La pandemia nos puso a todos delante de las pantallas en videoconferencias y fue entonces cuando muchas personas se dejaron de gustar y su autoestima comenzó a bajar. Ese nuevo trastorno se llama ‘dismorfia de Zoom’.
Las reuniones ‘online’ de familia y amigos han formado parte de nuestra vida en los últimos meses. Es posible incorporar eventos o espectáculos ad hoc para disfrutar juntos, aun en la distancia.
El confinamiento nos ha traído una nueva y paradójica modalidad de cansancio: la fatiga de las videollamadas. Abusando de ellas y de las pantallas podemos cansarnos más que cuando salíamos de casa.
Skype, Zoom o WhatsApp: todas las aplicaciones de videollamada tienen vulnerabilidades. El usuario debe tener en cuenta diferentes factores para elegir la más adecuada según sus necesidades.