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Pa-ta-ta… o no. Una mujer trabaja en un stand en un festival de queso en Moscú, Rusia. AP Photo / Pavel Golovkin

¿Por qué los rusos son tan tacaños con sus sonrisas?

En las semanas previas a la Copa del Mundo, varios artículos señalaban que se estaba enseñando a los trabajadores rusos a sonreír a los seguidores de fútbol extranjeros que pronto visitarían su país.

Nuestra compañera Masha es inmigrante rusa. Según nos comentaba, en Rusia sonreír sin razón a extraños en público a menudo se ve como un signo de enfermedad mental o inteligencia inferior.

Por supuesto, en EE. UU. y en muchos otros países sonreír es un gesto común y reflexivo de buena voluntad.


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De hecho, hay mucha verdad en la “brecha sonriente”: en nuestra investigación psicológica hemos notado una notable diferencia en la frecuencia con la que la gente sonríe en Estados Unidos en comparación con Rusia. Para los estadounidenses, podría ser fácil suponer que esto dice algo sobre los rusos: que son personas hostiles e insensibles.

Pero no es el caso en absoluto. Vale la pena estudiar por qué ciertas expresiones, como la sonrisa, se convierten en piezas clave de los intercambios sociales en algunas culturas pero en otras no.

Engrasando las ruedas sociales

Por lo que sabemos, hay dos explicaciones probables para la brecha de la sonrisa.

La primera tiene que ver con la forma en que las personas de distintas culturas se comunican entre sí. Cada cultura tiene diferentes “reglas de comportamiento” o normas que dictan cómo se debe expresar la gente.

Las reglas de comportamiento a menudo se rigen por algo llamado “distancia social”, es decir, la expectativa de privacidad que tiene una cultura determinada. Algunos estudios han descubierto que en Rusia la distancia social es más baja que en EE. UU., lo que significa que las personas generalmente esperan ser abordadas por desconocidos y hay un mayor entendimiento mutuo. La presión de mostrar una emoción positiva como sonreír para parecer amable o abierto es menor, porque en general ya se está en la misma onda.

Cuando hay una mayor distancia social, hay más oportunidades de meterse en líos durante un encuentro casual. Como los estadounidenses esperan mantener cierto grado de privacidad, incluso en público, los desconocidos se acercan entre sí con menos frecuencia. Cuando esto sucede, puede provocar ansiedad.

Por eso, al acercarse a un extraño, una sonrisa puede engrasar las ruedas sociales de la interacción y ayudar a la otra persona a sentirse a gusto.

El significado de una sonrisa

En segundo lugar, este fenómeno se puede estudiar desde la perspectiva de las diferencias transculturales de la personalidad, o el temperamento. Sabemos que las diferentes culturas tienen diferentes formas de experimentar, expresar y regular sus emociones.

Por ejemplo, en nuestro trabajo hemos analizado cómo los niños de diferentes culturas desarrollan diferentes temperamentos.

En una serie de estudios con Helena Slobodskaya, psicóloga del Instituto de Fisiología y Medicina Básica de la Universidad Estatal de Novosibirsk, descubrimos que las madres en Rusia, en comparación con los cuidadores estadounidenses, declaraban que sus bebés y niños pequeños tenían más probabilidades de demostrar emociones negativas, tales como enfado o frustración. Las madres rusas también advirtieron que sus hijos pequeños exhibían niveles más bajos de expresión emocional positiva, o sea risas y sonrisas.

Hay un detalle interesante en estos hallazgos. Los niños pequeños estadounidenses que tenían más probabilidades de expresar emociones positivas también eran mejores a la hora de autorregularse. En otras palabras, eran mejores controlando sus emociones y comportamientos. Pero la inclinación de los niños pequeños rusos a expresar emociones positivas no tenía ninguna relación con el autocontrol.

¿Qué indican estos resultados?

En cada cultura, las sonrisas funcionan de diferente manera. En Rusia, los niños solo contraen sus músculos faciales cuando son verdaderamente felices. Es una expresión de auténtica emoción.

Sin embargo, en los EE. UU., los niños entienden que la sonrisa es un indicador social importante que no necesariamente refleja cómo se sienten realmente, sino que señala el reconocimiento o la apreciación de otra persona. Y esto podría explicar por qué los niños estadounidenses que sonríen más también tienden a tener más autocontrol.

Además, las actitudes y creencias de los adultos podrían desempeñar cierto papel. Los padres estadounidenses pueden pensar que los niños que se expresan de manera positiva también poseen otros atributos beneficiosos, como la capacidad de concentrarse y controlar su comportamiento.

En otras palabras, en los EE. UU. un niño feliz es percibido como un niño “bueno”. Los cuidadores rusos, en cambio, no ven ningún vínculo entre que un niño sonría mucho y que tenga buenos modales y comportamiento. Entonces, a medida que estos niños crecen, es menos probable que sonrían en las interacciones sociales cotidianas.

Sin embargo, hasta que termine el Mundial, muchos extranjeros sonreirán cada vez que tengan que pedir comida o preguntar por una calle determinada. Como respuesta, muchos rusos apretarán los dientes y forzarán una sonrisa.

This article was originally published in English

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