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Cómo formar a profesionales de la enfermería para que no cometan errores de medicación

Al menos una persona muere cada día por errores de medicación. En Estados Unidos este tipo de equivocaciones causa daños en aproximadamente 1,3 millones de individuos.

En otros países carecemos de datos fiables, ya que el principal problema es que no se registran adecuadamente. Uno de los motivos es la falta de concienciación y “cultura de seguridad”, dentro de la cual la notificación de los eventos es clave.

Conscientes de la situación, las instituciones y organizaciones de salud nacionales e internacionales han puesto en marcha diferentes propuestas para mejorar la seguridad del paciente. Desde nuestro punto de vista, potenciar la educación en cultura de seguridad del paciente es una de las acciones más prometedoras y efectivas.

Casi la mitad de la jornada laboral manejando fármacos

Conviene tener presente que los profesionales de enfermería son la última pieza del proceso de la gestión de medicación. De hecho, estos profesionales pasan casi el 40% de su jornada laboral manejando fármacos. La mayoría de los errores de medicación ocurren mientras se prepara y administra la medicación.

A nivel social, se reclama que haya enfermeras con altos niveles competenciales para hacer frente a situaciones cada vez más complejas en cuanto a tratamientos y presión asistencial. En nuestro país, las enfermeras recién graduadas deben asumir las mismas responsabilidades que el profesional que lleva años de experiencia asistencial, con el riesgo que esto supone para el sistema.

¿Hay manera de minimizar ese riesgo? Creemos que sí. Hace unos años, con el cambio producido en el marco de EEES (Espacio Europeo de Educación Superior) trasladando el foco del aprendizaje del conocimiento hacia la adquisición de competencias, aparecieron metodologías mucho más participativas. Nos referimos a aprendizaje basado en problemas, aprendizaje por proyectos, laboratorios de simulación… En todos los casos, el alumnado adquiere mucho más protagonismo y responsabilidad de su aprendizaje.

En el Grado de Enfermería de nuestra universidad nos propusimos dar más relevancia a la seguridad del paciente en las asignaturas que se desarrollan en los laboratorios de simulación. Es decir, espacios que permiten practicar en un entorno seguro en el que no pueden hacer daño al paciente real, ni tampoco a ellos mismos, pero sí aprender de sus aciertos y errores. De esta manera el aprendizaje es más significativo y perdura más en el tiempo que con la metodología tradicional.

No es ético practicar por primera vez en un humano

Este enfoque va en línea con la postura de la Organización Mundial de la Salud, que defiende que no es ético practicar por primera vez en un humano. Por tanto, los profesionales deberían usar la simulación para formarse. No hay que olvidar que la seguridad del paciente es un objetivo clave de la practica clínica.

En nuestra universidad, las asignaturas de Laboratorios de Simulación acaban con un examen llamado ECOE que consiste en evaluar al alumnado de modo práctico sobre los procedimientos trabajados durante el curso. En estos procedimientos se evalúan las competencias de un modo estandarizado y objetivo.

Para ello, generamos tres categorías de ítems evaluativos; “ítems condicionantes” (imprescindibles para aprobar), “ítems críticos” (aspectos de los procedimientos evaluados que en caso de hacerse mal podrían, potencialmente, causar mucho daño al paciente) e “ítems leves” con menor repercusión pero también relacionados con la seguridad del paciente. En estos, el alumno debe superar un punto de corte para poder superar el examen.

Con esta distinción, la evaluación deja de ser una mera evaluación de ejecución de procedimientos para incluir, además, cómo de seguros son. Esperamos formar así a futuros profesionales que sean más seguros en su práctica diaria.

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