El 48 aniversario de la proclamación de la República Árabe Saharaui Democrática está marcado por la resistencia pacífica del pueblo saharaui y la importancia de priorizar la paz en un contexto de creciente conflicto global.
El uso de la migración para generar tensión entre Marruecos y España es algo puntual. Los jóvenes y niños africanos buscan una salida frente a las desfavorables condiciones de sus países de origen.
En vez de priorizar una política integral y solidaria respecto a la migración, la UE prefiere seguir confiando las fronteras exteriores a países como Marruecos, dispuestos a provocar una crisis humanitaria y migratoria para satisfacer sus intereses políticos.
El plan de Marruecos consiste en crear condiciones para obtener réditos que generen una situación de conflictividad que no traspase las líneas del derecho internacional, pero que condicione las decisiones internacionales a su favor, por ejemplo en el conflicto del Sáhara.
El anuncio del presidente saliente de Estados Unidos supone un duro golpe a la parte saharaui pero, sobre todo, al Derecho Internacional y a la tradición iusinternacionalista estadounidense.
Nos encontramos ante un conflicto político, en el que una de las partes (Marruecos) está dispuesta a obstaculizar cualquier solución que no sea de su conveniencia, incluso contraviniendo los tratados internacionales.
El conflicto del Sahara Occidental, nacido de la descolonización por parte de España en 1975, se encuentra encallado en procesos de negociación infructuosos por el inmovilismo y la falta de voluntad política de una de las partes, Marruecos. Pero las cosas podrían estar cambiando.
Ni Tabernas es un desierto ni la desertificación se produce por la expansión de este tipo de ecosistemas caracterizados por condiciones ambientales extremas.