tag:theconversation.com,2011:/us/topics/tierra-56556/articlestierra – The Conversation2024-02-18T22:36:03Ztag:theconversation.com,2011:article/2236572024-02-18T22:36:03Z2024-02-18T22:36:03ZEstrellas que se aproximan al Sistema Solar pueden alterar el clima de la Tierra<p>Cada pocos millones de años se produce el encuentro fortuito de alguna estrella con el sistema solar. Si se trata de una estrella con masa significativa, puede introducir perturbaciones gravitatorias que afectarían a la evolución dinámica de los planetas. La Tierra no escaparía a estos efectos. </p>
<p>Ahora un estudio ha encontrado evidencias del efecto del encuentro de una estrella con el sistema solar, alterando la órbita de la Tierra y, posiblemente, su clima. </p>
<h2>El Sol, sometido a los caprichos de los encuentros estelares</h2>
<p>Un trabajo de <a href="https://www.psi.edu/blog/passing-stars-altered-orbital-changes-in-earth-other-planets/">Nathan A. Kaib y Sean Raymond, publicado en <em>Astrophysical Journal Letters</em></a>, demuestra, empleando simulaciones, los efectos gravitatorios que causan los encuentros casuales con estrellas.</p>
<p>En particular han analizado las consecuencias dinámicas del encuentro de una estrella similar al Sol, llamada <a href="https://en.wikipedia.org/wiki/HD_7977">HD 7977</a>, con el sistema solar hace 2,8 millones de años. La desestabilización del sistema que generó la estrella condujo a un incremento en la excentricidad orbital de la Tierra. </p>
<figure>
<iframe width="440" height="260" src="https://www.youtube.com/embed/FlmoWuX-H3s?wmode=transparent&start=0" frameborder="0" allowfullscreen=""></iframe>
</figure>
<p>Tales fluctuaciones en la excentricidad de la órbita de la Tierra deben producir cambios drásticos en el clima. El estudio intenta encontrar evidencia de tales encuentros que pudieran asociarse a eventos paleoclimáticos remarcables.</p>
<h2>Las fluctuaciones del clima terrestre</h2>
<p>Los estudios paleoclimáticos nos han permitido identificar anomalías climáticas que podrían estar asociadas a perturbaciones gravitatorias en la órbita de la Tierra.</p>
<p>Uno de esos episodios se conoce como el <a href="https://aemetblog.es/2021/04/20/el-maximo-termico-del-paleoceno-eoceno-petm/#:%7E:text=Hace%20poco%20m%C3%A1s%20de%2055,5%20y%208%20%C2%B0C.">máximo térmico del Paleoceno-Eoceno </a> y tuvo lugar hace 56 millones de años. Fue algo sonado dado que la temperatura de la Tierra subió entre 5 y 8 grados centígrados. De hecho, ya había sospechas de que la excentricidad orbital de la Tierra fue notablemente alta durante aquel evento. </p>
<p>Los resultados ahora publicados muestran que es posible retroceder en el tiempo para ahondar en el pasado orbital de la Tierra. </p>
<h2>Viajar al pasado</h2>
<p>Las simulaciones gravitatorias permiten viajar al pasado y deducir la evolución orbital de la Tierra y otros planetas en los últimos millones de años. La técnica se vuelve menos precisa a medida que se extiende a tiempos más largos, digamos decenas de millones de años, debido al crecimiento exponencial de las incertidumbres. Al aumentar los errores, las predicciones detalladas de la evolución orbital de la Tierra son muy inciertas. </p>
<p>Pero, afortunadamente, los <a href="https://www.esa.int/Space_in_Member_States/Spain/Gaia_crea_el_mapa_estelar_mas_completo_de_nuestra_Galaxia_y_mas_alla">estudios astrométricos realizados por la misión espacial GAIA</a> han permitido cuantificar con precisión el movimiento de las estrellas próximas al Sol y minimizar esas imprecisiones.</p>
<h2>El encuentro con la estrella HD 7977</h2>
<p>Por esas incertidumbres, los efectos gravitatorios de las estrellas que pasaban cerca del Sol no se habían tenido en cuenta en los pronósticos evolutivos de las órbitas planetarias. El nuevo estudio confirma que es posible profundizar millones de años en esa evolución y conectarla con encuentros ocurridos unos pocos millones de años atrás en el pasado.</p>
<p>De ese modo, Kaib y Raymond han identificado un paso estelar de una estrella similar al Sol denominada HD 7977. Se trata de una estrella de clase espectral G que actualmente se proyecta en la constelación de Casiopea, a unos 246,9 años luz de distancia de la Tierra. El interés radica en que, al tener una masa similar a la del Sol, ese encuentro fugaz fue lo suficientemente poderoso como para alterar las predicciones de las simulaciones de cómo era la órbita de la Tierra hace unos 50 millones de años. Es decir, es la causante de que no se pueda indagar más atrás en el tiempo.</p>
<p>Hay también limitaciones en la posición y deriva de esa estrella que impiden conocer los detalles exactos de su encuentro. La incertidumbre observacional actual hace que el cálculo de la distancia de encuentro mínima a la que pasó HD 7977 del Sol oscile entre 4 000 y 31 000 Unidades Astronómicas (UA). Dentro de ese margen, HD 7977 podría haber tenido un impacto significativo en la excentricidad de la Tierra y los demás planetas si hubiese pasado en el rango inferior, a pocos miles de UA. Una UA equivale a unos 150 millones de kilómetros, la distancia media Tierra-Sol.</p>
<p>Para hacernos una idea, eso supone que la estrella cruzaría alejada de la región central de nuestro sistema solar, a menos de una décima parte de la distancia a la que se encuentran los cometas más alejados. Eso es el límite del campo gravitatorio solar a 100 000 UA, allá donde se encuentra la zona más externa del almacén de cuerpos helados conocido como Nube de Oort. Es decir, a cien mil veces la distancia media Tierra-Sol. </p>
<p>Existen otras posibles evidencias indirectas del encuentro de nuestro sistema planetario con otras estrellas. Entre ellas cabe la posibilidad de que <a href="https://www.sciencedirect.com/science/article/pii/S0019103523004232">estrellas incluso más pequeñas, como Scholz, perturben los pequeños cuerpos que se encuentren en la Nube de Oort</a>. </p>
<p>Así, casi sin quererlo, nos hemos hecho conscientes de la fragilidad del clima terrestre, que también está sujeto a los caprichosos encuentros con estrellas rebeldes.</p><img src="https://counter.theconversation.com/content/223657/count.gif" alt="The Conversation" width="1" height="1" />
<p class="fine-print"><em><span>Josep M. Trigo Rodríguez recibe fondos del proyecto del Plan Nacional de Astronomía y Astrofísica PID2021-128062NB-I00 financiado por el MICINN y la Agencia Estatal de Investigación.</span></em></p>Encuentros de estrellas con el Sistema Solar pudieron alterar la órbita terrestre y causar drásticos cambios climáticos en la Tierra.Josep M. Trigo Rodríguez, Investigador Principal del Grupo de Meteoritos, Cuerpos Menores y Ciencias Planetarias, Instituto de Ciencias del Espacio (ICE - CSIC)Licensed as Creative Commons – attribution, no derivatives.tag:theconversation.com,2011:article/2229212024-02-15T17:55:40Z2024-02-15T17:55:40Z¿Cómo sabemos tanto del núcleo terrestre si apenas hemos excavado doce kilómetros de profundidad?<figure><img src="https://images.theconversation.com/files/574216/original/file-20240207-20-dk88cx.jpg?ixlib=rb-1.1.0&rect=81%2C20%2C6718%2C5069&q=45&auto=format&w=496&fit=clip" /><figcaption><span class="caption"></span> <span class="attribution"><a class="source" href="https://www.shutterstock.com/es/image-illustration/earth-core-structure-cross-section-planet-2206487407">Maxx-Studio / Shutterstock</a></span></figcaption></figure>
<p><em>Este artículo forma parte de la sección <strong>The Conversation Júnior</strong>, en la que especialistas de las principales universidades y centros de investigación contestan a las dudas de jóvenes curiosos de entre 12 y 16 años. Podéis enviar vuestras preguntas a <strong>tcesjunior@theconversation.com</strong></em></p>
<hr>
<p><strong><em>Pregunta de Antonio, de 16 años. IES Virgen del Castillo. Lebrija (Sevilla).</em></strong></p>
<hr>
<p>¿Cómo podríamos ir al centro de la Tierra y ver lo que hay ahí dentro? Quizás por el sitio más idóneo: bajando por la boca de un volcán (<a href="https://www.youtube.com/watch?v=7-RQ8eqJJYM">como el que entró hace poco en erupción en Islandia</a>), al estilo de lo que hicieron los protagonistas de la novela de Julio Verne <a href="https://es.wikipedia.org/wiki/Viaje_al_centro_de_la_Tierra"><em>Viaje al centro de la Tierra</em></a>, de 1864. ¿Es una idea viable? </p>
<p>En la actualidad, la distancia más profunda a la que se ha podido llegar es de unos 12,2 kilómetros, como bien dice el autor de la pregunta. El boquete fue abierto en 1992 en la <a href="https://www.bbc.com/mundo/vert-fut-48433107">península de Kola (Rusia)</a> y tardó en perforarse ¡más de 20 años! </p>
<p>Podríamos pensar que esa es la profundidad total de nuestro planeta, pero no es así, obviamente. Los 12 km solo constituyen 1/500 de los 6 400 km que separan la superficie del centro terrestre. Esto equivale aproximadamente a dos veces y media la distancia máxima de España, de punta a punta. Increíble, ¿verdad? </p>
<p>Entonces, ¿cómo pueden contar los libros de texto tantas cosas (composición, capas, profundidad…) sobre el interior de la Tierra? </p>
<h2>Primera pista: las rocas volcánicas</h2>
<p>Una posibilidad consiste en analizar el material que expulsan los volcanes, las llamadas <a href="https://www.icgc.cat/es/Ciudadano/Explora-Cataluna/Atlas/Atlas-geologico-de-Cataluna/Los-tipos-litologicos/Rocas-igneas">rocas volcánicas</a>. Sin embargo, estas rocas solamente provienen de una profundidad máxima de 200 km, lo que no nos dice mucho de todo lo que hay más abajo (nos faltan 6 200 km más). </p>
<p>Por tanto, necesitamos de otra evidencia. En concreto, los científicos se sirven de un fenómeno natural que, cuando ocurre, puede desencadenar una tragedia: los terremotos.</p>
<h2>Lo que nos cuentan los terremotos</h2>
<p>Un <a href="https://www.ign.es/web/sis-teoria-general">terremoto</a> es un movimiento brusco de tierra debido a una gran liberación de la tensión que se ha ido acumulando durante mucho tiempo. Esa sacudida se comunica a la roca vecina (la energía se transfiere) como si fueran fichas de dominó, generando un movimiento ondulatorio que se desplaza durante muchos kilómetros. Son las llamadas <a href="https://www.ign.es/web/sis-teoria-general">ondas sísmicas</a>. </p>
<figure class="align-right zoomable">
<a href="https://images.theconversation.com/files/573926/original/file-20240206-28-xbubbk.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=1000&fit=clip"><img alt="" src="https://images.theconversation.com/files/573926/original/file-20240206-28-xbubbk.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=237&fit=clip" srcset="https://images.theconversation.com/files/573926/original/file-20240206-28-xbubbk.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=600&h=850&fit=crop&dpr=1 600w, https://images.theconversation.com/files/573926/original/file-20240206-28-xbubbk.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=30&auto=format&w=600&h=850&fit=crop&dpr=2 1200w, https://images.theconversation.com/files/573926/original/file-20240206-28-xbubbk.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=15&auto=format&w=600&h=850&fit=crop&dpr=3 1800w, https://images.theconversation.com/files/573926/original/file-20240206-28-xbubbk.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=754&h=1068&fit=crop&dpr=1 754w, https://images.theconversation.com/files/573926/original/file-20240206-28-xbubbk.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=30&auto=format&w=754&h=1068&fit=crop&dpr=2 1508w, https://images.theconversation.com/files/573926/original/file-20240206-28-xbubbk.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=15&auto=format&w=754&h=1068&fit=crop&dpr=3 2262w" sizes="(min-width: 1466px) 754px, (max-width: 599px) 100vw, (min-width: 600px) 600px, 237px"></a>
<figcaption>
<span class="caption">Las ondas sísmicas se transmiten como fichas de domino que se empujan las unas a las otras.</span>
<span class="attribution"><a class="source" href="https://commons.wikimedia.org/wiki/File:Domino_effect.jpg">Wikimedia Commons</a>, <a class="license" href="http://creativecommons.org/licenses/by/4.0/">CC BY</a></span>
</figcaption>
</figure>
<p>A lo largo de la Tierra hay muchas estaciones sísmicas que detectan terremotos (cada año se registran entre 200 y 300), por lo que podemos medir cuándo llega esa onda. Si tenemos dos estaciones en lados opuestos del globo terráqueo se observa una cosa curiosa: las ondas tardan más de la cuenta en llegar. ¿Por qué? </p>
<h2>Atentos a la velocidad de las ondas sísmicas</h2>
<p>Al aproximarnos al centro de la Tierra, la velocidad de las ondas sísmicas disminuye. Se debe a que el material está más separado (como piezas de dominó más alejadas entre sí), volviéndose más líquido y aumentando la temperatura. Los líquidos transmiten las ondas peor que los sólidos. </p>
<p>Podemos decir que nuestro planeta es como una barra de chocolate con nueces, almendras y demás ingredientes que se va derritiendo conforme nos acercamos a uno de sus extremos (el interior de la Tierra).</p>
<figure class="align-right zoomable">
<a href="https://images.theconversation.com/files/573930/original/file-20240206-18-rt2199.JPG?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=1000&fit=clip"><img alt="" src="https://images.theconversation.com/files/573930/original/file-20240206-18-rt2199.JPG?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=237&fit=clip" srcset="https://images.theconversation.com/files/573930/original/file-20240206-18-rt2199.JPG?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=600&h=692&fit=crop&dpr=1 600w, https://images.theconversation.com/files/573930/original/file-20240206-18-rt2199.JPG?ixlib=rb-1.1.0&q=30&auto=format&w=600&h=692&fit=crop&dpr=2 1200w, https://images.theconversation.com/files/573930/original/file-20240206-18-rt2199.JPG?ixlib=rb-1.1.0&q=15&auto=format&w=600&h=692&fit=crop&dpr=3 1800w, https://images.theconversation.com/files/573930/original/file-20240206-18-rt2199.JPG?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=754&h=870&fit=crop&dpr=1 754w, https://images.theconversation.com/files/573930/original/file-20240206-18-rt2199.JPG?ixlib=rb-1.1.0&q=30&auto=format&w=754&h=870&fit=crop&dpr=2 1508w, https://images.theconversation.com/files/573930/original/file-20240206-18-rt2199.JPG?ixlib=rb-1.1.0&q=15&auto=format&w=754&h=870&fit=crop&dpr=3 2262w" sizes="(min-width: 1466px) 754px, (max-width: 599px) 100vw, (min-width: 600px) 600px, 237px"></a>
<figcaption>
<span class="caption">Zonas y límites del interior de la Tierra.</span>
<span class="attribution"><span class="source">Wikimedia Commons</span>, <a class="license" href="http://creativecommons.org/licenses/by/4.0/">CC BY</a></span>
</figcaption>
</figure>
<p>Es curioso mencionar que, dentro de una región de similar composición, las ondas aceleran hasta encontrar una zona en la que, bruscamente, su velocidad cambia. Esto sucede unas cinco veces, por lo que sabemos que hay cinco regiones o capas diferenciadas por sus respectivos límites a lo largo del interior de la Tierra. </p>
<p>Estas capas se llaman corteza, manto superior, manto inferior, núcleo externo y núcleo interno. Los límites se denominan discontinuidades y tienen los nombres de los científicos que las descubrieron: <a href="https://es.wikipedia.org/wiki/Andrija_Mohorovi%C4%8Di%C4%87">Mohorovicic</a> (de la corteza al manto superior), <a href="https://knoow.net/es/ciencias-tierra-vida/geologia-es/discontinuidad-de-repetti/">Repetti</a> (del manto superior al manto inferior), <a href="https://es.wikipedia.org/wiki/Beno_Gutenberg">Gutenberg</a> (del manto inferior al núcleo externo) y <a href="https://es.wikipedia.org/wiki/Inge_Lehmann">Lehmann</a> (del núcleo externo al núcleo interno). </p>
<p>En resumen, las ondas sísmicas nos permiten hacer una radiografía tipo “rayos X” para ver de qué está hecha por dentro nuestra madre Tierra. </p>
<h2>Lo que nos puede deparar el futuro</h2>
<p>Quizás llegue el día en el que los seres humanos podamos crear un vehículo tripulado que pueda viajar al centro de la Tierra, como imaginaron los guionistas de la película <a href="https://www.filmaffinity.com/es/film110500.html"><em>El núcleo</em> (2003)</a>. Quien no la haya visto ya, está tardando. </p>
<p>Solo necesitamos dos cosas: un material indestructible –hoy desconocido– como el <a href="https://www.xataka.com/literatura-comics-y-juegos/historia-unobtainium-material-que-explica-toda-ciencia-ficcion-avatar-x-men-1"><em>unobtainium</em></a> (el “inobtenible”, palabra que se emplea para nombrar elementos químicos no descubiertos y difíciles de conseguir), y un láser sónico que nos permita derretir roca sólida. </p>
<p>Pero eso de momento es ciencia ficción. ¿Será realidad en el futuro? Quizás seas tú uno de los científicos que lo consiga. ¡Quién sabe!</p>
<hr>
<p><em>El museo interactivo <a href="https://www.parqueciencias.com">Parque de las Ciencias de Andalucía</a> colabora en la sección The Conversation Júnior.</em></p>
<hr><img src="https://counter.theconversation.com/content/222921/count.gif" alt="The Conversation" width="1" height="1" />
<p class="fine-print"><em><span>Julio Ballesta Claver no recibe salario, ni ejerce labores de consultoría, ni posee acciones, ni recibe financiación de ninguna compañía u organización que pueda obtener beneficio de este artículo, y ha declarado carecer de vínculos relevantes más allá del cargo académico citado.</span></em></p>Los científicos pueden hacerle “radiografías” al interior de nuestro planeta analizando las ondas sísmicas que desatan los terremotos.Julio Ballesta Claver, Profesor Titular de didáctica de las ciencias experimentales, Universidad de GranadaLicensed as Creative Commons – attribution, no derivatives.tag:theconversation.com,2011:article/2191592023-12-18T19:44:16Z2023-12-18T19:44:16ZLa Luna no tiene cielo<figure><img src="https://images.theconversation.com/files/566012/original/file-20231215-29-o15lie.jpg?ixlib=rb-1.1.0&rect=66%2C34%2C1851%2C1034&q=45&auto=format&w=496&fit=clip" /><figcaption><span class="caption">El Sol visto desde la Luna, desde Hadley Rille, el lugar de aterrizaje del Apolo 16. La topografía y las sombras son científicamente precisas. </span> <span class="attribution"><a class="source" href="https://moon.nasa.gov/moon-in-motion/sun-moonlight/overview/">NASA/Ernie Wright</a>, <a class="license" href="http://creativecommons.org/licenses/by/4.0/">CC BY</a></span></figcaption></figure><blockquote>
<p>“¿Y si estuviésemos equivocados? ¿Y si la Tierra fuese la Luna y la Luna la Tierra?”</p>
</blockquote>
<p>La reflexión anterior es <a href="https://estafeta-gabrielpulecio.blogspot.com/2012/04/ramon-gomez-de-la-serna-greguerias.html">una greguería de Don Ramón Gómez de la Serna</a>. Así, si desde la Luna mirásemos el “cielo”, nos llevaríamos más de una sorpresa, empezando por la <a href="https://theconversation.com/amanecer-en-la-tierra-un-historiador-descubre-el-verdadero-origen-de-la-imagen-del-siglo-218701">majestuosa vista de nuestro planeta</a>.</p>
<p>Pero si un poeta lunático cantara a unos ojos azules como el cielo, sería un farsante… Porque en la Luna no habría encontrado esa inspiración azul que aquí nos brinda el cielo. </p>
<h2>Estos días azules. Y rojos. Y grises.</h2>
<p>Pero ¿a qué llamamos cielo? </p>
<p>En términos coloquiales, nos referimos a esa bóveda que derrama sobre nosotros un azul intenso, que transmite optimismo y que asociamos a momentos felices. El paraíso perdido de Antonio Machado, que escribía aquello de <a href="https://www.youtube.com/watch?v=IDkUqza3gmI">“Estos días azules y este sol de la infancia…”</a>. </p>
<p>Pero no siempre es azul. El modernista granadino <a href="https://www.editorialrenacimiento.com/autores/589__munoz-isaac">Isaac Muñoz </a> describió un cielo rojo “como la sangre de un Dios”. </p>
<p>¿Y qué ocurre los días nublados? El cielo se ve blanco. O gris. </p>
<p>¿Y por la noche? Negro. O con reflejos rojos si hay nubes y si la noche no está muy entrada.</p>
<p>Pero esa paleta de colores que reflejan los artistas desde la prehistoria no tiene lugar en nuestro satélite. </p>
<h2>Amanece en la Luna</h2>
<p>Los astronautas de la misión <a href="https://www.nasa.gov/news-release/nasa-designa-astronautas-para-su-pr%C3%B3xima-misi%C3%B3n-de-artemis-a-la-luna/">Artemisa de la NASA volverán a pisar la Luna</a>. Si permanecieran allí el tiempo suficiente como para contemplar un amanecer (<a href="https://www.universetoday.com/20524/how-long-is-a-day-on-the-moon-1/">28 días, nada menos</a>), echarían en falta ese incendio que en la Tierra compensa los madrugones. </p>
<p>Desde la Luna, conforme asciende el Sol, lo único que lo diferencia de otras estrellas es el tamaño y su cegadora luminosidad. Su luz será de un blanco que en nada se parece al amarillento que apreciamos desde la Tierra. </p>
<hr>
<p>
<em>
<strong>
Leer más:
<a href="https://theconversation.com/amanecer-en-la-tierra-un-historiador-descubre-el-verdadero-origen-de-la-imagen-del-siglo-218701">Amanecer en la Tierra: un historiador descubre el verdadero origen de la "imagen del siglo"</a>
</strong>
</em>
</p>
<hr>
<p>La bóveda azulada, blanquecina, grisácea o combinación de todo lo anterior que nos regala el cielo en la Tierra no existe en la Luna. Salvo algún efecto óptico si tomamos fotografías, más allá del disco solar todo será oscuridad moteada de estrellas conforme alejamos la vista del Sol.</p>
<figure class="align-center zoomable">
<a href="https://images.theconversation.com/files/566287/original/file-20231218-29-3tuk08.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=1000&fit=clip"><img alt="" src="https://images.theconversation.com/files/566287/original/file-20231218-29-3tuk08.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=754&fit=clip" srcset="https://images.theconversation.com/files/566287/original/file-20231218-29-3tuk08.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=600&h=601&fit=crop&dpr=1 600w, https://images.theconversation.com/files/566287/original/file-20231218-29-3tuk08.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=30&auto=format&w=600&h=601&fit=crop&dpr=2 1200w, https://images.theconversation.com/files/566287/original/file-20231218-29-3tuk08.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=15&auto=format&w=600&h=601&fit=crop&dpr=3 1800w, https://images.theconversation.com/files/566287/original/file-20231218-29-3tuk08.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=754&h=755&fit=crop&dpr=1 754w, https://images.theconversation.com/files/566287/original/file-20231218-29-3tuk08.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=30&auto=format&w=754&h=755&fit=crop&dpr=2 1508w, https://images.theconversation.com/files/566287/original/file-20231218-29-3tuk08.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=15&auto=format&w=754&h=755&fit=crop&dpr=3 2262w" sizes="(min-width: 1466px) 754px, (max-width: 599px) 100vw, (min-width: 600px) 600px, 237px"></a>
<figcaption>
<span class="caption">El Sol desde la superficie lunar. Imagen tomada por la misión Apolo 12 en noviembre de 1969.</span>
<span class="attribution"><a class="source" href="https://www.nasa.gov/history/50-years-ago-apollo-12-on-the-moon-whoopee/">NASA</a>, <a class="license" href="http://creativecommons.org/licenses/by/4.0/">CC BY</a></span>
</figcaption>
</figure>
<h2>Demasiado pequeña para tener cielo</h2>
<p>¿Por qué no vemos un cielo de colores desde la Luna? </p>
<p>La respuesta es simple: porque no tiene atmósfera. ¿Y por qué no tiene atmósfera? Porque su masa es pequeña y su débil fuerza gravitatoria no pudo retener ni atraer gases tras su <a href="https://www.ngenespanol.com/el-espacio/cual-es-el-origen-de-la-luna-resumen/">traumática separación de nuestro planeta</a>. Sin atmósfera no hay bóveda celeste, del mismo modo que sin porqués no progresa la ciencia.</p>
<p>En realidad, que el cielo presente un color u otro en distintas circunstancias se debe a dos hechos fundamentales: la luz del Sol está compuesta por radiaciones de distintos colores (algunas invisibles para nosotros), y las moléculas y partículas atmosféricas de menor tamaño no las tratan a todas por igual. Esas partículas dispersan las luces azules en todas direcciones como si de un juego de <em>pinball</em> se tratase. Ese juego de <em>pinball</em> entre el aire y la luz azul se llama esparcimiento. La luz azul parece venir de todas partes en un cielo sin nubes. </p>
<p>Cuando el Sol está bajo y sus rayos tienen que atravesar un mayor espesor de aire, el esparcimiento de la luz azul es tan alto que los rayos que nos llegan son casi exclusivamente rojos. </p>
<p>Si hay muchas nubes, el cielo se ve blanco porque las gotitas de agua que contienen dispersan toda la luz por igual sin cebarse con la azul. </p>
<h2>El toque maestro de nuestros ojos</h2>
<p>A lo anterior hay que añadir que <a href="https://theconversation.com/asi-hemos-humanizado-la-luz-207855">nuestro sistema visual percibe mejor unos colores que otros</a> y que nuestro cerebro nos engaña: “hace un <em>pack</em>” y asigna un solo color a las luces que vemos, aunque sean suma de muchas. El color final que percibimos, aunque se esparce más el morado, es el azul.</p>
<p>En la Luna no se puede apreciar una bóveda celeste porque no tiene una atmósfera con partículas, ni gotas de lluvia, ni nubes que jueguen con la luz para bañarnos con el color que más le convenga en cada ocasión. </p>
<p>Y si hubiera un mar en la Luna, ¿sería también negro como ese cielo que no es cielo? Pues no. </p>
<p>Si en la Luna hubiese mares como los de la Tierra, tendrían color durante el día. ¡Imposible!, puede que piense. ¡Pero si el mar es azul porque refleja el cielo! Lo decían los griegos que nunca se equivocaban, ¿verdad? Pues en eso sí que se equivocaron, aunque se lo perdonemos por la belleza de la explicación.</p>
<p>¿De qué color serían los mares lunares? Nadie llegará a comprobarlo, pero ahí va mi hipótesis: la superficie de agua que recibiese la luz solar directa tendría un fuerte reflejo azulado o blanquecino y sus inmediaciones lucirían un tono azulado que se iría apagando conforme aumentase su ángulo con el disco solar. </p>
<p>En palabras de Gómez de la Serna: “Al mar le gusta la impunidad, y por eso borra toda huella en la playa”. Y también su color.</p><img src="https://counter.theconversation.com/content/219159/count.gif" alt="The Conversation" width="1" height="1" />
<p class="fine-print"><em><span>Antonio Manuel Peña García no recibe salario, ni ejerce labores de consultoría, ni posee acciones, ni recibe financiación de ninguna compañía u organización que pueda obtener beneficio de este artículo, y ha declarado carecer de vínculos relevantes más allá del cargo académico citado.</span></em></p>¿Qué se observa al mirar arriba desde la Luna cuando amanece? ¿Cómo son sus atardeceres? Cuando se ve la Tierra, ¿es de noche o de día en la Luna?Antonio Manuel Peña García, Catedrático del Área de Ingeniería Eléctrica, Universidad de GranadaLicensed as Creative Commons – attribution, no derivatives.tag:theconversation.com,2011:article/2189862023-12-01T11:07:27Z2023-12-01T11:07:27ZLas muestras del asteroide Ryugu explican el origen del nitrógeno de la Tierra<figure><img src="https://images.theconversation.com/files/562958/original/file-20231201-26-um57ny.jpeg?ixlib=rb-1.1.0&rect=142%2C209%2C4610%2C2949&q=45&auto=format&w=496&fit=clip" /><figcaption><span class="caption">Hayabusa muestreando la superfície de Ryugu</span> <span class="attribution"><a class="source" href="https://www.hayabusa2.jaxa.jp/en/galleries/cg/pages/touchdown1.html">Akihiro Ikeshita/JAXA</a>, <a class="license" href="http://creativecommons.org/licenses/by-sa/4.0/">CC BY-SA</a></span></figcaption></figure><p>La misión Hayabusa 2 de la <a href="https://global.jaxa.jp/">Agencia Espacial Japonesa (JAXA)</a> trajo a la Tierra material del asteroide Ryugu, y su análisis no ha parado de enriquecer nuestro conocimiento sobre la formación de los planetas rocosos. Un <a href="https://www.nature.com/articles/s41550-023-02137-z">nuevo estudio </a> explica el origen del nitrógeno y otros compuestos volátiles de la Tierra. </p>
<p>El nitrógeno molecular (N₂) es el gas más abundante de la atmósfera terrestre. <a href="https://earthhow.com/earth-atmosphere-composition/">Constituye el 78,1 % de su masa total</a>, y es el que la hace distinguible de las atmósferas de otros planetas rocosos. </p>
<p>Explicar por qué hay nitrógeno y cómo llegó aquí es, en cierto modo, conocer una de las razones fundamentales por las que existe la vida, dado que forma parte de los elementos esenciales para crearla. </p>
<h2>La misión de retorno de muestras desde Ryugu</h2>
<p>La <a href="https://www.hayabusa2.jaxa.jp/en/">misión de retorno de muestras Hayabusa 2 en 2020</a> marcó un importante hito en la exploración espacial. Hayabusa 2 trajo a la Tierra un cápsula que contenía cinco gramos de material de la superficie del asteroide. </p>
<p>Ryugu es de tamaño kilométrico y rico en carbono. Se asemeja a un raro y sumamente frágil grupo de meteoritos llamados <a href="https://theconversation.com/nuevo-hallazgo-en-meteoritos-condriticos-sube-la-apuesta-a-favor-de-la-vida-extraterrestre-198912">(condritas carbonáceas)</a>, similares al <a href="https://www.europapress.es/epsocial/noticia-meteorito-hace-4500-millones-anos-mostrara-claves-nacimiento-sistema-solar-20080620181030.html">meteorito Ivuna.</a> </p>
<p>Ryugu ha sufrido un proceso de meteorización espacial causado por colisiones con micrometeoritos y por la exposición a iones cargados del <a href="https://www.geoenciclopedia.com/viento-solar-que-es-y-consecuencias-709.html">viento solar</a>.</p>
<p>En el mes de marzo de 2023, tras el análisis de las primeras muestras, los investigadores japoneses publicaron que <a href="https://www.agenciasinc.es/Noticias/Detectado-un-precursor-de-acido-nucleico-en-el-asteroide-Ryugu">habían encontrado uracilo</a>. Ahora, la sorpresa es que han podido seguir el rastro del nitrógeno y explicar cómo pudo fijarse en el primeros estadios de formación de la Tierra. </p>
<h2>Nitrógeno llegado desde los confines del Sistema Solar</h2>
<p>Comprender el transporte del nitrógeno y de otros elementos ligeros es tremendamente complicado, tanto por su volatilidad como por la complejidad de los procesos que experimentan en el espacio interplanetario. </p>
<p>Mediante teledetección, y gracias a misiones como <a href="https://www.esa.int/Enabling_Support/Operations/Rosetta">Rosetta al cometa 67P/Churyumov-Gerasimenko</a>, se han encontrado compuestos sólidos de nitrógeno en los cuerpos helados del sistema solar exterior, como las <a href="https://www.science.org/doi/10.1126/science.aaw7462">sales de amonio</a>. Algunos de esos compuestos son estables en la región cercana a la Tierra, pero no se habían detectado en los materiales que llegan desde esos cuerpos en forma de partículas de polvo interplanetario y micrometeoritos. </p>
<p>Su relativa ausencia se debe a su volatilidad. Bien porque esos materiales que llegan a la Tierra surgen de una colisión que fragmenta y evapora las fases volátiles, o bien debido a la meteorización espacial o la brusca entrada a hipervelocidad en la atmósfera terrestre. Así, el nitrógeno y otros gases no se habían encontrado hasta ahora en los pequeños cuerpos cercanos a la Tierra. </p>
<h2>La acción del agua en Ryugu: formación y alteración de la magnetita</h2>
<p>Los materiales que formaron Ryugu estaban hidratados por agua primordial y la <a href="https://doi.org/10.1007/s11214-019-0583-0">alteración acuosa</a> transformó su interior. Unos 50 millones de años antes de formarse la Tierra, el agua ya alteraba ese diminuto asteroide. </p>
<p>Como resultado de ello se formaron minerales hidratados como, por ejemplo, la magnetita que aparece en forma de glóbulos redondeados, formados cuando el agua empapó el asteroide. </p>
<p>Las imágenes de alta resolución de la magnetita de Ryugu revelan que en la superficie poseen una capa de nitruro de hierro (Fe₄N) de varias decenas de nanómetros. El procesado térmico y radiativo que sufrió Ryugu por la <a href="https://spiegato.com/es/que-es-la-meteorizacion-espacial">meteorización espacial</a> hizo que los elementos volátiles que contienen hierro se liberaran. Sin embargo, el nitrógeno quedó retenido en esa fina capa exterior. </p>
<p>Ese es un mecanismo eficaz para que el nitrógeno se fije en los materiales que vagan por el espacio, tendiendo a enriquecerse en ese elemento a lo largo de su exposición al medio interplanetario durante miles de millones de años. </p>
<p>El nitruro de hierro observado en la superficie de la magnetita de Ryugu se formó a través de la <a href="https://www.bing.com/ck/a?!&&p=0983872c040540c0JmltdHM9MTcwMTMwMjQwMCZpZ3VpZD0yMGZmNTA1Yi01ZDE3LTZiMjUtMTUyYy00MjQxNWNiOTZhOTcmaW5zaWQ9NTIxOA&ptn=3&ver=2&hsh=3&fclid=20ff505b-5d17-6b25-152c-42415cb96a97&psq=nitrurizaci%c3%b3n&u=a1aHR0cHM6Ly9lcy53aWtpcGVkaWEub3JnL3dpa2kvTml0cnVyYWNpJUMzJUIzbg&ntb=1">nitruración del hierro</a> en su exposición a las condiciones del espacio, bañado en nitrógeno y otros volátiles que transporta el viento solar y que se incorporan a la magnetita.</p>
<h2>Y llegó a la Tierra</h2>
<p>La incorporación de nitrógeno a los cuerpos menores que surcan el sistema solar permitió la formación de las atmósferas de los planetas rocosos, así como la de los satélites de los planetas gigantes. De hecho, <a href="http://www.sciencedirect.com/science/article/pii/S0032063311000717">la atmósfera terrestre posee una similitud isotópica fascinante con la del satélite Titán de Saturno</a>.</p>
<p>Estudios recientes confirman que <a href="https://www.sciencedirect.com/science/article/pii/S0012821X21000534">actualmente el flujo de micrometeoritos sobre nuestro planeta es de 5 200 toneladas al año</a>. Obviamente fue mucho mayor en el pasado y, por tanto, la magnitud de esa aportación nos ayuda a comprender la relevancia de estos cuerpos menores, encargados del transporte de volátiles a las regiones internas en donde se formó la Tierra. </p>
<p>Los estudios de Ryugu corroboran asimismo el origen del nitrógeno en cuerpos helados, <a href="https://www.science.org/doi/10.1126/science.290.5494.1142">también deducido del estudio de rocas lunares</a>.</p>
<p>Esos micrometeoritos, bañados en el viento solar, incorporaron el nitrógeno de cuerpos helados del sistema solar exterior. Fueron ellos los responsables del transporte de nitrógeno a la región cercana a la Tierra, tanto en los primeros días de nuestro sistema solar como en la actualidad.</p>
<p>De ese nitrógeno procede la atmósfera, la vida y nuestra propia esencia, en forma de bases nitrogenadas que forman los nucleótidos de nuestro ADN.</p><img src="https://counter.theconversation.com/content/218986/count.gif" alt="The Conversation" width="1" height="1" />
<p class="fine-print"><em><span>Josep M. Trigo Rodríguez fondos del proyecto del Plan Nacional de Astronomía y Astrofísica PID2021-128062NB-I00 financiado por el MICINN y la Agencia Estatal de Investigación.</span></em></p>El estudio de las muestras del asteroide Ryugu explica cómo llegó el nitrógeno a la Tierra y pudo dar forma a la atmósfera.Josep M. Trigo Rodríguez, Investigador Principal del Grupo de Meteoritos, Cuerpos Menores y Ciencias Planetarias, Instituto de Ciencias del Espacio (ICE - CSIC)Licensed as Creative Commons – attribution, no derivatives.tag:theconversation.com,2011:article/2006162023-03-28T17:08:12Z2023-03-28T17:08:12ZEl convulso origen de los continentes<figure><img src="https://images.theconversation.com/files/513378/original/file-20230303-1292-xz0slm.jpg?ixlib=rb-1.1.0&rect=0%2C0%2C6989%2C3552&q=45&auto=format&w=496&fit=clip" /><figcaption><span class="caption">
</span> <span class="attribution"><a class="source" href="https://www.shutterstock.com/es/image-illustration/earths-fault-lines-between-tectonic-plates-180937673">Shutterstock / Mopic</a></span></figcaption></figure><p>El origen de la corteza continental, suelo firme en la cáscara de nuestro planeta, es aún hoy uno de los grandes misterios de las Ciencias de la Tierra. ¿De dónde vienen los continentes? ¿De dónde ha salido “tierra firme”? ¿Y cómo crecen?</p>
<p>El primer registro de corteza continental data de hace la enormidad de 3 500 millones de años, tan sólo 1 100 millones de años después de la formación de la Tierra. Antes, según nuestros datos, en la superficie sólo había agua. Desde su origen, múltiples estudios apuntan a que los continentes <a href="https://www.sciencedirect.com/science/article/pii/S0301926810001026">no han parado de crecer</a>, aunque discrepan en las tasas y el mecanismo de crecimiento, y en lo que es aún más conmovedor: <a href="https://www.csic.es/es/actualidad-del-csic/investigadores-del-csic-demuestran-que-los-continentes-crecen-tras-la-colision#:%7E:text=El%20estudio%20se%C3%B1ala%20que%20los,consumido%20toda%20la%20corteza%20oce%C3%A1nica.">que sigan haciéndolo</a>. </p>
<p>Algunos modelos apuntan que el crecimiento de los continentes ha sido <a href="https://royalsocietypublishing.org/doi/abs/10.1098/rsta.1981.0122">limitado</a> desde su formación, argumentando que se destruye la misma corteza que se crea. Otros modelos predicen un crecimiento <a href="https://www.science.org/doi/full/10.1126/science.1216066">considerable</a>, especialmente concentrado en los últimos 1 000 millones de años.</p>
<p>Entre las discrepancias, todos están de acuerdo en que los continentes crecen. Pero ¿cómo lo hacen? ¿Cómo crece la tierra que pisamos? Y, aún más en profundidad, ¿qué mecanismo provoca su crecimiento?</p>
<h2>Los magmas como punto de partida</h2>
<p>La mayoría de los estudios utilizan métodos de datación en <a href="https://es.wikipedia.org/wiki/Zirc%C3%B3n">zircón</a>, una gema preciosa, como punto de partida. Multitud de civilizaciones han buscado y atesorado zircón sin saber que se trataba de la gema más antigua que jamás ha existido. Un estudio de científicos de las universidades de Wisconsin y Madison descubrió el <a href="https://www.researchgate.net/publication/12133721_Evidence_from_detrital_zircons_for_the_existence_of_continental_crust_and_oceans_on_the_Earth_44_Gyr_ago">origen de la cristalización del zirconio</a> hace exactamente 4 400 millones de años. Se utilizan refinadas técnicas y sistemas isotópicos para determinar la edad de una roca. Sin embargo, y a pesar de los avances, los hallazgos están igualmente sujetos a varias fuentes de incertidumbre.</p>
<p>Pero sí hay algo claro, y es que todo proceso de crecimiento de la corteza continental parte de un cataclismo, de una convulsión geológica que implique la generación de magma desde el manto terrestre, que este magma se incorpore a la corteza, y, algo fundamental, que se preserve. </p>
<p>Así, para dar con el origen, la primera incógnita a resolver es qué magmatismo es el responsable del lento crecimiento de los continentes. </p>
<h2>El magmatismo de arco y el nacimiento de los Andes</h2>
<p>Desde el paradigma de la tectónica de placas el crecimiento cortical se ha atribuido históricamente al magmatismo producido en <a href="https://es.wikipedia.org/wiki/Subducci%C3%B3n">zonas de subducción</a>, es decir, allí donde una placa, habitualmente oceánica, se introduce debajo de la contigua, habitualmente continental. Así, más o menos, y en un proceso que agita la Tierra como una maraca, la tierra firme le gana terreno al lecho marino. </p>
<p>El hundimiento de la corteza en el manto provoca que brote magma y su incorporación a los continentes. Este proceso se conoce como <a href="https://es.wikipedia.org/wiki/Arco_volc%C3%A1nico">magmatismo de arco</a>. Así nacieron los Andes y su cinturón volcánico. </p>
<figure class="align-center zoomable">
<a href="https://images.theconversation.com/files/513260/original/file-20230302-19-j5bhpf.jpeg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=1000&fit=clip"><img alt="" src="https://images.theconversation.com/files/513260/original/file-20230302-19-j5bhpf.jpeg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=754&fit=clip" srcset="https://images.theconversation.com/files/513260/original/file-20230302-19-j5bhpf.jpeg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=600&h=400&fit=crop&dpr=1 600w, https://images.theconversation.com/files/513260/original/file-20230302-19-j5bhpf.jpeg?ixlib=rb-1.1.0&q=30&auto=format&w=600&h=400&fit=crop&dpr=2 1200w, https://images.theconversation.com/files/513260/original/file-20230302-19-j5bhpf.jpeg?ixlib=rb-1.1.0&q=15&auto=format&w=600&h=400&fit=crop&dpr=3 1800w, https://images.theconversation.com/files/513260/original/file-20230302-19-j5bhpf.jpeg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=754&h=502&fit=crop&dpr=1 754w, https://images.theconversation.com/files/513260/original/file-20230302-19-j5bhpf.jpeg?ixlib=rb-1.1.0&q=30&auto=format&w=754&h=502&fit=crop&dpr=2 1508w, https://images.theconversation.com/files/513260/original/file-20230302-19-j5bhpf.jpeg?ixlib=rb-1.1.0&q=15&auto=format&w=754&h=502&fit=crop&dpr=3 2262w" sizes="(min-width: 1466px) 754px, (max-width: 599px) 100vw, (min-width: 600px) 600px, 237px"></a>
<figcaption>
<span class="caption">Andes. Paso del Inca, frontera entre Argentina y Chile (Carretera de Mendoza a Santiago de chile.</span>
<span class="attribution"><span class="license">Author provided</span></span>
</figcaption>
</figure>
<p>Sin embargo, las estimaciones de crecimiento por magmatismo de arco albergan una contradicción. La incorporación de magmas descompensa la masa continental que flota sobre el manto. Y el sistema tiende al equilibrio: los magmas “sobrantes” se <a href="https://www.sciencedirect.com/science/article/pii/S0012825217300934">reciclan</a> de vuelta al manto.</p>
<p>Si se crea la misma masa que se destruye, el magmatismo de arco no nos sirve para explicar la formación de continentes. </p>
<h2>La hipótesis nueva: el magmatismo postcolisional</h2>
<p>Cuando una subducción termina, continentes inicialmente separados por un océano chocan entre sí. Ese choque, aunque suena a inmediato, puede durar decenas de millones de años. Y sus consecuencias pueden perdurar todavía más en forma de grandes cordilleras, como ocurrió en el caso del Himalaya. </p>
<p>La temperatura e inestabilidad tectónica provocada por una colisión genera magmatismo. A este se le llama magmatismo postcolisional. Cuando este magma se emplaza en la corteza genera grandes formaciones de granito, como Gredos (Sistema Central, España).</p>
<figure class="align-center zoomable">
<a href="https://images.theconversation.com/files/512212/original/file-20230224-1916-hria2d.jpeg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=1000&fit=clip"><img alt="" src="https://images.theconversation.com/files/512212/original/file-20230224-1916-hria2d.jpeg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=754&fit=clip" srcset="https://images.theconversation.com/files/512212/original/file-20230224-1916-hria2d.jpeg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=600&h=400&fit=crop&dpr=1 600w, https://images.theconversation.com/files/512212/original/file-20230224-1916-hria2d.jpeg?ixlib=rb-1.1.0&q=30&auto=format&w=600&h=400&fit=crop&dpr=2 1200w, https://images.theconversation.com/files/512212/original/file-20230224-1916-hria2d.jpeg?ixlib=rb-1.1.0&q=15&auto=format&w=600&h=400&fit=crop&dpr=3 1800w, https://images.theconversation.com/files/512212/original/file-20230224-1916-hria2d.jpeg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=754&h=503&fit=crop&dpr=1 754w, https://images.theconversation.com/files/512212/original/file-20230224-1916-hria2d.jpeg?ixlib=rb-1.1.0&q=30&auto=format&w=754&h=503&fit=crop&dpr=2 1508w, https://images.theconversation.com/files/512212/original/file-20230224-1916-hria2d.jpeg?ixlib=rb-1.1.0&q=15&auto=format&w=754&h=503&fit=crop&dpr=3 2262w" sizes="(min-width: 1466px) 754px, (max-width: 599px) 100vw, (min-width: 600px) 600px, 237px"></a>
<figcaption>
<span class="caption">Macizo granítico de Gredos, en el Sistema Central, España.</span>
<span class="attribution"><span class="license">Author provided</span></span>
</figcaption>
</figure>
<p>Tradicionalmente se ha asociado el magmatismo postcolisional con la fusión de la corteza, y se le ha dado de lado en la discusión que trata de explicar el origen de los continentes. </p>
<p>En el nuevo <a href="https://www.sciencedirect.com/science/article/pii/S0012821X22006148">estudio</a> que hemos realizado desde el Consejo Superior de Investigaciones Científicas y la Universidad de Salamanca, vinculamos el magmatismo postcolisional con el crecimiento de los continentes.</p>
<p>Hemos utilizado argumentos experimentales e isotópicos para concluir que los magmas postcolisionales proceden del manto terrestre y no son el resultado de reciclar la corteza. Esto implica que tras la colisión de dos continentes la masa continental crece, algo que los modelos no habían tenido en cuenta hasta ahora.</p>
<figure class="align-center zoomable">
<a href="https://images.theconversation.com/files/512214/original/file-20230224-859-mamx70.png?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=1000&fit=clip"><img alt="" src="https://images.theconversation.com/files/512214/original/file-20230224-859-mamx70.png?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=754&fit=clip" srcset="https://images.theconversation.com/files/512214/original/file-20230224-859-mamx70.png?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=600&h=802&fit=crop&dpr=1 600w, https://images.theconversation.com/files/512214/original/file-20230224-859-mamx70.png?ixlib=rb-1.1.0&q=30&auto=format&w=600&h=802&fit=crop&dpr=2 1200w, https://images.theconversation.com/files/512214/original/file-20230224-859-mamx70.png?ixlib=rb-1.1.0&q=15&auto=format&w=600&h=802&fit=crop&dpr=3 1800w, https://images.theconversation.com/files/512214/original/file-20230224-859-mamx70.png?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=754&h=1008&fit=crop&dpr=1 754w, https://images.theconversation.com/files/512214/original/file-20230224-859-mamx70.png?ixlib=rb-1.1.0&q=30&auto=format&w=754&h=1008&fit=crop&dpr=2 1508w, https://images.theconversation.com/files/512214/original/file-20230224-859-mamx70.png?ixlib=rb-1.1.0&q=15&auto=format&w=754&h=1008&fit=crop&dpr=3 2262w" sizes="(min-width: 1466px) 754px, (max-width: 599px) 100vw, (min-width: 600px) 600px, 237px"></a>
<figcaption>
<span class="caption">Esquema conceptual del magmatismo postcolisional. La inestabilidad producida por el choque entre dos continentes provoca fusión. Los magmas generados se incorporan a la masa continental.</span>
<span class="attribution"><span class="license">Author provided</span></span>
</figcaption>
</figure>
<h2>¿De dónde vienen los continentes?</h2>
<p>Ahora que tenemos algunas herramientas para ello, ha llegado el momento de responder la pregunta inicial: ¿de dónde vienen los continentes?</p>
<p>Los continentes son magma enfriado. Por tanto, cualquier magmatismo capaz de hacer crecer los continentes debe provenir del manto.</p>
<p>Acorde a nuestro último hallazgo, desde el inicio de la tectónica de placas dos grandes eventos tectónicos han sido capaces de crear nueva masa continental: las zonas de subducción y la colisión continental.</p>
<p>Podríamos decir que los continentes, el soporte sobre el que habita el ser humano, se formaron desde magmas procedentes del manto, liberados tras movimientos de volumen cataclísmico, bien por una subducción o por la posterior colisión entre continentes.</p><img src="https://counter.theconversation.com/content/200616/count.gif" alt="The Conversation" width="1" height="1" />
<p class="fine-print"><em><span>Daniel Gómez-Frutos recibe fondos de Agencia Estatal de Investigación, concesión N◦PGC2018-096534-B-I00 (Proyecto IBERCRUST).</span></em></p>Cuando chocan dos continentes ocurre un cataclismo. La colisión continental mejor preservada en la Tierra hasta hoy tuvo como resultado la cordillera del Himalaya. En ese evento de ruptura y transformación, el magma del manto asciende, y hace que los continentes crezcan.Daniel Gómez-Frutos, PhD Student, Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC)Licensed as Creative Commons – attribution, no derivatives.tag:theconversation.com,2011:article/2014852023-03-26T20:24:43Z2023-03-26T20:24:43ZEl Laco: el volcán más raro del mundo<figure><img src="https://images.theconversation.com/files/515304/original/file-20230314-18-9oxeqm.jpg?ixlib=rb-1.1.0&rect=17%2C11%2C3976%2C2982&q=45&auto=format&w=496&fit=clip" /><figcaption><span class="caption">Vista de el Laco (Chile)</span> <span class="attribution"><span class="license">Author provided</span></span></figcaption></figure><p>Cerca del Paso Sico, una remota frontera entre Chile y Argentina y entre las conocidas zonas de la Quebrada de Humahuaca y el Salar de Atacama, los turistas que visitan esos grandiosos paisajes ven un cerro anodino de 5 400 m reflejándose en la Laguna Tuyaito. Se trata del Cerro de El Laco, uno de los lugares geológicamente hablando más controvertidos e intrigantes de la Tierra. </p>
<h2>Rocas hechas de magnetita</h2>
<p>A finales de los años 1950 del siglo pasado, <a href="https://www.miningfoundationsw.org/Charles_Park">Charles Park</a>, profesor de yacimientos minerales de la Universidad de Stanford, describió unas coladas volcánicas formadas por<a href="https://www.mindat.org/show.php?id=2538"> magnetita</a> en un lugar remoto de los Andes. Este descubrimiento apoyaba la teoría, ya planteada por el geólogo sueco Geiger en 1910, de que rocas similares y mucho más antiguas que se explotaban en la <a href="https://en.wikipedia.org/wiki/Kiruna_mine">mina de Kiruna</a>, en Laponia, estaban formadas por la cristalización de un magma desconocido, rico en hierro. </p>
<p>La magnetita es una fuente importante de hierro y un mineral que raramente se encuentra en cantidades tan elevadas como en Kiruna o El Laco. Una fábula de <a href="https://es.wikipedia.org/wiki/Plinio_el_Viejo">Plinio el Viejo</a> atribuye el nombre de la magnetita al de un pastor de nombre Magnes que descubrió este mineral en el monte Ida, observando que se adhería a los clavos de su calzado.</p>
<p>El Laco es un volcán reciente, formado hace “solo” unos 2-3 millones de años, lo que significa que podemos estudiar en sus laderas unas rocas que están casi intactas. </p>
<figure class="align-center zoomable">
<a href="https://images.theconversation.com/files/517391/original/file-20230324-22-l2ejn2.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=1000&fit=clip"><img alt="" src="https://images.theconversation.com/files/517391/original/file-20230324-22-l2ejn2.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=754&fit=clip" srcset="https://images.theconversation.com/files/517391/original/file-20230324-22-l2ejn2.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=600&h=450&fit=crop&dpr=1 600w, https://images.theconversation.com/files/517391/original/file-20230324-22-l2ejn2.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=30&auto=format&w=600&h=450&fit=crop&dpr=2 1200w, https://images.theconversation.com/files/517391/original/file-20230324-22-l2ejn2.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=15&auto=format&w=600&h=450&fit=crop&dpr=3 1800w, https://images.theconversation.com/files/517391/original/file-20230324-22-l2ejn2.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=754&h=566&fit=crop&dpr=1 754w, https://images.theconversation.com/files/517391/original/file-20230324-22-l2ejn2.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=30&auto=format&w=754&h=566&fit=crop&dpr=2 1508w, https://images.theconversation.com/files/517391/original/file-20230324-22-l2ejn2.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=15&auto=format&w=754&h=566&fit=crop&dpr=3 2262w" sizes="(min-width: 1466px) 754px, (max-width: 599px) 100vw, (min-width: 600px) 600px, 237px"></a>
<figcaption>
<span class="caption">Chile. En el cuerpo de Laco Sur a 4.800 m.</span>
<span class="attribution"><span class="license">Author provided</span></span>
</figcaption>
</figure>
<h2>La rareza del volcán</h2>
<p>Alrededor de este volcán clásico de los Andes hay unas coladas muy similares a las de cualquier volcán, pero algo más oscuras y con formas de erosión caprichosas. En detalle, estas coladas tienen todas las estructuras que podemos esperar en un volcán. Son coladas de lava que han descendido por la ladera, <a href="https://petroignea.wordpress.com/tiposrocosos/clasificacion/rocas-piroclasticas/">rocas piroclásticas</a> o bombas volcánicas.</p>
<p>Parecen rocas convencionales, pero no lo son: están formadas por magnetita. Es difícil percatarse de esto hasta oír el sonido metálico al impactar un martillo o acercar un imán. Con la lupa podemos también observar que la magnetita es masiva, solo tiene unas pequeñas inclusiones de <a href="https://www.mindat.org/min-1572.html">fluorapatito</a>, mineral rico en fósforo y flúor, y <a href="https://www.mindat.org/min-1294.html">diopsido</a>.</p>
<h2>Una lava inusual en la Tierra</h2>
<p>La formación de estas rocas ha suscitado un debate científico enconado. Aun hoy, más de 60 años después del descubrimiento, no hay una teoría unánimemente aceptada sobre su origen. </p>
<p>Las hipótesis sobre cómo se han podido formar unas rocas tan únicas son de lo más variado. Incluyen, junto con la <a href="https://pubs.geoscienceworld.org/gsa/geology/article-abstract/44/6/427/132097/Iron-rich-melts-magmatic-magnetite-and-superheated">hipótesis</a> <a href="https://pubs.geoscienceworld.org/canmin/article-abstract/16/4/581/11278/Crystal-growth-textures-in-magnetite-flows-and?redirectedFrom=fulltext">magmática</a>, modelos que sugieren que la magnetita <a href="https://pubs.geoscienceworld.org/segweb/books/book/1232/chapter-abstract/107025734/Geology-and-Rare-Earth-Element-Geochemistry-of?redirectedFrom=fulltext">se formó por aguas de los salares que fueron calentadas por la actividad magmática y extrajeron el hierro de las rocas volcánicas para depositarlo en la superficie</a>. O que el hierro fue transportado por agua caliente que procedía de las <a href="https://pubs.geoscienceworld.org/segweb/economicgeology/article-abstract/98/7/1501/22408/NEW-FIELD-EVIDENCE-BEARING-ON-THE-ORIGIN-OF-THE-EL?redirectedFrom=fulltext">raíces del volcán</a>. </p>
<p>Sin embargo, en los últimos años hay más evidencias geológicas y geoquímicas de que la magnetita sea una <a href="https://pubs.geoscienceworld.org/segweb/economicgeology/article-abstract/112/7/1595/516651/The-Magmatic-to-Magmatic-Hydrothermal-Evolution-of?redirectedFrom=fulltext">lava inusual</a>. </p>
<p>El mayor problema es que nadie ha visto esas lavas en la Tierra, aunque hay investigadores que hipotetizan que son frecuentes en <a href="https://agupubs.onlinelibrary.wiley.com/doi/full/10.1029/2002JE001891">Marte y otros planetas</a>. Un problema similar pasó con unas rocas muy distintas, las carbonatitas, que también son extrañas lavas compuestas por carbonatos. Hasta que no se descubrió la lava carbonatítica emergiendo del volcán <a href="https://es.wikipedia.org/wiki/Ol_Doinyo_Lengai">Oldoinyo Lengai (Tanzania)</a> no se cerró la polémica.</p>
<p>Si El Laco tiene coladas volcánicas de magnetita, surgen dos grandes preguntas que resolver. La primera es que la magnetita funde a unos <a href="https://en.wikipedia.org/wiki/Magnetite">1590°C</a>, una temperatura que no se registra en la corteza terrestre. Además, la temperatura máxima de los magmas que llegan a su superficie no excede los 1300°C. </p>
<h2>¿Cómo se puede fundir magnetita?</h2>
<p>Los expertos en altos hornos saben que, si añadimos unos elementos como el fósforo o el flúor al hierro, la temperatura de fusión baja enormemente, casi hasta los 700°, una temperatura ya mucho más normal en <a href="https://link.springer.com/article/10.1007/s00410-020-01751-8">volcanes</a>. </p>
<p>Pero ¿de dónde vienen esos componentes relativamente poco habituales? </p>
<p>Debajo de El Laco hay evidencia geológica de que existen <a href="https://es.wikipedia.org/wiki/Cordillera_de_la_Sal">grandes capas de sal depositadas en un medio marino hace entre 40 y 90 millones de años</a>. Esta relación con la sal se repite en los pocos lugares del mundo donde hay depósitos de magnetita similares. </p>
<p>Una posible explicación es que los magmas de composición más corriente (andesitas) al ascender a través de la corteza terrestre, y ya cerca de su superficie, incorporaron la sal y los fundentes que, junto con la andesita, facilitaron la formación de estos <a href="https://www.nature.com/articles/s41467-018-03761-4">magmas tan ricos en hierro</a>.</p>
<p>Restos de estas rocas se han encontrado como fragmentos arrojados por el volcán o en forma de pequeñas inclusiones dentro de la propia magnetita. Los trazadores geoquímicos también muestran que la magnetita no está químicamente relacionada con las rocas volcánicas encajantes. La composición química de las rocas ricas en magnetita <a href="https://pubs.geoscienceworld.org/segweb/economicgeology/article-abstract/112/7/1595/516651/The-Magmatic-to-Magmatic-Hydrothermal-Evolution-of?redirectedFrom=fulltext">traza la reacción de esos magmas profundos con las rocas que están encima</a>.</p>
<p>Esta inusual relación entre magmas de origen profundo y capas salinas podría explicar la rareza de estos volcanes. </p>
<p>Nadie ha visto estas lavas ni tampoco hemos visto qué es lo que sucede en las raíces de estos volcanes. Los humanos hemos llegado tarde a la contemplación de un fenómeno que, si ocurrió, debió ser de los más espectaculares de la naturaleza, con coladas de hierro fundido bajando a velocidad inusitada por las laderas del volcán y acompañadas de grandes columnas piroclásticas.</p><img src="https://counter.theconversation.com/content/201485/count.gif" alt="The Conversation" width="1" height="1" />
<p class="fine-print"><em><span>Fernando Tornos Arroyo ha recibido fondos de la Agencia Española de Investigación y FEDER, proyecto RTI2018-099157-A-I00 (MCI/AEI/FEDER, UE).</span></em></p>El volcán El Laco es uno de los puntos más controvertidos en la geología mundial.Fernando Tornos Arroyo, Investigador, Instituto de Geociencias (IGEO - CSIC - UCM)Licensed as Creative Commons – attribution, no derivatives.tag:theconversation.com,2011:article/1896722022-09-01T17:27:48Z2022-09-01T17:27:48ZLa misión Artemis 1 sienta las bases para la exploración espacial más allá de la Tierra<figure><img src="https://images.theconversation.com/files/481905/original/file-20220830-35607-qqlkgo.jpg?ixlib=rb-1.1.0&rect=69%2C98%2C1373%2C721&q=45&auto=format&w=496&fit=clip" /><figcaption><span class="caption">La NASA regresa a la Luna.</span> <span class="attribution"><a class="source" href="https://www.nasa.gov/specials/artemis-i/img/foo-03.jpg">NASA</a></span></figcaption></figure><p><em>La misión <a href="https://www.nasa.gov/artemis-1">Artemis 1</a> de la NASA (Administración Nacional de Aeronáutica y el Espacio de Estados Unidos) está preparada para dar un paso clave hacia el regreso de los seres humanos a la Luna tras <a href="https://www.nasa.gov/mission_pages/apollo/apollo-17">una pausa de medio siglo</a>. El lanzamiento fue programado durante la mañana del 29 de agosto del 2022, pero fue <a href="https://blogs.nasa.gov/artemis/">aplazado debido a un error con un motor del cohete</a>. La próxima oportunidad para lanzar el cohete es el 3 de septiembre, en una misión de prueba, conducida sin tripulación.</em></p>
<p><em>La nave espacial está programada para viajar a la Luna, desplegar algunos pequeños satélites y luego ponerse en órbita. El objetivo de la NASA es poner en práctica el funcionamiento de la nave, probar las condiciones que experimentará la tripulación en la Luna y sus alrededores, y garantizar que la nave y sus ocupantes puedan regresar a la Tierra sin peligro.</em></p>
<p><em>The Conversation pidió a <a href="https://www.colorado.edu/faculty/burns/">Jack Burns</a>, profesor y <a href="https://www.researchgate.net/profile/Jack-Burns-5">científico espacial</a> de la Universidad de Colorado en Boulder y previo miembro del Equipo de Transición Presidencial de la NASA, que describiera la misión, explicara lo que el programa Artemis promete hacer por la exploración del espacio y reflexionara sobre cómo ha cambiado el programa espacial en el medio siglo transcurrido desde que los humanos pisaron por última vez la superficie lunar.</em></p>
<h2>¿En qué se diferencia Artemis 1 de los demás cohetes que se lanzan habitualmente?</h2>
<p>Artemis 1 va a ser el primer vuelo del nuevo <a href="https://www.nasa.gov/exploration/systems/sls/index.html">Space Launch System</a>. Se trata de un vehículo de “elevación pesada”, como lo denomina la NASA. Será el motor de cohete más potente que jamás haya volado al espacio, incluso más potente que el sistema <a href="https://www.nasa.gov/audience/forstudents/5-8/features/nasa-knows/what-was-the-saturn-v-58.html">Saturno V de Apolo</a> que llevó a los astronautas a la Luna en los años 60 y 70.</p>
<p>Se trata de un nuevo tipo de sistema de cohetes, ya que cuenta con una combinación de motores principales de oxígeno líquido e hidrógeno y con dos propulsores de cohetes sólidos acoplados derivados del <a href="https://www.nasa.gov/mission_pages/shuttle/main/index.html">transbordador espacial</a>. En realidad es un híbrido entre el transbordador espacial y el cohete <a href="https://www.nasa.gov/audience/forstudents/5-8/features/nasa-knows/what-was-the-saturn-v-58.html">Saturno V</a> de Apolo.</p>
<p>Las pruebas son muy importantes, ya que <a href="https://www.nasa.gov/exploration/systems/orion/about/index.html">la cápsula Orion</a> se va a poner a prueba. Estará en el entorno espacial de la Luna, un entorno de alta radiación, durante un mes. Y, lo que es más importante, se probará <a href="https://www.nasa.gov/image-feature/heat-shield-milestone-complete-for-first-orion-mission-with-crew">el escudo térmico</a>, que protege a la cápsula y a sus ocupantes, cuando regrese a la Tierra a 25.000 millas por hora. Esta será la reentrada más rápida de una cápsula desde el Apolo, por lo que es muy importante que el escudo térmico funcione bien.</p>
<p>Esta misión también va a llevar una serie de pequeños satélites que se pondrán en órbita de la Luna. Estos satélites realizarán una serie de trabajos científicos precursores muy útiles, desde la búsqueda de cráteres permanentemente ensombrecidos donde los científicos creen que hay agua hasta la realización de más mediciones del entorno de radiación, para ver los efectos en los seres humanos en caso de exposición a largo plazo.</p>
<figure class="align-center zoomable">
<a href="https://images.theconversation.com/files/481324/original/file-20220826-26-zbdpp3.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=1000&fit=clip"><img alt="A diagram showing the earth, moon and flight path of a spacecraft" src="https://images.theconversation.com/files/481324/original/file-20220826-26-zbdpp3.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=754&fit=clip" srcset="https://images.theconversation.com/files/481324/original/file-20220826-26-zbdpp3.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=600&h=337&fit=crop&dpr=1 600w, https://images.theconversation.com/files/481324/original/file-20220826-26-zbdpp3.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=30&auto=format&w=600&h=337&fit=crop&dpr=2 1200w, https://images.theconversation.com/files/481324/original/file-20220826-26-zbdpp3.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=15&auto=format&w=600&h=337&fit=crop&dpr=3 1800w, https://images.theconversation.com/files/481324/original/file-20220826-26-zbdpp3.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=754&h=424&fit=crop&dpr=1 754w, https://images.theconversation.com/files/481324/original/file-20220826-26-zbdpp3.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=30&auto=format&w=754&h=424&fit=crop&dpr=2 1508w, https://images.theconversation.com/files/481324/original/file-20220826-26-zbdpp3.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=15&auto=format&w=754&h=424&fit=crop&dpr=3 2262w" sizes="(min-width: 1466px) 754px, (max-width: 599px) 100vw, (min-width: 600px) 600px, 237px"></a>
<figcaption>
<span class="caption">El plan es que Artemis 1 despegue, viaje a la Luna, despliegue satélites, orbite la Luna, regrese a la Tierra, entre en la atmósfera con seguridad y se sumerja en el océano.</span>
<span class="attribution"><a class="source" href="https://www.nasa.gov/image-feature/artemis-i-map">NASA</a></span>
</figcaption>
</figure>
<h2>¿Cuál es el objetivo del proyecto Artemis? ¿Qué se avecina en la serie de lanzamientos?</h2>
<p>La misión es un primer paso hacia <a href="https://www.space.com/artemis-3-moon-landing-mission">Artemis 3</a>, que va a dar lugar a las primeras misiones humanas a la Luna en el siglo XXI y <a href="https://www.nasa.gov/mission_pages/apollo/apollo-17">las primeras desde 1972</a>. Artemis 1 es un vuelo de prueba sin tripulación.</p>
<p>Artemis 2, cuyo lanzamiento está previsto para unos años después, llevará astronautas a bordo. También será una misión orbital, muy parecida a la del <a href="https://www.nasa.gov/mission_pages/apollo/apollo-8.html">Apolo 8</a>, que dio la vuelta a la Luna y volvió a casa. Los astronautas pasarán más tiempo orbitando la Luna y probarán todo con una tripulación humana.</p>
<p>Y, finalmente, eso llevará a un viaje a la superficie de la Luna en el que Artemis 3 - en algún momento a mediados de la década - se encontrará con <a href="https://www.spacex.com/vehicles/starship/index.html">la nave espacial SpaceX</a> y transferirá a la tripulación. Orión permanecerá en órbita y la nave lunar llevará a los astronautas a la superficie. Irán al polo sur de la Luna para observar una zona que los científicos no han explorado antes para investigar <a href="https://www.nasa.gov/feature/ames/ice-confirmed-at-the-moon-s-poles">el hielo que hay allí</a>.</p>
<h2>Artemis recuerda a Apolo. ¿Qué ha cambiado en el último medio siglo?</h2>
<p>La razón de ser de Apolo que [el Presidente John F.] Kennedy imaginó inicialmente era <a href="https://www.skyatnightmagazine.com/space-missions/jfk-space-race-moon-shot-speech/">ganarle a la Unión Soviética en llegar a la Luna</a>. La administración no se preocupaba especialmente por los viajes espaciales, ni por la propia Luna, pero representaba un objetivo audaz que claramente pondría a Estados Unidos en primer lugar en términos de espacio y tecnología.</p>
<p>La desventaja de hacer eso es el viejo dicho “se vive por la espada, se muere por la espada”. Cuando los EEUU. llegaron a la Luna, era básicamente un juego terminado. Ganamos a los rusos. Así que pusimos algunas banderas e hicimos algunos experimentos científicos. Pero rápidamente después del Apolo 11, en unas pocas misiones más, <a href="https://www.wired.com/2013/09/ending-apollo-1968/">Richard Nixon canceló el programa</a> porque los objetivos políticos se habían cumplido.</p>
<figure class="align-right zoomable">
<a href="https://images.theconversation.com/files/481319/original/file-20220826-14-lqw3h3.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=1000&fit=clip"><img alt="a large rocket with two boosters attached to its sides standing between two massive gantries" src="https://images.theconversation.com/files/481319/original/file-20220826-14-lqw3h3.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=237&fit=clip" srcset="https://images.theconversation.com/files/481319/original/file-20220826-14-lqw3h3.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=600&h=901&fit=crop&dpr=1 600w, https://images.theconversation.com/files/481319/original/file-20220826-14-lqw3h3.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=30&auto=format&w=600&h=901&fit=crop&dpr=2 1200w, https://images.theconversation.com/files/481319/original/file-20220826-14-lqw3h3.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=15&auto=format&w=600&h=901&fit=crop&dpr=3 1800w, https://images.theconversation.com/files/481319/original/file-20220826-14-lqw3h3.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=754&h=1133&fit=crop&dpr=1 754w, https://images.theconversation.com/files/481319/original/file-20220826-14-lqw3h3.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=30&auto=format&w=754&h=1133&fit=crop&dpr=2 1508w, https://images.theconversation.com/files/481319/original/file-20220826-14-lqw3h3.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=15&auto=format&w=754&h=1133&fit=crop&dpr=3 2262w" sizes="(min-width: 1466px) 754px, (max-width: 599px) 100vw, (min-width: 600px) 600px, 237px"></a>
<figcaption>
<span class="caption">El nuevo Sistema de Lanzamiento Espacial de la NASA se traslada desde el edificio de ensamblaje de cohetes a la plataforma de lanzamiento.</span>
<span class="attribution"><a class="source" href="https://images-assets.nasa.gov/image/KSC-20220816-PH-JBS01_0092/KSC-20220816-PH-JBS01_0092~thumb.jpg">NASA</a></span>
</figcaption>
</figure>
<p>Este es un entorno muy diferente. No estamos haciendo esto para vencer a los rusos o a los chinos o a cualquier otro, sino para iniciar una exploración sostenible más allá de la órbita terrestre.</p>
<p>El programa Artemis tiene varios objetivos. Incluye <a href="https://ntrs.nasa.gov/api/citations/20190025283/downloads/20190025283.pdf">la utilización de recursos in situ</a>, es decir, el uso de recursos a mano como el hielo de agua y el suelo lunar para producir alimentos, combustible y materiales de construcción.</p>
<p>El programa también está ayudando a establecer una economía lunar y espacial, empezando por los empresarios, ya que SpaceX está muy presente en esta primera misión a la superficie de la Luna. La NASA no es propietaria de la Starship, pero está comprando asientos para que los astronautas puedan ir a la superficie. SpaceX utilizará después la Starship para otros fines: para transportar otras cargas útiles, astronautas privados y astronautas de otros países.</p>
<p>Cincuenta años de desarrollo tecnológico significan que ir a la Luna ahora es mucho menos costoso y más factible tecnológicamente, y que es posible realizar experimentos mucho más sofisticados si se tiene en cuenta la tecnología informática. Esos 50 años de avance tecnológico han cambiado por completo las reglas del juego. Ahora casi cualquiera con recursos financieros puede enviar una nave espacial a la Luna, aunque no necesariamente con seres humanos.</p>
<p><a href="https://www.nasa.gov/content/commercial-lunar-payload-services">Los Servicios Comerciales de Carga Lunar</a> de la NASA contratan a empresas privadas para que construyan aterrizadores sin tripulación para ir a la Luna. Mis colegas y yo tenemos <a href="https://doi.org/10.3847/PSJ/abdfc3">un radiotelescopio</a> que irá a la Luna en uno de los módulos de aterrizaje en enero. Esto no habría sido posible hace 10 años.</p>
<figure>
<iframe width="440" height="260" src="https://www.youtube.com/embed/7toE-Cd5S2w?wmode=transparent&start=0" frameborder="0" allowfullscreen=""></iframe>
<figcaption><span class="caption">Artemis es un programa ambicioso, pero la tecnología ha avanzado enormemente en los 50 años transcurridos desde la última vez que los humanos fueron a la Luna.</span></figcaption>
</figure>
<h2>¿Qué otros cambios nos depara Artemis?</h2>
<p>La administración ha dicho que en ese primer vuelo con tripulación, en Artemis 3, habrá <a href="https://www.space.com/nasa-artemis-astronauts-for-moon-landing-unveiled">al menos una mujer</a> y muy probable una persona de color. Puede que sean la misma persona. Puede que haya varios.</p>
<p>Estoy deseando ver más de esa diversidad, porque los jóvenes de hoy en día que miran a la NASA pueden decir: “Oye, hay un astronauta que se parece a mí. Yo puedo hacer esto. Puedo formar parte del programa espacial”.</p>
<p><em>Este artículo fue <a href="https://dialektika.org/">traducido por Dialektika</a>.</em></p><img src="https://counter.theconversation.com/content/189672/count.gif" alt="The Conversation" width="1" height="1" />
<p class="fine-print"><em><span>Jack Burns receives funding from NASA for science research.
</span></em></p>Artemis 1 es un vuelo de prueba sin tripulación, pero su lanzamiento marcará un paso importante en el esfuerzo moderno de la NASA de regresar a los seres humanos a la Luna.Jack Burns, Professor of Astrophysical and Planetary Sciences, University of Colorado BoulderLicensed as Creative Commons – attribution, no derivatives.tag:theconversation.com,2011:article/1883102022-08-05T12:15:28Z2022-08-05T12:15:28ZLa duración de los días de la Tierra ha aumentado y los científicos no saben por qué<figure><img src="https://images.theconversation.com/files/477836/original/file-20220805-17816-8jvjku.jpeg?ixlib=rb-1.1.0&rect=0%2C0%2C4493%2C2755&q=45&auto=format&w=496&fit=clip" /><figcaption><span class="caption">
</span> <span class="attribution"><a class="source" href="https://www.shutterstock.com/es/image-photo/earth-sun-star-galaxy-sunrise-over-1065291266">Triff / Shutterstock</a></span></figcaption></figure><p>Los relojes atómicos, combinados con mediciones astronómicas precisas, han revelado que la duración del día se está alargando, sin que los científicos entiendan por qué. Esto tiene repercusiones críticas no sólo en nuestra forma de medir el tiempo, sino también en el GPS y otras tecnologías que rigen nuestra vida moderna.</p>
<p>En las últimas décadas, se ha acelerado la rotación de la Tierra alrededor de su eje, que determina la duración del día. Esta tendencia ha hecho que nuestros días se acorten. De hecho, en junio de 2022 <a href="https://www.timeanddate.com/news/astronomy/shortest-day-2022">establecimos un récord</a> del día más corto del último medio siglo. </p>
<p>Pero a pesar de este récord, desde 2020 cambió la tendencia y parece que la rotación de la Tierra se ha ralentizado: los días vuelven a ser más largos, y la razón es, hasta ahora, un misterio.</p>
<p>Aunque los relojes de nuestros teléfonos indican que hay exactamente 24 horas en un día, un día rara vez corresponde exactamente al número mágico de 86 400 segundos. El tiempo real que tarda la Tierra en completar una sola rotación varía ligeramente. Estos cambios se producen en periodos que van desde millones de años hasta casi instantáneamente; incluso los terremotos y las tormentas pueden influir.</p>
<h2>El planeta en constante cambio</h2>
<p>A lo largo de millones de años, la rotación de la Tierra se ha ido ralentizando debido a los efectos de fricción asociados a las mareas impulsadas por la Luna. Este proceso añade unos 2,3 milisegundos a la duración de cada día por siglo. Hace unos miles de millones de años, un día terrestre duraba sólo unas <a href="https://www.science.org/content/article/average-earth-day-used-be-less-19-hours-long#:%7E:text=En%20noticias%2C%20cient%C3%ADficos%20tienen,24%20horas%2C%20The%20Guardian%20informa">19 horas</a>.</p>
<p>Durante los últimos 20 000 años, otro proceso ha funcionado en sentido contrario, acelerando la rotación de la Tierra. Nos referimos a que, cuando terminó la última edad de hielo, el derretimiento de las capas de hielo polares redujo la presión en la superficie, y el manto de la Tierra comenzó a moverse constantemente hacia los polos.</p>
<p>Al igual que un bailarín de ballet gira más rápido cuando acerca sus brazos al cuerpo –el eje alrededor del cual gira–, la velocidad de giro de nuestro planeta aumenta cuando esta masa de manto se acerca al eje de la Tierra. Y este proceso acorta cada día en unos 0,6 milisegundos cada siglo.</p>
<p>Durante décadas e incluso más, la conexión entre el interior y la superficie de la Tierra también entra en juego. Los grandes terremotos pueden cambiar la duración del día, aunque normalmente en pequeñas cantidades. Por ejemplo, se cree que el gran terremoto de Tōhoku de 2011 en Japón, con una magnitud de 8,9, aceleró la rotación de la Tierra en una cantidad relativamente pequeña: <a href="https://www.space.com/11115-japan-earthquake-shortened-earth-days.html">1,8 microsegundos</a>. </p>
<p>Aparte de estos cambios a gran escala, en períodos más cortos el tiempo meteorológico y el clima también tienen importantes impactos en la rotación de la Tierra, causando variaciones en ambas direcciones.</p>
<p>Los ciclos quincenales y mensuales de las mareas mueven la masa alrededor del planeta, provocando cambios en la duración del día de hasta un milisegundo en cualquier dirección. <a href="https://agupubs.onlinelibrary.wiley.com/doi/full/10.1002/2013JB010830">Podemos ver las variaciones de las mareas</a> en los registros de la duración del día durante períodos de hasta 18,6 años. </p>
<p>El movimiento de nuestra atmósfera tiene un efecto particularmente fuerte, y las corrientes oceánicas también desempeñan un papel clave. La capa de nieve y las precipitaciones estacionales o la extracción de agua subterránea alteran aún más las cosas. </p>
<h2>¿Por qué la Tierra se ralentiza de repente?</h2>
<p>Desde la década de 1960, cuando los operadores de radiotelescopios de todo el planeta comenzaron a idear técnicas para <a href="https://www.esa.int/Science_Exploration/Space_Science/Observations_Very_Long_Baseline_Interferometry_VLBI">observar simultáneamente objetos cósmicos como los cuásares</a>, disponemos de estimaciones muy precisas de la velocidad de rotación de la Tierra.</p>
<p>Una comparación entre estas estimaciones y un reloj atómico ha revelado una duración del día cada vez más corta en los últimos años.</p>
<p>Pero hay un hallazgo sorprendente una vez que quitamos las fluctuaciones de la velocidad de rotación que sabemos que ocurren debido a las mareas y los efectos estacionales. A pesar de que la Tierra alcanzó su día más corto el 29 de junio de 2022, la tendencia largo plazo parece haber pasado de acortarse a alargarse desde 2020. Este cambio no tiene precedentes en los últimos 50 años.</p>
<p>La razón no está clara. Podría deberse a cambios en los sistemas meteorológicos, con eventos consecutivos de La Niña, aunque ya han ocurrido antes. Podría tratarse de un mayor derretimiento de las capas de hielo, aunque éstas no se han desviado mucho de su constante ritmo de deshielo en los últimos años. ¿Podría estar relacionado con la enorme explosión del volcán de Tonga <a href="https://www.abc.net.au/news/2022-08-03/tonga-volcanic-eruption-could-temporarily-warm-the-earth/101297676#:%7E:text=A%20NASA%20study%20examining%20atmospheric,enough%20to%20worsen%20climate%20change">que inyectó enormes cantidades de agua en la atmósfera</a>? Probablemente no, dado que ocurrió en enero de 2022. </p>
<p><a href="https://www.timeanddate.com/news/astronomy/shortest-day-2022">Los científicos han especulado</a> que este reciente y misterioso cambio en la velocidad de rotación del planeta está relacionado con un fenómeno llamado bamboleo de Chandler, una pequeña desviación en el eje de rotación de la Tierra con un periodo de unos 430 días. Las observaciones de los radiotelescopios también muestran que el bamboleo ha disminuido en los últimos años. Ambos podrían estar relacionados. </p>
<p>Una última posibilidad, que nos parece plausible, es que no haya cambiado nada específico dentro o alrededor de la Tierra. Podría tratarse simplemente de efectos de marea a largo plazo que trabajan en paralelo con otros procesos periódicos para producir un cambio temporal en la tasa de rotación de la Tierra.</p>
<h2>¿Necesitamos un “segundo bisiesto negativo”?</h2>
<p>Conocer con precisión la velocidad de rotación de la Tierra es crucial para una serie de aplicaciones: los sistemas de navegación, como el GPS, no funcionarían sin ella. Además, cada pocos años los cronometradores introducen segundos bisiestos en nuestras escalas de tiempo oficiales para asegurarse de que no se desajustan con nuestro planeta.</p>
<p>Si la Tierra pasara a tener días aún más largos, sería necesario incorporar un “segundo bisiesto negativo”, lo que no tendría precedentes y <a href="https://arstechnica.com/science/2022/08/record-short-days-could-speed-up-debate-on-leap-seconds/">podría romper internet</a>.</p>
<p>La necesidad de segundos bisiestos negativos se considera poco probable en estos momentos. Por el momento, podemos darnos por satisfechos con la noticia de que –al menos durante un tiempo– todos tenemos unos milisegundos más cada día.</p><img src="https://counter.theconversation.com/content/188310/count.gif" alt="The Conversation" width="1" height="1" />
<p class="fine-print"><em><span>Matt King recibe financiación del Consejo Australiano de Investigación, del Departamento de Cambio Climático, Energía, Medio Ambiente y Agua, del Departamento de Industria, Ciencia y Recursos y de la Estrategia Nacional Australiana de Infraestructura de Investigación Colaborativa (NCRIS). Anteriormente ha recibido financiación del Centro de Investigación de los Océanos del Hemisferio Sur.
</span></em></p><p class="fine-print"><em><span>Christopher Watson recibe financiación de la Estrategia Nacional Australiana de Infraestructura de Investigación Colaborativa (NCRIS) y del Consejo Australiano de Investigación.</span></em></p>Aunque los relojes de nuestros teléfonos indican que hay exactamente 24 horas en un día, el tiempo real que tarda la Tierra en completar una sola rotación varía ligeramente.Matt King, Director of the ARC Australian Centre for Excellence in Antarctic Science, University of TasmaniaChristopher Watson, Senior Lecturer, School of Geography, Planning, and Spatial Sciences, University of TasmaniaLicensed as Creative Commons – attribution, no derivatives.tag:theconversation.com,2011:article/1666752021-08-29T20:08:10Z2021-08-29T20:08:10ZAsí son las cinco estructuras geológicas más impresionantes del sistema solar<figure><img src="https://images.theconversation.com/files/417567/original/file-20210824-17-1fi1b1s.jpeg?ixlib=rb-1.1.0&rect=0%2C44%2C1581%2C1453&q=45&auto=format&w=496&fit=clip" /><figcaption><span class="caption">El mar de Ligeia, en Titán.</span> <span class="attribution"><a class="source" href="https://photojournal.jpl.nasa.gov/catalog/PIA17031">NASA/JPL-Caltech/ASI/Cornell</a></span></figcaption></figure><p>Cuando hablamos de características geológicas sorprendentes, a menudo nos limitamos a las de la Tierra. Pero, como geólogo, creo que eso es una locura: hay tantas estructuras en otros mundos que pueden emocionar e inspirar, y que pueden poner en perspectiva los procesos de nuestro propio planeta.</p>
<p>Aquí están, sin ningún orden en particular, las cinco estructuras geológicas del sistema solar (excluyendo la Tierra) que más me impresionan.</p>
<h2>El cañón más grande</h2>
<p>He omitido el mayor volcán del sistema solar, el <a href="https://theconversation.com/monster-volcanoes-on-mars-how-space-rocks-are-helping-us-solve-their-mysteries-85045">Olympus Mons</a> de Marte, para poder incluir el cañón más espectacular de ese planeta, el <a href="https://www.space.com/20446-valles-marineris.html">Valles Marineris</a>. Con 3 000 km de longitud, cientos de kilómetros de ancho y hasta ocho kilómetros de profundidad, se ve mejor desde el espacio. Si tuviera la suerte de situarse en uno de los bordes, el borde opuesto estaría más allá del horizonte.</p>
<figure class="align-center zoomable">
<a href="https://images.theconversation.com/files/416017/original/file-20210813-17-1pochz0.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=1000&fit=clip"><img alt="Imagen de Marineris en una vista topográfica codificada por colores." src="https://images.theconversation.com/files/416017/original/file-20210813-17-1pochz0.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=754&fit=clip" srcset="https://images.theconversation.com/files/416017/original/file-20210813-17-1pochz0.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=600&h=191&fit=crop&dpr=1 600w, https://images.theconversation.com/files/416017/original/file-20210813-17-1pochz0.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=30&auto=format&w=600&h=191&fit=crop&dpr=2 1200w, https://images.theconversation.com/files/416017/original/file-20210813-17-1pochz0.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=15&auto=format&w=600&h=191&fit=crop&dpr=3 1800w, https://images.theconversation.com/files/416017/original/file-20210813-17-1pochz0.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=754&h=240&fit=crop&dpr=1 754w, https://images.theconversation.com/files/416017/original/file-20210813-17-1pochz0.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=30&auto=format&w=754&h=240&fit=crop&dpr=2 1508w, https://images.theconversation.com/files/416017/original/file-20210813-17-1pochz0.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=15&auto=format&w=754&h=240&fit=crop&dpr=3 2262w" sizes="(min-width: 1466px) 754px, (max-width: 599px) 100vw, (min-width: 600px) 600px, 237px"></a>
<figcaption>
<span class="caption">Imagen de Marineris, con una vista topográfica codificada por colores como si estuviera a 5 000 km por encima de la superficie (izquierda), y con imágenes de la cámara estéreo de alta resolución de la Mars Express de la ESA (derecha).</span>
<span class="attribution"><span class="source">Google Earth y NASA/USGS/ESA/DLR/FU Berlin (G. Neukum)</span></span>
</figcaption>
</figure>
<p>Probablemente se inició por fracturación cuando una región volcánica adyacente (<a href="https://astronomynow.com/tag/tharsis-volcanic-dome/">llamada Tharsis</a>) comenzó a abultarse hacia arriba, pero se ensanchó y se hundió en profundidad por una serie de inundaciones catastróficas que alcanzaron su clímax hace más de 3 000 millones de años.</p>
<h2>Las montañas plegadas de Venus</h2>
<p>Vamos a aprender mucho más sobre Venus en la década de 2030, cuando lleguen <a href="https://theconversation.com/nasa-has-announced-two-missions-to-venus-by-2030-heres-why-thats-exciting-162133">dos misiones de la NASA</a> y <a href="https://www.esa.int/Science_Exploration/Space_Science/ESA_selects_revolutionary_Venus_mission_EnVision">una de la ESA</a>, la Agencia Espacial Europea. Venus tiene casi el mismo tamaño, masa y densidad que la Tierra, por lo que <a href="https://theconversation.com/venus-has-very-few-volcanoes-weirdly-this-might-be-why-its-as-hot-as-hell-78363">los geólogos se preguntan</a> por qué carece de una tectónica de placas similar a la terrestre y por qué tiene comparativamente poco vulcanismo activo. ¿Cómo extrae el planeta su calor?</p>
<figure class="align-center zoomable">
<a href="https://images.theconversation.com/files/416030/original/file-20210813-25-ofb1wa.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=1000&fit=clip"><img alt="Imagen de las montañas plegadas de Venus." src="https://images.theconversation.com/files/416030/original/file-20210813-25-ofb1wa.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=754&fit=clip" srcset="https://images.theconversation.com/files/416030/original/file-20210813-25-ofb1wa.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=600&h=438&fit=crop&dpr=1 600w, https://images.theconversation.com/files/416030/original/file-20210813-25-ofb1wa.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=30&auto=format&w=600&h=438&fit=crop&dpr=2 1200w, https://images.theconversation.com/files/416030/original/file-20210813-25-ofb1wa.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=15&auto=format&w=600&h=438&fit=crop&dpr=3 1800w, https://images.theconversation.com/files/416030/original/file-20210813-25-ofb1wa.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=754&h=551&fit=crop&dpr=1 754w, https://images.theconversation.com/files/416030/original/file-20210813-25-ofb1wa.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=30&auto=format&w=754&h=551&fit=crop&dpr=2 1508w, https://images.theconversation.com/files/416030/original/file-20210813-25-ofb1wa.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=15&auto=format&w=754&h=551&fit=crop&dpr=3 2262w" sizes="(min-width: 1466px) 754px, (max-width: 599px) 100vw, (min-width: 600px) 600px, 237px"></a>
<figcaption>
<span class="caption">Imagen de las montañas plegadas de Venus, que se asemejan a los Apalaches.</span>
<span class="attribution"><span class="source">NASA/JPL</span></span>
</figcaption>
</figure>
<p>Me tranquiliza que al menos algunos aspectos de la geología de Venus nos resulten familiares. Por ejemplo, el margen norte de las tierras altas denominadas <a href="https://www.jpl.nasa.gov/images/venus-ovda-regio">Ovda Regio</a> es sorprendentemente similar, aparte de la ausencia de ríos que atraviesan el patrón erosionado y plegado, a las “montañas plegadas” de la Tierra, como los <a href="https://www.nationalgeographic.org/encyclopedia/fold-mountain/">Apalaches</a>, que son el resultado de una <a href="https://www.nationalgeographic.org/encyclopedia/fold-mountain/">colisión entre continentes</a>.</p>
<h2>Las perforaciones de Mercurio</h2>
<p>Estoy haciendo un poco de trampa con mi siguiente ejemplo, porque es a la vez una de las mayores cuencas de impacto del sistema solar y un volcán explosivo dentro de ella. La <a href="https://solarsystem.nasa.gov/resources/2266/mercurys-caloris-basin/">cuenca Caloris</a> de Mercurio, de 1 550 km de diámetro, se formó por el impacto de un gran asteroide hace unos 3 500 millones de años, y poco después su suelo fue inundado por lavas.</p>
<p>Poco después, una serie de erupciones explosivas abrió agujeros de varios kilómetros de profundidad en las lavas solidificadas cerca del borde de la cuenca, donde la capa de lava era más fina. Estos agujeros rociaron partículas de ceniza volcánica a lo largo de decenas de kilómetros. Uno de estos depósitos, denominado Agwo Facula, rodea la fumarola explosiva que he elegido como ejemplo.</p>
<figure class="align-center zoomable">
<a href="https://images.theconversation.com/files/416045/original/file-20210813-13-osbbma.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=1000&fit=clip"><img alt="Imágenes de la cuenca Caloris de Mercurio." src="https://images.theconversation.com/files/416045/original/file-20210813-13-osbbma.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=754&fit=clip" srcset="https://images.theconversation.com/files/416045/original/file-20210813-13-osbbma.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=600&h=298&fit=crop&dpr=1 600w, https://images.theconversation.com/files/416045/original/file-20210813-13-osbbma.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=30&auto=format&w=600&h=298&fit=crop&dpr=2 1200w, https://images.theconversation.com/files/416045/original/file-20210813-13-osbbma.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=15&auto=format&w=600&h=298&fit=crop&dpr=3 1800w, https://images.theconversation.com/files/416045/original/file-20210813-13-osbbma.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=754&h=374&fit=crop&dpr=1 754w, https://images.theconversation.com/files/416045/original/file-20210813-13-osbbma.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=30&auto=format&w=754&h=374&fit=crop&dpr=2 1508w, https://images.theconversation.com/files/416045/original/file-20210813-13-osbbma.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=15&auto=format&w=754&h=374&fit=crop&dpr=3 2262w" sizes="(min-width: 1466px) 754px, (max-width: 599px) 100vw, (min-width: 600px) 600px, 237px"></a>
<figcaption>
<span class="caption">A la derecha: la cuenca Caloris de Mercurio, con el suelo cubierto de lava anaranjada y sin brillo. Las manchas anaranjadas más brillantes son restos de erupciones explosivas. Abajo a la izquierda: primer plano del interior de la caja roja de un depósito volcánico explosivo. Arriba a la izquierda: detalles del interior del respiradero.</span>
<span class="attribution"><span class="source">NASA/JHUAPL/CIW</span></span>
</figcaption>
</figure>
<p>Las erupciones explosivas son impulsadas por la fuerza del gas en expansión, y son <a href="https://theconversation.com/mysterious-red-spots-on-mercury-get-names-but-what-are-they-95114">un hallazgo sorprendente en Mercurio</a>. Se esperaba que su proximidad al Sol le privase de tales sustancias volátiles (el calor las habría hecho hervir). </p>
<p>Los científicos sospechan que, de hecho, hubo varias erupciones explosivas, posiblemente espaciadas en una escala de tiempo prolongada. Esto significa que los materiales volátiles formadores de gas –cuya composición exacta seguirá siendo incierta hasta que la <a href="https://theconversation.com/europe-blasts-off-to-mercury-heres-the-rocket-science-104641">misión BepiColombo de la ESA</a> comience a trabajar en 2026– estuvieron presentes repetidamente en los magmas de Mercurio.</p>
<h2>¿El acantilado más alto?</h2>
<p>En las regiones terrestres ricas en suelo o vegetación, los acantilados ofrecen las mayores exposiciones de roca limpia. Aunque <a href="https://www.bbc.co.uk/news/uk-england-dorset-56773648">es peligroso acercarse a ellos</a>, revelan una sección transversal ininterrumpida de roca y pueden ser estupendos para la búsqueda de fósiles. </p>
<p>Como a los geólogos les gustan tanto, les presento el escarpe <a href="https://spaceplace.nasa.gov/cliff-jumping/en/">Verona Rupes</a>, de siete kilómetros de altura. Se trata de un rasgo de la pequeña luna de Urano, <a href="https://solarsystem.nasa.gov/moons/uranus-moons/miranda/in-depth/">Miranda</a>, que a menudo se describe como “el acantilado más alto del sistema solar”, incluso en una <a href="https://science.nasa.gov/verona-rupes-tallest-known-cliff-solar-system">reciente página web de la NASA</a>. En ella se llega a comentar que si uno fuera lo suficientemente descuidado como para darse una vuelta por la cima, tardaría 12 minutos en caer hasta el fondo.</p>
<figure class="align-center zoomable">
<a href="https://images.theconversation.com/files/415845/original/file-20210812-15866-1l1jbhp.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=1000&fit=clip"><img alt="Imágenes de Verona Rupes." src="https://images.theconversation.com/files/415845/original/file-20210812-15866-1l1jbhp.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=754&fit=clip" srcset="https://images.theconversation.com/files/415845/original/file-20210812-15866-1l1jbhp.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=600&h=592&fit=crop&dpr=1 600w, https://images.theconversation.com/files/415845/original/file-20210812-15866-1l1jbhp.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=30&auto=format&w=600&h=592&fit=crop&dpr=2 1200w, https://images.theconversation.com/files/415845/original/file-20210812-15866-1l1jbhp.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=15&auto=format&w=600&h=592&fit=crop&dpr=3 1800w, https://images.theconversation.com/files/415845/original/file-20210812-15866-1l1jbhp.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=754&h=744&fit=crop&dpr=1 754w, https://images.theconversation.com/files/415845/original/file-20210812-15866-1l1jbhp.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=30&auto=format&w=754&h=744&fit=crop&dpr=2 1508w, https://images.theconversation.com/files/415845/original/file-20210812-15866-1l1jbhp.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=15&auto=format&w=754&h=744&fit=crop&dpr=3 2262w" sizes="(min-width: 1466px) 754px, (max-width: 599px) 100vw, (min-width: 600px) 600px, 237px"></a>
<figcaption>
<span class="caption">Verona Rupes, de unos 50 km de largo y varios de alto, en realidad no es tan similar a un acantilado como parece a través de las imágenes del Voyager 2 durante su sobrevuelo de 1986.</span>
<span class="attribution"><span class="source">NASA/JPL</span></span>
</figcaption>
</figure>
<p>Esto no tiene sentido, porque Verona Rupes no es ni mucho menos vertical. Las únicas imágenes que tenemos de él son las del Voyager 2, captadas durante su paso por Urano en 1986. Es innegablemente impresionante, ya que es casi seguro que se trata de una falla geológica en la que un bloque de la corteza helada de Miranda (el “caparazón” más externo del planeta) se ha desplazado hacia abajo contra el bloque adyacente.</p>
<p>Sin embargo, la oblicuidad de la vista es engañosa, por lo que es imposible estar seguro de la inclinación de la cara –probablemente se inclina a menos de 45 grados–. Si uno tropieza en la cima, dudo que se deslice hasta el fondo. La superficie parece ser muy suave en la mejor imagen (de baja resolución) que tenemos, pero a la temperatura diurna de -170 °C de Miranda, el agua-hielo tiene una alta fricción y no es nada resbaladiza.</p>
<h2>La costa ahogada de Titán</h2>
<p>Para mi último ejemplo podría haber elegido prácticamente cualquier sitio de Plutón, pero en su lugar he optado por una costa inquietantemente parecida a la de la Tierra en la mayor luna de Saturno, Titán. Aquí, una gran depresión en el “lecho de hielo” de Titán alberga un mar de metano líquido llamado Ligeia Mare.</p>
<p>Los valles esculpidos por los ríos de metano que desembocan en el mar se han inundado, evidentemente, al subir el nivel del mar. Este litoral de complejas hendiduras recuerda mucho a la península de Musandam, en Omán, en el lado sur del estrecho de Ormuz. Allí, la corteza local se ha deformado hacia abajo debido a la colisión en curso entre las tierras árabes y las asiáticas. </p>
<p>¿Ha ocurrido algo similar en Titán? Todavía no lo sabemos, pero la forma en que la geomorfología costera cambia alrededor de Ligeia Mare sugiere que sus valles ahogados son algo más que un resultado directo del aumento del nivel del líquido.</p>
<figure class="align-center zoomable">
<a href="https://images.theconversation.com/files/416316/original/file-20210816-28-tx30nn.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=1000&fit=clip"><img alt="Imágenes del Ligeia Mare y la penísula de Musandam." src="https://images.theconversation.com/files/416316/original/file-20210816-28-tx30nn.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=754&fit=clip" srcset="https://images.theconversation.com/files/416316/original/file-20210816-28-tx30nn.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=600&h=319&fit=crop&dpr=1 600w, https://images.theconversation.com/files/416316/original/file-20210816-28-tx30nn.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=30&auto=format&w=600&h=319&fit=crop&dpr=2 1200w, https://images.theconversation.com/files/416316/original/file-20210816-28-tx30nn.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=15&auto=format&w=600&h=319&fit=crop&dpr=3 1800w, https://images.theconversation.com/files/416316/original/file-20210816-28-tx30nn.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=754&h=401&fit=crop&dpr=1 754w, https://images.theconversation.com/files/416316/original/file-20210816-28-tx30nn.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=30&auto=format&w=754&h=401&fit=crop&dpr=2 1508w, https://images.theconversation.com/files/416316/original/file-20210816-28-tx30nn.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=15&auto=format&w=754&h=401&fit=crop&dpr=3 2262w" sizes="(min-width: 1466px) 754px, (max-width: 599px) 100vw, (min-width: 600px) 600px, 237px"></a>
<figcaption>
<span class="caption">Izquierda: parte de Ligeia Mare de Titán, mostrando una costa con valles ahogados por un mar de metano líquido. A la derecha: la península de Musandam, en Arabia, donde los valles costeros están igualmente ahogados, pero por un mar de agua salada.</span>
<span class="attribution"><span class="source">NASA/JPL-Caltech/ASI/Cornell and Expedition 63, International Space Station (ISS)</span></span>
</figcaption>
</figure>
<p>Roca y agua líquida en la Tierra, agua-hielo frígida y metano líquido en Titán: la diferencia es mínima. Sus interacciones mutuas son las mismas; la geología se repite en mundos diferentes.</p>
<hr>
<p><em>Artículo traducido gracias a la colaboración con <a href="https://www.fundacionlilly.com/">Fundación Lilly</a></em>.</p>
<hr><img src="https://counter.theconversation.com/content/166675/count.gif" alt="The Conversation" width="1" height="1" />
<p class="fine-print"><em><span>David Rothery colidera el Grupo de Trabajo sobre la Superficie y la Composición de Mercurio de la Agencia Espacial Europea y es investigador del MIXS (espectrómetro de rayos X para imágenes de Mercurio), que ahora está de camino a Mercurio a bordo del orbitador BepiColombo de la Agencia Espacial Europea. Ha recibido financiación de la Agencia Espacial del Reino Unido y del Consejo de Instalaciones Científicas y Tecnológicas para trabajos relacionados con Mercurio y BepiColombo, y de la Comisión Europea en el marco de su programa Horizonte 2020 para trabajos de cartografía geológica planetaria (776276 Planmap). Es autor de 'Planet Mercury - from Pale Pink Dot to Dynamic World' (Springer, 2015), 'Moons: A Very Short Introduction' (Oxford University Press, 2015) y 'Planets: A Very Short Introduction' (Oxford University Press, 2010). Es educador en el curso abierto de libre aprendizaje Badged Open Course (BOC) de la Open University sobre Lunas y su equivalente MOOC FutureLearn Lunas, y presidente del curso de nivel 2 de la Open University sobre Ciencia Planetaria y Búsqueda de Vida.</span></em></p>Desde el acantilado más alto del sistema solar hasta su mayor cuenca, los procesos geológicos de otros mundos son muy similares a los de nuestro propio planeta.David Rothery, Professor of Planetary Geosciences, The Open UniversityLicensed as Creative Commons – attribution, no derivatives.tag:theconversation.com,2011:article/1655542021-08-06T17:48:51Z2021-08-06T17:48:51Z¿Cómo será la Tierra dentro de 500 años?<figure><img src="https://images.theconversation.com/files/414301/original/file-20210803-13-1rmux7n.jpg?ixlib=rb-1.1.0&rect=0%2C0%2C5130%2C3422&q=45&auto=format&w=496&fit=clip" /><figcaption><span class="caption">El planeta y la forma en que vivimos en él cambian constantemente.</span> <span class="attribution"><a class="source" href="https://www.gettyimages.com/detail/photo/china-guangxi-province-girl-looking-at-globe-in-royalty-free-image/200512222-001">Buena Vista Images via Getty Images</a></span></figcaption></figure><p>Los científicos pueden hacer previsiones bastante precisas sobre el futuro. Pero predecir cómo será la Tierra dentro de 500 años es una tarea difícil porque hay muchos factores en juego. Imagínese a Cristóbal Colón en 1492 tratando de predecir la América de hoy.</p>
<p>Sabemos que hay dos tipos principales de procesos que cambian nuestro planeta: Uno tiene que ver con los ciclos naturales, como la forma en que el planeta gira y se mueve alrededor del Sol, y el otro es causado por las formas de vida, especialmente los seres humanos.</p>
<h2>La propia Tierra se mueve</h2>
<p>La Tierra cambia constantemente. Se <a href="https://earthobservatory.nasa.gov/features/Milankovitch">tambalea</a>, <a href="https://climate.nasa.gov/news/2948/milankovitch-orbital-cycles-and-their-role-in-earths-climate/">el ángulo de su inclinación</a> cambia e incluso su <a href="https://www.nature.com/articles/s41561-020-0621-2">órbita cambia</a> para acercar o alejar la Tierra del Sol. Estos cambios se producen a lo largo de decenas de miles de años, y han sido <a href="https://doi.org/10.1063/PT.3.4474">responsables de las glaciaciones</a>.</p>
<p>Quinientos años no es mucho tiempo en términos de geología.</p>
<h2>Los humanos están cambiando el planeta</h2>
<p>La segunda gran influencia en el planeta son los seres vivos. Los efectos de la vida en el planeta son más difíciles de predecir. Alterar una parte de un ecosistema puede desestabilizar muchas otras cosas.</p>
<p>Los seres humanos, en particular, están cambiando la Tierra de muchas maneras.</p>
<p>Talan los bosques y destruyen importantes hábitats de la fauna para construir ciudades y cultivar. Trasladan especies invasoras por todo el planeta, alterando los ecosistemas. También contribuyen al calentamiento global. Las personas están provocando el cambio climático, sobre todo por la quema de combustibles fósiles que liberan a la atmósfera más gases de efecto invernadero de los que el planeta y la atmósfera pueden soportar.</p>
<p>Normalmente, los gases de efecto invernadero atrapan el calor del Sol del mismo modo que lo hace el cristal de un invernadero, manteniendo la Tierra más caliente de lo que estaría de otro modo. </p>
<p>El resultado de <a href="https://keelingcurve.ucsd.edu/">demasiado dióxido de carbono</a> es que las temperaturas aumentan, y eso puede provocar días de verano peligrosamente calurosos y el deshielo en <a href="https://grace.jpl.nasa.gov/resources/30/greenland-ice-loss-2002-2020/">Groenlandia</a> y <a href="https://climate.nasa.gov/climate_resources/265/video-antarctic-ice-mass-loss-2002-2020/">la Antártida</a>. El derretimiento de las capas de hielo eleva los océanos, provocando la inundación de <a href="https://theconversation.com/high-tide-flood-risk-is-accelerating-putting-coastal-economies-at-risk-164481">las zonas costeras</a>.</p>
<p>A eso se enfrenta la Tierra en estos momentos. Estos cambios podrían dar lugar a un planeta muy diferente dentro de 500 años, dependiendo en gran medida de la voluntad de los seres humanos de cambiar sus costumbres. Un planeta que se calienta también puede contribuir a que se produzcan fenómenos meteorológicos extremos como olas de calor, tormentas y sequías que pueden cambiar la tierra. Todas las formas de vida de la Tierra están en peligro.</p>
<h2>Aprender de los últimos 500 años</h2>
<p>Si echamos la vista atrás a los últimos 500 años, la parte viva de la Tierra, llamada biosfera, ha cambiado drásticamente.</p>
<p>El número de seres humanos ha pasado de unos 500 millones de personas a más de 7 500 millones en la actualidad. Más de 800 especies de plantas y animales se han extinguido debido a las actividades humanas durante ese periodo. A medida que la población humana crece, <a href="https://www.jstor.org/stable/24105996">otras especies tienen menos espacio</a> para vagar por la Tierra. El aumento del nivel del mar significa aún menos tierra, y el aumento de las temperaturas hará que muchas especies emigren a climas mejores.</p>
<p>No todos los cambios de la Tierra están causados por el ser humano, pero éste ha empeorado algunos de ellos. Uno de los principales retos actuales es conseguir que la gente deje de hacer cosas que crean problemas, como quemar combustibles fósiles que contribuyen al cambio climático. Este es un problema global que requiere que los países de todo el mundo y las personas que los componen trabajen hacia el mismo objetivo.</p>
<p>Volviendo a Cristóbal Colón, probablemente no podría haber imaginado una autopista llena de coches o un teléfono móvil. Sin duda, la tecnología también mejorará en los próximos 500 años. Pero, hasta ahora, las soluciones tecnológicas no se han desarrollado lo suficientemente rápido como para resolver el cambio climático. Seguir haciendo lo mismo y esperar que alguien arregle el desaguisado más adelante sería una apuesta arriesgada y costosa.</p>
<p>Así que la Tierra dentro de 500 años puede ser irreconocible. O, si los humanos están dispuestos a cambiar sus comportamientos, puede persistir con sus vibrantes bosques, océanos, campos y ciudades durante muchos siglos más.</p><img src="https://counter.theconversation.com/content/165554/count.gif" alt="The Conversation" width="1" height="1" />
<p class="fine-print"><em><span>Las personas firmantes no son asalariadas, ni consultoras, ni poseen acciones, ni reciben financiación de ninguna compañía u organización que pueda obtener beneficio de este artículo, y han declarado carecer de vínculos relevantes más allá del cargo académico citado anteriormente.</span></em></p>La Tierra cambia constantemente de forma natural, pero la mayoría de esos cambios son muy lentos. Los humanos están acelerando otros cambios con el calentamiento global.Michael A. Little, Professor Emeritus of Anthropology, Binghamton University, State University of New YorkWilliam D. MacDonald, Professor Emeritus, Department of Geological Sciences, Binghamton University, State University of New YorkLicensed as Creative Commons – attribution, no derivatives.tag:theconversation.com,2011:article/1522462021-01-24T20:22:20Z2021-01-24T20:22:20ZMarte y el enigma de la vida: curiosidades y novedades científicas sobre el planeta rojo<figure><img src="https://images.theconversation.com/files/378814/original/file-20210114-23-13zux58.png?ixlib=rb-1.1.0&rect=2%2C0%2C1545%2C1166&q=45&auto=format&w=496&fit=clip" /><figcaption><span class="caption">Collage de imágenes de Marte tomadas por la ESA Mars webcam entre 2008 y 2020.</span> <span class="attribution"><a class="source" href="https://www.esa.int/ESA_Multimedia/Images/2020/10/Explore_the_data_behind_ESA_s_Mars_webcam#.YAA54oyx78g.link">ESA/DLR/FU Berlin</a>, <a class="license" href="http://creativecommons.org/licenses/by-nc-sa/4.0/">CC BY-NC-SA</a></span></figcaption></figure><p>Ha llegado el momento. Después de siete meses y medio de viaje, el planeta rojo aparece inmenso a través de la escotilla de la nave. Los tripulantes lo ven tan cercano que sienten que pueden tocarlo con sus manos. </p>
<p>Ese es el objetivo. A una velocidad de más de 20 000 km/h, la nave debe iniciar una serie de maniobras de frenado que permitirán su aterrizaje en Marte. Son los <a href="https://www.youtube.com/watch?v=Ki_Af_o9Q9s">siete minutos de terror</a> que desde la Tierra se vivirán <em>en diferido</em>. Sin embargo, los tripulantes los vivirán, por vez primera en la historia, en directo.</p>
<p>Primero, la entrada en la atmósfera marciana y el frenado producido por la fricción con el escudo térmico hasta velocidades supersónicas. Después, el despliegue de los grandes paracaídas. Estos frenarán todavía más la nave hasta que, finalmente, el encendido de retrocohetes permitirá el aterrizaje suave en la superficie marciana. </p>
<p>En ese instante, una vez apagados los motores y con el polvo todavía depositándose alrededor de la nave, se habrá producido el hito histórico de la llegada del ser humano a otro mundo. La humanidad estará en Marte.</p>
<p>Este breve relato, que parece de ciencia ficción, está próximo a hacerse realidad. Los miembros de la primera tripulación que viajará a otro planeta ya han nacido. Los preparativos para la exploración humana de Marte ya han comenzado. De hecho, se prevé que los seres humanos pongan pie en su superficie en un par de décadas.</p>
<figure class="align-center zoomable">
<a href="https://images.theconversation.com/files/376844/original/file-20201231-49525-h1pkuy.jpg?ixlib=rb-1.1.0&rect=2%2C2%2C1495%2C547&q=45&auto=format&w=1000&fit=clip"><img alt="Imagen de Marte." src="https://images.theconversation.com/files/376844/original/file-20201231-49525-h1pkuy.jpg?ixlib=rb-1.1.0&rect=2%2C2%2C1495%2C547&q=45&auto=format&w=754&fit=clip" srcset="https://images.theconversation.com/files/376844/original/file-20201231-49525-h1pkuy.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=600&h=221&fit=crop&dpr=1 600w, https://images.theconversation.com/files/376844/original/file-20201231-49525-h1pkuy.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=30&auto=format&w=600&h=221&fit=crop&dpr=2 1200w, https://images.theconversation.com/files/376844/original/file-20201231-49525-h1pkuy.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=15&auto=format&w=600&h=221&fit=crop&dpr=3 1800w, https://images.theconversation.com/files/376844/original/file-20201231-49525-h1pkuy.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=754&h=278&fit=crop&dpr=1 754w, https://images.theconversation.com/files/376844/original/file-20201231-49525-h1pkuy.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=30&auto=format&w=754&h=278&fit=crop&dpr=2 1508w, https://images.theconversation.com/files/376844/original/file-20201231-49525-h1pkuy.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=15&auto=format&w=754&h=278&fit=crop&dpr=3 2262w" sizes="(min-width: 1466px) 754px, (max-width: 599px) 100vw, (min-width: 600px) 600px, 237px"></a>
<figcaption>
<span class="caption">Imagen de Marte obtenida por Mars Express (ESA). El polo norte aparece a la izquierda y se aprecian las zonas de Terra Sabaea y Arabia Terra. A la derecha se ve el polo sur marciano.</span>
<span class="attribution"><a class="source" href="https://www.esa.int/ESA_Multimedia/Missions/Mars_Express/(sortBy)/view_count/(result_type)/images">ESA/DLR/FU Berlin</a>, <a class="license" href="http://creativecommons.org/licenses/by-nc-sa/4.0/">CC BY-NC-SA</a></span>
</figcaption>
</figure>
<h2>¿Para qué?</h2>
<p>¿Por qué ir a Marte es tan importante? ¿Qué sentido tiene la exploración humana del planeta rojo? </p>
<p>La respuesta es clara. En la actualidad se considera que Marte es el más habitable de los planetas a nuestro alcance. Esto lo convierte en el mejor escenario para confirmar la existencia de vida fuera de la Tierra. En pocas palabras, en Marte podría hallarse la respuesta al enigma de la vida.</p>
<p>Su exploración, primero a través del telescopio y después por medio de naves en órbita y robots en la superficie, ha mostrado un planeta fascinante. A pesar de tener la mitad del tamaño de la Tierra, este hermano menor de nuestro planeta cuenta con accidentes geográficos colosales, los mayores del Sistema Solar.</p>
<p>Tiene el volcán más grande, <a href="https://es.wikipedia.org/wiki/Monte_Olimpo_(Marte)">Olimpus Mons</a>, con una altitud de 23 kilómetros. También el mayor sistema de cañones, <a href="https://es.wikipedia.org/wiki/Valles_Marineris">Valles Marineris</a>, con una profundidad máxima de 7 kilómetros y una longitud que recorre un cuarto del ecuador marciano. Además, cuenta con la mayor cuenca de impacto conocida, <a href="https://es.wikipedia.org/wiki/Vastitas_Borealis">Vastitas Borealis</a>, que ocupa el 40% de su superficie.</p>
<p>Es precisamente esta cuenca, que ocupa las zonas más septentrionales del planeta, la que establece una clara diferencia entre ambos hemisferios. Por un lado, las denominadas tierras bajas del norte; por otro, las tierras altas del sur. </p>
<p>Es lo que se conoce como <a href="https://es.wikipedia.org/wiki/Geolog%C3%ADa_de_Marte">dicotomía marciana</a>, una distinción claramente visible entre el hemisferio norte, deprimido respecto al nivel cero marciano (o <a href="https://es.wikipedia.org/wiki/Geograf%C3%ADa_de_Marte">datum</a>) y prácticamente sin cráteres; y el hemisferio sur, más elevado y plagado de cráteres.</p>
<p>Aún se desconoce el motivo por el que Marte es un planeta con dos caras. Ahora bien, la ausencia de cráteres en las tierras bajas podría deberse a la presencia en el pasado de un gran océano que protegió la superficie de los impactos. </p>
<p>La presencia de agua líquida en el Marte primitivo se deduce también de los cauces secos observados <em>in situ</em> o desde órbita. También la confirmación de la existencia de lagos que rellenaron cráteres, como el caso del <a href="https://en.wikipedia.org/wiki/Gale_(crater)">cráter Gale</a>, lugar de estudio del <a href="https://mars.nasa.gov/msl/home/"><em>rover</em> Curiosity</a> de NASA.</p>
<p>Hasta la fecha, este ha sido, sin duda, el hallazgo más importante de la exploración robótica marciana. Confirma que Marte y la Tierra fueron bastante parecidos, contando ambos con abundante agua líquida en su superficie. La aparición de la vida en la Tierra en ese entonces nos lleva a plantear la posibilidad de que también pudiera haberse iniciado en Marte.</p>
<h2>Metano en la atmósfera del planeta rojo</h2>
<p>Otro de los grandes hallazgos en Marte, aunque todavía debe ser confirmado, ha sido la detección de metano en su atmósfera. </p>
<p>En la terrestre, prácticamente la totalidad del metano es de origen biológico. Procede de <a href="https://es.wikipedia.org/wiki/Metanog%C3%A9nesis">organismos metanógenos</a>, aunque también de procesos geológicos, como la <a href="https://es.qaz.wiki/wiki/Serpentinite">serpentinización</a>.</p>
<p>La presencia de metano en Marte, por tanto, se podría interpretar como resultado de la existencia de vida, pasada o presente. </p>
<p>Actualmente, el estudio del origen del metano marciano es uno de los grandes retos de la astrobiología. Por el momento, la detección se ha producido solo en la superficie. Concretamente con los instrumentos a bordo del <em>rover</em> Curiosity. Aun así, no se ha detectado en la alta atmósfera, lo que es extraño.</p>
<p>Lo esperable sería que el metano detectado al nivel del suelo se acumulara en la atmósfera. Que fuera captado por los sensibles instrumentos a bordo de las naves en órbita antes de que la radiación solar lo destruyera por fotodegradación en un proceso que tarda varios siglos. </p>
<p>Debe de haber un mecanismo, aún por descubrir, que destruye rápidamente el metano en la superficie y no le permite acumularse en la atmósfera en la cantidad suficiente como para ser detectado desde la órbita.</p>
<p>El hallazgo más reciente relativo a Marte ha sido la confirmación de que todavía mantiene cierta actividad sísmica. Los más de 480 terremotos detectados hasta el momento por el sismógrafo a bordo de la plataforma <a href="https://mars.nasa.gov/insight/">InSight</a> son la prueba inequívoca de que el planeta rojo <a href="https://mars.nasa.gov/news/8817/3-things-weve-learned-from-nasas-mars-insight/?site=insight">aún conserva un corazón palpitante</a>. También se ha constatado que el campo magnético global del planeta <a href="https://www.nature.com/articles/s41561-020-0537-x">es mayor de lo esperado</a>. Esto refuerza la idea de esa mayor actividad.</p>
<p>Tales descubrimientos están ayudando a dilucidar el proceso que sufrió Marte en el pasado. Aquel que hizo que pasara de ser un planeta con una atmósfera presumiblemente más densa que la actual, unas temperaturas más templadas y abundante agua líquida en su superficie, a ser el planeta frío, seco y árido que es en la actualidad.</p>
<h2>El gran desembarco robótico de 2021</h2>
<p>Todos estos hallazgos hacen de Marte el principal objetivo astrobiológico en la actualidad. Todavía más si contamos con las tres misiones que llegarán al planeta rojo a lo largo del mes de febrero de 2021. Cada una de ellas constituye un hito para las agencias espaciales y los países que las envían.</p>
<ul>
<li><p>La misión <a href="https://www.emiratesmarsmission.ae/">Emirates Mars Mission</a> (EMM), también conocida como Hope (Esperanza, en inglés), es la primera misión interplanetaria de una nación árabe. Se trata de un orbitador cuyo principal objetivo será el estudio de la atmósfera marciana.</p></li>
<li><p>La misión <a href="https://en.wikipedia.org/wiki/Tianwen-1">Tianwen-1</a> (búsqueda de la verdad celestial, en chino) es la primera misión china. Consta de un orbitador y un <em>rover</em>, denominado HX-1. El primero realizará estudios del campo magnético y gravitatorio. El segundo, analizará rocas y suelo y registrará valores ambientales.</p></li>
<li><p>La misión estadounidense <a href="https://mars.nasa.gov/mars2020/">Mars 2020</a> consiste en un <em>rover</em>, el quinto que envía la NASA a Marte. Bautizado como <a href="https://www.nasa.gov/perseverance">Perseverance</a>, es prácticamente un gemelo del <em>rover</em> Curiosity. Su aterrizaje, previsto para el 18 de febrero, tendrá lugar en el <a href="https://mars.nasa.gov/mars2020/mission/science/landing-site/">cráter Jezero</a>.</p>
<p>La zona de aterrizaje es un antiguo delta fluvial. Se trata de un lugar ideal para buscar evidencias de vida pasada en Marte, el objetivo principal de la misión. Además, se recolectarán por vez primera muestras de suelo que quedarán selladas y serán traídas a la Tierra <a href="https://www.esa.int/Science_Exploration/Human_and_Robotic_Exploration/Exploration/Mars_sample_return">en una misión futura</a>.</p>
<p>También se probarán diferentes tecnologías para preparar la futura exploración humana del planeta rojo. Es el caso de <a href="https://mars.nasa.gov/mars2020/spacecraft/instruments/moxie/">la obtención de oxígeno a partir del dióxido de carbono atmosférico</a>. También la prueba de un ingenio volador, un pequeño helicóptero bautizado como <a href="https://www.nasa.gov/feature/jpl/6-things-to-know-about-nasas-ingenuity-mars-helicopter/">Ingenuity</a>.</p></li>
</ul>
<p>No cabe duda de que Marte, aunque guarda celosamente sus secretos, ha proporcionado respuestas a algunos de los grandes enigmas de la ciencia. De hecho, ha provocado un profundo impacto en la cultura e impulsando de modo decisivo el avance de la ciencia en los últimos siglos. Las próximas décadas serán cruciales para su exploración.</p>
<p>Observado, imaginado y explorado, se acerca, finalmente, el momento en el que sea visitado por la humanidad en busca de vida. </p>
<p>Con el polvo ya depositado y el rumor apagado de los motores, habrá llegado el momento de poner el pie en Marte. Tras hollar su superficie, nos convertiremos en una especie planetaria. Habremos dado el paso definitivo para desentrañar el enigma de la vida. </p>
<p>Seguro que el planeta rojo no nos defraudará.</p><img src="https://counter.theconversation.com/content/152246/count.gif" alt="The Conversation" width="1" height="1" />
<p class="fine-print"><em><span>Juan Ángel Vaquerizo Gallego no recibe salario, ni ejerce labores de consultoría, ni posee acciones, ni recibe financiación de ninguna compañía u organización que pueda obtener beneficio de este artículo, y ha declarado carecer de vínculos relevantes más allá del cargo académico citado.</span></em></p>Marte ha proporcionado respuestas a algunos de los grandes enigmas de la ciencia, provocando un profundo impacto en la cultura e impulsando de modo decisivo el avance de la ciencia. Las próximas décadas serán cruciales para su exploración.Juan Ángel Vaquerizo Gallego, Coordinador de la Unidad de Cultura Científica, Centro de Astrobiología (INTA-CSIC)Licensed as Creative Commons – attribution, no derivatives.tag:theconversation.com,2011:article/1225072019-08-28T19:59:17Z2019-08-28T19:59:17ZPor qué debemos volver a Venus<figure><img src="https://images.theconversation.com/files/289673/original/file-20190827-184229-1wuku0h.jpg?ixlib=rb-1.1.0&rect=0%2C0%2C1917%2C1077&q=45&auto=format&w=496&fit=clip" /><figcaption><span class="caption">Los días 5 y 6 de junio de 2012, el Observatorio de Dinámica Solar de la NASA recogió imágenes de uno de los eventos solares más raros: el tránsito de Venus a través de la faz del Sol. </span> <span class="attribution"><a class="source" href="https://www.nasa.gov/multimedia/imagegallery/image_feature_2271.html">NASA/SDO, AIA</a></span></figcaption></figure><p>Muy cerca de nosotros, cosmológicamente hablando, hay un planeta que es <a href="https://space-facts.com/venus/">casi idéntico a la Tierra</a>. Tiene aproximadamente su mismo tamaño, está hecho más o menos de la misma materia y se ha formado alrededor de la misma estrella. </p>
<p>Para un astrónomo alienígena que se encontrara a años luz de distancia y observara el sistema solar a través de un telescopio, sería prácticamente imposible distinguir Venus de nuestro planeta. Sin embargo, cuando se conocen las <a href="https://www.businessinsider.com/what-venus-surface-is-like-2017-1">condiciones de la superficie</a> de Venus –temperatura de un horno y atmósfera saturada de dióxido de carbono con nubes de ácido sulfúrico–, queda claro que Venus no se parece en nada a la Tierra.</p>
<p>¿Cómo es posible que dos planetas tan similares en cuanto a posición, formación y composición puedan acabar siendo tan diferentes? Es una pregunta que preocupa a un número cada vez mayor de miembros de la comunidad de ciencias planetarias, y da pie a <a href="http://www.planetary.org/blogs/guest-blogs/van-kane/20171008-venus-origins-explorer-new-frontiers.html">que se propongan numerosas iniciativas dirigidas a explorar Venus</a>. Si la comunidad científica logra comprender por qué Venus evolucionó como lo hizo, sabremos con más certeza si la existencia de un planeta semejante a la Tierra es la regla o la excepción.</p>
<p><a href="https://meas.sciences.ncsu.edu/people/pkbyrne">Soy científico planetario</a>, y me fascina estudiar cómo surgieron otros mundos. Me interesa Venus en particular, porque da una idea de un mundo que, en otro tiempo, tal vez no fuera tan diferente del nuestro.</p>
<figure class="align-center ">
<img alt="" src="https://images.theconversation.com/files/288793/original/file-20190820-170906-dr7spy.png?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=754&fit=clip" srcset="https://images.theconversation.com/files/288793/original/file-20190820-170906-dr7spy.png?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=600&h=303&fit=crop&dpr=1 600w, https://images.theconversation.com/files/288793/original/file-20190820-170906-dr7spy.png?ixlib=rb-1.1.0&q=30&auto=format&w=600&h=303&fit=crop&dpr=2 1200w, https://images.theconversation.com/files/288793/original/file-20190820-170906-dr7spy.png?ixlib=rb-1.1.0&q=15&auto=format&w=600&h=303&fit=crop&dpr=3 1800w, https://images.theconversation.com/files/288793/original/file-20190820-170906-dr7spy.png?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=754&h=380&fit=crop&dpr=1 754w, https://images.theconversation.com/files/288793/original/file-20190820-170906-dr7spy.png?ixlib=rb-1.1.0&q=30&auto=format&w=754&h=380&fit=crop&dpr=2 1508w, https://images.theconversation.com/files/288793/original/file-20190820-170906-dr7spy.png?ixlib=rb-1.1.0&q=15&auto=format&w=754&h=380&fit=crop&dpr=3 2262w" sizes="(min-width: 1466px) 754px, (max-width: 599px) 100vw, (min-width: 600px) 600px, 237px">
<figcaption>
<span class="caption">La superficie de Venus en imágenes panorámicas reprocesadas tomadas desde el módulo de aterrizaje de la sonda soviética Venera 13.</span>
<span class="attribution"><a class="source" href="http://mentallandscape.com/C_Venera_Perspective.jpg">Don P. Mitchell</a>, <a class="license" href="http://creativecommons.org/licenses/by-sa/4.0/">CC BY-SA</a></span>
</figcaption>
</figure>
<h2>¿Fue Venus un planeta azul en otro tiempo?</h2>
<p>La opinión científica actual sostiene que, en algún momento del pasado, Venus tenía mucha más agua de lo que su atmósfera seca sugiere hoy, <a href="https://climate.nasa.gov/news/2475/nasa-climate-modeling-suggests-venus-may-have-been-habitable/">puede que incluso océanos</a>. Pero a medida que el Sol fue calentándose y volviéndose cada vez más brillante (por efecto natural del envejecimiento), las temperaturas de la superficie de Venus se elevaron y acabaron evaporando los océanos y los mares. </p>
<p>La creciente acumulación de vapor de agua en la atmósfera creó en el planeta unas condiciones de <a href="https://www.universetoday.com/22577/venus-greenhouse-effect/">efecto invernadero descontrolado</a> del que Venus no logró recuperarse. No se sabe si alguna vez hubo en Venus una tectónica de placas similar a la terrestre (donde la capa exterior del planeta está partida en grandes trozos móviles). El agua es fundamental para que la tectónica de placas funcione, y un efecto invernadero descontrolado detendría, en la práctica, ese proceso, si es que tuvo lugar allí.</p>
<p>Pero el fin de la tectónica de placas no habría significado el fin de la actividad geológica: el considerable calor interno del planeta siguió produciendo magma, que se derramó en forma de flujos voluminosos de lava y reconfiguró la mayor parte de su superficie. De hecho, la edad media de la superficie de Venus es de unos 700 millones de años, una edad provecta, sin duda, pero muy joven si la comparamos con las superficies de Marte, Mercurio o la Luna, que tienen varios miles de millones de años.</p>
<figure class="align-center ">
<img alt="" src="https://images.theconversation.com/files/288809/original/file-20190820-170922-2mqr0e.png?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=754&fit=clip" srcset="https://images.theconversation.com/files/288809/original/file-20190820-170922-2mqr0e.png?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=600&h=600&fit=crop&dpr=1 600w, https://images.theconversation.com/files/288809/original/file-20190820-170922-2mqr0e.png?ixlib=rb-1.1.0&q=30&auto=format&w=600&h=600&fit=crop&dpr=2 1200w, https://images.theconversation.com/files/288809/original/file-20190820-170922-2mqr0e.png?ixlib=rb-1.1.0&q=15&auto=format&w=600&h=600&fit=crop&dpr=3 1800w, https://images.theconversation.com/files/288809/original/file-20190820-170922-2mqr0e.png?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=754&h=754&fit=crop&dpr=1 754w, https://images.theconversation.com/files/288809/original/file-20190820-170922-2mqr0e.png?ixlib=rb-1.1.0&q=30&auto=format&w=754&h=754&fit=crop&dpr=2 1508w, https://images.theconversation.com/files/288809/original/file-20190820-170922-2mqr0e.png?ixlib=rb-1.1.0&q=15&auto=format&w=754&h=754&fit=crop&dpr=3 2262w" sizes="(min-width: 1466px) 754px, (max-width: 599px) 100vw, (min-width: 600px) 600px, 237px">
<figcaption>
<span class="caption">Impresión de un artista sobre el aspecto de un planeta Venus que en otro tiempo hubiera tenido agua en abundancia.</span>
<span class="attribution"><a class="source" href="https://upload.wikimedia.org/wikipedia/commons/b/b9/TerraformedVenus.jpg">Daein Ballard</a>, <a class="license" href="http://creativecommons.org/licenses/by-sa/4.0/">CC BY-SA</a></span>
</figcaption>
</figure>
<h2>La exploración del segundo planeta</h2>
<p>La visión de Venus como un mundo húmedo es solo una hipótesis: la comunidad científica planetaria no sabe qué hizo que Venus fuera tan diferente de la Tierra, ni tampoco si los dos planetas se generaron realmente con las mismas condiciones. Los seres humanos sabemos menos acerca de Venus que acerca de los otros planetas del sistema solar interior, en gran medida porque Venus plantea varios obstáculos singulares que dificultan su exploración.</p>
<p>Por ejemplo, es necesario explorarlo mediante <a href="https://insider.si.edu/2013/11/mapping-venus-with-radar/">radar</a> para traspasar las nubes opacas de ácido sulfúrico y ver la superficie. La dificultad es mucho mayor que con <a href="https://solarsystem.nasa.gov/planets/mercury/overview/">las superficies de la Luna o Mercurio, que se pueden observar con facilidad</a>. Además, la alta temperatura de la superficie –470°C– hace que la electrónica convencional solo aguante unas pocas horas. Una situación muy distinta de Marte, <a href="https://www.nasa.gov/press-release/nasas-record-setting-opportunity-rover-mission-on-mars-comes-to-end">donde los <em>rovers</em> pueden operar durante más de diez años</a>. Así pues, debido en parte al calor, a la acidez y a la opacidad de la superficie, Venus no ha disfrutado de un programa sostenido de exploración en los dos últimos decenios.</p>
<figure class="align-center ">
<img alt="" src="https://images.theconversation.com/files/288810/original/file-20190820-170956-1c0xbpk.png?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=754&fit=clip" srcset="https://images.theconversation.com/files/288810/original/file-20190820-170956-1c0xbpk.png?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=600&h=600&fit=crop&dpr=1 600w, https://images.theconversation.com/files/288810/original/file-20190820-170956-1c0xbpk.png?ixlib=rb-1.1.0&q=30&auto=format&w=600&h=600&fit=crop&dpr=2 1200w, https://images.theconversation.com/files/288810/original/file-20190820-170956-1c0xbpk.png?ixlib=rb-1.1.0&q=15&auto=format&w=600&h=600&fit=crop&dpr=3 1800w, https://images.theconversation.com/files/288810/original/file-20190820-170956-1c0xbpk.png?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=754&h=754&fit=crop&dpr=1 754w, https://images.theconversation.com/files/288810/original/file-20190820-170956-1c0xbpk.png?ixlib=rb-1.1.0&q=30&auto=format&w=754&h=754&fit=crop&dpr=2 1508w, https://images.theconversation.com/files/288810/original/file-20190820-170956-1c0xbpk.png?ixlib=rb-1.1.0&q=15&auto=format&w=754&h=754&fit=crop&dpr=3 2262w" sizes="(min-width: 1466px) 754px, (max-width: 599px) 100vw, (min-width: 600px) 600px, 237px">
<figcaption>
<span class="caption">La longitud de onda visible no es capaz de penetrar la gruesa capa de nubes que cubre Venus. En su lugar se necesita el radar para ver la superficie desde el espacio. Este es un mosaico global de imágenes de radar del planeta, compilado con datos enviados por la misión Magallanes.</span>
<span class="attribution"><span class="source">SSV/MIPL/MAGELLAN TEAM/NASA</span></span>
</figcaption>
</figure>
<p>No obstante, en el siglo XXI se han enviado dos misiones a Venus: <a href="http://sci.esa.int/venus-express/">el satélite Venus Express</a>, de la Agencia Espacial Europea, que operó entre 2006 y 2014, y la <a href="http://akatsuki.isas.jaxa.jp/en/">sonda Akatsuki</a>, de la Agencia Japonesa de Exploración Aeroespacial, <a href="https://www.nasa.gov/feature/nasa-scientists-applaud-japanese-spacecraft-akatsuki-s-successful-rendezvous-with-venus">que actualmente está en órbita</a>.</p>
<p>Los seres humanos no siempre han mostrado tan poco interés por Venus. En otro tiempo fue el favorito de la exploración planetaria: entre 1960 y 1980, se enviaron unas 35 misiones al segundo planeta. La <a href="https://www.jpl.nasa.gov/missions/mariner-2/">misión Mariner 2</a> fue la primera sonda espacial que llevó a cabo con éxito un encuentro planetario, al sobrevolar Venus en 1962. Las primeras imágenes tomadas desde su superficie enviadas por el <a href="https://nssdc.gsfc.nasa.gov/imgcat/html/object_page/v09_lander_proc.html">módulo de la sonda soviética Venera 9</a> tras aterrizar en Venus en 1975. Y el <a href="https://nssdc.gsfc.nasa.gov/nmc/spacecraft/display.action?id=1981-106D">módulo de aterrizaje de la Venera 13</a> fue el primer vehículo espacial que envió sonidos desde su superficie. Pero la última misión que lanzó la NASA a Venus fue la <a href="https://solarsystem.nasa.gov/missions/magellan/in-depth/">sonda Magallanes</a>, en 1989. Esta sonda tomó imágenes con radar de prácticamente toda la superficie antes de su desaparición prevista en la atmósfera del planeta en 1994. </p>
<figure class="align-center ">
<img alt="" src="https://images.theconversation.com/files/288811/original/file-20190820-170935-1aa0t54.png?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=754&fit=clip" srcset="https://images.theconversation.com/files/288811/original/file-20190820-170935-1aa0t54.png?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=600&h=600&fit=crop&dpr=1 600w, https://images.theconversation.com/files/288811/original/file-20190820-170935-1aa0t54.png?ixlib=rb-1.1.0&q=30&auto=format&w=600&h=600&fit=crop&dpr=2 1200w, https://images.theconversation.com/files/288811/original/file-20190820-170935-1aa0t54.png?ixlib=rb-1.1.0&q=15&auto=format&w=600&h=600&fit=crop&dpr=3 1800w, https://images.theconversation.com/files/288811/original/file-20190820-170935-1aa0t54.png?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=754&h=754&fit=crop&dpr=1 754w, https://images.theconversation.com/files/288811/original/file-20190820-170935-1aa0t54.png?ixlib=rb-1.1.0&q=30&auto=format&w=754&h=754&fit=crop&dpr=2 1508w, https://images.theconversation.com/files/288811/original/file-20190820-170935-1aa0t54.png?ixlib=rb-1.1.0&q=15&auto=format&w=754&h=754&fit=crop&dpr=3 2262w" sizes="(min-width: 1466px) 754px, (max-width: 599px) 100vw, (min-width: 600px) 600px, 237px">
<figcaption>
<span class="caption">La misión Magallanes se lanzó desde la bodega del transbordador Atlantis el 4 de mayo de 1982. En la parte superior de la imagen se ve la antena de alta ganancia de la sonda.</span>
<span class="attribution"><span class="source">NASA</span></span>
</figcaption>
</figure>
<h2>¿Volver a Venus?</h2>
<p>En los últimos años se han propuesto varias misiones de la NASA a Venus. La misión planetaria más reciente que ha elegido la NASA es una nave de propulsión nuclear llamada <a href="https://dragonfly.jhuapl.edu/">Dragonfly</a> con destino a la luna Titán, en Saturno, pero también se ha seleccionado una propuesta encaminada a medir la composición de la superficie de Venus, <a href="https://www.nasa.gov/press-release/nasa-invests-in-concept-development-for-missions-to-comet-saturn-moon-titan">que recibirá apoyo para seguir desarrollando su tecnología</a>.</p>
<p>Otras misiones en fase de estudio son un proyecto de la Agencia Espacial Europea que tiene por objeto <a href="https://envisionvenus.eu/envision/">cartografiar la superficie de Venus en alta resolución</a> y un plan <a href="https://www.space.com/41986-venus-landing-mission-venera-d.html">de Rusia</a> que se propone <a href="https://www.space.com/41986-venus-landing-mission-venera-d.html">reforzar el legado que dejó</a> como único país que ha logrado colocar un módulo de aterrizaje en la superficie de Venus.</p>
<p>Unos 30 años después de que la NASA pusiera rumbo a nuestro infernal vecino, el futuro de la exploración de Venus parece prometedor. Pero enviando solo una misión –un orbitador con radar o <a href="https://www.hou.usra.edu/meetings/lpsc2018/pdf/2796.pdf">incluso un módulo de aterrizaje de larga duración</a>– no se resolverán todos los misterios pendientes. </p>
<p>Se necesita más bien un programa sostenido de exploración para elevar nuestro conocimiento de Venus al nivel del conocimiento que tenemos de Marte o la Luna. Para lograrlo será necesario invertir tiempo y dinero, pero, en mi opinión, merece la pena. Si conseguimos averiguar por qué y en qué momento Venus llegó a ser el planeta que es hoy, entenderemos mejor cómo puede evolucionar un mundo del tamaño de la Tierra <a href="http://hzgallery.org/venus.html">cuando está situado cerca de su estrella</a>. Y, bajo un Sol cada vez más brillante, Venus puede incluso ayudarnos a entender cuál será el destino de la Tierra misma.</p><img src="https://counter.theconversation.com/content/122507/count.gif" alt="The Conversation" width="1" height="1" />
<p class="fine-print"><em><span>Paul K. Byrne no recibe salario, ni ejerce labores de consultoría, ni posee acciones, ni recibe financiación de ninguna compañía u organización que pueda obtener beneficio de este artículo, y ha declarado carecer de vínculos relevantes más allá del cargo académico citado.</span></em></p>El planeta vecino es caliente y ácido, y su superficie está oculta por gruesas nubes de ácido sulfúrico. Quizá por estas dificultades, no se ha beneficiado de la atención que han recibido Marte y la Luna. Pero Venus puede ofrecer información sobre el futuro de la Tierra.Paul K. Byrne, Associate Professor of Planetary Science, North Carolina State UniversityLicensed as Creative Commons – attribution, no derivatives.tag:theconversation.com,2011:article/1175342019-05-27T20:22:54Z2019-05-27T20:22:54ZAsí podríamos cambiar la órbita terrestre para no ser tragados por el Sol<figure><img src="https://images.theconversation.com/files/276590/original/file-20190527-40055-1xf54m3.jpg?ixlib=rb-1.1.0&rect=31%2C10%2C6947%2C4956&q=45&auto=format&w=496&fit=clip" /><figcaption><span class="caption">
</span> <span class="attribution"><a class="source" href="https://www.shutterstock.com/es/image-photo/earth-sun-moon-elements-this-image-177291947">Aphelleon / Shutterstock</a></span></figcaption></figure><p>En la película de ciencia ficción china <a href="https://www.imdb.com/title/tt7605074/"><em>La Tierra errante</em></a>, estrenada recientemente en Netflix, la humanidad trata de cambiar la órbita de la Tierra utilizando grandes propulsores para escapar de la expansión del Sol y evitar una colisión con Júpiter.</p>
<p>El escenario podría hacerse realidad en unos cinco mil millones de años, cuando el Sol se quede sin energía y se expanda, <a href="https://www.scientificamerican.com/article/the-sun-will-eventually-engulf-earth-maybe/?redirect=1">probablemente tragándose la Tierra</a>. Otra amenaza mucho más inmediata sería un apocalipsis provocado por el cambio climático. La solución en ambas situaciones podría ser desplazar la Tierra a una órbita más amplia. Y, en teoría, es posible.</p>
<p>Pero, ¿cómo podríamos conseguirlo? ¿cuáles son los desafíos para la ingeniería? Supongamos, por ejemplo, que pretendemos desplazar la Tierra de su órbita actual a otra un 50 % más alejada del Sol, a una órbita similar a la de Marte.</p>
<p>En realidad llevamos años diseñando técnicas para desplazar cuerpos pequeños (como asteroides) de sus órbitas, principalmente para proteger nuestro planeta de posibles impactos. Algunas de ellas están basadas en una acción impulsiva y, en ocasiones, destructiva: <a href="https://www.imdb.com/title/tt0120591/">una explosión nuclear</a> cerca o en la superficie del asteroide o un “<a href="https://www.nasa.gov/planetarydefense/dart">impacto</a> <a href="http://www.esa.int/Our_Activities/Space_Safety/Hera/Asteroid_Impact_Deflection_Assessment_mission">cinético</a>” causado, por ejemplo, por el choque de una nave espacial a gran velocidad. Estas son estrategias que, obviamente, no se pueden aplicar a la Tierra por su naturaleza destructiva.</p>
<p>Otras de las técnicas que se manejan implican un empuje suave y continuo durante un largo periodo de tiempo. Este puede ser provocado por una nave <a href="https://arxiv.org/abs/physics/0608156">remolcadora</a> anclada a la superficie del asteroide o por una sonda espacial que vuele muy cerca de él (y que genere el empuje por <a href="https://www.newscientist.com/article/dn8291-gravity-tractor-to-deflect-earth-bound-asteroids/">gravedad</a> u otros métodos). Sin embargo, en la Tierra esto sería imposible ya que su masa es mucho mayor que la de los asteroides más grandes, por lo que ninguna nave podría ejercer la fuerza necesaria para empujarla.</p>
<h2>Propulsores eléctricos</h2>
<p>Lo cierto es que ya hemos desplazado la Tierra de su órbita. Cada vez que una sonda espacial despega hacia otro planeta, transmite un pequeño empuje a la Tierra en la dirección opuesta, similar al del retroceso de una pistola. Afortunadamente para nosotros –o desafortunadamente, si lo que queremos es mover nuestro planeta–, el efecto es prácticamente insignificante.</p>
<figure class="align-center ">
<img alt="" src="https://images.theconversation.com/files/274332/original/file-20190514-60549-1ywexa.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=754&fit=clip" srcset="https://images.theconversation.com/files/274332/original/file-20190514-60549-1ywexa.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=600&h=400&fit=crop&dpr=1 600w, https://images.theconversation.com/files/274332/original/file-20190514-60549-1ywexa.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=30&auto=format&w=600&h=400&fit=crop&dpr=2 1200w, https://images.theconversation.com/files/274332/original/file-20190514-60549-1ywexa.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=15&auto=format&w=600&h=400&fit=crop&dpr=3 1800w, https://images.theconversation.com/files/274332/original/file-20190514-60549-1ywexa.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=754&h=503&fit=crop&dpr=1 754w, https://images.theconversation.com/files/274332/original/file-20190514-60549-1ywexa.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=30&auto=format&w=754&h=503&fit=crop&dpr=2 1508w, https://images.theconversation.com/files/274332/original/file-20190514-60549-1ywexa.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=15&auto=format&w=754&h=503&fit=crop&dpr=3 2262w" sizes="(min-width: 1466px) 754px, (max-width: 599px) 100vw, (min-width: 600px) 600px, 237px">
<figcaption>
<span class="caption">Falcon Heavy.</span>
<span class="attribution"><span class="source">Official SpaceX Photos</span></span>
</figcaption>
</figure>
<p>Actualmente, el <a href="https://www.spacex.com/falcon-heavy">Falcon Heavy</a> de SpaceX es el vehículo de lanzamiento más eficaz. Aun así, necesitaríamos 300 millardos de millardos de lanzamientos a pleno rendimiento para conseguir que nuestra órbita se desplazase hasta la de Marte. Además, el material necesario para fabricar todos esos cohetes sería equivalente al 85 % de la Tierra, así que solo el 15 % de nuestro planeta llegaría a la órbita marciana.</p>
<p>Un propulsor eléctrico es un modo mucho más eficiente para acelerar una masa. En particular, <a href="https://theconversation.com/ion-drive-space-engine-used-on-aircraft-for-first-time-107318">un motor iónico</a>, que funciona emitiendo un torrente de partículas cargadas que impulsan las naves hacia delante. Para mover la Tierra, podríamos disparar un propulsor eléctrico apuntando en sentido opuesto a su órbita.</p>
<p>Este superpropulsor debería situarse a 1 000 kilómetros sobre el nivel del mar, más allá de la atmósfera, pero estaría anclado fuertemente a la Tierra con una barra rígida para transmitirle la fuerza de empuje. Si disparásemos un haz de iones a 40 kilómetros por segundo en la dirección correcta, necesitaríamos utilizar un chorro de iones equivalente al 13 % de la masa de la Tierra para desplazar el 87 % restante.</p>
<h2>Navegando sobre la luz</h2>
<p>Como la luz tiene <a href="https://es.wikipedia.org/wiki/Cantidad_de_movimiento">momento lineal</a>, pero no masa, también podríamos emitir continuamente un haz de luz potente, como un láser. Lo bueno es que la fuerza requerida se recogería del Sol y no se consumiría masa terrestre. Sin embargo, incluso si utilizásemos la enorme planta láser de 100G W prevista por el <a href="https://theconversation.com/why-sailing-to-the-stars-has-suddenly-become-a-realistic-goal-57762">proyecto Breakthrough Startshot</a>, que pretende propulsar una nave espacial fuera del sistema solar para explorar estrellas vecinas, harían falta tres millardos de millardos de años de funcionamiento continuo para cambiar la órbita de la Tierra.</p>
<figure class="align-center ">
<img alt="" src="https://images.theconversation.com/files/82637/original/image-20150522-1017-1twzff0.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=754&fit=clip" srcset="https://images.theconversation.com/files/82637/original/image-20150522-1017-1twzff0.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=600&h=437&fit=crop&dpr=1 600w, https://images.theconversation.com/files/82637/original/image-20150522-1017-1twzff0.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=30&auto=format&w=600&h=437&fit=crop&dpr=2 1200w, https://images.theconversation.com/files/82637/original/image-20150522-1017-1twzff0.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=15&auto=format&w=600&h=437&fit=crop&dpr=3 1800w, https://images.theconversation.com/files/82637/original/image-20150522-1017-1twzff0.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=754&h=549&fit=crop&dpr=1 754w, https://images.theconversation.com/files/82637/original/image-20150522-1017-1twzff0.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=30&auto=format&w=754&h=549&fit=crop&dpr=2 1508w, https://images.theconversation.com/files/82637/original/image-20150522-1017-1twzff0.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=15&auto=format&w=754&h=549&fit=crop&dpr=3 2262w" sizes="(min-width: 1466px) 754px, (max-width: 599px) 100vw, (min-width: 600px) 600px, 237px">
<figcaption>
<span class="caption">Diseño de una vela solar pequeña.</span>
<span class="attribution"><span class="source">The Planetary Society/Rick Sternbach</span></span>
</figcaption>
</figure>
<p>Pero la luz también podría reflejarse directamente desde el Sol a la Tierra empleando una <a href="https://theconversation.com/how-to-sail-through-space-on-sunbeams-solar-satellite-leads-the-way-42223">vela solar</a> situada cerca de nuestro planeta. <a href="http://dx.doi.org/10.1023/A:1021178603836">Algunos investigadores han demostrado</a> que sería necesario un disco reflectante 19 veces mayor que el diámetro terrestre para conseguir el cambio de órbita en una escala de tiempo de mil millones de años.</p>
<h2>Un billar interplanetario</h2>
<p>Una técnica bastante conocida para que dos cuerpos que orbitan cambien sus velocidades es utilizar una onda gravitatoria. Este tipo de maniobra se ha empleado ampliamente con sondas interplanetarias. Por ejemplo, la nave espacial Rosetta, que fue lanzada en 2004 y <a href="https://theconversation.com/how-rosetta-made-an-epic-journey-through-space-and-overcame-incredible-challenges-34162">visitó el cometa 67P entre 2014 y 2016</a>, pasó dos veces cerca de la Tierra (en 2005 y 2007) durante la década que duró su viaje.</p>
<p>En los acercamientos, el campo gravitatorio terrestre proporcionó una aceleración decisiva a Rosetta que hubiera sido imposible utilizando únicamente propulsores. Como consecuencia, la Tierra recibió un impulso equivalente en sentido contrario, aunque no tuvo ningún efecto apreciable en la masa terrestre.</p>
<figure class="align-center ">
<img alt="" src="https://images.theconversation.com/files/274430/original/file-20190514-60554-1i37asw.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=754&fit=clip" srcset="https://images.theconversation.com/files/274430/original/file-20190514-60554-1i37asw.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=600&h=450&fit=crop&dpr=1 600w, https://images.theconversation.com/files/274430/original/file-20190514-60554-1i37asw.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=30&auto=format&w=600&h=450&fit=crop&dpr=2 1200w, https://images.theconversation.com/files/274430/original/file-20190514-60554-1i37asw.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=15&auto=format&w=600&h=450&fit=crop&dpr=3 1800w, https://images.theconversation.com/files/274430/original/file-20190514-60554-1i37asw.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=754&h=566&fit=crop&dpr=1 754w, https://images.theconversation.com/files/274430/original/file-20190514-60554-1i37asw.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=30&auto=format&w=754&h=566&fit=crop&dpr=2 1508w, https://images.theconversation.com/files/274430/original/file-20190514-60554-1i37asw.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=15&auto=format&w=754&h=566&fit=crop&dpr=3 2262w" sizes="(min-width: 1466px) 754px, (max-width: 599px) 100vw, (min-width: 600px) 600px, 237px">
<figcaption>
<span class="caption">Trayectoria de la Misión Rosetta.</span>
<span class="attribution"><span class="source">NASA/JPL</span></span>
</figcaption>
</figure>
<p>Pero ¿qué pasaría si pudiéramos provocar una onda gravitatoria utilizando algo mucho más grande que una nave espacial? Debido a su tamaño, la Tierra puede, <a href="http://dx.doi.org/10.1016/j.asr.2018.01.027">sin lugar a dudas, cambiar la trayectoria</a> de asteroides. Aunque cada desplazamiento sería prácticamente imperceptible, podríamos repetir esta acción multitud de veces para conseguir un cambio considerable en la órbita terrestre a largo plazo.</p>
<p>Algunas zonas del sistema solar están repletas de cuerpos pequeños, como asteroides y cometas. La masa de muchos de ellos es lo suficientemente pequeña como para ser desplazados con tecnología realista, pero, aun así, tendría que ser muchos órdenes de magnitud mayor de la que puede ser lanzada desde la Tierra en las circunstancias actuales.</p>
<p>Con diseños de trayectoria precisos, sería posible aprovechar lo que se ha denominado “Δv leveraging”: un cuerpo pequeño puede ser empujado fuera de su órbita y, como resultado, desplazarse más allá de la Tierra, proporcionando a su paso un impulso mucho mayor a nuestro planeta. Si bien podría parecer una estrategia interesante, se estima que necesitaríamos <a href="https://arxiv.org/abs/astro-ph/0102126">que cerca de un millón de asteroides</a> pasaran cerca de la Tierra, con una frecuencia de unos pocos miles de años, para poder movernos al ritmo de la expansión del Sol.</p>
<h2>La solución</h2>
<p>De todas las opciones disponibles, el uso de una onda de asteroides parece la solución más razonable ahora mismo. Pero en el futuro, la clave podría estar en utilizar la luz. Siempre que aprendamos a construir <a href="https://www.forbes.com/sites/scottsnowden/2019/03/12/solar-power-stations-in-space-could-supply-the-world-with-limitless-energy/#5cce67a44386">estructuras espaciales gigantes</a> o <a href="https://www.space.com/32551-breakthrough-starshot-interstellar-spacecraft-infographic.html">conjuntos de láseres superpotentes</a>, que también podrían emplearse para la exploración espacial.</p>
<p>Sin embargo, aunque sea teóricamente posible (y quizá algún día técnicamente viable), sería mucho más sencillo llevar a todas las especies a nuestro vecino Marte, ya que él sí podría sobrevivir a la destrucción del Sol. Al fin y al cabo, ya hemos <a href="https://mars.nasa.gov/insight/">amartizado</a> y <a href="https://mars.nasa.gov/msl/">recorrido</a> la superficie del planeta rojo <a href="https://mars.nasa.gov/mer/">varias veces</a>.</p>
<p>Considerando el reto que supondría mover la Tierra para cambiar su órbita, <a href="https://theconversation.com/heres-how-we-could-build-a-colony-on-an-alien-world-54923">colonizar Marte</a> y trasladar allí la población terrestre parece la opción menos complicada.</p><img src="https://counter.theconversation.com/content/117534/count.gif" alt="The Conversation" width="1" height="1" />
<p class="fine-print"><em><span>Matteo Ceriotti no recibe salario, ni ejerce labores de consultoría, ni posee acciones, ni recibe financiación de ninguna compañía u organización que pueda obtener beneficio de este artículo, y ha declarado carecer de vínculos relevantes más allá del cargo académico citado.</span></em></p>Aunque consigamos prevenir un apocalipsis fruto del calentamiento global, nuestro planeta seguirá en riesgo, porque algún día el Sol se expandirá. ¿Deberíamos, por tanto, intentar mover la Tierra a una órbita más amplia para evitar las mortíferas consecuencia de la muerte del Sol?Matteo Ceriotti, Senior Lecturer in Space Systems Engineering, University of GlasgowLicensed as Creative Commons – attribution, no derivatives.tag:theconversation.com,2011:article/996962018-07-10T22:23:50Z2018-07-10T22:23:50ZTranquilidad, no necesitamos saber de geología para disfrutar de un buen vino<figure><img src="https://images.theconversation.com/files/226931/original/file-20180710-70045-17chw8a.jpg?ixlib=rb-1.1.0&rect=7%2C0%2C5299%2C3524&q=45&auto=format&w=496&fit=clip" /><figcaption><span class="caption">
</span> <span class="attribution"><a class="source" href="https://www.shutterstock.com/es/image-photo/wine-glass-vineyard-501879703?src=ZFHdWDlAhLxP9bkKfEG0ag-1-0"> Pedr0Gar / Shutterstock</a></span></figcaption></figure><p><a href="https://theconversation.com/now-wine-lovers-need-to-know-about-geology-or-do-they-98347"><em>Read in English</em></a>.</p>
<p>Según ha <a href="https://www.bloomberg.com/news/articles/2017-01-25/soil-not-grapes-is-the-latest-must-know-when-picking-a-wine">publicado</a> la agencia de noticias e información financiera Bloomberg, “la última tendencia a la hora de elegir un buen vino es fijarse sobre todo en el suelo, no en la uva”. </p>
<p>Por su parte, la escritora y enóloga Alice Feiring <a href="http://www.wwnorton.co.uk/books/9781581573848-the-dirty-guide-to-wine">ha publicado un libro</a> que ayuda a los aficionados a escoger el vino “teniendo en cuenta su origen, es decir, el terreno en el que crece”. </p>
<p>Y ya hay restaurantes que empiezan a organizar las cartas de vinos no por la variedad de la uva, el tipo de vino o el país de origen, sino <a href="http://huskrestaurant.com/about/wine/">por la geología de los viñedos</a>.</p>
<p>La idea de que el suelo de un viñedo es importante para la elaboración del vino se consolidó en la Edad Media, cuando, <a href="https://winescholarguild.org/french-wine-society-chronicle/issue-six-february-2014/researcher-sheds-light-on-true-role-of-monks-in-burgundy.html">según cuenta la leyenda</a>, los monjes de Borgoña <em>cataban</em> la tierra para ver cuál producía el mejor vino. Al fin y al cabo, las vides absorben agua del suelo y cabe suponer que, con ella, recibirán todos los demás nutrientes que necesitan para desarrollarse.</p>
<p>Tal y como explico <a href="https://global.oup.com/academic/product/vineyards-rocks-and-soils-9780190863289?cc=gb&lang=en&">en mi nuevo libro</a>, este entusiasmo por la importancia de la geología es un fenómeno nuevo. Hace tiempo que la ciencia descubrió la fotosíntesis y mostró que las vides no crecen únicamente por la acción del suelo, sino que en su desarrollo también influyen el sol, el aire y el agua. Las plantas usan la luz solar para captar del aire dióxido de carbono y combinarlo con el agua del suelo con el fin de producir todos los compuestos de carbohidratos que constituyen la vid. Los precursores del aroma se desarrollan más tarde durante la maduración de las uvas, y en el proceso de fermentación se convierten en los cientos de compuestos aromáticos que determinan el sabor del vino.</p>
<p>Por otra parte, ninguna de las explicaciones apuntadas demuestra cómo es posible que un tipo de roca particular influya de algún modo en el vino que luego nos bebemos, y los conocimientos científicos que poseemos hoy no permiten establecer esa relación de forma concluyente. En realidad, ese tipo de afirmaciones tienen en gran medida un carácter anecdótico, pues apenas hay justificaciones científicas sólidas.</p>
<figure class="align-center ">
<img alt="" src="https://images.theconversation.com/files/224389/original/file-20180622-26552-xynhfx.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=754&fit=clip" srcset="https://images.theconversation.com/files/224389/original/file-20180622-26552-xynhfx.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=600&h=400&fit=crop&dpr=1 600w, https://images.theconversation.com/files/224389/original/file-20180622-26552-xynhfx.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=30&auto=format&w=600&h=400&fit=crop&dpr=2 1200w, https://images.theconversation.com/files/224389/original/file-20180622-26552-xynhfx.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=15&auto=format&w=600&h=400&fit=crop&dpr=3 1800w, https://images.theconversation.com/files/224389/original/file-20180622-26552-xynhfx.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=45&auto=format&w=754&h=503&fit=crop&dpr=1 754w, https://images.theconversation.com/files/224389/original/file-20180622-26552-xynhfx.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=30&auto=format&w=754&h=503&fit=crop&dpr=2 1508w, https://images.theconversation.com/files/224389/original/file-20180622-26552-xynhfx.jpg?ixlib=rb-1.1.0&q=15&auto=format&w=754&h=503&fit=crop&dpr=3 2262w" sizes="(min-width: 1466px) 754px, (max-width: 599px) 100vw, (min-width: 600px) 600px, 237px">
<figcaption>
<span class="caption">Tonos terrosos.</span>
<span class="attribution"><a class="source" href="https://www.shutterstock.com/image-photo/wine-bottle-vine-embrace-hearth-black-1045994365?src=vkplTfY6JfkkpeoA3ICJ3w-1-7">Ricardo Matias/Shutterstock</a></span>
</figcaption>
</figure>
<p>Con esto no se quiere decir que el suelo no tenga importancia. La tierra determina el modo en que las raíces obtienen agua, y ese proceso es fundamental para que las uvas crezcan y maduren. Sabemos que hay 14 elementos que son decisivos para el crecimiento de la vid, y casi todos ellos tienen su origen en el suelo. Es posible que alguno de esos elementos vaya a parar al vino acabado, en cantidades minúsculas que no se pueden apreciar en el <em>aroma</em>, aunque en algunos casos pueden <em>influir</em> en el modo en que <a href="https://www.winesandvines.com/features/article/132047/Role-of-trace-metals-in-wine-reduction">percibimos los sabores</a>.</p>
<h2>Temperatura</h2>
<p>Pero también intervienen otros factores, que son invisibles y, por esa razón, se pasan por alto. Por ejemplo, en los viñedos de Fault Line, en Abacela (Valle del Umpqua, Oregón, EEUU), los tipos de suelo presentan importantes diferencias en superficies pequeñas, y se presumía que las correspondientes alteraciones en los vinos se debían a esas variaciones geológicas. </p>
<p>Sin embargo, en 2011 los propietarios reunieron durante cinco años datos de 23 localizaciones cada 15 minutos. Los <a href="https://www.linfield.edu/assets/files/Wine-Studies/GregJones/Jones_Jones_Abacela.pdf">resultados revelaron</a> importantes variaciones espaciales en la intensidad de la radiación solar y mostraron que las temperaturas durante el período de maduración de la uva presentaban oscilaciones de casi 5 °C, todo ello dentro de este único viñedo. En realidad, las diferencias en el suelo no se encontraban entre los principales factores que influían en la maduración de la uva.</p>
<h2>Hongos y bacterias</h2>
<p>En los últimos años, <a href="http://mbio.asm.org/content/6/2/e02527-14.full">los círculos científicos</a> se han entusiasmado ante la posible importancia de la microbiología en los viñedos, ya que las nuevas tecnologías han revelado que existen comunidades de hongos y bacterias características <a href="https://www.ncbi.nlm.nih.gov/pmc/articles/PMC5328833/">en cada localización</a>. Hoy todavía no está claro el modo en que esto afecta al sabor del vino, pero el reino de los hongos abarca organismos como el moho gris o Botrytis, causante de la <a href="https://vinepair.com/wine-blog/what-the-heck-is-noble-rot-and-is-it-really-a-good-thing/">famosa infección conocida como podredumbre noble</a> (que convierte las uvas parcialmente en pasas) de vinos dulces como el Sauternes. Y también las levaduras, tanto las que producen la fermentación alcohólica como otras –por ejemplo, las del género <a href="https://www.awri.com.au/industry_support/winemaking_resources/frequently_asked_questions/brettanomyces-faq/">Brettanomyces</a>– que pueden afectar al <a href="http://www.sommjournal.com/Publications/SOMM/2014/June-July-2014/On-the-Track-of-BRETT.aspx">sabor</a> del vino. Pero, insisto, la mayoría de los estudios enológicos pasan por alto este tipo de circunstancias, tal vez porque se trata de elementos que en la práctica son invisibles y que tienen un carácter muy técnico.</p>
<p>Por otro lado, el suelo del viñedo es algo palpable y reconocible. Pero lo cierto es que la mayoría de los viñedos se aran, se fertilizan y se riegan de forma rutinaria. Así pues, con tantos procesos de manipulación artificial, ¿está justificada esta nueva preocupación por la geología natural?</p>
<h2>Notas de cata</h2>
<p>Por supuesto, es posible que la ciencia esté pasando algo por alto y que, si se sigue investigando, descubramos fenómenos nuevos. Pero los conocimientos científicos actuales sobre la fisiología de la vid no parecen suficientes para hacer grandes aseveraciones sin ofrecer al menos algún fundamento. Por ejemplo, afirmar que un <a href="https://www.gobelsburg.at/en/wines/schloss-gobelsburg/riesling-gaisberg">Riesling austriaco</a> es “complejo por los suelos pizarrosos de gneis, anfibolita y mica” tal vez resulte impresionante, pero necesitamos que nos expliquen por qué eso es así.</p>
<p>Es probable que se sigan haciendo este tipo de afirmaciones y que incluso vayan a más. A la gente le gusta la idea de que exista una relación directa entre el vino que le sirven y el suelo concreto del viñedo, especialmente si se adorna con términos deslumbrantes y refinados. Suena romántico, sirve para hacer periodismo y es bueno para el <em>marketing</em>. Y, al parecer, está por encima de la ciencia.</p><img src="https://counter.theconversation.com/content/99696/count.gif" alt="The Conversation" width="1" height="1" />
<p class="fine-print"><em><span>Alex Maltman es autor del libro "Vineyards, Rocks, and Soils: The Wine Lover's Guide to Geology", Oxford University Press 2018, y de artículos académicos sobre el tema, pero no tiene vínculos comerciales.</span></em></p>Los aficionados al vino se están fijando en el tipo de tierra, pero puede que no sea del todo útil.Alex Maltman, Emeritus Professor of Earth Sciences, Aberystwyth UniversityLicensed as Creative Commons – attribution, no derivatives.