Recientemente se ha demostrado que, tras el accidente nuclear de Chernóbil, la radiactividad produjo roturas en el ADN de afectados. Y que, durante su reparación por parte de las células, hubo genes que se fusionaron de manera algo caótica.
En el décimo aniversario de la catástrofe nuclear de Fukushima, dos expertos explican por qué las decisiones humanas son más importantes para la seguridad nuclear que la tecnología, y por qué el trabajo está lejos de estar terminado.
Caballos salvajes originarios de las estepas de Asia viven en la Zona de Exclusión de Chernóbil (Ucrania), con una población en expansión cuando se cumplen justo 34 años de aquel accidente nuclear.
Nueve estados, entre los que figuran Reino Unido, Estados Unidos, Francia, Corea del Norte y Pakistán, acumulan en la actualidad más de 14.000 armas nucleares.
Finlandia cuenta con la ayuda de investigadores españoles para desarrollar el recubrimiento de arcilla que proteja su almacenamiento nuclear definitivo, incluso, frente a glaciaciones.
El accidente de la central nuclear fue clave para el nacimiento de la cultura de la prevención, que impactó singularmente en el ámbito de la seguridad y salud en el trabajo.