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Una célula cancerosa entre células sanas. CI Photos / Shutterstock

Persiguiendo las huellas del cáncer de mama: el vecino que nadie quiere

En la complejidad del tejido humano, cada célula desempeña un papel vital. Es algo similar a lo que ocurre en una comunidad de vecinos que colaboran para mantener la armonía en el edificio. Como estableció el científico francés Xavier Bichat (1771-1802), un tejido es un conjunto de células que trabajan juntas para cumplir funciones específicas en el organismo.

Así pues, este micromundo refleja asombrosamente la estructura de un vecindario, con sus células epiteliales como residentes, una matriz extracelular que actúa de cimientos y pilares del edificio y el sistema inmunitario como los servicios ofrecidos a la comunidad.

Presentación de la comunidad de vecinos. Imagen creada mediante Biorender.com.

Las comunidades de vecinos deben regirse por normas que faciliten el correcto funcionamiento del tejido y, en última instancia, del organismo. Sin embargo, en estos tejidos surge a veces el vecino que nadie quiere; ese que, aunque a priori pasa inadvertido, se instala y empieza a desafiar las reglas comunitarias.

El vecino descontrolado

En el contexto del cáncer de mama, esta perturbación se manifiesta como células cancerosas que se multiplican sin control, generan una alteración de las vecinas y escapan de los sistemas de seguridad. Al igual que el causante de molestias y conflictos en un edificio, las células cancerosas alteran el tejido circundante y pueden crear un ambiente hostil para las células sanas.

Aunque la etimología de la palabra “cáncer” sigue siendo hoy en día motivo de discusión, en los Tratados hipocráticos (Corpus Hippocraticum) de Hipócrates ya se recogen descripciones de unas úlceras, a veces endurecidas, que invaden los tejidos circundantes como si fueran las patas de un cangrejo. Esta metáfora ilustra de manera vívida cómo las células cancerosas se esparcen sin restricciones. Es comparable a la conducta del vecino molesto que invade los espacios comunes con sus pertenencias y desechos, perturbando la paz y el bienestar de los demás. En algunas ocasiones, este comportamiento puede llevar al mal funcionamiento de la comunidad.

Cuando una célula cancerosa prolifera, se desregula y adquiere sus características distintivas, descritas por Douglas Hanahan y Robert A. Weinberg, genera sobre las otras células el mismo efecto descrito en el símil del vecino indeseable. Aunque la cercanía física de las células vecinas al tumor implica que sientan el impacto de manera más directa que las que están ubicadas más lejos, el sistema de comunicación intercelular que se genera dentro del mismo tejido hace que todas las células vecinas se vean influidas por la presencia de las células tumorales.

Así, como en un vecindario, y aunque estas alteraciones puedan tardar más, los propietarios más alejados pueden verse también afectados negativamente por las acciones del sujeto incordiante.

Efectos del vecino que nadie quiere sobre la comunidad de vecinos. Imagen creada mediante Biorender.com.

No basta con echarle

En el ámbito clínico, la resección tumoral, acompañada de radioterapia o quimioterapia, es la medida más utilizada para combatir un cáncer en estadio temprano. Es como llevar a cabo una demanda judicial para echar a la persona problemática. Sin embargo, del mismo modo que sucede en el cáncer de mama, su huella puede permanecer latente en la comunidad. Es en este punto donde la investigación más reciente en esta enfermedad del Grupo Multidisciplinar de Oncología Traslacional (GMOT) toma protagonismo.

Nuestro estudio analiza pacientes con cáncer de mama en estadio temprano. Al eliminar mediante cirugía el tumor, pudimos obtener muestras que se asemejaban a la dinámica de un vecindario: el vecino que nadie quiere (tejido tumoral), los vecinos cercanos (tejido peritumoral) y los más alejados (tejido sano).

Representación gráfica de las biopsias tumorales, peritumorales y sanas de pacientes con cáncer de mama y su relación con la comunidad de vecinos. Figura generada con Biorender.com.

Sorprendentemente, el análisis molecular reveló diferencias significativas en la expresión génica entre el tejido peritumoral y el sano. Además, las diferencias reflejan que el primero posee unas características más parecidas a las células cancerosas que a las normales. En comparación con estas últimas, las células del tejido peritumoral presentan una expresión elevada de genes relacionados con la proliferación, la desorganización de la matriz extracelular y la inflamación.

Estas características dan herramientas al tejido peritumoral para modificarse y transformarse en células con mayor malignidad. Por lo tanto, nuestros hallazgos aportan pistas para estudiar el tejido que queda después de una operación quirúrgica para poder seguir de cerca la posible aparición de una recidiva, es decir, un nuevo tumor.

Figura 4. Representación gráfica de los diagramas de volcán que muestran los genes diferencialmente expresados de las muestras de tejido peritumoral en comparación con las muestras de tejido tumoral o sano. Los puntos rojos y verdes representan los genes diferencialmente expresados regulados al alza y a la baja, respectivamente. Asimismo, se representan los principales procesos biológicos que este tejido peritumoral presenta alterado. Figura generada con Biorender.com.

Aunque las recidivas en cánceres de mama en estadios tempranos son menos frecuentes (entre un 3 % y 15 %) que en estadios avanzados, entender cómo el tejido no tumoral “recuerda” el cáncer que hubo una vez y cómo mejorar el diagnóstico precoz es similar a resolver problemas en una comunidad de vecinos: la detección temprana y la respuesta ágil son nuestros mejores aliados en la lucha contra el cáncer de mama.

Además, esta investigación nos recuerda que el cáncer no es solo una enfermedad localizada: tiene un impacto duradero en el entorno circundante. Así como el vecino indeseable puede dejar una marca en una comunidad, las células cancerosas dejan su propia huella molecular en el tejido, que afecta la manera en que las células vecinas responden a estímulos futuros recordando eventos pasados.

En definitiva, este estudio arroja luz sobre la complejidad del cáncer y subraya la importancia de seguir investigando para comprender mejor las interacciones celulares y desarrollar estrategias más efectivas para prevenir las recidivas.

Gracias a la comprensión y la colaboración entre científicos, médicos y la comunidad en general podremos enfrentar estos desafíos de manera más efectiva. Trabajar juntos nos permitirá construir un futuro en el que el cáncer sea finalmente el vecino que nadie quiere del pasado.


Este artículo fue finalista del IV Concurs de Divulgació Científica de la Universitat de les Illes Balears.


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