Itxaso Ruiz, BC3 - Basque Centre for Climate Change and Ambika Markanday, BC3 - Basque Centre for Climate Change
La gestión forestal con el fin de modificar los patrones de lluvias podría contribuir a evitar la desertificación en el Mediterráneo occidental. Sin embargo, existen aún incertidumbres sobre su implantación y su impacto en el ciclo del agua.
La obsesión por producir más y más en el corto plazo mantiene al sistema agroalimentario en una dinámica que conduce al dominio de las grandes corporaciones y a una agricultura tecnificada y despegada del territorio y del estado de los recursos.
Hasta ahora, los mapas que plasman la degradación de la tierra en todo el mundo o en una región han simplificado demasiado un fenómeno complejo al que contribuyen muchos y muy diversos factores.
Regenerar un suelo que ha sufrido desertificación es lento y costoso. Los esfuerzos deben dirigirse a la prevención, de la que todos somos responsables.
En el Día Mundial de Lucha contra la Desertificación y la Sequía, el autor explica por qué hay esperanza: estos fenómenos se pueden frenar y revertir y las áreas de bosque están aumentando globalmente.
Las ventajas evolutivas no se dan juntas: las plantas que crecen más rápido son más sensibles al estrés y viceversa. La ingeniería genética permite crear ejemplares que combinan ambas características.
El mayor crecimiento demográfico de los próximos años se producirá en los países con tierras menos productivas y fértiles, lo que conducirá a un aumento de la desertificación y de la pobreza.
Ni Tabernas es un desierto ni la desertificación se produce por la expansión de este tipo de ecosistemas caracterizados por condiciones ambientales extremas.
El uso inadecuado de los medios áridos, ecosistemas especialmente frágiles, produce una degradación ambiental que se conoce con el nombre de desertificación.
Profesor en el Departamento de Ciencia y Tecnología Agroforestal y Genética de la E.T.S.I. Agrónomos y de Montes de Albacete, Universidad de Castilla-La Mancha