Adjetivos, repeticiones rutinarias, digresiones… Al leer los poemas épicos clásicos queda claro que hay un estilo común en ambos y que se puede definir.
Leer no es aceptar, sino interpretar, ubicar, reflexionar y criticar. Entender la lectura como un acto que nos obliga a cuestionar nuestras creencias y argumentarlas es fundamental desde la infancia.
La novela ‘Bonjour tristesse’, que revolucionó las letras francesas por su tratamiento libre de la sexualidad femenina, se basó en una versión banalizada de la filosofía epicúrea clásica.
Gracias a su estilo y perspectiva, únicos y escogidos, los autores clásicos nos sacan del ahogo de nuestros límites expresivos. Leerlos amplía nuestra capacidad lingüística y, por tanto, intelectual.
Hasta hace apenas un siglo, Homero se consideraba un autor real. Hoy se cree que no existió tal persona y que la Ilíada y la Odisea fueron producto de la tradición oral y de la propaganda ateniense.