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Nuevos records de suicidio indican que en México, varios años de baños de sangre sin precedentes han traumatizado a los residentes en las zonas donde existe mayor violencia. Reuters/Jorge Lopez

Violencia crónica de México afecta la salud mental, con consecuencias fatales: más suicidios

México ha sufrido una de las tasas más altas de homicidios del mundo por más de una década, como consecuencia de la agresiva batalla del gobierno de 12 años contra los traficantes de drogas y otros grupos delictivos.

Casi 30.000 mexicanos fueron asesinados en el 2017 y 2018 podría superarlo. De acuerdo con la Secretaría de Gobernación, mayo fue el mes más violento que ha habido en México, en los últimos 20 años, con un promedio de 90 asesinatos por día.

Entre las víctimas se encuentran 136 políticos asesinados mientras hacían campaña para las elecciones de julio del 2018; 43 estudiantes desaparecidos en el estado de Guerrero en el 2014 y ocho periodistas mexicanos que han sido asesinados en lo que va del año.


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En los lugares con mayor violencia, los residentes han vivido la última década tomando todo tipo de precauciones y lidiando con el miedo para sobrevivir a la tragedia.

Y ahora, los nuevos récords del estado de Chihuahua revelan el peligroso costo para la salud mental que representa la violencia extrema y crónica: llegar al suicidio.

De los asesinatos a los suicidios

Los expertos en el tema de la violencia como yo consideraron hace un tiempo que Chihuahua, que comparte una frontera con Texas, era un caso de éxito al haber logrado disminuir la violencia letal.

Ciudad Juárez, vecina de El Paso, fue por un tiempo uno de los lugares más peligrosos del mundo. Su tasa de homicidios en el 2010 de 229 homicidios por cada 100.000 personas era 14 veces mayor que el promedio para América Latina y 38 veces la tasa global de homicidios. Un promedio de 70 residentes de Ciudad Juárez eran asesinados cada semana.

En el 2015, gracias en gran parte a una iniciativa de lucha contra la violencia de carácter público-privado llamada Todos Somos Juárez, la tasa de homicidios de la ciudad logró reducirse a 32 homicidios por cada 100.000 habitantes.

Actualmente, la violencia letal parece estar a la alza nuevamente. Dependiendo del [año], Juárez se encuentra en el ranking de las ciudades más peligrosas del mundo.

Una fosa común para cadáveres no reclamados en Ciudad Juárez, México, en mayo del 2018. Reuters/Jose Luis Gonzalez

Pero aun cuando la tasa de homicidios se han reducido en Juárez, los suicidios han aumentado de manera constante.

Una encuesta reciente realizada por la Universidad Autónoma de Ciudad Juárez y el Centro Familiar de Integración y Crecimiento —un grupo que ayuda a las familias que han sufrido la pérdida de un ser querido— encontró que 33 residentes de la ciudad mayores de 18 años intentan suicidarse cada día. Otros 43 residentes de Juárez piensan a diario en la opción del suicidio.

La tasa de suicidios del 2017 en la ciudad, 8.9 por cada 100.000, fue casi el doble que en el 2010. El año pasado, casi 12.000 personas, equivalente a 1.3 por ciento de la población total de Juárez, intentaron suicidarse.

La crisis en la salud mental de Juárez refleja una amplia tendencia al suicidio en ese estado. Según datos oficiales del 2016, Chihuahua tuvo la tas más alta de suicidios y también la de mayor crecimientoen México.

En el 2010, menos de 7 de cada 100.000 personas se suicidaron en ese estado. Para el 2015, la cifra había alcanzado 11,4. El año pasado, Chihuahua reflejó 12,3 suicidios por cada 100.000 habitantes.

Esto es más del doble del promedio nacional para México y muy cercana a la alarmante tasa de EE.UU. de 13.8 suicidios por cada 100.000 personas.

Los jóvenes en Chihuahua son los que más sufren. Entre los residentes de 15 a 29 años, alrededor de 16 de cada 100.000 se suicidan, el doble del promedio nacional para esas edades.

El trauma de vivir con violencia crónica

¿Por qué son tantos los que atentan contra sus propia vida en Chihuahua?

Los expertos locales creen que la exposición crónica a eventos traumáticos causa una aflicción mental tan grave que puede conducir al comportamiento suicida.

El año pasado, la Universidad Autónoma de Ciudad Juárez condujo un estudio con 315 estudiantes del campus y encontraron que vivir en una de las ciudades más violentas del mundo había generado pensamientos paranoicos.

Aunque pocos de los estudiantes entrevistados habían sido víctimas directas de la brutal violencia de Juárez, todos habían oído hablar de mujeres secuestradas, decapitaciones y otros crímenes que habían escuchado de familiares, amigos o en las noticias. Como resultado, tenían la constante sensación de que sus vidas estaban en peligro.

Otro grupo de expertos realizó un estudio similar sobre la salud mental de los estudiantes en el 2014. En éste se determinó que el 35 por ciento de los estudiantes tenía problemas con la depresión y casi el 38 por ciento dijo que sufría de ansiedad. Casi un tercio mostró signos de trastorno de estrés postraumático (TEPT), incluyendo sentirse siempre alerta, dificultad para dormir y también para concentrarse.

Encuestas de la Organización Mundial de la Salud y el Consorcio Internacional de Epidemiología Psiquiátrica en nueve países en vías de desarrollo, incluido México, estiman la tasa promedio de TEPT en 2,3 por ciento mientras que la ansiedad afecta a alrededor del 6 por ciento de los encuestados.

Una investigación con estudiantes de secundaria y preparatoria en Ciudad Juárez también halló una incidencia mayor de la habitual de depresión, paranoia y trastorno de estrés postraumático.

Ciudad Juárez se encuentra justo al otro lado de la frontera entre EE.UU. y México por El Paso, Texas. Scanzon/Wikimedia, CC BY

La guerra como factor de riesgo de suicidio

Estos resultados son consistentes con las encuestas de salud mental en otras zonas de conflicto.

Un estudio del 2011 con personas desplazadas por el conflicto en Colombia halló evidencias de TEPT en el 88 por ciento de los participantes. El 40 por ciento sufría de depresión.

En Afganistán un grupo de investigadores entrevistó a 1,011 estudiantes cinco años después de la guerra de EE.UU. contra los talibanes y cerca una cuarta parte reportó flashbacks y ansiedad, ambos signos de TEPT.

Dichos resultados han contribuido a que la Organización Mundial de la Salud clasifique los desastres naturales, la guerra y los conflictos como factores de riesgo de suicidio.

Emergencia de salud pública en México

La investigación sobre los impactos en la salud mental de la guerra contra las drogas en México está en ciernes.

No se puede concluir con certeza que la violencia crónica en Ciudad Juárez está impulsando el fuerte repunte de suicidios en el estado de Chihuahua.

Pero la crisis de suicidios en Chihuahua bien puede indicar una lenta tendencia hacia una emergencia de salud pública en otros estados mexicanos con altas tasas de homicidios, incluidos Michoacán y Guerrero, así como países vecinos como El Salvador y Honduras que siguen siendo mucho más violentos que México.

Ante otro posible año que romperá el récord de asesinatos y con la llegada de Andrés Manuel López Obrador a la presidencia, este es un momento en que México debe comenzar a lidiar con lo que permanece oculto, el tremendo costo a largo plazo para la salud pública de la sangrienta guerra contra las drogas.

This article was originally published in English

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