tag:theconversation.com,2011:/us/topics/resfriado-98800/articlesresfriado – The Conversation2022-06-22T17:14:45Ztag:theconversation.com,2011:article/1846622022-06-22T17:14:45Z2022-06-22T17:14:45Z¿Están aumentado las infecciones virales o sólo las detectamos más que antes?<figure><img src="https://images.theconversation.com/files/470323/original/file-20220622-23-s7k18p.jpg?ixlib=rb-1.1.0&rect=6%2C6%2C4479%2C2984&q=45&auto=format&w=496&fit=clip" /><figcaption><span class="caption">
</span> <span class="attribution"><a class="source" href="https://www.shutterstock.com/es/image-photo/pink-blue-viruses-bacteria-various-shapes-749203252">Shutterstock / ImageFlow</a></span></figcaption></figure><p>La pandemia parece haber provocado un comportamiento inusual de algunos virus usuales. <a href="https://onlinelibrary.wiley.com/doi/epdf/10.1002/jmv.26964">Especialmente los de transmisión respiratoria</a>. </p>
<p>En la temporada 2020-2021 prácticamente no hubo casos de gripe. La temporada 2021-2022 empezó con registros bajos pero, de forma insólita, se ha ido estirando durante la primavera hasta prácticamente llegar al verano. Interesantemente, un linaje clásico del virus de la gripe (Influenza B Yamagata) parece haber desaparecido. O al menos no se ha aislado en los últimos meses. </p>
<p>El otro “gran” virus respiratorio, el virus sincitial respiratorio (VRS), redujo notablemente su incidencia en 2020 y 2021. Pero también él ha mantenido comportamientos extraños, con brotes en verano y fuera de su temporada habitual. </p>
<h2>Menos catarros, más tuberculosis y viruela del simio</h2>
<p>Los coronavirus estacionales, causantes de cuadros catarrales, también redujeron su presencia estos últimos años. Los rinovirus, sin embargo, causantes del resfriado común, parecen haberse mantenido estables o <a href="https://www.sciencedirect.com/science/article/pii/S0196655322004795">incluso aumentado durante la pandemia</a>. Un dato que sugiere que pueden utilizar vías de transmisión diferentes a otros virus respiratorios. Incluso podemos conjeturar que son menos sensibles a las medidas de mitigación y distancia social.</p>
<p>En el caso de la tuberculosis (un bacilo), a nivel mundial y tras una década de continuos descensos, <a href="https://www.who.int/publications/i/item/9789240037021">las muertes han aumentado hasta 1,5 millones</a>, aun con una reducción de los casos reportados. Sin embargo, en algunos lugares, <a href="https://doh.wa.gov/newsroom/tuberculosis-cases-rise-globally-and-washington-state">como el Estado de Washington</a>, se han reportado brotes muy importantes durante la pandemia. </p>
<p>Más allá de los virus respiratorios, este año nos han sorprendido los adenovirus, asociados a los brotes de hepatitis aguda infantil de causa desconocida (<a href="https://assets.publishing.service.gov.uk/government/uploads/system/uploads/attachment_data/file/1077027/acute-hepatitis-technical-briefing_3.pdf">sin que la causalidad esté claramente establecida</a>). Afortunadamente, en <a href="https://www.gov.uk/government/publications/acute-hepatitis-technical-briefing/investigation-into-acute-hepatitis-of-unknown-aetiology-in-children-in-england-case-update">Reino Unido</a> y Europa los casos parecen ir remitiendo en las últimas semanas, sin tampoco una explicación aparente para el descenso. </p>
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<a href="https://images.theconversation.com/files/470315/original/file-20220622-12-541u51.jpeg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=1000&fit=clip"><img alt="" src="https://images.theconversation.com/files/470315/original/file-20220622-12-541u51.jpeg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=754&fit=clip" srcset="https://images.theconversation.com/files/470315/original/file-20220622-12-541u51.jpeg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=600&h=400&fit=crop&dpr=1 600w, https://images.theconversation.com/files/470315/original/file-20220622-12-541u51.jpeg?ixlib=rb-1.1.0&q=30&auto=format&w=600&h=400&fit=crop&dpr=2 1200w, https://images.theconversation.com/files/470315/original/file-20220622-12-541u51.jpeg?ixlib=rb-1.1.0&q=15&auto=format&w=600&h=400&fit=crop&dpr=3 1800w, https://images.theconversation.com/files/470315/original/file-20220622-12-541u51.jpeg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=754&h=503&fit=crop&dpr=1 754w, https://images.theconversation.com/files/470315/original/file-20220622-12-541u51.jpeg?ixlib=rb-1.1.0&q=30&auto=format&w=754&h=503&fit=crop&dpr=2 1508w, https://images.theconversation.com/files/470315/original/file-20220622-12-541u51.jpeg?ixlib=rb-1.1.0&q=15&auto=format&w=754&h=503&fit=crop&dpr=3 2262w" sizes="(min-width: 1466px) 754px, (max-width: 599px) 100vw, (min-width: 600px) 600px, 237px"></a>
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<span class="caption">Casos de hepatitis aguda infantil de causa desconocida en Reino Unido por semana de presentación.</span>
<span class="attribution"><a class="source" href="https://www.gov.uk/government/publications/acute-hepatitis-technical-briefing/investigation-into-acute-hepatitis-of-unknown-aetiology-in-children-in-england-case-update">UK Health Security Agency, 2022</a></span>
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<p>Obviamente, también nos ha alarmado el virus de la viruela del simio <em>(monkeypox)</em>. Con múltiples <a href="https://www.ecdc.europa.eu/en/news-events/epidemiological-update-monkeypox-multi-country-outbreak-15-june">brotes fuera de su área endémica</a> en África Occidental, y con grupos de población y vías de transmisión aparentemente poco usuales en este virus. </p>
<figure class="align-center zoomable">
<a href="https://images.theconversation.com/files/470316/original/file-20220622-34601-zzygnn.png?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=1000&fit=clip"><img alt="" src="https://images.theconversation.com/files/470316/original/file-20220622-34601-zzygnn.png?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=754&fit=clip" srcset="https://images.theconversation.com/files/470316/original/file-20220622-34601-zzygnn.png?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=600&h=417&fit=crop&dpr=1 600w, https://images.theconversation.com/files/470316/original/file-20220622-34601-zzygnn.png?ixlib=rb-1.1.0&q=30&auto=format&w=600&h=417&fit=crop&dpr=2 1200w, https://images.theconversation.com/files/470316/original/file-20220622-34601-zzygnn.png?ixlib=rb-1.1.0&q=15&auto=format&w=600&h=417&fit=crop&dpr=3 1800w, https://images.theconversation.com/files/470316/original/file-20220622-34601-zzygnn.png?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=754&h=524&fit=crop&dpr=1 754w, https://images.theconversation.com/files/470316/original/file-20220622-34601-zzygnn.png?ixlib=rb-1.1.0&q=30&auto=format&w=754&h=524&fit=crop&dpr=2 1508w, https://images.theconversation.com/files/470316/original/file-20220622-34601-zzygnn.png?ixlib=rb-1.1.0&q=15&auto=format&w=754&h=524&fit=crop&dpr=3 2262w" sizes="(min-width: 1466px) 754px, (max-width: 599px) 100vw, (min-width: 600px) 600px, 237px"></a>
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<span class="caption">Distribución geográfica de los casos confirmados de viruela del simio a 15 de junio de 2022.</span>
<span class="attribution"><a class="source" href="https://www.ecdc.europa.eu/en/news-events/epidemiological-update-monkeypox-multi-country-outbreak-15-june">European Centre for Disease Prevention and Control</a></span>
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<h2>¿Qué ha cambiado con la pandemia?</h2>
<p>Los cambios en el comportamiento de los virus tienen varias explicaciones posibles. La primera, obvia, es que muchas de las medidas adoptadas para mitigar la transmisión del SARS-CoV-2 dificultaron también la transmisión de otros virus. </p>
<p>Las medidas de distancia social, mascarillas, prohibición de eventos multitudinarios, limitaciones a los viajes de ocio y trabajo (incluyendo los intercontinentales), reducción de aforos y ventilación de espacios interiores, lavado de manos y alguna otra parecen suficientes para explicar la reducción de infecciones de transmisión respiratoria y por contacto en el periodo pandémico. </p>
<p>Otra explicación –especulativa, y derivada de la anterior– sería que los rivales microscópicos del SARS-CoV-2 han evolucionado para mejorar su adaptación a la presión selectiva causada por las medidas de mitigación. Evolutivamente, se irían seleccionando cepas capaces de competir mejor con el SARS-CoV-2. </p>
<p>Más plausible parece que la falta de exposición reciente a algunos virus nos haya vuelto más susceptibles cuando abandonamos las medidas de mitigación. O que la menor exposición nos dificulte desarrollar mejores respuestas inmunitarias una vez infectados y veamos casos más graves de las mismas viriasis. En este caso, no habrían cambiado tanto los virus como nosotros.</p>
<p>Una última explicación sería, simplemente, que nuestros sistemas de vigilancia epidemiológica (y nuestros medios de comunicación y nuestra percepción subjetiva de riesgos) se han vuelto hipersensibles a todo lo que suene a virus. Si estamos permanentemente en actitud de alerta detectamos más amenazas. Incluso interpretaremos como amenazas cosas que antes no nos lo parecían.</p>
<h2>Cuanto más miras, más ves</h2>
<p>La incidencia registrada de muchos problemas de salud es muy sensible al tipo e intensidad de las actividades de detección. Hablamos de sesgo de vigilancia <em>(<a href="https://jech.bmj.com/content/jech/74/7/612.full.pdf">surveillance bias</a>)</em> cuando estos problemas de salud se buscan con una intensidad diferente entre poblaciones, en el tiempo, o según el entorno de atención y las características del paciente.</p>
<p>El “sesgo de vigilancia” nos hace encontrar más casos cuando no hay tanto cambios reales en la incidencia como <a href="https://jamanetwork.com/journals/jama/fullarticle/900883">diferencias en la intensidad de la detección</a>: cuanto más miras, más ves. El caso de la tuberculosis es, posiblemente, el ejemplo inverso: redujimos la detección durante la pandemia y ahora encontramos los casos que habíamos perdido.</p>
<p>El impacto de este sesgo ha sido discutido en otras crisis de salud pública. Por ejemplo, tras el accidente nuclear de Chernóbil se detectó un <a href="https://pubmed.ncbi.nlm.nih.gov/8017079/">incremento de cáncer de tiroides en las áreas cercanas</a>. Probablemente era real pero también es probable que la propia búsqueda de cánceres tras el accidente <a href="https://pubmed.ncbi.nlm.nih.gov/7941769/">sobrestimara el tamaño del incremento</a>. </p>
<p>También está el caso de los incrementos en enfermedad de Creutzfeldt-Jakob asociados a la crisis de las “vacas locas” (encefalopatía espongiforme bovina) que podían ser explicados, en buena parte, por el <a href="https://pubmed.ncbi.nlm.nih.gov/10981462/">mayor número de autopsias</a> buscando esta enfermedad en personas mayores.</p>
<p>Un pariente cercano del “sesgo de vigilancia” es el llamado “sesgo de comprobación” (<em>ascertainment bias</em>). Se produce cuando la detección es diferencial entre grupos de población porque su exposición o su riesgo es diferente. </p>
<p>Por ejemplo, es más probable detectar casos de viruela del mono <a href="https://theconversation.com/la-viruela-del-mono-y-el-riesgo-de-estigmatizar-a-quienes-la-padecen-183610">entre hombres que tienen sexo con hombres (MSM) que entre heterosexuales</a>. Simplemente porque ante los mismos síntomas unos acudirán más que otros a los servicios sanitarios. Y porque, adicionalmente, los clínicos buscarán la enfermedad más entre las personas MSM que entre las heterosexuales. </p>
<h2>¿La misma explicación para todos los virus?</h2>
<p>Es posible que una única causa de las previamente comentadas no explique los aparentes comportamientos extraños de virus muy diferentes y con vías de transmisión diferentes. En unos casos seremos más susceptibles tras dos años sin exposición. En otros, estaremos sobredetectando. Incluso ambas cosas a la vez, en mayor o menor proporción.</p>
<p>Incluso es posible que en alguno de los ejemplos, como la viruela del mono o la hepatitis aguda infantil, estemos detectando ahora casos que llevaban tiempo, quizás años, circulando bajo el radar de nuestros sistemas de vigilancia. </p>
<p>Y es justo en esa cesta, en la vigilancia, en la que nos toca poner nuestros esfuerzos. Más que intranquilizarnos con especulaciones sobre la “salud mental” de los seres microscópicos, reforzar nuestros sistemas de vigilancia epidemiológica parece la mejor manera de abordar el futuro de nuestra relación con los virus. </p>
<p>Futuro que, por lo demás, cambio climático y globalización mediante, se antoja incierto y complicado.</p><img src="https://counter.theconversation.com/content/184662/count.gif" alt="The Conversation" width="1" height="1" />
<p class="fine-print"><em><span>Salvador Peiró ha recibido financiación por ayudas competitivas públicas nacionales (en general, acciones de investigación o innovación -proyectos, redes, RRHH, plataformas- de la Acción Estratégica en Salud del Plan Nacional de I+D+i) y por acuerdos institucionales con firmas farmacéuticas y tecnológicas. Los financiadores nunca han jugado ningún papel en el diseño de los estudios, la adquisición de datos, su análisis o su interpretación. Tampoco han tenido acceso a las fuentes de datos y nunca influyeron en la decisión de publicación. Es también patrono de la Fundación Instituto de Investigación en Servicios de Salud y miembro de la Asociación de Economía de la Salud (AES), de la Sociedad Española de Epidemiología (SEE), de la Sociedad Española de Salud Pública y Administración Sanitaria (SESPAS) y de la Sociedad Española de Calidad Asistencial (SECA). Es también uno de los investigadores del Programa PROVAVAC de investigación vacunas de la Generalitat Valenciana y miembro de los grupos de expertos en Covid de la Generalitat Valenciana y de la Organización Médica Colegial.
</span></em></p>Algunos virus han pasado de desaparecer durante la pandemia a volverse (y volvernos) locos. ¿Es que la falta de exposición en pandemia nos ha vuelto susceptibles a nivel inmune? ¿O es una cuestión de atención y estamos sobredetectando?Salvador Peiró, Investigador, Área de Investigación en Servicios de Salud, FISABIO SALUD PÚBLICA, FisabioLicensed as Creative Commons – attribution, no derivatives.tag:theconversation.com,2011:article/1718362021-12-08T19:49:25Z2021-12-08T19:49:25ZTodo lo que hay que saber sobre los resfriados y el sistema inmunitario<figure><img src="https://images.theconversation.com/files/435895/original/file-20211206-23-1jfbi33.jpg?ixlib=rb-1.1.0&rect=10%2C10%2C6699%2C4446&q=45&auto=format&w=496&fit=clip" /><figcaption><span class="caption">
</span> <span class="attribution"><a class="source" href="https://www.shutterstock.com/es/image-photo/sick-woman-froze-caught-cold-unheated-1569482977">Shutterstock / fizkes</a></span></figcaption></figure><p>Suena el despertador, abrimos los ojos y notamos que nuestra nariz está atascada. Ha sido una mala noche, la tos apenas nos ha dejado dormir y ahora incluso nos cuesta respirar. ¿Qué pasa? Posiblemente, pese a tomar todas las precauciones posibles, hemos “cogido un resfriado”. </p>
<p>La llegada del frío invierno y las bajas temperaturas favorecen la proliferación de los resfriados -también conocidos como catarros o constipados- y de la gripe. En ambos casos estamos siendo atacados por virus. El de la gripe se llama <em>influenza</em>, y en el caso de los catarros no hay uno sino múltiples virus posibles. </p>
<h2>Qué ocurre cuando cogemos un resfriado</h2>
<p>Cada vez que nos resfriamos se debe a que hemos sido infectados a través de la boca o de la nariz por uno de los más de 200 virus respiratorios capaces producir esta enfermedad. </p>
<p>El periodo de incubación del resfriado es de unos 2-3 días y suele provocar síntomas como picor de ojos, tos, congestión nasal y abundante mucosidad. Aunque es habitual confundir estos síntomas con los de la gripe, existen algunas diferencias importantes. Concretamente, en la gripe el periodo de incubación es de 18-36 horas, transcurridas las cuales aparece fiebre, normalmente bastante alta, junto con dolor muscular y dolor de cabeza. </p>
<p>Aunque nadie escapa a los resfriados, los niños y las personas de avanzada edad suelen ser más vulnerables. En el caso de los <a href="https://pubmed.ncbi.nlm.nih.gov/22460071/">niños</a>, porque su sistema inmunitario está en desarrollo. Y en el caso de las personas mayores, porque su sistema inmunitario está envejecido y ligeramente “oxidado”. </p>
<h2>¿El frío aumenta las infecciones respiratorias?</h2>
<p>Importantes estudios científicos han demostrado que la respuesta del sistema inmunitario varía <a href="https://www.pnas.org/content/112/3/827">en función de nuestra temperatura corporal</a>. Los trabajos publicados por la investigadora Akiko Iwasaki, de la Universidad de Yale (EE UU), revelan que el virus del resfriado común es capaz de replicarse más fácilmente cuando <a href="https://www.ncbi.nlm.nih.gov/pmc/articles/PMC4968739/">la temperatura en nuestra nariz disminuye con respecto a la temperatura corporal central</a>. </p>
<p>¿Por qué? La explicación es sencilla. Cuando <strong>la temperatura es baja</strong>, los <strong>interferones</strong>, unas proteínas muy importantes en la respuesta inmunitaria temprana que ayudan a detener al virus, se “estropean”. Es decir, la respuesta de las células de defensa que tenemos en la mucosa respiratoria funciona mal.</p>
<p>El virus aprovecha este desliz nuestro para reproducirse y propagarse más rápidamente en nuestras vías respiratorias. Por eso es altamente recomendable salir al aire libre bien abrigados en invierno y usar bufanda, gorro y guantes para protegernos del frío. </p>
<p>Otro de los factores que favorecen la transmisión de estos virus durante el invierno es que <a href="https://pubmed.ncbi.nlm.nih.gov/23155399/">pasamos más tiempo en <strong>espacios cerrados</strong></a>, compartiendo aire y microbios con otras personas, lo que aumenta la posibilidad de contagio. </p>
<p>Por último, el <strong>uso de la calefacción</strong> reseca el aire y esto hace que disminuya la capa de mucosa de las vías respiratorias por deshidratación. Esta capa de moco, cuando está bien hidratada, protege a nuestras vías respiratorias, ya que sirve de barrera para atrapar microbios. Por esta razón, los ambientes húmedos son más recomendables y ayudan a reducir los contagios. </p>
<h2>Efecto de la Vitamina C y de la alimentación</h2>
<p>En este tema los estudios son controvertidos, hay datos que apuntan a que es beneficioso tomar vitamina C y otros que lo desmienten. En cualquier caso, lo que sí parece concluyente es que la vitamina C, a pesar de ser un importante antiinflamatorio y antioxidante para nuestro organismo, <a href="https://link.springer.com/article/10.1007/s00228-018-2601-7">no previene el resfriado, aunque sí podría reducir su duración</a>.</p>
<p>En cuanto al resto de la alimentación, está claro que tomar caldo o sopa es reconfortante cuando uno se encuentra enfermo. También ayuda a la hidratación de las mucosas. Pero ni previene ni cura el catarro.</p>
<h2>Cómo actúa nuestro sistema inmunitario frente a las infecciones</h2>
<p>Nuestro sistema inmunitario es el que de verdad nos va a ayudar a combatir el resfriado. Para salir victorioso, tiene que ser un sistema inmunitario fuerte. Eso implica que las células de la respuesta innata deben funcionar de forma correcta. Pero también las de la respuesta adaptativa, la producción de anticuerpos y la inmunidad celular. </p>
<p>Los hábitos de vida saludable son la mejor recomendación para que nuestro organismo sea por sí solo capaz de responder frente a este tipo de infecciones respiratorias durante la época invernal. Es decir, alimentación sana y equilibrada, hacer ejercicio moderado, dormir bien y evitar el estrés y los malos hábitos. </p>
<h2>Qué hacer para combatir un resfriado</h2>
<p>En estos dos últimos años hemos aprendido todos mucho sobre medidas higiénicas importantes para prevenir la infección por el coronavirus responsable de la covid-19. No estaría de más aprovechar la experiencia y utilizar estas medidas para mantener también a raya a otros patógenos, como por ejemplo los virus responsables del resfriado común. </p>
<p>Si evitamos que estos virus lleguen a nuestras vías respiratorias estaremos protegidos. El uso de la mascarilla es un buen método, además de la distancia social, la ventilación de espacios y la higiene de manos. </p>
<p>Llegados a este punto, es importante señalar que, si al final no podemos evitar resfriarnos, la mejor manera de afrontarlo es, en primer lugar, ser responsables y evitar contagiar a otras personas, hidratarnos bebiendo mucha agua y tener paciencia porque solo serán 2-3 días. </p>
<p>Lo que en ningún caso debemos hacer es echar mano de antibióticos. Los antibióticos solo funcionan frente a las infecciones bacterianas. El mal uso de estos medicamentos es uno de los problemas más graves a los que nos enfrentamos, por la aparición de bacterias superresistentes.</p><img src="https://counter.theconversation.com/content/171836/count.gif" alt="The Conversation" width="1" height="1" />
<p class="fine-print"><em><span>Isabel Cortegano Jimeno no recibe salario, ni ejerce labores de consultoría, ni posee acciones, ni recibe financiación de ninguna compañía u organización que pueda obtener beneficio de este artículo, y ha declarado carecer de vínculos relevantes más allá del cargo académico citado.</span></em></p>La llegada del invierno y las bajas temperaturas favorecen la proliferación de los resfriados. ¿Por qué? Porque la respuesta inmune es peor, porque pasamos más tiempo en espacios cerrados y por el uso de la calefacción.Isabel Cortegano Jimeno, Investigadora, Instituto de Salud Carlos IIILicensed as Creative Commons – attribution, no derivatives.tag:theconversation.com,2011:article/1715202021-11-18T19:54:19Z2021-11-18T19:54:19Z¿Qué va a pasar este invierno con las infecciones respiratorias de los niños?<figure><img src="https://images.theconversation.com/files/432684/original/file-20211118-15-hijr78.jpg?ixlib=rb-1.1.0&rect=0%2C8%2C5463%2C3628&q=45&auto=format&w=496&fit=clip" /><figcaption><span class="caption">
</span> <span class="attribution"><a class="source" href="https://www.shutterstock.com/es/image-photo/doctor-treatment-child-who-got-sick-682685302">Shutterstock / Natee K Jindakum</a></span></figcaption></figure><p>Coger frío no es causa de ninguna enfermedad de este tipo, sino que es necesario que entre en nuestro cuerpo un patógeno. Lo que ocurre es que el invierno favorece este proceso. Por eso los primeros días de frío nos traen la alerta de las llamadas infecciones respiratorias estacionales.</p>
<p>Recientemente se ha propuesto que la transmisión aérea por aerosoles (gotas emitidas al hablar o respirar de tamaño tan pequeño que quedan flotando en el aire durante mucho tiempo) no solamente representa la principal vía de transmisión en la covid-19, <a href="https://doi.org/10.1126/science.abd9149">sino muy probablemente también en la mayoría de las enfermedades respiratorias</a>. En invierno pasamos mucho tiempo en interiores de ambiente seco que no se ventilan suficientemente. Como consecuencia, estos aerosoles se acumularían y permanecerían mucho tiempo en el aire, listos para infectarnos.</p>
<h2>Infecciones infantiles</h2>
<p>De cara a las próximas semanas, existe preocupación en torno a las enfermedades respiratorias de los niños. ¿Por qué? Pues porque estamos en una situación inédita, ya que las medidas higiénicas implantadas para la prevención de la covid-19 supusieron la práctica ausencia de <a href="https://www.aeped.es/sites/default/files/documentos/irsv.pdf">las enfermedades respiratorias más frecuentes</a>, aunque no todas, durante el último año. </p>
<p>Por ejemplo, durante todo 2020 (lo que incluye los meses anteriores al confinamiento) hubo en España casi medio millón de casos de gripe, <a href="https://www.isciii.es/QueHacemos/Servicios/VigilanciaSaludPublicaRENAVE/EnfermedadesTransmisibles/Boletines/Documents/Boletin_Epidemiologico_en_red/boletines%20en%20red%202021/IS_N%C2%BA46-211117_WEB.pdf">mientras que hasta finales de octubre de 2021 solo se habían registrado algo más de 10 000</a>. </p>
<p>También fue anómala la transmisión del virus respiratorio sincitial, muy frecuente y que puede llegar a causar patologías respiratorias graves en niños, típicamente durante el invierno. El invierno pasado apenas hubo casos, pero aparecieron de manera sorprendente durante el verano de 2021, con la relajación de las medidas higiénicas. Eso sí, con una incidencia por debajo de lo habitual. </p>
<p>El sistema inmunitario de los recién nacidos es aún muy inmaduro, detectándose cantidades de anticuerpos sustancialmente inferiores a los que posteriormente alcanzarán en la edad adulta. Son tan bajos que, durante los primeros meses de vida, la principal protección de los niños tiene origen materno. </p>
<p>En efecto, la madre transfiere al feto una gran cantidad de inmunoglobulina G a través de la placenta (que se va degradando progresivamente tras el nacimiento), y de inmunoglobulina A contenida en la leche materna. Por eso los primeros meses de vida son de relativa ausencia de infecciones.</p>
<p>Sin embargo, en cuanto desaparecen los anticuerpos maternos los episodios infecciosos resultan muy frecuentes, desde los 6 meses y hasta los 6 o 7 años. <a href="https://primaryimmune.org/sites/default/files/Cap%C3%ADtulo%207%20-%20Hipogammaglobulinemia%20Transitoria%20de%20la%20Infancia.pdf">Es lo que llamamos inmunodeficiencia transitoria de la infancia</a>. </p>
<p>Durante este tiempo, además de madurar, el sistema inmunitario de los niños se va exponiendo a distintos patógenos, generando así células memoria que montarán una respuesta muy potente en el caso de volver a encontrarse con ese mismo patógeno. De ahí que la frecuencia de infecciones sintomáticas vaya disminuyendo con el tiempo.</p>
<h2>Sistema inmunitario desentrenado</h2>
<p>La baja transmisión de enfermedades respiratorias el año pasado hace que los niños no hayan tenido la exposición que hubiera sido habitual. ¿Podría su sistema inmunitario estar “desentrenado”? Pues es una posibilidad. En dos recientes e <a href="https://www.mdpi.com/2076-393X/9/6/595#">interesantes artículos</a>, se ha postulado <a href="https://doi.org/10.1016/j.idnow.2021.05.004">la existencia de la llamada “deuda inmunitaria”</a>. Se trata de una atractiva hipótesis, aunque carente aún de una base experimental sólida. </p>
<p>Se postula que la falta de exposición a los patógenos provocaría un “desentrenamiento” del sistema inmunitario, especialmente en la respuesta inespecífica. Eso provocaría una mayor susceptibilidad y gravedad de las infecciones tras cesar las medidas higiénicas de contención.</p>
<p>¿En qué situación nos encontramos ahora? Aunque aún no ha llegado la temporada máxima de transmisión de la gripe, <a href="https://vgripe.isciii.es/documentos/20192020/InformesAnuales/Informe_Vigilancia_GRIPE_2019-2020_03092020.pdf">que suele alcanzar un pico de incidencia entre las segundas semanas de enero a febrero</a>, ya se han producido más casos que los registrados el año pasado en estas mismas fechas. La escasa transmisión observada hasta ahora de la gripe y otras enfermedades, y por lo tanto la falta de inmunidad adquirida de manera natural, habría provocado que un número importante de niños se hayan incorporado a la población potencialmente diana para esta temporada de gripe y otras enfermedades. </p>
<p>Esto haría que, si bien la circulación de virus es similar a la de años anteriores, las consecuencias podrían ser más graves. Aunque el comportamiento de la transmisión viral es impredecible, debemos considerar este escenario como posible y estar, en consecuencia, preparados para ello.</p>
<h2>Vacunar es la mejor protección</h2>
<p>Eso no implica resignarse. La protección que nos confiere el sistema inmunitario se adquiere de manera natural tras superar una infección, sí. Pero también gracias a las vacunas, cuya tasa de administración se ha visto significativamente reducida durante la pandemia en muchos países. </p>
<p>Los niños en España reciben vacunas muy eficaces <a href="https://www.andavac.es/calendario-vacunaciones/">frente a 14 enfermedades infecciosas</a>. Resulta esencial mantener los altos niveles de vacunación que hemos tenido en el pasado. Es la mejor protección que podemos ofrecer a nuestros niños.</p><img src="https://counter.theconversation.com/content/171520/count.gif" alt="The Conversation" width="1" height="1" />
<p class="fine-print"><em><span>El laboratorio del Dr. Ignacio J. Molina recibe fondos competitivos de investigación del Ministerio de Ciencia e Innovación, la Junta de Andalucía y Action for A-T, United Kingdom charity. </span></em></p>Las medidas higiénicas implantadas para la prevención de la covid-19 supusieron la práctica ausencia de las enfermedades respiratorias más frecuentes entre los niños, aunque no todas, durante el último año. ¿Qué pasará este invierno?Ignacio J. Molina Pineda de las Infantas, Catedrático de Inmunología, Centro de Investigación Biomédica, Universidad de GranadaLicensed as Creative Commons – attribution, no derivatives.tag:theconversation.com,2011:article/1533232021-01-19T18:17:47Z2021-01-19T18:17:47ZPor qué el frío puede agravar la pandemia<figure><img src="https://images.theconversation.com/files/379331/original/file-20210118-21-16sxh14.jpg?ixlib=rb-1.1.0&rect=0%2C0%2C6187%2C4112&q=45&auto=format&w=496&fit=clip" /><figcaption><span class="caption">
</span> <span class="attribution"><a class="source" href="https://www.freepik.com/photos/woman">Freepik / diana.grytsku</a>, <a class="license" href="http://creativecommons.org/licenses/by-nc/4.0/">CC BY-NC</a></span></figcaption></figure><p>Aunque las infecciones del tracto respiratorio pueden ocurrir durante todo el año, la temperatura fría y la baja humedad propias del otoño y el invierno favorecen que se den con más frecuencia en estas épocas del año. Como los coronavirus penetran por el aparato respiratorio, es razonable que nos preguntemos si el frío extremo tendrá alguna incidencia en el curso de la pandemia.</p>
<p>Las infecciones del tracto respiratorio son las infecciones más comunes en todo el mundo, responsables del 20 % del exceso de mortalidad invernal, además de una carga económica considerable para la salud pública. La incidencia del resfriado común varía según la edad y encontramos las tasas más altas en niños menores de 5 años. Estos tienen de tres a ocho enfermedades respiratorias virales por año, mientras que los adolescentes y adultos tienen aproximadamente de dos a cuatro, y los mayores de 60 años tienen una media de menos de una. A pesar de estas cifras alarmantes, tengamos en cuenta que la mayoría se curan por sí solas y por completo.</p>
<figure class="align-center ">
<img alt="" src="https://images.theconversation.com/files/379337/original/file-20210118-21-j70yrx.png?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=754&fit=clip" srcset="https://images.theconversation.com/files/379337/original/file-20210118-21-j70yrx.png?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=600&h=239&fit=crop&dpr=1 600w, https://images.theconversation.com/files/379337/original/file-20210118-21-j70yrx.png?ixlib=rb-1.1.0&q=30&auto=format&w=600&h=239&fit=crop&dpr=2 1200w, https://images.theconversation.com/files/379337/original/file-20210118-21-j70yrx.png?ixlib=rb-1.1.0&q=15&auto=format&w=600&h=239&fit=crop&dpr=3 1800w, https://images.theconversation.com/files/379337/original/file-20210118-21-j70yrx.png?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=754&h=301&fit=crop&dpr=1 754w, https://images.theconversation.com/files/379337/original/file-20210118-21-j70yrx.png?ixlib=rb-1.1.0&q=30&auto=format&w=754&h=301&fit=crop&dpr=2 1508w, https://images.theconversation.com/files/379337/original/file-20210118-21-j70yrx.png?ixlib=rb-1.1.0&q=15&auto=format&w=754&h=301&fit=crop&dpr=3 2262w" sizes="(min-width: 1466px) 754px, (max-width: 599px) 100vw, (min-width: 600px) 600px, 237px">
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<span class="caption">Principales virus causantes de infecciones respiratorias a lo largo del año.</span>
<span class="attribution"><span class="license">Author provided</span></span>
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<p>Son las bacterias y los virus, no el clima, quienes causan estas infecciones. Entonces, ¿por qué tanta gente enferma en los meses fríos y húmedos de otoño e invierno? Apunto algunos motivos que justifican esta vinculación y que dependen tanto del comportamiento humano como de nuestra fisiología.</p>
<ul>
<li><p>Tras el verano, los niños vuelven al colegio. El contacto estrecho hace que aumente la posibilidad de que los virus y, con menos frecuencia, las bacterias, se propaguen.</p></li>
<li><p>El clima frío hace que se pase más tiempo en interiores. Con ello se promueve la exposición cercana a otras personas, que pueden estar infectadas.</p></li>
<li><p>Además, hay más factores relacionados con la calidad del aire en entornos cerrados, en hogares u oficinas, donde las personas pasan más del 90 % de su tiempo.</p></li>
<li><p>Los virus más comunes que causan el resfriado sobreviven mejor en ambientes fríos y de baja humedad, como es el caso del otoño y el invierno.</p></li>
<li><p>La inhalación de aire frío, el enfriamiento de la superficie corporal y el estrés por frío provocan respuestas fisiopatológicas, como la alteración de nuestro sistema inmunitario, que pueden contribuir a una mayor susceptibilidad a las infecciones respiratorias.</p></li>
</ul>
<h2>La nariz nos protege del frío y los microorganismo</h2>
<figure class="align-right ">
<img alt="" src="https://images.theconversation.com/files/379334/original/file-20210118-13-z238rf.png?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=237&fit=clip" srcset="https://images.theconversation.com/files/379334/original/file-20210118-13-z238rf.png?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=600&h=551&fit=crop&dpr=1 600w, https://images.theconversation.com/files/379334/original/file-20210118-13-z238rf.png?ixlib=rb-1.1.0&q=30&auto=format&w=600&h=551&fit=crop&dpr=2 1200w, https://images.theconversation.com/files/379334/original/file-20210118-13-z238rf.png?ixlib=rb-1.1.0&q=15&auto=format&w=600&h=551&fit=crop&dpr=3 1800w, https://images.theconversation.com/files/379334/original/file-20210118-13-z238rf.png?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=754&h=693&fit=crop&dpr=1 754w, https://images.theconversation.com/files/379334/original/file-20210118-13-z238rf.png?ixlib=rb-1.1.0&q=30&auto=format&w=754&h=693&fit=crop&dpr=2 1508w, https://images.theconversation.com/files/379334/original/file-20210118-13-z238rf.png?ixlib=rb-1.1.0&q=15&auto=format&w=754&h=693&fit=crop&dpr=3 2262w" sizes="(min-width: 1466px) 754px, (max-width: 599px) 100vw, (min-width: 600px) 600px, 237px">
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<span class="caption">Anatomía de la nariz.</span>
<span class="attribution"><a class="source" href="https://commons.wikimedia.org/w/index.php?curid=68370471">Wikimedia Commons/Patrick J. Lynch</a>, <a class="license" href="http://creativecommons.org/licenses/by/4.0/">CC BY</a></span>
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<p>La nariz es la parte del aparato respiratorio superior que se encarga de contrarrestar el frío y la falta de humedad. El aire, a su paso por la nariz, atraviesa un tortuoso recorrido entre cornetes y meatos, que ponen en íntimo contacto el aire inhalado con la superficie de la mucosa nasal, con tres objetivos:</p>
<ol>
<li><p>Calentar el aire hasta alcanzar la temperatura corporal, gracias a que la mucosa tiene muchos vasos sanguíneos. </p></li>
<li><p>Humedecer ese aire seco hasta su saturación con vapor de agua mediante la secreción de moco y agua por las células de la mucosa.</p></li>
<li><p>Retener partículas y microorganismos para que no pasen al tracto respiratorio, gracias al epitelio ciliado.</p></li>
</ol>
<p>Si respiramos por la boca, todo este papel protector, humidificador y calefactor de la nariz lo perdemos y obligamos a que otros componentes de la vía realicen un gasto extra, pues el aire tiene que llegar a los alveolos de forma adecuada que garantice el intercambio gaseoso.</p>
<h2>La fisiopatología de las infecciones respiratorias con el frío</h2>
<p>Veamos ahora cuales son los aspectos que redundan en una mayor susceptibilidad a padecer enfermedades infecciosas y que afectan a la mucosa, el músculo liso y los vasos sanguíneos del tracto respiratorio. </p>
<p>El aire frío puede secar y dañar tanto el revestimiento interior de la nariz, como de otros epitelios superficiales, haciéndolos más susceptible a la penetración de un virus. Además, este epitelio va a generar sustancias proinflamatorias, las cuales, si son persistentes, pueden provocar lesiones epiteliales y favorecer la penetración de microorganismos. </p>
<p>El frío provoca vasoconstricción para preservar el calor corporal. Ello podría dificultar que los leucocitos llegasen a la membrana mucosa respiratoria, lo que dificultaría la protección contra los gérmenes.</p>
<p>La contaminación del aire obliga a las células fagocíticas (macrófagos) a trabajar más para eliminar restos de partículas y les merma capacidad para luchar contra los microorganismos.</p>
<p>La vitamina D desempeña un papel importante en el mantenimiento de un sistema inmunológico saludable. La exposición reducida al sol durante el invierno puede provocar niveles más bajos de vitamina D.</p>
<p>En estudios con ratones se ha visto que, a medida que bajamos la temperatura, estos tienen mermada la producción de interferones, que es la defensa intrínseca antiviral, lo que conduce a que la infección sea más persistente y difícil de resolver. </p>
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<img alt="" src="https://images.theconversation.com/files/379332/original/file-20210118-23-1889nrf.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=754&fit=clip" srcset="https://images.theconversation.com/files/379332/original/file-20210118-23-1889nrf.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=600&h=400&fit=crop&dpr=1 600w, https://images.theconversation.com/files/379332/original/file-20210118-23-1889nrf.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=30&auto=format&w=600&h=400&fit=crop&dpr=2 1200w, https://images.theconversation.com/files/379332/original/file-20210118-23-1889nrf.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=15&auto=format&w=600&h=400&fit=crop&dpr=3 1800w, https://images.theconversation.com/files/379332/original/file-20210118-23-1889nrf.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=754&h=503&fit=crop&dpr=1 754w, https://images.theconversation.com/files/379332/original/file-20210118-23-1889nrf.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=30&auto=format&w=754&h=503&fit=crop&dpr=2 1508w, https://images.theconversation.com/files/379332/original/file-20210118-23-1889nrf.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=15&auto=format&w=754&h=503&fit=crop&dpr=3 2262w" sizes="(min-width: 1466px) 754px, (max-width: 599px) 100vw, (min-width: 600px) 600px, 237px">
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<span class="caption"></span>
<span class="attribution"><span class="source">Freepik/pikisuperstar</span>, <a class="license" href="http://creativecommons.org/licenses/by/4.0/">CC BY</a></span>
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<p>En definitiva, el frío puede agravar la extensión y gravedad de la pandemia. </p>
<p>Estamos en unas condiciones y en una época de año en la que se ha de reducir en la medida de lo posible la exposición e incrementar los mecanismos de contención para la población. Ojalá en el hemisferio norte seamos capaces, no solo de lograr lo que consiguieron en el austral haciendo desaparecer casi por completo la gripe, sino que reduzcamos el doloroso tributo del SARS-CoV-2. Una parte importante está en nuestra mano. Actuemos con conocimiento y responsabilidad.</p>
<hr>
<p><em>Una versión más extensa del documento se publicó en el blog del autor <a href="https://inmunoensayos.blogs.upv.es/?p=708">Inmunoensayos</a>.</em></p>
<hr><img src="https://counter.theconversation.com/content/153323/count.gif" alt="The Conversation" width="1" height="1" />
<p class="fine-print"><em><span>Rafael Sirera Pérez no recibe salario, ni ejerce labores de consultoría, ni posee acciones, ni recibe financiación de ninguna compañía u organización que pueda obtener beneficio de este artículo, y ha declarado carecer de vínculos relevantes más allá del cargo académico citado.</span></em></p>Las infecciones virales respiratorias son más frecuentes en los meses fríos. En el hemisferio norte en estos momentos nos enfrentamos a unas condiciones que pueden recrudecer la pandemia.Rafael Sirera Pérez, Catedrático de Biología Celular en el Departamento de Biotecnología. Investigo en Inmunología y Biología Molecular del Cáncer en la Unidad Mixta del Hospital General y el Centro Príncipe Felipe, Universitat Politècnica de ValènciaLicensed as Creative Commons – attribution, no derivatives.