La mentira consciente y dañina es reprochable moralmente, y en muchos casos punible. No obstante, hay situaciones y circunstancias en las que conviene ponderar el grado de veracidad o de ocultamiento que puede emplearse de manera justificable.
La banalización de los discursos que ignoran impunemente la realidad debería alertarnos.
AFP
Cuando llamamos verdad a algo que no se apoya en la realidad, perdemos la posibilidad del diálogo. La verdad es la base del contrato social y la confianza de un pueblo en sus dirigentes.
Las redes sociales fomentan una relatividad absoluta en la que la verdad puede ser personalizada a gusto de cada usuario. Contra esta interpretación excesivamente subjetiva de la verdad clamaba Umberto Eco en sus últimos escritos.
Los psicólogos cognitivos conocen la forma en la que trabaja nuestra mente. No sólo no nos damos cuenta de los errores y la información que sabemos falsa, sino que también la recordamos como cierta.