El fundamento de la UE es el cumplimiento de unas reglas de juego que aseguran eficiencia y acceso a un mercado rico y amplio a cambio de solidaridad en torno al bienestar común de los estados miembros.
Pese a ser uno de los países fundadores y de haber sido gobernada por firmes defensores de la idea de Europa (Macron incluido), Francia mantiene una relación ambigua con el proyecto europeo.
A diferencia de 2008, las instituciones europeas ahora son conscientes de su papel y proponen programas sociales inéditos, planteando impuestos europeos, herramienta básica para la armonización fiscal.