tag:theconversation.com,2011:/us/topics/sociolinguistica-80038/articlessociolingüística – The Conversation2023-11-26T21:22:53Ztag:theconversation.com,2011:article/2164152023-11-26T21:22:53Z2023-11-26T21:22:53ZDe dónde viene el seseo y por qué está presente en la mayoría de los hablantes del español<figure><img src="https://images.theconversation.com/files/561697/original/file-20231126-23-eg6h7h.jpg?ixlib=rb-1.1.0&rect=34%2C0%2C5242%2C3776&q=45&auto=format&w=496&fit=clip" /><figcaption><span class="caption">
</span> <span class="attribution"><a class="source" href="https://www.shutterstock.com/es/image-photo/cute-little-girl-speech-therapist-office-596748176">Africa Studio/Shutterstock</a></span></figcaption></figure><blockquote>
<p>Cecilia limpia los zapatos de lazo azul. </p>
<p>Sesilia limpia los sapatos de laso asul. </p>
</blockquote>
<p>En estas dos frases se observa la diferencia en el cambio de grafía en las letras c y z por s. Pero ¿se pronuncian diferente o igual? </p>
<p>Conocemos la respuesta: diferente. ¿O no? De los <a href="https://cvc.cervantes.es/lengua/espanol_lengua_viva/pdf/espanol_lengua_viva_2022.pdf">496 millones de personas</a> que hablan español como lengua nativa en el mundo, los que pronuncian estos dos fonemas de manera diferente son aproximadamente el 7 %. Es decir, la inmensa mayoría, más de un 90%, de los hablantes de español sesean. En Andalucía, <a href="https://grupo.us.es/ehandalucia/que_es_el_andaluz/03_la_pronunciacion_andaluza_ext.html#:%7E:text=El%20seseo%20consiste%20en%20pronunciar,variedades%20propias%20de%20cada%20zona">dos tercios de los habitantes no distinguen c y s al hablar</a>.</p>
<p>El seseo no es, por lo tanto, una manera errónea de pronunciar el español: para una gran mayoría de hablantes solamente existe el fonema /s/, representado por dos letras distintas, la z y la s.</p>
<h2>De cuatro fonemas latinos a dos castellanos</h2>
<p>En la primera frase, la grafía z (a, o, u) y c (-e, -i) representan al sonido zeta que es nuestro actual fonema /θ/, proveniente de la letra theta θ. El sonido zeta tiene una articulación fricativa interdental sorda con una pronunciación apical, es decir, se apoya el ápice de la lengua entre los dientes incisivos inferiores y superiores. </p>
<p>Algunas personas no colocan la lengua tan delante y no la apoyan en los dientes: esto produce una pronunciación no apical. En esos casos el sonido zeta se ve sustituido por otra variedad de sonidos cercanos al fonema /s/, como, por ejemplo, en la segunda frase del principio de este artículo.</p>
<p>El origen del mantenimiento o no del sonido zeta se remonta a la época medieval cuando los cuatro fonemas /z/, /s/, /ts/ y /dz/ se redujeron a dos: /θ/ y /s/ en el castellano de Castilla. Los fonemas /ts/ y /dz/ se convirtieron en fricativos; el fonema /z/ perdió sonoridad y se igualó al fonema /θ/, y los fonemas /s/ y /z/ del latín se igualaron en el fonema /s/. </p>
<p>Pero esos cuatro fonemas medievales se redujeron a un único fonema, /s/, en el castellano del sur peninsular. Las variaciones en articulación de este único fonema /s/ originaron el seseo y ceceo. La diferencia entre seseo y ceceo está en el predominio de la articulación: si es más alveolar es seseo y si es más dental es ceceo.</p>
<p>Aunque los hablantes que sesean pueden aprender de manera formal los fonemas en clase, y distinguir perfectamente que una z no es una s, seguirán seseando o ceceando en su contexto puesto que es la forma de pronunciar con la que se han criado. Puede ocurrir que si hablan en público o en contextos no seseantes, académicos o profesionales, lleguen a distinguir entre ambos fonemas y los pronuncien de manera distinta. </p>
<h2>El seseo en el sur peninsular</h2>
<p>En el <a href="https://www.rae.es/dpd/seseo">seseo</a>, la transformación o reducción se hace en la pronunciación del fonema /θ/ representado por la letra c (-e, -i) y la letra z (a, o, u) por el fonema /s/, por ejemplo, en sapato en vez de zapato, bebesita en vez de bebecita. </p>
<p>En este caso, la articulación del sonido zeta se iguala al sonido ese coronal o predorsal con una lengua que apoya la corona o el predorso ligeramente convexo contra alveolos e incisivos superiores, siendo una pronunciación dorsal no apical más alveolar.</p>
<h2>El ceceo, muy diverso</h2>
<p>En el <a href="https://www.rae.es/dpd/ceceo">ceceo</a>,la pronunciación del fonema /s/ es muy cercana, pero sin ser igual, al fonema /θ/ representado por la letra c (-e, -i) y la letra z (a, o, u), por ejemplo, zábana en vez de sábana, zaludo en vez de saludo. Además, existe gran diversidad en la producción de este sonido entre los propios hablantes ceceantes. </p>
<p>En este caso, la articulación del sonido ese predorsal interdental se asemeja al sonido zeta en el que la lengua está colocada convexa con el ápice en los incisivos inferiores pudiendo llegar a los superiores, siendo una pronunciación dorsal no apical más dental. </p>
<h2>Variedad exportada a América</h2>
<p>El seseo y ceceo constituyen una variedad del español peninsular, siendo rasgos lingüísticos que conforman un código cambiado característico y compartido por los hablantes de la zona sur peninsular. Esta flexibilidad del lenguaje oral, también llamado <a href="https://theconversation.com/usted-tambien-habla-un-dialecto-202582">dialecto</a>, se exporta y extiende a las islas Canarias, a la <a href="https://www.salminter.com/blog/por-que-la-c-y-la-z-se-pronuncian-diferente-en-latinoamerica/">comunidad de hispanohablantes en América</a> y algunas áreas de Badajoz y Murcia, razón por la que no tienen el sonido zeta. </p>
<p>Concretamente, en <a href="https://es.m.wikipedia.org/wiki/Archivo:Andaluc%C3%ADa_ceceante_y_seseante.svg">Andalucía</a>, una parte de hablantes distinguen entre el sonido zeta y ese, pero otra parte de hablantes confunden el sonido zeta y ese, teniendo lo que hemos llamado seseo o ceceo. </p>
<p>El seseo es más aceptado socialmente y más frecuente en ciudades mientras que el ceceo es menos frecuente está relegado a zonas rurales y hablantes de menor nivel cultural. En algunas regiones de ceceo se está sustituyendo por seseo o por la distinción entre el sonido zeta y ese. En Canarias predomina el seseo, aunque en regiones rurales hay restos de ceceo y en América se reduce a seseo.</p>
<h2>Por qué no seseamos por escrito</h2>
<p>Esta versatilidad del lenguaje oral no suele generalizarse al lenguaje escrito constituyendo diferencias solo a nivel de articulación. La diversidad de articulaciones genera heterogeneidad entre los hablantes seseantes y ceceantes y ambos conviven pudiendo existir predominio de uno u otro entre barrios de un mismo pueblo.</p>
<p>En síntesis, seseo y ceceo son producto de una evolución basada en una reducción de fonemas donde el sonido ese se iguala al sonido zeta. Por tanto, en seseo y ceceo no falta ningún fonema porque nunca ha estado. Aún así, tanto el sonido del fonema /s/ del seseo que es una articulación más dental como el sonido del fonema /θ/ del ceceo cuya articulación no llega a ser interdental son diferentes al sonido del fonema /s/ y del fonema /θ/ del castellano peninsular. </p>
<p>Por ese motivo, respondiendo a nuestra pregunta del principio, lo cierto es que ambas frases (“Sesilia limpia los sapatos” y “Cecilia limpia los zapatos”) se pronunciarían siempre de manera ligeramente distinta, ya que no suena igual la /s/ de sandalia que la de “zapato” dicho con seseo.</p><img src="https://counter.theconversation.com/content/216415/count.gif" alt="The Conversation" width="1" height="1" />
<p class="fine-print"><em><span>Cristina de la Peña Álvarez no recibe salario, ni ejerce labores de consultoría, ni posee acciones, ni recibe financiación de ninguna compañía u organización que pueda obtener beneficio de este artículo, y ha declarado carecer de vínculos relevantes más allá del cargo académico citado.</span></em></p>No es lo mismo una z que una s, pero la gran mayoría de los hispanohablantes las pronuncian igual. ¿Por qué?Cristina de la Peña Álvarez, Profesor e investigador, UNIR - Universidad Internacional de La Rioja Licensed as Creative Commons – attribution, no derivatives.tag:theconversation.com,2011:article/2138592023-09-20T13:38:59Z2023-09-20T13:38:59ZLos lingüistas han identificado un nuevo dialecto del inglés que está surgiendo en el sur de Florida<figure><img src="https://images.theconversation.com/files/548937/original/file-20230607-23-bbcsrb.jpg?ixlib=rb-1.1.0&rect=3%2C9%2C2171%2C1548&q=45&auto=format&w=496&fit=clip" /><figcaption><span class="caption">Si viajas a Miami, puede que oigas a la gente decir "bájate del coche" en vez de "bájate del coche".</span> <span class="attribution"><a class="source" href="https://www.gettyimages.com/detail/news-photo/protesters-hang-out-the-window-of-a-car-on-flagler-street-news-photo/51091597?adppopup=true">Miami Herald/Getty Images</a></span></figcaption></figure><p>“We got down from the car and went inside” (nos bajamos del auto y entramos).</p>
<p>“I made the line to pay for groceries” (hice la cola para pagar la comida).</p>
<p>“He made a party to celebrate his son’s birthday” (hizo una fiesta para celebrar el cumpleaños de su hijo).</p>
<p>Estas frases pueden sonar raras para los oídos de la mayoría de los estadounidenses de habla anglosajona.</p>
<p>Sin embargo, en Miami se han integrado en el lenguaje local.</p>
<p>Según <a href="https://news.fiu.edu/2023/get-down-from-the-car-miami-dialect">la investigación que publiqué recientemente</a>, estas expresiones y muchas otras forman parte de un nuevo dialecto que se está formando en Florida del Sur.</p>
<p>Esta variedad lingüística proviene del contacto sistemático entre hablantes de español e inglés, sobre todo a partir de las traducciones directas del español.</p>
<h2>Cuando el francés encontró el inglés</h2>
<p>Aunque hables inglés y vivas en Miami o en cualquier otro lugar, es probable que no sepas a ciencia cierta de dónde provienen las palabras que usas a diario.</p>
<p>Quizá sepas que un número limitado de palabras, generalmente alimentos, como “sriracha” o “croissant” son préstamos lingüísticos de otros idiomas. Sin embargo, hay muchas más palabras prestadas de lo que imaginas.</p>
<p>De hecho, están por doquier en el vocabulario inglés y español: “<a href="https://en.wiktionary.org/wiki/pajamas">pijamas</a>” proviene del hindi; “<a href="https://animalia.bio/arabian-gazelle">gacela</a>” del árabe a través del francés y “<a href="https://es.wiktionary.org/wiki/tsunami">tsunami</a>” del japonés.</p>
<p>Los préstamos lingüísticos generalmente se gestan en las mentes y el discurso de los hablantes bilingües, quienes terminan moviéndose entre diferentes lugares y culturas. Suele suceder cuando eventos como las guerras, el colonialismo, el exilio político, la inmigración o el cambio climático ponen en contacto a personas que pertenecen a diferentes grupos lingüísticos.</p>
<p>Cuando ese contacto se mantiene durante un período de tiempo prolongado, a través de décadas que abarcan varias generaciones o incluso más, las estructuras de los idiomas se van entremezclando y los hablantes comienzan a compartir sus respectivos vocabularios.</p>
<p>Una confluencia bilingüe cambió la trayectoria del idioma inglés. <a href="https://www.britannica.com/event/Norman-Conquest">En 1066</a>, los franceses normandos, liderados por Guillermo el Conquistador, invadieron Inglaterra dando lugar a lo que ahora se conoce como “<a href="https://es.wikipedia.org/wiki/Conquista_normanda_de_Inglaterra">la conquista normanda</a>”.</p>
<p>Poco después, la clase dominante francófona reemplazó a la aristocracia de habla anglosajona y durante aproximadamente 200 años, las élites de Inglaterra, incluidos los reyes, hicieron sus negocios en francés.</p>
<figure class="align-center ">
<img alt="Ilustración en color descolorida de soldados y tropas heridos." src="https://images.theconversation.com/files/530640/original/file-20230607-26-mlovtv.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=754&fit=clip" srcset="https://images.theconversation.com/files/530640/original/file-20230607-26-mlovtv.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=600&h=357&fit=crop&dpr=1 600w, https://images.theconversation.com/files/530640/original/file-20230607-26-mlovtv.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=30&auto=format&w=600&h=357&fit=crop&dpr=2 1200w, https://images.theconversation.com/files/530640/original/file-20230607-26-mlovtv.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=15&auto=format&w=600&h=357&fit=crop&dpr=3 1800w, https://images.theconversation.com/files/530640/original/file-20230607-26-mlovtv.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=754&h=449&fit=crop&dpr=1 754w, https://images.theconversation.com/files/530640/original/file-20230607-26-mlovtv.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=30&auto=format&w=754&h=449&fit=crop&dpr=2 1508w, https://images.theconversation.com/files/530640/original/file-20230607-26-mlovtv.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=15&auto=format&w=754&h=449&fit=crop&dpr=3 2262w" sizes="(min-width: 1466px) 754px, (max-width: 599px) 100vw, (min-width: 600px) 600px, 237px">
<figcaption>
<span class="caption">Ilustración del siglo XVIII de la batalla de Hastings, que inició la conquista normanda de Inglaterra en 1066.</span>
<span class="attribution"><a class="source" href="https://www.gettyimages.com/detail/news-photo/the-battle-of-hastings-found-in-the-collection-of-british-news-photo/520722235?adppopup=true">Heritage Images/Hulton Fine Art Collection via Getty Images</a></span>
</figcaption>
</figure>
<p>El inglés realmente nunca caló entre la aristocracia, pero dado que los sirvientes y las clases medias necesitaban comunicarse con los aristócratas y que se producían matrimonios entre personas de diferentes clases sociales, las palabras francesas se fueron filtrando a través de la jerarquía social y en el idioma.</p>
<p>Durante ese período, el inglés asumió <a href="https://medium.com/english-language-faq/how-many-french-words-are-there-in-english-how-did-they-get-there-538f54ea016b">más de 10 000 préstamos lingüísticos</a> del francés, principalmente en las áreas dominadas por la aristocracia: las artes, el ejército, la medicina, el derecho y la religión. Las palabras del vocabulario inglés que hoy nos parecen básicas e incluso fundamentales fueron tomadas del francés hace apenas 800 años, tal es el caso de príncipe, gobierno, administración, libertad, corte, oración, juez, justicia, literatura, música y poesía, por solo mencionar algunas.</p>
<h2>El encuentro del español con el inglés en Miami</h2>
<p>Avanzamos rápidamente hasta nuestros días para descubrir que en Miami se está produciendo una forma similar de contacto lingüístico entre el español y el inglés desde que terminó <a href="https://journals.openedition.org/etudescaribeennes/21355">la Revolución Cubana</a> en 1959.</p>
<p>En los años posteriores a la revolución, cientos de miles de cubanos abandonaron la isla poniendo rumbo a Florida del Sur, preparando el escenario para lo que se convertiría en una de las convergencias lingüísticas más importantes de toda América.</p>
<p>Hoy en día, la gran mayoría de la población es bilingüe. En 2010, más del 65% de la población del condado de Miami-Dade se identificó como hispana o latina, y en los grandes municipios de Doral y Hialeah esa <a href="https://www.academia.edu/15765243/Multilingual_Miami_Trends_in_Sociolinguistic_Research">cifra asciende al 80 y 95%</a>, respectivamente.</p>
<p>Por supuesto, identificarse como latino no es sinónimo de hablar español, ya que entre los cubanoamericanos de segunda y tercera generación se ha producido una pérdida del idioma. Pero el punto es que en Miami se habla mucho español e inglés.</p>
<figure class="align-center ">
<img alt="Foto en blanco y negro de cubanos caminando por la playa con equipaje y niños." src="https://images.theconversation.com/files/530639/original/file-20230607-29-tu4xz9.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=754&fit=clip" srcset="https://images.theconversation.com/files/530639/original/file-20230607-29-tu4xz9.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=600&h=433&fit=crop&dpr=1 600w, https://images.theconversation.com/files/530639/original/file-20230607-29-tu4xz9.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=30&auto=format&w=600&h=433&fit=crop&dpr=2 1200w, https://images.theconversation.com/files/530639/original/file-20230607-29-tu4xz9.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=15&auto=format&w=600&h=433&fit=crop&dpr=3 1800w, https://images.theconversation.com/files/530639/original/file-20230607-29-tu4xz9.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=754&h=544&fit=crop&dpr=1 754w, https://images.theconversation.com/files/530639/original/file-20230607-29-tu4xz9.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=30&auto=format&w=754&h=544&fit=crop&dpr=2 1508w, https://images.theconversation.com/files/530639/original/file-20230607-29-tu4xz9.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=15&auto=format&w=754&h=544&fit=crop&dpr=3 2262w" sizes="(min-width: 1466px) 754px, (max-width: 599px) 100vw, (min-width: 600px) 600px, 237px">
<figcaption>
<span class="caption">Refugiados cubanos en la isla de Cay Sal esperan a que los guardacostas estadounidenses los lleven a Florida en 1962.</span>
<span class="attribution"><a class="source" href="https://www.gettyimages.com/detail/news-photo/cuban-refugees-on-sal-cay-waiting-for-us-coast-guard-to-news-photo/50679206?adppopup=true">Lynn Pelham/Getty Images</a></span>
</figcaption>
</figure>
<p>Las personas bilingües forman parte de esa mezcla. Algunos son más competentes en español y otros hablan inglés con soltura, pero todos juntos navegan por el complejo contexto sociolingüístico de Florida del Sur, sabiendo cuándo y con quién usar cada idioma, así como el momento adecuado para mezclarlos.</p>
<p>Cuando el primer gran grupo de cubanos llegó a Miami a raíz de la revolución hicieron precisamente eso, siguiendo dos caminos.</p>
<p>Primero, las personas alternaban entre el español y el inglés, a veces dentro de la misma oración o frase. Eso preparó el escenario para la presencia duradera del español en Florida del Sur, así como para la aparición de lo que algunas personas llaman “<a href="http://www.ub.edu/diccionarilinguistica/print/350">spanglish</a>”.</p>
<p>En segundo lugar, a medida que las personas aprendían inglés, tendían a traducir literalmente del español. Estas traducciones son un tipo de préstamo especial que los lingüistas llaman “<a href="https://es.wikipedia.org/wiki/Calco_sem%C3%A1ntico">calcos</a>”.</p>
<p>Los calcos están por doquier en el idioma inglés.</p>
<p>La palabra “dandelion”, por ejemplo, es una flor que crece en Europa central y cuando los alemanes se dieron cuenta de que no tenían una palabra para nombrarla, buscaron libros de botánica escritos en latín, <a href="https://www.etymonline.com/word/dandelion">en los que la llamaban dens lionis</a> o “diente de león”. Los alemanes tomaron prestado ese concepto y llamaron a la flor “<a href="https://en.wiktionary.org/wiki/L%C3%B6wenzahn">löwenzahn</a>”, una traducción literal de “diente de león”. Los franceses tampoco tenían una palabra para la flor, por lo que también tomaron prestado el concepto de “diente de león”, calcándolo como “<a href="https://www.theguardian.com/science/2012/may/25/plantwatch-dandelions-hawthorn-sunshine">dent de lion</a>”. Los ingleses, que tampoco tenían una palabra para esta flor, escucharon el término francés sin entenderlo y lo tomaron prestado adaptando “dent de lion” al inglés, llamándolo “dandelion”.</p>
<h2>El surgimiento de una nueva jerga</h2>
<p>En Miami está ocurriendo exactamente ese tipo de fenómenos.</p>
<p>Como parte de mi investigación en curso con estudiantes y colegas sobre la forma de hablar inglés en Miami, realicé <a href="https://www.jbe-platform.com/content/journals/10.1075/eww.22036.car">un estudio</a> con la lingüista <a href="https://buffalo.academia.edu/KristenDAlessandroMerii">Kristen D'Allessandro Merii</a> para documentar los calcos de origen español en el idioma inglés que se utilizan en Florida del Sur.</p>
<p>Encontramos varios tipos de traducciones con préstamos lingüísticos.</p>
<p>Había “<a href="https://pureenglish.org/2012/05/06/calques-loan-translations/">calcos léxicos literales</a>”, una traducción directa, palabra por palabra.</p>
<p>Por ejemplo, encontramos que las personas usan expresiones como “get down from the car” (bájate del auto) en lugar de “get out of the car” (sal del auto), la cual se basa en la frase en español “bajar del carro”. Como “bajar” significa “to get down”, tiene sentido que muchos miamenses piensen que “salir” de un vehículo sea “getting down” y no “getting out”.</p>
<p>Los lugareños a menudo también dicen “married with”, como por ejemplo: “Alex got married with José” porque se basan en la expresión en español “casarse con”, que traducen literalmente como “married with” en lugar de “married to” en voz pasiva. También dicen “make a party” porque es una traducción literal de la frase en español “hacer una fiesta” en lugar de “have a party”.</p>
<p>Además, encontramos “<a href="https://langeek.co/en/grammar/course/359/loan-words-and-calque">calcos semánticos</a>” o traducciones de significado. En español, “carne”, que se traduce como “meat”, puede referirse tanto a la carne en general como a un tipo específico, la de res. Por tanto, descubrimos que cuando los hablantes locales dicen “meat” se refieren específicamente a la “carne de res” usando frases como “quiero una empanada de carne y dos empanadas de pollo”.</p>
<p>Y luego encontramos los “calcos fonéticos”, o la traducción de ciertos sonidos.</p>
<p>“Thanks God” es una frase común en Miami que proviene de “gracias a Dios”. En este caso, los hablantes transfieren la “s” al final de “gracias” y la aplican a la forma inglesa.</p>
<h2>Los nacidos en Miami también adoptan los calcos</h2>
<p>Descubrimos que algunas expresiones eran propias únicamente de la generación inmigrante, por ejemplo: “throw a photo” para decir “tirar una foto”, como una variación de “take a photo” (tomar una foto).</p>
<p>Sin embargo, otras expresiones eran comunes entre los nacidos en Miami, un grupo que suele ser bilingüe pero cuyo idioma principal es el inglés.</p>
<p>En un experimento, pedimos a los miamenses y a personas de otras partes de Estados Unidos que analizaran expresiones locales como “married with” junto a versiones no locales, como “married to”. Ambos grupos consideraron aceptables las versiones no locales. No obstante, los miamenses valoraron de manera más favorable la mayoría de las expresiones locales que las personas de otros lugares.</p>
<p>“El lenguaje siempre está cambiando”, es una verdad de Perogrullo, la mayoría de la gente sabe que el inglés antiguo es radicalmente diferente del inglés moderno, o que el inglés que se habla en Londres es diferente del inglés de Nueva Delhi, Nueva York, Sídney y Ciudad del Cabo, en Sudáfrica.</p>
<p>Pero es raro que nos detengamos a pensar en cómo se producen esos cambios o que reflexionemos sobre el origen de los dialectos y las palabras.</p>
<p>“Get down from the car”, al igual que “dandelion”, es un recordatorio de que cada palabra y expresión tienen una historia.</p>
<p><em>Este artículo fue traducido por ¡Yahoo!</em></p><img src="https://counter.theconversation.com/content/213859/count.gif" alt="The Conversation" width="1" height="1" />
<p class="fine-print"><em><span>Phillip M. Carter no recibe salario, ejerce labores de consultoría, posee acciones, ni recibe financiación de ninguna compañía u organización que pudiera beneficiarse de este artículo, y ha declarado carecer de afiliaciones relevantes además de su cargo académico.</span></em></p>Surgió del contacto continuado con hispanohablantes nativos que traducían directamente frases del español al inglés, una forma de préstamo lingüístico denominada “calcos”.Phillip M. Carter, Professor of Linguistics and English, Florida International UniversityLicensed as Creative Commons – attribution, no derivatives.tag:theconversation.com,2011:article/1737682021-12-22T21:17:48Z2021-12-22T21:17:48ZAlfajores, suspiros y cordiales: historia de tres palabras en tiempo de Navidad<figure><img src="https://images.theconversation.com/files/438636/original/file-20211221-172009-gt9psp.png?ixlib=rb-1.1.0&rect=0%2C2%2C1917%2C1037&q=45&auto=format&w=496&fit=clip" /><figcaption><span class="caption">Alfajores, suspiros y cordiales.</span> <span class="attribution"><a class="license" href="http://creativecommons.org/licenses/by-sa/4.0/">CC BY-SA</a></span></figcaption></figure><p>Llega la Navidad y, con ella, una gran variedad de dulces típicos imprescindibles en nuestras despensas y mesas: mantecados, polvorones, roscos de vino, turrones, mazapanes o el esperado roscón de Reyes.</p>
<p>Recuerdo con cierta añoranza cuando acompañaba a mi abuela a comprar estas delicias en los conventos de clausura de mi ciudad, Carmelitas Descalzas, Clarisas o Dominicas. El objetivo era adquirir esas piezas artesanales, tan delicadas y sabrosas a fin de que familiares y amigos pudieran tomar las Pascuas. </p>
<p>El diccionario académico define <a href="https://dle.rae.es/pascua?m=form"><em>Pascuas</em></a>, en plural, como el “tiempo desde la Natividad de Cristo hasta el día de Reyes inclusive”. No obstante, no se registra la expresión <em>tomar las pascuas</em> –documentada en Andalucía Oriental, especialmente en la provincia de Jaén–, que trasciende los límites de la lengua para invadir el contexto social y cultural. </p>
<p><em>Tomar las pascuas</em> se convierte en un ritual navideño que implica invitar y ser invitado, especialmente a surtidos confites, que rebosan en una fuente situada en el centro de la <a href="https://dle.rae.es/mesa?m=form">mesa camilla</a> del salón desde los días previos a la Nochebuena hasta el día de San Antón. Muchas piezas de esta repostería conventual se componen de almendra, un ingrediente fundamental desde época andalusí, presente en la composición del alfajor, los suspiros y los cordiales.</p>
<h2>Alfajores</h2>
<p>De un lado, en lo que respecta a <em>alfajor</em>, tanto Antonio de Nebrija en el <a href="http://bdh.bne.es/bnesearch/detalle/4216102"><em>Dictionarium hispano-latinum</em></a> (c. 1495) como Sebastián de Covarrubias en su <a href="http://www.cervantesvirtual.com/obra-visor/del-origen-y-principio-de-la-lengua-castellana-o-romance-que-oy-se-vsa-en-espana-compuesto-por-el--0/html/"><em>Tesoro de la lengua castellana o española</em></a> (1611) y la RAE en su primer repertorio, el <em>Diccionario de autoridades</em> (1726-39), equiparan esta voz a <em><a href="https://dle.rae.es/alaj%C3%BA?m=form">alajú</a></em> (del ár. hisp. alḥašú, y este del ár. clás. ḥašw “relleno”), definida en este último como “pasta hecha de almendras, nueces (y alguna vez de piñones) pan rallado y tostado, y especia fina, unido todo con miel muy subida de punto. En algunas partes de España se llama Alfajor”. </p>
<figure class="align-center zoomable">
<a href="https://images.theconversation.com/files/438628/original/file-20211221-50043-18ggn7d.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=1000&fit=clip"><img alt="" src="https://images.theconversation.com/files/438628/original/file-20211221-50043-18ggn7d.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=754&fit=clip" srcset="https://images.theconversation.com/files/438628/original/file-20211221-50043-18ggn7d.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=600&h=450&fit=crop&dpr=1 600w, https://images.theconversation.com/files/438628/original/file-20211221-50043-18ggn7d.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=30&auto=format&w=600&h=450&fit=crop&dpr=2 1200w, https://images.theconversation.com/files/438628/original/file-20211221-50043-18ggn7d.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=15&auto=format&w=600&h=450&fit=crop&dpr=3 1800w, https://images.theconversation.com/files/438628/original/file-20211221-50043-18ggn7d.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=754&h=566&fit=crop&dpr=1 754w, https://images.theconversation.com/files/438628/original/file-20211221-50043-18ggn7d.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=30&auto=format&w=754&h=566&fit=crop&dpr=2 1508w, https://images.theconversation.com/files/438628/original/file-20211221-50043-18ggn7d.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=15&auto=format&w=754&h=566&fit=crop&dpr=3 2262w" sizes="(min-width: 1466px) 754px, (max-width: 599px) 100vw, (min-width: 600px) 600px, 237px"></a>
<figcaption>
<span class="caption">Alfajores de Medina Sidonia.</span>
<span class="attribution"><a class="source" href="https://www.flickr.com/photos/annalibera/6384561903/">Anna Mayer / Flickr</a>, <a class="license" href="http://creativecommons.org/licenses/by-nc-sa/4.0/">CC BY-NC-SA</a></span>
</figcaption>
</figure>
<p>Ya en el siglo XVI, en la <a href="https://www.trea.es/books/recopilacion-de-algunos-nombres-arabigos-que-los-arabes-pusieron-a-algunas-ciudades-y-otras-muchas-cosas"><em>Recopilación de algunos nombres arábigos</em></a> (c. 1593), fray Diego de Guadix incluye <em>alajuz</em>, “çierta comidilla o golonisilla dulçe”, pero también <em>alaxuz</em>, “çierta suerte de nuégados o mercocha en que interviene pimienta y cosas calientes –cosa bien propria– para estómagos fríos o de viejos”. </p>
<p>Estas descripciones nos llevan a pensar en el confite navideño, pero la imagen puede variar atendiendo a nuestro lugar de origen, según advertía el Doctor Thebussem en <a href="http://hemerotecadigital.bne.es/issue.vm?id=0001110642&search=&lang=es"><em>La Ilustración española y americana</em></a>, el 8 de diciembre de 1881, a propósito de la diferencia entre el pan de especias francés y el alfajor de Medina Sidonia (Cádiz):</p>
<blockquote>
<p>“Diferénciase el alfajor medinés del de otros puntos de España, no tanto en el <em>modus faciendi</em>, cuanto en la forma, que de manera tan poderosa influye en el sabor de los manjares. No son aquí tiritas colocadas entre obleas; es un cilindro o croqueta revestida de azúcar y canela, y cubierta con un papel, humilde o vistoso, que la envuelve en espiral, plegándose con cierta elegancia en los extremos”.</p>
</blockquote>
<figure class="align-left zoomable">
<a href="https://images.theconversation.com/files/438619/original/file-20211221-13-whwpv4.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=1000&fit=clip"><img alt="" src="https://images.theconversation.com/files/438619/original/file-20211221-13-whwpv4.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=237&fit=clip" srcset="https://images.theconversation.com/files/438619/original/file-20211221-13-whwpv4.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=600&h=882&fit=crop&dpr=1 600w, https://images.theconversation.com/files/438619/original/file-20211221-13-whwpv4.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=30&auto=format&w=600&h=882&fit=crop&dpr=2 1200w, https://images.theconversation.com/files/438619/original/file-20211221-13-whwpv4.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=15&auto=format&w=600&h=882&fit=crop&dpr=3 1800w, https://images.theconversation.com/files/438619/original/file-20211221-13-whwpv4.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=754&h=1108&fit=crop&dpr=1 754w, https://images.theconversation.com/files/438619/original/file-20211221-13-whwpv4.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=30&auto=format&w=754&h=1108&fit=crop&dpr=2 1508w, https://images.theconversation.com/files/438619/original/file-20211221-13-whwpv4.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=15&auto=format&w=754&h=1108&fit=crop&dpr=3 2262w" sizes="(min-width: 1466px) 754px, (max-width: 599px) 100vw, (min-width: 600px) 600px, 237px"></a>
<figcaption>
<span class="caption"><em>Los alfajores de Medina Sidonia</em>, por el Doctor Thebussem.</span>
<span class="attribution"><a class="source" href="http://bdh-rd.bne.es/viewer.vm?id=0000125002&page=1">Biblioteca Digital Hispánica</a>, <a class="license" href="http://creativecommons.org/licenses/by/4.0/">CC BY</a></span>
</figcaption>
</figure>
<p>Observamos cómo Thebussem –<a href="https://dbe.rah.es/biografias/6030/mariano-pardo-de-figueroa-y-de-la-serna">Mariano Pardo de Figueroa</a>, experto en gastronomía y acérrimo defensor de la cocina española– alude a la morfología del alfajor, cilíndrica (habitualmente, en Andalucía occidental) o en rectángulos, cuadrados o cuñas que presentan obleas para cerrar la masa (en Andalucía oriental o en Murcia). El ingrediente común a los distintos tipos de alfajor es la almendra, que se suele combinar con pan rallado, azúcar, miel –sustituida por cabello de ángel, en el caso de Jaén– y canela. </p>
<p>Además, hay que tener en cuenta que la voz <em>alfajor</em> se documenta ampliamente en el español de América para referirse también a un dulce que varía en su composición atendiendo al país de origen. </p>
<figure class="align-right zoomable">
<a href="https://images.theconversation.com/files/438630/original/file-20211221-21-891qqx.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=1000&fit=clip"><img alt="" src="https://images.theconversation.com/files/438630/original/file-20211221-21-891qqx.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=237&fit=clip" srcset="https://images.theconversation.com/files/438630/original/file-20211221-21-891qqx.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=600&h=600&fit=crop&dpr=1 600w, https://images.theconversation.com/files/438630/original/file-20211221-21-891qqx.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=30&auto=format&w=600&h=600&fit=crop&dpr=2 1200w, https://images.theconversation.com/files/438630/original/file-20211221-21-891qqx.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=15&auto=format&w=600&h=600&fit=crop&dpr=3 1800w, https://images.theconversation.com/files/438630/original/file-20211221-21-891qqx.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=754&h=754&fit=crop&dpr=1 754w, https://images.theconversation.com/files/438630/original/file-20211221-21-891qqx.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=30&auto=format&w=754&h=754&fit=crop&dpr=2 1508w, https://images.theconversation.com/files/438630/original/file-20211221-21-891qqx.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=15&auto=format&w=754&h=754&fit=crop&dpr=3 2262w" sizes="(min-width: 1466px) 754px, (max-width: 599px) 100vw, (min-width: 600px) 600px, 237px"></a>
<figcaption>
<span class="caption">Alfajores argentinos.</span>
<span class="attribution"><a class="source" href="https://www.flickr.com/photos/edans/22620676688/">Enrique Dans / Flickr</a>, <a class="license" href="http://creativecommons.org/licenses/by/4.0/">CC BY</a></span>
</figcaption>
</figure>
<p>En concreto, el <em><a href="https://lema.rae.es/damer/?key=alfajor">Diccionario de americanismos</a></em> de la Asociación de Academias de la Lengua Española registra cinco significados: “golosina compuesta de dos o más medallones de masa de repostería, adheridos con algún tipo de dulce como mermelada, chocolate o dulce de leche” (Colombia, Venezuela, Ecuador, Perú, Bolivia, Chile, Paraguay, Argentina y Uruguay), “dulce hecho con pasta horneada y elaborada con dulce de leche, azúcar y coco” (México y Venezuela), “dulce en forma de rombo o alargado, hecho de harina de maíz tostado o yuca, azúcar o miel y especias como la canela” (Honduras, El Salvador, Nicaragua, Panamá, República Dominicana y Venezuela), “especie de turrón elaborado con pan dulce rallado, miel de abeja y canela” (sur de Ecuador) y “alimento elaborado con miel y harina de maíz tostado” (noroeste de Costa Rica).</p>
<h2>Suspiros</h2>
<p>En lo que respecta a la palabra <em><a href="https://dle.rae.es/suspiro">suspiro</a></em> (del lat. suspirium), nos interesa aquí su significado relativo al ámbito de la repostería, documentado ya desde el <a href="https://apps2.rae.es/DA.html"><em>Diccionario de autoridades</em></a> (1726-39), “especie de dulce, que se hace del azúcar alfeñicado”. </p>
<figure class="align-center zoomable">
<a href="https://images.theconversation.com/files/438627/original/file-20211221-19-2t9fxe.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=1000&fit=clip"><img alt="" src="https://images.theconversation.com/files/438627/original/file-20211221-19-2t9fxe.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=754&fit=clip" srcset="https://images.theconversation.com/files/438627/original/file-20211221-19-2t9fxe.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=600&h=450&fit=crop&dpr=1 600w, https://images.theconversation.com/files/438627/original/file-20211221-19-2t9fxe.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=30&auto=format&w=600&h=450&fit=crop&dpr=2 1200w, https://images.theconversation.com/files/438627/original/file-20211221-19-2t9fxe.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=15&auto=format&w=600&h=450&fit=crop&dpr=3 1800w, https://images.theconversation.com/files/438627/original/file-20211221-19-2t9fxe.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=754&h=566&fit=crop&dpr=1 754w, https://images.theconversation.com/files/438627/original/file-20211221-19-2t9fxe.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=30&auto=format&w=754&h=566&fit=crop&dpr=2 1508w, https://images.theconversation.com/files/438627/original/file-20211221-19-2t9fxe.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=15&auto=format&w=754&h=566&fit=crop&dpr=3 2262w" sizes="(min-width: 1466px) 754px, (max-width: 599px) 100vw, (min-width: 600px) 600px, 237px"></a>
<figcaption>
<span class="caption">Un tipo de suspiros.</span>
<span class="attribution"><a class="source" href="https://www.flickr.com/photos/anamobe/437027606/">Ana Bernardo / Flickr</a>, <a class="license" href="http://creativecommons.org/licenses/by-sa/4.0/">CC BY-SA</a></span>
</figcaption>
</figure>
<p>El <em><a href="https://lema.rae.es/damer/?key=suspiro">Diccionario de americanismos</a></em> también incluye <em>suspiro</em>, que cuenta con tres acepciones: “golosina hecha con claras de huevo batidas a punto de nieve con azúcar y cocida al horno” (Nicaragua, Costa Rica, República Dominicana, Colombia, Venezuela, Ecuador, Perú y Bolivia), “pan dulce de forma rectangular u ovalada espolvoreado con azúcar granulada” (El Salvador) y “dulce en forma de rosquilla hecho con harina de maíz, azúcar y leche” (Panamá). </p>
<p>Además, en relación con la repostería monacal, se documenta la expresión <em>suspiro de monja</em> tanto en América (“buñuelo esponjoso hecho a base de harina, levadura, huevos y azúcar”, en Chile, noroeste de Argentina y Uruguay) como en España (recogida, por ejemplo, en el <a href="https://books.google.es/books/about/Vocabulario_navarro.html?id=QNWKGgAACAAJ&redir_esc=y"><em>Vocabulario Navarro</em></a>, 1952, de José María Iribarren, “especie de buñuelito hueco hecho con harina, manteca, huevos y leche” o en el <a href="https://dialnet.unirioja.es/servlet/libro?codigo=319153"><em>Tesoro léxico de las hablas andaluzas</em></a>, 2000, de Manuel Alvar Ezquerra, “dulce de merengue con almendra”).</p>
<h2>Cordiales</h2>
<p>Finalmente, en cuanto a la voz <em>cordial</em> (del lat. cor, cordis “corazón”, “esfuerzo”, “ánimo”), se documenta en el <em>Tesoro de la lengua castellana o española</em> (1611) de Covarrubias: “todo aquello que conforta el coraçón, y assi dan a los enfermos ciertas tabletas, que llaman cordiales, y mazapanes del mesmo nombre”. </p>
<p>Sin embargo, no se recoge en los diccionarios generales de nuestra lengua –sí la acepción relativa a la bebida que se da a los enfermos para confortarlos–, si bien se documenta en hablas meridionales, especialmente en Murcia, tal como constata el <a href="https://www.iberlibro.com/primera-edicion/Vocabulario-noroeste-murciano-G%C3%93MEZ-ORT%C3%8DN-Francisco/30707223037/bd"><em>Vocabulario del noroeste murciano</em></a> (1991) de Gómez Ortín, que lo define como “dulce en forma de como achatado, compuesto de almendra, harina, azúcar, huevo, raspadura de limón y cabello de ángel”. </p>
<figure class="align-center zoomable">
<a href="https://images.theconversation.com/files/438629/original/file-20211221-27-152vn2r.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=1000&fit=clip"><img alt="" src="https://images.theconversation.com/files/438629/original/file-20211221-27-152vn2r.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=754&fit=clip" srcset="https://images.theconversation.com/files/438629/original/file-20211221-27-152vn2r.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=600&h=450&fit=crop&dpr=1 600w, https://images.theconversation.com/files/438629/original/file-20211221-27-152vn2r.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=30&auto=format&w=600&h=450&fit=crop&dpr=2 1200w, https://images.theconversation.com/files/438629/original/file-20211221-27-152vn2r.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=15&auto=format&w=600&h=450&fit=crop&dpr=3 1800w, https://images.theconversation.com/files/438629/original/file-20211221-27-152vn2r.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=754&h=566&fit=crop&dpr=1 754w, https://images.theconversation.com/files/438629/original/file-20211221-27-152vn2r.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=30&auto=format&w=754&h=566&fit=crop&dpr=2 1508w, https://images.theconversation.com/files/438629/original/file-20211221-27-152vn2r.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=15&auto=format&w=754&h=566&fit=crop&dpr=3 2262w" sizes="(min-width: 1466px) 754px, (max-width: 599px) 100vw, (min-width: 600px) 600px, 237px"></a>
<figcaption>
<span class="caption">Cordiales.</span>
<span class="attribution"><a class="source" href="https://commons.wikimedia.org/wiki/File:Cordiales_010.jpg">Laura Fillol / Wikimedia Commons</a>, <a class="license" href="http://creativecommons.org/licenses/by-sa/4.0/">CC BY-SA</a></span>
</figcaption>
</figure>
<p>No obstante, la receta de las Madres Dominicas de Jaén no incluye harina, que suele introducirse en elaboraciones de índole industrial. También Alcalá Venceslada en su <a href="https://www.iberlibro.com/buscar-libro/titulo/vocabulario-andaluz/autor/alcala-venceslada-antonio/"><em>Vocabulario andaluz</em></a> (1934) documenta <em>cordial</em> en Andalucía (“dulce de harina y huevo cocido al horno”). No hallamos, en esta ocasión, proyección de la voz <em>cordial</em> en el español de América para referirse a un dulce o confite, aunque sí se registra para denotar, en Chile, un licor que generalmente se toma después de las comidas. </p>
<p>Sin duda, necesitaremos un buen cava, vino dulce o alguna bebida espirituosa para poder digerir las delicias navideñas que abundarán en nuestras mesas en los próximos días.</p><img src="https://counter.theconversation.com/content/173768/count.gif" alt="The Conversation" width="1" height="1" />
<p class="fine-print"><em><span>Marta Torres Martínez no recibe salario, ni ejerce labores de consultoría, ni posee acciones, ni recibe financiación de ninguna compañía u organización que pueda obtener beneficio de este artículo, y ha declarado carecer de vínculos relevantes más allá del cargo académico citado.</span></em></p>Es época de dulces navideños y, entre ellos, encontramos los alfajores, los suspiros y los cordiales. Pero ¿de dónde vienen estos nombres?Marta Torres Martínez, Profesora Titular de Lengua Española, Universidad de JaénLicensed as Creative Commons – attribution, no derivatives.tag:theconversation.com,2011:article/1698452021-10-20T19:52:37Z2021-10-20T19:52:37ZMermelada, jalea y compota: historia de tres palabras en tiempo otoñal<figure><img src="https://images.theconversation.com/files/427185/original/file-20211019-19-xhs9vd.png?ixlib=rb-1.1.0&rect=155%2C209%2C1710%2C609&q=45&auto=format&w=496&fit=clip" /><figcaption><span class="caption">
</span> <span class="attribution"><a class="source" href="http://bdh.bne.es/bnesearch/detalle/bdh0000052832">BNE - Biblioteca Digital Hispánica</a></span></figcaption></figure><p>El otoño es tiempo de conservas. Entre los recuerdos de muchos de los lectores de este artículo seguramente se encuentran escenas costumbristas en las que algunos miembros de la familia –en especial, nuestras abuelas, madres o tías–, reunidos alrededor de una mesa, limpiaban, cortaban, pelaban, freían o cocían frutas, verduras o pescado. </p>
<p>Gracias a esas conservas caseras, realizadas originariamente en tiempos de escasez y dispuestas en tarros multiformes de cristal en aquellas despensas evocadoras y repletas de olores, se preservaban los alimentos para su consumo durante mucho tiempo sin la necesidad de emplear aditivos ni procesos que estropearan su calidad nutricional.</p>
<h2>Frutas y azúcar</h2>
<p>Entre esas deliciosas elaboraciones, hallamos mermeladas, jaleas y compotas, preparaciones que comparten dos ingredientes esenciales, las frutas y el azúcar, pero bien distintas en cuanto a su composición y su denominación.</p>
<p>De un lado, en cuanto a su confección, según reivindica <a href="https://laroussecocina.mx/nota/la-mermelada-jalea-y-compota-no-son-iguales/">Larousse Cocina</a>, la mermelada se prepara con el puré de frutas cocidas en azúcar; la jalea, con pectina y el jugo de alguna fruta y, por último, la compota, cociendo frutas en almíbar.</p>
<p>De otro lado, en cuanto a las voces que las designan, comprobamos cómo varían en su etimología y tratamiento en diccionarios y corpus del español.</p>
<p>Si atendemos a su origen, <a href="https://dle.rae.es/mermelada?m=form"><em>mermelada</em></a> procede de la palabra portuguesa <em>marmelada</em>, mientras que <a href="https://dle.rae.es/jalea?m=form"><em>jalea</em></a> y <a href="https://dle.rae.es/compota?m=form"><em>compota</em></a> nos llegan a partir de las voces francesas <em>gelée</em> y <em>compote</em> respectivamente, según indica el diccionario académico. </p>
<figure class="align-center zoomable">
<a href="https://images.theconversation.com/files/427188/original/file-20211019-22-n5dvqt.png?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=1000&fit=clip"><img alt="" src="https://images.theconversation.com/files/427188/original/file-20211019-22-n5dvqt.png?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=754&fit=clip" srcset="https://images.theconversation.com/files/427188/original/file-20211019-22-n5dvqt.png?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=600&h=354&fit=crop&dpr=1 600w, https://images.theconversation.com/files/427188/original/file-20211019-22-n5dvqt.png?ixlib=rb-1.1.0&q=30&auto=format&w=600&h=354&fit=crop&dpr=2 1200w, https://images.theconversation.com/files/427188/original/file-20211019-22-n5dvqt.png?ixlib=rb-1.1.0&q=15&auto=format&w=600&h=354&fit=crop&dpr=3 1800w, https://images.theconversation.com/files/427188/original/file-20211019-22-n5dvqt.png?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=754&h=445&fit=crop&dpr=1 754w, https://images.theconversation.com/files/427188/original/file-20211019-22-n5dvqt.png?ixlib=rb-1.1.0&q=30&auto=format&w=754&h=445&fit=crop&dpr=2 1508w, https://images.theconversation.com/files/427188/original/file-20211019-22-n5dvqt.png?ixlib=rb-1.1.0&q=15&auto=format&w=754&h=445&fit=crop&dpr=3 2262w" sizes="(min-width: 1466px) 754px, (max-width: 599px) 100vw, (min-width: 600px) 600px, 237px"></a>
<figcaption>
<span class="caption">Grabado de una compota de manzana publicado en <em>La Última moda</em> (Madrid, 7 de enero de 1917, n.º 1.451.</span>
<span class="attribution"><a class="source" href="http://hemerotecadigital.bne.es/details.vm?o=&w=compota&f=text&u=Almanaques&u=Cocina&u=Fotograf%C3%ADa&u=Revistas+del+coraz%C3%B3n&u=Revistas+femeninas&u=Semanarios+de+amenidades&t=%2Bcreation&l=600&l=700&view=&lang=es&s=193">BNE - Hemeroteca Digital</a>, <a class="license" href="http://creativecommons.org/licenses/by/4.0/">CC BY</a></span>
</figcaption>
</figure>
<p>En cuanto a su introducción en los repertorios léxicos de nuestra lengua, el <em><a href="http://www.cervantesvirtual.com/obra-visor/del-origen-y-principio-de-la-lengua-castellana-o-romance-que-oy-se-vsa-en-espana-compuesto-por-el--0/html/">Tesoro de la lengua castellana o española</a></em> (1611) de Sebastián de Covarrubias ya incluye <em>mermelada</em> –“conserua de miel y membrillo, aunque la fina es de açuzar”– y <em>jalea</em> –“el çumo o el licor del membrillo o de otra cosa que se haze en conseua, la qual trauan y congelan de modo que queda transparente”–, si bien <em>compota</em> se documenta por vez primera en el <em>Diccionario de la lengua castellana</em> (1780) de la RAE, en el último cuarto del siglo XVIII, periodo intenso en cuanto a la recepción de préstamos galos:</p>
<blockquote>
<p>“Dulce de fruta y almibar muy claro, que se sirve en las mesas, y solo para el dia, á diferencia del dulce de almibar conocido familiarmente por el nombre de dulce de platillo, cuyo almibar es mucho mas subido de punto, y la fruta está mas cocida y penetrada de él, de suerte que se guarda y conserva mucho tiempo, por lo qual se suele tambien llamar conserva, y se sirve en los refrescos. Es voz modernamente introducida y tomada del francés <em>compote</em>, que vale lo mismo”.</p>
</blockquote>
<h2>Mermeladas, jaleas y compotas en los libros</h2>
<p>Si consultamos el <em><a href="http://corpus.rae.es/cordenet.html">Corpus Diacrónico del Español</a></em> (CORDE) de la RAE, constatamos cómo <em>mermelada</em> y <em>jalea</em> quedan recogidas en obras publicadas a lo largo del siglo XVI, mientras que <em>compota</em> se registra a partir de la segunda mitad del siglo XVIII, precisamente en un sainete donde se critica el afrancesamiento de las costumbres:</p>
<blockquote>
<p>“en albricias de la buena venida de César en España, os pedí una <strong>mermelada</strong> portuguesa, y vos, señor, me embiastes una buena mula de Losa”.</p>
<p><em><a href="http://www.cervantesvirtual.com/obra-visor/libro-primero-de-las-epistolas-familiares--2/html/">Epístolas familiares</a></em>, 1521-1543, de Fray Antonio de Guevara</p>
<p>“El mamey es el más alto árbol desta tierra (…) de las ramas pende la fructa, que también se llama mamey; es a manera de melón, la corteza áspera y por de dentro colorada, y ansimismo de fuera; la carne paresce <strong>jalea</strong> en olor, sabor y color” </p>
<p><em><a href="http://www.cervantesvirtual.com/obra-visor/cronica-de-la-nueva-espana--0/html/">Crónica de la Nueva España</a></em>, 1560, de Cervantes de Salazar</p>
<p>“Había un lindo trinchero / de menestra, otro de pasta, / un fricasé, una <strong>compota</strong> / y una ó dos pollas asadas, / que para quince de mesa / es comida muy sobrada”.</p>
<p><em><a href="http://www.cervantesvirtual.com/obra-visor/el-petimetre--0/html/ff8e9666-82b1-11df-acc7-002185ce6064_2.html">El Petimetre</a></em>, 1764, de Ramón de la Cruz</p>
</blockquote>
<figure class="align-right zoomable">
<a href="https://images.theconversation.com/files/427187/original/file-20211019-22-1nqwqyx.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=1000&fit=clip"><img alt="" src="https://images.theconversation.com/files/427187/original/file-20211019-22-1nqwqyx.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=237&fit=clip" srcset="https://images.theconversation.com/files/427187/original/file-20211019-22-1nqwqyx.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=600&h=910&fit=crop&dpr=1 600w, https://images.theconversation.com/files/427187/original/file-20211019-22-1nqwqyx.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=30&auto=format&w=600&h=910&fit=crop&dpr=2 1200w, https://images.theconversation.com/files/427187/original/file-20211019-22-1nqwqyx.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=15&auto=format&w=600&h=910&fit=crop&dpr=3 1800w, https://images.theconversation.com/files/427187/original/file-20211019-22-1nqwqyx.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=754&h=1143&fit=crop&dpr=1 754w, https://images.theconversation.com/files/427187/original/file-20211019-22-1nqwqyx.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=30&auto=format&w=754&h=1143&fit=crop&dpr=2 1508w, https://images.theconversation.com/files/427187/original/file-20211019-22-1nqwqyx.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=15&auto=format&w=754&h=1143&fit=crop&dpr=3 2262w" sizes="(min-width: 1466px) 754px, (max-width: 599px) 100vw, (min-width: 600px) 600px, 237px"></a>
<figcaption>
<span class="caption">Diccionario general de cocina (Ángel Muro, 1892).</span>
<span class="attribution"><a class="source" href="http://bdh.bne.es/bnesearch/detalle/bdh0000012380">BNE - Biblioteca Digital Hispánica</a>, <a class="license" href="http://creativecommons.org/licenses/by/4.0/">CC BY</a></span>
</figcaption>
</figure>
<h2>Recetas para todos los gustos</h2>
<p>Ya en el siglo XIX, al consultar una fuente de especialidad como el <em><a href="http://bdh.bne.es/bnesearch/detalle/bdh0000012380">Diccionario general de cocina</a></em> (1892) de Ángel Muro, observamos que incluye los tres términos y da cuenta de su confección, así como de algunas recetas (mermelada de ciruelas, cerezas, albaricoques, guindas, mirabelas, frambuesas, duraznos, agraz, agracejo, fresas o plátanos; jalea de membrillo, guindas, grosellas, manzanas; compota de peras, camuesas, ciruelas, bruños secos, castañas a la vainilla, a la naranja y al limón, entre otras). </p>
<p>De hecho, en el <em><a href="http://bdh.bne.es/bnesearch/CompleteSearch.do?showYearItems=&field=todos&advanced=false&exact=on&textH=&completeText=&text=almanaque+de+conferencias&pageSize=1&pageSizeAbrv=30&pageNumber=1">Almanaque de Conferencias Culinarias</a></em> (1892), un calendario gastronómico donde se recopilan recetas de personajes ilustres propuestas para los distintos meses del año, también ideado por Ángel Muro, encontramos las siguientes elaboraciones: jalea al marrasquino (enero), compota de albaricoques, compota de ciruelas, peras y orejones y compota de membrillo (abril), compota de manzanas y compota de peras (octubre), compota de membrillos al jerez (noviembre) y compota de piña (diciembre).</p>
<h2>Anuncios en la prensa</h2>
<p>Además, el siglo XIX es, por excelencia, el siglo de la prensa escrita, que se convierte en un medio privilegiado para la transmisión y mediatización de ideas. </p>
<blockquote>
<p>“En la confitería del repostero Núñez, calle del Príncipe, núms. 9 y 10, entre el relojero y la lonja de chocolate, habrá en estos días de Navidad turrones tiernos al estilo de Zaragoza; mazapán en cajas al estilo de Toledo; escarchados, <strong>jaleas</strong>, peradas…”.</p>
<p><em><a href="http://hemerotecadigital.bne.es/issue.vm?id=0002789903&page=3&search=jaleas&lang=es">Diario de avisos de Madrid</a></em>, 23/12/1829.</p>
<p>“Manual completo, teórico y práctico del confitero y repostero. Contiene el método de elaborar y purificar el azúcar, el de hacer toda clase de <strong>compotas</strong>, conservas, caramelos, flores artificiales, grajeas, <strong>jaleas</strong> y turrones, <strong>mermeladas</strong>, merengues, pastillas, tabletillas, mazapanes, vizcochos, etc., y demás artículos concernientes á estos artes; y un tratado del modo de hacer licores, sorbetes y helados. Obra escrita con arreglo á los últimos adelantos hechos en la materia por don Manuel A. Martínez (…) Se hallarán en las librerías de don José Cuesta calle Mayor, y de don Gabriel Sánchez calle de Carretas.</p>
<p><em><a href="http://hemerotecadigital.bne.es/issue.vm?id=0002737393&page=4&search=mermeladas&lang=es">El Clamor público</a></em>, 25/1/1852</p>
</blockquote>
<h2>No solo son dulces</h2>
<p>No podemos terminar sin revisar los significados que estas tres voces presentan en el español de América. </p>
<p>En el <em><a href="https://www.asale.org/recursos/diccionarios/damer">Diccionario de americanismos</a></em> (2010), de la Real Academia Española (RAE) y la Asociación de Academias de la Lengua Española (ASALE), comprobamos cómo <em><a href="https://lema.rae.es/damer/?key=mermelada">mermelada</a></em> registra la acepción ‘dinero malhabido’ en Perú y el oeste de Bolivia y ‘soborno’ en Perú –ambas en un registro popular–; <em><a href="https://lema.rae.es/damer/?key=jalea">jalea</a></em>, ‘pasta dulce de color marrón oscuro que se obtiene de la cocción del jugo de la caña de azúcar’ en Bolivia y <em><a href="https://lema.rae.es/damer/?key=compota">compota</a></em>, ‘alimento infantil, consistente en un puré de diversos ingredientes, especialmente fruta, envasado para su consumo’ en Cuba, República Dominicana y Venezuela.</p>
<figure class="align-center zoomable">
<a href="https://images.theconversation.com/files/426312/original/file-20211013-25-2ctnns.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=1000&fit=clip"><img alt="" src="https://images.theconversation.com/files/426312/original/file-20211013-25-2ctnns.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=754&fit=clip" srcset="https://images.theconversation.com/files/426312/original/file-20211013-25-2ctnns.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=600&h=250&fit=crop&dpr=1 600w, https://images.theconversation.com/files/426312/original/file-20211013-25-2ctnns.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=30&auto=format&w=600&h=250&fit=crop&dpr=2 1200w, https://images.theconversation.com/files/426312/original/file-20211013-25-2ctnns.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=15&auto=format&w=600&h=250&fit=crop&dpr=3 1800w, https://images.theconversation.com/files/426312/original/file-20211013-25-2ctnns.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=754&h=315&fit=crop&dpr=1 754w, https://images.theconversation.com/files/426312/original/file-20211013-25-2ctnns.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=30&auto=format&w=754&h=315&fit=crop&dpr=2 1508w, https://images.theconversation.com/files/426312/original/file-20211013-25-2ctnns.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=15&auto=format&w=754&h=315&fit=crop&dpr=3 2262w" sizes="(min-width: 1466px) 754px, (max-width: 599px) 100vw, (min-width: 600px) 600px, 237px"></a>
<figcaption>
<span class="caption">Etiqueta mermelada de peras.</span>
<span class="attribution"><a class="source" href="http://bdh.bne.es/bnesearch/Search.do?destacadas1=Ephemera&home=true&languageView=es">BNE</a></span>
</figcaption>
</figure>
<p>Solo nos resta regalar al lector una imagen de la vida cotidiana en cocinas y despensas de la primera mitad del siglo XX: la etiqueta de la mermelada de pera de <em>Conservas La Mezquita</em> (Molina de Segura, Murcia), documentada en la colección de <em><a href="http://bdh.bne.es/bnesearch/Search.do?destacadas1=Ephemera&home=true&languageView=es">Ephemera</a></em> de la Biblioteca Nacional, un corpus de materiales gráficos efímeros, entre los que hallamos envoltorios diseñados por ilustradores a fin de decorar todo tipo de envases.</p><img src="https://counter.theconversation.com/content/169845/count.gif" alt="The Conversation" width="1" height="1" />
<p class="fine-print"><em><span>Marta Torres Martínez no recibe salario, ni ejerce labores de consultoría, ni posee acciones, ni recibe financiación de ninguna compañía u organización que pueda obtener beneficio de este artículo, y ha declarado carecer de vínculos relevantes más allá del cargo académico citado.</span></em></p>El otoño es tiempo de conservas. Entre ellas, hallamos mermeladas, jaleas y compotas, palabras con historia que comparten las frutas y el azúcar, pero también con diferencias en su composición y su denominación.Marta Torres Martínez, Profesora Titular de Lengua Española, Universidad de JaénLicensed as Creative Commons – attribution, no derivatives.tag:theconversation.com,2011:article/1519292020-12-22T20:13:19Z2020-12-22T20:13:19Z¿Se comería un tarugo? No se fíe de la retórica y pruebe estos dulces<figure><img src="https://images.theconversation.com/files/376359/original/file-20201222-23-wn46mm.jpg?ixlib=rb-1.1.0&rect=0%2C0%2C2488%2C1659&q=45&auto=format&w=496&fit=clip" /><figcaption><span class="caption">Tarugos mexicanos.</span> <span class="attribution"><a class="source" href="https://www.shutterstock.com/es/image-photo/mexican-donuts-13129657">Shutterstock / Transcendental Media</a></span></figcaption></figure><p>A la hora de adquirir o preparar en nuestras cocinas los pasteles de Navidad, el consumidor actual tiene la posibilidad de degustar, además de los dulces tradicionales en su zona, repostería típica de otros lugares. Esta presenta, muchas veces, nombres que no comprendemos porque son creaciones realizadas aplicando la retórica: <a href="https://canalcocina.es/receta/ahorcaditos-de-santo-domingo-de-la-calzada"><em>ahorcaditos</em></a>, <a href="https://www.gustoxmexico.com/recetas/dulces/307-receta-del-dulce-tradicional-mexicano-alegria.html"><em>alegrías</em></a>, <a href="https://www.solopostres.com/besitos-de-coco-venezolanos-7956/"><em>besitos</em></a>, <em><a href="https://www.abcderecetas.com/receta/postres/frangollo-canario/">frangollo</a></em>, <a href="https://mas-mexico.com.mx/de-azucar-o-chile-asi-son-los-tarugos-dulce-tradicional-mexicano/"><em>tarugos</em></a>…</p>
<p>El <a href="https://dle.rae.es/">Diccionario de la Lengua Española en línea</a> explica que la retórica es el arte de bien decir, de dar al lenguaje escrito o hablado eficacia bastante para deleitar, persuadir o conmover, además de referirse, en otra acepción, a la teoría de la composición literaria. Muchas veces creemos que este arte, con sus respectivas formas o tropos, está en manos de los poetas, pero también se encuentra en el vocabulario cotidiano.</p>
<p>Los tropos de la retórica funcionan de manera estratégica al gusto de los hablantes de un idioma. Estos emplean una palabra en sentido distinto del que le corresponde, pero que tiene alguna conexión con este significado, correspondencia o semejanza, objetiva o subjetiva. Esta capacidad de la retórica en manos de los hablantes puede originar palabras singulares que parecen extrañas e incoherentes para un foráneo que no comparte el mismo marco de conocimiento sociocultural.</p>
<figure class="align-center ">
<img alt="" src="https://images.theconversation.com/files/375406/original/file-20201216-21-df49l6.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=754&fit=clip" srcset="https://images.theconversation.com/files/375406/original/file-20201216-21-df49l6.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=600&h=514&fit=crop&dpr=1 600w, https://images.theconversation.com/files/375406/original/file-20201216-21-df49l6.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=30&auto=format&w=600&h=514&fit=crop&dpr=2 1200w, https://images.theconversation.com/files/375406/original/file-20201216-21-df49l6.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=15&auto=format&w=600&h=514&fit=crop&dpr=3 1800w, https://images.theconversation.com/files/375406/original/file-20201216-21-df49l6.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=754&h=646&fit=crop&dpr=1 754w, https://images.theconversation.com/files/375406/original/file-20201216-21-df49l6.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=30&auto=format&w=754&h=646&fit=crop&dpr=2 1508w, https://images.theconversation.com/files/375406/original/file-20201216-21-df49l6.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=15&auto=format&w=754&h=646&fit=crop&dpr=3 2262w" sizes="(min-width: 1466px) 754px, (max-width: 599px) 100vw, (min-width: 600px) 600px, 237px">
<figcaption>
<span class="caption">Frangollo de las Islas Canarias Cuba y Puerto Rico.</span>
</figcaption>
</figure>
<h2>Retórica y gastronomía</h2>
<p>Como consecuencia, el vocabulario panhispánico ha creado numerosas designaciones para la confitería que reflejan aspectos agradables y apetecibles. Animan a la búsqueda de su receta en YouTube para cocinarlos en nuestras casas o simplemente para probarlos (<em><a href="https://canalcocina.es/receta/bienmesabe-dulce">bienmesabe</a></em>, <a href="https://sevilla.abc.es/gurme/recetas/pasteles-de-gloria-rellenos-de-batata/"><em>pasteles de gloria</em></a>, <a href="https://eltiempo.pe/mana-dulce-peruano-receta-mp/"><em>maná</em></a>, <a href="https://recetavenezolana.com/majarete-o-manjarete/"><em>manjarete</em></a> –de <em>manjar</em>– o <a href="https://recetasdecocina.elmundo.es/2020/05/tocino-tocinillo-cielo-dulce-tradicional.html"><em>tocino de cielo</em></a>). </p>
<p>Pero también es cierto que ciertas denominaciones dulces no son precisamente una invitación a considerar dicho alimento como nuestro postre favorito, como los <em>ahorcaditos</em>, <a href="https://www.youtube.com/watch?v=tSem4XlirTU"><em>amarguillos</em></a>, <a href="https://www.directoalpaladar.com/postres/brazo-gitano-esta-receta-autentica-deliciosa-que-vas-a-encontrar"><em>brazo de gitano</em></a>, <a href="https://www.lecturas.com/recetas/corbatas-hojaldre_1320.html"><em>corbata</em></a>, <em>hueso de santo</em>, <em>melindre</em>…</p>
<h2>Nombres apetecibles</h2>
<p>Si buscamos ejemplos de una conexión positiva en el vocabulario repostero, el más directo es la designación <em>bienmesabe</em>. También aparecen muchos ejemplos en los que lo normal es que los nombres tengan el propósito de buscar la expresión figurada que es considerada agradable, como el <em>pastel alegría</em> con distintas variantes. En Colombia se prepara con millo y miel de panela, al que se añade coco o anís; en las islas del Caribe, se come con ajonjolí y melao de caña o con coco; y en México y El Salvador, se fabrica con semillas de amaranto, tostadas y reventadas por el calor, y miel de piloncillo hervido. </p>
<p>En esta retórica del júbilo encontramos <em>aleluya</em>, dulce de leche en forma de tortita que lleva dibujada la palabra <em>aleluya</em>, realzada encima. También el dulce llamado <em>ilusión</em> para aludir al postre salvadoreño hecho de azúcar en forma de algodón batido en una máquina o al bollo de pan dulce en forma rectangular con un baño generoso de azúcar caramelizado. </p>
<p>Y como era de esperar, los <em>besitos</em> (calco del inglés <em>kiss</em>), que comparan la dulzura afectiva y psicológica de un beso a la sensación agradable de comer algunos de estos postres. Comerse un pastel nos puede llevar a la gloria o al cielo o convertirse en un <em>sacramento</em>, nombre de un bollo argentino que se originó como consecuencia de una <a href="https://www.clarin.com/ciudades/panaderos-anarquistas_0_VyCQs96mb.html">reivindicación política</a>. </p>
<p>En la religión católica un sacramento es un signo de una ayuda para la sustancia espiritual e inmortal de los seres humanos. De igual manera ocurre con el dulce peruano <em>maná</em>, denominación del manjar milagroso que, según la Biblia, fue enviado por Dios para alimentar al pueblo de Israel en el desierto. El léxico religioso entra en la retórica de creación de nuevas palabras, por lo que un <em>tocino</em>, el tejido adiposo de ciertos mamíferos, especialmente del cerdo, si es <em>de cielo</em>, nos presenta otra realidad subjetiva.</p>
<h2>¿Designaciones rechazables?</h2>
<p>La creatividad no acaba en lo que es agradable, tiene una cara oscura que causa extrañeza. Se trata de nombres con poco atractivo para un desconocedor de la retórica de otros lugares, como ocurre con los dulces españoles <em>amargos</em>, <em>amarguillos</em> o <em>amarguitos</em> (el diminutivo expresa disminución o atenuación), que se elabora con almendras que pueden ser amargas o no. </p>
<p>También el término nicaragüense <em><a href="https://www.economiafamiliar.gob.ni/wp-content/uploads/2016/08/RECETAS-COMIDAS-NICAS-NUEVO.pdf">malmesabe</a></em>, que toma este nombre porque tiene un sabor más fuerte que el bienmesabe. Este intenso sabor proviene de la pimienta dulce que se añade. </p>
<p>El uso del prefijo <em>mal</em> no debería aparecer para nombrar un dulce, pero la realidad es que las guías gastronómicas registran varios ejemplos de su utilización para informar sobre algo no necesariamente negativo. Es el caso de <em>malrayo</em>, referido a un contundente postre de Puerto Rico que se presenta como un grueso bloque azucarado, y al cubano <em>malarrabia</em>, que reúne en un solo plato la dulzura del azúcar almibarado, plátano y batata.<br>
Este exceso de azúcar puede ser el origen de estas designaciones aparentemente negativas, ya que en Andalucía y parte de América cuando un alimento es demasiado dulce se dice que es <em>hostigante</em>, es decir que las consecuencias de su ingestión te perseguirán de manera constante. </p>
<figure class="align-center ">
<img alt="" src="https://images.theconversation.com/files/375408/original/file-20201216-15-1vdv7zn.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=754&fit=clip" srcset="https://images.theconversation.com/files/375408/original/file-20201216-15-1vdv7zn.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=600&h=425&fit=crop&dpr=1 600w, https://images.theconversation.com/files/375408/original/file-20201216-15-1vdv7zn.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=30&auto=format&w=600&h=425&fit=crop&dpr=2 1200w, https://images.theconversation.com/files/375408/original/file-20201216-15-1vdv7zn.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=15&auto=format&w=600&h=425&fit=crop&dpr=3 1800w, https://images.theconversation.com/files/375408/original/file-20201216-15-1vdv7zn.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=754&h=534&fit=crop&dpr=1 754w, https://images.theconversation.com/files/375408/original/file-20201216-15-1vdv7zn.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=30&auto=format&w=754&h=534&fit=crop&dpr=2 1508w, https://images.theconversation.com/files/375408/original/file-20201216-15-1vdv7zn.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=15&auto=format&w=754&h=534&fit=crop&dpr=3 2262w" sizes="(min-width: 1466px) 754px, (max-width: 599px) 100vw, (min-width: 600px) 600px, 237px">
<figcaption>
<span class="caption">Corbatas de Cantabria.</span>
</figcaption>
</figure>
<h2>Asesinos y cosas de monjas</h2>
<p>No sucede lo mismo con <em>matagusano</em>, que sirve para curar problemas digestivos por la cantidad de cáscara de naranja que su utiliza en su elaboración, con <em>matahambre</em> o <em>matagallego</em>, términos con los que se conoce a un dulce de grandes dimensiones o un postre hecho con mazapán, u otros ingredientes y mucha azúcar.</p>
<p>Otros ejemplos que aparecen en la red, en páginas especializadas en repostería, constituyen una alusión a las religiosas en general (<em>pellizco de monja</em>; <em>pedo de monja</em>; <em>suspiro de monja</em>) o a las novicias (<em>tetillas de novicias</em>), quizás porque estas han sido las encargadas de fabricar durante siglo estos platos dulces. </p>
<p>Una vez utilizada esta estrategia irreverente por los hablantes, no es chocante que se emplee en parte de América el término <em>bolas de fraile</em> para el bollo dulce de masa esponjosa, que se fríe y se rellena, por lo común, con crema pastelera.</p>
<h2>Postres insultantes</h2>
<p>Luego están los que se pudieran considerar insultos, como sucede con el vocablo mexicano <em>tarugo</em>. No hacen alusión a alguien de poco entendimiento, ni a una persona baja y gruesa, sino a un dulce que mezcla azúcar con chile. Algo similar sucede con <em>melindre</em>, nombre que reciben unas pequeñas rosquillas gallegas. Un melindre, en la lengua española, se refiere a la persona que tiene delicadeza afectada y excesiva en palabras, acciones y ademanes, que quizás esté asociada a que este dulce se puede presentar con una gran cantidad de almíbar glaseada o por otra cuestión sociocultural. </p>
<p>Otra estrategia retórica habitual es tomar como nombre del postre un término relacionado con su aspecto, como encontramos en el dulce de Costa Rica llamado <em>arrollado</em>. Otros ejemplos serían <em>corbata</em>; <em><a href="https://dle.rae.es/frangollo?m=form">frangollo</a></em>; <em>retorcido</em>; y <em>tarugo</em>. Al verlos comprendemos perfectamente el origen de su designación. </p>
<figure class="align-center ">
<img alt="" src="https://images.theconversation.com/files/375398/original/file-20201216-21-127rc0f.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=754&fit=clip" srcset="https://images.theconversation.com/files/375398/original/file-20201216-21-127rc0f.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=600&h=600&fit=crop&dpr=1 600w, https://images.theconversation.com/files/375398/original/file-20201216-21-127rc0f.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=30&auto=format&w=600&h=600&fit=crop&dpr=2 1200w, https://images.theconversation.com/files/375398/original/file-20201216-21-127rc0f.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=15&auto=format&w=600&h=600&fit=crop&dpr=3 1800w, https://images.theconversation.com/files/375398/original/file-20201216-21-127rc0f.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=754&h=754&fit=crop&dpr=1 754w, https://images.theconversation.com/files/375398/original/file-20201216-21-127rc0f.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=30&auto=format&w=754&h=754&fit=crop&dpr=2 1508w, https://images.theconversation.com/files/375398/original/file-20201216-21-127rc0f.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=15&auto=format&w=754&h=754&fit=crop&dpr=3 2262w" sizes="(min-width: 1466px) 754px, (max-width: 599px) 100vw, (min-width: 600px) 600px, 237px">
<figcaption>
<span class="caption">Arrollados americanos.</span>
</figcaption>
</figure>
<p>Y, por último, en nuestro intento de saborear pastelería exótica, debemos atrevernos a comernos un <em>abuelo</em> o un <em>gaznate</em> (México); unas <em>barrigas de vieja</em> (Puerto Rico); un <em>brazo de reina</em> (Chile); además de los dulces fritos llamados <em>picarones</em> en Perú, o los más generales <em>borrachos</em>; <em>brazo de gitano</em>, <em>huesos de santos</em>, etc. Este grupo son, sin duda, los más extraños, ya que es posible que pensemos que estamos más cerca del canibalismo que de la ingestión distendida de un desayuno, comida o merienda. </p>
<p>Las propuestas gastronómicas son una invitación a nuevos sabores y tienen añadida la posibilidad de ampliar nuestro marco de conocimiento expresado a través del vocabulario, que nos ayuda a procesar, organizar y comprender las informaciones y experiencias nuevas.</p><img src="https://counter.theconversation.com/content/151929/count.gif" alt="The Conversation" width="1" height="1" />
<p class="fine-print"><em><span>María-Teresa Cáceres-Lorenzo no recibe salario, ni ejerce labores de consultoría, ni posee acciones, ni recibe financiación de ninguna compañía u organización que pueda obtener beneficio de este artículo, y ha declarado carecer de vínculos relevantes más allá del cargo académico citado.</span></em></p>Del ‘malarrabia’ cubano a las ‘bolas de fraile’, la repostería panhispánica da lugar a multitud de nombres curiosos que dicen mucho del contexto sociocultural de cada postre.María-Teresa Cáceres-Lorenzo, Profesora e investigadora de la ULPGC, Universidad de Las Palmas de Gran CanariaLicensed as Creative Commons – attribution, no derivatives.tag:theconversation.com,2011:article/1520892020-12-16T12:24:18Z2020-12-16T12:24:18Z¿Cómo insultan los españoles?<figure><img src="https://images.theconversation.com/files/375188/original/file-20201215-22-1dwtbw.jpg?ixlib=rb-1.1.0&rect=0%2C5%2C3494%2C2326&q=45&auto=format&w=496&fit=clip" /><figcaption><span class="caption">Parece enfadado.</span> <span class="attribution"><a class="source" href="https://www.shutterstock.com/es/image-photo/angry-man-driving-vehicle-1039040590">Shutterstock / Hayk_Shalunts</a></span></figcaption></figure><p>Insultar, según el <a href="https://dle.rae.es/insultar">Diccionario de la Lengua Española</a>, es ofender a alguien provocándolo e irritándolo con palabras o acciones. </p>
<p>Los insultos son actos de descortesía cuya función es amenazar nuestra imagen, porque buscan humillarnos, atacarnos o agredirnos. Para ello, el hablante decide romper la armonía comunicativa buscando el conflicto que en la comunicación rutinaria tendemos a evitar, y escoge de su repertorio el insulto más adecuado. De acuerdo con el grado de discordia que queramos mostrar, elegiremos formas que en nuestra sociedad y cultura pueden ser más o menos ofensivas.</p>
<p>El número de insultos consistentes en una sola palabra que podemos usar para lograr ofender es potencialmente infinito, fruto de la imaginación de los hablantes, las modas, la influencia de otras lenguas o el contexto geográfico. </p>
<p>Así, aunque la Real Academia de la Lengua recoge en su Diccionario actual varios cientos de insultos (<em>merluzo</em>, <em>ceporro</em>, <em>soplapollas</em>, <em>payaso</em>, <em>cenutrio</em>), la riqueza de la lengua permite crear nuevas palabras mediante composición, y es ahí donde la población española emerge como gran inventora de ofensas. </p>
<p>Sirva como ejemplo la predilección por crear insultos partiendo de la palabra <em>cara</em>, que llega a casos actuales tan curiosos como el célebre <a href="https://www.efe.com/efe/espana/sociedad/confirman-la-multa-al-repartidor-que-pego-a-youtuber-le-llamo-caranchoa/10004-3288301"><em>caranchoa</em></a>, pasando por usos más sutiles como el caso del nombre del gigante <em>Caraculiambro</em>, personaje creado por Cervantes en El Quijote.</p>
<h2>Los insultos más usados</h2>
<p>Aunque todos cumplan su función ofensiva, no todos los insultos tienen el mismo éxito. ¿Cuáles son los insultos más usados por los españoles? Un reciente <a href="https://tusinsultos.wordpress.com/">proyecto de investigación</a> en el que han participado más de 2 500 personas de todas las comunidades autónomas de España ha logrado dar respuesta a esta pregunta. El estudio, liderado por los autores de este artículo, ha contado con la colaboración de varias universidades españolas más. </p>
<p>A través de una plataforma sencilla, las personas participantes indicaban primero algunos detalles sobre su perfil sociodemográfico, y pasaban posteriormente a escribir los tres insultos de una sola palabra que utilizaban más frecuentemente. Así, tras revisar casi 8 000 insultos, se ha logrado crear un mapa del uso de cada uno de ellos, y determinar cuáles son las palabras que más se usan en España para ofender en función del lugar y la edad de las personas.</p>
<figure class="align-center zoomable">
<a href="https://images.theconversation.com/files/375066/original/file-20201215-17-5jia5o.png?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=1000&fit=clip"><img alt="" src="https://images.theconversation.com/files/375066/original/file-20201215-17-5jia5o.png?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=754&fit=clip" srcset="https://images.theconversation.com/files/375066/original/file-20201215-17-5jia5o.png?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=600&h=393&fit=crop&dpr=1 600w, https://images.theconversation.com/files/375066/original/file-20201215-17-5jia5o.png?ixlib=rb-1.1.0&q=30&auto=format&w=600&h=393&fit=crop&dpr=2 1200w, https://images.theconversation.com/files/375066/original/file-20201215-17-5jia5o.png?ixlib=rb-1.1.0&q=15&auto=format&w=600&h=393&fit=crop&dpr=3 1800w, https://images.theconversation.com/files/375066/original/file-20201215-17-5jia5o.png?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=754&h=494&fit=crop&dpr=1 754w, https://images.theconversation.com/files/375066/original/file-20201215-17-5jia5o.png?ixlib=rb-1.1.0&q=30&auto=format&w=754&h=494&fit=crop&dpr=2 1508w, https://images.theconversation.com/files/375066/original/file-20201215-17-5jia5o.png?ixlib=rb-1.1.0&q=15&auto=format&w=754&h=494&fit=crop&dpr=3 2262w" sizes="(min-width: 1466px) 754px, (max-width: 599px) 100vw, (min-width: 600px) 600px, 237px"></a>
<figcaption>
<span class="caption">insultos.</span>
</figcaption>
</figure>
<h2>Poco imaginativos y cambiantes con la edad</h2>
<p>Por orden de frecuencia, los insultos <em>gilipollas</em>, <em>imbécil</em> y <em>cabrón/cabrona</em> son los tres más utilizados por los españoles. Esta tendencia se mantiene en prácticamente todas las comunidades autónomas, pese a que existen algunas variaciones en las ofensas que ocupan posiciones de pódium. En el ranking general de injurias, los siguientes insultos más usados son <em>subnormal</em>, <em>hijoputa/hijaputa</em>, <em>tonto/tonta</em>, <em>idiota</em>, <em>puto/puta</em>, <em>capullo/capulla</em> y <em>payaso/payasa</em>, que cierra la lista de los diez insultos más frecuentes. </p>
<p>El listado de improperios continúa hasta llegar a los 83 insultos, mostrando que, pese a la gran riqueza léxica del español, a la hora de escoger nuestra ofensa verbal preferida no dejamos volar nuestra imaginación.</p>
<p>En cuanto a los cambios de preferencia en función de la edad de los hablantes, el estudio ha mostrado una mayor preferencia por el uso del insulto <em>gilipollas</em> entre los más jóvenes que decrece con el paso del tiempo. </p>
<p>La tendencia inversa se ha encontrado para los insultos <em>cabrón/cabrona</em> e <em>imbécil</em>, cuya frecuencia de uso aumenta a medida que la gente se hace mayor. En lo que respecta a la identidad de género, los resultados han mostrado que, contrariamente a lo que cabría esperar, las palabras preferidas para ofender no varían notablemente entre hombres y mujeres.</p>
<h2>Insultos sexistas, homófobos o discriminatorios</h2>
<p>Nuestro estudio pone sobre la mesa un aspecto crucial sobre la cultura del insulto. Las palabras que usamos como insulto muestran más de que lo dicen, ya que a veces son radiografías de nuestras creencias y valores. El listado de insultos más frecuentes en España incluye palabras como <em>puta</em>, <em>zorra</em>, <em>guarra</em> o <em>cerda</em>, que buscan ofender refiriéndose a aspectos asociados a estereotipos de feminidad. </p>
<p>El capacitismo también está presente en el listado, y son frecuentes interpelaciones como <em>subnormal</em>, <em>mongolo</em> o <em>retrasado</em>. Del mismo modo, emplear como insulto <em>marica</em> o <em>maricón</em> consciente e inconscientemente entraña una valoración negativa de la condición de homosexual. Así pues, los insultos pueden decir mucho de nosotros mismos.</p>
<h2>Los insultos y los medios</h2>
<p>La utilización de un insulto en concreto puede servir como elemento cohesionador e identificador de una comunidad de hablantes. Esa identidad de grupo puede establecerse en torno a factores como la edad, la ideología política o a otros intereses comunes. </p>
<p>Incluso, en ocasiones, un insulto puede convertirse en una marca personal, parte de la forma de hablar de una persona en particular que nos lleva a pensar en ella al escucharlo. Muchos recordarán al periodista deportivo José María García lanzando calificativos como <em>abrazafarolas</em> o <em>cantamañanas</em> en sus retransmisiones. </p>
<p>Los medios de comunicación y la industria del cine tienen un gran poder a la hora de poner de moda ciertas expresiones ofensivas e insultos, como es el caso de la palabra <em>hijueputa</em>, insulto omnipresente en la serie <a href="https://www.imdb.com/title/tt2707408/">Narcos</a>.</p>
<p>No obstante, los insultos no son siempre un síntoma de descortesía y es aquí donde cobra una importancia crucial el contexto. En ocasiones, estos pueden usarse como símbolo de camaradería (<em>¡Pedazo de cabrón!, ¡cuánto tiempo!</em>). La función no es pues faltar al respeto, sino reforzar la relación. </p>
<p>Aspectos como la entonación, el gesto facial o el lenguaje corporal son elementos clave a la hora de decodificar el nivel de agresividad de un insulto. Llamar a alguien <em>hijoputa</em> con una gran sonrisa puede comunicar alegría, sorpresa e incluso una felicitación. Puede, a veces. Otras muchas veces no es más que una afrenta inaceptable. Pero no ofende quien quiere, sino quien puede.</p><img src="https://counter.theconversation.com/content/152089/count.gif" alt="The Conversation" width="1" height="1" />
<p class="fine-print"><em><span>Las personas firmantes no son asalariadas, ni consultoras, ni poseen acciones, ni reciben financiación de ninguna compañía u organización que pueda obtener beneficio de este artículo, y han declarado carecer de vínculos relevantes más allá del cargo académico citado anteriormente.</span></em></p>Los insultos que elegimos dicen más sobre nosotros de lo que pensamos. Aunque caemos en la repetición y la falta de originalidad, cada zona tiene sus preferencias.Jon Andoni Duñabeitia, Director del Centro de Ciencia Cognitiva de la Facultad de Lenguas y Educación, Universidad NebrijaMaría del Carmen Méndez Santos, Profesora ayudante doctora en el Área de Lingüística, Universidad de AlicanteLicensed as Creative Commons – attribution, no derivatives.tag:theconversation.com,2011:article/1433272020-07-23T19:27:31Z2020-07-23T19:27:31Z¿Cómo el ‘blanco’ se convirtió en una metáfora de las cosas buenas?<figure><img src="https://images.theconversation.com/files/349239/original/file-20200723-33-3xrjh3.jpg?ixlib=rb-1.1.0&rect=6%2C3%2C1057%2C795&q=45&auto=format&w=496&fit=clip" /><figcaption><span class="caption">El sueño de Jacob de Salvator Rosa (c. 1665).
</span> <span class="attribution"><a class="source" href="https://d3d00swyhr67nd.cloudfront.net/w1200h1200/collection/NTIV/HACH/NTIV_HACH_1166737-001.jpg">artuk.org</a></span></figcaption></figure><p>Poco después de la muerte de George Floyd, uno de mis amigos me envió un mensaje de texto diciendo que Floyd no era necesariamente una mala persona, pero agregó que “tampoco era blanco como el lirio” refiriéndose a las épocas que pasó en prisión.</p>
<p>Luego leí un <a href="https://www.nytimes.com/2020/06/05/opinion/whites-anti-blackness-protests.html">artículo</a> en The New York Times escrito por Chad Sanders en el que notó que su agente canceló una reunión con él porque se había sumado al “<a href="https://www.ajc.com/news/what-blackoutday-day-organized-for-black-people-avoid-online-store-shopping/AmL0SIsTds0VQCmI5lDEKK/">Día de apagón</a>” – o blackout – en reconocimiento a los hombres y mujeres afroamericanos que fueron brutalizados y asesinados.</p>
<p>En el primer ejemplo, el blanco representa la pureza y moralidad. En el otro, el negro representa la nada o la ausencia, una metáfora similar a la del “agujero negro”.</p>
<p>Este tipo de metáforas lingüísticas, habituales en nuestro discurso cotidiano, <a href="https://scholar.google.com/citations?user=dSp9HLsAAAAJ&hl=en">han sido el enfoque de mi investigación</a>.</p>
<p>Después de “tiempos oscuros” vendrán “días más luminosos”. Cuando optamos por un trabajo, queremos estar en la lista blanca, no en la lista negra. Los <a href="https://www.sciencedirect.com/topics/computer-science/black-hat-hacker">sombreros negros</a> son los hackers malos y los sombreros blancos, los buenos. Las mentiras blancas son aceptables, pero no queremos que nos pongan una mancha negra en nuestro currículo. En los libros ilustrados, las personas buenas, los ángeles y los dioses se visten de blanco mientras que los villanos, los demonios y la Parca se visten de negro.</p>
<p>Por supuesto, hay excepciones: preferimos estar “en negro” que en “números rojos” cuando hablamos de estados financieros. Pero en sentido general, la delimitación es bastante consistente.</p>
<p>¿Cómo se forman esas metáforas lingüísticas? ¿Contribuyen a perpetuar el racismo?</p>
<h2>Procesar un mundo complicado</h2>
<p>Los lingüistas cognitivos George Lakoff y Mark Johnson propusieron <a href="https://www.jstor.org/stable/2025464">una teoría</a> según la cual las metáforas son una herramienta cognitiva que les permite a las personas comprender lo que no pueden ver, saborear, oír, oler o tocar. Nos ayudan a comprender conceptos complejos y abstractos a través de paradigmas más simples y tangibles.</p>
<p>Esas metáforas se forman a medida que las personas adquieren experiencia en el mundo físico. Por ejemplo, el concepto abstracto de “poder” está conectado con el concepto más concreto de altura, tal vez porque, de niños, vimos a los adultos como más altos y poderosos. Luego llegamos a la adultez, pero seguimos <a href="http://www.igroup.org/schubert/papers/schubert_jpsp05.pdf">asociando implícitamente la altura con el poder</a>. </p>
<p>No aplica solo con las personas o los edificios altos. En múltiples estudios, los participantes consideraron que los símbolos que representan a personas o grupos son más poderosos si aparecen en una posición más alta en una página en comparación con otros símbolos.</p>
<p><a href="http://aradhnakrishna.com/wp-content/uploads/2020/05/emotion_up_down.pdf">En mi investigación</a> junto a otros científicos del comportamiento, Luca Cian y Norbert Schwarz, descubrimos que la posición vertical también tiene una asociación implícita con la emocionalidad y la racionalidad.</p>
<p>Si algo está en la parte superior de una página o una pantalla, tendemos a percibirlo como más racional, pero si algo está en la parte inferior, parece más emocional. Una razón puede ser que metafóricamente tendemos a conectar el corazón con la emoción y la cabeza con la lógica, y en el mundo físico nuestra cabeza está encima de nuestro corazón.</p>
<h2>Infundirle significado al color</h2>
<p>De un modo análogo, la nieve fresca y el agua limpia son blancas o transparentes, mientras que el agua contaminada se vuelve marrón y luego negra. El día también es luminoso y relativamente más seguro, pero la noche es oscura y más peligrosa. En ese contexto, comenzamos a elaborar metáforas conceptuales o conexiones subconscientes entre el color y la bondad.</p>
<p>Los experimentos han documentado la existencia de esa relación.</p>
<p>Por ejemplo, los psicólogos Brian Meier, Michael Robinson y Gerald Clore demostraron en <a href="http://journal.psych.ac.cn/xlxb/EN/10.3724/SP.J.1041.2014.01331">una investigación</a> que el color blanco está implícitamente relacionado con la moralidad y el color negro con la inmoralidad.</p>
<p>En otro estudio, les <a href="https://doi.org/10.1111/j.0963-7214.2004.01502002.x">pidieron a los participantes</a> que evaluaran ciertas palabras como positivas o negativas. Las palabras se mostraban en letra negra o blanca en una pantalla de computadora con un programa que medía la velocidad de la clasificación.</p>
<p>Los participantes evaluaron las palabras con un significado positivo como “activo”, “bebé”, “limpio” y “beso” más rápido cuando se mostraban con una fuente blanca en lugar de negra. Por otro lado, clasificaron las palabras con un significado negativo, como “torcido”, “enfermo”, “tonto” y “feo” más rápido cuando aparecían en letras negras.</p>
<figure class="align-center zoomable">
<a href="https://images.theconversation.com/files/345331/original/file-20200702-111333-nklx87.png?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=1000&fit=clip"><img alt="" src="https://images.theconversation.com/files/345331/original/file-20200702-111333-nklx87.png?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=754&fit=clip" srcset="https://images.theconversation.com/files/345331/original/file-20200702-111333-nklx87.png?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=600&h=272&fit=crop&dpr=1 600w, https://images.theconversation.com/files/345331/original/file-20200702-111333-nklx87.png?ixlib=rb-1.1.0&q=30&auto=format&w=600&h=272&fit=crop&dpr=2 1200w, https://images.theconversation.com/files/345331/original/file-20200702-111333-nklx87.png?ixlib=rb-1.1.0&q=15&auto=format&w=600&h=272&fit=crop&dpr=3 1800w, https://images.theconversation.com/files/345331/original/file-20200702-111333-nklx87.png?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=754&h=342&fit=crop&dpr=1 754w, https://images.theconversation.com/files/345331/original/file-20200702-111333-nklx87.png?ixlib=rb-1.1.0&q=30&auto=format&w=754&h=342&fit=crop&dpr=2 1508w, https://images.theconversation.com/files/345331/original/file-20200702-111333-nklx87.png?ixlib=rb-1.1.0&q=15&auto=format&w=754&h=342&fit=crop&dpr=3 2262w" sizes="(min-width: 1466px) 754px, (max-width: 599px) 100vw, (min-width: 600px) 600px, 237px"></a>
<figcaption>
<span class="caption">Una muestra de las palabras usadas en el experimento de Meier, Robinson y Clore.</span>
<span class="attribution"><span class="source">Aradhna Krishna</span>, <a class="license" href="http://creativecommons.org/licenses/by-sa/4.0/">CC BY-SA</a></span>
</figcaption>
</figure>
<p>Estos estudios se han <a href="http://repository.essex.ac.uk/15666/1/Meier,%20Fetterman,%20%26%20Robinson,%202015.pdf">replicado</a> y surgen los mismos hallazgos, lo que indica que no son una casualidad: los vínculos perceptuales-conceptuales entre el color y la bondad están arraigados en las personas.</p>
<h2>El factor raza</h2>
<p>¿Podría algo tan simple como la relación entre color y bondad <a href="https://implicit.harvard.edu/implicit/takeatest.html">generar</a> prejuicios raciales?</p>
<p>En los estudios anteriores sobre la bondad, los colores blanco y negro estaban relacionados con lo bueno y lo malo. Por otra parte, las pruebas implícitas sobre sesgos raciales buscan una conexión entre la bondad y los rostros blancos y negros.</p>
<p>Hay una diferencia sutil pero importante. Los tests de raza sobre los sesgos implícitos detectan el prejuicio hacia las personas negras. Por tanto, además del color de la piel también captan las reacciones a otras diferencias en la apariencia física, desde el cabello hasta la estructura facial, junto a cualquier tipo de animosidad que uno haya albergado anteriormente. Aun así, resulta evidente que la asociación entre bondad y color es un factor que influye en los prejuicios raciales.</p>
<p>¿Podemos cambiar esas metáforas conceptuales tan arraigadas en nuestro discurso cotidiano? ¿Qué pasaría si escribiéramos que algo es tan puro como los ojos más negros, tan suntuoso como el cabello más oscuro o tan sofisticado como un vestido negro?</p>
<p>¿Qué pasaría si los dioses y los héroes estuvieran vestidos de negro y los villanos de blanco?</p>
<p>¿Qué pasaría si, como <a href="https://www.bbc.com/news/av/world-us-canada-52988605/muhammad-ali-why-is-everything-white">señaló</a> Muhammad Ali en una entrevista de 1971, tuviéramos un diablo del color de la vainilla y un ángel de chocolate negro?</p>
<p>Las metáforas no son férreas. Es posible cambiar conscientemente la forma en que escribimos, dibujamos, diseñamos disfraces o preparamos pastelería. Con el tiempo, quizás eso podría erosionar gradualmente algunos de nuestros prejuicios implícitos.</p>
<p><em>Este artículo fue traducido por <a href="https://es.noticias.yahoo.com/como-el-blanco-se-convirtio-en-una-metafora-de-las-cosas-buenas-080518388-192656311.html?guccounter=1">Yahoo!</a>.</em></p><img src="https://counter.theconversation.com/content/143327/count.gif" alt="The Conversation" width="1" height="1" />
<p class="fine-print"><em><span>Aradhna Krishna does not work for, consult, own shares in or receive funding from any company or organization that would benefit from this article, and has disclosed no relevant affiliations beyond their academic appointment.</span></em></p>Cuando buscamos trabajo, queremos estar en la lista blanca, no en la negra. Los sombreros negros son los hackers malos, mientras una mentira blanca es aceptable. ¿Esas metáforas reflejan racismo?Aradhna Krishna, Dwight F. Benton Professor of Marketing, University of MichiganLicensed as Creative Commons – attribution, no derivatives.tag:theconversation.com,2011:article/1290532020-01-06T21:02:34Z2020-01-06T21:02:34ZHasta aquí su identidad: los límites (lingüísticos) de la pertenencia al grupo<figure><img src="https://images.theconversation.com/files/308180/original/file-20191223-11929-1uzydh6.jpg?ixlib=rb-1.1.0&rect=0%2C0%2C7076%2C4127&q=45&auto=format&w=496&fit=clip" /><figcaption><span class="caption">
</span> <span class="attribution"><a class="source" href="https://www.shutterstock.com/es/image-illustration/multiethnic-people-colored-profile-silhouette-group-1217452246">Melitas / Shutterstock</a></span></figcaption></figure><p>Nuestro cerebro está diseñado para categorizar, es decir, para meter la realidad que nos rodea en cajas. Es un mecanismo que nos permite, desde una edad muy temprana, hacer frente a nuestro día a día. A medida que aprendemos a interaccionar con nuestro entorno, generamos categorías en nuestra mente que optimizan esa información. Es fundamental para nuestra supervivencia.</p>
<p>Por ejemplo, en algún momento de nuestra infancia aprendimos a interactuar con objetos tan cotidianos como una mesa. Aunque en un principio fuese un elemento nuevo que aprendimos a utilizar de forma consciente, la categoría <em>mesa</em> nos permite hoy interactuar con este objeto casi sin pensar a pesar de las diferentes formas, tamaños, número de patas, etc. </p>
<p>El <em>problema</em> es que hacemos lo mismo con las personas. Nuestro cerebro ha ido atribuyendo una serie de características a grupos de personas que <em>pertenecen</em> a ciertas categoría sociales que hemos ido creando en función del género, origen, etnia, edad, etc. </p>
<p>Al contrario de lo que muchos piensan, la pertenencia a cualquiera de estas categorías no tiene por qué ser inalterable, sino que tanto la manera en la que las percibimos como en la que somos percibidos puede variar. Es más, no debemos olvidar que pertenecemos a varias categorías a la vez y no todas tienen la misma relevancia o visibilidad. </p>
<h2>¿Puedo cambiar de categoría?</h2>
<p>¿Qué pasa cuando alguien quiere cambiar voluntariamente su pertenencia a un grupo o categoría social? La eficiencia cognitiva de nuestro cerebro lo va a poner difícil. Es muy complicado <em>cruzar</em> de una categoría a otra. Las consecuencias de casos de apropiación de elementos de otros grupos sociales son un tema de rabiosa actualidad. Diferentes famosos se han vuelto envueltos en polémicas por la usurpación de elementos culturales por motivos principalmente estéticos. Es aquí donde nos volvemos a encontrar la cuestión lingüística, porque la apropiación cultural también se puede producir en el uso del lenguaje. </p>
<p>Al contrario que otros rasgos físicos, el componente lingüístico tiene cierta flexibilidad y maleabilidad, al tiempo que mantiene una conexión muy directa con aspectos fundamentales de nuestra identidad. Todos hemos moldeado nuestra forma de hablar en algún contexto específico para proyectar una imagen más formal, cercana, profesional, etc. Es más, si alguien nos dice que no parecemos de nuestra región/país, enseguida agudizamos nuestra forma de hablar para <em>demostrar</em> mediante el uso de palabras y otros rasgos lingüísticos que sí pertenecemos a esa categoría. </p>
<p>Pues bien, esta versatilidad del lenguaje puede llevar a apropiarnos de rasgos lingüísticos asociados a una comunidad de hablantes a la que no pertenecemos. Hacemos esto con el objetivo de proyectar alguna característica de dicha comunidad que nos interesa, a la que damos valor en nuestro contexto social.</p>
<p><em>Cruzar</em> a variedades lingüísticas de grupos a los que no pertenecemos puede acarrear <em>costes</em>. Al tratarse de una decisión deliberada, la posibilidad de que nuestro comportamiento lingüístico no sea aceptado o que provoque una contra-reacción en el grupo <em>expoliado</em> son altas.</p>
<p>Cuando esta práctica implica cruzar barreras sociales o étnicas, las cuestiones de <em>legitimidad</em> son incluso mayores. Para ilustrar la complejidad de esta práctica, usaré un ejemplo que nos lleva al mundo de la música rap.</p>
<h2>El caso del rap</h2>
<p>El rap está fuertemente enraizado en la cultura afroamericana. La existencia de patrones étnicos orales y culturales en este género musical, el uso de inglés afroamericano y un fuerte concepto de autenticidad, lo mantienen estrechamente ligado al grupo étnico en el que se gestó. Sin embargo, el éxito de la música rap ha traspasado las barreras étnicas y la presencia de raperos blancos se ha normalizado incluso en el contexto de Estados Unidos.</p>
<p><a href="https://www.peterlang.com/view/title/35891?format=PBK">En un estudio comparativo con letras de canciones de raperos norteamericanos blancos y negros</a>, se analizó la utilización de rasgos lingüísticos asociados al inglés afroamericano por parte de los dos grupos. Los resultados mostraron importantes niveles de uso de varios de estos rasgos por parte del grupo blanco. </p>
<p>Un caso llamativo fue el de <em>ain’t</em>, una partícula negativa presente en otras variedades de la lengua inglesa. Los raperos blancos lo utilizaban en una proporción mayor que los propios raperos negros. Pero más no significa mejor. El estudio también reveló que lo utilizaban de manera diferente, mucho más restringida (Ej. 80% como <em>am not</em> o <em>is not</em>). El grupo de raperos negros, en contra, presentaba mayor distribución en el uso de esta partícula e incluso casos que no reproducían los raperos blancos. Sin duda, para el hablante de inglés afroamericano, esta sobre-utilización descompensada es más que suficiente para saber quien es parte del grupo y quien pretende serlo.</p>
<p>Sin embargo, posiblemente lo más relevante es que los raperos afroamericanos, a lo largo de las tres décadas investigadas (80s, 90s y 00s), <a href="https://www.researchgate.net/publication/279274870_Underlining_authenticity_through_the_recreolization_process_in_rap_music_A_case_of_an_in-group_answer_to_an_identity_threat">también empezaron a <em>sonar más negro</em></a>. Es decir, a medida que la presencia de raperos blancos se multiplicaba, los raperos negros parecen haber reforzado las barreras lingüísticas de su categoría, enfatizando el uso de rasgos su propia variedad. </p>
<p>Aunque la selección de raperos, siguiendo criterios principalmente sociolingüísticos, puede haber influido en los resultados, el uso de términos relevantes en el contexto social norteamericano corroboró la intencionalidad de esta barrera etno-lingüística. </p>
<p>Es decir, el uso de palabras clave relacionadas con la autenticidad y la experiencia socio-cultural afroamericana (ej. referencias al gueto, referencias raciales, incluso patrones de repetición, entre otros) supuso otra manera de delimitar las fronteras lingüísticas del grupo. En otras palabras, una manera de decir, alto y claro: “hasta aquí su identidad”.</p><img src="https://counter.theconversation.com/content/129053/count.gif" alt="The Conversation" width="1" height="1" />
<p class="fine-print"><em><span>Pedro Álvarez Mosquera no recibe salario, ni ejerce labores de consultoría, ni posee acciones, ni recibe financiación de ninguna compañía u organización que pueda obtener beneficio de este artículo, y ha declarado carecer de vínculos relevantes más allá del cargo académico citado.</span></em></p>La lengua juega un papel fundamental en la forma en la que categorizamos a las personas. Cuando nos apropiamos de rasgos de otros grupos lingüísticos, no siempre es bienvenido.Pedro Álvarez Mosquera, Profesor de Lengua y Lingüística, Universidad de SalamancaLicensed as Creative Commons – attribution, no derivatives.tag:theconversation.com,2011:article/1273502019-12-12T21:02:45Z2019-12-12T21:02:45ZLo que me dice tu acento, que yo no te cuento<figure><img src="https://images.theconversation.com/files/306568/original/file-20191212-85417-chrg9x.jpg?ixlib=rb-1.1.0&rect=5%2C0%2C3695%2C2165&q=45&auto=format&w=496&fit=clip" /><figcaption><span class="caption">
</span> <span class="attribution"><a class="source" href="https://www.shutterstock.com/es/image-photo/group-happy-friends-enjoying-drink-outdoor-1043547775"> DisobeyArt / Shutterstock</a></span></figcaption></figure><p>Todos tenemos un acento. Incluso aquellos que piensan que no tienen acento porque hablan una variedad estándar, tienen acento. El uso que hacemos de la variedad o variedades lingüísticas con las que crecemos está impregnado de elementos característicos de la comunidad que nos rodea. En otras palabras, hablamos como nuestros semejantes. </p>
<p>Esta realidad, que abarca desde el uso de localismos (términos de una determinada región) hasta, por ejemplo, el uso concreto de ciertos diminutivos (pensemos en -ito, -iño, -ico, -ete), también incluye lo que se denominan <em>características prosódicas</em>, es decir, aquellas que atañen al acento, el tono, la entonación, etc. Por lo tanto, sí, nuestro acento proporciona información adicional que nuestro cerebro capta consciente, pero muy a menudo, inconscientemente. </p>
<p>El estudio de los acentos no es una tarea sencilla. La sociolingüística, entre otras disciplinas interrelacionadas, ha abordado activamente la conexión entre lengua e identidad. </p>
<p>Esta rama de la lingüística abarca temas muy dispares, como la relación entre la identidad personal y la identidad social, el estudio del bilingüismo y multilingüismo, fenómenos como la apropiación lingüística, entre otros muchos. </p>
<p>En los últimos años, en un intento por desentrañar el papel que juega la lengua en la manera en la que categorizamos a las personas, el estudio de las actitudes lingüísticas ha tomado fuerza. Es aquí donde nos hemos vuelto a encontrar con los acentos. </p>
<p>Nuestra sociedad es cada vez más global. El ciudadano medio se mueve en mayor medida al calor del desarrollo económico y social. En este contexto de mayor interacción social, el estudio de cómo influye el acento en la percepción de un individuo no es un tema menor. </p>
<h2>Por qué el acento</h2>
<p>En realidad la gran pregunta que busca respuesta entre muchos investigadores es todavía más desafiante. ¿Existe alguna relación entre nuestras actitudes lingüísticas (hacia determinadas variedades de un idioma) y nuestro comportamiento social? En busca de un mayor rigor científico, algunos investigadores han empezado a diseñar propuestas interdisciplinarias para avanzar en el plano cognitivo. </p>
<p>En este terreno, los datos obtenidos hasta la actualidad parecen indicar que las actitudes explícitas (lo que las personas dicen que piensan) y las actitudes implícitas (medidas automáticas sin mecanismos de compensación) no van siempre de la mano.</p>
<p>Para adentrarnos de pleno en un terreno tan lleno de matices, hemos decidido desplazarnos a Sudáfrica. </p>
<h2>El laboratorio sudafricano</h2>
<p>Este país es un verdadero laboratorio lingüístico, social y cultural. Con 11 idiomas oficiales (y muchas más variedades no oficiales), la lengua inglesa se impone, a menudo, como la principal <em>lingua franca</em>. Es decir, este es el idioma más utilizado para comunicarse entre los hablantes de las diferentes lenguas que existen en <a href="https://unstats.un.org/unsd/demographic/sources/census/wphc/South_Africa/ZAF04-Census2011.pdf">las comunidades blancas, negras, coloured y indio-sudafricanas</a>. </p>
<p>En este contexto, hemos intentado desentrañar qué aspectos pueden interferir en el desarrollo de actitudes implícitas positivas o negativas hacia una determinada variedad a través de los acentos. </p>
<p>Para este fin, más de 250 participantes han formado parte de diversos estudios en los que se investigó sus reacciones implícitas hacia diferentes frases de contenido neutro pronunciadas con acentos locales en lengua inglesa. De esta manera, pudimos analizar la relación entre su pasado sociolingüístico y sus actitudes a través de la asociación de estímulos y los tiempos de reacción. </p>
<p>Los resultados han demostrado que, en primer lugar, el acento en sí mismo ya es suficiente para activar información estereotípica asociada a miembros de las comunidades de hablantes objeto de estudio. </p>
<p>Sin embargo, lo que quizás sea todavía más relevante es el hecho de que un buen número de variables sociales puede determinar la carga cognitiva que se asociaba a cada acento. </p>
<p>Así, por ejemplo, se ha observado que, mientras existe un sesgo a favor del inglés sudafricano estándar entre las comunidades negras hablantes nativas de lenguas indígenas, éste podía cambiar hacia el acento Afrikaans en esa lengua atendiendo al tipo de colegio en el que han cursado sus estudios, a su capacidad de hablar Afrikaans o la exposición a este idioma en su entorno. De manera similar, entre los miembros de la comunidad Coloured se observa un comportamiento similar, pero esta vez el sesgo positivo hacia la variedad con acento Afrikaans estaría relacionado con la distancia social con el grupo blanco y su lugar de residencia. </p>
<p>Como podemos imaginar la influencia que estos procesos implícitos (normalmente inconscientes) en la forma en la que evaluamos a una persona puede tener importantes implicaciones en el contexto académico, profesional, legal, entre muchos otros. Sin embargo, en esencia, estas asociaciones y su posible impacto en nuestro comportamiento responden a la forma en la que nuestro cerebro funciona. Es decir, a la manera en la que procesamos la realidad y vamos construyendo categorías. </p>
<p>La importancia de ser conscientes de estos procedimientos inconscientes es, por lo tanto, esencial para avanzar como sociedad. Sin embargo, esto quizás sea un tema para otro artículo.</p><img src="https://counter.theconversation.com/content/127350/count.gif" alt="The Conversation" width="1" height="1" />
<p class="fine-print"><em><span>Pedro Álvarez Mosquera no recibe salario, ni ejerce labores de consultoría, ni posee acciones, ni recibe financiación de ninguna compañía u organización que pueda obtener beneficio de este artículo, y ha declarado carecer de vínculos relevantes más allá del cargo académico citado.</span></em></p>Todos tenemos un acento. Incluso aquellos que piensan que no tienen acento porque hablan una variedad estándar, tienen acento. El uso que hacemos de la variedad o variedades lingüísticas con las que crecemos está impregnado de elementos característicos de la comunidad que nos rodea. En otras palabras, hablamos como nuestros semejantes.Pedro Álvarez Mosquera, Profesor de Lengua y Lingüística, Universidad de SalamancaLicensed as Creative Commons – attribution, no derivatives.