Los gases ionizados son capaces de degradar compuestos orgánicos como pesticidas y medicamentos (incluyendo antibióticos) y eliminar bacterias y virus del agua para poder reutilizarla.
El proyecto IMPETUS promueve la colaboración entre diferentes agentes sociales para identificar los problemas ambientales, como la erosión y la sequía, que impactan en el sector turístico en la costa catalana y buscar soluciones para afrontarlos.
La reciente falta de lluvias supone la última estocada a un problema de fondo que ya venía arrastrando la región: el abandono del campo y la expansión de unos bosques que se ‘beben’ el agua en los montes.
En diferentes zonas del mundo, el agua reciclada ya se utiliza para regar, limpiar las calles o para consumo humano, sin embargo, en otros lugares la ciudadanía rechaza esta idea a pesar de sus garantías y beneficios.
Las civilizaciones antiguas, como la del valle del Indo, los mayas, los romanos y los musulmanes también sufrieron periodos de escasez de agua. Algunas de ellas lograron adaptarse, otras no lo consiguieron.
Las aguas de depuradora mantienen vivos a muchos arroyos y ríos de bajo caudal durante épocas de sequía, pero en poblaciones pequeñas no tienen por qué pasar ningún control. Microorganismos y plantas pueden ayudarnos a eliminar contaminantes.
Con motivo de la Semana Mundial del Agua, un evento organizado por el Instituto Internacional del Agua de Estocolmo, recordamos la urgente necesidad de gestionar este recurso de manera adecuada en un escenario de cambio climático que puede poner en riesgo la seguridad hídrica y alimentaria muchas poblaciones.
Sequías ha habido y habrá siempre, pero podemos evitar sus impactos más severos con planes de gestión, cuidando ríos, lagos y acuíferos y ajustando el consumo doméstico y de sectores como el agrícola.
España lleva sumida en una sequía meteorológica desde enero de 2022 y este año no ha llovido prácticamente entre diciembre y marzo. ¿Es una consecuencia del cambio climático?
Los planes especiales de sequía, actualmente en revisión, recogen diferentes acciones destinadas a situaciones de prealerta, alerta y emergencia. Aunque sin una adecuada gobernanza, su aplicación puede ser lenta, ineficaz o imposible.
Cada día tomamos decisiones sobre el agua sin tener en cuenta todo lo que ha pasado hasta llegar a nuestros grifos. Los recursos hídricos son críticos para el desarrollo social y económico incluso en regiones donde son relativamente abundantes.
Tanto la falta como el exceso de lluvias acentúan los problemas de acceso al agua potable, salubridad y seguridad alimentaria de las regiones más vulnerables del planeta. Desarrollar sistemas de alerta temprana es fundamental para reducir su impacto.
La población humana se ha duplicado en 48 años, y el empeoramiento del cambio climático ha hecho que el mundo se enfrente a graves riesgos sanitarios, desde las enfermedades infecciosas hasta el hambre y el estrés térmico.
Los bajos caudales de los ríos y las altas temperaturas de sus aguas obligan a reducir la actividad de las centrales, que necesitan agua para generar electricidad y alimentar los sistemas de refrigeración.
La escasez de agua en el viejo continente, la más intensa de los últimos siglos, se debe a la expansión del anticiclón de las Azores. Sus efectos cada vez son más patentes.
Las altas temperaturas registradas desde mayo han aumentado la evapotranspiración, acentuando el estrés hídrico en toda Europa. El 47 % del continente está en prealerta por sequías y el 17 %, en alerta.
Un suelo con menos agua puede afectar a la seguridad alimentaria del continente y hace que aumente el riego incluso en regiones donde antes no se necesitaba. Es indispensable aplicar medidas de adaptación al cambio climático.