Durante décadas los españoles que iban al cine tenían que ver antes de las películas un noticiario creado como instrumento de propaganda del franquismo: el NO-DO.
Los últimos movimientos de programación en algunas cadenas de televisión generalista hacen sospechar que no solo se deben a razones estratégicas sino también políticas.
El mundo de la política está ahora nervioso por el impacto de los nuevos medios de comunicación y la falta de regulación sobre ellos. Pero ¿qué ocurrió cuando apareció el cine?
La manipulación política y las técnicas de propaganda desempeñan un papel muy importante en la percepción de la guerra en Ucrania entre la sociedad rusa.
La autora muestra cómo varias organizaciones rusas de investigación sobre opinión pública sesgan los resultados de sus encuestas sobre la invasión a Ucrania. Diferentes estrategias pueden hacer que los ciudadanos respondan de una manera u otra.
Cuando llamamos verdad a algo que no se apoya en la realidad, perdemos la posibilidad del diálogo. La verdad es la base del contrato social y la confianza de un pueblo en sus dirigentes.
La información en medios y redes sociales es un arma más en la guerra desatada en Ucrania con la invasión rusa. Por primera vez, la UE y las compañías tecnológicas han intervenido bloqueando medios rusos.
TikTok adquiere una gran relevancia como red social utilizada por los civiles ucranianos para contar el ataque ruso, pero también por los diferentes actores que intervienen en el conflicto.
Revisar los acuerdos de Minsk II en estos momentos es clave para que los países en conflicto empiecen a hacer algunas concesiones. Es muy importante que la propaganda no gane a la diplomacia en estos momentos.
No solo de crisis vive la filosofía. La realidad muchas veces plantea retos que exigen ampararse en el pensamiento crítico para lograr entenderlos. Las lecturas filosóficas de este 2021 en The Conversation así lo indican.
La mercantilización de la información genera la sobreinformación y ya resulta imposible distinguir la frontera entre realidad y propaganda, hechos factuales y manipulación de la realidad.
¿Hay algún aire de familia entre los principios propagandísticos enunciados por Goebbels y las directrices de la infodemia que nos asola? De ser así ¿no convendría tomar nota y desintoxicar internet?
La homosexualidad se despenalizó en China en 1997 y dejó de considerarse como una enfermedad desde 2001, pero permanece como un tema tabú. Las nuevas series románticas que encandilan a un público internacional con temas “inmorales”, a juicio de las autoridades, también están sometidas a la censura.
Al igual que en el periodo de entreguerras, la incertidumbre y la inestabilidad hacen a la sociedad actual especialmente vulnerable a la manipulación. La desinformación se aprovecha de nuestra indefensión.
El confinamiento por COVID-19 ha disparado las audiencias de los culebrones de las televisiones de los países árabes. Muchos de estas series son una vía de transmisión de propaganda política indirecta y subliminal.
No veremos a los moderadores de los debates confrontar a los políticos con sus propios datos erróneos. Un hecho que haría que los que participan en los debates empezaran a respetar su compromiso con la confianza de los votantes.