Como los vecinos problemáticos en un edificio, las células cancerosas alteran la armonía de los tejidos. Y aunque sean “expulsadas”, dejan una huella sorprendentemente duradera.
El cáncer de mama es la patología maligna más frecuente entre las mujeres. Podemos disminuir el riesgo controlando el peso, haciendo deporte, disminuyendo la ingesta de alcohol y amamantando a los recién nacidos.
Si bien la incertidumbre del diagnóstico puede generar ansiedad, los beneficios que obtienen las mujeres que participan en los programas de cribado de cáncer de mama superan a los inconvenientes.
No basta con tomar aceite de oliva en lugar de otro vegetal. También debería ser virgen, incluso si es para freír, porque la evidencia afirma que así podría disminuir el riesgo de cáncer de mama.
Cenar después de las 21:00 puede aumentar el riesgo de padecer cáncer, sobre todo de mama, colon y próstata. Los estudios científicos apuntan a que la mejor estrategia es desayunar y cenar temprano, y ayunar toda la noche.
En materia de salud siguen triunfando formas de actuación excesivamente generalistas. La medicina de precisión pretende que la atención al paciente sea personalizada.
La detección precoz es una de las causas por las que la mortalidad por cáncer de mama ha disminuido. Sin embargo, el conocimiento de autoexploración mamaria todavía no es popular entre las mujeres.
El tratamiento que exige la cura del cáncer deja secuelas como la fatiga y el dolor. Por eso, el ejercicio terapéutico guiado por profesionales sanitarios es fundamental para prevenir estos efectos.
Los daños a la salud de la pandemia actual no se limitan a los contagiados y fallecidos por COVID-19. Atenderlos supone desatender otras necesidades sanitarias, como las de los pacientes con cáncer.
El ejercicio físico habitual, ajustado a las posibilidades de los pacientes de cáncer de mama, mejora su calidad de vida y está asociado a una mayor supervivencia.
Se calcula que para 9 de cada 10 mujeres con cáncer de mama la vida sexual empeora. Aunque en los últimos años ha aumentado la supervivencia de las pacientes, no hay que descuidar su calidad de vida.
La epidemia de los opioides ha afectado a la región de los Apalaches, donde los índices de cáncer son altos. Muchos pacientes superan el tratamiento del cáncer para pasar a convertirse en adictos.
Aunque la tasa de supervivencia al cáncer de mama aumenta año tras año, los efectos secundarios permanecen. Los estudios demuestran que la fisioterapia al iniciar el tratamiento postquirúrgico puede ayudar.
Investigadora postdoctoral en enfermedades crónicas del Instituto de Salud Global de Barcelona (ISGlobal) y colaboradora docente en el Dpto. de Medicina Preventiva y Microbiología de la Universidad Autónoma de Madrid., Karolinska Institutet
Fisioterapeuta. Profesora Titular y Coordinadora del Grupo de Investigación de Alto Rendimiento "Fisioterapia en los Procesos de Salud de la Mujer (FPSM)", Universidad de Alcalá
Jefe de servicio de Oncología Médica en el Hospital Gregorio Marañón y presidente del Grupo GEICAM de Investigación en Cáncer de Mama. Profesor, Universidad Complutense de Madrid