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La selección: la inteligencia artificial y la economía

La inteligencia artificial está transformando la empresa. Mejorando sus procesos, optimiza el uso de sus recursos y aumenta la capacidad de atender las necesidades de sus clientes (y sus experiencias de usuario). Pero su implantación es también un desafío, pues obliga a dar un salto en términos de innovación en recursos técnicos y de gestión.

Por ejemplo, ChatGPT “habla” el lenguaje del marketing y permite, mediante chatbots, dar atención al cliente sin intermediación humana, analizar tendencias e intereses de los consumidores, a partir de estos crear contenidos y hacer recomendaciones de producto (de cara a sus clientes) y prospecciones de mercado (de cara a la propia empresa).

Si la IA permite optimizar costes y recursos para destinarlos a la mejora del producto, de la gestión del talento o a la responsabilidad social de la empresa, esto puede revertir positivamente en los clientes, los empleados o en el conjunto de la sociedad.

Sin embargo, también se corre el riesgo de que los empleos, las empresas y los sectores incapaces de “dar el salto” hacia lo digital queden desplazados del mapa económico y productivo. Las habilidades digitales se hacen indispensables para que empresas y personas se mantengan en el mercado. Hay una clara asociación entre innovación y cualificación.

Muchos piensan que lo que se pierda por la falta de capacitación y capacidad se verá compensado con lo que, con más emprendimiento, innovación y dinamismo, generará la IA. Pero no se puede obviar la desigualdad laboral provocada por la rápida digitalización de los procesos empresariales.

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