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Los medios de comunicación fallan a la hora de informar sobre epidemias

Las enfermedades contagiosas y mortales vuelven a los titulares, debido a 17 nuevos casos de ébola confirmados en el Congo desde el 8 de agosto. Con ellas, regresa el mismo miedo injustificado del brote de 2014.

Durante cualquier brote o crisis de salud pública, es necesario que organizaciones como los Centros de Control y Prevención de Enfermedades de los Estados Unidos proporcionen información rápida y precisa sobre los riesgos y tratamientos al público general. La mayoría de personas consigue este tipo de información de los medios de comunicación.

Sin embargo, ¿proporcionan los medios la información que el público general necesita cuando se da un brote de una enfermedad contagiosa? Según los datos de mi estudio, posiblemente no. Tras revisar las noticias de los últimos años, descubrí que los medios se suelen centrar en lo que parece más interesante, no en lo que la gente necesita para tomar decisiones.

La comunicación en las crisis

A finales de la década de los 60, tras el descubrimiento de los antibióticos y las vacunas, las autoridades sanitarias pensaron que los humanos habíamos ganado una cruenta guerra contra las enfermedades contagiosas.

Por desgracia, la victoria frente a la naturaleza fue prematura. Aparecieron nuevos virus y otros volvieron debido al aumento de los viajes internacionales, a la resistencia a los antibióticos y a la debilitación del sistema inmunológico.

Durante una epidemia, el público general tiene que conocerlos riesgos y las formas de lidiar con la enfermedad. El comportamiento de la poblaciónpuede alterar al desarrollo de un brote.

Por ejemplo, el virus del Zika puede causar riesgos para la salud como la microcefalia, un defecto de nacimiento que afecta al tamaño del cerebro del feto. Los comunicados del Centro de Control de Enfermedades sobre el virus no solo explicaban las características de proyectos oficiales, como una potencial vacuna para el virus del Zika. También cómo podía actuar el público general para reducir el riesgo de contagio: evitando viajar a las zonas infectadas y utilizando repelente de mosquitos.

En las páginas del Centro de Control de Enfermedadesy en sus redes socialesse puede encontrar mucha información sobre los últimos brotes y sobre cómo evitar riesgos. Además, el centro envía información a los profesionales médicos para que la cuenten a sus pacientes.

Sin embargo, la mayoría de la gente no sigue a la cuenta de Twitter del Centro de Control de Enfermedades. De hecho, la mitad de la población afirma enterarse de cuestiones médicas en fuentes no médicas, como las noticias.

Roman Kraft/Unsplash, CC BY

¿Qué aparece en los medios?

He revisado más de 5 000 artículos de noticiasde los mayores periódicos estadounidenses, como The New York Times y el Wall Street Journal. La base de datos incluye todos los artículos sobre tres brotes de los últimos 10 años publicados en estos periódicos: gripe porcina, ébola y zika.

Mi objetivo es examinar los patrones de cobertura. ¿Qué tipo de información abunda y escasea más en la cobertura de enfermedades contagiosas? Primero, utilicé nuevas técnicas de análisis automatizado de datos para clasificar por categorías la cobertura de epidemias. Analicé los artículos de cada una para ver si incluían información sobre los riesgos y sobre cómo reducirlos.

Mi análisis automatizado identificó tres grandes temas, que bauticé según el contenido. Unos, de información “científica”, centrados en riesgos para la salud y datos médicos. Otros, de historias “sociales”, que analizaban el impacto en mercados, política y eventos culturales. Los últimos, de tema “pandémico”, centrados en evitar que entrasen enfermedades en los Estados Unidos.

Casi la mitad de los artículos estaban orientados en las consecuencias sociales de las enfermedades, como su efecto en la economía, los políticos y los atletas.

Es más, descubrí que los artículos suelen abordar los temas de uno en uno. Por ejemplo, un artículo sobre las Olimpiadas de Río de Janeiro solo se interesaba en los aspectos sociales.

El hecho de que artículos distintos se centren en aspectos distintos no es un problema en sí mismo. La gente debería conseguir información de diferentes fuentes. Sin embargo, no importa qué artículos lea la gente, ya que hay muchas posibilidades de que se obvie algo importante.

De media, uno de cada cinco artículos analizados contenía información práctica sobre los pasos que debía seguir la población para evitar contagiarse, como lavarse las manos, evitar viajar o utilizar repelentes. Aquellos artículos eran artículos “científicos” y solo uno de cada ocho artículos “pandémicos” incluía dicha información.

Ninguno de los 120 artículos “sociales” contenía información práctica.

Uno de los objetivos principales de cualquier comunicado sanitario es dar a sus lectores un sentido de control. Para que eso pase, es necesario que la gente sepa que hay formas de protegerse contra las amenazas, y que esas formas son efectivas. Pero, como muestra mi análisis, la cobertura en los medios incluía muy poca información de ese estilo, sobre todo en los que no eran artículos “científicos”.

Mi estudio sigue en marcha y es demasiado pronto como para tener conclusiones, pero mi análisis inicial sugiere que la exposición a artículos “sociales” puede causar sentimientos de incertidumbre, falta de sensación de control y desconfianza hacia las organizaciones sanitarias.

También descubrí que darle al público artículos sobre riesgos y soluciones, tanto individuales como grupales, aumentaba las probabilidades de que la gente siguiese las indicaciones sanitarias durante una epidemia.

Rumores y desinformación

Contar historias sobre enfermedades terribles sin dar información sobre cómo protegerse de ellas es una buena forma de causar ansiedad y angustia emocional. Es una mala forma de crear confianza en las agencias sanitarias del Gobierno.

Si se da un brote y la gente no dispone de información precisa, buscará fuentes alternativas que pueden ser peligrosamente erróneas. Por ejemplo, decir que el ébola se puede curar con plantas y hierbas. Eso puede llevar a muchos resultadosno deseados, incluso al pánico injustificado. Un presentador de la CNN apodó a las exageradas reacciones de los estadounidenses por la amenaza del ébola como “Miébola”.

Desde mi punto de vista, sería ideal que todos los artículos sobre brotes contuviesen al menos algo de información práctica o que enlazasen con otros artículos que la tuvieran. Incluso aunque tratasen sobre los aspectos no médicos de la enfermedad.

Puesto que cambiar los hábitos periodísticos es muy difícil, les toca a las organizaciones sanitarias y al público general buscar más información. Espero que mi trabajo sirva para incentivar al Centro de Control de Enfermedades y a otras organizaciones a compensar la falta de información de las noticias de prensa a través de sus propios comunicados para el público.

También creo que el público general se beneficiaría de saber cómo funcionan los medios de comunicación durante los brotes. La gente debería complementar lo que lee en las noticias con visitas esporádicas a páginas y redes sociales oficiales. Nunca es tarde para empezar.

This article was originally published in English

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