tag:theconversation.com,2011:/us/topics/sociologia-58830/articlessociología – The Conversation2024-01-18T17:36:52Ztag:theconversation.com,2011:article/2178242024-01-18T17:36:52Z2024-01-18T17:36:52ZPor qué seguimos huellas y cómo las dejamos<figure><img src="https://images.theconversation.com/files/568434/original/file-20240109-15-mwavh7.jpg?ixlib=rb-1.1.0&rect=0%2C4%2C3100%2C2041&q=45&auto=format&w=496&fit=clip" /><figcaption><span class="caption">
</span> <span class="attribution"><a class="source" href="https://www.shutterstock.com/es/image-photo/footprints-snow-259053650">Alexander Chaikin/Shutterstock</a></span></figcaption></figure><p>El ser humano tiene una gran obsesión por las huellas, rastros, señales e indicios que va dejando en su existencia. Investigamos las huellas del pasado, pero también las que nos conducen a descubrir al autor de un crimen y las que deja un elemento químico en un espectro científico. La huella de nuestro dedo es la señal más fidedigna de nuestra identidad. Y cuando un maestro es excelente, decimos que ha dejado una huella imborrable en la memoria de sus alumnos. </p>
<p>No solo los seres humanos prestan mucha atención a las huellas que dejan o perciben. Los animales las utilizan para <a href="https://theconversation.com/los-perros-maestros-en-semiotica-indicial-171655">seguir rastros</a>, e imprimen señales basadas en huellas biológicas, como sus propios olores o residuos, para indicar su identidad o su presencia. <a href="https://mirmiberica.org/node/374">Las hormigas</a>, por ejemplo, se orientan dejando líquido en su camino para ayudar a otras a localizar su hormiguero. </p>
<h2>Huellas desde el principio de los tiempos</h2>
<p>Y es que las huellas son signos índice o indiciales: se producen en contacto con aquello que representan (como una huella de un pie se genera al pisar, o el humo de una hoguera se genera al encenderse el fuego). </p>
<p>También se crean cuando queda un residuo o rastro de algo que nos conduce hasta quien lo ha causado. Por ejemplo, en <em>El nombre de la rosa</em>, <a href="https://es.wikipedia.org/wiki/El_nombre_de_la_rosa">novela</a> de Umberto Eco (y <a href="https://www.youtube.com/watch?v=n0VKtV7dSGw&ab_channel=MarolynRegueiro">película posterior</a>), vemos cómo un monje detective reconstruye un asesinato, e incluso es capaz de detectar la secuencia de los hechos del mismo, analizando en detalle el dibujo, la dirección y la profundidad de unas huellas de sandalia en la nieve. </p>
<p>No solo sucede en la ficción. Las huellas son la base de todos los estudios científicos. Un análisis de la composición de la sangre de una persona revela la presencia de enfermedades cuando aparece una sustancia no deseada (por ejemplo, mercurio) o falta una cantidad idónea de otra (por ejemplo, hierro). Hay toda una disciplina científica llamada <a href="https://es.wikipedia.org/wiki/Espectroscopia">espectroscopoia</a> que fundamenta sus hallazgos en los residuos luminosos que deja la materia, sea estelar o sea atómica, en un sistema de registro generado por una máquina. Y en paleontología, la datación en <a href="https://es.wikipedia.org/wiki/Dataci%C3%B3n_por_radiocarbono">carbono-14</a> usa los residuos y la huella de carbono presentes en un hueso o en un pigmento para identificar el momento en que algo se produjo gracias a la exacta información de este isótopo radiactivo en la materia.</p>
<p>Desde las humanidades, autores clásicos como <a href="https://es.wikisource.org/wiki/Zadig,_o_el_Destino">Voltaire</a> y <a href="https://es.wikipedia.org/wiki/M%C3%A9todos_de_Mill">Stuart Mill</a> y otros más recientes como <a href="https://es.wikipedia.org/wiki/El_nombre_de_la_rosa">Umberto Eco</a> y <a href="https://dialnet.unirioja.es/servlet/tesis?codigo=57583">Carlo Ginzburg</a> han estudiado las relaciones entre huellas e indicios y cómo éstas pueden desvelar misterios profundos. </p>
<p>En el arte rupestre, los seres humanos se han representado con frecuencia con huellas de manos impresas o recortadas en negativo. La importancia de elegir esta marca ha sido <a href="https://dialnet.unirioja.es/servlet/articulo?codigo=1200590">estudiada por muchos expertos</a>. Las conclusiones destacan el valor de las manos como órganos que representan la esencia humana más profunda, algo único de cada individuo. </p>
<p>Aunque la representación animal solía hacerse con esos seres silueteados, en el yacimiento de <a href="https://journals.plos.org/plosone/article?id=10.1371/journal.pone.0289560">Twyfelfontein</a>, en Namibia, podemos ver el rastro de decenas de huellas de patas de aves y mamíferos, mezcladas con huellas de pies humanos. La imagen es espectacular y nos habla del vinculo de la comunidad que vivió allí con toda la naturaleza.</p>
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<a href="https://images.theconversation.com/files/569388/original/file-20240115-79166-4402ux.PNG?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=1000&fit=clip"><img alt="Cuevas en las montañas de Doro! nawas (en Namibia), en el panel con mayor concentración de grabados de huellas de animales, casi 300 en total." src="https://images.theconversation.com/files/569388/original/file-20240115-79166-4402ux.PNG?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=754&fit=clip" srcset="https://images.theconversation.com/files/569388/original/file-20240115-79166-4402ux.PNG?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=600&h=323&fit=crop&dpr=1 600w, https://images.theconversation.com/files/569388/original/file-20240115-79166-4402ux.PNG?ixlib=rb-1.1.0&q=30&auto=format&w=600&h=323&fit=crop&dpr=2 1200w, https://images.theconversation.com/files/569388/original/file-20240115-79166-4402ux.PNG?ixlib=rb-1.1.0&q=15&auto=format&w=600&h=323&fit=crop&dpr=3 1800w, https://images.theconversation.com/files/569388/original/file-20240115-79166-4402ux.PNG?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=754&h=406&fit=crop&dpr=1 754w, https://images.theconversation.com/files/569388/original/file-20240115-79166-4402ux.PNG?ixlib=rb-1.1.0&q=30&auto=format&w=754&h=406&fit=crop&dpr=2 1508w, https://images.theconversation.com/files/569388/original/file-20240115-79166-4402ux.PNG?ixlib=rb-1.1.0&q=15&auto=format&w=754&h=406&fit=crop&dpr=3 2262w" sizes="(min-width: 1466px) 754px, (max-width: 599px) 100vw, (min-width: 600px) 600px, 237px"></a>
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<span class="caption">Cuevas en las montañas de Doro! nawas (en Namibia), en el panel con mayor concentración de grabados de huellas de animales, casi 300 en total.</span>
<span class="attribution"><a class="source" href="https://journals.plos.org/plosone/article?id=10.1371/journal.pone.0289560">Lenssen-Erz et al.</a>, <a class="license" href="http://creativecommons.org/licenses/by/4.0/">CC BY</a></span>
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<h2>Un viaje al pasado</h2>
<p>Las huellas metafóricas también son importantes por su enorme poder de asociación. Cuando el protagonista de la novela <em>Por el camino de Swann</em> (primer volumen de la obra <em>En busca del tiempo perdido</em>) saborea una magdalena mojada en tila, su autor, <a href="https://es.wikipedia.org/wiki/En_busca_del_tiempo_perdido">Marcel Proust</a>, describe cómo aquel sabor le trae a la memoria el dulce que su tía Léonie le daba cuando era niño. Esa sensación le hace revivir todo el tiempo perdido, que resucita para él con un sólo rastro gustativo.</p>
<p>Porque, además de usarlas y trabajarlas para pensar, el ser humano utiliza las huellas de forma improvisada. En algunos de los ejemplos anteriores, como las pinturas rupestres, o en el caso de los documentos que firmamos, los seres humanos han dejado sus huellas de forma física y consciente. Pero en el caso de Proust, la huella que la tía dejó en el sobrino se generó de forma inconsciente y emocional: Léonie no tenía una intención inicial de dejar ese rastro. </p>
<p>Las huellas inconscientes son muy profundas. Por eso, disciplinas como el psicoanálisis y la ciencia cognitiva estudian el significado de las señales corporales y los microgestos. A menudo desvelan emociones o sentimientos a los que se puede acceder mediante su observación. <a href="https://psicologiaymente.com/biografias/carl-gustav-jung">Carl Gustav Jung</a>, por ejemplo, buceaba en la psique de sus pacientes estudiando cuidadosamente las huellas involuntarias que dejaban elementos del pasado en la mente.</p>
<h2>Mirando más allá</h2>
<p>Pero las huellas no solo viajan del pasado al presente. Cuando guardamos una pieza de ropa, un perfume o una foto de un ser querido estamos creando una huella a futuro. Esos rastros tendrán la capacidad de resucitar aquello que representan en nuestra memoria. La sociedad es una gigantesca máquina de generar y aprovechar el pasado en ciclos que se retroalimentan, como analizó, en el mundo artístico, <a href="https://dialnet.unirioja.es/servlet/libro?codigo=751279">André Malraux</a>.</p>
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<a href="https://images.theconversation.com/files/569514/original/file-20240116-28-spgsy3.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=1000&fit=clip"><img alt="Un álbum de fotos antiguas en blanco y negro." src="https://images.theconversation.com/files/569514/original/file-20240116-28-spgsy3.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=754&fit=clip" srcset="https://images.theconversation.com/files/569514/original/file-20240116-28-spgsy3.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=600&h=400&fit=crop&dpr=1 600w, https://images.theconversation.com/files/569514/original/file-20240116-28-spgsy3.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=30&auto=format&w=600&h=400&fit=crop&dpr=2 1200w, https://images.theconversation.com/files/569514/original/file-20240116-28-spgsy3.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=15&auto=format&w=600&h=400&fit=crop&dpr=3 1800w, https://images.theconversation.com/files/569514/original/file-20240116-28-spgsy3.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=754&h=503&fit=crop&dpr=1 754w, https://images.theconversation.com/files/569514/original/file-20240116-28-spgsy3.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=30&auto=format&w=754&h=503&fit=crop&dpr=2 1508w, https://images.theconversation.com/files/569514/original/file-20240116-28-spgsy3.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=15&auto=format&w=754&h=503&fit=crop&dpr=3 2262w" sizes="(min-width: 1466px) 754px, (max-width: 599px) 100vw, (min-width: 600px) 600px, 237px"></a>
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<span class="caption">Un álbum de fotos tiene más valor que el puramente material.</span>
<span class="attribution"><a class="source" href="https://unsplash.com/es/fotos/persona-abriendo-album-de-fotos-que-muestra-fotos-en-escala-de-grises-73OJLcahQHg">Laura Fuhrman / Unsplash</a></span>
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<p>El filósofo y antropólogo <a href="https://es.wikipedia.org/wiki/Claude_L%C3%A9vi-Strauss#El_pensamiento_salvaje">Claude Lévi-Strauss</a> relataba cómo en un pueblo indígena, cuando tejían una cesta, dejaban errores y descosidos en la trama como “huella” del trabajo humano. Por allí, afirmaban los nativos, “podían escapar los espíritus del esparto y la espiga usadas, y de esa manera liberarse del dominio humano”.</p>
<p>La psicología evolutiva <a href="https://es.wikipedia.org/wiki/Teor%C3%ADa_del_desarrollo_cognitivo_de_Piaget">estudia incesantemente</a> la influencia del contacto entre los seres humanos con el mundo y la relación basada en los signos de este tipo en la supervivencia y la evolución. Cuando una acción es muy valiosa, aunque parezca no haber causado efecto, puede estar generando un impacto a futuro. Un maestro que da clase puede estar simplemente haciendo bien su trabajo, pero también puede marcar la vida de los estudiantes. </p>
<p>Quizás esta sea la explicación para el verdadero valor de las huellas, literales y metafóricas. Pueden llegar hasta nosotros, en una relación profunda de conexión y entrega. Si los hombres somos signos, como decía el filósofo <a href="https://dialnet.unirioja.es/servlet/libro?codigo=37806">Charles S. Peirce</a>, quizás sea porque, sobre todo, provenimos de unas huellas.</p><img src="https://counter.theconversation.com/content/217824/count.gif" alt="The Conversation" width="1" height="1" />
<p class="fine-print"><em><span>Eva Aladro Vico no recibe salario, ni ejerce labores de consultoría, ni posee acciones, ni recibe financiación de ninguna compañía u organización que pueda obtener beneficio de este artículo, y ha declarado carecer de vínculos relevantes más allá del cargo académico citado.</span></em></p>El rastro que dejamos, literal y figuradamente, en el mundo tiene una intención y unas consecuencias.Eva Aladro Vico, Catedrática de Teoría de la Información, Universidad Complutense de MadridLicensed as Creative Commons – attribution, no derivatives.tag:theconversation.com,2011:article/2198462024-01-17T21:14:03Z2024-01-17T21:14:03ZCuando los sociólogos actúan como ‘polis’: la observación participante<figure><img src="https://images.theconversation.com/files/569947/original/file-20240117-27-tbk8ma.jpg?ixlib=rb-1.1.0&rect=142%2C37%2C4827%2C2761&q=45&auto=format&w=496&fit=clip" /><figcaption><span class="caption">
</span> <span class="attribution"><a class="source" href="https://www.shutterstock.com/es/image-photo/people-walk-on-pedestrian-street-walkway-540839347">ultramansk/Shutterstock</a></span></figcaption></figure><p>Siempre me han fascinado <a href="https://www.fotogramas.es/noticias-cine/g19446452/si-has-visto-estas-40-peliculas-eres-un-experto-en-espionaje">las películas de espías</a> en las que intrépidos policías son capaces de mimetizarse en un oscuro y acechante entorno, pasando desapercibidos a ojos de los demás, observando detenidamente los comportamientos de esa organización clandestina y participando de las actividades de sus componentes. Lo hacen así hasta dar sentido a lo que está sucediendo y, en consecuencia, intervenir en el curso de los acontecimientos. Es lo que en la jerga policial se llama <a href="https://books.google.com.ni/books?id=v9sjAQAAIAAJ&source=gbs_navlinks_s">introducir un “topo”</a>.</p>
<p>Todos nosotros observamos y participamos de nuestro entorno como parte de un ejercicio adaptativo propio de nuestra especie (<a href="https://www.google.es/books/edition/El_origen_de_las_especies/SORsEAAAQBAJ?hl=es&gbpv=1&dq=origen+de+las+especies&printsec=frontcover">Darwin, 1859</a>) y los sociólogos quizás todavía más, en ese intento por acercarse a una comprensión de la realidad social, actuando como “polis” –entiéndase esta admirativa y afectuosa denominación– observando y, en su caso, participando del colectivo que se está estudiando.</p>
<p>Hablar de <a href="https://openaccess.uoc.edu/bitstream/10609/147145/5/MetodosDeInvestigacionCualitativaEnElAmbitoLaboral_Modulo2_LaObservaconParticipante.pdf">observación participante</a> obliga a reparar en dos conceptos: observar y participar. Observar es algo más que mirar, es profundizar en por qué las personas se comportan y se desenvuelven de una determinada manera. </p>
<p>Observar guarda relación con intentar comprender motivaciones, comportamientos y reacciones de un colectivo, interpretar el espacio en el que este se produce y el tiempo en el que se desarrolla. La observación se convierte, por tanto, en una pieza clave para desentrañar los significados que, a menudo, se revelan como ocultos para el investigador en su intento en captar y comprender la realidad.(<a href="https://www.google.es/books/edition/La_construcci%C3%B3n_social_de_la_realidad/ehCgvgEACAAJ?hl=es">Berger y Luckmann, 1968</a>).</p>
<p>Participar significa tomar parte en algo, actuar y comunicarse. No obstante, el grado de participación del observador en el contexto investigado no siempre es el mismo, dependiendo del grado de implicación que este se encuentre realizando. Eso irá en función de las dificultades en el acceso a las personas y/o el lugar donde se localiza la actividad o por las propias características del proyecto, que pueden favorecer o desaconsejar una mayor o menor visibilidad del investigador.</p>
<h2>Origen etnológico y antropológico</h2>
<p>Echando la vista atrás, la observación participante fue en su origen una técnica de investigación cualitativa, que nace en el contexto de estudios etnológicos y antropológicos donde destaca el antropólogo polaco Bronislaw Malinowski, quien realizó el primer estudio documentado de esta técnica en <a href="https://www.academia.edu/32278100/Los_argonautas_del_Pacifico_occidental_Vol_1_y_2_Bronislaw_Malinowski"><em>Los argonautas del Pacífico Occidental</em></a>. Más tarde, le siguen los trabajos de <a href="https://academic.oup.com/sf/article-abstract/2/1/117/1990658"> Nels Anderson</a>, <a href="https://books.google.es/books?hl=es&lr=&id=SgukBnHIKd8C&oi=fnd&pg=PR17&dq=Thrasher,+F.+(1927).+The+Gang:+A+Study+of+1313+Gangs+in+Chicago.+Chicago-+University+of+Chicago+Press.&ots=Ec-QtmUtG0&sig=BazYNbzPUWRukER9aYSPzUdb_Ks#v=onepage&q=Thrasher%2C%20F.%20(1927).%20The%20Gang%3A%20A%20Study%20of%201313%20Gangs%20in%20Chicago.%20Chicago-%20University%20of%20Chicago%20Press.&f=false">F.Thrasher</a> y <a href="https://www.jstor.org/stable/10.3998/mpub.11519906.8">Paul Cressey</a>, que conceden especial atención a la idea del “trabajo de campo”, hasta llegar a <a href="https://www.academia.edu/22605912/Metodos_cualitativos_investigacion_Taylor_y_Bogdan">S.I.Taylor y R. Bogdan</a> en fechas algo más recientes (1984).</p>
<p>En España deben mencionarse las figuras de <a href="https://www.bne.es/es/autores/carabias-josefina">Josefina Carabias</a> (1908-1980), <a href="https://es.wikipedia.org/wiki/Luisa_Carn%C3%A9s">Luisa Carnés</a> (1905-1964) y <a href="https://es.wikipedia.org/wiki/Magda_Donato">Magda Donato</a> (1898-1966). Esta última realizó <a href="https://www.fronterad.com/en-la-cola-de-los-hambrientos-de-magda-donato/">experiencias de observación</a> participante camuflada de “viuda hambrienta”, “modista enardecida” en comedores sociales y “presidiaria” en una cárcel de mujeres con el propósito de retratar la realidad a través de la simulación. Algo más tarde, <a href="https://libreria.cis.es/libros/observacion-participante/9788474762402/">Óscar Guasch</a> (1996) desarrolla de un modo crítico el papel y desarrollo de la observación, en el contexto de las ciencias sociales y plantea a través de varios casos la dinámica por la que puede discurrir la técnica.</p>
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<a href="https://images.theconversation.com/files/568702/original/file-20240110-15-qkyb3u.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=1000&fit=clip"><img alt="" src="https://images.theconversation.com/files/568702/original/file-20240110-15-qkyb3u.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=754&fit=clip" srcset="https://images.theconversation.com/files/568702/original/file-20240110-15-qkyb3u.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=600&h=404&fit=crop&dpr=1 600w, https://images.theconversation.com/files/568702/original/file-20240110-15-qkyb3u.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=30&auto=format&w=600&h=404&fit=crop&dpr=2 1200w, https://images.theconversation.com/files/568702/original/file-20240110-15-qkyb3u.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=15&auto=format&w=600&h=404&fit=crop&dpr=3 1800w, https://images.theconversation.com/files/568702/original/file-20240110-15-qkyb3u.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=754&h=508&fit=crop&dpr=1 754w, https://images.theconversation.com/files/568702/original/file-20240110-15-qkyb3u.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=30&auto=format&w=754&h=508&fit=crop&dpr=2 1508w, https://images.theconversation.com/files/568702/original/file-20240110-15-qkyb3u.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=15&auto=format&w=754&h=508&fit=crop&dpr=3 2262w" sizes="(min-width: 1466px) 754px, (max-width: 599px) 100vw, (min-width: 600px) 600px, 237px"></a>
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<span class="caption">Ejemplar de <em>Ahora</em> del 4 de julio de 1933. Reportaje de la periodista Magda Donato en la Cárcel de Mujeres. Arriba a la derecha, Donato, que se hizo encarcelar para el reportaje, del brazo de una reclusa.</span>
<span class="attribution"><span class="source">BNE, Biblioteca Nacional de España</span></span>
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<h2>Siempre con un método científico</h2>
<p>De un modo o de otro, cualquier trabajo de campo, esto es, alejado de una mesa de despacho con flexo y humo –tal y como se ambientan las comisarías de las películas– pasa por la elección de un método científico: si quisiéramos analizar a un colectivo de difícil acceso, como es el de las personas que consumen sustancias estupefacientes (cocaína, heroína…), las causas de su consumo (personales, culturales, sociales…), su día a día (itinerancia, cantidad, frecuencia…) y hasta las posibles vinculaciones relacionadas con comportamientos delictivos (contra la propiedad, económicos, maltrato…) no tendría mucho sentido acercarme sin más al lugar donde se “trapichea” y pasar un cuestionario para su cumplimentación. Sin embargo, y en esto intervienen las técnicas de investigación cualitativas, observar el lugar, a las personas que en él actúan, introducirse en el escenario y hasta hacerse pasar por uno de tantos consumidores, permitirá recoger de primera mano datos relacionados con sus motivaciones y comportamientos, contribuyendo a identificar patrones predictivos.</p>
<p>Sea como fuere, la observación participante se convierte en una técnica gracias a la cual el observador (investigador) aplica un protocolo (científico) por el que es capaz de (a través de su participación en un entorno y/o en un colectivo) obtener registros de la realidad, analizarlos, interpretarlos y ver de qué modo pueden reducirse y hasta eliminarse.</p>
<p>Por todo esto la observación participante se convierte en una técnica de investigación cualitativa en la que tantos sociólogos como criminólogos y otros tantos profesionales como los trabajadores sociales pueden verse beneficiados de su alto potencial indagatorio en la siempre compleja y fascinante interpretación de la realidad social. Quizás por todo ello se explica que a los sociólogos les guste actuar como “polis”.</p><img src="https://counter.theconversation.com/content/219846/count.gif" alt="The Conversation" width="1" height="1" />
<p class="fine-print"><em><span>Angel José Olaz Capitán no recibe salario, ni ejerce labores de consultoría, ni posee acciones, ni recibe financiación de ninguna compañía u organización que pueda obtener beneficio de este artículo, y ha declarado carecer de vínculos relevantes más allá del cargo académico citado.</span></em></p>La observación participante, enraizada en estudios etnológicos y antropológicos, es una técnica que implica la inmersión del investigador en el entorno estudiado. Más allá de mirar, implica comprender profundamente los comportamientos y motivaciones de un colectivo. Es crucial para los sociólogos por su potencial indagatorio en la interpretación de la realidad social.Angel José Olaz Capitán, Profesor Titular de Sociología_Métodos y Tecnicas de Investigación Social, Universidad de MurciaLicensed as Creative Commons – attribution, no derivatives.tag:theconversation.com,2011:article/2140032023-10-05T17:41:38Z2023-10-05T17:41:38ZMás infelices pero menos solos: así influye el uso de internet en el bienestar de los españoles<figure><img src="https://images.theconversation.com/files/552049/original/file-20231004-19-ihiaec.jpg?ixlib=rb-1.1.0&rect=301%2C39%2C2613%2C1905&q=45&auto=format&w=496&fit=clip" /><figcaption><span class="caption">
</span> <span class="attribution"><a class="source" href="https://www.shutterstock.com/es/image-photo/top-view-woman-watching-video-internet-644188654">GaudiLab/Shutterstock</a></span></figcaption></figure><p>En los últimos años, el análisis del bienestar ha cobrado gran relevancia. Se ha generalizado el uso de medidas que van “más allá del PIB (Producto Interior Bruto)” y que cuestionan la idoneidad de este parámetro como indicador de bienestar. </p>
<p>El modo de pensar, de entender la economía y el progreso social están cambiando: el principal objetivo ya no es tanto el crecimiento económico como impulsar una economía centrada en las personas, que busque incrementar su calidad de vida.</p>
<p>En consecuencia, las percepciones que tienen los propios ciudadanos de su nivel subjetivo de satisfacción están adquiriendo mayor preeminencia frente a las medidas objetivas y de carácter agregado, como el citado PIB, la tasa de empleo o el acceso a la atención médica. Al fin y al cabo, las primeras no sólo reflejan de manera más realista cómo se encuentran las personas, sino que además son más inclusivas y sensibles hacia los grupos minoritarios. </p>
<p>Al mismo tiempo, las tecnologías digitales cobran cada vez más importancia en nuestras vidas, en un momento en el que la sociedad está atravesando una importante transición digital. Esta transición se refiere a los efectos económicos y sociales derivados de la integración de este tipo de tecnologías en todos los aspectos de nuestra vida (comunicación, ocio, trabajo, educación, etc.). Y que, en última instancia, afectan a nuestro bienestar. </p>
<h2>El peso de la tecnología en la calidad de vida</h2>
<p>En este contexto, nace nuestro proyecto de investigación <a href="https://sites.google.com/view/ewellbeing">E-WELLBEING</a>. Financiado por fondos <a href="https://next-generation-eu.europa.eu/index_es">Next Generation EU</a>, su objetivo es analizar la relación entre las tecnologías digitales, especialmente internet, y el bienestar de los ciudadanos europeos.</p>
<p><a href="https://www.nature.com/articles/s41599-023-02110-1">La primera publicación científica</a> de este proyecto se circunscribe al caso de los españoles y ha sido difundida en <a href="https://www.nature.com/palcomms/"><em>Humanities and Social Sciences Communications</em></a>. Para realizar el trabajo, utilizamos microdatos extraídos de la <a href="https://www.europeansocialsurvey.org/">Encuesta Social Europea (ESS)</a>. Dicha información se corresponde a los años 2016 y 2018, con una muestra de 3 614 observaciones, y permite usar una gran variedad de variables.</p>
<p>La encuesta incluía cinco preguntas que nos permiten evaluar los niveles subjetivos de bienestar en varias dimensiones. Dos cuestiones medían la felicidad y satisfacción vital, mientras que las otras tres puntuaban la vida social. Esta se concretaba en la frecuencia con la que el encuestado se reunía con amigos, familiares o compañeros de trabajo; el número de personas con las que podía hablar de asuntos personales e íntimos; y, por último, el nivel de participación en actividades sociales en comparación con la gente de su misma edad. </p>
<p>Para realizar el análisis, también se tuvo en cuenta si los entrevistados usaban internet (o no), el tiempo que le dedicaban y los efectos de éste sobre su nivel percibido de bienestar.</p>
<h2>Luces y sombras del uso de internet</h2>
<p>Los resultados arrojan una primera conclusión: la influencia de internet depende tanto de las características socioeconómicas de las personas (nivel educativo, edad, lugar de residencia…), como de la dimensión de bienestar analizada.</p>
<p>En términos generales, nuestro estudio indica que quienes sufren apuros económicos o financieros, problemas de salud o discapacidad son menos felices y tienen una vida social menos activa, como cabría imaginar. Por el contrario, aquellos que viven en pareja, en ciudades pequeñas o en entornos rurales, así como los mayores de 60 años, muestran mayores niveles de bienestar y de socialización (a excepción de quienes viven en pareja, con una vida social más reducida). </p>
<p>Cuando ponemos el foco en los efectos de internet, los encuestados que hacen un uso más intensivo también experimentan menores niveles de satisfacción vital y felicidad y menos encuentros presenciales con amigos, familiares o compañeros. Sin embargo, y esto es interesante, afirman contar con más personas para hablar de asuntos íntimos y participar más a menudo en actividades sociales en comparación con individuos de su misma edad. Eso sugiere un efecto de sustitución de las interacciones presenciales por las virtuales.</p>
<p>Además, observamos que el uso de la Red mejora el bienestar de los más mayores. En este grupo de población, quienes pasan más tiempo <em>on-line</em> gozan de una mayor participación social en comparación con las personas de su misma edad que se conectan menos y, en general, con las personas jóvenes. </p>
<p>Por último, en el caso de las personas con discapacidad, pasar más tiempo en internet está asociado con una menor frecuencia de encuentros presenciales. Esto parece sugerir que el efecto de sustitución de las interacciones en persona por las virtuales es más acusado para este colectivo.</p>
<p>En resumen, los resultados muestran que el uso intensivo de internet ejerce un efecto negativo para la felicidad, la satisfacción vital y las reuniones presenciales, pero que favorece las conexiones personales y la participación en actividades sociales. También debemos tener en cuenta que la relación entre el bienestar y el tiempo que nos mantenemos <em>on-line</em> depende, en gran medida, de nuestras circunstancias socioeconómicas.</p><img src="https://counter.theconversation.com/content/214003/count.gif" alt="The Conversation" width="1" height="1" />
<p class="fine-print"><em><span>Ana Suárez Álvarez recibe fondos de Fondos Next Generation.</span></em></p><p class="fine-print"><em><span>Maria R Vicente recibe fondos de Fondos Next Generation. </span></em></p>Los cambios tecnológicos, y particularmente internet, han cambiado sin duda nuestras vidas, pero ¿para bien o para mal? Según las conclusiones de un nuevo estudio, el panorama no es ni blanco ni negro, y depende mucho de las circunstancias personales.Ana Suárez Álvarez, Economía Aplicada, Universidad de OviedoMaria R. Vicente, Profesora de Economía Aplicada, Universidad de OviedoLicensed as Creative Commons – attribution, no derivatives.tag:theconversation.com,2011:article/2094682023-09-26T18:50:16Z2023-09-26T18:50:16Z¿Nos enfrentamos a una lucha entre generaciones? La profiguración y la sostenibilidad social<figure><img src="https://images.theconversation.com/files/543726/original/file-20230821-29-intbsc.jpg?ixlib=rb-1.1.0&rect=4%2C0%2C1540%2C921&q=45&auto=format&w=496&fit=clip" /><figcaption><span class="caption">Fotograma de la película 'Alcarràs', dirigida por Carla Simón en 2022, que narra la historia de una familia.</span> <span class="attribution"><a class="source" href="https://www.imdb.com/title/tt11930126/">IMDB</a></span></figcaption></figure><p>En la película española <a href="https://www.filmaffinity.com/es/film457848.html"><em>Alcarrás</em></a>, la directora Carla Simón nos hace reflexionar sobre la sostenibilidad humana: lo hace desde una perspectiva “glocal” (global desde lo local) en la que la relación y dependencia entre generaciones tiene un papel fundamental. </p>
<p>En su descripción de la vida de una familia de agricultores de Lleida en la época actual, plantea un problema cercano y comunitario que se enmarca en una situación global. La historia demuestra la vigencia de la máxima “piensa globalmente, actúa localmente” y la importancia de nuestras actuaciones individuales en el devenir comunitario y social.</p>
<p>En la película se crean y se recrean espacios intergeneracionales. Las distintas generaciones tienen sus propios espacios, pero también se muestran los espacios comunes: las niñas y niños interactúan con los hermanos y hermanas (y primos, tíos, tías), con los adultos y con los abuelos. Aprenden canciones, juegan a ser adultos y dan frescura y distanciamiento frente a los problemas que van surgiendo. Los adolescentes y adultos se retan en el aprendizaje de la vida que “va en serio”. Los abuelos ayudan a los padres en esta vida centralizada en la subsistencia, pero también dando respiros alternativos. </p>
<p>Es un mundo de cuidados intergeneracionales: todos y todas cuidan a los demás. Pero dejando aire suficiente entre cada generación. ¿Se están perdiendo, al igual que los melocotoneros de la película, estos espacios familiares en que todos –mayores, pequeños, jóvenes y adultos– tienen su papel?</p>
<h2>Ruptura generacional</h2>
<p>El pacto entre generaciones es una necesidad social en este mundo globalizado en el que una serie de situaciones tensionan la convivencia. Aunque quizá no tanto como para hablar de una “<a href="https://www.academia.edu/190609/Intergeneraciones">lucha entre generaciones</a>” que sustituye a la lucha de clases, hay datos objetivos que indican que la tensión entre generaciones está aumentando.</p>
<p>La pandemia de covid-19 ha facilitado algunos cuidados intergeneracionales pero ha provocado, en otras ocasiones, un mayor distanciamiento entre las generaciones: se han incrementado los tópicos en relación con los mayores y los jóvenes, y el <a href="https://fundacionlacaixa.org/es/personas-mayores-recursos-digitales-glosario-edadismo#:%7E:text=El%20edadismo%20es%20una%20forma,de%20nuestros%20estereotipos%20y%20prejuicios">edadismo</a> con visiones de los jóvenes como egoístas y violentos, poco respetuosos o poco comprometidos.</p>
<p>Al mismo tiempo, la generación de entre 19 y 34 años tiene muchas dificultades para emanciparse y alcanzar una autonomía consolidada. Muchos jóvenes <a href="https://www.unicef.org/es/comunicados-prensa/jovenes-africanos-replantean-tener-hijos-causa-cambio-climatico">dudan sobre tener hijos</a> porque ven el futuro muy incierto y sobre todo no ven clara la sostenibilidad del planeta. El <a href="https://es.statista.com/estadisticas/488897/tasa-de-paro-juvenil-en-los-paises-de-la-ue/">paro</a> <a href="https://www.injuve.es/observatorio/formacion-empleo-y-vivienda/jovenes-y-paro-registrado-febrero-2023">alcanza unos porcentajes desorbitados</a> entre los jóvenes: una tasa de <a href="https://es.statista.com/estadisticas/488897/tasa-de-paro-juvenil-en-los-paises-de-la-ue/">29,4 % en España</a>, una media de <a href="https://es.statista.com/estadisticas/635883/evolucion-mensual-de-la-tasa-de-desempleo-juvenil-en-la-ue-y-la-zona-euro/">14,4 % en Europa</a> y en <a href="https://www.ilo.org/global/about-the-ilo/newsroom/news/WCMS_853133/lang--es/index.htm#:%7E:text=En%20los%20pa%C3%ADses%20de%20Am%C3%A9rica,la%20crisis%20exacerb%C3%B3%20esa%20tendencia">Latinoamérica</a> llega al 20,5 %, en un marco de temporalidad y precariedad. </p>
<p>Por otra parte, los índices de pobreza <a href="https://www.ine.es/ss/Satellite?L=en_GB&c=INESeccion_C&cid=1259925418075&p=%5C&pagename=ProductosYServicios%2FPYSLayout&param1=PYSDetalle&param3=1259924822888#:%7E:text=En%20Espa%C3%B1a%2C%20seg%C3%BAn%20los%20resultados,hombres%20(21%2C1%25)">están aumentando</a> particularmente entre la población infantil y los adultos mayores. Muchos ancianos viven en <a href="https://elobservatoriosocial.fundacionlacaixa.org/-/la-soledad-no-deseada-en-las-personas-mayores">soledad no deseada</a> y, a veces, son objeto de discriminación por edad (edadismo) o incluso de engaños. </p>
<h2>“Profiguración”: un nuevo contrato social</h2>
<p>En este sentido, es preciso un cambio de mentalidad que permita establecer un renovado pacto social, basado en la interdependencia entre generaciones. El entendimiento entre generaciones es además el mejor enfoque para afrontar la sostenibilidad del planeta.</p>
<p>Este renovado contrato social ha de poner los cuidados en el centro de la política social (servicios sociales, política fiscal, cuidado de grupos vulnerables) para comprometernos por un mundo común y mejor.</p>
<p>El término “<a href="https://www.catarata.org/libro/el-nuevo-contrato-social-entre-generaciones_118870/">profiguración</a>” (a partir del latín <em>figuratio</em> –formar parte de un determinado conjunto de personas, también destacar o ser considerado importante– y del prefijo latino <em>pro</em> –en favor de–) hace referencia a este acuerdo y reconocimiento necesario entre generaciones en la sociedad actual. </p>
<p>Se trata de un nuevo tipo de socialización que aúna y transciende la postfiguración, configuración y prefiguración de <a href="https://publishing.cdlib.org/ucpressebooks/view?docId=ft1p300479;chunk.id=d0e249;doc.view=print">Margaret Mead</a> y actualiza la figuración social de <a href="https://www.aacademica.org/luis.j.gonzalez.oquendo/2.pdf">Norbert Elias</a>.</p>
<p>¿Por qué crear una palabra nueva? </p>
<p>Las palabras tienen efecto sobre las personas (el efecto perlocutivo): si hablamos de paz, estaremos pacificando, si hablamos de convivencia, conviviendo… si hablamos de profiguración, estaremos profigurando, estableciendo relaciones respetuosas, complementarias y enriquecedoras entre generaciones.</p>
<p>Nombrar una idea, dar nombre a enfoques renovados y renovadores, es identificar posibles alternativas de debate y de orientar la acción. Si algo no se nombra no existe y, al contrario, si se define, nos permite comprender y actuar.</p>
<h2>Superar puntos ciegos</h2>
<p>El “punto ciego generacional” no nos permite ver más allá de parámetros intrageneracionales, tomando decisiones cortoplacistas, pero no de futuro. La profiguración es la visión binocular o estereoscópica para superar dicho punto ciego. </p>
<p>Está basada en la comunicación y en el diálogo, en la interacción social y la interdependencia humana. En descubrir la necesidad del otro, de la convivencia, del altruismo y de la solidaridad: las relaciones intergeneracionales permiten aprender el arte de vivir entre niños, jóvenes, adultos y ancianos… y superar los prejuicios o discriminación por razones de edad (tanto en relación con la gente mayor como con los jóvenes).</p>
<p>La profiguración advierte sobre la supuesta ruptura entre generaciones y ayuda a evitarla o superarla, teniendo en cuenta las generaciones presentes y las generaciones futuras. Se ha de analizar cómo la toma de decisiones actual influirá en esas generaciones futuras. </p>
<p>Un ejemplo de pensar (y actuar) teniendo en cuenta las generaciones futuras lo encontramos en los pueblos <a href="https://es.wikipedia.org/wiki/Siux_oglala">Oglala Lakota en Dakota del Sur</a>, obligados a incorporar en sus tomas de decisiones los intereses de las personas de siete generaciones posteriores.</p>
<h2>El futuro del planeta y de la humanidad</h2>
<p>Ya en los años 70 del siglo pasado, la antropóloga <a href="https://www.gedisa.com/gacetillas/893012.pdf">Margaret Mead</a> hablaba de una ruptura generacional a nivel planetario. Hoy, ante las llamadas a la acción en relación con la sostenibilidad del planeta, cuando las últimas Cumbres del Clima no están teniendo los resultados esperados ni tampoco la Agenda 2030 con los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), es todavía más importante evitarla. </p>
<p>Teniendo en cuenta la importancia de la conservación del medio ambiente, de la salud y la sostenibilidad humana, y, por tanto, del bienestar de las generaciones presentes y futuras, la profiguración se nos muestra como el nuevo contrato social intergeneracional que debe facilitar un futuro de cuidados y sostenible.</p><img src="https://counter.theconversation.com/content/209468/count.gif" alt="The Conversation" width="1" height="1" />
<p class="fine-print"><em><span>Fidel Molina-Luque recibe fondos de
Universidad de Lleida.
Ministerio de Economía, Industria y Competitividad del Gobierno de España (MINECO), Agencia Estatal de Investigación (AEI) y el Fondo Europeo de Desarrollo Regional (FEDER) de la Unión Europea (UE) </span></em></p>La comunicación entre generaciones es la vía más eficaz para la sostenibilidad del planeta y de la sociedad. Profiguración es un término original que define un nuevo pacto social intergeneracional.Fidel Molina-Luque, Catedrático de Sociología, Universitat de LleidaLicensed as Creative Commons – attribution, no derivatives.tag:theconversation.com,2011:article/2042352023-05-08T14:24:23Z2023-05-08T14:24:23ZNi idénticos, ni opuestos: el secreto de los buenos amigos<figure><img src="https://images.theconversation.com/files/523811/original/file-20230502-991-lhxkve.jpg?ixlib=rb-1.1.0&rect=209%2C135%2C3904%2C2596&q=45&auto=format&w=496&fit=clip" /><figcaption><span class="caption">
</span> <span class="attribution"><a class="source" href="https://www.shutterstock.com/es/image-photo/strong-female-friendship-rear-view-two-2115118532">Dasha Petrenko / Shutterstock</a></span></figcaption></figure><p>Pensemos por un momento en nuestros amigos más cercanos y duraderos. ¿Se parecen a nosotros, pertenecen a la misma clase social? ¿O existe la buena amistad en mayor grado entre personas diferentes?</p>
<p>Hay <a href="https://www.psychologytoday.com/sites/default/files/Friendship%20Chemistry.pdf">estudios</a> que indican que las similitudes entre personas, en cuanto a intereses y gustos, sentido del humor, creencias y ambiciones, influyen positivamente en la formación de amistades. Esto quiere decir que es bastante probable que la razón por la que entablamos una amistad tenga que ver con tener algo en común en alguno de esos ámbitos.</p>
<p>Un estatus económico similar, pertenecer a la misma clase social, también parece <a href="https://sk.sagepub.com/books/friendship-processes">tener cierto impacto</a> en una amistad, pero en menor grado que los otros factores. La favorece en la medida en que incrementa la probabilidad de coincidir en lugares determinados y sobre ciertos asuntos. No obstante, no parece asegurar que una amistad dure.</p>
<p>Y la duración es, precisamente, lo que caracteriza la buena amistad. Cuando oímos hablar de personas que son buenos amigos, sobrentendemos que se conocen desde hace tiempo. Nadie se convierte en un buen amigo de un día para otro. Hace falta pasar tiempo compartido para que la relación se consolide como una buena amistad.</p>
<h2>¿Qué es una buena amistad?</h2>
<p>Si similitudes en intereses, ambiciones o estatus social contribuyen a la formación de amistades, ¿qué factores promueven que personas entablen <em>buenas</em> amistades? </p>
<p>Es algo que se ha debatido desde la Antigüedad. Platón fue el primero en hacerse este tipo de preguntas, o más bien dejaba a su maestro, Sócrates, <a href="https://www.filosofia.org/cla/pla/img/azf02213.pdf">desarrollarlas</a>: ¿Los amigos de bien son semejantes, o son mejores amigos los que más se diferencian?</p>
<p>Sócrates llegó a la conclusión de que los que son iguales no tienen nada que aportarse el uno al otro. Si son idénticos, difícilmente serán buenos amigos. En el polo opuesto, los que no se parecen en nada tampoco tienen nada en común y, por lo tanto, no son candidatos para formar una buena amistad.</p>
<h2>Un punto medio</h2>
<p>Sócrates no dice claramente quiénes son los que establecen una buena amistad. Insinúa que estarán en un punto medio entre los que son, respectivamente, iguales y diferentes: tienen “ciertas bondades del alma en común” sin que estas virtudes sean idénticas. Así, <a href="http://www.losguardo.net/it/a-statesman-should-know-the-soul-on-emotional-rationality-in-friendship/">por ejemplo</a>, los que son justos tendrán algo que aportar a los humildes que, a su vez, complementarán a los valientes.</p>
<p>De esta manera, las amistades pueden llegar a formar un círculo virtuoso que permite a cada parte ser ella misma y, al mismo tiempo, encajar en la vida común con los demás. “Parece que la amistad mantiene unidos a los estados”, observa <a href="http://mastor.cl/blog/wp-content/uploads/2017/12/Etica-a-Nicomaco-Aristoteles-PDF.pdf">Aristóteles</a>, el discípulo más influyente de Platón. Y sobre la amistad entre los que se encuentran en su madurez, añade: “Dos son más capaces de pensar y actuar.”</p>
<p>Mejorarnos uno al otro solo es posible cuando los amigos no son exactamente iguales, sino que se complementan. Uno puede percibir algo y compartirlo con su amigo o amiga, que no se había dado cuenta hasta ese momento. La percepción de uno contribuye a ampliar el horizonte de otro.</p>
<p>Entre los factores que fomentan la formación de las buenas amistades se encuentran, pues, la confianza y la benevolencia, dos virtudes que tienden puentes entre las personas. Crean lazos que mantienen, como afirma Aristóteles, una comunidad o una sociedad entera unida.</p>
<h2>Ponerse en el lugar del otro</h2>
<p>Hay más: en la buena amistad las partes buscan igualarse para que nadie esté por encima o por debajo de los demás. Inspirada por Platón y Aristóteles, la pensadora alemana <a href="https://es.wikipedia.org/wiki/Hannah_Arendt">Hannah Arendt</a> <a href="https://zetesisproject.files.wordpress.com/2015/05/arendt-phi-and-politics.pdf">sostenía</a>, ya en el siglo XX, que en la amistad las partes se igualan sin volverse idénticas. A través de un diálogo sincero y transparente, las partes llegan a compartir su mundo y facilitan que cada una pueda ponerse en el lugar de la otra.</p>
<p>Pero esta comprensión mutua tampoco debe llevar al punto de unirse totalmente sin poder distinguirse y reconocerse. En este punto es donde entra en juego el <a href="https://monoskop.org/images/e/e2/Arendt_Hannah_The_Human_Condition_2nd_1998.pdf">respeto mutuo</a>: el permanente intento de ser equitativas y resolver sus diferencias de forma dialógica, que hace que en sus interacciones exista siempre una dosis de tacto.</p>
<h2>Por qué termina una amistad</h2>
<p>A veces, las diferencias entre amigos pueden volverse tan grandes que la amistad sufre: los gustos, intereses o ambiciones de una persona se transforman hasta tal punto que apenas queda lo que tenía en común con sus amigos. O cambia tanto en su forma de ser que sus amigos casi no pueden reconocerle. Una amistad no suele sobrevivir a cambios tan drásticos.</p>
<p>En otras ocasiones, dos amigas, como las que describe la novelista italiana <a href="https://es.wikipedia.org/wiki/Elena_Ferrante">Elena Ferrante</a> en su cuarteto napolitano <em>Dos amigas</em>, pueden mantener una relación con múltiples facetas que contiene partes iguales de confianza y desconfianza, de bondad y maldad, de respeto y de falta de él. Quizá sea el retrato de Ferrante bastante fiel a cómo muchos amigos viven sus amistades: animados por sus similitudes, desafiados por sus diferencias.</p><img src="https://counter.theconversation.com/content/204235/count.gif" alt="The Conversation" width="1" height="1" />
<p class="fine-print"><em><span>Jonas Holst no recibe salario, ni ejerce labores de consultoría, ni posee acciones, ni recibe financiación de ninguna compañía u organización que pueda obtener beneficio de este artículo, y ha declarado carecer de vínculos relevantes más allá del cargo académico citado.</span></em></p>Aportar lo que nos falta, uno de los ingredientes de una buena amistad, no se puede hacer ni desde la similitud absoluta ni desde la diferencia total.Jonas Holst, Profesor Titular de Filosofía e Historia del Pensamiento, Universidad San JorgeLicensed as Creative Commons – attribution, no derivatives.tag:theconversation.com,2011:article/2019252023-04-12T19:18:20Z2023-04-12T19:18:20ZAburrimiento, ¿el mal de los tontos y los ociosos?<figure><img src="https://images.theconversation.com/files/520026/original/file-20230410-26-h2j6vp.jpg?ixlib=rb-1.1.0&rect=0%2C0%2C2400%2C1595&q=45&auto=format&w=496&fit=clip" /><figcaption><span class="caption">
</span> <span class="attribution"><a class="source" href="https://unsplash.com/es/fotos/dOnEFhQ7ojs">Priscilla du Preez / Unsplash</a></span></figcaption></figure><p>Ha transcurrido casi un año desde que se publicó mi <em>ópera prima</em>: el ensayo divulgativo <a href="https://www.alianzaeditorial.es/libro/alianza-ensayo/la-enfermedad-del-aburrimiento-josefa-ros-velasco-9788413628011/"><em>La enfermedad del aburrimiento</em></a>. En ese título compendiaba una década de investigación multidisciplinar en torno a un fenómeno tan común como es el hecho de que los seres humanos nos aburrimos. </p>
<p>Sí, nos aburrimos. Nos aburrimos de aquellas situaciones que no nos resultan suficientemente estimulantes, nos aburrimos al exponernos de forma reiterada a lo que nos es de sobra conocido, nos aburrimos cuando no sabemos qué hacer –aun siendo conscientes de que <a href="https://journals.sagepub.com/doi/abs/10.1177/1745691612456044">deseamos hacer algo</a>– y nos aburrimos cuando hacemos cosas que no son significativas para nosotros. </p>
<p>¿Nos aburrimos todos, sin distinción? ¿Se aburren unos pocos privilegiados? ¿O solo los más desgraciados? ¿Se aburren los que tienen un carácter inconformista? ¿O los que están faltos de interés por el mundo que les rodea? ¿Se aburren las personas inteligentes o solo se aburren los tontos? </p>
<p>Con ese trabajo pretendía dar a conocer en qué consiste <a href="https://theconversation.com/necesitamos-tiempo-para-aburrirnos-182826">la experiencia del aburrimiento</a> desde sus distintas aristas, mostrar qué papel juega en nuestra cotidianeidad, explorar cuáles son sus principales causas y consecuencias y orientar a las personas acerca de cómo librarse del sufrimiento al que nos aboca. </p>
<h2>Mitos sobre el aburrimiento</h2>
<p>Sin embargo, a menudo tengo la sensación de que he logrado todo lo contrario. Me he pasado los últimos meses respondiendo, en innumerables foros, a algunas de las preguntas planteadas hace dos párrafos, desmintiendo las creencias más arraigadas en nuestra cultura popular sobre el aburrimiento. </p>
<p>Aunque me congratula saber que el tema del aburrimiento ha alcanzado el diálogo público, también me espanta la cantidad de prejuicios con los que se aborda, especialmente por lo mucho que cuesta sortearlos para convencer de su error a quienes los propagan. Mantras que se repiten hasta la saciedad por parte de reconocidos intelectuales y que permean fácilmente en el imaginario colectivo –como aquellos que dicen que el estudio del aburrimiento se encuentra <a href="https://revistascientificas.us.es/index.php/themata/article/view/2958">en su infancia</a>, que el tedio nace en el seno de las <a href="https://www.sup.org/books/title/?id=1400">sociedades modernas</a> dominadas por el capitalismo, que para aburrirse es necesario disponer de tiempo libre o que el aburrimiento es la <a href="https://www.bbc.com/mundo/vert-cap-40784675">fuente de la creatividad</a>–. Mitos que se pretenden hacer pasar por verdades, ignorándose que acerca de lo que predican <a href="https://www.boredomsociety.com/">existe ciencia <em>sensu stricto</em></a>.</p>
<p>Muchos de ellos son inofensivos, simples narrativas que se han instalado en nuestro presente. Otros, sin embargo, tienen el poder de condicionar la forma en la que percibimos la realidad, hasta el punto de llegar a resultar <a href="https://ortegaygasset.edu/producto/revista-de-occidente-no-503-abril-2023/">estigmatizantes</a> para quienes viven el aburrimiento de forma problemática. </p>
<h2>Los que se aburren no son tontos</h2>
<p>Un claro ejemplo de esto es la expresión de que <em>solo se aburren los tontos</em> y los faltos de creatividad. Otro caso muy manido es el que dice que el aburrimiento es <em>el privilegio de los ociosos</em> y los despreocupados. </p>
<p><a href="https://psycnet.apa.org/record/2016-51318-001">Todos nos aburrimos</a> –un 3 % de cada 30 minutos de nuestra vida–, pero nadie quiere reconocerlo porque se considera <a href="https://www.eldiario.es/cultura/libros/pedro-almodovar-aburrirme-derrota-pense-tedio-no-existiria-vida_1_10106615.html">una derrota</a>. El aburrimiento que destilan las sociedades modernas –aunque no son las únicas en las que se padece este estado– es un secreto a voces. Sin embargo, no queremos asumir nuestra responsabilidad en primera persona. Tememos ser señalados como culpables de nuestra desdicha, como si esquivar el aburrimiento fuese siempre una mera cuestión de voluntarismo. </p>
<p>Aburrirse es una condición adquirida de nuestra especie –<a href="https://link.springer.com/chapter/10.1007/978-3-030-26395-9_9">pero no exclusivamente</a>– que nos ayuda a conocer lo que tiene verdadero valor para nosotros y lo que debemos desechar, cumpliendo con la función de evitar el estancamiento en situaciones que se han quedado obsoletas o que no aportan nada a nuestras vidas. </p>
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<a href="https://images.theconversation.com/files/520306/original/file-20230411-26-vg4lpa.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=1000&fit=clip"><img alt="Dos monos sentados y aburridos en una rama." src="https://images.theconversation.com/files/520306/original/file-20230411-26-vg4lpa.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=754&fit=clip" srcset="https://images.theconversation.com/files/520306/original/file-20230411-26-vg4lpa.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=600&h=400&fit=crop&dpr=1 600w, https://images.theconversation.com/files/520306/original/file-20230411-26-vg4lpa.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=30&auto=format&w=600&h=400&fit=crop&dpr=2 1200w, https://images.theconversation.com/files/520306/original/file-20230411-26-vg4lpa.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=15&auto=format&w=600&h=400&fit=crop&dpr=3 1800w, https://images.theconversation.com/files/520306/original/file-20230411-26-vg4lpa.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=754&h=503&fit=crop&dpr=1 754w, https://images.theconversation.com/files/520306/original/file-20230411-26-vg4lpa.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=30&auto=format&w=754&h=503&fit=crop&dpr=2 1508w, https://images.theconversation.com/files/520306/original/file-20230411-26-vg4lpa.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=15&auto=format&w=754&h=503&fit=crop&dpr=3 2262w" sizes="(min-width: 1466px) 754px, (max-width: 599px) 100vw, (min-width: 600px) 600px, 237px"></a>
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<span class="attribution"><a class="source" href="https://unsplash.com/es/fotos/6b_pYYWaTvQ">Sepp Rutz / Unsplash</a></span>
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<p>No hace falta ser tonto para caer en las garras del aburrimiento. El ser más o menos inteligentes no impedirá que, en ocasiones, acabemos presenciando escenarios que nos parezcan tediosos o comprometiéndonos con actividades insignificantes que se nos antojen opuestas a nuestras expectativas. </p>
<p>Al revés, me atrevo a afirmar que tontos son los que presumen de no aburrirse nunca, haciendo alarde de su excepcional capacidad para deleitarse con cada una de las maravillas de la creación y menospreciando al resto de los mortales que no gozamos de su infinita curiosidad. O bien nos toman por idiotas, o lo que sucede es que no tienen filtro alguno. </p>
<h2>El aburrimiento del deber</h2>
<p>Luego están los que dicen que no se aburren porque no tienen tiempo a causa de sus muchas ocupaciones, como si estas mismas no pudiesen ser aburridas e incluso llegar a despertar un tedio más profundo, <em>cuasi</em> existencial. Caemos en la trampa de pensar que el aburrimiento solo nace en el <em>tiempo del poder</em> –es decir, el tiempo en el que elegimos qué hacer–, cuando es evidente que lo que más hastío despierta es lo que realizamos en <em>el tiempo del deber</em> –aquel en el que se nos imponen tareas–.</p>
<p>No me resisto a traer a colación la famosa cita del escritor francés Abel Dufresne que, de cuando en cuando, algún iluminado rescata en las redes para criticar a los vagos: “el aburrimiento es la enfermedad de las personas afortunadas; los desgraciados no se aburren, tienen demasiado que hacer”. Pero ¿alguien les ha preguntado a los últimos si aquello que tienen que hacer les aburre? ¿O si la escasez de tiempo libre les condena al <em>ennui de vivre</em>? ¿No les convierte su aburrimiento en doblemente desgraciados? </p>
<p>Aburrirse no es necesariamente la consecuencia de que estemos vacíos por dentro o de que seamos poco productivos –por ejemplo, nos aburrimos en <a href="https://www.emerald.com/insight/content/doi/10.1108/eb055445/full/html">el trabajo</a> porque muchas de las tareas que hacemos son repetitivas, monótonas o quizá demasiado fáciles–. </p>
<p>Esto del aburrimiento es mucho más complejo de lo que parece a simple vista –por algo lleva estudiándose desde hace siglos–. Nos hemos olvidado de que, a veces, no tenemos más remedio que someternos a él, que no siempre está en nuestra mano desasirnos de las fuentes de aburrición que nos torturan. </p>
<p>Pienso en quienes sufren una <a href="https://youtu.be/jdMoizPK3s8?t=159">patología del aburrimiento crónico</a> y que, por motivos ajenos a su voluntad, tienen dificultades para diseñar estrategias de huida frente a lo que les aburre. También en aquellos otros que, incluso llegando a diseñarlas, se ven coartados a la hora de ponerlas en práctica por razón del mismo contexto en el que nace el aburrimiento –como sucede a <a href="https://josefarosvelasco.com/pre-bored/">las personas mayores</a> que viven institucionalizadas o a los prisioneros en las cárceles–.</p>
<p>No es más cobarde, ni vago, ni estúpido, ni peor persona el que admite ser conocedor de los efectos de este licor agridulce, que decía Unamuno. Es astuto al corroborar su vivencia, pues solo así se encamina de forma exitosa hacia su propia redención.</p><img src="https://counter.theconversation.com/content/201925/count.gif" alt="The Conversation" width="1" height="1" />
<p class="fine-print"><em><span>Josefa Ros Velasco recibe fondos del programa de la Unión Europea Horizonte 2020, bajo el contrato Marie Skłodowska-Curie nº 847635. Ella trabaja para la Universidad Complutense de Madrid.</span></em></p>¿Acaso solo se aburren los tontos y los faltos de creatividad? ¿Puede ser que el aburrimiento sea el privilegio de los ociosos y los despreocupados? Desmentimos ambas creencias.Josefa Ros Velasco, Investigador Postdoctoral MSCA en Estudios de Aburrimiento, Universidad Complutense de MadridLicensed as Creative Commons – attribution, no derivatives.tag:theconversation.com,2011:article/1849622022-06-20T17:55:38Z2022-06-20T17:55:38ZEl componente social de la sequía<figure><img src="https://images.theconversation.com/files/469556/original/file-20220617-17-zvk8ig.jpg?ixlib=rb-1.1.0&rect=5%2C5%2C3489%2C2321&q=45&auto=format&w=496&fit=clip" /><figcaption><span class="caption">Un embalse de Lleida fotografiado el 3 de junio de 2022.</span> <span class="attribution"><a class="source" href="https://www.shutterstock.com/es/image-photo/reservoir-half-capacity-lleida-catalonia-spain-2163820207">Shutterstock / Lorena Sopena</a></span></figcaption></figure><p>Es bien sabido que, en el actual contexto de cambio climático, las sequías serán más frecuentes y presentarán una mayor severidad tanto por su intensidad como por su duración. La disminución de precipitaciones y una evaporación y transpiración más altas por el aumento de las temperaturas darán como resultado una menor disponibilidad de recursos hídricos. Se dificulta así cubrir unas demandas de agua que no han parado de crecer y se genera una situación de escasez –reflejada en el estado de los <a href="https://miteco.maps.arcgis.com/apps/dashboards/912dfee767264e3884f7aea8eb1e0673">embalses</a>– ante la que se debe actuar con urgencia para minimizar impactos. </p>
<p>Esta situación de escasez se ha vuelto estructural en numerosos territorios y no es resultado directo de que se registren más o menos precipitaciones. La escasez deriva de un sistema de producción y consumo insostenible y desacoplado de la emergencia climática que enfrentamos. Sabemos que las sequías son inherentes a nuestro clima, pero hemos actuado como si nuestra geografía pudiera plegarse a los intereses de un sistema económico en permanente expansión. Llegados a esta situación, es necesario dejar de mirar al cielo y avanzar en nuevos marcos de análisis.</p>
<h2>¿Qué explica esta situación en España?</h2>
<p>Los <a href="https://www.miteco.gob.es/es/agua/temas/observatorio-nacional-de-la-sequia/informes-mapas-seguimiento/">indicadores de sequía</a> se han estado comportando con relativa normalidad en el presente año hidrológico. Sin embargo, hemos visto que en los últimos meses se han encendido todas las alarmas en relación con la escasez de agua. No poder apelar a la falta de lluvias para justificar la situación actual nos obliga a poner el foco en cuestiones que poco o nada tienen que ver con lo meteorológico o lo probabilístico.</p>
<p>La escasez a la que se enfrenta en España es consecuencia de haber ignorado los límites físicos de sus cuencas. Esto se traduce en el no reconocimiento de la variabilidad y la incertidumbre sobre el agua disponible y en la sobreexplotación sostenida de los recursos hídricos, que <a href="https://www.miteco.gob.es/es/agua/temas/planificacion-hidrologica/libro_sintesis_pphh_web_tcm30-482083.pdf">en más de un 80 % son consumidos por el regadío</a>. </p>
<p>Todo ello desemboca en algunos datos muy preocupantes. Más del 70 % de las demarcaciones hidrográficas sufren niveles de estrés hídrico alto o severo. En torno al 45 % de las aguas no se encuentra en buen estado. Y, sin duda, estas cifras contravienen los objetivos y los estándares de calidad del agua establecidos por la Directiva Marco del Agua, que España asumió hace dos décadas.</p>
<p>Todos los esfuerzos realizados en la renovación de la <a href="https://www.miteco.gob.es/es/agua/temas/planificacion-hidrologica/planificacion-hidrologica/PPHH_tercer_ciclo.aspx">planificación hidrológica</a> y <a href="https://www.miteco.gob.es/es/agua/temas/observatorio-nacional-de-la-sequia/planificacion-gestion-sequias/">de sequías</a> –que han sido muchos-— no han podido revertir esta situación de estrés hídrico, que es el resultado de todo un siglo de desarrollismo agrícola e hidráulico. </p>
<p>La expansión e intensificación del regadío y la construcción de grandes infraestructuras hidráulicas como políticas de Estado han dado lugar a una situación hidrológica y territorial incompatible con la realidad climática del país. Esta situación es también incompatible con su realidad sociológica. Barómetro tras barómetro se confirma la <a href="https://www.adaptecca.es/sites/default/files/documentos/2021_04_05_informe_sociedad_espanola_cc_2020.pdf">preocupación de la población por los efectos del cambio climático</a> y su <a href="https://doi.org/10.3390/w10040369">preferencia por medidas de gestión de la demanda</a> de agua (ahorro y reutilización) frente a las de oferta (embalses y trasvases).</p>
<figure class="align-center ">
<img alt="" src="https://images.theconversation.com/files/468823/original/file-20220614-12-j23vce.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=754&fit=clip" srcset="https://images.theconversation.com/files/468823/original/file-20220614-12-j23vce.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=600&h=380&fit=crop&dpr=1 600w, https://images.theconversation.com/files/468823/original/file-20220614-12-j23vce.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=30&auto=format&w=600&h=380&fit=crop&dpr=2 1200w, https://images.theconversation.com/files/468823/original/file-20220614-12-j23vce.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=15&auto=format&w=600&h=380&fit=crop&dpr=3 1800w, https://images.theconversation.com/files/468823/original/file-20220614-12-j23vce.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=754&h=478&fit=crop&dpr=1 754w, https://images.theconversation.com/files/468823/original/file-20220614-12-j23vce.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=30&auto=format&w=754&h=478&fit=crop&dpr=2 1508w, https://images.theconversation.com/files/468823/original/file-20220614-12-j23vce.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=15&auto=format&w=754&h=478&fit=crop&dpr=3 2262w" sizes="(min-width: 1466px) 754px, (max-width: 599px) 100vw, (min-width: 600px) 600px, 237px">
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<span class="caption">Imágenes de satélite del 12/03/2021 (izquierda) y del 02/03/2022 (derecha) del Parque Nacional de Doñana.</span>
<span class="attribution"><span class="source">European Union, Copernicus Sentinel-2 imagery</span>, <span class="license">Author provided</span></span>
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<h2>¿Cuál es el papel de las ciencias sociales y de la ciudadanía?</h2>
<p>Los avances realizados en el <a href="https://monitordesequia.csic.es/monitor/?lang=es#index=spei">monitoreo de las sequías meteorológicas</a> han permitido contar con herramientas de seguimiento exhaustivo en tiempo real y con una elevada resolución espacial. En cambio, no se ha realizado un esfuerzo ni una inversión similar para conocer la componente social de este riesgo. Es decir, la vulnerabilidad de territorios y poblaciones que, además, es obviada en toda la planificación hidrológica y de sequías.</p>
<p>La evaluación y el análisis de la vulnerabilidad aborda la difícil tarea de estudiar aquellas características que nos hacen más propensos a sufrir daños ante un episodio de sequía y menos capaces de adaptarnos a corto y a largo plazo a un riesgo que sabemos recurrente. Esto nos adentra de lleno en dimensiones sociales e institucionales y en realidades muy dinámicas y cambiantes. Hablamos de características, por tanto, de más difícil medición y <a href="https://rio.upo.es/xmlui/bitstream/handle/10433/11699/2%20Informe%20Metodolog%c3%ada%20FINALx.pdf?sequence=6&isAllowed=y">concreción en indicadores</a>, pero que nos permiten monitorizar este componente del riesgo a escalas espaciales y temporales adecuadas.</p>
<p>De hecho, los riesgos se producen, se seleccionan y se definen socialmente. Una correcta gestión del riesgo exige dar mayor protagonismo a disciplinas como la geografía, la sociología y la filosofía. Esto es: una correcta gestión del riesgo debe integrar cuestiones como la comunicación y la percepción social del riesgo, la elaboración de discursos, la confianza institucional o los mecanismos de resolución de conflictos.</p>
<p>Precisamente, confirmar los cambios que ya se han producido en la sociedad nos permitirá abandonar la visión catastrofista que aún se tiene de la sequía y de la escasez de agua. De esta forma, podremos empezar a entenderlas como oportunidades inmejorables para realizar transformaciones institucionales profundas y como aceleradoras de la transición hidrológica.</p>
<p>Atender al componente social del riesgo requiere la inclusión de la ciudadanía, tanto en la investigación científica como en la elaboración de políticas y planes. Para ello hay que fortalecer la participación social en la ciencia y la ciencia ciudadana como facilitadoras de la integración de saberes, la coproducción del conocimiento y la búsqueda de variaciones y soluciones locales.</p>
<p>Además, resulta imprescindible impulsar procesos deliberativos –como la reciente <a href="https://asambleaciudadanadelcambioclimatico.es/">Asamblea Ciudadana para el Clima</a>– donde se expliciten los valores e intereses en juego. Esto permitirá avanzar en la búsqueda de soluciones realmente eficaces que, en el caso del agua y de acuerdo con su reparto entre distintos usos, pasan necesariamente por la reconversión del sector agrario y no por acciones individuales realizadas en nuestros hogares.</p>
<p>Todo ello permitirá abordar la complejidad de la gestión del agua, la necesaria adaptación a la escasez y las compensaciones sociales y territoriales que exigirá la transición hidrológica, que interpelan directamente a nuestra democracia.</p><img src="https://counter.theconversation.com/content/184962/count.gif" alt="The Conversation" width="1" height="1" />
<p class="fine-print"><em><span>PILAR PANEQUE SALGADO recibe fondos de FECYT – Ministerio de Ciencia e Innovación (línea Ciencia Ciudadana, Convocatoria 2019: FCT-19-14568 y Convocatoria 2021: FCT-21-17017) para el proyecto Observatorio Ciudadano de la Sequía (<a href="http://observasequia.es/">http://observasequia.es/</a>).</span></em></p>La sequía es un problema acuciante que no puede estudiarse solo desde un punto de vista físico. Las ciencias sociales también tienen mucho que decir.Pilar Paneque Salgado, Catedrática de Geografía Humana y responsable del Global Change Research Lab y del Observatorio Ciudadano de la Sequía, Universidad Pablo de OlavideLicensed as Creative Commons – attribution, no derivatives.tag:theconversation.com,2011:article/1828262022-05-23T17:59:32Z2022-05-23T17:59:32Z¿Necesitamos tiempo para aburrirnos?<figure><img src="https://images.theconversation.com/files/464797/original/file-20220523-20-pi8qou.jpg?ixlib=rb-1.1.0&rect=0%2C419%2C6083%2C3630&q=45&auto=format&w=496&fit=clip" /><figcaption><span class="caption">
</span> <span class="attribution"><a class="source" href="https://www.shutterstock.com/es/image-photo/full-length-girl-lying-rest-home-1390236809">Shutterstock / fizkes</a></span></figcaption></figure><p>La cuestión del aburrimiento lleva preocupando a la humanidad desde la Antigüedad. Los guerreros de las gestas homéricas lo sufrían en los periodos entre batallas. Platón temía ser aburrido para los demás, como se rumoreaba que lo era su maestro. Séneca se torturaba pensando en la posibilidad de que el aburrimiento desatase una oleada de suicidios entre los romanos. </p>
<p>Los <a href="https://es.wikipedia.org/wiki/Padres_del_Desierto">Padres del Desierto</a> se horrorizaban ante la expectativa de que los monjes, hastiados a la sexta hora del día, descuidasen las obligaciones contemplativas, y a los de la Iglesia les asustaba que el aburrimiento apartase a los hombres de fe de la senda de la virtud cristiana. Escolásticos como <a href="https://es.wikipedia.org/wiki/Tom%C3%A1s_de_Aquino">Santo Tomás</a> creían que el aburrimiento podía causar una tristeza infinita en el alma. </p>
<p>El calvinismo alertaba de que cuando aparecía el aburrimiento se revelaba la ausencia de la gracia divina. Los ilustrados, después, pensaron que el que se aburría estaba desperdiciando el tiempo. A la altura del XIX, la aristocracia europea lo consideró como el <em>mal du siècle</em>, y, a principios del siglo pasado, se convirtió en un lamento generalizado entre los muros de las fábricas. </p>
<h2>¿Nos aburrimos más que antes?</h2>
<p>Desde hace algunas décadas, además, los expertos en salud mental destacan su vertiente patológica, y proponen terapias contra un mal que ha sido el lugar común de toda la historia de Occidente. ¡El gran castigo que nos enviaron los dioses para su divertimento!</p>
<p>No es un tema de actualidad; no nos aburrimos ahora más que antes. Al contrario, en los tiempos que corren, contamos con la mayor oferta de entretenimiento para evitar el aburrimiento que jamás se haya conocido. Una tan amplia que nos abruma, y ante la que, a menudo, dejamos que sea un algoritmo el que decida por nosotros cómo llenar el tiempo para no desperdiciarlo pensando en qué es aquello que deseamos verdaderamente. </p>
<h2>Un malestar compartido</h2>
<p>Sí es cierto, sin embargo, que en el siglo XXI disponemos de más medios para expresarnos acerca de su experiencia, y los aprovechamos para compartir nuestra desdicha en busca de consuelo. Cualquiera puede escribir una entrada de blog sobre el aburrimiento o usar las redes sociales para hacer patente su malestar. </p>
<p>Lo curioso es que las abundantes quejas a las que asistimos hoy no persiguen denunciar lo fastidioso o lo peligroso que es caer en sus garras, como se hizo antaño. En su lugar, se construyen sobre el anhelo de gozar de más tiempo para estar aburridos. No tenemos tiempo para el aburrimiento. </p>
<h2>Desajuste entre necesidades y estímulos</h2>
<p>Pero ¿quién en su sano juicio puede querer pasar el tiempo aburriéndose? Como explico en mi libro <a href="https://www.alianzaeditorial.es/libro/alianza-ensayo/la-enfermedad-del-aburrimiento-josefa-ros-velasco-9788413628011/"><em>La enfermedad del aburrimiento</em></a>, aburrirse es el correlato de un desajuste producido entre nuestras necesidades de estimulación cognitiva y lo estimulante que percibimos el entorno en el que estamos inmersos o una actividad con la que nos hemos comprometido. </p>
<p>Este desequilibrio se traduce en una experiencia molesta, de las más dolorosas que nos afligen. Es ese sufrimiento el que nos hace reaccionar para buscar la forma de cambiar el presente y mandar al pasado lo que nos aburre. No podemos –ni deseamos– quedarnos atrapados en este angustioso estado. La demanda de tiempo para el aburrimiento radica en una confusión de los términos. </p>
<h2>Tiempo de poder o de deber</h2>
<p>Lo que en realidad ansiamos es aumentar nuestro <em>tiempo de poder</em> en detrimento del <em>tiempo del deber</em>. No aspiramos a disfrutar del tiempo aburriéndonos, ¡tremendo oxímoron!, sino colmándolo de elecciones significativas y satisfactorias, incluso si estas implican no hacer nada por voluntad propia. </p>
<p>El ser humano se realiza en el <em>estar</em>, pero también en el <em>hacer</em>. El aburrimiento se manifiesta en el <em>estar sin hacer</em>, cuando queremos <em>estar haciendo</em>, y en el <em>hacer por la fuerza</em>, cuando lo que nos gustaría es <em>estar estando</em> o <em>haciendo otra cosa</em>. Al habitar el tiempo del poder, lo último que esperamos es asomarnos al abismo de la nada que es el aburrimiento. </p>
<h2>Exceso de algoritmo y escasez de pensamiento</h2>
<p>Hablemos con propiedad. Admitamos que, en la sociedad de la hipervelocidad y la sobreestimulación, arrastrados por el torrente productivo de capital económico y cultural, estamos sobrepasados de <em>hacer</em> y <em>estar</em> por la fuerza, agotados frente a la dictadura del <em>me gusta</em>, sedientos de libertad y de experiencias genuinas, pero no ávidos de aburrimiento. El tedio no nace del tiempo libre autoprescrito, sino de la ausencia de su posibilidad, acusada por las imposiciones que hemos abrazado en nuestra cotidianeidad. </p>
<blockquote>
<p>“¡Ojalá tuviese tiempo para aburrirme!”</p>
</blockquote>
<p>Disculpe, pero usted ya es víctima del aburrimiento. Cuando alcance su objetivo, ¿estará preparado para responsabilizarse del gran acto de emancipación que supone aumentar su tiempo del poder, o, una vez logrado, volverá a ser presa del aburrimiento por exceso de algoritmo y escasez de pensamiento?</p><img src="https://counter.theconversation.com/content/182826/count.gif" alt="The Conversation" width="1" height="1" />
<p class="fine-print"><em><span>Josefa Ros Velasco recibe fondos del programa de la Unión Europea Horizonte 2020, bajo el contrato Marie Skłodowska-Curie nº 847635. Ella trabaja para la Universidad Complutense de Madrid.</span></em></p>Quien se queja de no tener tiempo para aburrirse está confundiendo los términos. Lo que anhelamos es tiempo para hacer lo que queramos, conscientemente.Josefa Ros Velasco, Investigador Postdoctoral MSCA en Estudios de Aburrimiento, Universidad Complutense de MadridLicensed as Creative Commons – attribution, no derivatives.tag:theconversation.com,2011:article/1741632022-01-03T22:13:59Z2022-01-03T22:13:59ZFactores de riesgo para caer en la adicción a las compras<figure><img src="https://images.theconversation.com/files/439166/original/file-20220103-118083-fjk8ex.jpg?ixlib=rb-1.1.0&rect=0%2C0%2C4928%2C3275&q=45&auto=format&w=496&fit=clip" /><figcaption><span class="caption">
</span> <span class="attribution"><a class="source" href="https://www.shutterstock.com/es/image-photo/bunch-shopping-bags-male-hands-outdoor-1116706568">Shutterstock / Just dance</a></span></figcaption></figure><p>En la sociedad actual, las compras no siempre se realizan para satisfacer necesidades básicas como alimentación, vivienda, ropa, atención médica, cuidado personal y mobiliario de primera necesidad. Comprar puede llegar a ser patológico, con <a href="http://dx.doi.org/10.1016/j.comppsych.2018.07.013">consecuencias negativas</a>. </p>
<p>La compra compulsiva (o adicción a las compras) consiste en la necesidad irresistible de comprar de forma masiva objetos superfluos. Una necesidad acompañada de sentimientos de ansiedad, irritabilidad o malestar, con consecuencias adversas como el endeudamiento. Tras el alivio momentáneo al realizar la conducta adictiva, la persona experimenta sentimientos de culpabilidad. La compra extensiva repetida <a href="https://doi.org/10.1371/journal.pone.0212415">no se puede controlar</a> a pesar de sus consecuencias negativas para la persona afectada.</p>
<p>Estas son las principales conclusiones de una <a href="https://www.ugr.es/universidad/noticias/mejer-estudiante-trabajo-perfil-sufrir-adiccion-compras-navidenas">encuesta</a> realizada entre 968 participantes de Granada, que fueron reclutados en su lugar de trabajo a través de correos electrónicos y anuncios. </p>
<h2>Una muestra heterogénea</h2>
<p>Los lugares de trabajo incluían autoridades locales, proveedores de atención médica, establecimientos minoristas e instituciones de educación secundaria y superior, y eran geográficamente heterogéneos, tanto en el centro de la ciudad como en los pueblos. </p>
<p>El estudio de campo se realizó desde enero del 2017 hasta diciembre de 2019. Los participantes cumplimentaron el Test Addiction Shopping (TAS), diseñado para esta investigación y el <a href="https://www.cop.es/uploads/PDF/16PF5.pdf">Cuestionario de Personalidad. Cuestionario Factorial de Personalidad Madrid: TEA</a>.</p>
<h2>Las cuatro claves para definirlo</h2>
<p>Definimos cuatro componentes que son elementos claves para el diagnóstico de patología de adicción a compras o compra compulsiva: </p>
<ol>
<li><p>Síndrome de abstinencia definido como la ocurrencia de emociones o efectos físicos desagradables en el cese de compras. </p></li>
<li><p>Pérdida de control entendida cuando la persona afectada intenta sin éxito reducir la actividad de compra. </p></li>
<li><p>Tolerancia a aumentar el tiempo dedicado a las compras.</p></li>
<li><p><em>Craving</em> (ansia, antojo, deseo), la necesidad incontrolada de querer comprar.</p></li>
</ol>
<p>También hemos observado que la adicción a las compras depende de la personalidad, es decir, ciertas características de personalidad predicen la aparición de los cuatro criterios que hemos identificado que componen la adicción a las compras.</p>
<h2>Relación con la personalidad</h2>
<p>El primer criterio, el síndrome de abstinencia (definido como sentimientos que van desde el malestar hasta la indisposición psicosomática) se relaciona de manera inversa con las variables del Test de Personalidad (16PF-5) de razonamiento y estabilidad emocional y de manera directa con la sensibilidad y tensión.</p>
<p>El razonamiento se considera indicativo de capacidad cognitiva e intelecto. La estabilidad emocional se refiere a la capacidad de la persona para adaptarse bajo estrés y resistir eventos perturbadores. En cambio, la sensibilidad refleja si una persona es compasiva y comprensiva con los demás, y la tensión es la probabilidad a dejarse llevar por la impulsividad, la urgencia del tiempo e impaciencia.</p>
<h2>Por qué perdemos el control</h2>
<p>El segundo criterio, la pérdida de control (capacidad reducida para regular y controlar el comportamiento de uno e intento sin éxito reducir la actividad de compra) se relaciona con las variables de razonamiento, conciencia de las reglas, sensibilidad, tenacidad y dureza mental del Test de Personalidad (16PF-5). </p>
<p>Concretamente, la pérdida de control se relaciona con puntuaciones altas de razonamiento (indica la capacidad cognitiva y el intelecto) y bajas para la conciencia de las reglas (es indicativa de actitudes hacia la autoridad y la probabilidad de obediencia), bajas en sensibilidad (se refiere a si la persona es compasiva y comprensiva con los demás en oposición a la objetividad), altas en tenacidad y dureza mental. </p>
<h2>Tenacidad vs. receptividad</h2>
<p>Los individuos de mentalidad dura se enfrentan a los problemas a un nivel cognitivo, y tienden a ser reservados, utilitarios, arraigados y tradicionales. Es decir, no están abiertos a otros puntos de vista, a nuevas experiencias o a personas inusuales. </p>
<p>La tenacidad o dureza mental es contraria a las personas receptivas, que están más abiertas a experimentar sentimientos, pero que podrían experimentar una mayor dificultad para dejarlos a un lado cuando es necesario abordar los problemas.</p>
<h2>La resistencia en el tiempo y el ansia</h2>
<p>El tercer criterio es la tolerancia, en el sentido de la capacidad de aumentar el tiempo dedicado a las compras. La tolerancia está relacionada positivamente con la variable “ausencia de calidez” del Test de Personalidad (16PF-5). La ausencia de calidez indica falta de amabilidad hacia los demás y de disposición a participar.</p>
<p>El cuarto criterio es el <em>craving</em> (ansia, antojo, deseo), que se relaciona con las variables calidez, razonamiento, aprensión y perfeccionismo del Test de Personalidad (16PF-5). </p>
<p>Específicamente, el <em>craving</em> se relaciona con puntuaciones bajas en calidez (indicativa de falta de amabilidad hacia los demás y de voluntad de participación), con puntuaciones bajas de aprensión (ausencia de seguridad en uno mismo o de inseguridad), con puntuaciones altas de razonamiento (es indicativo de capacidad cognitiva e intelecto) y puntuaciones altas de perfeccionismo (se refiere a la autodisciplina exagerada).</p>
<h2>Diferencias entre sexos</h2>
<p>En los resultados hemos encontrado también diferencias medias significativas entre los hombres y las mujeres. La compra compulsiva parece ser más predominante entre las mujeres que entre los hombres. En este sentido, no obstante, algunas características sociodemográficas (como la condición de estudiante y tener trabajo) también están relacionadas con la compra compulsiva.</p>
<p>En definitiva, hay una serie de rasgos de personalidad que podrían ser indicativos de una mayor predisposición a padecer esta adicción.</p><img src="https://counter.theconversation.com/content/174163/count.gif" alt="The Conversation" width="1" height="1" />
<p class="fine-print"><em><span>Francisca López Torrecillas no recibe salario, ni ejerce labores de consultoría, ni posee acciones, ni recibe financiación de ninguna compañía u organización que pueda obtener beneficio de este artículo, y ha declarado carecer de vínculos relevantes más allá del cargo académico citado.</span></em></p>No siempre compramos por placer ni, desde luego, por necesidad. Para muchas personas, comprar compulsivamente y luego arrepentirse de lo comprado desvela un comportamiento adictivo con consecuencias graves.Francisca López Torrecillas, Catedrática de Psicología. Universidad de Granada, Universidad de GranadaLicensed as Creative Commons – attribution, no derivatives.tag:theconversation.com,2011:article/1740242021-12-17T20:34:13Z2021-12-17T20:34:13ZPor qué no deberíamos adoptar medidas punitivas contra los no vacunados<figure><img src="https://images.theconversation.com/files/438267/original/file-20211217-19-1c7dvhy.jpg?ixlib=rb-1.1.0&rect=8%2C8%2C5790%2C3729&q=45&auto=format&w=496&fit=clip" /><figcaption><span class="caption">
</span> <span class="attribution"><a class="source" href="https://www.shutterstock.com/es/image-photo/anti-vaccination-concept-woman-fist-no-1865735449">Shutterstock / No-Mad</a></span></figcaption></figure><p>Las navidades a las puertas y nos encontramos en una situación complicada: la incidencia acumulada ha superado con creces los <a href="https://cnecovid.isciii.es/covid19/">400 casos por cada 100 000 habitantes</a> y la ocupación en las UCI va también en aumento. Con un escenario en el que las celebraciones ya están en marcha, nos invade el miedo y las preguntas al pensar en los días marcados en que nos juntaremos (¿nos juntaremos?) también con las personas más vulnerables. </p>
<p>En lo que va de curso había recibido tan solo noticias de un par de estudiantes universitarios que debían confinarse, solo uno por positivo. Esta última semana he recibido el certificado de positivo de más de diez. No pretendo hacer generalizaciones, pero sí llamar la atención sobre cuánto nos hemos relajado con la prevención.</p>
<p>Con las altas tasas de vacunación que hemos alcanzado no esperábamos vernos de nuevo así y, como cabe esperar, asistimos a diferentes demandas de la población y, lo que es más cuestionable, a muy diferentes medidas de los 17+1 gobiernos. </p>
<p>Por un lado, tenemos miedo de que vuelvan las terribles cifras de enfermos y de fallecimientos que nos acompañaron demasiado tiempo. </p>
<p>Por otro lado, ya hay un agotamiento general por todos los esfuerzos que llevamos a cuestas tratando de acabar con la pandemia. No es extraño que, en esas, tratemos de buscar culpables –quienes no se han querido vacunar– y castigarles. Que sean ellos quienes carguen con todo: <a href="https://www.efe.com/efe/espana/politica/la-justicia-balear-avala-exigir-el-pasaporte-covid-a-los-sanitarios-y-en-bares/10002-4699652">que se queden en casa</a>, o que paguen sus gastos sanitarios.</p>
<h2>¿Funcionan las medidas punitivas para frenar la covid-19?</h2>
<p>Hemos visto que en toda Europa y cada vez en más comunidades autónomas se están poniendo en marcha medidas que obligan a ponerse las vacunas contra la covid-19 para poder ejercer la libertad de movimientos. Pero ¿funciona esto? </p>
<p>En un estudio reciente <a href="https://www.thelancet.com/journals/lanpub/article/PIIS2468-2667(21)00273-5/fulltext">publicado en la revista <em>The Lancet</em></a> se mostraba el efecto que ha tenido la obligatoriedad del certificado de la vacuna covid-19 en diferentes países. </p>
<p>Los resultados señalan que la vacunación se incrementaba desde los 20 días previos a la puesta en marcha de la medida hasta los 40 días de la misma. </p>
<p>No obstante, esto solo sucede en los países que tenían bajas tasas de vacunación como Francia, pero dejaba sin efectos a Alemania y Dinamarca, donde las tasas están en la media. </p>
<p>Algo parecido ha sucedido en Cataluña. Desde que la última semana de noviembre se anunciara <a href="https://web.gencat.cat/ca/activem/restriccions-territorials/catalunya/">la implantación del certificado covid para entrar en bares, restaurantes, gimnasios y residencias</a> se duplicaron <a href="https://dadescovid.cat/vacunacio/evolucio?lang=cas">las primeras y segundas dosis de vacuna</a>. </p>
<p>Sin embargo, este efecto ha decaído rápidamente.</p>
<h2>Celebremos el éxito de la campaña de vacunación</h2>
<p>¿Qué podemos aprender de estos datos? En primer lugar, que estas medidas punitivas no son eficaces en contextos como el nuestro, <a href="https://www.mscbs.gob.es/profesionales/saludPublica/ccayes/alertasActual/nCov/documentos/Informe_GIV_comunicacion_20211117.pdf">con el 90 % de la población diana vacunada</a>, y pueden tener efectos muy negativos. </p>
<p>En segundo lugar, darnos cuenta de que tenemos suerte de haber llegado a este dilema casi un año después de que Araceli <a href="https://www.redaccionmedica.com/secciones/sanidad-hoy/covid-araceli-y-monica-primeras-vacunadas-reciben-segunda-dosis-8820">fuera la primera española en ser vacunada</a>. </p>
<p>O, más que suerte, tenemos que reconocer que hemos hecho algunas cosas bastante bien. Se ha hablado mucho de cuál ha sido el éxito de la sociedad española <a href="https://theconversation.com/por-que-esta-siendo-un-exito-la-vacunacion-en-espana-en-comparacion-con-otros-paises-167289">para alcanzar esas cifras</a> y, desde luego, no es sencillo ni unívoco.</p>
<p>Es cierto que partíamos de un buen fermento en confianza vacunal, pero esta solo estaba dirigida a las infantiles. No se da en la misma medida con vacunas como la de la gripe. Tampoco podemos olvidar ahora que en julio de 2020 <a href="https://www.fecyt.es/es/noticia/un-83-de-la-poblacion-espanola-confia-en-la-vacunacion-contra-la-covid-25-puntos-mas-que-en">solo un tercio de la población estaba dispuesta a ponerse la vacuna</a>. </p>
<p>Una vez pasado, todo parece más fácil, pero lo cierto es que los inicios de la vacuna fueron momentos muy delicados, marcados por miedos, grandes cantidades de incertidumbre y desconfianza, con unas voces contrarias a las que se les daba demasiado volumen. Por eso, necesitamos celebrar <a href="https://www.vacunacovid.gob.es">el éxito de la estrategia de vacunación</a>. Desde el inicio se ha dirigido a las personas más vulnerables y a quienes se consideraban vectores importantes de contagio. Según han aumentado las dosis se ha abierto a otros grupos poblacionales.</p>
<p>Su acogida ha sido tan buena porque, en general, se ha hecho una buena información de la vacuna: se ha mostrado el balance de riesgos y beneficios, actualizándolo con la llegada de más datos. </p>
<p>Expertos de diferentes disciplinas y representantes de las comunidades autónomas se han reunido periódicamente para tomar decisiones basadas en evidencias, no solo médicas. Con la divulgación de las evidencias científicas y también con el aumento de experiencias cercanas se han ido desvelando algunas incógnitas que generaban suspicacias con las vacunas. </p>
<p>Esta es la vía, aunque sea más lenta que un <em>zasca</em> o un castigo al revirado que, si bien a veces nos permiten cierto alivio personal, no nos llevan a construir sociedad. Lo que más quiero destacar es que el principal motivo por el que nos hemos vacunado ha sido el de <a href="https://www.fecyt.es/es/publicacion/el-factor-social-de-la-gestion-sanitaria-actitudes-hacia-la-vacunacion-y-cumplimiento-de">proteger a las personas queridas, más vulnerables</a>. Permítanme que me regodee en un objetivo tan noble y cohesionador.</p>
<h2>La hora de las ciencias sociales</h2>
<p>Lo que hemos visto hasta ahora con la implantación de las medidas punitivas en relación con la vacuna covid-19 es que movilizan a algunos rezagados que se han dejado llevar por la complacencia (“como ya se han vacunado casi todos, no hace falta que me vacune yo”). Sin embargo, no soluciona los dos problemas más graves: ni el contagio ni las reticencias vacunales (fuertes). Además, añade no pocos problemas sociales a la bolsa.</p>
<p>Estas medidas nos llevan sin remedio a escenarios distópicos en los que se condicionan los movimientos de las personas en función de su pertenencia a clubes determinados. Eso es algo que a casi nadie nos gusta, más allá de tener las vacunas correspondientes puestas. A donde nos llevan estas medidas es a fuertes movilizaciones y no estoy tan segura de que acuda solo la gente sin vacunar. </p>
<p>Perdemos absolutamente la confianza de las personas con reticencias y perdemos también la confianza que se ha ido tejiendo en nuestras instituciones en estos últimos complicados tiempos.</p>
<p>Es necesario destacar los efectos positivos que han resultado de esta catastrófica pandemia y la gestión que se ha hecho. En otras palabras, todo aquello que ha mostrado un fermento de cohesión en nuestra sociedad que, como en cualquier sociedad avanzada –fragmentada– se encuentra en un equilibrio inestable, fácil de derribar. Pero que, no obstante, ha supuesto un recurso de gran valor para la recuperación hasta esta parte del camino. </p>
<p>Esa cohesión, entendida como una mayor orientación hacia el bien común, un sentido de pertenencia a la sociedad (en sus facetas micro y macro) <a href="https://link.springer.com/article/10.1007/s11205-016-1314-5">y la fortaleza de las relaciones sociales</a> que nos mueven a hacer cosas que no nos gustan tanto por su bien. Por eso no podemos perder de vista este recurso y es importante que, antes de tomar medidas punitivas o de otro tipo, veamos cómo afectan a esa cohesión social.</p><img src="https://counter.theconversation.com/content/174024/count.gif" alt="The Conversation" width="1" height="1" />
<p class="fine-print"><em><span>Celia Díaz Catalán no recibe salario, ni ejerce labores de consultoría, ni posee acciones, ni recibe financiación de ninguna compañía u organización que pueda obtener beneficio de este artículo, y ha declarado carecer de vínculos relevantes más allá del cargo académico citado.</span></em></p>El efecto de los certificados covid es poco duradero y no extrapolable a todos los países, según un estudio reciente.Celia Díaz Catalán, Doctora en Sociología y profesora en el Departamento de Sociología: Método, Teoría y Comunicación, Universidad Complutense de MadridLicensed as Creative Commons – attribution, no derivatives.tag:theconversation.com,2011:article/1718472021-11-29T20:27:18Z2021-11-29T20:27:18ZAnalizamos la inteligencia adaptativa de los líderes natos<figure><img src="https://images.theconversation.com/files/434125/original/file-20211126-27-56c8on.jpg?ixlib=rb-1.1.0&rect=7%2C0%2C4913%2C3275&q=45&auto=format&w=496&fit=clip" /><figcaption><span class="caption">La excanciller alemana Angela Merkel atiende a los periodistas tras su última reunión del Consejo de Europa, en Bruselas el 21 de octubre de 2021.</span> <span class="attribution"><a class="source" href="https://newsroom.consilium.europa.eu/permalink/p125586">European Union</a></span></figcaption></figure><p>El liderazgo es un tema que fascina. Investigamos en torno al liderazgo y comprobamos que resulta difícil definir quién es líder. Y sin embargo, somos capaces de reconocerlos. La atracción que ejercen los líderes sobre los demás, su carisma, el halo que les rodea, su poder de comunicación y convicción, su visión del futuro les diferencia de los demás. Ángela Merkel ha sido elogiada por su liderazgo en la Unión Europea, recibiendo varios homenajes de otros líderes de Europa y <a href="https://www.youtube.com/watch?v=H9-uvsS4KLs">de fuera de ella</a>. </p>
<p>Si observamos las biografías de los líderes a lo largo de la historia, podemos comprobar cómo han ido creciendo y evolucionando hasta convertirse en líderes. Se han ido construyendo y evolucionando, mejorando, hasta llegar a asumir responsabilidades con éxito. ¿Qué factores influyen en la construcción de un líder? ¿Qué factores han sido determinantes? ¿Qué es lo que les ha marcado el camino?</p>
<p>Nuestro equipo de investigación ha analizado las biografías de varios líderes, entrevistando a los protagonistas con preguntas concretas sobre su infancia, adolescencia, madurez y experiencias profesionales. Estas son algunas de las claves que les caracterizan.</p>
<ol>
<li><p><strong>Importancia del entorno familiar</strong></p>
<p>El entorno familiar y, más concretamente, la influencia de los padres, se constata como un elemento clave en la biografía de los líderes. Los valores transmitidos por los padres, el apoyo incondicional en el hogar y las expectativas sobre los hijos e hijas influyen poderosamente sobre los miembros de la familia. </p>
<p>Destaca especialmente la ejemplaridad de los padres, que predican con el ejemplo. Los valores que transmiten los padres resultan claves en la construcción del futuro líder. Podemos decir que el carácter del líder se fragua en el hogar. Destacan dos rasgos de personalidad: la adaptabilidad y la confianza en sí mismo.</p></li>
<li><p><strong>Compañeros y estudios</strong></p>
<p>En el camino de los líderes, la adolescencia y la juventud constituye una etapa en la que se fijan algunos referentes y apoyos, amigos, colegas, compañeros… algunos de los cuáles seguirán durante toda la vida. La estima de los demás, el apoyo y la escucha, la incorporación al grupo, la aceptación y el ejemplo de los otros son elementos comunes que definen al futuro líder. </p>
<p>Se trata de un entorno natural donde comienzan a ejercer influencia sobre los demás, aprendiendo las leyes no escritas del comportamiento e influencia grupal. Años más tarde, estos referentes servirán de contraste con la realidad y serán un punto de anclaje de su identidad. Ahora soy líder, pero tú me apoyas y eres mi amigo y me aprecias como soy, no por el cargo que ostento. Ayudan a afianzar y dar sentido a la vida del líder. </p></li>
<li><p><strong>Acontecimientos vitales</strong></p>
<p>A lo largo de la vida suceden algunos hechos críticos que les marcan. Esas situaciones suponen una oportunidad de aprendizaje que el líder va a aprovechar. </p>
<p>Un acontecimiento crítico supone un punto de inflexión para el aprendizaje, quedando grabado a fuego en la historia personal del líder (pérdida de un ser querido, accidente, fracaso empresarial, etc.). El líder no elige estos sucesos imprevistos, pero sí la actitud que toma ante ellos. Ahí se produce un aprendizaje que le va a marcar para el resto de su vida.</p></li>
<li><p><strong>Oportunidad y suerte</strong></p>
<p>Podemos estar preparados para ejercer el liderazgo, pero para ello es necesario que nos surja la oportunidad. De hecho, pueden surgir oportunidades y no estar preparados, o estar preparados y que no nos surjan. Se trata de estar en el lugar adecuado en el momento adecuado. </p>
<p>Y por eso, para ser líder, también se requiere una cierta dosis de suerte. Napoleón no quería a su lado generales que no tuvieran a la Diosa fortuna de su parte. Los líderes entrevistados estaban preparados cuando les surgieron las oportunidades. Algunos las buscaron. No se quedan con los brazos cruzados esperando, sino que van dando pasos al frente para ser los elegidos. Esto nos lleva al siguiente factor.</p></li>
<li><p><strong>Proactividad</strong></p>
<p>El líder es por naturaleza proactivo. Tiene iniciativa y trata de cumplir, yendo más allá de lo esperado, de las expectativas. Cuando hay que acometer un proyecto o misión, se presenta voluntario para ella. Prefiere liderar él en situaciones de incertidumbre antes que estar sujeto a las decisiones de terceros, aunque valora la importancia de esos terceros como pilares de su liderazgo. </p>
<p>La proactividad nace de la confianza en sí mismo. Poseen un fuerte <a href="https://www.psyciencia.com/locus-control-interno-externo/"><em>locus de control interno</em></a>. Confían en sus propias capacidades y conocimientos, confían en ellos mismos y eso les hace fuertes.</p></li>
<li><p><strong>Aprendizaje en construcción</strong></p>
<p>El líder se encuentra constantemente en aprendizaje y evolución. Es un proceso continuo de actualización a la realidad que vive, reinventándose y adaptándose a ella. El aprendizaje no es una meta, sino un medio. No es la finalidad, sino el camino. </p>
<p>Esa evolución continua le permite liderar y no dormirse en los laureles. Es consciente de la necesidad de adaptarse, de asumir riesgos para lo que necesitan una fuerte convicción en sus capacidades.</p></li>
</ol>
<h2>Adaptación y aprendizaje</h2>
<p>El liderazgo está construido sobre muchos pilares, lo que dificulta la explicación de su construcción; sin embargo, el líder es fácilmente reconocible. Se va formando y evolucionando, adaptándose de manera continua para dar respuesta a los retos. </p>
<p>El líder surge de un entorno familiar donde los padres han ejercido una influencia clave, sobre todo en la formación de valores y expectativas de futuro. Son los mimbres de su posterior surgimiento, reforzado por su contacto con los demás y la influencia del grupo. Finalmente, la propia práctica del liderazgo se va mejorando a través de un ejercicio continuo de aprendizaje. </p>
<p>El líder siempre será líder y, por lo tanto, seguirá construyendo su identidad a través de las experiencias y acontecimientos críticos, de los que adquirirá enseñanzas impagables. Y se amoldará a las situaciones en un claro signo de inteligencia adaptativa.</p><img src="https://counter.theconversation.com/content/171847/count.gif" alt="The Conversation" width="1" height="1" />
<p class="fine-print"><em><span>Las personas firmantes no son asalariadas, ni consultoras, ni poseen acciones, ni reciben financiación de ninguna compañía u organización que pueda obtener beneficio de este artículo, y han declarado carecer de vínculos relevantes más allá del cargo académico citado anteriormente.</span></em></p>Seis pilares básicos afianzan la construcción de una personalidad con capacidad de liderazgo. Una mezcla de factores innatos, adquiridos y oportunidad.Fernando Díez Ruiz, Profesor doctor Facultad de Psicología y Educación, Universidad de DeustoMaite Aurrekoetxea Casaus, Profesora Doctora en Sociología en la Facultad de Ciencias Sociales y Humanas, Universidad de DeustoPedro César Martínez Morán, Director del Máster en Recursos Humanos de ICADE Business School, Universidad Pontificia ComillasLicensed as Creative Commons – attribution, no derivatives.tag:theconversation.com,2011:article/1683602021-10-04T18:05:37Z2021-10-04T18:05:37ZDía del docente: logros y retos de una profesión en continuo cambio<figure><img src="https://images.theconversation.com/files/423229/original/file-20210926-124240-16sgf4x.jpg?ixlib=rb-1.1.0&rect=41%2C31%2C6869%2C4579&q=45&auto=format&w=496&fit=clip" /><figcaption><span class="caption">
</span> <span class="attribution"><a class="source" href="https://www.shutterstock.com/es/image-photo/teacher-reading-fairy-tales-children-sitting-1200999988">Shutterstock / Rido</a></span></figcaption></figure><p>En España hay un poco más de <a href="https://www.educacionyfp.gob.es/dam/jcr:02c9d17a-6ad5-4aae-8921-4cb3b691295a/nota-res-2020-2021.pdf">tres cuartos de millón</a> de profesores y profesoras no universitarios (concretamente, 755 242). Es un colectivo muy importante en la población activa. El Día del Docente, establecido por la UNESCO en 1994, es una perfecta ocasión para reflexionar sobre qué hacen y cómo trabajan estos cientos de miles de profesionales.</p>
<p>Ser profesor o profesora siempre ha sido una tarea laboriosa y difícil, aunque mucha gente no se lo crea. De hecho, una tarea difícil es ser un buen profesor o una buena profesora y enseñar bien. Aunque en el imaginario colectivo existe la idea de que se trata de un trabajo sencillo porque se trabaja con niños o adolescentes, con muchas fiestas y vacaciones y de fácil quehacer, lo cierto es que la educación de los niños siempre ha sido una tarea compleja. </p>
<p>Es también un trabajo paciente, si se hace bien. Se requiere paciencia para aceptar y atender la diversidad existente en una aula: diversidad en cuanto a experiencias previas y expectativas, anhelos y proyecciones, sentimientos y capacidades, que ha ido aumentando los últimos años. La sociedad se ha hecho más compleja y, por lo tanto, el trabajo del profesorado también ha asumido más cotas de complejidad (y a veces, de perplejidad). </p>
<h2>La evolución de los valores sociales</h2>
<p>Pero ahora hay que añadir otras cuestiones que refuerzan esa complejidad y perplejidad de las que hablábamos. Nos referimos a cambios vinculados al contexto macro y a la evolución de los valores y las concepciones sociales. Tendríamos que hablar también de cambios en el contexto de la pandemia, de la virtualidad obligatoria, del aula en la presencialidad, con todas las derivaciones curriculares y metodológicas que comportan. </p>
<p>Y, por último, cambios importantes en el contexto político y administrativo (gobiernos, leyes, normas..). </p>
<p>Como consecuencia, las exigencias al profesorado van en aumento, quizás también por la pérdida paulatina de responsabilidad de las familias en la educación y socialización de los más pequeños. </p>
<h2>Exigencias contradictorias</h2>
<p>Estas exigencias son también a veces contradictorias. El profesorado debe asegurar la adquisición de conocimientos sin olvidar los valores y actitudes. Ahora, de repente y sin mucha explicación, aparecen las competencias como eje estructurador del currículum, de la planificación e intervención del profesorado. </p>
<p>Es importante también para el profesorado aprender a manejar métodos y estrategias acordes con los nuevos enfoques de enseñanza, disponer de habilidades interpersonales para convivir con el alumnado, familias, colegas (cada vez más diversos); y tener el deseo y las habilidades suficientes para dominar las más avanzadas tecnologías de la información y la comunicación en que no ha sido formado, y el arte de saberlas integrar en el currículum y en las aulas, sin rupturas y sin convertirlas en un apéndice ocasional, anecdótico. </p>
<p>Las reformas educativas se van sucediendo, dejando al margen al profesorado, sin apenas considerar el modo de hacer en las aulas, y sin abordar con rigurosidad la cuestión de la profesionalización del profesorado. </p>
<h2>Nuevas formas de enseñar</h2>
<p>Durante la pasadas décadas se han producido cambios sociales y científicos importantes que obligan al profesorado a plantearse nuevas formas de enseñar. De una función principalmente de instrucción se ha ido pasando a una función de educación y agente social. </p>
<p>Han ido asumiendo mayor relevancia las cuestiones socioculturales (por ejemplo, la comunicación, el trabajo en grupo, los procesos, la elaboración conjunta de proyectos, la toma de decisiones democrática, etc.). Ha sido un cambio fundamental en la profesión de ser profesor o profesora. </p>
<p>Esto también comporta sus peligros, puesto que el aumento de exigencias puede comportar una intensificación del trabajo educativo (trabajar mucho y hacer muchas cosas mal) y una cierta desprofesionalización originada por una falta de delimitación clara de las funciones del profesorado, agravado por la pandemia de covid-19. </p>
<h2>Mejoras laborales</h2>
<p>A pesar de que hacer de profesor no ha sido nunca una profesión bien pagada, durante el siglo pasado en España se fue superando esta situación lastimosa que traía a malvivir económicamente (o a complementar la alimentación con los regalos de los discípulos). Pero estas conquistas han sido ganadas a pulso: reivindicaciones, huelgas, asociaciones, sindicados, etc. Despacio se ha ido reubicando socialmente la importancia del trabajo y su correspondencia con un salario digno, aunque aún no del todo satisfactorio por los recortes de las últimas décadas. </p>
<p>Al margen de las cuestiones salariales, el profesorado ha obtenido siempre el respeto de muchos padres y madres que encontraban una ayuda o un consejo. Ser maestro siempre ha sido, socialmente, una profesión digna de respeto por la sociedad, aunque no tanto, es posible, por los que gobiernan y hacen las leyes.</p>
<p>Estamos en el siglo XXI. Son tiempos diferentes para la educación y la profesión docente. Hoy en día, la educación se centra en el desarrollo de habilidades analíticas y de comprensión, en la resolución de problemas reales, en el desarrollo personal, en el fomento de un pensamiento crítico, etc.; y deja más de lado la instrucción en conocimientos. La relación entre el profesorado y el alumnado también ha cambiado, ahora el alumnado deja de ser un mero receptor y se convierte en parte activa del proceso de aprendizaje. Y eso necesita apoyo, mucho apoyo.</p><img src="https://counter.theconversation.com/content/168360/count.gif" alt="The Conversation" width="1" height="1" />
<p class="fine-print"><em><span>Francisco Imbernón Muñoz no recibe salario, ni ejerce labores de consultoría, ni posee acciones, ni recibe financiación de ninguna compañía u organización que pueda obtener beneficio de este artículo, y ha declarado carecer de vínculos relevantes más allá del cargo académico citado.</span></em></p>Se han producido cambios sociales y científicos que obligan al profesorado a plantearse nuevas formas de enseñar. De una función de instrucción se ha ido pasando a una función de educación y agente social.Francisco Imbernón Muñoz, Catedrático de Pedagogía, Universitat de BarcelonaLicensed as Creative Commons – attribution, no derivatives.tag:theconversation.com,2011:article/1645792021-07-15T18:34:53Z2021-07-15T18:34:53ZEstudios sociales: la brújula que nos guiará hasta el final de la pandemia<figure><img src="https://images.theconversation.com/files/411451/original/file-20210715-15-9ux9cg.jpg?ixlib=rb-1.1.0&rect=0%2C12%2C4025%2C3005&q=45&auto=format&w=496&fit=clip" /><figcaption><span class="caption">Vacunación en el Estadio Olímpico de La Cartuja (Sevilla). </span> <span class="attribution"><a class="source" href="https://www.shutterstock.com/es/image-photo/seville-spain-jun-17-2021-line-1995932516">Shutterstock / Wirestock Creators</a></span></figcaption></figure><p>La pandemia del coronavirus ha supuesto una de las mayores crisis que recuerda la comunidad mundial. Ha supuesto un contexto impensado, para el que las instituciones no tenían una hoja de ruta. </p>
<p>En concreto, numerosos gobiernos se han tenido que enfrentar a un contexto de alta mortalidad con una alta incertidumbre de los modos en los que se propaga la enfermedad, así como de las medidas más eficaces para contener su expansión. </p>
<p>Para hacer frente a esta crisis, todas las miradas se han dirigido a la ciencia. El consenso científico se ha tenido que abrir paso de manera acelerada, con no pocas rectificaciones y contradicciones por el camino. Nunca antes la ciencia se había producido bajo una presión temporal tan grande y el escrutinio público internacional.</p>
<p>Uno de los aprendizajes sociales de la crisis del coronavirus es que una pandemia es mucho más que un agente infeccioso. El diseño de las medidas sanitarias no solo debe tener en cuenta la naturaleza del virus, sino el comportamiento de distintos grupos sociales: viajes, celebraciones, formas de trabajo, relaciones afectivas y familiares. Todas ellas son facetas de nuestras vidas afectadas por las medidas para contener la pandemia. Todas ellas han afectado de manera diferente a distintos grupos sociales.</p>
<p>Ciertamente, la sociedad no es un bloque homogéneo y las recomendaciones de sanidad pública tenían el reto de identificar, por un lado, cómo se comportaba la enfermedad, pero también anticipar cómo iban a reaccionar en diferentes grupos sociales ante las restricciones para poder ofrecer las mejores medidas para contener la expansión del virus. </p>
<h2>Principales resultados</h2>
<p>La Fundación Española para la Ciencia y la Tecnología (<a href="https://www.fecyt.es/">FECYT</a>) acaba de poner a disposición de los investigadores una base de datos única para comprender cómo se ha percibido la tecnociencia en tiempos de pandemia, mediante la <a href="https://icono.fecyt.es/informes-y-publicaciones/percepcion-social-de-la-ciencia-y-la-tecnologia-en-espana">Encuesta de Percepción Social de la Ciencia y la Tecnología</a> realizada durante el 2020. Pero, además, ofrece una base de datos específica a partir de la <a href="https://www.fecyt.es/es/noticia/un-83-de-la-poblacion-espanola-confia-en-la-vacunacion-contra-la-covid-25-puntos-mas-que-en">Encuesta sobre aspectos científicos de la covid-19</a>, que complementa a la anterior en el estudio de aspectos centrales para la gestión de la pandemia, como las actitudes hacia la vacunación contra la covid-19 y el seguimiento de las medidas de prevención del contagio.</p>
<p>Los resultados de estos estudios, basados en el conocimiento y las teorías del comportamiento social acumulados durante décadas, muestran cuáles y cómo han evolucionado los principales factores sociales que han condicionado las medidas sanitarias.</p>
<p>Por un lado, vemos que la confianza en la vacunación sigue en aumento continuado desde finales de diciembre de 2020. Actualmente, <strong>solo dos de cada treinta residentes en España expresan reticencias</strong> a la hora de aceptar la vacunación. Los principales factores asociados a la reticencia a la vacunación son la creencia de que las vacunas no son seguras, la complacencia (la percepción de que cuando la mayoría esté vacunada ya no será necesario vacunarse), los valores individualistas (medidos como desvinculación de “me pondría la vacuna del coronavirus si con eso ayudo a proteger a mis mayores”) y la mentalidad conspirativa en torno a las vacunas.</p>
<p>Por otro lado, los datos de mayo muestran un <strong>cierto relajamiento</strong> en el cumplimiento de las medidas de prevención, particularmente en el mantenimiento de la distancia social. Solo un tercio de la población (32%) asegura que ha evitado los contactos sociales en el último mes de manera estricta, veinte puntos menos que en enero. Además, solo la mitad de la población (49%) asegura que ha evitado o ha podido evitar de manera estricta estar en espacios cerrados con otras personas fuera de su ámbito de convivencia.</p>
<p>Este estudio muestra que los principales factores asociados a no cumplir las medidas de prevención son el incumplimiento de las medidas por su entorno social más cercano, la desconfianza en las instituciones sanitarias, tener bajo nivel de estudios y ser hombre. El efecto cuadrático del nivel de estudio apunta a un posible efecto de condiciones de vida/trabajo en el mantenimiento de las normas de prevención. Adicionalmente, la mentalidad conspirativa se suma a la lista de factores asociados al incumplimiento del uso de la mascarilla.</p>
<h2>El reto de una comunicación transparente</h2>
<p>Las actitudes hacia la vacunación suelen ser estables en el tiempo. Sin embargo, los datos recogidos durante la pandemia muestran que las actitudes hacia la vacuna de la covid-19 han visto fluctuaciones muy importantes. </p>
<p>Nuestra opinión ha ido evolucionando en función del contexto, de la información que recibíamos y, también, de cómo ha ido cambiando la confianza que depositábamos en los sistemas sanitarios y políticos. Así, el alto nivel de confianza en la vacunación que tenemos en España no es permanente. Está condicionado por los cambios que puedan, en los próximos meses. </p>
<p>Por lo tanto, es pronto para bajar la guardia y es preciso seguir manteniendo una <strong>comunicación transparente y eficaz</strong> en este difícil contexto pandémico, especialmente con los intermediarios de la comunicación vacunal (sociedades científicas de áreas biomédicas, periodistas científicos y de la salud, etc.). También es preciso que estos intermediarios, que sabemos que ejercen una influencia significativa sobre las personas con reticencias hacia la vacunación, tengan acceso a los motivos y deliberaciones detrás de los ajustes de la estrategia de vacunación.</p>
<p>Es importante que se conozca el trabajo ingente que están realizado las instituciones públicas (especialmente la ponencia y el grupo técnico de vacunación, la Agencia Española de Medicamentos y Productos Sanitarios y el Instituto de Salud Carlos III, entre otros) analizando las evidencias disponibles día a día para procurar la mejor estrategia de vacunación posible.</p>
<p>De todo este trabajo diario se derivan unos motivos para las recomendaciones que deben ser comunicados adecuadamente a estos agentes intermediarios de la comunicación vacunal. Una mayor capacidad para comunicar los motivos detrás de los cambios de estrategia (semana a semana, en función de nuevas evidencias científicas) afectará positivamente en la confianza de los intermediarios y, por lo tanto, ayudará a prevenir retrocesos en la aceptación vacunal entre algunos sectores de la población en los próximos meses.</p>
<p>Por otro lado, los datos anticipan una continuación de la tendencia a la relajación en el cumplimiento de las medidas sanitarias en algunos grupos que no sucederá de manera homogénea entre el conjunto de la población. </p>
<p>El cumplimiento de las medidas sanitarias en el contexto social inmediato sigue siendo el principal predictor del cumplimiento de las medidas a nivel individual, por lo que en los próximos meses se desarrollarán <strong>grupos o microcomunidades</strong> en las que estas medidas se incumplirán en mayor medida. </p>
<p>La <strong>edad</strong> no será un factor determinante en la creación de estos grupos, aunque probablemente estarán más presentes en el imaginario colectivo por las escenas de botellones y el incremento de los casos positivos en este colectivo. Sin embargo, los datos muestran que ni son todos los jóvenes ni solo los jóvenes. Las medidas se incumplen ahora en mayor medida también entre las personas ya vacunadas (que creen, erróneamente, que ni pueden enfermar ni pueden contagiar) y entre otros grupos, como aquellos vinculados con una mayor desconfianza hacia las instituciones políticas, un menor nivel de ingresos (condiciones de vida/trabajo que suponen mayores costes en el cumplimiento de las medidas), así como una mayor mentalidad conspirativa (en el caso del uso de la mascarilla).</p>
<p>Tras un año y medio de disciplina, algunos grupos de personas ven a su alrededor relajarse el cumplimiento de las medidas sanitarias y, también, ellos mismos tienden a relajarlas para ver a sus familiares o sus amigos, produciéndose así una bola de nieve. Es importante recordar los riesgos de la exposición al virus entre los jóvenes: en el primer semestre del año se hospitalizaron cerca de 5 000 menores de 30 años y 37 de ellos fallecieron, sin contar con aquellos que padecen las consecuencias de la covid persistente; pero también debemos recordar, por ejemplo, que en el mes de mayo murieron 150 personas por la covid en Estados Unidos que ya estaban vacunadas y cerca de 18 000 que no estaban vacunadas: la vacuna minimiza enormemente la probabilidad de sufrir las peores consecuencias de la enfermedad, pero no es una garantía total de no padecer la enfermedad ni mucho menos de no poder transmitir el virus.</p>
<p>Además, es importante combatir la estigmatización de grupos sociales, tanto grupos etarios como étnico-religiosos, que pueda emerger en los próximos meses tras la extensión de la cobertura vacunal. Previsiblemente, la estigmatización incidirá en un aumento de comportamientos no recomendables dentro de los grupos estigmatizados.</p>
<h2>¿Qué dice la ciencia social de lo que nos depara el futuro?</h2>
<p>En los próximos meses, tanto la reticencia vacunal como el incumplimiento de medidas sanitarias tendrá un carácter preeminentemente grupal, formando <strong>comunidades de sentido</strong> con una determinada narrativa sobre la realidad social de la covid-19. Es preciso identificar tempranamente la conformación de estas narrativas y grupos para establecer puentes de diálogo y favorecer los comportamientos favorables a la contención definitiva de la pandemia.</p>
<p>Las medidas sanitarias son fundamentales para evitar la difusión del virus, pero siempre debemos tener presente que estas se basan en el comportamiento social. No basta tener una vacuna, una parte muy amplia de la población debe aceptar vacunarse con ella; no basta saber cómo se transmite el virus, debemos diseñar medidas de contención que se puedan llevar a la práctica a nivel social.</p>
<p>A lo largo de este difícil año y medio, en todos los países hemos aprendido (más o menos rápidamente) que la integración del conocimiento que aportan las ciencias sociales en el diseño de las medidas sanitarias y de su comunicación mejora nuestra capacidad de hacer frente a una crisis impensada como la pandemia en la que todavía estamos inmersos.</p>
<hr>
<p><em>Este artículo se publicó originalmente en <a href="https://www.vacunacovid.gob.es/voces-expertas"><strong>Voces expertas</strong></a>, una sección coordinada por <a href="https://www.agenciasinc.es/Opinion/Estudios-sociales-la-brujula-que-nos-guiara-hasta-el-final-de-la-pandemia">SINC</a> en la web de la estrategia de vacunación española <a href="https://www.vacunacovid.gob.es/">vacunacovid.gob.es</a>.</em></p>
<hr><img src="https://counter.theconversation.com/content/164579/count.gif" alt="The Conversation" width="1" height="1" />
<p class="fine-print"><em><span>Josep Lobera recibe fondos de la Fundación Española para la Ciencia y la Tecnología (FECYT). </span></em></p>El 83 % de los españoles confía en la vacunación de la covid-19 y la gran mayoría ha cumplido con las normas de prevención. Para mantener esa actitud, es preciso integrar el conocimiento de las ciencias sociales en el diseño de las medidas sanitarias y en su comunicación transparente y eficaz.Josep Lobera, Profesor de Sociología, Universidad Autónoma de MadridLicensed as Creative Commons – attribution, no derivatives.tag:theconversation.com,2011:article/1602892021-06-13T19:49:52Z2021-06-13T19:49:52ZNuestro comportamiento continuará siendo clave contra la covid-19<figure><img src="https://images.theconversation.com/files/405601/original/file-20210610-13-1m6evvf.jpg?ixlib=rb-1.1.0&rect=9%2C9%2C6221%2C2204&q=45&auto=format&w=496&fit=clip" /><figcaption><span class="caption">
</span> <span class="attribution"><a class="source" href="https://www.shutterstock.com/es/image-photo/madrid-spain-march-5-2021-busy-1972600142">Shutterstock / Alex Tihonovs</a></span></figcaption></figure><p>A pesar de la evolución positiva de la pandemia en España y a que la vacunación nos va a proporcionar una protección fundamental frente al virus, todavía nos queda camino que recorrer hasta que podamos volver a una completa normalidad. La continua aparición de nuevas variantes del virus puede suponer que tengamos que mantener o retomar algunas de las medidas de salud pública que han mostrado ser más efectivas en la prevención de los contagios. Es probable que la utilización de mascarillas, reducir las reuniones y las restricciones para viajar y asistir a sitios concurridos en espacios cerrados sigan vigentes en el futuro cercano de manera intermitente.</p>
<p>Aunque desde el principio de la pandemia la población española ha mostrado <a href="https://www.frontiersin.org/articles/10.3389/fpubh.2021.678926/full?&utm_source=Email_to_authors_&utm_medium=Email&utm_content=T1_11.5e1_author&utm_campaign=Email_publication&field=&journalName=Frontiers_in_Public_Health&id=678926">un elevado conocimiento sobre sobre las formas de transmisión, el uso adecuado de las mascarillas</a> y otras medidas preventivas, este no se ha reflejado siempre en su comportamiento. </p>
<p>El conocimiento es fundamental para adecuar el comportamiento a las practicas preventivas recomendadas, pero no es garante.</p>
<p>Cambiar nuestros hábitos y mantenerlos en el tiempo constituye un reto que depende de muchos factores. <a href="https://bmjopen.bmj.com/content/11/5/e048702.long">Quedarnos en casa</a> ha salvado muchas vidas, pero también nos ha pasado factura. Los momentos más duros de los confinamientos han llevado a un aumento de los sentimientos de soledad, estrés y depresión, y han tenido repercusiones sociales y económicas devastadoras. Además, la <a href="https://apps.who.int/iris/bitstream/handle/10665/335820/WHO-EURO-2020-1160-40906-55390-eng.pdf">fatiga pandémica</a>, es decir, la desmotivación para seguir las conductas de protección recomendadas, es un hecho que inevitablemente aumenta cuanto más se alarga la pandemia en el tiempo.</p>
<p>En una situación en la que las <a href="https://www.ecdc.europa.eu/en/publications-data/covid-19-guidelines-non-pharmaceutical-interventions">medidas no farmacológicas</a> son clave para el control de la transmisión de la enfermedad, estudiar el comportamiento de la población aporta información relevante a la hora de diseñar estrategias de salud y campañas de sensibilización. Ayuda a conocer la adherencia de la población a las medidas implementadas, su grado de aceptación, a identificar factores de riesgo e incluso a valorar el impacto de la información recibida.</p>
<p>Desde hace casi un año, se realiza cada dos meses el <a href="https://portalcne.isciii.es/cosmo-spain/">estudio COSMO-Spain</a> que, de la mano de la OMS, trata de ayudar a las autoridades sanitarias y a los medios de comunicación, a entender las barreras y posibles facilitadores del comportamiento preventivo, así como las necesidades de información de la población. Esta encuesta, coordinada por el <a href="http://www.isciii.es/">Instituto de Salud Carlos III</a>, se ha ido adaptando a la evolución de la pandemia y a las medidas adoptadas en cada momento.</p>
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<img alt="" src="https://images.theconversation.com/files/405130/original/file-20210608-28372-1uo3m37.png?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=754&fit=clip" srcset="https://images.theconversation.com/files/405130/original/file-20210608-28372-1uo3m37.png?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=600&h=435&fit=crop&dpr=1 600w, https://images.theconversation.com/files/405130/original/file-20210608-28372-1uo3m37.png?ixlib=rb-1.1.0&q=30&auto=format&w=600&h=435&fit=crop&dpr=2 1200w, https://images.theconversation.com/files/405130/original/file-20210608-28372-1uo3m37.png?ixlib=rb-1.1.0&q=15&auto=format&w=600&h=435&fit=crop&dpr=3 1800w, https://images.theconversation.com/files/405130/original/file-20210608-28372-1uo3m37.png?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=754&h=546&fit=crop&dpr=1 754w, https://images.theconversation.com/files/405130/original/file-20210608-28372-1uo3m37.png?ixlib=rb-1.1.0&q=30&auto=format&w=754&h=546&fit=crop&dpr=2 1508w, https://images.theconversation.com/files/405130/original/file-20210608-28372-1uo3m37.png?ixlib=rb-1.1.0&q=15&auto=format&w=754&h=546&fit=crop&dpr=3 2262w" sizes="(min-width: 1466px) 754px, (max-width: 599px) 100vw, (min-width: 600px) 600px, 237px">
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<span class="caption">Figura 1: Fecha de las distintas rondas del estudio COSMO-Spain, según la evolución del número de casos de covid-19 en España.</span>
<span class="attribution"><a class="source" href="https://www.mscbs.gob.es/profesionales/saludPublica/ccayes/alertasActual/nCov/situacionActual.htm">Adaptado de Ministerio de Sanidad</a>, <span class="license">Author provided</span></span>
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<p>Los aspectos psicológicos y emocionales, o la capacidad que cada persona cree que tiene para evitar el contagio, tienen un efecto sobre la respuesta y las conductas preventivas. </p>
<p>Por ejemplo, las personas que tienen más miedo al contagio o que creen que es muy fácil contagiarse, en general adoptan de forma espontánea conductas como la distancia social o el autoconfinamiento. Estos sentimientos han ido evolucionando en el tiempo con el cambio de la situación epidemiológica en España, y en las épocas de mayores picos de incidencia hemos observado mayor sentimiento de miedo y depresión y una menor percepción de que las conductas de uno mismo sirven para algo.</p>
<p>Este estudio nos ha permitido conocer que las personas que más cumplen con las 3M (mascarilla, metros de distancia e higiene de manos) son los mayores de 45 años, con una elevada percepción del riesgo de contagio y de la gravedad de la enfermedad. También, que las personas con mayor nivel educativo son las que tienen más competencias y habilidades para acceder, comprender y aplicar la información relacionada con el coronavirus, y muestran una mayor adherencia a las medidas preventivas.</p>
<p>También hemos observado que la fatiga pandémica ha ido aumentando con el tiempo. Un importante porcentaje de la población española indica sentirse cansado de los debates sobre la covid-19 y estar harto de oír hablar de la pandemia. Sin embargo, este cansancio no ha sido hasta el momento un factor determinante de la relajación de las conductas preventivas.</p>
<p>De forma consistente a lo largo de la pandemia, la información que más confianza genera en la población ha sido la proveniente de los profesionales sanitarios, la OMS y el <a href="https://www.mscbs.gob.es/profesionales/saludPublica/ccayes/alertasActual/nCov/ciudadania.htm">Ministerio de Sanidad</a>. Aun así, la confianza en la información procedente de la OMS y del Ministerio de Sanidad ha ido gradualmente bajando, alcanzando esta última fuente su nivel más bajo en la tercera ola pandémica, y recuperándose con el descenso de casos desde marzo de 2021.</p>
<h2>Los españoles aprecian las vacunas</h2>
<p>La intención de vacunarse ha cambiado mucho según ha ido progresando la pandemia. Si en julio de 2020 un 70 % estaba de acuerdo en vacunarse, este número fue bajando hasta cerca del 40 % en noviembre de 2021, para subir al 72-74 % después de la tercera ola de la pandemia, coincidiendo con el inicio de la campaña de vacunación. </p>
<p>Las personas con mayor motivación para vacunarse son los hombres, las que están más preocupadas por la enfermedad y la valoran como más grave, las que confían más en los científicos y las que sienten preocupación por las personas que van sin mascarilla. Los motivos que han dado los encuestados para no querer vacunarse son la falta de información, posibles riesgos para la salud y “prefiero esperar un poco”. A medida que el tiempo pasa, nuevas fuentes de incertidumbre, como la disponibilidad de dosis o el aparente aumento de casos de efectos secundarios de la vacuna, pueden generar reticencia en ciertos sectores de la población.</p>
<p>A medida que va aumentando el porcentaje de población vacunada nos enfrentamos a nuevos retos como los de mantener un cierto nivel de alerta y motivación en la población inmunizada. Para ello, serán necesarias unas buenas campañas de sensibilización basadas en la evidencia y alejadas de la otra pandemia, la pandemia de la desinformación –la llamada “<a href="https://www.who.int/es/news/item/23-09-2020-managing-the-covid-19-infodemic-promoting-healthy-behaviours-and-mitigating-the-harm-from-misinformation-and-disinformation">infodemia</a>”–, y el ruido generado por la información incorrecta y los bulos.</p><img src="https://counter.theconversation.com/content/160289/count.gif" alt="The Conversation" width="1" height="1" />
<p class="fine-print"><em><span>Las personas firmantes no son asalariadas, ni consultoras, ni poseen acciones, ni reciben financiación de ninguna compañía u organización que pueda obtener beneficio de este artículo, y han declarado carecer de vínculos relevantes más allá del cargo académico citado anteriormente.</span></em></p>A medida que va aumentando el porcentaje de población vacunada nos enfrentamos a nuevos retos como los de mantener un cierto nivel de alerta y motivación en la población inmunizada.María Falcón Romero, Profesora titular de Medicina Legal y Forense, Universidad de MurciaCarmen Rodríguez Blázquez, Técnico I+D del Centro Nacional de Epidemiología, Instituto de Salud Carlos IIIMaria João Forjaz, Investigadora en salud pública, Instituto de Salud Carlos IIIMaría Romay-Barja, Investigadora en comportamiento humano y enfermedades infecciosas. Centro Nacional de Medicina Tropical. Instituto de Salud Carlos III, Instituto de Salud Carlos IIIMartina Fernández Gutiérrez, Profesora Titular de Universidad, Universidad de CádizPilar Bas Sarmiento, Profesora Titular de Universidad, Universidad de CádizLicensed as Creative Commons – attribution, no derivatives.tag:theconversation.com,2011:article/1557032021-06-06T19:05:15Z2021-06-06T19:05:15Z¿Señores o lacayos de la inteligencia artificial? Una fábula ético-filosófica<figure><img src="https://images.theconversation.com/files/404338/original/file-20210603-17-1wc20bq.jpg?ixlib=rb-1.1.0&rect=0%2C0%2C7500%2C4603&q=45&auto=format&w=496&fit=clip" /><figcaption><span class="caption">
</span> <span class="attribution"><a class="source" href="https://www.shutterstock.com/es/image-photo/robot-hand-making-contact-human-on-1379131412">Shutterstock / sdecoret</a></span></figcaption></figure><blockquote>
<p>“Conseguir crear una Inteligencia Artificial puede ser el mayor logro histórico de la humanidad. Pero también puede ser el último, si no acertamos a evitar sus riesgos.” (<a href="https://derecho.usmp.edu.pe/sapere/ediciones/edicion_8/cultura/Stephen_Hawking.pdf">Stephen Hawking</a>)</p>
</blockquote>
<p>¿Puede la <a href="https://www.arte.tv/de/videos/081590-000-A/ihuman/">Inteligencia Artificial</a> dotar de una nueva dimensión a la humanidad? ¿Esta poderosa herramienta nos convertirá en <a href="https://es.wikipedia.org/wiki/Homo_Deus:_Breve_historia_del_ma%C3%B1ana"><em>Homo Deus</em></a>? ¿O devendremos más bien siervos de una futura deidad que ya controla en buena medida nuestros afectos y preferencias?</p>
<p>Aunque se trate de un <a href="https://theconversation.com/nada-mas-humano-que-la-inteligencia-artificial-157347">invento humano</a>, conviene analizar los escenarios que pueden darse si alguna vez llega una <a href="https://blogs.elconfidencial.com/cultura/tribuna/2021-03-23/ia-inteligencia-artificial_3001116/">superinteligencia artificial</a>. Para ello utilizaremos una suerte de fábula filosófica con su moraleja ética. </p>
<h2>Deshumanización de nuestra relaciones personales</h2>
<figure class="align-right ">
<img alt="" src="https://images.theconversation.com/files/386550/original/file-20210225-21-14pw1sm.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=237&fit=clip" srcset="https://images.theconversation.com/files/386550/original/file-20210225-21-14pw1sm.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=600&h=327&fit=crop&dpr=1 600w, https://images.theconversation.com/files/386550/original/file-20210225-21-14pw1sm.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=30&auto=format&w=600&h=327&fit=crop&dpr=2 1200w, https://images.theconversation.com/files/386550/original/file-20210225-21-14pw1sm.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=15&auto=format&w=600&h=327&fit=crop&dpr=3 1800w, https://images.theconversation.com/files/386550/original/file-20210225-21-14pw1sm.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=754&h=411&fit=crop&dpr=1 754w, https://images.theconversation.com/files/386550/original/file-20210225-21-14pw1sm.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=30&auto=format&w=754&h=411&fit=crop&dpr=2 1508w, https://images.theconversation.com/files/386550/original/file-20210225-21-14pw1sm.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=15&auto=format&w=754&h=411&fit=crop&dpr=3 2262w" sizes="(min-width: 1466px) 754px, (max-width: 599px) 100vw, (min-width: 600px) 600px, 237px">
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<span class="caption">El protagonista de la película HER.</span>
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<p>Los hallazgos relativos a la Inteligencia Artificial pueden hacernos cobrar conciencia de cómo se van despersonalizando las relaciones humanas. La película <a href="https://www.youtube.com/watch?v=CoLsf8LvZNI"><em>Her</em></a> nos plantea que pudiéramos llegar a enamorarnos de un sofisticado sistema operativo muy superior a <a href="https://es.wikipedia.org/wiki/Siri">Siri</a>. </p>
<p>Al parecer, hoy en día no parece viable diseñar nada homologable a la Samantha de la película, pese a los progresos alcanzados en reconocimientos de voz e imágenes, aunque sí contemos con <a href="https://es.wikipedia.org/wiki/Scarlett_Johansson">Scarlett Johansson</a> para prestarle la calidez de una sugestiva voz humana. El protagonista ya depende sobremanera de sus dispositivos cibernéticos que mediatizan por completo su relación con otras personas y quizá por eso esté predispuesto a enamorarse de su dócil sistema operativo.</p>
<p>Algunos programas informáticos pueden afinar diagnósticos radiológicos, procesar variables en el ámbito judicial e intermediar en las intervenciones quirúrgicas. Pero dudamos de que la Inteligencia Artificial pueda suplir a un cocinero de vanguardia, <a href="https://theconversation.com/los-robots-periodistas-ya-estan-entre-nosotros-140265">periodistas acreditados</a> y mucho menos a nuestro psiquiatra de cabecera. Sin embargo, no se descarta el uso de una industria robótica para cuidar enfermos o ancianos. Cuesta creer que con eso paliemos nuestra creciente sensación de <a href="https://www.youtube.com/watch?v=j2Hc9FkrJFg">soledad</a>.</p>
<h2>¿Androides o dioses manufacturados?</h2>
<p>Al fabricar robots dotados de unas capacidades analíticas prácticamente ilimitadas, en realidad no estaríamos generando algo similar al ser humano, sino que se parecerían más bien a nuestra concepción de los dioses. Las cualidades que pretendemos atribuir a esos presuntos androides exceden nuestra finitud y falibilidad, al propender más bien a otorgarles omnisciencia, omnipotencia e inmortalidad, es decir, cuanto siempre hemos proyectado en una divinidad que imaginamos de modo excelso. </p>
<p>No sería muy difícil que, al poseer unas cualidades tan portentosas, dieran en despreciar a sus creadores por su <a href="https://theconversation.com/covid-19-nos-recuerda-que-no-somos-dioses-y-es-una-buena-noticia-137128">inexorable finitud e infinita torpeza</a>. </p>
<h2>Los múltiples desafíos de la Inteligencia Artificial</h2>
<p>Desde la noche de los tiempos, el ser humano ha concebido dioses a su imagen y semejanza, atribuyéndole sus propias cualidades pero en grado sumo. Ahora las cosas podrían ser diferentes y cobrar un giro totalmente inesperado. Como advierte <a href="https://es.wikipedia.org/wiki/Stephen_Hawking">Stephen Hawking</a>, la Inteligencia Artificial puede ser nuestro mayor hallazgo y quizá el último. </p>
<p>¿Podríamos vernos aniquilados por esta hazaña tecnológica? ¿Lograremos alumbrar <a href="https://www.rtve.es/alacarta/audios/no-es-un-dia-cualquiera/roberto-aramayo-ifs-csic-cafe-9/5799158/">una nueva divinidad materializada</a> en una red neuronal de silicio? Esta diosa tangible cobraría cuerpo en términos cuánticos y su existencia no sería cuestión de fe, al tener una materialidad física. </p>
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<img alt="" src="https://images.theconversation.com/files/386552/original/file-20210225-17-18tlz4s.jpeg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=237&fit=clip" srcset="https://images.theconversation.com/files/386552/original/file-20210225-17-18tlz4s.jpeg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=600&h=401&fit=crop&dpr=1 600w, https://images.theconversation.com/files/386552/original/file-20210225-17-18tlz4s.jpeg?ixlib=rb-1.1.0&q=30&auto=format&w=600&h=401&fit=crop&dpr=2 1200w, https://images.theconversation.com/files/386552/original/file-20210225-17-18tlz4s.jpeg?ixlib=rb-1.1.0&q=15&auto=format&w=600&h=401&fit=crop&dpr=3 1800w, https://images.theconversation.com/files/386552/original/file-20210225-17-18tlz4s.jpeg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=754&h=504&fit=crop&dpr=1 754w, https://images.theconversation.com/files/386552/original/file-20210225-17-18tlz4s.jpeg?ixlib=rb-1.1.0&q=30&auto=format&w=754&h=504&fit=crop&dpr=2 1508w, https://images.theconversation.com/files/386552/original/file-20210225-17-18tlz4s.jpeg?ixlib=rb-1.1.0&q=15&auto=format&w=754&h=504&fit=crop&dpr=3 2262w" sizes="(min-width: 1466px) 754px, (max-width: 599px) 100vw, (min-width: 600px) 600px, 237px">
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<span class="caption">El laberinto infinito de Borges.</span>
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</figure>
<p>Tras <a href="https://es.wikipedia.org/wiki/Muerte_de_Dios">la muerte de Dios</a>, y más allá del <a href="http://isegoria.revistas.csic.es/index.php/isegoria/issue/view/63">transhumanismo posthumanista</a>, asistiríamos al nacimiento de una nueva deidad que sería un artefacto diseñado por el ser humano. Su procesamiento de los <a href="https://es.wikipedia.org/wiki/Macrodatos">macrodatos</a>, combinado con un <a href="https://es.wikipedia.org/wiki/Aprendizaje_autom%C3%A1tico">aprendizaje automatizado</a>, le harían finalmente materializar al hipotético lector capaz de abarcar esa biblioteca infinita que <a href="https://es.wikipedia.org/wiki/La_biblioteca_de_Babel">Borges</a> imagina en <em>El jardín de los senderos que se bifurcan</em>.</p>
<p>Este artefacto autodidacta alcanzaría una voluntad propia, capaz de evolucionar por su cuenta y adoptar decisiones autónomas, al margen de lo programado en los <a href="https://es.wikipedia.org/wiki/Algoritmo">algoritmos</a> iniciales y sin tener por qué acatar ninguna pauta humana, ni tampoco las tres <a href="https://es.wikipedia.org/wiki/Tres_leyes_de_la_rob%C3%B3tica">Leyes de la robótica</a> de <a href="https://es.wikipedia.org/wiki/Isaac_Asimov">Isaac Asimov</a> o las <a href="https://theconversation.com/la-septima-ley-de-la-robotica-como-hacer-de-los-robots-humanos-ejemplares-104725">enumeradas después</a>. Incluso los poderosos <a href="https://www.revistadelibros.com/articulos/senores-del-aire">Señores del Aire</a> devendrían sus vasallos a la postre.</p>
<h2>La insignificancia del diseñador</h2>
<p>¿Qué impresión causaríamos a una portentosa Inteligencia Artificial capaz de hacer cálculos ilimitados y tener una visión panorámica e instantánea de cuánto cabe hacer? El <a href="http://revistas.uned.es/index.php/endoxa/article/view/17108">dios de Leibniz</a>, al contemplar los infinitos mundos posibles, decide decantarse por el mejor. Pero su homólogo cibernético podría tener otro criterio. </p>
<p>Podremos implantarles simulaciones muy sofisticadas de nuestras emociones, pero siempre le faltará nuestro soporte biológico y aquello que llamamos “alma”, “corazón”, “entrañas”, “espíritu” o “conciencia moral”, por mucho que puedan remedar algo homologable a la <a href="https://theconversation.com/y-si-los-robots-pudieran-tener-conciencia-104783">consciencia</a>. Una implacable y siempre perfectible capacidad analítica terminaría por hacer primar la optimación utilitarista de los resultados, en la estela del desalmado prisma <a href="https://theconversation.com/ultraneoliberalismo-y-liberalismo-desde-la-fabula-de-las-abejas-149057">ultra-neoliberal</a>. </p>
<p>Bajo semejante mirada, los humanos seríamos considerados un resto irrelevante de cualquier ecuación y devendríamos una escoria desechable en esa nueva era presidida por una Inteligencia Artificial capaz de reproducirse a sí misma e incrementar incesantemente sus propias capacidades hasta límites insospechados.</p>
<p>Lo peor de esta fabulación es que ya vivimos un anticipo de semejante pesadilla. Somos cautivos de unos dispositivos digitales que nos fascinan e hipnotizan cada vez más, al imponernos paulatinamente una creciente servidumbre voluntaria y hacernos banalizar nuestra percepción del mal hasta hacernos creer que las atrocidades contempladas o perpetradas podrían ser tan reversibles como las de un videojuego. </p>
<p>Mientras nos empeñamos en dotar con rasgos humanos a los robots, nos vamos robotizando a nosotros mismos. La transición es paulatina e imperceptible, pero vamos entregando las informaciones personales que permiten predecir nuestros comportamientos. Alimentamos un conductismo que nos tiraniza y que hemos contribuido a modelar para esclavizarnos a nosotros mismos.</p>
<p>Una <a href="https://www.rtve.es/radio/20210217/desinformacion-redes-nueva-amenaza-para-democracia/2076437.shtml">desinformación personalizada en las redes</a> decide las contiendas electorales de nuestras democracias. Los Estados, al margen de su tamaño y mutuas alianzas, tienen escaso margen de maniobra frente a las grandes corporaciones empresariales y tecnológicas, cuyas reglas están por encima de unas constricciones legales cuya transgresión está garantizada. Es muy probable que <a href="https://es.wikipedia.org/wiki/Silicon_Valley">Silicon Valley</a> cuente ya con lugares muy similares en la emergente China o esa sibilina Rusia que no presume de logros porque se conforma con ponerlos en práctica.</p>
<p>Quizá lo mejor de la Inteligencia Artificial consista en hacernos reparar sobre todo aquello que nos deshumaniza cada vez más y acaba por <a href="https://www.almendron.com/tribuna/no-hay-etica-para-robots/">robotizarnos a nosotros mismos</a>.</p>
<p>Este sí podría ser el auténtico final de la historia humana. La herramienta con que aspiramos a resolver nuestros grandes problemas actuales: el cambio climático, las pandemias, la pobreza u otras cosas por el estilo, en realidad podría agravar nuestras desigualdades y amplificar la precariedad antes de rematarnos con su absoluto desprecio. Ojalá sea tiempo de recapacitar y poner bridas éticas a cuánto concierne al avance tecnológico. </p>
<p>Más nos valdría respetar nuestro entorno natural y la supervivencia de los organismos biológicos, en lugar de pretender enmendar nuestros abusos con una sofisticada herramienta que quizá no logremos controlar y bien pudiese agravar desigualdades e injusticias de índole social. Las consideraciones éticas deben guiar los avances tecnológicos y <a href="https://theconversation.com/banalizamos-la-etica-156393">no verse invocadas en vano</a> cuando ya es tarde. Potenciemos la inteligencia natural y controlemos ese mal uso de los algoritmos que puede originar tantos dislates.</p><img src="https://counter.theconversation.com/content/155703/count.gif" alt="The Conversation" width="1" height="1" />
<p class="fine-print"><em><span>Roberto R. Aramayo no recibe salario, ni ejerce labores de consultoría, ni posee acciones, ni recibe financiación de ninguna compañía u organización que pueda obtener beneficio de este artículo, y ha declarado carecer de vínculos relevantes más allá del cargo académico citado.</span></em></p>¿Nos convertirá la inteligencia artificial en Homo Deus o más bien podríamos crear una Dea Ex-Machina, una diosa material para cuyas complejas ecuaciones el ser humano supondría un factor desdeñable?Roberto R. Aramayo, Profesor de Investigación IFS-CSIC (GI TcP Etica, Epistemología y Sociedad). Historiador de las ideas morales y políticas. Proyectos PAIDESOC (FFI2017-82535), BIFISO (PIE-CSIC-CIV19-027), ON-TRUST CM (HUM5699) y PRECARITYLAB (PID2019-10), Instituto de Filosofía (IFS-CSIC)Licensed as Creative Commons – attribution, no derivatives.tag:theconversation.com,2011:article/1474982021-05-26T06:53:04Z2021-05-26T06:53:04ZLas herramientas del marketing para exprimir los datos de las redes<figure><img src="https://images.theconversation.com/files/366413/original/file-20201029-19-13o1dx7.jpg?ixlib=rb-1.1.0&rect=0%2C0%2C3994%2C2245&q=45&auto=format&w=496&fit=clip" /><figcaption><span class="caption">
</span> <span class="attribution"><a class="source" href="https://www.shutterstock.com/es/image-photo/magnifying-glass-documents-analytics-data-lying-672069292">Shutterstock / Thanakorn.P</a></span></figcaption></figure><p>La investigación de mercados, parte estratégica del marketing, está experimentando cambios radicales gracias al uso de las nuevas tecnologías. </p>
<p>No solo se atienden nuevos objetos de estudio, sino que se utilizan nuevas técnicas de recopilación, sistematización y análisis de datos. Estas transformaciones, sin embargo, no reemplazan a los procedimientos tradicionales, sino que los complementan o actualizan.</p>
<p>Por ejemplo, las tradicionales encuestas personales, telefónicas y postales seguirán siendo utilizadas para estudiar las opiniones. Pero hoy cuentan con canales de distribución adicionales, como el correo electrónico y los formularios en línea; clasificadores más potentes gracias a la velocidad, capacidad y versatilidad de los nuevos equipamientos informáticos; y formas de analizar diferentes debido a la minería de datos (uso de algoritmos para el análisis de grandes cantidades de información), la analítica web (recopilación sistemática e interpretación de las métricas y la información contenida en internet), y las técnicas de neuromarketing.</p>
<p>El neuromarketing es una metodología que permite examinar la actividad cerebral del consumidor a través de equipamiento tecnológico avanzado, de tal forma que hace posible explicar la <a href="https://www.tandfonline.com/doi/abs/10.1080/0267257X.2017.1327249?casa_token=2gA88olfdPwAAAAA%3AZzPDltWflHcuJZnzUCSpMJFAUpj98hXgPNrEFfSlShf7pXS7QGBZt245jAp-D8zvZ3mb4Ef17ik&journalCode=rjmm20">conducta del cliente</a> con base en su actividad biológica y neuronal.</p>
<h2>Las redes sociales</h2>
<p>Hace cuarenta años se confeccionaba un cuestionario para saber el parecer y las intenciones de un cliente. Ahora también se precisa del talento del investigador y del talante del encuestado, pero hoy día es inexcusable escuchar la corriente de opiniones e interacciones que tienen lugar <a href="https://www.sciencedirect.com/science/article/abs/pii/S074756321830414X?casa_token=GrltiBVF3QkAAAAA:Nop-xEYThymnYUSYMTePknlTxSLMRtIBX6EYgdA6HnRJOPNW0ihLwSKG0o1ANqwG6seuZJ9Z">en las redes sociales</a>. </p>
<p>Los cuestionarios tradicionales siguen siendo útiles: sus preguntas establecen un diálogo directo con el encuestado, se puede llegar a todo el mundo y se confirma la identidad de quien responde. </p>
<p>Pero los programas de análisis de contenido, de analítica web y de neuromarketing permiten ampliar el campo de estudio hasta el punto de que se accede no sólo a las respuestas verbales, sino también de conducta real e incluso cerebral de la población mediante equipos de resonancia magnética y encefalogramas.</p>
<h2>Más rápido e impersonal</h2>
<p>Los nuevos métodos permiten evitar el efecto instrumental: es decir, la influencia que ejerce la presencia de un encuestador y sus herramientas en las respuestas del encuestado. Cuando se analizan las conversaciones de las redes sociales, no hay influencia ninguna del analista. </p>
<p>También se logra ahorrar tiempo y no molestar al encuestado gracias al uso de <em>software</em> de escucha social que no precisan interrogar a quienes se haya elegido encuestar. Las redes sociales son <a href="https://www.youtube.com/watch?v=ZaQ5NWML7NA&t=2s">objeto y herramientas</a> de estudio.</p>
<h2>Cambios importantes en la enseñanza</h2>
<p>En este contexto, lo que está ocurriendo con la enseñanza de la investigación de mercados en España podría resumirse diciendo que la ciencia de la investigación de mercados y el marketing empiezan a coincidir con su historia. Es decir, que se empieza a hacer un esfuerzo por modernizar y actualizar no solo los conocimientos, sino las prácticas de investigación. </p>
<p>Por ejemplo, en países como Estados Unidos, la investigación más avanzada del neuromarketing es realizada, con mucha frecuencia, por empresas en colaboración con universidades. Igualmente, son las empresas más avanzadas las que están empleando y alumbrando hallazgos relevantes en marketing de móviles, de vídeos y de otros enfoques de ciencia aplicada.</p>
<p>No en vano, se empieza a introducir contenidos de marketing digital en los programas de aprendizaje de la <a href="https://www.soyloqueleo.com/libro/9788428338523/investigacion-de-mercados">universidad española</a>. De este modo, la innovación educativa atiende a nuevas técnicas tales como los sistemas de rastreo ocular, realidad virtual, geolocalización y monitorización de móviles, sistemas de información geográfica, analítica web, herramientas de fidelización CRM, minería de datos, análisis de sentimientos y cuadros digitales de mando integral, así como innovaciones relativas al almacenamiento de datos.</p>
<h2>El factor humano, indispensable todavía</h2>
<p>Aunque la misión sigue siendo la misma (entender más y mejor al cliente), los procedimientos y los problemas para asegurar <a href="https://journals.sagepub.com/doi/abs/10.2501/IJMR-2014-025?casa_token=5CLGRFqW_BoAAAAA%3AdvEoHXELrA0pby99I3-1mxfe24fdXE5I55lTwezFtJog5Wmbe-2Zz2vTwLlcUyMesbmilIrVTw4&">información válida y fiable</a> son diferentes. </p>
<p>Y es que las personas disimulan, se comportan sesgadamente, opinan con subjetividad e incluso a veces mienten. Por ello, en la encuesta tradicional se incluían preguntas similares en distintas partes de un cuestionario, a fin de evaluar la consistencia de las respuestas y así concluir acerca de la atención y sinceridad del encuestado. En el caso de las redes sociales, para comprobar la veracidad de una tendencia de opinión se han desarrollado sistemas de minería de texto muy sutiles. </p>
<h2>El ejemplo de las noticias falsas</h2>
<p>Por ejemplo, gracias a la minería de datos, se sabe que las noticias falsas presentan unas características muy particulares. De acuerdo con el <a href="https://arxiv.org/pdf/1804.08559.pdf">trabajo científico </a>de profesores de las Universidades de Stanford y Carnegie Mellon, se trata de informaciones vertidas por pocos autores, quienes actúan en zonas geográficas y foros muy concretos y perpetran sus infundios y falsedades en horas determinadas.</p>
<p>Es más, buscan extenderse de la forma más rápida y profunda posible, por lo que buscan a personas con muchos seguidores o utilizan foros con comunidades amplias. Además, suelen ser noticias con críticas muy negativas y destructivas que desprenden una visión estigmatizada, que argumentan en tono alarmista y sensacional porque priorizan llamar la atención. </p>
<p>Igualmente, suelen presentar pobreza gramatical y sus contenidos tienden a repetir mucho el mismo mensaje y con las mismas palabras. Curiosamente, mientras abundan los adverbios, los pronombres y los verbos, escasean los sustantivos y los adjetivos, ya que es más fácil mentir sin dar detalles y sin aludir a hechos concretos. Finalmente, reciben reacciones inmediatas o desmentidos apresurados por parte de otros usuarios de internet.</p>
<h2>Los datos, fuentes de conocimiento</h2>
<p>El ecosistema de internet está generando tal volumen de datos a través de las páginas web, redes sociales, <em>blogs</em>, foros, y correos electrónicos, revisiones y geolocalizaciones, que la <a href="https://link.springer.com/article/10.1007/s00146-014-0549-4">investigación comercial</a> ha tenido que crear nuevas técnicas de modelización, de análisis de sentimientos, de construcción de sociogramas y minería de texto. </p>
<p>Ahora se precisa una capacidad de procesamiento y análisis que no era necesaria en los tiempos en los que la encuesta y los cuestionarios eran las herramientas más recurridas por la investigación social. De hecho, según datos de <a href="https://www.internetlivestats.com/twitter-statistics/">Twitter</a>, el pasado año se enviaron una media de quinientos millones de tuits al día. </p>
<p>A pesar de ello, hoy es posible describir, diagnosticar, predecir y prescribir mucho mejor que nunca y, de esta forma, los dirigentes optimizan sus decisiones con la ayuda de la <a href="https://www.youtube.com/watch?v=RdQNlDUuA1Y&t=1s">inteligencia artificial</a>. Si bien, tal vez como podría decir un poeta, los que toman decisiones hoy día y hacen investigación de mercados actual siguen sintiendo que este es un mundo de preguntas muy mal organizado cuyos riesgos se minimizan con la investigación y el análisis de mercados.</p><img src="https://counter.theconversation.com/content/147498/count.gif" alt="The Conversation" width="1" height="1" />
<p class="fine-print"><em><span>Gonzalo Díaz Meneses no recibe salario, ni ejerce labores de consultoría, ni posee acciones, ni recibe financiación de ninguna compañía u organización que pueda obtener beneficio de este artículo, y ha declarado carecer de vínculos relevantes más allá del cargo académico citado.</span></em></p>La investigación de mercados ha cambiado radicalmente en los últimos tiempos. Se incorporan tecnologías como el neuromarketing y la minería de datos, aplicadas en inmensas bases de datos como las redes sociales.Gonzalo Díaz Meneses, Profesor de Marketing y Comportamiento del Consumidor, Universidad de Las Palmas de Gran CanariaLicensed as Creative Commons – attribution, no derivatives.tag:theconversation.com,2011:article/1597622021-05-18T19:43:23Z2021-05-18T19:43:23Z¿Cuánto creemos en las teorías de la conspiración?<figure><img src="https://images.theconversation.com/files/400597/original/file-20210513-21-1o9g4yi.jpg?ixlib=rb-1.1.0&rect=0%2C17%2C5881%2C3636&q=45&auto=format&w=496&fit=clip" /><figcaption><span class="caption">
</span> <span class="attribution"><a class="source" href="https://www.shutterstock.com/es/image-photo/creative-concept-manipulation-coronavirus-crowd-looking-1727589901">Shutterstock / zef art</a></span></figcaption></figure><p>¿Fue la gran crisis financiera de 2008 producto de un plan oculto? ¿El coronavirus se diseñó en secreto en un laboratorio y su propagación no es fortuita?</p>
<p>Estas y otras preguntas podrían encajar con lo que en el terreno de las ciencias sociales denominamos una “teoría de la conspiración”. Este concepto hace referencia a la creencia en explicaciones de determinados hechos que son alternativas a la versión oficial. Por ejemplo, la existencia de grupos o planes secretos que difunden deliberadamente una versión falseada de la realidad para obtener así algún beneficio. </p>
<p>Entre otras posibles razones, la prolongada desconfianza institucional y la aparición de los medios digitales como ecosistema comunicativo han provocado que estas teorías estén hoy en todas partes. </p>
<h2>¿La sociedad española cree en teorías de la conspiración?</h2>
<p>Conocemos muchos de los mecanismos psicológicos que ilustran <a href="https://www.climatechangecommunication.org/conspiracy-theory-handbook/">por qué somos proclives a creer</a> en este tipo de explicaciones. En muchos casos, pasan por la reducción de la incertidumbre y un intento de construir respuestas grupales a la sensación de ser vulnerables ante amenazas potenciales.</p>
<p>Sin embargo, en España no se han realizado demasiados estudios basados en muestras grandes y representativas de población. Al menos así era hasta el año 2017. Entonces, un equipo de expertos de las Universidades de Huelva, Granada y Vigo condujo una investigación que se ha llevado a cabo como parte de la <a href="https://panelpacis.net/">5ª Ola del Panel Ciudadano para la Investigación Social en Andalucía</a> (PACIS), financiada por el Instituto de Estudios Sociales Avanzados (IESA-CSIC).</p>
<p>Dicho estudio se basa en la administración de una encuesta a 1 103 personas andaluzas, una muestra probabilística altamente representativa de la sociedad andaluza. </p>
<p>Los <a href="http://rabida.uhu.es/dspace/handle/10272/16291">resultados</a> no nos dejan indiferentes, pues parece haberse instalado una amplia desconfianza entre la ciudadanía. Por ejemplo, muchos andaluces se suman a la idea de que es probable o muy probable que “ocurran muchas cosas en el mundo de las que no somos informados”. </p>
<p>En un plano más específico, algunos enunciados conspirativos recabaron un fuerte apoyo. Es el caso de la creencia en que “<a href="https://es.wikipedia.org/wiki/Incendio_forestal_de_Do%C3%B1ana_de_2017">el incendio de Doñana</a> tiene mucho que ver con <a href="https://www.boe.es/diario_boe/txt.php?id=BOE-A-2015-8146">la aprobación de la modificación de la Ley de Montes</a>, con la que un 45 % de la población mostró un alto nivel de acuerdo (en una escala de 1 a 7, una puntuación igual o superior a 6 puntos).</p>
<p>Siguiendo esta misma lógica, ideas como que "la crisis financiera fue deliberadamente provocada por los políticos y grandes empresarios” también obtuvieron un 48 % de apoyo. </p>
<p>Incluso teorías de la conspiración con una acentuada marca sexista obtuvieron un relativo apoyo popular. Por ejemplo, una de cada cuatro personas encuestadas mostró un alto grado de acuerdo con que “el gobierno oculta deliberadamente las cifras de hombres que son maltratados por las mujeres”. </p>
<h2>Un perfil social para cada teoría conspiratoria</h2>
<p>Si nos preguntamos qué tipo de persona tiende a prestar apoyo más a menudo a este tipo de creencias, encontramos que no existe un único perfil sociológico que señale a las más proclives a creer en teorías de la conspiración. No obstante, la edad, la religiosidad o la orientación política son algunos de los factores que deben ser considerados. </p>
<p><a href="http://rabida.uhu.es/dspace/handle/10272/15352">Según este mismo estudio</a>, el perfil difiere en función del tipo de creencia conspirativa en cuestión. Por ejemplo, la creencia en “Eurabia” o <a href="https://es.wikipedia.org/wiki/Eurabia">una supuesta invasión del Islam</a> es mayor entre los andaluces de mayor edad, asociados al espectro político de la derecha y que se declaran católicos. </p>
<p>En cambio, la creencia en que los políticos y grandes empresarios provocaron deliberadamente la crisis económica es más popular entre los andaluces que simpatizan con la izquierda. </p>
<p>Existe una relación entre la creciente difusión de estas teorías de la conspiración y cambios en las pautas de consumo de la información por parte de la sociedad. Por ejemplo, nuestro equipo ha constatando que existe una <a href="http://rabida.uhu.es/dspace/handle/10272/16261">elevada desconfianza y falta de credibilidad</a> por parte de la ciudadanía respecto de la información recibida. </p>
<p>Además, tal y como hemos <a href="http://www.reis.cis.es/REIS/PDF/REIS_173_061607000048523.pdf">publicado recientemente</a>, también parece claro que un uso intenso de las redes sociales digitales (que sustituyen a otros medios como fuente de información) está asociado a un mayor apoyo a este tipo de creencias. </p>
<h2>La pandemia, un terreno abonado para la mentalidad conspirativa</h2>
<p>Si un escenario de incertidumbre impulsa la creación y propagación de teorías de la conspiración, parece evidente que la pandemia es un perfecto caldo de cultivo para estas. Las teorías de la conspiración, además, florecen en situaciones de crisis. </p>
<p>Para explicar este fenómeno y otros aspectos sociales del escenario pandémico, nuestro equipo de la Universidad de Huelva (<a href="https://eseis.es/">ESEIS</a>/<a href="http://uhu.es/coideso/">COIDESO</a>) ha formado parte, junto a científicos sociales de otros 67 países, de un ambicioso proyecto internacional titulado <a href="https://icsmp-covid19.netlify.app/about.html">Covid-19 study on Social & Moral Psychology</a>. </p>
<p>Esta investigación ha demostrado que, en España, nuestro grado de creencia en estas explicaciones conspirativas sobre el covid-19 es significativo, aunque muy similar al promedio del conjunto de países estudiado. </p>
<p>Hemos detectado, por ejemplo, que más de una quinta parte de la población española (el 21,9 %) muestra un alto grado de acuerdo con la idea de que el coronavirus “es un arma biológica diseñada por científicos”. </p>
<p>También se constata que el 18 % muestra un gran acuerdo con que el covid-19 “es una conspiración para acabar, definitivamente, con los derechos de los ciudadanos y establecer un sistema autoritario”. </p>
<h2>El peligro de creer en teorías de la conspiración</h2>
<p>Estos datos no facilitan la labor de nuestras autoridades sanitarias ni las tareas de contención de la enfermedad. De hecho, investigaciones recientes, como la que vemos en este artículo, muestran que creer en teorías de la conspiración se asocia a un menor seguimiento de las recomendaciones sanitarias durante la pandemia. </p>
<p>Por su ubiquidad y por la facilidad con la que hoy tenemos acceso a gran cantidad de información no contrastada, no es improbable que muchos lectores de este texto hayan ayudado, siquiera inconscientemente, a propagar alguna de estas teorías de la conspiración. </p>
<p>Quizás sea el momento de recuperar una manera más pausada y concienciada de consumir y trasladar información a las personas de nuestro entorno, también durante la pandemia de covid-19.</p><img src="https://counter.theconversation.com/content/159762/count.gif" alt="The Conversation" width="1" height="1" />
<p class="fine-print"><em><span>Las personas firmantes no son asalariadas, ni consultoras, ni poseen acciones, ni reciben financiación de ninguna compañía u organización que pueda obtener beneficio de este artículo, y han declarado carecer de vínculos relevantes más allá del cargo académico citado anteriormente.</span></em></p>Uno de cada cinco españoles cree que el coronavirus es un arma biológica diseñada por científicos para acabar con los derechos de los ciudadanos y establecer un sistema autoritario.Iván Rodríguez Pascual, Sociólogo: Investigador en COIDESO y Grupo ESEIS. Departamento de Sociología, Trabajo Social y Salud Pública, Universidad de HuelvaBegoña García Navarro, Profesora Departamento de Enfermería. Directora de Salud de la Universidad de Huelva. Investigadora Grupo ESEIS. Directora Grupo AFLV de investigación INVESTIGA+., Universidad de HuelvaElena Morales Marente, Profesora de Psicología Social. Investigadora de COIDESO, Universidad de HuelvaEstrella Gualda Caballero, Catedrática de Sociología. Directora del Grupo ESEIS e investigadora de COIDESO, Universidad de HuelvaMª Soledad Palacios Gálvez, Profesora Titular de Psicología Social, investigadora de COIDESO, Universidad de HuelvaLicensed as Creative Commons – attribution, no derivatives.tag:theconversation.com,2011:article/1576272021-05-05T18:17:28Z2021-05-05T18:17:28ZFrente a la posverdad, espíritu crítico<figure><img src="https://images.theconversation.com/files/398614/original/file-20210504-13-20zqd1.jpg?ixlib=rb-1.1.0&rect=0%2C0%2C4985%2C3525&q=45&auto=format&w=496&fit=clip" /><figcaption><span class="caption">
</span> <span class="attribution"><a class="source" href="https://www.shutterstock.com/es/image-vector/girl-looking-through-binoculars-pop-art-1364304653">Shutterstock / AVA Bitter</a></span></figcaption></figure><p>En los últimos años, la posverdad ha sido uno de los conceptos más analizados en los medios de comunicación de todo el mundo. Periodistas, especialistas en comunicación, filósofos y comentaristas varios han pasado por los platós discutiendo de qué va este fenómeno que está afectando la vida política y que amenaza a las democracias más firmes y respetadas, como Estados Unidos o Gran Bretaña, o democracias jóvenes como Argentina o España.</p>
<p>El Brexit es uno de los procesos donde se puede ver la distorsión que generan los bulos (<em>fake news</em>) y la posverdad. En su libro <em>Post-truth</em>, <a href="https://leemcintyrebooks.com/about-lee/">Lee McIntyre</a> cuenta que en las calles londinenses se paseaban los autobuses con propaganda a favor del quiebre con la Unión Europea en la que rezaban afirmaciones como “La Unión Europea utiliza los impuestos de los británicos para financiar las corridas de toros en España”.</p>
<p>Con estas estrategias, los partidarios del Brexit fueron convenciendo a la población de que la mejor opción era la salida de la UE; y así se reflejó en las urnas. Un proceso tan complejo como este no se explica sólo desde la arista de la posverdad, pero su contribución fue crucial.</p>
<h2>Diferencias entre bulos y posverdad</h2>
<p>Para adentrarnos un poco en el concepto de posverdad en sí, es importante afirmar que los bulos, o las noticias falsas, y la posverdad, no son lo mismo. Los primeros pueden ser una noticia o un dato verosímil, y que parece o podría ser cierta, pero no lo es. El acto de producir o compartir una noticia falsa no es necesariamente doloso: puede ser simplemente un error. </p>
<p>Diferenciar entre verdadero y verosímil es muy importante, ya que podemos encontrar informaciones que podrían ser verdad, que son creíbles, pero que no son verdad. Esto ayuda a confundir y dejarnos llevar por la verosimilitud de la información. En muchos casos también es mal periodismo, a partir de un periodista que afirma algo que no tiene ciertamente comprobado y, como los periodistas “velan” por la verdad informativa, se pueden transformar en fáciles comunicadores de noticias falsas.</p>
<p>Por otro lado, la posverdad es un proceso complejo en el que coinciden distintas acciones, y su principal requerimiento es la intención de desinformar por parte del emisor del mensaje. El rumor funciona similar a la posverdad, pero con la salvedad de que en el rumor predomina el error de la información, mientras con la posverdad predomina la intención de desinformar. No hay error, hay voluntad de engañar.</p>
<h2>Posverdad y poder</h2>
<p>El concepto de poder es fundamental para entender la posverdad, ya que el manipulador ejerce un poder sobre los manipulados por medio de la persuasión de sus palabras. Para que esto suceda, debe esconder sus intenciones personales y verdaderas detrás de una máscara. A esta máscara la llamaremos metáfora.</p>
<p>La metáfora es una herramienta lingüística que utilizamos constantemente. Su fin principal es dar nuevo sentido a un concepto original que se encuentra desgastado o muerto. Así lo manifiesta el filósofo <a href="https://es.wikipedia.org/wiki/Paul_Ricoeur">Paul Ricoeur</a> en su obra <a href="http://palimpsestes.fr/textes_philo/ricoeur/metaphore-vive.pdf"><em>La metáfora viva</em></a>: la utilización de metáforas funciona cuando el sentido mismo se encuentra desgastado y, para reforzarlo, requerimos a esta herramienta para que el concepto en sí no muera.</p>
<h2>Ocultar la intención</h2>
<p>Por ejemplo: imaginemos alguna de las clásicas frases hechas que se dicen cotidianamente pero que son utilizadas como metáfora. La frase “dar gato por liebre” es una común metáfora que se utiliza para expresar que alguien nos ha engañado. Para expresar ese sentimiento con más fuerza preferimos mencionar tal frase a decir sencillamente “me han engañado”.</p>
<p>Así como existen las metáforas para ilustrar conceptos muertos o desgastados (como en el ejemplo anterior, “me han engañado”, cuyo desgaste ha dado lugar a la metáfora de “dar gato por liebre”), la posverdad utiliza la herramienta de la metáfora para que la intención verdadera del emisor de tal desinformación se oculte detrás de un nuevo concepto. </p>
<p>Volviendo al ejemplo del Brexit, la frase expuesta en los buses sobre el dinero que iría hacia la tauromaquia en España es una metáfora de la expresión “Europa nos roba”, utilizada recurrentemente por los británicos en favor del Brexit. Al mismo tiempo, esta frase funciona como una metáfora de las verdaderas intenciones de los precursores de dicho movimiento político. Podríamos decir que la posverdad funciona aquí como una meta-metáfora de las intenciones finales de quienes apoyan el Brexit.</p>
<h2>La importancia del periodismo</h2>
<p>Es básica la importancia que tiene el periodismo –el buen periodismo– en la lucha contra la posverdad. Al ser una institución con acceso privilegiado a la información, a los mayores estratos del poder mundial, y con una capacidad especial en el manejo de los datos que suceden en la realidad mundial, el periodismo está obligado a dar batalla contra este mal y tratar de derribar las noticias falsas que se instalan en el ideario popular a través de los datos y de la información.</p>
<p>Pese a ser un efecto que parece imposible frenar, la sociedad dispone de un arma extremadamente poderosa: el espíritu crítico. Si a la hora de informarnos lo hacemos con el fin de buscar nueva información, y no de reafirmar nuestros pensamientos y sentimientos preexistentes, no hay posverdad ni poder manipulador que pueda derribar el poder del verdadero espíritu crítico de quien, a partir de esa información, va moldeando su pensamiento y su espíritu crítico. </p>
<p>Si la sociedad está abierta a repensar sus ideas leyendo o escuchando a personas que piensan distinto que uno, es imposible que la posverdad nos manipule y nos haga el daño que busca hacer.</p>
<p>Aunque no podamos creerlo, la clave está en nosotros. Hagámoslo posible.</p><img src="https://counter.theconversation.com/content/157627/count.gif" alt="The Conversation" width="1" height="1" />
<p class="fine-print"><em><span>Agustín Joel Fernandes Cabal no recibe salario, ni ejerce labores de consultoría, ni posee acciones, ni recibe financiación de ninguna compañía u organización que pueda obtener beneficio de este artículo, y ha declarado carecer de vínculos relevantes más allá del cargo académico citado.</span></em></p>La posverdad actúa como una máscara: tras ella se ocultan las verdaderas intenciones de las personas que la usan. Convierten en metáfora su verdad para dar un nuevo sentido a sus argumentos.Agustín Joel Fernandes Cabal, Investigador predoctoral, Universidade de Santiago de CompostelaLicensed as Creative Commons – attribution, no derivatives.tag:theconversation.com,2011:article/1577172021-04-13T20:04:23Z2021-04-13T20:04:23ZLa política participativa en Madrid: ¿por qué debe importarnos su papel menguante?<figure><img src="https://images.theconversation.com/files/394079/original/file-20210408-19-1y4n5ap.jpeg?ixlib=rb-1.1.0&rect=0%2C0%2C1020%2C679&q=45&auto=format&w=496&fit=clip" /><figcaption><span class="caption">Medialab Prado.</span> <span class="attribution"><a class="source" href="https://www.medialab-prado.es/">Medialab Prado</a></span></figcaption></figure><p>Quienes han estudiado la intersección entre ciencia, cultura, tecnología y política en los últimos 20 años conocen el papel que ha jugado el laboratorio municipal de innovación de Madrid, <a href="https://www.medialab-prado.es/">Medialab Prado</a>. Recibió <a href="https://archive.aec.at/prix/showmode/17855/">una mención especial en el 2010</a> por Ars Electronica, uno de los premios más importantes del mundo de la tecnología y las artes, y el premio <a href="https://culturalfoundation.eu/stories/medialab-prado-uncertain-future">Princess Margriet Award en 2016</a> de la <a href="https://culturalfoundation.eu/">European Cultural Foundation</a>. Este laboratorio ha sido un faro para la investigación en tecnologías participativas, en las que se invita al ciudadano a implicarse en las reflexiones políticas, yendo más allá de su rol tradicional de elector de representantes. </p>
<p>Resalta, <a href="https://elpais.com/elpais/2021/03/14/3500_millones/1615731704_884731.html">entre muchas otras cosas</a>, su trabajo sobre <a href="https://decide.madrid.es/">Decide Madrid</a>, una de las plataformas de política participativa más exitosas del mundo y ganadora del <a href="https://publicadministration.un.org/unpsa/database/Winners/2018-winners/Citizen-participation-project">prestigioso premio de servicio público de la ONU</a> en 2018.</p>
<p>A pesar de su éxito, el laboratorio ha sido trasladado a la periferia, en <a href="https://www.elsaltodiario.com/medialab/medialab-prado-desaparece-traslado-desalojo">espacios inadaptados para desarrollar su trabajo</a>, sin director/a, y sin plan de futuro, poniendo de paso <a href="https://www.lavanguardia.com/local/madrid/20210311/6301132/candidatura-madrid-unesco-peligra-traslado-medialab.html">en peligro la candidatura de Madrid en la UNESCO</a>, en la que el laboratorio es pieza clave.</p>
<p>Contradictoriamente, esto llega en un momento en que las instituciones públicas fomentan cada vez más la voz de los ciudadanos, en <a href="https://www.conventioncitoyennepourleclimat.fr/en/">Francia</a>, <a href="https://www.politico.eu/article/belgium-democratic-experiment-citizens-assembly/">Bélgica</a>, o <a href="https://brill.com/view/journals/gg/22/4/article-p555_7.xml">la ONU</a>. Veamos dos de las contribuciones principales realizadas por Medialab Prado para la formulación de políticas para el futuro.</p>
<h2>Metodologías al ritmo de la ciudadanía</h2>
<p>Es tentador ver la ciudad como una configuración estable de edificios que siempre han estado allí, pero esta visión se aleja de la realidad. Las ciudades viven en constante cambio y las direcciones a tomar dependen generalmente de expertos con una visión fundamentalmente técnica. Por ejemplo, diferentes configuraciones de <a href="https://www.architectsdatafile.co.uk/news/tackling-inequalities-in-the-lighting-of-towns-and-cities/">iluminación son escogidas</a> según criterios como el índice de criminalidad. Sin embargo, esta aproximación puede reforzar las desigualdades entre barrios y no responder a las necesidades de sus habitantes.</p>
<p>A través de experimentos con tecnologías de participación como Decide Madrid, Medialab Prado lleva años explorando cómo remodelar la ciudad, basándose en las preocupaciones de la ciudadanía. Su trabajo refleja la necesidad de desarrollar métodos de participación que permitan comprender qué necesitan los diversos actores de la urbe (por ejemplo vecinos o empresas) o cómo se crea tejido social.</p>
<p>Bajo este prisma, la participación ciudadana va más allá del voto, más allá de ofrecer opiniones sobre decisiones tomadas. La participación ciudadana permite que los habitantes de la ciudad compartan un conocimiento único que les es propio, de manera que se puedan beneficiar de los cambios introducidos por las instituciones que los rodean.</p>
<p>El trabajo de Medialab Prado nos ha enseñado que esta participación debe respetar los tiempos y ritmos de la ciudadanía, a menudo enfrentados a los de las instituciones. Mientras que estas últimas suelen marcarse ritmos adaptados al vaivén electoral (con objetivos a cumplir en cuatro años), implicar a la ciudadanía en su conjunto puede requerir ampliar los plazos de reflexión y planificación, y reducir notablemente los de ejecución.</p>
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<iframe src="https://player.vimeo.com/video/498313038" width="500" height="281" frameborder="0" webkitallowfullscreen="" mozallowfullscreen="" allowfullscreen=""></iframe>
<figcaption><span class="caption">Medialab Prado: Un año en un día 2020.</span></figcaption>
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<h2>La participación ciudadana, innovación abierta</h2>
<p>En un mundo cada vez más complejo, con desafíos cruciales como las noticias falsas, y las desigualdades desenfrenadas, <a href="https://link.springer.com/article/10.1007/BF01405730">los problemas perversos</a> son <a href="https://www.tandfonline.com/doi/abs/10.1080/13669877.2011.643477">ubicuos</a> y deben ser manejados de manera innovadora.</p>
<p>Los problemas perversos son aquellos que no se pueden definir fácilmente, que cambian rápidamente, que son contradictorios e interdependientes entre sí.</p>
<p>Un ejemplo de este tipo de problemas es el cambio climático, que toca a cantidad de actores distintos. ¿Qué problemas entraña el cambio climático? ¿Cómo debemos abordarlo? ¿A quién escuchar primero? El mero hecho de enunciar un problema perverso supone un quebradero de cabeza, ya que existen distintas formas de definirlos y todas ellas pueden ser válidas.</p>
<p>Una ayuda a la gestión de estos problemas puede ser aplicar medidas de innovación abierta, similares a las adoptadas por numerosas organizaciones en todo el mundo: es decir, incluir a la ciudadanía en la comprensión y manejo de estos problemas perversos. <a href="https://elpais.com/sociedad/2020-06-28/ciudadanos-elegidos-por-sorteo-para-buscar-soluciones-al-cambio-climatico.html">Por ejemplo, Francia está aplicando éstos principios para desarrollar políticas sobre el cambio climático.</a></p>
<p>Durante años, Medialab Prado ha estudiado cómo crear democracias colaborativas a distintas escalas: barrios, ciudades e incluso países. En cierta medida, su trabajo demuestra que la democracia participativa no es más que un proceso de innovación abierta a gran escala.</p>
<p>Los municipios desempeñan un papel cada vez más importante en el <a href="https://mondediplo.com/2020/04/11cities">desarrollo democrático y de intercambio de ideas e innovación</a>, antes un terreno privilegiado de los estados.</p>
<p>La innovación abierta es jaleada en las empresas, ¿por qué no debería ser una práctica habitual en las administraciones públicas, con laboratorios dedicados a ello? Medialab Prado ha sido un lugar central para facilitar ese intercambio, poniendo a Madrid en el mapa de las instituciones que han repensado empíricamente el rol de la ciudadanía. En un momento en que se aplican modelos de democracia participativa a través el mundo, se ha de esperar que su labor siga teniendo impacto y creciente trascendencia.</p><img src="https://counter.theconversation.com/content/157717/count.gif" alt="The Conversation" width="1" height="1" />
<p class="fine-print"><em><span>Daniel Curto-Millet ha recibido financiación del programa de investigación e innovación Horizonte 2020 de la Unión Europea, en el marco de la beca Marie Skłodowska-Curie con número 744957.</span></em></p>Medialab Prado lleva años explorando cómo remodelar la ciudad a partir de las necesidades de sus habitantes. Su reciente traslado y falta de liderazgo ponen en riesgo el proyecto.Daniel Curto-Millet, Marie Curie Research Fellow, Centro de Ciencias Humanas y Sociales (CCHS - CSIC)Licensed as Creative Commons – attribution, no derivatives.tag:theconversation.com,2011:article/1564612021-03-11T21:16:33Z2021-03-11T21:16:33ZEntender la dimensión social de la pandemia es clave para paliar sus consecuencias<figure><img src="https://images.theconversation.com/files/388787/original/file-20210310-15-x1l38p.jpg?ixlib=rb-1.1.0&rect=6%2C0%2C4352%2C2908&q=45&auto=format&w=496&fit=clip" /><figcaption><span class="caption">Cola para reparto de comida en Madrid.</span> <span class="attribution"><a class="source" href="https://www.shutterstock.com/es/image-photo/madrid-1-july-2020-waiting-queues-1808837380">Shutterstock / Raul Revuelta</a></span></figcaption></figure><p>Se cumple el primer aniversario del inicio de un <a href="https://theconversation.com/la-formula-para-resistir-el-confinamiento-por-el-coronavirus-133720">confinamiento domiciliario</a> que vaticinaba la gravedad social y económica que suponía afrontar una pandemia en pleno siglo XXI. Hoy, los estudios sobre sus consecuencias sociales se abren paso entre la ingente cantidad de conocimiento biomédico acumulado sobre el coronavirus durante el último año.</p>
<p>“Quédate en casa”, rezaba el eslogan institucional que daba cuenta de la obligación decretada por el Gobierno durante el primer estado de alarma. Y en casa nos quedamos. Cada cual en la suya y, por supuesto, cada casa es diferente, como lo es el lugar que ocupa cada uno de nosotros en la estructura social. Las diferencias entre viviendas, entornos y situaciones vitales fueron cobrando más y más peso en la conciencia de los ciudadanos a medida que pasaban los días de encierro. </p>
<p>Impactados por dicha situación, algunos expertos de ámbitos diferentes al biosanitario se vieron concernidos y, en la medida de sus posibilidades, hicieron publicas sus reflexiones sobre cuestiones diferentes al virus y a la sobrecarga sanitaria que, sin embargo, se vislumbraban como relevantes para la pandemia. Por ejemplo, las características arquitectónicas y de habitabilidad de los hogares (sin terraza, confortables, interiores, equipadas, relación entre metros y habitantes). </p>
<p>Tras aquellas reflexiones, más hipotéticas y aproximativas que sustentadas por investigaciones financiadas y realizadas al efecto, se comenzó a transmitir un importante mensaje: el virus, <em>a priori</em>, no diferencia entre personas. Sin embargo, el confinamiento y demás medidas impuestas para frenar la pandemia, pese a ser transversales, <a href="https://theconversation.com/nos-deja-secuelas-el-confinamiento-141501">se viven de distinta forma</a> y tienen consecuencias diferentes según las condiciones socioeconómicas y vitales de cada hogar. </p>
<p>Al final, se comenzó tímidamente a reparar en la importancia de la dimensión social de la pandemia.</p>
<h2>Menos ingresos por culpa de la pandemia</h2>
<p>El confinamiento domiciliario motivó en su momento la reflexión sobre las condiciones que cimentaban las diferencias entre viviendas. Además, el año transcurrido de pandemia y los enormes cambios en las formas de vida, comportamientos y demás situaciones socioeconómicas requieren de un análisis y reflexión riguroso sobre su incidencia en los ciudadanos. Solo así podremos entender mejor su desigual impacto entre distintos sectores de población. </p>
<p>Este es precisamente uno de los objetivos principales de la segunda edición de ESPACOV (Estudio Social sobre la Pandemia Covid-19) <a href="https://www.iesa.csic.es/espacov-ii/">realizado por el Instituto de Estudios Sociales Avanzados</a> (IESA-CSIC) entre el 18 y el 25 de enero de 2021 a una muestra de 1644 personas representativa del conjunto de la población mayor de edad residente en España.</p>
<p>Entre los múltiples resultados de este estudio nos centraremos aquí en uno de indudable impacto social y económico: un 40 % de las personas encuestadas declara que el nivel de ingresos de su hogar ha disminuido durante la pandemia. El dato se agrava aún más entre los grupos más jóvenes: un 46 % para aquellos de entre 18 a 30 años y un 53 % de los que tienen entre 30 a 44 años. Es todavía peor entre quienes disponen de un nivel educativo medio (49 %) y, por supuesto, entre los desempleados (70 %).</p>
<h2>Menos ingresos, menos confianza</h2>
<p>La diversidad de indicadores recogidos en ESPACOV II permiten construir un relato riguroso de base empírica sobre cómo la pandemia está siendo más difícil de afrontar para estos grupos. Por un lado, por motivos obvios: han visto mermar sus condiciones económicas. Pero también por cuestiones quizás menos obvias como son, por ejemplo, la merma de su confianza social y la mayor preocupación por el futuro inmediato. </p>
<p>De hecho, son estos mismos grupos de personas quienes confían menos en instituciones y colectivos claves para la superación de la pandemia, como pueden ser la comunidad científica y experta, los laboratorios farmacéuticos, los propios gobiernos e incluso en el conjunto de sus conciudadanos. Los datos del estudio muestran cómo dicha situación se proyecta sobre cuestiones tan relevantes como la confianza en las vacunas.</p>
<p>La confianza depositada en la Agencia Europea del Medicamento, encargada de aprobar las vacunas, desciende del 72 % entre quienes mantienen su nivel de ingresos durante la pandemia, al 58 % entre los más perjudicados económicamente. Ello es relevante porque la confianza en esta institución, junto con el nivel de información sobre la efectividad de la vacuna y sus efectos secundarios, están a su vez estrechamente relacionados con la disposición a vacunarse. </p>
<p>En estos indicadores, las puntuaciones de quienes han resultado ser más vulnerables económicamente en esta pandemia son siempre más bajas. Este hecho podría explicar, al menos en parte, que mientras el 51 % de las personas encuestadas que no han visto alterado su nivel de ingresos se vacunaría inmediatamente si tuviesen esa opción, este porcentaje caiga al 39 % en el sector que venimos analizando.</p>
<p>Cabría pensar que justo quienes han padecido más las consecuencias económicas de la crisis sanitaria fuesen los más dispuestos a que se restableciese la normalidad cuanto antes, y ello pasa por un amplio y rápido proceso de vacunación. Sin embargo, lo que muestra el estudio es que la manifiesta vulnerabilidad de sus condiciones de vida y el impacto de la pandemia, no solo esta dañando en mayor medida su salud emocional, sino también sus posibilidades reales de recuperación futura. Es una suerte de <em>profecía que se autocumple</em>: un nada desdeñable 12 % de los mismos considera que la situación económica del país no se recuperará nunca.</p>
<p>Estos resultados ayudan a sustentar la tantas veces advertida interrelación de la dimensión biomédica y social de la pandemia. Si hasta ahora se han subrayado principalmente las consecuencias económicas directas de la crisis pandémica, la mayor desconfianza de quienes han sido más castigados económicamente hacia, por ejemplo, las soluciones ofrecidas por el sistema sanitario y científico, no es menos importante. </p>
<p>Esto no solo podría perjudicar su propia salida de la crisis sanitaria, sino también menoscabar aun más su delicada situación en la estructura social e incrementar las ya importantes desigualdades sociales. Más aun si este hecho no recibe la merecida atención tanto por parte de la comunidad investigadora y las agencias de financiación, como por parte de los gobiernos y sus políticas de gestión y recuperación de la crisis.</p><img src="https://counter.theconversation.com/content/156461/count.gif" alt="The Conversation" width="1" height="1" />
<p class="fine-print"><em><span>Las personas firmantes no son asalariadas, ni consultoras, ni poseen acciones, ni reciben financiación de ninguna compañía u organización que pueda obtener beneficio de este artículo, y han declarado carecer de vínculos relevantes más allá del cargo académico citado anteriormente.</span></em></p>Las pandemias son fenómenos económicos, políticos y sociales tanto como biológicos. Entender cómo afecta a otros ámbitos de nuestra vida es fundamental para paliar sus consecuencias.Regina Lafuente Fernández, Técnico de Investigación en la Unidad Técnica de Estudios Aplicados (UTEA), Instituto de Estudios Sociales Avanzados (IESA - CSIC) Rafael Serrano-del-Rosal, Investigador Científico del CSIC y actual Director del IESA, Instituto de Estudios Sociales Avanzados (IESA - CSIC) Licensed as Creative Commons – attribution, no derivatives.tag:theconversation.com,2011:article/1520892020-12-16T12:24:18Z2020-12-16T12:24:18Z¿Cómo insultan los españoles?<figure><img src="https://images.theconversation.com/files/375188/original/file-20201215-22-1dwtbw.jpg?ixlib=rb-1.1.0&rect=0%2C5%2C3494%2C2326&q=45&auto=format&w=496&fit=clip" /><figcaption><span class="caption">Parece enfadado.</span> <span class="attribution"><a class="source" href="https://www.shutterstock.com/es/image-photo/angry-man-driving-vehicle-1039040590">Shutterstock / Hayk_Shalunts</a></span></figcaption></figure><p>Insultar, según el <a href="https://dle.rae.es/insultar">Diccionario de la Lengua Española</a>, es ofender a alguien provocándolo e irritándolo con palabras o acciones. </p>
<p>Los insultos son actos de descortesía cuya función es amenazar nuestra imagen, porque buscan humillarnos, atacarnos o agredirnos. Para ello, el hablante decide romper la armonía comunicativa buscando el conflicto que en la comunicación rutinaria tendemos a evitar, y escoge de su repertorio el insulto más adecuado. De acuerdo con el grado de discordia que queramos mostrar, elegiremos formas que en nuestra sociedad y cultura pueden ser más o menos ofensivas.</p>
<p>El número de insultos consistentes en una sola palabra que podemos usar para lograr ofender es potencialmente infinito, fruto de la imaginación de los hablantes, las modas, la influencia de otras lenguas o el contexto geográfico. </p>
<p>Así, aunque la Real Academia de la Lengua recoge en su Diccionario actual varios cientos de insultos (<em>merluzo</em>, <em>ceporro</em>, <em>soplapollas</em>, <em>payaso</em>, <em>cenutrio</em>), la riqueza de la lengua permite crear nuevas palabras mediante composición, y es ahí donde la población española emerge como gran inventora de ofensas. </p>
<p>Sirva como ejemplo la predilección por crear insultos partiendo de la palabra <em>cara</em>, que llega a casos actuales tan curiosos como el célebre <a href="https://www.efe.com/efe/espana/sociedad/confirman-la-multa-al-repartidor-que-pego-a-youtuber-le-llamo-caranchoa/10004-3288301"><em>caranchoa</em></a>, pasando por usos más sutiles como el caso del nombre del gigante <em>Caraculiambro</em>, personaje creado por Cervantes en El Quijote.</p>
<h2>Los insultos más usados</h2>
<p>Aunque todos cumplan su función ofensiva, no todos los insultos tienen el mismo éxito. ¿Cuáles son los insultos más usados por los españoles? Un reciente <a href="https://tusinsultos.wordpress.com/">proyecto de investigación</a> en el que han participado más de 2 500 personas de todas las comunidades autónomas de España ha logrado dar respuesta a esta pregunta. El estudio, liderado por los autores de este artículo, ha contado con la colaboración de varias universidades españolas más. </p>
<p>A través de una plataforma sencilla, las personas participantes indicaban primero algunos detalles sobre su perfil sociodemográfico, y pasaban posteriormente a escribir los tres insultos de una sola palabra que utilizaban más frecuentemente. Así, tras revisar casi 8 000 insultos, se ha logrado crear un mapa del uso de cada uno de ellos, y determinar cuáles son las palabras que más se usan en España para ofender en función del lugar y la edad de las personas.</p>
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<a href="https://images.theconversation.com/files/375066/original/file-20201215-17-5jia5o.png?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=1000&fit=clip"><img alt="" src="https://images.theconversation.com/files/375066/original/file-20201215-17-5jia5o.png?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=754&fit=clip" srcset="https://images.theconversation.com/files/375066/original/file-20201215-17-5jia5o.png?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=600&h=393&fit=crop&dpr=1 600w, https://images.theconversation.com/files/375066/original/file-20201215-17-5jia5o.png?ixlib=rb-1.1.0&q=30&auto=format&w=600&h=393&fit=crop&dpr=2 1200w, https://images.theconversation.com/files/375066/original/file-20201215-17-5jia5o.png?ixlib=rb-1.1.0&q=15&auto=format&w=600&h=393&fit=crop&dpr=3 1800w, https://images.theconversation.com/files/375066/original/file-20201215-17-5jia5o.png?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=754&h=494&fit=crop&dpr=1 754w, https://images.theconversation.com/files/375066/original/file-20201215-17-5jia5o.png?ixlib=rb-1.1.0&q=30&auto=format&w=754&h=494&fit=crop&dpr=2 1508w, https://images.theconversation.com/files/375066/original/file-20201215-17-5jia5o.png?ixlib=rb-1.1.0&q=15&auto=format&w=754&h=494&fit=crop&dpr=3 2262w" sizes="(min-width: 1466px) 754px, (max-width: 599px) 100vw, (min-width: 600px) 600px, 237px"></a>
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<span class="caption">insultos.</span>
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<h2>Poco imaginativos y cambiantes con la edad</h2>
<p>Por orden de frecuencia, los insultos <em>gilipollas</em>, <em>imbécil</em> y <em>cabrón/cabrona</em> son los tres más utilizados por los españoles. Esta tendencia se mantiene en prácticamente todas las comunidades autónomas, pese a que existen algunas variaciones en las ofensas que ocupan posiciones de pódium. En el ranking general de injurias, los siguientes insultos más usados son <em>subnormal</em>, <em>hijoputa/hijaputa</em>, <em>tonto/tonta</em>, <em>idiota</em>, <em>puto/puta</em>, <em>capullo/capulla</em> y <em>payaso/payasa</em>, que cierra la lista de los diez insultos más frecuentes. </p>
<p>El listado de improperios continúa hasta llegar a los 83 insultos, mostrando que, pese a la gran riqueza léxica del español, a la hora de escoger nuestra ofensa verbal preferida no dejamos volar nuestra imaginación.</p>
<p>En cuanto a los cambios de preferencia en función de la edad de los hablantes, el estudio ha mostrado una mayor preferencia por el uso del insulto <em>gilipollas</em> entre los más jóvenes que decrece con el paso del tiempo. </p>
<p>La tendencia inversa se ha encontrado para los insultos <em>cabrón/cabrona</em> e <em>imbécil</em>, cuya frecuencia de uso aumenta a medida que la gente se hace mayor. En lo que respecta a la identidad de género, los resultados han mostrado que, contrariamente a lo que cabría esperar, las palabras preferidas para ofender no varían notablemente entre hombres y mujeres.</p>
<h2>Insultos sexistas, homófobos o discriminatorios</h2>
<p>Nuestro estudio pone sobre la mesa un aspecto crucial sobre la cultura del insulto. Las palabras que usamos como insulto muestran más de que lo dicen, ya que a veces son radiografías de nuestras creencias y valores. El listado de insultos más frecuentes en España incluye palabras como <em>puta</em>, <em>zorra</em>, <em>guarra</em> o <em>cerda</em>, que buscan ofender refiriéndose a aspectos asociados a estereotipos de feminidad. </p>
<p>El capacitismo también está presente en el listado, y son frecuentes interpelaciones como <em>subnormal</em>, <em>mongolo</em> o <em>retrasado</em>. Del mismo modo, emplear como insulto <em>marica</em> o <em>maricón</em> consciente e inconscientemente entraña una valoración negativa de la condición de homosexual. Así pues, los insultos pueden decir mucho de nosotros mismos.</p>
<h2>Los insultos y los medios</h2>
<p>La utilización de un insulto en concreto puede servir como elemento cohesionador e identificador de una comunidad de hablantes. Esa identidad de grupo puede establecerse en torno a factores como la edad, la ideología política o a otros intereses comunes. </p>
<p>Incluso, en ocasiones, un insulto puede convertirse en una marca personal, parte de la forma de hablar de una persona en particular que nos lleva a pensar en ella al escucharlo. Muchos recordarán al periodista deportivo José María García lanzando calificativos como <em>abrazafarolas</em> o <em>cantamañanas</em> en sus retransmisiones. </p>
<p>Los medios de comunicación y la industria del cine tienen un gran poder a la hora de poner de moda ciertas expresiones ofensivas e insultos, como es el caso de la palabra <em>hijueputa</em>, insulto omnipresente en la serie <a href="https://www.imdb.com/title/tt2707408/">Narcos</a>.</p>
<p>No obstante, los insultos no son siempre un síntoma de descortesía y es aquí donde cobra una importancia crucial el contexto. En ocasiones, estos pueden usarse como símbolo de camaradería (<em>¡Pedazo de cabrón!, ¡cuánto tiempo!</em>). La función no es pues faltar al respeto, sino reforzar la relación. </p>
<p>Aspectos como la entonación, el gesto facial o el lenguaje corporal son elementos clave a la hora de decodificar el nivel de agresividad de un insulto. Llamar a alguien <em>hijoputa</em> con una gran sonrisa puede comunicar alegría, sorpresa e incluso una felicitación. Puede, a veces. Otras muchas veces no es más que una afrenta inaceptable. Pero no ofende quien quiere, sino quien puede.</p><img src="https://counter.theconversation.com/content/152089/count.gif" alt="The Conversation" width="1" height="1" />
<p class="fine-print"><em><span>Las personas firmantes no son asalariadas, ni consultoras, ni poseen acciones, ni reciben financiación de ninguna compañía u organización que pueda obtener beneficio de este artículo, y han declarado carecer de vínculos relevantes más allá del cargo académico citado anteriormente.</span></em></p>Los insultos que elegimos dicen más sobre nosotros de lo que pensamos. Aunque caemos en la repetición y la falta de originalidad, cada zona tiene sus preferencias.Jon Andoni Duñabeitia, Director del Centro de Ciencia Cognitiva de la Facultad de Lenguas y Educación, Universidad NebrijaMaría del Carmen Méndez Santos, Profesora ayudante doctora en el Área de Lingüística, Universidad de AlicanteLicensed as Creative Commons – attribution, no derivatives.tag:theconversation.com,2011:article/1498842020-12-02T21:03:55Z2020-12-02T21:03:55ZCómo la creatividad en la educación fomenta el potencial transformador de nuestro cerebro<figure><img src="https://images.theconversation.com/files/372036/original/file-20201130-19-1osrndw.jpg?ixlib=rb-1.1.0&rect=17%2C8%2C5973%2C3556&q=45&auto=format&w=496&fit=clip" /><figcaption><span class="caption">
</span> <span class="attribution"><a class="source" href="https://www.shutterstock.com/es/image-photo/concept-human-brain-right-creative-hemisphere-1162149235">Shutterstock / Triff</a></span></figcaption></figure><p>Ser creativos o morir. Este ha sido el dilema que se ha planteado la humanidad en momentos críticos. La creatividad es la capacidad que nos ha hecho afrontar y superar retos desconocidos y llegar hasta aquí.</p>
<p>El inicio de nuestro Universo (<a href="https://es.wikipedia.org/wiki/Big_Bang">Big Bang</a>) es un acto creativo de materia y energía, en constante expansión y complejificación en el espacio y el tiempo. Y, como el gran neurocientífico <a href="https://es.wikipedia.org/wiki/Ant%C3%B3nio_Dam%C3%A1sio">Antonio Damasio</a> ha recordado en su libro <em>El extraño orden de las cosas</em>, muchas dimensiones creativas que creemos humanas aparecen ya desde el origen mismo de la vida en seres unicelulares. </p>
<p>No somos tan originales ni exclusivos como creíamos, aunque tampoco conocemos cotas más elevadas de creatividad que las humanas.</p>
<p>Ahora nos encontramos en una encrucijada más radical que cualquier otra conocida previamente, en el horizonte de una <em><a href="https://www.academia.edu/10981383/El_Gran_Mediod%C3%ADa_sobre_la_Transhumanizaci%C3%B3n">transhumanización</a></em>, de una transformación profunda que hibrida lo cibernético y lo orgánico, en una era que –por el negativo impacto de lo humano– se ha llamado <em><a href="https://es.wikipedia.org/wiki/Antropoceno">antropoceno</a></em>. </p>
<p>Pero creemos con <a href="https://es.wikipedia.org/wiki/Friedrich_H%C3%B6lderlin">Hölderlin</a> que “allí donde surge el peligro crece también lo que nos salva”. Si somos capaces de reconocerlo y afrontarlo desde nuestra capacidad creativa. De ella depende nuestra vida y su calidad, tanto individual como colectivamente.</p>
<h2>La creatividad nos salvará</h2>
<p>Las difíciles circunstancias actuales han marcado un antes y un después en el horizonte de 2020, que exige transformaciones muy profundas con altas dosis de creatividad y plasticidad.</p>
<p>La indagación científica, los avances biotecnológicos, la reactivación económica o la reorganización política y social requerirán creatividad e innovación, valor y generosidad. </p>
<p>Pero las dinámicas y procesos educativos, de los que depende el mundo de la vida a corto, medio y largo plazo, exigirán el mayor cuidado, atención y consideración para que la creatividad sea el impulso mayor de cada ser humano, desde sus años iniciales hasta la actualización permanente que la educación requiere. </p>
<p>Educarnos es alimentar nuestra mente, y estamos en dicho proceso desde antes de nuestro nacimiento hasta los últimos instantes de nuestras vidas.</p>
<p>En sus <em>21 lecciones para el siglo XXI</em>, el autor de <em>Sapiens</em> y <em>Homo Deus</em>, Yuval Noah Harari, sitúa la educación en la tríada final bajo el rótulo común de <strong>resiliencia</strong>, la gran virtud que se requerirá de los seres humanos para vivir en un mundo cambiante e incierto, junto a “significado” y “meditación”.</p>
<h2>Las cuatro <em>ces</em></h2>
<p>El nuevo sistema educativo debe ayudar a realizar el oráculo de Delfos: conócete a ti mismo. Y desde ese autoconocimiento, imprescindible para que no sean otros los que nos conozcan y manipulen, han de impulsarse las cuatro <em>ces</em>: </p>
<ol>
<li>Pensamiento crítico.</li>
<li>Comunicación.</li>
<li>Colaboración.</li>
<li>Creatividad. </li>
</ol>
<p>Esta última será imprescindible para soportar y responder a los cambios, reinventarnos y mantener el equilibrio mental. Creatividad, sí, para el arte, la ciencia, la interacción social… pero sobre todo para crearnos y recrearnos constantemente, para ser los artífices de nuestras propias vidas.</p>
<p>Gracias a las ciencias de la creatividad (neurociencia cognitiva, psicología, pedagogía, sociología, ética y estética, incluso paleontología de la creatividad humana, etc.) sabemos en la actualidad más que nunca acerca de las dinámicas creativas. </p>
<p>En una modernidad <em>líquida</em>, como la denominara <a href="https://es.wikipedia.org/wiki/Zygmunt_Bauman">Zygmunt Bauman</a>, es importante saber fluir (<em>flow</em>), noción desarrollada por la psicología de la creatividad desde 1975 y que implica, según <a href="https://es.wikipedia.org/wiki/Mih%C3%A1ly_Cs%C3%ADkszentmih%C3%A1lyi">Mihaly Csikszentmihalyi</a>, objetivos claros y alcanzables; concentración y enfoque en un limitado campo de atención; retroalimentación directa e inmediata; equilibrio entre el nivel de habilidad y el desafío. Finalmente, la actividad es intrínsecamente gratificante.</p>
<p>Csikszentmihalyi, en las páginas iniciales de su obra fundamental <em><a href="https://www.redalyc.org/pdf/547/54700403.pdf">Creatividad. El fluir y la psicología del descubrimiento y la invención</a></em> la define así: “La creatividad es el resultado de la interacción de un sistema compuesto por tres elementos: una <em>cultura</em> que contiene reglas simbólicas, una <em>persona</em> que aporta novedad al campo simbólico y un <em>ámbito de expertos</em> que reconocen y validan la innovación (…)”.</p>
<h2>Sus diferentes dimensiones</h2>
<p>La creatividad es algo sistémico y complejo: tiene diversas dimensiones y elementos, y conoce muchos tipos y posibilidades. Hablamos de creatividad artística, pero también de creatividad científica y –en un mundo de consumo– los publicistas han reclamado para sí el nombre de “creativos” por antonomasia (y tienen como referente a <a href="https://es.wikipedia.org/wiki/Edward_de_Bono">Edward De Bono</a>). </p>
<p>Buena parte de los recursos creativos humanos están al servicio del control de nuestras mentes, en un mundo orientado hacia el <em>tener</em> y no hacia el <em>ser</em>, como advirtiera <a href="https://es.wikipedia.org/wiki/Erich_Fromm">Eric Fromm</a> hace décadas.</p>
<p>Las transformaciones fundamentales de los procesos educativos en el siglo XXI vienen de la estrecha colaboración entre neurocientíficos, psicólogos y psicopedagogos, sociólogos y comunicólogos, siempre con la aportación de especialistas en cada ámbito específico del conocimiento y de la acción.</p>
<p>Recomendamos, para un trabajo adecuado en este ámbito, las aportaciones del neurocientífico Francisco Mora, especialmente <a href="https://dialnet.unirioja.es/servlet/libro?codigo=293142"><em>Neurocultura. Una cultura basada en el cerebro</em></a> (2007) y <a href="https://dialnet.unirioja.es/servlet/libro?codigo=591661"><em>Neuroeducación. Solo se puede aprender aquello que se ama</em></a> (nueva edición de 2017). </p>
<p>También, por la importancia extraordinaria de los procesos de lectura en el desarrollo mental humano, <em>Neuroeducación y lectura: de la emoción a la comprensión de las palabras</em> (2020), cuyas claves sintetizamos en <a href="http://www.madrimasd.org/cultura-cientifica/ciencia-cultura/ensayo/leer-una-gran-revolucion-humana-basada-en-plasticidad-cerebral">esta reseña</a>. </p>
<p>Hoy comenzamos a conocer una parte de las redes neuronales del cerebro que codifican el pensamiento divergente o creativo. Estas son las redes denominadas <em>default</em> (por defecto), <em>salience</em> (prominente) y <em>executive</em> (ejecutiva) conformando un posible <em>conectoma</em>. </p>
<p>Mora ha subrayado la importancia de las emociones en todos los procesos humanos, así como la necesidad de suscitar el interés, la motivación, la atención e implicación gozosa en los procesos de aprendizaje. Para <em>aprender a aprender</em>. </p>
<p>Y si el ser humano es lo que la educación hace de él (Kant), una nueva educación basada en nuestro conocimiento del funcionamiento cerebral debe poner en su centro el impulso de la creatividad. </p>
<p>A través del fomento gradual, abierto y comprensivo de dinámicas de lectura y escritura, de desarrollo psicomotriz, musical, plástico… de habilidades para el conocimiento interior y para la interacción y empatía con los demás. </p>
<h2>Conexión con el <em>mindfulness</em></h2>
<p>Hoy sabemos que hay una profunda conexión entre <em>creatividad y mindfulness</em>, como tuvimos ocasión de desarrollar en <a href="https://idus.us.es/handle/11441/56099">este trabajo</a>. Los positivos efectos de la práctica de <em>atención plena</em> para nuestro cerebro (desarrollo neuronal e incremento de la conectividad en los lóbulos prefrontales, mayor control del sistema límbico, entre otros) han sido <a href="https://www.sciencedirect.com/science/article/abs/pii/S1134593414000359">acreditados científicamente</a>.</p>
<p>La creatividad no es ninguna panacea. Como la ciencia, es un impulso que puede provocar consecuencias positivas o negativas. Hay creatividad para el bien y creatividad para el mal.</p>
<p>Por ello, cuando cerramos esta invitación a pensar en la clave esencial de nuestro presente y de nuestro futuro, animamos a que la <strong>creatividad</strong> se oriente hacia la <strong>verdad</strong> (creatividad científica), hacia la <strong>bondad</strong> (creatividad ética y social) y hacia la <strong>belleza</strong> (creatividad estética y artística). Todas ellas deben estar en el corazón de los imprescindibles nuevos procesos educativos. Desde la educación infantil a la universitaria.</p><img src="https://counter.theconversation.com/content/149884/count.gif" alt="The Conversation" width="1" height="1" />
<p class="fine-print"><em><span>Manuel Angel Vázquez Medel no recibe salario, ni ejerce labores de consultoría, ni posee acciones, ni recibe financiación de ninguna compañía u organización que pueda obtener beneficio de este artículo, y ha declarado carecer de vínculos relevantes más allá del cargo académico citado.</span></em></p>Las difíciles circunstancias actuales exigen transformaciones con altas dosis de creatividad. Y la educación debe aplicarlas también para que los procesos de aprendizaje sean más gozosos. La educación basada en nuestro conocimiento del funcionamiento cerebral debe poner en su centro el impulso de la creatividad.Manuel Angel Vázquez Medel, Catedrático de Literatura Española e Hispanoamericana, Universidad de SevillaLicensed as Creative Commons – attribution, no derivatives.tag:theconversation.com,2011:article/1480452020-11-16T18:39:39Z2020-11-16T18:39:39ZEncuestas en internet: cuidado con los sesgos y márgenes de error<figure><img src="https://images.theconversation.com/files/364575/original/file-20201020-15-15jayoi.jpg?ixlib=rb-1.1.0&rect=0%2C0%2C4992%2C3049&q=45&auto=format&w=496&fit=clip" /><figcaption><span class="caption">
</span> <span class="attribution"><a class="source" href="https://www.shutterstock.com/es/image-photo/businessman-survey-results-analysis-discovery-concept-735715732">Shutterstock / one photo</a></span></figcaption></figure><p>Las redes sociales han traído en cuestión de poco tiempo una profunda transformación social que también ha impactado, y mucho, en la forma de hacer investigación social basada en encuestas. Con su llegada se han modificado nuestros hábitos de vida, de consumo y de compra, tres cuestiones cuyo análisis siempre ha interesado a las empresas demoscópicas.</p>
<p>Cada vez hay más encuestas <em>online</em>, especialmente las que se realizan a través de las redes sociales. Pero la relativa facilidad para encontrar un amplio universo (número de personas participantes) no debe hacernos olvidar otros muchos factores a tener en cuenta para valorar su precisión. </p>
<p>Hay dos cuestiones capitales a la hora de valorar los resultados de una encuesta: el modo de preguntar y su ficha técnica. En cuando a lo primero, no es lo mismo hacer una pregunta de manera imparcial que hacerlo incitando a una determinada respuesta. En cuanto a lo segundo, no es lo mismo preguntar a 51 personas que a 10 000, ni que la muestra contenga un nivel de error despreciable o grueso como el culo de una botella.</p>
<p>Es fundamental dar a conocer, siempre que se publiquen datos de una encuesta, la ficha técnica y el literal de la pregunta. Es un ejercicio indispensable de transparencia.</p>
<h2>El diablo está en la pregunta</h2>
<p>El cuestionario es el instrumento de medida en los estudios basados en encuestas. En él están las preguntas que se le hacen a la población objeto de estudio para conocer su opinión y comportamiento con respecto a distintas cuestiones, desde la valoración de su estado de salud y de la pandemia actual a sus hábitos de compra y consumo de alcohol, por ejemplo.</p>
<p>Las preguntas suelen ser cortas y las opciones de respuesta cerradas. Esto último significa que hay que responder alguna de las opciones de respuesta que están prefijadas (sí, no, mucho, poco, nada) y que no hay espacio ni para la divagación ni para explayarse.</p>
<p>El problema mayor está en la formulación de las preguntas. Así, por ejemplo, si hoy leo en un periódico que el 70% de ciudadanos valora bien la gestión del Gobierno de España sobre la pandemia, es justo reconocer que ese titular debe ir acompañado en algún momento del literal de la pregunta (es decir, de la pregunta tal y como se formuló a los encuestados) para saber cómo se ha preguntado a la ciudadanía.</p>
<blockquote>
<p>Ejemplo 1. En general, ¿podría decirme cómo valora la gestión del Gobierno en España con respecto a la pandemia actual? ¿Muy bien, bien, regular, mal o muy mal?</p>
<p>Ejemplo 2. En general, sabiendo que estamos en una situación muy complicada a nivel mundial, ¿cree que el Gobierno de España está gestionando bien la pandemia actual? ¿Sí o No?</p>
</blockquote>
<p>Aunque en los dos ejemplos se trata de una pregunta de gestión del Gobierno, las respuestas serán distintas dependiendo de si utilizamos la pregunta del ejemplo 1 o de la 2. El añadido al inicio del enunciado en la pregunta del ejemplo 2 aporta información extra con la intención de obtener de la ciudadanía respuestas positivas a la buena gestión sobre la pandemia del Gobierno.</p>
<figure class="align-center zoomable">
<a href="https://images.theconversation.com/files/363229/original/file-20201013-17-9fp78c.jpg?ixlib=rb-1.1.0&rect=28%2C178%2C2294%2C1695&q=45&auto=format&w=1000&fit=clip"><img alt="" src="https://images.theconversation.com/files/363229/original/file-20201013-17-9fp78c.jpg?ixlib=rb-1.1.0&rect=28%2C178%2C2294%2C1695&q=45&auto=format&w=754&fit=clip" srcset="https://images.theconversation.com/files/363229/original/file-20201013-17-9fp78c.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=600&h=548&fit=crop&dpr=1 600w, https://images.theconversation.com/files/363229/original/file-20201013-17-9fp78c.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=30&auto=format&w=600&h=548&fit=crop&dpr=2 1200w, https://images.theconversation.com/files/363229/original/file-20201013-17-9fp78c.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=15&auto=format&w=600&h=548&fit=crop&dpr=3 1800w, https://images.theconversation.com/files/363229/original/file-20201013-17-9fp78c.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=754&h=688&fit=crop&dpr=1 754w, https://images.theconversation.com/files/363229/original/file-20201013-17-9fp78c.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=30&auto=format&w=754&h=688&fit=crop&dpr=2 1508w, https://images.theconversation.com/files/363229/original/file-20201013-17-9fp78c.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=15&auto=format&w=754&h=688&fit=crop&dpr=3 2262w" sizes="(min-width: 1466px) 754px, (max-width: 599px) 100vw, (min-width: 600px) 600px, 237px"></a>
<figcaption>
<span class="caption"></span>
<span class="attribution"><a class="source" href="http://www.mariasabater.com/">María Sabater</a>, <span class="license">Author provided</span></span>
</figcaption>
</figure>
<h2>La ficha técnica</h2>
<p>En el entramado técnico de una encuesta se recoge lo que se conoce como “ficha técnica”. Debe contener información básica acerca de cómo ha sido diseñada la encuesta, y sobre el trabajo de campo. Como mínimo, fechas de realización de la encuesta, nivel de error y tamaño de la muestra o número de personas encuestadas. No solo es importante saber si se preguntó a 500 personas o a 1 000. También es relevante si se hizo en horario de mañana o durante los fines de semana.</p>
<p>De la misma manera que dudaríamos a la hora de comprar un coche de segunda mano si el vendedor nos lo entrega sin su ficha técnica, o lo entrega sin información del número de kilómetros ni de la fecha de compra, en el caso de una encuesta debemos dudar de los resultados si lo que se publica no va acompañado de su correspondiente ficha técnica.</p>
<h2>Cantidad no es calidad</h2>
<p>Los estudios basados en encuestas <em>online</em> suelen enviar de forma masiva los cuestionarios a través de anuncios en páginas web y redes sociales o a través de listas de direcciones electrónicas, con un coste relativamente bajo. En ocasiones, esto permite obtener un amplio número de respuestas, justificando con este único criterio la calidad y la representatividad de los datos.</p>
<p>Esto no debería ser así, y hay evidencias que lo demuestran. Como mencionan <a href="https://www.sciencedirect.com/science/article/pii/S0213911119302213">trabajos recientes</a> en este campo, esta estrategia puede conllevar un sesgo de selección que comprometa notablemente los resultados obtenidos.</p>
<p>Estos autores diseñaron un cuestionario y lo aplicaron en una encuesta <em>online</em> y en otra telefónica. Ambos cuestionarios eran idénticos y el tema era la opinión sobre la eutanasia y el suicidio asistido y su regulación. El cuestionario podía ser cumplimentado en la misma llamada telefónica u <em>online</em>.</p>
<p>La primera gran diferencia fue que en la encuesta <em>online</em>, el porcentaje de personas que finalmente respondió fue muy reducido, del 10,4%, frente al 87,8% en la encuesta telefónica.</p>
<p>La segunda diferencia fue que en la encuesta <em>online</em>, frente a la telefónica, se obtuvieron con mayor frecuencia opiniones en contra de la regulación de la eutanasia. En concreto, hubo un 14,9% de personas que respondieron estar en contra de la regulación de la eutanasia, frente al 10,1% que manifestaron esa opinión en la encuesta telefónica. Además, la estrategia <em>online</em> describe un menor porcentaje de personas que no se posiciona o no tiene una opinión definida en el caso del suicidio asistido. En la encuesta telefónica, el 5,4% manifiesta no saber o no tener una opinión definida, frente al 1,9% en el caso <em>online</em>.</p>
<p>Este estudio muestra que la estrategia de muestreo <em>online</em> puede generar sesgos en los resultados. En concreto, sobrestima el porcentaje de personas contrarias a la regulación de la eutanasia, así como el de personas con opiniones extremas. Por el contrario, infraestima el peso de las personas indecisas o con opiniones más intermedias. </p>
<p>Este hecho puede atribuirse a que las personas con opiniones más definidas y extremas pueden mostrarse más proclives a contestar una encuesta <em>online</em> que las personas con opiniones menos extremas o menos definidas, a las que el cuestionario <em>online</em> puede generar menos interés.</p>
<h2>Los sesgos, malos compañeros</h2>
<p>Un ejemplo reciente lo tenemos el pasado 12 de octubre cuando se publicaron los resultados de una encuesta <em>online</em> sobre la monarquía en España financiada a través de <em>crowdfuding</em>. Un esfuerzo independiente por pulsar la opinión pública respecto a un asunto, la monarquía en España, sobre el que el CIS dejó de preguntar hace cinco años. </p>
<p>En un bloque de “cosas que la gente dice sobre la monarquía” se incluían una serie de proposiciones sobre las que el encuestado debía elegir una de estas tres opciones: “No lo sé”, “Más bien de acuerdo” o “Más bien en desacuerdo”.</p>
<p>Sin embargo, algunas de estas proposiciones tenían un sesgo: de la manera en que estaban formuladas, tendían a forzar respuestas positivas por parte de los encuestados. En estos casos, hacia el “más bien de acuerdo”:</p>
<blockquote>
<p>La monarquía es una institución de otros tiempos: no tiene sentido en una democracia.</p>
<p>Para lo que aporta, el coste de la monarquía es desproporcionado.</p>
</blockquote>
<p>Otras maneras de introducir sesgos pueden ser ocultar parte de las preguntas o presentar un diseño incorrecto que no permite visualizar el texto en la pantalla del teléfono móvil. </p>
<p>En suma, aunque es de agradecer el esfuerzo para contribuir en el análisis de cuestiones de actualidad, y desde un escrupuloso respeto, hay que advertir que, si se continúa con los usos inadecuados de medición, se va a producir una auténtica <em>masacre</em> de quienes nos dedicamos a la investigación mediante encuesta.</p>
<p>Lamentablemente, los resultados de muchas encuestas online están basados en respuestas que no son representativas de la población porque no han seguido ningún criterio para la selección de las personas a encuestar. En ellas parece prevalecer la urgencia de datos y da igual si quienes responden representan o no a quienes tienen que hacerlo, que es a una muestra representativa de la población objeto de estudio.</p><img src="https://counter.theconversation.com/content/148045/count.gif" alt="The Conversation" width="1" height="1" />
<p class="fine-print"><em><span>Luis Navarro Ardoy es el Presidente del Comité de Investigación 39 Práctica Sociológica en la Federación Española de Sociología. No recibe honorarios por este cargo. Además, es miembro de la Asociación Andaluza de Sociología y del Colegio de Politólogos y Sociólogos.</span></em></p>Las redes sociales facilitan el acceso a un número más alto de encuestados en un tiempo más corto. Sin embargo, es imprescindible conocer la estrategia de muestreo para detectar sesgos.Luis Navarro Ardoy, Profesor de Sociología, Universidad Pablo de OlavideLicensed as Creative Commons – attribution, no derivatives.tag:theconversation.com,2011:article/1483592020-11-02T20:22:08Z2020-11-02T20:22:08ZUna opinión pública vulnerable en tiempos de crisis: paralelismos con los años 30<figure><img src="https://images.theconversation.com/files/365627/original/file-20201026-13-1nkcfhl.jpg?ixlib=rb-1.1.0&rect=8%2C0%2C2986%2C2370&q=45&auto=format&w=496&fit=clip" /><figcaption><span class="caption">Fascistas británicos repartiendo propaganda en el West End de Londres con motivo de una huelga general en los años 30.</span> <span class="attribution"><a class="source" href="https://www.shutterstock.com/es/image-illustration/english-general-strike-british-fascists-distributing-237229246">Shutterstock / Everett Collection</a></span></figcaption></figure><p>Durante el periodo de entreguerras, la recientemente inaugurada sociedad de masas vivía aterrorizada. El temor a una posible guerra, el fortalecimiento del nazismo y las consecuencias del crack del 29 eran ingredientes más que suficientes para que las clases medias mostraran una vulnerabilidad enfermiza. </p>
<p>Algunos autores (como J. Ortega y Gasset, en <a href="https://www.unebook.es/es/libro/la-rebelion-de-las-masas_202777"><em>La rebelión de las masas</em></a>) califican a esta generación de alienada, con escaso rigor intelectual y fácilmente manipulable. Son décadas en las que surge una sociedad nueva, agrupada en torno a las ciudades, con un proletariado creciente y homogeneizada alrededor del consumo y de los medios de comunicación. </p>
<p>El miedo se extiende. Y no es casualidad, porque la población se encuentra inmersa en una espiral de terror y tragedias continuadas. Son los años del incendio del dirigible Hindenburg o del éxito de la radionovela <a href="http://solasean.com/blog/la-guerra-de-los-mundos/">“La guerra de los mundos”</a>, de Orson Welles.</p>
<p>Los periódicos, pero sobre todo la radio, interrumpen frecuentemente la emisión para narrar acontecimientos terribles que la audiencia escucha, masca y le hacen incrementar su angustia. </p>
<h2>El nacimiento de la opinión pública</h2>
<p>La “opinión pública” como idea tiene su origen en la política clásica de Grecia y Roma, se renueva en la Ilustración, y se conforma como hoy la entendemos a partir del liberalismo del XIX. Pero hay un paréntesis terrible que interrumpe esta evolución: las décadas de los años veinte y treinta del siglo XX. </p>
<p>En ese periodo se cuestionan la racionalidad de sus comportamientos y la validez de su hipotética capacidad legitimadora del sistema político. Autores como el periodista <a href="https://es.wikipedia.org/wiki/Walter_Lippmann">Walter Lippmann</a> (1922, <em>Public Opinion</em>) ponen en entredicho la teoría liberal de la opinión pública y destacan de ésta su actuación impulsiva y siempre en respuesta a los estímulos que le provocan los acontecimientos que le rodean. </p>
<p>En su obra, W. Lippmann habla de “rebaño desconcertado” para referirse a una opinión pública que carece de personalidad y que sólo se guía por aquellos líderes que lanzan las soflamas más emocionantes o conmovedoras. Es un tiempo en el que las teorías instintivistas (S. Freud, G. Le Bon, <a href="http://classiques.uqac.ca/classiques/tarde_gabriel/opinion_et_la_foule/opinion_et_foule.html">G. Tarde</a>…) de la psicología social recurren al factor emocional para explicar la reacción de la sociedad en escenarios tan críticos. </p>
<h2>La teoría de la aguja hipodérmica</h2>
<p>En aquellos años, década de los 20 y 30, el dominio de los medios de comunicación de masas es absoluto. La teoría de la aguja hipodérmica de <a href="https://es.wikipedia.org/wiki/Harold_Lasswell">Lasswell</a> (1927, <em>Propaganda Techniques in the World War</em>) explica este fenómeno. Sobre todo la enorme influencia que los mensajes, acrecentados por la propaganda política, provocan en la opinión pública. </p>
<p>La teoría de la aguja hipodérmica, o de la bala mágica, concluye que en esta situación de enajenación de las masas la manipulación es relativamente sencilla a través de los medios de comunicación. Su mensaje cala en la opinión pública sin ninguna otra intermediación. Hoy se nos antoja una teoría demasiado simplista para entender el conjunto de la realidad, pero hay algunas semejanzas, que con ciertas distancias, se pueden equiparar con la actualidad.</p>
<h2>Paralelismos con el momento actual</h2>
<p>El <a href="http://solasean.com/blog/miedo/">miedo</a> es sin duda un instrumento de control del poder. La actual situación de crisis sanitaria, política, económica e institucional recuerda mucho al período de entreguerras. No por sus causas o por los acontecimientos que la protagonizaron, sino por su similitud con el clima de inestabilidad e incertidumbre que caracteriza a los dos momentos. </p>
<p>Y en ambos casos, el eslabón más débil es una opinión pública que se presenta vulnerable, con un alto nivel de estrés sociológico y con los sentimientos a flor de piel.</p>
<h2>Dispersión de las fuentes de información</h2>
<p>En los últimos años, se han puesto en cuestión la fiabilidad de las fuentes, la veracidad de sus mensajes y la supremacía de las opiniones. Las redes sociales, que han sustituido a los medios de comunicación como fuente prioritaria para una gran parte de la ciudadanía, difunden y reproducen, a velocidad de vértigo, datos e interpretaciones de los hechos que han modificado el panorama de la información. </p>
<p>Y en medio, se encuentra la opinión pública, rodeada de instrumentos y canales desde los que componer su cosmovisión del mundo, más desprovista que nunca, pero con la imperiosa necesidad de generar adhesiones y armar certezas. Un caldo de cultivo idóneo para la reproducción de las actitudes más irracionales y los impulsos más viscerales.</p>
<h2>El escenario ideal para la desinformación</h2>
<p>Cuidado con esta atmósfera de desasosiego intelectual y zozobra del pensamiento. Es el ecosistema ideal para la proliferación de la mentira y el espectáculo. Nos encontramos en un instante de la historia propicio para la manipulación masiva, y las confianzas emocionales e inquebrantables hacia lo tóxico. </p>
<p>Vivimos sometidos a una cascada de desinformación que incide en nuestra agitación afectiva y se aprovecha de nuestra indefensión. Hoy la propaganda no sólo es política, pero cala con intensidad y empapa nuestros poros descubiertos, sin que midamos su capacidad de influencia.</p><img src="https://counter.theconversation.com/content/148359/count.gif" alt="The Conversation" width="1" height="1" />
<p class="fine-print"><em><span>Juan I. Pagola Carte no recibe salario, ni ejerce labores de consultoría, ni posee acciones, ni recibe financiación de ninguna compañía u organización que pueda obtener beneficio de este artículo, y ha declarado carecer de vínculos relevantes más allá del cargo académico citado.</span></em></p>Al igual que en el periodo de entreguerras, la incertidumbre y la inestabilidad hacen a la sociedad actual especialmente vulnerable a la manipulación. La desinformación se aprovecha de nuestra indefensión.Juan I. Pagola Carte, Profesor del Departamento de Comunicación y miembro del Centro de Ética Aplicada, Universidad de DeustoLicensed as Creative Commons – attribution, no derivatives.tag:theconversation.com,2011:article/1492372020-10-31T19:06:17Z2020-10-31T19:06:17ZVeinticinco años de polarización afectiva en España<figure><img src="https://images.theconversation.com/files/366830/original/file-20201031-21-1dn8je9.jpg?ixlib=rb-1.1.0&rect=179%2C206%2C5802%2C3781&q=45&auto=format&w=496&fit=clip" /><figcaption><span class="caption">Pedro Sánchez, en un mitín del PSOE.</span> <span class="attribution"><span class="source">Shutterstock</span></span></figcaption></figure><p>En las últimas semanas, especialmente alrededor de la reciente moción de censura, en España se ha empezado a hablar de forma intensa de <em>polarización afectiva</em>. Sin embargo, casi nadie ha utilizado (ni estudiado) este término en España antes de 2019. Fue entonces cuando varios artículos (<a href="https://ctxt.es/es/20191120/Politica/29662/Mariano-Torcal-ultraderecha-ideologia-nacionalismo-inmigracion-Vox.htm">aquí</a>, <a href="https://www.eldiario.es/piedrasdepapel/negarse-saludar-rival-politico-democracia_132_1195516.html">aquí</a> y <a href="http://agendapublica.elpais.com/polarizacion-afectiva-entre-el-tribalismo-y-el-absolutismo-moral/">aquí</a>) llaman la atención sobre este fenómeno, que ya era objeto de discusión política en los Estados Unidos desde hacía al menos una década. </p>
<p>Para intentar establecer unas bases sólidas sobre las que construir una discusión informada sobre el tema, en este artículo vamos a presentar la única serie sobre polarización afectiva que se puede construir para el último cuarto de siglo (1993-2019) en España. Para ello, combinaremos los datos de tres encuestas distintas: los estudios internacionales <a href="https://u.osu.edu/cnep/">CNEP</a> y <a href="https://cses.org/">CSES</a> y la encuesta nacional <a href="https://www.upf.edu/web/survey/e-dem">E-DEM</a>. </p>
<p>Pero antes es necesario aclarar qué es la polarización afectiva y cómo se mide.</p>
<p>Al contrario que otras variantes de la polarización, como las diferencias ideológicas entre ciudadanos, partidos y políticas, la polarización afectiva siempre se refiere a <em>sentimientos</em>. Mide los sentimientos que nos despiertan los partidos políticos, sus líderes y votantes. </p>
<p>Por un lado tenemos los sentimientos que a una persona le despiertan los partidos y líderes con los que se identifica (en general, positivos). Por otro, los que le despiertan los líderes y formaciones con las que no se identifica (en general, negativos). </p>
<p>Estos sentimientos se miden en las encuestas con una pregunta cuya escala va de 0 a 10 (o, a veces, de 0 a 100) en la que se pregunta lo siguiente: </p>
<blockquote>
<p>¿Y cuáles son tus sentimientos respecto de estos líderes? </p>
</blockquote>
<p>En la escala, 0 representa sentimientos muy desfavorables; 5, ni desfavorables ni favorables; y 10 muy favorables. La pertenencia al grupo se define a partir de la identificación partidista (si bien ahora se opta por definir el grupo al que el entrevistado pertenece a partir de la selección del partido o líder por el que se tienen los sentimientos más favorables). </p>
<p>El índice de polarización afectiva es la media de la diferencia de dichos sentimientos por cada uno de los grupos de identificados con cada partido, ponderada por el peso relativo que cada uno de estos partidos tienen en el sistema de partidos. La fórmula se puede calcular de forma agregada o individual. </p>
<p>El índice agregado de polarización no es la media de la individual, sino que tiene en cuenta el peso electoral relativo de cada uno de los partidos. Finalmente, este índice se puede calcular para sentimientos hacia los partidos, líderes y para sus votantes (por ejemplo, sentimientos hacia “los votantes del PSOE”, “los votantes del PP”, etc.), si bien no existen grandes diferencias entre ellos.</p>
<p>Aquí hemos calculado la formula agregada de polarización afectiva propuesta <a href="https://ces.fas.harvard.edu/uploads/files/events/GAH-Affective-Polarization-in-Democratic-Polities.pdf">por Gidron</a> y otros <a href="https://ejpr.onlinelibrary.wiley.com/doi/abs/10.1111/1475-6765.12351">y por Reiljan</a> para sistemas multipartidistas. Por desgracia, la única versión de la polarización afectiva que podemos construir para los últimos 25 años es la que tiene que ver con los líderes (en los trabajos de estos autores, el número de años es más reducido y miden sentimientos hacia los partidos).</p>
<p>El gráfico 1 muestra la serie completa del índice total de polarización afectiva en España entre 1993 y 2019. También contiene el índice desagregado (y no ponderado) de la polarización generada por los sentimientos hacia el líder del partido con el que nos identificamos y aquella generada por los sentimientos hace el resto de líderes. </p>
<figure class="align-center ">
<img alt="" src="https://images.theconversation.com/files/366822/original/file-20201031-24-vpzyhg.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=754&fit=clip" srcset="https://images.theconversation.com/files/366822/original/file-20201031-24-vpzyhg.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=600&h=436&fit=crop&dpr=1 600w, https://images.theconversation.com/files/366822/original/file-20201031-24-vpzyhg.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=30&auto=format&w=600&h=436&fit=crop&dpr=2 1200w, https://images.theconversation.com/files/366822/original/file-20201031-24-vpzyhg.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=15&auto=format&w=600&h=436&fit=crop&dpr=3 1800w, https://images.theconversation.com/files/366822/original/file-20201031-24-vpzyhg.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=754&h=548&fit=crop&dpr=1 754w, https://images.theconversation.com/files/366822/original/file-20201031-24-vpzyhg.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=30&auto=format&w=754&h=548&fit=crop&dpr=2 1508w, https://images.theconversation.com/files/366822/original/file-20201031-24-vpzyhg.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=15&auto=format&w=754&h=548&fit=crop&dpr=3 2262w" sizes="(min-width: 1466px) 754px, (max-width: 599px) 100vw, (min-width: 600px) 600px, 237px">
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<span class="caption">Gráfico 1: Polarización afectiva o desagregada España 1993-2019.</span>
<span class="attribution"><span class="source">Fuente: CNEP (1993, 2004, 2011, 2015); CSES (1996, 2000, 2008); y E-DEM (2019).</span>, <span class="license">Author provided</span></span>
</figcaption>
</figure>
<p>Este gráfico 1 nos muestra varias cosas. </p>
<p>Lo primero es que la polarización afectiva se ha caracterizado en España por una destacada oscilación en el tiempo que responde principalmente al contexto electoral de cada momento, si bien ha mostrado una pauta general de crecimiento. </p>
<p>Segundo, que los periodos de menor polarización se han iniciado con las mayorías absolutas del Partido Popular en 2000 y 2011, en las que el Partido Socialista se encontraba en la oposición. </p>
<p>Tercero, que la polarización afectiva se instala en el sistema español desde 2008, con la excepción de las elecciones de 2011 en las que el Partido Popular obtuvo una gran mayoría como consecuencia de la crisis económica y financiera en España. </p>
<p>Cuarto, que, con la excepción de estas últimas elecciones, la polarización ya estaba instalada desde 2008 en España, cuando alcanzó los niveles más elevados de toda la serie. Estos niveles volvieron a reproducirse, aunque algo más reducidos, en las elecciones de 2015. </p>
<p>Finalmente, aunque la polarización en 2019 es muy elevada, supone un pequeño descenso respecto de 2015, si bien sería interesante conocer si la llegada de la pandemia en 2020 ha supuesto un importante rebrote de dicha polarización, algo que de momento no podemos comprobar con los datos existentes.</p>
<p>En el citado gráfico mostramos los dos componentes de la polarización afectiva de forma desagregada. En las tres primeras elecciones de la serie ninguna de las dos líneas de sentimiento domina con claridad. Sin embargo, a partir del 2004 vemos una tendencia creciente en los sentimientos positivos hacia el líder propio que se consolida en las últimas elecciones. </p>
<p>Esto es interesante, ya que la polarización afectiva actual en España parece tener más que ver con el amor al líder propio que con el odio hacia el resto, lo contrario a lo que se ha venido observando en la polarización norteamericana, fundamentalmente basada en la hostilidad hacia el contrario. </p>
<p>La única elección donde se produjo un incremento importante de los sentimientos negativos fue, de nuevo, la elección de 2008 entre José Luis Rodríguez Zapatero y Mariano Rajoy, que, de acuerdo con nuestros datos, supone el único caso de clara polarización negativa de los votantes, y como se ha dicho, el inicio de la cristalización de la polarización.</p>
<p>Resulta interesante la relación temporal que pueda existir entre ciertos factores contextuales y la evolución de la polarización afectiva en España. El gráfico 2 muestra el indicador general de polarización afectiva que ya hemos visto anteriormente, pero acompañado de datos de desempleo, desigualdad y de fragmentación del sistema de partidos para esos mismos años (todos ellos estandarizados en escalas comparables para permitir su comparación visual). </p>
<p>Como puede apreciarse, la evolución de la polarización y su tendencia general al crecimiento coincide con un ligero aumento de la desigualdad (medido aquí con el Gini de mercado proporcionado por la <a href="https://fsolt.org/swiid/">SWIID</a>) y un aumento considerable de la fragmentación del sistema de partidos. Estos son, junto al desempleo, las tres variables que explican las diferencias en la polarización afectiva entre países según <a href="https://ces.fas.harvard.edu/uploads/files/events/GAH-Affective-Polarization-in-Democratic-Polities.pdf">Gidron y otros</a> que consideran una veintena de países. </p>
<p>En España, además, han aumentado en la última década la <a href="https://www.tandfonline.com/doi/abs/10.1080/13608746.2020.1756612">polarización ideológica y territorial</a>, así como la existente en torno a políticas concretas como la <a href="https://dobetter.esade.edu/es/polarizacion-espana?_wrapper_format=html">fiscal y migratoria</a>. </p>
<figure class="align-center ">
<img alt="" src="https://images.theconversation.com/files/366823/original/file-20201031-17-k2ke1b.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=754&fit=clip" srcset="https://images.theconversation.com/files/366823/original/file-20201031-17-k2ke1b.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=600&h=436&fit=crop&dpr=1 600w, https://images.theconversation.com/files/366823/original/file-20201031-17-k2ke1b.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=30&auto=format&w=600&h=436&fit=crop&dpr=2 1200w, https://images.theconversation.com/files/366823/original/file-20201031-17-k2ke1b.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=15&auto=format&w=600&h=436&fit=crop&dpr=3 1800w, https://images.theconversation.com/files/366823/original/file-20201031-17-k2ke1b.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=754&h=548&fit=crop&dpr=1 754w, https://images.theconversation.com/files/366823/original/file-20201031-17-k2ke1b.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=30&auto=format&w=754&h=548&fit=crop&dpr=2 1508w, https://images.theconversation.com/files/366823/original/file-20201031-17-k2ke1b.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=15&auto=format&w=754&h=548&fit=crop&dpr=3 2262w" sizes="(min-width: 1466px) 754px, (max-width: 599px) 100vw, (min-width: 600px) 600px, 237px">
<figcaption>
<span class="caption">Gráfico 2: Polarización total, desempleo, desigualdad y fragmentación del sistema de partidos en España 1993-2019.</span>
<span class="attribution"><span class="license">Author provided</span></span>
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</figure>
<p>El creciente interés por la polarización afectiva ha hecho que nos preguntemos si el momento actual sería un momento especialmente destacable o si, por el contrario, ha habido otros momentos históricos comparables. </p>
<p>Por ahora, los únicos datos que tenemos para responder a esa pregunta son los que mostramos en este trabajo. Aun así, con estos podemos decir que España ha llegado a este difícil momento de 2020 con una polarización alta, aunque con tendencia a la baja, y basada en altos sentimientos positivos hacia el propio líder y no tanto en la hostilidad hacia el resto.</p>
<p>También hemos podido ver, como mostraba <a href="http://agendapublica.elpais.com/enfrentados-y-enfadados-una-realidad-preocupante/">Torcal</a>, que la polarización afectiva ya estaba instalada en la sociedad española antes de la llegada de Vox a la arena electoral. Los partidos más extremistas solo crecen al calor de la polarización propiciada por los actores políticos al albur de la presencia de ciertas circunstancias extremas que así lo propicien. </p>
<p>La llegada de Vox ha cristalizado y es, al mismo tiempo, un síntoma de la presencia de dicha polarización. Desafortunadamente, carecemos de datos al respecto para conocer su evolución durante 2020 y de cómo ha evolucionado como consecuencia de la pandemia. Lo que nos lleva a resaltar, de nuevo, que apenas tenemos datos de polarización afectiva en España. </p>
<p>Sería importante que alguna institución, como el Centro de Investigaciones Sociológicas, incorporara estos indicadores de forma regular para que tengamos evidencia científica de algo que cada vez importa más a la ciudadanía pero que, sobre todo, parece tener consecuencias muy importantes en el comportamiento político de los ciudadanos y en los cálculos estratégicos de las élites políticas. Estas, pese a lo que afirman en sus discursos, pueden estar interesadas en fomentar dicha polarización y sacar partido electoral de la misma.</p>
<p>Nota: Quisiéramos agradecer la ayuda del investigador de RECSM, Josep Comellas, por su ayuda para la elaboración de estos datos.</p><img src="https://counter.theconversation.com/content/149237/count.gif" alt="The Conversation" width="1" height="1" />
<p class="fine-print"><em><span>Las personas firmantes no son asalariadas, ni consultoras, ni poseen acciones, ni reciben financiación de ninguna compañía u organización que pueda obtener beneficio de este artículo, y han declarado carecer de vínculos relevantes más allá del cargo académico citado anteriormente.</span></em></p>Analizamos los datos disponibles para intentar comprender mejor este creciente fenómeno.Luis Miller, Científico Titular, Centro de Ciencias Humanas y Sociales (CCHS - CSIC)Mariano Torcal, Catedrático de Universidad. Ciencia Política, Universitat Pompeu FabraLicensed as Creative Commons – attribution, no derivatives.