El calentamiento global, el abandono del campo y la falta de ganado y de actividades silvícolas están cambiando la distribución de los árboles en las montañas.
Cuando las orugas de procesionaria se sienten amenazadas lanzan grandes cantidades de pelos urticantes, que flotan en el aire y provocar irritación en oídos, nariz y garganta o desencadenar intensas reacciones alérgicas.
Factores como la topografía, la meteorología y la estructura del paisaje influyen más en la virulencia del fuego que la inflamabilidad de los árboles, que no cambia demasiado entre especies.
Para evaluar una reforestación debemos comprobar si ha cumplido su objetivo principal que puede ser productivo, de restauración hidrológica, de incremento de la biodiversidad o de captura de carbono.
Los pinares se consideran producto de repoblaciones y árboles agresivos con la vegetación y el suelo, sin embargo, alusiones históricas y topónimos desvelan su presencia en la península ibérica desde la antigüedad.