href="http://www.unavarra.es/puresoc/pdfs/tesis/alustiz/02B-Capitulo_Cuarto.pdf">Habermas</a> sobre la colonización del «mundo de la vida» por el sistema –el dinero y la burocracia– y llama activamente a consensuar qué ámbitos y prácticas sociales deben subsistir al margen del tsunami causado por la globalización neoliberal y su desbocada expansión comercial. La misma filosofía, una herramienta orientada al bien común, no debe ser arrinconada por el cortoplacismo de la rentabilidad.</p>
<h2>Capacidad para razonar juntos</h2>
<p>El profesor de Harvard, un nuevo Sócrates en la era digital, defiende el valor de la filosofía para desentrañar nuestros conflictos morales y políticos y para cimentar el arte del debate y de la deliberación democrática. Un arte cívico que requiere paciencia, atención, análisis riguroso de argumentos, detección de falacias y ejercicio comunitario de nuestra capacidad para razonar juntos. </p>
<p>Hace unos días, decíamos, vivimos en Madrid, con Michael Sandel, no solo una experiencia filosófica genuina, sino también una renovación de nuestra creencia en la misma democracia. Poner coto al poder del dinero es una obligación cívica y política.</p><img src="https://counter.theconversation.com/content/117937/count.gif" alt="The Conversation" width="1" height="1" />
<p class="fine-print"><em><span>Stella Villarmea receives funding from Spanish university and EU 2020-Horizon.</span></em></p><p class="fine-print"><em><span>María José Guerra Palmero no recibe salario, ni ejerce labores de consultoría, ni posee acciones, ni recibe financiación de ninguna compañía u organización que pueda obtener beneficio de este artículo, y ha declarado carecer de vínculos relevantes más allá del cargo académico citado.</span></em></p>El profesor de Harvard Michael Sandel reivindica la filosofía para revitalizar la democracia y pone coto al uso del dinero: no todo puede ser vendido y comprado. La mercantilización masiva hace crecer las desigualdades.María José Guerra Palmero, Catedrática de Ética y Filosofía Política, Universidad de La LagunaStella Villarmea, Marie S. Curie Fellow, Oxford University; Catedrática de Filosofía, Universidad de AlcaláLicensed as Creative Commons – attribution, no derivatives.tag:theconversation.com,2011:article/991272018-10-07T20:53:16Z2018-10-07T20:53:16ZEfectos negativos de la moralización en la política<figure><img src="https://images.theconversation.com/files/239496/original/file-20181005-72113-asjrys.jpg?ixlib=rb-1.1.0&rect=0%2C0%2C5168%2C3430&q=45&auto=format&w=496&fit=clip" /><figcaption><span class="caption">
</span> <span class="attribution"><a class="source" href="https://www.shutterstock.com/es/image-photo/text-moral-on-cubes-249927778">Shutterstock / TypoArt BS</a></span></figcaption></figure><p>La moral impregna cada vez más nuestra política. Debates morales que parecían haber salido del debate político han vuelto con fuerza (pensemos en el aborto o en la reciente polémica en torno a la prostitución). La moral está además cada vez más presente en la evaluación a la que sometemos a nuestros representantes. Sus preferencias morales concretas o sus rasgos de carácter parecen pesar más en la evaluación de su desempeño que su capacidad para diseñar e implementar medidas <a href="https://elpais.com/elpais/2018/09/30/opinion/1538327826_235457.html">efectivas</a>. </p>
<p>La creciente moralización de la política parece una dinámica deseable. Quizás a la política le venga bien tener una marcada agenda moral. Quizás eso acabe por fortalecer la integridad de nuestros políticos, reduciendo los preocupantes niveles de corrupción en la gestión pública. </p>
<p>Después de todo, en otros ámbitos la <a href="http://journals.sagepub.com/doi/10.1111/1467-9280.00139">moralización</a> ha funcionado como herramienta para cambiar conductas y hábitos perniciosos, así que quizás pueda funcionar también para enmendar nuestra maltrecha política. Quizás incluso pueda defenderse que una <a href="https://www.elconfidencial.com/cultura/2018-03-08/sanchez-cuenca-superioridad-moral-izquierda-entrevista_1531958/">determinada ideología política</a> tiene mejores credenciales morales -y que por esa razón deberíamos preferirla. </p>
<p>Sin embargo, cuando atendemos a algunos hallazgos empíricos recientes, hay buenas razones para que nos preocupemos por la progresiva moralización que se empieza a vislumbrar en nuestra esfera pública. </p>
<p>En lo que sigue voy a presentar algunos de esos hallazgos. Mi objetivo es convencer al lector de que un debate político moralizado en exceso puede dañar nuestra convivencia democrática. </p>
<h2>La moral como objeto de estudio</h2>
<p>La moral, durante siglos territorio exclusivo de teólogos y filósofos, ha pasado a ser un <a href="http://www.oxfordscholarship.com/view/10.1093/acprof:oso/9780199582143.001.0001/acprof-9780199582143">ámbito de investigación</a> para <a href="http://www.joshua-greene.net/moral-tribes/">multitud de científicos sociales</a>. </p>
<p>Aunque todavía no podemos explicar muchos de los pliegues que caracterizan nuestra vida moral, algunos hallazgos empiezan a emerger de forma nítida. El avance es lento, pero pueden afirmarse ya algunas cosas con bastante certeza. </p>
<p>Podemos afirmar, por ejemplo, que sin ciertas normas morales básicas –de reciprocidad, de evitación del daño físico directo o de igualdad en el reparto– sería imposible estabilizar ciertos intercambios cooperativos que son vitales para la pervivencia de cualquier grupo. </p>
<p>Desde hace tiempo sabemos que nuestra moral, esa compleja amalgama de prácticas, hábitos, normas, emociones y constructos simbólicos, contribuye a minimizar los efectos adversos del egoísmo. Pero empezamos también a entender que nuestra moral es un arma de doble filo. Además de servir para unir y cohesionar, tiene un potencial tremendo para iniciar el conflicto, el antagonismo y la violencia entre grupos que abrazan valores morales opuestos.</p>
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<img alt="" src="https://images.theconversation.com/files/239494/original/file-20181005-72113-1h63oje.jpg?ixlib=rb-1.1.0&rect=6%2C0%2C4018%2C4012&q=45&auto=format&w=754&fit=clip" srcset="https://images.theconversation.com/files/239494/original/file-20181005-72113-1h63oje.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=600&h=600&fit=crop&dpr=1 600w, https://images.theconversation.com/files/239494/original/file-20181005-72113-1h63oje.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=30&auto=format&w=600&h=600&fit=crop&dpr=2 1200w, https://images.theconversation.com/files/239494/original/file-20181005-72113-1h63oje.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=15&auto=format&w=600&h=600&fit=crop&dpr=3 1800w, https://images.theconversation.com/files/239494/original/file-20181005-72113-1h63oje.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=754&h=754&fit=crop&dpr=1 754w, https://images.theconversation.com/files/239494/original/file-20181005-72113-1h63oje.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=30&auto=format&w=754&h=754&fit=crop&dpr=2 1508w, https://images.theconversation.com/files/239494/original/file-20181005-72113-1h63oje.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=15&auto=format&w=754&h=754&fit=crop&dpr=3 2262w" sizes="(min-width: 1466px) 754px, (max-width: 599px) 100vw, (min-width: 600px) 600px, 237px">
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<span class="attribution"><a class="source" href="https://www.shutterstock.com/es/image-illustration/business-team-coordination-political-bipartisan-support-498814963">Shutterstock / Lightspring</a></span>
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<h2>Dos formas de moralizar la política</h2>
<p>El potencial divisivo de la moral para nuestra convivencia política ha comenzado a explorarse recientemente. Se empiezan a vislumbrar dos formas básicas de división moral dentro de una comunidad política. </p>
<p><strong>La primera</strong> tiene que ver con el perfil moral de los distintos grupos dentro de una comunidad política. La moral puede dividir porque los grupos políticos abrazan valores morales distintos.</p>
<p>En varios estudios empíricos, <a href="http://people.stern.nyu.edu/jhaidt/">Jonathan Haidt</a> ha constatado que los liberales americanos (usualmente demócratas) y los conservadores (republicanos) perciben de modo distinto el <a href="https://www.ncbi.nlm.nih.gov/pubmed/19379034">mundo moral</a>). </p>
<p>La evidencia facilitada por Haidt indica que los liberales dan más peso a valores como la autonomía individual y la justicia, mientras que los conservadores se identifican más con valores que tienen que ver con el respeto de la autoridad, la pertenencia al grupo o la pureza de ciertas prácticas y relaciones. Estos dos perfiles morales explicarían parte de las agendas políticas de ambos partidos. </p>
<p>Los liberales tienden a priorizar asuntos de justicia, redistribución o protección de la autonomía de ciertos colectivos desfavorecidos. </p>
<p>Los conservadores, en cambio, privilegian asuntos relacionados con la moral sexual y reproductiva, con la pertenencia a una determinada comunidad y con el respeto de la autoridad. </p>
<p>Estos perfiles morales divergentes podrían en principio coexistir de modo armonioso. Los liberales podrían pensar que los conservadores simplemente abrazan valores distintos y que en última instancia los valores de ambos grupos son igualmente respetables. Y lo mismo podrían pensar los conservadores. La evidencia nos indica, sin embargo, que esa tolerancia resulta una quimera. </p>
<p>Ambos grupos políticos (liberales y conservadores) perciben el perfil moral del otro grupo de forma peculiarmente estereotipada. Sin duda exageran el compromiso del otro grupo con sus propios valores (como sucede con cualquier estereotipo), pero lo más interesante es que <em>tanto los liberales como los conservadores</em> creen que el otro grupo político no valora los ideales morales del grupo <a href="https://righteousmind.com/about-the-book/reviews/u%C3%AD">opuesto</a>. Parece que las dos facciones políticas creen que el otro grupo tiene un claro interés en destruir los valores morales propios. </p>
<p><strong>La segunda</strong> forma en que una comunidad política puede dividirse por cuestiones morales tiene que ver con el modo en que concebimos nuestros valores. Abrazamos nuestros ideales morales con gran convicción y esa convicción puede erosionar el debate político. </p>
<p>Durante mucho tiempo muchos filósofos y algunos psicólogos han proclamado que solemos concebir nuestras opiniones morales en clave objetivista o universalista. Creemos que esas opiniones son correctas en virtud de algún hecho externo y que su corrección no varía de un contexto a <a href="https://books.google.es/books/about/Ethics.html?id=0ym2XdujHsMC&redir_esc=y">otro</a>. </p>
<p>La realidad, sin embargo, es mucho más <a href="https://www.sciencedirect.com/science/article/pii/S001002770700176X?via%3Dihub">compleja</a>. Algunas personas reconocen que podrían estar equivocadas sobre casi cualquier cuestión moral. Otras conciben sus opiniones morales de forma marcadamente absolutista. Creen que solo hay una postura correcta en un debate moral y que alguien (normalmente el otro) debe estar equivocado. Y para la gran mayoría de nosotros el objetivismo y el relativismo es una cuestión de grado, que depende de lo que se <a href="https://www.tandfonline.com/doi/abs/10.1080/09515089.2011.633751">esté</a> <a href="https://link.springer.com/article/10.1007/s13164-009-0013-4">debatiendo.</a></p>
<p>El modo en que percibimos nuestra posición moral parece tener importantes consecuencias prácticas. En relación con el tema que nos ocupa, que una comunidad política esté conformada por más o menos absolutistas morales puede afectar a la convivencia dentro de la comunidad. Y puede hacerlo al menos de tres formas distintas. </p>
<p>Parece que existe una correlación robusta entre una marcada convicción moral sobre un determinado asunto y una mayor disposición a mostrarse intolerante con quienes expresan opiniones morales <a href="https://www.ncbi.nlm.nih.gov/pubmed/18685130">contrarias</a>. </p>
<p>También sabemos que resulta muy difícil acordar un mecanismo de mediación para resolver un desacuerdo moral cuando las personas implicadas tienen fuertes <a href="https://www.ncbi.nlm.nih.gov/pubmed/15982112">convicciones morales</a> (cuando se conciben como universalistas u objetivistas). </p>
<p>Esto contrasta con aquellos desacuerdos morales entre quienes no muestran una fuerte convicción moral. En esos casos parece que resulta fácil acordar un <a href="https://www.researchgate.net/publication/231583261_On_being_loud_and_proud_Non-conformity_and_counter-conformity_to_group_norms">mecanismo para resolver el conflicto</a>. </p>
<p>Por último, también sabemos que la participación política puede depender significativamente de cómo perciban los ciudadanos sus compromisos morales. La percepción objetivista de la propia posición moral parece ir de la mano de una mayor participación en <a href="https://www.ncbi.nlm.nih.gov/pubmed/22435846">movimientos sociales o cívicos</a>. Y algunos sugieren que el comportamiento electoral también podría verse influido por una<a href="https://www.researchgate.net/publication/227693911_Moral_and_Religious_Convictions_and_Intentions_to_Vote_in_the_2008_Presidential_Election"> mayor o menor convicción moral</a>.</p>
<h2>Polarización política y moral - una hipótesis exploratoria</h2>
<p>Los percepción estereotipada de los compromisos morales de otros grupos políticos y las consecuencias negativas derivadas de un excesivo objetivismo o absolutismo moral sugieren una hipótesis sobre el reciente incremento de la polarización política. </p>
<p>Quizás parte de la intolerancia y el odio político que observamos en la actualidad pueda explicarse por la conjunción de los dos factores anteriores. </p>
<p>Por un lado, cada vez más gente cree que el otro grupo político tiene como objetivo fundamental atacar sus valores morales. Esta percepción desviada de las motivaciones morales del otro grupo político quizás explique parte de la intolerancia y la discriminación que venimos observando <a href="https://www.eldiario.es/piedrasdepapel/polarizacion-partidista-discriminacion-politica_6_580301983.htm">en épocas recientes</a>. </p>
<p>Por otro lado, incluso si la mayoría de los ciudadanos son capaces de adoptar una posición tolerante sobre ciertos debates morales, cabe la posibilidad de que algunas dinámicas sociales profusamente estudiadas (<em><a href="https://www.press.uchicago.edu/ucp/books/book/chicago/U/bo27527354.html">social sorting</a></em>, <em><a href="https://global.oup.com/academic/product/going-to-extremes-9780195378016?cc=es&lang=en&">echo chambers</a></em>, etc.) fomenten una actitud absolutista y objetivista en ciertos grupos dentro de cada partido, con las consecuencias negativas que citamos arriba: el grupo de absolutistas morales quizás muestre más intolerancia y menos capacidad para el compromiso y la negociación con el adversario político. En la medida en que los absolutistas morales son más activos y visibles dentro de cada partido, cabe esperar que la agenda política se oriente con el fin de satisfacer sus intereses.</p>
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<img alt="" src="https://images.theconversation.com/files/239500/original/file-20181005-72133-vf850q.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=754&fit=clip" srcset="https://images.theconversation.com/files/239500/original/file-20181005-72133-vf850q.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=600&h=450&fit=crop&dpr=1 600w, https://images.theconversation.com/files/239500/original/file-20181005-72133-vf850q.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=30&auto=format&w=600&h=450&fit=crop&dpr=2 1200w, https://images.theconversation.com/files/239500/original/file-20181005-72133-vf850q.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=15&auto=format&w=600&h=450&fit=crop&dpr=3 1800w, https://images.theconversation.com/files/239500/original/file-20181005-72133-vf850q.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=754&h=566&fit=crop&dpr=1 754w, https://images.theconversation.com/files/239500/original/file-20181005-72133-vf850q.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=30&auto=format&w=754&h=566&fit=crop&dpr=2 1508w, https://images.theconversation.com/files/239500/original/file-20181005-72133-vf850q.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=15&auto=format&w=754&h=566&fit=crop&dpr=3 2262w" sizes="(min-width: 1466px) 754px, (max-width: 599px) 100vw, (min-width: 600px) 600px, 237px">
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<span class="attribution"><a class="source" href="https://www.shutterstock.com/es/image-photo/hiking-trail-signs-send-mixed-signals-1134919769">Shutterstock / Pam Joy</a></span>
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<h2>No hay recetas mágicas</h2>
<p>¿Qué podemos hacer para minimizar la incipiente polarización moral dentro de nuestra política? </p>
<p>Como en cualquier problema social complejo, no parece que haya una única solución que nos permita atajar los efectos negativos descritos arriba. Podemos, no obstante, esbozar algunos puntos fijos que deben tenerse en cuenta antes de diseñar posibles intervenciones. </p>
<p>De entrada, debemos recordar que el debate moral es esencial para una democracia sana, y como tal lo valoramos. Los efectos indeseables de esta polarización moral, por tanto, no deberían corregirse limitando la expresión de ideales morales en la esfera pública. </p>
<p>Tampoco parece que podamos atenuar la distancia moral entre las facciones políticas apelando a un ideal moral más general. Las minorías absolutistas de cada partido son muy activas, como dijimos arriba, y parece plausible suponer que esas minorías lucharán para que su universo moral sea el que defina el contenido de <a href="https://www.cambridge.org/core/books/democracy-and-moral-conflict/B51C7B8FEADD0229F1DDB4D3B83A6AB9">cualquier regla de tolerancia</a>. </p>
<p>Seguramente, y con esto acabo, las intervenciones más plausibles sean indirectas. </p>
<p>Será fundamental no favorecer demasiada homogeneidad dentro de los partidos políticos y articular los contextos de interacción de su militancia de tal modo que ciertas dinámicas perniciosas resulten menos habituales. </p>
<p>Aunque conviene asumir que la política tiene un foco moral que seguirá atrayendo el interés de muchos absolutistas, pueden hacerse muchas cosas dentro de los partidos (a nivel organizativo y de cultura política) para que las dinámicas que favorecen a los radicales sean menos frecuentes. </p>
<p>Igualmente, parece plausible suponer que más información sobre la posición moral real de la militancia de cada grupo político puede ayudar a reducir la percepción estereotipada que apuntamos arriba. </p>
<p>Son consejos generales, ciertamente, que más bien apuntan hacia un posible marco de análisis que debería ayudar a formular soluciones más concretas, encaminadas a minimizar el creciente partidismo. </p>
<p>Pero quizás estamos en ese momento en el que apuntar hacia el problema y sus posibles causas ya resulta un avance importante. Habrá que seguir moviéndose.</p><img src="https://counter.theconversation.com/content/99127/count.gif" alt="The Conversation" width="1" height="1" />
<p class="fine-print"><em><span>Antonio Gaitán Torres enseña e investiga sobre aspectos filosóficos y aplicados de nuestro pensamiento moral.
Actualmente es Profesor Visitante Doctor en la Universidad Carlos III de Madrid
</span></em></p>La creciente moralización de la política parece deseable porque podría fortalecer la integridad de los políticos, reduciendo la corrupción. Pero un debate político moralizado en exceso puede dañar nuestra convivencia democrática.Antonio Gaitán Torres, Profesor Visitante Doctor, Universidad Carlos IIILicensed as Creative Commons – attribution, no derivatives.tag:theconversation.com,2011:article/1015782018-08-15T22:24:01Z2018-08-15T22:24:01ZSexo, esposas y prostitutas en la antigua Roma<figure><img src="https://images.theconversation.com/files/232053/original/file-20180815-2906-15038kx.jpg?ixlib=rb-1.1.0&rect=4%2C2%2C742%2C504&q=45&auto=format&w=496&fit=clip" /><figcaption><span class="caption">Una pintura de Pompeya. Siglo I DC. Una pareja en acción. La mujer viste un sostén.
</span> <span class="attribution"><a class="source" href="http://www.stephanecompoint.com/41,,,11033,fr_FR.html">Stephanecompoint</a></span></figcaption></figure><p>En su ensayo <em>Mujeres y sexo en la antigua Roma</em> (Tallandier 2013), Virginie Girod, doctora en Historia Antigua, nos ofrece un panorama vivo de la sexualidad femenina en la época romana. La obra es valiosa en tanto que la sexualidad de la época ha invadido nuestra imaginación, al menos desde el siglo XIX, a través de la pintura, luego en el cine y, aún hoy, en el cómic y la televisión. </p>
<p>El Imperio Romano se asocia a menudo con imágenes excitantes y orgiásticas; pero, ¿qué hay de realidad en esta imagen? Virginie Girod intenta responder a esta cuestión, sin denigrar las fantasías que, desde la Antigüedad, cristalizaron sobre la sexualidad femenina. La investigación se desarrolla en dos frentes que constituyen dos caras del mismo tema: la historiadora cuestiona la realidad cotidiana de la mujer, guiándonos hacia su intimidad; y también nos muestra cómo los autores romanos, todos hombres, construyeron, a través de sus obras, una imagen concreta de la feminidad que es la que corresponde a sus deseos.</p>
<p>El trabajo está ampliamente documentado. <a href="https://twitter.com/virginie_girod?lang=es">Virginie Girod</a> explota todas las fuentes disponibles: literatura, objetos cotidianos y obras de arte. El conjunto está escrito de forma muy agradable y muy fácil de leer. Se trata de un amplio fresco compuesto por tres grandes pinturas: “La moral sexual femenina”, que retrata a las míticas mujeres romanas; “El cuerpo femenino y la sexualidad”, que confronta las prácticas sexuales sin tabúes; “La madre y la puta”, que distingue las dos principales categorías de mujeres en la sociedad patriarcal romana.</p>
<h2>¿Eran los romanos maníacos sexuales?</h2>
<p>Esto es lo que podemos pensar cuando contemplamos con nuestros clichés contemporáneos las numerosas pinturas eróticas descubiertas en Pompeya. Durante mucho tiempo, estas obras, al igual que otros objetos considerados licenciosos, se mantuvieron al abrigo de un gabinete particular del Museo de Nápoles, cuya entrada estaba prohibida a mujeres y niños.</p>
<p>Pero esta pornografía antigua no era percibida como obscena: “La obscenidad, en forma de imágenes o palabras, podía tener significados muy diferentes en la antigüedad; lo que hoy se percibe como obsceno podría tener un valor profiláctico o catártico”, escribe la historiadora. De hecho, la obscenidad no existe en sí misma: es ante todo una mirada, una representación social. Por ejemplo, <em>Les Fleurs du Mal</em>, de Baudelaire, fue considerada impúdica cuando se publicó, antes de convertirse en una obra maestra de la literatura francesa. A juzgar por las numerosas pinturas encontradas en Pompeya, uno podría pensar ingenuamente que la ciudad era sólo un vasto burdel. Había, por supuesto, un lupanar decorado con pinturas pornográficas; pero muchas casas, más o menos ricas, también exhibían pinturas lascivas a la vista de todos sus habitantes y sus invitados. No había ningún gabinete secreto en los hogares pompeyanos. Fueron los escritores cristianos, como Tertuliano, quienes perturbaron la visión del erotismo, transformando la celebración de la vida en una ofensa indecente. “Bajo la presión del cristianismo, el cuerpo erótico estaría cada vez más escondido y denigrado”.</p>
<h2>Castidad, fidelidad y fertilidad</h2>
<p>La sociedad romana era fundamentalmente desigual. Hoy en día, las leyes son las mismas para todos. En Roma, todo dependía de la condición jurídica de cada individuo: los derechos, los deberes y el comportamiento diferían radicalmente según se tratara de la esposa de un ciudadano o de un esclavo. Entre estos dos polos gravitaban todavía otros más ambiguos, como el de los liberados, es decir, los esclavos a los que se les había devuelto la libertad, pero que, sin embargo, permanecían sujetos a sus antiguos amos.</p>
<p>Las mujeres casadas, llamadas matronas, debían poseer tres cualidades esenciales, dice Virginie Girod: castidad, fidelidad y fertilidad. No se trataba en absoluto de abstinencia sexual; pero la esposa, una mujer de su casa, tenía que dedicarse exclusivamente a su marido. Cuando salía a la calle, se cubría con ropa holgada que ocultaba sus formas para expresar su indisponibilidad sexual. La fertilidad era vista como la más alta calidad física de las matronas; los romanos admiraban totalmente a las que habían dado a luz más de diez o doce veces.</p>
<p>Por el contrario, las prostitutas manejaban la sexualidad recreativa y no reproductiva y eran vistas como objetos sexuales. Ellas recurrían a variados accesorios para aumentar su atractivo erótico; la desnudez completa no parece que excitara mucho a los romanos, que preferían los cuerpos femeninos adornados con joyas o rodeados de cadenas de oro a veces de varios metros de largo. También gustaba a los romanos practicar sexo con mujeres vestidas sólo con sujetador, probablemente para ocultar pechos caídos o demasiado grandes, en una época en la que los hombres apreciaban los pequeños senos erguidos. Según otra teoría, el trozo de tela también podría excitar a la pareja masculina al sugerir una promesa de desnudez: el sostén constituía así una especie de “última muralla”, según la historiadora.</p>
<h2>Adoración por los besos</h2>
<p>Los romanos, como los griegos, distinguían dos tipos de parejas eróticas: el hombre dominante que penetra sexualmente y la persona dominada que es penetrada, ya sea una mujer o un hombre joven. Pero, contrariamente a lo que a veces se ha escrito, no era una oposición entre actividad y pasividad. El dominante puede ser pasivo y el dominado activo, como la mujer que monta a su amante en una posición llamada “caballo erótico”. Está claro que la jinete, aunque se la consideraba dominada, estaba lejos de permanecer inactiva durante la monta.</p>
<p>Virginie Girod dedica un capítulo muy detallado a las prácticas sexuales que aborda sin falso pudor. Ahí nos enteramos de que los romanos adoraban los besos, más o menos tiernos. Era frecuente besar en la boca a las prostitutas dentro de los juegos preliminares.</p>
<p>Las penetración sexual vaginal era sobre todo un asunto propio de la sexualidad de la pareja, con el propósito principal de la procreación. Pero las prostitutas también ofrecían sus vaginas a sus clientes, a riesgo de encontrarse temporalmente indisponibles cuando quedaban embarazadas. La sodomía y el sexo oral eran una forma de evitar estas consecuencias.</p>
<p>“Una esposa legítima nacida libre no tenía que practicar sexo oral. Esta tarea estaba reservada para prostitutas y esclavos de ambos sexos. Tanto el fellator como la fellatrix eran socialmente despreciados; por eso estos dos términos fueron usados como insultos” escribe Virginie Girod, que cita pintadas sorprendentes encontradas en Pompeya, tales como “Secundilla la felatriz”. Un equivalente de lo que todavía se puede leer hoy en día en los baños públicos. O aún más sorprendente: “Sabina, tú chupas, pero no lo haces bien”.</p>
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<img alt="" src="https://images.theconversation.com/files/228449/original/file-20180719-142414-1o41tjy.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=754&fit=clip" srcset="https://images.theconversation.com/files/228449/original/file-20180719-142414-1o41tjy.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=600&h=410&fit=crop&dpr=1 600w, https://images.theconversation.com/files/228449/original/file-20180719-142414-1o41tjy.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=30&auto=format&w=600&h=410&fit=crop&dpr=2 1200w, https://images.theconversation.com/files/228449/original/file-20180719-142414-1o41tjy.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=15&auto=format&w=600&h=410&fit=crop&dpr=3 1800w, https://images.theconversation.com/files/228449/original/file-20180719-142414-1o41tjy.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=754&h=516&fit=crop&dpr=1 754w, https://images.theconversation.com/files/228449/original/file-20180719-142414-1o41tjy.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=30&auto=format&w=754&h=516&fit=crop&dpr=2 1508w, https://images.theconversation.com/files/228449/original/file-20180719-142414-1o41tjy.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=15&auto=format&w=754&h=516&fit=crop&dpr=3 2262w" sizes="(min-width: 1466px) 754px, (max-width: 599px) 100vw, (min-width: 600px) 600px, 237px">
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<span class="caption">Cunnilingus realizado por un hombre; el cuerpo de la mujer está decorado con una cadena de oro en forma de cruz bajo el pecho.</span>
<span class="attribution"><span class="source">Pintura de Pompeya.</span></span>
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<h2>“Beso vaginal”, insulto supremo</h2>
<p>Pero si la felación es vista como degradante, el <em>cunnilingus</em> es considerado aún peor: la persona que lo practica se encuentra en la postura de un perro. Uno de los peores insultos que se podían oír en Roma era “besos vaginales”.</p>
<p>El poeta latino Marcial (<em>Epigramas IX</em>), se compadeció de un sirviente obligado a lamer a su jefa y vomitaba todas las mañanas. Algunas mujeres romanas ricas también tenían juguetes sexuales vivos: se compraban hermosas esclavas para disfrutar del placer sexual sin arriesgarse a quedar embarazadas, como nos cuenta Juvenal (<em>Sátiras VI</em>).</p>
<p>El inmenso mérito del <a href="https://www.babelio.com/auteur/Virginie-Girod/281002">libro de Virginie Girod</a> es sacar a la luz, en un estilo sencillo y agradable de leer, una historia de la Roma íntima y privada generalmente desconocida. Lectores púdicos, abstenerse.</p><img src="https://counter.theconversation.com/content/101578/count.gif" alt="The Conversation" width="1" height="1" />
<p class="fine-print"><em><span>Christian-Georges Schwentzel no recibe salario, ni ejerce labores de consultoría, ni posee acciones, ni recibe financiación de ninguna compañía u organización que pueda obtener beneficio de este artículo, y ha declarado carecer de vínculos relevantes más allá del cargo académico citado.</span></em></p>En nuestro imaginario, la antigua Roma está asociada a orgías y depravación. Pero su visión de la sexualidad era ajena a la idea de lo obsceno. Los romanos, sin embargo, tenían sus propios tabúes.Christian-Georges Schwentzel, Professeur d'histoire ancienne, Université de LorraineLicensed as Creative Commons – attribution, no derivatives.