El desarrollo sostenible es la base de la Agenda 2030, aprobada por la Asamblea General de la ONU en 2015. El trabajo decente y la economía verde están muy presentes en este proceso.
A mayor riesgo de pobreza o exclusión social, más síntomas de problemas de salud mental en la infancia. El estrés y el perfil parental, así como el contexto físico del barrio, también influyen.
La dificultad para reducir los niveles de pobreza y desigualdad en África se debe a la incapacidad de lograr un desarrollo equitativo en el continente y a la falta de servicios sociales para los trabajadores.
La variabilidad climática, la contaminación y el agotamiento de los recursos naturales amenazan la supervivencia y el desarrollo de muchas sociedades, sobre todo en los países más desfavorecidos.
El valor del PIB como medidor de coyuntura es innegable. Pero los complejos cambios estructurales en la economía y la sociedad exigen indicadores que contemplen aspectos sociales y ambientales.
El ingreso mínimo vital se mueve entre dos corrientes contrarias: una, proteger a las personas en situación de vulnerabilidad económica; otra, evitar fraudes en su percepción.
Este 17 de octubre se ha celebrado el Día Internacional para la Erradicación de la Pobreza. Además de recordar la complejidad del problema, es importante la reflexión sobre la responsabilidad de cada persona en esta lucha.
El malestar social, tan presente en esta época, no dura ni crece demasiado si no es producto de una injusticia: desempleo, desigualdad, desprotección, precariedad, pobreza…
El cambio climático afecta al rendimiento agrícola y, por ende, al hambre en el mundo. Pero la intensificación agrícola también provoca daños que contribuyen a acentuar las alteraciones del clima.
La construcción de sistemas de seguridad y protección social fuertes y resilientes son esenciales para la erradicación de la pobreza, el primer Objetivo de Desarrollo Sostenible de la Agenda 2030.
La ONU, el Banco Mundial y el FMI alertan del aumento de la pobreza y la desigualdad, sobre todo en las economías emergentes y en los países en vías de desarrollo, a causa de la pandemia.
Crece la demanda de viviendas en alquiler. ¿Debería intervenir el Estado, regulando los precios? En la arena compiten, por un lado, inversores y turistas, y por otro, familias en busca de un lugar en el que vivir.
La senda de la recuperación y el crecimiento de América Latina pasa por lograr cambios estructurales que aumenten la productividad y reduzcan la desigualdad. Para ello es necesario adoptar decisiones responsables y de consenso.
Las ciudades españolas acogen casi un millar de barrios vulnerables según los datos y delimitaciones de los Catálogos elaborados por el Ministerio de Transportes, Movilidad y Agenda Urbana.
La norma que regula el Ingreso Mínimo Vital en España todavía busca su acomodo. Hace ya casi un año de su publicación en el BOE y desde entonces la norma ha sido modificada ya en cinco ocasiones.
La mala reputación de los gitanos rumanos hace que el rechazo hacia ellos sea como un círculo vicioso sin fin. ¿Cómo podemos cambiar los esquemas mentales predominantes sobre una cultura que es considerada en muchos casos como “criminal”?
Según la ONU, a finales de este siglo la población mundial será de unos 11 000 millones de personas. A este reto hay que sumar la proliferación de megaciudades, el envejecimiento y los movimientos migratorios.
Solo la cooperación internacional permitirá que los grupos vulnerables de los países en desarrollo puedan hacer frente a la enfermedad y a la falta de recursos económicos agravada por la pandemia.
El trabajo, además de productor de riqueza, es un imperativo moral, al que se añade otra imposición de nuestro tiempo: el crecimiento económico constante. Quizás ha llegado la hora de cambiar de paradigma económico.
Dpto. Estructura Económica y Economía del Desarrollo. Coordinadora del Grupo de Estudio de las Transformaciones de la Economía Mundial (GETEM), Universidad Autónoma de Madrid