La transición hacia ciudades más habitables, resilientes y verdes exige implementar modelos urbanos proyectados con la naturaleza que favorezcan la interconexión y la proximidad.
Tanto el Plan de Reforma y Ensanche como las supermanzanas de Barcelona se enfrentaron y se enfrentan a detractores, pero sus beneficios para la salud urbana han sido evidentes.
En Barcelona, París y Suecia se apuesta actualmente por ciudades de proximidad, propuestas que coinciden en restringir el espacio destinado al automóvil y favorecer la vida urbana de proximidad.
Con el confinamiento hemos echado de menos y apreciado más que nunca los espacios verdes en la ciudad. Es el momento de mejorar su accesibilidad e interconexión. Todos deberíamos vivir a en proximidad a un área verde.
Diferentes urbes avanzan hacia un modelo que elimina el uso del vehículo privado, pero todavía existen barreras sociales, económicas y políticas para su implantación definitiva.
Las superislas de Barcelona son un magnífico modelo para replicar en ciudades de todo el mundo y mejorar así la vida de los ciudadanos y la salud del planeta.