Los datos no son una materia estanca, de un equipo en particular. Son manipulados por casi todas las personas y áreas de las organizaciones y por eso es necesario apostar e invertir por una “cultura del dato”.
La superación de diferentes escollos legales y técnicos permite ya la utilización de datos de salud de pacientes en investigación. Sin embargo, aún existen retos para crear entornos de ‘open data’ controlados.
El uso de datos en actividades relacionadas con la inteligencia artificial, y con la industria 4.0 en particular, resulta imprescindible y debe cumplir con algunos requisitos: ser variados, contar con un volumen suficiente, manejarse con una velocidad suficiente y ser actuales. Además, urge una política económica y un marco legal claros.
El ‘big data’ es una herramienta muy potente para los investigadores, pero deben considerar los aspectos éticos de su utilización y su responsabilidad en la protección de los datos.
El ‘big data’ permite a las aseguradoras elaborar perfiles de los usuarios y diseñar coberturas a medida, utilizando información relacionada con la geolocalización, estado de salud e ideología.